15. 6.22-24 Siguen
las divisiones de Juan por los días que ocurren entre cada evento. Al parecer,
la gente no se da cuenta que Jesús se ha marchado, ellos probablemente le
esperaban ver bajar de la montaña para que les diera más pan, pero no bajó y la
barca de los discípulos no está, lo que les hace suponer que se han marchado a
Capernaum, a donde viajan quizá con el propósito de tratar de hacerle rey o tal
vez buscando alimento.
16. 6.25 Ellos habían visto a los discípulos salir antes del anochecer, pero a Jesús no, por lo que estaban intrigados de cómo llegó allá.
17. 6.26-27 Jesús conoce bien el corazón de cada uno y sabe los pensamientos que tenemos. Comprendía que estas gentes le buscaban no por un deseo de conocimiento espiritual, no era porque estuvieran convencidos que era el Mesías, sino porque les había dado de comer sin tener que trabajar.
Es cierto que necesitamos alimentarnos físicamente, pero Jesús hace énfasis en la necesidad de buscar alimentar el espíritu. Tristemente el hombre ha dado mucho interés a alimentar el cuerpo y el alma con buenos alimentos y mucho conocimiento, pero las congregaciones hoy están bajas de proteínas espirituales. Da pesar ver que los púlpitos se han convertido en lugares de entretenimiento, donde los predicadores no denuncial el pecado, sino que más bien acomodan el mensaje para que sus audiencias no se ofendan y busquen otro sitio donde se sientan a gusto. El mismo miedo a ofender a algunos miembros ha hecho que incluso congregaciones que una vez fueron la Iglesia de Cristo, hoy estén hundidas en la idolatría y el espiritismo.
Jesús sabía bien a que venía a este mundo, a diferencia de los hombres que por lo general no tienen propósito alguno en su vida. Jesús había marcado por Dios para traernos vida eterna. Él era el representante de Dios que presentó sus credenciales que demostraban que era el enviado de Dios.
18. 6.28 El hombre piensa siempre de acuerdo a su manejar. No puede aceptar el don de Dios, sino que considera que debe ganarlo. Los judíos estaban acostumbrados a las imposiciones de los religiosos, tal como ocurre hoy con los religiosos modernos que exigen a los fieles a hacer ayunos, penitencias, peregrinaciones, contribuciones, etc.
La definición de la palabra εργαζωμεθα “ergazometha”, según Strong es, “laborar, trabajar, efecto, estar dedicado a o con, etc.; hacedor, hacer, cometer, negociar, obra, obrar, práctica, trabajar, trabajo”. Es lo mismo que decir “actuar conforme” o “hacer la voluntad”. Hay religiosos hoy que dicen que uno no debe hacer nada y otros que obligan a los fieles a hacer mucho, pero ambos están equivocados. Debemos hacer, pero no lo que nosotros creemos, sino los que Dios demanda.
19. 6.29 ¿Qué debemos hacer para ser salvos? Creer en Cristo Jesús. Pero no es únicamente creer por creer, ya que si vemos, hay muchos que creen en Jesús, pero simplemente como un personaje histórico, no como el Salvador, y hacerlo en este sentido significa que debemos rendirnos a Él y cumplir todos sus requerimientos.
Hay quienes creen que la fe es un don de Dios e insisten en que el hombre no debe hacer nada para ser salvo, pero si el hombre tiene que creer, es obvio que tiene que hacer algo. Si el hombre tiene que creer, entonces la salvación es condicional. Quiere decir que la fe es una condición o requisito de la salvación.
Pero además, el hombre tiene que arrepentirse para ser salvo. Es necesario confesar a Cristo como Señor. La verdad es que nadie cree en la salvación solamente por la fe, ya que todos saben que el hombre tiene que cumplir con ciertos requisitos.
