Capítulo 11
1. 11.1-2 Esta
es la última de las señales que Juan registra en su evangelio. Lazaro es mencionado
solo en este Evangelio, pero María y Marta son mencionadas en Lucas 10.38-42.
Betania es una aldea del lado más alejado del monte de los Olivos, a unos 3 kilómetros de Jerusalén sobre el camino a Jericó y tiene una población actual 726, de mayoría musulmana. La etimología de Betania no es segura; podría significar “casa de los pobres” o “casa de Ananías” e incluso “casa del bote”. Le han llamado el hogar de Jesús en Judea, porque le gustaba pasar por allí cuando visitaba Jerusalén. Se menciona por primera vez en los evangelios, especialmente como residencia de los amados amigos de Jesús, María, Marta y Lázaro[1], de allí el moderno nombre arábigo el-Azariyeh, y también Simón el leproso. Su papel más importante en el relato de los evangelios fue en ocasión del ungimiento de Jesús[2]. Fue cerca de Betania que el Señor Jesús ascendió al cielo[3]. Fuera de los evangelios figura principalmente en itinerarios, tradiciones, y leyendas cristianos. Inscripciones sepulcrales encontradas en Betania hacen suponer que hubo en ella población galilea. En lugar de las lujuriantes palmeras datileras del pasado, crecen en la actualidad olivos, higueras, y granadas. Hay algunas ruinas de edificios y tumbas cortadas de la roca. A principios del siglo IV se enseñaba a los peregrinos, según afirman Eusebio de Cesarea y el peregrino de Burdeos, la cueva sepulcral en que fue sepultado Lázaro y de donde fue llamado a la vida por el Salvador. Jerónimo y la peregrina Eteria atestiguan, además, hacia fines del siglo IV la existencia de una iglesia en el mismo lugar[4].
Es importante que María sea identificada ya que ese nombre era muy común en el Israel del siglo I.
2. 11.3 Es indudable que las hermanas, quienes tenían una amistad muy cercana con Jesús, y los Evangelios no nos dicen cuándo comenzó esta aunque si nos dan a entender que eran amigos íntimos, no como enseñan los mormones que María y Marta eran esposas de Jesús.
3. 11.4-6 No es que Jesús no supiera que Lázaro iba a morir, pero también sabía lo que Él iba a hacer. Habla de que la muerte de Lázaro iba a servir para glorificar a Dios, pero también iba a glorificarlo a Él. Sería glorificado porque todos verían que tiene el poder tanto sobre la vida como sobre la muerte, demostrando que es el Hijo de Dios.
No es pecado pensar que la familia de Lázaro, compuesta ahora por él y sus dos hermanas, pudiera haber tenido una amistad de mucho tiempo con la familia de José y María, y por eso existe un lazo de cariño especial entre ellos. De hecho, en el versículo 3 se usa la palabra “φιλεις”, del que Strong dice: “Ser amigo de (amar a [un individual o un objectivamente]), tener afecto por (denotando apego personal, como asunto de sentimiento o emoción): amar, besar”[5]. En el versículo 5 usa la palabra “ηγαπα”, que Strong dice: “Tal vez de Aγαν ágan (mucho); amar (en sentido social o moral): amado, amada, amar, amor”[6]. En el versículo 3 habla de un amor de hermanos, mientras que en el 5 habla de estar lleno de buena voluntad.
Jesús no se queda lejos porque estaba siendo indiferente al problema de Lázaro, sino que Dios tenía otros planes. Jesús no necesitaba ir a Betania para sanar a Lázaro, con solo que pensara en su salud, se hubiese recuperado. Pero Lázaro tenía que morir, y es probable que muriera el mismo día en que llegaron con el mensaje a Jesús, ya que Él se quedó dos días, uno para que llegaran los mensajeros y otro para que Jesús viajara, suma cuatro días.
4. 11.7-8 La inquietud de los discípulos, desde el punto de vista humano, es razonable. Ellos están preocupados porque temen por la seguridad del Maestro y la suya propia. Recordaban que habían salido de Judea porque le querían apedrear, probablemente aún guardaban la misma idea.
5. 11.9-10 Los judíos dividían el día en dos: Día y noche, y cada cual tenía doce horas. En el día, con la claridad, se podía trabajar, pero al caer la noche, había que suspender las labores ya que no tenían buena iluminación y era posible tener un accidente. Jesús es la luz del mundo, por lo que en Su día se podía trabajar, pero vendría el tiempo en que esto no sería posible.
6. 11.11 Jesús usa un eufemismo[7] para referirse a la muerte, de la misma manera como usamos la palabra cementerio[8]. Contrario a lo que creen los russellistas, los muertos no están inconcientes, y no quiere decir esto el pasaje en cuestión, sino que solo el cuerpo es el que no tiene actividad.
Los cristianos tenemos la esperanza de que después de morir, seremos resucitados para pasar la eternidad con el Señor. No así los humanistas que consideran que al final de la vida el ser humano deja de ser, o algunas otras religiones orientales que consideran que al morir se reencarna en otro ser, dependiendo de cómo se haya vivido.
La resurrección de Lázaro es una ilustración de lo que ocurrirá en el Día Postrero con todos los que hemos creído en Él para nuestra salvación.
7. 11.12-15 Una de las defensas que tiene el cuerpo contra las enfermedades está en el dormir, ya que el cuerpo manda toda la energía al sistema inmunológico y el cerebro entra en un estado de aletargamiento, por eso los discípulos creyeron que cuando Jesús les dijo que Lázaro estaba durmiendo, estaba sanando, pero no entendían que Jesús hablaba del sueño de la muerte, por lo que Jesús debe hablar abiertamente y declarar que Lázaro ya falleció.
Los discípulos tenían un doble propósito al desear la sanidad de Lázaro: Era su amigo también, probablemente habían acompañado a Jesús en sus visitas a Betania, pero ellos no tenían deseos de ir a Judea por temor a perder su seguridad ante los fariseos y los sacerdotes que ya manifestaban su intención de matar a Jesús y probablemente a sus seguidores.
No hay evidencia alguna que Jesús hubiera recibido la noticia de la muerte de Lázaro, pero no debe extrañarnos su conocimiento del asunto ya que Él es omnisciente.
En el Evangelio de Juan encontramos siete de las muchas señales que hizo Jesús, en los otros Evangelios encontramos muchas más, aunque no se han escrito todas; pero como el mismo escritor lo declara más tarde, con estas siete que él recopila, es suficiente para demostrar que Jesús es el Mesías.
De seguro los discípulos creían en Jesús, pero conforme se iba acercando el momento de Su muerte, ellos necesitaban una fe más firme, capaz de afrontar todas las pruebas que vendrían más adelante.
8. 11.16 Las palabras “Tomás”, en arameo, y “Dídimo”, en griego, en español significan gemelo o mellizo.
El pensamiento de Tomás tenía su lógica, pensando humanamente. Sabía que los fariseos estaban al asecho de Jesús desde su última visita a Judea, así que no iban a desaprovechar la situación.
