A. Comentario.
1. Continuación del relato de los dos reinos.
a. Continuación de la dinastía de Omri.
1) Ocozías y Elías.
El anuncio sobre la rebelión de Moab anticipa la historia que ocupará todo el capítulo 3 de 2 Reyes. Aquí sugiere la corrupción y la ruina de la dinastía de Omri que de acuerdo con lo que se predijo ocurriría durante el reinado del hijo de Acab[1].
No se atribuye el accidente de Ocozías al juicio de Dios sobre él. Lo que trajo la condenación profética fue su acción de pedir un oráculo de un dios extranjero. El autor ridiculiza a este dios de Ecrón al cambiarle el nombre del original Baal-zebul[2] a Baal-zebub[3]. En vez de regresar con un oráculo de Baal-zebub de Ecrón, los mensajeros de Ocozías regresaron con un oráculo de Adonay por medio de Elías. Por no querer buscar a Adonay durante su enfermedad Ocozías hizo que el Señor demostrara su poder sobre la vida y la muerte.
El fin horrible de los dos capitanes y sus compañías en 2 Reyes 1.9–12 es difícil de explicar. Puede ser que la vida de Elías haya estado en peligro por lo que hacía Ocozías tal como fue el caso anteriormente con Acab y Jezabel y las palabras del ángel a Elías en 2 Reyes 1.15 “…no le tengas miedo”[4], apoyan esta opinión. O quizá Ocozías debía aprender que a una persona de Dios, lo mismo que a Dios mismo, no se le dice qué es lo que debe hacer. Desde luego, las palabras de súplica usadas por el tercer capitán produjeron una respuesta muy diferente.
Aunque no se sabe lo que Ocozías esperaba lograr al mandar a buscar a Elías, todo lo que recibió fue escuchar exactamente lo mismo que ya se había profetizado, que moriría sin recuperarse de sus heridas.
En vista de la profecía anterior de Elías a Acab[5] esperaríamos que Ocozías fuera el último rey de la dinastía de Omri. Pero después de la muerte de Ocozías, Joram, otro hijo de Acab[6] empezó a reinar. El cumplimiento de las palabras de Elías se debe aguardar aún más.
2) La partida de Elías.
La jornada en esta narración abarcó sitios que estaban llenos de asociaciones con el pasado de Israel. Gilgal fue el primer lugar donde los israelitas pararon después de cruzar el Jordán. Los israelitas varones que habían nacido durante los años en el desierto fueron circuncidados allí y también fue allí donde celebraron la Pascua[7]. Betel, a unos 24 kilómetros dentro del área montañosa, fue el lugar donde Jacob se encontró con Dios[8]. Jericó, en el valle del Jordán no muy lejos de Gilgal, fue la primera ciudad que Josué tomó[9], y el Jordán había dejado de correr milagrosamente para permitir que Israel entrara a la tierra prometida[10].
Aparte del desvío a Betel, la jornada tiene como foco los sitios asociados con la entrada de Israel a la tierra prometida. El propósito de esto, o al menos el propósito que el autor tuvo para relatarlo, es atraer la atención a los importantes papeles que Elías y Eliseo desempeñaron en la historia de Israel. Eventos previos en la vida de Elías recuerdan aspectos del ministerio de Moisés, por ejemplo, igual que Moisés Elías recibió una revelación de Dios en el monte Horeb, y la matanza de los profetas de Baal hace eco de la tragedia del incidente de la adoración del becerro de oro[11]. Ahora lo vemos cruzando al lado este del Jordán de manera similar a como se cruzó el mar Rojo cuando Moisés era el líder, donde también terminó el ministerio de Moisés. Ciertamente, el fin de la vida de Moisés fue casi tan misterioso como el de Elías[12]. Las semejanzas entre las vidas de estos dos hombres se destacan en el Nuevo Testamento cuando ambos aparecen para hablar con Jesús en su transfiguración[13].
Hay un significado teológico en las semejanzas entre Elías y Moisés. Moisés fue el mediador del pacto en Sinaí, también fue el profeta[14] por medio del cual Israel ocupó una relación de pacto y llamado el pueblo de Dios. Elías fue el profeta por medio del cual el pueblo volvió al pacto del Sinaí y se salvó la posición especial de Israel. En breve, las semejanzas con Moisés intensifican dramáticamente la importancia de Elías en la historia de Israel y en los libros de los Reyes en particular.
Si se identifica a Elías como un segundo Moisés, entonces sería adecuado que Eliseo siguiera el molde de Josué. Tal como Josué sucedió a Moisés como líder del pueblo, Eliseo sucedió a Elías al cruzar el Jordán sobre tierra firme y seca del este al oeste tal como lo hizo Josué[15] y siguiendo en los pasos de Josué al pasar por Jericó.
