4. Saúl y David.
El resto de 1 Samuel es la historia de la relación de Saúl con David. Samuel, después de ungir a David como el próximo rey, desaparece silenciosamente de la escena. Saúl ha sido rechazado, aunque Dios le permitió seguir como rey hasta su muerte. Pero el futuro estaría en David, quien es todavía muy joven y falto de experiencia. Estos capítulos describen cómo Dios lo capacitó para su futura carrera, lo cuidó en medio de cada peligro y le exhibió ante Israel como el hombre escogido por él.
a. David ocupa su lugar en la corte.
El lugar correcto de David era la corte real, pero difícilmente sería bien recibido como el sucesor-electo de Saúl. Estos dos capítulos cuentan cómo sus propias habilidades lo llevaron a estar junto a Saúl.
1) Ungimiento de David.
También aquí se hace evidente la habilidad del narrador, al no mencionar el nombre de David hasta el último versículo, aunque es David el verdadero centro del relato. Desde este capítulo hasta el final de 2 Samuel, David es el personaje principal. El propósito primordial de esta sección es mostrar que David había sido escogido por Dios y ungido por Samuel. David no era un hombre despiadado, ambicioso y empecinado en apoderarse del trono. Era el propio elegido de Dios, aunque era un muchacho joven cumpliendo una tarea humilde. Era importante que Samuel cumpliera con el ungimiento, el viejo líder creando al nuevo líder. Esta acción daba continuidad de liderazgo a Israel. Era también una prueba objetiva, aunque solo a un grupo pequeño y privado de personas, de que David estaba destinado a ser rey. El profeta puede recibir un llamado de Dios en privado, pero el hombre escogido para ser rey debe tener algo más que una voz interior que le llama, de lo cual podrían dudar otras personas.
El relato incluye en 1 Samuel 16.7 una enseñanza general de los principios de Dios respecto a sus escogidos. Parece que los israelitas querían que sus líderes fueran de un físico impresionante y apuesto. Los israelitas entendidos hubieran buscado más las cualidades interiores, y 1 Samuel 16.7 confirma que eso es lo que hace Dios. A las cualidades interiores de David, Dios agregó algo más: el poder de su Espíritu. David contaba con este regalo de Adonay como los jueces y Saúl antes que él; era vital al liderazgo de la nación. En este contexto general del Antiguo Testamento, la función del Espíritu de Adonay era capacitar a individuos para ejercer un liderazgo militar.
En 1 Samuel 16.2 se nos recuerda que Saúl todavía era rey, y un hombre digno de ser temido. Desde una perspectiva puramente política, el hecho de que Samuel ungiera a David constituía una traición, y se vio forzado a hacerlo en secreto y con cierto engaño.
2) David en la corte.
En 1 Samuel 16 y 17 se muestran cómo dos distintos talentos de David captaron la atención de Saúl, por lo cual lo hizo integrante permanente de la corte real. El primer talento era su habilidad como arpista y, el segundo, su habilidad militar, que llevó tiempo desarrollar. Este pasaje se concentra en sus dones musicales, pero menciona también brevemente sus habilidades militares. El trasfondo era un período de ataques ocasionales de los filisteos, cuando Saúl se veía forzado a llamar de sus campos a los hombres para pelear contra el enemigo. Es así que a veces David estaba cuidando las ovejas de su padre y otras veces peleando contra los filisteos. Sola, su habilidad en el campo de batalla quizá no hubiera llamado la atención de Saúl; era su habilidad como arpista lo que lo llevó a la corte del rey.
En 1 Samuel 16.14 se nos da la primera indicación de los problemas que molestarían a Saúl de aquí en adelante. Su posición como rey nunca fue fácil, con la amenaza permanente de los filisteos y con el dudoso apoyo y falta de unidad en Israel. El rechazo de Samuel tiene que haber minado tanto su posición como su tranquilidad de espíritu. Así que se dice que sufría de un espíritu malo de parte de Adonay, que no debe interpretarse como una posesión demoníaca. El escritor bíblico quiere mostrar que David, el futuro rey, obtuvo el Espíritu de Adonay, así que Saúl, el rey rechazado, lo perdió; y Dios controló de tal manera los acontecimientos que la pérdida sufrida por Saúl lo llevó a necesitar música, y uno de sus propios criados recomendó a David. En ese sentido, el espíritu malo de Saúl, su ansiedad mental, estaba bajo el control de Dios.
Es así que el primer paso de David para llegar a ser rey fue ir a la corte real y brindar un servicio valioso al rey actual. Hay buenas razones para creer que David más adelante fue víctima de una propaganda hostil, que afirmaba que había sido un traidor despiadado durante el reinado de Saúl. Los pasajes como el capítulo 16, por lo tanto, recalcan la lealtad y buena voluntad de David hacia Saúl.
3) El desafío filisteo.
La escena cambia de la pacífica corte real a un nuevo campo de batalla, cerca de Soco, que pertenecía a Judá; o sea que hubo otra vez una invasión por parte de las tropas filisteas, a la que tenía que hacer frente Saúl. Quizá por sus derrotas anteriores, los filisteos se valieron en esta oportunidad de un tipo diferente de guerra. Colocaron frente a sus tropas a un paladín y demandaron que se adelantara un paladín israelita para pelear contra él en una confrontación individual. La teoría de tal combate individual era la creencia de que los dioses en general o los dioses más fuertes darían la victoria al hombre que ellos escogieran. De esta manera, se podía lograr una victoria sin perder muchas vidas. En vista de la estatura de Goliat, de sus armas poderosas y su fuerte armadura, los filisteos no tenían ninguna duda de quién sería el ganador. Es digno de notar que ni Saúl, cuya estatura ha sido enfatizada antes en el relato[1] tuvo la valentía de aceptar el desafío; también él y todo el pueblo se acobardaron y tuvieron tuvo mucho temor. Saúl demostró de este modo su falta de liderazgo: Israel necesitaba un nuevo soldado para dirigirlos a la batalla.
a) David acude al campo de batalla.
David vuelve ahora a aparecer en el relato. En 1 Samuel 17.12–19 se explica cómo sucedió que no se encontraba con el ejército israelita cuando Goliat lanzó su desafío, y por qué se presentó cuarenta días después. El autor tiene la intención de hacernos comprender que Dios estaba a cargo de los eventos. Es evidente que David no llegó como un guerrero[2]. 1 Samuel 17.25 tiene su importancia, ya que explica por qué David llegaría a ser prominente en Israel, y establece el fundamento para 1 Samuel 18.17. No obstante, este versículo presenta un interesante contraste con 1 Samuel 17.26. En su decisión de aceptar el desafío de Goliat, las motivaciones de David no eran su propia riqueza y honor, sino el anhelo de honrar a Dios y de quitar la afrenta de Israel. David demostró ser un líder adecuado para Israel, en contraste con el miedoso Saúl y los hermanos pendencieros de David.
b) Saúl entrevista a David.
Esta conversación entre Saúl y David destaca la valentía de David y su fe en el Dios viviente, y de esta manera vuelve a testificar de sus cualidades como líder. Saúl hubiera podido demostrar la misma fe y valentía, pero no lo hizo. Se muestra a Saúl poniendo su fe en la experiencia militar y en armaduras fuertes, de modo que su actitud en realidad no era muy distinta de la de Goliat. El narrador no lo hubiera negado, por supuesto que experiencia y armadura son por lo general importantes en una batalla; pero la verdad era que solo Dios podía dar a David la victoria en esta situación tan singular.
c) Victoria de David.
Entonces se realizó el duelo. A Goliat le parecía una lucha muy dispareja, se sintió insultado al ver acercarse al joven aparentemente desarmado. Pero el lector sabe por adelantado que era un enfrentamiento desigual porque el Dios de David estaba en control. Ambos combatientes presentaron sus discursos, como era lo correcto en una batalla entre campeones, y ambos hicieron mención de sus dioses. Goliat solo podía proferir maldiciones por sus dioses, pero el Dios de David no era una deidad tribal sino el Dios que sería conocido en toda la tierra. Adonay…”libra”[3] es el lema de toda la Biblia; en este contexto, David no se refería a su propia salvación de la muerte sino a la liberación de Israel del dominio filisteo.
La hazaña de David dio como resultado una extensa victoria, y los filisteos tuvieron que retroceder a sus propias ciudades de Gat y Ecrón. David los había hecho salir de territorio israelita. Los trofeos de la batalla incluyeron la cabeza de Goliat; su calavera fue llevada más adelante a Jerusalén después de que David la hubo capturado[4].
El párrafo final[5] ha sido motivo de mucha discusión. Con frecuencia se han interpretado como queriendo decir que Saúl no reconoció a David y que no sabía nada de él. En dicho caso, contradice a 1 Samuel 16.14–23. Es posible coincidir en que el capítulo 17 es tomado de otro documento originario, pero no es necesario deducir que refleja una tradición de que Saúl y David no se conocían de antes. Con la sola evidencia del capítulo 17, sabemos que los dos conversaron antes del encuentro de David con Goliat, así que Saúl debe haber conocido por lo menos el nombre de David. Las preguntas que Saúl hizo a Abner no eran tanto sobre David como sobre su familia, presumiblemente porque Saúl ahora estaba obligado a dar su hija en matrimonio a David, en cumplimiento de su voto[6]. Era, por lo tanto, importante para él averiguar todo lo posible de los antecedentes del hombre que sería ahora un personaje en la corte.
4) David y Jonatán.
Aunque forma parte del relato más importante de la relación entre David y Saúl, esta sección de 1 Samuel se concentra más en Jonatán que en Saúl. El escritor bíblico tenía un propósito al describir tan de lleno esta singular amistad. Quería demostrar más allá de toda duda que el hombre a quien David desplazó de la sucesión del trono era su mejor amigo. El relato ayudó a aplacar cualquier rumor posterior en el sentido de que David había sido un rival odiado de Jonatán. Al final, fueron los filisteos quienes mataron a Jonatán, en una ocasión cuando David se encontraba muy lejos[7]. Antes, Jonatán mismo reconocería a David como el futuro rey de Israel[8].
5) Los celos de Saúl.
El resultado inmediato de la hazaña de David contra Goliat fue que obtuvo un lugar en la corte, y fue puesto al mando de la gente de guerra. Jonatán, cuya hazaña anterior también había logrado una victoria israelita, no mostró nada de celos por el nuevo hombre en la corte; al contrario, trabó muy pronto una amistad duradera con él. En realidad, sus acciones hacia David parecían significar que veía en David a un hombre más grande que él, un hombre que merecía estar al frente de Israel en el futuro.
Teniendo mucha menos razón, Saúl sí tuvo celos. El canto popular que hizo enojar muchísimo a Saúl nunca tuvo la intención de presentarlo como inferior a David, más bien, se nota enseguida que por las victorias y la popularidad de David podía, si quería, llegar a ser un rival de Saúl. Los temores de Saúl eran infundados pero no irracionales.
6) Saúl intenta dar muerte a David.
Los celos de Saúl pronto se mostraron en la acción, al tratar por diversos medios de causar la muerte de David. Su primer atentado fue impulsivo, en un momento cuando estaba fuera de sí. Sucedió que “deliraba en medio de la casa”[9]. La razón dada en 1 Samuel 18.12 del temor que Saúl le tenía a David es interesante. Saúl vio que Adonay estaba con él, o sea que veía que David tenía éxito en todo lo que emprendía. Notaba su éxito y sabía que era dado por Dios, pero creía que podía darle fin, creyéndose con el poder de desbaratar los planes de Dios. Así es que el capítulo describe las estratagemas de Saúl para hacer matar a David. Si David muriera en batalla contra los filisteos, como esperaba Saúl, éste no cargaría con la culpa. Pero como en verdad Adonay estaba con David en medio de estos acontecimientos, los planes de Saúl fracasarían. Desde la perspectiva de Saúl, la situación fue empeorando sin pausa; su joven rival no solo sobrevivió sino que aumentó su fama, y se casó con Mical, una princesa. No resulta del todo claro por qué David no se casó con Merab. La respuesta humilde de David al ofrecimiento del rey era convencional y no era un rechazo de Merab, como tampoco sus palabras en 1 Samuel 18.23 fueron un rechazo de Mical. Probablemente el hecho de dar a Merab a otro hombre fue sencillamente un impulso o, quizá, un insulto adrede a David.
