Diferentes áreas de Administración
Ya vimos que la administración no consiste solo
en la labor que deben hacer los administradores de empresas, sino que es parte
de todas las áreas de nuestra vida, y que Dios, siendo un Ser ordenado,
requiere de sus siervos que estos administren todas las cosas. En este capítulo
estaremos analizando los diferentes recursos que tienen los cristianos y cómo
deben administrarlos.
A. Administración de los recursos espirituales.
La Iglesia es un organismo vivo debido a que está constituida por personas. La Iglesia no es el edificio donde se reúne, ni tampoco la organización directiva ni la denominación. La Iglesia es el Cuerpo de Cristo, integrada por todos los que hemos sido redimidos con Su sangre.
Al ser la Iglesia un organismo vivo, hay recursos que deben ser administrados. Tenemos que saber administrar el tiempo, los talentos, los dones, los conocimientos y las capacidades. Aunque la mayor parte de las veces pareciera que los miembros de la Iglesia vivimos en un adormecimiento que no permite que esta avance, lo que da espacio para que el mayor enemigo de la Iglesia, Satanás, haga avances muy significativos.
La Iglesia, en muchos casos, ha preferido confiar en sus propias fuerzas y capacidades, olvidando que “'No por el poder ni por la fuerza, sino por Mi Espíritu,' dice el SEÑOR de los ejércitos”[1]. Todo lo que hagamos, debe ser hecho porque depositamos nuestra confianza en Dios. Hacemos lo que vaya de acuerdo a Su Voluntad, no a la nuestra. Y cuando comprendemos esto, podemos estar tranquilos, sabiendo que “...Adonay está conmigo como poderoso gigante; por tanto los que me persiguen tropezarán, y no prevalecerán; serán avergonzados en gran manera, porque no prosperarán; tendrán perpetua confusión que jamás será olvidada”[2].
La Iglesia está urgida de que cada uno de sus miembros esté capacitado para hacer la Voluntad del Señor. Queremos una Iglesia victoriosa, pero esperamos que los líderes se encarguen de todo y que sean ellos los que nos conduzcan al éxito. Nos ocupamos en nuestros estudios seculares, que no son malos, pero dejamos de lado la educación espiritual. Es necesario que cada miembro de la Iglesia despierte los dones, talentos y capacidades que Dios le ha dado, si queremos ver nuestras congregaciones exitosas. Como no lo estamos haciendo, depositamos la confianza en que otros atraigan a la gente a la Iglesia, que vienen no para glorificar a Dios, sino para ser parte de un espectáculo similar a los que da el mundo, en muchas oportunidades.
1. Tiempo.
Cosa curiosa es que cuando contamos con más herramientas para hacer las cosas de manera más fácil y rápido es cuando más nos quejamos de que el tiempo no nos alcanza. Hace unos cien años, nuestras abuelas debían tomar la ropa sucia y caminaban hasta el río o el pozo para pasar todo el día lavando, muchas veces metidas en el agua; debían usar lejía y se rompían los nudillos de sus manos al restregar la ropa contra las piedras. Hoy, el ama de casa toma la ropa sucia, la lleva al cuarto de pilas y la mete en la lavadora automática, a la que programa apretando unos cuantos botones que harán que la máquina se llene de agua, caiga el detergente, lave, enjuague, caiga el suavizante, enjuague y seque la carga, mientras ella se marcha a hacer otras cosas. A pesar de esto, la abuela tenía tiempo en la tarde para tomar su Biblia y leer a sus hijos un cuanto versículo, mientras que el ama de casa moderna se queja de no tener tiempo para nada.
El problema que existe hoy se debe a que no sabemos administrar el tiempo. Me deja admirado Juan Wesley, que estaba desde las cinco de la mañana predicando su primer sermón del día, y hacía esto todos los días de la semana y todas las semanas del año. Pero estoy casi seguro de que Wesley pocas veces fue a su cama después de las nueve de la noche.
Si no aprendemos a administrar el tiempo, no podremos administrar nada más. El anciano sabio nos aconseja: “Todo tiene su momento oportuno; hay un tiempo para todo lo que se hace bajo el cielo”[3]. Más tarde, el Espíritu Santo nos dice por medio del apóstol Pablo: “Examinen diligentemente cómo viven, no como hacen los tontos, sino como los sabios. Razonen lo que hacen con el tiempo, porque los días son malos. No sean ignorantes, sino que entiendan lo que Dios desea”[4].
La cultura occidental nos ha arrinconado y nos empuja a malgastar el tiempo, así como todas las demás cosas. Se nos bombardea con la idea de que el éxito depende de las cosas materiales que adquiramos, mientras que las cosas que realmente importan son puestas de lado. Cuando era niño, por ejemplo, los domingos solo abrían los negocios que vendían pan y leche, por medio día; y los destinados a los vicios, porque era el día del Señor y todas las familias decentes acudían a la Iglesia. Hoy, todos los negocios abren sus puertas como si fuese un día más, y los que tienen libre ese día se dedican a las labores domésticas y a la recreación, olvidándose del culto dominical.
Es prioritario que los miembros de la Iglesia aprendamos a administrar nuestro tiempo y sepamos qué es más importante en cada momento. Debemos dejar que Dios nos guíe en esto. La disciplina de agendar cada hora del día debe estar presente en nuestra vida, si queremos que las cosas nos salgan bien y nos alcance el día. Esto es muy importante en todas las personas, pero especialmente en los que están sirviendo en la Obra de Dios a tiempo completo, porque por lo general no hay alguien supervisando lo que hacemos en nuestro día laboral. Para estos le doy un ejemplo de agenda que utlizaba cuando era predicador en la Iglesia de Cristo en Los Lagos, Heredia, Costa Rica:
Hora. Labor.