La partida de Elías demostró el poder y misterio de Dios. Eliseo y los grupos de profetas en Betel y Jericó lo sabían de antemano pero finalmente ocurrió de manera imposible de describir claramente. La petición de Eliseo que recibiera una doble porción del espíritu de Elías refleja el derecho a la herencia que le pertenecía al primogénito[16], y podemos ver una conexión entre esto y la manera en que Eliseo se refiere a Elías como su padre. Viene a ser un pedido oficial de ser el heredero del ministerio de Elías. La condición que Elías impuso probablemente se refiere a que Eliseo entendiera su partida y no solo que fuera testigo de ella. El grito de Eliseo, carro de Israel y sus jinetes, demostró que él apreció el hecho de que Elías era la verdadera fortaleza y protección del pueblo de Dios. Rasgó sus ropas como señal de luto por la gran pérdida que esto representaba para el pueblo.
Cuando Eliseo se acercó al Jordán y este se partió para él tal como se había partido para Elías, ese evento confirmó que el espíritu que había sido activo en Elías ahora reposaba sobre él. De modo que los profetas de Jericó lo reconocieron como su nuevo señor. Sin embargo, ellos no habían entendido la partida de Elías tan bien como Eliseo porque insistieron en ir a buscarlo. Eliseo sabía que eso era inútil.
En el siglo V a.C., el profeta Malaquías predijo que el regreso de Elías iba a predecir “…el día del SEÑOR, día grande y terrible”[17]. En su contexto esto indica a un profeta que repita el ministerio de Elías, en particular llamando al pueblo a volver a Dios[18], pero condujo a muchas especulaciones de que Elías iba a volver en persona[19]. Jesús indicó que el ministerio de Elías se había reanudado con Juan el Bautista, cumpliendo las palabras de Malaquías[20].
Las compañías de profetas en Betel y Jericó probablemente estaban entre los 7.000 israelitas fieles mencionados en 1 Reyes 19.18.
[1] 1 Reyes 21.29.
[2] Príncipe Baal.
[3] Señor de las moscas. Zebul también ocurre en el nombre de Jezabel que significa “¿Dónde está el Príncipe?”
[4] NBLH
[5] 1 Reyes 21.29.
[6] 2 Reyes 3.1.
[7] Josué 5.
[8] Génesis 28.
[9] Josué 6.
[10] Josué 3.
[11] Éxodo 32.25-29.
[12] Deuteronomio 34.6.
[13] Mateo 17.3.
[14] Deuteronomio 18.15; 34.10.
[15] Hasta el mismo nombre de Eliseo nos hace recordar el de Josué. Eliseo significa “Dios es salvación”, y Josué quiere decir “Adonay es salvación”.
[16] Deuteronomio 21.17.
[17] Malaquías 4.5. NBLH
[18] Malaquías 4.6.
[19] Mateo 17.10; Marcos 8.28.
[20] Mateo 11.14; 17.11–13.
1. Continuación del relato de los dos reinos.
a. Continuación de la dinastía de Omri.
1) Ocozías y Elías.
El anuncio sobre la rebelión de Moab anticipa la historia que ocupará todo el capítulo 3 de 2 Reyes. Aquí sugiere la corrupción y la ruina de la dinastía de Omri que de acuerdo con lo que se predijo ocurriría durante el reinado del hijo de Acab[1].
No se atribuye el accidente de Ocozías al juicio de Dios sobre él. Lo que trajo la condenación profética fue su acción de pedir un oráculo de un dios extranjero. El autor ridiculiza a este dios de Ecrón al cambiarle el nombre del original Baal-zebul[2] a Baal-zebub[3]. En vez de regresar con un oráculo de Baal-zebub de Ecrón, los mensajeros de Ocozías regresaron con un oráculo de Adonay por medio de Elías. Por no querer buscar a Adonay durante su enfermedad Ocozías hizo que el Señor demostrara su poder sobre la vida y la muerte.
El fin horrible de los dos capitanes y sus compañías en 2 Reyes 1.9–12 es difícil de explicar. Puede ser que la vida de Elías haya estado en peligro por lo que hacía Ocozías tal como fue el caso anteriormente con Acab y Jezabel y las palabras del ángel a Elías en 2 Reyes 1.15 “…no le tengas miedo”[4], apoyan esta opinión. O quizá Ocozías debía aprender que a una persona de Dios, lo mismo que a Dios mismo, no se le dice qué es lo que debe hacer. Desde luego, las palabras de súplica usadas por el tercer capitán produjeron una respuesta muy diferente.
Aunque no se sabe lo que Ocozías esperaba lograr al mandar a buscar a Elías, todo lo que recibió fue escuchar exactamente lo mismo que ya se había profetizado, que moriría sin recuperarse de sus heridas.
En vista de la profecía anterior de Elías a Acab[5] esperaríamos que Ocozías fuera el último rey de la dinastía de Omri. Pero después de la muerte de Ocozías, Joram, otro hijo de Acab[6] empezó a reinar. El cumplimiento de las palabras de Elías se debe aguardar aún más.
2) La partida de Elías.
La jornada en esta narración abarcó sitios que estaban llenos de asociaciones con el pasado de Israel. Gilgal fue el primer lugar donde los israelitas pararon después de cruzar el Jordán. Los israelitas varones que habían nacido durante los años en el desierto fueron circuncidados allí y también fue allí donde celebraron la Pascua[7]. Betel, a unos 24 kilómetros dentro del área montañosa, fue el lugar donde Jacob se encontró con Dios[8]. Jericó, en el valle del Jordán no muy lejos de Gilgal, fue la primera ciudad que Josué tomó[9], y el Jordán había dejado de correr milagrosamente para permitir que Israel entrara a la tierra prometida[10].