Saúl aparece de mal en peor en estos capítulos. Por el contrario, David no hizo nada para dañar o traicionar a Saúl, y la prueba está en el hecho de que la propia familia de Saúl amaba a David. Saúl era hostil hacia David, pero David no fue nunca enemigo de Saúl.
7) David escapa de la muerte.
Las esperanzas de Saúl de que David muriera en batalla habían fracasado, así que ahora pidió a sus servidores que dieran muerte a David. Esto creó una nueva situación, muy peligrosa para David. Jonatán tenía dos opciones: Podía cumplir los deseos de su padre y ayudar a matar a David, o podía tratar de hacer cambiar de idea y de actitud a Saúl. El hecho de que optara por lo último prueba que Jonatán estaba convencido de que David no era ni enemigo suyo ni de Saúl. El hecho de que Saúl se viera obligado a concordar con él, y que aun juró no matar a David, es otra prueba de que David no era un traidor. Por lo tanto, una vez más vemos cómo el autor bíblico defiende el carácter de David.
Pero Saúl una vez más perdió los estribos y tiró una lanza a David. Ahora no le quedaba a David otra alternativa que huir.
8) David huye.
La determinación de Saúl de matar a David se hizo más firme y ya no volvió a intentar disimularlo. Jonatán había salvado la vida de David anteriormente en este capítulo y ahora lo salva Mical, la hija de Saúl. Para hacerlo se valió de mentiras y engaños, pero el pasaje no le hace ningún reproche; el narrador está más interesado en mostrar que David apenas se salvó. El pasaje también muestra que los propios hijos de Saúl estaban preparados para dar los pasos necesarios a fin de proteger a David del padre de ellos. Sorprende encontrar un ídolo doméstico en la casa de David. Se cree que la palabra hebrea traducida “ídolo” se refiere a un ídolo doméstico de alguna clase, pero posiblemente se relaciona de alguna manera con el culto a Adonay; por cierto que no hay ningún indicio en ninguna parte de que David fuera culpable de adorar a otros dioses.
En estos capítulos vemos más de una vez a David exhibiendo una conducta de dudosa moral. Por ejemplo, es culpable de mentir y engañar en el capítulo 21 y de tener intenciones homicidas en el capítulo 25. Es evidente que no se lo presenta como un ejemplo. Más bien, el escritor bíblico está enfatizando cuán difíciles eran sus circunstancias, sumadas al hecho de que a través de todas sus dificultades y a pesar de sus faltas, Dios lo cuidó.
Era lógico que David deseara consultar a Samuel, el hombre que lo había ungido para ser rey. No obstante, el pasaje no cuenta nada de su conversación y en cambio recalca la naturaleza del poder profético. Normalmente el Espíritu de Dios daba a los hombres poder para hacer o decir la voluntad de Dios. Ante la presencia de tal poder, que en cierto sentido era contagioso, los soldados de Saúl y finalmente Saúl mismo terminaron profetizando. Sin embargo, en el caso de ellos la experiencia no les dio poder sino que se los quitó. A Saúl, por cierto le fue quitada también toda dignidad real. Era simbólico que él mismo se quitara las vestimentas reales. Una vez más nos encontramos con el proverbio burlón de 1 Samuel 10.11, y esta vez el sarcasmo era justificado.
Es claro que este episodio no describe lo que normalmente entendemos por “profecía”. La palabra hebrea para “profetizar” puede referirse en algunos contextos a estados anormales, como estar en trance[10]. La presencia poderosa de Dios pudo haber tenido diferentes efectos bajo distintas circunstancias.
9) David consulta a Jonatán.
Después de todo lo sucedido no hubiéramos pensado que David contemplara la posibilidad de volver a ocupar su posición en la corte. Sin embargo, era un personaje de la corte, aun Saúl quizá desearía seguir los procedimientos correctos. Evidentemente la ausencia de David de la corte en ocasión de la fiesta de la luna nueva podría generar comentarios y posible vergüenza. David no se hacía ilusiones y sabía muy bien el peligro que corría, pero creía tener el derecho de demandar justicia: ¿qué maldad había cometido? Jonatán veía la situación un poco diferente, queriendo creer lo mejor de su padre y aparentemente convencido de que David no corría ningún peligro inmediato.
El énfasis del pasaje se encuentra en 1 Samuel 20.14–17. La situación era en realidad el peligro que enfrentaba David, con el cual Jonatán le podía ayudar, pero estos versículos se preocupan con la ayuda que en el futuro David le brindaría a Jonatán. Una simple amistad no necesita de un Pacto. Sin embargo, tanto Jonatán como David eran hombres de importancia en Israel, y habría rivalidad política entre las dos familias, o sea, la casa de Saúl y la casa de David. En muchas sociedades una situación como esa hubiera llevado a asesinatos políticos, o aun a la destrucción completa de una de las familias. De allí la importancia del Pacto que hicieron. Después de los acontecimientos de este capítulo, Jonatán y David casi no se volvieron a encontrar, así que sus firmes promesas mutuas eran ahora de particular importancia. En 1 Samuel 20.17 vuelve a recalcar la profundidad del compromiso mutuo entre David y Jonatán[11].
10) Partida final de David.
Las instrucciones detalladas de Jonatán a David aparentemente eran necesarias para poder dar un mensaje a David sin que nadie los viera conversando. Resulta claro que Jonatán ni quería que su siervo supiera que se encontraría con David. Si Saúl estaba realmente obstinado en matar a David, cualquier indicio de que Jonatán hablaba con David podía ser considerado como una traición. Ni siquiera Jonatán estaba a salvo del enojo de Saúl. El hecho es que Jonatán pudo tener una última conversación privada con David.
Para Saúl una cosa era muy clara: A menos que David muriera, Jonatán nunca le sucedería en el trono. La diferencia estaba en que Jonatán aceptaba este hecho, pero el odio de Saúl por David a esta altura se había intensificado. Podemos suponer que Saúl había usado la fiesta como una oportunidad para intentar de nuevo matar a David. La fiesta era una ocasión solemne, cuando la ausencia de personajes importantes de la corte hubiera sido notada por todos, aunque la ausencia por razones de impureza ceremonial siempre era una posibilidad en la antigua Israel. Muchos de estos reglamentos se encuentran en Levítico 11–15. De otra manera, la ausencia de una persona importante podría ser sospechosa. Aun el hijo del rey tenía que pedir permiso para estar ausente[12].
b. David como fugitivo.
1) David en Nob y Gat.
La cuestión principal en este capítulo es demostrar cuán peligrosa y desesperada era la situación de David. Estaba completamente solo y desarmado, y en sí esto constituía una circunstancia sospechosa; un soldado importante tendría naturalmente una escolta. David no podía ver otra opción más que el engaño. El autor bíblico no aprueba el engaño; la verdad es que David mismo aceptó la culpa de lo que sucedió por esta causa[13]. Pero el escritor no reprocha a David por ello; conoce muy bien las dificultades. De seguro que los enemigos de David más adelante lo condenaron por ambos incidentes narrados en este capítulo. La visita de David a Nob trajo consigo la muerte de muchos hombres devotos[14], y su visita a Gat parecía el acto de un traidor, ya que Aquis era un rey filisteo. Así que el escritor explica,
a) Que aunque David sí engañó al sacerdote Ahimelec, no podía saber lo que luego sucedería. El problema fue causado por Doeg, uno de los oficiales de Saúl, quien se encontraba allí para cumplir un voto.
b) El escritor explica que cuando David cruzó la frontera y fue a Gat, esperaba que no lo reconocieran. Cuando fue reconocido, hizo quedar mal al rey filisteo. Por cierto que no fue honrado por los filisteos, que hubieran recibido bien a un soldado capacitado que se hubiera rebelado contra Saúl. En el peor de los casos hubieran impedido su regreso a Israel de no ser por su aparente locura.
2) David consigue apoyo.
En 1 Samuel 21 David había sido un fugitivo solitario, en mucho peligro. Volviendo de Gat a territorio israelita, pronto consiguió algo de apoyo. Su propia familia se sumó a él, no para apoyarlo sino buscando su propia seguridad, y David pronto se aseguró de que sus padres fueran enviados al extranjero, lejos del alcance de Saúl. Sus seguidores eran proscritos como él, y había una cantidad suficiente como para formar un pequeño ejército. A los ojos de Saúl sin duda eran rebeldes y traidores. Los capítulos siguientes mostrarán que David nunca usó su ejército para atacar a Saúl ni a las tropas israelitas, pero eso se verá más adelante. No obstante, otro partidario de David era un profeta, llamado Gad, y podemos ver la mano de Dios obrando, dando dirección a David. Así, en un sentido muy literal, Dios todavía estaba con David. El soldado exitoso se había convertido en un fugitivo exitoso. Era bueno que se fuera a Judá, lejos de la ciudad capital de Saúl. Judá era su propia tribu, y podía lógicamente esperar que algunos de sus compatriotas tuvieran buena disposición hacia él.
3) La masacre en Nob.
Nob[15] en este tiempo era un santuario principal. Después de la victoria filistea del capítulo 4, el santuario en Silo había quedado destruido, y Nob puede haberlo remplazado en importancia. Ahimelec, el sumo sacerdote en Nob, era nieto de Elí de Silo. Es increíble que Saúl haya masacrado a tantos sacerdotes en un santuario tan importante, a pesar de la defensa razonable que presentó Ahimelec. El capítulo demuestra que para entonces Saúl sospechaba de todos, incluyendo a Jonatán, y veía conspiraciones donde no las había. Es significativo que sus propios servidores se negaron a obedecer sus órdenes.
La brutalidad de Saúl en Nob tuvo un resultado que no pudo prever. Un hombre que escapó de la masacre fue Abiatar, un futuro sumo sacerdote en Jerusalén, que no tuvo otra alternativa que sumarse a David. De esta manera David se ganó el apoyo sacerdotal además del apoyo del profeta Gad.
4) David en Keila[16].
Esta sección presenta un interesante contraste entre el poder humano y el control de Dios. El poder real de Saúl no podía ser vencido ni por David ni por los habitantes de la ciudad de Keila. Este capítulo muestra a David forzado a retroceder más y más al sur, hacia una zona más desértica. En cuanto a los habitantes de Keila, pueden haber sentido simpatía por David, pero no se atrevían a arriesgarse por miedo al enojo y la venganza de Saúl. Todos han de haber sabido cómo Saúl había tratado a Nob. Pero aunque los habitantes de Keila estaban preparados para entregar a David a Saúl, deben haber sentido una gratitud permanente hacia David, quien acababa de librarlos de los filisteos. Esto le fue útil más adelante.
Saúl tenía mucho poder, entonces, desde el punto de vista humano; pero era Dios quien realmente controlaba los acontecimientos, especialmente dando a David la dirección que necesitaba a través de Abiatar y el efod. De esta manera David supo cuándo ir a Keila y cuándo salir de ella, y cómo escapar de las manos de Saúl. Dios daba completa libertad de acción a todos los individuos y grupos, pero a pesar de ello dominaba a fin de que su voluntad prevaleciera. David volvió a escaparse otra vez de Saúl, y pudo hacerle un bien a la ciudad israelita, un hecho que sería recordado mucho tiempo después. Saúl demostró ser incompetente como rey, porque había atacado a una de sus propias ciudades; David ya estaba realizando las tareas de un rey, derrotando a los filisteos, enemigos de su nación.
