4. Reinado de David: Problemas y perspectivas.
Estos cuatro últimos capítulos de 2 Samuel son considerados con frecuencia como un apéndice del libro. Su contenido es variado, y cortan el relato de las luchas por la sucesión. Pero, a pesar de esto, existe más unidad de tema y propósito deliberado por parte del escrito de lo que parecería al principio. Estos capítulos ilustran algunos de los otros problemas de David, y muestran cómo Dios proveyó dirección y partidarios leales a David en medio de sus dificultades. Muestran también cómo, juntas, las experiencias de la vida y de Dios lo convirtieron en “el dulce salmista de Israel”. Por último, esta sección presenta ciertas perspectivas importantes para el futuro.
a. Hambruna y guerra.
1) Ajusticiamiento de la familia de Saúl.
La mayoría de los problemas del reinado de David se debieron a la guerra, pero la tierra de Israel ocasionalmente sufría también por las sequías y hambrunas, y este capítulo cuenta una hambruna particularmente grave, quizá más hacia el principio del reinado de David. El profeta de Dios, cuando fue consultado, se refirió a un episodio que no se menciona en otra parte, un ataque de Saúl sobre la población de la ciudad de Gabaón. El antecedente es que al defender a Israel, Saúl había atacado no solo a los filisteos sino a cualquier pueblo no israelita que representaba una amenaza. Pero éste no era el caso de los gabaonitas, y quebrantar un antiguo acuerdo con ellos era un crimen grave. El mal no se había solucionado. Según las leyes modernas castigar a la familia de Saúl por los pecados de Saúl sería igual de malo, pero en la antigüedad se mantenía firmemente el principio de la responsabilidad de toda la familia. Aun así, podemos todavía opinar que los gabaonitas fueron vengativos.
La razón principal para contar este relato es mostrar que David no fue responsable de la muerte de los siete hombres ahora ajusticiados. Sin duda habría algunos israelitas como Simei que acusaban a David de odiar a la familia de Saúl. Este pasaje, por lo tanto, recuerda al lector cómo David trató a Mefiboset, y muestra el cuidado escrupuloso de los restos de Saúl y sus descendientes.
2) Incidentes de las guerras filisteas.
Esta sección nos da un fragmento de las guerras filisteas de David, y no resulta claro qué propósito tiene, ni por qué se ha colocado en este lugar. En cierta forma establece un fundamento para el capítulo 22, que contiene un salmo en el cual los enemigos y las guerras son el tema principal. Probablemente la razón principal es proveer un escenario para la descripción de David como lámpara de Israel que no debe ser apagada.
El rey era considerado por sus hombres como vital para el bienestar de Israel, una representación muy diferente de la descripción de un rey por Samuel en 1 Samuel 8. David había sido castigado por Dios, como lo han mostrado los capítulos anteriores, pero en los capítulos finales se nos recuerda la relación íntima entre el Señor y David, el rey escogido y ungido por Dios.
3) Dos salmos de David.
a) Un canto de alabanza.
Este canto se incluye también, con unas pocas diferencias, en el libro de Salmos como Salmos 18. Su lugar entre los salmos demuestra que era usado como un himno de acción de gracias general. Su uso aquí es en parte para ilustrar la reputación de David como salmista, pero más particularmente para ofrecer un comentario general sobre la experiencia de Dios por parte de David. Mucho de su reinado lo había dedicado a luchar contra una variedad de enemigos, pero había ganado hasta lograr un período de paz. Ha de haber sido un hombre muy capaz, pero en este salmo da a Dios el mérito por la victoria y el éxito.
2 Samuel 22.1–7 describe lo que Dios ha significado para David: sobre todo es su libertador. 2 Samuel 22.8–20, en un lenguaje muy gráfico, describen a Dios respondiendo a los pedidos de ayuda de David, y enfatizan el gran poder de Dios. 2 Samuel 22.21–25 se refieren al porqué de la intervención de Dios: Como rey, David había hecho respetar las leyes de Dios entre el pueblo de Israel[1].
