Capítulo 16
5. Consejo sobre la recolección para Jerusalén.
16.1-4 Cambia de tema completamente. Ahora se va a referir a un punto que aparentemente ya habían discutido, pero quedaban asuntos sin definir con los corintios, aunque ya lo había hecho en otras congregaciones. Pablo está hablando de la colecta de beneficencia para los cristianos de Jerusalén. En realidad no sabemos la razón de la necesidad tan apremiante en Jerusalén. Aunque al estudiar la segunda epístola a los corintios veremos que la colecta fue fructífera.
Pablo ya había instruido a las congregaciones en Galacia, usando su autoridad como Enviado, y quería que todas lo hicieran de igual forma. Hoy hay quienes quieren que en la Iglesia se hagan cosas que nunca se hicieron en la Iglesia del siglo I, aduciendo que eso va a atraer más gente a la Iglesia, etc., pero eso no es bíblico, la Iglesia debe sujetarse a hacer como hicieron los primeros creyentes. Hoy no hay Enviados para establecer nuevas maneras de cómo hacer las cosas en la Iglesia, por lo que es nuestro deber ajustarnos al ejemplo bíblico.
Este es uno de los pasajes que reflejan mejor la costumbre que había en la Iglesia de reunirse el primer día de la semana, es decir, el domingo, ya que fue un domingo en que resucitó el Señor, así como fue un domingo que inició la Iglesia, y por lo tanto era el domingo el día en que se tomaba la Cena del Señor. Debido a que según el ejemplo bíblico el domingo es el día de reunión de la Iglesia, lo más lógico era que ellos llevaran el dinero para la colecta y lo recogieran ese día. No se está refiriendo a que el domingo cada cual iba a separar y guardar el dinero en su casa, eso no tendría sentido puesto que cada uno está en su casa todos los días, pero era el domingo en que se reunían como Iglesia.
Notemos además que esta era una responsabilidad de cada uno, es decir, de todos los miembros de la Iglesia; el que tenía más, debía guardar más, el que menos, menos. Nunca podré olvidar la vez que decidimos comprar el local donde nos reuníamos y pensamos que un año sería suficiente tiempo para juntar el dinero, así que cada cual, de acuerdo a sus posibilidades ofreció dar, unos 100 mil, otros 75 mil, otros 50 mil, y así hasta la persona que menos podía ofreció esforzarse y aportar 5 mil en un año; pero al cabo de 8 meses habíamos reunido toda la cantidad necesaria y aún sobraba para hacer unas mejoras; así que decidimos revisar las cuentas y nos encontramos que quien había ofrecido 100 mil había dado 200 mil, el que ofreció 75 mil, dio 150 mil, etc., habiendo todos duplicado la cantidad de dinero en menos de un año y sin que nadie sufriera necesidades.
¿Qué iban a hacer con el dinero que recogían cada domingo? Guardarlo en un fondo común, lo iban a atesorar, para que en el momento en que Pablo llegara a Corinto no hubiese necesidad de recoger ofrendas. Es posible que Pablo pensara que en el momento en que él llegara a Corinto quizá algunos dirían: “En este momento no puedo dar nada”, “No ha llegado la paga”, etc., pero si lo iban recogiendo con tiempo no iba a haber problemas porque el fondo común estaría guardado esperando la llegada del Enviado.
Debemos notar también que Pablo no está poniendo cantidades ni porcentajes. Él deja a discreción de cada persona lo que va a ofrendar. Es importante que cada uno de nosotros tome la decisión de lo que quiere dar, y que nadie le juzgue. He sido testigo de cómo algunos predicadores exhortan a la congregación a dar, pero en lugar de ministros del Evangelio parecen vendedores de una subasta. También he escuchado expresiones desde los púlpitos en donde se juzga duramente a los que dieron poco. ¡No estoy puesto por ministro para promover colectas, sino para buscar almas perdidas! Cada uno debe decidir lo que dará al Señor y a su Obra.
Es importante establecer que aunque en este pasaje se refiere a una colecta especial que estaban haciendo los hermanos de las diferentes congregaciones para ayudar a los de Jerusalén, es el ejemplo bíblico, y único ejemplo, para recoger fondos para la Iglesia, ya sea para pagar el salario del siervo, para comprar alguna cosa para la Iglesia, para ayudar a los pobres, etc. ¡No existe otra manera diferente para recoger fondos! No hay ningún ejemplo de que en la Iglesia se hacían rifas, se lavaban autos, se vendían comidas, etc. Cuando se practican estas cosas se procede mal y es contra la Voluntad de Dios, por lo tanto, aunque sea de beneficio para la Iglesia, se está pecando.
¿Qué iba a pasar con el dinero cuando Pablo llegara? Los corintios debían nombrar a algunos a través de cartas para aprobarlos, y a estos Pablo los iba a comisionar para que transportaran el dinero a Jerusalén. Para Pablo era muy importante que todo fuera transparente, que ninguno pudiera tratar de utilizar esta situación o ninguna otra para culparlo de algo, así que enviando el dinero en manos de varias personas elegidas por los mismos que habían recogido la colecta era una forma de hacer ver que no era que él estuviera pensando en dejarse el dinero. Este es un buen ejemplo para los predicadores de hoy, ¡por nada del mundo se hagan cargo del dinero de la Iglesia! Nombren a dos o tres encargados de la tesorería y déjenlos a ellos contar el dinero, hacer el reporte a la Iglesia y depositar el dinero en una cuenta bancaria o en un lugar seguro, para evitar cualquier tipo de fraude o murmuración.
Pablo no sabía si iba a ir a Jerusalén, aunque Lucas después nos dice que sí[1].
