A. Comentario.
1. Primeros años de Samuel.
La situación histórica al comienzo de la narración de los libros de Samuel es la del final de período de los Jueces; 1 Samuel es la continuación del libro de Jueces. Hay dos temas principales en los libros de Samuel:
a. El problema de liderazgo en Israel, el pueblo de Dios, y
b. La presencia de Dios en medio de él.
El primer tema significa que la historia de Israel se presenta en términos de la vida y la carrera de tres individuos importantes: Samuel, Saúl y David. El segundo tema involucra la mención frecuente del santuario y el Arca del Pacto.
Este período de tres generaciones fue testigo de dos grandes cambios en Israel.
El primero fue un cambio constitucional. El sistema de gobierno cambió radicalmente al ser el liderazgo de los jueces suplantado por la monarquía. Este cambio involucró muchos detalles administrativos, especialmente la centralización y lo que ahora llamaríamos burocracia. También resultó en la elevación de una familia a una posición de gran poder y prestigio, a saber la dinastía de David.
El segundo cambio grande fue la caída del santuario en Silo. Silo fue reemplazada, después de un intervalo, por Jerusalén, que se convirtió no solo en la capital religiosa sino también política del reino de Israel.
Es interesante notar que todos los eventos de 1 y 2 Samuel tuvieron el efecto de transferir el liderazgo en Israel de la tribu de Efraín a la tribu de Judá. Estas eran las dos tribus más grandes, y sus territorios estaban separados por la pequeña tribu de Benjamín. Entonces el liderazgo se desplazó hacia el sur, desde Silo[1] primero, a Benjamín[2] y luego a Judá[3].
Los libros de Samuel no solo señalan cómo sucedió todo esto, sino el porqué. Diversos seres humanos intervienen en la historia, con una variedad de motivaciones. Más importante para los escritores bíblicos era la cuestión de los propósitos y acciones de Dios en medio del acontecer de la historia humana.
a. Nacimiento y estadía con Elí.
Durante el período de los jueces las tribus israelitas por lo general actuaban independientemente unas de las otras, y han de haber reconocido a diferentes líderes en diferentes lugares del país. Los ancianos de las tribus eran importantes, y las familias sacerdotales en santuarios principales como el de Silo han de haber sido políticamente influyentes.
Al comenzar nuestra historia, entonces, podemos suponer que el líder más importante de su época era Elí. Estaba envejeciendo, y se esperaba que sus dos hijos pronto lo sucedieran[4]. Pero en realidad habría de ser Samuel quién ocuparía el lugar de Elí, como lo explican estos capítulos.
1) Elcana y sus dos esposas.
Los primeros tres versículos preparan la escena, describiendo a los padres de Samuel en su peregrinaje anual al santuario en Silo. Era lícito casarse con más de una mujer[5], y por cierto que una segunda esposa ha de haber sido una señal de riqueza. El cuadro general es el de una familia respetable y temerosa de Dios. Pero no era una familia totalmente feliz. La esterilidad puede todavía causar infelicidad psicológica, pero en la época del Antiguo Testamento era mucho peor, en una sociedad que consideraba una vergüenza el que una mujer casada no tuviera hijos. A pesar de los intentos de Elcana de ayudar y consolar a Ana, la crueldad de Penina, su esposa-rival, hacía que su posición fuera intolerable.
Elcana, aunque de estirpe levítica[6], era descendiente de Zuf y vivía en las tierras tribales de Efraín[7]. Por eso era natural que adorara en Silo. Estos versículos ilustran algunas costumbres religiosas de aquella época. Familias enteras hacían una peregrinación anual a los santuarios como el de Silo, a fin de rendir culto a Dios ya sea en las épocas festivas o en alguna ocasión especial de la familia. Las familias presentaban animales para ser sacrificados. Después de haber sido ofrecido el sacrificio, parte de la carne era devuelta a los adoradores[8]. Tales porciones de carne eran evidentemente muy valoradas, pero en este caso fue motivo de favoritismo, celos, amargura y angustia.
2) La oración de Ana y el nacimiento de Samuel.
Desesperada, Ana volcó su angustia en una sentida oración pidiendo un hijo. Reforzó su oración con un solemne voto. El hijo que Dios le diera sería consagrado a Él desde su nacimiento hasta su muerte[9]. Ana prometió que su hijo sería un nazareo de por vida.
Elí, el sacerdote principal en Silo, fue persuadido a dar su bendición y apoyo a Ana. Su equivocación inicial es quizá un primer indicio para el lector de que Elí estaba gradualmente perdiendo su capacidad como líder de Israel.
1 Samuel 1.19-20 agrupan la agencia humana y divina. En un sentido, el nacimiento de Samuel fue perfectamente natural, pero el quitarle la infertilidad a Ana fue totalmente obra de Dios. Ana misma no dudaba de que Dios hubiera contestado su oración. El nombre Samuel no significa literalmente “pedido”; en hebreo el nombre suena como la frase “escuchada por Dios”. Diversas explicaciones de nombres del Antiguo Testamento sacan implicaciones de otras palabras diferentes que se parecían a los nombres. El nombre Saúl significa “pedido”, y el autor bíblico quizá nos haya estado diciendo desde el principio que Samuel era un hombre enviado por Dios de una manera como nunca lo sería Saúl.
3) Dedicación de Samuel.
El capítulo termina relatando cómo Ana, con la aprobación total de su esposo, cumplió su voto y entregó a Samuel a Adonay. Llevaron otros presentes y ofrendas a Silo, pero su sacrificio más grande fue dejar al muchachito allí en el santuario, ya que el niño era pequeño. El verbo de la última frase del capítulo en otros manuscritos y versiones aparece en singular: adoró, por lo cual muchos piensan que se refiere probablemente al pequeño Samuel, quien adoró[10] allí en Silo a Adonay cuando sus padres lo dejaron con Elí[11].
La historia de Ana no debe ser interpretada como una promesa de que Dios siempre quitará la infertilidad o cualquier otro problema físico, aunque sí recalca el valor de creer en la oración. Su propósito principal es mostrar cómo Dios se hace cargo de los acontecimientos: Si Ana hubiera tenido antes un hijo, no lo hubiera dejado en el Templo en Silo, para criarse allí a fin de ser un hombre de Dios, a la vista de todos, listo para asumir su posición de liderazgo.
4) El canto de Ana.
Muchos opinan que el canto de Ana es un salmo de una fecha posterior puesto en los labios de ella por el escritor bíblico. Parece más un salmo que una oración; pero la razón principal para arribar a esta conclusión es la referencia a un rey en 1 Samuel 1.10. En la época de Ana Israel no tenía rey, y su hijo Samuel no estaba destinado a serlo. El salmo es llamado una oración, no una profecía, así que no sería de esperar que incluyera una predicción de largo alcance. Pareciera entonces, que es muy posible que las palabras originales de Ana hayan sido aumentadas. Por cierto que el autor bíblico usó el poema como un todo para mirar hacia adelante y dar un propósito teológico al relato de los acontecimientos descritos en 1 y 2 Samuel. El nacimiento de Samuel fue el primer paso en los planes de Dios para dar a Israel salvación de sus enemigos filisteos. Desde su humilde origen y difíciles circunstancias David obtendría poder como el ungido de Dios, el rey de Dios sobre Israel. En su contexto, la mención de hostilidad y esterilidad nos recuerda las experiencias personales de la propia Ana, pero el poema tiene una perspectiva mucho más amplia. Quiere mostrar cómo Dios puede trastornar los valores y cálculos humanos y muchas veces lo hace. Vida y muerte, riqueza y pobreza están totalmente dentro de su control; también lo están el apogeo y la decadencia de las naciones porque la autoridad y el poder de Dios llegan a los confines de la tierra. Pero Dios no derroca al poderoso y da fortaleza al débil en una forma vengativa ni injusta. Dios se había vinculado con los israelitas, nación pequeña y débil, como su Dios. Así que el poema desde el principio expresa fe en nuestro Dios, descrito como la roca, una ilustración clara de seguridad y estabilidad.
b. El santuario en Silo.