4.30 a.m. Oración.
5.30 Aseo personal.
6.30 Desayuno.
8.00 Evangelismo.
10.00 Tiempo para imprevistos.
11.00 Oración.
12.00 m. Almuerzo.
13.00 p.m. Visitación.
15.00 Estudio de la Biblia.
17.00 Tiempo con la familia.
18.00 Cena.
19.00 Culto en la Iglesia o devocional familiar.
21.00 Oración.
21.30 Descanso.
El hecho de que el líder esté a tiempo completo ha llevado a que algunos siervos consideren que pueden involucrarse en comités de bien social, lo que no condeno pero creo que debe analizarse muy bien, o se dedican a hacer diligencias para la congregación y muchas veces para sus miembros, etc., olvidándose de que su prioridad es la Iglesia y todo el cuidado que ello conlleva.
También una grave falta que cometen muchos líderes y dueños o administradores de empresas, es el descuido de la familia. Se considera que es más importante que haya culto todos los días en la Iglesia, a que el líder tenga su devocional familiar. Por eso es que la mayoría de los hijos de los líderes se rebelan y alejan de la Iglesia.
Lo mismo puede decirse del descanso personal. Son muchos los líderes que trabajan con la idea de que el estar a tiempo completo quiere decir que no tienen derecho a descansar. Serio es que muchos de los miembros piensan de la misma manera. El ya fallecido pastor evangélico Adrían Rogers contaba que cuando estaba iniciando su ministerio, una madrugada recibió la llamada telefónica de uno de los miembros que tenía un familiar enfermo y le preguntó: “¿Lo desperté?”, a lo que Rogers le contestó: “No, para nada, yo paso la noche orando”, con pena de que supieran que él dormía. Los pastores tienen derecho a dormir, a su descanso semanal, a salir de vacaciones y a celebrar las fiestas que todos los demás miembros disfrutan.
Recordemos que el tiempo “vuela”. No olvido que cuando tenía doce años pensaba que cuando llegara el año 2000 sería un señor de 39 años. Hoy veo hacia atrás y digo: “En el año 2000 era un “muchacho” de 39 años”. El tiempo es cruel y a todos nos golpea. Cada día descubrimos un nuevo músculo de nuestro cuerpo... porque antes nunca nos había dolido. Es por eso que debemos saber administrarlo y hacer lo que es correcto.
2. Talentos.
Los talentos son aquellos atributos innatos que tiene toda persona. Todos tenemos alguna característica especial que nos permite desarrollarnos en un campo específico. Nadie puede decir que no tiene ningún talento. Alguno tiene el talento de la música, mientras que otro el del dibujo, pero otro tiene el talento de escribir prosa o poesía.
Jesús utilizó una parábola para referirse a los talentos, solo que él usó en esta un tipo de moneda de su tiempo, que casualmente se llamaba “talento”. Esta parábola la encontramos en Mateo 25.14.30, y la analizamos de de la siguiente forma:
“Aconteció que un hombre salía al extranjero, así que llamó a sus esclavos y les confió sus propiedades. A uno dio cinco talentos, pero a otro dos, y a otro uno; de acuerdo a su capacidad para administrar; y se ausentó.
El que recibió cinco talentos viajó y comerció con ellos, y ganó otros cinco. De la misma manera hizo el que recibió dos talentos, ganando dos más.
Pero el que recibió un talento salió y cavó en el suelo, y escondió el dinero de su señor.
Pasó mucho tiempo y el señor de estos esclavos regresó. El que había recibido trajo los cinco talentos, más los otros cinco que había ganado, y dijo: “Señor, me confiaste cinco talentos, y ¡mira!, gané otros cinco más”. Su señor dijo: Bien, buen esclavo fiel. Eres digno de confianza sobre pocas cosas, te pondré sobre mayores. Entra y gózate con tu señor.
El que recibió dos talentos dijo: “Señor, me confiaste dos talentos, y ¡mira!, gané otros dos más”. Su señor dijo: Bien, buen esclavo fiel. Eres digno de confianza sobre pocas cosas, te pondré sobre mayores. Entra y gózate con tu señor.
Entonces el que había recibido un talento también dijo: “Señor, reconozco que tu eres un hombre duro, cosechas donde no esparciste, y donde no sembraste, y tuve miedo y salí y escondí tu talento en el suelo, ¡mira! Ten lo tuyo”.
Su señor respondió: “Esclavo perverso y perezoso, sabes que cosecho en cualquier lugar donde no esparcí, y recojo donde no regué. Ciertamente era necesario que pusieras mi dinero en manos de los banqueros, y al venir, recibiera lo mío con los intereses. ¡Quítenle el talento y denlo al que tiene diez! Porque al que tiene se le dará, y tendrá en abundancia; pero al que no tiene, lo que tenga se le quitará. Y expulsó al esclavo inútil a las tinieblas de afuera, allí será la lamentación y el crujir de dientes”.
