e. Cuerpos de los muertos resucitados.
15.35-50 Pablo va a poner punto final a los que niegan la resurrección, la cual es parte esencial de la doctrina cristiana. El siguiente razonamiento lo hace para responder a los que se preguntan sobre el cuerpo de los resucitados. Muchos hombres buscan razonar los misterios celestiales, y pretenden, con esa lógica, minimizar lo espiritual con lo material, sin comprender que es más profundo lo espiritual.
Esta pregunta que se hacían ciertos corintios sigue siendo planteada por los incrédulos de hoy: ¿Cómo van a resucitar los que fueron despedazados por los tiburones en el mar, los que son quemados y esparcidos en diferentes lugares, etc.? Para ellos es ilógico pensar en una resurrección porque limitan el poder de Dios. Han llegado a razonar que únicamente es posible la resurrección con el mismo cuerpo que tenemos en el presente. Este es un pensamiento de una persona que ha llegado a llenarse tanto de orgullo que ha llegado a creer que solo su pensamiento es correcto, y por ende, tratar de esperar un milagro hecho por Dios le parece una imposibilidad. ¡Los muertos no resucitarán por un poder propio, sino porque Dios lo va a hacer!
Aunque ellos se creían grandes pensadores, Pablo les grita: ¡Irrazonables!, lo que es lo mismo que “incrédulos”, “necios”. Son personas que hacen sin detenerse a meditar bien las cosas.
Ahora va a darles una explicación con ejemplos cotidianos. ¿Qué se necesita para tener una nueva planta? Es necesario que la semilla sea plantada y muera. Es necesario entonces que para cualquier resurrección se dé primero la muerte. La nueva planta necesita que la semilla se pudra, para resurgir.
Lo que se siembra no es la nueva planta, sino el grano. La planta es más gloriosa que el grano, así cuando alguien muere, es simplemente una cáscara que no tiene ningún valor, pero cuando resucite será diferente. Aún así, la planta necesita el grano para poder nacer, y el cuerpo resucitado necesita del cuerpo muerto para surgir. Y tampoco podemos creer que la planta será igual que el grano, así tampoco será el cuerpo resucitado igual que el cuerpo muerto. Este es un mismo principio para todas las plantas.
No todos los seres vivos somos iguales, hay seres ápodos, bípedos, cuadrúpedos, hexápodo, octópodos, etc., así también hay seres que viven bajo tierra, otros sobre tierra, otros en el agua, etc., hay seres que son plantas, insectos, otros mamíferos, ovíparos, etc. Todos son diferentes, pero ¡todos somos creación de Dios! Dios es quien define cómo será el cuerpo de acuerdo a Su plan. Desde el principio, las aves generan aves, los mamíferos, mamíferos, y las plantas, plantas; la hipótesis de la evolución necesita más fe para ser creída que la verdad de la Creación. Dios es quien decidió cómo sería cada planta y cuál semilla la produciría, y así como lo hizo para este mundo material, lo hará también para el espiritual, por lo que los que dudan cómo será ese cuerpo pierden el tiempo tratando de hacer razonamientos.
Todos sabemos que la carne de los diferentes seres vivos es diferente, y la de los humanos no es igual a la de los animales que él come. Por lo tanto, no podemos pensar que este cuerpo que tenemos en la tierra está capacitado para permanecer en la eternidad ya que este cuerpo es corruptible, se desgasta, por ello necesitamos un cuerpo nuevo, uno transformado; por lo que necesitamos ser resucitados con un cuerpo glorificado.
Al hablar de cuerpos celestiales Pablo no se refiere al de los ángeles, sino las estrellas y planetas, que son, y así lo ha demostrado la ciencia, diferentes en composición en comparación a la tierra.