9. 11.17-19 Al llegar a Betania, Lázaro ya tenía cuatro días de haber sido puesto en la tumba. Para no depositar en tierra los cadáveres, los israelitas preparaban un lecho de piedra, que se fue transformando en banqueta y más tarde en nicho profundo en el cual podía introducirse un sarcófago. A veces se situaban varias tumbas, consistentes en cuevas naturales o ampliadas, muy cerca las unas de las otras. Todas tenían acceso a un patio común. Cuando la costumbre de depositar los cadáveres en banquetas se generalizó, las juntaban alrededor de todo el recinto funerario. Los muertos se depositaban generalmente echados sobre el costado izquierdo, y con las rodillas encogidas y cerca del mentón. Con el tiempo, las sepulturas israelitas se fueron haciendo cada vez más suntuosas. Interiormente, los lechos fúnebres estaban coronados por arcadas talladas en la misma roca. Para entonces, los cadáveres no se depositaban ya echados sobre un costado, sino en forma horizontal y rostro arriba, con la cabeza apoyada en un almohadón de piedra. Más adelante se buscó economizar espacio, excavando en las paredes nichos estrechos y profundos, perpendiculares a las paredes, y cerrados con una lápida. La entrada al patio que daba acceso a las diversas cámaras mortuorias se cerraba sencillamente con una piedra enorme, en forma de piedra de molino. Esto explica la pregunta que se hacía María Magdalena al llegar al sepulcro de Jesús: “¿Quién nos retirará la piedra de la entrada del sepulcro?”[9] En tiempo de los romanos se construyeron en Jerusalén dos sepulcros famosos: La tumba de los jueces, y la de los reyes. Indudablemente la primera no se trata de los jueces de la Biblia, sino que debió de enterrarse allí a magistrados del tribunal judío. La otra tumba no tiene nada que ver con los reyes de Israel. Se trata probablemente del mausoleo de la reina Elena de Adiabene de Asiria y de su familia, convertida al judaísmo en el siglo I de nuestra era. De esta misma época datan las tumbas de Absalón y de Santiago, y el monumento de Zacarías en Jerusalén[10].
El hecho de que muchos judíos se encontraban con Marta y María nos dice que esta familia era muy apreciada en la comunidad.
10. 11.20-22 No sabemos porqué María se quedó en la casa cuando supieron que Jesús había llegado, pero Marta salió rápidamente a su encuentro. Este se da de una manera que sería muy diferente si Jesús hubiese sido uno más de los maestros judíos. Marta inicia el diálogo, sabiendo que Jesús no apartaba a las mujeres, como si hacían los rabinos judíos. La amistad que le unía a Jesús le ponía en una disyuntiva: Sabía que Jesús tenía poder para sanar y sabía que podía hacerlo a lo lejos, pero necesitaba la presencia de Jesús.
Aquí hay una polémica debido al verbo que usa Marta para referirse a la petición de Jesús al Padre. Ella usa el verbo αιτηση, aitese, que tiene un significado de demanda, exigencia; más Jesús usa el verbo erotao, que tiene más bien un significado de súplica en acuerdo.
También podemos ver en Marta una doble fe, ya que por un lado le dice que ella está segura de que lo que Jesús pida al Padre se le dará, pero al venir a la tumba y Jesús pedir que la abran, ella interviene para hacer notar que Lázaro tiene cuatro días de sepultado, esto implica que con las temperaturas de esa época, entre 15 y 25ºC., el cuerpo ya tenía que estar en descomposición avanzada, por lo que parece que no esperaba la resurrección de su hermano.
11. 11.23-24 Marta sabía que Jesús había resucitado al hijo de la viuda en Naín y a la hija de Jairo, por lo que nos deja intrigados porqué se resistía a aceptar que Jesús iba a resucitar a Lázaro, no en el último día, sino ese mismo día.
El organismo, tras agotarse el ciclo vital y envejecer, se produce la muerte, que es el suceso de la incapacidad orgánica de sostener la homeostasis, dada la degradación del ADN presente en los núcleos de las células y la dificultad cada vez más acentuada de recomponerse, así también como la incapacidad de recomponerse a un ritmo necesario para mantener la homeostasis, como la que se puede producir tras un accidente o una enfermedad grave. La resurrección consiste en revertir el proceso de paralización del organismo haciéndolo otra vez estable para que pueda seguir funcionando estable y correctamente antes de la descomposición del mismo.
De acuerdo con algunas ideologías, entonces la resurrección sucede en distintos planos. Una de ellas se trata de que el cuerpo físico vuelva a la vida, indistinguible de su situación antes de la muerte. En este caso el cristianismo habla de resurrección. Algunas ideologías reservan la resurrección a una unificación final de elementos corpóreos que no podrá ser deshecha, y en este aspecto lo asemejan a la resurrección de Cristo. En este caso Jesús de Nazaret no volvió al estado anterior de vida humana, por eso se diferencia de una resucitación, esto es una resurrección a la vida eterna. Es decir la resucitación no implica volver a morir antes o después, hecho este descartado en la figura de Jesús de Nazaret, por lo que aquí se habla de resurrección de Jesús. También se refiere al nuevo nacimiento de Jesús en forma espiritual, o gloriosa.
Mientras que la resurrección de Cristo es una de las creencias fundamentales del Cristianismo, en otras religiones, y en mitos y fábulas también figuran resurrecciones, en tanto que es un volver a la vida en cierta forma.
En la Biblia la resurrección más que una creencia se presenta como un hecho probado y documentado, con testigos oculares, se trata de una expectativa y esperanza. Tanto el concepto, como ejemplos de resurrecciones están registrados en el texto tanto del Antiguo como del Nuevo Testamento. En la Biblia el término tiene el sentido de volver a la vida o reanimar como cuerpo físico, creencia ampliamnte esparcida y tomada con absoluta seguridad entre los israelitas, jamás aparece el concepto de unión cuerpo/alma.
Entre las registradas tenemos:
a. Antiguo Testamento:
1) Elías resucita a un niño[11].
2) Eliseo también resucita a un niño[12].
3) Una persona, que en contacto con los huesos de Eliseo, recobra la vida[13].
4) El profeta Ezequiel, por mandato de Adonay, profetiza sobre gran cantidad de huesos esparcidos en un campo y éstos se transforman en un ejército grande en extremo[14].
b. Nuevo Testamento:
1) Jesús resucita al hijo de una viuda en Naín[15].
2) Jesús resucita a la hija de Jairo[16].
3) Jesús resucita a Lázaro.
4) Cuando Jesús muere, algunas personas resucitaron[17].
5) Jesús, después de morir, resucita al tercer día[18].
6) Pedro resucita a Dorcas (Tabita)[19].
7) Pablo resucita al joven Eutico[20].
Hay que señalar que el el judaísmo también tiene como principio de fe la resurrección de los muertos. Una famosa autoridad Judía, Maimónides, indicó trece principios de la fe judía, y la resurrección es uno de ellos, impreso en el libro de oraciones rabínicas hasta ahora. Es el principio décimo tercero y señala: “Creo con fe sincera que los muertos resucitarán, cuando Dios (sea bendito), lo desee. Sea el Nombre (de Dios) bendito, y Su recuerdo se eleve por los siglos de los siglos”.
En la época de Jesús, había debates entre los fariseos, que creían en la futura resurrección, y los saduceos, que no lo hacían, sobre si existía una vida tras la muerte, o podría existir una resurrección general. Jesús declaró estar de acuerdo con los fariseos. La mayoría de los grupos cristianos enseñan que habrá una resurrección general al “final de los tiempos”[21].
En el Mundo Antiguo lo sobrenatural era omnipresente y todopoderoso, y cada acontecimiento alarmante en el campo de la naturaleza representaba un presagio especial enviado para servir de advertencia o de estímulo. Así tenemos que en Egipto es donde se encuentran, por primera vez, referencias al tratamiento psicosomático de las enfermedades, el hombre era tratado como un todo. Quizás, al comprender que con la muerte y la putrefacción del cuerpo rompía la unidad de éste, y el alma pretendió enfrentar esta disolución con el embalsamamiento; de esta forma mantenían el vínculo entre los muertos y los vivos.
Respecto a China, las propias costumbres funerarias indicaban las grandes diferencias entre sus culturas; donde se han encontrado cadáveres de personas sacrificadas y enterradas con el difunto, siendo esto una práctica común. El mundo de estas culturas estaba poblado de deidades que controlaban la existencia de los humanos, cuya ira debía ser aplacada con ofrendas de cereales, sacrificios de animales y de seres humanos y libaciones de bebidas embriagantes. De ahí parte la costumbre de colocar alimentos en las tumbas de los chinos muertos.