Es así que el servicio de Samuel a Dios en Silo comenzó en su niñez. Sin duda al principio sus tareas serían sencillas, ayudando a Elí, pero a medida que crecía su ministerio se desarrolló lo suficiente como para impresionar favorablemente a todos los que llegaban a Silo. Se nos da un vistazo final de los padres de Samuel en 1 Samuel 1.19–21, y se aclara muy bien que Dios había quitado permanentemente la infertilidad de Ana, dándole alegría en su maternidad y vida familiar. Ella entregó Samuel a Dios, pero, a cambio, fue ricamente recompensada.
Samuel, entonces, aunque sencillamente, servía a Adonay. No se nos dan detalles de sus actividades, pero el pasaje las resume diciéndonos que tanto Dios como los hombres se sentían complacidos con él. Hay un contraste evidente entre Samuel y los hijos de Elí, Ofni y Finees. Estos eran los sacerdotes más prominentes en Silo, y su conducta avara, arrogante y egoísta se describe en detalle en 1 Samuel 2.13–16. Los que ordinariamente rendían allí culto a Dios estaban exasperados con ellos, como lo muestra 1 Samuel 2.23, y el santuario entero se había desprestigiado. El pasaje se ocupa aun más en enfatizar la ira de Dios y su decisión de poner fin a la situación. Elí mismo era un hombre piadoso, afligido por la conducta de sus hijos, pero ellos no escucharon la voz de su padre quien les reprochaba su proceder.
Es probable que lo que acostumbraban hacer, según 1 Samuel 2.13, era algo común en Silo, aunque los reglamentos en Levítico 7.31–35 son bastante diferentes. En cualquier caso, todos los sacerdotes tenían derecho a una porción apropiada de la carne de los sacrificios. Pero los dos hijos de Elí, demostraron tanta gula por la carne para asar que tomaban lo que querían, aun por la fuerza, antes de que quemaran el sebo como un sacrificio a Dios. Aun los adoradores comunes sabían que Dios debía tener su parte antes de que cualquier ser humano comiera su porción. Con su conducta, Ofni y Finees ponían a Dios en segundo lugar, mostrando irreverencia hacia Adonay mismo y a sus ofrendas.
Ana no se olvidó de su pequeño hijo, sino que cada año iba a verlo y le llevaba un pequeño efod[12] para que Samuel ministrara a Adonay. Aun en la sencilla cuestión del vestido, Samuel, a diferencia de los hijos de Elí, tenía cuidado de hacer lo correcto.
Elí trató de hacer entender la maldad que estaban cometiendo sus hijos y les hace una pregunta que se basaba en un procedimiento legal, y presenta a Dios como el Juez. Un juez puede arbitrar entre dos hombres, pero si alguien hace un mal contra el juez mismo, entonces no hay posibilidad de evitar el juicio.
c. Una profecía sobre el sacerdocio.
La frase “hombre de Dios” es otro título de los profetas. El profeta desconocido presenta una descripción detallada de lo que sucedería con el sacerdocio en Israel. La caída de la familia de Elí es anunciada: Ofni y Finees…”en el mismo día morirán los dos”[13], y otros familiares de Elí se verían reducidos a mendigar por trabajos sacerdotales muy humildes. 1 Samuel 2.31 predice la masacre que sucedió en Nob. 1 Samuel 2.35 predice la grandeza de un sacerdote fiel, pero se extiende más allá del ministerio de Samuel al de Sadoc. Sadoc fue sumo sacerdote durante el reinado de David[14], y su familia cumplió el oficio de sumo sacerdote en Jerusalén a lo largo del período de la monarquía. David y su línea de reyes son llamados aquí “ungidos” de Dios.
Los detalles de 1 Samuel 2.35 poco significaban para Elí ya que moriría muchos años antes de que David fuera rey o de que Sadoc fuera sumo sacerdote. Pero el versículo era importante para los lectores, ya que les decía claramente que el ascenso de Sadoc al sacerdocio era la voluntad y el plan de Dios. Los autores bíblicos pensaban constantemente en sus lectores, y es muy probable que cuando era apropiado exageraban los discursos originales de los personajes históricos, a fin de ayudar a los lectores a entender mejor las cosas. Puede ser, entonces, que el discurso del profeta desconocido para Elí haya sido más breve de lo que aquí es. Aun así, no se debe ignorar un principio importante del Antiguo Testamento: Dios no solo dominaba los asuntos de Israel sino que también anunciaba con anterioridad todos los acontecimientos y cambios importantes. Esta era una de las funciones importantes de los profetas. Otra característica del papel profético era recordar a sus oyentes los acontecimientos significativos del pasado, especialmente los que revelaban la bondad de Dios. En este discurso dicha dimensión histórica se encuentra en 1 Samuel 2.27-28.
d. El llamado de Samuel.
El lector cuidadoso de 1 Samuel 2.27–35 puede haberse sentido desconcertado por el hecho de que esta profecía sobre el sacerdocio nada decía del futuro de Samuel. La predicción de un “sacerdote fiel”[15] no se cumplió en Samuel, y sus descendientes no fueron “una casa duradera”[16] en el sacerdocio. El capítulo 3 da la respuesta: El papel futuro de Samuel no sería como cabeza de una familia sacerdotal. En cambio, sería el gran profeta de su generación. Los sacerdotes no necesitaban un llamado divino para su oficio, porque nacían dentro de familias sacerdotales. Pero los profetas, en cambio, recibían un llamado individual, una experiencia directa con Dios; y esto se registra en el llamado profético de Samuel.
La palabra de Adonay y las visiones eran dos tipos de dones divinos dados a los profetas. Por dos razones se nos dice que ambos “escaseaban”[17] en aquel tiempo.
1) La afirmación enfoca la atención en la seria necesidad de Israel de contar con dirección profética.
2) Explica de antemano por qué el hecho de que Adonay llamara en voz alta a Samuel los tomó de sorpresa tanto a Samuel como a Elí.
En 1 Samuel 3.3 se mencionan dos características del Templo: La lámpara de Dios y el Arca del Pacto. Ambos eran símbolos de la presencia de Dios. Levítico 24.1–4 da instrucciones cuidadosas a los sacerdotes para que mantengan las lámparas encendidas en el santuario todas las noches. Cuando Samuel oyó la voz de Dios la lámpara todavía estaba encendida, por lo tanto, no había amanecido. Si Dios hablara sería en el santuario donde su voz esperaba oírse; por eso Samuel estaba acostado cerca del Arca. El llamado se repitió tres veces, confirmándoles tanto a Samuel como a Elí que era realmente un mensaje de Dios.
En 1 Samuel 3.11–14 el mensaje de Dios a Samuel confirmaba la profecía de 2.27–36. No se vuelven a repetir todos los detalles de lo que había de suceder, pero el sentido de culpa de Elí mismo recibe un nuevo énfasis. Elí no había sido un sacerdote malo ni había blasfemado como sus hijos, pero, al fin y al cabo, él estaba a cargo del santuario y no les había reprochado. Samuel al principio naturalmente vaciló en decirle a Elí lo que había escuchado. Al escuchar las palabras severas del Señor, Elí no se quejó. Su reacción demuestra su resignada aceptación del juicio de Dios, demostrando claramente que el cambio en el liderazgo sacerdotal era aceptado por Elí.
En 1 Samuel 3.19–21 se da un breve resumen de los años siguientes, durante los cuales Samuel crecía. Por el momento, Elí seguía como sacerdote en Silo, al igual que sus malvados hijos; pero era Samuel quien captaba la atención popular. El santuario mismo pasó a ser de menos importancia que el hombre de Dios, ya que la presencia de Dios estaba indudablemente con él. Todo lo que Samuel predecía se cumplía. La palabra o visión profética dejó de ser una rareza, y todo Israel llegó a entender esto. Dan era la ciudad más importante en el norte de Israel, y Beerseba quedaba al extremo sur del país; por lo tanto, la fama de Samuel se extendió por toda la nación. Dios daba su palabra regularmente a Samuel, y de Samuel pasaba a los ciudadanos de Israel.
e. Muerte de Elí y el Arca capturada.