5) David en la región de Zif[17].
La región alrededor de la ciudad de Zif era desértica. Es bastante fácil esconderse en un terreno así, pero no es fácil alimentar allí a un ejército de 600 hombres. La banda de seguidores de David había aumentado. Esto puede explicar en parte por qué los habitantes de Zif le eran tan hostiles; quizá lo consideraban una amenaza a sus provisiones de alimentos. Así que estaban dispuestos a ayudar a Saúl a localizar a David, pero una vez más Dios tuvo la última palabra, esta vez usando a los filisteos para lograr sus propósitos.
Hay una dramática ironía en el hecho de que aunque Saúl y sus tropas no podían encontrar a David, Jonatán sí pudo. Sin duda, David había puesto centinelas que habrán guiado a Jonatán hasta él. El propósito principal de la visita de Jonatán era tranquilizarlo. Al renovar su Pacto, Jonatán volvió a confirmar su disposición de subordinarse a David; en otras palabras, renunciaba a su propia posición como príncipe heredero. Jonatán no vivió para cumplir esta promesa, pero el escritor bíblico usa la promesa de Jonatán como una indicación de la buena voluntad que siempre existió entre Jonatán y David. David nada le quitó a Jonatán, y Jonatán nada le envidió a David.
6) David y Saúl se encuentran en En-guedi.
El relato detallado del capítulo 24 cuenta un incidente dramático sucedido durante el tiempo cuando David era un fugitivo. El drama enfoca la atención en algunos datos importantes con respecto a David y Saúl. En distintos puntos del relato, ambos tuvieron oportunidad de matar a su adversario. Ambos fueron frenados de semejante acción violenta por el poder de la conciencia. David debió sentirse tentado a matar al hombre que lo había estado persiguiendo, especialmente cuando sus soldados lo incitaban a hacerlo. Pero su conciencia lo frenó; hasta sintió remordimiento después de dañar ligeramente el manto de Saúl. En cuanto a Saúl, cuando David de pronto le habló, por fin tenía a David totalmente en su poder; pero las palabras de David sacudieron su conciencia. Las palabras de los dos hombres eran, por lo tanto, de particular importancia. David expresó una gran reverencia por la persona del rey como tal. Saúl, sabemos, había sido rechazado por Adonay; pero siguió siendo rey, el hombre que había sido ungido a través de Samuel por Adonay. Nadie, declaró David, tenía el derecho de atacar a la persona del rey de Israel.
Saúl respondió con una franca confesión de que había sido malo con David, y que David nunca había actuado mal con él. Mirando hacia el futuro, reconoció que David sería rey.
Aquí, nuevamente, la intención del texto es defender a David de acusaciones posteriores de despiadada hostilidad hacia Saúl y sus descendientes. El capítulo pone muy en evidencia que David no solo le perdonó la vida a Saúl sino que hizo un juramento solemne de no eliminar a la familia de Saúl y a sus descendientes. El énfasis en las palabras de David con respecto a la persona y vida del rey pueden haber sido más adelante un sermón para hombres y grupos que querían derrocar a los reyes asesinándolos o rebelándose contra ellos.
7) Hostilidad de Nabal[18].
La muerte de Samuel marcó el final de una era. Murió antes de que David, a quien había ungido, llegara al trono; pero al menos ahora Saúl había reconocido que David sería el próximo rey. La obra de Samuel había terminado.
A pesar de las palabras de arrepentimiento de Saúl en 1 Samuel 24.16–21, no había posibilidad de una verdadera reconciliación entre él y David, y David se quedó con su banda de hombres en las áreas semidesérticas de Judá. No pasaría mucho tiempo antes de que Saúl hiciera nuevos intentos de capturarlo. Mientras tanto, David tenía la tarea cotidiana de encontrar provisiones para sus seguidores, y esta pasaje muestra lo difícil que eso podía ser. Trató de ganarse apoyo y provisiones de agricultores ricos como Nabal dándoles ayuda y protección de sus atacantes, como los amalequitas, y buscando luego su generosidad. Sin duda habría agricultores que ayudaban con gusto a David, y probablemente otros que lo hacían de mala gana; Nabal era de malas acciones y se negó bruscamente. Técnicamente, tenía el derecho de actuar como lo hizo, y su comentario de que David era un “siervo” que había dejado a su “señor” no distaba de la verdad. Sin embargo, el lector sabe que David no era un rebelde contra Saúl, y que Dios había escogido a David para ser rey; así que Nabal estaba totalmente ajeno a los planes de Dios.
a) La intervención de Abigaíl.
El enojo de David con Nabal era comprensible y podemos percibir un sentido de cierta desesperación de su parte por encontrar provisiones. Sin embargo, las acciones de Nabal ciertamente no justifican la reacción sanguinaria de David. El relato mostrará que David a veces podía ser duro y violento, pero que Dios estaba aún gobernando los eventos e impidiendo que David cometiera una mala acción. El agente de Dios no fue un profeta, ni la guía del sacerdote Abiatar, sino la esposa del mismo hombre al que David planeaba matar. No es mera coincidencia que Abigaíl[19] era una mujer inteligente, quien no solo vio los peligros sino que actuó rápida y efectivamente para impedir una tragedia. Sus palabras a David le recuerdan que el Dios que lo había ungido para ser rey seguramente le protegería y tendría cuidado de sus necesidades. Por lo tanto, David no debía ser violento ni vengativo.
El mensaje de las palabras de Abigaíl es teológico, aclarando la posición de David a los ojos de Dios. Podemos agregar que humanamente hablando, era también muy sensato: Si David hubiera atacado a algún agricultor del lugar, le habría sido muy difícil ganarse el apoyo de la tribu de Judá más adelante.
b) Matrimonios de David.
El final de la historia relata la muerte de Nabal, seguida por el hecho de que David tomara por esposa a Abigaíl, su viuda. La muerte de Nabal fue, después de todo, una muerte natural, desde una perspectiva humana; pero el escritor expresa la verdad general de que toda vida y muerte están en las manos de Dios. Podemos estar seguros de que los vecinos de Nabal pensaban lo mismo, y tomaron nota de que Dios podría castigar cualquier hostilidad hacia David. Así que la muerte de Nabal puede haber ayudado a la causa de David.
La única esposa de David hasta ahora había sido Mical, la hija de Saúl. Saúl la había dado en matrimonio a otro hombre. Esta acción mostraba su odio por David; era también una maniobra política, que tenía la intención de arrasar con cualquier pretensión al trono que David pudiera haber tenido por ser el yerno de Saúl. Los casamientos por razones políticas eran comunes en aquella época, y al casarse con Abigail y Ahinoam David estaba formando importantes lazos con familias de influencia en Judá. Su camino futuro hacia la monarquía se debería al apoyo de la tribu de Judá, no al apoyo de la corte real existente. El escritor no lo dice, pero consideraba al casamiento de David con Abigaíl como parte de los planes de Dios para él.
8) David en el campamento de Saúl.
La trama de esta narración es la misma que la del capítulo 24. Saúl llevó un ejército a Judá para buscar a David, y casi lo atrapa; David tuvo la oportunidad de matar a Saúl pero en cambio conversó con el rey, quien confesó que había sido injusto con David. Algunos detalles son muy similares a los del capítulo 24, por ejemplo el papel que jugaron los de Zif. Pero muchos otros detalles son totalmente diferentes. Aquí David no está escondiéndose accidentalmente en una cueva como en el capítulo 24, sino deliberadamente visitando el campamento de Saúl. Abner aparece en este relato, pero no en el anterior. A pesar de ello, algunos suponen que ambos capítulos cuentan de distintas maneras el mismo suceso. La pregunta importante es por qué el autor bíblico decidió usar dos relatos tan similares. La respuesta en parte es que quería recalcar el énfasis del capítulo 24. Los israelitas confiaban mucho en el testimonio doble[20], y aquí por segunda vez David resistió la tentación y se negó a hacerle daño al ungido de Adonay (9); también por segunda vez, Saúl admitió que había actuado mal y reconoció que David tendría un gran futuro. Así que una vez más el escritor enfatiza que David se negó a hacerle ningún daño a Saúl, y el hecho de que cuando andaba bien, Saúl se culpaba a sí mismo[21].
El elemento nuevo en este relato está en las palabras de David en 1 Samuel 26.19. Este versículo mira hacia el próximo capítulo, cuando David de mala gana dejó la tierra de Israel y se refugió con los filisteos. Los enemigos de David argumentaron posteriormente que David era un traidor a Israel que había adorado a dioses falsos en Filistea. 1 Samuel 26.19 no significa que en realidad David adorara a otros dioses, pero sí hace notar el hecho de que en territorio extranjero no habría Templos a Adonay donde David podía adorar al verdadero Dios. David, por lo tanto, expresó su renuencia en irse de Israel, tanto que pronunció una maldición sobre los responsables.
9) David en territorio filisteo.
Este sería el período más difícil de la carrera de David. No pudiendo quedarse en territorio israelita, se vio forzado a refugiarse con uno de los reyes filisteos. David dirigía un pequeño ejército, y es evidente que los filisteos no recibirían a los soldados israelitas a menos que pudieran confiar en que ellos lucharían contra sus compatriotas israelitas. Los hombres de David al principio tenían la ventaja de que Saúl, rey de Israel, era indudablemente su enemigo. David tuvo que persuadir a los filisteos de que él y sus hombres eran y seguirían siendo enemigos de Saúl y de Israel en general. Pero, por supuesto, David no quería atacar a los israelitas y, de haberlo hecho, nunca hubiera llegado a ser rey de Israel. Así que enfrentaba una tarea muy difícil, además del problema de alimentar y financiar su ejército. A pesar de todo, tuvo éxito porque Dios aún estaba con él.
a) David y el rey Aquis.
Los recientes episodios en que casi fue capturado por Saúl, fueron para David prueba de que no podía seguir evitando indefinidamente su captura y muerte. Su banda de 600 hombres no podía seguir escondida por mucho más tiempo. Podemos dar por sentado que no hubieran sido recibidos por ningún país neutral ni por ningún aliado de Saúl. La única esperanza de David era simular ser un aliado de los enemigos de Saúl, los filisteos. Es así que regresó a Gat, que antes había visitado brevemente. Esta vez contó con el respeto total de Aquis, el rey filisteo, y le fue dado un lugar donde establecerse, la ciudad de Siclag[22]. Podemos ver que Dios estaba al mando aun en esta decisión filistea. Siclag estaba situada cerca de la frontera israelita, y Aquis esperaba que David atacara a los israelitas en Judá. Pero Siclag también estaba cerca de otra frontera; al sur de Siclag vivían varias tribus que eran enemigas tanto de Israel como de los filisteos. Esto le dio a David la oportunidad de beneficiar al pueblo de Judá, atacando a sus enemigos y, a la vez, engañar a Aquis. Aquis podía ver por sí mismo los botines de guerra, pero no podía saber de dónde provenían. También David se beneficiaba, porque estos botines de guerra suplían las necesidades de comida y pertrechos.
Es notable la habilidad de David de aprovechar una oportunidad así. Este pasaje no está, por supuesto, recomendando el engaño y la crueldad. Básicamente, muestra cuán desesperada era la situación de David, una situación creada por Saúl. También muestra la determinación de David de no hacer nada que pudiera perjudicar a su propio pueblo, sino hacer todo lo posible para ayudarlo. Su primer deber era hacia Israel, y no sentía ninguna obligación hacia los enemigos de Israel.
10) Saúl consulta a una adivina.
