Rut
III. RUT.
A. Introducción.
No es difícil explicarse el atractivo de este breve libro. Ya tiene mucho mérito como un relato bien narrado, con su simetría de forma y vívida caracterización, pero, sobre todo, es un libro con mensaje. Cuando para Noemí la vida ya nada le prometía y carecía de sentido, Rut[1], su nuera, decidió permanecer a su lado en lugar de dejarla que enfrentara sola, anciana y viuda su camino hacia el futuro. La tragedia en Moab tuvo un final feliz en Belén, y la lealtad benévola recibió su recompensa. Dios se hizo cargo de los acontecimientos para dar amor y seguridad a quienes confiaron en él, mientras que paralelamente iba entrelazando sus vidas con su propósito para el mundo. Dios permaneció escondido, no obstante siguió obrando en los asuntos ordinarios de la vida cotidiana, cumpliendo sus promesas a su pueblo.
El libro de Rut ha sido considerado como una novela, un idilio y una novela histórica, todo lo cual implica un elemento ficticio mayor. En un intento por colocar al libro en un trasfondo del Medio Oriente otros eruditos han sugerido que tuvo sus orígenes en la mitología cúltica, pero no han producido evidencias convincentes de ello. El libro mismo, con sus palabras introductorias: Aconteció en los días en que gobernaban los Jueces, y su genealogía final que termina con el rey David, implican eventos históricos y verificables. Es cierto que trata de una familia común y no de las hazañas de los grandes, pero sería extraño que la conexión entre Rut la moabita y el rey David hubiera sido inventada, porque nada aportaba al engrandecimiento de este en Israel. Aunque el escritor fue laborioso para que su libro fuera una obra de arte, es evidente que su intención fue que se aceptara como una narración histórica. Es un relato verídico, contado magistralmente en el estilo de las narraciones patriarcales, donde se encuentran algunos de los mismos temas, como son la hambruna, el exilio y el regreso, la falta de hijos, por medio de los cuales Dios se da a conocer.
B. Autor y fecha.
El libro no ofrece ninguna indicación sobre el autor. El Talmud[2] lo atribuye a Samuel, pero éste murió antes de que David fuera rey[3], y el libro implica que el reinado de David era bien conocido. La referencia al período de los jueces es como a una era pasada, y la necesidad de explicar la ceremonia del zapato en Rut 4.7 indica que había pasado algún tiempo antes de que los acontecimientos fueran narrados a la Escritura. Los escribas en la corte de Salomón hubieran tenido acceso a los archivos reales, y el período que vio el apogeo de la literatura y las artes muy bien puede haber producido esta joya literaria. Varios eruditos recientes han detectado una perspectiva femenina en el libro lo cual les ha sugerido que el autor fuera una mujer. En una sociedad dominada por los hombres es significativo que el libro haya sido escrito acerca de dos mujeres, cuyas iniciativas generaron la acción y cuya fe fue recompensada. En la providencia de Dios sus vidas aun jugaron un papel en la preparación de la venida del Salvador[4]. Quien sea que haya escrito el libro estaba en sintonía con el propósito revelado de Dios de bendecir a “todos los linajes de la tierra”[5], y había vivido suficientes años como para reconocer el obrar de Dios en la vida humana. Pocos escritores han tenido más éxito que éste en hacer que la bondad sea atractiva.
Es difícil establecer la fecha en que fue escrito. Puede ser en cualquier momento entre el reinado de David[6] y la aceptación del libro en el canon de las Escrituras en el siglo II a.C. La fecha que más se favorece dentro de ese lapso es el período post exílico, especialmente los siglos V y IV a. C., cuando el libro pudo haber sido una protesta contra el nacionalismo cerrado de Esdras y Nehemías. La presencia de palabras arameas en el hebreo se consideraba como un apoyo a la idea de que fuera escrito en una fecha posterior, pero estudios más recientes han puesto en tela de juicio este argumento. El libro no tiene ningún indicio de que fuera “literatura de protesta”, y el estudio del idioma ha sido utilizado para mostrar que el hebreo clásico utilizado muy posiblemente fuera pre-exílico[7]. Parece muy posible que el escritor haya vivido con la suficiente posteridad a los eventos que registró como para poder verlos en su justa perspectiva, quizá durante el reinado de Salomón. Otra posibilidad es que el profeta Natán haya sido el autor. Este dejó registros del reinado de David[8], desafió con valentía la vida personal del rey[9], y aun así estuvo dispuesto a apoyar más adelante a Betsabé[10].
C. Canonicidad.
El libro de Rut se valoraba como Escritura tanto en los círculos judíos como cristianos, y estaba incluido en las listas oficiales de los libros bíblicos cuando la iglesia los empezó a compilar en el siglo II d.C. Las referencias en los Evangelios[11] demuestran que cuando fueron escritos, Rut era considerado autoritativo.
En nuestras Biblias en castellano, Rut aparece después de Jueces, como sucede también en la traducción Septuaginta[12] y de la Vulgata. Pero en las Biblias hebreas impresas, Rut aparece en la tercera división, la de los Escritos, donde es el segundo de cinco rollos que ya para el siglo VI a.C., eran usados litúrgicamente en la sinagoga. El Cantar de los Cantares era el primero porque se usaba para la Pascua; Rut se usaba en el Pentecostés. El Talmud Babilónico, que data desde antes del siglo VI, empezaba los Escritos con Rut, seguido por los Salmos. Otros textos colocan a Rut en primer lugar entre los cinco rollos porque así corresponde cronológicamente. Es evidente que al principio se colocó al libro entre los Escritos y posteriormente fue transferido a la posición donde corresponde históricamente, entre Jueces y Samuel.
D. Temas.
Una hambruna es la circunstancia que hizo que una familia israelita emigrara a la tierra extranjera de Moab. La hambruna era un hecho recurrente en el tiempo de los patriarcas, obligando a Jacob y sus hijos a emigrar a Egipto. Esclavizados y oprimidos, fueron liberados por Dios, un evento recordado anualmente en la Pascua[13]. En el libro de Rut, ese mismo Dios acudió en auxilio de dos mujeres necesitadas, demostrando su poder de sacar un bien de una tristeza, vida de la muerte.
El matrimonio es otro tema central del libro. Era central en el pensamiento de Noemí. Aunque se consideraba ella misma demasiado anciana como para casarse, para sus nueras era una prioridad que les instaba a atender[14]. El nacimiento de un nieto daría nuevo impulso a su vida y si, por la providencia de Dios, este podía ser aceptado legalmente como el heredero de Elimelec, su gozo sería total. Rut, la joven viuda de Moab que había decidido permanecer junto a su suegra y había abrazado la fe de Israel, daba por sentado que volver a casarse no solo era lo bueno y correcto sino también su deber específico. A fin de poder suplir las necesidades de Noemí, necesitaba un marido que aceptara a Noemí como miembro de la familia. Por dicha razón su historia tenía que ser una historia de amor distinta, pero bajo la dirección de Noemí terminó siendo aun más extraña y excepcional. Rut podía haberse casado con un joven soltero de su propia generación, pero eso no hubiera resuelto el problema que Noemí tenía respecto a la propiedad de su familia, ni le hubiera dado un heredero a Elimelec. Casándose dentro de la familia de su esposo fallecido, Rut dio seguridad a la vida de Noemí tanto como a la propia. Su amor benévolo era un reflejo del de Dios por Israel, en quien ella había puesto su confianza.
Las dos mujeres dominan el relato, pero, Booz, pariente cercano de Elimelec, también tenía que estar dispuesto a asumir nuevas obligaciones. Noemí no solo esperaba que se casara con la viuda de Majlón, pariente de él que había muerto en Moab, sino que también comprara una propiedad que posiblemente no terminaría siendo de él. La prescripción legal favorecía a la familia que había perdido al ser querido, asegurando que el hijo varón nacido del matrimonio heredaría la propiedad de Elimelec y continuaría la línea de éste. El pariente más cercano a quien Boaz presentó la proposición la rechazó aduciendo que pondría en peligro su propia propiedad[15]. Booz, con su gran corazón, aceptó la obligación familiar, aunque costosa, con el beneplácito total de los ancianos y los habitantes de Belén, quienes oraron para que la bendición de Dios prosperara su posición en la comunidad y diera muchos hijos a Rut.
Al llegar al final de la historia estas oraciones habían sido contestadas más plenamente de lo que hubieran podido imaginar ninguno de los involucrados. La necesidad que Israel sentía de tener un rey se cumplió después de la muerte de Saúl, a través de David, nieto de Obed, quien fue el hijo nacido de Rut y Booz. David, a pesar de todas sus faltas, estableció el reino, edificó a Jerusalén e inspiró las visiones del rey ideal por venir. Dios tomó el amor y la obediencia de Noemí, Rut y Booz y los entretejió en su propósito eterno de mostrar “y tengo misericordia por mil generaciones con los que me aman y guardan mis mandamientos”[16]. Es digno de notar que el Mesías nació dentro de esta misma familia[17].
Otro tema, implícito en todo lo que hasta aquí se ha explicado, es cómo Dios ordena providencialmente la vida humana. El autor de Rut podía ver parte del propósito de Dios para la historia humana cumplido en David; el lector cristiano puede hacer caber esa parte dentro del todo, porque Dios estaba llevando a cabo su plan de redimir a la humanidad por medio de un descendiente más grande que el gran David. El autor de Rut también percibía la mano de Dios sobre las circunstancias personales de familias e individuos, animándoles a dar una mi rada retrospectiva a otros eventos para ir viendo los resultados misteriosos de la bondad sobreabundante de Dios en sus vidas. Los eventos hablan por sí mismos. En la vida personal y en la historia Dios obraba para llevar a cabo su gran propósito.
E. Propósito.
Las intenciones principales del libro son:
1. Demostrar que había bondad y fidelidad de Dios en Israel durante el período cruel y desenfrenado de los jueces. No todos los hebreos se dieron a la idolatría, la concupiscencia y el derramamiento de sangre en aquel entonces.
2. Revelar la providencia divina. Dios en sus inescrutables designios, permite grandes males para traer bien a los suyos, y se interesa en las cosas más ordinarias de la vida diaria. Incluso para las personas menos importantes. Aunque la tragedia de la familia de Elimelec fue dolorosa y numerosas sus desgracias, Dios recompensó ampliamente la piedad de Noemí y la bondad de Rut.
3. Proporcionar una lección misionera, demostrando de que manera una mujer gentil se convirtió en a seguidora al del verdadero Dios y como se incorporó a la vida del pueblo Dios. En Dios no hay acepción de razas; él toma bajo sus alas de protección a los extranjeros que confían en él.
4. Demostrar de qué manera David descendió de una mujer cuya fe, no su raza, fue lo que la salvó. Puesto que la misión de Jesús sería Universal convenía que los gentiles piadosos tuvieran lugar entre sus antepasados.
F. Características.
1. Es uno de los libros más breves del Antiguo Testamento, y supone algunas características especiales que lo diferencian de los demás.
2. Al volver de la cautividad, los judíos en general y el autor del libro en particular se encuentran con Israel dividida ideológicamente en dos tendencias: una de ellas cerrada y exclusivista, que quería mantener la pureza del judaísmo a toda costa, y otra más abierta y universalista que deseaba ampliar el espectro a las naciones vecinas y de ser posible al mundo entero.