En todo esto podemos notar varias cosas:
a. Dios da los talentos de acuerdo a nuestra capacidad. A uno le dio cinco, a otro dos y a otro uno. Son muchos los que se quejan de no tener los talentos que tienen otros, pero no toman en cuenta que a lo mejor, si tuvieran ese talento lo usarían mal.
b. Dios espera que todos traigamos el 100 % de nuestros talentos a Él. No importa la cantidad, pero sí el porcentaje.
c. El que no rinde con el talento que se le confió, se le quitará.
d. El talento que se le quitó al inútil es dado al que tenía más porque había demostrado tener mayor capacidad. Es probable que si el que había recibido dos talentos, en lugar de haber regresado con cuatro, lo hubiese hecho con diez, se le hubiera dado a él.
e. Aunque no rindamos con los talentos, la obra va a continuar. La obra no es nuestra, es del Señor, así que lo que teníamos se le dará a alguien mejor y recibiremos el castigo.
f. Esta parábola incluye a todos los miembros de la Iglesia. Todos tenemos talentos, así que debemos ponerlos a la orden del Señor.[5]
3. Dones.
No estamos refiriéndonos a los dones sobrenaturales del Espíritu Santo. Sino a aquellos dones que Dios añade a nuestros talentos que traemos desde el nacimiento, cuando decidimos servir en Su Obra.
Pienso que todos los que llevamos algún tiempo ministrando en la Iglesia hemos visto como después de haber preparado el bosquejo para predicar o la clase, recibimos o percibimos cosas que antes nunca habíamos notado.
Es interesante notar que uno de los dones que primero se desarrolla en el creyente es el de testificar. Vemos que los recién convertidos son quienes más amistades traen a la Iglesia. Desdichadamente, ese don se va apagando con el pasar de los años y entonces es cuando muchos llegan a añorarlo. La verdad es que todos los creyentes podemos y debemos reavivar nuestros dones y ponerlos al servicio del Señor.
4. Conocimientos.
Son todos los datos que hemos adquirido ya sea por estudio o por experiencia. Estos deben ser puestos al servicio de la Iglesia para que todos crezcamos.
Es triste saber que muchas veces los miembros de la Iglesia acuden a talleres, seminarios e incluso institutos o universidades cristianas y el conocimiento adquirido se queda con ellos, ya sea porque los pastores no les dan oportunidad de compartirlos o porque ellos mismos prefieren retraerse y no comparten nada.
El programa de Educación Cristiana en las iglesias debe ser una prioridad y no limitarse a la Escuela Dominical. La Iglesia debe tomar muy en serio este asunto y organizar una gran cantidad de programas y actividades con el único fin de que la Iglesia crezca en conocimiento. Retiros, talleres, encuentros, academias, seminario por correspondencia, seminarios regionales, seminario intensivo, todas son herramientas que deben hacerse con el fin de educar a la Iglesia.
5. Capacidades.
Nos referimos a todo aquello que pueda ser hecho por medio de la fuerza física y de trabajo. Es la parte que tiene que ver con el trabajo de construcción, de mantenimiento y ornato. Son muchos los hermanos que colaboran en la Iglesia haciendo labores que aunque parecen sencillas y poco espirituales, son indispensables para el buen desarrollo de los programas.
B. Administración de los recursos materiales.
Los recursos materiales han sido un dolor de cabeza en la administración de la Iglesia, tal y como lo dijimos al principio. Pero no es solamente cierto esto en lo que se refiere a la parte monetaria, sino que en todos lo ámbitos. Veamos:
1. Del local.
Uno de los problemas que más sufrimos en las iglesias es en cuanto al uso del local. Ya sea que el local de la iglesia sea propio o alquilado, ocurre en la mayoría de los casos que este es subutilizado. La triste realidad es que tenemos un edificio que tiene un valor de varios miles de dólares y la mayoría de los casos es utilizado unas cuatro horas el domingo y quizá otras seis horas entre semana. Es decir, de 168 horas que tiene la semana, tan solo ocupamos las instalaciones diez horas, ¿qué de las otras 158?
Estando en Honduras, nos encontramos con que la escuela que estaba cerca de nuestro edificio tenía una deficiencia de cinco aulas, así que visitamos al director de esta y le ofrecimos prestarle las nuestras con la única condición de que ellos se responsabilizaran de mantenerlas limpias y de reparar cualquier avería que fuera causada por algún niño. El docente aceptó de muy buen grado y eso influyó para que varias familias de los niños que iban a recibir clases en nuestro edificio comenzaran a visitarnos y muchos se entregaron al Señor.
Conozco algunas congregaciones que están en zonas marginales en donde se desarrolla un proyecto en donde se le da desayuno y/o almuerzo a los niños necesitados, lo que no solo sirve para calmar el hambre física, sino que es una gran oportunidad para anunciar el Evangelio.
Me duele ver congregaciones que tienen su edificio cerca de fábricas y oficinas y estos permanecen cerrados, pudiendo instalarse guarderías que proveerían trabajo a algunos miembros de la Iglesia, darían alivio a las madres que trabajan en esos lugares ya que tendrían a sus niños cerca y sería una oportunidad excelente para llevar a esas familias a los pies del Señor.
2. De los materiales.
Al haber una deficiencia de buenos administradores en la Iglesia, no es raro encontrarnos con el despilfarro en el uso de los materiales que se compran, especialmente para la Escuela Dominical. La verdad es que cada departamento de las congregaciones debe tener un presupuesto y una persona encargada de hacer las compras o pagos y rendir cuentas ante el tesorero de la Iglesia.
