2. David rey de todo Israel.
Este quinto capítulo, relativamente breve consigna tres de los logros más importantes de David.
ü Unificó a la nación, y todos los israelitas lo reconocieron como rey.
ü Tomó a Jerusalén que era una de varias ciudades dentro de territorio israelita que no estaban en poder de los israelitas. Esas ciudades dividían al país, separando a una tribu israelita de otra. Sus habitantes cananeos, por otra parte, representaban un peligro permanente, ya que con frecuencia estaban dispuestos a aliarse con los filisteos en contra de Israel. Por lo tanto, David eliminó este peligro, adquiriendo el poder sobre todas estas ciudades extranjeras.
ü Eliminó totalmente la amenaza filistea. Derrotó tan completamente a los viejos enemigos que nunca más fueron un problema para Israel.
a. Rey de todo Israel.
Este párrafo pone en claro que David no conquistó las tribus israelitas del norte, y que tampoco las gobernó contra su voluntad. La iniciativa de aclamarlo como su rey surgió de ellos: Sus representantes viajaron hacia el sur hasta Hebrón para invitarle a ser su rey. Se ve que la muerte de Isboset había significado el colapso del gobierno en el norte, y frente a la agresión filistea, los representantes de las tribus del norte estaban ansiosos por tener un gobierno fuerte y eficaz. Teóricamente, podían haber elegido a alguien de entre ellos mismos, pero optaron por David por tres poderosas razones que se explican en 2 Samuel 5.1-2.
El resumen del reinado de David en 2 Samuel 5.5 hace posible calcular la fecha de la toma de Jerusalén. El reinado de Isboset había durado solo dos años[1], pero David siguió reinando en Hebrón durante cinco años más. Los ancianos israelitas probablemente lo reconocieron como rey en cuanto murió Isboset, pero pasó un tiempo antes de estar preparado para atacar a Jerusalén.
b. La toma de Jerusalén.
Jerusalén[2] era una ciudad antigua. En la antigüedad tanto la tribu de Judá como la de Benjamín habían intentado tomarla[3] pero seguía bajo el poder de un pueblo cananeo llamado jebuseo. Era una ciudad muy bien fortificada, y los jebuseos se sentían seguros de que las tropas de David no la podrían capturar. Existen ciertas dudas sobre el significado de algunas palabras y frases en 2 Samuel 5.6–8, pero parece probable que los jebuseos eran despectivos: “Usted no entrará aquí; aun los ciegos y los cojos lo rechazarán”[4]. En lugar de un ataque directo sobre las fuertes murallas, los hombres de David aparentemente encontraron un conducto de agua por el cual pudieron entrar a la ciudad sorpresivamente. El abastecimiento principal de agua para Jerusalén venía de un arroyo fuera de los muros de la ciudad; trabajos arqueológicos han descubierto varios conductos y túneles.
Habiendo tomado a Jerusalén, David pronto la convirtió en su capital. Era mucho más central que Hebrón, y ya que se encontraba en territorio benjamita ayudaría a que los israelitas del norte sintieran que David era realmente rey de todo Israel. David se hizo edificar allí una casa o “palacio” y estableció su harén real.
El hecho de que un rey extranjero, Hiram, rey de Tiro, envió mensajeros a David, demuestra el creciente poder e importancia tanto de David mismo como de la nación que gobernaba. Durante la mayor parte del siglo X a.C., Israel fue la nación más poderosa de toda la región. El escritor bíblico reconoce las habilidades y logros de David, pero da los méritos definitivamente a Adonay Dios de los Ejércitos. Dios no dio estos logros para glorificar a David sino para beneficiar a su pueblo Israel. No cabe duda que David brindó muchos beneficios materiales, paz y prosperidad a Israel.
