Capítulo 25
1. Juicio
de Pablo ante Festo.
25.1-12. ¡Cuánto odio puede guardar una persona! Habían pasado unos dos años desde que Pablo había sido apresado, y los judíos se mantenían a la expectativa, esperando poder matar al Enviado en la primera oportunidad. Llegando Festo a Jerusalén, los judíos se acercan para presentarle sus acusaciones contra Pablo, pidiendo que le traiga a la ciudad, no con el motivo de hacer justicia, sino para matarle en el camino. Pero Festo no cayó en su trampa, él conocía que un reo no podía ser condenado si no se le había juzgado, y él no iba a movilizar tropas para realizar un jucio en Jerusalén, teniendo al preso en Cesarea. Su rectitud en esto, no solo evitó la celada que querían poner los judíos, sino el derramamiento de sangre inocente.
Al día siguiente se concedió la audiencia a los judíos. Pablo es traído a enfrentar a sus acusadores, que se abalanzan sobre él como fieras hambrientas. Ellos tenían las mismas acusaciones que había presentado Tértulo dos años antes, y como dos años antes, los acusadores no tenían las pruebas para poder condenar a Pablo, lo cual, si el acusado no confesaba nada, le debía dar la libertad inmediatamente, pero se presenta un problema, Festo era un hombre egoísta y quien buscaba popularidad entre los judíos. Contrario a lo que se podía pensar, no era Jerusalén la ciudad más importante en la provincia, sino Cesarea, así que lo correcto era que el juicio se realizara en esta ciudad, por lo que la pregunta de Festo no tenía razón. Ahora bien, Pablo sabía de lo que eran capaces los judíos para desacerse de él, Festo no, por lo que la opción de ir a Jerusalén no podía siquiera considerarse, a pesar de su inocencia. Pablo debe utilizar su recurso de defensa como ciudadano romano. Hace ver que siendo ciudadano romano y estando ahí en un tribunal romano, no debía ser remitido a ningún otro, por lo que tenía la opción de apelar a Cesar, con lo que ningún otro juez tenía ya más autoridad sobre él, y solo César tenía a partir de este momento el derecho de juzgar a este prisionero.
La manera de contestar de Festo, después de haber consultado, muestran su disgusto, ya que si había alguna posibilidad de obtener alguna ganancia, se desvanecía en este momento.
2. La causa de Pablo es presentada ante el rey Agripa.
25.13-22 Como era la costumbre, cuando algún nuevo gobernante llegaba, los demás príncipes iba a felicitarle, por eso es que se presenta Agripa ante Festo. Este Agripa es el hijo de Herodes Agripa I, nació en Roma cerca del año 27 d.C., y lo educaron bajo el cuidado del emperador Claudio. Era aún muy joven cuando murió su padre y, por tanto, Claudio no permitió que asumiera el mando del reino, el cual volvió a ser una provincia romana. Al morir su tío Herodes de Calcis en el 48 d.C., recibió la tetrarquía de este en el Líbano, y la cambió después por las tetrarquías de Felipe y de Lisanias con el título de rey. Claudio lo nombró también inspector del Templo de Jerusalén con derecho de nombrar al sumo sacerdote. Hacia el 61, Nerón le otorgó nuevos territorios en Galilea y en Perea.
Acompañado por su hermana Berenice, con quien vivía escandalosamente, Agripa II escuchó la defensa de Pablo, ante Festo, en Cesarea. Bajo su reinado se terminó el Templo de Herodes el Grande. Su simpatía por los romanos, atestiguada en monedas e inscripciones, se manifestó especialmente durante la guerra judía. Primero, se esforzó por disuadir a los judíos de llevar a cabo una resistencia armada. Luego, al desatarse la guerra combatió al lado de los romanos. Lo hirieron en el sitio de Gamala y esto le valió que Vespasiano lo recompensara. Murió cerca del 93 ó el 100 d.C., y su territorio se incorporó a la provincia romana de Siria. Con él se extinguió la rama judía de la dinastía herodiana[1].
Berenice era hija de Herodes Agripa I, nacida en 28 d.C. Se casó primero con su tío Herodes de Calcis. Al morir este en el 48 d.C., Berenice vivió con su hermano Agripa, según parece en unión incestuosa. Después de un matrimonio pasajero con Polemón, rey de Cilicia, volvió al lado de su hermano. Más tarde, fue amante de Vespasiano y luego de Tito, quien la hizo venir a Roma pero no se atrevió a casarse con ella por la hostilidad del pueblo[2].
