K. Comentario.
BOSQUEJO DE 1 CRÓNICAS
Genealogías: Los patriarcas (Capítulo 1)
Desde la creación Los 12 hijos de Jacob/Israel (2.1-2)
hasta la restauración. La familia de Judá (2.3-4.23)
1 Crónicas 1-9 Los hijos de Simeón (4.24-43)
Rubén, Gad y la media tribu de Manasés
(Capítulo 5)
Leví y familiares (capítulo 6)
Isacar, Benjamin, Neftalí, Manasés, Efraín y
Asar (Capítulos 7-9)
El reinado de David Muerte de Saúl (Capítulo 10)
1 Crónicas 10-29 La ascensión al trono (capítulos 11-12)
Traslado del arca a Jerusalén (Capítulos 13-16)
El pacto de Dios con David (Capítulo 17)
Las victorias militares (Capítulos 18-20)
Preparativos para la construcción
del Templo (21.1-29.20)
Sucesión de Salomón y muerte
de David (29.21-30)
1. Enlaces.
El estilo de los primeros capítulos de Crónicas es tan desconocido para los lectores modernos que fácilmente nos podría desanimar y hacernos pensar qué posible valor podrían tener para nosotros. Debido a esto, debemos recordar que el contenido del libro es bien conocido para los que están familiarizados con el resto del Antiguo Testamento, aunque el estilo no lo sea, y que lo era aun más para las personas para las cuales fue escrito.
La sección de 1 Crónicas 1.1–9.34 es una introducción apropiada para el resto del libro porque el cronista hace aquí lo que hará a través del libro entero. Toma datos acerca de la historia del pueblo de Dios que ya son bien conocidos y los describe de una manera nueva. También abarca el período de toda la historia, desde el comienzo hasta prácticamente su misma época; y aunque es lógico que tenga que omitir una gran cantidad, incluye muchos personajes y eventos auténticos. De modo que su concepto de la historia es tanto comprensivo como personal.
A los primeros nueve capítulos se les llama frecuentemente “genealogías”. En verdad contienen muchos árboles genealógicos, y para poder entenderlos puede ser que le ayude al lector reflexionar sobre listas similares en partes de la Biblia más conocidas. Génesis 5, por ejemplo, muestra cómo Dios se ocupó de que la raza humana se esparciera a través de la tierra tal como lo había planeado, y cómo la preservó a pesar de ser tan pecaminosa. Mateo 1 muestra cómo Dios se ocupó de que por medio de la misma raza el hombre que habría de salvarla de sus pecados finalmente viniera al mundo. De la misma manera, uno de los grandes temas de Crónicas es que los propósitos de Dios para el beneficio de la humanidad nunca fallan.
Aun así “genealogías” en un término muy limitado para describir estos capítulos, porque incluyen otros tipos de listas. Lo que todas estas listas tienen en común es que los nombres en todas ellas no han sido solo coleccionados sino que están conectados. Esas conexiones, tanto las de padre e hijo como de otras clases, nos dicen que Dios obra continuamente a través de la historia de su pueblo.
a. Conexiones con el pasado[1].
El árbol genealógico de 1 Crónicas 1.1–3.24 comienza en el principio de la historia humana y va hasta quizá el año 400 a.C., cuando fue escrito Crónicas. En uno de los extremos encontramos a Adán, al antepasado de toda la humanidad; en el otro a una familia judía que se había establecido nuevamente cerca de Jerusalén después del exilio, y para esa comunidad fue escrito el libro. La conexión es una sucesión continua, algunas de las ramas de familias se expanden mientras que otras no, pasando por Noé, Abraham y David.
1) La familia de Adán.
Esta lista proviene de Génesis 5.3–32 y básicamente nombra las diez generaciones desde Adán hasta Noé.
2) Las familias de Noé.
La primera vez que se expande el árbol las familias de los hijos menores de Noé aparecen antes que la de Sem, cuya genealogía formará el tronco principal, tal como en Génesis 10. Ese capítulo es reducido y resumido un poco, mientras que Génesis 11.10–26 lo es mucho más, en lo que corresponde a los 1 Crónicas 1.4–23 y 24–27. El cronista también copia de Génesis las descripciones breves y memorables de Nimrod y Peleg, los primeros dos comentarios secundarios de muchos más que añaden toques vívidos a lo que de otra manera sería listas aburridísimas de nombres.
3) La familia de Abraham.
Nuevamente, la familia principal se guarda para el final, de modo que antes de la familia de Isaac tenemos la de Ismael[2], y también las de sus hermanastros, los hijos de Abraham no por Sara ni por Agar sino por Cetura[3].
4) Las familias de Isaac.
Una vez más Crónicas presenta la familia secundaria primero, los hijos de Esaú, antes de la familia más importante que es la de su hermano menor Jacob. De nuevo los detalles han sido resumidos y reducidos[4] asumiendo que los lectores ya sabrían por su conocimiento de Génesis 36.9, la razón por la que Esaú, Seír y Edom han sido agrupados de esta manera. Los reyes edomitas se mencionan no como árbol de familia sino simplemente como sucesión, y puede ser que los jefes ni fueran eso; pero no importa, siempre y cuando se establezca la conexión entre los nombres. Estas personas no son solo nombres, como lo prueban las breves descripciones de los dos Hadad, que como la de Nimrod, añaden sus toques de realismo.
5) Las familias de Israel.
La familia central que el cronista siguió desde Adán a través de Noé y Abraham llega ahora al hermano de Esaú, Jacob. El nombre “Jacob” aparece solo en un capítulo de su libro, donde se refiere a lo que escribió otro autor[5]; el cronista siempre utiliza la expresión alternativa, “Israel”. La continuidad de Israel, el país que milagrosamente todavía sobrevive en su propia época, y la gracia de Dios que lo ha preservado hasta entonces, son su gran tema; de modo que desde el principio ese es el nombre que prefiere.
6) Las familias de Judá.
La mayoría de estos parentescos están mencionados en Génesis 46.12 y Josué 7. Los nombres de Hemán y Eitán aparecen también en los encabezamientos de los Salmos 88 y 89, así que puede ser que esta sea la primera insinuación de que el cronista está tan interesado en el culto del Templo de Israel como en su monarquía y familia real. De aquí en adelante él trata con la línea real, no como última sino como primera.
Está igualmente interesado en Israel entero, y lo que significa pertenecer al pueblo de Dios. Hace esa observación con cuatro de los nombres de esta sección. En el caso de Bet Súa[6], Judá se casa con una mujer pagana, su relación con Tamar es incestuosa, y sin embargo, por la gracia de Dios, las dos mujeres son añadidas al árbol de familia, Tamar ciertamente de una manera privilegiada[7]. Esta clase de énfasis no tiene igual en Esdras ni en Nehemías. Por otro lado, Er y Acar nacieron en la “familia santa” pero eso no les asegura automáticamente de la gracia de Dios.
a) La familia de Judá por Ram.
Esta es la familia que nos lleva a Isaí y a David, quien ocupará el centro del concepto que el cronista tiene de la historia. El concepto de un “árbol de familia” es bien apropiado en este momento; el tronco de Isaí[8] es una figura conocida en el arte religioso de la Edad Media. De nuevo, el cronista está igualmente interesado en el tronco principal del árbol y en las ramas que de él crecen. No ha extraído la información de esta sección de un solo documento, aunque la mayoría de los detalles se encuentra en otras partes[9]. Parece que él mismo la ha compuesto y, dado que las generaciones mencionadas aquí no son suficientes para cubrir los nueve siglos entre la emigración de Judá a Egipto y la edificación del Templo por Salomón[10], podemos llegar a la conclusión de que le preocupa más la continuidad que el cumplimiento. Se debe notar la “elasticidad” de las genealogías bíblicas, ya que el término bíblico “padre” puede referirse a cualquier antepasado varón e “hijo” a cualquier descendiente varón.
b) La familia de Judá por Caleb.
Existen varias dificultades con el primer y el último versículo de esta sección. Puede ser que quieran decir que de su mujer Azuba, Caleb fue el padre de Jeriot, y que después que murió Hesrón, Caleb tuvo un hijo con su esposa. En todo caso, a este Caleb no se le debe confundir con el Caleb de Números 13-14, que fue contemporáneo del descendiente de este Bezaleel. El hecho de que Bezaleel aparezca aquí une nuevamente las dos mayores preocupaciones del cronista, o sea la monarquía y el Templo, al mencionar, en medio de la familia real que engendró a David, al hombre que dirigió la construcción del santuario original[11].
c) La familia de Judá por Jerameel.
Después de varias ramas, el árbol genealógico corre directamente a Elisama. Si está completo, él sería más o menos contemporáneo de David; si este es uno de esos casos de “exageración” donde se han omitido algunas generaciones y “padre” se refiere realmente a “antepasado”, puede ser que haya vivido durante la misma época que el cronista. Lo que sí es más importante es la aparición de otro extranjero, Jarja asimilado de la misma manera que Bet Súa sin ninguna evidencia de desaprobación, aunque ella representa a Canaán y él a Egipto: Los dos principales enemigos de Israel antes y después del éxodo.
d) La familia por Caleb.