2 Samuel 22.26–37 enfocan el tema de la fidelidad de Dios; realmente ha cumplido su Pacto con David. 2 Samuel 22.38–46 consideran a los enemigos de David, especialmente a las naciones extranjeras que había derrotado con la ayuda de Dios. 2 Samuel 22.47–51 completan el salmo con renovada alabanza. Las últimas palabras del capítulo miran hacia el futuro: Dios guardaría su Pacto también con los descendientes de David.
b) Últimas palabras de David.
Este segundo salmo toca los mismos temas que el capítulo 22, pero enfatiza más el Pacto que Dios había hecho con David y presta menos atención a los enemigos. Estos perversos deben manejarse con cuidado, pero su fin es indudable.
El salmo reconoce al Espíritu profético que inspirara a David como un dulce salmista. Pero, sobre todo, la monarquía de David es descrita vívidamente. Porque su gobierno fue cumplido con justicia y el temor de Dios fue maravillosamente ventajoso para Israel. La salvación y el cumplimiento de todo anhelo de David[2] también se relacionan con su gobierno; también quiere significar victoria y prosperidad.
4) Los valientes de David.
La ayuda que Dios había brindado a David contra sus enemigos ha sido reconocida en los dos salmos. El escritor testifica ahora de la ayuda humana que había recibido, y presenta una lista de sus soldados más destacados. Primero, había un grupo élite de tres cuyo heroísmo se ilustra en 2 Samuel 23.8–12. En 2 Samuel 23.13–17 mencionan las hazañas de tres más, sin dar sus nombres, que pertenecían a los treinta principales. En 2 Samuel 23.18–23 se destacan a otros dos de los treinta, Abisai y Benaía, mencionados en capítulos anteriores.
Asael había sido asesinado a principios del reinado de David, y la muerte de Urías también ha sido explicada. Esto sugiere que se iban agregando otros hombres a los treinta cuando era necesario para mantener esta cantidad. De esta manera se explica la cantidad de treinta y siete.
5) Censo y plaga.
Este es un capítulo desconcertante para el lector moderno; aunque si somos inteligentes reconoceremos que las acciones de Dios, sean cuando sean, pueden ser insondables, fuera de nuestra comprensión. Aquí el escritor bíblico no explica por qué el Señor estaba encolerizado con Israel, ni por qué el censo era pecado. Existen evidencias de que en el antiguo Cercano Oriente un censo era considerado peligroso y capaz de despertar la ira divina. El hecho es que este censo fue seguido por una plaga, y el escritor bíblico ve en ella la mano de Dios. En 1 Crónicas se menciona la actividad de Satanás, pero el escritor de Samuel se preocupa más por recalcar el control de Dios sobre todos los eventos históricos. Sea como fuere, la intervención de Dios fue probada por la palabra de Adonay; de hecho, la plaga era el menor de tres posibles males.
En 2 Samuel 22.16 se nos presenta la era de Arauna. Como los lectores de antaño lo hubieran sabido, éste era el sitio del futuro Templo, edificado por Salomón en Jerusalén. Fue precisamente en este lugar, entonces, que la presencia de Dios se reveló en esta situación de plaga. La ira y el poder de Dios habían sido demostrados; ahora también la misericordia de Dios se haría evidente en Israel.
6) El nuevo altar.
El párrafo final concluye los libros de Samuel con una pujante mirada hacia el futuro. La era de Arauna se convierte en un lugar sagrado, un altar para los sacrificios, las ofrendas y la oración; de hecho, el embrión del Templo de Salomón. Aquí tenemos una escena de esperanza y comunión, y la plaga había llegado a su fin.
A pesar del pecado de David en este capítulo aparece su lado bueno. Confesó su pecado, tuvo cuidado de consultar al profeta de Dios, intercedió por su pueblo y pagó a Arauna todo lo que había tomado de él. En los capítulos anteriores David ha distado mucho de ser un rey perfecto, y es todavía aquí considerado como un hombre pecador; pero a pesar de ello dejó un buen ejemplo para que los reyes posteriores siguieran, no siendo el menor de ellos su preocupación de que Dios sea adorado correctamente. Estas preocupaciones siguen en los libros de los Reyes, que pasan a completar el relato de la vida de David.
[1] 2 Samuel 22.24 por lo visto no recuerda el pecado de David contra Urías; el salmo se ocupa de las normas del reino, no de su conducta personal.
