Capítulo 10
1. 10.1-6 Jesús inicia un nuevo
discurso en donde continúa con su sentencia sobre los líderes religiosos de
Israel. Estos se consideraban ser los únicos con el conocimiento suficiente
como para emitir juicio sobre el pueblo y por ello, además del yugo material en
que los tenían los romanos, pesaba sobre el pueblo el yugo espiritual al que
los habían sometido los sacerdotes, escribas y fariseos.
De seguro que las palabras de Jesús les intrigaron. Ellos conocían todo el mecanismo con el que funcionaba un redil y la seguridad que había para que ni ladrones ni lobos vinieran a arrebatar las ovejas, así que la enseñanza no debía serles del todo desconocida.
En Palestina se acostumbraba a guardar los rebaños durante la noche en cercados, generalmente con un muro de piedra, cercanos a los pueblos. Muchos pastores acostumbraban a depositar a sus ovejas en estos rediles durante la noche y en la mañana volvían por ellas para llevarlas al pastoreo. Este tema matinal es la primera parte de este discurso.
El pastor representa a Cristo, y el rebaño representa al judaísmo y la Ley. Esto parece hacerse más claro en el versículo 16 donde Jesús llama a los gentiles “otras ovejas”. El redil no representa al cielo, porque ahí no hay ladrones; tampoco representa la salvación, porque Jesús les saca del redil.
El pastor que tiene derecho, no necesita entrar por otro lugar que no sea la puerta. No necesita entrar a escondidas. Jesús pudo llegar al pueblo porque Él tenía el derecho a hacerlo.
Jesús llega al redil y se encuentra con el portero, que espiritualizando la alegoría puede representar a Juan el bautizador.
En el redil se guardaban muchos rebaños, propiedad de diferentes pastores, que llamaban a sus ovejas de una manera especial. De manera que cuando Jesús llega al pueblo, al judaísmo y llama, no es reconocido por todos, sino por sus ovejas. El pastor camina delante de sus ovejas y ellas le siguen. El vaquero “empuja” su ganado.
La Ley, el redil, había cumplido el propósito de cuidar el rebaño durante la noche. Ahora ya no tenía razón de ser. Por muchos años la Ley y el judaísmo tradicional habían protegido a los hebreos para que no fueran semejantes a los demás pueblos de la tierra, pero ya esto no iba a ser necesario. Jesús venía por Su rebaño y los suyos le seguirían.
También iban a venir otros que querían arrebatar el rebaño, pero las verdaderas ovejas huirían de ellos. Los fariseos no iban delante de las ovejas, sino que las tiranizaban con sus tradiciones con las que controlaban al pueblo por medio del terror. Hoy hay muchos líderes religiosos que controlan al pueblo con sus tácticas de terror, diciéndoles cosas como: “Si no dan el diezmo quedarán en la ruina económica”, “Si no vienen a todas las reuniones se enfermarán”, “Si no me obedecen les vendrá el mal”, etc.
Ellos no entendieron no porque fuese muy complicado lo que les decía Jesús, sino que su orgullo no les permitía entender. Hace unos años un misionero escribió a un famoso tele-evangelista explicándole el plan bíblico para la salvación; el tele-evangelista le respondió que él lo entendía así, pero que no podía cambiar su mensaje porque por muchos años lo había explicado de una manera diferente y la gente dejaría de escucharlo si ahora cambiaba. ¡El orgullo y su conveniencia económica no le permitían enseñar la verdad a pesar de conocerla!
2. 10.7-18 De nuevo Jesús volvió a decirles las mismas cosas, pero directamente, confirmando su autoridad como el Hijo de Dios.
Los judíos comprendían la importancia de la puerta del redil, tanto que en muchos de ellos, el mismo pastor era quien hacía la función de esta, durmiendo él en la entrada al redil. Jesús es la puerta de salvación, la única manera de llegar al Padre.
Cuando Jesús habla de los que vinieron antes que Él y son ladrones y asaltantes, se refiere, lógicamente, a los falsos profetas que se encontraron en el Antiguo Testamento, así como en el Nuevo Testamento e incluso en la actualidad. Pero en ese momento, Jesús apuntaba a los mismos fariseos que se hacían llamar los guías de Israel, pero en realidad eran unos falsos.
Jesús es la puerta, la única manera de encontrar la salvación, que no viene por medio de tal o cual religión, sino por obedecer Su Palabra, que es el pasto verde y abundante que nos nutre y fortifica cada día. Pero los falsos líderes religiosos que hacían y hacen masacre con el Pueblo, se roban las y a las ovejas, las destrozan y convierten en seres que llegan a un punto de sufrir tanto temor que luego no quieren ni acercarse al verdadero Pueblo porque les han hecho pasar por experiencias traumatizantes. Pero Jesús da vida y esperanza.
