Capítulo 9
Juan
estudió con mucho cuidado y escogió siete milagros hechos por Jesús. Este es el
sexto de los siete:
a. El agua transformada en vino[1].
b. La sanidad del hijo del oficial del rey[2].
c. La sanidad del paralítico en Betesda[3].
d. La multiplicación de los panes y los peces[4].
e. La caminata sobre el mar[5].
f. La sanidad del ciego[6].
g. La resurrección de Lázaro[7].
Todo este capítulo se dedica exclusivamente al milagro y a la reacción del ciego, sus padres, vecinos y el liderazgo religioso judío.
1. 9.1-2 En este caso, Juan no da un punto de referencia cronológico para saber cuándo se dio este evento, pero se puede pensar, y esto no afecta la precisión del relato, que esto ocurrió unas horas después de los hechos narrados en el capítulo anterior.
Jesús se encuentra con un hombre que se había convertido en parte del paisaje cotidiano. Todos lo veían, pero Jesús vió más profundamente. Para la mayoría, este hombre era un pecador, o bien había sido concebido en pecado, de ahí la pregunta de los discípulos. Hoy, los pentecostales también comparten el error de los judíos al creer que las enfermedades son un castigo que viene a consecuencia del pecado. Si bien es cierto que el pecado es la causa de todos los males en el mundo, el estar enfermo no quiere decir que uno ha pecado, a pesar que algunos están enfermos a causa de su pecado: Enfermos de cáncer en el pulmón debido al vicio del cigarrillo; enfermos de cirrosis a causa del vicio del licor; SIDA debido a la vida sexual promiscua, etc., a pesar ello, hay quien puede tener cáncer de pulmón por culpa del humo de los vehículos, o con cirrosis por un hígado débil, o SIDA por contacto accidental con los fluidos de un enfermo de esta enfermedad.
De la pregunta de los discípulos podríamos escribir un sinfín de libros. El hombre se ha preguntado desde siempre sobre el origen del sufrimiento. Hay quienes creen en la reencarnación y consideran que pagamos en esta vida los males que hiciemos en la vida anterior; otros suponen que hay una preexistencia del alma, por lo que estamos sufriendo por una existencia precedente; otros consideran que es un adelanto del infierno y que recibimos el pago de nuestros pecados en esta vida; para otros, se sufre por el pecado de los padres; hay quienes creen que los niños nacen pecadores, pero todos estos no consideran textos bíblicos como Ezequiel 18.20 y Eclesiastés 7.29.
2. 9.3-5 La sanidad del paralítico de Betesda es diferente a la de este otro hombre. Al paralítico Jesús le aconseja que no vuelva a pecar, es decir, que sea posible que su enfermedad fuera consecuencia del pecado. En este otro caso, exhonera al ciego de toda responsabilidad. Este hombre nació ciego con un fin específico, y eso es lo que iba a acontecer. El que nació ciego de nacimiento no solo iba a recibir su visión física, sino la espiritual. ¡Qué lamentable es que la mayoría de los religiosos son ciegos espirituales!
Algunas versiones traducen el versículo 4 de manera incorrecta, en donde parece que solo Jesús se incluye en este trabajo:
a. En cuanto a mí, mientras dura la luz del día me es necesario llevar a cabo las obras que me señaló el que me ha enviado, porque luego viene la noche, cuando ya nadie puede trabajar[8].
b. Es preciso que yo haga las obras del que me envió, mientras es de día; venida la noche, ya nadie puede trabajar[9].
c. Me es necesario hacer las obras del que me envió, entre tanto que el día dura; la noche viene, cuando nadie puede trabajar[10].
d. A mí me conviene obrar las obras de aquel que me envió, entre tanto que el día es: la noche viene, cuando nadie puede obrar[11].
e. Me es preciso hacer las obras del que me envió, mientras dure el día. La noche viene cuando nadie puede trabajar[12].
f. Es necesario que yo obre las obras de aquel que me envió, mientras que es de día; vendrá la noche, cuando nadie podrá obrar[13].
g. A mí me conviene hacer las obras del que me envió, entre tanto que el día dura; la noche viene, cuando nadie puede obrar[14].
h. Mientras el día dura, debo seguir haciendo el trabajo del que me envió; la noche viene,[92] cuando nadie puede trabajar[15].
i. Es menester que yo haga las obras de aquel que me envió, mientras es de día: la noche viene cuando nadie puede trabajar[16].
Al parecer los traductores de estas versiones no tomaron en cuenta que el pronombre ημας está en plural, no en singular, por lo que lo correcto es traducir “nosotros”, incluyendo no solo a los discípulos, sino a todos los cristianos.
No estamos llamados a estar juzgando a los demás, sino a ayudar en lo que podamos, si podemos hacerlo económicamente, hagámoslo; si podemos con nuestro trabajo, apoyemos; si podemos hacerlo con nuestras oraciones, doblemos rodilla y clamemos a Dios.
La frase “cuando es de día”, se refiere a “mientras hay tiempo”. Son muchos los que se quedan en buenas intenciones, en promesas, en deseos jamás cumplidos, pero para eso tenemos a los políticos, expertos en prometer lo imposible sabiendo que nunca harán nada; mientras los cristianos estamos en el deber de prestar nuestra mano de ayuda, en primer lugar a los hermanos en la fe y luego, sin afán proselista, a los de fuera, con el fin no de glorificarnos nosotros, sino darle la gloria al Señor en todo.
El mundo está rodeado de tinieblas, pero Jesús es luz, y si bien es cierto que los cristianos no tenemos luz propia, somos como la luna, destinados a reflejar la luz de Cristo sobre este mundo oscuro a causa del pecado. ¿Nos lo agradecerá? De seguro que no, pero a pesar de todo es nuestro deber.
3. 9.6-7 ¿Acaso el que transformó el agua en vino sin decir palabra, el que sanó al hijo del oficial del rey con solo decirlo, el que ordenó al paralítico levantarse, quien con una oración multiplicó unos pocos panes y peces para alimentar a miles, quien caminó sobre el mar y que luego resucitó a un muerto, no podía, con solo pensarlo, devolver la vista al ciego? ¿Por qué el lodo? ¿Por qué lavarlo en Siloam?
Desde tiempos muy antiguos, Jerusalén se surtía de agua del manantial de Gihón[17], que está situado en la extremidad del valle de Tiropeón, cerca de una curva de la muralla antigua, bajo la colina de Ofel[18], debajo de la puerta de la Fuente[19] y situado al Este de la ciudad, y que hoy en día se conoce como “Fuente de la Virgen”. Este nombre se conserva en el de Birket Silouãn, el emplazamiento de la antigua piscina. Este estanque proveía agua a través de un canal descubierto, que corría lentamente a lo largo de las laderas del Sudeste, y se denominaba Siloam. Tomaba el mismo rumbo que el posterior “segundo acueducto” que descendía solamente 5 centímetros en 300 metros y se descargaba en el estanque inferior o antiguo, al final del valle central, entre las paredes de las colinas del Sudeste y el Sudoeste. De esta forma corría debajo del “muro del estanque de Siloé” y regaba el “huerto del rey” sobre las laderas adyacentes.
Como este manantial se encontraba fuera de las murallas antiguas de Jerusalén, sus habitantes tenían serias dificultades para abastecerse de agua. Para facilitar el aprovisionamiento, y aun para disponer de agua en el riego de los jardines del palacio, Salomón hizo construir un estanque que los arqueólogos posteriormente llamaron “Estanque Viejo”.
Dos siglos más tarde, el rey Acaz vio que el estanque de Salomón tenía una gran desventaja: En tiempos de guerra fácilmente podía caer en manos de los enemigos con la grave consecuencia de dejar a la ciudad sin agua. Por eso hizo construir un acueducto que bordeaba la colina de Ofel y se comunicaba con otro estanque que construyó dentro de la ciudad probablemente el mismo Acaz. Hoy se conoce con el nombre árabe de Birket Silwan.