[2] 2 Samuel 23.5.
Estos cuatro últimos capítulos de 2 Samuel son considerados con frecuencia como un apéndice del libro. Su contenido es variado, y cortan el relato de las luchas por la sucesión. Pero, a pesar de esto, existe más unidad de tema y propósito deliberado por parte del escrito de lo que parecería al principio. Estos capítulos ilustran algunos de los otros problemas de David, y muestran cómo Dios proveyó dirección y partidarios leales a David en medio de sus dificultades. Muestran también cómo, juntas, las experiencias de la vida y de Dios lo convirtieron en “el dulce salmista de Israel”. Por último, esta sección presenta ciertas perspectivas importantes para el futuro.
a. Hambruna y guerra.
1) Ajusticiamiento de la familia de Saúl.
La mayoría de los problemas del reinado de David se debieron a la guerra, pero la tierra de Israel ocasionalmente sufría también por las sequías y hambrunas, y este capítulo cuenta una hambruna particularmente grave, quizá más hacia el principio del reinado de David. El profeta de Dios, cuando fue consultado, se refirió a un episodio que no se menciona en otra parte, un ataque de Saúl sobre la población de la ciudad de Gabaón. El antecedente es que al defender a Israel, Saúl había atacado no solo a los filisteos sino a cualquier pueblo no israelita que representaba una amenaza. Pero éste no era el caso de los gabaonitas, y quebrantar un antiguo acuerdo con ellos era un crimen grave. El mal no se había solucionado. Según las leyes modernas castigar a la familia de Saúl por los pecados de Saúl sería igual de malo, pero en la antigüedad se mantenía firmemente el principio de la responsabilidad de toda la familia. Aun así, podemos todavía opinar que los gabaonitas fueron vengativos.
La razón principal para contar este relato es mostrar que David no fue responsable de la muerte de los siete hombres ahora ajusticiados. Sin duda habría algunos israelitas como Simei que acusaban a David de odiar a la familia de Saúl. Este pasaje, por lo tanto, recuerda al lector cómo David trató a Mefiboset, y muestra el cuidado escrupuloso de los restos de Saúl y sus descendientes.
2) Incidentes de las guerras filisteas.
Esta sección nos da un fragmento de las guerras filisteas de David, y no resulta claro qué propósito tiene, ni por qué se ha colocado en este lugar. En cierta forma establece un fundamento para el capítulo 22, que contiene un salmo en el cual los enemigos y las guerras son el tema principal. Probablemente la razón principal es proveer un escenario para la descripción de David como lámpara de Israel que no debe ser apagada.
El rey era considerado por sus hombres como vital para el bienestar de Israel, una representación muy diferente de la descripción de un rey por Samuel en 1 Samuel 8. David había sido castigado por Dios, como lo han mostrado los capítulos anteriores, pero en los capítulos finales se nos recuerda la relación íntima entre el Señor y David, el rey escogido y ungido por Dios.
3) Dos salmos de David.
a) Un canto de alabanza.
Este canto se incluye también, con unas pocas diferencias, en el libro de Salmos como Salmos 18. Su lugar entre los salmos demuestra que era usado como un himno de acción de gracias general. Su uso aquí es en parte para ilustrar la reputación de David como salmista, pero más particularmente para ofrecer un comentario general sobre la experiencia de Dios por parte de David. Mucho de su reinado lo había dedicado a luchar contra una variedad de enemigos, pero había ganado hasta lograr un período de paz. Ha de haber sido un hombre muy capaz, pero en este salmo da a Dios el mérito por la victoria y el éxito.
2 Samuel 22.1–7 describe lo que Dios ha significado para David: sobre todo es su libertador. 2 Samuel 22.8–20, en un lenguaje muy gráfico, describen a Dios respondiendo a los pedidos de ayuda de David, y enfatizan el gran poder de Dios. 2 Samuel 22.21–25 se refieren al porqué de la intervención de Dios: Como rey, David había hecho respetar las leyes de Dios entre el pueblo de Israel[1].