Contrario a lo que se nos ha enseñado por muchos años, la vida en Cristo es plena, no aburrida ni cansada; no está llena de prohibiciones sino de oportunidades; no de señalamientos y culpas sino de gozo y amor. Los cantantes seculares y los medios de comunicación en general hacen creer que la vida plena es la de pecado y gozo carnal, pero la realidad es que la vida abundante es la que está sazonada con el Espíritu Santo y dispuesta para agradar a Dios en todo.
Jesús es el Pastor, pero no cualquier pastor, sino el Pastor Excelente, el Supremo, el Ideal. La prueba que Jesús da sobre esto es que Él pone su alma, su vida para proteger las ovejas. Nos hemos hecho una imagen equivocada sobre el trabajo del pastor, pensando que su única función era llevar a las ovejas a un potrero y dejarlas pacer mientras él se pone a descansar. Pero no, el pastor es el responsable de la vida de las ovejas, desde su alimentación hasta el cuidado contra los animales feroces que entrar a matar. Los pastores orientales de los tiempos bíblicos debían proteger sus ovejas de los leones[1], de los osos[2], y de los lobos[3].
Es probable que muchos pastores murieran en defensa de su rebaño, pero el único Pastor que con su muerte ha dado vida al rebaño es Jesucristo mismo.
Los fariseos y los sacerdotes de Israel habían demostrado no ser buenos pastores, sino solo asalariados. No tiene nada de malo ser asalariado, sino que Jesús utiliza a estos como ejemplo para mostrar que el que recibe salario no labora por amor a lo que hace, sino porque necesita el salario para sobrevivir; así que si una tienda comienza a quemarse, es probable que el dueño trate de salvar la mercancía, incluso poniendo su vida en peligro, pero de seguro que sus empleados dirán que no están dispuestos a entrar en un edificio en llamas para salvar lo que es de otro. El asalariado puede ser un buen trabajador, honrado y fiel, hasta el momento en que exista el peligro para su vida.
Por eso Jesús podía decir que era el Pastor Excelente. Pero cuando el liderazgo de Israel no era fiel, se le comparaba como las ovejas sin pastor, es decir, expuestas a ser destruidas[4]. Jesús conoce a los suyos y estos le seguimos. Los fariseos no sabían quién era el ciego a pesar que estuvo toda su vida mendigando cerca suyo, tanto es así que tuvieron que llamar a sus padres para consultar si de verdad era el hijo ciego. Nosotros conocemos a Jesús y por ello no aceptamos cuando nos vienen a enseñar cosas que no tienen base bíblica, a pesar que nos hieran y se burlen.
Jesús conocía al Padre y Él le hablaba a Su Hijo, de la misma manera que el Hijo nos habla a sus ovejas y nos cuida. ¿Cómo puedo saber si soy una oveja? Porque cuando conozco la voluntad de Dios estoy dispuesto a obedecer sin poner objeciones, a pesar que vaya en contra de lo que quiero o me guste.
Jesús habla de “otras ovejas”, pero no es como piensan los mormones que dicen que estaba hablando de los nativos americanos, sino que hablaba de los gentiles. Primero Jesús iba a buscar a los judíos porque eran el pueblo que Dios había escogido para que guardara Su Palabra. Pero los gentiles eran las otras ovejas que seríamos llevados, no al judaísmo sino al cristianismo, en donde la pared que nos separaba sería derribada.
Hasta el Concilio Vaticano II, la Iglesia Católico-Romana culpó a los judíos de haber asesinado a Jesús, y nunca lograron entender que Jesús no fue entregado, sino que Él mismo fue quien se dio para salvarnos. La verdad es que no fueron Judas, los judíos o los romanos los que mataron a Jesús, sino que Él se dio a sí mismo para redimir nuestro pecado, de acuerdo al Plan de Dios.
Una de las preguntas que consumía la mente de los fariseos era la fuente de la autoridad de Jesús, y no lo comprendían porque ellos simplemente no aceptaban la Voluntad del Padre. Jesús en cambio, vivía de acuerdo a la Voluntad del Padre y por ello había recibido la autoridad para poner su vida y volverla a tomar. La muerte de Jesús estaba conforme al plan de Dios, no era algo que simplemente a Él se le había ocurrido. Y en todo esto, podemos ver la Unidad entre el Padre y el Hijo, cuando el primero entrega a Su propio Hijo, que a su vez, entrega Su vida, para que el Padre le levante y Él pueda volver a tomarla.
3. 10.19-20 Entre los judíos había una compleja convulsión de ideas. Estaban conscientes que Jesús hacía milagros, pero sus tradiciones los llevaban a condenarlo.
4. 10.21 En las Escrituras hay algunos milagros que son obra de los demonios, pero solo Dios es capaz de sanar a un ciego[5]. Esto hacía que algunos de los judíos llegaran al razonamiento que Jesús no podía estar endemoniado.