La mención aquí de más “calebitas” no significa que el cronista tenga una mente desorganizada. Esta forma de repetir los temas anteriores, por el contrario, anuncia un tipo de arreglo muy cuidadoso, lo cual se hace aparente cuando vemos que 1 Crónicas 2.10–3.9 trata en orden las familias de Ram, Caleb, Jerameel, Caleb y Ram. Este diseño cruzado se puede encontrar en muchas partes de la Biblia. Hur une las dos listas de Caleb, pero la segunda generalmente tiene que ver con algo nuevo. Zif, Hebrón, Quiriat-jearim y Belén no son personas sino lugares[12] y “padre”, en este caso podría traducirse como “fundador” o “líder”. De la misma manera, 1 Crónicas 2.52–55 no tiene tanto que ver con personas sino con clanes.
e) La familia por Ram.
Aquí está la familia que vino de David, para balancear la familia de la cual provino David. Esta información pudo haber venido de 2 Samuel 3.2–5; 5.5, 14–16, aunque por raro que parezca, Crónicas tiene el relato más completo, mencionando nada menos que 19 hijos de David.
f) La familia de Salomón.
Esta sección cubre la mayoría de los años del reino, aunque el cronista casi ni lo menciona; su preocupación en estos capítulos tiene que ver con personas y sus conexiones. La cantidad de información que ha compuesto hasta ahora se concentra en un cabo, la genealogía de los reyes. Pero eso no quiere decir que se incluirá a todos los monarcas israelitas. Falta Saúl, Atalía y todos los reyes del norte después de la división del reino. Lo que importa es la descendencia de David. La fuente de información del cronista es por supuesto los libros de Reyes.
g) La familia de Joaquín.
Esta sección prácticamente ignora dos momentos decisivos de la historia de Israel: El exilio y la restauración. De la misma manera que la única insinuación de la monarquía fue la frase “David… reinó”[13], la única insinuación de estos acontecimientos es la frase “Joaquín[14], el cautivo”. Mucho más importante para el cronista es que el pueblo de Israel, y en particular la descendencia de David, ha sobrevivido todo este tiempo, y las últimas personas de esta genealogía, los hijos de Elioenai, ponen al día y actualizan una historia que comenzó con Adán[15].
7) Conexiones entre la familia.
El cronista incluyó en los capítulos 1–9 más de una genealogía de Judá y más de una genealogía de Benjamín. Judá está presente en los capítulos 1–3 como parte del árbol de la familia real de David, lo cual es el tema de esos capítulos; y Benjamín aparecerá en los capítulos 8–9 como parte de la línea real de Saúl, el tema de esos capítulos. Tanto Judá como Benjamín figuran en los capítulos 4–7 como dos de las tribus que se extienden como ramas del árbol de Israel.
a) La tribu de Judá.
Varios puntos conectan esta lista con la del capítulo 2, pero en general no se sabe cómo están relacionadas. Sin embargo, tal como antes, el cronista incluye puntos no solo de interés sino de importancia.
i. Estas son personas de verdad.
Cuando el lector encuentra nombres de lugares como Belén y Tecoa entre ellos debe recordar que el libro está basado en hechos reales y no ficticios. Los significados de los nombres y las profesiones de la gente dan un realismo adicional: Belén es “casa de pan”, Najas es “ciudad de bronce”; Jarasim es “valle de artesanos” y en otras ciudades florecen los trabajadores del lino y alfareros.
ii. En segundo lugar, estas personas ilustran principios espirituales.
Jabes es digno de honor porque su nombre, que suena como la palabra hebrea “dolor”, hubiera sido considerado desafortunado; pero la fe en Dios comunicada por medio de la oración acaba con esas supersticiones. Mered se casó con una mujer egipcia, estos versículos han ocasionado mucho debate, pero ese hecho al menos está claro, y es aun otro ejemplo de cómo improbables extranjeros fueron incluidos en la membrecía del pueblo de Dios, y demuestra la amplitud de la visión del cronista. Puede ser que Caleb, hijo de Quenaz, muy prominente más adelante[16], haya sido otro extranjero, adoptado por la tribu de Judá sin haber nacido en ella.
8) La tribu de Simeón.
La próxima es la tribu de Simeón, siempre asociada directamente con Judá, cuyo extenso territorio compartía. Josué 19.1–9 menciona esto en la lista de lugares reproducidos en 1 Crónicas 4.28–33. Estos datos geográficos, con mucha menos genealogía que en 1 Crónicas 4.1–23, indican que la tierra y la población de la tribu habían disminuido, de lo cual estaban conscientes los lectores del cronista. Por el otro lado ninguna tribu de Israel puede simplemente marchitarse, y 1 Crónicas 4.38–43 dan ejemplos de vitalidad inclusive en Simeón.
9) Las tribus de Transjordania.
Como en el caso de Simeón, se dan datos geográficos para el próximo grupo de tribus. Rubén, Gad y la media tribu de Manasés se instalaron al este del Jordán en las regiones mencionadas en 1 Crónicas 5.8–11 y 23, que colectivamente se conocen como Galaad. El cronista menciona que Rubén fue el primogénito de Israel, aunque los derechos del primogénito fueron transferidos a José, y así a Efraín y a Manasés, y el lugar dominante pasó a Judá[17]. Como en el caso de Simeón, tenemos detalles de batallas. Todas estas tribus de Galaad tomaron parte en la campaña de 1 Crónicas 5.19–22 y sufrieron la invasión de 1 Crónicas 5.26. Si la guerra con los agarenos es la misma que la de 1 Crónicas 5.10, entonces los dos eventos se responden uno al otro desde cada extremo de la ocupación de Transjordania que duró tres siglos, obviamente muchas generaciones de la familia de Rubén han sido omitidas. Ellos ilustran una regla espiritual básica: por un lado, la victoria se debe a la oración creyente; por el otro, la derrota se debe a la rebelión incrédula.
10) La tribu de Leví.
Con 81 versículos y la posición central dedicada a ella, esta tribu es evidentemente de gran importancia. Su historia declara la razón inmediatamente. Los sumos sacerdotes de Israel descendieron de Coat, el segundo hijo de Leví. El sacerdocio y la monarquía forman el tema principal de Crónicas. Así que aquí la genealogía se sigue hasta el exilio; nuevamente, la continuidad es más importante que los grandes eventos que interrumpen el relato, y en este capítulo no hay tales eventos, ni siquiera el éxodo; y a Moisés se le menciona de paso no más, excepto por la construcción del Templo. Si ese detalle realmente pertenece, como muchos piensan, a 1 Crónicas 6.9, cabe exactamente en el centro de la lista, así que aquí también hay un diseño formal que subraya la centralidad del Templo y el sacerdocio. Otras ramas del árbol de familia siguen a continuación; una de ellas incluye a Samuel, con tan poco énfasis como el que recibió Moisés.
La función de la tribu se relaciona en forma similar con el punto principal, los reinados de David y de Salomón, cuando se establecieron a los tres músicos principales Hemán, Asaf y Etán, uno de cada una de las familias levíticas. Las 12 generaciones de Aarón, los sumos sacerdotes que ofrecían los holocaustos y las ofrendas, confirman el mismo punto.
El alcance de la tribu abarca toda la nación. Leví no tiene territorio propio como tribu, pero cada una de las otras tribus le da ciudades y tierra. Es muy típico del cronista que escriba de esta manera cuando las condiciones eran tan diferentes; como si quisiera decir que no importa lo que pase, el principio de un sacerdocio representativo debe ser mantenido.
11) Las tribus militares.
Algo nuevo aparece aquí: Detalles acerca del poderío militar de una tribu. Con tan pocos nombres en comparación con listas anteriores, casi nada considerando que a Isacar y David los separaban 900 años, puede ser que al cronista le escaseaba información genealógica y tuvo que utilizar informes de censos militares para completar la lista. El número de hombres de guerra en el tiempo de David ayuda a reiterar el hecho de que en el pasado Israel era muy diferente a la nación, pobre y reducida, que había llegado a ser en la época del cronista, y uno debe buscar bajo la superficie lo que se refiere a la idea de poderío verdadero[18].
Algunos creen que la sección completa de Benjamín es en verdad sobre Zabulón, quien de otra manera, como en el caso de Dan, no figura para nada en la lista, mientras que la verdadera genealogía de Benjamín está en el capítulo 8, poniendo en equilibro la de Judá en el capítulo 4. Por el otro lado, la secuencia Benjamín, Dan, Neftalí en Génesis 46.21–24 puede ser que aquello es lo que tenemos aquí también en 1 Crónicas 7.6–13.
12) El resto de las tribus.
Las secciones de Manasés y Efraín son difíciles. En la primera, la referencia a Galaad[19] no aclara si 1 Crónicas 7.14–19 tratan de la tribu entera de Manasés o solo de la mitad de ella; y la mención de Maaca es rara a menos que se suponga que uno debe omitir algunas de las palabras de 1 Crónicas 7.15 para poder leer “…tomó mujer… y el nombre…fue Maaca.”[20] También es poco claro en la próxima sección si el Efraín de 1 Crónicas 7.22-23 es el fundador de la tribu, el hijo de José nacido en Egipto[21], o un descendiente del mismo nombre. Las otras dos secciones son sencillas.
