6. 18.25-27 Encontramos
a Pedro al calor y en la compañía de los enemigos de Jesús. Debemos insistir en
lo triste que es cuando los cristianos se refugian bajo el calor del mundo, tratando
de pasar desapercibidos. El problema es que al cristiano se le nota, y los del
mundo se dan cuenta de la diferencia, sin necesidad de que digamos nada. A Pedro
lo descubrieron, pero en lugar de aceptar, lo que hizo fue negar, aunque hacía
muy poco que él le había dicho al Señor que moriría por Él[1],
y tan solo unos pocos minutos atrás, Pedro sacó su espada para actuar violentamente
a favor de su Señor.
Había alguien que le tenía muy fresco en su memoria porque había visto a su pariente sufrir un ataque y luego recibir un milagro, Malco. Ahí estaba el pariente de Malco calentándose también y logró reconocer a medias a Pedro. Le hace la pregunta esperando una respuesta afirmativa, pero Pedro actúa como lo haría cualquier mundano, aunque Juan no lo registra, si lo hacen Mateo y Marcos[2]. Pedro comenzó a maldecir y a jurar para que le dejaran en paz, pero en eso escuchó algo que le conmovió hasta los tuétanos: El gallo cantó y Pedro tuvo que recordar las palabras de Jesús sobre su negación. Lucas registra que el Señor estaba cerca[3], probablemente atado a algún poste o bajo la custodia de los soldados, lo cierto es que le miró y Pedro salió corriendo del lugar y lloró amargamente.
No podemos juzgar a Pedro de manera implacable sobre los demás discípulos, ya que por lo menos él y Juan tuvieron el valor de ir con Jesús, mientras que los demás se escondieron. Definitivamente Pedro es un personaje que nos retrata a la mayoría: Pedro era un hombre terco pero dulce; valiente pero al mismo tiempo cobarde; fiel pero hipócrita. ¿Quién no es así? Por lo que podemos decir, Pedro tenía un defecto: Era humano.
7. 18.28-40 Después del falso juicio, los judíos llevaron a Jesús desde la casa de Caifás a la residencia del Gobernador romano.
Pretorio viene de la palabra griega “praitorion”; y del latín “lugar del pretor, del que preside” y originalmente era el espacio alrededor de la tienda del comandante, o pretor y, en consecuencia, el cuartel general del ejército[4]. Luego se aplicó al consejo de oficiales del ejército. Por extensión, la palabra vino a significar la residencia del gobernador provincial[5]. En los Evangelios este término denota la residencia oficial del gobernador romano en Jerusalén, y las varias traducciones que recibe en las versiones inglesas surgieron de un deseo bien de indicar el propósito especial con el que se utilizaba la residencia en la ocasión concreta de que se trata, o de explicar cuál era el edificio concreto a que se hace referencia. Pero todo edificio que ocupara el gobernador era por ello mismo el pretorio.
Aunque el pretorio de Pilato se hallaba en la ciudad de Cesarea, es muy probable que en Jerusalén, durante las fiestas judías de mayor concurrencia, el pretor residiera en el bien conocido palacio de Herodes; la residencia de Pilato ha sido identificada con la Torre Antonia, que estaba ocupada por la guarnición habitual. En Cesarea, el palacio de Herodes era utilizado como pretorio, y la expresión de Hechos 23.35, “el pretorio de Herodes”, es una abreviación de “el pretorio del palacio de Herodes”[6].
En el Nuevo Testamento este término designa:
a. El palacio ocupado por Poncio Pilato en Jerusalén y ante el que se constituyó su tribunal. Ciertos arqueólogos lo sitúan en la torre Antonia, pero los procuradores de Judea solían residir en el palacio de Herodes el Grande[7].
b. Un entarimado alto, sobre el cual se colocaba la silla curul, especie de sillón con brazos y sin respaldar[8]
c. Palacio de Herodes en Cesarea. Allí estuvo Pablo encarcelado.
d. Guardia pretoriana de Roma, encargada de la vigilancia del palacio imperial[9].
Si Pablo escribía desde Roma, Filipenses 1.13 puede referirse a la residencia del Emperador en el Palatino, en relación con 4.22, donde se hace alusión a creyentes que pertenecen a la casa del César. Otros lo han considerado como las dependencias de la guardia pretoriana, pero Lightfoot da evidencia de que no se puede establecer que este término haya sido utilizado en tal sentido, como tampoco puede considerarse como haciendo referencia a las dependencias de la guardia del palacio. Mommsen, seguido por Ramsay[10] considera improbable que el apóstol fuera encomendado a la custodia de la guardia pretoriana, y mantiene el punto de vista de que el centurión Julio, que condujo a Pablo a Roma, pertenecía a un cuerpo entresacado de entre las legiones de las provincias, y que tenía el deber de supervisar el suministro de grano y llevar a cabo un servicio policial, y que probablemente Julio entregó sus presos al comandante de este cuerpo. Finalmente, el caso de Pablo llegaría ante la audiencia del consejo pretoriano, que es el pretorio al que hace alusión el apóstol, y la frase “a todos los demás” se refiere a la vista pública de la causa[11]. Esta palabra parece no haber sido usada para el campamento permanente de las guardias pretorianas en la Porta Viminalis. Sin embargo, a veces se usa para las fuerzas de las guardias pretorianas[12] y, ya sea que la carta hubiese sido escrita en Éfeso o en Roma, este hecho le da sentido a la frase de Pablo. Destacamentos de pretorianos eran enviados a las provincias, y en Roma seguramente tenían a su cargo a los prisioneros bajo custodia imperial[13].
Ya la acusación y la condena de Jesús habían sido dadas. El Sanedrín le acusó de blasfemia y le condenó a muerte[14], siguiendo los principios de la Ley[15], aunque no es apedreado, sino crucificado, de acuerdo a la profecía del mismo Jesús[16]; y puesto que los judíos no podían hacerlo, debía ser los romanos los encargados de darle muerte.
Ahora, hay que tomar en cuenta que al hacerlo los romanos, los judíos evitarían que los discípulos de Jesús fueran a buscar rescatarle; por otro lado, la mayor parte de la responsabilidad caería sobre los romanos, por lo que si el pueblo los acusara de haber matado a un buen hombre, ellos podían desviar la culpa a los romanos; y hay que recordar que la muerte por crucifixión era la más vergonzosa, especialmente para los judíos que consideraban que el que muriera colgado en un madero era un maldito[17].
La escena comienza muy temprano cuando los ancianos judíos se reúnen para hacer el “juicio” y trasladar a Jesús al pretorio. Era una acción oficial porque estaba reunido todo el Concilio, menos José de Arimatea[18].
Se hace el traslado y se da una muestra increíble de la hipocresía de este grupo: Aunque iban a cometer una injusticia, se negaban a entrar al pretorio para poder participar en la fiesta de la Pascua. Era el día 14 de Nisán, porque el cordero debía ser sacrificado en la tarde de ese día.
Aunque la residencia habitual de Pilato no era en Jerusalén, por motivo de las fiestas, él permanecía en esa ciudad.
Los romanos tenían muchos gobernadores como él en las provincias, lo cual fue en parte el motivo de su éxito en el gobierno de las mismas. Judea tuvo una serie de estos gobernantes menores, antes y después de Pilato. Generalmente, se encargaban de los impuestos y de los temas económicos, pero gobernar Palestina era tan difícil que el procurador de esa región era directamente responsable ante el emperador y también tenía autoridad judicial suprema, como la que Pilato ejerció con relación a Jesús. El territorio que tenía a cargo incluía Judea, Samaria y la antigua Idumea.
Su nombre “Poncio”, en latín “Pontius”, indicaba su relación, por descendencia o adopción, con el “gens” de Pontii. Pilato podría derivar de “Pilatus”, armado de “pilum”, o jabalina; también podría provenir de “Pileatus”, llevando el “pileus”, gorro de fieltro, emblema de la libertad, reservado al esclavo libertado. Sabemos que Poncio Pilato era romano, de la orden ecuestre, o sea la clase media alta; no se conoce su praenomen, pero su nomen, Poncio, sugiere que era de origen samnita, y su cognomen, Pilato, puede haber provenido de antepasados militares. Poco sabemos de su carrera antes del año 26 d.C., después de Cristo, pero en ese año el emperador Tiberio lo nombró “Quinto praefectus”[19] de Judea; el mismo título se aplica a Félix en Hechos 23 y a Festo en Hechos 26. Esto se da a partir de la destitución de Arquelao por Augusto, en el año 6 d.C. Por medio de la influencia del prefecto pretorio Lucio Elio Séjano, quien era un archienemigo de los judíos y que debido a su fue influencia se efectuó la expulsión de los judíos de Roma en el año 19 d.C.[20], designado procurador de Judea por Tiberio, hacia el año 26 d.C., para suceder a Valerio Grato.