Los capítulos 4 al 6, además de explicar cómo se cumplió el juicio de Dios sobre Elí y su familia, hacen un contraste entre la palabra de Dios y el Arca del Pacto. El Arca era un símbolo importante de la presencia de Dios, pero era muda. El Arca podía fácilmente interpretarse mal, o podían robarla o llevarla a algún lugar remoto. La palabra hablada de Dios, como ya lo hemos visto, nunca es remota, sino conocida desde Dan hasta Beerseba. No obstante, en estos tres capítulos el Arca es el centro de atención. Simbolizaba no solo la presencia de Dios sino también su poder. Al perder el Arca a manos filisteas, Israel aprendería que Dios puede decidir quitarles su poder.
1) Dos victorias filisteas.
El lugar de los acontecimientos narrados en los capítulos 1–3 era un pequeño sector de Efraín septentrional. La escena ahora cambia al oeste, desde las sierras a la planicie costera que los filisteos habían conquistado un siglo atrás. Esta pequeña pero poderosa nación había empezado a dominar partes de Israel en la época de Sansón[18], y su ejército bien entrenado representaba ahora una nueva amenaza. Los israelitas no contaban con un ejército permanente y, en casos de emergencia, tenían que llamar a los hombres de las granjas y los campos para pelear cualquier batalla que les fuera impuesta. No sorprende, entonces, que los filisteos ganaron una rápida victoria en Afec; pero sí fue una gran sorpresa para los ancianos israelitas, quienes evidentemente habían esperado que Dios le diera la victoria a Israel. El pasaje muestra que poco entendían a Dios los israelitas y los filisteos. Tanto los unos como los otros creían que el Arca del Pacto mismo era una especie de ídolo, un objeto mágico que daría gran poder a Israel en el campo de batalla. Así que el Arca fue llevada al campo de batalla, escoltada por Ofni y Finees. Los filisteos temían su poder, pero no se desesperaron, presumiblemente porque adoraban a sus propios dioses, incluyendo a Dagón[19]. Lucharon con valor y ganaron una victoria aun mayor. Israel perdió a muchos hombres en la batalla, incluyendo a los dos hijos de Elí: y de esta manera se cumplió la profecía de 1 Samuel 2.34: El Arca de Dios fue tomada.
2) La muerte de Elí.
Antes de seguir al Arca por territorio filisteo, el relato presenta el fin que tuvo Elí. De 98 años, no murió de viejo sino de una caída causada por la impresión al escuchar las malas noticias. La profecía de 1 Samuel 2 había predicho que la familia de Elí perdería su liderazgo sacerdotal, pero insinuando que la familia misma seguiría existiendo. Así que los últimos versículos del capítulo 4 mencionan el nacimiento de un nieto de Elí. Nada dice de su vida y carrera, pero el nombre en sí era un triste presagio: “Icabod” significaba “sin gloria”[20]. Su madre, moribunda, pensaba en la pérdida del Arca, y ella también parecía suponer que Dios se había apartado de Israel junto con el Arca. En eso estaba equivocada, pero el nombre que le dio a su hijo simbolizaba el hecho de que la familia de Elí había perdido todo honor y privilegio.
Algunos comentaristas se han preguntado si Israel no pagó muy caro el pecado de dos hombres. Ofni y Finees merecían morir pero, ¿qué de los miles de israelitas que murieron en el campo de batalla? El libro de Jueces muestra que Israel sufrió muchas derrotas militares cuando era infiel a Dios, y 1 Samuel 7.3-4 muestra que en la época de Samuel, Israel una vez más era culpable de idolatría. Pero 1 Samuel 4 no da ninguna razón. El Señor actuó como había planeado, sin dar explicaciones ni a Israel ni al lector. El interés del autor bíblico es el destino de la familia de Elí. Su otro propósito principal es mostrar que Dios estaba en control de los acontecimientos, pero el lector apenas lo va percibiendo paulatinamente al ir desarrollándose el relato en los próximos dos capítulos.
En 1 Samuel 4.18 se aclara que en su generación Elí había sido el personaje político más importante en Israel. Había juzgado conecta a Elí con los personajes importantes descritos en el libro de Jueces. La muerte de Elí significó que los israelitas necesitaban desesperadamente un nuevo líder, y uno que, como los Jueces, los rescatara de sus agresores.
3) El Arca en manos filisteas.
Las ciudades principales de los filisteos eran cinco, y tres de ellas aparecen en el capítulo 5: Asdod[21], Gat[22] y Ecrón[23]. Los filisteos adoraban a dioses cananeos, de los cuales Dagón era uno[24]. Era una práctica común en el antiguo Medio Oriente que los conquistadores colocaran los ídolos capturados en los templos de sus propias deidades; sin duda se creía que los dioses de los victoriosos habían vencido y capturado a los dioses de sus enemigos. Así que los filisteos creían que ahora Dagón había vencido y capturado a Adonay. Pero pronto comprobaron que Dagón no tenía ni a su propia estatua bajo su control. Por el colapso de este ídolo surgió una extraña superstición local. En 1 Samuel 5.6 por fin le dice directamente al lector que Adonay mismo había estado activo en los sucesos en Asdod; los filisteos del lugar no habían recibido tal revelación de Dios y habían arribado a sus propias conclusiones. Si el colapso de su ídolo apenas si los desconcertó, sus sufrimientos personales muy pronto les persuadieron de que Adonay era poderoso y activo debido al Arca del Pacto que tenían en su templo. Así que el Arca fue enviada primero a Gat, luego a Ecrón con resultados similares en ambas ciudades.
4) El regreso del Arca.
Para entonces, todos los filisteos estaban convencidos de que el Arca era propiedad de Adonay, Dios de Israel y también de que era un objeto peligroso. Tenía que ser manejado con gran cuidado para que no sufrieran problemas peores. Así que naturalmente se valieron de sus propios expertos religiosos para que les aconsejaran cómo devolver el Arca sin correr ningún peligro. Sus consejeros tenían que contestar dos distintas preguntas:
i. ¿Dónde exactamente en Israel debía ser enviada el Arca?
ii. ¿Y cómo debían hacerlo?
La respuesta detallada de ellos nos da un interesante panorama de las ideas religiosas de la época.
i. Se requería una ofrenda por la culpa, como una confesión de que habían hecho lo malo.
ii. Debían pagar una compensación en oro.
iii. El transporte provisto para el Arca no debía ser conducido o guiado, sino que su rumbo debía dejarse en mano de los dioses. Es evidente que los expertos religiosos temían el poder de Adonay, pero no estaban bien seguros de lo que realmente había causado los problemas de los filisteos.
Puede verse otro aspecto del pensamiento filisteo en el hecho de que confeccionaban figuras de las cosas de las cuales querían librarse. Esta práctica se conoce entre los eruditos como magia compasiva; se creía que cuando se deshacían de las figuras, los males también desaparecían. Los tumores eran síntomas de la plaga que probablemente había sido causada por los ratones. En la antigüedad no se sabía que las ratas transmitían plagas, y parece que éstas estaban atacando los depósitos de comida.
En 1 Samuel 6.6 nos recuerda que Dios había usado antes las plagas para forzar a Egipto, un enemigo anterior de Israel, a soltar a Israel, su pueblo[25]. El poder del Dios de Israel se veía en su control sobre eventos fuera de Israel. En siglos posteriores, cuando otros enemigos, especialmente Asiria y Babilonia, eran demasiado fuertes para Israel y Judá, estas historias que demostraban el poder de Dios se convirtieron en una fuente de gran consuelo para el pueblo de Dios y alentaban su fe en la habilidad de Él de rescatarlos.