En el Medioevo, en las antiguas civilizaciones mesopotámicas la enfermedad era considerada como castigo del pecado, en la civilización grecorromana como causa de inferioridad, en el cristianismo la enfermedad era símbolo de una vía para la purificación, gracia divina; constituyendo la muerte para algunos la liberación del sufrimiento y el comienzo del goce eterno.
En cuanto a las culturas aborígenes tenemos que los aztecas prestaban especial atención a los ritos funerarios como forma de asegurar la supervivencia de sus muertos y que éstos ejercieran su acción protectora sobre los vivos; formaban parte de estos ritos la conservación de objetos del muerto que adquirían la función de amuletos de protección o de buena suerte. Los incas constituían una aristocracia victoriosa que dominaba las sociedades vencidas, para ellos la muerte era debido a la mala voluntad de alguien, fundamentalmente de las deidades enfurecidas por algún pecado, descuido en el culto o por algún contacto especial con los espíritus malévolos que existían en los vientos y las fuentes; de ahí que al tener las enfermedades causas sobrenaturales, debían ser curados por la magia o la religión. Entre los hallazgos arqueológicos se encuentra el mayor número de cráneos trepanados del mundo, no se ha podido encontrar indicios si se realizaban para descomprimir el cerebro o para ahuyentar los demonios.
En las culturas africanas existe desde tiempos inmemorables la adoración a los muertos[22], donde los difuntos continúan viviendo en la mente de todo el pueblo africano, como ánimas, espíritus o seres sobrenaturales que conservan externamente su apariencia terrenal o asumen temporalmente el aspecto de animales. De esta forma, los muertos continúan siendo miembros del clan no abandonan la comunidad, par lo cual necesitan sacrificios para prolongar su existencia en el otro mundo y renacer en sus descendientes, pues de lo contrario deben dejar de ser. La adoración de los antepasados significa mantener los nexos entre estos dos grupos del clan: Los vivos y los muertos; romper estos lazos es amenazar con la destrucción a los vivos y a la comunidad en general.
Los cristianos tenemos la firme creencia en la fe de la encarnación de Dios en Jesucristo. El verdadero cristiano vive con la esperanza de la inmortalidad, porque cree en la resurrección de Jesucristo. Jesucristo aceptó la muerte cambiando de esta forma su significado, la elevó a la función de redentora y la trascendió por la resurrección. El hombre entra en al eternidad por la muerte, convirtiéndose, esta en el enlace entre el modo de ser temporal y el modo de ser eterno. Dios nos espera a todos para abrazarnos atentamente; porque hemos sido creados a su imagen y semejanza, y hemos sido redimidos por Jesucristo. Para los cristianos el espíritu surge con la concepción y a partir de ese momento es eterno. La muerte solo implica al cuerpo, el espíritu permanece siempre. Tras la muerte, los espíritus esperarán en el Paraíso hasta el momento del Juicio Final cuando los que murieron en Cristo vivirán eternamente en la gloria y los que no, irán a pasar la eternidad en el infierno. Según la iglesia cristiana, el cristianismo debe prepararse durante su vida para una muerte que siempre incierta, pero inevitable. Los cristianos entierran o incineran a sus muertos, si bien durante siglos lo común ha sido la inhumación, aunque en los últimos años va aumentando el número de cremaciones.
Para los budistas, la muerte no es más que un tránsito. Los actos positivos realizados a lo largo de nuestras vidas nos permitirán gozar de un karma favorable, los actos negativos inducirán un karma negativo. Renaceremos bajo una forma determinada por esta ley de causa y efecto; por eso la muerte no es un final, más bien parece un cambio de ropajes. El budismo no cree en un Dios omnipotente y omnisciente, creador del cielo y la tierra; no existe en el ser humano un elemento superior trascendente como el espíritu y el alma; todo es inestable, transitorio e impersonal, no se habla de reencarnación propiamente sino de renacimiento. El apego que sentimos por nuestra existencia genera sufrimiento, lo que nos encadena a la rueda de nacimiento y muerte, generando futuros renacimientos.
Para la tradición hindú nadie nace ni muere en ningún momento, el alma imagina su nacimiento y su muerte. El hinduista cree en la trasmigración de las almas, ya que existe un principio de orden superior y permanente que denominan atman y que se podría traducir por espíritu. El atman se reencarna para ir purificándose y poder reencontrar su origen mediante una experiencia de vida denominada liberación definitiva, como resultado de una conducta implacable y sabiduría. La muerte para los hinduistas es solo un migrar del cuerpo y su liberación definitiva pondría fin a la reencarnación. Cuando una persona muere se incinera su cadáver, preferiblemente junto a un río sagrado.
El islamismo se basa en la oración ritual, el ayuno, la profesión de fe, la limosna y la peregrinación a la Meca. El único Dios es Alá y su profeta Mahoma. Tras la muerte del cuerpo físico el Alma es conducida al paraíso o al infierno. El paraíso se concibe como una especie de jardín donde se puede gozar de todos los disfrutes, incluso los materiales. El infierno es una región para el dolor y el sufrimiento. Los musulmanes también creen en el juicio universal y en la resurrección de los cuerpos. En el Islam, aunque cree en la resurrección, se utiliza la conciencia de la muerte como instrumento de sabiduría y conocimiento. Hay que morir antes de morir. Cuando un musulmán muere su cadáver es inhumado, el cuerpo se lava, perfuma y se envuelve en sudarios depositándose en la tumba sin ataúd.
Para los hebreos el hombre no es un espíritu encarnado sino un cuerpo animado. Adonay formó al hombre del polvo de con sus manos y alentó en su nariz un soplo de vida; lo hizo a su propia imagen y semejanza. El aliento divino es la vida del hombre. El destino del hombre es una cuestión puramente terrenal. Hemos salido del polvo y hemos de volver a él; esa es la base de la sabiduría y la consecuencia del pecado original. No se habla de la resurrección hasta fecha muy reciente, después del exilio y por influencia persa. En la religión de Israel, lo que constituye el objetivo central es la sumisión, la entrega y confianza en Adonay, el señor de la vida y la muerte; no la fe en la vida ultratumba.
Los egipcios siempre creyeron en la otra vida, las tumbas más primitivas contenían muestras de comida y equipamiento. En general la imaginaban semejante al de este mundo, pero en mejor, con cacerías y cosechas abundantes, ricos banquetes y bellas muchachas. Primero se pensó que el rey pasaba su vida de ultratumba junto a RA, dios del sol, rey de los dioses, padre de la humanidad y protector de los faraones, recorriendo diariamente el cielo con él. Después quedó vinculado al dios Osiris, dios de la fertilidad y de la vegetación y de la muerte, y cada rey al morir se identificaba con él. Este privilegio se extendió a todas las clases, de modo que todo hombre al morir se identificaba con Osiris. Una buena conducta aseguraba un tránsito seguro al más allá; el corazón del difunto era puesto en una balanza, teniendo como contrapeso una pluma que representa la verdad. El resultado era consignado por Thot, dios de la ciencia y la sabiduría, el inventor de la escritura, en presencia de Osiris, y los que no daban el peso eran destruidos para siempre. Ellos pensaban que el cuerpo del difunto permanecía en este mundo y que era el espíritu del muerto el que se iba al más allá y que necesitaba del cuerpo como de una base, y por eso ensayaron distintos y complicados métodos para preservar el cuerpo con la momificación; aunque en casos extremos una estatua o retrato del difunto podían servir como sustituto[23].
12. 11.25-27 Aunque Marta creía en la resurrección, Jesús sabía que la fe de ella no estaba completa. Era necesario que ella comprendiera que la resurrección viene por Cristo, el único con poder para dar la vida, tanto la física como la espiritual. Por ello, Jesús puede manifestar que aunque una persona muera físicamente, si había creído en Él, resucitaría; y el que tiene su fe puesta en Jesús, “no sufrirá daño de la segunda muerte”[24].