3. El primer grupo quería prohibir hasta los matrimonios mixtos, y los últimos profetas adscribieron a esta teoría y celebran severamente con las leyes más flexibles de Esdras y Nehemías. Pero el cambio de los tiempos es inexorable y la apertura no puede evitarse: el judaísmo ya no volverá a estar aislado nunca más. A esta corriente pertenece el libro de Rut y Jonás.
4. El autor de Rut se preocupa de mostrar a Rut como modelo de piedad, amabilidad, fidelidad, obediencia y coraje; es un ejemplo concreto de todas y cada una de las virtudes del judaísmo. Su suegra Noemí recibirá las bendiciones de Adonay a través de ella.
G. Comentario.
1. Introducción a Rut.
Rut es la heroína del libro que lleva su nombre y las palabras introductorias se refieren al período histórico descrito en el libro de Jueces[18], que finaliza diciendo: “En esos días no había rey en Israel; cada uno hacía lo que le parecía bien ante sus propios ojos”[19]. El libro de Rut termina con las palabras: “Isaí fue el padre de David”[20] y fue David quien llenó la necesidad sentida por Israel, de tener un rey. Belén de Judá, en oposición a Belén de Zabulón[21], es llamada Efrata[22]; el nombre sobrevivió en el vocablo “efrateos”. Belén significa “casa de pan” y el nombre refleja lo fértil de sus campos y sus huertos. Pero aun en Belén los pobladores sufrieron por una hambruna motivando a una familia a radicarse por un tiempo en Moab. Desde Belén se pueden ver los montes de Moab en el horizonte hacia el este, al otro lado del mar Muerto. Aunque geográficamente cercano, no era un territorio amigo. Los moabitas eran descendientes de Lot[23] así que eran parientes distantes de Israel, pero habían sido hostiles a los israelitas cuando estos llegaron de Egipto después del éxodo[24]. Al principio del período de los jueces, Eglón, rey de Moab, había invadido y dominado a los israelitas durante 18 años[25].
Elimelec decidió mudarse a Moab. Para Noemí, su esposa, el resultado final de la mudanza fue trágico. Primero, perdió a su esposo y luego a sus dos hijos. Su estadía en Moab, que creían temporaria, duró diez años y al final de este tiempo Noemí se encontraba sin medios de vida y de esperanza para el futuro.
En su propia tierra Rut se había casado con Mahlón[26], hijo mayor de Elimelec y Noemí, israelitas de Belén de Judá. El momento decisivo fue cuando Noemí oyó que Adonay había visitado a su pueblo para darles pan. Se preparó para regresar, un verbo recurrente en el capítulo, que en hebreo es el mismo verbo para decir “arrepentir”, y al regresar a casa Noemí estaba demostrando un cambio de idea, un “arrepentimiento”.
2. Tu Pueblo Será Mi Pueblo, y Tu Dios Será Mi Dios.
Sus nueras, Rut y Orfa[27], emprendieron con Noemí el camino, sintiéndose obligadas a acompañarla por ser sus familiares más cercanos. La modalidad de conducta de los antiguos patriarcas se repite aquí. Tanto Abraham como Isaac se habían ido en tiempos de hambre, para regresar luego cuando volvía a haber alimento.
El relator ha preparado la escena, pero desde aquí en adelante los personajes hablan por sí mismos. Noemí, no dando nada por hecho, instó a sus dos nueras a que regresaran a su hogar paterno en Moab. Pueden haber tenido entre 18 y 25 años, y Noemí demostró su interés maternal al procurar lo que sería lo mejor para ellas. Ambas habían sido esposas cariñosas, y Noemí apreciaba el afecto que le tenían, de allí su oración: “Que el SEÑOR tenga misericordia[28] de ustedes como ustedes la han tenido con los que murieron y conmigo”[29]. Su esperanza era que su cuidado providencial las llevaría a cada una a contraer un segundo matrimonio. La misericordia del Señor tenía a Israel en una relación especial con él, pero Noemí no tuvo reparos en orar pidiendo que incluyera también a estas dos muchachas de Moab. Puede que estuviera pensando en la promesa del Señor a Abraham de que todas las familias de la tierra serían bendecidas por intermedio de él[30]. Amor, seguridad y hogar se cuentan entre las bendiciones que Dios provee. El consejo de Noemí: “Vuélvanse, hijas mías”[31], era lo más lógico; aunque sería para quebranto de ella. La mano de Adonay se ha levantado contra mí es un resumen de su interpretación de los eventos sucedidos.
Noemí resolvió volver a su patria, aunque consideró a la hambruna, la consecuente migración a Moab y la muerte, primero de su esposo y luego de sus hijos, como señales del desagrado divino en forma personal con ella. De allí que fuera una experiencia de tanta amargura. Si hubiera creído que era el azar lo que ordenaba su vida, hubiera aceptado su situación con pasiva resignación. Pero con el hecho de acusar a Dios declaraba su fe de que en definitiva era él quien manejaba los acontecimientos y, dado que era él también el Dios que iba a bendecir, Noemí encontró un rayo de esperanza aun en su profunda desesperación.
Orfa se fue del lado de su suegra y no se sabe nada más de ella, pero Rut se quedó con Noemí para afiliarse a su nación y a su Dios. Solamente la muerte las separaría[32]. El verbo es el mismo usado para referirse al matrimonio en Génesis 2.24: “Por eso deja el hombre…y se une a su mujer”[33] Rut, en total dedicación, puso el cuidado de Noemí antes que sus propios intereses. El lector es atrapado por el drama, queriendo saber cómo le fue a Rut quien se arriesgó a acompañar a su suegra.
Noemí no aceptó la decisión de Rut sin protestar. Era natural que los padres y la formación religiosa tuvieran una poderosa atracción, pero la protesta de Noemí generó la más sublime de las reacciones. Rut estaba decidida: “…porque adonde tú vayas, yo iré”[34]. El bienestar de Noemí era su principal preocupación, aunque significara emigrar de su patria, dejar a sus padres que todavía vivían[35] y establecerse entre extraños. Desde ese momento en adelante el pueblo de Noemí sería su pueblo, aunque Rut no sabía si encontraría aceptación. De más importancia que todo lo demás, Rut declaró que el Dios de Noemí sería su Dios. Estaba totalmente resuelta, aun hasta la muerte y lo confirmó con su juramento en el nombre del Señor que acababa de aceptar. La declaración de Rut es el punto culminante de este capítulo. Sin duda el autor tenía la esperanza que los lectores siguieran su ejemplo.
La llegada de Noemí causó revuelo en Belén, especialmente entre las mujeres. La pregunta de ellas sugiere que casi ni la reconocieron porque había cambiado tanto, pero también que estaban contentísimas de volver a verla. Noemí cortó por lo sano cualquier celebración al revelar la profundidad de su desconsuelo. Vencida por los recuerdos felices del pasado en Belén no podía aguantar que la llamaran Noemí[36]. Mucho más apropiado, según ella, era Mara[37], y culpó al Todopoderoso por sus amargas experiencias. Él era quien había prometido un gran destino a Abraham[38]. Rige sobre el orden cósmico[39] por lo que se deduce que debe ser responsable de la tragedia que vivía. Yo me fui llena, casada y feliz y bendecida con dos hijos, pero Adonay me ha hecho volver vacía, privada del motivo de mi felicidad. El Señor quien dio, y cuya característica es dar, le había quitado inexplicablemente sus seres queridos. Es más, ella interpretaba su acción como una señal de su desagrado, porque Adonay me ha afligido significa “ha dado testimonio contra mí”[40], como en un tribunal de justicia.
Tres elementos estilísticos merecen un comentario. La modalidad deliberada en el uso de los nombres divinos: “…el Todopoderoso… el SEÑOR… el SEÑOR… el Todopoderoso”, pone mucho énfasis en el gobierno soberano de Dios sobre los asuntos humanos, y es el mismo Señor que revelara sus propósitos amantes a Abraham. Porque Él está en control, se nota la implicación de una esperanza, la insinuación de un futuro mejor. El narrador completa el primer episodio con un resumen que mira al pasado tanto como al futuro. Volvió Noemí mira hacia atrás repitiendo un verbo clave en el capítulo, mientras que la mención de su nuera indica que Rut ocupará el centro de la próxima escena. Las palabras finales del capítulo: “…al comienzo de la siega de la cebada”[41], no solo anticipa el próximo episodio, sino que también coincide con la nota sobre una época en 1.1, completando así una especie de paréntesis alrededor del primer capítulo de la narración.
3. Segando las Gavillas de Trigo.
Al llegar a este punto el narrador introduce hábilmente el hecho de que todavía vivía en Belén un pariente de Elimelec. Noemí lo conocía pero decidió no pedirle su apoyo, aunque era un hombre de buena posición que podría haberla ayudado. La necesidad inmediata era tener algo para comer. Era humillante verse reducida a semejante pobreza, pero porque era el tiempo de la cosecha tenían una manera de ayudarse a sí mismas. La ley de Dios estipulaba que los agricultores no debían cosechar las esquinas de sus campos, sino dejar el grano para ser recogido por los pobres[42]. Una bendición especial sería el resultado de esta acción generosa[43]. Rut decidió aprovechar esta disposición, pero suponía que no todos los agricultores recibirían bien a los que espigaban para ellos mismos sus campos, especialmente tratándose de una extranjera. Quería hacerlo donde pudiera hallar gracia. Aunque nada sabía de ningún pariente cercano de su suegro, por “casualidad” escogió recoger espigas en el campo de Booz, de la familia de Elimelec. Su elección del campo no era accidental. Dios había sido su guía invisible como lo habrían de probar los sucesos posteriores.
Llegó el dueño y saludó a sus segadores con palabras que asociamos más con la iglesia que con nuestro lugar de trabajo. “¡El SEÑOR sea con ustedes!”[44], una expresión familiar para muchos cristianos, es usada sólo aquí en esta forma precisa. El saludo acostumbrado era “paz”[45]. Booz y sus segadores reconocían su dependencia de Dios para obtener una buena cosecha. Quiso saber quién era la recién llegada y el encargado de los segadores testificó bien de ella y le ofreció protección por su lealtad a Noemí, mostrando su aprobación, instándola a quedarse en los campos de él y prometiéndole su protección especial. Contaba con tres recomendaciones con las que se había ganado el respeto. Había venido con Noemí, había pedido permiso para recoger lo que los segadores dejaban y había seguido trabajando sin pausa aunque no era mucho lo que quedaba para recoger. Recibió la invitación de comer con los segadores, y fue favorecida durante toda la cosecha de la cebada y el trigo.
Booz la incluyó entre sus siervas, dio órdenes a los jóvenes de que la respetaran y le dio permiso para tomar de los cántaros de agua que traían. Fuera de lo acostumbrado, estos eran llenados por criados hombres. Este campo parece haber sido manejado con reglas singulares. En lugar de ser recibida con desconfianza, Rut fue aceptada. Ella no dio nada por sentado sino que postrándose indicó lo agradecida que se sentía. Los pobladores de Belén reconocían la bondad en acción y aprobaban la valentía de Rut al acompañar a Noemí. Al decir: “Que el SEÑOR recompense tu obra”[46]. Booz expresaba más que un deseo piadoso. Consciente del sacrificio de Rut, quería que su recompensa fuera completa para que la fe de ella se fortaleciera al ver suplidas todas sus necesidades. Tal era la promesa a quienes confiaban en las promesas de Dios[47]. Al pueblo de Dios le gustaba comparar el cuidado protector de Dios con el de las aves que extienden sus alas sobre sus polluelos[48]. El uso que Jesús hizo de la misma metáfora ha reforzado su mensaje[49]. La respuesta de Rut expresa ampliamente su gratitud, pero guardó su distancia llamando a Booz “Señor mío”[50], y refiriéndose a sí misma como su sierva, indicando así su humilde posición.
