25. 1.29 ¿Cómo
sabía Juan quién era Jesús? La única respuesta lógica es que el Espíritu Santo
se lo reveló, al igual que inspiró a Pedro a dar su famosa sentencia en Mateo
16.16. Sabemos que Juan y Jesús eran primos y casi de la misma edad, pero no
podemos asumir certeramente que tenían una relación cercana. Personalmente, hay
muchos de mis primos a los cuales nunca he visto y pienso que todos estamos en
la misma condición, especialmente cuando son primos en segundo grado o más, por
lo que no es base suficiente decir que Juan sabía quien era Jesús, porque eran
primos. Y si lo fuera, ¿no son los familiares los críticos más agudos de
nuestro comportamiento? Incluso los hermanos y la misma madre de Jesús llegaron
a considerar que él estaba loco o fuera de sí[1].
Juan llama a Jesús “el Cordero de Dios”, un título que se aplica exclusivamente al Mesías. Dice Nelson: “En los tiempos del Antiguo Testamento el cordero era el animal siempre sin mancha que los israelitas solían usar para el sacrificio debido a su inocencia y a su carácter humilde y sumiso. Se le sacrificaba todos los días en las ofrendas de la mañana y la tarde, y en ocasiones especiales, por ejemplo, la Pascua”[2]. Juan lo menciona en dos oportunidades[3]. Al igual que el cordero era sacrificado en el altar en el Templo, Cristo se ofreció a sí mismo en el Calvario, para llevar nuestros pecados sobre su cuerpo. Probablemente, juan estaba pensando en Isaías 53.7 cuando vió venir a Jesús. En Revelación, Juan lo ve como “un cordero inmolado, que tenía siete cuernos, y siete ojos, los cuales son los siete espíritus de Dios enviados por toda la tierra”[4].
26. 1.30 Aunque Juan era mayor que Jesús por seis meses de diferencia al nacer, y había comenzado primero su ministerio, él mismo reconoce la eternidad de Jesús, que era antes que él.
27. 1.31 Puede haber alguna posibilidad que Juan conociera a Jesús, su primo, pero no sabía que era el Mesías, por lo que las historias locas que cuentan los católicos de la niñez milagrosa de Jesús, es pura leyenda.
A pesar de todo, Juan si conocía su propósito en la vida: Ser testigo de la Deidad de Jesús.
28. 1.32 Lo que Juan testifica no es simplemente una idea que se le ocurrió o algún tipo de buena “vibra” que él tenía acerca de Jesús, sino que él vio al Espíritu Santo descender “como paloma” sobre Jesús. Él recibió una revelación.
29. 1.33 De nuevo reiteramos, es posible que Juan y Jesús se conocieran desde antes, pero era necesaria la revelación de Dios para que juan lograra saber que Jesús era enviado por Dios. Aunque parece que Juan no entendía completamente lo que esto significaba[5], e incluso no podía comprender el significado del sumergir en el Espíritu Santo.
30. 1.34 Las palabras de Juan podían haber sido tomadas como una herejía entre los judíos, pero él debe hablar la verdad, y no anuncia al Mesías de acuerdo a la ideología popular del momento, sino como el Hijo de Dios.
31. 1.35-37 El escritor de este Evangelio gusta usar tiempos definidos. El bautizador había dicho que Jesús es el Cordero de Dios, y ahora lo dice a dos de sus discípulos en la intimidad, ya que era importante que estos llegaran a convertirse en voceros del Mesías.
Juan había estado preparando a un grupo de discípulos, no para que fueran sus incondicionales seguidores, sino para que obedecieran al Mesías, que ya estaba por hacer su manifestación, por lo que no teme informarle a ellos que ya había comprendido quién era el Mesías y no se molesta porque ellos le dejan a él para seguir al verdadero Maestro.
32. 1.38 Este Evangelio fue escrito pensando no solo en los judíos, sino también va dirigido a los gentiles, por lo que Juan tiene la delicadeza de hacer las traducciones necesarias, en este caso, aunque utiliza la palabra hebrea “Rabí”, e inmediatamente apunta: “se traduce “Maestro””.
Debemos tomar en cuenta que la curiosidad de los discípulos no era solamente indagar dónde vivía su nuevo Maestro, por aquello que faltara a una clase o porque tal vez necesitarían ir a consultarle algo, como ocurre en la actualidad, sino porque cuando alguien se volvía discípulo de un maestro, prácticamente se iba a vivir a su casa y estaba con él todo el día.
33. 1.39 Juan utiliza la hora según el tiempo romano. Los romanos no dividían el día en 24 horas o en 24 partes iguales durante todo el año. Ellos repartían el tiempo de luz, el día, en doce horas. De esta manera, en verano, las horas resultaban más largas que en invierno. Para medir las horas, utilizaban relojes de sol u “horologium”, y más raramente de agua o “clepsidra”. Las horas se expresaban con números ordinales: hora prima, hora secunda, hora tertia, etc. La hora prima era la primera del día, la del amanecer. La hora que marcaba el final del día, la puesta de sol, era la hora duodecima. De la hora sexta, que marcaba el mediodía, procede la palabra siesta[6].
Al ser la hora décima, quiere decir que ya era cerca de las 4 o 5 de la tarde y ya las familias se preparaban para cenar.