Cada cuerpo celestial tiene diferente tipo de resplandor, lo que también ha sido demostrado por la ciencia, y de esta manera Pablo ilustra que los seres resucitados serán diferentes de los no resucitados. Si Dios puede gobernar sobre todos los cuerpos celestiales, ¿no ha de gobernar sobre los cuerpos de los resucitados? Si Dios ha hecho la diferencia entre los cuerpos celestes de acuerdo a Su propósito, ¿tiene algo de extraño que haya hecho diferentes tipos de cuerpo para las distintas etapas que pasamos los seres humanos?
Pablo usa otra ilustración para hacer cómo Dios nos va a cambiar el cuerpo, ya que al enterrar un cuerpo muerto, este se descompone, pero el día de la resurrección saldrá un cuerpo incorruptible.
Nuestro cuerpo natural desde que nacemos trae la consecuencia de irse descomponiendo. Podemos decir que al nacer comenzamos a morir. Nacemos, crecemos, y llegamos a un punto en donde alcanzamos nuestro mayor auge, pero después de eso comenzamos a decaer y en pocos años toda nuestra fortaleza va desapareciendo. Hace unos pocos años tenía la fuerza para hacer muchas cosas que hoy me son muy difíciles.
El cuerpo muerto debe ser enterrado rápidamente porque en pocas horas comenzará a corromperse y el hedor que despedirá será enfermizo. Ya no tiene ninguna gloria, aunque hasta quizá pocos años antes era un ejemplo de hermosura y salud. Pero el día de la resurrección tendrá una nueva gloria.
Hace unos años leí un artículo sobre Charles Atlas, o Angelo Siciliano, natural de Acri, Calabria, Italia, que a los once años se mudó a Brooklyn, Nueva York. Era un niño bastante pequeño y débil más de lo normal, por lo cual a partir de su adolescencia empezó a recibir abusos por parte de los demás adolescentes a raíz de ser un joven muy flaco y bastante débil de salud. La mala relación que tenía con sus compañeros, fue una de las causas que le hizo perder el interés en la escuela, por lo que durante un tiempo tuvo una vida errática, muy lejos de su objetivo de lograr sacar a flote a su pobre y reducida familia. Durante una noche del Día de Brujas, el debilucho Siciliano fue golpeado fuertemente por otro chico, lo cual comenzaría a cambiar su vida y su físico, y a gestar la leyenda de Charles Atlas. Ya con ganas de modificar su triste vida, Angelo se dirigió al Museo de Brooklyn, donde quedo impresionado por el tamaño de los músculos de Hércules. En aras de llegar a tener ese físico, para solucionar los “problemas” que tenía con sus pares, se dirigió al gimnasio de la Asociación Cristiana de Jóvenes para comenzar una intensa rutina de entrenamiento. Luego de un período de entrenamiento en el gimnasio de la YMCA, también incorporó a su casa una barra con pesas, así como dos piedras para levantar. También se anotó en el curso de correo de Swoboda y exploración de fortaleza física. De esta forma, comenzó a dedicar casi todo el tiempo de su vida al estudio y el desarrollo del físico, pero los resultados eran igualmente menores a los esperados. Cierto día, luego de estudiar un tigre en el zoológico, Siciliano concluyó que la forma en que mejor se podían desarrollar los músculos, era oponiéndolos y presionándolos justamente contra otros músculos. Por lo tanto, abandonó sus barras de pesas y empezó a preparar un juego de cuerdas para poner entre los dedos, las manos, las piernas y los muslos. Fue así como luego de entrenar con este original equipo que había inventado, que constaba solo de cuerdas, Siciliano duplicó su peso y desarrolló un gran físico en muy poco tiempo. Entonces, en la Noche de Brujas del ese año, volvió a encontrarse con su antiguo agresor para propinarle una paliza que ese joven jamás olvido. Para ese entonces, su pecho ya tenía un impresionante tamaño de 136 centímetros, y sus bíceps eran de 42,5 centímetros. Sus amigos de la YMCA observaron que se parecía a una estatua de Atlas, que se encontraba en la esquina de de un banco cercano que se estaba