La pregunta de Jesús es muy fuerte si pensamos en el dolor que está sufriendo aquella mujer, pero era necesario que ella confesara su fe.
13. 11.28-29 Marta habla a María en privado, pensando que ella quería conversar con su querido amigo de la misma manera. Cuando María escucha del Maestro, no tiene que preguntar cuál de todos, porque los judíos tenían muchos, pero ellas solo uno: Jesús, y es a Él a quien acude para adorar.
14. 11.30-31 Probablemente la multitud que iba con Jesús era tanta, que no permitían que Él avanzara más rápido y por ello no había podido entrar en la aldea. María tiene que salir del poblado para encontrarse con su Maestro y los judíos le siguen y por eso después serán testigos de algo increíble.
15. 11.32-33 María llega donde Jesús y hace lo que para los judíos era algo muy serio, se postra a sus pies, un claro acto de adoración.
Ella lloraba amargamente, así como los que la acompañaban, lo que hace que Jesús muestre abiertamente su humanidad y el gran amor de Dios, que se compadece por nuestro dolor. Él estaba consciente de que Lázaro pronto volvería a abrazar a sus hermanas, pero no deja de identificarse con el corazón roto de ellas y no puede más que emitir un gemido acompañado con una conmoción, con un estremecimiento, se sentía muy agitado y adolorido por el sufrimiento de sus amigas.
16. 11.34-35 Aunque Jesús no necesitaba preguntar nada, hace partícipes a los hombres con sus preguntas. El llanto de Jesús no es uno de lamento, sino de compasión[25].
17. 11.36-37 La palabra usada aquí para referirse al amor entre Jesús y Lázaro es εφιλει, ephilei, el amor de amistad y hermandad. Pero algunos de los judíos dudaban del poder de Jesús y es por eso que hacen la pregunta, no porque estuvieran admirados de que el Maestro no hubiese actuado a favor de su amigo, sino tratando de minar Su autoridad. Esta pregunta está llena de sarcasmo.
18. 11.38-39 La humanidad de Jesús no puede ser ocultada ni refutada, Él sufría emocionalmente como cualquiera de nosotros, la situación no era para menos.
Es notable la diferencia de la tumba de Lázaro y en la que fue puesto Jesús. La descripción que da Juan de la de Lázaro nos hace entender que esta, en lugar de estar excavada en la pared de la piedra, era una cueva, probablemente excavada en la parte superior de la roca y sellada con una gran loza de piedra que podía ser levantada.
Si Jesús podía resucitar a un muerto de hacía cuatro días, ¿no podía levantar la piedra? ¡Claro que sí!, pero no lo hace así ya que Dios hace partícipe de sus milagros a sus hijos, y cuando estos ya no pueden, Él entra en acción.
La actitud de Marta es algo curiosa, antes le había reclamado a Jesús su ausencia durante la enfermedad de Lázaro, ya que ella consideraba que Jesús tenía el poder de sanarle y sabía muy bien que Él había resucitado a muertos. Pero cuando Jesús actúa para resucitar a Lázaro, ella interviene preocupada de que el cuerpo ya esté descompuesto y se salga el mal olor.
El hecho de que Lázaro tuviese cuatro días de sepultado hace innegable su muerte. Alguien podría objetar la muerte del hijo de la viuda en Naín, a quien llevaban a sepultar, y el caso de la hija de Jairo, que murió unos minutos antes de la llegada de Jesús, pero el caso de Lázaro se sale de este esquema, ya que incluso la hermana del muerto asegura que han pasado cuatro días, por lo que el estado de descomposición debe ser avanzado.
19. 11.40 ¿Creer para ver o ver para creer? Ese es el gran dilema de la fe de los hombres. Marta tiene en mente el estado de putrfacción de Lázaro en lugar de pensar en lo que Jesús puede hacer.
20. 11.41-43 No se nos dice quiénes fueron los que levantaron la piedra, puede que hayan sido los discípulos que confiaban en Jesús, o bien puede ser que incluso los mismos fariseos lo hicieron buscando poner a Jesús en ridículo. Lo importante es que hicieron lo que Él mandó.
Esta es una oración atípica de lo que se enseña en los diferentes grupos religiosos que se hacen llamar cristianos. Jesús hace una oración de agradecimiento por algo que aún no ha ocurrido, pero que Él tien toda la confianza que va a pasar. Era necesario que los presentes comprendieran que todas las bendiciones provienen del Padre, quien no está atado ni al tiempo ni al espacio. Jesús no actúa separado del Padre, sino que ellos son Uno y entre ellos hay armonía perfecta.
La resurrección de Lázaro es una clara muestra de Su Divinidad. Él es quien tiene toda la autoridad, por eso es pecado de presunción pensar que un ser humano tiene algún tipo de autoridad. Pero la idea central de este capítulo está en que Jesús obraba en conformidad con el Padre, no por su propia cuenta.
El grito de Jesús no es dirigido a Lázaro, sino a la gente que estaba presente ahí. Era necesario que estos comprendieran que Lázaro no estaba fingiendo estar muerto y que su resurrección se debía a la autoridad de Cristo. Alguien dijo que si Jesús solamente hubiese dicho “Ven fuera”, probablemente todos los muertos hubiesen resucitado en ese momento.
21. 11.44 Tratemos de viajar con nuestra imaginación a ese momento: Jesús ha levantado su voz y un escalofrío recorrió nuestro cuerpo cuando Él dio la orden al muerto para que saliera. La mirada de todos nosotros se desvía de Jesús a la entrada de la cueva y el silencio es tal que no deja de producir temor. De pronto podemos ver la figura que se mueve difícilmente porque los vendajes de pies y manos le impiden salir rápidamente y el paño en su rostro no le deja ver. Algunos sienten tal impacto que se desmayan. Todos estamos tan impresionados que no sabemos que hacer hasta que de nuevo la voz de Jesús interrumpe el silencio con otra orden: ¡Quítenle la ropa de muerto a ese hombre vivo!
Los sentidos de los presentes no pueden dejar de ser evidencia del milagro que se había manifestado: Los que están ahí le pueden ver; algunos que corrieron para soltarle le palparon; es probable que Lázaro les hablara en ese momento, por lo que ellos escucharon y a quizá estos vendajes que le estaban quitando aún tenían impregnado el hedor del que había hablado Marta, por lo que ellos olieron al que había regresado de la muerte.
[1] Juan 11.1; 12.1.
[2] Mateo 26.6-13; Marcos 14.3-9.
[3] Mateo 21.17; 26.6; Marcos 11.1, 11-12; 14.3; Lucas 19.29; 24.50; Juan 11.1; 12.1.
[4] Diccionario Certeza; Diccionario Fredy; Diccionario Ravasi; Diccionario de Geografía Bíblica; Diccionario Bíblico Arqueológico; Diccionario Bíblico Nelson. Betania.
[5] Diccionario Strong en Español. Fileo.
[6] Ibid. Agapao.
[7] Un eufemismo es una palabra o expresión políticamente aceptable o menos ofensiva que sustituye a otra considerada vulgar, de mal gusto o tabú, que puede ofender o sugerir algo no placentero o peyorativo al oyente. Wikipedia. Eufemismo.
[8] La palabra cementerio viene del término griego koimetérion, que significa dormitorio porque, según la creencia cristiana, en el cementerio, los cuerpos dormían hasta el Día de la resurrección.
[9] Marcos 16.3
[10] Diccionario Nelson. Sepulcro.
[11] 1 Reyes 17.17-23.
[12] 2 Reyes 4.18-36.
[13] 2 Reyes 13.21.
[14] Ezequiel 37.10.
[15] Lucas 7.11-17.
[16] Lucas 8.49-56.
[17] Mateo 27.52-53.
[18] Juan 20.1-10.
[19] Hechos 9.35-41.
[20] Hechos 20.9-12.
[21] Wikipedia. Resurrección
[22] Manismo.
