11. 2.12 Jesús no solo viajó con sus discípulos, sino con su familia cercana,
es decir, su madre y sus hermanos, lo que nos hace pensar que en ese momento
todos estaban solteros.
La iglesia católica dice que no existe la palabra “primo” en griego, y por ello se utiliza la palabra αδελφοι “hermano” para indicar sus primos, pero esto no es cierto. La palabra anepsioi significa “primos” y la palabra sungeneis significa “parientes”, pero aquí Juan usa la palabra adelphoi, es decir “hermanos de sangre”. Y por medio de Marcos sabemos que estos se llamaban Jacobo, José, Judas y Simón[1], los cuales María tuvo de su vida marital con José, tal como enseña Mateo 1.24-25.
12. 2.13 Hay una idea muy arraigada de que Jesús comenzó su ministerio exactamente a los 30 años y murió a los 33, pero la Biblia nunca dice esto, es más, Juan hace 4 informes sobre la celebración de la fiesta de la Pascua, la cual se celebra una vez al año, por lo que podemos decir que si Jesús comenzó su ministerio a los 30 años exactos, murió a los 34, pero la edad que tenía en realidad no es importante. Solo diremos que esta es la primera mención que hace Juan de la Pascua. Las otras están en 5.1; 6.4 y 11.55.
La Pascua es un término derivado del hebreo “pesach”, de “pasar de”[2].
La primera de las tres solemnidades anuales en las que todo varón israelita no impedido se debía presentar en el Templo[3]. Fue instituida en Egipto con el fin de conmemorar el acontecimiento fundamental de la liberación de los israelitas[4]. Con ella se celebraba solemnemente el hecho de que Dios, que había hecho morir a todos los primogénitos de la tierra de Egipto, había sin embargo pasado por alto las moradas de los israelitas, marcadas con la sangre del cordero. Debían comerla apresuradamente, con el bastón en la mano, y con la actitud de personas dispuestas a partir en la liberación prometida por Dios. La fiesta comenzaba el día catorce del mes de Abib[5] al atardecer, esto es, al inicio del día quince, con la comida que seguía al sacrificio del cordero[6]. Se daba muerte a un cordero o a un cabrito entre las dos tardes, cerca del momento del ocaso[7], o entre las horas novena y undécima[8]. Asado entero, se comía con panes sin levadura y con hierbas amargas[9]. No podía ser hervido en agua. Su sangre derramada era tipo de la expiación; las hierbas amargas simbolizaban los sufrimientos de la esclavitud en Egipto, y el pan sin levadura representaba la pureza[10]. Los israelitas que tomaban parte en este acto de redención constituían el pueblo santo, comunicando gozosamente en presencia del Dios invisible. La participación en la cena pascual era obligatoria solo para los varones, aunque las mujeres tenían derecho a participar, así como toda la casa. Si la familia era poco numerosa, podían juntarse vecinos con ellos para comer todo el cordero[11].
La Pascua expone en tipo la ofrenda de Cristo como aquello en lo que se ha declarado la justicia de Dios con respecto al pecado. La sangre del cordero era un testimonio de muerte, esto es, de la eliminación a los ojos de Dios del hombre en su pecado contra Él. Esta eliminación tuvo lugar vicariamente en la persona del Justo, que se dio a Sí mismo como rescate por todos. Al comer el cordero asado al fuego, emblema de juicio, el pueblo se asociaba en aquello que había tenido lugar en tipo.
El Señor Jesús deseó vivamente comer la última Pascua con Sus discípulos, por cuanto todos formaban, un singular círculo “familiar”. Esta Pascua estaba a punto de ser cumplida en Cristo mismo, que tomaba Su lugar de separación de la tierra hasta el advenimiento del reino de Dios[12].