A la hora de la comida Booz volvió a preferirla, invitándola a compartir el alimento provisto para los segadores. Hasta le sirvió grano tostado, parte del cual Rut guardó para llevar a Noemí. Rut fue a la era de noche y pidió la protección de Booz apelando a su caballerosidad. Al levantarse para volver a trabajar, Booz dio órdenes de que se le permitiese colectar el grano de las gavillas[51]. Se les mandó a los segadores que deliberadamente dejaran caer grano para que ella lo recogiera. El resultado fue que Rut terminó ese día teniendo mucho más de lo que había esperado espigar. Algunos calculan que era el equivalente de por lo menos el jornal de medio mes. Booz la envió de vuelta a su hogar con la promesa de que si su pariente más cercano no estaba dispuesto a casarse con ella de acuerdo con la ley del levirato, él actuaría como pariente y la redimiría[52].
Al ver el enorme bulto de cebada de Rut, Noemí supo que le había ido bien. Seguramente alguien había sido muy generoso con ella, de allí las preguntas emocionadas y su invocación pidiendo bendiciones sobre el benefactor de Rut. Por tercera vez en dos versículos a Noemí se le llama suegra de Rut, como si se quisiera sugerir que la relación tenía una importancia especial. La mención por parte de Rut del nombre Booz reveló que existía una conexión familiar; las relaciones familiares “hija”, “suegra”, siguen mencionándose en conversaciones posteriores entre Noemí y Rut. La oración de Noemí se torna ahora más específica. En seguida ella vio la posibilidad de futuros acontecimientos. No ha rehusado su bondad podría referirse a Booz, pero Noemí está pensando en la providencia del Señor al guiar a Rut al campo de Booz. Esto era una evidencia del amor del pacto del Señor hacia los que han muerto, o sea Elimelec y su hijo a través de sus viudas. Aunque eran parientes políticas y no sanguíneas, estaban incluidas totalmente en la familia. Pero hay más. Booz no solo era un pariente cercano sino también uno de los parientes que las pueden redimir[53].
Las leyes de Israel sobre la familia estipulaban detalladamente el cuidado a brindar a los integrantes de un clan que pasaban momentos difíciles, protegiendo así la continuación del grupo emparentado. Booz era uno a los que Noemí tenía derecho de pedir ayuda, pero había varias maneras de ayudar, y Noemí no especificó en qué estaba pensando. Rut agregó otra noticia que aumentó su alegría al contarle que Booz la había invitado a acompañar a sus siervos hasta que terminara la cosecha en dos meses. Ya no tenían que preocuparse por su futuro inmediato y durante el tiempo de la cosecha Rut ya sería parte de la comunidad en Belén.
Este capítulo ha presentado varios énfasis importantes. El carácter digno de Rut fue destacado por el capataz[54] y recalcado por Booz[55] quien la incluyó entre sus obreros y se ocupó de que tuviera abundancia de alimentos para llevarse a su casa. Rut se sentía cómoda en este campo y aceptó agradecida todo lo que bondadosamente se le ofreció. Tanto el dar como el recibir eran parte de una relación que se iba formando, una comprensión cada vez mayor de los caminos de Dios. Noemí, al llamar a Rut hija mía, destacaba la íntima relación entre ellas. Rut se quedó cerca de las criadas.
4. Un Encuentro de Media Noche.
En la época del Antiguo Testamento los casamientos eran arreglados por los padres, así que era apropiado que Noemí tomara pasos para encontrar un hogar y seguridad para Rut. Habían pasado algunas semanas, porque la cosecha había terminado y era el tiempo de la trilla. Noemí había pensado cuidadosamente sobre la mejor manera de encarar a Booz en su capacidad de pariente cercano. Su esperanza era que aceptara su obligación como pariente-redentor casándose con Rut. Pero, aunque había sido bondadoso, Booz no había mostrado ninguna inclinación al matrimonio, de allí la decisión de Noemí de presionarlo. Sus planes requerían mucha valentía de parte de Rut.
Rut debía lavarse y cambiarse para estar de lo mejor esa noche importante. Su perfume sería seductivo cuando la oscuridad impidiera ver su vestido. Los pisos de la trilla por lo general eran altos para aprovechar al máximo la brisa, pero a veces el viento proveía condiciones similares en lugares más bajos. Rut tenía que pasar desapercibida al mismo tiempo que identificaba dónde Booz se acostaría para pasar la noche. Cuando todo estuviera en silencio, debía acercarse, levantar la cobija a los pies de Booz y acostarse junto a ellos. Cuando él despertara, Rut debía presentarle su petición. A pesar del peligro de recibir un desaire y ser rechazada, Rut llevó a cabo el plan de su suegra.
Después de la tradicional comida en el lugar de la trilla, Booz se retiró de muy buen humor. Providencialmente escogió acostarse a un lado del montón de grano donde quedaba un poco separado de los demás. A un lado también puede significar una posible entrada para los ladrones, contra quienes Booz se ponía en guardia. Cuando quedó dormido, Rut tomó su posición a sus pies, el lugar de sumisión, y esperó. En medio de la noche Booz despertó y ahora el relato se pone emocionante. Booz percibió la presencia de una mujer pero no la podía identificar. Su pregunta directa, entonces, era de esperarse. La respuesta de Rut, aunque respetuosa, no fue considerada como en 2.10, 13. Habló valiéndose de sus derechos, y tuvo la valentía de pedirle a Booz que actuara como su pariente-redentor y se casara con ella. Ese es el significado de las palabras: “Extienda, pues, su manto sobre tu sierva”[56]. Aquí se utiliza la misma palabra para “manto” que en Rut 2.12 se tradujo “alas”. Rut recordó a Booz sus propias palabras, y le pidió que fuera la contestación de su propia oración. “Extender las alas sobre” era una vívida expresión de proveer protección, calor y compañerismo. La frase es una referencia elocuente al matrimonio.
No hay vacilación alguna en la respuesta de Booz. Rut podía dejar a un lado sus temores porque no fue reprendida. En cambio, recibió una bendición y aceptación como “hija”[57] en la familia. Ya no era una extraña ni extranjera. Booz sabía que la preocupación principal de Rut era el futuro de Noemí. Hubiera sido natural que Rut buscara un esposo de su misma edad en lugar de alguien que podía haber sido su padre. Él había observado la consideración de ella y la respetaba por ello. Él podía hacer todo lo que ella pedía sin ser juzgado porque toda la comunidad había llegado a apreciar la integridad de Rut. Pero primero tenía que hablar con un familiar que tenía primer derecho a cumplir el papel de pariente-redentor. Mientras tanto Rut debía quedarse a sus pies hasta la mañana, a pesar del posible peligro de ser vista por ojos curiosos. Booz nada tenía que esconder, y dentro de unas horas la presentación pública del caso legal habría terminado y se habría decidido.
Pero Rut partió en cuanto pudo ver su camino al despuntar el alba. Nuevamente Booz se aseguró de que se llevara un generoso regalo de alimento, atado convenientemente en el chal tejido que llevaba puesto. No se sabe cuánto eran exactamente las seis medidas. No hay duda de que Booz dio a Rut todo lo que ella podía cargar.
Noemí, esperando ansiosamente el regreso de Rut, supo por la carga que llevaba que Rut traía buenas noticias. Booz siguió mostrando su generosidad hacia Noemí, su suegra. El énfasis sigue siendo en las relaciones de familia, que es la base de la acción del relato, y que sigue en Rut 3.18: “Espera, hija mía”[58]. Habría un período de suspenso antes de que el drama terminara. Afortunadamente, el proceso legal podía comenzar inmediatamente, y el resultado sería conocido antes de terminar el día.
5. Redención y Matrimonio.
Con la presencia de diez ancianos[59] de la ciudad[60] como testigos, Booz esperó que su pariente pasara por la puerta para ir a trabajar y el pariente, cuyo nombre no se da[61], sabría que se trataba de algún asunto serio cuando fuera invitado a sentarse. Booz apeló al pariente de Noemí para que redimiera un lote de tierra que había pertenecido a Elimelec[62] y que era un cargo sagrado que no debía salir de la familia[63]. Elimelec había sido dueño de una propiedad que hubiera pasado a sus hijos, de haber vivido ellos. No es probable que Noemí, la viuda, tuviera derecho de heredar, pero probablemente estaba vendiendo el campo en nombre de sus hijos. Durante la ausencia de la familia en Moab otra persona habría sido responsable de la tierra, pero ahora que la cosecha había terminado había llegado el momento para que Noemí las negociara con miras al mejor resultado posible. En particular, quería que la tierra quedara en la familia, de allí la apelación a un pariente. Booz, consciente de todo lo que involucraba, explicó claramente la opción al pariente más cercano, afirmando que si el pariente no redimía la tierra entonces Booz lo haría. Solo cuando recibe la respuesta: “La redimiré”[64], se embarca en el tema más crucial. Elimelec tenía derecho a un heredero, Rut la moabita, su nuera, estaba viva y el hombre que comprara el campo tenía el deber de dar al muerto un heredero por intermedio de ella. Si nacía un hijo varón, el campo sería luego de él y la propiedad de Elimelec quedaría en su familia. El pariente entonces perdería lo que había comprado y tendría que mantener otra familia, de allí su respuesta: “No puedo redimirla”[65]. El costo era demasiado elevado. La generosidad de Booz se hace más evidente al aceptar él estas pérdidas financieras[66].
No había necesidad de que el autor explicara la ley de redención que evidentemente todavía se practicaba cuando fue escrito el libro. Pero otra costumbre había caído en desuso y por lo tanto tenía que ser explicada. Ambas partes del acuerdo de redención lo completaban intercambiándose una sandalia que simbolizaba una posesión[67]. Los ancianos fueron testigos oficiales de que Booz asumía los derechos legales de la propiedad de Elimelec, Quelión y Mahlón, y que la viuda de Mahlón sería su esposa. Al primogénito de Rut se le conocería como “hijo de Elimelec” perpetuando así el nombre del muerto. Este hijo también sería heredero de la propiedad, asegurando así la continuación del nombre y las posesiones de familia. Al decir “ni del atrio de su lugar de nacimiento”[68] se está refiriendo a los documentos legales de la comunidad, fueran estos transmitidos oralmente o por escrito.
Los que pasaban por el lugar engrosaron el grupo a la puerta, y se sumaron a los ancianos como testigos de la legalidad del matrimonio entre Booz y Rut, aunque ella no estaba presente para dar su consentimiento. La aprobación de la población de Belén ayudaba a alentar la permanencia del matrimonio, como sucede con la presencia de invitados a los casamientos en la actualidad, además de ser ocasiones de feliz celebración. Los buenos deseos para la nueva pareja fueron expresados en oraciones recordando ejemplos de la bondad de Dios en el pasado. Raquel y Lea, junto con sus criadas, habían dado 12 hijos a Jacob, que fueron los padres de las 12 tribus[69]. A Booz se lo consideraría bien recompensado si Rut le diera muchos hijos para tener más prestigio y prosperidad. La oración continuó mencionando a Judá y Tamar[70]. El autor tenía buenas razones para referirse a este incidente vergonzoso de la vida de Judá.