Aunque Festo entendía que las acusaciones contra Pablo estaban ligadas a la Ley judía, no lograba entender completamente a qué se se refería exactamente el problema, así que necesitaba que alguien le guiara mejor para poder hacer el informe para el emperador, y siendo Agripa descendiente del rey de los judíos, se suponía que tuviese un conocimiento más amplio sobre el tema.
Festo da una breve explicación a Agripa de lo que encontró cuando asumió el mando, así está culpando de cierta manera a Félix de no haber concluido su trabajo. Hace ver que la justicia de los romanos es mejor que la de los judíos que querían que matara a un hombre sin haberle juzgado. Festo entendió que a Pablo se le acusaba de lo que él consideraba superstición, demostrando que él no estaba al tanto de las tradiciones religiosas judías ni de los temas de un pasado aún reciente, ya que parece no saber quién era Jesús. Esto debió haberle parecido chistoso a Agripa y es posible que no sea la primera vez que escuchara sobre Jesús, ya que su familia había estado ligada tanto a él como a sus seguidores por varias generaciones, y quizá esto fue lo que disparó su curiosidad por escuchar a uno de los cabecillas de esta secta del judaísmo, como ellos consideraban que era el cristianismo.
3. El caso de Pablo presentado públicamente a Agripa.
25.23-27 La actitud de Agripa deja ver que al igual que sus antepasados, era un hombre vano que no lograba entender que el mundo no giraba a su derredor, sino que hay más gente. Por eso se presenta con gran pompa, como si fuera a un espectáculo más bien que a una presentación judicial. A él le acompañan todos los hombres influyentes de la ciudad.
Para Pablo debió haber parecido curioso que un Herodes quisiera oírlo hablar de Cristo. Es posible que Pablo se sintiera honrado, no tanto por la idea de predicar ante un rey, sino más bien hacerlo ante alguien de la familia más nefasta para los cristianos, existiendo la posibilidad de poder ganarlo para el Cielo.
No se manifiesta en ningún momento que hubiese falta de respeto a Pablo o a la causa que se iba a ventilar, por el contrario, se hace una muestra de respeto a todo el asunto, aunque la intervención de Festo deja ver cuanto ignoraba de la gente que gobernaba.
[1] Diccionario Nelson. Heroces Agripa II.
[2] Ibid. Berenice.
25.1-12. ¡Cuánto odio puede guardar una persona! Habían pasado unos dos años desde que Pablo había sido apresado, y los judíos se mantenían a la expectativa, esperando poder matar al Enviado en la primera oportunidad. Llegando Festo a Jerusalén, los judíos se acercan para presentarle sus acusaciones contra Pablo, pidiendo que le traiga a la ciudad, no con el motivo de hacer justicia, sino para matarle en el camino. Pero Festo no cayó en su trampa, él conocía que un reo no podía ser condenado si no se le había juzgado, y él no iba a movilizar tropas para realizar un jucio en Jerusalén, teniendo al preso en Cesarea. Su rectitud en esto, no solo evitó la celada que querían poner los judíos, sino el derramamiento de sangre inocente.
Al día siguiente se concedió la audiencia a los judíos. Pablo es traído a enfrentar a sus acusadores, que se abalanzan sobre él como fieras hambrientas. Ellos tenían las mismas acusaciones que había presentado Tértulo dos años antes, y como dos años antes, los acusadores no tenían las pruebas para poder condenar a Pablo, lo cual, si el acusado no confesaba nada, le debía dar la libertad inmediatamente, pero se presenta un problema, Festo era un hombre egoísta y quien buscaba popularidad entre los judíos. Contrario a lo que se podía pensar, no era Jerusalén la ciudad más importante en la provincia, sino Cesarea, así que lo correcto era que el juicio se realizara en esta ciudad, por lo que la pregunta de Festo no tenía razón. Ahora bien, Pablo sabía de lo que eran capaces los judíos para desacerse de él, Festo no, por lo que la opción de ir a Jerusalén no podía siquiera considerarse, a pesar de su inocencia. Pablo debe utilizar su recurso de defensa como ciudadano romano. Hace ver que siendo ciudadano romano y estando ahí en un tribunal romano, no debía ser remitido a ningún otro, por lo que tenía la opción de apelar a Cesar, con lo que ningún otro juez tenía ya más autoridad sobre él, y solo César tenía a partir de este momento el derecho de juzgar a este prisionero.
La manera de contestar de Festo, después de haber consultado, muestran su disgusto, ya que si había alguna posibilidad de obtener alguna ganancia, se desvanecía en este momento.