El escritor no comenta sobre el harén de David. En un sentido era un símbolo reconocido de la posición política de David en el antiguo Cercano Oriente; pero los capítulos siguientes mostrarán cuántos problemas causaron la rivalidad entre sus muchos hijos. Deuteronomio 17.17 ofrece una advertencia general contra tener muchas esposas, tan apropiada para David como para Salomón.
c. Derrota de los filisteos.
Los filisteos habían permitido, sin interferir, que David gobernara en Judá; un Israel dividido les daba a ellos más poder. Pero en cuanto todas las tribus israelitas apoyaron a David, los filisteos se convirtieron en sus enemigos. Sus ataques probablemente sucedieron antes de la toma de Jerusalén, y la fortaleza mencionada es Adulam[5], cuartel militar anterior de David. Ambos ataques filisteos fueron en el valle de Refaím[6] que quedaba al sur de Jerusalén, lo que puede haber llamado la atención de David sobre la importancia de toda esta región.
Las dos victorias de David se describen brevemente, pero con suficientes detalles para mostrar que consultó a Adonay antes de cada batalla. Dios nunca dejó de contestar a su rey escogido; el contraste con Saúl es digno de notar.
d. David, el Arca y la casa de Dios.
Saúl nunca había mostrado interés en el Arca del Pacto, y había ofendido a profetas y sacerdotes. David, por el contrario, trabajando unido con los profetas y sacerdotes, trataba al Arca con gran reverencia y honra. El Arca fue instalada permanentemente en Jerusalén. 2 Samuel 7 expresa algunos de los planes de Dios para el futuro, con respecto a la nueva morada del Arca y a David.
1) El Arca es llevada a Jerusalén.
El capítulo 6 resume la historia del Arca[7]. Durante muchos años el Arca había permanecido en Baala, una ciudad llamada también Quiriat-jearim. Al transferir el Arca a Jerusalén, David estaba también transformando a Jerusalén, convirtiéndola en el santuario más importante de su reino. Se convirtió en su capital religiosa tanto como política. La acción en sí tenía también valor político, ya que daba a Jerusalén importancia adicional a los ojos de todo Israel, ayudando así a unificar al país. El énfasis del escritor bíblico está, no obstante, en los aspectos religiosos de las acciones de David. Tuvo sumo cuidado en tratar el Arca con toda reverencia. La muerte de Uza[8], que nunca fue olvidada, era un recordatorio del poder de Dios simbolizado por el Arca. David comprendió que no tenía libertad de hacer lo que quería con el Arca; y aun menos que podía manipular al Dios representado por el Arca. Aunque este suceso fue lamentable en ese momento, tener este historial fue sin duda un consuelo para generaciones posteriores de israelitas; les recordaba que su Dios Adonay era más poderoso que cualquier atacante u opresor extranjero. También les enseñó que el respeto por la santidad de Dios era esencial al bienestar de la nación.
Entonces, el Arca se instaló en Jerusalén, pero en una tienda. El Templo no fue construido hasta el reinado de Salomón[9].
2) Infertilidad de Mical.
Este episodio de Mical aparece inesperadamente, y es desconcertante por qué fue tan hostil hacia las acciones de David. A pesar de lo que dijo, ha de haber visto que el pueblo no despreciaba a David sino que compartía su gozo en las celebraciones. La airada réplica de él se justifica bajo estas circunstancias. Quizá el escritor quiere que asumamos que este altercado entre David y Mical llevó al distanciamiento permanente entre ellos. En cualquier caso, ella nunca tuvo hijos.
2 Samuel 6.23 presenta lo importante. Muchos capítulos posteriores se ocupan de los hijos de David y sus ambiciones de ocupar el trono. Si Mical hubiera tenido alguna vez un hijo, este hubiera sido un fuerte candidato para el trono, como nieto de Saúl e hijo de David. Pero no hubo tal hijo y el escritor quiere que lleguemos a la conclusión que en esto también estaba la mano de Dios.
e. Profecía de Natán.