Veamos un ejemplo: Una congregación que tiene 6 niños en la clase de párvulos, para la que se compra un paquete de materiales para 15 niños. ¿Qué va a pasar con esos nueve juegos que sobraron? ¿No sería mejor que el encargado de las compras buscara una distribuidora que le vendiera los seis juegos, o quizá siete por aquello de una visita?
Otro ejemplo: Una maestra solicita al encargado de materiales una cartulina para realizar un trabajo para la Escuela Dominical, pero solo usa la mitad del pliego y se deja la otra mitad por “aquello” que tenga que hacer otro. ¿No sería mejor que devolviera el trozo restante y si en otra ocasión necesita más, lo solicite?
Otro: El predicador termina de dar una clase, pero descuidadamente deja el marcador de pizarra abierto y al alcance de los niños que lo usan para hacer dibujos. ¿No sería mejor que lo tapara y guardara para que lo pueda usar luego?
Uno más: Se termina de pintar el edificio y sobra medio galón de pintura, pero en lugar de guardarlo en un lugar seco y seguro, los hermanos prefieren dejar el tarro en el patio, a la intemperie. ¿No es mejor guardarlo y que pueda ser usado si ocurriera algún accidente y alguien ensuciara una pared o si se hiciera una reparación y fuera necesaria más pintura?
No es que seamos miserables, sino que todas las cosas que se compran para la Iglesia han salido de la ofrenda de los santos y muchos de ellos no tienen gran solvencia económica, así que no es justo malgastar su entrega al Señor.
3. Del dinero.
Al comienzo de este folleto hablé de la experiencia que tuve siendo aun adolescente. Una de las acusaciones más fuertes y en muchas ocasiones con mejor fundamento que nos hacen nuestros detractores, es sobre la malversación de fondos. Pero es casi imposible que seamos buenos administradores de los recursos monetarios de la Iglesia si no sabemos administrar nuestro salario.
En cierta ocasión un hermano administrador daba un curso sobre el tema y comenzó preguntando acerca del primer rubro que debe uno anotar en el presupuesto familiar. Las respuestas no se hicieron esperar: “La alimentación”, “el alquiler de la casa”, “los pasajes del autobús”, etc. No fue sino hasta cerca del sétimo hermano que respondió diciendo: “La ofrenda”.
Lamentablemente la mayoría de las personas no hacen un presupuesto, sino que simplemente van y gastan. Pero ¿cómo debemos gastar nuestro salario? He aquí un ejemplo de presupuesto, el cual doy en porcentajes, así que usted debe colocarle las cantidades de acuerdo a sus entradas:
Ofrendas 20 %
Alimentación 50 %
Pasajes 10 %
Vestido 5 %
Distracción 10 %
Ahorro 5 %
Total: 100 %
Quizá, para la mayoría de las familias, el 5 % no alcance para comprar la ropa necesaria, pero la idea es que este porcentaje se guarde y cuando se tenga lo suficiente, se pueda comprar lo necesario. De la misma manera con el ahorro, este debe ser destinado a mejoras en la casa o a otras cosas que sean necesarias. Es mejor ahorrar que endeudarse con un banco o financiera. Lógicamente, este presupuesto está de acuerdo a mi realidad, que tengo tres hijos adultos, por lo que el 50 % de las entradas se van en alimentación, y no pago casa, pero es probable, si su familia es más pequeña, que ese rubro sea menor, o si paga alquiler o hipoteca, sea mayor. Lo importante aquí, es que usted aprenda a preparar un presupuesto y que se limite a él. No gaste lo que no se ha ganado.
Un punto muy importante que debe ser tratado aquí es en cuanto a las tarjetas de crédito. No vamos a caer en el absurdo de que estas son satánicas, pero si es necesario que sepamos administrarlas. ¿Cómo?
a. No debemos tener más de una.
b. Debemos, antes de adquirir una, hacer un sondeo en el mercado para evaluar cuál es la más conveniente.
c. No debe dejarse llevar por la publicidad que le dice que ganará muchos premios o puntos. A lo mejor, lo que va a suceder luego es que va derramar muchas lágrimas.
d. Procure usarla solo en caso de emergencia.
e. Hay que pagar antes de que llegue la fecha de vencimiento.
f. No pague el mínimo, sino que trate de pagar el monto de lo que ha gastado, eso le ayudará con los intereses y a la postre la entidad le premiará.
g. No pida tarjetas extra.
h. Guarde los comprobantes de compra y de pago.
i. Trate de mantener la cantidad mínima de adquisición. Los bancos tratarán de que usted tenga una capacidad de crédito muy alta, eso lo hacen para que usted caiga en la tentación de gastar más.
Personalmente, lo que hago es tomar el 50% o más de mi salario quincenal y lo deposito en la tarjeta de crédito y los gastos los hago con ella, esto hace que mi tarjeta esté recibiendo un pago superior al mínimo y nunca recibo cobro por intereses, por el contrario, el banco me premia devolvíendome dinero.
Siguiendo estos simples consejos, la tarjeta de crédito puede ser una bendición, pero si la utiliza como un dinero extra, en pocos meses estará naufragando en deudas y congojas por llamadas y cartas de sus acreedores, así como se encontrará que su crédito y buen nombre han desaparecido de todo lugar porque usted ha pasado a engrosar la temida lista negra.
[1] Zacarías 4.6; Nueva Biblia de los Hispanos.