No debemos despreciar a estas tribus, aunque es cierto que llegarían a formar parte del renegado reino del norte. El cronista hace notar que en estas listas, como en el caso de las anteriores, los que no son israelitas son bienvenidos a la familia de Israel, hombres ilustres han nacido de ella, y las mujeres reciben un lugar de honor.
13) Conexiones entre la corona y el Templo.
Quizá Benjamín en el capítulo 8 es el último en una secuencia de cinco que pone en equilibrio a Judá en el capítulo 4: Una tribu real en cada extremo con la tribu sacerdotal de Leví en el medio. El capítulo 9 entonces expone una vez más una sección predominantemente levita y una benjamita, una sacerdotal y una real, para hacer la transición que lleva a la próxima sección principal del libro. O uno podría tomar los capítulos 4–7 como un estudio breve de las tribus, y 1 Crónicas 8.1–9.34 como el escenario del punto de vista de Benjamín y Leví de lo que viene a continuación, mientras que 1 Crónicas 9.35–44 es una repetición de la parte apropiada de las listas de Benjamín que dirige al lector a la historia de Saúl.
a) Desde Benjamín: Se prepara el trono.
La lista en 1 Crónicas 8.1–28 se compara en su alcance con las de Judá y Leví. Difiere considerablemente de otras listas de Benjamín[22] y su sección parece estar desconectada; aquí, como en otros lugares, es posible que se deba a que “hijos” se refiera a descendientes en otros tiempos y lugares. Aun debemos interpretarlos como si estuviesen unidos por medio de los vínculos de las tribus.
Dentro de la tribu, la familia específica que ocupa 1 Crónicas 8.29–40 se encuentra aquí porque es la familia de Saúl. Se repetirá en 1 Crónicas 9.34–44 para servir como introducción inmediata a lo que el cronista considera la historia del reino. Tal como fue el caso de Noé, Abraham, Moisés, Josué y Samuel, no se le da atención a Saúl, y aun menos a los acontecimientos cruciales del período. Como siempre, Crónicas está más interesado en continuidad que en cambios.
Gabaón es un lugar, como Jerusalén. Las relaciones de la familia establecida allí se aclaran y se armonizan con 1 Samuel 9.1 cuando la NBLH provee la nota que incluye a Ner[23], lo cual asume que tenía un hermano y un hijo, ambos llamados Cis[24]; esto reconoce que ninguna de las dos historias dan una genealogía completa. Por otro lado, si la genealogía que continúa después de Saúl está completa, terminaría alrededor del período del exilio; pero si está incompleta, duraría mucho más aunque dejó de ser parte de la monarquía con los eventos de 1 Crónicas 10.6.
b) Desde Leví: La continuación del Templo.
Si los capítulos 4–8 realmente forman una unidad, 1 Crónicas 9.1 la termina eficazmente, y 1 Crónicas 9.1–2 introduce la próxima sección con otra atenuación sorprendente: Crónicas le dedica solo un versículo al exilio antes de embarcarse a dar listas de la comunidad que volvió del mismo. Dichas listas corren paralelas a Nehemías 11 y son predominantemente de la tribu de Leví, aunque la primera de las cuatro secciones incluye a Efraín y Manasés además de Judá y Benjamín. El cronista nunca abandona su ideal de “todo Israel”, con el norte resucitado y unido al sur. Los sacerdotes son la familia de Aarón, que ofrecen los holocaustos de la religión israelita; los levitas tienen otras tareas religiosas; y los servidores del Templo, o los porteros, tienen tareas más generales.
Si 1 Crónicas 8.1–9.34 forman una unidad, entonces el período en el cual el libro está interesado está flanqueado por estas dos partes, la parte benjamita que dirige a la monarquía y la parte levita que sigue des del exilio, nuevamente dando énfasis a la continuidad.
2. David.
David, a quien se le dedican prácticamente los próximos 20 capítulos, es obviamente de importancia clave en el orden de cosas del cronista. Debido a la superposición de padre e hijo, sin embargo, la historia de Salomón, a quien se le presenta por primera vez en el cap. 22, cubrirá casi el mismo número de capítulos, y la manera en que uno debe interpretar esto es que los dos reyes, uno al lado del otro, constituyen un ideal. Debido a que los dos grandes temas del libro son monarquía y sacerdocio, se puede decir que David establece el trono mientras que Salomón edificará el Templo. Al primero se le describe como hombre de guerra, y al otro como hombre de paz. De todas maneras, ambos temas, trono y Templo, figuran en los dos reinados.
Ya que el período de David y Salomón se manifiesta como un ideal, las descripciones de ellos difieren un poco de las de Samuel y Reyes. Allí son humanos y falibles, sus retratos muestran su lado débil, mientras que los que veremos aquí son los retratos oficiales de los dos monarcas. No es que el cronista quiera “blanquearlos”; todo el mundo ha es cuchado de los pecados y necedades de estos personajes. Lo que ha decidido es ser selectivo para revelar los principios detrás del esplendor de sus reinados.
a. Rey y pueblo.
Teniendo en el trasfondo el fracaso de su antecesor, Saúl, el primer rey de Israel, David recibe el reino y se convierte en el punto clave de una nación unida. Aunque murió hace muchos años en relación tanto con el cronista y sus lectores como con nosotros, él personifica los principios perdurables alrededor de los cuales siempre se le da forma a la vida del pueblo de Dios.
1) La familia del primer rey.
Hasta ahora “crónicas” se ha referido a genealogías y otras listas de nombres. De ahora en adelante se propone hacer algo nuevo, narraciones, la historia del reino de Israel, y al último rey se le presenta por medio de la última genealogía, su árbol genealógico copiado de 1 Crónicas 8.29–38.
2) El fracaso del primer rey.
De los 23 capítulos que 1 Samuel dedica al reinado de Saúl[25], el cronista omite 22. Simplemente cuenta la historia de la muerte de Saúl, y añade dos versículos propios[26]. A él no le importa ni el declive gradual de los acontecimientos de Saúl ni las de su familia después de su muerte; por lo que concierne al reino, la dinastía de Saúl terminó en el monte Gilboa. La infidelidad a Dios de Saúl es importante por más de una razón. Hace resaltar la fidelidad de David. Este, a diferencia de Saúl, es el hombre según el corazón de Dios; aunque el cronista no cita la frase porque su retrato total de David la va a ilustrar. Es la obediencia de David que solo puede dar marcha atrás a los malos resultados de la desobediencia de Saúl. De modo que si algunas experiencias recientes, en el caso de los lectores del cronista, el exilio, tienen un paralelo con las del reinado de Saúl, entonces la manera de restaurarlas se debe aprender por el reino de David[27].
3) El pueblo del nuevo rey.
2 Samuel 5.1–3 es la fuente de información. Cumpliendo la antigua profecía[28], el pueblo acudió unido en obediencia al jefe de la tribu de Judá. A David se le presenta como a uno que es de la misma carne y sangre de su pueblo, su salvador victorioso, nombrado por Dios para esta obra, y que hace un pacto el cual el pueblo acepta. La importancia de estos elementos se verá en el descendiente más importante de David, Jesús.
4) La ciudad del nuevo rey.
Jerusalén será la ciudad que tendrá el trono. La soberanía poderosa de David sobre la vida del pueblo resultará en alabanza, paz y prosperidad. Esto es lo que significa la soberanía de Dios en cualquier época[29]. En esta ciudad, en el tiempo de David, es donde el Templo de su hijo será edificado y todavía antes de eso será el lugar donde el culto del Dios de Israel se centrará sobre el arca del pacto. Pero inclusive antes de eso es el lugar donde, por medio de su virrey, Adonay de los Ejércitos es soberano de su pueblo.
5) Los guerreros del nuevo rey.
Estas listas aparecen mucho más tarde en 2 Samuel[30], pero aquí están más pronto para mostrar cómo desde el principio “todo Israel” en toda su variedad se unifica alrededor de un rey de esta clase. Tal como las listas de los capítulos 1–9, puede ser que éstas vengan de varios períodos para poder hacer una observación más eficazmente.
Los que se destacan de los valientes que David tenía eran “los tres”[31]; y así los llama 2 Samuel 23.8–12 cuando da el relato entero. A continuación vienen los 30, tres de los cuales nos han dado otro de los incidentes inolvidables que le gustan tanto al cronista[32]. Este proviene del principio en la carrera de David[33]. Abisai y Banaías[34] aparentemente eran iguales de los primeros tres, y las proezas de Benaías eran especialmente memorables.
Como tantas de las personas en los capítulos 1–9 la mayoría de “los valientes” en 1 Crónicas 11.26–47 no son más que nombres para nosotros. No está claro cómo se relacionaban con los 30, y varios han sido añadidos a la lista de 2 Samuel 23. Paradójicamente, al incluir nada más que sus nombres, excepto por un toque adicional de vez en cuando, los hace más reales en toda su variedad.