[1] Hechos 20.3-4.
16.1-4 Cambia de tema completamente. Ahora se va a referir a un punto que aparentemente ya habían discutido, pero quedaban asuntos sin definir con los corintios, aunque ya lo había hecho en otras congregaciones. Pablo está hablando de la colecta de beneficencia para los cristianos de Jerusalén. En realidad no sabemos la razón de la necesidad tan apremiante en Jerusalén. Aunque al estudiar la segunda epístola a los corintios veremos que la colecta fue fructífera.
Pablo ya había instruido a las congregaciones en Galacia, usando su autoridad como Enviado, y quería que todas lo hicieran de igual forma. Hoy hay quienes quieren que en la Iglesia se hagan cosas que nunca se hicieron en la Iglesia del siglo I, aduciendo que eso va a atraer más gente a la Iglesia, etc., pero eso no es bíblico, la Iglesia debe sujetarse a hacer como hicieron los primeros creyentes. Hoy no hay Enviados para establecer nuevas maneras de cómo hacer las cosas en la Iglesia, por lo que es nuestro deber ajustarnos al ejemplo bíblico.
Este es uno de los pasajes que reflejan mejor la costumbre que había en la Iglesia de reunirse el primer día de la semana, es decir, el domingo, ya que fue un domingo en que resucitó el Señor, así como fue un domingo que inició la Iglesia, y por lo tanto era el domingo el día en que se tomaba la Cena del Señor. Debido a que según el ejemplo bíblico el domingo es el día de reunión de la Iglesia, lo más lógico era que ellos llevaran el dinero para la colecta y lo recogieran ese día. No se está refiriendo a que el domingo cada cual iba a separar y guardar el dinero en su casa, eso no tendría sentido puesto que cada uno está en su casa todos los días, pero era el domingo en que se reunían como Iglesia.
Notemos además que esta era una responsabilidad de cada uno, es decir, de todos los miembros de la Iglesia; el que tenía más, debía guardar más, el que menos, menos. Nunca podré olvidar la vez que decidimos comprar el local donde nos reuníamos y pensamos que un año sería suficiente tiempo para juntar el dinero, así que cada cual, de acuerdo a sus posibilidades ofreció dar, unos 100 mil, otros 75 mil, otros 50 mil, y así hasta la persona que menos podía ofreció esforzarse y aportar 5 mil en un año; pero al cabo de 8 meses habíamos reunido toda la cantidad necesaria y aún sobraba para hacer unas mejoras; así que decidimos revisar las cuentas y nos encontramos que quien había ofrecido 100 mil había dado 200 mil, el que ofreció 75 mil, dio 150 mil, etc., habiendo todos duplicado la cantidad de dinero en menos de un año y sin que nadie sufriera necesidades.
¿Qué iban a hacer con el dinero que recogían cada domingo? Guardarlo en un fondo común, lo iban a atesorar, para que en el momento en que Pablo llegara a Corinto no hubiese necesidad de recoger ofrendas. Es posible que Pablo pensara que en el momento en que él llegara a Corinto quizá algunos dirían: “En este momento no puedo dar nada”, “No ha llegado la paga”, etc., pero si lo iban recogiendo con tiempo no iba a haber problemas porque el fondo común estaría guardado esperando la llegada del Enviado.
Debemos notar también que Pablo no está poniendo cantidades ni porcentajes. Él deja a discreción de cada persona lo que va a ofrendar. Es importante que cada uno de nosotros tome la decisión de lo que quiere dar, y que nadie le juzgue. He sido testigo de cómo algunos predicadores exhortan a la congregación a dar, pero en lugar de ministros del Evangelio parecen vendedores de una subasta. También he escuchado expresiones desde los púlpitos en donde se juzga duramente a los que dieron poco. ¡No estoy puesto por ministro para promover colectas, sino para buscar almas perdidas! Cada uno debe decidir lo que dará al Señor y a su Obra.
Es importante establecer que aunque en este pasaje se refiere a una colecta especial que estaban haciendo los hermanos de las diferentes congregaciones para ayudar a los de Jerusalén, es el ejemplo bíblico, y único ejemplo, para recoger fondos para la Iglesia, ya sea para pagar el salario del siervo, para comprar alguna cosa para la Iglesia, para ayudar a los pobres, etc. ¡No existe otra manera diferente para recoger fondos! No hay ningún ejemplo de que en la Iglesia se hacían rifas, se lavaban autos, se vendían comidas, etc. Cuando se practican estas cosas se procede mal y es contra la Voluntad de Dios, por lo tanto, aunque sea de beneficio para la Iglesia, se está pecando.
¿Qué iba a pasar con el dinero cuando Pablo llegara? Los corintios debían nombrar a algunos a través de cartas para aprobarlos, y a estos Pablo los iba a comisionar para que transportaran el dinero a Jerusalén. Para Pablo era muy importante que todo fuera transparente, que ninguno pudiera tratar de utilizar esta situación o ninguna otra para culparlo de algo, así que enviando el dinero en manos de varias personas elegidas por los mismos que habían recogido la colecta era una forma de hacer ver que no era que él estuviera pensando en dejarse el dinero. Este es un buen ejemplo para los predicadores de hoy, ¡por nada del mundo se hagan cargo del dinero de la Iglesia! Nombren a dos o tres encargados de la tesorería y déjenlos a ellos contar el dinero, hacer el reporte a la Iglesia y depositar el dinero en una cuenta bancaria o en un lugar seguro, para evitar cualquier tipo de fraude o murmuración.
Pablo no sabía si iba a ir a Jerusalén, aunque Lucas después nos dice que sí[1].
[1] Hechos 20.3-4.