Aparte del desvío a Betel, la jornada tiene como foco los sitios asociados con la entrada de Israel a la tierra prometida. El propósito de esto, o al menos el propósito que el autor tuvo para relatarlo, es atraer la atención a los importantes papeles que Elías y Eliseo desempeñaron en la historia de Israel. Eventos previos en la vida de Elías recuerdan aspectos del ministerio de Moisés, por ejemplo, igual que Moisés Elías recibió una revelación de Dios en el monte Horeb, y la matanza de los profetas de Baal hace eco de la tragedia del incidente de la adoración del becerro de oro[11]. Ahora lo vemos cruzando al lado este del Jordán de manera similar a como se cruzó el mar Rojo cuando Moisés era el líder, donde también terminó el ministerio de Moisés. Ciertamente, el fin de la vida de Moisés fue casi tan misterioso como el de Elías[12]. Las semejanzas entre las vidas de estos dos hombres se destacan en el Nuevo Testamento cuando ambos aparecen para hablar con Jesús en su transfiguración[13].
Hay un significado teológico en las semejanzas entre Elías y Moisés. Moisés fue el mediador del pacto en Sinaí, también fue el profeta[14] por medio del cual Israel ocupó una relación de pacto y llamado el pueblo de Dios. Elías fue el profeta por medio del cual el pueblo volvió al pacto del Sinaí y se salvó la posición especial de Israel. En breve, las semejanzas con Moisés intensifican dramáticamente la importancia de Elías en la historia de Israel y en los libros de los Reyes en particular.
Si se identifica a Elías como un segundo Moisés, entonces sería adecuado que Eliseo siguiera el molde de Josué. Tal como Josué sucedió a Moisés como líder del pueblo, Eliseo sucedió a Elías al cruzar el Jordán sobre tierra firme y seca del este al oeste tal como lo hizo Josué[15] y siguiendo en los pasos de Josué al pasar por Jericó.
La partida de Elías demostró el poder y misterio de Dios. Eliseo y los grupos de profetas en Betel y Jericó lo sabían de antemano pero finalmente ocurrió de manera imposible de describir claramente. La petición de Eliseo que recibiera una doble porción del espíritu de Elías refleja el derecho a la herencia que le pertenecía al primogénito[16], y podemos ver una conexión entre esto y la manera en que Eliseo se refiere a Elías como su padre. Viene a ser un pedido oficial de ser el heredero del ministerio de Elías. La condición que Elías impuso probablemente se refiere a que Eliseo entendiera su partida y no solo que fuera testigo de ella. El grito de Eliseo, carro de Israel y sus jinetes, demostró que él apreció el hecho de que Elías era la verdadera fortaleza y protección del pueblo de Dios. Rasgó sus ropas como señal de luto por la gran pérdida que esto representaba para el pueblo.
Cuando Eliseo se acercó al Jordán y este se partió para él tal como se había partido para Elías, ese evento confirmó que el espíritu que había sido activo en Elías ahora reposaba sobre él. De modo que los profetas de Jericó lo reconocieron como su nuevo señor. Sin embargo, ellos no habían entendido la partida de Elías tan bien como Eliseo porque insistieron en ir a buscarlo. Eliseo sabía que eso era inútil.
En el siglo V a.C., el profeta Malaquías predijo que el regreso de Elías iba a predecir “…el día del SEÑOR, día grande y terrible”[17]. En su contexto esto indica a un profeta que repita el ministerio de Elías, en particular llamando al pueblo a volver a Dios[18], pero condujo a muchas especulaciones de que Elías iba a volver en persona[19]. Jesús indicó que el ministerio de Elías se había reanudado con Juan el Bautista, cumpliendo las palabras de Malaquías[20].
Las compañías de profetas en Betel y Jericó probablemente estaban entre los 7.000 israelitas fieles mencionados en 1 Reyes 19.18.
[1] 1 Reyes 21.29.
[2] Príncipe Baal.
[3] Señor de las moscas. Zebul también ocurre en el nombre de Jezabel que significa “¿Dónde está el Príncipe?”
[4] NBLH
[5] 1 Reyes 21.29.
[6] 2 Reyes 3.1.
[7] Josué 5.
[8] Génesis 28.
[9] Josué 6.
[10] Josué 3.
[11] Éxodo 32.25-29.
[12] Deuteronomio 34.6.
[13] Mateo 17.3.
[14] Deuteronomio 18.15; 34.10.
[15] Hasta el mismo nombre de Eliseo nos hace recordar el de Josué. Eliseo significa “Dios es salvación”, y Josué quiere decir “Adonay es salvación”.
[16] Deuteronomio 21.17.
[17] Malaquías 4.5. NBLH
[18] Malaquías 4.6.
[19] Mateo 17.10; Marcos 8.28.
[20] Mateo 11.14; 17.11–13.