Los acontecimientos ahora avanzan hacia un clímax. Los últimos capítulos de 1 Samuel se ocupan de un solo evento de grandes proporciones, una gran batalla entre Israel y los filisteos, y con las acciones y fortunas de las tres partes involucradas: Saúl y su ejército israelita, el ejército filisteo y David y su ejército más pequeño. Los filisteos iniciaron estos eventos, juntando sus fuerzas hasta contar con un gran poderío. La mayoría de las batallas entre Israel y los filisteos se habían librado en el sur del país, pero ahora los filisteos cambiaron su estrategia y se reunieron en Sunem, situada al norte. Probablemente estaban tratando de cortar a Israel en dos, separando a Saúl de las tribus del norte. De cualquier manera, Saúl no podía ignorar este peligro, y parece que se veía forzado a pelear en suelo llano, donde los carros filisteos les daban a éstos una gran ventaja[23]. Israel estaba, pues, en una situación peligrosa, y Saúl necesitaba desesperadamente consejo militar. Aunque el relato se cuenta en términos personales, es importante tener en cuenta que Saúl buscaba dirección como rey de Israel, no como un particular. Pero como rey de Israel no podía conseguir ayuda profética. 1 Samuel 28.6 menciona las tres maneras habituales de conocer la voluntad de Adonay[24]. Saúl ya no podía consultar a Samuel que hacía poco había muerto, a menos que pudiera hacerlo por medio de una adivina; pero Saúl mismo había echado a las adivinas de la zona central de su reino. Las leyes del Antiguo Testamento condenan la práctica de consultar a los muertos[25] y Saúl guardaba dichas leyes. Era una señal de su desesperación el que ahora consultara a una adivina, y que para hacerlo tuviera que ir a un sitio tan al norte como Endor[26], un viaje al otro extremo del campamento filisteo.
El autor bíblico no se ocupa aquí ni de atacar ni ridiculizar la práctica de la necromancia; sencillamente quiere mostrar la desesperación de Saúl y las firmes decisiones de Adonay. Sea que Dios haya permitido aparecer al propio Samuel o que algún espíritu haya tomado la forma de Samuel, el hecho es que según Saúl, vio a Samuel y oyó la voz de Samuel. Esta voz repitió y confirmó el rechazo de Saúl por parte de Adonay y la elección de David. 1 Samuel 28.19 agrega una nueva predicción sobre el resultado de la batalla que se libraría al día siguiente.
La intención de este relato es enfatizar la desesperanza de Saúl; y mostrar lo bajo que había caído, al valerse de una delincuente para que lo ayudara. Porque la mujer era una delincuente, según las propias leyes de Saúl. El capítulo de ninguna manera avala las actividades de adivinas; la dirección de Dios nunca se debe procurar por su intermedio.
11) Los filisteos y David.
Hemos visto en el capítulo 28 cuán impotente se encontraba Saúl, y qué desesperada era su situación. En una manera distinta, David estaba igualmente impotente, a merced de las decisiones filisteas. Su compañía de hombres era demasiado pequeña para pelear contra los filisteos, y no se atrevía a desobedecer sus órdenes; la única alternativa que veía era seguir engañando a Aquis. Sería difícil adivinar qué hubiera hecho David de haber Aquis persuadido a los otros gobernantes filisteos de que David era leal y digno de confianza. Pero los demás reyes filisteos no coincidieron con Aquis. Podían ver claramente el peligro de que el ejército de David cambiara de bandos en medio de la batalla, lo cual entonces habría causado la derrota de los filisteos. También recordaban la fama de David como soldado, que las mujeres israelitas conmemoraran en su canto. El autor no lo dice, pero deja que el lector llegue a la conclusión que había sido Dios quien no se impuso sobre Aquis y rescatado a David de una situación imposible.
12) David derrota a los amalequitas.
La narración sigue a David hacia el sur, de vuelta a su cuartel en Siclag, y deja a un lado el relato de la batalla de Gilboa hasta el capítulo 31. Parte del propósito del escritor al dar tantos detalles es enfatizar que David y sus hombres se encontraban a muchos kilómetros del ejército filisteo cuando se libró la batalla. Fácilmente podemos imaginarnos que los enemigos de David más adelante hicieron correr el falso rumor de que David y sus hombres habían ayudado a los filisteos a derrotar al ejército de Saúl. Por el contrario, este capítulo muestra a David atacando a los amalequitas, enemigos de Israel, mientras se libraba la batalla entre Saúl y los filisteos.
Otro aspecto importante de este relato es que el enemigo es Amalec. El que Saúl no eliminara a este pueblo, que había representado por mucho tiempo una amenaza para Israel, ha sido registrado en el capítulo 15. Fue la causa del rechazo de Saúl por parte del Señor. Ahora en el capítulo 30, se describe a David haciendo lo que Saúl debió haber hecho.
13) Saqueo de David.
Los atacantes nómadas no son fáciles de encontrar, y fue casi un milagro que David rescató todo lo que habían tomado los amalequitas.
En 1 Samuel 30.7 se presenta una lección importante, contrastando la conducta de David, en una situación muy difícil, con la de Saúl en el capítulo 28. Saúl había consultado una adivina, pero David buscó a un hombre de Dios para saber la voluntad de Dios. La consulta de Saúl había terminado en total desesperanza, la de David terminó en un estímulo para él.
Dios no solo había intervenido para prevenir que David tuviera que luchar contra sus compatriotas, sino que la manera en que Dios coordinó los eventos también fue perfecta. David y sus hombres habían llegado de regreso a Siclag mucho antes de lo que los amalequitas los esperaban. De otra manera las esposas y los niños capturados hubieran sido vendidos como esclavos.
El pasaje muestra cómo David impuso su autoridad sobre sus tropas que eran hombres violentos que incluían a hombres malos y perversos. Aquí lo vemos tomando ya una decisión como la que por lo general tomaría un rey. Su norma general era beneficiar a todo su pueblo equitativamente, y también devolver la hospitalidad a los pueblos y áreas de Judá donde él y sus hombres habían sido antes fugitivos huyendo de Saúl. Esta fue una maniobra política astuta: Llegado el momento, los habitantes de Judá libremente lo eligieron como rey en lugar de servir a un hijo de Saúl[27].
14) La batalla de Gilboa.
La batalla lleva el nombre del monte Gilboa. Comenzó en el llano, pero los israelitas derrotados fueron perseguidos retrocediendo a las laderas de la montaña donde muchos murieron, incluyendo a Saúl y Jonatán. El capítulo no da la cantidad de víctimas, pero evidentemente fue una victoria filistea importante, por la que pudieron ocupar varias ciudades israelitas. Es así que el reinado de Saúl terminó en el desastre para Saúl mismo y para Israel. Parecía que los dioses de los filisteos habían triunfado; pero 2 Samuel contará cómo David derrotó a los filisteos para siempre.
El último párrafo del capítulo ofrece un final apropiado para el relato del reinado de Saúl. Su primer acto como rey había sido rescatar la ciudad de Jabes, en Galaad; sus habitantes rescataron ahora su cuerpo y dieron a sus restos honrosa sepultura. Es desconcertante por qué incineraron los cadáveres, ya que ésta no parece haber sido una costumbre israelita. Sea cual fuere la razón, el acto tuvo el propósito de honrar a los muertos.
Es así que 1 Samuel termina con una nota trágica. Pero fue una tragedia predicha por el portavoz de Dios, y no significaba que el Dios de Israel había sido derrotado. Él ya había escogido al próximo rey de Israel, y lo había capacitado para ser mejor soldado y líder que Saúl. Dios a su tiempo se encargaría de la amenaza filistea.
[1] 1 Samuel 9.2; 10.23.
[2] Es probable que los eventos del capítulo 17 sucedieran antes de 1 Samuel 16.21.
[3] 1 Samuel 17.47. NBLH
[4] 2 Samuel 5.
[5] 1 Samuel 17.55-58.
[6] 1 Samuel 17.25.
[7] 1 Samuel 31.
[8] 1 Samuel 23.16-18.
[9] 1 Samuel 18.10-11. NBLH
[10] 1 Reyes 18.29.
[11] Las sugerencias de una relación homosexual entre David y Jonatán son totalmente infundadas; todo el énfasis del autor bíblico radica en el hecho de que David no era enemigo político de Saúl o de su familia, y que Jonatán nada tenía que temer ni desconfiar de David. No podemos olvidar que David era u hombre conforme al corazón de Dios y el homosexualismo Dios lo ve como un pecado aberrante.
[12] 2 Samuel 15:7–9
[13] 1 Samuel 22.22.
[14] 1 Samuel 22.18.
[15] “Ciudad de los sacerdotes” (1 Samuel 22.19), edificada sobre una colina, a un lado de Betfagé y en las proximidades de Jerusalén, en terreno de la tribu de Benjamín. Fue prácticamente arrasada por órdenes de Saúl tras la disputa que tuvo con David; sus habitantes fueron pasados a cuchillo (1 Samuel 21.1; 22.9-23). Se cree que en Nob se refugiaron los sacerdotes cuando huyeron con el efod, después que los filisteos robaron el Arca. Nob figura en la lista de las ciudades que volvieron a ser habitadas después de la cautividad, esta vez por “hijos de Benjamín” (Nehemías 11.32). Isaías la menciona en sus profecías (10.32).
[16] Ciudad de la llanura de Judá (Josué 15.44; 1 Crónicas 4.19). Atacada por los filisteos; liberada por David, sin embargo, no permaneció en ella por temor a ser entregado traicioneramente a Saúl (1 Samuel 23.1-13). Habitada después de la cautividad (Nehemías 3.17-18). Se identifica generalmente con Khirbet Kila, a 13 Kilómetros al noroeste de Hebrón.
[17] Localidad del país montañoso de Judá (Josué 15.55), cerca del desierto y de un bosque (1 Samuel 23.14-15). Roboam lo fortificó (2 Crónicas 11.8). Identificado con Tell Zîf, altura destacada, de 878 metros, a 6 Kilómetros al sur-sureste de Hebrón.
[18] Significa “tonto, insensato, sin sentido”.
[19] Significa “regocijo del padre”.
[20] Deuteronomio 19.15.
[21] Saúl reconoció haber actuado neciamente, así como Abigaíl había reconocido la insensatez de su esposo al oponerse a David (25.25). Las dos palabras hebreas son diferentes, pero la idea es la misma. Todos los que se oponen a los planes de Dios tarde o temprano muestran ser necios e insensatos.
[22] Ciudad del sur de Judá correspondiente a la tribu de Simeón (Josué 15.31; 19.5). El rey filisteo Aquis la cedió a David, quien vivió allí durante un año y cuatro meses (1 Samuel 27.6-7). Tomada por los amalecitas en una ocasión, David la recapturó (1 Samuel 30.1-2). En Siglag, David recibió la noticia de la muerte de Saúl (2 Samuel 1.1; 4.10). Los judíos la habitaron después del cautiverio (Nehemías 11.28).
[23] Por lo general los israelitas podían pelear en las montañas, donde los carros eran de poca utilidad.
[24] El Urim se refiere al efod sacerdotal.
[25] Levítico 19.31; Deuteronomio 18.9–14.
[26] “Manantial de la casa”. Ciudad asignada a Manasés, pero nunca conquistada por los israelitas (Josué 17.11-12). Quedaba a 7 kilómetros al sur del monte Tabor, cerca de Naín. Aquí el rey Saúl, antes de su última batalla, consultó a la pitonisa (1 Samuel 28.7). Es probable que esta era mujer cananea porque entre los hebreos se había tratado de eliminar tales costumbres. En el mismo lugar existe hoy un pueblo llamado Ein Dor, construido sobre muchas ruinas.
[27] 2 Samuel 2.10.