Este acueducto, dada la posibilidad de guerras, tenía las mismas desventajas que el Estanque Viejo de Salomón. Por tanto, el rey Ezequías, con miras a una posible invasión de Asiria o Egipto, construyó un acueducto subterráneo excavándolo a través de la colina de Ofel para unir el manantial de Gihón con el estanque del mismo nombre. Este acueducto corre tortuosamente; tiene una extensión de 533 metros de largo, alrededor de 0.5 metros de ancho, y entre 1.5 y 4.5 metros de alto. Dos equipos de trabajadores lo excavaron, cada uno de los cuales inició su trabajo a extremo opuesto. En 1880 se halló cerca de la salida del túnel una inscripción de seis líneas que describe el encuentro de los equipos en las entrañas de la colina.
Es probable que este antiguo estanque haya sido el “estanque de Siloé” que se utilizaba en la época del Nuevo Testamento para que se lavaran las personas enfermas y otras[20]. La “torre de Siloé” que cayó y mató a 18 personas, desastre por todos conocido en el tiempo en que vivió nuestro Señor[21] probablemente estaba ubicada en la loma de Ofel arriba del estanque que, según Josefo, estaba cerca de la curva del viejo muro debajo de Oflas[22]. Según reza el Talmud[23], se extraía el agua del estanque en una vasija de oro para ser llevada en procesión al Templo durante la fiesta de los tabernáculos. Aunque existen vestigios de un baño herodiano y un depósito descubierto para agua, alrededor de 18 metros x 5 metros, originalmente 22 metros x 22 metros con escalones en su costado Oeste, no hay ninguna certeza de que este fuera en realidad el estanque de referencia. Se ha sugerido que el sector de la ciudad que rodea el estanque superior, se denominaba Siloé, y el inferior Estanque del Rey[24] o Gihón inferior.
Cuando Ezequías tuvo que enfrentarse con la amenaza de ser invadido por el ejército asirio comandado por Senaquerib, “cegó todas las fuentes”, vale decir, todos los riachos y canales subsidiarios que desembocaban en el Cedrón, “arroyo que corría a través del territorio”[25]. La misión Parker descubrió rastros de canales cegados más o menos en esa época. Luego el rey desvió las aguas del Gihón superior a través de un conducto o túnel hasta una cisterna superior o estanque, el método normal de almacenar agua, en el lado occidental de la ciudad de David[26]. Ben Sirá relata cómo “fortificó Ezequías su ciudad y metió agua dentro de ella; con el hierro horadó la roca y construyó cisternas para el agua”[27]. Es evidente que Ezequías protegió la nueva provisión de agua mediante la construcción de una muralla[28]. Posiblemente Isaías 22.11 se refiera a la excavación de la cisterna.
En 1880, un muchacho entró en la conducción que lleva el agua de Gihón a la piscina, descubriendo en sus paredes una inscripción de seis líneas, en hebreo muy puro e informó a su maestro, Herr Conrad Schick, quien puso la información a la disposición de los eruditos; se supone que la fecha de esta inscripción es de la época de Acaz o de Ezequías. Siendo que la erosión había borrado una parte de las tres primeras líneas, es difícil determinar algunos caracteres, pero el sentido es evidente. Se trata de la descripción de la perforación del túnel desde ambos extremos, y del encuentro, en su punto central, de los obreros, cuyos picos chocaron entre sí. La cumbre de la roca estaba a 100 codos por encima de la cabeza de los mineros. Los caracteres dan evidencia de que los escribas de Jerusalén estaban ya habituados a escribir sobre papiro o pergamino. En 1889 algunos bañistas encontraron en el estanque superior, a unos 5 metros dentro del túnel, una inscripción en escritura hebreo cursiva, ahora guardada en Estambul, que reza como sigue: “…estaba siendo excavada. Fue cortada de la siguiente manera… hachas, cada hombre enfrentando a su compañero, y mientras aun faltaban tres codos para terminar la perforación, se oyó la voz de un hombre llamando a otro, lo que indicaba que se estaba desviando hacia la derecha. Cuando se completó el túnel, los excavadores se encontraron, hombre con hombre, hacha con hacha, y el agua corrió en una extensión de 1200 codos desde el manantial hasta la cisterna. La altura de la roca encima de las cabezas de los excavadores era de 100 codos”[29].
Cuando se excavó esta extraordinaria hazaña de ingeniería judaica, las marcas de los picos y las desviaciones para lograr la unión, justamente a mitad de camino, resultaron visibles. El túnel atraviesa 540 metros ó 643 metros, Ussishkin, desviándose para evitar distintas construcciones o fallas en la configuración de las rocas, o para seguir la dirección de alguna fisura, a fin de cubrir una línea recta de 332 metros. Tiene una altura de unos 2 metros y en algunas partes sólo 50 centímetros de ancho. Los edificios existentes en la actualidad impiden cualquier comprobación arqueológica para comprobar que el estanque superior es en realidad el “depósito” de Ezequías, o que desde este las aguas pasaban por encima directamente al estanque inferior. Es probable que, en un principio, el estanque fuera subterráneo, y que el techo rocoso se haya desplomado o haya sido aprovechado como cantera de piedra en épocas más recientes.
El túnel de Ezequías tiene su punto inicial en uno anterior que canalizaba el agua del manantial de Gihón hasta el fondo de un pozo cuya boca empalma con un túnel inclinado que se dirigía a un punto en el interior de la ciudad de los jebuseos. Este sistema de pozo y túnel fue construido por los jebuseos para asegurar una provisión de agua, y es posible que sea el “canal” o “pozo de agua” que escalaron los soldados de David para capturar la ciudad[30].
Más abajo de la moderna aldea de Siloé, sobre el escarpado oriental frente al monte de Ofel, hay una cantidad de tumbas cortadas en la peña. Estas fueron preparadas para sepultar a la “hija de Faraón” y para ministros y nobles del reino de Judá. Una de ellas tenía una inscripción en hebreo, epitafio de un mayordomo real, probablemente el Sebna[31] que fue censurado por Isaías[32].
El hecho de que Jesús hubiese enviado al ciego al estanque no quiere decir que el agua de este lugar tuviese alguna propiedad curativa, sino que estaba aplicando una “prueba de fe” del ciego. Si este no hubiese ido al estanque, no sería sano. En ocasiones de nuestra vida, hay que hacer cosas que quizá no tengan sentido: ¿Es necesario el bautismo para ser salvo? ¿Acaso no puede Dios salvarme sin que tenga que meterme en el agua? Dios puede hacerlo, pero es necesario un paso de fe para recibir el don de Dios. La fe es algo que debe ejercitarse, por lo tanto es necesario obrar, no para comprar las cosas de Dios, sino para demostrar al mundo en quién hemos creído.
4. 9.8-9 De nuevo, tratemos de ponernos en las sandalias de estas personas: Durante toda la vida habían visto a un hombre ciego, todos estaban seguros que era ciego, sentado en un lugar fijo, mendigando. Ahora llega, ya no golpeando las paredes y el piso con un bastón, sino viendo, alegre, probablemente saltando por todas partes y gritando que podía ver. ¿Es sencillo creer esto? Definitivamente, ¡no! Pero era verdad.
5. 9.10 Esta pregunta es clave: Con ella se prueba que los testigos estaban seguros que este hombre era el que habían conocido ciego. No era alguien que se le pareciera. Ya no había duda.
6. 9.11 El testimonio de este hombre fue muy simple: Lo escuché darme una orden, la obedecí y ahora estoy sano.