[2] Jeremías 20.11; Reina-Valera 1909.
[3] Eclesiastés 3.1; Biblia al Día.
[4] Efesios 5.15-17.
[5] Broda. Op. Cit. Págs. 100-101.
A. Administración de los recursos espirituales.
La Iglesia es un organismo vivo debido a que está constituida por personas. La Iglesia no es el edificio donde se reúne, ni tampoco la organización directiva ni la denominación. La Iglesia es el Cuerpo de Cristo, integrada por todos los que hemos sido redimidos con Su sangre.
Al ser la Iglesia un organismo vivo, hay recursos que deben ser administrados. Tenemos que saber administrar el tiempo, los talentos, los dones, los conocimientos y las capacidades. Aunque la mayor parte de las veces pareciera que los miembros de la Iglesia vivimos en un adormecimiento que no permite que esta avance, lo que da espacio para que el mayor enemigo de la Iglesia, Satanás, haga avances muy significativos.
La Iglesia, en muchos casos, ha preferido confiar en sus propias fuerzas y capacidades, olvidando que “'No por el poder ni por la fuerza, sino por Mi Espíritu,' dice el SEÑOR de los ejércitos”[1]. Todo lo que hagamos, debe ser hecho porque depositamos nuestra confianza en Dios. Hacemos lo que vaya de acuerdo a Su Voluntad, no a la nuestra. Y cuando comprendemos esto, podemos estar tranquilos, sabiendo que “...Adonay está conmigo como poderoso gigante; por tanto los que me persiguen tropezarán, y no prevalecerán; serán avergonzados en gran manera, porque no prosperarán; tendrán perpetua confusión que jamás será olvidada”[2].
La Iglesia está urgida de que cada uno de sus miembros esté capacitado para hacer la Voluntad del Señor. Queremos una Iglesia victoriosa, pero esperamos que los líderes se encarguen de todo y que sean ellos los que nos conduzcan al éxito. Nos ocupamos en nuestros estudios seculares, que no son malos, pero dejamos de lado la educación espiritual. Es necesario que cada miembro de la Iglesia despierte los dones, talentos y capacidades que Dios le ha dado, si queremos ver nuestras congregaciones exitosas. Como no lo estamos haciendo, depositamos la confianza en que otros atraigan a la gente a la Iglesia, que vienen no para glorificar a Dios, sino para ser parte de un espectáculo similar a los que da el mundo, en muchas oportunidades.
1. Tiempo.
Cosa curiosa es que cuando contamos con más herramientas para hacer las cosas de manera más fácil y rápido es cuando más nos quejamos de que el tiempo no nos alcanza. Hace unos cien años, nuestras abuelas debían tomar la ropa sucia y caminaban hasta el río o el pozo para pasar todo el día lavando, muchas veces metidas en el agua; debían usar lejía y se rompían los nudillos de sus manos al restregar la ropa contra las piedras. Hoy, el ama de casa toma la ropa sucia, la lleva al cuarto de pilas y la mete en la lavadora automática, a la que programa apretando unos cuantos botones que harán que la máquina se llene de agua, caiga el detergente, lave, enjuague, caiga el suavizante, enjuague y seque la carga, mientras ella se marcha a hacer otras cosas. A pesar de esto, la abuela tenía tiempo en la tarde para tomar su Biblia y leer a sus hijos un cuanto versículo, mientras que el ama de casa moderna se queja de no tener tiempo para nada.
El problema que existe hoy se debe a que no sabemos administrar el tiempo. Me deja admirado Juan Wesley, que estaba desde las cinco de la mañana predicando su primer sermón del día, y hacía esto todos los días de la semana y todas las semanas del año. Pero estoy casi seguro de que Wesley pocas veces fue a su cama después de las nueve de la noche.
Si no aprendemos a administrar el tiempo, no podremos administrar nada más. El anciano sabio nos aconseja: “Todo tiene su momento oportuno; hay un tiempo para todo lo que se hace bajo el cielo”[3]. Más tarde, el Espíritu Santo nos dice por medio del apóstol Pablo: “Examinen diligentemente cómo viven, no como hacen los tontos, sino como los sabios. Razonen lo que hacen con el tiempo, porque los días son malos. No sean ignorantes, sino que entiendan lo que Dios desea”[4].
La cultura occidental nos ha arrinconado y nos empuja a malgastar el tiempo, así como todas las demás cosas. Se nos bombardea con la idea de que el éxito depende de las cosas materiales que adquiramos, mientras que las cosas que realmente importan son puestas de lado. Cuando era niño, por ejemplo, los domingos solo abrían los negocios que vendían pan y leche, por medio día; y los destinados a los vicios, porque era el día del Señor y todas las familias decentes acudían a la Iglesia. Hoy, todos los negocios abren sus puertas como si fuese un día más, y los que tienen libre ese día se dedican a las labores domésticas y a la recreación, olvidándose del culto dominical.
Es prioritario que los miembros de la Iglesia aprendamos a administrar nuestro tiempo y sepamos qué es más importante en cada momento. Debemos dejar que Dios nos guíe en esto. La disciplina de agendar cada hora del día debe estar presente en nuestra vida, si queremos que las cosas nos salgan bien y nos alcance el día. Esto es muy importante en todas las personas, pero especialmente en los que están sirviendo en la Obra de Dios a tiempo completo, porque por lo general no hay alguien supervisando lo que hacemos en nuestro día laboral. Para estos le doy un ejemplo de agenda que utlizaba cuando era predicador en la Iglesia de Cristo en Los Lagos, Heredia, Costa Rica:
Hora. Labor.