5. 10.22-24 La fiesta de la Dedicación solo es mencionada en este pasaje. Se estableció para recordar la hazaña de Judas Macabeo, quien en 164 a.C., purificó ceremonialmente y rededicó el Templo y el altar de los holocaustos, que Antíoco Epífanes mancilló[6]. Para este tiempo se iluminaba abundantemente el Templo y también las casas. Los judíos modernos celebran esta “Fiesta de las luces”[7] y en varios aspectos es semejante a la Navidad de los cristianos. Incluso, la fecha de esta celebración a veces coincide con el 25 de Diciembre, cuando muchos celebran el nacimiento de Jesús.
El pórtico era un lugar cubierto delante de una fachada, cuya bóveda se sostiene con columnas generalmente decoradas. En el Antiguo Testamento se habla del “pórtico de Adonay”, la parte delantera del Templo de Salomón. Delante de este pórtico había un altar, el cual el rey Asa reparó después de haber oído al profeta Azarías y como parte de una reforma religiosa[8]. Algo parecido sucedió en los días de Ezequías[9].
El Nuevo Testamento habla del “pórtico de Salomón” como parte del Templo de Jerusalén. El palacio de Salomón incluía un pórtico de columnas con un pórtico al frente, y otro pórtico para el trono en la sala tribunalicia[10]. Estos edificios bien pueden derivarse del sirio bit hilaµni, conjunto de habitaciones, consistente en un pórtico al que se llegaba por escalinatas y que conduce a una cámara de audiencias, varios otros cuartos diversos, y una escalera que lleva a una planta alta o terraza. El pórtico de Salomón era un paseo cubierto, de 30 codos de ancho, con dos filas de columnas de 25 codos de alto, a lo largo del lado oriental del patio de los gentiles en el templo de Herodes[11]. En este pórtico la gente se congregó, algún tiempo después, para ver el milagro de Pedro y Juan al curar a un cojo[12]. Allí también los apóstoles hicieron otras maravillas y prodigios en presencia y a favor del pueblo[13]. Este pórtico tenía dos hileras de columnas y protegía el lado oriental del santuario del inclemente viento que llegaba del desierto[14].
Los fariseos no estaban en realidad interesados en saber que Jesús es el Cristo, sino que lo que buscaban era una oportunidad para acusarle. Ya Jesús había dicho a la mujer samaritana y al ciego que Él es el Cristo, pero los fariseos deseaban escucharlo para exigir que dirigiera una revuelta contra los romanos o bien asesinarle.
6. 10.25-30 Al igual que la mayoría de las personas, los fariseos querían una respuesta, no la correcta, sino la que ellos querían escuchar. Jesús les había demostrado que era el Mesías, pero ellos estaban cegados y sordos y no lograban comprender la verdad. No era solo el hecho de que Jesús les dijera directamente que era el Mesías, sino que por lo que hacía cada día lo demostraba, y ante ello, no hay argumento en contra.
En mi vida he conocido muchos que buscan enseñar, pero que triste es cuando la teoría no va de acuerdo con la práctica. Pero el caso de Jesús era distinto, su mensaje estaba de acuerdo a sus enseñanzas, con lo que probaba que Dios estaba con Él, y los fariseos nunca pudieron negar la realidad de las señales, aunque en muchas ocasiones se las adjudicaron al poder de los demonios.
Aunque Jesús hizo muchísimos milagros, Juan solo recopila siete, con los que demuestra que Él es el Señor, el Mesías esperado:
a. 2.1-11. Hace que el agua corriente se convierta en vino, el fruto de la vid, de tal manera que demuestra con ello que es el Señor de la Creación, ya que tiene el poder de cambiar las moléculas de una forma a otra.
b. 4.46-54. Sana al hijo del oficial a la distancia, demostrando que es el Señor del espacio, porque ninguna barrera podía detener Su poder.
c. 5.1-9. Sana a un paralítico que estaba enfermo desde casi cuarenta años atrás, demostrando que es el Señor del tiempo, ya que para Él un minuto y mil años son la misma cosa.
d. 6.1-4. Multiplica los panes y los peces, demostrando que es el Señor de los imposibles, rompiendo las barreras de la lógica.
e. 6.16-21. Caminó sobre el agua y detuvo la tormenta, manifestando que es el Señor de las fuerzas naturales.
f. 9.1-12. Al abrir los ojos del ciego se manifiesta como el Señor de la luz, ya que con este milagro hace que las tinieblas huyan para dar paso a la luz.
g. 11.39-44. Al resucitar a Lázaro demuestra ser el Señor de la vida.