Ahora se mencionan cuatro grupos que se unieron a David durante el reino de Saúl, cuando estaba en Siclag[35] o en su fortaleza en el desierto[36]. Primero un grupo de Benjamín[37]: David debe ser aclamado por “todo Israel”, incluso la tribu de Saúl. Estos vienen del clan y de la ciudad del propio Saúl. Quizá la puntería famosa que tenían[38] acompaña la sensibilidad política y espiritual que les insta a apoyar a David cuando la lealtad a la tribu los obligaría a alinearse con Saúl. Los últimos detalles sobre los de Gad[39] puede ser que se refieran a que estaban a cargo de cien o miles, y que fue el desborde del Jordán, si no ellos mismos, que hizo huir a los habitantes de los valles. El grupo unido de Benjamín y Judá que se unió a él al principio de ese período[40] por alguna razón le hizo sospechar de algo. A lo mejor tenía en mente la traición de Doeg[41]. Nada pudo asegurarle más que la respuesta inspirada que recibió cuando el Espíritu invistió a Amasai[42] y dejó bien claro que la bendición de Dios era para el rey escogido y para los que se uniesen a él. Desde el fin del reinado de Saúl[43] proviene el cuarto grupo[44]. Algunos de los de Manasés habían esperado astutamente hasta que la perdición de Saúl fuera prácticamente cierta para tomar su decisión, pero aun así fueron aceptados.
6) La reunión en Hebrón.
Esto fue para ungir a David rey antes de que estableciera su capital en Jerusalén. Algunas personas son mencionadas por nombre[45]; los contingentes tribales son descritos en una variedad de maneras. Por una vez, la cuenta de las tribus no está limitada a 12, un gesto geográfico de sur a norte y después al este incluye a Leví, las dos tribus de José, y ambos territorios de Manasés, lo cual resulta en un total de 14, todo Israel. No solo la variedad sino también la unidad de Israel reciben el énfasis, a diferencia de la desunión en los días de los Jueces. El pueblo de Dios unidos bajo el soberano escogido por Dios tienen gran motivo para regocijarse.
b. David en Jerusalén.
El reinado de Saúl y el reinado de David en Hebrón son solo el preludio de la importante historia del reino. Primero, el Arca, el símbolo del pacto de gracia de Dios, debe ser instalada en la nueva capital de David[46]; entonces Dios hablará en su santuario[47] para proclamar las bendiciones que David recibió en su hogar[48] y su fama en el extranjero[49]. Hay un vistazo hacia atrás que contrasta el caso de Saúl, y un vistazo hacia el futuro a los temas mellizos que se desarrollarán a través del libro, adoración, Templo, sacerdocio y gobierno, trono, monarquía.
1) El traslado del arca.
La mayor parte de este capítulo proviene de 2 Samuel 6.2–11, mientras que 2 Samuel 5.11–25 aparecerá en el próximo capítulo; el Arca es de principal importancia como lo demuestra la introducción. Su descripción[50] y su historia reciente[51] ya se conocen; el problema del cual nos enteramos aquí es que durante el reinado de Saúl Israel no la utilizó para consultar al Señor, pero ahora David y todo Israel con él sí que lo harán.
“Todo Israel” recibe aun más énfasis en 1 Crónicas 13.5 que repite 2 Samuel 6.1 indicando también un área más extensa de norte a sur que la frase común “desde Beerseba hasta Dan”[52]. La primera asamblea decide y la segunda actúa para traer el arca al centro de la vida del país.
Las experiencias de Uza y de Obed-edom ilustran la “bondad” del Arca. Es un “bien feroz”; Uza había compartido su casa con ella durante 20 años[53], así que se entiende la confianza que se tomó, pero fue fatal. Cuando era tratada con el respeto apropiado, brindaba todo lo bueno.
2) David se establece en Jerusalén.
Con el Arca en camino a la capital de David, Crónicas ahora vuelve a 2 Samuel 5.11–25, para dar énfasis a otro contraste vital. Primeramente, en estos versículos se le da a David una “casa” notable en Jerusalén, en más de un sentido, mientras con la muerte de Saúl en la batalla del monte Gilboa “todos los de su casa murieron junto con él”[54].
3) La fama de David se extiende.
El contraste continúa con los éxitos militares y nuevamente el capítulo 10 está en vista. Cada rey toma su turno enfrentando a los filisteos; Saúl pierde, David gana; en el caso del primero se honra a los dioses paganos[55], en el otro son humillados[56]; Saúl ni consultó ni obedeció al Señor[57], mientras que David hizo ambos[58]. Ambas reacciones de Dios hacia David fueron memorables. Su “irrupción” en esta ocasión fue de alabanza[59], y el sonido misterioso en las copas de los árboles significaba que la acometida era de Dios, y todo lo que David tenía que hacer era formar fila y marchar.
4) El Arca del Pacto.
El Arca representa el Pacto de gracia, o sea, la iniciativa de Dios al formar a Israel como su pueblo para siempre. Cómo responden a esa gracia en fe y adoración es uno de los temas principales del cronista. Ciertamente tiene gran interés en el Templo, pero es más que eso: Vuelve vez tras vez[60] a la forma apropiada de honrar y alojar el Arca, cómo se debe hacer y por quién, y las ocasiones religiosas que se centrarán en ella. Por eso su trato de 2 Samuel 6.11-12. En medio de esos dos versículos, que vendría a ser el período de tres meses, inserta el establecimiento del reino de David[61] y la preparación del festival religioso durante el cual se traerá el Arca a su hogar “apropiado”[62]. La liturgia que David detalla cuenta la misma historia[63], y la profecía y la oración del capítulo 17 nuevamente manifiestan la verdadera relación entre lo que Dios hace para David y lo que David hace para Dios.
5) La ceremonia correcta.
El viaje del Arca a Jerusalén se reanuda, en un estilo no menos alegre, pero ahora más respetuoso. El Arca se debe llevar y no acarrear y por supuesto eso lo deben hacer los levitas. Esto se debe a que David “ha consultado”, de nuevo a diferencia de Saúl, y ha recibido la respuesta no por medio de alguna experiencia mística sino por la ley de Moisés[64]. Tener reverencia por el Arca quiere decir no solo tener sentimientos respetuosos sino una obediencia práctica a la palabra de Dios.
Una vez más representantes de todo Israel participan, con tres divisiones más de la tribu de Leví además de las tres normales[65]. La “purificación” requerida de los sacerdotes y de los otros líderes levitas sin duda es la descrita en Éxodo 19.10–15, pero lo importante no son los ritos de por sí sino la actitud del corazón y la relación con Dios que reflejan.
6) La alabanza correcta.
El hecho de que David ordenó la música para la jornada festiva nos recuerda su interés especial en este aspecto ya que era “…el dulce salmista de Israel”[66]; también de la lista de músicos principales, uno de cada uno de los tres grandes clanes de Leví, ya mencionados en 1 Crónicas 6.31–47, y, por el otro lado, anticipa el papel que la música jugará en el Templo. No está claro cuántos de los levitas en 1 Crónicas 15.17-18 eran porteros y músicos, aunque Obed-edom parece haber sido uno de ellos; ni tampoco está claro si es el mismo Obed-edom, en cuya casa se alojó el arca[67]. Pero el grupo formaba un coro y orquesta bien organizados[68].
El cronista añade a 2 Samuel 6.13 una nota de aprobación de parte de Dios[69] porque David había “consultado” y obedecido, pero reduce la pelea entre David y su esposa[70] a una simple nota de su desaprobación[71]: El representante de la casa de Saúl todavía no se ajusta a la mente de Dios, pero David sí.
7) El salmo de acción de gracias de David.
El salmo que el grupo de Asaf debe usar en el culto de adoración es muy pertinente, porque cantaría delante del Arca del Pacto de Dios, a Adonay, ahora que el Arca ha sido puesta en el centro de la vida de Israel. Ese es el escenario y el tema del salmo. Combina partes de los Salmos 96, 105 y 106. La primera parte[72] expresa lo que significa alabar a Adonay, y por qué, a saber debido a su Pacto. Es un pacto de gracia: o sea, cuando no podían hacer nada por sí mismos, el amor inmerecido de Dios ha escogido y rescatado a su pueblo. La segunda parte[73] alaba a Dios por su soberanía sobre todas las naciones, y por lo tanto sobre sus dioses, y verdaderamente sobre toda la tierra. Los últimos versículos[74] convocan a todo el pueblo de Dios a unir sus voces a la alabanza de los levitas: Son un grito a Dios el salvador, y la palabra que significa Sálvanos es “Hosanna”; es significativo que la repetirá la multitud rodeando al último rey de la familia de David cuando entra al Templo triunfalmente[75].
8) El arca y el altar.
Solo el grupo de Asaf se queda en Jerusalén, mientras que los de Hemán y Jedutún son enviados a Gabaón.
9) ¿Una casa para el Arca?
En general este capítulo reproduce el relato anterior. Pero los cambios a 2 Samuel 7.11 y 14 son significativos. Aquí, 1 Crónicas 17.10 tiene “someteré”[76] a en lugar de “te daré descanso de” porque, para el cronista, el descanso es una de las características del reinado de Salomón y no del de David, y porque después de la confusión del período de David será el privilegio de Salomón edificar un Templo. De la misma manera, 1 Crónicas 17.13 omite la posibilidad de que Salomón haga lo incorrecto, aunque lo haría. En la opinión del cronista Salomón y David deben ser considerados como los cofundadores del reino, los personajes ideales de la era de oro.