Una vez un técnico en electrónica me decía que no entendía cómo era posible que el ser salvo fuera tan sencillo como yo se lo explicaba. Me decía que era necesario hacer algo más. Entonces yo le decía: ¿Qué debe hacer uno para que su radio funcione? Él me dijo: Asegurarse que tiene una fuente de energía y encenderlo. ¡Tan sencillo! Le dije, debe haber algo más, ¿quizá sea necesario que antes de poder escuchar música yo deba primero ir a la Universidad y estudiar por lo menos los principios de electrónica? Por supuesto que no.
Los hombres quieren hacer las cosas a “su” manera, pero de seguro es mejor hacerlas a la manera de Dios para que todo salga bien.
7. 9.12 La pregunta de estas personas no es porque estén deseosos de tener un encuentro con Jesús, sino porque cada vez que Él hacía un milagro había quienes deseaban verle para tratar de sacar provecho del asunto o porque deseaban causarle un mal.
8. 9.13-14 Es probable que algunos de los oficiales del Templo llevaran a este hombre ante los fariseos y lo hacen no porque Jesús hubiese cometido un crimen al haberle sanado, sino porque lo hizo un sábado. Es curioso que consideraran una violación al reposo el que Jesús sanara a un ciego, pero no el hecho de arrestarlo.
Llama la atención que los Adventistas del Sétimo Día insisten tanto en seguir guardando el sábado, pero Jesús, en una y otra ocasión mostró a los fariseos el error de poner el reposo en este día como lo más importante, incluso más importante que hacer el bien.
Las tradiciones son importantes, porque ellas nos recuerdan algún evento especial. No es pecado celebrar el día de la Independencia, o un cumpleaños o aniversario, pero si lo es cuando la celebración se vuelve más importante que la misericordia, la bondad y la fe.
9. 9.15 Ya el antes ciego había testificado ante sus vecinos cómo había recibido la vista, ahora lo debe hacer ante los fariseos, que en lugar de ver una opción para adorarle, lo que ven es la oportunidad de destruirle por el mero hecho de haber violado el día de reposo.
10. 9.16-17 Desde casi siempre, los hombres han inventado sus propias reglas para la vida. Cuando viene alguien que ve que estas reglas son necias y que van en contra de la lógica y del bienestar y hace las cosas contrario a lo que piensan, se convierte en un “enemigo” de la sociedad.
Lo que Jesús hacía no estaba en contra de los mandatos de Dios, sino en contra de las normas establecidas por los fariseos, pero a ellos les parecía que esto lo hacía un hijo de Satanás. Me criticaba un amigo adventista porque debo trabajar el sábado y me insistía en que eso era parte del sistema de la bestia, a lo que yo le replicaba que él se olvidaba que la Palabra de Dios dice: “El que no trabaja, que no coma”; pero no se crea que solo los adventistas tienen este concepto, hay “cristianos” que juzgan a sus hermanos por trabajar en domingo, mostrando no ser mejores que los adventistas ni los fariseos, ya que lo que tienen es una religión superficial que no logra entender que la adoración es la que se hace de corazón.
Ellos estaban divididos porque aunque había quienes consideraban que Jesús actuaba contra Dios, estaban los otros que defendían el hecho que un pecador, un violador del cuarto mandato, no podía hacer milagros. Es decir, ellos aceptaban que lo que Jesús hacía era de Dios.
Había entre los fariseos hombres como Nicodemo o José de Arimatea que reconocían que las tradiciones de los hombres habían ido sobreponiéndose a los mandatos de Dios.
Los judíos querían intimidar al que había sido ciego. No estaban interesados en su opinión, sino que estaban tras alguna prueba para destruir a Jesús. A pesar de ello, el que había sido ciego no mostró temor y se atrevió a decir lo que los fariseos no querían escuchar, dijo abiertamente que Jesús era un profeta, pero ellos querían escuchar que era un pecador.
11. 9.18-23 La actitud de los judíos no era justa. Ya muchos habían testificado que este hombre era ciego, él mismo lo había hecho, pero ahora llaman a los padres de él, pensando que quizá estos lo acusarían de ser un falso ciego, y de esta manera podrían probar que Jesús era un mentiroso. ¿Por qué creían que los padres les dirían la verdad?
Definitivamente es lógico pensar que los padres de este hombre estuvieran llenos de alegría por la salud de su hijo, pero su actitud, a diferencia del hijo, es de temor y lo que buscan es protegerse a sí mismos. Ellos dicen: “Sabemos”, porque nadie podría rebatirles. Para los fariseos aquello no era lo que esperaban. Ya vimos que la teología de los judíos era que si alguien nacía enfermo era a causa del pecado, pero estos padres no temen en decir que él había nacido ciego. Ellos no habían sido testigos del milagro, quizá si sabían que Jesús lo había sanado, pero no iban a testificar por Él, ya que estaban temerosos de los judíos porque ser expulsado de la sinagoga significaba vivir apartado de todo y de todos, era igual que ser leproso o estar muerto.
12. 9.24-25 Con el testimonio de los padres, el caso se hizo más difícil para los judíos; por ello llaman de nuevo al que había sido ciego. La idea era que él se quebrara y confesara que se había puesto de acuerdo con Jesús para hacer creer que Él había hecho un milagro.
Cuando le dicen “Da gloria a Dios”, no se refieren a que alabe a Dios, sino que entre los judíos esta era una frase que significa “dí la verdad”[33]. Ellos ya no pueden negar la realidad del milagro, pero pretenden que el antes ciego confiese un complot que no existía.
Los judíos decían saber que Jesús era pecador, pero no podían decir cuál era su pecado. En las curiosidades que hay en la historia, hace unos años en Costa Rica, una persona podía ser detenida por el solo hecho de tener cara de sospechoso. Hoy, cuando nos reímos de esa norma, preguntamos: ¿Cómo es la cara de un sospechoso? Los judíos tenían este mismo pensamiento. Jesús era pecador no porque hubiese violado la Ley de Dios, sino porque a algunos les parecía que era pecador.
Los fariseos pensaban que el que había sido ciego iba a dejarse vencer por el argumento de que Jesús era pecador, pero no esperaban la respuesta de este hombre inculto. Él les dice: Les voy a hablar de las cosas que yo comprendo, no de las que no, y la verdad es que antes yo no podía ver, pero vino este hombre que ustedes tildan de malo y me sanó y ahora puedo ver.
Ellos decían saber, pero era un conocimiento espurio.
13. 9.26-27 Los fariseos han estado tratando de encontrar alguna manera de que alguien testifique que lo que hizo Jesús merece un castigo, pero todos sus intentos han fracasado, así que volvieron a interrogar al que había sido ciego. Vuelven a preguntar lo mismo que antes: “¿Qué te hizo? ¿Cómo te abrió los ojos?”
Como que la situación se vuelve jocosa para el que había sido ciego, quien comienza a hacer una fina burla a los fariseos, al punto de hacerles una pregunta llena de ironía: “¿No será que también ustedes quieren llegar a ser sus discípulos?” Este hombre no es un acomplejado, a pesar de haber sido ciego, sino que entiende que él es el que controla la situación en este momento y por ello puede hasta hacer burla a sus inquisidores.
14. 9.28-29 Ante el comportamiento irónico del que había sido ciego, los fariseos no tienen otro recurso más que injuriarle. Ellos pretendían avergonzarlo.
Le dicen: Tú eres discípulo de él. Aunque sabían que se llamaba Jesús, se resisten a pronunciar su nombre. Piensan que llamándole su discípulo le van a afectar y para ello, se pronuncian como discípulos de Moisés, es decir, si ellos eran discípulos de Moisés, mientras que él era discípulo de Jesús, según los fariseos, él era un apóstata, sin entender que moisés mismo profetizó de este otro Profeta[34].
Una vez más hacen arrogancia de “su” sabiduría. Decían tener conocimiento que Moisés había recibido el mensaje de Dios, aunque ellos mismos no sabían lo que Dios le había dicho a Moisés, o de lo contrario habrían aceptado a Jesús.