Hay un quinto requisito, propuesto por Cristo y repetido por los apóstoles, que muchos rechazan abiertamente y por eso pecan: El bautismo en agua para perdón de pecados. Para la mayoría de las denominaciones, el hombre debe cumplir con todos los demás requisitos y será salvo, pero al hablar del bautismo, consideran que no es necesario, que con solo creer o levantar su mano y hacer una oración, ya se es salvo.
Y aun hay un sexto requisito que muchos de los que defienden los primeros cinco dejan de lado y no consideran seriamente: La santidad. Han llegado a creer que con el hecho de cumplir con estos primeros cinco requisitos es suficiente y que el mero hecho de tener un rótulo que diga que son la Iglesia de Cristo es suficiente, y por ello viven a lo libre, sin que pueda distinguirse si son cristianos o mundanos, pero la verdad es que “sin santidad nadie verá al Señor”[1].
20. 6.30-31 ¡Es increíble! Solamente un día después de haber comido de los panes y peces multiplicados, sin ningún vestigio de vergüenza se atreven a hacer esta pregunta. ¡Le fueron a buscar cruzando todo el lago con tal de recibir más comida y se atreven a pedir señales! Hoy son muchos los que buscan señales y milagros para poder creer, pero la bendición es para los que creen sin necesidad de ver.
Ellos ponen de ejemplo el maná en el desierto, pero cuando leemos el Éxodo, podemos ver que a pesar de que los judíos recibieron no solo maná, sino codornices, agua de manera milagrosa e incluso su ropa nunca se desgastó por cuarenta años, ¡no creyeron en la voz de Dios!
21. 6.32-33 Aunque el maná fue necesario para cubrir el hambre del momento, no era el verdadero pan del cielo, ya que los hebreos que lo comieron, finalmente murieron. Tampoco los panes de cebada podían ser el verdadero pan del cielo, ya que al día siguiente, a pesar de haber quedado satisfechos en el momento, tenían hambre de nuevo. El verdadero y único pan del cielo es Cristo mismo, quien nos llena en todo.
22. 6.34 Parece que estos hombres actúan igual que la mujer samaritana del capítulo 4, pero de acuerdo a los versículos 44-45, se demuestra que no, ellos no lo reconocen como Señor.
23. 6.35-40 Sin Jesús, a pesar que tengamos muchas posesiones materiales, somos unos pobres, miserables, muertos de hambre, pero con Jesús en nuestro corazón, jamás podemos padecer hambre. Con Él no hay problema demasiado grande.
Los judíos pedían una señal a Jesús, sin comprender que Él mismo era la señal. ¡La tenían frente a sus ojos pero no podían reconocerla!
Hay quienes creen que la gracia es irresistible, que caprichosamente Dios elige a ciertos individuos y los trae a Cristo con algún acto soberano, a pesar que ellos no deseen una experiencia con Dios. La verdad es que la Ley fue dada como tutor, para guiar a los judíos a Cristo. Él cumplió las figuras y profecías de la ley, los profetas y los Salmos.
Hoy, Cristo viene solamente a los que creen en Él y obedecen al Evangelio. Al hacer esto, uno renace del agua y del Espíritu. Los que no aceptan a Cristo y al Evangelio demuestran que no son su pueblo, incluso si la denominción a la que pertenecen lleva el nombre de Cristo.
El no creer en Cristo, demuestra que no ha sido dado a Cristo por el Padre, es decir, que en realidad no es parte del pueblo de Dios.
También están los que piensan que si uno es salvo, jamás puede caer de la gracia, a pesar de lo que haga. Pero a pesar del amor y protección del Señor, las ovejas pueden descarriarse y dejar de seguir al Pastor.
La frase “porque he bajado del cielo” fue de confusión para los judíos que no comprendían que Jesús se refería a su origen y a la manera que había venido al mundo: Por medio del Espíritu Santo.