Es obvio que David piensa edificar una casa para el Arca, e igualmente obvio dado el discurso de Natán, quien es un hombre de Dios, que no hay nada de malo en tal deseo. Las palabras de Dios le enseñarán a los débiles deseos de David cómo podrán ser enaltecidos con el desafío que viene con nuevo entendimiento. Una casa permanente para el Arca es algo que Dios nunca ha pedido; en verdad diseñó el Arca para que fuese portátil[77]. Lo que Dios hace para David tiene prioridad sobre lo que David pudiese hacer para Dios; note el uso repetido de “yo” en estos versículos. Y en los días de David y Salomón establecerá una casa y un reino los cuales, aunque serán de ellos, también serán de Dios, y por lo tanto eternal; y por ello algo más impresionante que un reino político destinado a perecer en cuatro siglos más. Entonces el capítulo desarrolla del tema del “Arca” ambos temas de “Templo” y “trono”.
David, poniéndose delante de Adonay, se supone que es enfrente del Arca, responde con una oración modelo. Primero alaba a Dios cuyo plan de bendición para su pueblo abarca tanto el pasado, especialmente la formación de Israel en el tiempo del éxodo, como el futuro. Después pide que Dios haga lo que dijo que haría, la verdadera oración de fe que descansa en tierra firme y tiene por lo tanto la seguridad de que se le escuchará.
c. Israel entre las naciones.
Estos tres capítulos condensan no menos que 14 capítulos de la historia anterior[78]. El cronista omite las historias de los miembros de la familia de Saúl que sobrevivieron[79], y del adulterio de David y el mal que le siguió. Las batallas de David continúan y el autor las destaca. Puede ser que parezca raro que el cronista no quiera representar a un David lascivo, sin embargo, no le molesta representar uno sediento de sangre. Pero los éxitos militares de David se deben entender como señales positivas de bendición. Estas guerras eran la preparación necesaria para la época de “descanso” cuando se edificaría el Templo.
Los antecedentes de algunos de los incidentes de las guerras de David contra los amonitas y los filisteos han sido omitidos en Crónicas; por ejemplo, Nahas[80] como adversario de Saúl en 1 Samuel 11 y Goliat[81] a quien David mató según 1 Samuel 17. Antecedentes que sí han sido representados son los éxitos tanto en su patria como en el extranjero, con vecinos tanto amistosos como antagonistas. En 1 Crónicas 18.1–20.8 tenemos un desfile de lo que se realizó en ese sentido.
1) Asuntos exteriores.
Los filisteos, los enemigos de David desde el capítulo 14, comienzan y terminan los próximos tres capítulos. El capítulo 18 brevemente menciona a los adversarios tradicionales de Israel al este del Jordán, Moab y Edom, pero trata mayormente con las naciones al norte de Israel, en la región de Siria moderna y del Líbano. Casi todas son hostiles, pero hay una, Hamat, que es aliada. En cualquier caso, la fama de David sigue creciendo, y sus éxitos preparan la paz durante la cual Salomón edificará el Templo. De la misma manera, tanto amigos como enemigos contribuyen al depósito de artículos de valor que serán los presentes de David para la casa de Adonay. En un sentido David está “descalificado” para edificar el Templo porque es un hombre de guerra, pero eso no es señal de desaprobación de Dios. A Abisai, por ejemplo, se le admira por su papel en la campaña contra Edom, a diferencia de 2 Samuel 8.13, porque la victoria se la dio Adonay a David.
2) Asuntos domésticos.
Una nota del “establecimiento” de David sigue a continuación, como en 2 Samuel 8.15–18. El capítulo con antecedentes del propio cronista menciona el hogar de David en Jerusalén. Los quereteos y los peleteos eran soldados extranjeros de Creta y Filistea que eran los guardaespaldas de David.
3) Las campañas amonitas.
Los amonitas eran otra nación al este del Jordán. La única indirecta de que hubo una amistad previa entre David y Nahas es la enemistad entre Nahas y Saúl en 1 Samuel 11, aún antes de que David apareciera en la escena. La opinión amonita acerca de David demuestra que tanto si quisieran hacer amistad con él o si quisieran oponerse a él, David era alguien a quien las naciones vecinas tenían que tener muy en cuenta. Cuando comienzan las batallas, los ejércitos sirios relacionados con los de 1 Crónicas 18.5 son involucrados en el conflicto. Los hermanos Joab y Abisai, sobrinos de David eran compañeros de batalla a cargo de sus ejércitos. Los aliados sirios son eliminados en dos campañas. Los amonitas mismos son derrotados finalmente, pero no se dice nada acerca del adulterio de David con Betsabé y del asesinato de su esposo[82]; al cronista le concierne presentar los éxitos de David, no sus pecados.
4) Las campañas filisteas.
Esta sección de “Israel entre las naciones” hace un círculo completo al mencionar que los enemigos filisteos han sido sometidos una vez más. El cronista tiene mucho cuidado de no decir, ni siquiera ahora, que a David se le ha dado “reposo”; para él, eso será el privilegio de Salomón. El hermano de Goliat: Ver sobre 2 Samuel 21.19.
d. La casa de Dios.
El cronista ha tomado el capítulo 21 casi por completo de 2 Samuel, pero el capítulo 22 es todo suyo. El relato del censo que David ordenó, y de la epidemia con la cual Dios lo castigó por haberlo hecho, en 2 Samuel 24 es simplemente parte de la narrativa, pero para el cronista su importancia yace en algo que aquel capítulo no menciona: El lugar donde la propagación de la epidemia paró era el sitio donde estaría el propuesto Templo. Aquí estará la casa de Adonay Dios[83]. Es hacia este versículo que se dirige el capítulo 21, y desde él inmediatamente procede el capítulo 22. Prácticamente todo está listo para la construcción del Templo, la idea inicial, la confirmación de Dios, el arca restaurada, el principio de un almacenaje de materiales, y ahora el sitio, así que el capítulo 22 presenta a Salomón, el que finalmente construirá el Templo. La construcción no va a comenzar hasta que el reinado del guerrero David ceda el lugar al del más pacífico de Salomón. El resto de 1 Crónicas está dedicado principalmente a planes administrativos muy detallados.
1) Censo y epidemia.
Por primera vez el cronista marca un pecado de David. La razón por la cual se desvía de su práctica normal de presentar a David como el rey ideal es que esto era malo a los ojos de Dios; lleva, como ya notamos, a la nominación del sitio para el Templo. Lo que provocó a David a cometer este pecado ahora resulta en un castigo que según 2 Samuel 24.1 se debe principalmente a algún pecado previo por parte de la nación. Teniendo en mente quizá el principio de Santiago 1.13, el cronista introduce inesperadamente la figura de Satanás. Él es quien, como en Job 2.3, causa los problemas, aunque solo con el permiso de Dios y dentro de los límites impuestos por él.
No está claro por qué hacer un censo era malo. La ley lo permitía, con ciertas condiciones[84]; un censo dio el nombre al libro de Números, y los primeros capítulos de 1 Crónicas contienen listas muy similares. A lo mejor ya que esta fue una lista militar, los motivos de David eran malos. Crónicas indica frecuentemente que la verdadera seguridad de Israel yace en confiar en su Dios, no en el tamaño de su ejército[85]. No es David, sino Joab, quien aquí se presenta en buena luz, aunque en la historia anterior no es un personaje muy agradable[86]. El lleva a cabo el censo bajo protesta, pero con Leví y Benjamín tuvo que hacer una excepción: Se presume que fue debido a Números 1.47–50, ya que quizá consideraban que ambas tribus eran custodios del Tabernáculo que quedaba en el territorio de Benjamín. Los números del censo difieren de los de 2 Samuel 24.9.
Un ángel con una espada se aparece también a Balaam[87] y a Josué[88], y tanto en esos pasajes como aquí el lugar donde aparece se considera santo. Aquí es el que trae la epidemia. David está en camino al norte saliendo de Jerusalén con un grupo de ancianos cuando lo ve; quizá van a Gabaón a ofrecer holocaustos como arrepentimiento.
2) El lugar donde paró la epidemia.
Arauna[89] es uno de los habitantes cananeos originales de Jerusalén, pero obviamente reconoce al ángel de Adonay y su rey ungido de Dios[90]. Reconociendo que la honra de Adonay no disminuye sino que se engrandece por estos acontecimientos, David se agrada de pedir el uso de la era de este pagano para que sea el sitio de un altar y el Templo.
El precio que se menciona aquí puede ser que haya sido por el lugar para la obra del Templo entero, a diferencia del precio mucho menor mencionado en 2 Samuel 24.24 quizá solo por el lugar del altar en ese caso. Adonay confirma lo correcto y justo de esa manera de actuar enviando fuego desde los cielos tal como el ángel confirmó el llamado de Gedeón[91]. Un paralelo más significativo es el fuego que cayó sobre el altar cuando se armó el Tabernáculo por primera vez[92] y cuando el Templo es consagrado finalmente[93]. La “respuesta” del Señor explica su plan para la bendición de su pueblo. Aquí estarán tanto la casa, o sea el lugar donde se aloja el Arca, la cual representa la gracia divina, como el altar que representa la reacción humana. Como en el caso de Job, de las intenciones malvadas de Satanás resulta gran bien[94].