Las autoridades judías señalan que la manera de comer la pascua en la época del Señor era la siguiente:
a. Cuando todos estaban en su lugar, el presidente de la fiesta daba las gracias, y todos bebían entonces de la primera copa de vino mezclado con agua.
b. Todos se lavaban las manos.
c. Se preparaba la mesa con el cordero pascual, panes sin levadura, hierbas amargas, y un plato de salsa espesa, con la que se decía simbolizar el mortero con el que hacían los ladrillos en Egipto.
d. Todos mojaban una parte de las hierbas amargas en la salsa, y la comían.
e. Se sacaban los platos de la mesa, y los niños o prosélitos recibían instrucción acerca del significado de la fiesta.
f. Después se volvían a traer los platos, y el presidente decía: “Esta es la pascua que comemos, porque el Señor pasó por alto las casas de nuestros padres en Egipto”. Sosteniendo en alto las hierbas amargas, decía a continuación: “Estas son las hierbas amargas que comemos en memoria de que los egipcios amargaron la vida de nuestros padres en Egipto”. Después se refería al pan sin levadura, y repetía Salmos 113 y 114, finalizando con una oración. Todos bebían entonces la segunda copa de vino.
g. El presidente rompía uno de los panes sin levadura, y daba las gracias.
h. Todos participaban entonces del cordero pascual.
i. Para finalizar la cena, todos tomaban un trozo de pan con algo de hierbas amargas, y, habiéndolo mojado en la salsa, se lo comían.
j. Bebían entonces la tercera copa de vino, llamada “copa de bendición”.
k. El presidente pronunciaba entonces Salmos 115, 116, 117 y 118, y con otra copa de vino finalizaba la fiesta.
Después de la destrucción del Templo de Jerusalén por las tropas de Tito, desapareció la posibilidad de inmolar el cordero en el Templo, por lo que el judaísmo celebra desde entonces la Pascua sin la víctima, sin su componente central, que era precisamente el tipo de Aquel a quien ellos rechazaron, y a quien reconocerán cuando venga en gloria[13].
Íntimamente relacionada con la Pascua había la “Fiesta de los panes sin levadura”. La cena pascual era el aspecto característico de esta fiesta, que se prolongaba hasta el día veintiuno del mes[14]. El día en que los israelitas abandonaron Egipto, Moisés les reveló que la solemnidad de la pascua duraría siete días[15]. Les había dado entonces las instrucciones necesarias solo para la primera noche[16], informándoles que sería un estatuto perpetuo[17]. La presencia de los peregrinos en el santuario central elegido por Adonay para la celebración de la fiesta era obligatoria solo durante el tiempo de la cena pascual; al día siguiente podían dirigirse a sus propias localidades[18]. El primer día de la fiesta se correspondía con el día quince del mes, que adquiría el carácter de sábado, lo mismo que el día séptimo de la Pascua: en estos días no se debía hacer ninguna obra servil, pues estaban marcados para convocación santa[19]. Al siguiente día de este sábado, el segundo día de la fiesta, el sacerdote mecía delante de Adonay una gavilla de cebada, primicia de la siega: este gesto consagraba el inicio de las cosechas[20]. Pero el día del mecimiento de la gavilla no era asimilado a sábado. El año agrícola tenía más relación con la fiesta de las semanas o de Pentecostés y con la de los Tabernáculos o Cabañas que con la Pascua. Además de los sacrificios habituales en el Templo, se debían ofrecer en holocausto cotidiano, durante los siete días de solemnidades pascuales, dos becerros, un carnero, siete corderos de un año y, como sacrificio de expiación, un macho cabrío[21]. El pan a comer durante estos siete días tenía que estar exento de levadura. La noche de la primera Pascua no había levadura en la casa de los israelitas, que partieron precipitadamente, llevándose consigo masa sin levadura[22]. El pan ázimo, símbolo de pureza y verdad, recordaba esta huida precipitada de Egipto[23].