Este capítulo continúa la historia de David y del santuario en Jerusalén. Los acontecimientos que consigna son de una fecha posterior en el reinado de David, como lo insinúa 2 Samuel 7.1.
Tenemos aquí el pasaje más importante de los libros de Samuel, y uno de los pasajes clave de todo el Antiguo Testamento. Trata el futuro del santuario en Jerusalén y de la monarquía davídica, las dos instituciones vitales para el pueblo de Israel durante varios siglos después de David. Por medio del profeta Natán, Dios hizo promesas seguras a David sobre estas dos cosas. Estas solemnes promesas divinas eran en suma un “Pacto eterno” con David[10].
Los dos temas se conectan hábilmente por medio del uso de la palabra “casa”. La misma palabra hebrea significaba no solamente una casa común, sino también un Templo y, tercero, una dinastía. El capítulo comienza hablando de los planes de David de construir un Templo a Adonay, una casa para Dios. Luego en 2 Samuel 7.11, se presenta el tema de una casa para David; no su palacio sino su dinastía davídica, o sea sus hijos y descendientes que le sucederían como reyes en Jerusalén.
Las promesas de Dios referentes a estas dos cosas se juntan en 2 Samuel 7.13. El hijo de David edificará el Templo; la dinastía durará para siempre. Estas son promesas muy positivas, pero el capítulo contiene también algunos puntos negativos.
1) Se rechaza el plan de David de construir el Templo.
2) Dios no se agrada de los Templos.
3) 2 Samuel 7.14 reconoce que algunos de los descendientes serían reyes indignos y merecerían y recibirían castigo divino.
Estos varios puntos, tanto positivos como negativos, proveen una descripción y una explicación por los eventos desde el tiempo de David hasta 587 a.C[11]. En este período el Templo fue construido, no por David, sino por su hijo Salomón. Muchos de sus descendientes eran débiles y pecadores, pero la dinastía se mantuvo durante cuatro siglos sin interrupción.
Sin ninguna duda David fue el rey más grande de Israel y su fama se cuenta para siempre entre los hombres más importantes de la historia. Pero su grandeza dada por Dios no era para su propio beneficio y gloria, sino para beneficiar a la nación que gobernaba. Por lo tanto, 2 Samuel 7.10 da los planes y promesas de Dios para Israel por medio de David. Estas promesas se cumplieron durante el propio reinado de David, y siguieron siendo los planes definitivos de Dios para su pueblo a pesar del hecho de que en épocas posteriores Israel y Judá con frecuencia sufrieron reveses políticos, principalmente por sus pecados contra Dios. Estos planes dependían del cumplimiento de la promesa de Dios de enviar a un Hijo de David, el Mesías, que sería el que finalmente llevaría al pueblo de Dios a gozar de la seguridad y paz que siempre necesitan.
f. Oración de David.
Una acción de gracias personal era la respuesta apropiada a las promesas hechas a David por medio de Natán. Esta oración agradecida fue ofrecida en el santuario-tienda que David acababa de levantar, y nada más se dice del Templo propuesto. La única casa que David mencionó fue la de su futura dinastía. Estaba agradecido tanto por el contenido de las promesas de Dios como por el hecho de que se las había dado a conocer. Como dijo, a pocos les es revelado el futuro de su familia.
La oración de David no ignora el hecho de que las bendiciones de Dios a su familia significarían también bendición a Israel. 2 Samuel 7.23-24 recuerdan la bondad de Dios a Israel en el pasado. La continuación de la línea de David significaría la bendición continua de Dios sobre el pueblo que había escogido y tomado como pueblo suyo para siempre. Las palabras agradecidas de David en esta oración serían de consuelo y motivo de tranquilidad para muchos israelitas en épocas difíciles en el futuro.
g. Más victorias.
Muchas de las victorias que registra el capítulo 8 sucedieron antes de los acontecimientos del capítulo 7. Al colocarlas aquí el escritor bíblico ilustra el comienzo del cumplimiento de las promesas de Dios a David bosquejadas en el capítulo 7.