3) Los materiales para la casa.
Esta sección, y en verdad el resto de 1 Crónicas, no tiene igual en Samuel o Reyes. Ya que Salomón aparece en la escena en este punto y David no desaparece hasta el fin del libro, los próximos ocho capítulos unen los dos reinados como fundamento doble de los 400 años de la monarquía. Al mismo tiempo todos tienen que ver con el Templo, enfatizando nuevamente sobre los temas mellizos del cronista, o sea el sacerdocio y la monarquía. Para el Templo David reúne cantidades tremendas de materiales; entre estos se encuentran contribuciones de una variedad de países no israelitas; por este medio, la fama de Adonay se extenderá ampliamente. Todos estos aspectos marcan la importancia de este edificio.
4) Instrucciones para la casa.
David le habla largo y tendido a Salomón sobre la construcción del Templo, luego brevemente a todos los principales de Israel. El capítulo 28, con casi el mismo tema, será un discurso público con las últimas palabras dirigidas a Salomón. Es revelador que esta transferencia de autoridad es tan parecida a la de Moisés y Josué tanto tiempo atrás. El mandamiento “Esfuérzate y sé valiente, no temas ni te acobardes”[95] es una copia exacta[96] del pasaje lleno de semejanzas. Moisés había guiado al pueblo de Dios por un período de confusión y cambios, durante el cual llegaron a ser una nación; Josué los llevaría a la tierra de reposo[97]. De la misma manera David ha tenido que ser un hombre de guerra, pero no se le culpa por eso, mientras que Salomón será un hombre pacífico, lo cual es simplemente la realidad. En verdad, la traducción “hombre pacífico”[98] es un poco engañosa. “Varón de paz”[99] es más correcto: él será un “varón de reposo”[100], en el sentido de reposo de los enemigos, aunque después de su advenimiento Dios también le dará a Israel “paz”[101] y “reposo”. Es posible que desde el punto de vista ritual la sangre que David derramó en sus guerras pueda haberlo descalificado para participar directamente en la edificación del Templo, pero se destaca el hecho que su papel era proveer para la casa de Adonay, y no solo los materiales para la construcción, sino después de sus victorias, un período libre de guerra; mientras tanto la responsabilidad de Salomón es edificar el santuario. La relación entre los dos reinados la resume David en su discurso a los principales de Israel en 1 Crónicas 22.17–19.
5) Organización del Templo y el reino.
Estos capítulos son amedrentadores tanto al leerlos rápidamente, en cuyo caso uno solo ve listas de nombres como las de los capítulos 1–9 que no ayudan para nada, como al leerlos cuidadosamente, en cuyo caso uno nota aparentes diferencias en ellos. De hecho, estas son listas de familias de la tribu de Leví, con más información incluida, describiendo la participación de los levitas en los servicios del Templo. Gran parte de esta sección parece estar relacionada con períodos diferentes al de David, algunos hasta el mismo tiempo del cronista. Pero todo cae bajo el título “de David”, de la misma manera que toda la ley del Antiguo Testamento se centra en Moisés y toda la sabiduría del Antiguo Testamento en Salomón. Tal como David preparó materiales para la construcción del Templo, de la misma manera Israel era un pueblo preparado para el servicio de Dios.
a) La asamblea de líderes.
En 1 Crónicas 23.1 se debería considerar un encabezamiento general del resto de 1 Crónicas y no solo como la primera ceremonia de dos como implica 1 Crónicas 29.22. Los siete capítulos que quedan, como si fueran puestos entre paréntesis entre este versículo y 1 Crónicas 29.28, hacen llegar el reinado de David a un clímax espléndido. El Antiguo Testamento reserva la frase anciano y lleno de años para grandes personas que merecen gran honor, como Abraham o Job. El cronista omite los pecados y problemas del hombre David porque desfigurarían el retrato oficial del rey David. La impresión de que hubo dos asambleas y dos “coronaciones” puede que sea correcta; reunió es el término en 1 Crónicas 23.2 y 1 Crónicas 28.1.
La división de la tribu de Leví entre sacerdotes y otros levitas se discutirá más adelante en este capítulo, mientras que la división en cuatro partes de los “levitas” es la base de éste y los próximos cuatro capítulos. El hecho de que la edad mínima de los levitas es 30 años aquí y 20 en otras partes es uno de los detalles que indican que esta sección, como muchos de los capítulos anteriores de este libro, es un agrupamiento de ilustraciones de Israel de varios períodos.
b) El personal del santuario.
Listas de familias levitas rodean dos secciones centrales que tienen que ver con las tareas de los levitas y las divisiones de los sacerdotes.
Los tres hijos de Leví encabezan las primeras listas de nombres; es probable que 1 Crónicas 23.6[102] sea considerado el título de esta sección. Los gersonitas de 1 Crónicas 23.7 pueden haber sido una generación más tarde que los de 1 Crónicas 6.17, y las fechas relacionadas con las personas en 1 Crónicas 23.9 una vez más, puede que sean diferentes. Crónicas distingue las tareas de los sacerdotes y las del resto de la tribu de Leví.
Las últimas tareas se dan con detalle en 1 Crónicas 23.24–32. En algunos aspectos cambian, por supuesto, una vez que el Tabernáculo permanente sustituye al movible, y parece que se relacionan con los levitas en general.
Las divisiones de los sacerdotes son otra clase más de clasificaciones dentro de la misma tribu. Una mirada hacia atrás recuerda la muerte de los dos hijos mayores de Aarón, aunque no menciona la razón vergonzosa por ella[103].
La frase “funcionarios de la casa de Dios”[104] en hebreo se lee “funcionarios de Dios”. Tal vez sea un sinónimo de oficiales del santuario, describiendo con más detalle a los funcionarios del santuario y de Dios, o quizás las dos descripciones quieren decir que estos líderes eran “dedicados” o sobresalientes. La mirada hacia adelante anticipa algunas de la 24 “casas paternas” que aparecen más tarde, por ejemplo Joiarib[105] se menciona luego en el apócrifo 1 Macabeos 2.1; Cos[106] en Esdras 2.61 y Nehemías 7.63, y la más famosa Abías[107] en Lucas 1.5.
La última lista de levitas[108], corresponde a la de 1 Crónicas 23.12–23, pero la sigue por una generación más. Nuevamente el concepto de Israel que el cronista tiene parece tener muchos niveles, reunidos de documentos de muchos períodos diferentes.
c) Los músicos.
Después de la lista del personal del santuario viene la segunda división de los levitas, la de los músicos. Además está dividida en dos maneras, primeramente de acuerdo a las tres familias de Asaf, Hemán y Jedutún, y luego de acuerdo con los 24 “ciclos” encabezados por sus hijos. A Hemán se le llama “vidente del rey” aquí, y lo mismo se dice de Asaf y Jedutún en otras partes[109]; obviamente hay una conexión entre la profecía y la música, aunque la frase bajo la dirección, que tal como profetizaba que también se menciona tres veces en los 1 Crónicas 25.1–3, demuestra que en tiempos bíblicos los discursos y las canciones podían ser inspiradas sin estar extáticos o descontrolados.
A los primeros cinco nombres de los hijos de Hemán los siguen nueve otros nombres de formas poco comunes, que en hebreo suenan como versículos de los Salmos: Hananías, Hananí: “Ten misericordia de mí, Señor, ten misericordia de mí” y más por el mismo estilo. Quizá Hemán nombró a sus hijos con sus salmos favoritos.
Los ciclos de cantores, como los ciclos de sacerdotes en 1 Crónicas 24.7–18 son 24. Listas completas en cada caso, como el sentido de 1 Crónicas 24.8 son características del cronista, como lo es su convicción de que en el plan de Dios todo su pueblo debe reunirse.
d) Los porteros.
El marco básico para este grupo de listas es 1 Crónicas 26.1–3, 9–11 y 19. De las tres grandes familias de los levitas solo los coreítas y los hijos de Merari están representados aquí; el Asaf de 1 Crónicas 26.1 no es el famoso de 1 Crónicas 25.1, quien era un gersonita sino el Ebiasaf de 1 Crónicas 9.19. Donde uno esperaría ver una lista de porteros gersonitas en cambio encontramos la familia de Obed Edom. A este personaje intrigante no se le da el linaje levita, pero si todas las citas son de la misma persona, entonces debe ser el levita de 1 Crónicas 15.18, lo cual lo califica para estar en esta lista, como también la bendición especial de 1 Crónicas 26.5 y de 1 Crónicas 13.14.
Aunque los de la generación de Obed Edom pueden haber sido porteros en la época de David, mucho antes de que se construyera el Templo, su nombre figura aquí también después de habérselo edificado, de modo que es del período de Salomón; mientras que 1 Crónicas 9.17–32, que dio bastante detalle acerca de las tareas de algunos de los porteros, incluye algunos de los mismos nombres aún después de la construcción del segundo Templo unos cuatro siglos más tarde. Todo esto es parte de la técnica del cronista de utilizar información de varios niveles y distintas épocas para crear una imagen a fondo de la vida y culto del pueblo de Dios. La fama de uno de los porteros por ser consejero entendido y la mención de los lugares donde otros estaban de turno demuestra el realismo y la veracidad de las partes no obstante la manera artística en que la obra entera ha sido formada.
e) Los oficiales.