En 1961 se encontraron pruebas de este título en una inscripción en Cesarea, y E. J. Vardaman piensa que se empleó este título en los primeros años de Pilato, pero que fue remplazado por el de procurator, el título usado por Tácito y Josefo, posteriormente[21]. De acuerdo con un cambio de política del senado en 21 d.C., Pilato llevó consigo a su esposa[22], a quien la tradición nombró como Procula y que fue canonizada como santa por la Iglesia ortodoxa etíope. Llegó a Judea el mismo año de su nominación, aunque por mucho tiempo la ley romana no autorizó a que un gobernador llevara a su esposa a una provincia no pacificada, pero Augusto sí lo permitió[23]. Se le menciona en el Nuevo Testamento cincuenta y tres veces.
Su largo ejercicio en el cargo se debió a la política establecida por Tiberio, quien creía que servía mejor los intereses de las provincias manteniendo a los procuradores en su puesto muchos años con la idea de aprovechar su experiencia como también para prevenir la estafa y el soborno. El creía que los gobernadores actuaban como “las moscas sobre el cuerpo de un animal herido”. Si las “moscas”, o procuradores, se hubieran llenado completamente una sola vez, demandarían menos en sus exacciones. Si ocurrían cambios frecuentes en posición de sus gobernadores, Tiberio creía que el pueblo que estaba debajo de ellos estaría constantemente sujeto a nueva avaricia y rapacidad insatisfecha[24]. Se puede encontrar mucha información concerniente a Pilato en Josefo, quien describe más completamente su carrera que la de cualquier otro procurador, Filón y Tácito.
Como procurador ejerció un control total sobre la provincia, y estuvo a cargo del ejército de ocupación apostado en Cesarea, con una guarnición en Jerusalén en la fortaleza Antonia. El procurador tenía plenos poderes de vida y muerte, y podía dejar sin efecto sentencias capitales decretadas por el Sanedrín, que tenía que pedirle su ratificación. También nombraba a los sumos sacerdotes, y controlaba el Templo y sus fondos: Hasta las vestiduras del sumo sacerdote se hallaban bajo su custodia, y solamente se les dejaba llevarlas durante las festividades, época en la que el procurador residía en Jerusalén y traía tropas adicionales para patrullar la ciudad.
Hasta historiadores paganos mencionan a Pilato solamente en relación con su autorización para crucificar a Jesús[25]; su única aparición en los anales de la historia se produce como procurador de Judea.
Pilato nunca comprendió realmente a los judíos, como lo revelan sus frecuentes reacciones bruscas e insensatas. Josefo relata que la primera acción de Pilato al asumir su nuevo cargo fue antagonizar a los judíos al ordenar que se entrara en la ciudad por la noche, con los estandartes romanos, que llevaban águilas de plata y pequeñas imágenes del emperador, en la Torre Antonia, cuartel general de las cohortes romanas, es decir justo frente a uno de los ángulos del complejo del Templo, en Jerusalén; y la situación se complicó porque los judíos creyeron que los auxiliares romanos quemaban incienso frente a las imágenes de Tiberio y Augusto; mientras que los procuradores anteriores habían evitado usar estos estandartes en la ciudad santa para no provocar a los judíos[26]. Herodes el Grande había colocado anteriormente un águila en algunas monedas y los judíos se enfurecieron especialmente cuando colocó un águila en el Templo. El águila representaba el gobierno de Roma y era vista como un símbolo idólatra por los judíos piadosos[27].
Una buena cantidad de ellos acudió a Cesarea, la residencia del procurador, para exigir la retirada de las enseñas. Pilato intentó intimidarlos, pero, al ver que estaban dispuestos a dejarse matar en masa, accedió al final a su petición[28]. Pilato les permitió reunirse en el hipódromo que tenía lugar para veinte mil personas. El teatro, que podía acomodar a grupos más pequeños, evidentemente no era lo suficientemente grande. Aunque sus soldados rodearon a la multitud y desenvainaron sus espadas para intimidarlos, ante lo cual la gente atrevidamente mostraba sus cuellos, causó que Pilato cediera ante sus deseos después de seis días, y volvió a llevar las imágenes a Cesarea. El alto costo político era muy serio, ya que Pilatos llevaba apenas seis semanas en el puesto y habría tenido que ejecutar en esa sola ocasión hasta a seis mil judíos. Filón relata la dedicación por parte de Pilato de un juego de escudos de oro en su propia residencia en Jerusalén[29]. Dichos escudos no llevaban imágenes, sino solamente una inscripción con los nombres del procurador y el emperador, pero se hicieron peticiones ante Tiberio, quien con buen sentido ordenó que se colocaran en el templo de Roma.
Josefo y Eusebio relatan otro motivo de queja de los judíos contra Pilato, en el sentido de que utilizó dinero del tesoro del Templo para construir un acueducto para llevar agua a la ciudad desde un manantial ubicado a unos 40 kilómetros de distancia[30], en un sitio llamado Etam, designado hoy erróneamente como “los estanques de Salomón”[31]. Pilato solicitó del Sanedrín fondos del Tesoro del Templo para financiar la obra, bajo la advertencia de que si eran negados tendría que aumentar los impuestos. Los sacerdotes se negaron en principio alegando que era dinero sagrado, pero cedieron bajo la condición de que se ocultara el origen de los fondos y de que el principal flujo del líquido llegara a los depósitos del propio Templo, pero el acuerdo fue descubierto. Todo esto provocó una sublevación. Decenas de miles de judíos se manifestaron contra el proyecto cuando Pilato llegó a Jerusalén, presumiblemente en época de alguna festividad, y él a su vez envió sus tropas disfrazadas en contra de ellos, escondiendo garrotes y puñales. Cuando la agitación llegó a su paroxismo, Pilato dio la señal esperada por los soldados. Numerosos judíos murieron asesinados o atropellados por la multitud al huir. No parece haberse dado otra sedición. Pilato finalizó el acueducto, pero se hizo odioso a los judíos. Generalmente se considera que este tumulto fue causado por los galileos que menciona Lucas 13.1–2, cuya sangre había mezclado Pilato con los sacrificios, y C. Noldius afirmaba que la enemistad de Herodes y Pilato se produjo a causa de que Pilato había matado a algunos de los súbditos de Herodes[32]. Esto explica el cuidado posterior de Pilato[33] de mandar a Jesús para que fuera juzgado por Herodes. No se sabe si la torre que se desplomó en Siloé[34] formaba parte de este acueducto.
Pilato hizo colgar después unos escudos de oro, cubiertos de inscripciones idolátricas relativas a Tiberio, aunque sin la efigie del emperador. El pueblo suplicó en vano a Pilato que los quitara. Los nobles de Jerusalén enviaron entonces una petición a Tiberio, que ordenó al procurador que llevara los escudos a Cesarea[35].
Todos estos incidentes fueron relatados por Josefo o Filón. Según G. F. Hill, los procuradores hacían acuñar pequeñas monedas de cobre para satisfacer las necesidades locales en Palestina[36]. Normalmente llevaban diseños simbólicos de rasgos naturales, como árboles y espigas de trigo, por consideración al segundo mandamiento. En 29–31 d.C., Pilato hizo acuñar monedas que llevaban insignias religiosas imperiales, el lituus, o bastón del augur, y la patera, o tazón de libación pagano. Estas monedas cesaron después del 31 d.C., y el Museo Británico tiene una moneda de Pilato que aparentemente su sucesor Félix hizo reestampar con una rama de palma encima del bastón, aunque Y. Meshorer afirma que Félix también hizo acuñar monedas con símbolos de naturaleza provocativa, como armas romanas, que hacían resaltar la subyugación romana de Judea[37].
Estos terribles sucesos aparentemente no concuerdan con el papel que juega Pilato en el juicio de Jesús, en que fue como arcilla en las manos de los judíos, pero la explicación puede radicar en el hecho de que en ese momento el gobernador temía más a los judíos por las frecuentes quejas de estos a Roma. Pilato también se enfrentaba además a grupos extremistas anti-imperialistas entre los que se contaba Barrabás, quien había asesinado a un soldado romano.
En Filón no encontramos una sola palabra a favor de Pilato; en De Legatione ad Gaium 301 lo describe como “por naturaleza rígido y porfiadamente duro” y “de naturaleza rencorosa, y hombre excesivamente iracundo”; habla de “los sobornos, los actos de soberbia, los actos de violencia, los ultrajes, los casos de tratamiento basado en el rencor, los constantes asesinatos sin juicio, la incesante y sumamente agravante brutalidad” de los que podían acusarlo los judíos. El veredicto del Nuevo Testamento es que fue un hombre débil, dispuesto a inclinarse hacia lo expeditivo antes que hacia los principios, cuya autorización del asesinato judicial del Salvador se debió menos a un deseo de satisfacer a las autoridades judías, que al temor de incurrir en el desagrado del emperador si Tiberio se enteraba de que se había producido más desasosiego en Judea. Esto se hizo mucho más evidente por su burla de los judíos al redactar el cartel que hizo colocar sobre la cruz. Es sumamente lamentable que no sepamos más de él aparte de su período de gobierno en Judea, hacia cuyos habitantes aparentemente mostró poca comprensión y aun menos simpatía.