construyendo, por lo que lo apodaron con ese nombre. A Siciliano le gustó tanto, que cambió legalmente su nombre por el de Charles Atlas. Luego, Atlas empezó a trabajar como forzudo en un circo de la Isla de Coney, donde hacía un espectáculo que consistía en romper guías telefónicas por la mitad, y en clavar clavos a través de bloques de madera, solo con sus manos. Pero no fueron estas exhibiciones las que llevaron a Charles Atlas a la fama, sino un acontecimiento imprevisto. Cierto tarde, Atlas vio como unos remeros que se encontraban cerca del Dique de la Playa de Brooklyn habían perdido sus remos, por lo que se encontraban navegando a la deriva, alejándose cada vez más de la costa. Fue así como Atlas comenzó a nadar para salvar a estas personas, atándose una cuerda que había en el bote a su cintura, para luego hacerlo en la punta del mismo, y así remolcarlo hasta la costa. Este suceso lo trajo una relativa popularidad, y fue gracias a una foto que le habían tomado para un diario local, que un artista fotográfico lo conoció y convocó para posar como modelo para escultores. En 1922 la revista “Cultura Física” lo eligió como el hombre más perfectamente desarrollado en el mundo. El título y el premio monetario lo ayudaron a establecer un negocio consistente en realizar cursos de desarrollo muscular por correo. Las publicidades aparecieron en casi todas las historietas y revistas, que decían que el “Hombres Tigre” los ayudaría a lograr lo que ellos siempre quisieron. Su objetivo, era demostrar que un físico bello ayudaba a lograr éxitos financieros y mejor calidad de vida. Sin embargo, el curso no tuvo la respuesta esperada, por lo que el publicista Charles Roman tomo el marketing de los anuncios en 1928, y re-escribió los mismos. Para esto, acuñó el término de “tensión dinámica”, para describir los ejercicios isométricos de Atlas. Estos anuncios fueron complementados con apariciones personales de Charles Atlas, donde entregaba todo tipo de recuerdos. Además, en estas nuevas promociones, por solo US$ 30 los suscriptores podían obtener todo un programa de entrenamiento, consistente en doce lecciones que hacían referencia a una gran cantidad de ítems, como tracciones, respiración correcta, brazos presionándose contra sí mismos, relajación y dieta. La construcción de un férreo carácter era también una parte esencial del programa de desarrollo muscular. Para la década del treinta, el negocio de Atlas comenzó a consolidarse, y abrió oficinas en Londres y Buenos Aires, incorporando a sus cursos a estudiantes de todas partes del mundo, incluyendo a los célebres Max Baer y Rocky Marciano. Los cursos se vendieron a más de seis millones de hombres que aspiraban a tener el cuerpo de Charles Atlas, lo cual hizo de él un hombre muy rico. Atlas compró un hogar costero en Point Lookout, Long Island y otro en Palm Beach, Florida, para vivir entre esas dos bellas localidades de los Estados Unidos. Cuando envejeció, siguió con su activa vida construyendo muebles con madera reciclada, trabajando en el New York City Atlétic Club, y continuando posando para fotografías de publicidad, como un septuagenario asombrosamente energético cuerpo. Charles Atlas murió de un ataque al corazón en 1972[1]. Si bien es cierto que este hombre logró desarrollar mucho su cuerpo y se convirtió en un ejemplo de superación, llegó el momento en que tenía que morir y ahí no importó todo el ejercicio ni su fenomenal físico. Murió y hubo que enterrarlo como a todos los demás. No tuvo más poder que la muerte. Pero llegará el día en que los que hayan muerto en Cristo se levantarán en poder, venciendo a la muerte.
Se siembra un cuerpo físico, uno de carne y hueso, pero resucitará uno espiritual, un cuerpo inmortal. Será un cuerpo adaptado para la eternidad. No podemos negar entonces que hay un cuerpo para vivir en esta esfera, y habrá un cuerpo nuevo, un cuerpo especial para vivir en la esfera espiritual.