4.30 a.m. Oración.
5.30 Aseo personal.
6.30 Desayuno.
8.00 Evangelismo.
10.00 Tiempo para imprevistos.
11.00 Oración.
12.00 m. Almuerzo.
13.00 p.m. Visitación.
15.00 Estudio de la Biblia.
17.00 Tiempo con la familia.
18.00 Cena.
19.00 Culto en la Iglesia o devocional familiar.
21.00 Oración.
21.30 Descanso.
El hecho de que el líder esté a tiempo completo ha llevado a que algunos siervos consideren que pueden involucrarse en comités de bien social, lo que no condeno pero creo que debe analizarse muy bien, o se dedican a hacer diligencias para la congregación y muchas veces para sus miembros, etc., olvidándose de que su prioridad es la Iglesia y todo el cuidado que ello conlleva.
También una grave falta que cometen muchos líderes y dueños o administradores de empresas, es el descuido de la familia. Se considera que es más importante que haya culto todos los días en la Iglesia, a que el líder tenga su devocional familiar. Por eso es que la mayoría de los hijos de los líderes se rebelan y alejan de la Iglesia.
Lo mismo puede decirse del descanso personal. Son muchos los líderes que trabajan con la idea de que el estar a tiempo completo quiere decir que no tienen derecho a descansar. Serio es que muchos de los miembros piensan de la misma manera. El ya fallecido pastor evangélico Adrían Rogers contaba que cuando estaba iniciando su ministerio, una madrugada recibió la llamada telefónica de uno de los miembros que tenía un familiar enfermo y le preguntó: “¿Lo desperté?”, a lo que Rogers le contestó: “No, para nada, yo paso la noche orando”, con pena de que supieran que él dormía. Los pastores tienen derecho a dormir, a su descanso semanal, a salir de vacaciones y a celebrar las fiestas que todos los demás miembros disfrutan.
Recordemos que el tiempo “vuela”. No olvido que cuando tenía doce años pensaba que cuando llegara el año 2000 sería un señor de 39 años. Hoy veo hacia atrás y digo: “En el año 2000 era un “muchacho” de 39 años”. El tiempo es cruel y a todos nos golpea. Cada día descubrimos un nuevo músculo de nuestro cuerpo... porque antes nunca nos había dolido. Es por eso que debemos saber administrarlo y hacer lo que es correcto.
2. Talentos.
Los talentos son aquellos atributos innatos que tiene toda persona. Todos tenemos alguna característica especial que nos permite desarrollarnos en un campo específico. Nadie puede decir que no tiene ningún talento. Alguno tiene el talento de la música, mientras que otro el del dibujo, pero otro tiene el talento de escribir prosa o poesía.
Jesús utilizó una parábola para referirse a los talentos, solo que él usó en esta un tipo de moneda de su tiempo, que casualmente se llamaba “talento”. Esta parábola la encontramos en Mateo 25.14.30, y la analizamos de de la siguiente forma:
“Aconteció que un hombre salía al extranjero, así que llamó a sus esclavos y les confió sus propiedades. A uno dio cinco talentos, pero a otro dos, y a otro uno; de acuerdo a su capacidad para administrar; y se ausentó.
El que recibió cinco talentos viajó y comerció con ellos, y ganó otros cinco. De la misma manera hizo el que recibió dos talentos, ganando dos más.
Pero el que recibió un talento salió y cavó en el suelo, y escondió el dinero de su señor.
Pasó mucho tiempo y el señor de estos esclavos regresó. El que había recibido trajo los cinco talentos, más los otros cinco que había ganado, y dijo: “Señor, me confiaste cinco talentos, y ¡mira!, gané otros cinco más”. Su señor dijo: Bien, buen esclavo fiel. Eres digno de confianza sobre pocas cosas, te pondré sobre mayores. Entra y gózate con tu señor.
El que recibió dos talentos dijo: “Señor, me confiaste dos talentos, y ¡mira!, gané otros dos más”. Su señor dijo: Bien, buen esclavo fiel. Eres digno de confianza sobre pocas cosas, te pondré sobre mayores. Entra y gózate con tu señor.
Entonces el que había recibido un talento también dijo: “Señor, reconozco que tu eres un hombre duro, cosechas donde no esparciste, y donde no sembraste, y tuve miedo y salí y escondí tu talento en el suelo, ¡mira! Ten lo tuyo”.
Su señor respondió: “Esclavo perverso y perezoso, sabes que cosecho en cualquier lugar donde no esparcí, y recojo donde no regué. Ciertamente era necesario que pusieras mi dinero en manos de los banqueros, y al venir, recibiera lo mío con los intereses. ¡Quítenle el talento y denlo al que tiene diez! Porque al que tiene se le dará, y tendrá en abundancia; pero al que no tiene, lo que tenga se le quitará. Y expulsó al esclavo inútil a las tinieblas de afuera, allí será la lamentación y el crujir de dientes”.