Al decir que no sabían de dónde era Jesús, lo que están haciendo es negar la autoridad del Maestro. Aunque ellos dicen no saber de dónde es, en otras ocasiones le indican a Jesús su origen, e incluso hablan en una oportunidad de tal manera que parece una insinuación de que Jesús era hijo de fornicación[35], ya que una de las teorías que manejaban algunos judíos era que Jesús era el fruto de una violación a su madre por parte de un soldado romano. También pensaban que Jesús era originario de Galilea.
15. 9.30-33 Las respuestas de este hombre dicen que además de haber recibido la vista física, también recibió la visión espiritual, de tal manera que dejaba callados a los teólogos más reconocidos de ese tiempo. Era algo sorprendente que ellos desconocieran el origen de Jesús, el que abría los ojos a los ciegos. Los judíos no podían negar que Jesús había hecho un milagro, y el que antes fue ciego les dice que su ignorancia era sorprendente.
El hombre que había sido ciego, que nunca había tenido oportunidad de leer la Toráh, les presenta una enseñanza teológica que los fariseos no podían negar: Dios no escucha a los pecadores, hasta que estos hacen una oración de arrepentimiento, así que si Jesús era un pecador, no podría haber hecho un milagro[36], pero si por el contrario, era un hombre justo, Dios le iba a responder sus oraciones.
La sabiduría que recibió este hombre con el milagro que hizo Jesús en él nos deja boquiabiertos. No solo discute con los fariseos de teología como un igual, sino que también los hace analizar la historia: ¡Nunca nadie había abierto los ojos a un ciego de nacimiento! Ni Moisés, a quien podemos llamar el primer profeta en hacer milagros, ni Elías, Eliseo o cualquier otro de los enviados, habían hecho algo semejante. Y remata con una sentencia fulminante: “Si este no fuera de Dios, no sería capaz de hacer nada”.
El discurso del que recibió la vista tiene cuatro puntos:
a. Dios no escucha a los pecadores.
b. Dios escucha a los que hacen Su Voluntad.
c. Jesús fue escuchado por Dios.
d. Jesús es un hombre de Dios.
16. 9.34 La respuesta de los fariseos era de esperar. Así actúan hasta hoy todos los de su clase, cuando viene alguien que les dice la verdad, antes de reconocer su error, prefieren humillarle y expulsarle, para así seguir en el error.
Cuando le dicen “Tú naciste totalmente en pecado”, no se refieren, como piensan los católicos, a que él nació con el pecado original, sino que, como dijimos arriba, según la teología judía, nacer con un defecto era prueba del pecado, aunque con ello están aceptando que el hombre realmente era ciego y que no hubo ningún complot entre él y Jesús para engañar al pueblo con un falso milagro. O sea, ellos estaban de acuerdo en que hubo un milagro.
Le reclaman que él, siendo un ciego mendigo e ignorante ahora quería enseñarles a ellos, los grandes doctores de la Ley, pero era cierto, él, que no sabía leer ni escribir, quien había sido blanco de lástima toda su vida, ahora se convertía en maestro de los maestros. Él podía hacerlo porque conocía y hablaba la verdad. ¡Eso no lo podían soportar!
¿Cuál iba a ser la consecuencia? Había que expulsarle, pero la palabra que usa Juan va más allá. Strong define la palabra ekbálo como “expulsar (literalmente o figurativamente):-echar, enviar, excluir, expulsar, impulsar, dejar, desechar, despedir, sacar”. Es probable que no solo se contentaran con darle una carta en donde le comunicaban que estaba cortado de comunión y que ya no podría ser más parte de la sinagoga, por lo que no podría gozar de los beneficios de ser miembro de ella, sino que da la idea que pudo haber hasta violencia física.
17. 9.35-38 La noticia de la expulsión del hombre llegó a Jesús, que le buscó. Es gratificante saber que el señor busca a los suyos y los halla y a pesar de que todos los demás nos den la espalda, Él está para alentarnos y protegernos.
Jesús es directo. De seguro que Jesús sabía que este hombre creía en Él. Ya lo había demostrado ante los fariseos, pero era necesaria una confesión. Hay muchos que dicen ser cristianos, pero no confiesan a Jesús como su Señor ni viven como que Él lo sea.
Ante la pregunta directa de Jesús, el hombre responde también con otra pregunta directa: “¿Y quién es Señor, para que crea en él?” No se iba a andar por las ramas, no iba a preguntar por la exégesis que tenía de las Escrituras, ni si se había graduado en un instituto bíblico, etc.
Jesús, tal y como había hecho con la mujer samaritana, se revela directamente ante este hombre. “Le has visto y Él está hablando contigo”, le dijo. Es curioso que lo hiciera de esta manera ante estas dos personas de extracción humilde, mientras que ante los sacerdotes, rabinos y ante el mismo procurador romano no lo hiciera directamente.
Al igual que la samaritana, que fue evolucionando el concepto que tenía de Jesús de “judío”, luego fue “Señor”, después fue “un profeta”, pero al final es “el Ungido”, el que había sido ciego primero dijo: “Aquél hombre, el que llaman Jesús”; luego, “Es un profeta”; después dice que vino de Dios y al final dice: “Estoy creyendo Señor”, y se postra, cae derribado en sus rodillas con el rostro a tierra ante Jesús, en un acto que bien podía haberle costado la vida ya que para los judíos podía representar idolatría y aquí es necesario que le subrayemos el pasaje a los russellistas que se niegan a aceptar que Jesús es Dios, cuando Él mismo aceptó la adoración de este hombre, mientras que el ángel de Revelación 19.10 se negó a aceptarla de Juan.
18. 9.39 Hay quienes dicen que la misión de Jesús en su primera venida fue solo una de misericordia y salvación, pero Él aclara que vino al mundo para sentenciar, para juzgar, para establecer requisitos para poder gozar del reino eterno.
Los fariseos creían ser los iluminados, los correctos, únicos poseedores de la verdad absoluta; pero aunque su teoría era casi correcta, en la práctica estaban perdidos. Ellos se habían dedicado tanto a estudiar las Escrituras que perdieron de vista el espíritu de ellas.
19. 9.40-41 Los fariseos se creían a si mismos como los guías de la nación, sus guardianes, pero en realidad no veían más allá de su nariz.
[1] Juan 2.
[2] Juan 4.
[3] Juan 5.
[4] Juan 6.
[5] Juan 6.
[6] Juan 9.
[7] Juan 11.
[8] CST-IBS.
[9] Nácar-Colunga.
[10] Reina-Valera 1960.
[11] Reina-Valera 1865.
[12] Reina-Valera 1989.
[13] Scío de San Miguel.
[14] Sagradas Escrituras en Español.
[15] Traducción Kadosh Israelita Mesíanica de Estudio
[16] Versión Moderna.
[17] Fuente de la Virgen.
[18] Josefo, Guerras 5.4,1-2.
[19] Nehemías 3.15.
[20] Juan 9.7-11.
[21] Lucas 13.4.
[22] Josefo, Guerras de los judíos 5.145.
[23] Sukkoth 4.9.
[24] Nehemías 2.14.
[25] 2 Crónicas 32.4.
[26] 2 Reyes 20.20.
[27] Eclesiástico 48.17–19.
[28] 2 Crónicas 32.30.
[29] D. J. Wiseman, IBAIBA D. J. Wiseman, Ilustraciones de Arqueología Bíblica, 1958, páginas 61–64.
[30] 2 Samuel 5.8.
[31] Isaías 22.15-16.
[32] Diccionario Certeza; Diccionario Fredy; Diccionario Tenney.
[33] Josué 7.19.
[34] Deuteronomio 18.15-19.
[35] Juan 8.41.