[23] Monografías.com. Resurrección
[24] Apocalipsis 2.11.
[25] Romanos 12.15.
Betania es una aldea del lado más alejado del monte de los Olivos, a unos 3 kilómetros de Jerusalén sobre el camino a Jericó y tiene una población actual 726, de mayoría musulmana. La etimología de Betania no es segura; podría significar “casa de los pobres” o “casa de Ananías” e incluso “casa del bote”. Le han llamado el hogar de Jesús en Judea, porque le gustaba pasar por allí cuando visitaba Jerusalén. Se menciona por primera vez en los evangelios, especialmente como residencia de los amados amigos de Jesús, María, Marta y Lázaro[1], de allí el moderno nombre arábigo el-Azariyeh, y también Simón el leproso. Su papel más importante en el relato de los evangelios fue en ocasión del ungimiento de Jesús[2]. Fue cerca de Betania que el Señor Jesús ascendió al cielo[3]. Fuera de los evangelios figura principalmente en itinerarios, tradiciones, y leyendas cristianos. Inscripciones sepulcrales encontradas en Betania hacen suponer que hubo en ella población galilea. En lugar de las lujuriantes palmeras datileras del pasado, crecen en la actualidad olivos, higueras, y granadas. Hay algunas ruinas de edificios y tumbas cortadas de la roca. A principios del siglo IV se enseñaba a los peregrinos, según afirman Eusebio de Cesarea y el peregrino de Burdeos, la cueva sepulcral en que fue sepultado Lázaro y de donde fue llamado a la vida por el Salvador. Jerónimo y la peregrina Eteria atestiguan, además, hacia fines del siglo IV la existencia de una iglesia en el mismo lugar[4].
Es importante que María sea identificada ya que ese nombre era muy común en el Israel del siglo I.
2. 11.3 Es indudable que las hermanas, quienes tenían una amistad muy cercana con Jesús, y los Evangelios no nos dicen cuándo comenzó esta aunque si nos dan a entender que eran amigos íntimos, no como enseñan los mormones que María y Marta eran esposas de Jesús.
3. 11.4-6 No es que Jesús no supiera que Lázaro iba a morir, pero también sabía lo que Él iba a hacer. Habla de que la muerte de Lázaro iba a servir para glorificar a Dios, pero también iba a glorificarlo a Él. Sería glorificado porque todos verían que tiene el poder tanto sobre la vida como sobre la muerte, demostrando que es el Hijo de Dios.
No es pecado pensar que la familia de Lázaro, compuesta ahora por él y sus dos hermanas, pudiera haber tenido una amistad de mucho tiempo con la familia de José y María, y por eso existe un lazo de cariño especial entre ellos. De hecho, en el versículo 3 se usa la palabra “φιλεις”, del que Strong dice: “Ser amigo de (amar a [un individual o un objectivamente]), tener afecto por (denotando apego personal, como asunto de sentimiento o emoción): amar, besar”[5]. En el versículo 5 usa la palabra “ηγαπα”, que Strong dice: “Tal vez de Aγαν ágan (mucho); amar (en sentido social o moral): amado, amada, amar, amor”[6]. En el versículo 3 habla de un amor de hermanos, mientras que en el 5 habla de estar lleno de buena voluntad.
Jesús no se queda lejos porque estaba siendo indiferente al problema de Lázaro, sino que Dios tenía otros planes. Jesús no necesitaba ir a Betania para sanar a Lázaro, con solo que pensara en su salud, se hubiese recuperado. Pero Lázaro tenía que morir, y es probable que muriera el mismo día en que llegaron con el mensaje a Jesús, ya que Él se quedó dos días, uno para que llegaran los mensajeros y otro para que Jesús viajara, suma cuatro días.
4. 11.7-8 La inquietud de los discípulos, desde el punto de vista humano, es razonable. Ellos están preocupados porque temen por la seguridad del Maestro y la suya propia. Recordaban que habían salido de Judea porque le querían apedrear, probablemente aún guardaban la misma idea.
5. 11.9-10 Los judíos dividían el día en dos: Día y noche, y cada cual tenía doce horas. En el día, con la claridad, se podía trabajar, pero al caer la noche, había que suspender las labores ya que no tenían buena iluminación y era posible tener un accidente. Jesús es la luz del mundo, por lo que en Su día se podía trabajar, pero vendría el tiempo en que esto no sería posible.
6. 11.11 Jesús usa un eufemismo[7] para referirse a la muerte, de la misma manera como usamos la palabra cementerio[8]. Contrario a lo que creen los russellistas, los muertos no están inconcientes, y no quiere decir esto el pasaje en cuestión, sino que solo el cuerpo es el que no tiene actividad.
Los cristianos tenemos la esperanza de que después de morir, seremos resucitados para pasar la eternidad con el Señor. No así los humanistas que consideran que al final de la vida el ser humano deja de ser, o algunas otras religiones orientales que consideran que al morir se reencarna en otro ser, dependiendo de cómo se haya vivido.
La resurrección de Lázaro es una ilustración de lo que ocurrirá en el Día Postrero con todos los que hemos creído en Él para nuestra salvación.
7. 11.12-15 Una de las defensas que tiene el cuerpo contra las enfermedades está en el dormir, ya que el cuerpo manda toda la energía al sistema inmunológico y el cerebro entra en un estado de aletargamiento, por eso los discípulos creyeron que cuando Jesús les dijo que Lázaro estaba durmiendo, estaba sanando, pero no entendían que Jesús hablaba del sueño de la muerte, por lo que Jesús debe hablar abiertamente y declarar que Lázaro ya falleció.
Los discípulos tenían un doble propósito al desear la sanidad de Lázaro: Era su amigo también, probablemente habían acompañado a Jesús en sus visitas a Betania, pero ellos no tenían deseos de ir a Judea por temor a perder su seguridad ante los fariseos y los sacerdotes que ya manifestaban su intención de matar a Jesús y probablemente a sus seguidores.
No hay evidencia alguna que Jesús hubiera recibido la noticia de la muerte de Lázaro, pero no debe extrañarnos su conocimiento del asunto ya que Él es omnisciente.
En el Evangelio de Juan encontramos siete de las muchas señales que hizo Jesús, en los otros Evangelios encontramos muchas más, aunque no se han escrito todas; pero como el mismo escritor lo declara más tarde, con estas siete que él recopila, es suficiente para demostrar que Jesús es el Mesías.
De seguro los discípulos creían en Jesús, pero conforme se iba acercando el momento de Su muerte, ellos necesitaban una fe más firme, capaz de afrontar todas las pruebas que vendrían más adelante.
8. 11.16 Las palabras “Tomás”, en arameo, y “Dídimo”, en griego, en español significan gemelo o mellizo.
El pensamiento de Tomás tenía su lógica, pensando humanamente. Sabía que los fariseos estaban al asecho de Jesús desde su última visita a Judea, así que no iban a desaprovechar la situación.