Una nueva derrota de los filisteos es relatada brevemente. La frase Meteg-ama[12] es desconocida, y quizá ni sea el nombre de un lugar; varios comentaristas la traducen “supremacía”. El versículo paralelo en Crónicas se refiere a la bien conocida ciudad de Gat[13]. Los filisteos estaban en la frontera sudoeste de Israel.
Los moabitas habían sido aliados de David en una etapa anterior[14], y no sabemos qué causó ahora la guerra entre ellos. La crueldad con que los trató sugiere que eran culpables de una grave traición. Los moabitas estaban en la frontera sudeste de Israel.
Las campañas descritas en 2 Samuel 8.3–10 eran contra diversos reinos arameos, al norte de Israel. Al final David estaba recibiendo tributo de varios Estados más pequeños y su dominio se extendió al norte hasta el río Éufrates. 2 Samuel 8.12–14 vuelven al área sudeste, y nos dicen que David derrotó a los hijos de Amón y los edomitas además de los moabitas.
Es así que David logró triunfos militares dondequiera que hacían falta. También desarrolló una sana administración de Israel mismo. El capítulo termina dando una lista de los funcionarios principales. Joab y Abiatar son ya nombres conocidos para el lector. Benaía comandaba la guardia real, y tuvo un papel importante en la subida de Salomón al trono. Algunos de los hijos de David eran ministros principales, pero no se describen aquí sus funciones[15].
El nombre nuevo más significativo en esta lista es el de Sadoc. Muchos eruditos creen que tenía conexiones anteriores con la adoración en Jerusalén, pero esto solo puede ser una suposición. Sean los que sean sus antecedentes, más adelante llegó a ser el único sumo sacerdote en Jerusalén, y su familia se mantuvo en el sumo sacerdocio durante muchos siglos.
[1] 2 Samuel 2.10.
[2] Sión es un sinónimo bíblico de Jerusalén usado con frecuencia. Posiblemente había sido originalmente el nombre de la parte de la ciudad que era una fortaleza. Jerusalén ahora se llamó la Ciudad de David; nombre que era usado todavía en la época del Nuevo Testamento (Lucas 2.11).
[3] Jueces 1.8, 21.
[4] 2 Samuel 5.6. NBLH
[5] Nombre de una ciudad y de un conjunto de cuevas. Probablemente Tel-es-seikh-Madhkur, a medio camino entre Laquis y Jerusalén. Josué la conquistó y cedió a Judá (Josué 12.15; 15.20, 35). Roboam la fortificó (2 Crónicas 11.7) y Nehemías la reedificó (Nehemías 11.30). Es-seih-Madhkur no se presta a esto, pero sí las muchas cuevas de Khirbet'Id el-Ma.
[6] El "valle de los refaítas" era un lugar citado al referirse a la frontera de las tribus de Judá y Benjamín (Josué 15.8; 18.16), situada bastante cerca de Jerusalén. Allí David se enfrentó a los filisteos (2 Samuel 5.18, 22; 23.13). La etimología de la palabra es muy oscura y es probable que se derive de algún rito del culto a los muertos con alguna referencia a la mitología vegetativa cananea, en donde el término refaíta se usa para designar a los muertos o a las sombras.
[7] 1 Samuel 4.4-7.2.
[8] 2 Samuel 6.6-8.
[9] 1 Reyes 6.
[10] 2 Samuel 23.5.
[11] En el año 587 a.C., el Templo fue destruido por los babilonios y Judá dejó de ser un reino.
[12] La NBLH omite esta frase, a diferencia de la RV.
[13] 1 Crónicas 18.1.
[14] 1 Samuel 22.3-4
[15] En algunas versiones se traduce como “sacerdotes” pero no tiene sentido debido a que David era de la tribu de Judá, no de Leví.