Los fariseos no confiaban en Jesús porque no eran de sus ovejas, no porque exista una predestinación que nos marque para ser salvos o perdidos, como enseña el calvinismo, ya que eso nos libraría de culpa y esta caería sobre Dios mismo, ya que si Él nos señaló para ser salvos, ¿qué impediría nuestra salvación?, o si lo hizo para que nos perdiéramos, ¿cómo podríamos salvarnos?, y ¿qué culpa tendríamos de perdernos si ya de antemano Dios nos condenó?, sino que ellos mismos habían endurecido su corazón contra la verdad y por ello no podían aceptar el mensaje de Jesús.
Por el contrario, los que somos de Jesús, a pesar de haber estado extraviados en una maraña de errores teológicos, al escuchar la verdad del Evangelio, hemos acudido a Su llamado, con lo que hemos recibido la vida eterna y el día del Juicio seremos librados porque hemos sido cubiertos con la sangre de Cristo, por lo que nadie puede condenarnos ya que estamos bajo la protección de Dios. Todo esto es incluido en el sexto requisito para la salvación, la perseverancia. Hay quienes enseñan que por el mero hecho de haber oído de Cristo ya se es salvo; otros dicen que es necesario creer; otros hablan de que hay que arrepentirse de los pecados cometidos; otros también dicen que hay que confesarlo y según otros todo esto debe ser rematado con el sumergirse en el agua. La verdad es que todos tienen razón, pero no han terminado el camino. Una persona puede haber escuchado todo el mensaje del Evangelio e incluso puede trazarlo claramente; puede creer cada coma y punto de la Biblia; llorar amargamente por sus pecados; confesar ante todo el mundo que Jesús es su Señor y haberse sumergido en el río Jordán por media hora, sin llegar a ser salvo, ya que su vida no es un ejemplo de que se haya entregado a Cristo y que el Espíritu Santo more en su vida. ¡Sin perseverancia en la vida santa no hay salvación!
Los fariseos no entendían cómo Jesús y el Padre son Uno, porque ellos, simplemente, no conocían al Padre y por ello no entendían Sus obras.
7. 10.31-33 El hombre, al verse limitado en su ignorancia, toma dos opciones: Adora lo que no comprende o lo destruye. Los judíos temían a Jesús, por lo que volvieron a tomar piedras para apedrearle, por lo que Jesús se defiende, no porque necesitara hacerlo, sino porque buscaba que ellos vieran la realidad de su pecado.
Todo lo que Jesús había hecho era bueno: Ayudó a una familia que estaba recién comenzando, sanó a un joven enfermo, luego sanó a un paralítico, alimentó a las multitudes hambrientas, libró a sus discípulos de un naufragio y sanó a un ciego. ¿Qué hay de malo en esto?
La excusa que utilizan los fariseos es que Jesús blasfemó por hacerse igual a Dios. ¿Cómo pueden los russellistas explicar esta situación que se da en este punto?
8. 10.34-38 Para justificar el apedrar a Jesús, los judíos se basaban en la Ley, pero Él les presenta un argumento en base a esa misma Ley. Jesús cita Éxodo 21.6; 22.8; 2 Crónicas 19.5-7; Salmos 82.6, no porque el judaísmo tuviese más de un dios, sino que Dios llamó a los jueces dioses por ser los representantes Suyos. Los judíos eran los guardianes de la Palabra de Dios, por lo que fueron dioses para el resto de le humanidad. Los fariseos no tenían en realidad ninguna excusa para apedrear a Jesús por haber usado ese término para Él, pero no es por ello que se vale de este argumento, sino que lo hace para que los fariseos se enfrenten a su propia hipocresía.
Jesús usa la ocasión para demostrar que Él es enviado por Dios de manera directa, y hacer ver a los fariseos que ellos son los pecadores, ya que Él es Santo, por lo que aunque Él podía juzgarles, ellos no a Él.
Jesús les propone una disyuntiva: No era necesario que le creyeran si Él estaba haciendo algo contra la Voluntad de Dios, pero si estaba haciendo la Voluntad del Padre, aunque no le creyeran a Él, debían creer por las obras que Él hacía.
9. 10.39 Es curioso que primero trataran de lapidarle, pero después lo que buscan es arrestarlo, ¿para qué?
10. 10.40-42 Jesús no volvió más a Jerusalén sino solo para la Pascua y para morir, pero los que le escucharon, habiendo escuchado a Juan antes, confirmaron que Juan era el profeta que hablaban las Escrituras, el precursor de Mesías[15], y que Jesús es el Cristo, el Salvador.
[1] Amós 3.12.
[2] 1 Samuel 17.34-37.
[3] Mateo 7.15.
[4] Números 27.15-17.
[5] Éxodo 4.11; Salmos 146.8.
[6] 1 Macabeos 4.52-59; 2 Macabeos 2.20; 10.6.
[7] Hanukkah.
[8] 2 Crónicas 15.8.
[9] 2 Crónicas 29.17.
[10] 1 Reyes 7.6-7.
[11] Juan 10.23; Hechos 3.11; 5.12; Antigüedades de los Judíos 15.380-425.