Primero, tenía que ver con una costumbre matrimonial similar a la que se refiere en este capítulo, donde se esperaba que el hermano del muerto se casara con su viuda, de allí la expresión “casamiento levirato”[71]. Mientras que los derechos de Tamar habían sido ignorados por Judá, Booz había cumplido con su obligación.
Segundo, había un factor de especial interés local. Fares, nacido de Tamar como resultado de su estratagema, era un antepasado de Booz[72], y uno de los apenas tres antepasados de toda la tribu de Judá. Es probable que la mayoría de la población haya sido descendiente de él. Lo que Dios había hecho por Judá, a pesar de la indiferencia de éste por Tamar, lo haría Dios también por Booz, recompensando su bondad y dándole una familia de hijos varones.
Tercero, Tamar, como Rut, había tenido que tomar la iniciativa.
Cumpliendo su promesa, Booz se casó con Rut. Adonay le concedió que concibiera puede ser una referencia a la falta de hijos del primer matrimonio de ella, pero las Escrituras nunca dan por sentado la concepción de un hijo y consideran a cada individuo como la obra de creación especial del Señor[73]. El nacimiento de un hijo era la culminación del gozo para las mujeres presentes que exclamaron: “Bendito sea el SEÑOR”[74] y expresaron su alegría a Noemí en lugar de a Rut. La honra era para la vieja generación, y las que habían conocido a Noemí antes de que se fuera a Moab habrían estado felices de ver cómo el Señor estaba proveyendo lo que le aseguraría su futuro. La oración de ellas de que él fuera famoso en todo Israel se da por contestada en la genealogía de David[75]. Noemí, personaje principal en el capítulo inicial del relato, es nuevamente el personaje principal al llegar a su conclusión. El vacío dejado por la muerte de sus seres queridos había sido ahora remplazado por una llenura; la amargura por el gozo. Porque el niño sería considerado como nieto de Elimelec y Noemí, el nombre de su esposo no desaparecería y su propiedad tendría un heredero. Además, Noemí contaría con un protector para cuidarla en su vejez, al igual que su cariñosa nuera, quien le era mejor que siete hijos. La alabanza para Rut llega a su clímax con estas palabras de las mujeres de Belén.
La “llenura” de Noemí giraba alrededor de su nieto; cuidarlo como había cuidado a sus propios hijos era empezar una nueva vida. El nombre Obed[76] sugería que era un “siervo del Señor”, resumiendo así las esperanzas de todos para el niño. El autor luego salta dos generaciones más adelante para mostrar cuán importante sería Obed como abuelo del rey David[77]. El propósito soberano de Dios podía verse a lo largo de todas las generaciones empezando con Fares, quien había sido mencionado en la bendición matrimonial, hasta David, cientos de años después. La decisión de Rut de seguir a Noemí había tenido consecuencias importantes, más allá de lo que ella hubiera imaginado. En vista de que todos los reyes de Judá fueron de la dinastía de David, la muchacha moabita tuvo descendientes ilustres, y la oración de Booz de que fuera ella recompensada ricamente por Adonay[78] fue contestada espectacularmente.
La genealogía de diez generaciones desde Fares hasta David omite algunas generaciones, como lo demuestra una comparación con 1 Crónicas 2, pero es una conclusión adecuada para el libro. Mientras que las palabras iniciales hablaban de hambruna, migración y muertes, el final del libro mira hacia adelante con esperanza. La lista de nombres, abarcando el período desde los patriarcas hasta David, recuerda al lector que lo que le pasó a Noemí y Rut era parte de la obra salvadora permanente de Dios a través de los siglos. La vida tenía sentido porque el Señor, quien había hecho promesas claras a Abraham, seguía activo en cada generación revelando su carácter, cumpliendo sus promesas y logrando sus propósitos. Este fue el factor invisible que le dio una perspectiva histórica a Israel, singular en el mundo de la antigüedad. Pero la historia de Israel no se ocupa sólo de los grandes del país. Rut, Noemí y Booz ilustran que la auténtica grandeza refleja el carácter del Dios viviente, cuyo amor fiel generó una respuesta de amor en quienes pusieron en él su confianza.
[1] Significa “compañera”.
[2] Unos 200 años a.C.
[3] 1 Samuel 28.3.
[4] Mateo 1.5; Lucas 3.32.
[5] Génesis 12.3. La Toráh
[6] Cerca del 1000 a.C.
[7] Cerca del siglo VII a.C.
[8] 1 Crónicas 29.29.
[9] 2 Samuel 12.1–12.
[10] 1 Reyes 1.11–53.
[11] Mateo 1.5; Lucas 3.32.
[12] Versión griega del Antiguo Testamento.
[13] Éxodo 12.1–29.
[14] Rut 1.9.
[15] Rut 4.6.
[16] Deuteronomio 5.10. La Toráh
[17] Mateo 1.5-6, 16; Lucas 3.23–31.
[18] Cerca del 1250 al 1050 a.C.
[19] Jueces 21.25. NBLH
[20] Rut 4.22. NBLH
[21] Josué 19.15.
[22] Génesis 35.19.
[23] Génesis 19.27.
[24] Números 21.29.
[25] Jueces 3.14.
[26] Rut 4.10.
[27] Significa “la que vuelve la espalda”.
[28] El significado de la palabra misericordia es más de lo que el lector pudiera sospechar. Es una traducción de la palabra hebrea “hesed”, aquí y en Rut 2.20 y 3.10, en el sentido más supremo, es la característica de Dios mismo en sus tratos con quienes forman su pueblo. A veces se ha traducido como “amor” (Dios Habla Hoy) y “bondad” (Biblia de Jerusalén); la palabra indica la fidelidad del Señor a sus promesas del pacto (Deuteronomio 7.9). La intención es que quienes hayan tenido la experiencia del “hesed” del Señor reflejen el mismo cuidado amante en sus relaciones con sus semejantes. Se dice que Rut la moabita así lo hizo, por su lealtad altruista hacia Noemí y porque, al declarar que el Dios de Noemí era su Dios, entró en el círculo de la bendición divina. Siguiendo el mismo camino, otros que no eran israelitas pudieron conocer por sí mismos la “hesed” del Señor porque es “…grande en misericordia…Y su compasión, sobre todas Sus obras” (Salmos 145.8-9). Ese amor firme fue revelado supremamente en Cristo y es una base segura para la confianza del cristiano actual en el Dios de Noemí y Rut.
[29] Rut 1.8. NBLH
[30] Génesis 12.3.
[31] Rut 1.11. NBLH
[32] Rut 1.17.
[33] La Toráh
[34] Rut 1.16.
[35] Rut 2.11.
[36] Significa “Placentera” o “Agradable”.
[37] Significa “Amargura”.
[38] Génesis 12.1.
[39] Job 34:12, 13
[40] Rut 1.21.
[41] Rut 1.22.
[42] Levítico 19.9; 23.22.
[43] Deuteronomio 24.19.
[44] Rut 2.4. NBLH
[45] Shalom.
[46] Rut 2.12. NBLH
[47] Deuteronomio 5.10.
[48] Salmos 17.8; 36.7.
[49] Mateo 23.37.
[50] Rut 2.13.
[51] Lo normal era que las gavillas tenían que ser protegidas de los espigadores.
[52] Levítico 25.25, 47–49.
[53] Uno de los parientes que nos pueden redimir. Los fuertes lazos familiares en Israel significaban que el uso del verbo “redimir” era común; pertenecía al vocabulario de las leyes familiares. Cada integrante de una familia o clan tenía la obligación de defender y proveer para sus familiares en la indigencia o víctimas de una injusticia. El redentor de una propiedad debía volver a comprar la tierra del pariente que la había vendido por sufrir necesidad (Levítico 25.25), conservándola así dentro de la familia. Si alguien se vendía a sí mismo como esclavo, su pariente más cercano tenía que comprar su libertad (Levítico 25.47–55). El redentor también tenía el deber de vengar el homicidio (Números 35.19; Deuteronomio 19.6). El libro de Rut extiende sus deberes a proveer un heredero para el pariente masculino que había muerto sin hijos. Por lo general, esta obligación le tocaba a un hermano (Deuteronomio 25.5–10), pero en el caso de Rut que no tenía cuñados, se esperaba que un pariente menos cercano se casara con ella, como lo reveló Noemí.
[54] Rut 3.7.
[55] Rut 3.11.
[56] Rut 3.9. NBLH
[57] Rut 3.11. Ibid
[58] NBLH
[59] Los diez hombres de los ancianos de la ciudad, elegidos al azar, corresponden básicamente a los jueces del sistema legal actual del mundo occidental. Se suponía que los adultos responsables eran competentes para discernir lo que era justo. En Belén estos ancianos representaban a la comunidad en la cual se cumplía la decisión legal. Su aprobación era esencial y el grupo de 12, todos sentados, constituía el tribunal de justicia.
[60] La puerta principal de la ciudad era el sitio del tribunal de justicia municipal. Planificada con un espacio abierto alrededor del cual los bancos proveían lugares para sentarse a la sombra de las altas murallas, la puerta era un lugar natural de reunión. Tenía la ventaja de estar abierta al público, que podía observar cómo se hacía justicia.
[61] Algunos creen que el hecho de que el nombre del pariente cercano no es mencionado en la historia connota una borradura a su nombre por rehusar su obligación.
[62] Debemos entender que cuando se vendía la tierra en Israel era más bien como un alquiler o acuerdo de renta debido a que la tierra se retornaba al propietario original en el Jubileo, cada 50 años. El propietario original y su familia aún poseían el título de la tierra. Elimelec vendió su tierra en tiempo de adversidad. Esta tierra fue redimida por la familia de Elimelec a través de pagar el saldo del arrendamiento al ocupante actual. El título habría pasado a los hijos de Elimelec y pasando al pariente más cercano. No obstante, las viudas, no estaban listadas en la línea de herencia (Números 27.8 11). El pariente más cercano parecería que automáticamente se convertía en el nuevo propietario de la propiedad.
[63] Levítico 25.23.
[64] Rut 4.4. NBLH
[65] Rut 4.6. NBLH
[66] Deuteronomio 25 requería de escupir la cara de alguien que se rehusase de cumplir la obligación de ser el redentor. Esto parece que se dejó fuera aquí indicando quizás alguna mitigación en las circunstancias a favor del pariente, tal como los hijos para los cuales ya estaba proveyendo. O quizás el escupir simplemente no está registrado.
[67] Josué 1.3. La misma costumbre, que existía entre los indios y los antiguos alemanes, surge del hecho que se tomaba posesión de la propiedad fijada pisando sobre el suelo, y de aquí que quitarse el zapato y entregarlo a otro era símbolo de la transferencia de un derecho de posesión o de propiedad.
[68] Rut 4.10. NBLH
[69] Éxodo 1.1–5.
[70] Génesis 38.
[71] Del latín “levir”, “cuñado”.
[72] Rut 4.18.
[73] Salmos 139.13.
[74] Rut 4.14.
[75] Rut 4.17.
[76] Diminutivo de Abdías.
[77] Podemos preguntarnos como, una generación después, el descendiente de una moabita se convierte en el rey de Israel, cuando Deuteronomio 23.3 prohíbe a los descendientes de los moabitas entra en la congregación del Señor por diez generaciones. El Midrash judío implica que esta prohibición está relacionada solo con las mujeres que se casaban con varones moabitas.