¡Qué difícil es hacer la Voluntad del Padre! Eso es lo que dicen mucho y otros critican a los que decimos que estamos buscando hacer la Voluntad de Dios. Eso se debe a que estamos acostumbrados, desde muy niños, a hacer nuestra propia voluntad, por lo que pensar en rendirse completamente a Dios es considerado por muchos algo impensable. Lo cierto es que rendir nuestra voluntad consiste en buscar vivir como Cristo lo hizo, permitiendo al Espíritu Santo que controle todos los aspectos de la vida.
La salvación es un regalo de Dios. Vinimos a ser hijos de Dios solo por Su misericordia, y por esa misericordia no seremos destruídos en el día final, sino que incluso, si ya hemos muerto para ese día, seremos resucitados para vivir para siempre con el Señor.
24. 6.41-42 El decir que había bajado del cielo significaba que Él estaba por encima de Moisés y los profetas, así como de todos los religiosos de Israel, incluyendo al mismo David. Pensaron que mencionando a su familia podían refutar que Él hubiese bajado del cielo.
25. 6.43-51 De este pasaje se anclan los calvinistas para definir la doctrina de la “gracia irresistible”. Pero lo cierto es que Dios empuja, trae a Cristo al que tiene un corazón dispuesto a creer y obedecer. Dios no va a violar el libre albedrío y no va a obligar a nadie a creer en lo que no desea.
Dios ha provisto el único medio para la salvación, Él nos lo enseña y lo ha hecho desde el principio por medio de Su Palabra, pero está en cada uno el deseo de aceptar o rechazar el utilizar ese medio.
Moisés deseaba ver el rostro de Dios, pero el Señor no se lo permitió, más aún, le dejó ver Su espalda[2]. Isaías nos dice que él vió al Señor, pero no nos dice que vió el rostro del Señor, sino su gloria[3]. Jesús dice que la manera de ver al Padre, es verlo a Él. Jesús es el camino al Padre.
Creer en Cristo, como dijimos antes, no consiste solo en aceptar que existió como un personaje histórico, sino aceptar Su voluntad y rendir la nuestra a Él. La recompensa a esto, es la vida eterna.
El maná fue un alimento emergente para poder sobrevivir en el desierto, pero eso no quería decir que ya que provenía del cielo, les daría vida eterna. Todos los que comieron maná, al fin murieron, como todos los humanos. El maná cesó cuando los israelitas llegaron a Canaán. Pero a diferencia del maná, Jesús, el verdadero pan del cielo da vida eterna, y aunque muramos físicamente, nuestro espíritu vivirá eternamente.
Cristo no es un pan natural hecho de harina, sino que es el Pan sobrenatural que suple nuestra necesidad espiritual. Los judíos eran expertos en sacrificios, los hacían con harina, vegetales, granos, aves, mamíferos, etc., pero no podían comprender que era necesario un sacrificio perfecto: El Cristo mismo. Solo Él podría salvar al mundo de sus pecados.
26. 6.52 Los judíos se encontraban totalmente confundidos. Su pensamiento se dividía ya que veían los milagros de Jesús que los hacía pensar que era un profeta, pero luego estaban las declaraciones que Cristo mismo hacía que ellos no lograban entender, ya que en realidad no había disposición en su corazón para tal entendimiento.
27. 6.53-58 La explicación de Jesús, en lugar de ser más simple, es más profunda. Llama la atención a la necesidad de comer su carne y beber su sangre. No les estaba diciendo que se volvieran caníbales, que era lo que estaban pensando ellos, sino que está hablando de Su muerte y nuestra participación en ella.
Los judíos entendían bien que ellos participaban del sacrificio del cordero pascual cuando lo comían y de esta manera expiaban sus pecados, pero ahora no logran entender que la verdadera Pascua está cercana y el Cordero de Dios iba a ser sacrificado.
El comer la carne y beber la sangre de Jesús significa aunarse en Él. Son muchos los que se dicen ser cristianos pero quieren amoldar a Cristo a su vida, en lugar de amoldarse ellos a Cristo.
Y es claro que este pasaje, al igual que el de la conversación con Nicodemo en el capítulo 3 se refiere al bautismo, aquí está hablando de la Cena del Señor, en la que conmemoramos la muerte, sepultura y resurrección del Señor y anunciamos su pronto regreso.