[12] Hechos 3.11.
[13] Hechos 5.12.
[14] Diccionario Nelson; Diccionario Certeza, Pórtico.
[15] Isaías 40.3; Malaquías 4.5.
De seguro que las palabras de Jesús les intrigaron. Ellos conocían todo el mecanismo con el que funcionaba un redil y la seguridad que había para que ni ladrones ni lobos vinieran a arrebatar las ovejas, así que la enseñanza no debía serles del todo desconocida.
En Palestina se acostumbraba a guardar los rebaños durante la noche en cercados, generalmente con un muro de piedra, cercanos a los pueblos. Muchos pastores acostumbraban a depositar a sus ovejas en estos rediles durante la noche y en la mañana volvían por ellas para llevarlas al pastoreo. Este tema matinal es la primera parte de este discurso.
El pastor representa a Cristo, y el rebaño representa al judaísmo y la Ley. Esto parece hacerse más claro en el versículo 16 donde Jesús llama a los gentiles “otras ovejas”. El redil no representa al cielo, porque ahí no hay ladrones; tampoco representa la salvación, porque Jesús les saca del redil.
El pastor que tiene derecho, no necesita entrar por otro lugar que no sea la puerta. No necesita entrar a escondidas. Jesús pudo llegar al pueblo porque Él tenía el derecho a hacerlo.
Jesús llega al redil y se encuentra con el portero, que espiritualizando la alegoría puede representar a Juan el bautizador.
En el redil se guardaban muchos rebaños, propiedad de diferentes pastores, que llamaban a sus ovejas de una manera especial. De manera que cuando Jesús llega al pueblo, al judaísmo y llama, no es reconocido por todos, sino por sus ovejas. El pastor camina delante de sus ovejas y ellas le siguen. El vaquero “empuja” su ganado.
La Ley, el redil, había cumplido el propósito de cuidar el rebaño durante la noche. Ahora ya no tenía razón de ser. Por muchos años la Ley y el judaísmo tradicional habían protegido a los hebreos para que no fueran semejantes a los demás pueblos de la tierra, pero ya esto no iba a ser necesario. Jesús venía por Su rebaño y los suyos le seguirían.
También iban a venir otros que querían arrebatar el rebaño, pero las verdaderas ovejas huirían de ellos. Los fariseos no iban delante de las ovejas, sino que las tiranizaban con sus tradiciones con las que controlaban al pueblo por medio del terror. Hoy hay muchos líderes religiosos que controlan al pueblo con sus tácticas de terror, diciéndoles cosas como: “Si no dan el diezmo quedarán en la ruina económica”, “Si no vienen a todas las reuniones se enfermarán”, “Si no me obedecen les vendrá el mal”, etc.
Ellos no entendieron no porque fuese muy complicado lo que les decía Jesús, sino que su orgullo no les permitía entender. Hace unos años un misionero escribió a un famoso tele-evangelista explicándole el plan bíblico para la salvación; el tele-evangelista le respondió que él lo entendía así, pero que no podía cambiar su mensaje porque por muchos años lo había explicado de una manera diferente y la gente dejaría de escucharlo si ahora cambiaba. ¡El orgullo y su conveniencia económica no le permitían enseñar la verdad a pesar de conocerla!
2. 10.7-18 De nuevo Jesús volvió a decirles las mismas cosas, pero directamente, confirmando su autoridad como el Hijo de Dios.
Los judíos comprendían la importancia de la puerta del redil, tanto que en muchos de ellos, el mismo pastor era quien hacía la función de esta, durmiendo él en la entrada al redil. Jesús es la puerta de salvación, la única manera de llegar al Padre.
Cuando Jesús habla de los que vinieron antes que Él y son ladrones y asaltantes, se refiere, lógicamente, a los falsos profetas que se encontraron en el Antiguo Testamento, así como en el Nuevo Testamento e incluso en la actualidad. Pero en ese momento, Jesús apuntaba a los mismos fariseos que se hacían llamar los guías de Israel, pero en realidad eran unos falsos.
Jesús es la puerta, la única manera de encontrar la salvación, que no viene por medio de tal o cual religión, sino por obedecer Su Palabra, que es el pasto verde y abundante que nos nutre y fortifica cada día. Pero los falsos líderes religiosos que hacían y hacen masacre con el Pueblo, se roban las y a las ovejas, las destrozan y convierten en seres que llegan a un punto de sufrir tanto temor que luego no quieren ni acercarse al verdadero Pueblo porque les han hecho pasar por experiencias traumatizantes. Pero Jesús da vida y esperanza.
Contrario a lo que se nos ha enseñado por muchos años, la vida en Cristo es plena, no aburrida ni cansada; no está llena de prohibiciones sino de oportunidades; no de señalamientos y culpas sino de gozo y amor. Los cantantes seculares y los medios de comunicación en general hacen creer que la vida plena es la de pecado y gozo carnal, pero la realidad es que la vida abundante es la que está sazonada con el Espíritu Santo y dispuesta para agradar a Dios en todo.