[78] Rut 1.12.
A. Introducción.
No es difícil explicarse el atractivo de este breve libro. Ya tiene mucho mérito como un relato bien narrado, con su simetría de forma y vívida caracterización, pero, sobre todo, es un libro con mensaje. Cuando para Noemí la vida ya nada le prometía y carecía de sentido, Rut[1], su nuera, decidió permanecer a su lado en lugar de dejarla que enfrentara sola, anciana y viuda su camino hacia el futuro. La tragedia en Moab tuvo un final feliz en Belén, y la lealtad benévola recibió su recompensa. Dios se hizo cargo de los acontecimientos para dar amor y seguridad a quienes confiaron en él, mientras que paralelamente iba entrelazando sus vidas con su propósito para el mundo. Dios permaneció escondido, no obstante siguió obrando en los asuntos ordinarios de la vida cotidiana, cumpliendo sus promesas a su pueblo.
El libro de Rut ha sido considerado como una novela, un idilio y una novela histórica, todo lo cual implica un elemento ficticio mayor. En un intento por colocar al libro en un trasfondo del Medio Oriente otros eruditos han sugerido que tuvo sus orígenes en la mitología cúltica, pero no han producido evidencias convincentes de ello. El libro mismo, con sus palabras introductorias: Aconteció en los días en que gobernaban los Jueces, y su genealogía final que termina con el rey David, implican eventos históricos y verificables. Es cierto que trata de una familia común y no de las hazañas de los grandes, pero sería extraño que la conexión entre Rut la moabita y el rey David hubiera sido inventada, porque nada aportaba al engrandecimiento de este en Israel. Aunque el escritor fue laborioso para que su libro fuera una obra de arte, es evidente que su intención fue que se aceptara como una narración histórica. Es un relato verídico, contado magistralmente en el estilo de las narraciones patriarcales, donde se encuentran algunos de los mismos temas, como son la hambruna, el exilio y el regreso, la falta de hijos, por medio de los cuales Dios se da a conocer.
B. Autor y fecha.
El libro no ofrece ninguna indicación sobre el autor. El Talmud[2] lo atribuye a Samuel, pero éste murió antes de que David fuera rey[3], y el libro implica que el reinado de David era bien conocido. La referencia al período de los jueces es como a una era pasada, y la necesidad de explicar la ceremonia del zapato en Rut 4.7 indica que había pasado algún tiempo antes de que los acontecimientos fueran narrados a la Escritura. Los escribas en la corte de Salomón hubieran tenido acceso a los archivos reales, y el período que vio el apogeo de la literatura y las artes muy bien puede haber producido esta joya literaria. Varios eruditos recientes han detectado una perspectiva femenina en el libro lo cual les ha sugerido que el autor fuera una mujer. En una sociedad dominada por los hombres es significativo que el libro haya sido escrito acerca de dos mujeres, cuyas iniciativas generaron la acción y cuya fe fue recompensada. En la providencia de Dios sus vidas aun jugaron un papel en la preparación de la venida del Salvador[4]. Quien sea que haya escrito el libro estaba en sintonía con el propósito revelado de Dios de bendecir a “todos los linajes de la tierra”[5], y había vivido suficientes años como para reconocer el obrar de Dios en la vida humana. Pocos escritores han tenido más éxito que éste en hacer que la bondad sea atractiva.
Es difícil establecer la fecha en que fue escrito. Puede ser en cualquier momento entre el reinado de David[6] y la aceptación del libro en el canon de las Escrituras en el siglo II a.C. La fecha que más se favorece dentro de ese lapso es el período post exílico, especialmente los siglos V y IV a. C., cuando el libro pudo haber sido una protesta contra el nacionalismo cerrado de Esdras y Nehemías. La presencia de palabras arameas en el hebreo se consideraba como un apoyo a la idea de que fuera escrito en una fecha posterior, pero estudios más recientes han puesto en tela de juicio este argumento. El libro no tiene ningún indicio de que fuera “literatura de protesta”, y el estudio del idioma ha sido utilizado para mostrar que el hebreo clásico utilizado muy posiblemente fuera pre-exílico[7]. Parece muy posible que el escritor haya vivido con la suficiente posteridad a los eventos que registró como para poder verlos en su justa perspectiva, quizá durante el reinado de Salomón. Otra posibilidad es que el profeta Natán haya sido el autor. Este dejó registros del reinado de David[8], desafió con valentía la vida personal del rey[9], y aun así estuvo dispuesto a apoyar más adelante a Betsabé[10].
C. Canonicidad.
El libro de Rut se valoraba como Escritura tanto en los círculos judíos como cristianos, y estaba incluido en las listas oficiales de los libros bíblicos cuando la iglesia los empezó a compilar en el siglo II d.C. Las referencias en los Evangelios[11] demuestran que cuando fueron escritos, Rut era considerado autoritativo.
En nuestras Biblias en castellano, Rut aparece después de Jueces, como sucede también en la traducción Septuaginta[12] y de la Vulgata. Pero en las Biblias hebreas impresas, Rut aparece en la tercera división, la de los Escritos, donde es el segundo de cinco rollos que ya para el siglo VI a.C., eran usados litúrgicamente en la sinagoga. El Cantar de los Cantares era el primero porque se usaba para la Pascua; Rut se usaba en el Pentecostés. El Talmud Babilónico, que data desde antes del siglo VI, empezaba los Escritos con Rut, seguido por los Salmos. Otros textos colocan a Rut en primer lugar entre los cinco rollos porque así corresponde cronológicamente. Es evidente que al principio se colocó al libro entre los Escritos y posteriormente fue transferido a la posición donde corresponde históricamente, entre Jueces y Samuel.
D. Temas.
Una hambruna es la circunstancia que hizo que una familia israelita emigrara a la tierra extranjera de Moab. La hambruna era un hecho recurrente en el tiempo de los patriarcas, obligando a Jacob y sus hijos a emigrar a Egipto. Esclavizados y oprimidos, fueron liberados por Dios, un evento recordado anualmente en la Pascua[13]. En el libro de Rut, ese mismo Dios acudió en auxilio de dos mujeres necesitadas, demostrando su poder de sacar un bien de una tristeza, vida de la muerte.
El matrimonio es otro tema central del libro. Era central en el pensamiento de Noemí. Aunque se consideraba ella misma demasiado anciana como para casarse, para sus nueras era una prioridad que les instaba a atender[14]. El nacimiento de un nieto daría nuevo impulso a su vida y si, por la providencia de Dios, este podía ser aceptado legalmente como el heredero de Elimelec, su gozo sería total. Rut, la joven viuda de Moab que había decidido permanecer junto a su suegra y había abrazado la fe de Israel, daba por sentado que volver a casarse no solo era lo bueno y correcto sino también su deber específico. A fin de poder suplir las necesidades de Noemí, necesitaba un marido que aceptara a Noemí como miembro de la familia. Por dicha razón su historia tenía que ser una historia de amor distinta, pero bajo la dirección de Noemí terminó siendo aun más extraña y excepcional. Rut podía haberse casado con un joven soltero de su propia generación, pero eso no hubiera resuelto el problema que Noemí tenía respecto a la propiedad de su familia, ni le hubiera dado un heredero a Elimelec. Casándose dentro de la familia de su esposo fallecido, Rut dio seguridad a la vida de Noemí tanto como a la propia. Su amor benévolo era un reflejo del de Dios por Israel, en quien ella había puesto su confianza.
Las dos mujeres dominan el relato, pero, Booz, pariente cercano de Elimelec, también tenía que estar dispuesto a asumir nuevas obligaciones. Noemí no solo esperaba que se casara con la viuda de Majlón, pariente de él que había muerto en Moab, sino que también comprara una propiedad que posiblemente no terminaría siendo de él. La prescripción legal favorecía a la familia que había perdido al ser querido, asegurando que el hijo varón nacido del matrimonio heredaría la propiedad de Elimelec y continuaría la línea de éste. El pariente más cercano a quien Boaz presentó la proposición la rechazó aduciendo que pondría en peligro su propia propiedad[15]. Booz, con su gran corazón, aceptó la obligación familiar, aunque costosa, con el beneplácito total de los ancianos y los habitantes de Belén, quienes oraron para que la bendición de Dios prosperara su posición en la comunidad y diera muchos hijos a Rut.
Al llegar al final de la historia estas oraciones habían sido contestadas más plenamente de lo que hubieran podido imaginar ninguno de los involucrados. La necesidad que Israel sentía de tener un rey se cumplió después de la muerte de Saúl, a través de David, nieto de Obed, quien fue el hijo nacido de Rut y Booz. David, a pesar de todas sus faltas, estableció el reino, edificó a Jerusalén e inspiró las visiones del rey ideal por venir. Dios tomó el amor y la obediencia de Noemí, Rut y Booz y los entretejió en su propósito eterno de mostrar “y tengo misericordia por mil generaciones con los que me aman y guardan mis mandamientos”[16]. Es digno de notar que el Mesías nació dentro de esta misma familia[17].
Otro tema, implícito en todo lo que hasta aquí se ha explicado, es cómo Dios ordena providencialmente la vida humana. El autor de Rut podía ver parte del propósito de Dios para la historia humana cumplido en David; el lector cristiano puede hacer caber esa parte dentro del todo, porque Dios estaba llevando a cabo su plan de redimir a la humanidad por medio de un descendiente más grande que el gran David. El autor de Rut también percibía la mano de Dios sobre las circunstancias personales de familias e individuos, animándoles a dar una mi rada retrospectiva a otros eventos para ir viendo los resultados misteriosos de la bondad sobreabundante de Dios en sus vidas. Los eventos hablan por sí mismos. En la vida personal y en la historia Dios obraba para llevar a cabo su gran propósito.
E. Propósito.
Las intenciones principales del libro son:
1. Demostrar que había bondad y fidelidad de Dios en Israel durante el período cruel y desenfrenado de los jueces. No todos los hebreos se dieron a la idolatría, la concupiscencia y el derramamiento de sangre en aquel entonces.
2. Revelar la providencia divina. Dios en sus inescrutables designios, permite grandes males para traer bien a los suyos, y se interesa en las cosas más ordinarias de la vida diaria. Incluso para las personas menos importantes. Aunque la tragedia de la familia de Elimelec fue dolorosa y numerosas sus desgracias, Dios recompensó ampliamente la piedad de Noemí y la bondad de Rut.
3. Proporcionar una lección misionera, demostrando de que manera una mujer gentil se convirtió en a seguidora al del verdadero Dios y como se incorporó a la vida del pueblo Dios. En Dios no hay acepción de razas; él toma bajo sus alas de protección a los extranjeros que confían en él.
4. Demostrar de qué manera David descendió de una mujer cuya fe, no su raza, fue lo que la salvó. Puesto que la misión de Jesús sería Universal convenía que los gentiles piadosos tuvieran lugar entre sus antepasados.
F. Características.
1. Es uno de los libros más breves del Antiguo Testamento, y supone algunas características especiales que lo diferencian de los demás.
2. Al volver de la cautividad, los judíos en general y el autor del libro en particular se encuentran con Israel dividida ideológicamente en dos tendencias: una de ellas cerrada y exclusivista, que quería mantener la pureza del judaísmo a toda costa, y otra más abierta y universalista que deseaba ampliar el espectro a las naciones vecinas y de ser posible al mundo entero.