La carrera de Pilato y la forma en que trató a Jesús revelan su carácter: Mundano, dispuesto a juzgar con justicia siempre y cuando ello no le implicara ningún inconveniente personal. Dispuesto a cometer un crimen que le fuera de provecho, y sin preocuparse por sus deberes, sino por sus intereses. Habiendo proclamado tres veces la inocencia de Jesús, y sabiendo que su deber era liberarlo, no lo hizo para no hacerse más impopular entre los judíos. Ordenó la flagelación de Cristo, no habiéndolo hallado culpable de nada. Dejó después que los soldados romanos, que se hubieran detenido a la menor indicación de su parte, torturaran de nuevo al preso. Cediendo al final al clamor de los judíos, Pilato accedió a la demanda de ellos, entregando a Jesús a la muerte en la cruz[38].
Pilato finalmente colmó la medida con la muerte de cierto número de samaritanos que se había reunido en el monte Gerizim, convocados por un embaucador que había prometido mostrarles que Moisés había escondido allí los recipientes sagrados. A pesar de la obvia falsedad de esta declaración ya que Moisés nunca cruzó el Jordán; algunos consideran que hay un error textual, y que Josefo se refiere a la tradición samaritana de que Uzi, el sumo sacerdote[39], había escondido el arca y otros recipientes sagrados en el monte Gerizim, una gran multitud acudió con armas al monte, y Pilato los rodeó y derrotó, capturando a muchos de ellos y ejecutando a sus instigadores. Una delegación de samaritanos fue a protestar ante Vitelio, que en ese entonces era gobernador de Siria, y este ordenó que Pilato respondiese a la acusación de los judíos ante el Emperador, y que Marcelo fuese a Judea en lugar de Pilato[40]. Pilato se dirigía a Roma cuando murió Tiberio el 16 de marzo del año 37 d.C[41]. Nada sabemos del resultado del juicio, pero Eusebio guarda un informe de analistas griegos que son, por lo demás, desconocidos, en el sentido de que Pilato fue desterrado a las Galias, a Viena sobre el Ródano, y que se vio obligado a suicidarse durante el reinado de Cayo[42].
En los evangelios apócrifos se registra mucho material imaginario referente a Pilato. Algunas leyendas afirman que fue ejecutado bajo Tiberio o Nerón, y otros que él murió como un cristiano penitente. En la lglesia Etíope ¡ha sido canonizado como un santo! Un texto de un papiro que se encuentra en el Museo Eisenberg del Seminario Bautista del Sur en Louisville, Kentucky, USA, se menciona a un cierto cristiano primitivo llamado “Pilato”. La popularidad del nombre entre los primeros cristianos parece que surgió de tales leyendas[43].
Pilato ya sabía de Jesús, él estaba enterado de todo lo que ocurría en su territorio y la fama de Jesús había crecido mucho. Él sale a encontrarse con los judíos quizá un poco hastiado, ya que sabía que el pleito era en base a temas religiosos, y a él no le interesaba la religión de los judíos, como ya lo había manifestado. A pesar de esto, pregunta el motivo de aquella interrupción matutina.
Los judíos ya habían juzgado a Jesús, y lo único que buscaban era que Pilato ejecutara su deseo. Pilato era conocedor de la hipocresía de los líderes judíos, y por ello busca jugar un poco con ellos. Él sabía que a los judíos no se les permitía matar a nadie, pero es probable que conociese de algunos de los milagros y enfrentamientos que Jesús había tenido con los líderes.
Quiere burlarse de los judíos diciéndoles que le juzguen de acuerdo a su Ley, quizá pensando que evitará la muerte de ese inocente y como decíamos arriba, tal vez porque ya suponía que el pleito tenía que ver más bien con asuntos religiosos, por lo que la base de la acusación no podía ser formal. En el transcurso del juicio de Pilato podemos ver que él buscó ponerle en libertad o tal vez salirse del asunto, ya que también matar a un hombre al que el pueblo consideraba bueno, podía traerle dificultades con Roma. Lo primero que les dice es que lo juzguen de acuerdo a su Ley, a lo que los judíos le responden que ellos no pueden matar a nadie; en segundo lugar, Pilato lo envía a Herodes[44], pero el reyezuelo se lo devolvió; después buscó liberarlo siguiendo una costumbre, pero fue peor la medicina que la enfermedad; y por último, trató de apelar a la misericordia aplicando un castigo terrible, pero que era más suave que la muerte.
Los judíos revelaron su verdadera intención al ir a los romanos, ellos buscaban la muerte de Jesús y querían que fuera de la manera más humillante: La crucifixión, aunque no sabían que lo que estaban haciendo era cumplir con la profecía que Jesús mismo había predicho.
A pesar de todo el testimonio que hay de parte de los historiadores de la maldad de Pilato, en esta ocasión busca hacer lo correcto, de acuerdo a la ley, ya que se da cuenta que los judíos están tratando de matar a un inocente. Escuchó la acusación contra Jesús de que buscaba causar una revolución y que prohibía que se diera tributo a César, aunque cuando los herodianos le preguntaron si era lícito hacerlo, Jesús, tomando una moneda enseñó la inscripción y les dijo que le dieran a César lo que era de César[45].
Pilato preguntó a Jesús si era Rey. Él debía investigar cualquier intento de sublevación contra César, pero no esperaba la respuesta de Jesús: ¿Realmente me preguntas esto porque tienes alguna evidencia firme o solo por chismes? Si Jesús, con todo el poder que había demostrado tener se hubiese manifestado como rey contra César, los judíos lo hubieran apoyado, jamás lo iban a entregar.
Pilato se encontraba en una disyuntiva, sabía que Jesús era inocente, pero la presión por parte de los líderes religiosos era muy fuerte, por lo que tuvo, por razones políticas que seguir el juego. Él no podía sentirse igualado a los judíos, por eso pregunta: ¿Soy judío?
Pilato trata de dar a Jesús un aviso de la serio de este asunto y por eso le urge para que le diga la verdadera razón por la que le odiaban tanto y así él podría liberarle[46], pero en lugar de que Jesús le diera esa oportunidad, le dice que sí es Rey, pero de un Reino diferente, un Reino de otro mundo. Esto probablemente confundió a Pilato. Él tenía conocimiento de todos los reinos que podían convertirse en una amenaza para Roma, pero Jesús le estaba hablando de algo incomprensible para él. No sería nada raro que incluso dudara de la salud mental de Jesús.
Aquí fallan muchos también al no logar comprender el Reino de los Cielos. Ya lo habían hecho los discípulos[47] y lo hacen hoy los que creen que es igual a los reinos materiales. ¡Cuántos están predicando del Reino en la tierra donde se gozará de múltiples bendiciones materiales! ¡Hay quienes hablan de que ser cristiano es sinónimo de ser millonario! ¡Qué contraste con lo que dice 2 Corintios 10.3-5! Jesús nunca relacionó lo material con Su Reino. Pilato sabía que los reinos del mundo son políticos y que tienen fuerzas armadas para defenderse y para atacar, más el Reino de los Cielos es un reino de paz.
Hubo momentos en que los seguidores de Jesús quisieron proclamarlo rey[48], pero Él se escondió. Cuando Pedro trató de defenderlo con la espada, Jesús lo evitó y le dijo que podía pedir más de doce legiones[49] de ángeles. Tomemos en cuenta que un solo ángel mató 70 mil hombres y estaba dispuesto a destruir a Jerusalén[50], ¿qué hubiese ocurrido si 50 400 ángeles hubiesen aparecido aquella noche en el huerto?
El Reino de Jesús no representaba ninguna amenaza contra los romanos, porque Jesús nunca ha querido instalar un Reino sobre la tierra, tal y como lo entiende el hombre. El Reino de los Cielos está aquí hoy, está constituido de los creyentes[51] y su finalidad es totalmente espiritual[52]; no está para gobernar sobre la tierra, sino para gobernar en el corazón de los hombres[53].
Aquella respuesta tenía impactado a Pilato, que de debe hacer una nueva pregunta: “¿Así que tú eres rey?” A pesar de estar aquí solo, abandonado, atado, con unos hipócritas que te están acusando, ¿insistes en decir que eres un rey?
Jesús vuelve a responder: “Tú estás diciendo que yo soy rey”. No está negando. Acaba de decir que tiene un Reino, por lo que la lógica dice que es el Rey. Pero el reinado de Jesús iba más allá de lo que conceptualizaba el mundo de un rey. Debemos recordar la advertencia del Señor al pueblo de Israel cuando pidieron rey: “Y dijo: —Este será el proceder del rey que reine sobre vosotros: Tomará a vuestros hijos y los pondrá en sus carros y en su caballería, para que corran delante de su carro. Nombrará para sí jefes de millares y jefes de cincuenta. Hará que aren sus campos y sieguen su mies, que fabriquen sus armas de guerra y el equipo de sus carros. Tomará a vuestras hijas para que sean perfumadoras, cocineras y panaderas. También tomará lo mejor de vuestras tierras, de vuestras viñas y de vuestros olivares, y los dará a sus servidores. Tomará el diezmo de vuestros granos y viñedos para dárselo a sus funcionarios y servidores. Tomará a vuestros siervos, a vuestras siervas, vuestros mejores bueyes y vuestros mejores asnos para ocuparlos en sus obras. También tomará el diezmo de vuestros rebaños, y vosotros mismos seréis sus siervos”[54]. Jesús había nacido para ser Rey, pero lo que le distiguiría siempre es que Él vino a dar testimonio de la verdad y sus seguidores deben estar dispuestos a someterse a la verdad, porque su fin es hacer la Voluntad de Dios.