El resto de 1 Samuel es la historia de la relación de Saúl con David. Samuel, después de ungir a David como el próximo rey, desaparece silenciosamente de la escena. Saúl ha sido rechazado, aunque Dios le permitió seguir como rey hasta su muerte. Pero el futuro estaría en David, quien es todavía muy joven y falto de experiencia. Estos capítulos describen cómo Dios lo capacitó para su futura carrera, lo cuidó en medio de cada peligro y le exhibió ante Israel como el hombre escogido por él.
a. David ocupa su lugar en la corte.
El lugar correcto de David era la corte real, pero difícilmente sería bien recibido como el sucesor-electo de Saúl. Estos dos capítulos cuentan cómo sus propias habilidades lo llevaron a estar junto a Saúl.
1) Ungimiento de David.
También aquí se hace evidente la habilidad del narrador, al no mencionar el nombre de David hasta el último versículo, aunque es David el verdadero centro del relato. Desde este capítulo hasta el final de 2 Samuel, David es el personaje principal. El propósito primordial de esta sección es mostrar que David había sido escogido por Dios y ungido por Samuel. David no era un hombre despiadado, ambicioso y empecinado en apoderarse del trono. Era el propio elegido de Dios, aunque era un muchacho joven cumpliendo una tarea humilde. Era importante que Samuel cumpliera con el ungimiento, el viejo líder creando al nuevo líder. Esta acción daba continuidad de liderazgo a Israel. Era también una prueba objetiva, aunque solo a un grupo pequeño y privado de personas, de que David estaba destinado a ser rey. El profeta puede recibir un llamado de Dios en privado, pero el hombre escogido para ser rey debe tener algo más que una voz interior que le llama, de lo cual podrían dudar otras personas.
El relato incluye en 1 Samuel 16.7 una enseñanza general de los principios de Dios respecto a sus escogidos. Parece que los israelitas querían que sus líderes fueran de un físico impresionante y apuesto. Los israelitas entendidos hubieran buscado más las cualidades interiores, y 1 Samuel 16.7 confirma que eso es lo que hace Dios. A las cualidades interiores de David, Dios agregó algo más: el poder de su Espíritu. David contaba con este regalo de Adonay como los jueces y Saúl antes que él; era vital al liderazgo de la nación. En este contexto general del Antiguo Testamento, la función del Espíritu de Adonay era capacitar a individuos para ejercer un liderazgo militar.
En 1 Samuel 16.2 se nos recuerda que Saúl todavía era rey, y un hombre digno de ser temido. Desde una perspectiva puramente política, el hecho de que Samuel ungiera a David constituía una traición, y se vio forzado a hacerlo en secreto y con cierto engaño.
2) David en la corte.
En 1 Samuel 16 y 17 se muestran cómo dos distintos talentos de David captaron la atención de Saúl, por lo cual lo hizo integrante permanente de la corte real. El primer talento era su habilidad como arpista y, el segundo, su habilidad militar, que llevó tiempo desarrollar. Este pasaje se concentra en sus dones musicales, pero menciona también brevemente sus habilidades militares. El trasfondo era un período de ataques ocasionales de los filisteos, cuando Saúl se veía forzado a llamar de sus campos a los hombres para pelear contra el enemigo. Es así que a veces David estaba cuidando las ovejas de su padre y otras veces peleando contra los filisteos. Sola, su habilidad en el campo de batalla quizá no hubiera llamado la atención de Saúl; era su habilidad como arpista lo que lo llevó a la corte del rey.
En 1 Samuel 16.14 se nos da la primera indicación de los problemas que molestarían a Saúl de aquí en adelante. Su posición como rey nunca fue fácil, con la amenaza permanente de los filisteos y con el dudoso apoyo y falta de unidad en Israel. El rechazo de Samuel tiene que haber minado tanto su posición como su tranquilidad de espíritu. Así que se dice que sufría de un espíritu malo de parte de Adonay, que no debe interpretarse como una posesión demoníaca. El escritor bíblico quiere mostrar que David, el futuro rey, obtuvo el Espíritu de Adonay, así que Saúl, el rey rechazado, lo perdió; y Dios controló de tal manera los acontecimientos que la pérdida sufrida por Saúl lo llevó a necesitar música, y uno de sus propios criados recomendó a David. En ese sentido, el espíritu malo de Saúl, su ansiedad mental, estaba bajo el control de Dios.
Es así que el primer paso de David para llegar a ser rey fue ir a la corte real y brindar un servicio valioso al rey actual. Hay buenas razones para creer que David más adelante fue víctima de una propaganda hostil, que afirmaba que había sido un traidor despiadado durante el reinado de Saúl. Los pasajes como el capítulo 16, por lo tanto, recalcan la lealtad y buena voluntad de David hacia Saúl.
3) El desafío filisteo.
La escena cambia de la pacífica corte real a un nuevo campo de batalla, cerca de Soco, que pertenecía a Judá; o sea que hubo otra vez una invasión por parte de las tropas filisteas, a la que tenía que hacer frente Saúl. Quizá por sus derrotas anteriores, los filisteos se valieron en esta oportunidad de un tipo diferente de guerra. Colocaron frente a sus tropas a un paladín y demandaron que se adelantara un paladín israelita para pelear contra él en una confrontación individual. La teoría de tal combate individual era la creencia de que los dioses en general o los dioses más fuertes darían la victoria al hombre que ellos escogieran. De esta manera, se podía lograr una victoria sin perder muchas vidas. En vista de la estatura de Goliat, de sus armas poderosas y su fuerte armadura, los filisteos no tenían ninguna duda de quién sería el ganador. Es digno de notar que ni Saúl, cuya estatura ha sido enfatizada antes en el relato[1] tuvo la valentía de aceptar el desafío; también él y todo el pueblo se acobardaron y tuvieron tuvo mucho temor. Saúl demostró de este modo su falta de liderazgo: Israel necesitaba un nuevo soldado para dirigirlos a la batalla.
a) David acude al campo de batalla.
David vuelve ahora a aparecer en el relato. En 1 Samuel 17.12–19 se explica cómo sucedió que no se encontraba con el ejército israelita cuando Goliat lanzó su desafío, y por qué se presentó cuarenta días después. El autor tiene la intención de hacernos comprender que Dios estaba a cargo de los eventos. Es evidente que David no llegó como un guerrero[2]. 1 Samuel 17.25 tiene su importancia, ya que explica por qué David llegaría a ser prominente en Israel, y establece el fundamento para 1 Samuel 18.17. No obstante, este versículo presenta un interesante contraste con 1 Samuel 17.26. En su decisión de aceptar el desafío de Goliat, las motivaciones de David no eran su propia riqueza y honor, sino el anhelo de honrar a Dios y de quitar la afrenta de Israel. David demostró ser un líder adecuado para Israel, en contraste con el miedoso Saúl y los hermanos pendencieros de David.
b) Saúl entrevista a David.
Esta conversación entre Saúl y David destaca la valentía de David y su fe en el Dios viviente, y de esta manera vuelve a testificar de sus cualidades como líder. Saúl hubiera podido demostrar la misma fe y valentía, pero no lo hizo. Se muestra a Saúl poniendo su fe en la experiencia militar y en armaduras fuertes, de modo que su actitud en realidad no era muy distinta de la de Goliat. El narrador no lo hubiera negado, por supuesto que experiencia y armadura son por lo general importantes en una batalla; pero la verdad era que solo Dios podía dar a David la victoria en esta situación tan singular.
c) Victoria de David.
Entonces se realizó el duelo. A Goliat le parecía una lucha muy dispareja, se sintió insultado al ver acercarse al joven aparentemente desarmado. Pero el lector sabe por adelantado que era un enfrentamiento desigual porque el Dios de David estaba en control. Ambos combatientes presentaron sus discursos, como era lo correcto en una batalla entre campeones, y ambos hicieron mención de sus dioses. Goliat solo podía proferir maldiciones por sus dioses, pero el Dios de David no era una deidad tribal sino el Dios que sería conocido en toda la tierra. Adonay…”libra”[3] es el lema de toda la Biblia; en este contexto, David no se refería a su propia salvación de la muerte sino a la liberación de Israel del dominio filisteo.
La hazaña de David dio como resultado una extensa victoria, y los filisteos tuvieron que retroceder a sus propias ciudades de Gat y Ecrón. David los había hecho salir de territorio israelita. Los trofeos de la batalla incluyeron la cabeza de Goliat; su calavera fue llevada más adelante a Jerusalén después de que David la hubo capturado[4].
El párrafo final[5] ha sido motivo de mucha discusión. Con frecuencia se han interpretado como queriendo decir que Saúl no reconoció a David y que no sabía nada de él. En dicho caso, contradice a 1 Samuel 16.14–23. Es posible coincidir en que el capítulo 17 es tomado de otro documento originario, pero no es necesario deducir que refleja una tradición de que Saúl y David no se conocían de antes. Con la sola evidencia del capítulo 17, sabemos que los dos conversaron antes del encuentro de David con Goliat, así que Saúl debe haber conocido por lo menos el nombre de David. Las preguntas que Saúl hizo a Abner no eran tanto sobre David como sobre su familia, presumiblemente porque Saúl ahora estaba obligado a dar su hija en matrimonio a David, en cumplimiento de su voto[6]. Era, por lo tanto, importante para él averiguar todo lo posible de los antecedentes del hombre que sería ahora un personaje en la corte.
4) David y Jonatán.
Aunque forma parte del relato más importante de la relación entre David y Saúl, esta sección de 1 Samuel se concentra más en Jonatán que en Saúl. El escritor bíblico tenía un propósito al describir tan de lleno esta singular amistad. Quería demostrar más allá de toda duda que el hombre a quien David desplazó de la sucesión del trono era su mejor amigo. El relato ayudó a aplacar cualquier rumor posterior en el sentido de que David había sido un rival odiado de Jonatán. Al final, fueron los filisteos quienes mataron a Jonatán, en una ocasión cuando David se encontraba muy lejos[7]. Antes, Jonatán mismo reconocería a David como el futuro rey de Israel[8].
5) Los celos de Saúl.
El resultado inmediato de la hazaña de David contra Goliat fue que obtuvo un lugar en la corte, y fue puesto al mando de la gente de guerra. Jonatán, cuya hazaña anterior también había logrado una victoria israelita, no mostró nada de celos por el nuevo hombre en la corte; al contrario, trabó muy pronto una amistad duradera con él. En realidad, sus acciones hacia David parecían significar que veía en David a un hombre más grande que él, un hombre que merecía estar al frente de Israel en el futuro.
Teniendo mucha menos razón, Saúl sí tuvo celos. El canto popular que hizo enojar muchísimo a Saúl nunca tuvo la intención de presentarlo como inferior a David, más bien, se nota enseguida que por las victorias y la popularidad de David podía, si quería, llegar a ser un rival de Saúl. Los temores de Saúl eran infundados pero no irracionales.
6) Saúl intenta dar muerte a David.
Los celos de Saúl pronto se mostraron en la acción, al tratar por diversos medios de causar la muerte de David. Su primer atentado fue impulsivo, en un momento cuando estaba fuera de sí. Sucedió que “deliraba en medio de la casa”[9]. La razón dada en 1 Samuel 18.12 del temor que Saúl le tenía a David es interesante. Saúl vio que Adonay estaba con él, o sea que veía que David tenía éxito en todo lo que emprendía. Notaba su éxito y sabía que era dado por Dios, pero creía que podía darle fin, creyéndose con el poder de desbaratar los planes de Dios. Así es que el capítulo describe las estratagemas de Saúl para hacer matar a David. Si David muriera en batalla contra los filisteos, como esperaba Saúl, éste no cargaría con la culpa. Pero como en verdad Adonay estaba con David en medio de estos acontecimientos, los planes de Saúl fracasarían. Desde la perspectiva de Saúl, la situación fue empeorando sin pausa; su joven rival no solo sobrevivió sino que aumentó su fama, y se casó con Mical, una princesa. No resulta del todo claro por qué David no se casó con Merab. La respuesta humilde de David al ofrecimiento del rey era convencional y no era un rechazo de Merab, como tampoco sus palabras en 1 Samuel 18.23 fueron un rechazo de Mical. Probablemente el hecho de dar a Merab a otro hombre fue sencillamente un impulso o, quizá, un insulto adrede a David.