Pablo hace una referencia a Génesis 2.7 cuando habla del primer hombre, esto es, Adán, de quien todos descendemos y de quien todos tenemos, además del cuerpo físico, un alma viviente. Este cuerpo de Adán fue hecho para vivir en el plano material. Pero el último Adán, Cristo, es diferente. Si por el primer Adán recibimos el cuerpo material, por el último Adán recibimos el cuerpo espiritual, el glorificado, con el que podremos vivir en la eternidad.
No podemos pensar que al decir que lo espiritual no es primero le da más importancia a la carne, sino que está dando un orden cronológico en el plan de Dios. Primero tenía que venir el primer Adán, el físico, y después el último Adán, el espiritual.
El hombre físico es hecho de los materiales de la tierra, por eso está diseñado para vivir en el plano material. Pero el segundo hombre es espiritual, viene del cielo. Es un ser celestial.
Lo que es materia debe ser tratado como material, es pasajero; pero lo que es celestial debe ser tratado como celestial, es eterno.
El hombre en su estado natural lleva consigo la imagen del primer Adán con todas sus flaquezas, pero en la resurrección llevará la imagen del Adán celestial, la de Cristo.
Los corintios se preguntaban con qué cuerpo se daría la resurrección, por lo que Pablo les responde que de hecho no podrá ser con el cuerpo terrenal. ¡Qué triste es saber que millones de personas gastan recursos en mantener su cuerpo de la mejor manera, pero no dedican ni el más mínimo tiempo para mejorar su espíritu! El cuerpo físico no podrá entrar al cielo, por eso será transformado.
Al hablar de “Reino de Dios”, cuando se refiere al momento de que está en la tierra, habla de la Iglesia, el cuerpo de Cristo conformado por todos los creyentes en todo lugar. Cuando habla del momento después de la resurrección, como en este caso, se refiere al Cielo.
Concluye Pablo este pasaje haciendo la diferencia entre corrupción, todo aquello que se envejece y llegará a morir para luego podrirse, de la incorrupción, lo que no se envejece ni morirá porque es eterno.
[1] Wikipedia. Charles Atlas.
15.35-50 Pablo va a poner punto final a los que niegan la resurrección, la cual es parte esencial de la doctrina cristiana. El siguiente razonamiento lo hace para responder a los que se preguntan sobre el cuerpo de los resucitados. Muchos hombres buscan razonar los misterios celestiales, y pretenden, con esa lógica, minimizar lo espiritual con lo material, sin comprender que es más profundo lo espiritual.
Esta pregunta que se hacían ciertos corintios sigue siendo planteada por los incrédulos de hoy: ¿Cómo van a resucitar los que fueron despedazados por los tiburones en el mar, los que son quemados y esparcidos en diferentes lugares, etc.? Para ellos es ilógico pensar en una resurrección porque limitan el poder de Dios. Han llegado a razonar que únicamente es posible la resurrección con el mismo cuerpo que tenemos en el presente. Este es un pensamiento de una persona que ha llegado a llenarse tanto de orgullo que ha llegado a creer que solo su pensamiento es correcto, y por ende, tratar de esperar un milagro hecho por Dios le parece una imposibilidad. ¡Los muertos no resucitarán por un poder propio, sino porque Dios lo va a hacer!
Aunque ellos se creían grandes pensadores, Pablo les grita: ¡Irrazonables!, lo que es lo mismo que “incrédulos”, “necios”. Son personas que hacen sin detenerse a meditar bien las cosas.
Ahora va a darles una explicación con ejemplos cotidianos. ¿Qué se necesita para tener una nueva planta? Es necesario que la semilla sea plantada y muera. Es necesario entonces que para cualquier resurrección se dé primero la muerte. La nueva planta necesita que la semilla se pudra, para resurgir.
Lo que se siembra no es la nueva planta, sino el grano. La planta es más gloriosa que el grano, así cuando alguien muere, es simplemente una cáscara que no tiene ningún valor, pero cuando resucite será diferente. Aún así, la planta necesita el grano para poder nacer, y el cuerpo resucitado necesita del cuerpo muerto para surgir. Y tampoco podemos creer que la planta será igual que el grano, así tampoco será el cuerpo resucitado igual que el cuerpo muerto. Este es un mismo principio para todas las plantas.