Jesús solo podía hablar la verdad porque eso es lo que Él conoce, no hay mentira en Él, ya que esta es fruto de Satanás. El Reino de los Cielos no puede estar fundamentado en mentiras, por eso, los diversos grupos religiosos que hay en el mundo no pueden ser la Iglesia verdadera, porque rechazan la verdad del Evangelio, poniendo mandamientos de hombre como si lo fueran de Dios, exaltando a un líder o sacando el dinero del bolsillo de los fieles con amenazas de pestes que caerán si no diezman o no pagan a cualquier capricho de sus dirigentes, pero la voluntad de cada uno está también obligada a obedecer a la Verdad del Evangelio, si es que quiere ser salvo.
Pilato actúa como lo hace cualquiera que no conoce al Señor y pregunta: “¿Qué es la verdad?”, pero no espera la respuesta, sino que sale. Es indiferente. Hoy el mundo dice querer saber la verdad de las cosas, mientras que las respuestas no vengan de las Escrituras. Precisamente hace poco se premió a uno de los mayores ateos con más de millón y medio de dólares con el ¡mayor reconocimiento religioso! Se le dio por sus investigaciones sobre el origen del hombre, en donde él propone que descendemos de los animales y que el entorno ha evolucionado de acuerdo al ser humano. ¿De dónde sacó esta afirmación? De sus propios pensamientos. Y los hombres le aplauden porque ven esto como la gran verdad, pero rechazan de plano la verdad de la Palabra de Dios. Pilato no podía ver que la Verdad estaba frente a él en la persona de Jesús.
Al salir, Pilato enfrenta a los judíos y claramente declara que Jesús no ha cometido ningún crimen por el que merezca castigo, no considera que sea un peligro para Roma ya que ha dejado en claro que su finalidad es espiritual, no material. Pero Pilato no era un hombre justo, sino que su interés estaba en la política dedicada al beneficio personal, por lo que en lugar de dejarle en libertad, decide complacerles por lo menos con la costumbre de que ellos eligieran a quién deseaban liberar por la Pascua, aunque él trata de influenciar para que ellos escojan a Jesús. Pilato pensó que los simpatizantes de Jesús prevalecerían, pero se equivocó, los enemigos de Cristo gritaron más fuerte. Hoy ocurre lo mismo y por eso vemos que la mayoría del liderazgo en las diferentes congregaciones en realidad son enemigos de Jesús, porque en lugar de buscar y enseñar la verdad del Evangelio, hacen lo que mejor les parece y pervierten la Palabra y la Iglesia.
Ellos gritaron más fuerte, pidiendo a Barrabás, un bandido, un ladrón, arrestado por terrorismo político y homicida[55]. El lenguaje empleado por Marcos podría indicar un incidente muy conocido, y el epíteto de “famoso”[56], cierta reputación como una especie de héroe. La pena para su crimen habría sido la crucifixión. Los sacerdotes, posiblemente haciéndose eco de una demanda inicial de sus seguidores, organizaron un movimiento para lograr su liberación por oposición a la intención de Pilato de ofrecer la de Jesús[57], y así Barrabás se transformó en ejemplificación de los efectos de la expiación sustitutoria. Esta elección manifestó claramente la impiedad y dureza del corazón de ellos. Pedro no perdió la ocasión de presentar este hecho acusadoramente a los judíos: “Mas vosotros negasteis al Santo y al Justo, y pedisteis que se os diese un homicida”[58].
Este nombre es un patronímico[59]. Aparece como “Jesús Barrabás” en algunas autoridades en el caso de Mateo 27, y Origenes menciona que se trata de una lectura antigua. Le agrega mordacidad al ofrecimiento de Pilato: “¿Jesús Barrabás o Jesús Cristo?”, pero, por más que resulta interesante, se trata de algo que tiene que permanecer en la incertidumbre.
El privilegio de soltar a un prisionero en la época de la Pascua recibe confirmación independiente tanto de Marcos como de Juan, pero no está claro. Blinzler lo asocia con la Misná, Pesah 8.6, que establece que el cordero pascual puede ser ofrecido “por alguien a quien se ha prometido soltar de la prision”. Si la “insurrección” tenía visos de resistencia contra los romanos, la trágica elección de la turba cobra cierto tono patriótico[60].
De nuevo podemos ver que Jesús no podía ser acusado de rebelde contra Roma, puesto que los judíos prefieren a un sedicionista antes que al Mesías, por lo que entendemos que si Jesús, como dijeron los judíos era un hombre que alborotaba la ciudad contra Roma, no hubiese sido entregado por los mismos judíos.
[1] Mateo 26.35.
[2] Mateo 26.73; Marcos 14.71.
[3] Lucas 22.60-62.
[4] Livio, 7.12; César, Bellum Civile 1.76.
[5] Mateo 27.27; Marcos 15.16; Juan 18.28, 33; 19.9; Hechos 23.35.
[6] Hastings’ Bible Dictionary. Pretorio.
[7] Filón, Legat ad Gaium 38, 39.
[8] Mateo 27.19; Juan 19.13.
[9] Filipenses 1.13.
[10] St. Paul the Traveller, p. 357.
[11] Algunos eruditos, creyendo que esta epístola fue escrita durante un encarcelamiento en Éfeso, concluyen que el pretorio aquí mencionado era la residencia en Éfeso del procónsul de la provincia de Asia, y que “la casa del César” era la administración civil del imperio.
[12] Corpus Inscriptionum Latinarum 5. 2837; 8. 9391.
[13] Diccionario Certeza; Diccionario Fredy; Diccionario Vine; Diccionario Nelson. Pretorio.
[14] Mateo 26.66.
[15] Levítico 24.16.
[16] Juan 12.32-33.
[17] Deuteronomio 21.23.
[18] Lucas 23.51.
[19] Mateo 27.2.
[20] Filón, The Embassy to Gaius, Sec. 24 159-161.
[21] Journal of Biblical Literature 88, página 70; 1962.
[22] Tácito, Anales 3. 33–34; Mateo 27.19.
[23] Tácito, Anales 3:33.
[24] Josefo, Antigüedades de los judíos 18.6.5.
[25] Tácito, Anales 15. 44.
[26] Josefo, Antigüedades de los judíos 18.55; Guerras de los judíos 2.169.
[27] Josefo, Antigüedades de los judíos 17.6.2.
[28] Josefo, Antigüedades de los judíos 18. 3, 1; Guerras de los judíos 2. 9, 2 y 3.
[29] Filón, De Legatione ad Gaium 299.
[30] Josefo, Antigüedades de los judíos 18.60; Guerras de los judíos 2.175; Eusebio, Historia Eclesiástica 2.7.
[31] Josefo, Antigüedades de los judíos 17.3.2; Guerras de los judíos 2.9.4; Eusebio, Historia Eclesiástica 2.6.
[32] C. Noldius, De Vita et Gestis Herodum, 1660, 249; Lucas 23.12.
[33] Lucas 23.6–7.
[34] Lucas 13.4.
[35] Filón, “Legat ad Gaium”, 38.
[36] Catalogue of the Greek Coins of Palestine, 1914.
[37] Y. Meshorer. Jewish Coins of the Second Temple Period, 1967.
[38] Mateo 27; Lucas 23.
[39] 1 Crónicas 6.6.
[40] Josefo, Antigüedades de los judíos 18. 85–89.
[41] Josefo, Antigüedades de los judíos 18. 4, 1 y 2.
[42] Historia eclesiástica 2.7.
[43] Diccionario Certeza; Diccionario Fredy; Diccionario Bíblico; Diccionario Nelson; Diccionario Bíblico y Arqueológico Pfeiffer; Wikipedia. Pilato.
[44] Lucas 23.7.
[45] Mateo 22.21.
[46] Mateo 27.18.
[47] Marcos 10.37.
[48] Juan 6.15.
[49] La legión romana era la unidad militar de infantería básica de la Antigua Roma. Consistía en un cuerpo de infantería pesada de unos 4.200 hombres, según el historiador antiguo Polibio, que más tarde alcanzaría entre los 5.200 y 6.000 soldados de infantería y 300 jinetes para completar un total de entre 6.000 y 6.300 efectivos, según nos cuenta Tito Livio. Las legiones tenían asignado un nombre y un número; se identificaron cerca de 50, pero nunca llegaron a existir tantas en un mismo momento de la historia de Roma. Usualmente había 28 legiones con sus auxiliares, y se reclutaban más según las necesidades y la situación en cada momento. (Wikipedia. Legión).
[50] 2 Samuel 24.15-16.
[51] Juan 3.3-5.
[52] Colosenses 2.12-13.
[53] 1 Pedro 2.11.
[54] 1 Samuel 8.11-17.