Saúl aparece de mal en peor en estos capítulos. Por el contrario, David no hizo nada para dañar o traicionar a Saúl, y la prueba está en el hecho de que la propia familia de Saúl amaba a David. Saúl era hostil hacia David, pero David no fue nunca enemigo de Saúl.
7) David escapa de la muerte.
Las esperanzas de Saúl de que David muriera en batalla habían fracasado, así que ahora pidió a sus servidores que dieran muerte a David. Esto creó una nueva situación, muy peligrosa para David. Jonatán tenía dos opciones: Podía cumplir los deseos de su padre y ayudar a matar a David, o podía tratar de hacer cambiar de idea y de actitud a Saúl. El hecho de que optara por lo último prueba que Jonatán estaba convencido de que David no era ni enemigo suyo ni de Saúl. El hecho de que Saúl se viera obligado a concordar con él, y que aun juró no matar a David, es otra prueba de que David no era un traidor. Por lo tanto, una vez más vemos cómo el autor bíblico defiende el carácter de David.
Pero Saúl una vez más perdió los estribos y tiró una lanza a David. Ahora no le quedaba a David otra alternativa que huir.
8) David huye.
La determinación de Saúl de matar a David se hizo más firme y ya no volvió a intentar disimularlo. Jonatán había salvado la vida de David anteriormente en este capítulo y ahora lo salva Mical, la hija de Saúl. Para hacerlo se valió de mentiras y engaños, pero el pasaje no le hace ningún reproche; el narrador está más interesado en mostrar que David apenas se salvó. El pasaje también muestra que los propios hijos de Saúl estaban preparados para dar los pasos necesarios a fin de proteger a David del padre de ellos. Sorprende encontrar un ídolo doméstico en la casa de David. Se cree que la palabra hebrea traducida “ídolo” se refiere a un ídolo doméstico de alguna clase, pero posiblemente se relaciona de alguna manera con el culto a Adonay; por cierto que no hay ningún indicio en ninguna parte de que David fuera culpable de adorar a otros dioses.
En estos capítulos vemos más de una vez a David exhibiendo una conducta de dudosa moral. Por ejemplo, es culpable de mentir y engañar en el capítulo 21 y de tener intenciones homicidas en el capítulo 25. Es evidente que no se lo presenta como un ejemplo. Más bien, el escritor bíblico está enfatizando cuán difíciles eran sus circunstancias, sumadas al hecho de que a través de todas sus dificultades y a pesar de sus faltas, Dios lo cuidó.
Era lógico que David deseara consultar a Samuel, el hombre que lo había ungido para ser rey. No obstante, el pasaje no cuenta nada de su conversación y en cambio recalca la naturaleza del poder profético. Normalmente el Espíritu de Dios daba a los hombres poder para hacer o decir la voluntad de Dios. Ante la presencia de tal poder, que en cierto sentido era contagioso, los soldados de Saúl y finalmente Saúl mismo terminaron profetizando. Sin embargo, en el caso de ellos la experiencia no les dio poder sino que se los quitó. A Saúl, por cierto le fue quitada también toda dignidad real. Era simbólico que él mismo se quitara las vestimentas reales. Una vez más nos encontramos con el proverbio burlón de 1 Samuel 10.11, y esta vez el sarcasmo era justificado.
Es claro que este episodio no describe lo que normalmente entendemos por “profecía”. La palabra hebrea para “profetizar” puede referirse en algunos contextos a estados anormales, como estar en trance[10]. La presencia poderosa de Dios pudo haber tenido diferentes efectos bajo distintas circunstancias.
9) David consulta a Jonatán.
Después de todo lo sucedido no hubiéramos pensado que David contemplara la posibilidad de volver a ocupar su posición en la corte. Sin embargo, era un personaje de la corte, aun Saúl quizá desearía seguir los procedimientos correctos. Evidentemente la ausencia de David de la corte en ocasión de la fiesta de la luna nueva podría generar comentarios y posible vergüenza. David no se hacía ilusiones y sabía muy bien el peligro que corría, pero creía tener el derecho de demandar justicia: ¿qué maldad había cometido? Jonatán veía la situación un poco diferente, queriendo creer lo mejor de su padre y aparentemente convencido de que David no corría ningún peligro inmediato.
El énfasis del pasaje se encuentra en 1 Samuel 20.14–17. La situación era en realidad el peligro que enfrentaba David, con el cual Jonatán le podía ayudar, pero estos versículos se preocupan con la ayuda que en el futuro David le brindaría a Jonatán. Una simple amistad no necesita de un Pacto. Sin embargo, tanto Jonatán como David eran hombres de importancia en Israel, y habría rivalidad política entre las dos familias, o sea, la casa de Saúl y la casa de David. En muchas sociedades una situación como esa hubiera llevado a asesinatos políticos, o aun a la destrucción completa de una de las familias. De allí la importancia del Pacto que hicieron. Después de los acontecimientos de este capítulo, Jonatán y David casi no se volvieron a encontrar, así que sus firmes promesas mutuas eran ahora de particular importancia. En 1 Samuel 20.17 vuelve a recalcar la profundidad del compromiso mutuo entre David y Jonatán[11].
10) Partida final de David.
Las instrucciones detalladas de Jonatán a David aparentemente eran necesarias para poder dar un mensaje a David sin que nadie los viera conversando. Resulta claro que Jonatán ni quería que su siervo supiera que se encontraría con David. Si Saúl estaba realmente obstinado en matar a David, cualquier indicio de que Jonatán hablaba con David podía ser considerado como una traición. Ni siquiera Jonatán estaba a salvo del enojo de Saúl. El hecho es que Jonatán pudo tener una última conversación privada con David.
Para Saúl una cosa era muy clara: A menos que David muriera, Jonatán nunca le sucedería en el trono. La diferencia estaba en que Jonatán aceptaba este hecho, pero el odio de Saúl por David a esta altura se había intensificado. Podemos suponer que Saúl había usado la fiesta como una oportunidad para intentar de nuevo matar a David. La fiesta era una ocasión solemne, cuando la ausencia de personajes importantes de la corte hubiera sido notada por todos, aunque la ausencia por razones de impureza ceremonial siempre era una posibilidad en la antigua Israel. Muchos de estos reglamentos se encuentran en Levítico 11–15. De otra manera, la ausencia de una persona importante podría ser sospechosa. Aun el hijo del rey tenía que pedir permiso para estar ausente[12].
b. David como fugitivo.
1) David en Nob y Gat.
La cuestión principal en este capítulo es demostrar cuán peligrosa y desesperada era la situación de David. Estaba completamente solo y desarmado, y en sí esto constituía una circunstancia sospechosa; un soldado importante tendría naturalmente una escolta. David no podía ver otra opción más que el engaño. El autor bíblico no aprueba el engaño; la verdad es que David mismo aceptó la culpa de lo que sucedió por esta causa[13]. Pero el escritor no reprocha a David por ello; conoce muy bien las dificultades. De seguro que los enemigos de David más adelante lo condenaron por ambos incidentes narrados en este capítulo. La visita de David a Nob trajo consigo la muerte de muchos hombres devotos[14], y su visita a Gat parecía el acto de un traidor, ya que Aquis era un rey filisteo. Así que el escritor explica,
a) Que aunque David sí engañó al sacerdote Ahimelec, no podía saber lo que luego sucedería. El problema fue causado por Doeg, uno de los oficiales de Saúl, quien se encontraba allí para cumplir un voto.
b) El escritor explica que cuando David cruzó la frontera y fue a Gat, esperaba que no lo reconocieran. Cuando fue reconocido, hizo quedar mal al rey filisteo. Por cierto que no fue honrado por los filisteos, que hubieran recibido bien a un soldado capacitado que se hubiera rebelado contra Saúl. En el peor de los casos hubieran impedido su regreso a Israel de no ser por su aparente locura.
2) David consigue apoyo.
En 1 Samuel 21 David había sido un fugitivo solitario, en mucho peligro. Volviendo de Gat a territorio israelita, pronto consiguió algo de apoyo. Su propia familia se sumó a él, no para apoyarlo sino buscando su propia seguridad, y David pronto se aseguró de que sus padres fueran enviados al extranjero, lejos del alcance de Saúl. Sus seguidores eran proscritos como él, y había una cantidad suficiente como para formar un pequeño ejército. A los ojos de Saúl sin duda eran rebeldes y traidores. Los capítulos siguientes mostrarán que David nunca usó su ejército para atacar a Saúl ni a las tropas israelitas, pero eso se verá más adelante. No obstante, otro partidario de David era un profeta, llamado Gad, y podemos ver la mano de Dios obrando, dando dirección a David. Así, en un sentido muy literal, Dios todavía estaba con David. El soldado exitoso se había convertido en un fugitivo exitoso. Era bueno que se fuera a Judá, lejos de la ciudad capital de Saúl. Judá era su propia tribu, y podía lógicamente esperar que algunos de sus compatriotas tuvieran buena disposición hacia él.
3) La masacre en Nob.
Nob[15] en este tiempo era un santuario principal. Después de la victoria filistea del capítulo 4, el santuario en Silo había quedado destruido, y Nob puede haberlo remplazado en importancia. Ahimelec, el sumo sacerdote en Nob, era nieto de Elí de Silo. Es increíble que Saúl haya masacrado a tantos sacerdotes en un santuario tan importante, a pesar de la defensa razonable que presentó Ahimelec. El capítulo demuestra que para entonces Saúl sospechaba de todos, incluyendo a Jonatán, y veía conspiraciones donde no las había. Es significativo que sus propios servidores se negaron a obedecer sus órdenes.
La brutalidad de Saúl en Nob tuvo un resultado que no pudo prever. Un hombre que escapó de la masacre fue Abiatar, un futuro sumo sacerdote en Jerusalén, que no tuvo otra alternativa que sumarse a David. De esta manera David se ganó el apoyo sacerdotal además del apoyo del profeta Gad.
4) David en Keila[16].
Esta sección presenta un interesante contraste entre el poder humano y el control de Dios. El poder real de Saúl no podía ser vencido ni por David ni por los habitantes de la ciudad de Keila. Este capítulo muestra a David forzado a retroceder más y más al sur, hacia una zona más desértica. En cuanto a los habitantes de Keila, pueden haber sentido simpatía por David, pero no se atrevían a arriesgarse por miedo al enojo y la venganza de Saúl. Todos han de haber sabido cómo Saúl había tratado a Nob. Pero aunque los habitantes de Keila estaban preparados para entregar a David a Saúl, deben haber sentido una gratitud permanente hacia David, quien acababa de librarlos de los filisteos. Esto le fue útil más adelante.
Saúl tenía mucho poder, entonces, desde el punto de vista humano; pero era Dios quien realmente controlaba los acontecimientos, especialmente dando a David la dirección que necesitaba a través de Abiatar y el efod. De esta manera David supo cuándo ir a Keila y cuándo salir de ella, y cómo escapar de las manos de Saúl. Dios daba completa libertad de acción a todos los individuos y grupos, pero a pesar de ello dominaba a fin de que su voluntad prevaleciera. David volvió a escaparse otra vez de Saúl, y pudo hacerle un bien a la ciudad israelita, un hecho que sería recordado mucho tiempo después. Saúl demostró ser incompetente como rey, porque había atacado a una de sus propias ciudades; David ya estaba realizando las tareas de un rey, derrotando a los filisteos, enemigos de su nación.