5) El Arca regresa a Israel.
Sin que interviniera ningún ser humano, las vacas llevaron el Arca a Bet-semes[26], que era un pueblo dentro de territorio israelita, justo al otro lado de la frontera filistea. La estratagema de los filisteos había triunfado o, más bien, Adonay mismo había traído lo suyo de vuelta a Israel. 1 Samuel 6.16–18 muestran con cuánta seriedad habían tratado los filisteos el problema del Arca: todos, o sea los cinco reyes de ellos, siguieron al Arca hasta la frontera israelita, aun cuando el Arca nunca había sido llevada a dos de las ciudades mencionadas en Samuel 6.17.
En 1 Samuel 6.13–15 nos dicen que los israelitas de Bet-semes no cabían en sí de gozo ante la devolución del Arca, y sus primeras acciones fueron buenas y correctas. Por ejemplo, los hombres que bajaron el Arca eran levitas, hombres cuya responsabilidad especial era llevarla[27]. Así que 1 Samuel 6.19 da una noticia inesperada. El que Dios hubiera herido con una plaga tan grande a Bet-semes era una demostración de que el Arca era tan peligrosa para los israelitas como para los filisteos: Dios debía ser tratado con la reverencia y el respeto debidos. La razón principal por la cual se menciona este triste incidente es que explica por qué el Arca concluyó su viaje no en Bet-semes sino en el pueblo vecino de Quiriat-jearim[28].
[1] Elí.
[2] Samuel y Saúl.
[3] David.
[4] 1 Samuel 1.3.
[5] Deuteronomio 21:15–17
[6] 1 Crónicas 6. 6:22–38
[7] Ramataim es una forma más larga del usual “Ramá”
[8] Hay más detalles en 2:13–16.
[9] Números 6 describe cómo los israelitas podían consagrarse voluntariamente al servicio de Dios durante un período determinado. A éstos se les llamaba nazareos, y hacían voto de nunca cortarse el cabello, símbolo visible de su dedicación a Dios.
[10] El verbo adoró es ambiguo, y podría incluir a Elí o Elcana. Un manuscritos hebreo encontrado en Qumrán consigna que Ana es el sujeto: “ella adoró”, lo cual cabe bien aquí: ella entregó al niño a Elí y luego adoró a Adonay, quien le había concedido lo que le pidió. Este pequeño problema textual no afecta el sentido general del texto.
[11] En 1 Samuel 2.11 ocurre lo mismo.
[12] El efod era una vestimenta sacerdotal, probablemente usada encima de la túnica que su madre le confeccionaba.
[13] 1 Samuel 2.34. NBLH
[14] 2 Samuel 8.17.
[15] 1 Samuel 2.35. NBLH
[16] 1 Samuel 2.36. Ibid
[17] 1 Samuel 3.1. Ibid
[18] Jueces 13-16.
[19] 1 Samuel 5.2.
[20] 1 Samuel 4.21. NBLH
[21] Asdod es una de las cinco ciudades de Filistea que generalmente se nombran juntas. El nombre significa “fortaleza”, o “castillo”, su otro nombre o nombre griego era Azotus. Está situada como a cinco kilómetros del mar Mediterráneo, en la ruta principal entre Egipto y Siria, por lo cual es importante para los dos países. Cerca de 711 a.C., fue capturada por los asirios y como unos cien años más tarde, después de ser sitiada por 29 años, fue tomada por Samético I de Egipto. Los macabeos la añadieron a sus posesiones, pero Pompeyo restauró su independencia y después formó parte del reino de Herodes, y a la muerte de Herodes fue dada a Salomé, su hermana, por Augusto César. En el siglo IV después de Cristo, Azotus fue hecho un obispado y sus obispos se mencionan más tarde en la historia. Hoy día sus ruinas se llaman Isdud. La ciudadela de Asdod era una loma baja en un llano bien regado y dominaba el más ancho y el más fértil valle de los filisteos. Los anaceos impidieron que Josué la tomara (Josué 11.22). El lugar principal de adoración a Dagón donde el arca fue llevada cuando Israel fue vencido (1 Samuel 5). Fue asignada a Judá, pero no tomada (Josué 13.3; 15.46-47). Poseída por Judá en el tiempo de Uzías (2 Crónicas 26.6). Capturada por Sargón, rey de Asiria (Isaías 20.1). Los judíos se casaban con sus habitantes (Nehemías 13.23-24). Felipe fue allí después de bautizar al eunuco (Hechos 8.26-40).
[22] Ciudad filistea más próxima al territorio de Judá, situada al sur de Ecrón. En ella habitaron los anaceos (Josué 11.22), lo cual era indicio de su antigüedad, y ahora esta se ha confirmado arqueológicamente. Al parecer, Josué no pudo tomar a Gat, y quedó en manos de los filisteos (Josué 11.22; 13.3; 1 Samuel 5.6-10; 6.17). Sin embargo, más tarde Israel la recobró (1 Samuel 7.14). Gat fue famosa por ser tierra de gigantes; Goliat era oriundo de ella (1 Samuel 17.4; 2 Samuel 21.19-22). Cuando David huía de Saúl, intentó refugiarse en Gat, pero no fue bien recibido (1 Samuel 21.10-15; Salmos 56.1); sin embargo, después permaneció allí un tiempo (1 Samuel 27.1-28.2). Durante el reinado de Salomón parece que había relaciones amistosas y políticas con Gat. Amós 6.2 menciona la destrucción de Gat por Tiglat-pileser III, como una advertencia a Jerusalén y a Samaria.
[23] De las cinco ciudades principales de Filistea, Ecrón estaba a 24 kilómetros al sudeste de Jope y a 40 kilómetros de Jerusalén. Se supone que fue hecha de adobes. Akir o Akree ahora está sobre el sitio antiguo. Realmente los arqueólogos no están de acuerdo en cuanto al sitio exacto donde estaba la ciudad, aunque no hay objeción al sitio aceptado generalmente. Fue sujetada por Josué (Josué 13.3). Fue asignada a Judá y luego a Dan (Josué 15.11, 45-49; 19.43). Fue tomada por Judá (Jueces 1.18). Fue prominente en conexión con los sufrimientos de los filisteos por causa de Arca (1 Samuel 5-6). Israel persiguió a los filisteos a Ecrón después que David mató a Goliat (1 Sam 7.52). Baal-zebub dios de Ecrón era adorado allí (2 Reyes 1). Fue denunciada por los profetas (Jeremías 25.20; Amós 1.8; Sofonías 2.4; Zacarías 9.5-7).
[24] Sansón había destruido el templo de Dagón en otra ciudad filistea principal, Gaza (Jueces 16.30).
[25] Éxodo 7-12.
[26] Este nombre significa “casa de sol” derivado del santuario a la adoración del sol que estaba situado allí. Por lo menos se mencionan otros tres lugares de este nombre. Pero el más importante está como a 19 kilómetros al sudoeste de Jerusalén, en la frontera entre el territorio de Judá y los filisteos. Se menciona por primera vez como uno de los límites de Judá (Josué 15.10). Joás rey de Israel derrotó a Amasías rey de Judá en ese lugar (2 Reyes 14.11; 2 Crónicas 25.23-24).
[27] Deuteronomio 10.8.
[28] “Ciudad del bosque”. Ciudad principal de los gabaonitas, situada 15 kilómetros al oeste de Jerusalén en el camino hacia Jope, cerca de la aldea moderna de Abu Ghosh. Se llamaba también Baala (Josué 15.9.) y Quiriat-baal (Josué 15.60). Era miembro de la confederación gabaonita que engañó a Josué (9.3-17). Era la ciudad del malaventurado profeta Urías (Jeremías 26.20), y fue refugio para algunos después del cautiverio (Esdras 2.25). Durante la época bizantina se construyó sobre las minas de Quiriat-jearim una basílica para conmemorar la permanencia del Arca allí. Todavía pueden verse los cimientos de dicha iglesia.