Este quinto capítulo, relativamente breve consigna tres de los logros más importantes de David.
ü Unificó a la nación, y todos los israelitas lo reconocieron como rey.
ü Tomó a Jerusalén que era una de varias ciudades dentro de territorio israelita que no estaban en poder de los israelitas. Esas ciudades dividían al país, separando a una tribu israelita de otra. Sus habitantes cananeos, por otra parte, representaban un peligro permanente, ya que con frecuencia estaban dispuestos a aliarse con los filisteos en contra de Israel. Por lo tanto, David eliminó este peligro, adquiriendo el poder sobre todas estas ciudades extranjeras.
ü Eliminó totalmente la amenaza filistea. Derrotó tan completamente a los viejos enemigos que nunca más fueron un problema para Israel.
a. Rey de todo Israel.
Este párrafo pone en claro que David no conquistó las tribus israelitas del norte, y que tampoco las gobernó contra su voluntad. La iniciativa de aclamarlo como su rey surgió de ellos: Sus representantes viajaron hacia el sur hasta Hebrón para invitarle a ser su rey. Se ve que la muerte de Isboset había significado el colapso del gobierno en el norte, y frente a la agresión filistea, los representantes de las tribus del norte estaban ansiosos por tener un gobierno fuerte y eficaz. Teóricamente, podían haber elegido a alguien de entre ellos mismos, pero optaron por David por tres poderosas razones que se explican en 2 Samuel 5.1-2.
El resumen del reinado de David en 2 Samuel 5.5 hace posible calcular la fecha de la toma de Jerusalén. El reinado de Isboset había durado solo dos años[1], pero David siguió reinando en Hebrón durante cinco años más. Los ancianos israelitas probablemente lo reconocieron como rey en cuanto murió Isboset, pero pasó un tiempo antes de estar preparado para atacar a Jerusalén.
b. La toma de Jerusalén.
Jerusalén[2] era una ciudad antigua. En la antigüedad tanto la tribu de Judá como la de Benjamín habían intentado tomarla[3] pero seguía bajo el poder de un pueblo cananeo llamado jebuseo. Era una ciudad muy bien fortificada, y los jebuseos se sentían seguros de que las tropas de David no la podrían capturar. Existen ciertas dudas sobre el significado de algunas palabras y frases en 2 Samuel 5.6–8, pero parece probable que los jebuseos eran despectivos: “Usted no entrará aquí; aun los ciegos y los cojos lo rechazarán”[4]. En lugar de un ataque directo sobre las fuertes murallas, los hombres de David aparentemente encontraron un conducto de agua por el cual pudieron entrar a la ciudad sorpresivamente. El abastecimiento principal de agua para Jerusalén venía de un arroyo fuera de los muros de la ciudad; trabajos arqueológicos han descubierto varios conductos y túneles.
Habiendo tomado a Jerusalén, David pronto la convirtió en su capital. Era mucho más central que Hebrón, y ya que se encontraba en territorio benjamita ayudaría a que los israelitas del norte sintieran que David era realmente rey de todo Israel. David se hizo edificar allí una casa o “palacio” y estableció su harén real.
El hecho de que un rey extranjero, Hiram, rey de Tiro, envió mensajeros a David, demuestra el creciente poder e importancia tanto de David mismo como de la nación que gobernaba. Durante la mayor parte del siglo X a.C., Israel fue la nación más poderosa de toda la región. El escritor bíblico reconoce las habilidades y logros de David, pero da los méritos definitivamente a Adonay Dios de los Ejércitos. Dios no dio estos logros para glorificar a David sino para beneficiar a su pueblo Israel. No cabe duda que David brindó muchos beneficios materiales, paz y prosperidad a Israel.