[1] Hebreos 12.14.
[2] Éxodo 33.18-23.
[3] Isaías 6.
16. 6.25 Ellos habían visto a los discípulos salir antes del anochecer, pero a Jesús no, por lo que estaban intrigados de cómo llegó allá.
17. 6.26-27 Jesús conoce bien el corazón de cada uno y sabe los pensamientos que tenemos. Comprendía que estas gentes le buscaban no por un deseo de conocimiento espiritual, no era porque estuvieran convencidos que era el Mesías, sino porque les había dado de comer sin tener que trabajar.
Es cierto que necesitamos alimentarnos físicamente, pero Jesús hace énfasis en la necesidad de buscar alimentar el espíritu. Tristemente el hombre ha dado mucho interés a alimentar el cuerpo y el alma con buenos alimentos y mucho conocimiento, pero las congregaciones hoy están bajas de proteínas espirituales. Da pesar ver que los púlpitos se han convertido en lugares de entretenimiento, donde los predicadores no denuncial el pecado, sino que más bien acomodan el mensaje para que sus audiencias no se ofendan y busquen otro sitio donde se sientan a gusto. El mismo miedo a ofender a algunos miembros ha hecho que incluso congregaciones que una vez fueron la Iglesia de Cristo, hoy estén hundidas en la idolatría y el espiritismo.
Jesús sabía bien a que venía a este mundo, a diferencia de los hombres que por lo general no tienen propósito alguno en su vida. Jesús había marcado por Dios para traernos vida eterna. Él era el representante de Dios que presentó sus credenciales que demostraban que era el enviado de Dios.
18. 6.28 El hombre piensa siempre de acuerdo a su manejar. No puede aceptar el don de Dios, sino que considera que debe ganarlo. Los judíos estaban acostumbrados a las imposiciones de los religiosos, tal como ocurre hoy con los religiosos modernos que exigen a los fieles a hacer ayunos, penitencias, peregrinaciones, contribuciones, etc.
La definición de la palabra εργαζωμεθα “ergazometha”, según Strong es, “laborar, trabajar, efecto, estar dedicado a o con, etc.; hacedor, hacer, cometer, negociar, obra, obrar, práctica, trabajar, trabajo”. Es lo mismo que decir “actuar conforme” o “hacer la voluntad”. Hay religiosos hoy que dicen que uno no debe hacer nada y otros que obligan a los fieles a hacer mucho, pero ambos están equivocados. Debemos hacer, pero no lo que nosotros creemos, sino los que Dios demanda.
19. 6.29 ¿Qué debemos hacer para ser salvos? Creer en Cristo Jesús. Pero no es únicamente creer por creer, ya que si vemos, hay muchos que creen en Jesús, pero simplemente como un personaje histórico, no como el Salvador, y hacerlo en este sentido significa que debemos rendirnos a Él y cumplir todos sus requerimientos.
Hay quienes creen que la fe es un don de Dios e insisten en que el hombre no debe hacer nada para ser salvo, pero si el hombre tiene que creer, es obvio que tiene que hacer algo. Si el hombre tiene que creer, entonces la salvación es condicional. Quiere decir que la fe es una condición o requisito de la salvación.
Pero además, el hombre tiene que arrepentirse para ser salvo. Es necesario confesar a Cristo como Señor. La verdad es que nadie cree en la salvación solamente por la fe, ya que todos saben que el hombre tiene que cumplir con ciertos requisitos.
Hay un quinto requisito, propuesto por Cristo y repetido por los apóstoles, que muchos rechazan abiertamente y por eso pecan: El bautismo en agua para perdón de pecados. Para la mayoría de las denominaciones, el hombre debe cumplir con todos los demás requisitos y será salvo, pero al hablar del bautismo, consideran que no es necesario, que con solo creer o levantar su mano y hacer una oración, ya se es salvo.