3. El primer grupo quería prohibir hasta los matrimonios mixtos, y los últimos profetas adscribieron a esta teoría y celebran severamente con las leyes más flexibles de Esdras y Nehemías. Pero el cambio de los tiempos es inexorable y la apertura no puede evitarse: el judaísmo ya no volverá a estar aislado nunca más. A esta corriente pertenece el libro de Rut y Jonás.
4. El autor de Rut se preocupa de mostrar a Rut como modelo de piedad, amabilidad, fidelidad, obediencia y coraje; es un ejemplo concreto de todas y cada una de las virtudes del judaísmo. Su suegra Noemí recibirá las bendiciones de Adonay a través de ella.
G. Comentario.
1. Introducción a Rut.
Rut es la heroína del libro que lleva su nombre y las palabras introductorias se refieren al período histórico descrito en el libro de Jueces[18], que finaliza diciendo: “En esos días no había rey en Israel; cada uno hacía lo que le parecía bien ante sus propios ojos”[19]. El libro de Rut termina con las palabras: “Isaí fue el padre de David”[20] y fue David quien llenó la necesidad sentida por Israel, de tener un rey. Belén de Judá, en oposición a Belén de Zabulón[21], es llamada Efrata[22]; el nombre sobrevivió en el vocablo “efrateos”. Belén significa “casa de pan” y el nombre refleja lo fértil de sus campos y sus huertos. Pero aun en Belén los pobladores sufrieron por una hambruna motivando a una familia a radicarse por un tiempo en Moab. Desde Belén se pueden ver los montes de Moab en el horizonte hacia el este, al otro lado del mar Muerto. Aunque geográficamente cercano, no era un territorio amigo. Los moabitas eran descendientes de Lot[23] así que eran parientes distantes de Israel, pero habían sido hostiles a los israelitas cuando estos llegaron de Egipto después del éxodo[24]. Al principio del período de los jueces, Eglón, rey de Moab, había invadido y dominado a los israelitas durante 18 años[25].
Elimelec decidió mudarse a Moab. Para Noemí, su esposa, el resultado final de la mudanza fue trágico. Primero, perdió a su esposo y luego a sus dos hijos. Su estadía en Moab, que creían temporaria, duró diez años y al final de este tiempo Noemí se encontraba sin medios de vida y de esperanza para el futuro.
En su propia tierra Rut se había casado con Mahlón[26], hijo mayor de Elimelec y Noemí, israelitas de Belén de Judá. El momento decisivo fue cuando Noemí oyó que Adonay había visitado a su pueblo para darles pan. Se preparó para regresar, un verbo recurrente en el capítulo, que en hebreo es el mismo verbo para decir “arrepentir”, y al regresar a casa Noemí estaba demostrando un cambio de idea, un “arrepentimiento”.
2. Tu Pueblo Será Mi Pueblo, y Tu Dios Será Mi Dios.
Sus nueras, Rut y Orfa[27], emprendieron con Noemí el camino, sintiéndose obligadas a acompañarla por ser sus familiares más cercanos. La modalidad de conducta de los antiguos patriarcas se repite aquí. Tanto Abraham como Isaac se habían ido en tiempos de hambre, para regresar luego cuando volvía a haber alimento.
El relator ha preparado la escena, pero desde aquí en adelante los personajes hablan por sí mismos. Noemí, no dando nada por hecho, instó a sus dos nueras a que regresaran a su hogar paterno en Moab. Pueden haber tenido entre 18 y 25 años, y Noemí demostró su interés maternal al procurar lo que sería lo mejor para ellas. Ambas habían sido esposas cariñosas, y Noemí apreciaba el afecto que le tenían, de allí su oración: “Que el SEÑOR tenga misericordia[28] de ustedes como ustedes la han tenido con los que murieron y conmigo”[29]. Su esperanza era que su cuidado providencial las llevaría a cada una a contraer un segundo matrimonio. La misericordia del Señor tenía a Israel en una relación especial con él, pero Noemí no tuvo reparos en orar pidiendo que incluyera también a estas dos muchachas de Moab. Puede que estuviera pensando en la promesa del Señor a Abraham de que todas las familias de la tierra serían bendecidas por intermedio de él[30]. Amor, seguridad y hogar se cuentan entre las bendiciones que Dios provee. El consejo de Noemí: “Vuélvanse, hijas mías”[31], era lo más lógico; aunque sería para quebranto de ella. La mano de Adonay se ha levantado contra mí es un resumen de su interpretación de los eventos sucedidos.
Noemí resolvió volver a su patria, aunque consideró a la hambruna, la consecuente migración a Moab y la muerte, primero de su esposo y luego de sus hijos, como señales del desagrado divino en forma personal con ella. De allí que fuera una experiencia de tanta amargura. Si hubiera creído que era el azar lo que ordenaba su vida, hubiera aceptado su situación con pasiva resignación. Pero con el hecho de acusar a Dios declaraba su fe de que en definitiva era él quien manejaba los acontecimientos y, dado que era él también el Dios que iba a bendecir, Noemí encontró un rayo de esperanza aun en su profunda desesperación.
Orfa se fue del lado de su suegra y no se sabe nada más de ella, pero Rut se quedó con Noemí para afiliarse a su nación y a su Dios. Solamente la muerte las separaría[32]. El verbo es el mismo usado para referirse al matrimonio en Génesis 2.24: “Por eso deja el hombre…y se une a su mujer”[33] Rut, en total dedicación, puso el cuidado de Noemí antes que sus propios intereses. El lector es atrapado por el drama, queriendo saber cómo le fue a Rut quien se arriesgó a acompañar a su suegra.
Noemí no aceptó la decisión de Rut sin protestar. Era natural que los padres y la formación religiosa tuvieran una poderosa atracción, pero la protesta de Noemí generó la más sublime de las reacciones. Rut estaba decidida: “…porque adonde tú vayas, yo iré”[34]. El bienestar de Noemí era su principal preocupación, aunque significara emigrar de su patria, dejar a sus padres que todavía vivían[35] y establecerse entre extraños. Desde ese momento en adelante el pueblo de Noemí sería su pueblo, aunque Rut no sabía si encontraría aceptación. De más importancia que todo lo demás, Rut declaró que el Dios de Noemí sería su Dios. Estaba totalmente resuelta, aun hasta la muerte y lo confirmó con su juramento en el nombre del Señor que acababa de aceptar. La declaración de Rut es el punto culminante de este capítulo. Sin duda el autor tenía la esperanza que los lectores siguieran su ejemplo.
La llegada de Noemí causó revuelo en Belén, especialmente entre las mujeres. La pregunta de ellas sugiere que casi ni la reconocieron porque había cambiado tanto, pero también que estaban contentísimas de volver a verla. Noemí cortó por lo sano cualquier celebración al revelar la profundidad de su desconsuelo. Vencida por los recuerdos felices del pasado en Belén no podía aguantar que la llamaran Noemí[36]. Mucho más apropiado, según ella, era Mara[37], y culpó al Todopoderoso por sus amargas experiencias. Él era quien había prometido un gran destino a Abraham[38]. Rige sobre el orden cósmico[39] por lo que se deduce que debe ser responsable de la tragedia que vivía. Yo me fui llena, casada y feliz y bendecida con dos hijos, pero Adonay me ha hecho volver vacía, privada del motivo de mi felicidad. El Señor quien dio, y cuya característica es dar, le había quitado inexplicablemente sus seres queridos. Es más, ella interpretaba su acción como una señal de su desagrado, porque Adonay me ha afligido significa “ha dado testimonio contra mí”[40], como en un tribunal de justicia.
Tres elementos estilísticos merecen un comentario. La modalidad deliberada en el uso de los nombres divinos: “…el Todopoderoso… el SEÑOR… el SEÑOR… el Todopoderoso”, pone mucho énfasis en el gobierno soberano de Dios sobre los asuntos humanos, y es el mismo Señor que revelara sus propósitos amantes a Abraham. Porque Él está en control, se nota la implicación de una esperanza, la insinuación de un futuro mejor. El narrador completa el primer episodio con un resumen que mira al pasado tanto como al futuro. Volvió Noemí mira hacia atrás repitiendo un verbo clave en el capítulo, mientras que la mención de su nuera indica que Rut ocupará el centro de la próxima escena. Las palabras finales del capítulo: “…al comienzo de la siega de la cebada”[41], no solo anticipa el próximo episodio, sino que también coincide con la nota sobre una época en 1.1, completando así una especie de paréntesis alrededor del primer capítulo de la narración.
3. Segando las Gavillas de Trigo.
Al llegar a este punto el narrador introduce hábilmente el hecho de que todavía vivía en Belén un pariente de Elimelec. Noemí lo conocía pero decidió no pedirle su apoyo, aunque era un hombre de buena posición que podría haberla ayudado. La necesidad inmediata era tener algo para comer. Era humillante verse reducida a semejante pobreza, pero porque era el tiempo de la cosecha tenían una manera de ayudarse a sí mismas. La ley de Dios estipulaba que los agricultores no debían cosechar las esquinas de sus campos, sino dejar el grano para ser recogido por los pobres[42]. Una bendición especial sería el resultado de esta acción generosa[43]. Rut decidió aprovechar esta disposición, pero suponía que no todos los agricultores recibirían bien a los que espigaban para ellos mismos sus campos, especialmente tratándose de una extranjera. Quería hacerlo donde pudiera hallar gracia. Aunque nada sabía de ningún pariente cercano de su suegro, por “casualidad” escogió recoger espigas en el campo de Booz, de la familia de Elimelec. Su elección del campo no era accidental. Dios había sido su guía invisible como lo habrían de probar los sucesos posteriores.
Llegó el dueño y saludó a sus segadores con palabras que asociamos más con la iglesia que con nuestro lugar de trabajo. “¡El SEÑOR sea con ustedes!”[44], una expresión familiar para muchos cristianos, es usada sólo aquí en esta forma precisa. El saludo acostumbrado era “paz”[45]. Booz y sus segadores reconocían su dependencia de Dios para obtener una buena cosecha. Quiso saber quién era la recién llegada y el encargado de los segadores testificó bien de ella y le ofreció protección por su lealtad a Noemí, mostrando su aprobación, instándola a quedarse en los campos de él y prometiéndole su protección especial. Contaba con tres recomendaciones con las que se había ganado el respeto. Había venido con Noemí, había pedido permiso para recoger lo que los segadores dejaban y había seguido trabajando sin pausa aunque no era mucho lo que quedaba para recoger. Recibió la invitación de comer con los segadores, y fue favorecida durante toda la cosecha de la cebada y el trigo.
Booz la incluyó entre sus siervas, dio órdenes a los jóvenes de que la respetaran y le dio permiso para tomar de los cántaros de agua que traían. Fuera de lo acostumbrado, estos eran llenados por criados hombres. Este campo parece haber sido manejado con reglas singulares. En lugar de ser recibida con desconfianza, Rut fue aceptada. Ella no dio nada por sentado sino que postrándose indicó lo agradecida que se sentía. Los pobladores de Belén reconocían la bondad en acción y aprobaban la valentía de Rut al acompañar a Noemí. Al decir: “Que el SEÑOR recompense tu obra”[46]. Booz expresaba más que un deseo piadoso. Consciente del sacrificio de Rut, quería que su recompensa fuera completa para que la fe de ella se fortaleciera al ver suplidas todas sus necesidades. Tal era la promesa a quienes confiaban en las promesas de Dios[47]. Al pueblo de Dios le gustaba comparar el cuidado protector de Dios con el de las aves que extienden sus alas sobre sus polluelos[48]. El uso que Jesús hizo de la misma metáfora ha reforzado su mensaje[49]. La respuesta de Rut expresa ampliamente su gratitud, pero guardó su distancia llamando a Booz “Señor mío”[50], y refiriéndose a sí misma como su sierva, indicando así su humilde posición.