No todos los seres vivos somos iguales, hay seres ápodos, bípedos, cuadrúpedos, hexápodo, octópodos, etc., así también hay seres que viven bajo tierra, otros sobre tierra, otros en el agua, etc., hay seres que son plantas, insectos, otros mamíferos, ovíparos, etc. Todos son diferentes, pero ¡todos somos creación de Dios! Dios es quien define cómo será el cuerpo de acuerdo a Su plan. Desde el principio, las aves generan aves, los mamíferos, mamíferos, y las plantas, plantas; la hipótesis de la evolución necesita más fe para ser creída que la verdad de la Creación. Dios es quien decidió cómo sería cada planta y cuál semilla la produciría, y así como lo hizo para este mundo material, lo hará también para el espiritual, por lo que los que dudan cómo será ese cuerpo pierden el tiempo tratando de hacer razonamientos.
Todos sabemos que la carne de los diferentes seres vivos es diferente, y la de los humanos no es igual a la de los animales que él come. Por lo tanto, no podemos pensar que este cuerpo que tenemos en la tierra está capacitado para permanecer en la eternidad ya que este cuerpo es corruptible, se desgasta, por ello necesitamos un cuerpo nuevo, uno transformado; por lo que necesitamos ser resucitados con un cuerpo glorificado.
Al hablar de cuerpos celestiales Pablo no se refiere al de los ángeles, sino las estrellas y planetas, que son, y así lo ha demostrado la ciencia, diferentes en composición en comparación a la tierra.
Cada cuerpo celestial tiene diferente tipo de resplandor, lo que también ha sido demostrado por la ciencia, y de esta manera Pablo ilustra que los seres resucitados serán diferentes de los no resucitados. Si Dios puede gobernar sobre todos los cuerpos celestiales, ¿no ha de gobernar sobre los cuerpos de los resucitados? Si Dios ha hecho la diferencia entre los cuerpos celestes de acuerdo a Su propósito, ¿tiene algo de extraño que haya hecho diferentes tipos de cuerpo para las distintas etapas que pasamos los seres humanos?
Pablo usa otra ilustración para hacer cómo Dios nos va a cambiar el cuerpo, ya que al enterrar un cuerpo muerto, este se descompone, pero el día de la resurrección saldrá un cuerpo incorruptible.
Nuestro cuerpo natural desde que nacemos trae la consecuencia de irse descomponiendo. Podemos decir que al nacer comenzamos a morir. Nacemos, crecemos, y llegamos a un punto en donde alcanzamos nuestro mayor auge, pero después de eso comenzamos a decaer y en pocos años toda nuestra fortaleza va desapareciendo. Hace unos pocos años tenía la fuerza para hacer muchas cosas que hoy me son muy difíciles.
El cuerpo muerto debe ser enterrado rápidamente porque en pocas horas comenzará a corromperse y el hedor que despedirá será enfermizo. Ya no tiene ninguna gloria, aunque hasta quizá pocos años antes era un ejemplo de hermosura y salud. Pero el día de la resurrección tendrá una nueva gloria.