[55] Marcos 15.7; Lucas 23.18.
[56] Mateo 27.16.
[57] Mateo 27.20; Marcos 15.11.
[58] Hechos 3.14.
[59] “Hijo de Abba”.
[60] Diccionario Certeza; Diccionario Fredy; Diccionario Nelson; Wikipedia. Barrabás.
Había alguien que le tenía muy fresco en su memoria porque había visto a su pariente sufrir un ataque y luego recibir un milagro, Malco. Ahí estaba el pariente de Malco calentándose también y logró reconocer a medias a Pedro. Le hace la pregunta esperando una respuesta afirmativa, pero Pedro actúa como lo haría cualquier mundano, aunque Juan no lo registra, si lo hacen Mateo y Marcos[2]. Pedro comenzó a maldecir y a jurar para que le dejaran en paz, pero en eso escuchó algo que le conmovió hasta los tuétanos: El gallo cantó y Pedro tuvo que recordar las palabras de Jesús sobre su negación. Lucas registra que el Señor estaba cerca[3], probablemente atado a algún poste o bajo la custodia de los soldados, lo cierto es que le miró y Pedro salió corriendo del lugar y lloró amargamente.
No podemos juzgar a Pedro de manera implacable sobre los demás discípulos, ya que por lo menos él y Juan tuvieron el valor de ir con Jesús, mientras que los demás se escondieron. Definitivamente Pedro es un personaje que nos retrata a la mayoría: Pedro era un hombre terco pero dulce; valiente pero al mismo tiempo cobarde; fiel pero hipócrita. ¿Quién no es así? Por lo que podemos decir, Pedro tenía un defecto: Era humano.
7. 18.28-40 Después del falso juicio, los judíos llevaron a Jesús desde la casa de Caifás a la residencia del Gobernador romano.
Pretorio viene de la palabra griega “praitorion”; y del latín “lugar del pretor, del que preside” y originalmente era el espacio alrededor de la tienda del comandante, o pretor y, en consecuencia, el cuartel general del ejército[4]. Luego se aplicó al consejo de oficiales del ejército. Por extensión, la palabra vino a significar la residencia del gobernador provincial[5]. En los Evangelios este término denota la residencia oficial del gobernador romano en Jerusalén, y las varias traducciones que recibe en las versiones inglesas surgieron de un deseo bien de indicar el propósito especial con el que se utilizaba la residencia en la ocasión concreta de que se trata, o de explicar cuál era el edificio concreto a que se hace referencia. Pero todo edificio que ocupara el gobernador era por ello mismo el pretorio.
Aunque el pretorio de Pilato se hallaba en la ciudad de Cesarea, es muy probable que en Jerusalén, durante las fiestas judías de mayor concurrencia, el pretor residiera en el bien conocido palacio de Herodes; la residencia de Pilato ha sido identificada con la Torre Antonia, que estaba ocupada por la guarnición habitual. En Cesarea, el palacio de Herodes era utilizado como pretorio, y la expresión de Hechos 23.35, “el pretorio de Herodes”, es una abreviación de “el pretorio del palacio de Herodes”[6].
En el Nuevo Testamento este término designa:
a. El palacio ocupado por Poncio Pilato en Jerusalén y ante el que se constituyó su tribunal. Ciertos arqueólogos lo sitúan en la torre Antonia, pero los procuradores de Judea solían residir en el palacio de Herodes el Grande[7].
b. Un entarimado alto, sobre el cual se colocaba la silla curul, especie de sillón con brazos y sin respaldar[8]
c. Palacio de Herodes en Cesarea. Allí estuvo Pablo encarcelado.
d. Guardia pretoriana de Roma, encargada de la vigilancia del palacio imperial[9].
Si Pablo escribía desde Roma, Filipenses 1.13 puede referirse a la residencia del Emperador en el Palatino, en relación con 4.22, donde se hace alusión a creyentes que pertenecen a la casa del César. Otros lo han considerado como las dependencias de la guardia pretoriana, pero Lightfoot da evidencia de que no se puede establecer que este término haya sido utilizado en tal sentido, como tampoco puede considerarse como haciendo referencia a las dependencias de la guardia del palacio. Mommsen, seguido por Ramsay[10] considera improbable que el apóstol fuera encomendado a la custodia de la guardia pretoriana, y mantiene el punto de vista de que el centurión Julio, que condujo a Pablo a Roma, pertenecía a un cuerpo entresacado de entre las legiones de las provincias, y que tenía el deber de supervisar el suministro de grano y llevar a cabo un servicio policial, y que probablemente Julio entregó sus presos al comandante de este cuerpo. Finalmente, el caso de Pablo llegaría ante la audiencia del consejo pretoriano, que es el pretorio al que hace alusión el apóstol, y la frase “a todos los demás” se refiere a la vista pública de la causa[11]. Esta palabra parece no haber sido usada para el campamento permanente de las guardias pretorianas en la Porta Viminalis. Sin embargo, a veces se usa para las fuerzas de las guardias pretorianas[12] y, ya sea que la carta hubiese sido escrita en Éfeso o en Roma, este hecho le da sentido a la frase de Pablo. Destacamentos de pretorianos eran enviados a las provincias, y en Roma seguramente tenían a su cargo a los prisioneros bajo custodia imperial[13].
Ya la acusación y la condena de Jesús habían sido dadas. El Sanedrín le acusó de blasfemia y le condenó a muerte[14], siguiendo los principios de la Ley[15], aunque no es apedreado, sino crucificado, de acuerdo a la profecía del mismo Jesús[16]; y puesto que los judíos no podían hacerlo, debía ser los romanos los encargados de darle muerte.
Ahora, hay que tomar en cuenta que al hacerlo los romanos, los judíos evitarían que los discípulos de Jesús fueran a buscar rescatarle; por otro lado, la mayor parte de la responsabilidad caería sobre los romanos, por lo que si el pueblo los acusara de haber matado a un buen hombre, ellos podían desviar la culpa a los romanos; y hay que recordar que la muerte por crucifixión era la más vergonzosa, especialmente para los judíos que consideraban que el que muriera colgado en un madero era un maldito[17].
La escena comienza muy temprano cuando los ancianos judíos se reúnen para hacer el “juicio” y trasladar a Jesús al pretorio. Era una acción oficial porque estaba reunido todo el Concilio, menos José de Arimatea[18].
Se hace el traslado y se da una muestra increíble de la hipocresía de este grupo: Aunque iban a cometer una injusticia, se negaban a entrar al pretorio para poder participar en la fiesta de la Pascua. Era el día 14 de Nisán, porque el cordero debía ser sacrificado en la tarde de ese día.
Aunque la residencia habitual de Pilato no era en Jerusalén, por motivo de las fiestas, él permanecía en esa ciudad.
Los romanos tenían muchos gobernadores como él en las provincias, lo cual fue en parte el motivo de su éxito en el gobierno de las mismas. Judea tuvo una serie de estos gobernantes menores, antes y después de Pilato. Generalmente, se encargaban de los impuestos y de los temas económicos, pero gobernar Palestina era tan difícil que el procurador de esa región era directamente responsable ante el emperador y también tenía autoridad judicial suprema, como la que Pilato ejerció con relación a Jesús. El territorio que tenía a cargo incluía Judea, Samaria y la antigua Idumea.
Su nombre “Poncio”, en latín “Pontius”, indicaba su relación, por descendencia o adopción, con el “gens” de Pontii. Pilato podría derivar de “Pilatus”, armado de “pilum”, o jabalina; también podría provenir de “Pileatus”, llevando el “pileus”, gorro de fieltro, emblema de la libertad, reservado al esclavo libertado. Sabemos que Poncio Pilato era romano, de la orden ecuestre, o sea la clase media alta; no se conoce su praenomen, pero su nomen, Poncio, sugiere que era de origen samnita, y su cognomen, Pilato, puede haber provenido de antepasados militares. Poco sabemos de su carrera antes del año 26 d.C., después de Cristo, pero en ese año el emperador Tiberio lo nombró “Quinto praefectus”[19] de Judea; el mismo título se aplica a Félix en Hechos 23 y a Festo en Hechos 26. Esto se da a partir de la destitución de Arquelao por Augusto, en el año 6 d.C. Por medio de la influencia del prefecto pretorio Lucio Elio Séjano, quien era un archienemigo de los judíos y que debido a su fue influencia se efectuó la expulsión de los judíos de Roma en el año 19 d.C.[20], designado procurador de Judea por Tiberio, hacia el año 26 d.C., para suceder a Valerio Grato.
En 1961 se encontraron pruebas de este título en una inscripción en Cesarea, y E. J. Vardaman piensa que se empleó este título en los primeros años de Pilato, pero que fue remplazado por el de procurator, el título usado por Tácito y Josefo, posteriormente[21]. De acuerdo con un cambio de política del senado en 21 d.C., Pilato llevó consigo a su esposa[22], a quien la tradición nombró como Procula y que fue canonizada como santa por la Iglesia ortodoxa etíope. Llegó a Judea el mismo año de su nominación, aunque por mucho tiempo la ley romana no autorizó a que un gobernador llevara a su esposa a una provincia no pacificada, pero Augusto sí lo permitió[23]. Se le menciona en el Nuevo Testamento cincuenta y tres veces.