[36] Juan 3.2; 1 Samuel 8.18; Job 35.12; Salmos 18.41, 66.18; Proverbios 1.28, 15.29, 28.9; Isaías 1.15; Jeremías 11.11, 14.12.
a. El agua transformada en vino[1].
b. La sanidad del hijo del oficial del rey[2].
c. La sanidad del paralítico en Betesda[3].
d. La multiplicación de los panes y los peces[4].
e. La caminata sobre el mar[5].
f. La sanidad del ciego[6].
g. La resurrección de Lázaro[7].
Todo este capítulo se dedica exclusivamente al milagro y a la reacción del ciego, sus padres, vecinos y el liderazgo religioso judío.
1. 9.1-2 En este caso, Juan no da un punto de referencia cronológico para saber cuándo se dio este evento, pero se puede pensar, y esto no afecta la precisión del relato, que esto ocurrió unas horas después de los hechos narrados en el capítulo anterior.
Jesús se encuentra con un hombre que se había convertido en parte del paisaje cotidiano. Todos lo veían, pero Jesús vió más profundamente. Para la mayoría, este hombre era un pecador, o bien había sido concebido en pecado, de ahí la pregunta de los discípulos. Hoy, los pentecostales también comparten el error de los judíos al creer que las enfermedades son un castigo que viene a consecuencia del pecado. Si bien es cierto que el pecado es la causa de todos los males en el mundo, el estar enfermo no quiere decir que uno ha pecado, a pesar que algunos están enfermos a causa de su pecado: Enfermos de cáncer en el pulmón debido al vicio del cigarrillo; enfermos de cirrosis a causa del vicio del licor; SIDA debido a la vida sexual promiscua, etc., a pesar ello, hay quien puede tener cáncer de pulmón por culpa del humo de los vehículos, o con cirrosis por un hígado débil, o SIDA por contacto accidental con los fluidos de un enfermo de esta enfermedad.
De la pregunta de los discípulos podríamos escribir un sinfín de libros. El hombre se ha preguntado desde siempre sobre el origen del sufrimiento. Hay quienes creen en la reencarnación y consideran que pagamos en esta vida los males que hiciemos en la vida anterior; otros suponen que hay una preexistencia del alma, por lo que estamos sufriendo por una existencia precedente; otros consideran que es un adelanto del infierno y que recibimos el pago de nuestros pecados en esta vida; para otros, se sufre por el pecado de los padres; hay quienes creen que los niños nacen pecadores, pero todos estos no consideran textos bíblicos como Ezequiel 18.20 y Eclesiastés 7.29.
2. 9.3-5 La sanidad del paralítico de Betesda es diferente a la de este otro hombre. Al paralítico Jesús le aconseja que no vuelva a pecar, es decir, que sea posible que su enfermedad fuera consecuencia del pecado. En este otro caso, exhonera al ciego de toda responsabilidad. Este hombre nació ciego con un fin específico, y eso es lo que iba a acontecer. El que nació ciego de nacimiento no solo iba a recibir su visión física, sino la espiritual. ¡Qué lamentable es que la mayoría de los religiosos son ciegos espirituales!
Algunas versiones traducen el versículo 4 de manera incorrecta, en donde parece que solo Jesús se incluye en este trabajo:
a. En cuanto a mí, mientras dura la luz del día me es necesario llevar a cabo las obras que me señaló el que me ha enviado, porque luego viene la noche, cuando ya nadie puede trabajar[8].
b. Es preciso que yo haga las obras del que me envió, mientras es de día; venida la noche, ya nadie puede trabajar[9].
c. Me es necesario hacer las obras del que me envió, entre tanto que el día dura; la noche viene, cuando nadie puede trabajar[10].
d. A mí me conviene obrar las obras de aquel que me envió, entre tanto que el día es: la noche viene, cuando nadie puede obrar[11].
e. Me es preciso hacer las obras del que me envió, mientras dure el día. La noche viene cuando nadie puede trabajar[12].
f. Es necesario que yo obre las obras de aquel que me envió, mientras que es de día; vendrá la noche, cuando nadie podrá obrar[13].
g. A mí me conviene hacer las obras del que me envió, entre tanto que el día dura; la noche viene, cuando nadie puede obrar[14].
h. Mientras el día dura, debo seguir haciendo el trabajo del que me envió; la noche viene,[92] cuando nadie puede trabajar[15].
i. Es menester que yo haga las obras de aquel que me envió, mientras es de día: la noche viene cuando nadie puede trabajar[16].
Al parecer los traductores de estas versiones no tomaron en cuenta que el pronombre ημας está en plural, no en singular, por lo que lo correcto es traducir “nosotros”, incluyendo no solo a los discípulos, sino a todos los cristianos.
No estamos llamados a estar juzgando a los demás, sino a ayudar en lo que podamos, si podemos hacerlo económicamente, hagámoslo; si podemos con nuestro trabajo, apoyemos; si podemos hacerlo con nuestras oraciones, doblemos rodilla y clamemos a Dios.
La frase “cuando es de día”, se refiere a “mientras hay tiempo”. Son muchos los que se quedan en buenas intenciones, en promesas, en deseos jamás cumplidos, pero para eso tenemos a los políticos, expertos en prometer lo imposible sabiendo que nunca harán nada; mientras los cristianos estamos en el deber de prestar nuestra mano de ayuda, en primer lugar a los hermanos en la fe y luego, sin afán proselista, a los de fuera, con el fin no de glorificarnos nosotros, sino darle la gloria al Señor en todo.
El mundo está rodeado de tinieblas, pero Jesús es luz, y si bien es cierto que los cristianos no tenemos luz propia, somos como la luna, destinados a reflejar la luz de Cristo sobre este mundo oscuro a causa del pecado. ¿Nos lo agradecerá? De seguro que no, pero a pesar de todo es nuestro deber.
3. 9.6-7 ¿Acaso el que transformó el agua en vino sin decir palabra, el que sanó al hijo del oficial del rey con solo decirlo, el que ordenó al paralítico levantarse, quien con una oración multiplicó unos pocos panes y peces para alimentar a miles, quien caminó sobre el mar y que luego resucitó a un muerto, no podía, con solo pensarlo, devolver la vista al ciego? ¿Por qué el lodo? ¿Por qué lavarlo en Siloam?
Desde tiempos muy antiguos, Jerusalén se surtía de agua del manantial de Gihón[17], que está situado en la extremidad del valle de Tiropeón, cerca de una curva de la muralla antigua, bajo la colina de Ofel[18], debajo de la puerta de la Fuente[19] y situado al Este de la ciudad, y que hoy en día se conoce como “Fuente de la Virgen”. Este nombre se conserva en el de Birket Silouãn, el emplazamiento de la antigua piscina. Este estanque proveía agua a través de un canal descubierto, que corría lentamente a lo largo de las laderas del Sudeste, y se denominaba Siloam. Tomaba el mismo rumbo que el posterior “segundo acueducto” que descendía solamente 5 centímetros en 300 metros y se descargaba en el estanque inferior o antiguo, al final del valle central, entre las paredes de las colinas del Sudeste y el Sudoeste. De esta forma corría debajo del “muro del estanque de Siloé” y regaba el “huerto del rey” sobre las laderas adyacentes.
Como este manantial se encontraba fuera de las murallas antiguas de Jerusalén, sus habitantes tenían serias dificultades para abastecerse de agua. Para facilitar el aprovisionamiento, y aun para disponer de agua en el riego de los jardines del palacio, Salomón hizo construir un estanque que los arqueólogos posteriormente llamaron “Estanque Viejo”.
Dos siglos más tarde, el rey Acaz vio que el estanque de Salomón tenía una gran desventaja: En tiempos de guerra fácilmente podía caer en manos de los enemigos con la grave consecuencia de dejar a la ciudad sin agua. Por eso hizo construir un acueducto que bordeaba la colina de Ofel y se comunicaba con otro estanque que construyó dentro de la ciudad probablemente el mismo Acaz. Hoy se conoce con el nombre árabe de Birket Silwan.