Jesús es el Pastor, pero no cualquier pastor, sino el Pastor Excelente, el Supremo, el Ideal. La prueba que Jesús da sobre esto es que Él pone su alma, su vida para proteger las ovejas. Nos hemos hecho una imagen equivocada sobre el trabajo del pastor, pensando que su única función era llevar a las ovejas a un potrero y dejarlas pacer mientras él se pone a descansar. Pero no, el pastor es el responsable de la vida de las ovejas, desde su alimentación hasta el cuidado contra los animales feroces que entrar a matar. Los pastores orientales de los tiempos bíblicos debían proteger sus ovejas de los leones[1], de los osos[2], y de los lobos[3].
Es probable que muchos pastores murieran en defensa de su rebaño, pero el único Pastor que con su muerte ha dado vida al rebaño es Jesucristo mismo.
Los fariseos y los sacerdotes de Israel habían demostrado no ser buenos pastores, sino solo asalariados. No tiene nada de malo ser asalariado, sino que Jesús utiliza a estos como ejemplo para mostrar que el que recibe salario no labora por amor a lo que hace, sino porque necesita el salario para sobrevivir; así que si una tienda comienza a quemarse, es probable que el dueño trate de salvar la mercancía, incluso poniendo su vida en peligro, pero de seguro que sus empleados dirán que no están dispuestos a entrar en un edificio en llamas para salvar lo que es de otro. El asalariado puede ser un buen trabajador, honrado y fiel, hasta el momento en que exista el peligro para su vida.
Por eso Jesús podía decir que era el Pastor Excelente. Pero cuando el liderazgo de Israel no era fiel, se le comparaba como las ovejas sin pastor, es decir, expuestas a ser destruidas[4]. Jesús conoce a los suyos y estos le seguimos. Los fariseos no sabían quién era el ciego a pesar que estuvo toda su vida mendigando cerca suyo, tanto es así que tuvieron que llamar a sus padres para consultar si de verdad era el hijo ciego. Nosotros conocemos a Jesús y por ello no aceptamos cuando nos vienen a enseñar cosas que no tienen base bíblica, a pesar que nos hieran y se burlen.
Jesús conocía al Padre y Él le hablaba a Su Hijo, de la misma manera que el Hijo nos habla a sus ovejas y nos cuida. ¿Cómo puedo saber si soy una oveja? Porque cuando conozco la voluntad de Dios estoy dispuesto a obedecer sin poner objeciones, a pesar que vaya en contra de lo que quiero o me guste.
Jesús habla de “otras ovejas”, pero no es como piensan los mormones que dicen que estaba hablando de los nativos americanos, sino que hablaba de los gentiles. Primero Jesús iba a buscar a los judíos porque eran el pueblo que Dios había escogido para que guardara Su Palabra. Pero los gentiles eran las otras ovejas que seríamos llevados, no al judaísmo sino al cristianismo, en donde la pared que nos separaba sería derribada.
Hasta el Concilio Vaticano II, la Iglesia Católico-Romana culpó a los judíos de haber asesinado a Jesús, y nunca lograron entender que Jesús no fue entregado, sino que Él mismo fue quien se dio para salvarnos. La verdad es que no fueron Judas, los judíos o los romanos los que mataron a Jesús, sino que Él se dio a sí mismo para redimir nuestro pecado, de acuerdo al Plan de Dios.
Una de las preguntas que consumía la mente de los fariseos era la fuente de la autoridad de Jesús, y no lo comprendían porque ellos simplemente no aceptaban la Voluntad del Padre. Jesús en cambio, vivía de acuerdo a la Voluntad del Padre y por ello había recibido la autoridad para poner su vida y volverla a tomar. La muerte de Jesús estaba conforme al plan de Dios, no era algo que simplemente a Él se le había ocurrido. Y en todo esto, podemos ver la Unidad entre el Padre y el Hijo, cuando el primero entrega a Su propio Hijo, que a su vez, entrega Su vida, para que el Padre le levante y Él pueda volver a tomarla.
3. 10.19-20 Entre los judíos había una compleja convulsión de ideas. Estaban conscientes que Jesús hacía milagros, pero sus tradiciones los llevaban a condenarlo.
4. 10.21 En las Escrituras hay algunos milagros que son obra de los demonios, pero solo Dios es capaz de sanar a un ciego[5]. Esto hacía que algunos de los judíos llegaran al razonamiento que Jesús no podía estar endemoniado.