Su largo ejercicio en el cargo se debió a la política establecida por Tiberio, quien creía que servía mejor los intereses de las provincias manteniendo a los procuradores en su puesto muchos años con la idea de aprovechar su experiencia como también para prevenir la estafa y el soborno. El creía que los gobernadores actuaban como “las moscas sobre el cuerpo de un animal herido”. Si las “moscas”, o procuradores, se hubieran llenado completamente una sola vez, demandarían menos en sus exacciones. Si ocurrían cambios frecuentes en posición de sus gobernadores, Tiberio creía que el pueblo que estaba debajo de ellos estaría constantemente sujeto a nueva avaricia y rapacidad insatisfecha[24]. Se puede encontrar mucha información concerniente a Pilato en Josefo, quien describe más completamente su carrera que la de cualquier otro procurador, Filón y Tácito.
Como procurador ejerció un control total sobre la provincia, y estuvo a cargo del ejército de ocupación apostado en Cesarea, con una guarnición en Jerusalén en la fortaleza Antonia. El procurador tenía plenos poderes de vida y muerte, y podía dejar sin efecto sentencias capitales decretadas por el Sanedrín, que tenía que pedirle su ratificación. También nombraba a los sumos sacerdotes, y controlaba el Templo y sus fondos: Hasta las vestiduras del sumo sacerdote se hallaban bajo su custodia, y solamente se les dejaba llevarlas durante las festividades, época en la que el procurador residía en Jerusalén y traía tropas adicionales para patrullar la ciudad.
Hasta historiadores paganos mencionan a Pilato solamente en relación con su autorización para crucificar a Jesús[25]; su única aparición en los anales de la historia se produce como procurador de Judea.
Pilato nunca comprendió realmente a los judíos, como lo revelan sus frecuentes reacciones bruscas e insensatas. Josefo relata que la primera acción de Pilato al asumir su nuevo cargo fue antagonizar a los judíos al ordenar que se entrara en la ciudad por la noche, con los estandartes romanos, que llevaban águilas de plata y pequeñas imágenes del emperador, en la Torre Antonia, cuartel general de las cohortes romanas, es decir justo frente a uno de los ángulos del complejo del Templo, en Jerusalén; y la situación se complicó porque los judíos creyeron que los auxiliares romanos quemaban incienso frente a las imágenes de Tiberio y Augusto; mientras que los procuradores anteriores habían evitado usar estos estandartes en la ciudad santa para no provocar a los judíos[26]. Herodes el Grande había colocado anteriormente un águila en algunas monedas y los judíos se enfurecieron especialmente cuando colocó un águila en el Templo. El águila representaba el gobierno de Roma y era vista como un símbolo idólatra por los judíos piadosos[27].
Una buena cantidad de ellos acudió a Cesarea, la residencia del procurador, para exigir la retirada de las enseñas. Pilato intentó intimidarlos, pero, al ver que estaban dispuestos a dejarse matar en masa, accedió al final a su petición[28]. Pilato les permitió reunirse en el hipódromo que tenía lugar para veinte mil personas. El teatro, que podía acomodar a grupos más pequeños, evidentemente no era lo suficientemente grande. Aunque sus soldados rodearon a la multitud y desenvainaron sus espadas para intimidarlos, ante lo cual la gente atrevidamente mostraba sus cuellos, causó que Pilato cediera ante sus deseos después de seis días, y volvió a llevar las imágenes a Cesarea. El alto costo político era muy serio, ya que Pilatos llevaba apenas seis semanas en el puesto y habría tenido que ejecutar en esa sola ocasión hasta a seis mil judíos. Filón relata la dedicación por parte de Pilato de un juego de escudos de oro en su propia residencia en Jerusalén[29]. Dichos escudos no llevaban imágenes, sino solamente una inscripción con los nombres del procurador y el emperador, pero se hicieron peticiones ante Tiberio, quien con buen sentido ordenó que se colocaran en el templo de Roma.
Josefo y Eusebio relatan otro motivo de queja de los judíos contra Pilato, en el sentido de que utilizó dinero del tesoro del Templo para construir un acueducto para llevar agua a la ciudad desde un manantial ubicado a unos 40 kilómetros de distancia[30], en un sitio llamado Etam, designado hoy erróneamente como “los estanques de Salomón”[31]. Pilato solicitó del Sanedrín fondos del Tesoro del Templo para financiar la obra, bajo la advertencia de que si eran negados tendría que aumentar los impuestos. Los sacerdotes se negaron en principio alegando que era dinero sagrado, pero cedieron bajo la condición de que se ocultara el origen de los fondos y de que el principal flujo del líquido llegara a los depósitos del propio Templo, pero el acuerdo fue descubierto. Todo esto provocó una sublevación. Decenas de miles de judíos se manifestaron contra el proyecto cuando Pilato llegó a Jerusalén, presumiblemente en época de alguna festividad, y él a su vez envió sus tropas disfrazadas en contra de ellos, escondiendo garrotes y puñales. Cuando la agitación llegó a su paroxismo, Pilato dio la señal esperada por los soldados. Numerosos judíos murieron asesinados o atropellados por la multitud al huir. No parece haberse dado otra sedición. Pilato finalizó el acueducto, pero se hizo odioso a los judíos. Generalmente se considera que este tumulto fue causado por los galileos que menciona Lucas 13.1–2, cuya sangre había mezclado Pilato con los sacrificios, y C. Noldius afirmaba que la enemistad de Herodes y Pilato se produjo a causa de que Pilato había matado a algunos de los súbditos de Herodes[32]. Esto explica el cuidado posterior de Pilato[33] de mandar a Jesús para que fuera juzgado por Herodes. No se sabe si la torre que se desplomó en Siloé[34] formaba parte de este acueducto.
Pilato hizo colgar después unos escudos de oro, cubiertos de inscripciones idolátricas relativas a Tiberio, aunque sin la efigie del emperador. El pueblo suplicó en vano a Pilato que los quitara. Los nobles de Jerusalén enviaron entonces una petición a Tiberio, que ordenó al procurador que llevara los escudos a Cesarea[35].
Todos estos incidentes fueron relatados por Josefo o Filón. Según G. F. Hill, los procuradores hacían acuñar pequeñas monedas de cobre para satisfacer las necesidades locales en Palestina[36]. Normalmente llevaban diseños simbólicos de rasgos naturales, como árboles y espigas de trigo, por consideración al segundo mandamiento. En 29–31 d.C., Pilato hizo acuñar monedas que llevaban insignias religiosas imperiales, el lituus, o bastón del augur, y la patera, o tazón de libación pagano. Estas monedas cesaron después del 31 d.C., y el Museo Británico tiene una moneda de Pilato que aparentemente su sucesor Félix hizo reestampar con una rama de palma encima del bastón, aunque Y. Meshorer afirma que Félix también hizo acuñar monedas con símbolos de naturaleza provocativa, como armas romanas, que hacían resaltar la subyugación romana de Judea[37].
Estos terribles sucesos aparentemente no concuerdan con el papel que juega Pilato en el juicio de Jesús, en que fue como arcilla en las manos de los judíos, pero la explicación puede radicar en el hecho de que en ese momento el gobernador temía más a los judíos por las frecuentes quejas de estos a Roma. Pilato también se enfrentaba además a grupos extremistas anti-imperialistas entre los que se contaba Barrabás, quien había asesinado a un soldado romano.
En Filón no encontramos una sola palabra a favor de Pilato; en De Legatione ad Gaium 301 lo describe como “por naturaleza rígido y porfiadamente duro” y “de naturaleza rencorosa, y hombre excesivamente iracundo”; habla de “los sobornos, los actos de soberbia, los actos de violencia, los ultrajes, los casos de tratamiento basado en el rencor, los constantes asesinatos sin juicio, la incesante y sumamente agravante brutalidad” de los que podían acusarlo los judíos. El veredicto del Nuevo Testamento es que fue un hombre débil, dispuesto a inclinarse hacia lo expeditivo antes que hacia los principios, cuya autorización del asesinato judicial del Salvador se debió menos a un deseo de satisfacer a las autoridades judías, que al temor de incurrir en el desagrado del emperador si Tiberio se enteraba de que se había producido más desasosiego en Judea. Esto se hizo mucho más evidente por su burla de los judíos al redactar el cartel que hizo colocar sobre la cruz. Es sumamente lamentable que no sepamos más de él aparte de su período de gobierno en Judea, hacia cuyos habitantes aparentemente mostró poca comprensión y aun menos simpatía.
La carrera de Pilato y la forma en que trató a Jesús revelan su carácter: Mundano, dispuesto a juzgar con justicia siempre y cuando ello no le implicara ningún inconveniente personal. Dispuesto a cometer un crimen que le fuera de provecho, y sin preocuparse por sus deberes, sino por sus intereses. Habiendo proclamado tres veces la inocencia de Jesús, y sabiendo que su deber era liberarlo, no lo hizo para no hacerse más impopular entre los judíos. Ordenó la flagelación de Cristo, no habiéndolo hallado culpable de nada. Dejó después que los soldados romanos, que se hubieran detenido a la menor indicación de su parte, torturaran de nuevo al preso. Cediendo al final al clamor de los judíos, Pilato accedió a la demanda de ellos, entregando a Jesús a la muerte en la cruz[38].