2 Samuel 22.26–37 enfocan el tema de la fidelidad de Dios; realmente ha cumplido su Pacto con David. 2 Samuel 22.38–46 consideran a los enemigos de David, especialmente a las naciones extranjeras que había derrotado con la ayuda de Dios. 2 Samuel 22.47–51 completan el salmo con renovada alabanza. Las últimas palabras del capítulo miran hacia el futuro: Dios guardaría su Pacto también con los descendientes de David.
b) Últimas palabras de David.
Este segundo salmo toca los mismos temas que el capítulo 22, pero enfatiza más el Pacto que Dios había hecho con David y presta menos atención a los enemigos. Estos perversos deben manejarse con cuidado, pero su fin es indudable.
El salmo reconoce al Espíritu profético que inspirara a David como un dulce salmista. Pero, sobre todo, la monarquía de David es descrita vívidamente. Porque su gobierno fue cumplido con justicia y el temor de Dios fue maravillosamente ventajoso para Israel. La salvación y el cumplimiento de todo anhelo de David[2] también se relacionan con su gobierno; también quiere significar victoria y prosperidad.
4) Los valientes de David.
La ayuda que Dios había brindado a David contra sus enemigos ha sido reconocida en los dos salmos. El escritor testifica ahora de la ayuda humana que había recibido, y presenta una lista de sus soldados más destacados. Primero, había un grupo élite de tres cuyo heroísmo se ilustra en 2 Samuel 23.8–12. En 2 Samuel 23.13–17 mencionan las hazañas de tres más, sin dar sus nombres, que pertenecían a los treinta principales. En 2 Samuel 23.18–23 se destacan a otros dos de los treinta, Abisai y Benaía, mencionados en capítulos anteriores.
Asael había sido asesinado a principios del reinado de David, y la muerte de Urías también ha sido explicada. Esto sugiere que se iban agregando otros hombres a los treinta cuando era necesario para mantener esta cantidad. De esta manera se explica la cantidad de treinta y siete.
5) Censo y plaga.
Este es un capítulo desconcertante para el lector moderno; aunque si somos inteligentes reconoceremos que las acciones de Dios, sean cuando sean, pueden ser insondables, fuera de nuestra comprensión. Aquí el escritor bíblico no explica por qué el Señor estaba encolerizado con Israel, ni por qué el censo era pecado. Existen evidencias de que en el antiguo Cercano Oriente un censo era considerado peligroso y capaz de despertar la ira divina. El hecho es que este censo fue seguido por una plaga, y el escritor bíblico ve en ella la mano de Dios. En 1 Crónicas se menciona la actividad de Satanás, pero el escritor de Samuel se preocupa más por recalcar el control de Dios sobre todos los eventos históricos. Sea como fuere, la intervención de Dios fue probada por la palabra de Adonay; de hecho, la plaga era el menor de tres posibles males.
En 2 Samuel 22.16 se nos presenta la era de Arauna. Como los lectores de antaño lo hubieran sabido, éste era el sitio del futuro Templo, edificado por Salomón en Jerusalén. Fue precisamente en este lugar, entonces, que la presencia de Dios se reveló en esta situación de plaga. La ira y el poder de Dios habían sido demostrados; ahora también la misericordia de Dios se haría evidente en Israel.
6) El nuevo altar.
El párrafo final concluye los libros de Samuel con una pujante mirada hacia el futuro. La era de Arauna se convierte en un lugar sagrado, un altar para los sacrificios, las ofrendas y la oración; de hecho, el embrión del Templo de Salomón. Aquí tenemos una escena de esperanza y comunión, y la plaga había llegado a su fin.
A pesar del pecado de David en este capítulo aparece su lado bueno. Confesó su pecado, tuvo cuidado de consultar al profeta de Dios, intercedió por su pueblo y pagó a Arauna todo lo que había tomado de él. En los capítulos anteriores David ha distado mucho de ser un rey perfecto, y es todavía aquí considerado como un hombre pecador; pero a pesar de ello dejó un buen ejemplo para que los reyes posteriores siguieran, no siendo el menor de ellos su preocupación de que Dios sea adorado correctamente. Estas preocupaciones siguen en los libros de los Reyes, que pasan a completar el relato de la vida de David.
[1] 2 Samuel 22.24 por lo visto no recuerda el pecado de David contra Urías; el salmo se ocupa de las normas del reino, no de su conducta personal.
[2] 2 Samuel 23.5.