22. 11.45-46 Los
judíos que creyeron en Jesús eran los que habían corrido tras María cuando ella
fue al encuentro de Jesús. Ellos creyeron en Jesús al ver el milagro de la
resurrección de Lázaro y algunos de ellos acudieron en busca de los fariseos,
probablemente no para decir algo contra Jesús, sino más bien a relatar lo que
habían visto.
23. 11.47-54 A pesar que los sacerdotes y los fariseos se mantenían en franca oposición, cuando encontraron un punto en común para odiar, a Jesús, decidieron hacer una alianza. Ellos se hacen pregunta: “¿Qué haremos?”, ante la “emergencia” que se les presentaba. Ellos eran testigos de que Jesús hacía milagros, no lo negaban, sabían que Lázaro había resucitado, pero no estaban dispuestos a aceptar a Jesús. La insolencia de los sacerdotes y fariseos era manifiesta al presentar esta pregunta.
¿Cuál era la preocupación de los sacerdotes y los fariseos en realidad? Los romanos eran respetuosos de la religión de los pueblos conquistados. Si la gente hubiese creído en Jesús, no iba a levantarse contra Roma, porque la enseñanza de Cristo está basada en el amor, no en la guerra, por lo que los romanos no iban a ver al cristianismo como una amenaza contra el Imperio. De hecho, cuando algunos quisieron darle un tinte político al ministerio de Jesús, Él se retiró[1].
Para evitar que las personas confesaran que Jesús es el Mesías, los fariseos y los sacerdotes habían tomado la postura de amenazar con la expulsión de la sinagoga, pero ahora la situación se estaba poniendo más difícil, porque el milagro de la resurrección de Lázaro no podía negarse, y si bien es cierto, la enseñanza de Jesús no iba dirigida a la violencia, es posible que muchos agitadores vieran en esto una oportunidad de guiar una rebelión contra los romanos y eso era lo que temían los líderes judíos.
Originalmente, el puesto del Sumo Sacerdote era hasta la muerte, pero los judíos habían cambiado la forma y ahora ese puesto cambiaba cada año. Caifás era el Sumo Sacerdote y por ello el Espíritu Santo lo toma para hacer una profecía, aunque él mismo no entendía lo que decía, al igual que la mula de Balaam lo había hecho en el Antiguo Testamento.
Según la mentalidad de los líderes judíos, ellos iban a obtener una victoria al matar a Jesús, pero no entendían que la verdad era que ni ellos iban a salir victoriosos ni Jesús sería atrapado por ellos, sino que él mismo sería el que se entregaría voluntariamente para ser sacrificado. Más aún, ellos tomaron acuerdo en cometer un asesinato, mostrando la maldad de su corazón.
Aunque los líderes judíos habían pensado en el asesinato, el tiempo de Jesús no había llegado todavía, por lo que Él se alejó, refugiándose en Efraín.
24. 11.55-57 La fama de Jesús se había esparcido, y de seguro que muchos de los que iban llegando de otras regiones escuchaban los sucesos que habían pasado, y querían conocer a Jesús, por lo que preguntaban por Él.
Mientras tanto, los líderes de los judíos ya habían hecho sus planes y aunque creían que no era prudente prender a Jesús durante la fiesta de la Pascua porque se congregaba mucha gente en Jerusalén[2], Dios había dispuesto que fuera en este tiempo el sufrimiento de Jesús.
[1] Juan 6.15.
[2] Mateo 26.4-5.
23. 11.47-54 A pesar que los sacerdotes y los fariseos se mantenían en franca oposición, cuando encontraron un punto en común para odiar, a Jesús, decidieron hacer una alianza. Ellos se hacen pregunta: “¿Qué haremos?”, ante la “emergencia” que se les presentaba. Ellos eran testigos de que Jesús hacía milagros, no lo negaban, sabían que Lázaro había resucitado, pero no estaban dispuestos a aceptar a Jesús. La insolencia de los sacerdotes y fariseos era manifiesta al presentar esta pregunta.
¿Cuál era la preocupación de los sacerdotes y los fariseos en realidad? Los romanos eran respetuosos de la religión de los pueblos conquistados. Si la gente hubiese creído en Jesús, no iba a levantarse contra Roma, porque la enseñanza de Cristo está basada en el amor, no en la guerra, por lo que los romanos no iban a ver al cristianismo como una amenaza contra el Imperio. De hecho, cuando algunos quisieron darle un tinte político al ministerio de Jesús, Él se retiró[1].
Para evitar que las personas confesaran que Jesús es el Mesías, los fariseos y los sacerdotes habían tomado la postura de amenazar con la expulsión de la sinagoga, pero ahora la situación se estaba poniendo más difícil, porque el milagro de la resurrección de Lázaro no podía negarse, y si bien es cierto, la enseñanza de Jesús no iba dirigida a la violencia, es posible que muchos agitadores vieran en esto una oportunidad de guiar una rebelión contra los romanos y eso era lo que temían los líderes judíos.
Originalmente, el puesto del Sumo Sacerdote era hasta la muerte, pero los judíos habían cambiado la forma y ahora ese puesto cambiaba cada año. Caifás era el Sumo Sacerdote y por ello el Espíritu Santo lo toma para hacer una profecía, aunque él mismo no entendía lo que decía, al igual que la mula de Balaam lo había hecho en el Antiguo Testamento.
Según la mentalidad de los líderes judíos, ellos iban a obtener una victoria al matar a Jesús, pero no entendían que la verdad era que ni ellos iban a salir victoriosos ni Jesús sería atrapado por ellos, sino que él mismo sería el que se entregaría voluntariamente para ser sacrificado. Más aún, ellos tomaron acuerdo en cometer un asesinato, mostrando la maldad de su corazón.
Aunque los líderes judíos habían pensado en el asesinato, el tiempo de Jesús no había llegado todavía, por lo que Él se alejó, refugiándose en Efraín.
24. 11.55-57 La fama de Jesús se había esparcido, y de seguro que muchos de los que iban llegando de otras regiones escuchaban los sucesos que habían pasado, y querían conocer a Jesús, por lo que preguntaban por Él.
Mientras tanto, los líderes de los judíos ya habían hecho sus planes y aunque creían que no era prudente prender a Jesús durante la fiesta de la Pascua porque se congregaba mucha gente en Jerusalén[2], Dios había dispuesto que fuera en este tiempo el sufrimiento de Jesús.
[1] Juan 6.15.
[2] Mateo 26.4-5.