9. 11.17-19 Al llegar a Betania, Lázaro ya tenía cuatro días de haber sido puesto en la tumba. Para no depositar en tierra los cadáveres, los israelitas preparaban un lecho de piedra, que se fue transformando en banqueta y más tarde en nicho profundo en el cual podía introducirse un sarcófago. A veces se situaban varias tumbas, consistentes en cuevas naturales o ampliadas, muy cerca las unas de las otras. Todas tenían acceso a un patio común. Cuando la costumbre de depositar los cadáveres en banquetas se generalizó, las juntaban alrededor de todo el recinto funerario. Los muertos se depositaban generalmente echados sobre el costado izquierdo, y con las rodillas encogidas y cerca del mentón. Con el tiempo, las sepulturas israelitas se fueron haciendo cada vez más suntuosas. Interiormente, los lechos fúnebres estaban coronados por arcadas talladas en la misma roca. Para entonces, los cadáveres no se depositaban ya echados sobre un costado, sino en forma horizontal y rostro arriba, con la cabeza apoyada en un almohadón de piedra. Más adelante se buscó economizar espacio, excavando en las paredes nichos estrechos y profundos, perpendiculares a las paredes, y cerrados con una lápida. La entrada al patio que daba acceso a las diversas cámaras mortuorias se cerraba sencillamente con una piedra enorme, en forma de piedra de molino. Esto explica la pregunta que se hacía María Magdalena al llegar al sepulcro de Jesús: “¿Quién nos retirará la piedra de la entrada del sepulcro?”[9] En tiempo de los romanos se construyeron en Jerusalén dos sepulcros famosos: La tumba de los jueces, y la de los reyes. Indudablemente la primera no se trata de los jueces de la Biblia, sino que debió de enterrarse allí a magistrados del tribunal judío. La otra tumba no tiene nada que ver con los reyes de Israel. Se trata probablemente del mausoleo de la reina Elena de Adiabene de Asiria y de su familia, convertida al judaísmo en el siglo I de nuestra era. De esta misma época datan las tumbas de Absalón y de Santiago, y el monumento de Zacarías en Jerusalén[10].
El hecho de que muchos judíos se encontraban con Marta y María nos dice que esta familia era muy apreciada en la comunidad.
10. 11.20-22 No sabemos porqué María se quedó en la casa cuando supieron que Jesús había llegado, pero Marta salió rápidamente a su encuentro. Este se da de una manera que sería muy diferente si Jesús hubiese sido uno más de los maestros judíos. Marta inicia el diálogo, sabiendo que Jesús no apartaba a las mujeres, como si hacían los rabinos judíos. La amistad que le unía a Jesús le ponía en una disyuntiva: Sabía que Jesús tenía poder para sanar y sabía que podía hacerlo a lo lejos, pero necesitaba la presencia de Jesús.
Aquí hay una polémica debido al verbo que usa Marta para referirse a la petición de Jesús al Padre. Ella usa el verbo αιτηση, aitese, que tiene un significado de demanda, exigencia; más Jesús usa el verbo erotao, que tiene más bien un significado de súplica en acuerdo.
También podemos ver en Marta una doble fe, ya que por un lado le dice que ella está segura de que lo que Jesús pida al Padre se le dará, pero al venir a la tumba y Jesús pedir que la abran, ella interviene para hacer notar que Lázaro tiene cuatro días de sepultado, esto implica que con las temperaturas de esa época, entre 15 y 25ºC., el cuerpo ya tenía que estar en descomposición avanzada, por lo que parece que no esperaba la resurrección de su hermano.
11. 11.23-24 Marta sabía que Jesús había resucitado al hijo de la viuda en Naín y a la hija de Jairo, por lo que nos deja intrigados porqué se resistía a aceptar que Jesús iba a resucitar a Lázaro, no en el último día, sino ese mismo día.
El organismo, tras agotarse el ciclo vital y envejecer, se produce la muerte, que es el suceso de la incapacidad orgánica de sostener la homeostasis, dada la degradación del ADN presente en los núcleos de las células y la dificultad cada vez más acentuada de recomponerse, así también como la incapacidad de recomponerse a un ritmo necesario para mantener la homeostasis, como la que se puede producir tras un accidente o una enfermedad grave. La resurrección consiste en revertir el proceso de paralización del organismo haciéndolo otra vez estable para que pueda seguir funcionando estable y correctamente antes de la descomposición del mismo.
De acuerdo con algunas ideologías, entonces la resurrección sucede en distintos planos. Una de ellas se trata de que el cuerpo físico vuelva a la vida, indistinguible de su situación antes de la muerte. En este caso el cristianismo habla de resurrección. Algunas ideologías reservan la resurrección a una unificación final de elementos corpóreos que no podrá ser deshecha, y en este aspecto lo asemejan a la resurrección de Cristo. En este caso Jesús de Nazaret no volvió al estado anterior de vida humana, por eso se diferencia de una resucitación, esto es una resurrección a la vida eterna. Es decir la resucitación no implica volver a morir antes o después, hecho este descartado en la figura de Jesús de Nazaret, por lo que aquí se habla de resurrección de Jesús. También se refiere al nuevo nacimiento de Jesús en forma espiritual, o gloriosa.
Mientras que la resurrección de Cristo es una de las creencias fundamentales del Cristianismo, en otras religiones, y en mitos y fábulas también figuran resurrecciones, en tanto que es un volver a la vida en cierta forma.
En la Biblia la resurrección más que una creencia se presenta como un hecho probado y documentado, con testigos oculares, se trata de una expectativa y esperanza. Tanto el concepto, como ejemplos de resurrecciones están registrados en el texto tanto del Antiguo como del Nuevo Testamento. En la Biblia el término tiene el sentido de volver a la vida o reanimar como cuerpo físico, creencia ampliamnte esparcida y tomada con absoluta seguridad entre los israelitas, jamás aparece el concepto de unión cuerpo/alma.
Entre las registradas tenemos:
a. Antiguo Testamento:
1) Elías resucita a un niño[11].
2) Eliseo también resucita a un niño[12].
3) Una persona, que en contacto con los huesos de Eliseo, recobra la vida[13].
4) El profeta Ezequiel, por mandato de Adonay, profetiza sobre gran cantidad de huesos esparcidos en un campo y éstos se transforman en un ejército grande en extremo[14].
b. Nuevo Testamento:
1) Jesús resucita al hijo de una viuda en Naín[15].
2) Jesús resucita a la hija de Jairo[16].
3) Jesús resucita a Lázaro.
4) Cuando Jesús muere, algunas personas resucitaron[17].
5) Jesús, después de morir, resucita al tercer día[18].
6) Pedro resucita a Dorcas (Tabita)[19].
7) Pablo resucita al joven Eutico[20].
Hay que señalar que el el judaísmo también tiene como principio de fe la resurrección de los muertos. Una famosa autoridad Judía, Maimónides, indicó trece principios de la fe judía, y la resurrección es uno de ellos, impreso en el libro de oraciones rabínicas hasta ahora. Es el principio décimo tercero y señala: “Creo con fe sincera que los muertos resucitarán, cuando Dios (sea bendito), lo desee. Sea el Nombre (de Dios) bendito, y Su recuerdo se eleve por los siglos de los siglos”.
En la época de Jesús, había debates entre los fariseos, que creían en la futura resurrección, y los saduceos, que no lo hacían, sobre si existía una vida tras la muerte, o podría existir una resurrección general. Jesús declaró estar de acuerdo con los fariseos. La mayoría de los grupos cristianos enseñan que habrá una resurrección general al “final de los tiempos”[21].
En el Mundo Antiguo lo sobrenatural era omnipresente y todopoderoso, y cada acontecimiento alarmante en el campo de la naturaleza representaba un presagio especial enviado para servir de advertencia o de estímulo. Así tenemos que en Egipto es donde se encuentran, por primera vez, referencias al tratamiento psicosomático de las enfermedades, el hombre era tratado como un todo. Quizás, al comprender que con la muerte y la putrefacción del cuerpo rompía la unidad de éste, y el alma pretendió enfrentar esta disolución con el embalsamamiento; de esta forma mantenían el vínculo entre los muertos y los vivos.
Respecto a China, las propias costumbres funerarias indicaban las grandes diferencias entre sus culturas; donde se han encontrado cadáveres de personas sacrificadas y enterradas con el difunto, siendo esto una práctica común. El mundo de estas culturas estaba poblado de deidades que controlaban la existencia de los humanos, cuya ira debía ser aplacada con ofrendas de cereales, sacrificios de animales y de seres humanos y libaciones de bebidas embriagantes. De ahí parte la costumbre de colocar alimentos en las tumbas de los chinos muertos.