Este acueducto, dada la posibilidad de guerras, tenía las mismas desventajas que el Estanque Viejo de Salomón. Por tanto, el rey Ezequías, con miras a una posible invasión de Asiria o Egipto, construyó un acueducto subterráneo excavándolo a través de la colina de Ofel para unir el manantial de Gihón con el estanque del mismo nombre. Este acueducto corre tortuosamente; tiene una extensión de 533 metros de largo, alrededor de 0.5 metros de ancho, y entre 1.5 y 4.5 metros de alto. Dos equipos de trabajadores lo excavaron, cada uno de los cuales inició su trabajo a extremo opuesto. En 1880 se halló cerca de la salida del túnel una inscripción de seis líneas que describe el encuentro de los equipos en las entrañas de la colina.
Es probable que este antiguo estanque haya sido el “estanque de Siloé” que se utilizaba en la época del Nuevo Testamento para que se lavaran las personas enfermas y otras[20]. La “torre de Siloé” que cayó y mató a 18 personas, desastre por todos conocido en el tiempo en que vivió nuestro Señor[21] probablemente estaba ubicada en la loma de Ofel arriba del estanque que, según Josefo, estaba cerca de la curva del viejo muro debajo de Oflas[22]. Según reza el Talmud[23], se extraía el agua del estanque en una vasija de oro para ser llevada en procesión al Templo durante la fiesta de los tabernáculos. Aunque existen vestigios de un baño herodiano y un depósito descubierto para agua, alrededor de 18 metros x 5 metros, originalmente 22 metros x 22 metros con escalones en su costado Oeste, no hay ninguna certeza de que este fuera en realidad el estanque de referencia. Se ha sugerido que el sector de la ciudad que rodea el estanque superior, se denominaba Siloé, y el inferior Estanque del Rey[24] o Gihón inferior.
Cuando Ezequías tuvo que enfrentarse con la amenaza de ser invadido por el ejército asirio comandado por Senaquerib, “cegó todas las fuentes”, vale decir, todos los riachos y canales subsidiarios que desembocaban en el Cedrón, “arroyo que corría a través del territorio”[25]. La misión Parker descubrió rastros de canales cegados más o menos en esa época. Luego el rey desvió las aguas del Gihón superior a través de un conducto o túnel hasta una cisterna superior o estanque, el método normal de almacenar agua, en el lado occidental de la ciudad de David[26]. Ben Sirá relata cómo “fortificó Ezequías su ciudad y metió agua dentro de ella; con el hierro horadó la roca y construyó cisternas para el agua”[27]. Es evidente que Ezequías protegió la nueva provisión de agua mediante la construcción de una muralla[28]. Posiblemente Isaías 22.11 se refiera a la excavación de la cisterna.
En 1880, un muchacho entró en la conducción que lleva el agua de Gihón a la piscina, descubriendo en sus paredes una inscripción de seis líneas, en hebreo muy puro e informó a su maestro, Herr Conrad Schick, quien puso la información a la disposición de los eruditos; se supone que la fecha de esta inscripción es de la época de Acaz o de Ezequías. Siendo que la erosión había borrado una parte de las tres primeras líneas, es difícil determinar algunos caracteres, pero el sentido es evidente. Se trata de la descripción de la perforación del túnel desde ambos extremos, y del encuentro, en su punto central, de los obreros, cuyos picos chocaron entre sí. La cumbre de la roca estaba a 100 codos por encima de la cabeza de los mineros. Los caracteres dan evidencia de que los escribas de Jerusalén estaban ya habituados a escribir sobre papiro o pergamino. En 1889 algunos bañistas encontraron en el estanque superior, a unos 5 metros dentro del túnel, una inscripción en escritura hebreo cursiva, ahora guardada en Estambul, que reza como sigue: “…estaba siendo excavada. Fue cortada de la siguiente manera… hachas, cada hombre enfrentando a su compañero, y mientras aun faltaban tres codos para terminar la perforación, se oyó la voz de un hombre llamando a otro, lo que indicaba que se estaba desviando hacia la derecha. Cuando se completó el túnel, los excavadores se encontraron, hombre con hombre, hacha con hacha, y el agua corrió en una extensión de 1200 codos desde el manantial hasta la cisterna. La altura de la roca encima de las cabezas de los excavadores era de 100 codos”[29].
Cuando se excavó esta extraordinaria hazaña de ingeniería judaica, las marcas de los picos y las desviaciones para lograr la unión, justamente a mitad de camino, resultaron visibles. El túnel atraviesa 540 metros ó 643 metros, Ussishkin, desviándose para evitar distintas construcciones o fallas en la configuración de las rocas, o para seguir la dirección de alguna fisura, a fin de cubrir una línea recta de 332 metros. Tiene una altura de unos 2 metros y en algunas partes sólo 50 centímetros de ancho. Los edificios existentes en la actualidad impiden cualquier comprobación arqueológica para comprobar que el estanque superior es en realidad el “depósito” de Ezequías, o que desde este las aguas pasaban por encima directamente al estanque inferior. Es probable que, en un principio, el estanque fuera subterráneo, y que el techo rocoso se haya desplomado o haya sido aprovechado como cantera de piedra en épocas más recientes.
El túnel de Ezequías tiene su punto inicial en uno anterior que canalizaba el agua del manantial de Gihón hasta el fondo de un pozo cuya boca empalma con un túnel inclinado que se dirigía a un punto en el interior de la ciudad de los jebuseos. Este sistema de pozo y túnel fue construido por los jebuseos para asegurar una provisión de agua, y es posible que sea el “canal” o “pozo de agua” que escalaron los soldados de David para capturar la ciudad[30].
Más abajo de la moderna aldea de Siloé, sobre el escarpado oriental frente al monte de Ofel, hay una cantidad de tumbas cortadas en la peña. Estas fueron preparadas para sepultar a la “hija de Faraón” y para ministros y nobles del reino de Judá. Una de ellas tenía una inscripción en hebreo, epitafio de un mayordomo real, probablemente el Sebna[31] que fue censurado por Isaías[32].
El hecho de que Jesús hubiese enviado al ciego al estanque no quiere decir que el agua de este lugar tuviese alguna propiedad curativa, sino que estaba aplicando una “prueba de fe” del ciego. Si este no hubiese ido al estanque, no sería sano. En ocasiones de nuestra vida, hay que hacer cosas que quizá no tengan sentido: ¿Es necesario el bautismo para ser salvo? ¿Acaso no puede Dios salvarme sin que tenga que meterme en el agua? Dios puede hacerlo, pero es necesario un paso de fe para recibir el don de Dios. La fe es algo que debe ejercitarse, por lo tanto es necesario obrar, no para comprar las cosas de Dios, sino para demostrar al mundo en quién hemos creído.
4. 9.8-9 De nuevo, tratemos de ponernos en las sandalias de estas personas: Durante toda la vida habían visto a un hombre ciego, todos estaban seguros que era ciego, sentado en un lugar fijo, mendigando. Ahora llega, ya no golpeando las paredes y el piso con un bastón, sino viendo, alegre, probablemente saltando por todas partes y gritando que podía ver. ¿Es sencillo creer esto? Definitivamente, ¡no! Pero era verdad.
5. 9.10 Esta pregunta es clave: Con ella se prueba que los testigos estaban seguros que este hombre era el que habían conocido ciego. No era alguien que se le pareciera. Ya no había duda.
6. 9.11 El testimonio de este hombre fue muy simple: Lo escuché darme una orden, la obedecí y ahora estoy sano.
Una vez un técnico en electrónica me decía que no entendía cómo era posible que el ser salvo fuera tan sencillo como yo se lo explicaba. Me decía que era necesario hacer algo más. Entonces yo le decía: ¿Qué debe hacer uno para que su radio funcione? Él me dijo: Asegurarse que tiene una fuente de energía y encenderlo. ¡Tan sencillo! Le dije, debe haber algo más, ¿quizá sea necesario que antes de poder escuchar música yo deba primero ir a la Universidad y estudiar por lo menos los principios de electrónica? Por supuesto que no.