13. 2.14 Jesús encontró a estas personas no en el naos, “el santuario”, en donde estaban el Lugar Santo y el Lugar Santísimo, sino en el hieron, unos 75 000 metros cuadrados que rodeaban el santuario y que estaba dividido en cuatro atrios, que eran:
a. El atrio de los gentiles. Al único que podían entrar los gentiles para orar, meditar y aprender del único Dios y en donde se encontraba el mercado.
b. El atrio de las mujeres.
c. El atrio de los varones.
d. El atrio de los sacerdotes.
En Números 28.19-25 se refiere a los sacrificios que Dios requería durante la fiesta de los panes sin levadura. El texto habla de becerros, carnero, corderos, y un macho cabrío. Cuando los judíos llegaban a Jerusalén de todas las naciones para estas fiestas y, en lugar de traer animales, palomas, etc., traían dinero para comprarlos al llegar a Jerusalén. Algunos judíos, aprovechándose de esta necesidad de la gente, no solo vendían animales y aves para los sacrificios en el templo mismo, sino que también robaban al pueblo (Mateo 21.13). Así es que el Templo se convertía en un corral de ganado.
Según Éxodo 30.13, todo varón judío tenía que pagar el impuesto anual de medio siclo[24]. Un siclo era una unidad de peso entre los hebreos, babilonios y otros. Después fue el nombre de una moneda. Los judíos conocieron la moneda acuñada en las tierras de su cautiverio y, después de su regreso, Esdras y Nehemías mencionan la moneda persa de oro “dárico”[25]. Por el año 139 a.C., Simón Macabeo recibió permiso del rey para acuñar moneda con su propio sello que decía “El siclo de Israel”. Equivalía a unos 60 centavos de dólar o cuatro dracmas griegas. Según el historiador Josefo, los judíos pagaban medio siclo de impuesto anual al Templo[26], por lo que los cambistas hacían era necesario, porque solamente dinero judío era aceptable para los usos del Templo y, por eso, el dinero romano tenía que cambiarse.
14. 2.15-16 Cada vez que leo este pasaje me sorprendo al ver la diferencia del Jesús que nos han pintado los religiosos de todas las denominaciones: Un Jesús que no está interesado por las cosas que nos rodean, que vive en un mundo muy lejano y que por lo tanto nosotros debemos de imitar de la misma forma. Ese Jesús solo existe en la mente de los que no aman la verdad. Aunque es cierto que Jesús recibió con ternura al pecador arrepentido, no estuvo de acuerdo con los que se cerraban en su mente para seguir haciendo las cosas mal.
Muchos consideran que en cualquier lugar se puede hacer adoración a Dios y que no importa lo que haya alrededor, porque de todas formas, “Dios ve lo que hay en el corazón”. Pero que triste es pensar que si viene algún personaje importante buscamos reunirnos con él en un sitio limpio y agradable, cuando nos reunimos para adorar a Dios pensamos que podemos hacerlo en un gallinero.
Esta es la primera vez que Jesús “limpia” los atrios del Templo, y lo llama “la casa de mi Padre”, mientras que en la segunda vez les dice que se las está dejando a ellos (Mateo 23.38). ¡Qué lástima que eso ocurra hoy cuando los amantes de las “novedades” mundanas se han ido apropiando del liderazgo de las congregaciones y los fieles al Señor y su Palabra deben salir para dejarles a ellos, no la Iglesia, sino las capillas que han vuelto “casas de mercado” y “salones de baile”.
15. 2.17 Algunos han querido hacer creer que los apóstoles eran unos hombres iletrados e ignorantes, pero ellos, como todo judío, eran estudiantes de las Escrituras y recordaron que en Salmos 69.9 hablaba del celo por la casa del Señor.
16. 2.18 Los judíos dieron constantemente muestras de temer a Jesús. Es probable que la actitud del joven maestro los acusara en su conciencia. Por ello es que la pregunta que le hacen puede traducirse “¿Con qué autoridad haces esto?”, pero también indica que ellos no entendían que el accionar de Jesús era una señal que les indicaba que estaban actuando contra el Dios de sus padres.