5) David en la región de Zif[17].
La región alrededor de la ciudad de Zif era desértica. Es bastante fácil esconderse en un terreno así, pero no es fácil alimentar allí a un ejército de 600 hombres. La banda de seguidores de David había aumentado. Esto puede explicar en parte por qué los habitantes de Zif le eran tan hostiles; quizá lo consideraban una amenaza a sus provisiones de alimentos. Así que estaban dispuestos a ayudar a Saúl a localizar a David, pero una vez más Dios tuvo la última palabra, esta vez usando a los filisteos para lograr sus propósitos.
Hay una dramática ironía en el hecho de que aunque Saúl y sus tropas no podían encontrar a David, Jonatán sí pudo. Sin duda, David había puesto centinelas que habrán guiado a Jonatán hasta él. El propósito principal de la visita de Jonatán era tranquilizarlo. Al renovar su Pacto, Jonatán volvió a confirmar su disposición de subordinarse a David; en otras palabras, renunciaba a su propia posición como príncipe heredero. Jonatán no vivió para cumplir esta promesa, pero el escritor bíblico usa la promesa de Jonatán como una indicación de la buena voluntad que siempre existió entre Jonatán y David. David nada le quitó a Jonatán, y Jonatán nada le envidió a David.
6) David y Saúl se encuentran en En-guedi.
El relato detallado del capítulo 24 cuenta un incidente dramático sucedido durante el tiempo cuando David era un fugitivo. El drama enfoca la atención en algunos datos importantes con respecto a David y Saúl. En distintos puntos del relato, ambos tuvieron oportunidad de matar a su adversario. Ambos fueron frenados de semejante acción violenta por el poder de la conciencia. David debió sentirse tentado a matar al hombre que lo había estado persiguiendo, especialmente cuando sus soldados lo incitaban a hacerlo. Pero su conciencia lo frenó; hasta sintió remordimiento después de dañar ligeramente el manto de Saúl. En cuanto a Saúl, cuando David de pronto le habló, por fin tenía a David totalmente en su poder; pero las palabras de David sacudieron su conciencia. Las palabras de los dos hombres eran, por lo tanto, de particular importancia. David expresó una gran reverencia por la persona del rey como tal. Saúl, sabemos, había sido rechazado por Adonay; pero siguió siendo rey, el hombre que había sido ungido a través de Samuel por Adonay. Nadie, declaró David, tenía el derecho de atacar a la persona del rey de Israel.
Saúl respondió con una franca confesión de que había sido malo con David, y que David nunca había actuado mal con él. Mirando hacia el futuro, reconoció que David sería rey.
Aquí, nuevamente, la intención del texto es defender a David de acusaciones posteriores de despiadada hostilidad hacia Saúl y sus descendientes. El capítulo pone muy en evidencia que David no solo le perdonó la vida a Saúl sino que hizo un juramento solemne de no eliminar a la familia de Saúl y a sus descendientes. El énfasis en las palabras de David con respecto a la persona y vida del rey pueden haber sido más adelante un sermón para hombres y grupos que querían derrocar a los reyes asesinándolos o rebelándose contra ellos.
7) Hostilidad de Nabal[18].
La muerte de Samuel marcó el final de una era. Murió antes de que David, a quien había ungido, llegara al trono; pero al menos ahora Saúl había reconocido que David sería el próximo rey. La obra de Samuel había terminado.
A pesar de las palabras de arrepentimiento de Saúl en 1 Samuel 24.16–21, no había posibilidad de una verdadera reconciliación entre él y David, y David se quedó con su banda de hombres en las áreas semidesérticas de Judá. No pasaría mucho tiempo antes de que Saúl hiciera nuevos intentos de capturarlo. Mientras tanto, David tenía la tarea cotidiana de encontrar provisiones para sus seguidores, y esta pasaje muestra lo difícil que eso podía ser. Trató de ganarse apoyo y provisiones de agricultores ricos como Nabal dándoles ayuda y protección de sus atacantes, como los amalequitas, y buscando luego su generosidad. Sin duda habría agricultores que ayudaban con gusto a David, y probablemente otros que lo hacían de mala gana; Nabal era de malas acciones y se negó bruscamente. Técnicamente, tenía el derecho de actuar como lo hizo, y su comentario de que David era un “siervo” que había dejado a su “señor” no distaba de la verdad. Sin embargo, el lector sabe que David no era un rebelde contra Saúl, y que Dios había escogido a David para ser rey; así que Nabal estaba totalmente ajeno a los planes de Dios.
a) La intervención de Abigaíl.
El enojo de David con Nabal era comprensible y podemos percibir un sentido de cierta desesperación de su parte por encontrar provisiones. Sin embargo, las acciones de Nabal ciertamente no justifican la reacción sanguinaria de David. El relato mostrará que David a veces podía ser duro y violento, pero que Dios estaba aún gobernando los eventos e impidiendo que David cometiera una mala acción. El agente de Dios no fue un profeta, ni la guía del sacerdote Abiatar, sino la esposa del mismo hombre al que David planeaba matar. No es mera coincidencia que Abigaíl[19] era una mujer inteligente, quien no solo vio los peligros sino que actuó rápida y efectivamente para impedir una tragedia. Sus palabras a David le recuerdan que el Dios que lo había ungido para ser rey seguramente le protegería y tendría cuidado de sus necesidades. Por lo tanto, David no debía ser violento ni vengativo.
El mensaje de las palabras de Abigaíl es teológico, aclarando la posición de David a los ojos de Dios. Podemos agregar que humanamente hablando, era también muy sensato: Si David hubiera atacado a algún agricultor del lugar, le habría sido muy difícil ganarse el apoyo de la tribu de Judá más adelante.
b) Matrimonios de David.
El final de la historia relata la muerte de Nabal, seguida por el hecho de que David tomara por esposa a Abigaíl, su viuda. La muerte de Nabal fue, después de todo, una muerte natural, desde una perspectiva humana; pero el escritor expresa la verdad general de que toda vida y muerte están en las manos de Dios. Podemos estar seguros de que los vecinos de Nabal pensaban lo mismo, y tomaron nota de que Dios podría castigar cualquier hostilidad hacia David. Así que la muerte de Nabal puede haber ayudado a la causa de David.
La única esposa de David hasta ahora había sido Mical, la hija de Saúl. Saúl la había dado en matrimonio a otro hombre. Esta acción mostraba su odio por David; era también una maniobra política, que tenía la intención de arrasar con cualquier pretensión al trono que David pudiera haber tenido por ser el yerno de Saúl. Los casamientos por razones políticas eran comunes en aquella época, y al casarse con Abigail y Ahinoam David estaba formando importantes lazos con familias de influencia en Judá. Su camino futuro hacia la monarquía se debería al apoyo de la tribu de Judá, no al apoyo de la corte real existente. El escritor no lo dice, pero consideraba al casamiento de David con Abigaíl como parte de los planes de Dios para él.
8) David en el campamento de Saúl.
La trama de esta narración es la misma que la del capítulo 24. Saúl llevó un ejército a Judá para buscar a David, y casi lo atrapa; David tuvo la oportunidad de matar a Saúl pero en cambio conversó con el rey, quien confesó que había sido injusto con David. Algunos detalles son muy similares a los del capítulo 24, por ejemplo el papel que jugaron los de Zif. Pero muchos otros detalles son totalmente diferentes. Aquí David no está escondiéndose accidentalmente en una cueva como en el capítulo 24, sino deliberadamente visitando el campamento de Saúl. Abner aparece en este relato, pero no en el anterior. A pesar de ello, algunos suponen que ambos capítulos cuentan de distintas maneras el mismo suceso. La pregunta importante es por qué el autor bíblico decidió usar dos relatos tan similares. La respuesta en parte es que quería recalcar el énfasis del capítulo 24. Los israelitas confiaban mucho en el testimonio doble[20], y aquí por segunda vez David resistió la tentación y se negó a hacerle daño al ungido de Adonay (9); también por segunda vez, Saúl admitió que había actuado mal y reconoció que David tendría un gran futuro. Así que una vez más el escritor enfatiza que David se negó a hacerle ningún daño a Saúl, y el hecho de que cuando andaba bien, Saúl se culpaba a sí mismo[21].
El elemento nuevo en este relato está en las palabras de David en 1 Samuel 26.19. Este versículo mira hacia el próximo capítulo, cuando David de mala gana dejó la tierra de Israel y se refugió con los filisteos. Los enemigos de David argumentaron posteriormente que David era un traidor a Israel que había adorado a dioses falsos en Filistea. 1 Samuel 26.19 no significa que en realidad David adorara a otros dioses, pero sí hace notar el hecho de que en territorio extranjero no habría Templos a Adonay donde David podía adorar al verdadero Dios. David, por lo tanto, expresó su renuencia en irse de Israel, tanto que pronunció una maldición sobre los responsables.
9) David en territorio filisteo.
Este sería el período más difícil de la carrera de David. No pudiendo quedarse en territorio israelita, se vio forzado a refugiarse con uno de los reyes filisteos. David dirigía un pequeño ejército, y es evidente que los filisteos no recibirían a los soldados israelitas a menos que pudieran confiar en que ellos lucharían contra sus compatriotas israelitas. Los hombres de David al principio tenían la ventaja de que Saúl, rey de Israel, era indudablemente su enemigo. David tuvo que persuadir a los filisteos de que él y sus hombres eran y seguirían siendo enemigos de Saúl y de Israel en general. Pero, por supuesto, David no quería atacar a los israelitas y, de haberlo hecho, nunca hubiera llegado a ser rey de Israel. Así que enfrentaba una tarea muy difícil, además del problema de alimentar y financiar su ejército. A pesar de todo, tuvo éxito porque Dios aún estaba con él.
a) David y el rey Aquis.
Los recientes episodios en que casi fue capturado por Saúl, fueron para David prueba de que no podía seguir evitando indefinidamente su captura y muerte. Su banda de 600 hombres no podía seguir escondida por mucho más tiempo. Podemos dar por sentado que no hubieran sido recibidos por ningún país neutral ni por ningún aliado de Saúl. La única esperanza de David era simular ser un aliado de los enemigos de Saúl, los filisteos. Es así que regresó a Gat, que antes había visitado brevemente. Esta vez contó con el respeto total de Aquis, el rey filisteo, y le fue dado un lugar donde establecerse, la ciudad de Siclag[22]. Podemos ver que Dios estaba al mando aun en esta decisión filistea. Siclag estaba situada cerca de la frontera israelita, y Aquis esperaba que David atacara a los israelitas en Judá. Pero Siclag también estaba cerca de otra frontera; al sur de Siclag vivían varias tribus que eran enemigas tanto de Israel como de los filisteos. Esto le dio a David la oportunidad de beneficiar al pueblo de Judá, atacando a sus enemigos y, a la vez, engañar a Aquis. Aquis podía ver por sí mismo los botines de guerra, pero no podía saber de dónde provenían. También David se beneficiaba, porque estos botines de guerra suplían las necesidades de comida y pertrechos.
Es notable la habilidad de David de aprovechar una oportunidad así. Este pasaje no está, por supuesto, recomendando el engaño y la crueldad. Básicamente, muestra cuán desesperada era la situación de David, una situación creada por Saúl. También muestra la determinación de David de no hacer nada que pudiera perjudicar a su propio pueblo, sino hacer todo lo posible para ayudarlo. Su primer deber era hacia Israel, y no sentía ninguna obligación hacia los enemigos de Israel.
10) Saúl consulta a una adivina.
