4. La
disciplina y el perdón para el ofensor.
2.5-11 Pablo quería que todos comprendieran que si alguno pecaba, no solo era algo que le iba a afectar a él, sino a todos los miembros de la Iglesia. Es curioso que esto es algo que han llegado a comprender los empresarios, que si uno de sus empleados no se comporta como es debido, toda la empresa se ve afectada, mientras que la Iglesia no lo toma en cuenta; pero debiera, si un miembro cae en pecado, toda la Iglesia se ve afectada.
La reprensión debía ser hecha, aunque no solo por Pablo, sino por muchos, es decir, congregacionalmente. Algunos grupos religiosos dejan las reprensiones en manos de uno o varios líderes, pero la enseñanza bíblica es que la congregación como uno solo debe dar la orden de excomunión.
Pero, contrario a lo que ocurre hoy con la disciplina que se impone y que hace que los pecadores huyan de la Iglesia y nadie más vuelva a verles, Pablo habla de una disciplina tal que aunque el pecador sea cortado de comunión, tenga la oportunidad de volver arrepentido y que sea consolado, porque sabe que en la Iglesia encontrará personas que le van a ayudar a superar sus debilidades.
Algunos predicadores modernos han llegado a creer que la disciplina es para enviar a las almas al infierno, olvidándose de ellos, pero la idea de Pablo era que esta causara tanto dolor en el pecador que se arrepintiera y volviera con el dolor en su corazón. Pablo sigue pensando y orando por los hermanos que cayeron en pecado y fueron disciplinados. Dios no quiere que ninguno se pierda. El pecador debía saber que Dios le ama, aunque no acepta su pecado, y es importante que así como la disciplina fue hecha pública, también el perdón, el consuelo y el amor, deben ser públicos. Recibí muchas cartas de predicadores que ponían en disciplina a muchos de los miembros de las congregaciones, pero nunca recibí una carta que dijera que alguno de ellos se había arrepentido y que ello le habían recibido con amor.
Pablo les había dado instrucciones en su primera epístola, y con ello les estaba probando si eran obedientes en todo. Si esta prueba la aplicamos a muchas congregaciones de hoy, demostrarían que no son obedientes.
Es cierto que Pablo había ordenado la disciplina del pecador, y ahora también ordena el perdón. Al perdonar la Iglesia, él también lo hacía, de esta manera aprobaba lo bueno que se hacía en la Iglesia.
“…en el rostro del Ungido”, quiere decir “en el nombre de Cristo”, porque todo lo que hacía Pablo era de tal manera que podía afirmarse que Cristo estaba presente. Su pensamiento estaba enfocado en el bienestar de la Iglesia porque él tenía su misión como lo más importante que había en su vida.
El Adversario, también llamado Satanás, busca hacer caer a los hijos de Dios desde el principio de la Creación. Él está de cacería y su meta es nuestra alma, por lo que es importante que conozcamos cuáles son sus intenciones, y estas las podemos encontrar explicadas en las Escrituras, y no como lo intentan algunos que se meten en el mundo oscuro preguntando a los espíritus demoniacos sobre sus planes.
2.5-11 Pablo quería que todos comprendieran que si alguno pecaba, no solo era algo que le iba a afectar a él, sino a todos los miembros de la Iglesia. Es curioso que esto es algo que han llegado a comprender los empresarios, que si uno de sus empleados no se comporta como es debido, toda la empresa se ve afectada, mientras que la Iglesia no lo toma en cuenta; pero debiera, si un miembro cae en pecado, toda la Iglesia se ve afectada.
La reprensión debía ser hecha, aunque no solo por Pablo, sino por muchos, es decir, congregacionalmente. Algunos grupos religiosos dejan las reprensiones en manos de uno o varios líderes, pero la enseñanza bíblica es que la congregación como uno solo debe dar la orden de excomunión.
Pero, contrario a lo que ocurre hoy con la disciplina que se impone y que hace que los pecadores huyan de la Iglesia y nadie más vuelva a verles, Pablo habla de una disciplina tal que aunque el pecador sea cortado de comunión, tenga la oportunidad de volver arrepentido y que sea consolado, porque sabe que en la Iglesia encontrará personas que le van a ayudar a superar sus debilidades.
Algunos predicadores modernos han llegado a creer que la disciplina es para enviar a las almas al infierno, olvidándose de ellos, pero la idea de Pablo era que esta causara tanto dolor en el pecador que se arrepintiera y volviera con el dolor en su corazón. Pablo sigue pensando y orando por los hermanos que cayeron en pecado y fueron disciplinados. Dios no quiere que ninguno se pierda. El pecador debía saber que Dios le ama, aunque no acepta su pecado, y es importante que así como la disciplina fue hecha pública, también el perdón, el consuelo y el amor, deben ser públicos. Recibí muchas cartas de predicadores que ponían en disciplina a muchos de los miembros de las congregaciones, pero nunca recibí una carta que dijera que alguno de ellos se había arrepentido y que ello le habían recibido con amor.
Pablo les había dado instrucciones en su primera epístola, y con ello les estaba probando si eran obedientes en todo. Si esta prueba la aplicamos a muchas congregaciones de hoy, demostrarían que no son obedientes.
Es cierto que Pablo había ordenado la disciplina del pecador, y ahora también ordena el perdón. Al perdonar la Iglesia, él también lo hacía, de esta manera aprobaba lo bueno que se hacía en la Iglesia.
“…en el rostro del Ungido”, quiere decir “en el nombre de Cristo”, porque todo lo que hacía Pablo era de tal manera que podía afirmarse que Cristo estaba presente. Su pensamiento estaba enfocado en el bienestar de la Iglesia porque él tenía su misión como lo más importante que había en su vida.
El Adversario, también llamado Satanás, busca hacer caer a los hijos de Dios desde el principio de la Creación. Él está de cacería y su meta es nuestra alma, por lo que es importante que conozcamos cuáles son sus intenciones, y estas las podemos encontrar explicadas en las Escrituras, y no como lo intentan algunos que se meten en el mundo oscuro preguntando a los espíritus demoniacos sobre sus planes.