17. 2.19 Jesús usa la palabra “santuario” naos, porque el Templo era figura o símbolo del cuerpo de Cristo. Predice que como los judíos profanaban el templo literal, también destruirían el cuerpo de Cristo, en el cual habitaba la Deidad.
Jesús habló por alegorías a los que intencionalmente ignoraban la verdad y amaban la mentira. Su respuesta en esta ocasión nos recuerda Mateo 12.38-40. En los dos casos, la única señal prometida su propia muerte, sepultura y resurrección, el mensaje del Evangelio.
Esta respuesta fue adulterada más tarde para justificar la acusación de herejía contra Jesús.
18. 2.20 No había nada que llenara más de orgullo a los judíos que el Templo. La construcción del segundo Templo fue ordenada por Herodes y había costado muchísimo, sin contar con la cantidad de obreros que se necesitaron para esta obra. Es más, para el tiempo de Jesús, no se podía decir que la construcción había finalizado, sino que esto ocurrió cerca del 64 d.C., para que en el 70 d.C., el general Tito lo destruyera al punto que solo quedó en pie lo que hoy conocemos como el “muro de los lamentos”.
19. 2.21-22 Juan hace anotaciones aclaratorias cuando ve que algo puede presentar dificultad para entenderlo, como en este caso; así como recurre a la herramienta de aclarar que más adelante, ellos u otros, entendieron al fin algo que había pasado o dicho Jesús.
20. 2.23-25 Hasta el día de hoy, la gente sigue a Jesús por diferentes razones:
a. Gente sincera que de verdad quieren obedecer la Palabra de Dios.
b. Gente que lo único que desea es ver novedades y por eso se desesperan por ver “señales y milagros”, así que cuando no ocurre nada de lo que quieren, dicen que no está la presencia del Señor.
c. Gente que lo único que espera es recibir bendiciones.
d. Gente ambiciosa que ven a Jesús como fuente de beneficios.
e. Gente que sigue a otra gente, sin importar lo que sea.
Jesús conocía a la gente que le seguía, con lo que se demuestra su omnisapiencia. Muchos le seguían solo por las señales, pero necesitaban aprender que seguir a Jesús requiere un precio y que recibirían odio incluso de sus seres amados, pero lo más importante es buscar el reino de Dios y su justicia.
[1] Marcos 6.3.
[2] Éxodo 12.13, 22, 27.
[3] Éxodo 12.43; Deuteronomio 16.1.
[4] Éxodo 12.1, 14, 42; 23.15; Deuteronomio 16.1-2.
[5] Nisán.
[6] Levítico 23.5.
[7] Éxodo 12.6; Deuteronomio 16.6.
[8] Guerras 6.9, 3.
[9] Éxodo 12.8.
[10] Levítico 2.11; 1 Corintios 5.7-8.
[11] Éxodo 12.4.
[12] Lucas 22.15-18.
[13] Zacarías 12.9-14; 14.1-9.
[14] Éxodo 12.18; Levítico 23.5-6; Deuteronomio 16.6- 7.
[15] Éxodo 12.14-20; 13.3-10.
[16] Éxodo 12.21-23.
[17] Éxodo 12.24-25.
[18] Deuteronomio 16.7.
[19] Éxodo 12.16; Levítico 23.7; Números 28.18, 25; Éxodo 13.6; Deuteronomio 16.8.
[20] Levítico 23.10-14; Josué 5.10-12; Levítico 23.7, 11.
[21] Levítico 23.8; Números 28.19-23.
[22] Éxodo 12.8, 34, 39.
[23] Deuteronomio 16.3; 1 Corintios 5.8. Diccionario Bíblico Fredy. Pascua.
[24] Mateo 17.24-27.
[25] Esdras 2.69; Nehemías 7.7-72.