Los acontecimientos ahora avanzan hacia un clímax. Los últimos capítulos de 1 Samuel se ocupan de un solo evento de grandes proporciones, una gran batalla entre Israel y los filisteos, y con las acciones y fortunas de las tres partes involucradas: Saúl y su ejército israelita, el ejército filisteo y David y su ejército más pequeño. Los filisteos iniciaron estos eventos, juntando sus fuerzas hasta contar con un gran poderío. La mayoría de las batallas entre Israel y los filisteos se habían librado en el sur del país, pero ahora los filisteos cambiaron su estrategia y se reunieron en Sunem, situada al norte. Probablemente estaban tratando de cortar a Israel en dos, separando a Saúl de las tribus del norte. De cualquier manera, Saúl no podía ignorar este peligro, y parece que se veía forzado a pelear en suelo llano, donde los carros filisteos les daban a éstos una gran ventaja[23]. Israel estaba, pues, en una situación peligrosa, y Saúl necesitaba desesperadamente consejo militar. Aunque el relato se cuenta en términos personales, es importante tener en cuenta que Saúl buscaba dirección como rey de Israel, no como un particular. Pero como rey de Israel no podía conseguir ayuda profética. 1 Samuel 28.6 menciona las tres maneras habituales de conocer la voluntad de Adonay[24]. Saúl ya no podía consultar a Samuel que hacía poco había muerto, a menos que pudiera hacerlo por medio de una adivina; pero Saúl mismo había echado a las adivinas de la zona central de su reino. Las leyes del Antiguo Testamento condenan la práctica de consultar a los muertos[25] y Saúl guardaba dichas leyes. Era una señal de su desesperación el que ahora consultara a una adivina, y que para hacerlo tuviera que ir a un sitio tan al norte como Endor[26], un viaje al otro extremo del campamento filisteo.
El autor bíblico no se ocupa aquí ni de atacar ni ridiculizar la práctica de la necromancia; sencillamente quiere mostrar la desesperación de Saúl y las firmes decisiones de Adonay. Sea que Dios haya permitido aparecer al propio Samuel o que algún espíritu haya tomado la forma de Samuel, el hecho es que según Saúl, vio a Samuel y oyó la voz de Samuel. Esta voz repitió y confirmó el rechazo de Saúl por parte de Adonay y la elección de David. 1 Samuel 28.19 agrega una nueva predicción sobre el resultado de la batalla que se libraría al día siguiente.
La intención de este relato es enfatizar la desesperanza de Saúl; y mostrar lo bajo que había caído, al valerse de una delincuente para que lo ayudara. Porque la mujer era una delincuente, según las propias leyes de Saúl. El capítulo de ninguna manera avala las actividades de adivinas; la dirección de Dios nunca se debe procurar por su intermedio.
11) Los filisteos y David.
Hemos visto en el capítulo 28 cuán impotente se encontraba Saúl, y qué desesperada era su situación. En una manera distinta, David estaba igualmente impotente, a merced de las decisiones filisteas. Su compañía de hombres era demasiado pequeña para pelear contra los filisteos, y no se atrevía a desobedecer sus órdenes; la única alternativa que veía era seguir engañando a Aquis. Sería difícil adivinar qué hubiera hecho David de haber Aquis persuadido a los otros gobernantes filisteos de que David era leal y digno de confianza. Pero los demás reyes filisteos no coincidieron con Aquis. Podían ver claramente el peligro de que el ejército de David cambiara de bandos en medio de la batalla, lo cual entonces habría causado la derrota de los filisteos. También recordaban la fama de David como soldado, que las mujeres israelitas conmemoraran en su canto. El autor no lo dice, pero deja que el lector llegue a la conclusión que había sido Dios quien no se impuso sobre Aquis y rescatado a David de una situación imposible.
12) David derrota a los amalequitas.
La narración sigue a David hacia el sur, de vuelta a su cuartel en Siclag, y deja a un lado el relato de la batalla de Gilboa hasta el capítulo 31. Parte del propósito del escritor al dar tantos detalles es enfatizar que David y sus hombres se encontraban a muchos kilómetros del ejército filisteo cuando se libró la batalla. Fácilmente podemos imaginarnos que los enemigos de David más adelante hicieron correr el falso rumor de que David y sus hombres habían ayudado a los filisteos a derrotar al ejército de Saúl. Por el contrario, este capítulo muestra a David atacando a los amalequitas, enemigos de Israel, mientras se libraba la batalla entre Saúl y los filisteos.
Otro aspecto importante de este relato es que el enemigo es Amalec. El que Saúl no eliminara a este pueblo, que había representado por mucho tiempo una amenaza para Israel, ha sido registrado en el capítulo 15. Fue la causa del rechazo de Saúl por parte del Señor. Ahora en el capítulo 30, se describe a David haciendo lo que Saúl debió haber hecho.
13) Saqueo de David.
Los atacantes nómadas no son fáciles de encontrar, y fue casi un milagro que David rescató todo lo que habían tomado los amalequitas.
En 1 Samuel 30.7 se presenta una lección importante, contrastando la conducta de David, en una situación muy difícil, con la de Saúl en el capítulo 28. Saúl había consultado una adivina, pero David buscó a un hombre de Dios para saber la voluntad de Dios. La consulta de Saúl había terminado en total desesperanza, la de David terminó en un estímulo para él.
Dios no solo había intervenido para prevenir que David tuviera que luchar contra sus compatriotas, sino que la manera en que Dios coordinó los eventos también fue perfecta. David y sus hombres habían llegado de regreso a Siclag mucho antes de lo que los amalequitas los esperaban. De otra manera las esposas y los niños capturados hubieran sido vendidos como esclavos.
El pasaje muestra cómo David impuso su autoridad sobre sus tropas que eran hombres violentos que incluían a hombres malos y perversos. Aquí lo vemos tomando ya una decisión como la que por lo general tomaría un rey. Su norma general era beneficiar a todo su pueblo equitativamente, y también devolver la hospitalidad a los pueblos y áreas de Judá donde él y sus hombres habían sido antes fugitivos huyendo de Saúl. Esta fue una maniobra política astuta: Llegado el momento, los habitantes de Judá libremente lo eligieron como rey en lugar de servir a un hijo de Saúl[27].
14) La batalla de Gilboa.
La batalla lleva el nombre del monte Gilboa. Comenzó en el llano, pero los israelitas derrotados fueron perseguidos retrocediendo a las laderas de la montaña donde muchos murieron, incluyendo a Saúl y Jonatán. El capítulo no da la cantidad de víctimas, pero evidentemente fue una victoria filistea importante, por la que pudieron ocupar varias ciudades israelitas. Es así que el reinado de Saúl terminó en el desastre para Saúl mismo y para Israel. Parecía que los dioses de los filisteos habían triunfado; pero 2 Samuel contará cómo David derrotó a los filisteos para siempre.
El último párrafo del capítulo ofrece un final apropiado para el relato del reinado de Saúl. Su primer acto como rey había sido rescatar la ciudad de Jabes, en Galaad; sus habitantes rescataron ahora su cuerpo y dieron a sus restos honrosa sepultura. Es desconcertante por qué incineraron los cadáveres, ya que ésta no parece haber sido una costumbre israelita. Sea cual fuere la razón, el acto tuvo el propósito de honrar a los muertos.
Es así que 1 Samuel termina con una nota trágica. Pero fue una tragedia predicha por el portavoz de Dios, y no significaba que el Dios de Israel había sido derrotado. Él ya había escogido al próximo rey de Israel, y lo había capacitado para ser mejor soldado y líder que Saúl. Dios a su tiempo se encargaría de la amenaza filistea.
[1] 1 Samuel 9.2; 10.23.
[2] Es probable que los eventos del capítulo 17 sucedieran antes de 1 Samuel 16.21.
[3] 1 Samuel 17.47. NBLH
[4] 2 Samuel 5.
[5] 1 Samuel 17.55-58.
[6] 1 Samuel 17.25.
[7] 1 Samuel 31.
[8] 1 Samuel 23.16-18.
[9] 1 Samuel 18.10-11. NBLH
[10] 1 Reyes 18.29.
[11] Las sugerencias de una relación homosexual entre David y Jonatán son totalmente infundadas; todo el énfasis del autor bíblico radica en el hecho de que David no era enemigo político de Saúl o de su familia, y que Jonatán nada tenía que temer ni desconfiar de David. No podemos olvidar que David era u hombre conforme al corazón de Dios y el homosexualismo Dios lo ve como un pecado aberrante.
[12] 2 Samuel 15:7–9
[13] 1 Samuel 22.22.
[14] 1 Samuel 22.18.
[15] “Ciudad de los sacerdotes” (1 Samuel 22.19), edificada sobre una colina, a un lado de Betfagé y en las proximidades de Jerusalén, en terreno de la tribu de Benjamín. Fue prácticamente arrasada por órdenes de Saúl tras la disputa que tuvo con David; sus habitantes fueron pasados a cuchillo (1 Samuel 21.1; 22.9-23). Se cree que en Nob se refugiaron los sacerdotes cuando huyeron con el efod, después que los filisteos robaron el Arca. Nob figura en la lista de las ciudades que volvieron a ser habitadas después de la cautividad, esta vez por “hijos de Benjamín” (Nehemías 11.32). Isaías la menciona en sus profecías (10.32).
[16] Ciudad de la llanura de Judá (Josué 15.44; 1 Crónicas 4.19). Atacada por los filisteos; liberada por David, sin embargo, no permaneció en ella por temor a ser entregado traicioneramente a Saúl (1 Samuel 23.1-13). Habitada después de la cautividad (Nehemías 3.17-18). Se identifica generalmente con Khirbet Kila, a 13 Kilómetros al noroeste de Hebrón.
[17] Localidad del país montañoso de Judá (Josué 15.55), cerca del desierto y de un bosque (1 Samuel 23.14-15). Roboam lo fortificó (2 Crónicas 11.8). Identificado con Tell Zîf, altura destacada, de 878 metros, a 6 Kilómetros al sur-sureste de Hebrón.
[18] Significa “tonto, insensato, sin sentido”.
[19] Significa “regocijo del padre”.
[20] Deuteronomio 19.15.
[21] Saúl reconoció haber actuado neciamente, así como Abigaíl había reconocido la insensatez de su esposo al oponerse a David (25.25). Las dos palabras hebreas son diferentes, pero la idea es la misma. Todos los que se oponen a los planes de Dios tarde o temprano muestran ser necios e insensatos.
[22] Ciudad del sur de Judá correspondiente a la tribu de Simeón (Josué 15.31; 19.5). El rey filisteo Aquis la cedió a David, quien vivió allí durante un año y cuatro meses (1 Samuel 27.6-7). Tomada por los amalecitas en una ocasión, David la recapturó (1 Samuel 30.1-2). En Siglag, David recibió la noticia de la muerte de Saúl (2 Samuel 1.1; 4.10). Los judíos la habitaron después del cautiverio (Nehemías 11.28).
[23] Por lo general los israelitas podían pelear en las montañas, donde los carros eran de poca utilidad.
[24] El Urim se refiere al efod sacerdotal.
[25] Levítico 19.31; Deuteronomio 18.9–14.
[26] “Manantial de la casa”. Ciudad asignada a Manasés, pero nunca conquistada por los israelitas (Josué 17.11-12). Quedaba a 7 kilómetros al sur del monte Tabor, cerca de Naín. Aquí el rey Saúl, antes de su última batalla, consultó a la pitonisa (1 Samuel 28.7). Es probable que esta era mujer cananea porque entre los hebreos se había tratado de eliminar tales costumbres. En el mismo lugar existe hoy un pueblo llamado Ein Dor, construido sobre muchas ruinas.
[27] 2 Samuel 2.10.