5. 10.22-24 La fiesta de la Dedicación solo es mencionada en este pasaje. Se estableció para recordar la hazaña de Judas Macabeo, quien en 164 a.C., purificó ceremonialmente y rededicó el Templo y el altar de los holocaustos, que Antíoco Epífanes mancilló[6]. Para este tiempo se iluminaba abundantemente el Templo y también las casas. Los judíos modernos celebran esta “Fiesta de las luces”[7] y en varios aspectos es semejante a la Navidad de los cristianos. Incluso, la fecha de esta celebración a veces coincide con el 25 de Diciembre, cuando muchos celebran el nacimiento de Jesús.
El pórtico era un lugar cubierto delante de una fachada, cuya bóveda se sostiene con columnas generalmente decoradas. En el Antiguo Testamento se habla del “pórtico de Adonay”, la parte delantera del Templo de Salomón. Delante de este pórtico había un altar, el cual el rey Asa reparó después de haber oído al profeta Azarías y como parte de una reforma religiosa[8]. Algo parecido sucedió en los días de Ezequías[9].
El Nuevo Testamento habla del “pórtico de Salomón” como parte del Templo de Jerusalén. El palacio de Salomón incluía un pórtico de columnas con un pórtico al frente, y otro pórtico para el trono en la sala tribunalicia[10]. Estos edificios bien pueden derivarse del sirio bit hilaµni, conjunto de habitaciones, consistente en un pórtico al que se llegaba por escalinatas y que conduce a una cámara de audiencias, varios otros cuartos diversos, y una escalera que lleva a una planta alta o terraza. El pórtico de Salomón era un paseo cubierto, de 30 codos de ancho, con dos filas de columnas de 25 codos de alto, a lo largo del lado oriental del patio de los gentiles en el templo de Herodes[11]. En este pórtico la gente se congregó, algún tiempo después, para ver el milagro de Pedro y Juan al curar a un cojo[12]. Allí también los apóstoles hicieron otras maravillas y prodigios en presencia y a favor del pueblo[13]. Este pórtico tenía dos hileras de columnas y protegía el lado oriental del santuario del inclemente viento que llegaba del desierto[14].
Los fariseos no estaban en realidad interesados en saber que Jesús es el Cristo, sino que lo que buscaban era una oportunidad para acusarle. Ya Jesús había dicho a la mujer samaritana y al ciego que Él es el Cristo, pero los fariseos deseaban escucharlo para exigir que dirigiera una revuelta contra los romanos o bien asesinarle.
6. 10.25-30 Al igual que la mayoría de las personas, los fariseos querían una respuesta, no la correcta, sino la que ellos querían escuchar. Jesús les había demostrado que era el Mesías, pero ellos estaban cegados y sordos y no lograban comprender la verdad. No era solo el hecho de que Jesús les dijera directamente que era el Mesías, sino que por lo que hacía cada día lo demostraba, y ante ello, no hay argumento en contra.
En mi vida he conocido muchos que buscan enseñar, pero que triste es cuando la teoría no va de acuerdo con la práctica. Pero el caso de Jesús era distinto, su mensaje estaba de acuerdo a sus enseñanzas, con lo que probaba que Dios estaba con Él, y los fariseos nunca pudieron negar la realidad de las señales, aunque en muchas ocasiones se las adjudicaron al poder de los demonios.
Aunque Jesús hizo muchísimos milagros, Juan solo recopila siete, con los que demuestra que Él es el Señor, el Mesías esperado:
a. 2.1-11. Hace que el agua corriente se convierta en vino, el fruto de la vid, de tal manera que demuestra con ello que es el Señor de la Creación, ya que tiene el poder de cambiar las moléculas de una forma a otra.
b. 4.46-54. Sana al hijo del oficial a la distancia, demostrando que es el Señor del espacio, porque ninguna barrera podía detener Su poder.
c. 5.1-9. Sana a un paralítico que estaba enfermo desde casi cuarenta años atrás, demostrando que es el Señor del tiempo, ya que para Él un minuto y mil años son la misma cosa.
d. 6.1-4. Multiplica los panes y los peces, demostrando que es el Señor de los imposibles, rompiendo las barreras de la lógica.
e. 6.16-21. Caminó sobre el agua y detuvo la tormenta, manifestando que es el Señor de las fuerzas naturales.
f. 9.1-12. Al abrir los ojos del ciego se manifiesta como el Señor de la luz, ya que con este milagro hace que las tinieblas huyan para dar paso a la luz.
g. 11.39-44. Al resucitar a Lázaro demuestra ser el Señor de la vida.
Los fariseos no confiaban en Jesús porque no eran de sus ovejas, no porque exista una predestinación que nos marque para ser salvos o perdidos, como enseña el calvinismo, ya que eso nos libraría de culpa y esta caería sobre Dios mismo, ya que si Él nos señaló para ser salvos, ¿qué impediría nuestra salvación?, o si lo hizo para que nos perdiéramos, ¿cómo podríamos salvarnos?, y ¿qué culpa tendríamos de perdernos si ya de antemano Dios nos condenó?, sino que ellos mismos habían endurecido su corazón contra la verdad y por ello no podían aceptar el mensaje de Jesús.