Hace unos años leí un artículo sobre Charles Atlas, o Angelo Siciliano, natural de Acri, Calabria, Italia, que a los once años se mudó a Brooklyn, Nueva York. Era un niño bastante pequeño y débil más de lo normal, por lo cual a partir de su adolescencia empezó a recibir abusos por parte de los demás adolescentes a raíz de ser un joven muy flaco y bastante débil de salud. La mala relación que tenía con sus compañeros, fue una de las causas que le hizo perder el interés en la escuela, por lo que durante un tiempo tuvo una vida errática, muy lejos de su objetivo de lograr sacar a flote a su pobre y reducida familia. Durante una noche del Día de Brujas, el debilucho Siciliano fue golpeado fuertemente por otro chico, lo cual comenzaría a cambiar su vida y su físico, y a gestar la leyenda de Charles Atlas. Ya con ganas de modificar su triste vida, Angelo se dirigió al Museo de Brooklyn, donde quedo impresionado por el tamaño de los músculos de Hércules. En aras de llegar a tener ese físico, para solucionar los “problemas” que tenía con sus pares, se dirigió al gimnasio de la Asociación Cristiana de Jóvenes para comenzar una intensa rutina de entrenamiento. Luego de un período de entrenamiento en el gimnasio de la YMCA, también incorporó a su casa una barra con pesas, así como dos piedras para levantar. También se anotó en el curso de correo de Swoboda y exploración de fortaleza física. De esta forma, comenzó a dedicar casi todo el tiempo de su vida al estudio y el desarrollo del físico, pero los resultados eran igualmente menores a los esperados. Cierto día, luego de estudiar un tigre en el zoológico, Siciliano concluyó que la forma en que mejor se podían desarrollar los músculos, era oponiéndolos y presionándolos justamente contra otros músculos. Por lo tanto, abandonó sus barras de pesas y empezó a preparar un juego de cuerdas para poner entre los dedos, las manos, las piernas y los muslos. Fue así como luego de entrenar con este original equipo que había inventado, que constaba solo de cuerdas, Siciliano duplicó su peso y desarrolló un gran físico en muy poco tiempo. Entonces, en la Noche de Brujas del ese año, volvió a encontrarse con su antiguo agresor para propinarle una paliza que ese joven jamás olvido. Para ese entonces, su pecho ya tenía un impresionante tamaño de 136 centímetros, y sus bíceps eran de 42,5 centímetros. Sus amigos de la YMCA observaron que se parecía a una estatua de Atlas, que se encontraba en la esquina de de un banco cercano que se estaba construyendo, por lo que lo apodaron con ese nombre. A Siciliano le gustó tanto, que cambió legalmente su nombre por el de Charles Atlas. Luego, Atlas empezó a trabajar como forzudo en un circo de la Isla de Coney, donde hacía un espectáculo que consistía en romper guías telefónicas por la mitad, y en clavar clavos a través de bloques de madera, solo con sus manos. Pero no fueron estas exhibiciones las que llevaron a Charles Atlas a la fama, sino un acontecimiento imprevisto. Cierto tarde, Atlas vio como unos remeros que se encontraban cerca del Dique de la Playa de Brooklyn habían perdido sus remos, por lo que se encontraban navegando a la deriva, alejándose cada vez más de la costa. Fue así como Atlas comenzó a nadar para salvar a estas personas, atándose una cuerda que había en el bote a su cintura, para luego hacerlo en la punta del mismo, y así remolcarlo hasta la costa. Este suceso lo trajo una relativa popularidad, y fue gracias a una foto que le habían tomado para un diario local, que un artista fotográfico lo conoció y convocó para posar como modelo para escultores. En 1922 la revista “Cultura Física” lo eligió como el hombre más perfectamente desarrollado en el mundo. El título y el premio monetario lo ayudaron a establecer un negocio consistente en realizar cursos de desarrollo muscular por correo. Las publicidades aparecieron en casi todas las historietas y revistas, que decían que el “Hombres Tigre” los ayudaría a lograr lo que ellos siempre quisieron. Su objetivo, era demostrar que un físico bello ayudaba a lograr éxitos financieros y mejor calidad de vida. Sin embargo, el curso no tuvo la respuesta esperada, por lo que el publicista Charles Roman tomo el marketing de los anuncios en 1928, y re-escribió los