1. Primeros años de Samuel.
La situación histórica al comienzo de la narración de los libros de Samuel es la del final de período de los Jueces; 1 Samuel es la continuación del libro de Jueces. Hay dos temas principales en los libros de Samuel:
a. El problema de liderazgo en Israel, el pueblo de Dios, y
b. La presencia de Dios en medio de él.
El primer tema significa que la historia de Israel se presenta en términos de la vida y la carrera de tres individuos importantes: Samuel, Saúl y David. El segundo tema involucra la mención frecuente del santuario y el Arca del Pacto.
Este período de tres generaciones fue testigo de dos grandes cambios en Israel.
El primero fue un cambio constitucional. El sistema de gobierno cambió radicalmente al ser el liderazgo de los jueces suplantado por la monarquía. Este cambio involucró muchos detalles administrativos, especialmente la centralización y lo que ahora llamaríamos burocracia. También resultó en la elevación de una familia a una posición de gran poder y prestigio, a saber la dinastía de David.
El segundo cambio grande fue la caída del santuario en Silo. Silo fue reemplazada, después de un intervalo, por Jerusalén, que se convirtió no solo en la capital religiosa sino también política del reino de Israel.
Es interesante notar que todos los eventos de 1 y 2 Samuel tuvieron el efecto de transferir el liderazgo en Israel de la tribu de Efraín a la tribu de Judá. Estas eran las dos tribus más grandes, y sus territorios estaban separados por la pequeña tribu de Benjamín. Entonces el liderazgo se desplazó hacia el sur, desde Silo[1] primero, a Benjamín[2] y luego a Judá[3].
Los libros de Samuel no solo señalan cómo sucedió todo esto, sino el porqué. Diversos seres humanos intervienen en la historia, con una variedad de motivaciones. Más importante para los escritores bíblicos era la cuestión de los propósitos y acciones de Dios en medio del acontecer de la historia humana.
a. Nacimiento y estadía con Elí.
Durante el período de los jueces las tribus israelitas por lo general actuaban independientemente unas de las otras, y han de haber reconocido a diferentes líderes en diferentes lugares del país. Los ancianos de las tribus eran importantes, y las familias sacerdotales en santuarios principales como el de Silo han de haber sido políticamente influyentes.
Al comenzar nuestra historia, entonces, podemos suponer que el líder más importante de su época era Elí. Estaba envejeciendo, y se esperaba que sus dos hijos pronto lo sucedieran[4]. Pero en realidad habría de ser Samuel quién ocuparía el lugar de Elí, como lo explican estos capítulos.
1) Elcana y sus dos esposas.
Los primeros tres versículos preparan la escena, describiendo a los padres de Samuel en su peregrinaje anual al santuario en Silo. Era lícito casarse con más de una mujer[5], y por cierto que una segunda esposa ha de haber sido una señal de riqueza. El cuadro general es el de una familia respetable y temerosa de Dios. Pero no era una familia totalmente feliz. La esterilidad puede todavía causar infelicidad psicológica, pero en la época del Antiguo Testamento era mucho peor, en una sociedad que consideraba una vergüenza el que una mujer casada no tuviera hijos. A pesar de los intentos de Elcana de ayudar y consolar a Ana, la crueldad de Penina, su esposa-rival, hacía que su posición fuera intolerable.
Elcana, aunque de estirpe levítica[6], era descendiente de Zuf y vivía en las tierras tribales de Efraín[7]. Por eso era natural que adorara en Silo. Estos versículos ilustran algunas costumbres religiosas de aquella época. Familias enteras hacían una peregrinación anual a los santuarios como el de Silo, a fin de rendir culto a Dios ya sea en las épocas festivas o en alguna ocasión especial de la familia. Las familias presentaban animales para ser sacrificados. Después de haber sido ofrecido el sacrificio, parte de la carne era devuelta a los adoradores[8]. Tales porciones de carne eran evidentemente muy valoradas, pero en este caso fue motivo de favoritismo, celos, amargura y angustia.
2) La oración de Ana y el nacimiento de Samuel.
Desesperada, Ana volcó su angustia en una sentida oración pidiendo un hijo. Reforzó su oración con un solemne voto. El hijo que Dios le diera sería consagrado a Él desde su nacimiento hasta su muerte[9]. Ana prometió que su hijo sería un nazareo de por vida.
Elí, el sacerdote principal en Silo, fue persuadido a dar su bendición y apoyo a Ana. Su equivocación inicial es quizá un primer indicio para el lector de que Elí estaba gradualmente perdiendo su capacidad como líder de Israel.
1 Samuel 1.19-20 agrupan la agencia humana y divina. En un sentido, el nacimiento de Samuel fue perfectamente natural, pero el quitarle la infertilidad a Ana fue totalmente obra de Dios. Ana misma no dudaba de que Dios hubiera contestado su oración. El nombre Samuel no significa literalmente “pedido”; en hebreo el nombre suena como la frase “escuchada por Dios”. Diversas explicaciones de nombres del Antiguo Testamento sacan implicaciones de otras palabras diferentes que se parecían a los nombres. El nombre Saúl significa “pedido”, y el autor bíblico quizá nos haya estado diciendo desde el principio que Samuel era un hombre enviado por Dios de una manera como nunca lo sería Saúl.
3) Dedicación de Samuel.
El capítulo termina relatando cómo Ana, con la aprobación total de su esposo, cumplió su voto y entregó a Samuel a Adonay. Llevaron otros presentes y ofrendas a Silo, pero su sacrificio más grande fue dejar al muchachito allí en el santuario, ya que el niño era pequeño. El verbo de la última frase del capítulo en otros manuscritos y versiones aparece en singular: adoró, por lo cual muchos piensan que se refiere probablemente al pequeño Samuel, quien adoró[10] allí en Silo a Adonay cuando sus padres lo dejaron con Elí[11].
La historia de Ana no debe ser interpretada como una promesa de que Dios siempre quitará la infertilidad o cualquier otro problema físico, aunque sí recalca el valor de creer en la oración. Su propósito principal es mostrar cómo Dios se hace cargo de los acontecimientos: Si Ana hubiera tenido antes un hijo, no lo hubiera dejado en el Templo en Silo, para criarse allí a fin de ser un hombre de Dios, a la vista de todos, listo para asumir su posición de liderazgo.
4) El canto de Ana.
Muchos opinan que el canto de Ana es un salmo de una fecha posterior puesto en los labios de ella por el escritor bíblico. Parece más un salmo que una oración; pero la razón principal para arribar a esta conclusión es la referencia a un rey en 1 Samuel 1.10. En la época de Ana Israel no tenía rey, y su hijo Samuel no estaba destinado a serlo. El salmo es llamado una oración, no una profecía, así que no sería de esperar que incluyera una predicción de largo alcance. Pareciera entonces, que es muy posible que las palabras originales de Ana hayan sido aumentadas. Por cierto que el autor bíblico usó el poema como un todo para mirar hacia adelante y dar un propósito teológico al relato de los acontecimientos descritos en 1 y 2 Samuel. El nacimiento de Samuel fue el primer paso en los planes de Dios para dar a Israel salvación de sus enemigos filisteos. Desde su humilde origen y difíciles circunstancias David obtendría poder como el ungido de Dios, el rey de Dios sobre Israel. En su contexto, la mención de hostilidad y esterilidad nos recuerda las experiencias personales de la propia Ana, pero el poema tiene una perspectiva mucho más amplia. Quiere mostrar cómo Dios puede trastornar los valores y cálculos humanos y muchas veces lo hace. Vida y muerte, riqueza y pobreza están totalmente dentro de su control; también lo están el apogeo y la decadencia de las naciones porque la autoridad y el poder de Dios llegan a los confines de la tierra. Pero Dios no derroca al poderoso y da fortaleza al débil en una forma vengativa ni injusta. Dios se había vinculado con los israelitas, nación pequeña y débil, como su Dios. Así que el poema desde el principio expresa fe en nuestro Dios, descrito como la roca, una ilustración clara de seguridad y estabilidad.
b. El santuario en Silo.