En todo esto podemos notar varias cosas:
a. Dios da los talentos de acuerdo a nuestra capacidad. A uno le dio cinco, a otro dos y a otro uno. Son muchos los que se quejan de no tener los talentos que tienen otros, pero no toman en cuenta que a lo mejor, si tuvieran ese talento lo usarían mal.
b. Dios espera que todos traigamos el 100 % de nuestros talentos a Él. No importa la cantidad, pero sí el porcentaje.
c. El que no rinde con el talento que se le confió, se le quitará.
d. El talento que se le quitó al inútil es dado al que tenía más porque había demostrado tener mayor capacidad. Es probable que si el que había recibido dos talentos, en lugar de haber regresado con cuatro, lo hubiese hecho con diez, se le hubiera dado a él.
e. Aunque no rindamos con los talentos, la obra va a continuar. La obra no es nuestra, es del Señor, así que lo que teníamos se le dará a alguien mejor y recibiremos el castigo.
f. Esta parábola incluye a todos los miembros de la Iglesia. Todos tenemos talentos, así que debemos ponerlos a la orden del Señor.[5]
3. Dones.
No estamos refiriéndonos a los dones sobrenaturales del Espíritu Santo. Sino a aquellos dones que Dios añade a nuestros talentos que traemos desde el nacimiento, cuando decidimos servir en Su Obra.
Pienso que todos los que llevamos algún tiempo ministrando en la Iglesia hemos visto como después de haber preparado el bosquejo para predicar o la clase, recibimos o percibimos cosas que antes nunca habíamos notado.
Es interesante notar que uno de los dones que primero se desarrolla en el creyente es el de testificar. Vemos que los recién convertidos son quienes más amistades traen a la Iglesia. Desdichadamente, ese don se va apagando con el pasar de los años y entonces es cuando muchos llegan a añorarlo. La verdad es que todos los creyentes podemos y debemos reavivar nuestros dones y ponerlos al servicio del Señor.
4. Conocimientos.
Son todos los datos que hemos adquirido ya sea por estudio o por experiencia. Estos deben ser puestos al servicio de la Iglesia para que todos crezcamos.
Es triste saber que muchas veces los miembros de la Iglesia acuden a talleres, seminarios e incluso institutos o universidades cristianas y el conocimiento adquirido se queda con ellos, ya sea porque los pastores no les dan oportunidad de compartirlos o porque ellos mismos prefieren retraerse y no comparten nada.
El programa de Educación Cristiana en las iglesias debe ser una prioridad y no limitarse a la Escuela Dominical. La Iglesia debe tomar muy en serio este asunto y organizar una gran cantidad de programas y actividades con el único fin de que la Iglesia crezca en conocimiento. Retiros, talleres, encuentros, academias, seminario por correspondencia, seminarios regionales, seminario intensivo, todas son herramientas que deben hacerse con el fin de educar a la Iglesia.
5. Capacidades.
Nos referimos a todo aquello que pueda ser hecho por medio de la fuerza física y de trabajo. Es la parte que tiene que ver con el trabajo de construcción, de mantenimiento y ornato. Son muchos los hermanos que colaboran en la Iglesia haciendo labores que aunque parecen sencillas y poco espirituales, son indispensables para el buen desarrollo de los programas.
B. Administración de los recursos materiales.
Los recursos materiales han sido un dolor de cabeza en la administración de la Iglesia, tal y como lo dijimos al principio. Pero no es solamente cierto esto en lo que se refiere a la parte monetaria, sino que en todos lo ámbitos. Veamos:
1. Del local.
Uno de los problemas que más sufrimos en las iglesias es en cuanto al uso del local. Ya sea que el local de la iglesia sea propio o alquilado, ocurre en la mayoría de los casos que este es subutilizado. La triste realidad es que tenemos un edificio que tiene un valor de varios miles de dólares y la mayoría de los casos es utilizado unas cuatro horas el domingo y quizá otras seis horas entre semana. Es decir, de 168 horas que tiene la semana, tan solo ocupamos las instalaciones diez horas, ¿qué de las otras 158?
Estando en Honduras, nos encontramos con que la escuela que estaba cerca de nuestro edificio tenía una deficiencia de cinco aulas, así que visitamos al director de esta y le ofrecimos prestarle las nuestras con la única condición de que ellos se responsabilizaran de mantenerlas limpias y de reparar cualquier avería que fuera causada por algún niño. El docente aceptó de muy buen grado y eso influyó para que varias familias de los niños que iban a recibir clases en nuestro edificio comenzaran a visitarnos y muchos se entregaron al Señor.
Conozco algunas congregaciones que están en zonas marginales en donde se desarrolla un proyecto en donde se le da desayuno y/o almuerzo a los niños necesitados, lo que no solo sirve para calmar el hambre física, sino que es una gran oportunidad para anunciar el Evangelio.
Me duele ver congregaciones que tienen su edificio cerca de fábricas y oficinas y estos permanecen cerrados, pudiendo instalarse guarderías que proveerían trabajo a algunos miembros de la Iglesia, darían alivio a las madres que trabajan en esos lugares ya que tendrían a sus niños cerca y sería una oportunidad excelente para llevar a esas familias a los pies del Señor.
2. De los materiales.
Al haber una deficiencia de buenos administradores en la Iglesia, no es raro encontrarnos con el despilfarro en el uso de los materiales que se compran, especialmente para la Escuela Dominical. La verdad es que cada departamento de las congregaciones debe tener un presupuesto y una persona encargada de hacer las compras o pagos y rendir cuentas ante el tesorero de la Iglesia.
Veamos un ejemplo: Una congregación que tiene 6 niños en la clase de párvulos, para la que se compra un paquete de materiales para 15 niños. ¿Qué va a pasar con esos nueve juegos que sobraron? ¿No sería mejor que el encargado de las compras buscara una distribuidora que le vendiera los seis juegos, o quizá siete por aquello de una visita?
