Capítulo 24
1. Acusación
ante Félix.
24.1-9 La sorpresa de los judíos debió haber sido muy grande cuando pidieron al quiliarca presentar a Pablo ante el Concilio, y como respuesta recibir la recomendación de ir ante el gobernador Félix.
Félix era el procurador romano de Palestina desde 52 d.C., cuyo nombre completo era Marco Antonio Félix. Esclavo libertado de la casa de Claudio y hermano de Pallas, favorito del emperador. Se casó tres veces y se emparentó con los Herodes por su unión ilícita con la hermosa Drusila, hermana de Agripa II. El historiador Tácito lo enjuicia con gran severidad: “Con toda clase de crueldad y de disolución, ejerció el poder de un rey con alma de esclavo”. El relato de Hechos 24 confirma ese retrato y destaca su codicia y su desprecio por la justicia. El gobierno autoritario de Félix fomentó el odio de los judíos contra Roma. Emprendió una lucha encarnizada contra el partido antirromano de los Zelotes, que sembraban el terror en todo el país. En una oportunidad, exterminó a los seguidores de un pretendiente mesiánico de origen egipcio, congregados en el desierto. La fecha de su destitución y de la llegada de su sucesor Festo es importante para establecer la cronología de la vida de Pablo. Algunos autores la fijan temprano, en 55 d.C., pero parece más acertada una fecha cerca del 60 d.C. De todas maneras, la cautividad de Pablo en Cesarea se sitúa en los últimos años de la administración de Félix[1].
La comitiva del Sumo Sacerdote tardó cinco días en llegar, y traían entre los judíos a un tal Tértulo, probablemente un romano contratado para servir como abogado fiscal, acostumbrado a los tribunales romanos. Y precisamente comienza su participación con una alocución llena de elogios al gobernador y luego presenta la acusación.
Aunque Félix fue un hombre corrupto, es cierto que bajo su gobierno se había restaurado la paz.
Tértulo acusa a Pablo de tres cosas:
a. Causar revoluciones entre los judíos.
b. Ser miembro de la secta de los nazarenos.
c. Tratar de profanar el Templo.
A todo esto, los testigos judíos afirmaban.
2. Defensa de Pablo.
24.10-21 Pablo tenía que presentar su defensa sin previo aviso, lo cual era muy delicado, ya que estaba exponiendo su vida. Contrario a sus acusadores, Pablo no tenía testigos que apoyaran su causa, por lo que estaba actuando por fe, sabiendo que su amado Jesús no lo iba a dejar desamparado.
La disertación paulina es una respuesta directa a las palabras de Tértulo. Este le había acusado de ser un revolucionario, pero Pablo apenas tenía doce días de haber llegado a Jerusalén, de los cuales llevaba cinco en Cesarea y uno preso en la fortaleza Antonia, por lo que la acusación se tornaba ridícula por la falta de tiempo para poder organizar ningún tipo de rebelión. Tampoco podían sustentar esto ya que se le había capturado en el Templo, no haciendo alguna promoción sino más bien en un acto pacífico de fe. Acepta ser parte de lo que los judíos llaman “la herejía de los nazarenos”, pero aclara que igual que ellos, tiene la esperanza en la resurrección de los muertos, y cree en la Ley y los profetas. Para rematar, cita a los judíos de Asia, quienes en verdad fueron los que hicieron el alboroto sin tener pruebas, ya que debían ser ellos los acusadores y no los que estaban presentes, y además era necesario que presentaran pruebas de que él había cometido algún delito. Por último, pide a los sacerdotes y ancianos a que testifiquen si hizo algo incorrecto en el Sanedrín, aparte de haber levantado la voz, y vuelve a citar lo dicho en el momento, para que Félix también comprenda el por qué lo tienen ahí.
3. Pausa en el caso.
24.22-23 Causa sorpresa la decisión de Félix, aunque es probable que como conocía la división entre los judíos y los del Camino, que prefiriera esperar a Lisias para aclarar si no había algo más encerrado en este asunto. Mientras tanto, Pablo debía permanecer preso, aunque con libertades, probablemente para evitar alguna otra conspiración.