Es así que el servicio de Samuel a Dios en Silo comenzó en su niñez. Sin duda al principio sus tareas serían sencillas, ayudando a Elí, pero a medida que crecía su ministerio se desarrolló lo suficiente como para impresionar favorablemente a todos los que llegaban a Silo. Se nos da un vistazo final de los padres de Samuel en 1 Samuel 1.19–21, y se aclara muy bien que Dios había quitado permanentemente la infertilidad de Ana, dándole alegría en su maternidad y vida familiar. Ella entregó Samuel a Dios, pero, a cambio, fue ricamente recompensada.
Samuel, entonces, aunque sencillamente, servía a Adonay. No se nos dan detalles de sus actividades, pero el pasaje las resume diciéndonos que tanto Dios como los hombres se sentían complacidos con él. Hay un contraste evidente entre Samuel y los hijos de Elí, Ofni y Finees. Estos eran los sacerdotes más prominentes en Silo, y su conducta avara, arrogante y egoísta se describe en detalle en 1 Samuel 2.13–16. Los que ordinariamente rendían allí culto a Dios estaban exasperados con ellos, como lo muestra 1 Samuel 2.23, y el santuario entero se había desprestigiado. El pasaje se ocupa aun más en enfatizar la ira de Dios y su decisión de poner fin a la situación. Elí mismo era un hombre piadoso, afligido por la conducta de sus hijos, pero ellos no escucharon la voz de su padre quien les reprochaba su proceder.
Es probable que lo que acostumbraban hacer, según 1 Samuel 2.13, era algo común en Silo, aunque los reglamentos en Levítico 7.31–35 son bastante diferentes. En cualquier caso, todos los sacerdotes tenían derecho a una porción apropiada de la carne de los sacrificios. Pero los dos hijos de Elí, demostraron tanta gula por la carne para asar que tomaban lo que querían, aun por la fuerza, antes de que quemaran el sebo como un sacrificio a Dios. Aun los adoradores comunes sabían que Dios debía tener su parte antes de que cualquier ser humano comiera su porción. Con su conducta, Ofni y Finees ponían a Dios en segundo lugar, mostrando irreverencia hacia Adonay mismo y a sus ofrendas.
Ana no se olvidó de su pequeño hijo, sino que cada año iba a verlo y le llevaba un pequeño efod[12] para que Samuel ministrara a Adonay. Aun en la sencilla cuestión del vestido, Samuel, a diferencia de los hijos de Elí, tenía cuidado de hacer lo correcto.
Elí trató de hacer entender la maldad que estaban cometiendo sus hijos y les hace una pregunta que se basaba en un procedimiento legal, y presenta a Dios como el Juez. Un juez puede arbitrar entre dos hombres, pero si alguien hace un mal contra el juez mismo, entonces no hay posibilidad de evitar el juicio.
c. Una profecía sobre el sacerdocio.
La frase “hombre de Dios” es otro título de los profetas. El profeta desconocido presenta una descripción detallada de lo que sucedería con el sacerdocio en Israel. La caída de la familia de Elí es anunciada: Ofni y Finees…”en el mismo día morirán los dos”[13], y otros familiares de Elí se verían reducidos a mendigar por trabajos sacerdotales muy humildes. 1 Samuel 2.31 predice la masacre que sucedió en Nob. 1 Samuel 2.35 predice la grandeza de un sacerdote fiel, pero se extiende más allá del ministerio de Samuel al de Sadoc. Sadoc fue sumo sacerdote durante el reinado de David[14], y su familia cumplió el oficio de sumo sacerdote en Jerusalén a lo largo del período de la monarquía. David y su línea de reyes son llamados aquí “ungidos” de Dios.
Los detalles de 1 Samuel 2.35 poco significaban para Elí ya que moriría muchos años antes de que David fuera rey o de que Sadoc fuera sumo sacerdote. Pero el versículo era importante para los lectores, ya que les decía claramente que el ascenso de Sadoc al sacerdocio era la voluntad y el plan de Dios. Los autores bíblicos pensaban constantemente en sus lectores, y es muy probable que cuando era apropiado exageraban los discursos originales de los personajes históricos, a fin de ayudar a los lectores a entender mejor las cosas. Puede ser, entonces, que el discurso del profeta desconocido para Elí haya sido más breve de lo que aquí es. Aun así, no se debe ignorar un principio importante del Antiguo Testamento: Dios no solo dominaba los asuntos de Israel sino que también anunciaba con anterioridad todos los acontecimientos y cambios importantes. Esta era una de las funciones importantes de los profetas. Otra característica del papel profético era recordar a sus oyentes los acontecimientos significativos del pasado, especialmente los que revelaban la bondad de Dios. En este discurso dicha dimensión histórica se encuentra en 1 Samuel 2.27-28.
d. El llamado de Samuel.
El lector cuidadoso de 1 Samuel 2.27–35 puede haberse sentido desconcertado por el hecho de que esta profecía sobre el sacerdocio nada decía del futuro de Samuel. La predicción de un “sacerdote fiel”[15] no se cumplió en Samuel, y sus descendientes no fueron “una casa duradera”[16] en el sacerdocio. El capítulo 3 da la respuesta: El papel futuro de Samuel no sería como cabeza de una familia sacerdotal. En cambio, sería el gran profeta de su generación. Los sacerdotes no necesitaban un llamado divino para su oficio, porque nacían dentro de familias sacerdotales. Pero los profetas, en cambio, recibían un llamado individual, una experiencia directa con Dios; y esto se registra en el llamado profético de Samuel.
La palabra de Adonay y las visiones eran dos tipos de dones divinos dados a los profetas. Por dos razones se nos dice que ambos “escaseaban”[17] en aquel tiempo.
1) La afirmación enfoca la atención en la seria necesidad de Israel de contar con dirección profética.
2) Explica de antemano por qué el hecho de que Adonay llamara en voz alta a Samuel los tomó de sorpresa tanto a Samuel como a Elí.
En 1 Samuel 3.3 se mencionan dos características del Templo: La lámpara de Dios y el Arca del Pacto. Ambos eran símbolos de la presencia de Dios. Levítico 24.1–4 da instrucciones cuidadosas a los sacerdotes para que mantengan las lámparas encendidas en el santuario todas las noches. Cuando Samuel oyó la voz de Dios la lámpara todavía estaba encendida, por lo tanto, no había amanecido. Si Dios hablara sería en el santuario donde su voz esperaba oírse; por eso Samuel estaba acostado cerca del Arca. El llamado se repitió tres veces, confirmándoles tanto a Samuel como a Elí que era realmente un mensaje de Dios.
En 1 Samuel 3.11–14 el mensaje de Dios a Samuel confirmaba la profecía de 2.27–36. No se vuelven a repetir todos los detalles de lo que había de suceder, pero el sentido de culpa de Elí mismo recibe un nuevo énfasis. Elí no había sido un sacerdote malo ni había blasfemado como sus hijos, pero, al fin y al cabo, él estaba a cargo del santuario y no les había reprochado. Samuel al principio naturalmente vaciló en decirle a Elí lo que había escuchado. Al escuchar las palabras severas del Señor, Elí no se quejó. Su reacción demuestra su resignada aceptación del juicio de Dios, demostrando claramente que el cambio en el liderazgo sacerdotal era aceptado por Elí.
En 1 Samuel 3.19–21 se da un breve resumen de los años siguientes, durante los cuales Samuel crecía. Por el momento, Elí seguía como sacerdote en Silo, al igual que sus malvados hijos; pero era Samuel quien captaba la atención popular. El santuario mismo pasó a ser de menos importancia que el hombre de Dios, ya que la presencia de Dios estaba indudablemente con él. Todo lo que Samuel predecía se cumplía. La palabra o visión profética dejó de ser una rareza, y todo Israel llegó a entender esto. Dan era la ciudad más importante en el norte de Israel, y Beerseba quedaba al extremo sur del país; por lo tanto, la fama de Samuel se extendió por toda la nación. Dios daba su palabra regularmente a Samuel, y de Samuel pasaba a los ciudadanos de Israel.
e. Muerte de Elí y el Arca capturada.