Las cuatro divisiones levitas en 1 Crónicas 23.4-5 se dieron en orden de tamaño. El orden de las listas detalladas ha sido distinto, es como si empezara del centro y se desplegara hacia afuera: Personal del santuario, seguido por los músicos, después los porteros y ahora finalmente vienen otros oficiales, algunos de los cuales estaban encargados de la administración externa, en verdad a través del país, y a cargo de tareas seculares tanto como religiosas. Las listas del capítulo 27 se extienden más allá de la tribu de Leví.
La sección de 1 Crónicas 26.20–32 tiene que ver con oficiales a cargo de los tesoros, o almacenes. Parece que algunos estaban a cargo de los utensilios para el culto, como en 1 Crónicas 9.28–32; otros de lo que habían traído como botín. Las responsabilidades de otros son judiciales o fiscales, si se tiene en mente impuestos religiosos y seculares en 1 Crónicas 26.30, 32. Una vez más el cuadro que se forma proviene de varios períodos: las tierras extensas que se describen en 1 Crónicas 26.30–32 pertenecen a épocas anteriores; la participación de los levitas en la administración figura solo en períodos posteriores[110]. Ya que la historia de Israel se puede comprender solo al considerarla en forma íntegra, asimismo su carácter y personalidad se pueden comprender solo cuando se junta a toda la gente de importancia, incluyendo hasta Saúl.
El movimiento en 1 Crónicas 26.29–32 de la esfera religiosa a la secular nos trae a algo que tiene poco que ver con los levitas, una lista del ejército. Esto también es parte de Israel cuando se le considera en forma completa. Los jefes son los mejores ejemplos del liderazgo que la historia es capaz de ofrecer, a saber 12 de los valientes de David de 1 Crónicas 11.10–31, y a lo mejor las estadísticas representan el ideal de las tropas: 12 regimientos cada uno de 24 “miles”, recordando los 12 ciclos de sacerdotes y especialmente los 24 ciclos con 12 músicos en cada uno. De modo que aunque Asael había muerto antes de que David llegara a ser rey de todo Israel, su nombre encabeza uno de los regimientos, mientras que la organización del ejército tiene más en común con el estilo de Salomón.
La sección de 1 Crónicas 27.16–24 menciona a los oficiales que se presume estaban involucrados en el censo de 1 Crónicas 27.23-24. Se mencionan 12 “tribus”, si se cuenta a Manasés una vez, aunque es una lista medio rara, y lo único que se puede hacer es ofrecer opiniones por qué Gad y Aser fueron omitidas y Aarón añadida. El censo es probablemente el mismo de 1 Crónicas 21.1–8; el relato allí no contradice necesariamente lo que dice este, como algunos lo han sugerido.
La sección de 1 Crónicas 27.25–31 es otra lista de 12, esta vez de administradores del patrimonio real, los jefes del servicio civil. Como siempre, no le molesta al cronista incluir a personas que no eran israelitas pero que se han unido en el servicio del Dios de Israel[111].
Finalmente, el gabinete principal de David contiene a algunos que podemos identificar, como su tío Jonatán, y otros conocidos de otras partes. Los nombres famosos y el orden magistral que encontramos en estas listas nos dice nuevamente que esta es una imagen ideal del pueblo de Dios. En particular los capítulos 23–27 exponen un tipo davídico de administración del Templo de Jerusalén y del reino de Israel que al rey escogido por Dios le hubiera gustado haber logrado y a su vez haber pasado a sucesivas generaciones.
e. La sucesión.
Estos dos últimos capítulos se refieren nuevamente al capítulo 23, donde “David…colmado de días, puso a su hijo Salomón como rey sobre Israel”[112] y sirve como título para la sección entera con la que termina el primer libro. Una “reunión” de líderes israelitas se convoca en 1 Crónicas 23.2; en 1 Crónicas 28.1 se introduce otra, una “asamblea” más grande y formal, para lo que, en efecto, será la coronación de Salomón[113]. También recordamos el capítulo 22, porque lo que se dice en esta sección acerca de Salomón, y a Salomón, amplifica de manera pública y formal lo que David ya había dicho en forma más personal allí. De mucho interés es el hecho de que David, el rey ideal de Israel de tantas maneras, está por dejar el trono, y el pueblo de Dios en las generaciones posteriores necesita saber cómo se han de mantener vivos los ideales de David una vez que él ya no esté presente. Las últimas instrucciones que les da a Salomón y a Israel son por tanto de alcance muy amplio.
1) Las instrucciones de Adonay.
La formalidad de este discurso público contrasta con lo que ha pasado anteriormente, pero el contenido es muy parecido a las conversaciones menos formales del capítulo 22; También recuerda las palabras de Moisés al comisionar a Josué “en presencia de todo Israel: "¡Se fuerte y valeroso!”[114].
El misericordioso plan de Dios para su pueblo, representado por el Arca, es más importante que el interés del cronista en que se edifique una casa para el Arca. Según ese plan David es el hombre de guerra y Salomón es el hombre de paz. Dios ha elegido a este padre y a este hijo de todo Israel para que se sienten en su trono y edifiquen su Templo. La promesa de un reino para siempre en un sentido no tiene condiciones, pero en otro sentido depende de la obediencia humana.
2) El diseño del Templo.
Todo lo que David ha dicho en 1 Crónicas 29.1–10 ha hecho resaltar la iniciativa y la acción de Dios. Ahora esto se debe poner en acción por Salomón. Se relaciona con lo que Dios le dio a hacer a Moisés cuando se diseñaba el primer Tabernáculo; abarca personas tanto como cosas utilizadas en la obra del servicio de la casa de Dios. El diseño de Dios para Moisés aquí se renueva con David y también con Salomón. Dios esperaba que Salomón colaborara activamente, y Salomón nunca sintió que los planes de Dios fueran fastidiosos ni restrictivos. 1 Crónicas 29.20 es aun más parecido que 1 Crónicas 29.8 y 10 al consejo animador de Deuteronomio 31.6–8 y Josué 1.5–7, el eco del cual también se escucha en Hebreos 13.5-6.
3) El desafío al compromiso.
David ya ha presentado al pueblo la necesidad de ser obediente a Dios; ahora les desafía a que sean generosos y actúen de todo corazón. El da el ejemplo y ellos aceptan el desafío. La cantidad de tesoros mencionados aquí es enorme, pero muestra una generosidad como la que se vio cuando se construyó el Tabernáculo[115], como la que demandaron los profetas en los días del segundo Templo no mucho antes de la misma época del cronista[116]. Los primeros lectores del cronista deben haber sentido la fuerza de estos versículos en el término dracmas, una moneda conocida es sus días pero no en los de David. El cronista, no un hombre indiferente como algunos se imaginan que era, nota en este caso, como también en otras partes, el gozo, la generosidad, y la integridad de corazón que el desafío de David evocó.
4) La gran acción de gracias.
Los que vivían en la época del cronista no deben haber tenido ninguna esperanza de poder participar en una ocasión tan espléndida como ésta, pero el autor quiere destacar el principio subyacente: Este Dios es real en todas las edades y es al mismo Dios a quien le pertenece todo. Naturalmente entonces toda esta abundancia, todo lo que cada generación ve cuando considera sus bendiciones, también proviene de Dios. Esta verdad una vez más evoca un gozo y una generosidad profundos.
El pueblo de Dios se ha apropiado de partes de esta oración memorable desde entonces. Aun las palabras solemnes de 1 Crónicas 29.15 deberían, paradójicamente, inspirar la confianza: La edad de oro de David no tiene más permanencia que ninguna otra; y aquella edad, como todas las edades, encuentra su esperanza solamente en el Dios que nunca falta.
5) Salomón es ungido rey.
Al día siguiente, un día tanto de sacrificios como de celebración, es la ocasión del ascenso oficial de Salomón al trono. Esta fue su segunda entronización; se espera que los lectores sepan algo de la primera que fue arreglada de prisa para prevenir que su hermano tomase el trono[117]. Ya que el cronista asume que la historia pasada es bien conocida, la imagen que presenta de los dos personajes centrales es obviamente hecha a propósito: La oposición que Salomón tuvo que reprimir antes que todo Israel le rindiera obediencia, como los problemas que David tuvo antes de morir en buena vejez, todo eso es omitido, porque en Crónicas estos dos hombres juntos representan el ideal de “rey”. El esplendor de Salomón lo pone al mismo nivel que la grandeza de su padre, y detrás de ambos está Dios, el rey eterno. El trono y el reino son inquebrantables porque son de Adonay.
[1] 1 Crónicas 1.1-3.24.
[2] Génesis 25.12-16.
[3] Génesis 25.1-4.
[4] Génesis 36.10-14, 20-43.
[5] 1 Crónicas 16.13, 17; Salmos 105.6, 10.
[6] Hija de Súa.
[7] Mateo 1.3.
[8] Isaías 11.1, 10.
[9] Números 2.3; Ruth 4.19-22; 1 Samuel 16.6-13; 2 Samuel 2.18.
[10] Éxodo 12.40; 1 Reyes 6.1.
[11] Éxodo 31.2-5.
[12] Qiryat y bet significan “ciudad” y “casa” respectivamente.