Por el contrario, los que somos de Jesús, a pesar de haber estado extraviados en una maraña de errores teológicos, al escuchar la verdad del Evangelio, hemos acudido a Su llamado, con lo que hemos recibido la vida eterna y el día del Juicio seremos librados porque hemos sido cubiertos con la sangre de Cristo, por lo que nadie puede condenarnos ya que estamos bajo la protección de Dios. Todo esto es incluido en el sexto requisito para la salvación, la perseverancia. Hay quienes enseñan que por el mero hecho de haber oído de Cristo ya se es salvo; otros dicen que es necesario creer; otros hablan de que hay que arrepentirse de los pecados cometidos; otros también dicen que hay que confesarlo y según otros todo esto debe ser rematado con el sumergirse en el agua. La verdad es que todos tienen razón, pero no han terminado el camino. Una persona puede haber escuchado todo el mensaje del Evangelio e incluso puede trazarlo claramente; puede creer cada coma y punto de la Biblia; llorar amargamente por sus pecados; confesar ante todo el mundo que Jesús es su Señor y haberse sumergido en el río Jordán por media hora, sin llegar a ser salvo, ya que su vida no es un ejemplo de que se haya entregado a Cristo y que el Espíritu Santo more en su vida. ¡Sin perseverancia en la vida santa no hay salvación!
Los fariseos no entendían cómo Jesús y el Padre son Uno, porque ellos, simplemente, no conocían al Padre y por ello no entendían Sus obras.
7. 10.31-33 El hombre, al verse limitado en su ignorancia, toma dos opciones: Adora lo que no comprende o lo destruye. Los judíos temían a Jesús, por lo que volvieron a tomar piedras para apedrearle, por lo que Jesús se defiende, no porque necesitara hacerlo, sino porque buscaba que ellos vieran la realidad de su pecado.
Todo lo que Jesús había hecho era bueno: Ayudó a una familia que estaba recién comenzando, sanó a un joven enfermo, luego sanó a un paralítico, alimentó a las multitudes hambrientas, libró a sus discípulos de un naufragio y sanó a un ciego. ¿Qué hay de malo en esto?
La excusa que utilizan los fariseos es que Jesús blasfemó por hacerse igual a Dios. ¿Cómo pueden los russellistas explicar esta situación que se da en este punto?
8. 10.34-38 Para justificar el apedrar a Jesús, los judíos se basaban en la Ley, pero Él les presenta un argumento en base a esa misma Ley. Jesús cita Éxodo 21.6; 22.8; 2 Crónicas 19.5-7; Salmos 82.6, no porque el judaísmo tuviese más de un dios, sino que Dios llamó a los jueces dioses por ser los representantes Suyos. Los judíos eran los guardianes de la Palabra de Dios, por lo que fueron dioses para el resto de le humanidad. Los fariseos no tenían en realidad ninguna excusa para apedrear a Jesús por haber usado ese término para Él, pero no es por ello que se vale de este argumento, sino que lo hace para que los fariseos se enfrenten a su propia hipocresía.
Jesús usa la ocasión para demostrar que Él es enviado por Dios de manera directa, y hacer ver a los fariseos que ellos son los pecadores, ya que Él es Santo, por lo que aunque Él podía juzgarles, ellos no a Él.
Jesús les propone una disyuntiva: No era necesario que le creyeran si Él estaba haciendo algo contra la Voluntad de Dios, pero si estaba haciendo la Voluntad del Padre, aunque no le creyeran a Él, debían creer por las obras que Él hacía.
9. 10.39 Es curioso que primero trataran de lapidarle, pero después lo que buscan es arrestarlo, ¿para qué?
10. 10.40-42 Jesús no volvió más a Jerusalén sino solo para la Pascua y para morir, pero los que le escucharon, habiendo escuchado a Juan antes, confirmaron que Juan era el profeta que hablaban las Escrituras, el precursor de Mesías[15], y que Jesús es el Cristo, el Salvador.
[1] Amós 3.12.
[2] 1 Samuel 17.34-37.
[3] Mateo 7.15.
[4] Números 27.15-17.
[5] Éxodo 4.11; Salmos 146.8.
[6] 1 Macabeos 4.52-59; 2 Macabeos 2.20; 10.6.
[7] Hanukkah.
[8] 2 Crónicas 15.8.
[9] 2 Crónicas 29.17.
[10] 1 Reyes 7.6-7.
[11] Juan 10.23; Hechos 3.11; 5.12; Antigüedades de los Judíos 15.380-425.
[12] Hechos 3.11.
[13] Hechos 5.12.
[14] Diccionario Nelson; Diccionario Certeza, Pórtico.
[15] Isaías 40.3; Malaquías 4.5.