A la hora de la comida Booz volvió a preferirla, invitándola a compartir el alimento provisto para los segadores. Hasta le sirvió grano tostado, parte del cual Rut guardó para llevar a Noemí. Rut fue a la era de noche y pidió la protección de Booz apelando a su caballerosidad. Al levantarse para volver a trabajar, Booz dio órdenes de que se le permitiese colectar el grano de las gavillas[51]. Se les mandó a los segadores que deliberadamente dejaran caer grano para que ella lo recogiera. El resultado fue que Rut terminó ese día teniendo mucho más de lo que había esperado espigar. Algunos calculan que era el equivalente de por lo menos el jornal de medio mes. Booz la envió de vuelta a su hogar con la promesa de que si su pariente más cercano no estaba dispuesto a casarse con ella de acuerdo con la ley del levirato, él actuaría como pariente y la redimiría[52].
Al ver el enorme bulto de cebada de Rut, Noemí supo que le había ido bien. Seguramente alguien había sido muy generoso con ella, de allí las preguntas emocionadas y su invocación pidiendo bendiciones sobre el benefactor de Rut. Por tercera vez en dos versículos a Noemí se le llama suegra de Rut, como si se quisiera sugerir que la relación tenía una importancia especial. La mención por parte de Rut del nombre Booz reveló que existía una conexión familiar; las relaciones familiares “hija”, “suegra”, siguen mencionándose en conversaciones posteriores entre Noemí y Rut. La oración de Noemí se torna ahora más específica. En seguida ella vio la posibilidad de futuros acontecimientos. No ha rehusado su bondad podría referirse a Booz, pero Noemí está pensando en la providencia del Señor al guiar a Rut al campo de Booz. Esto era una evidencia del amor del pacto del Señor hacia los que han muerto, o sea Elimelec y su hijo a través de sus viudas. Aunque eran parientes políticas y no sanguíneas, estaban incluidas totalmente en la familia. Pero hay más. Booz no solo era un pariente cercano sino también uno de los parientes que las pueden redimir[53].
Las leyes de Israel sobre la familia estipulaban detalladamente el cuidado a brindar a los integrantes de un clan que pasaban momentos difíciles, protegiendo así la continuación del grupo emparentado. Booz era uno a los que Noemí tenía derecho de pedir ayuda, pero había varias maneras de ayudar, y Noemí no especificó en qué estaba pensando. Rut agregó otra noticia que aumentó su alegría al contarle que Booz la había invitado a acompañar a sus siervos hasta que terminara la cosecha en dos meses. Ya no tenían que preocuparse por su futuro inmediato y durante el tiempo de la cosecha Rut ya sería parte de la comunidad en Belén.
Este capítulo ha presentado varios énfasis importantes. El carácter digno de Rut fue destacado por el capataz[54] y recalcado por Booz[55] quien la incluyó entre sus obreros y se ocupó de que tuviera abundancia de alimentos para llevarse a su casa. Rut se sentía cómoda en este campo y aceptó agradecida todo lo que bondadosamente se le ofreció. Tanto el dar como el recibir eran parte de una relación que se iba formando, una comprensión cada vez mayor de los caminos de Dios. Noemí, al llamar a Rut hija mía, destacaba la íntima relación entre ellas. Rut se quedó cerca de las criadas.
4. Un Encuentro de Media Noche.
En la época del Antiguo Testamento los casamientos eran arreglados por los padres, así que era apropiado que Noemí tomara pasos para encontrar un hogar y seguridad para Rut. Habían pasado algunas semanas, porque la cosecha había terminado y era el tiempo de la trilla. Noemí había pensado cuidadosamente sobre la mejor manera de encarar a Booz en su capacidad de pariente cercano. Su esperanza era que aceptara su obligación como pariente-redentor casándose con Rut. Pero, aunque había sido bondadoso, Booz no había mostrado ninguna inclinación al matrimonio, de allí la decisión de Noemí de presionarlo. Sus planes requerían mucha valentía de parte de Rut.
Rut debía lavarse y cambiarse para estar de lo mejor esa noche importante. Su perfume sería seductivo cuando la oscuridad impidiera ver su vestido. Los pisos de la trilla por lo general eran altos para aprovechar al máximo la brisa, pero a veces el viento proveía condiciones similares en lugares más bajos. Rut tenía que pasar desapercibida al mismo tiempo que identificaba dónde Booz se acostaría para pasar la noche. Cuando todo estuviera en silencio, debía acercarse, levantar la cobija a los pies de Booz y acostarse junto a ellos. Cuando él despertara, Rut debía presentarle su petición. A pesar del peligro de recibir un desaire y ser rechazada, Rut llevó a cabo el plan de su suegra.
Después de la tradicional comida en el lugar de la trilla, Booz se retiró de muy buen humor. Providencialmente escogió acostarse a un lado del montón de grano donde quedaba un poco separado de los demás. A un lado también puede significar una posible entrada para los ladrones, contra quienes Booz se ponía en guardia. Cuando quedó dormido, Rut tomó su posición a sus pies, el lugar de sumisión, y esperó. En medio de la noche Booz despertó y ahora el relato se pone emocionante. Booz percibió la presencia de una mujer pero no la podía identificar. Su pregunta directa, entonces, era de esperarse. La respuesta de Rut, aunque respetuosa, no fue considerada como en 2.10, 13. Habló valiéndose de sus derechos, y tuvo la valentía de pedirle a Booz que actuara como su pariente-redentor y se casara con ella. Ese es el significado de las palabras: “Extienda, pues, su manto sobre tu sierva”[56]. Aquí se utiliza la misma palabra para “manto” que en Rut 2.12 se tradujo “alas”. Rut recordó a Booz sus propias palabras, y le pidió que fuera la contestación de su propia oración. “Extender las alas sobre” era una vívida expresión de proveer protección, calor y compañerismo. La frase es una referencia elocuente al matrimonio.
No hay vacilación alguna en la respuesta de Booz. Rut podía dejar a un lado sus temores porque no fue reprendida. En cambio, recibió una bendición y aceptación como “hija”[57] en la familia. Ya no era una extraña ni extranjera. Booz sabía que la preocupación principal de Rut era el futuro de Noemí. Hubiera sido natural que Rut buscara un esposo de su misma edad en lugar de alguien que podía haber sido su padre. Él había observado la consideración de ella y la respetaba por ello. Él podía hacer todo lo que ella pedía sin ser juzgado porque toda la comunidad había llegado a apreciar la integridad de Rut. Pero primero tenía que hablar con un familiar que tenía primer derecho a cumplir el papel de pariente-redentor. Mientras tanto Rut debía quedarse a sus pies hasta la mañana, a pesar del posible peligro de ser vista por ojos curiosos. Booz nada tenía que esconder, y dentro de unas horas la presentación pública del caso legal habría terminado y se habría decidido.
Pero Rut partió en cuanto pudo ver su camino al despuntar el alba. Nuevamente Booz se aseguró de que se llevara un generoso regalo de alimento, atado convenientemente en el chal tejido que llevaba puesto. No se sabe cuánto eran exactamente las seis medidas. No hay duda de que Booz dio a Rut todo lo que ella podía cargar.
Noemí, esperando ansiosamente el regreso de Rut, supo por la carga que llevaba que Rut traía buenas noticias. Booz siguió mostrando su generosidad hacia Noemí, su suegra. El énfasis sigue siendo en las relaciones de familia, que es la base de la acción del relato, y que sigue en Rut 3.18: “Espera, hija mía”[58]. Habría un período de suspenso antes de que el drama terminara. Afortunadamente, el proceso legal podía comenzar inmediatamente, y el resultado sería conocido antes de terminar el día.
5. Redención y Matrimonio.
Con la presencia de diez ancianos[59] de la ciudad[60] como testigos, Booz esperó que su pariente pasara por la puerta para ir a trabajar y el pariente, cuyo nombre no se da[61], sabría que se trataba de algún asunto serio cuando fuera invitado a sentarse. Booz apeló al pariente de Noemí para que redimiera un lote de tierra que había pertenecido a Elimelec[62] y que era un cargo sagrado que no debía salir de la familia[63]. Elimelec había sido dueño de una propiedad que hubiera pasado a sus hijos, de haber vivido ellos. No es probable que Noemí, la viuda, tuviera derecho de heredar, pero probablemente estaba vendiendo el campo en nombre de sus hijos. Durante la ausencia de la familia en Moab otra persona habría sido responsable de la tierra, pero ahora que la cosecha había terminado había llegado el momento para que Noemí las negociara con miras al mejor resultado posible. En particular, quería que la tierra quedara en la familia, de allí la apelación a un pariente. Booz, consciente de todo lo que involucraba, explicó claramente la opción al pariente más cercano, afirmando que si el pariente no redimía la tierra entonces Booz lo haría. Solo cuando recibe la respuesta: “La redimiré”[64], se embarca en el tema más crucial. Elimelec tenía derecho a un heredero, Rut la moabita, su nuera, estaba viva y el hombre que comprara el campo tenía el deber de dar al muerto un heredero por intermedio de ella. Si nacía un hijo varón, el campo sería luego de él y la propiedad de Elimelec quedaría en su familia. El pariente entonces perdería lo que había comprado y tendría que mantener otra familia, de allí su respuesta: “No puedo redimirla”[65]. El costo era demasiado elevado. La generosidad de Booz se hace más evidente al aceptar él estas pérdidas financieras[66].
No había necesidad de que el autor explicara la ley de redención que evidentemente todavía se practicaba cuando fue escrito el libro. Pero otra costumbre había caído en desuso y por lo tanto tenía que ser explicada. Ambas partes del acuerdo de redención lo completaban intercambiándose una sandalia que simbolizaba una posesión[67]. Los ancianos fueron testigos oficiales de que Booz asumía los derechos legales de la propiedad de Elimelec, Quelión y Mahlón, y que la viuda de Mahlón sería su esposa. Al primogénito de Rut se le conocería como “hijo de Elimelec” perpetuando así el nombre del muerto. Este hijo también sería heredero de la propiedad, asegurando así la continuación del nombre y las posesiones de familia. Al decir “ni del atrio de su lugar de nacimiento”[68] se está refiriendo a los documentos legales de la comunidad, fueran estos transmitidos oralmente o por escrito.
Los que pasaban por el lugar engrosaron el grupo a la puerta, y se sumaron a los ancianos como testigos de la legalidad del matrimonio entre Booz y Rut, aunque ella no estaba presente para dar su consentimiento. La aprobación de la población de Belén ayudaba a alentar la permanencia del matrimonio, como sucede con la presencia de invitados a los casamientos en la actualidad, además de ser ocasiones de feliz celebración. Los buenos deseos para la nueva pareja fueron expresados en oraciones recordando ejemplos de la bondad de Dios en el pasado. Raquel y Lea, junto con sus criadas, habían dado 12 hijos a Jacob, que fueron los padres de las 12 tribus[69]. A Booz se lo consideraría bien recompensado si Rut le diera muchos hijos para tener más prestigio y prosperidad. La oración continuó mencionando a Judá y Tamar[70]. El autor tenía buenas razones para referirse a este incidente vergonzoso de la vida de Judá.