[26] Mateo 17.24-27. Diccionario Nelson. Siclo.
La iglesia católica dice que no existe la palabra “primo” en griego, y por ello se utiliza la palabra αδελφοι “hermano” para indicar sus primos, pero esto no es cierto. La palabra anepsioi significa “primos” y la palabra sungeneis significa “parientes”, pero aquí Juan usa la palabra adelphoi, es decir “hermanos de sangre”. Y por medio de Marcos sabemos que estos se llamaban Jacobo, José, Judas y Simón[1], los cuales María tuvo de su vida marital con José, tal como enseña Mateo 1.24-25.
12. 2.13 Hay una idea muy arraigada de que Jesús comenzó su ministerio exactamente a los 30 años y murió a los 33, pero la Biblia nunca dice esto, es más, Juan hace 4 informes sobre la celebración de la fiesta de la Pascua, la cual se celebra una vez al año, por lo que podemos decir que si Jesús comenzó su ministerio a los 30 años exactos, murió a los 34, pero la edad que tenía en realidad no es importante. Solo diremos que esta es la primera mención que hace Juan de la Pascua. Las otras están en 5.1; 6.4 y 11.55.
La Pascua es un término derivado del hebreo “pesach”, de “pasar de”[2].
La primera de las tres solemnidades anuales en las que todo varón israelita no impedido se debía presentar en el Templo[3]. Fue instituida en Egipto con el fin de conmemorar el acontecimiento fundamental de la liberación de los israelitas[4]. Con ella se celebraba solemnemente el hecho de que Dios, que había hecho morir a todos los primogénitos de la tierra de Egipto, había sin embargo pasado por alto las moradas de los israelitas, marcadas con la sangre del cordero. Debían comerla apresuradamente, con el bastón en la mano, y con la actitud de personas dispuestas a partir en la liberación prometida por Dios. La fiesta comenzaba el día catorce del mes de Abib[5] al atardecer, esto es, al inicio del día quince, con la comida que seguía al sacrificio del cordero[6]. Se daba muerte a un cordero o a un cabrito entre las dos tardes, cerca del momento del ocaso[7], o entre las horas novena y undécima[8]. Asado entero, se comía con panes sin levadura y con hierbas amargas[9]. No podía ser hervido en agua. Su sangre derramada era tipo de la expiación; las hierbas amargas simbolizaban los sufrimientos de la esclavitud en Egipto, y el pan sin levadura representaba la pureza[10]. Los israelitas que tomaban parte en este acto de redención constituían el pueblo santo, comunicando gozosamente en presencia del Dios invisible. La participación en la cena pascual era obligatoria solo para los varones, aunque las mujeres tenían derecho a participar, así como toda la casa. Si la familia era poco numerosa, podían juntarse vecinos con ellos para comer todo el cordero[11].
La Pascua expone en tipo la ofrenda de Cristo como aquello en lo que se ha declarado la justicia de Dios con respecto al pecado. La sangre del cordero era un testimonio de muerte, esto es, de la eliminación a los ojos de Dios del hombre en su pecado contra Él. Esta eliminación tuvo lugar vicariamente en la persona del Justo, que se dio a Sí mismo como rescate por todos. Al comer el cordero asado al fuego, emblema de juicio, el pueblo se asociaba en aquello que había tenido lugar en tipo.
El Señor Jesús deseó vivamente comer la última Pascua con Sus discípulos, por cuanto todos formaban, un singular círculo “familiar”. Esta Pascua estaba a punto de ser cumplida en Cristo mismo, que tomaba Su lugar de separación de la tierra hasta el advenimiento del reino de Dios[12].