El escritor no comenta sobre el harén de David. En un sentido era un símbolo reconocido de la posición política de David en el antiguo Cercano Oriente; pero los capítulos siguientes mostrarán cuántos problemas causaron la rivalidad entre sus muchos hijos. Deuteronomio 17.17 ofrece una advertencia general contra tener muchas esposas, tan apropiada para David como para Salomón.
c. Derrota de los filisteos.
Los filisteos habían permitido, sin interferir, que David gobernara en Judá; un Israel dividido les daba a ellos más poder. Pero en cuanto todas las tribus israelitas apoyaron a David, los filisteos se convirtieron en sus enemigos. Sus ataques probablemente sucedieron antes de la toma de Jerusalén, y la fortaleza mencionada es Adulam[5], cuartel militar anterior de David. Ambos ataques filisteos fueron en el valle de Refaím[6] que quedaba al sur de Jerusalén, lo que puede haber llamado la atención de David sobre la importancia de toda esta región.
Las dos victorias de David se describen brevemente, pero con suficientes detalles para mostrar que consultó a Adonay antes de cada batalla. Dios nunca dejó de contestar a su rey escogido; el contraste con Saúl es digno de notar.
d. David, el Arca y la casa de Dios.
Saúl nunca había mostrado interés en el Arca del Pacto, y había ofendido a profetas y sacerdotes. David, por el contrario, trabajando unido con los profetas y sacerdotes, trataba al Arca con gran reverencia y honra. El Arca fue instalada permanentemente en Jerusalén. 2 Samuel 7 expresa algunos de los planes de Dios para el futuro, con respecto a la nueva morada del Arca y a David.
1) El Arca es llevada a Jerusalén.
El capítulo 6 resume la historia del Arca[7]. Durante muchos años el Arca había permanecido en Baala, una ciudad llamada también Quiriat-jearim. Al transferir el Arca a Jerusalén, David estaba también transformando a Jerusalén, convirtiéndola en el santuario más importante de su reino. Se convirtió en su capital religiosa tanto como política. La acción en sí tenía también valor político, ya que daba a Jerusalén importancia adicional a los ojos de todo Israel, ayudando así a unificar al país. El énfasis del escritor bíblico está, no obstante, en los aspectos religiosos de las acciones de David. Tuvo sumo cuidado en tratar el Arca con toda reverencia. La muerte de Uza[8], que nunca fue olvidada, era un recordatorio del poder de Dios simbolizado por el Arca. David comprendió que no tenía libertad de hacer lo que quería con el Arca; y aun menos que podía manipular al Dios representado por el Arca. Aunque este suceso fue lamentable en ese momento, tener este historial fue sin duda un consuelo para generaciones posteriores de israelitas; les recordaba que su Dios Adonay era más poderoso que cualquier atacante u opresor extranjero. También les enseñó que el respeto por la santidad de Dios era esencial al bienestar de la nación.
Entonces, el Arca se instaló en Jerusalén, pero en una tienda. El Templo no fue construido hasta el reinado de Salomón[9].
2) Infertilidad de Mical.
Este episodio de Mical aparece inesperadamente, y es desconcertante por qué fue tan hostil hacia las acciones de David. A pesar de lo que dijo, ha de haber visto que el pueblo no despreciaba a David sino que compartía su gozo en las celebraciones. La airada réplica de él se justifica bajo estas circunstancias. Quizá el escritor quiere que asumamos que este altercado entre David y Mical llevó al distanciamiento permanente entre ellos. En cualquier caso, ella nunca tuvo hijos.
2 Samuel 6.23 presenta lo importante. Muchos capítulos posteriores se ocupan de los hijos de David y sus ambiciones de ocupar el trono. Si Mical hubiera tenido alguna vez un hijo, este hubiera sido un fuerte candidato para el trono, como nieto de Saúl e hijo de David. Pero no hubo tal hijo y el escritor quiere que lleguemos a la conclusión que en esto también estaba la mano de Dios.
e. Profecía de Natán.