mismos. Para esto, acuñó el término de “tensión dinámica”, para describir los ejercicios isométricos de Atlas. Estos anuncios fueron complementados con apariciones personales de Charles Atlas, donde entregaba todo tipo de recuerdos. Además, en estas nuevas promociones, por solo US$ 30 los suscriptores podían obtener todo un programa de entrenamiento, consistente en doce lecciones que hacían referencia a una gran cantidad de ítems, como tracciones, respiración correcta, brazos presionándose contra sí mismos, relajación y dieta. La construcción de un férreo carácter era también una parte esencial del programa de desarrollo muscular. Para la década del treinta, el negocio de Atlas comenzó a consolidarse, y abrió oficinas en Londres y Buenos Aires, incorporando a sus cursos a estudiantes de todas partes del mundo, incluyendo a los célebres Max Baer y Rocky Marciano. Los cursos se vendieron a más de seis millones de hombres que aspiraban a tener el cuerpo de Charles Atlas, lo cual hizo de él un hombre muy rico. Atlas compró un hogar costero en Point Lookout, Long Island y otro en Palm Beach, Florida, para vivir entre esas dos bellas localidades de los Estados Unidos. Cuando envejeció, siguió con su activa vida construyendo muebles con madera reciclada, trabajando en el New York City Atlétic Club, y continuando posando para fotografías de publicidad, como un septuagenario asombrosamente energético cuerpo. Charles Atlas murió de un ataque al corazón en 1972[1]. Si bien es cierto que este hombre logró desarrollar mucho su cuerpo y se convirtió en un ejemplo de superación, llegó el momento en que tenía que morir y ahí no importó todo el ejercicio ni su fenomenal físico. Murió y hubo que enterrarlo como a todos los demás. No tuvo más poder que la muerte. Pero llegará el día en que los que hayan muerto en Cristo se levantarán en poder, venciendo a la muerte.
Se siembra un cuerpo físico, uno de carne y hueso, pero resucitará uno espiritual, un cuerpo inmortal. Será un cuerpo adaptado para la eternidad. No podemos negar entonces que hay un cuerpo para vivir en esta esfera, y habrá un cuerpo nuevo, un cuerpo especial para vivir en la esfera espiritual.
Pablo hace una referencia a Génesis 2.7 cuando habla del primer hombre, esto es, Adán, de quien todos descendemos y de quien todos tenemos, además del cuerpo físico, un alma viviente. Este cuerpo de Adán fue hecho para vivir en el plano material. Pero el último Adán, Cristo, es diferente. Si por el primer Adán recibimos el cuerpo material, por el último Adán recibimos el cuerpo espiritual, el glorificado, con el que podremos vivir en la eternidad.
No podemos pensar que al decir que lo espiritual no es primero le da más importancia a la carne, sino que está dando un orden cronológico en el plan de Dios. Primero tenía que venir el primer Adán, el físico, y después el último Adán, el espiritual.
El hombre físico es hecho de los materiales de la tierra, por eso está diseñado para vivir en el plano material. Pero el segundo hombre es espiritual, viene del cielo. Es un ser celestial.
Lo que es materia debe ser tratado como material, es pasajero; pero lo que es celestial debe ser tratado como celestial, es eterno.
El hombre en su estado natural lleva consigo la imagen del primer Adán con todas sus flaquezas, pero en la resurrección llevará la imagen del Adán celestial, la de Cristo.
Los corintios se preguntaban con qué cuerpo se daría la resurrección, por lo que Pablo les responde que de hecho no podrá ser con el cuerpo terrenal. ¡Qué triste es saber que millones de personas gastan recursos en mantener su cuerpo de la mejor manera, pero no dedican ni el más mínimo tiempo para mejorar su espíritu! El cuerpo físico no podrá entrar al cielo, por eso será transformado.
Al hablar de “Reino de Dios”, cuando se refiere al momento de que está en la tierra, habla de la Iglesia, el cuerpo de Cristo conformado por todos los creyentes en todo lugar. Cuando habla del momento después de la resurrección, como en este caso, se refiere al Cielo.
Concluye Pablo este pasaje haciendo la diferencia entre corrupción, todo aquello que se envejece y llegará a morir para luego podrirse, de la incorrupción, lo que no se envejece ni morirá porque es eterno.
[1] Wikipedia. Charles Atlas.