Los hombres quieren hacer las cosas a “su” manera, pero de seguro es mejor hacerlas a la manera de Dios para que todo salga bien.
7. 9.12 La pregunta de estas personas no es porque estén deseosos de tener un encuentro con Jesús, sino porque cada vez que Él hacía un milagro había quienes deseaban verle para tratar de sacar provecho del asunto o porque deseaban causarle un mal.
8. 9.13-14 Es probable que algunos de los oficiales del Templo llevaran a este hombre ante los fariseos y lo hacen no porque Jesús hubiese cometido un crimen al haberle sanado, sino porque lo hizo un sábado. Es curioso que consideraran una violación al reposo el que Jesús sanara a un ciego, pero no el hecho de arrestarlo.
Llama la atención que los Adventistas del Sétimo Día insisten tanto en seguir guardando el sábado, pero Jesús, en una y otra ocasión mostró a los fariseos el error de poner el reposo en este día como lo más importante, incluso más importante que hacer el bien.
Las tradiciones son importantes, porque ellas nos recuerdan algún evento especial. No es pecado celebrar el día de la Independencia, o un cumpleaños o aniversario, pero si lo es cuando la celebración se vuelve más importante que la misericordia, la bondad y la fe.
9. 9.15 Ya el antes ciego había testificado ante sus vecinos cómo había recibido la vista, ahora lo debe hacer ante los fariseos, que en lugar de ver una opción para adorarle, lo que ven es la oportunidad de destruirle por el mero hecho de haber violado el día de reposo.
10. 9.16-17 Desde casi siempre, los hombres han inventado sus propias reglas para la vida. Cuando viene alguien que ve que estas reglas son necias y que van en contra de la lógica y del bienestar y hace las cosas contrario a lo que piensan, se convierte en un “enemigo” de la sociedad.
Lo que Jesús hacía no estaba en contra de los mandatos de Dios, sino en contra de las normas establecidas por los fariseos, pero a ellos les parecía que esto lo hacía un hijo de Satanás. Me criticaba un amigo adventista porque debo trabajar el sábado y me insistía en que eso era parte del sistema de la bestia, a lo que yo le replicaba que él se olvidaba que la Palabra de Dios dice: “El que no trabaja, que no coma”; pero no se crea que solo los adventistas tienen este concepto, hay “cristianos” que juzgan a sus hermanos por trabajar en domingo, mostrando no ser mejores que los adventistas ni los fariseos, ya que lo que tienen es una religión superficial que no logra entender que la adoración es la que se hace de corazón.
Ellos estaban divididos porque aunque había quienes consideraban que Jesús actuaba contra Dios, estaban los otros que defendían el hecho que un pecador, un violador del cuarto mandato, no podía hacer milagros. Es decir, ellos aceptaban que lo que Jesús hacía era de Dios.
Había entre los fariseos hombres como Nicodemo o José de Arimatea que reconocían que las tradiciones de los hombres habían ido sobreponiéndose a los mandatos de Dios.
Los judíos querían intimidar al que había sido ciego. No estaban interesados en su opinión, sino que estaban tras alguna prueba para destruir a Jesús. A pesar de ello, el que había sido ciego no mostró temor y se atrevió a decir lo que los fariseos no querían escuchar, dijo abiertamente que Jesús era un profeta, pero ellos querían escuchar que era un pecador.
11. 9.18-23 La actitud de los judíos no era justa. Ya muchos habían testificado que este hombre era ciego, él mismo lo había hecho, pero ahora llaman a los padres de él, pensando que quizá estos lo acusarían de ser un falso ciego, y de esta manera podrían probar que Jesús era un mentiroso. ¿Por qué creían que los padres les dirían la verdad?
Definitivamente es lógico pensar que los padres de este hombre estuvieran llenos de alegría por la salud de su hijo, pero su actitud, a diferencia del hijo, es de temor y lo que buscan es protegerse a sí mismos. Ellos dicen: “Sabemos”, porque nadie podría rebatirles. Para los fariseos aquello no era lo que esperaban. Ya vimos que la teología de los judíos era que si alguien nacía enfermo era a causa del pecado, pero estos padres no temen en decir que él había nacido ciego. Ellos no habían sido testigos del milagro, quizá si sabían que Jesús lo había sanado, pero no iban a testificar por Él, ya que estaban temerosos de los judíos porque ser expulsado de la sinagoga significaba vivir apartado de todo y de todos, era igual que ser leproso o estar muerto.
12. 9.24-25 Con el testimonio de los padres, el caso se hizo más difícil para los judíos; por ello llaman de nuevo al que había sido ciego. La idea era que él se quebrara y confesara que se había puesto de acuerdo con Jesús para hacer creer que Él había hecho un milagro.
Cuando le dicen “Da gloria a Dios”, no se refieren a que alabe a Dios, sino que entre los judíos esta era una frase que significa “dí la verdad”[33]. Ellos ya no pueden negar la realidad del milagro, pero pretenden que el antes ciego confiese un complot que no existía.
Los judíos decían saber que Jesús era pecador, pero no podían decir cuál era su pecado. En las curiosidades que hay en la historia, hace unos años en Costa Rica, una persona podía ser detenida por el solo hecho de tener cara de sospechoso. Hoy, cuando nos reímos de esa norma, preguntamos: ¿Cómo es la cara de un sospechoso? Los judíos tenían este mismo pensamiento. Jesús era pecador no porque hubiese violado la Ley de Dios, sino porque a algunos les parecía que era pecador.
Los fariseos pensaban que el que había sido ciego iba a dejarse vencer por el argumento de que Jesús era pecador, pero no esperaban la respuesta de este hombre inculto. Él les dice: Les voy a hablar de las cosas que yo comprendo, no de las que no, y la verdad es que antes yo no podía ver, pero vino este hombre que ustedes tildan de malo y me sanó y ahora puedo ver.
Ellos decían saber, pero era un conocimiento espurio.
13. 9.26-27 Los fariseos han estado tratando de encontrar alguna manera de que alguien testifique que lo que hizo Jesús merece un castigo, pero todos sus intentos han fracasado, así que volvieron a interrogar al que había sido ciego. Vuelven a preguntar lo mismo que antes: “¿Qué te hizo? ¿Cómo te abrió los ojos?”
Como que la situación se vuelve jocosa para el que había sido ciego, quien comienza a hacer una fina burla a los fariseos, al punto de hacerles una pregunta llena de ironía: “¿No será que también ustedes quieren llegar a ser sus discípulos?” Este hombre no es un acomplejado, a pesar de haber sido ciego, sino que entiende que él es el que controla la situación en este momento y por ello puede hasta hacer burla a sus inquisidores.
14. 9.28-29 Ante el comportamiento irónico del que había sido ciego, los fariseos no tienen otro recurso más que injuriarle. Ellos pretendían avergonzarlo.
Le dicen: Tú eres discípulo de él. Aunque sabían que se llamaba Jesús, se resisten a pronunciar su nombre. Piensan que llamándole su discípulo le van a afectar y para ello, se pronuncian como discípulos de Moisés, es decir, si ellos eran discípulos de Moisés, mientras que él era discípulo de Jesús, según los fariseos, él era un apóstata, sin entender que moisés mismo profetizó de este otro Profeta[34].
Una vez más hacen arrogancia de “su” sabiduría. Decían tener conocimiento que Moisés había recibido el mensaje de Dios, aunque ellos mismos no sabían lo que Dios le había dicho a Moisés, o de lo contrario habrían aceptado a Jesús.