Este capítulo continúa la historia de David y del santuario en Jerusalén. Los acontecimientos que consigna son de una fecha posterior en el reinado de David, como lo insinúa 2 Samuel 7.1.
Tenemos aquí el pasaje más importante de los libros de Samuel, y uno de los pasajes clave de todo el Antiguo Testamento. Trata el futuro del santuario en Jerusalén y de la monarquía davídica, las dos instituciones vitales para el pueblo de Israel durante varios siglos después de David. Por medio del profeta Natán, Dios hizo promesas seguras a David sobre estas dos cosas. Estas solemnes promesas divinas eran en suma un “Pacto eterno” con David[10].
Los dos temas se conectan hábilmente por medio del uso de la palabra “casa”. La misma palabra hebrea significaba no solamente una casa común, sino también un Templo y, tercero, una dinastía. El capítulo comienza hablando de los planes de David de construir un Templo a Adonay, una casa para Dios. Luego en 2 Samuel 7.11, se presenta el tema de una casa para David; no su palacio sino su dinastía davídica, o sea sus hijos y descendientes que le sucederían como reyes en Jerusalén.
Las promesas de Dios referentes a estas dos cosas se juntan en 2 Samuel 7.13. El hijo de David edificará el Templo; la dinastía durará para siempre. Estas son promesas muy positivas, pero el capítulo contiene también algunos puntos negativos.
1) Se rechaza el plan de David de construir el Templo.
2) Dios no se agrada de los Templos.
3) 2 Samuel 7.14 reconoce que algunos de los descendientes serían reyes indignos y merecerían y recibirían castigo divino.
Estos varios puntos, tanto positivos como negativos, proveen una descripción y una explicación por los eventos desde el tiempo de David hasta 587 a.C[11]. En este período el Templo fue construido, no por David, sino por su hijo Salomón. Muchos de sus descendientes eran débiles y pecadores, pero la dinastía se mantuvo durante cuatro siglos sin interrupción.
Sin ninguna duda David fue el rey más grande de Israel y su fama se cuenta para siempre entre los hombres más importantes de la historia. Pero su grandeza dada por Dios no era para su propio beneficio y gloria, sino para beneficiar a la nación que gobernaba. Por lo tanto, 2 Samuel 7.10 da los planes y promesas de Dios para Israel por medio de David. Estas promesas se cumplieron durante el propio reinado de David, y siguieron siendo los planes definitivos de Dios para su pueblo a pesar del hecho de que en épocas posteriores Israel y Judá con frecuencia sufrieron reveses políticos, principalmente por sus pecados contra Dios. Estos planes dependían del cumplimiento de la promesa de Dios de enviar a un Hijo de David, el Mesías, que sería el que finalmente llevaría al pueblo de Dios a gozar de la seguridad y paz que siempre necesitan.
f. Oración de David.
Una acción de gracias personal era la respuesta apropiada a las promesas hechas a David por medio de Natán. Esta oración agradecida fue ofrecida en el santuario-tienda que David acababa de levantar, y nada más se dice del Templo propuesto. La única casa que David mencionó fue la de su futura dinastía. Estaba agradecido tanto por el contenido de las promesas de Dios como por el hecho de que se las había dado a conocer. Como dijo, a pocos les es revelado el futuro de su familia.
La oración de David no ignora el hecho de que las bendiciones de Dios a su familia significarían también bendición a Israel. 2 Samuel 7.23-24 recuerdan la bondad de Dios a Israel en el pasado. La continuación de la línea de David significaría la bendición continua de Dios sobre el pueblo que había escogido y tomado como pueblo suyo para siempre. Las palabras agradecidas de David en esta oración serían de consuelo y motivo de tranquilidad para muchos israelitas en épocas difíciles en el futuro.
g. Más victorias.
Muchas de las victorias que registra el capítulo 8 sucedieron antes de los acontecimientos del capítulo 7. Al colocarlas aquí el escritor bíblico ilustra el comienzo del cumplimiento de las promesas de Dios a David bosquejadas en el capítulo 7.