4. Pablo ante Félix y a Drusila.
24.24-27 Félix trajo a Drusila, su esposa, que era la hija menor de Herodes Agripa I y hermana de Agripa II y de Berenice. Era poseedora de una gran belleza y debido a esto sufrió la tiranía de Berenice, quien era menos atractiva. Su hermano la dio en matrimonio a Azizos, rey de Emesa, pero el procurador romano Félix, ayudado por el mago judío Atomos de Chipre, la convenció de que abandonara a Azizos y se casara con él. Esto era una transgresión de la Ley judía y posiblemente Pablo los exhortó al respecto cuando compareció ante Félix. Drusila y Félix tuvieron un hijo, Agripa, que pereció en la erupción del Vesubio, en 79 d.C[2].
Pablo tuvo la oportunidad de testificar acerca de Jesús, pero fue más allá, hablando de temas que podían herir la suceptibilidad de sus oyentes, quienes como dijimos, estaban en adulterio. Esto asustó a Félix, porque él sabía que lo que decía aquel reo era cierto y que él estaba en camino al infierno. Pero ni las palabras de este príncipe de la predicación sirvieron para romper el duro corazón de este esclavo que hacía las veces de procurador.
Dice un viejo refrán: “Genio y figura, hasta la sepultura”. Félix cumplia fielmente con este dicho. Él sabía que Pablo era inocente, aún así lo mantuvo preso para ver si podía obtener algún soborno, probablemente porque había escuchado de la liberalidad de los cristianos, aunque no entendía que los seguidores de Cristo no cometemos ninguna injusticia para beneficiarnos.
La mala administración de Félix hizo que los judíos presentaran una queja ante el emperador, lo que ocasionó que Félix fuese removido para luego ir a parar en el destierro en las Galias donde murió. En su lugar quedó Porcio Festo, pero Félix se aseguró de que Pablo quedara en prisión.
[1] Diccionario Nelson. Félix.
[2] Diccionario Nelson. Drusila.
24.1-9 La sorpresa de los judíos debió haber sido muy grande cuando pidieron al quiliarca presentar a Pablo ante el Concilio, y como respuesta recibir la recomendación de ir ante el gobernador Félix.
Félix era el procurador romano de Palestina desde 52 d.C., cuyo nombre completo era Marco Antonio Félix. Esclavo libertado de la casa de Claudio y hermano de Pallas, favorito del emperador. Se casó tres veces y se emparentó con los Herodes por su unión ilícita con la hermosa Drusila, hermana de Agripa II. El historiador Tácito lo enjuicia con gran severidad: “Con toda clase de crueldad y de disolución, ejerció el poder de un rey con alma de esclavo”. El relato de Hechos 24 confirma ese retrato y destaca su codicia y su desprecio por la justicia. El gobierno autoritario de Félix fomentó el odio de los judíos contra Roma. Emprendió una lucha encarnizada contra el partido antirromano de los Zelotes, que sembraban el terror en todo el país. En una oportunidad, exterminó a los seguidores de un pretendiente mesiánico de origen egipcio, congregados en el desierto. La fecha de su destitución y de la llegada de su sucesor Festo es importante para establecer la cronología de la vida de Pablo. Algunos autores la fijan temprano, en 55 d.C., pero parece más acertada una fecha cerca del 60 d.C. De todas maneras, la cautividad de Pablo en Cesarea se sitúa en los últimos años de la administración de Félix[1].
La comitiva del Sumo Sacerdote tardó cinco días en llegar, y traían entre los judíos a un tal Tértulo, probablemente un romano contratado para servir como abogado fiscal, acostumbrado a los tribunales romanos. Y precisamente comienza su participación con una alocución llena de elogios al gobernador y luego presenta la acusación.
Aunque Félix fue un hombre corrupto, es cierto que bajo su gobierno se había restaurado la paz.
Tértulo acusa a Pablo de tres cosas:
a. Causar revoluciones entre los judíos.
b. Ser miembro de la secta de los nazarenos.
c. Tratar de profanar el Templo.