Y aun hay un sexto requisito que muchos de los que defienden los primeros cinco dejan de lado y no consideran seriamente: La santidad. Han llegado a creer que con el hecho de cumplir con estos primeros cinco requisitos es suficiente y que el mero hecho de tener un rótulo que diga que son la Iglesia de Cristo es suficiente, y por ello viven a lo libre, sin que pueda distinguirse si son cristianos o mundanos, pero la verdad es que “sin santidad nadie verá al Señor”[1].
20. 6.30-31 ¡Es increíble! Solamente un día después de haber comido de los panes y peces multiplicados, sin ningún vestigio de vergüenza se atreven a hacer esta pregunta. ¡Le fueron a buscar cruzando todo el lago con tal de recibir más comida y se atreven a pedir señales! Hoy son muchos los que buscan señales y milagros para poder creer, pero la bendición es para los que creen sin necesidad de ver.
Ellos ponen de ejemplo el maná en el desierto, pero cuando leemos el Éxodo, podemos ver que a pesar de que los judíos recibieron no solo maná, sino codornices, agua de manera milagrosa e incluso su ropa nunca se desgastó por cuarenta años, ¡no creyeron en la voz de Dios!
21. 6.32-33 Aunque el maná fue necesario para cubrir el hambre del momento, no era el verdadero pan del cielo, ya que los hebreos que lo comieron, finalmente murieron. Tampoco los panes de cebada podían ser el verdadero pan del cielo, ya que al día siguiente, a pesar de haber quedado satisfechos en el momento, tenían hambre de nuevo. El verdadero y único pan del cielo es Cristo mismo, quien nos llena en todo.
22. 6.34 Parece que estos hombres actúan igual que la mujer samaritana del capítulo 4, pero de acuerdo a los versículos 44-45, se demuestra que no, ellos no lo reconocen como Señor.
23. 6.35-40 Sin Jesús, a pesar que tengamos muchas posesiones materiales, somos unos pobres, miserables, muertos de hambre, pero con Jesús en nuestro corazón, jamás podemos padecer hambre. Con Él no hay problema demasiado grande.
Los judíos pedían una señal a Jesús, sin comprender que Él mismo era la señal. ¡La tenían frente a sus ojos pero no podían reconocerla!
Hay quienes creen que la gracia es irresistible, que caprichosamente Dios elige a ciertos individuos y los trae a Cristo con algún acto soberano, a pesar que ellos no deseen una experiencia con Dios. La verdad es que la Ley fue dada como tutor, para guiar a los judíos a Cristo. Él cumplió las figuras y profecías de la ley, los profetas y los Salmos.
Hoy, Cristo viene solamente a los que creen en Él y obedecen al Evangelio. Al hacer esto, uno renace del agua y del Espíritu. Los que no aceptan a Cristo y al Evangelio demuestran que no son su pueblo, incluso si la denominción a la que pertenecen lleva el nombre de Cristo.
El no creer en Cristo, demuestra que no ha sido dado a Cristo por el Padre, es decir, que en realidad no es parte del pueblo de Dios.
También están los que piensan que si uno es salvo, jamás puede caer de la gracia, a pesar de lo que haga. Pero a pesar del amor y protección del Señor, las ovejas pueden descarriarse y dejar de seguir al Pastor.
La frase “porque he bajado del cielo” fue de confusión para los judíos que no comprendían que Jesús se refería a su origen y a la manera que había venido al mundo: Por medio del Espíritu Santo.
¡Qué difícil es hacer la Voluntad del Padre! Eso es lo que dicen mucho y otros critican a los que decimos que estamos buscando hacer la Voluntad de Dios. Eso se debe a que estamos acostumbrados, desde muy niños, a hacer nuestra propia voluntad, por lo que pensar en rendirse completamente a Dios es considerado por muchos algo impensable. Lo cierto es que rendir nuestra voluntad consiste en buscar vivir como Cristo lo hizo, permitiendo al Espíritu Santo que controle todos los aspectos de la vida.