Una nueva derrota de los filisteos es relatada brevemente. La frase Meteg-ama[12] es desconocida, y quizá ni sea el nombre de un lugar; varios comentaristas la traducen “supremacía”. El versículo paralelo en Crónicas se refiere a la bien conocida ciudad de Gat[13]. Los filisteos estaban en la frontera sudoeste de Israel.
Los moabitas habían sido aliados de David en una etapa anterior[14], y no sabemos qué causó ahora la guerra entre ellos. La crueldad con que los trató sugiere que eran culpables de una grave traición. Los moabitas estaban en la frontera sudeste de Israel.
Las campañas descritas en 2 Samuel 8.3–10 eran contra diversos reinos arameos, al norte de Israel. Al final David estaba recibiendo tributo de varios Estados más pequeños y su dominio se extendió al norte hasta el río Éufrates. 2 Samuel 8.12–14 vuelven al área sudeste, y nos dicen que David derrotó a los hijos de Amón y los edomitas además de los moabitas.
Es así que David logró triunfos militares dondequiera que hacían falta. También desarrolló una sana administración de Israel mismo. El capítulo termina dando una lista de los funcionarios principales. Joab y Abiatar son ya nombres conocidos para el lector. Benaía comandaba la guardia real, y tuvo un papel importante en la subida de Salomón al trono. Algunos de los hijos de David eran ministros principales, pero no se describen aquí sus funciones[15].
El nombre nuevo más significativo en esta lista es el de Sadoc. Muchos eruditos creen que tenía conexiones anteriores con la adoración en Jerusalén, pero esto solo puede ser una suposición. Sean los que sean sus antecedentes, más adelante llegó a ser el único sumo sacerdote en Jerusalén, y su familia se mantuvo en el sumo sacerdocio durante muchos siglos.
[1] 2 Samuel 2.10.
[2] Sión es un sinónimo bíblico de Jerusalén usado con frecuencia. Posiblemente había sido originalmente el nombre de la parte de la ciudad que era una fortaleza. Jerusalén ahora se llamó la Ciudad de David; nombre que era usado todavía en la época del Nuevo Testamento (Lucas 2.11).
[3] Jueces 1.8, 21.
[4] 2 Samuel 5.6. NBLH
[5] Nombre de una ciudad y de un conjunto de cuevas. Probablemente Tel-es-seikh-Madhkur, a medio camino entre Laquis y Jerusalén. Josué la conquistó y cedió a Judá (Josué 12.15; 15.20, 35). Roboam la fortificó (2 Crónicas 11.7) y Nehemías la reedificó (Nehemías 11.30). Es-seih-Madhkur no se presta a esto, pero sí las muchas cuevas de Khirbet'Id el-Ma.
[6] El "valle de los refaítas" era un lugar citado al referirse a la frontera de las tribus de Judá y Benjamín (Josué 15.8; 18.16), situada bastante cerca de Jerusalén. Allí David se enfrentó a los filisteos (2 Samuel 5.18, 22; 23.13). La etimología de la palabra es muy oscura y es probable que se derive de algún rito del culto a los muertos con alguna referencia a la mitología vegetativa cananea, en donde el término refaíta se usa para designar a los muertos o a las sombras.
[7] 1 Samuel 4.4-7.2.
[8] 2 Samuel 6.6-8.
[9] 1 Reyes 6.
[10] 2 Samuel 23.5.
[11] En el año 587 a.C., el Templo fue destruido por los babilonios y Judá dejó de ser un reino.
[12] La NBLH omite esta frase, a diferencia de la RV.
[13] 1 Crónicas 18.1.
[14] 1 Samuel 22.3-4
[15] En algunas versiones se traduce como “sacerdotes” pero no tiene sentido debido a que David era de la tribu de Judá, no de Leví.