CONCLUSIÓN
Todos
los creyentes estamos convencidos de que Dios es un Dios de orden[1],
pero como dijimos antes, hay una gran escases de programas para la preparación
de los líderes en el campo administrativo. Pero como en la Academia Bíblica
Cristiana somos sabedores de esta necesidad, hemos preparado con mucho amor
este curso, que esperamos haya sido y siga siendo de mucha bendición para toda
la Iglesia en general.
Tal vez, si las Iglesias procuraran mantenerse de una forma más ordenada en todos los sentidos, si todas las bendiciones que el Señor nos regala fueran usadas de la manera más correcta, sin abusos y sin actitudes que hagan a muchos el dudar de la sabiduría e incluso de la honradez de los administradores, podríamos ver a muchas personas que ofrendarían con un corazón más dispuesto y la Obra de Dios se extendería con mayor rapidez.
Somos conscientes de que quizá falten algunos tópicos que tratar en este tema, por lo que estamos abiertos a escuchar sugerencias para mejorar el curso, así como todos los demás que hemos hecho y haremos, pero nuestra idea con este material es que a partir de aquí, la Iglesia, las familias y cada miembro en particular, se conviertan en buenos administradores de la multiforme gracia de Dios[2].
Oremos para que Dios bendiga a todos los hermanos y hermanas que tienen la gran responsabilidad de dirigir y administrar la Iglesia. Ellos hacen las cosas, en la mayoría de los casos, de muy buena voluntad y sin recibir ninguna remuneración a cambio, pensando en que sirven al Señor y no a los hombres.
Dios les bendiga.
[1] 1 Corintios 14.40.
[2] 1 Pedro 4.10.
Tal vez, si las Iglesias procuraran mantenerse de una forma más ordenada en todos los sentidos, si todas las bendiciones que el Señor nos regala fueran usadas de la manera más correcta, sin abusos y sin actitudes que hagan a muchos el dudar de la sabiduría e incluso de la honradez de los administradores, podríamos ver a muchas personas que ofrendarían con un corazón más dispuesto y la Obra de Dios se extendería con mayor rapidez.
Somos conscientes de que quizá falten algunos tópicos que tratar en este tema, por lo que estamos abiertos a escuchar sugerencias para mejorar el curso, así como todos los demás que hemos hecho y haremos, pero nuestra idea con este material es que a partir de aquí, la Iglesia, las familias y cada miembro en particular, se conviertan en buenos administradores de la multiforme gracia de Dios[2].
Oremos para que Dios bendiga a todos los hermanos y hermanas que tienen la gran responsabilidad de dirigir y administrar la Iglesia. Ellos hacen las cosas, en la mayoría de los casos, de muy buena voluntad y sin recibir ninguna remuneración a cambio, pensando en que sirven al Señor y no a los hombres.
Dios les bendiga.
[1] 1 Corintios 14.40.
[2] 1 Pedro 4.10.