Primero, tenía que ver con una costumbre matrimonial similar a la que se refiere en este capítulo, donde se esperaba que el hermano del muerto se casara con su viuda, de allí la expresión “casamiento levirato”[71]. Mientras que los derechos de Tamar habían sido ignorados por Judá, Booz había cumplido con su obligación.
Segundo, había un factor de especial interés local. Fares, nacido de Tamar como resultado de su estratagema, era un antepasado de Booz[72], y uno de los apenas tres antepasados de toda la tribu de Judá. Es probable que la mayoría de la población haya sido descendiente de él. Lo que Dios había hecho por Judá, a pesar de la indiferencia de éste por Tamar, lo haría Dios también por Booz, recompensando su bondad y dándole una familia de hijos varones.
Tercero, Tamar, como Rut, había tenido que tomar la iniciativa.
Cumpliendo su promesa, Booz se casó con Rut. Adonay le concedió que concibiera puede ser una referencia a la falta de hijos del primer matrimonio de ella, pero las Escrituras nunca dan por sentado la concepción de un hijo y consideran a cada individuo como la obra de creación especial del Señor[73]. El nacimiento de un hijo era la culminación del gozo para las mujeres presentes que exclamaron: “Bendito sea el SEÑOR”[74] y expresaron su alegría a Noemí en lugar de a Rut. La honra era para la vieja generación, y las que habían conocido a Noemí antes de que se fuera a Moab habrían estado felices de ver cómo el Señor estaba proveyendo lo que le aseguraría su futuro. La oración de ellas de que él fuera famoso en todo Israel se da por contestada en la genealogía de David[75]. Noemí, personaje principal en el capítulo inicial del relato, es nuevamente el personaje principal al llegar a su conclusión. El vacío dejado por la muerte de sus seres queridos había sido ahora remplazado por una llenura; la amargura por el gozo. Porque el niño sería considerado como nieto de Elimelec y Noemí, el nombre de su esposo no desaparecería y su propiedad tendría un heredero. Además, Noemí contaría con un protector para cuidarla en su vejez, al igual que su cariñosa nuera, quien le era mejor que siete hijos. La alabanza para Rut llega a su clímax con estas palabras de las mujeres de Belén.
La “llenura” de Noemí giraba alrededor de su nieto; cuidarlo como había cuidado a sus propios hijos era empezar una nueva vida. El nombre Obed[76] sugería que era un “siervo del Señor”, resumiendo así las esperanzas de todos para el niño. El autor luego salta dos generaciones más adelante para mostrar cuán importante sería Obed como abuelo del rey David[77]. El propósito soberano de Dios podía verse a lo largo de todas las generaciones empezando con Fares, quien había sido mencionado en la bendición matrimonial, hasta David, cientos de años después. La decisión de Rut de seguir a Noemí había tenido consecuencias importantes, más allá de lo que ella hubiera imaginado. En vista de que todos los reyes de Judá fueron de la dinastía de David, la muchacha moabita tuvo descendientes ilustres, y la oración de Booz de que fuera ella recompensada ricamente por Adonay[78] fue contestada espectacularmente.
La genealogía de diez generaciones desde Fares hasta David omite algunas generaciones, como lo demuestra una comparación con 1 Crónicas 2, pero es una conclusión adecuada para el libro. Mientras que las palabras iniciales hablaban de hambruna, migración y muertes, el final del libro mira hacia adelante con esperanza. La lista de nombres, abarcando el período desde los patriarcas hasta David, recuerda al lector que lo que le pasó a Noemí y Rut era parte de la obra salvadora permanente de Dios a través de los siglos. La vida tenía sentido porque el Señor, quien había hecho promesas claras a Abraham, seguía activo en cada generación revelando su carácter, cumpliendo sus promesas y logrando sus propósitos. Este fue el factor invisible que le dio una perspectiva histórica a Israel, singular en el mundo de la antigüedad. Pero la historia de Israel no se ocupa sólo de los grandes del país. Rut, Noemí y Booz ilustran que la auténtica grandeza refleja el carácter del Dios viviente, cuyo amor fiel generó una respuesta de amor en quienes pusieron en él su confianza.
[1] Significa “compañera”.
[2] Unos 200 años a.C.
[3] 1 Samuel 28.3.
[4] Mateo 1.5; Lucas 3.32.
[5] Génesis 12.3. La Toráh
[6] Cerca del 1000 a.C.
[7] Cerca del siglo VII a.C.
[8] 1 Crónicas 29.29.
[9] 2 Samuel 12.1–12.
[10] 1 Reyes 1.11–53.
[11] Mateo 1.5; Lucas 3.32.
[12] Versión griega del Antiguo Testamento.
[13] Éxodo 12.1–29.
[14] Rut 1.9.
[15] Rut 4.6.
[16] Deuteronomio 5.10. La Toráh
[17] Mateo 1.5-6, 16; Lucas 3.23–31.
[18] Cerca del 1250 al 1050 a.C.
[19] Jueces 21.25. NBLH
[20] Rut 4.22. NBLH
[21] Josué 19.15.
[22] Génesis 35.19.
[23] Génesis 19.27.
[24] Números 21.29.
[25] Jueces 3.14.
[26] Rut 4.10.
[27] Significa “la que vuelve la espalda”.
[28] El significado de la palabra misericordia es más de lo que el lector pudiera sospechar. Es una traducción de la palabra hebrea “hesed”, aquí y en Rut 2.20 y 3.10, en el sentido más supremo, es la característica de Dios mismo en sus tratos con quienes forman su pueblo. A veces se ha traducido como “amor” (Dios Habla Hoy) y “bondad” (Biblia de Jerusalén); la palabra indica la fidelidad del Señor a sus promesas del pacto (Deuteronomio 7.9). La intención es que quienes hayan tenido la experiencia del “hesed” del Señor reflejen el mismo cuidado amante en sus relaciones con sus semejantes. Se dice que Rut la moabita así lo hizo, por su lealtad altruista hacia Noemí y porque, al declarar que el Dios de Noemí era su Dios, entró en el círculo de la bendición divina. Siguiendo el mismo camino, otros que no eran israelitas pudieron conocer por sí mismos la “hesed” del Señor porque es “…grande en misericordia…Y su compasión, sobre todas Sus obras” (Salmos 145.8-9). Ese amor firme fue revelado supremamente en Cristo y es una base segura para la confianza del cristiano actual en el Dios de Noemí y Rut.
[29] Rut 1.8. NBLH
[30] Génesis 12.3.
[31] Rut 1.11. NBLH
[32] Rut 1.17.
[33] La Toráh
[34] Rut 1.16.
[35] Rut 2.11.
[36] Significa “Placentera” o “Agradable”.
[37] Significa “Amargura”.
[38] Génesis 12.1.
[39] Job 34:12, 13
[40] Rut 1.21.
[41] Rut 1.22.
[42] Levítico 19.9; 23.22.
[43] Deuteronomio 24.19.
[44] Rut 2.4. NBLH
[45] Shalom.
[46] Rut 2.12. NBLH
[47] Deuteronomio 5.10.
[48] Salmos 17.8; 36.7.
[49] Mateo 23.37.
[50] Rut 2.13.
[51] Lo normal era que las gavillas tenían que ser protegidas de los espigadores.
[52] Levítico 25.25, 47–49.
[53] Uno de los parientes que nos pueden redimir. Los fuertes lazos familiares en Israel significaban que el uso del verbo “redimir” era común; pertenecía al vocabulario de las leyes familiares. Cada integrante de una familia o clan tenía la obligación de defender y proveer para sus familiares en la indigencia o víctimas de una injusticia. El redentor de una propiedad debía volver a comprar la tierra del pariente que la había vendido por sufrir necesidad (Levítico 25.25), conservándola así dentro de la familia. Si alguien se vendía a sí mismo como esclavo, su pariente más cercano tenía que comprar su libertad (Levítico 25.47–55). El redentor también tenía el deber de vengar el homicidio (Números 35.19; Deuteronomio 19.6). El libro de Rut extiende sus deberes a proveer un heredero para el pariente masculino que había muerto sin hijos. Por lo general, esta obligación le tocaba a un hermano (Deuteronomio 25.5–10), pero en el caso de Rut que no tenía cuñados, se esperaba que un pariente menos cercano se casara con ella, como lo reveló Noemí.
[54] Rut 3.7.
[55] Rut 3.11.
[56] Rut 3.9. NBLH
[57] Rut 3.11. Ibid
[58] NBLH
[59] Los diez hombres de los ancianos de la ciudad, elegidos al azar, corresponden básicamente a los jueces del sistema legal actual del mundo occidental. Se suponía que los adultos responsables eran competentes para discernir lo que era justo. En Belén estos ancianos representaban a la comunidad en la cual se cumplía la decisión legal. Su aprobación era esencial y el grupo de 12, todos sentados, constituía el tribunal de justicia.
[60] La puerta principal de la ciudad era el sitio del tribunal de justicia municipal. Planificada con un espacio abierto alrededor del cual los bancos proveían lugares para sentarse a la sombra de las altas murallas, la puerta era un lugar natural de reunión. Tenía la ventaja de estar abierta al público, que podía observar cómo se hacía justicia.
[61] Algunos creen que el hecho de que el nombre del pariente cercano no es mencionado en la historia connota una borradura a su nombre por rehusar su obligación.
[62] Debemos entender que cuando se vendía la tierra en Israel era más bien como un alquiler o acuerdo de renta debido a que la tierra se retornaba al propietario original en el Jubileo, cada 50 años. El propietario original y su familia aún poseían el título de la tierra. Elimelec vendió su tierra en tiempo de adversidad. Esta tierra fue redimida por la familia de Elimelec a través de pagar el saldo del arrendamiento al ocupante actual. El título habría pasado a los hijos de Elimelec y pasando al pariente más cercano. No obstante, las viudas, no estaban listadas en la línea de herencia (Números 27.8 11). El pariente más cercano parecería que automáticamente se convertía en el nuevo propietario de la propiedad.
[63] Levítico 25.23.
[64] Rut 4.4. NBLH
[65] Rut 4.6. NBLH
[66] Deuteronomio 25 requería de escupir la cara de alguien que se rehusase de cumplir la obligación de ser el redentor. Esto parece que se dejó fuera aquí indicando quizás alguna mitigación en las circunstancias a favor del pariente, tal como los hijos para los cuales ya estaba proveyendo. O quizás el escupir simplemente no está registrado.
[67] Josué 1.3. La misma costumbre, que existía entre los indios y los antiguos alemanes, surge del hecho que se tomaba posesión de la propiedad fijada pisando sobre el suelo, y de aquí que quitarse el zapato y entregarlo a otro era símbolo de la transferencia de un derecho de posesión o de propiedad.
[68] Rut 4.10. NBLH
[69] Éxodo 1.1–5.
[70] Génesis 38.
[71] Del latín “levir”, “cuñado”.
[72] Rut 4.18.
[73] Salmos 139.13.
[74] Rut 4.14.
[75] Rut 4.17.
[76] Diminutivo de Abdías.
[77] Podemos preguntarnos como, una generación después, el descendiente de una moabita se convierte en el rey de Israel, cuando Deuteronomio 23.3 prohíbe a los descendientes de los moabitas entra en la congregación del Señor por diez generaciones. El Midrash judío implica que esta prohibición está relacionada solo con las mujeres que se casaban con varones moabitas.
[78] Rut 1.12.