Pilato finalmente colmó la medida con la muerte de cierto número de samaritanos que se había reunido en el monte Gerizim, convocados por un embaucador que había prometido mostrarles que Moisés había escondido allí los recipientes sagrados. A pesar de la obvia falsedad de esta declaración ya que Moisés nunca cruzó el Jordán; algunos consideran que hay un error textual, y que Josefo se refiere a la tradición samaritana de que Uzi, el sumo sacerdote[39], había escondido el arca y otros recipientes sagrados en el monte Gerizim, una gran multitud acudió con armas al monte, y Pilato los rodeó y derrotó, capturando a muchos de ellos y ejecutando a sus instigadores. Una delegación de samaritanos fue a protestar ante Vitelio, que en ese entonces era gobernador de Siria, y este ordenó que Pilato respondiese a la acusación de los judíos ante el Emperador, y que Marcelo fuese a Judea en lugar de Pilato[40]. Pilato se dirigía a Roma cuando murió Tiberio el 16 de marzo del año 37 d.C[41]. Nada sabemos del resultado del juicio, pero Eusebio guarda un informe de analistas griegos que son, por lo demás, desconocidos, en el sentido de que Pilato fue desterrado a las Galias, a Viena sobre el Ródano, y que se vio obligado a suicidarse durante el reinado de Cayo[42].
En los evangelios apócrifos se registra mucho material imaginario referente a Pilato. Algunas leyendas afirman que fue ejecutado bajo Tiberio o Nerón, y otros que él murió como un cristiano penitente. En la lglesia Etíope ¡ha sido canonizado como un santo! Un texto de un papiro que se encuentra en el Museo Eisenberg del Seminario Bautista del Sur en Louisville, Kentucky, USA, se menciona a un cierto cristiano primitivo llamado “Pilato”. La popularidad del nombre entre los primeros cristianos parece que surgió de tales leyendas[43].
Pilato ya sabía de Jesús, él estaba enterado de todo lo que ocurría en su territorio y la fama de Jesús había crecido mucho. Él sale a encontrarse con los judíos quizá un poco hastiado, ya que sabía que el pleito era en base a temas religiosos, y a él no le interesaba la religión de los judíos, como ya lo había manifestado. A pesar de esto, pregunta el motivo de aquella interrupción matutina.
Los judíos ya habían juzgado a Jesús, y lo único que buscaban era que Pilato ejecutara su deseo. Pilato era conocedor de la hipocresía de los líderes judíos, y por ello busca jugar un poco con ellos. Él sabía que a los judíos no se les permitía matar a nadie, pero es probable que conociese de algunos de los milagros y enfrentamientos que Jesús había tenido con los líderes.
Quiere burlarse de los judíos diciéndoles que le juzguen de acuerdo a su Ley, quizá pensando que evitará la muerte de ese inocente y como decíamos arriba, tal vez porque ya suponía que el pleito tenía que ver más bien con asuntos religiosos, por lo que la base de la acusación no podía ser formal. En el transcurso del juicio de Pilato podemos ver que él buscó ponerle en libertad o tal vez salirse del asunto, ya que también matar a un hombre al que el pueblo consideraba bueno, podía traerle dificultades con Roma. Lo primero que les dice es que lo juzguen de acuerdo a su Ley, a lo que los judíos le responden que ellos no pueden matar a nadie; en segundo lugar, Pilato lo envía a Herodes[44], pero el reyezuelo se lo devolvió; después buscó liberarlo siguiendo una costumbre, pero fue peor la medicina que la enfermedad; y por último, trató de apelar a la misericordia aplicando un castigo terrible, pero que era más suave que la muerte.
Los judíos revelaron su verdadera intención al ir a los romanos, ellos buscaban la muerte de Jesús y querían que fuera de la manera más humillante: La crucifixión, aunque no sabían que lo que estaban haciendo era cumplir con la profecía que Jesús mismo había predicho.
A pesar de todo el testimonio que hay de parte de los historiadores de la maldad de Pilato, en esta ocasión busca hacer lo correcto, de acuerdo a la ley, ya que se da cuenta que los judíos están tratando de matar a un inocente. Escuchó la acusación contra Jesús de que buscaba causar una revolución y que prohibía que se diera tributo a César, aunque cuando los herodianos le preguntaron si era lícito hacerlo, Jesús, tomando una moneda enseñó la inscripción y les dijo que le dieran a César lo que era de César[45].
Pilato preguntó a Jesús si era Rey. Él debía investigar cualquier intento de sublevación contra César, pero no esperaba la respuesta de Jesús: ¿Realmente me preguntas esto porque tienes alguna evidencia firme o solo por chismes? Si Jesús, con todo el poder que había demostrado tener se hubiese manifestado como rey contra César, los judíos lo hubieran apoyado, jamás lo iban a entregar.
Pilato se encontraba en una disyuntiva, sabía que Jesús era inocente, pero la presión por parte de los líderes religiosos era muy fuerte, por lo que tuvo, por razones políticas que seguir el juego. Él no podía sentirse igualado a los judíos, por eso pregunta: ¿Soy judío?
Pilato trata de dar a Jesús un aviso de la serio de este asunto y por eso le urge para que le diga la verdadera razón por la que le odiaban tanto y así él podría liberarle[46], pero en lugar de que Jesús le diera esa oportunidad, le dice que sí es Rey, pero de un Reino diferente, un Reino de otro mundo. Esto probablemente confundió a Pilato. Él tenía conocimiento de todos los reinos que podían convertirse en una amenaza para Roma, pero Jesús le estaba hablando de algo incomprensible para él. No sería nada raro que incluso dudara de la salud mental de Jesús.
Aquí fallan muchos también al no logar comprender el Reino de los Cielos. Ya lo habían hecho los discípulos[47] y lo hacen hoy los que creen que es igual a los reinos materiales. ¡Cuántos están predicando del Reino en la tierra donde se gozará de múltiples bendiciones materiales! ¡Hay quienes hablan de que ser cristiano es sinónimo de ser millonario! ¡Qué contraste con lo que dice 2 Corintios 10.3-5! Jesús nunca relacionó lo material con Su Reino. Pilato sabía que los reinos del mundo son políticos y que tienen fuerzas armadas para defenderse y para atacar, más el Reino de los Cielos es un reino de paz.
Hubo momentos en que los seguidores de Jesús quisieron proclamarlo rey[48], pero Él se escondió. Cuando Pedro trató de defenderlo con la espada, Jesús lo evitó y le dijo que podía pedir más de doce legiones[49] de ángeles. Tomemos en cuenta que un solo ángel mató 70 mil hombres y estaba dispuesto a destruir a Jerusalén[50], ¿qué hubiese ocurrido si 50 400 ángeles hubiesen aparecido aquella noche en el huerto?
El Reino de Jesús no representaba ninguna amenaza contra los romanos, porque Jesús nunca ha querido instalar un Reino sobre la tierra, tal y como lo entiende el hombre. El Reino de los Cielos está aquí hoy, está constituido de los creyentes[51] y su finalidad es totalmente espiritual[52]; no está para gobernar sobre la tierra, sino para gobernar en el corazón de los hombres[53].
Aquella respuesta tenía impactado a Pilato, que de debe hacer una nueva pregunta: “¿Así que tú eres rey?” A pesar de estar aquí solo, abandonado, atado, con unos hipócritas que te están acusando, ¿insistes en decir que eres un rey?
Jesús vuelve a responder: “Tú estás diciendo que yo soy rey”. No está negando. Acaba de decir que tiene un Reino, por lo que la lógica dice que es el Rey. Pero el reinado de Jesús iba más allá de lo que conceptualizaba el mundo de un rey. Debemos recordar la advertencia del Señor al pueblo de Israel cuando pidieron rey: “Y dijo: —Este será el proceder del rey que reine sobre vosotros: Tomará a vuestros hijos y los pondrá en sus carros y en su caballería, para que corran delante de su carro. Nombrará para sí jefes de millares y jefes de cincuenta. Hará que aren sus campos y sieguen su mies, que fabriquen sus armas de guerra y el equipo de sus carros. Tomará a vuestras hijas para que sean perfumadoras, cocineras y panaderas. También tomará lo mejor de vuestras tierras, de vuestras viñas y de vuestros olivares, y los dará a sus servidores. Tomará el diezmo de vuestros granos y viñedos para dárselo a sus funcionarios y servidores. Tomará a vuestros siervos, a vuestras siervas, vuestros mejores bueyes y vuestros mejores asnos para ocuparlos en sus obras. También tomará el diezmo de vuestros rebaños, y vosotros mismos seréis sus siervos”[54]. Jesús había nacido para ser Rey, pero lo que le distiguiría siempre es que Él vino a dar testimonio de la verdad y sus seguidores deben estar dispuestos a someterse a la verdad, porque su fin es hacer la Voluntad de Dios.