Los capítulos 4 al 6, además de explicar cómo se cumplió el juicio de Dios sobre Elí y su familia, hacen un contraste entre la palabra de Dios y el Arca del Pacto. El Arca era un símbolo importante de la presencia de Dios, pero era muda. El Arca podía fácilmente interpretarse mal, o podían robarla o llevarla a algún lugar remoto. La palabra hablada de Dios, como ya lo hemos visto, nunca es remota, sino conocida desde Dan hasta Beerseba. No obstante, en estos tres capítulos el Arca es el centro de atención. Simbolizaba no solo la presencia de Dios sino también su poder. Al perder el Arca a manos filisteas, Israel aprendería que Dios puede decidir quitarles su poder.
1) Dos victorias filisteas.
El lugar de los acontecimientos narrados en los capítulos 1–3 era un pequeño sector de Efraín septentrional. La escena ahora cambia al oeste, desde las sierras a la planicie costera que los filisteos habían conquistado un siglo atrás. Esta pequeña pero poderosa nación había empezado a dominar partes de Israel en la época de Sansón[18], y su ejército bien entrenado representaba ahora una nueva amenaza. Los israelitas no contaban con un ejército permanente y, en casos de emergencia, tenían que llamar a los hombres de las granjas y los campos para pelear cualquier batalla que les fuera impuesta. No sorprende, entonces, que los filisteos ganaron una rápida victoria en Afec; pero sí fue una gran sorpresa para los ancianos israelitas, quienes evidentemente habían esperado que Dios le diera la victoria a Israel. El pasaje muestra que poco entendían a Dios los israelitas y los filisteos. Tanto los unos como los otros creían que el Arca del Pacto mismo era una especie de ídolo, un objeto mágico que daría gran poder a Israel en el campo de batalla. Así que el Arca fue llevada al campo de batalla, escoltada por Ofni y Finees. Los filisteos temían su poder, pero no se desesperaron, presumiblemente porque adoraban a sus propios dioses, incluyendo a Dagón[19]. Lucharon con valor y ganaron una victoria aun mayor. Israel perdió a muchos hombres en la batalla, incluyendo a los dos hijos de Elí: y de esta manera se cumplió la profecía de 1 Samuel 2.34: El Arca de Dios fue tomada.
2) La muerte de Elí.
Antes de seguir al Arca por territorio filisteo, el relato presenta el fin que tuvo Elí. De 98 años, no murió de viejo sino de una caída causada por la impresión al escuchar las malas noticias. La profecía de 1 Samuel 2 había predicho que la familia de Elí perdería su liderazgo sacerdotal, pero insinuando que la familia misma seguiría existiendo. Así que los últimos versículos del capítulo 4 mencionan el nacimiento de un nieto de Elí. Nada dice de su vida y carrera, pero el nombre en sí era un triste presagio: “Icabod” significaba “sin gloria”[20]. Su madre, moribunda, pensaba en la pérdida del Arca, y ella también parecía suponer que Dios se había apartado de Israel junto con el Arca. En eso estaba equivocada, pero el nombre que le dio a su hijo simbolizaba el hecho de que la familia de Elí había perdido todo honor y privilegio.
Algunos comentaristas se han preguntado si Israel no pagó muy caro el pecado de dos hombres. Ofni y Finees merecían morir pero, ¿qué de los miles de israelitas que murieron en el campo de batalla? El libro de Jueces muestra que Israel sufrió muchas derrotas militares cuando era infiel a Dios, y 1 Samuel 7.3-4 muestra que en la época de Samuel, Israel una vez más era culpable de idolatría. Pero 1 Samuel 4 no da ninguna razón. El Señor actuó como había planeado, sin dar explicaciones ni a Israel ni al lector. El interés del autor bíblico es el destino de la familia de Elí. Su otro propósito principal es mostrar que Dios estaba en control de los acontecimientos, pero el lector apenas lo va percibiendo paulatinamente al ir desarrollándose el relato en los próximos dos capítulos.
En 1 Samuel 4.18 se aclara que en su generación Elí había sido el personaje político más importante en Israel. Había juzgado conecta a Elí con los personajes importantes descritos en el libro de Jueces. La muerte de Elí significó que los israelitas necesitaban desesperadamente un nuevo líder, y uno que, como los Jueces, los rescatara de sus agresores.
3) El Arca en manos filisteas.
Las ciudades principales de los filisteos eran cinco, y tres de ellas aparecen en el capítulo 5: Asdod[21], Gat[22] y Ecrón[23]. Los filisteos adoraban a dioses cananeos, de los cuales Dagón era uno[24]. Era una práctica común en el antiguo Medio Oriente que los conquistadores colocaran los ídolos capturados en los templos de sus propias deidades; sin duda se creía que los dioses de los victoriosos habían vencido y capturado a los dioses de sus enemigos. Así que los filisteos creían que ahora Dagón había vencido y capturado a Adonay. Pero pronto comprobaron que Dagón no tenía ni a su propia estatua bajo su control. Por el colapso de este ídolo surgió una extraña superstición local. En 1 Samuel 5.6 por fin le dice directamente al lector que Adonay mismo había estado activo en los sucesos en Asdod; los filisteos del lugar no habían recibido tal revelación de Dios y habían arribado a sus propias conclusiones. Si el colapso de su ídolo apenas si los desconcertó, sus sufrimientos personales muy pronto les persuadieron de que Adonay era poderoso y activo debido al Arca del Pacto que tenían en su templo. Así que el Arca fue enviada primero a Gat, luego a Ecrón con resultados similares en ambas ciudades.
4) El regreso del Arca.
Para entonces, todos los filisteos estaban convencidos de que el Arca era propiedad de Adonay, Dios de Israel y también de que era un objeto peligroso. Tenía que ser manejado con gran cuidado para que no sufrieran problemas peores. Así que naturalmente se valieron de sus propios expertos religiosos para que les aconsejaran cómo devolver el Arca sin correr ningún peligro. Sus consejeros tenían que contestar dos distintas preguntas:
i. ¿Dónde exactamente en Israel debía ser enviada el Arca?
ii. ¿Y cómo debían hacerlo?
La respuesta detallada de ellos nos da un interesante panorama de las ideas religiosas de la época.
i. Se requería una ofrenda por la culpa, como una confesión de que habían hecho lo malo.
ii. Debían pagar una compensación en oro.
iii. El transporte provisto para el Arca no debía ser conducido o guiado, sino que su rumbo debía dejarse en mano de los dioses. Es evidente que los expertos religiosos temían el poder de Adonay, pero no estaban bien seguros de lo que realmente había causado los problemas de los filisteos.
Puede verse otro aspecto del pensamiento filisteo en el hecho de que confeccionaban figuras de las cosas de las cuales querían librarse. Esta práctica se conoce entre los eruditos como magia compasiva; se creía que cuando se deshacían de las figuras, los males también desaparecían. Los tumores eran síntomas de la plaga que probablemente había sido causada por los ratones. En la antigüedad no se sabía que las ratas transmitían plagas, y parece que éstas estaban atacando los depósitos de comida.
En 1 Samuel 6.6 nos recuerda que Dios había usado antes las plagas para forzar a Egipto, un enemigo anterior de Israel, a soltar a Israel, su pueblo[25]. El poder del Dios de Israel se veía en su control sobre eventos fuera de Israel. En siglos posteriores, cuando otros enemigos, especialmente Asiria y Babilonia, eran demasiado fuertes para Israel y Judá, estas historias que demostraban el poder de Dios se convirtieron en una fuente de gran consuelo para el pueblo de Dios y alentaban su fe en la habilidad de Él de rescatarlos.