Otro ejemplo: Una maestra solicita al encargado de materiales una cartulina para realizar un trabajo para la Escuela Dominical, pero solo usa la mitad del pliego y se deja la otra mitad por “aquello” que tenga que hacer otro. ¿No sería mejor que devolviera el trozo restante y si en otra ocasión necesita más, lo solicite?
Otro: El predicador termina de dar una clase, pero descuidadamente deja el marcador de pizarra abierto y al alcance de los niños que lo usan para hacer dibujos. ¿No sería mejor que lo tapara y guardara para que lo pueda usar luego?
Uno más: Se termina de pintar el edificio y sobra medio galón de pintura, pero en lugar de guardarlo en un lugar seco y seguro, los hermanos prefieren dejar el tarro en el patio, a la intemperie. ¿No es mejor guardarlo y que pueda ser usado si ocurriera algún accidente y alguien ensuciara una pared o si se hiciera una reparación y fuera necesaria más pintura?
No es que seamos miserables, sino que todas las cosas que se compran para la Iglesia han salido de la ofrenda de los santos y muchos de ellos no tienen gran solvencia económica, así que no es justo malgastar su entrega al Señor.
3. Del dinero.
Al comienzo de este folleto hablé de la experiencia que tuve siendo aun adolescente. Una de las acusaciones más fuertes y en muchas ocasiones con mejor fundamento que nos hacen nuestros detractores, es sobre la malversación de fondos. Pero es casi imposible que seamos buenos administradores de los recursos monetarios de la Iglesia si no sabemos administrar nuestro salario.
En cierta ocasión un hermano administrador daba un curso sobre el tema y comenzó preguntando acerca del primer rubro que debe uno anotar en el presupuesto familiar. Las respuestas no se hicieron esperar: “La alimentación”, “el alquiler de la casa”, “los pasajes del autobús”, etc. No fue sino hasta cerca del sétimo hermano que respondió diciendo: “La ofrenda”.
Lamentablemente la mayoría de las personas no hacen un presupuesto, sino que simplemente van y gastan. Pero ¿cómo debemos gastar nuestro salario? He aquí un ejemplo de presupuesto, el cual doy en porcentajes, así que usted debe colocarle las cantidades de acuerdo a sus entradas:
Ofrendas 20 %
Alimentación 50 %
Pasajes 10 %
Vestido 5 %
Distracción 10 %
Ahorro 5 %
Total: 100 %
Quizá, para la mayoría de las familias, el 5 % no alcance para comprar la ropa necesaria, pero la idea es que este porcentaje se guarde y cuando se tenga lo suficiente, se pueda comprar lo necesario. De la misma manera con el ahorro, este debe ser destinado a mejoras en la casa o a otras cosas que sean necesarias. Es mejor ahorrar que endeudarse con un banco o financiera. Lógicamente, este presupuesto está de acuerdo a mi realidad, que tengo tres hijos adultos, por lo que el 50 % de las entradas se van en alimentación, y no pago casa, pero es probable, si su familia es más pequeña, que ese rubro sea menor, o si paga alquiler o hipoteca, sea mayor. Lo importante aquí, es que usted aprenda a preparar un presupuesto y que se limite a él. No gaste lo que no se ha ganado.
Un punto muy importante que debe ser tratado aquí es en cuanto a las tarjetas de crédito. No vamos a caer en el absurdo de que estas son satánicas, pero si es necesario que sepamos administrarlas. ¿Cómo?
a. No debemos tener más de una.
b. Debemos, antes de adquirir una, hacer un sondeo en el mercado para evaluar cuál es la más conveniente.
c. No debe dejarse llevar por la publicidad que le dice que ganará muchos premios o puntos. A lo mejor, lo que va a suceder luego es que va derramar muchas lágrimas.
d. Procure usarla solo en caso de emergencia.
e. Hay que pagar antes de que llegue la fecha de vencimiento.
f. No pague el mínimo, sino que trate de pagar el monto de lo que ha gastado, eso le ayudará con los intereses y a la postre la entidad le premiará.
g. No pida tarjetas extra.
h. Guarde los comprobantes de compra y de pago.
i. Trate de mantener la cantidad mínima de adquisición. Los bancos tratarán de que usted tenga una capacidad de crédito muy alta, eso lo hacen para que usted caiga en la tentación de gastar más.
Personalmente, lo que hago es tomar el 50% o más de mi salario quincenal y lo deposito en la tarjeta de crédito y los gastos los hago con ella, esto hace que mi tarjeta esté recibiendo un pago superior al mínimo y nunca recibo cobro por intereses, por el contrario, el banco me premia devolvíendome dinero.
Siguiendo estos simples consejos, la tarjeta de crédito puede ser una bendición, pero si la utiliza como un dinero extra, en pocos meses estará naufragando en deudas y congojas por llamadas y cartas de sus acreedores, así como se encontrará que su crédito y buen nombre han desaparecido de todo lugar porque usted ha pasado a engrosar la temida lista negra.
[1] Zacarías 4.6; Nueva Biblia de los Hispanos.
[2] Jeremías 20.11; Reina-Valera 1909.
[3] Eclesiastés 3.1; Biblia al Día.
[4] Efesios 5.15-17.
[5] Broda. Op. Cit. Págs. 100-101.