Las autoridades judías señalan que la manera de comer la pascua en la época del Señor era la siguiente:
a. Cuando todos estaban en su lugar, el presidente de la fiesta daba las gracias, y todos bebían entonces de la primera copa de vino mezclado con agua.
b. Todos se lavaban las manos.
c. Se preparaba la mesa con el cordero pascual, panes sin levadura, hierbas amargas, y un plato de salsa espesa, con la que se decía simbolizar el mortero con el que hacían los ladrillos en Egipto.
d. Todos mojaban una parte de las hierbas amargas en la salsa, y la comían.
e. Se sacaban los platos de la mesa, y los niños o prosélitos recibían instrucción acerca del significado de la fiesta.
f. Después se volvían a traer los platos, y el presidente decía: “Esta es la pascua que comemos, porque el Señor pasó por alto las casas de nuestros padres en Egipto”. Sosteniendo en alto las hierbas amargas, decía a continuación: “Estas son las hierbas amargas que comemos en memoria de que los egipcios amargaron la vida de nuestros padres en Egipto”. Después se refería al pan sin levadura, y repetía Salmos 113 y 114, finalizando con una oración. Todos bebían entonces la segunda copa de vino.
g. El presidente rompía uno de los panes sin levadura, y daba las gracias.
h. Todos participaban entonces del cordero pascual.
i. Para finalizar la cena, todos tomaban un trozo de pan con algo de hierbas amargas, y, habiéndolo mojado en la salsa, se lo comían.
j. Bebían entonces la tercera copa de vino, llamada “copa de bendición”.
k. El presidente pronunciaba entonces Salmos 115, 116, 117 y 118, y con otra copa de vino finalizaba la fiesta.
Después de la destrucción del Templo de Jerusalén por las tropas de Tito, desapareció la posibilidad de inmolar el cordero en el Templo, por lo que el judaísmo celebra desde entonces la Pascua sin la víctima, sin su componente central, que era precisamente el tipo de Aquel a quien ellos rechazaron, y a quien reconocerán cuando venga en gloria[13].
Íntimamente relacionada con la Pascua había la “Fiesta de los panes sin levadura”. La cena pascual era el aspecto característico de esta fiesta, que se prolongaba hasta el día veintiuno del mes[14]. El día en que los israelitas abandonaron Egipto, Moisés les reveló que la solemnidad de la pascua duraría siete días[15]. Les había dado entonces las instrucciones necesarias solo para la primera noche[16], informándoles que sería un estatuto perpetuo[17]. La presencia de los peregrinos en el santuario central elegido por Adonay para la celebración de la fiesta era obligatoria solo durante el tiempo de la cena pascual; al día siguiente podían dirigirse a sus propias localidades[18]. El primer día de la fiesta se correspondía con el día quince del mes, que adquiría el carácter de sábado, lo mismo que el día séptimo de la Pascua: en estos días no se debía hacer ninguna obra servil, pues estaban marcados para convocación santa[19]. Al siguiente día de este sábado, el segundo día de la fiesta, el sacerdote mecía delante de Adonay una gavilla de cebada, primicia de la siega: este gesto consagraba el inicio de las cosechas[20]. Pero el día del mecimiento de la gavilla no era asimilado a sábado. El año agrícola tenía más relación con la fiesta de las semanas o de Pentecostés y con la de los Tabernáculos o Cabañas que con la Pascua. Además de los sacrificios habituales en el Templo, se debían ofrecer en holocausto cotidiano, durante los siete días de solemnidades pascuales, dos becerros, un carnero, siete corderos de un año y, como sacrificio de expiación, un macho cabrío[21]. El pan a comer durante estos siete días tenía que estar exento de levadura. La noche de la primera Pascua no había levadura en la casa de los israelitas, que partieron precipitadamente, llevándose consigo masa sin levadura[22]. El pan ázimo, símbolo de pureza y verdad, recordaba esta huida precipitada de Egipto[23].