En el Medioevo, en las antiguas civilizaciones mesopotámicas la enfermedad era considerada como castigo del pecado, en la civilización grecorromana como causa de inferioridad, en el cristianismo la enfermedad era símbolo de una vía para la purificación, gracia divina; constituyendo la muerte para algunos la liberación del sufrimiento y el comienzo del goce eterno.
En cuanto a las culturas aborígenes tenemos que los aztecas prestaban especial atención a los ritos funerarios como forma de asegurar la supervivencia de sus muertos y que éstos ejercieran su acción protectora sobre los vivos; formaban parte de estos ritos la conservación de objetos del muerto que adquirían la función de amuletos de protección o de buena suerte. Los incas constituían una aristocracia victoriosa que dominaba las sociedades vencidas, para ellos la muerte era debido a la mala voluntad de alguien, fundamentalmente de las deidades enfurecidas por algún pecado, descuido en el culto o por algún contacto especial con los espíritus malévolos que existían en los vientos y las fuentes; de ahí que al tener las enfermedades causas sobrenaturales, debían ser curados por la magia o la religión. Entre los hallazgos arqueológicos se encuentra el mayor número de cráneos trepanados del mundo, no se ha podido encontrar indicios si se realizaban para descomprimir el cerebro o para ahuyentar los demonios.
En las culturas africanas existe desde tiempos inmemorables la adoración a los muertos[22], donde los difuntos continúan viviendo en la mente de todo el pueblo africano, como ánimas, espíritus o seres sobrenaturales que conservan externamente su apariencia terrenal o asumen temporalmente el aspecto de animales. De esta forma, los muertos continúan siendo miembros del clan no abandonan la comunidad, par lo cual necesitan sacrificios para prolongar su existencia en el otro mundo y renacer en sus descendientes, pues de lo contrario deben dejar de ser. La adoración de los antepasados significa mantener los nexos entre estos dos grupos del clan: Los vivos y los muertos; romper estos lazos es amenazar con la destrucción a los vivos y a la comunidad en general.
Los cristianos tenemos la firme creencia en la fe de la encarnación de Dios en Jesucristo. El verdadero cristiano vive con la esperanza de la inmortalidad, porque cree en la resurrección de Jesucristo. Jesucristo aceptó la muerte cambiando de esta forma su significado, la elevó a la función de redentora y la trascendió por la resurrección. El hombre entra en al eternidad por la muerte, convirtiéndose, esta en el enlace entre el modo de ser temporal y el modo de ser eterno. Dios nos espera a todos para abrazarnos atentamente; porque hemos sido creados a su imagen y semejanza, y hemos sido redimidos por Jesucristo. Para los cristianos el espíritu surge con la concepción y a partir de ese momento es eterno. La muerte solo implica al cuerpo, el espíritu permanece siempre. Tras la muerte, los espíritus esperarán en el Paraíso hasta el momento del Juicio Final cuando los que murieron en Cristo vivirán eternamente en la gloria y los que no, irán a pasar la eternidad en el infierno. Según la iglesia cristiana, el cristianismo debe prepararse durante su vida para una muerte que siempre incierta, pero inevitable. Los cristianos entierran o incineran a sus muertos, si bien durante siglos lo común ha sido la inhumación, aunque en los últimos años va aumentando el número de cremaciones.
Para los budistas, la muerte no es más que un tránsito. Los actos positivos realizados a lo largo de nuestras vidas nos permitirán gozar de un karma favorable, los actos negativos inducirán un karma negativo. Renaceremos bajo una forma determinada por esta ley de causa y efecto; por eso la muerte no es un final, más bien parece un cambio de ropajes. El budismo no cree en un Dios omnipotente y omnisciente, creador del cielo y la tierra; no existe en el ser humano un elemento superior trascendente como el espíritu y el alma; todo es inestable, transitorio e impersonal, no se habla de reencarnación propiamente sino de renacimiento. El apego que sentimos por nuestra existencia genera sufrimiento, lo que nos encadena a la rueda de nacimiento y muerte, generando futuros renacimientos.
Para la tradición hindú nadie nace ni muere en ningún momento, el alma imagina su nacimiento y su muerte. El hinduista cree en la trasmigración de las almas, ya que existe un principio de orden superior y permanente que denominan atman y que se podría traducir por espíritu. El atman se reencarna para ir purificándose y poder reencontrar su origen mediante una experiencia de vida denominada liberación definitiva, como resultado de una conducta implacable y sabiduría. La muerte para los hinduistas es solo un migrar del cuerpo y su liberación definitiva pondría fin a la reencarnación. Cuando una persona muere se incinera su cadáver, preferiblemente junto a un río sagrado.
El islamismo se basa en la oración ritual, el ayuno, la profesión de fe, la limosna y la peregrinación a la Meca. El único Dios es Alá y su profeta Mahoma. Tras la muerte del cuerpo físico el Alma es conducida al paraíso o al infierno. El paraíso se concibe como una especie de jardín donde se puede gozar de todos los disfrutes, incluso los materiales. El infierno es una región para el dolor y el sufrimiento. Los musulmanes también creen en el juicio universal y en la resurrección de los cuerpos. En el Islam, aunque cree en la resurrección, se utiliza la conciencia de la muerte como instrumento de sabiduría y conocimiento. Hay que morir antes de morir. Cuando un musulmán muere su cadáver es inhumado, el cuerpo se lava, perfuma y se envuelve en sudarios depositándose en la tumba sin ataúd.
Para los hebreos el hombre no es un espíritu encarnado sino un cuerpo animado. Adonay formó al hombre del polvo de con sus manos y alentó en su nariz un soplo de vida; lo hizo a su propia imagen y semejanza. El aliento divino es la vida del hombre. El destino del hombre es una cuestión puramente terrenal. Hemos salido del polvo y hemos de volver a él; esa es la base de la sabiduría y la consecuencia del pecado original. No se habla de la resurrección hasta fecha muy reciente, después del exilio y por influencia persa. En la religión de Israel, lo que constituye el objetivo central es la sumisión, la entrega y confianza en Adonay, el señor de la vida y la muerte; no la fe en la vida ultratumba.
Los egipcios siempre creyeron en la otra vida, las tumbas más primitivas contenían muestras de comida y equipamiento. En general la imaginaban semejante al de este mundo, pero en mejor, con cacerías y cosechas abundantes, ricos banquetes y bellas muchachas. Primero se pensó que el rey pasaba su vida de ultratumba junto a RA, dios del sol, rey de los dioses, padre de la humanidad y protector de los faraones, recorriendo diariamente el cielo con él. Después quedó vinculado al dios Osiris, dios de la fertilidad y de la vegetación y de la muerte, y cada rey al morir se identificaba con él. Este privilegio se extendió a todas las clases, de modo que todo hombre al morir se identificaba con Osiris. Una buena conducta aseguraba un tránsito seguro al más allá; el corazón del difunto era puesto en una balanza, teniendo como contrapeso una pluma que representa la verdad. El resultado era consignado por Thot, dios de la ciencia y la sabiduría, el inventor de la escritura, en presencia de Osiris, y los que no daban el peso eran destruidos para siempre. Ellos pensaban que el cuerpo del difunto permanecía en este mundo y que era el espíritu del muerto el que se iba al más allá y que necesitaba del cuerpo como de una base, y por eso ensayaron distintos y complicados métodos para preservar el cuerpo con la momificación; aunque en casos extremos una estatua o retrato del difunto podían servir como sustituto[23].
12. 11.25-27 Aunque Marta creía en la resurrección, Jesús sabía que la fe de ella no estaba completa. Era necesario que ella comprendiera que la resurrección viene por Cristo, el único con poder para dar la vida, tanto la física como la espiritual. Por ello, Jesús puede manifestar que aunque una persona muera físicamente, si había creído en Él, resucitaría; y el que tiene su fe puesta en Jesús, “no sufrirá daño de la segunda muerte”[24].
La pregunta de Jesús es muy fuerte si pensamos en el dolor que está sufriendo aquella mujer, pero era necesario que ella confesara su fe.