5) El Arca regresa a Israel.
Sin que interviniera ningún ser humano, las vacas llevaron el Arca a Bet-semes[26], que era un pueblo dentro de territorio israelita, justo al otro lado de la frontera filistea. La estratagema de los filisteos había triunfado o, más bien, Adonay mismo había traído lo suyo de vuelta a Israel. 1 Samuel 6.16–18 muestran con cuánta seriedad habían tratado los filisteos el problema del Arca: todos, o sea los cinco reyes de ellos, siguieron al Arca hasta la frontera israelita, aun cuando el Arca nunca había sido llevada a dos de las ciudades mencionadas en Samuel 6.17.
En 1 Samuel 6.13–15 nos dicen que los israelitas de Bet-semes no cabían en sí de gozo ante la devolución del Arca, y sus primeras acciones fueron buenas y correctas. Por ejemplo, los hombres que bajaron el Arca eran levitas, hombres cuya responsabilidad especial era llevarla[27]. Así que 1 Samuel 6.19 da una noticia inesperada. El que Dios hubiera herido con una plaga tan grande a Bet-semes era una demostración de que el Arca era tan peligrosa para los israelitas como para los filisteos: Dios debía ser tratado con la reverencia y el respeto debidos. La razón principal por la cual se menciona este triste incidente es que explica por qué el Arca concluyó su viaje no en Bet-semes sino en el pueblo vecino de Quiriat-jearim[28].
[1] Elí.
[2] Samuel y Saúl.
[3] David.
[4] 1 Samuel 1.3.
[5] Deuteronomio 21:15–17
[6] 1 Crónicas 6. 6:22–38
[7] Ramataim es una forma más larga del usual “Ramá”
[8] Hay más detalles en 2:13–16.
[9] Números 6 describe cómo los israelitas podían consagrarse voluntariamente al servicio de Dios durante un período determinado. A éstos se les llamaba nazareos, y hacían voto de nunca cortarse el cabello, símbolo visible de su dedicación a Dios.
[10] El verbo adoró es ambiguo, y podría incluir a Elí o Elcana. Un manuscritos hebreo encontrado en Qumrán consigna que Ana es el sujeto: “ella adoró”, lo cual cabe bien aquí: ella entregó al niño a Elí y luego adoró a Adonay, quien le había concedido lo que le pidió. Este pequeño problema textual no afecta el sentido general del texto.
[11] En 1 Samuel 2.11 ocurre lo mismo.
[12] El efod era una vestimenta sacerdotal, probablemente usada encima de la túnica que su madre le confeccionaba.
[13] 1 Samuel 2.34. NBLH
[14] 2 Samuel 8.17.
[15] 1 Samuel 2.35. NBLH
[16] 1 Samuel 2.36. Ibid
[17] 1 Samuel 3.1. Ibid
[18] Jueces 13-16.
[19] 1 Samuel 5.2.
[20] 1 Samuel 4.21. NBLH
[21] Asdod es una de las cinco ciudades de Filistea que generalmente se nombran juntas. El nombre significa “fortaleza”, o “castillo”, su otro nombre o nombre griego era Azotus. Está situada como a cinco kilómetros del mar Mediterráneo, en la ruta principal entre Egipto y Siria, por lo cual es importante para los dos países. Cerca de 711 a.C., fue capturada por los asirios y como unos cien años más tarde, después de ser sitiada por 29 años, fue tomada por Samético I de Egipto. Los macabeos la añadieron a sus posesiones, pero Pompeyo restauró su independencia y después formó parte del reino de Herodes, y a la muerte de Herodes fue dada a Salomé, su hermana, por Augusto César. En el siglo IV después de Cristo, Azotus fue hecho un obispado y sus obispos se mencionan más tarde en la historia. Hoy día sus ruinas se llaman Isdud. La ciudadela de Asdod era una loma baja en un llano bien regado y dominaba el más ancho y el más fértil valle de los filisteos. Los anaceos impidieron que Josué la tomara (Josué 11.22). El lugar principal de adoración a Dagón donde el arca fue llevada cuando Israel fue vencido (1 Samuel 5). Fue asignada a Judá, pero no tomada (Josué 13.3; 15.46-47). Poseída por Judá en el tiempo de Uzías (2 Crónicas 26.6). Capturada por Sargón, rey de Asiria (Isaías 20.1). Los judíos se casaban con sus habitantes (Nehemías 13.23-24). Felipe fue allí después de bautizar al eunuco (Hechos 8.26-40).
[22] Ciudad filistea más próxima al territorio de Judá, situada al sur de Ecrón. En ella habitaron los anaceos (Josué 11.22), lo cual era indicio de su antigüedad, y ahora esta se ha confirmado arqueológicamente. Al parecer, Josué no pudo tomar a Gat, y quedó en manos de los filisteos (Josué 11.22; 13.3; 1 Samuel 5.6-10; 6.17). Sin embargo, más tarde Israel la recobró (1 Samuel 7.14). Gat fue famosa por ser tierra de gigantes; Goliat era oriundo de ella (1 Samuel 17.4; 2 Samuel 21.19-22). Cuando David huía de Saúl, intentó refugiarse en Gat, pero no fue bien recibido (1 Samuel 21.10-15; Salmos 56.1); sin embargo, después permaneció allí un tiempo (1 Samuel 27.1-28.2). Durante el reinado de Salomón parece que había relaciones amistosas y políticas con Gat. Amós 6.2 menciona la destrucción de Gat por Tiglat-pileser III, como una advertencia a Jerusalén y a Samaria.
[23] De las cinco ciudades principales de Filistea, Ecrón estaba a 24 kilómetros al sudeste de Jope y a 40 kilómetros de Jerusalén. Se supone que fue hecha de adobes. Akir o Akree ahora está sobre el sitio antiguo. Realmente los arqueólogos no están de acuerdo en cuanto al sitio exacto donde estaba la ciudad, aunque no hay objeción al sitio aceptado generalmente. Fue sujetada por Josué (Josué 13.3). Fue asignada a Judá y luego a Dan (Josué 15.11, 45-49; 19.43). Fue tomada por Judá (Jueces 1.18). Fue prominente en conexión con los sufrimientos de los filisteos por causa de Arca (1 Samuel 5-6). Israel persiguió a los filisteos a Ecrón después que David mató a Goliat (1 Sam 7.52). Baal-zebub dios de Ecrón era adorado allí (2 Reyes 1). Fue denunciada por los profetas (Jeremías 25.20; Amós 1.8; Sofonías 2.4; Zacarías 9.5-7).
[24] Sansón había destruido el templo de Dagón en otra ciudad filistea principal, Gaza (Jueces 16.30).
[25] Éxodo 7-12.
[26] Este nombre significa “casa de sol” derivado del santuario a la adoración del sol que estaba situado allí. Por lo menos se mencionan otros tres lugares de este nombre. Pero el más importante está como a 19 kilómetros al sudoeste de Jerusalén, en la frontera entre el territorio de Judá y los filisteos. Se menciona por primera vez como uno de los límites de Judá (Josué 15.10). Joás rey de Israel derrotó a Amasías rey de Judá en ese lugar (2 Reyes 14.11; 2 Crónicas 25.23-24).
[27] Deuteronomio 10.8.
[28] “Ciudad del bosque”. Ciudad principal de los gabaonitas, situada 15 kilómetros al oeste de Jerusalén en el camino hacia Jope, cerca de la aldea moderna de Abu Ghosh. Se llamaba también Baala (Josué 15.9.) y Quiriat-baal (Josué 15.60). Era miembro de la confederación gabaonita que engañó a Josué (9.3-17). Era la ciudad del malaventurado profeta Urías (Jeremías 26.20), y fue refugio para algunos después del cautiverio (Esdras 2.25). Durante la época bizantina se construyó sobre las minas de Quiriat-jearim una basílica para conmemorar la permanencia del Arca allí. Todavía pueden verse los cimientos de dicha iglesia.