13. 2.14 Jesús encontró a estas personas no en el naos, “el santuario”, en donde estaban el Lugar Santo y el Lugar Santísimo, sino en el hieron, unos 75 000 metros cuadrados que rodeaban el santuario y que estaba dividido en cuatro atrios, que eran:
a. El atrio de los gentiles. Al único que podían entrar los gentiles para orar, meditar y aprender del único Dios y en donde se encontraba el mercado.
b. El atrio de las mujeres.
c. El atrio de los varones.
d. El atrio de los sacerdotes.
En Números 28.19-25 se refiere a los sacrificios que Dios requería durante la fiesta de los panes sin levadura. El texto habla de becerros, carnero, corderos, y un macho cabrío. Cuando los judíos llegaban a Jerusalén de todas las naciones para estas fiestas y, en lugar de traer animales, palomas, etc., traían dinero para comprarlos al llegar a Jerusalén. Algunos judíos, aprovechándose de esta necesidad de la gente, no solo vendían animales y aves para los sacrificios en el templo mismo, sino que también robaban al pueblo (Mateo 21.13). Así es que el Templo se convertía en un corral de ganado.
Según Éxodo 30.13, todo varón judío tenía que pagar el impuesto anual de medio siclo[24]. Un siclo era una unidad de peso entre los hebreos, babilonios y otros. Después fue el nombre de una moneda. Los judíos conocieron la moneda acuñada en las tierras de su cautiverio y, después de su regreso, Esdras y Nehemías mencionan la moneda persa de oro “dárico”[25]. Por el año 139 a.C., Simón Macabeo recibió permiso del rey para acuñar moneda con su propio sello que decía “El siclo de Israel”. Equivalía a unos 60 centavos de dólar o cuatro dracmas griegas. Según el historiador Josefo, los judíos pagaban medio siclo de impuesto anual al Templo[26], por lo que los cambistas hacían era necesario, porque solamente dinero judío era aceptable para los usos del Templo y, por eso, el dinero romano tenía que cambiarse.
14. 2.15-16 Cada vez que leo este pasaje me sorprendo al ver la diferencia del Jesús que nos han pintado los religiosos de todas las denominaciones: Un Jesús que no está interesado por las cosas que nos rodean, que vive en un mundo muy lejano y que por lo tanto nosotros debemos de imitar de la misma forma. Ese Jesús solo existe en la mente de los que no aman la verdad. Aunque es cierto que Jesús recibió con ternura al pecador arrepentido, no estuvo de acuerdo con los que se cerraban en su mente para seguir haciendo las cosas mal.
Muchos consideran que en cualquier lugar se puede hacer adoración a Dios y que no importa lo que haya alrededor, porque de todas formas, “Dios ve lo que hay en el corazón”. Pero que triste es pensar que si viene algún personaje importante buscamos reunirnos con él en un sitio limpio y agradable, cuando nos reunimos para adorar a Dios pensamos que podemos hacerlo en un gallinero.
Esta es la primera vez que Jesús “limpia” los atrios del Templo, y lo llama “la casa de mi Padre”, mientras que en la segunda vez les dice que se las está dejando a ellos (Mateo 23.38). ¡Qué lástima que eso ocurra hoy cuando los amantes de las “novedades” mundanas se han ido apropiando del liderazgo de las congregaciones y los fieles al Señor y su Palabra deben salir para dejarles a ellos, no la Iglesia, sino las capillas que han vuelto “casas de mercado” y “salones de baile”.
15. 2.17 Algunos han querido hacer creer que los apóstoles eran unos hombres iletrados e ignorantes, pero ellos, como todo judío, eran estudiantes de las Escrituras y recordaron que en Salmos 69.9 hablaba del celo por la casa del Señor.
16. 2.18 Los judíos dieron constantemente muestras de temer a Jesús. Es probable que la actitud del joven maestro los acusara en su conciencia. Por ello es que la pregunta que le hacen puede traducirse “¿Con qué autoridad haces esto?”, pero también indica que ellos no entendían que el accionar de Jesús era una señal que les indicaba que estaban actuando contra el Dios de sus padres.