Jesús solo podía hablar la verdad porque eso es lo que Él conoce, no hay mentira en Él, ya que esta es fruto de Satanás. El Reino de los Cielos no puede estar fundamentado en mentiras, por eso, los diversos grupos religiosos que hay en el mundo no pueden ser la Iglesia verdadera, porque rechazan la verdad del Evangelio, poniendo mandamientos de hombre como si lo fueran de Dios, exaltando a un líder o sacando el dinero del bolsillo de los fieles con amenazas de pestes que caerán si no diezman o no pagan a cualquier capricho de sus dirigentes, pero la voluntad de cada uno está también obligada a obedecer a la Verdad del Evangelio, si es que quiere ser salvo.
Pilato actúa como lo hace cualquiera que no conoce al Señor y pregunta: “¿Qué es la verdad?”, pero no espera la respuesta, sino que sale. Es indiferente. Hoy el mundo dice querer saber la verdad de las cosas, mientras que las respuestas no vengan de las Escrituras. Precisamente hace poco se premió a uno de los mayores ateos con más de millón y medio de dólares con el ¡mayor reconocimiento religioso! Se le dio por sus investigaciones sobre el origen del hombre, en donde él propone que descendemos de los animales y que el entorno ha evolucionado de acuerdo al ser humano. ¿De dónde sacó esta afirmación? De sus propios pensamientos. Y los hombres le aplauden porque ven esto como la gran verdad, pero rechazan de plano la verdad de la Palabra de Dios. Pilato no podía ver que la Verdad estaba frente a él en la persona de Jesús.
Al salir, Pilato enfrenta a los judíos y claramente declara que Jesús no ha cometido ningún crimen por el que merezca castigo, no considera que sea un peligro para Roma ya que ha dejado en claro que su finalidad es espiritual, no material. Pero Pilato no era un hombre justo, sino que su interés estaba en la política dedicada al beneficio personal, por lo que en lugar de dejarle en libertad, decide complacerles por lo menos con la costumbre de que ellos eligieran a quién deseaban liberar por la Pascua, aunque él trata de influenciar para que ellos escojan a Jesús. Pilato pensó que los simpatizantes de Jesús prevalecerían, pero se equivocó, los enemigos de Cristo gritaron más fuerte. Hoy ocurre lo mismo y por eso vemos que la mayoría del liderazgo en las diferentes congregaciones en realidad son enemigos de Jesús, porque en lugar de buscar y enseñar la verdad del Evangelio, hacen lo que mejor les parece y pervierten la Palabra y la Iglesia.
Ellos gritaron más fuerte, pidiendo a Barrabás, un bandido, un ladrón, arrestado por terrorismo político y homicida[55]. El lenguaje empleado por Marcos podría indicar un incidente muy conocido, y el epíteto de “famoso”[56], cierta reputación como una especie de héroe. La pena para su crimen habría sido la crucifixión. Los sacerdotes, posiblemente haciéndose eco de una demanda inicial de sus seguidores, organizaron un movimiento para lograr su liberación por oposición a la intención de Pilato de ofrecer la de Jesús[57], y así Barrabás se transformó en ejemplificación de los efectos de la expiación sustitutoria. Esta elección manifestó claramente la impiedad y dureza del corazón de ellos. Pedro no perdió la ocasión de presentar este hecho acusadoramente a los judíos: “Mas vosotros negasteis al Santo y al Justo, y pedisteis que se os diese un homicida”[58].
Este nombre es un patronímico[59]. Aparece como “Jesús Barrabás” en algunas autoridades en el caso de Mateo 27, y Origenes menciona que se trata de una lectura antigua. Le agrega mordacidad al ofrecimiento de Pilato: “¿Jesús Barrabás o Jesús Cristo?”, pero, por más que resulta interesante, se trata de algo que tiene que permanecer en la incertidumbre.
El privilegio de soltar a un prisionero en la época de la Pascua recibe confirmación independiente tanto de Marcos como de Juan, pero no está claro. Blinzler lo asocia con la Misná, Pesah 8.6, que establece que el cordero pascual puede ser ofrecido “por alguien a quien se ha prometido soltar de la prision”. Si la “insurrección” tenía visos de resistencia contra los romanos, la trágica elección de la turba cobra cierto tono patriótico[60].
De nuevo podemos ver que Jesús no podía ser acusado de rebelde contra Roma, puesto que los judíos prefieren a un sedicionista antes que al Mesías, por lo que entendemos que si Jesús, como dijeron los judíos era un hombre que alborotaba la ciudad contra Roma, no hubiese sido entregado por los mismos judíos.
[1] Mateo 26.35.
[2] Mateo 26.73; Marcos 14.71.
[3] Lucas 22.60-62.
[4] Livio, 7.12; César, Bellum Civile 1.76.
[5] Mateo 27.27; Marcos 15.16; Juan 18.28, 33; 19.9; Hechos 23.35.
[6] Hastings’ Bible Dictionary. Pretorio.
[7] Filón, Legat ad Gaium 38, 39.
[8] Mateo 27.19; Juan 19.13.
[9] Filipenses 1.13.
[10] St. Paul the Traveller, p. 357.
[11] Algunos eruditos, creyendo que esta epístola fue escrita durante un encarcelamiento en Éfeso, concluyen que el pretorio aquí mencionado era la residencia en Éfeso del procónsul de la provincia de Asia, y que “la casa del César” era la administración civil del imperio.
[12] Corpus Inscriptionum Latinarum 5. 2837; 8. 9391.
[13] Diccionario Certeza; Diccionario Fredy; Diccionario Vine; Diccionario Nelson. Pretorio.
[14] Mateo 26.66.
[15] Levítico 24.16.
[16] Juan 12.32-33.
[17] Deuteronomio 21.23.
[18] Lucas 23.51.
[19] Mateo 27.2.
[20] Filón, The Embassy to Gaius, Sec. 24 159-161.
[21] Journal of Biblical Literature 88, página 70; 1962.
[22] Tácito, Anales 3. 33–34; Mateo 27.19.
[23] Tácito, Anales 3:33.
[24] Josefo, Antigüedades de los judíos 18.6.5.
[25] Tácito, Anales 15. 44.
[26] Josefo, Antigüedades de los judíos 18.55; Guerras de los judíos 2.169.
[27] Josefo, Antigüedades de los judíos 17.6.2.
[28] Josefo, Antigüedades de los judíos 18. 3, 1; Guerras de los judíos 2. 9, 2 y 3.
[29] Filón, De Legatione ad Gaium 299.
[30] Josefo, Antigüedades de los judíos 18.60; Guerras de los judíos 2.175; Eusebio, Historia Eclesiástica 2.7.
[31] Josefo, Antigüedades de los judíos 17.3.2; Guerras de los judíos 2.9.4; Eusebio, Historia Eclesiástica 2.6.
[32] C. Noldius, De Vita et Gestis Herodum, 1660, 249; Lucas 23.12.
[33] Lucas 23.6–7.
[34] Lucas 13.4.
[35] Filón, “Legat ad Gaium”, 38.
[36] Catalogue of the Greek Coins of Palestine, 1914.
[37] Y. Meshorer. Jewish Coins of the Second Temple Period, 1967.
[38] Mateo 27; Lucas 23.
[39] 1 Crónicas 6.6.
[40] Josefo, Antigüedades de los judíos 18. 85–89.
[41] Josefo, Antigüedades de los judíos 18. 4, 1 y 2.
[42] Historia eclesiástica 2.7.
[43] Diccionario Certeza; Diccionario Fredy; Diccionario Bíblico; Diccionario Nelson; Diccionario Bíblico y Arqueológico Pfeiffer; Wikipedia. Pilato.
[44] Lucas 23.7.
[45] Mateo 22.21.
[46] Mateo 27.18.
[47] Marcos 10.37.
[48] Juan 6.15.
[49] La legión romana era la unidad militar de infantería básica de la Antigua Roma. Consistía en un cuerpo de infantería pesada de unos 4.200 hombres, según el historiador antiguo Polibio, que más tarde alcanzaría entre los 5.200 y 6.000 soldados de infantería y 300 jinetes para completar un total de entre 6.000 y 6.300 efectivos, según nos cuenta Tito Livio. Las legiones tenían asignado un nombre y un número; se identificaron cerca de 50, pero nunca llegaron a existir tantas en un mismo momento de la historia de Roma. Usualmente había 28 legiones con sus auxiliares, y se reclutaban más según las necesidades y la situación en cada momento. (Wikipedia. Legión).
[50] 2 Samuel 24.15-16.
[51] Juan 3.3-5.
[52] Colosenses 2.12-13.
[53] 1 Pedro 2.11.
[54] 1 Samuel 8.11-17.
[55] Marcos 15.7; Lucas 23.18.
[56] Mateo 27.16.
[57] Mateo 27.20; Marcos 15.11.
[58] Hechos 3.14.
[59] “Hijo de Abba”.
[60] Diccionario Certeza; Diccionario Fredy; Diccionario Nelson; Wikipedia. Barrabás.