2. La causa de Pablo es presentada ante el rey Agripa.
25.13-22 Como era la costumbre, cuando algún nuevo gobernante llegaba, los demás príncipes iba a felicitarle, por eso es que se presenta Agripa ante Festo. Este Agripa es el hijo de Herodes Agripa I, nació en Roma cerca del año 27 d.C., y lo educaron bajo el cuidado del emperador Claudio. Era aún muy joven cuando murió su padre y, por tanto, Claudio no permitió que asumiera el mando del reino, el cual volvió a ser una provincia romana. Al morir su tío Herodes de Calcis en el 48 d.C., recibió la tetrarquía de este en el Líbano, y la cambió después por las tetrarquías de Felipe y de Lisanias con el título de rey. Claudio lo nombró también inspector del Templo de Jerusalén con derecho de nombrar al sumo sacerdote. Hacia el 61, Nerón le otorgó nuevos territorios en Galilea y en Perea.
Acompañado por su hermana Berenice, con quien vivía escandalosamente, Agripa II escuchó la defensa de Pablo, ante Festo, en Cesarea. Bajo su reinado se terminó el Templo de Herodes el Grande. Su simpatía por los romanos, atestiguada en monedas e inscripciones, se manifestó especialmente durante la guerra judía. Primero, se esforzó por disuadir a los judíos de llevar a cabo una resistencia armada. Luego, al desatarse la guerra combatió al lado de los romanos. Lo hirieron en el sitio de Gamala y esto le valió que Vespasiano lo recompensara. Murió cerca del 93 ó el 100 d.C., y su territorio se incorporó a la provincia romana de Siria. Con él se extinguió la rama judía de la dinastía herodiana[1].
Berenice era hija de Herodes Agripa I, nacida en 28 d.C. Se casó primero con su tío Herodes de Calcis. Al morir este en el 48 d.C., Berenice vivió con su hermano Agripa, según parece en unión incestuosa. Después de un matrimonio pasajero con Polemón, rey de Cilicia, volvió al lado de su hermano. Más tarde, fue amante de Vespasiano y luego de Tito, quien la hizo venir a Roma pero no se atrevió a casarse con ella por la hostilidad del pueblo[2].
Aunque Festo entendía que las acusaciones contra Pablo estaban ligadas a la Ley judía, no lograba entender completamente a qué se se refería exactamente el problema, así que necesitaba que alguien le guiara mejor para poder hacer el informe para el emperador, y siendo Agripa descendiente del rey de los judíos, se suponía que tuviese un conocimiento más amplio sobre el tema.
Festo da una breve explicación a Agripa de lo que encontró cuando asumió el mando, así está culpando de cierta manera a Félix de no haber concluido su trabajo. Hace ver que la justicia de los romanos es mejor que la de los judíos que querían que matara a un hombre sin haberle juzgado. Festo entendió que a Pablo se le acusaba de lo que él consideraba superstición, demostrando que él no estaba al tanto de las tradiciones religiosas judías ni de los temas de un pasado aún reciente, ya que parece no saber quién era Jesús. Esto debió haberle parecido chistoso a Agripa y es posible que no sea la primera vez que escuchara sobre Jesús, ya que su familia había estado ligada tanto a él como a sus seguidores por varias generaciones, y quizá esto fue lo que disparó su curiosidad por escuchar a uno de los cabecillas de esta secta del judaísmo, como ellos consideraban que era el cristianismo.
3. El caso de Pablo presentado públicamente a Agripa.
25.23-27 La actitud de Agripa deja ver que al igual que sus antepasados, era un hombre vano que no lograba entender que el mundo no giraba a su derredor, sino que hay más gente. Por eso se presenta con gran pompa, como si fuera a un espectáculo más bien que a una presentación judicial. A él le acompañan todos los hombres influyentes de la ciudad.
Para Pablo debió haber parecido curioso que un Herodes quisiera oírlo hablar de Cristo. Es posible que Pablo se sintiera honrado, no tanto por la idea de predicar ante un rey, sino más bien hacerlo ante alguien de la familia más nefasta para los cristianos, existiendo la posibilidad de poder ganarlo para el Cielo.
No se manifiesta en ningún momento que hubiese falta de respeto a Pablo o a la causa que se iba a ventilar, por el contrario, se hace una muestra de respeto a todo el asunto, aunque la intervención de Festo deja ver cuanto ignoraba de la gente que gobernaba.
[1] Diccionario Nelson. Heroces Agripa II.
[2] Ibid. Berenice.