17. 2.19 Jesús usa la palabra “santuario” naos, porque el Templo era figura o símbolo del cuerpo de Cristo. Predice que como los judíos profanaban el templo literal, también destruirían el cuerpo de Cristo, en el cual habitaba la Deidad.
Jesús habló por alegorías a los que intencionalmente ignoraban la verdad y amaban la mentira. Su respuesta en esta ocasión nos recuerda Mateo 12.38-40. En los dos casos, la única señal prometida su propia muerte, sepultura y resurrección, el mensaje del Evangelio.
Esta respuesta fue adulterada más tarde para justificar la acusación de herejía contra Jesús.
18. 2.20 No había nada que llenara más de orgullo a los judíos que el Templo. La construcción del segundo Templo fue ordenada por Herodes y había costado muchísimo, sin contar con la cantidad de obreros que se necesitaron para esta obra. Es más, para el tiempo de Jesús, no se podía decir que la construcción había finalizado, sino que esto ocurrió cerca del 64 d.C., para que en el 70 d.C., el general Tito lo destruyera al punto que solo quedó en pie lo que hoy conocemos como el “muro de los lamentos”.
19. 2.21-22 Juan hace anotaciones aclaratorias cuando ve que algo puede presentar dificultad para entenderlo, como en este caso; así como recurre a la herramienta de aclarar que más adelante, ellos u otros, entendieron al fin algo que había pasado o dicho Jesús.
20. 2.23-25 Hasta el día de hoy, la gente sigue a Jesús por diferentes razones:
a. Gente sincera que de verdad quieren obedecer la Palabra de Dios.
b. Gente que lo único que desea es ver novedades y por eso se desesperan por ver “señales y milagros”, así que cuando no ocurre nada de lo que quieren, dicen que no está la presencia del Señor.
c. Gente que lo único que espera es recibir bendiciones.
d. Gente ambiciosa que ven a Jesús como fuente de beneficios.
e. Gente que sigue a otra gente, sin importar lo que sea.
Jesús conocía a la gente que le seguía, con lo que se demuestra su omnisapiencia. Muchos le seguían solo por las señales, pero necesitaban aprender que seguir a Jesús requiere un precio y que recibirían odio incluso de sus seres amados, pero lo más importante es buscar el reino de Dios y su justicia.
[1] Marcos 6.3.
[2] Éxodo 12.13, 22, 27.
[3] Éxodo 12.43; Deuteronomio 16.1.
[4] Éxodo 12.1, 14, 42; 23.15; Deuteronomio 16.1-2.
[5] Nisán.
[6] Levítico 23.5.
[7] Éxodo 12.6; Deuteronomio 16.6.
[8] Guerras 6.9, 3.
[9] Éxodo 12.8.
[10] Levítico 2.11; 1 Corintios 5.7-8.
[11] Éxodo 12.4.
[12] Lucas 22.15-18.
[13] Zacarías 12.9-14; 14.1-9.
[14] Éxodo 12.18; Levítico 23.5-6; Deuteronomio 16.6- 7.
[15] Éxodo 12.14-20; 13.3-10.
[16] Éxodo 12.21-23.
[17] Éxodo 12.24-25.
[18] Deuteronomio 16.7.
[19] Éxodo 12.16; Levítico 23.7; Números 28.18, 25; Éxodo 13.6; Deuteronomio 16.8.
[20] Levítico 23.10-14; Josué 5.10-12; Levítico 23.7, 11.
[21] Levítico 23.8; Números 28.19-23.
[22] Éxodo 12.8, 34, 39.
[23] Deuteronomio 16.3; 1 Corintios 5.8. Diccionario Bíblico Fredy. Pascua.
[24] Mateo 17.24-27.
[25] Esdras 2.69; Nehemías 7.7-72.
[26] Mateo 17.24-27. Diccionario Nelson. Siclo.