A todo esto, los testigos judíos afirmaban.
2. Defensa de Pablo.
24.10-21 Pablo tenía que presentar su defensa sin previo aviso, lo cual era muy delicado, ya que estaba exponiendo su vida. Contrario a sus acusadores, Pablo no tenía testigos que apoyaran su causa, por lo que estaba actuando por fe, sabiendo que su amado Jesús no lo iba a dejar desamparado.
La disertación paulina es una respuesta directa a las palabras de Tértulo. Este le había acusado de ser un revolucionario, pero Pablo apenas tenía doce días de haber llegado a Jerusalén, de los cuales llevaba cinco en Cesarea y uno preso en la fortaleza Antonia, por lo que la acusación se tornaba ridícula por la falta de tiempo para poder organizar ningún tipo de rebelión. Tampoco podían sustentar esto ya que se le había capturado en el Templo, no haciendo alguna promoción sino más bien en un acto pacífico de fe. Acepta ser parte de lo que los judíos llaman “la herejía de los nazarenos”, pero aclara que igual que ellos, tiene la esperanza en la resurrección de los muertos, y cree en la Ley y los profetas. Para rematar, cita a los judíos de Asia, quienes en verdad fueron los que hicieron el alboroto sin tener pruebas, ya que debían ser ellos los acusadores y no los que estaban presentes, y además era necesario que presentaran pruebas de que él había cometido algún delito. Por último, pide a los sacerdotes y ancianos a que testifiquen si hizo algo incorrecto en el Sanedrín, aparte de haber levantado la voz, y vuelve a citar lo dicho en el momento, para que Félix también comprenda el por qué lo tienen ahí.
3. Pausa en el caso.
24.22-23 Causa sorpresa la decisión de Félix, aunque es probable que como conocía la división entre los judíos y los del Camino, que prefiriera esperar a Lisias para aclarar si no había algo más encerrado en este asunto. Mientras tanto, Pablo debía permanecer preso, aunque con libertades, probablemente para evitar alguna otra conspiración.
4. Pablo ante Félix y a Drusila.
24.24-27 Félix trajo a Drusila, su esposa, que era la hija menor de Herodes Agripa I y hermana de Agripa II y de Berenice. Era poseedora de una gran belleza y debido a esto sufrió la tiranía de Berenice, quien era menos atractiva. Su hermano la dio en matrimonio a Azizos, rey de Emesa, pero el procurador romano Félix, ayudado por el mago judío Atomos de Chipre, la convenció de que abandonara a Azizos y se casara con él. Esto era una transgresión de la Ley judía y posiblemente Pablo los exhortó al respecto cuando compareció ante Félix. Drusila y Félix tuvieron un hijo, Agripa, que pereció en la erupción del Vesubio, en 79 d.C[2].
Pablo tuvo la oportunidad de testificar acerca de Jesús, pero fue más allá, hablando de temas que podían herir la suceptibilidad de sus oyentes, quienes como dijimos, estaban en adulterio. Esto asustó a Félix, porque él sabía que lo que decía aquel reo era cierto y que él estaba en camino al infierno. Pero ni las palabras de este príncipe de la predicación sirvieron para romper el duro corazón de este esclavo que hacía las veces de procurador.
Dice un viejo refrán: “Genio y figura, hasta la sepultura”. Félix cumplia fielmente con este dicho. Él sabía que Pablo era inocente, aún así lo mantuvo preso para ver si podía obtener algún soborno, probablemente porque había escuchado de la liberalidad de los cristianos, aunque no entendía que los seguidores de Cristo no cometemos ninguna injusticia para beneficiarnos.
La mala administración de Félix hizo que los judíos presentaran una queja ante el emperador, lo que ocasionó que Félix fuese removido para luego ir a parar en el destierro en las Galias donde murió. En su lugar quedó Porcio Festo, pero Félix se aseguró de que Pablo quedara en prisión.
[1] Diccionario Nelson. Félix.
[2] Diccionario Nelson. Drusila.