[1] Marcos 3.21.
[2] Éxodo 12.3-13; 29.38-46; Levítico 4.32; Números 6.14. Diccionario Ilustrado Nelson. E-Sword. Cordero de Dios.
[3] Juan 1.29, 36.
[4] Revelación 5.6.
[5] Mateo 11.3.
[6] Wikipedia. Calendario romano.
Juan llama a Jesús “el Cordero de Dios”, un título que se aplica exclusivamente al Mesías. Dice Nelson: “En los tiempos del Antiguo Testamento el cordero era el animal siempre sin mancha que los israelitas solían usar para el sacrificio debido a su inocencia y a su carácter humilde y sumiso. Se le sacrificaba todos los días en las ofrendas de la mañana y la tarde, y en ocasiones especiales, por ejemplo, la Pascua”[2]. Juan lo menciona en dos oportunidades[3]. Al igual que el cordero era sacrificado en el altar en el Templo, Cristo se ofreció a sí mismo en el Calvario, para llevar nuestros pecados sobre su cuerpo. Probablemente, juan estaba pensando en Isaías 53.7 cuando vió venir a Jesús. En Revelación, Juan lo ve como “un cordero inmolado, que tenía siete cuernos, y siete ojos, los cuales son los siete espíritus de Dios enviados por toda la tierra”[4].
26. 1.30 Aunque Juan era mayor que Jesús por seis meses de diferencia al nacer, y había comenzado primero su ministerio, él mismo reconoce la eternidad de Jesús, que era antes que él.
27. 1.31 Puede haber alguna posibilidad que Juan conociera a Jesús, su primo, pero no sabía que era el Mesías, por lo que las historias locas que cuentan los católicos de la niñez milagrosa de Jesús, es pura leyenda.
A pesar de todo, Juan si conocía su propósito en la vida: Ser testigo de la Deidad de Jesús.
28. 1.32 Lo que Juan testifica no es simplemente una idea que se le ocurrió o algún tipo de buena “vibra” que él tenía acerca de Jesús, sino que él vio al Espíritu Santo descender “como paloma” sobre Jesús. Él recibió una revelación.
29. 1.33 De nuevo reiteramos, es posible que Juan y Jesús se conocieran desde antes, pero era necesaria la revelación de Dios para que juan lograra saber que Jesús era enviado por Dios. Aunque parece que Juan no entendía completamente lo que esto significaba[5], e incluso no podía comprender el significado del sumergir en el Espíritu Santo.
30. 1.34 Las palabras de Juan podían haber sido tomadas como una herejía entre los judíos, pero él debe hablar la verdad, y no anuncia al Mesías de acuerdo a la ideología popular del momento, sino como el Hijo de Dios.
31. 1.35-37 El escritor de este Evangelio gusta usar tiempos definidos. El bautizador había dicho que Jesús es el Cordero de Dios, y ahora lo dice a dos de sus discípulos en la intimidad, ya que era importante que estos llegaran a convertirse en voceros del Mesías.
Juan había estado preparando a un grupo de discípulos, no para que fueran sus incondicionales seguidores, sino para que obedecieran al Mesías, que ya estaba por hacer su manifestación, por lo que no teme informarle a ellos que ya había comprendido quién era el Mesías y no se molesta porque ellos le dejan a él para seguir al verdadero Maestro.
32. 1.38 Este Evangelio fue escrito pensando no solo en los judíos, sino también va dirigido a los gentiles, por lo que Juan tiene la delicadeza de hacer las traducciones necesarias, en este caso, aunque utiliza la palabra hebrea “Rabí”, e inmediatamente apunta: “se traduce “Maestro””.
Debemos tomar en cuenta que la curiosidad de los discípulos no era solamente indagar dónde vivía su nuevo Maestro, por aquello que faltara a una clase o porque tal vez necesitarían ir a consultarle algo, como ocurre en la actualidad, sino porque cuando alguien se volvía discípulo de un maestro, prácticamente se iba a vivir a su casa y estaba con él todo el día.
33. 1.39 Juan utiliza la hora según el tiempo romano. Los romanos no dividían el día en 24 horas o en 24 partes iguales durante todo el año. Ellos repartían el tiempo de luz, el día, en doce horas. De esta manera, en verano, las horas resultaban más largas que en invierno. Para medir las horas, utilizaban relojes de sol u “horologium”, y más raramente de agua o “clepsidra”. Las horas se expresaban con números ordinales: hora prima, hora secunda, hora tertia, etc. La hora prima era la primera del día, la del amanecer. La hora que marcaba el final del día, la puesta de sol, era la hora duodecima. De la hora sexta, que marcaba el mediodía, procede la palabra siesta[6].
Al ser la hora décima, quiere decir que ya era cerca de las 4 o 5 de la tarde y ya las familias se preparaban para cenar.
[1] Marcos 3.21.
[2] Éxodo 12.3-13; 29.38-46; Levítico 4.32; Números 6.14. Diccionario Ilustrado Nelson. E-Sword. Cordero de Dios.
[3] Juan 1.29, 36.
[4] Revelación 5.6.
[5] Mateo 11.3.
[6] Wikipedia. Calendario romano.