Al decir que no sabían de dónde era Jesús, lo que están haciendo es negar la autoridad del Maestro. Aunque ellos dicen no saber de dónde es, en otras ocasiones le indican a Jesús su origen, e incluso hablan en una oportunidad de tal manera que parece una insinuación de que Jesús era hijo de fornicación[35], ya que una de las teorías que manejaban algunos judíos era que Jesús era el fruto de una violación a su madre por parte de un soldado romano. También pensaban que Jesús era originario de Galilea.
15. 9.30-33 Las respuestas de este hombre dicen que además de haber recibido la vista física, también recibió la visión espiritual, de tal manera que dejaba callados a los teólogos más reconocidos de ese tiempo. Era algo sorprendente que ellos desconocieran el origen de Jesús, el que abría los ojos a los ciegos. Los judíos no podían negar que Jesús había hecho un milagro, y el que antes fue ciego les dice que su ignorancia era sorprendente.
El hombre que había sido ciego, que nunca había tenido oportunidad de leer la Toráh, les presenta una enseñanza teológica que los fariseos no podían negar: Dios no escucha a los pecadores, hasta que estos hacen una oración de arrepentimiento, así que si Jesús era un pecador, no podría haber hecho un milagro[36], pero si por el contrario, era un hombre justo, Dios le iba a responder sus oraciones.
La sabiduría que recibió este hombre con el milagro que hizo Jesús en él nos deja boquiabiertos. No solo discute con los fariseos de teología como un igual, sino que también los hace analizar la historia: ¡Nunca nadie había abierto los ojos a un ciego de nacimiento! Ni Moisés, a quien podemos llamar el primer profeta en hacer milagros, ni Elías, Eliseo o cualquier otro de los enviados, habían hecho algo semejante. Y remata con una sentencia fulminante: “Si este no fuera de Dios, no sería capaz de hacer nada”.
El discurso del que recibió la vista tiene cuatro puntos:
a. Dios no escucha a los pecadores.
b. Dios escucha a los que hacen Su Voluntad.
c. Jesús fue escuchado por Dios.
d. Jesús es un hombre de Dios.
16. 9.34 La respuesta de los fariseos era de esperar. Así actúan hasta hoy todos los de su clase, cuando viene alguien que les dice la verdad, antes de reconocer su error, prefieren humillarle y expulsarle, para así seguir en el error.
Cuando le dicen “Tú naciste totalmente en pecado”, no se refieren, como piensan los católicos, a que él nació con el pecado original, sino que, como dijimos arriba, según la teología judía, nacer con un defecto era prueba del pecado, aunque con ello están aceptando que el hombre realmente era ciego y que no hubo ningún complot entre él y Jesús para engañar al pueblo con un falso milagro. O sea, ellos estaban de acuerdo en que hubo un milagro.
Le reclaman que él, siendo un ciego mendigo e ignorante ahora quería enseñarles a ellos, los grandes doctores de la Ley, pero era cierto, él, que no sabía leer ni escribir, quien había sido blanco de lástima toda su vida, ahora se convertía en maestro de los maestros. Él podía hacerlo porque conocía y hablaba la verdad. ¡Eso no lo podían soportar!
¿Cuál iba a ser la consecuencia? Había que expulsarle, pero la palabra que usa Juan va más allá. Strong define la palabra ekbálo como “expulsar (literalmente o figurativamente):-echar, enviar, excluir, expulsar, impulsar, dejar, desechar, despedir, sacar”. Es probable que no solo se contentaran con darle una carta en donde le comunicaban que estaba cortado de comunión y que ya no podría ser más parte de la sinagoga, por lo que no podría gozar de los beneficios de ser miembro de ella, sino que da la idea que pudo haber hasta violencia física.
17. 9.35-38 La noticia de la expulsión del hombre llegó a Jesús, que le buscó. Es gratificante saber que el señor busca a los suyos y los halla y a pesar de que todos los demás nos den la espalda, Él está para alentarnos y protegernos.
Jesús es directo. De seguro que Jesús sabía que este hombre creía en Él. Ya lo había demostrado ante los fariseos, pero era necesaria una confesión. Hay muchos que dicen ser cristianos, pero no confiesan a Jesús como su Señor ni viven como que Él lo sea.
Ante la pregunta directa de Jesús, el hombre responde también con otra pregunta directa: “¿Y quién es Señor, para que crea en él?” No se iba a andar por las ramas, no iba a preguntar por la exégesis que tenía de las Escrituras, ni si se había graduado en un instituto bíblico, etc.
Jesús, tal y como había hecho con la mujer samaritana, se revela directamente ante este hombre. “Le has visto y Él está hablando contigo”, le dijo. Es curioso que lo hiciera de esta manera ante estas dos personas de extracción humilde, mientras que ante los sacerdotes, rabinos y ante el mismo procurador romano no lo hiciera directamente.
Al igual que la samaritana, que fue evolucionando el concepto que tenía de Jesús de “judío”, luego fue “Señor”, después fue “un profeta”, pero al final es “el Ungido”, el que había sido ciego primero dijo: “Aquél hombre, el que llaman Jesús”; luego, “Es un profeta”; después dice que vino de Dios y al final dice: “Estoy creyendo Señor”, y se postra, cae derribado en sus rodillas con el rostro a tierra ante Jesús, en un acto que bien podía haberle costado la vida ya que para los judíos podía representar idolatría y aquí es necesario que le subrayemos el pasaje a los russellistas que se niegan a aceptar que Jesús es Dios, cuando Él mismo aceptó la adoración de este hombre, mientras que el ángel de Revelación 19.10 se negó a aceptarla de Juan.
18. 9.39 Hay quienes dicen que la misión de Jesús en su primera venida fue solo una de misericordia y salvación, pero Él aclara que vino al mundo para sentenciar, para juzgar, para establecer requisitos para poder gozar del reino eterno.
Los fariseos creían ser los iluminados, los correctos, únicos poseedores de la verdad absoluta; pero aunque su teoría era casi correcta, en la práctica estaban perdidos. Ellos se habían dedicado tanto a estudiar las Escrituras que perdieron de vista el espíritu de ellas.
19. 9.40-41 Los fariseos se creían a si mismos como los guías de la nación, sus guardianes, pero en realidad no veían más allá de su nariz.
[1] Juan 2.
[2] Juan 4.
[3] Juan 5.
[4] Juan 6.
[5] Juan 6.
[6] Juan 9.
[7] Juan 11.
[8] CST-IBS.
[9] Nácar-Colunga.
[10] Reina-Valera 1960.
[11] Reina-Valera 1865.
[12] Reina-Valera 1989.
[13] Scío de San Miguel.
[14] Sagradas Escrituras en Español.
[15] Traducción Kadosh Israelita Mesíanica de Estudio
[16] Versión Moderna.
[17] Fuente de la Virgen.
[18] Josefo, Guerras 5.4,1-2.
[19] Nehemías 3.15.
[20] Juan 9.7-11.
[21] Lucas 13.4.
[22] Josefo, Guerras de los judíos 5.145.
[23] Sukkoth 4.9.
[24] Nehemías 2.14.
[25] 2 Crónicas 32.4.
[26] 2 Reyes 20.20.
[27] Eclesiástico 48.17–19.
[28] 2 Crónicas 32.30.
[29] D. J. Wiseman, IBAIBA D. J. Wiseman, Ilustraciones de Arqueología Bíblica, 1958, páginas 61–64.
[30] 2 Samuel 5.8.
[31] Isaías 22.15-16.
[32] Diccionario Certeza; Diccionario Fredy; Diccionario Tenney.
[33] Josué 7.19.
[34] Deuteronomio 18.15-19.
[35] Juan 8.41.
[36] Juan 3.2; 1 Samuel 8.18; Job 35.12; Salmos 18.41, 66.18; Proverbios 1.28, 15.29, 28.9; Isaías 1.15; Jeremías 11.11, 14.12.