13. 11.28-29 Marta habla a María en privado, pensando que ella quería conversar con su querido amigo de la misma manera. Cuando María escucha del Maestro, no tiene que preguntar cuál de todos, porque los judíos tenían muchos, pero ellas solo uno: Jesús, y es a Él a quien acude para adorar.
14. 11.30-31 Probablemente la multitud que iba con Jesús era tanta, que no permitían que Él avanzara más rápido y por ello no había podido entrar en la aldea. María tiene que salir del poblado para encontrarse con su Maestro y los judíos le siguen y por eso después serán testigos de algo increíble.
15. 11.32-33 María llega donde Jesús y hace lo que para los judíos era algo muy serio, se postra a sus pies, un claro acto de adoración.
Ella lloraba amargamente, así como los que la acompañaban, lo que hace que Jesús muestre abiertamente su humanidad y el gran amor de Dios, que se compadece por nuestro dolor. Él estaba consciente de que Lázaro pronto volvería a abrazar a sus hermanas, pero no deja de identificarse con el corazón roto de ellas y no puede más que emitir un gemido acompañado con una conmoción, con un estremecimiento, se sentía muy agitado y adolorido por el sufrimiento de sus amigas.
16. 11.34-35 Aunque Jesús no necesitaba preguntar nada, hace partícipes a los hombres con sus preguntas. El llanto de Jesús no es uno de lamento, sino de compasión[25].
17. 11.36-37 La palabra usada aquí para referirse al amor entre Jesús y Lázaro es εφιλει, ephilei, el amor de amistad y hermandad. Pero algunos de los judíos dudaban del poder de Jesús y es por eso que hacen la pregunta, no porque estuvieran admirados de que el Maestro no hubiese actuado a favor de su amigo, sino tratando de minar Su autoridad. Esta pregunta está llena de sarcasmo.
18. 11.38-39 La humanidad de Jesús no puede ser ocultada ni refutada, Él sufría emocionalmente como cualquiera de nosotros, la situación no era para menos.
Es notable la diferencia de la tumba de Lázaro y en la que fue puesto Jesús. La descripción que da Juan de la de Lázaro nos hace entender que esta, en lugar de estar excavada en la pared de la piedra, era una cueva, probablemente excavada en la parte superior de la roca y sellada con una gran loza de piedra que podía ser levantada.
Si Jesús podía resucitar a un muerto de hacía cuatro días, ¿no podía levantar la piedra? ¡Claro que sí!, pero no lo hace así ya que Dios hace partícipe de sus milagros a sus hijos, y cuando estos ya no pueden, Él entra en acción.
La actitud de Marta es algo curiosa, antes le había reclamado a Jesús su ausencia durante la enfermedad de Lázaro, ya que ella consideraba que Jesús tenía el poder de sanarle y sabía muy bien que Él había resucitado a muertos. Pero cuando Jesús actúa para resucitar a Lázaro, ella interviene preocupada de que el cuerpo ya esté descompuesto y se salga el mal olor.
El hecho de que Lázaro tuviese cuatro días de sepultado hace innegable su muerte. Alguien podría objetar la muerte del hijo de la viuda en Naín, a quien llevaban a sepultar, y el caso de la hija de Jairo, que murió unos minutos antes de la llegada de Jesús, pero el caso de Lázaro se sale de este esquema, ya que incluso la hermana del muerto asegura que han pasado cuatro días, por lo que el estado de descomposición debe ser avanzado.
19. 11.40 ¿Creer para ver o ver para creer? Ese es el gran dilema de la fe de los hombres. Marta tiene en mente el estado de putrfacción de Lázaro en lugar de pensar en lo que Jesús puede hacer.
20. 11.41-43 No se nos dice quiénes fueron los que levantaron la piedra, puede que hayan sido los discípulos que confiaban en Jesús, o bien puede ser que incluso los mismos fariseos lo hicieron buscando poner a Jesús en ridículo. Lo importante es que hicieron lo que Él mandó.
Esta es una oración atípica de lo que se enseña en los diferentes grupos religiosos que se hacen llamar cristianos. Jesús hace una oración de agradecimiento por algo que aún no ha ocurrido, pero que Él tien toda la confianza que va a pasar. Era necesario que los presentes comprendieran que todas las bendiciones provienen del Padre, quien no está atado ni al tiempo ni al espacio. Jesús no actúa separado del Padre, sino que ellos son Uno y entre ellos hay armonía perfecta.
La resurrección de Lázaro es una clara muestra de Su Divinidad. Él es quien tiene toda la autoridad, por eso es pecado de presunción pensar que un ser humano tiene algún tipo de autoridad. Pero la idea central de este capítulo está en que Jesús obraba en conformidad con el Padre, no por su propia cuenta.
El grito de Jesús no es dirigido a Lázaro, sino a la gente que estaba presente ahí. Era necesario que estos comprendieran que Lázaro no estaba fingiendo estar muerto y que su resurrección se debía a la autoridad de Cristo. Alguien dijo que si Jesús solamente hubiese dicho “Ven fuera”, probablemente todos los muertos hubiesen resucitado en ese momento.
21. 11.44 Tratemos de viajar con nuestra imaginación a ese momento: Jesús ha levantado su voz y un escalofrío recorrió nuestro cuerpo cuando Él dio la orden al muerto para que saliera. La mirada de todos nosotros se desvía de Jesús a la entrada de la cueva y el silencio es tal que no deja de producir temor. De pronto podemos ver la figura que se mueve difícilmente porque los vendajes de pies y manos le impiden salir rápidamente y el paño en su rostro no le deja ver. Algunos sienten tal impacto que se desmayan. Todos estamos tan impresionados que no sabemos que hacer hasta que de nuevo la voz de Jesús interrumpe el silencio con otra orden: ¡Quítenle la ropa de muerto a ese hombre vivo!
Los sentidos de los presentes no pueden dejar de ser evidencia del milagro que se había manifestado: Los que están ahí le pueden ver; algunos que corrieron para soltarle le palparon; es probable que Lázaro les hablara en ese momento, por lo que ellos escucharon y a quizá estos vendajes que le estaban quitando aún tenían impregnado el hedor del que había hablado Marta, por lo que ellos olieron al que había regresado de la muerte.
[1] Juan 11.1; 12.1.
[2] Mateo 26.6-13; Marcos 14.3-9.
[3] Mateo 21.17; 26.6; Marcos 11.1, 11-12; 14.3; Lucas 19.29; 24.50; Juan 11.1; 12.1.
[4] Diccionario Certeza; Diccionario Fredy; Diccionario Ravasi; Diccionario de Geografía Bíblica; Diccionario Bíblico Arqueológico; Diccionario Bíblico Nelson. Betania.
[5] Diccionario Strong en Español. Fileo.
[6] Ibid. Agapao.
[7] Un eufemismo es una palabra o expresión políticamente aceptable o menos ofensiva que sustituye a otra considerada vulgar, de mal gusto o tabú, que puede ofender o sugerir algo no placentero o peyorativo al oyente. Wikipedia. Eufemismo.
[8] La palabra cementerio viene del término griego koimetérion, que significa dormitorio porque, según la creencia cristiana, en el cementerio, los cuerpos dormían hasta el Día de la resurrección.
[9] Marcos 16.3
[10] Diccionario Nelson. Sepulcro.
[11] 1 Reyes 17.17-23.
[12] 2 Reyes 4.18-36.
[13] 2 Reyes 13.21.
[14] Ezequiel 37.10.
[15] Lucas 7.11-17.
[16] Lucas 8.49-56.
[17] Mateo 27.52-53.
[18] Juan 20.1-10.
[19] Hechos 9.35-41.
[20] Hechos 20.9-12.
[21] Wikipedia. Resurrección
[22] Manismo.
[23] Monografías.com. Resurrección
[24] Apocalipsis 2.11.
[25] Romanos 12.15.