La salvación es un regalo de Dios. Vinimos a ser hijos de Dios solo por Su misericordia, y por esa misericordia no seremos destruídos en el día final, sino que incluso, si ya hemos muerto para ese día, seremos resucitados para vivir para siempre con el Señor.
24. 6.41-42 El decir que había bajado del cielo significaba que Él estaba por encima de Moisés y los profetas, así como de todos los religiosos de Israel, incluyendo al mismo David. Pensaron que mencionando a su familia podían refutar que Él hubiese bajado del cielo.
25. 6.43-51 De este pasaje se anclan los calvinistas para definir la doctrina de la “gracia irresistible”. Pero lo cierto es que Dios empuja, trae a Cristo al que tiene un corazón dispuesto a creer y obedecer. Dios no va a violar el libre albedrío y no va a obligar a nadie a creer en lo que no desea.
Dios ha provisto el único medio para la salvación, Él nos lo enseña y lo ha hecho desde el principio por medio de Su Palabra, pero está en cada uno el deseo de aceptar o rechazar el utilizar ese medio.
Moisés deseaba ver el rostro de Dios, pero el Señor no se lo permitió, más aún, le dejó ver Su espalda[2]. Isaías nos dice que él vió al Señor, pero no nos dice que vió el rostro del Señor, sino su gloria[3]. Jesús dice que la manera de ver al Padre, es verlo a Él. Jesús es el camino al Padre.
Creer en Cristo, como dijimos antes, no consiste solo en aceptar que existió como un personaje histórico, sino aceptar Su voluntad y rendir la nuestra a Él. La recompensa a esto, es la vida eterna.
El maná fue un alimento emergente para poder sobrevivir en el desierto, pero eso no quería decir que ya que provenía del cielo, les daría vida eterna. Todos los que comieron maná, al fin murieron, como todos los humanos. El maná cesó cuando los israelitas llegaron a Canaán. Pero a diferencia del maná, Jesús, el verdadero pan del cielo da vida eterna, y aunque muramos físicamente, nuestro espíritu vivirá eternamente.
Cristo no es un pan natural hecho de harina, sino que es el Pan sobrenatural que suple nuestra necesidad espiritual. Los judíos eran expertos en sacrificios, los hacían con harina, vegetales, granos, aves, mamíferos, etc., pero no podían comprender que era necesario un sacrificio perfecto: El Cristo mismo. Solo Él podría salvar al mundo de sus pecados.
26. 6.52 Los judíos se encontraban totalmente confundidos. Su pensamiento se dividía ya que veían los milagros de Jesús que los hacía pensar que era un profeta, pero luego estaban las declaraciones que Cristo mismo hacía que ellos no lograban entender, ya que en realidad no había disposición en su corazón para tal entendimiento.
27. 6.53-58 La explicación de Jesús, en lugar de ser más simple, es más profunda. Llama la atención a la necesidad de comer su carne y beber su sangre. No les estaba diciendo que se volvieran caníbales, que era lo que estaban pensando ellos, sino que está hablando de Su muerte y nuestra participación en ella.
Los judíos entendían bien que ellos participaban del sacrificio del cordero pascual cuando lo comían y de esta manera expiaban sus pecados, pero ahora no logran entender que la verdadera Pascua está cercana y el Cordero de Dios iba a ser sacrificado.
El comer la carne y beber la sangre de Jesús significa aunarse en Él. Son muchos los que se dicen ser cristianos pero quieren amoldar a Cristo a su vida, en lugar de amoldarse ellos a Cristo.
Y es claro que este pasaje, al igual que el de la conversación con Nicodemo en el capítulo 3 se refiere al bautismo, aquí está hablando de la Cena del Señor, en la que conmemoramos la muerte, sepultura y resurrección del Señor y anunciamos su pronto regreso.
[1] Hebreos 12.14.
[2] Éxodo 33.18-23.
[3] Isaías 6.