[13] 1 Crónicas 3.4. NBLH
[14] Jeconías.
[15] Nota: En otras partes de la Biblia Zorobabel es el hijo de Salatiel (Hageo 1.1), no de Pedaías (1 Crónicas 3.19); una explicación que se ha sugerido es que Pedías se casó con la viuda de su hermano y el hijo de ellos vino a ser el hijo de Salatiel (Deuteronomio 25.5-6).
[16] Josué 14.6-15.
[17] Génesis 35.22; 48; 49.4, 8–12, 22–26.
[18] Nota: La tribu de Dan no está mencionada aquí.
[19] Números 32.39-40.
[20] 1 Crónicas 7.15.
[21] Génesis 41.50-52.
[22] Números 26.38-41.
[23] 1 Crónicas 9.36.
[24] 1 Crónicas 9.39.
[25] 1 Samuel 9-31.
[26] 1 Crónicas 13-14.
[27] 2 Crónicas 33.8.
[28] Génesis 49.10.
[29] Hebreos 12.22.
[30] 2 Samuel 23.8-39.
[31] 1 Crónicas 11.11-14.
[32] 1 Crónicas 11.15-19.
[33] 1 Samuel 22.1.
[34] 1 Crónicas 11.20-25.
[35] 1 Samuel 27.6.
[36] 1 Samuel 23.14.
[37] 1 Crónicas 12.1-7.
[38] 1 Crónicas 12.2; Jueces 20.16.
[39] 1 Crónicas 12.8-15.
[40] 1 Crónicas 12.16-18.
[41] 1 Samuel 21-22.
[42] 1 Crónicas 12.18.
[43] 1 Samuel 29-31.
[44] 1 Crónicas 12.19-22.
[45] 1 Crónicas 12.27-28.
[46] 1 Crónicas 13.1-4.
[47] Salmos 60.6-8.
[48] 1 Crónicas 14.1-7.
[49] 1 Crónicas 14.8-17.
[50] Éxodo 25; 37.
[51] 1 Samuel 4-7.
[52] 1 Crónicas 21.2. NBLH
[53] 1 Samuel 7.2; 2 Samuel 6.3.
[54] 1 Crónicas 10.6. NBLH
[55] 1 Crónicas 10.10.
[56] 1 Crónicas 14.12.
[57] 1 Crónicas 10.13-14.
[58] 1 Crónicas 14.10-11; 14-16.
[59] 1 Crónicas 14.11.
[60] 1 Crónicas 13; 15-17; 23-28; 2 Crónicas 3-7; 29-31; 35.
[61] 1 Crónicas 14.
[62] 1 Crónicas 15.1-24.
[63] 1 Crónicas 16.
[64] Deuteronomio 10.8.
[65] Éxodo 6.16, 18, 22.
[66] 2 Samuel 23.1. NBLH
[67] 1 Crónicas 15.25.
[68] 1 Crónicas 15.19-24. Alamot y Seminit puede ser que se refieran a voces altas y bajas; las palabras figuran en algunos de los encabezamientos del los Salmos.
[69] 1 Crónicas 15.26.
[70] 2 Samuel 6.20-23.
[71] 1 Crónicas 15.29.
[72] Salmos 105.1-15.
[73] Salmos 96.
[74] Salmos 106.1, 47-48.
[75] Marcos 11.9-10.
[76] NBLH
[77] Éxodo 25.14.
[78] 2 Samuel 8-21.
[79] 2 Samuel 9; 1 Crónicas 10.6.
[80] 1 Crónicas 19.2.
[81] 1 Crónicas 20.5.
[82] 2 Samuel 11.2-12.25.
[83] 1 Crónicas 22.1.
[84] Éxodo 30.11-16.
[85] 2 Crónicas 14.11; 16.8.
[86] 1 Reyes 2.5-6.
[87] Números 23.31.
[88] Josué 5.13-15.
[89] Aquí el cronista usa el nombre “Ornan”, mientras el escritor de 2 Samuel 24.16 usa “Arauna”.
[90] ¡Crónicas 21.20-21.
[91] Jueces 6.20-24.
[92] Levítico 9.24.
[93] 2 Crónicas 7.1.
[94] Job 42.12.
[95] 1 Crónicas 22.13. NBLH
[96] Josué 1.9.
[97] Josué 1.12-15.
[98] 1 Crónicas 22.9. RVA
[99] BL95
[100] RV1865
[101] “Shalom”, como el nombre “Salomón”.
[102] “…conforme a los hijos de Leví…” NBLH
[103] Levítico 10.1-2.
[104] 1 Crónicas 24.5. NBLH
[105] 1 Crónicas 24.7.
[106] 1 Crónicas 24.10.
[107] 1 Crónicas 24.10.
[108] 1 Crónicas 24.20-31.
[109] 2 Crónicas 29.30; 35.15.
[110] 2 Crónicas 19.8-11.
[111] Obil y Jaziz (1 Crónicas 27.30-31).
[112] 1 Crónicas 23.1. NBLH
[113] 1 Crónicas 29.22-24.
[114] Deuteronomio 31.7. La Toráh
[115] Éxodo 35.20-36.7.
[116] Hageo 1.3-4; Malaquías 3.8-10.
[117] 1 Reyes 1.
BOSQUEJO DE 1 CRÓNICAS
Genealogías: Los patriarcas (Capítulo 1)
Desde la creación Los 12 hijos de Jacob/Israel (2.1-2)
hasta la restauración. La familia de Judá (2.3-4.23)
1 Crónicas 1-9 Los hijos de Simeón (4.24-43)
Rubén, Gad y la media tribu de Manasés
(Capítulo 5)
Leví y familiares (capítulo 6)
Isacar, Benjamin, Neftalí, Manasés, Efraín y
Asar (Capítulos 7-9)
El reinado de David Muerte de Saúl (Capítulo 10)
1 Crónicas 10-29 La ascensión al trono (capítulos 11-12)
Traslado del arca a Jerusalén (Capítulos 13-16)
El pacto de Dios con David (Capítulo 17)
Las victorias militares (Capítulos 18-20)
Preparativos para la construcción
del Templo (21.1-29.20)
Sucesión de Salomón y muerte
de David (29.21-30)
1. Enlaces.
El estilo de los primeros capítulos de Crónicas es tan desconocido para los lectores modernos que fácilmente nos podría desanimar y hacernos pensar qué posible valor podrían tener para nosotros. Debido a esto, debemos recordar que el contenido del libro es bien conocido para los que están familiarizados con el resto del Antiguo Testamento, aunque el estilo no lo sea, y que lo era aun más para las personas para las cuales fue escrito.
La sección de 1 Crónicas 1.1–9.34 es una introducción apropiada para el resto del libro porque el cronista hace aquí lo que hará a través del libro entero. Toma datos acerca de la historia del pueblo de Dios que ya son bien conocidos y los describe de una manera nueva. También abarca el período de toda la historia, desde el comienzo hasta prácticamente su misma época; y aunque es lógico que tenga que omitir una gran cantidad, incluye muchos personajes y eventos auténticos. De modo que su concepto de la historia es tanto comprensivo como personal.
A los primeros nueve capítulos se les llama frecuentemente “genealogías”. En verdad contienen muchos árboles genealógicos, y para poder entenderlos puede ser que le ayude al lector reflexionar sobre listas similares en partes de la Biblia más conocidas. Génesis 5, por ejemplo, muestra cómo Dios se ocupó de que la raza humana se esparciera a través de la tierra tal como lo había planeado, y cómo la preservó a pesar de ser tan pecaminosa. Mateo 1 muestra cómo Dios se ocupó de que por medio de la misma raza el hombre que habría de salvarla de sus pecados finalmente viniera al mundo. De la misma manera, uno de los grandes temas de Crónicas es que los propósitos de Dios para el beneficio de la humanidad nunca fallan.
Aun así “genealogías” en un término muy limitado para describir estos capítulos, porque incluyen otros tipos de listas. Lo que todas estas listas tienen en común es que los nombres en todas ellas no han sido solo coleccionados sino que están conectados. Esas conexiones, tanto las de padre e hijo como de otras clases, nos dicen que Dios obra continuamente a través de la historia de su pueblo.
a. Conexiones con el pasado[1].
El árbol genealógico de 1 Crónicas 1.1–3.24 comienza en el principio de la historia humana y va hasta quizá el año 400 a.C., cuando fue escrito Crónicas. En uno de los extremos encontramos a Adán, al antepasado de toda la humanidad; en el otro a una familia judía que se había establecido nuevamente cerca de Jerusalén después del exilio, y para esa comunidad fue escrito el libro. La conexión es una sucesión continua, algunas de las ramas de familias se expanden mientras que otras no, pasando por Noé, Abraham y David.
1) La familia de Adán.
Esta lista proviene de Génesis 5.3–32 y básicamente nombra las diez generaciones desde Adán hasta Noé.
2) Las familias de Noé.
La primera vez que se expande el árbol las familias de los hijos menores de Noé aparecen antes que la de Sem, cuya genealogía formará el tronco principal, tal como en Génesis 10. Ese capítulo es reducido y resumido un poco, mientras que Génesis 11.10–26 lo es mucho más, en lo que corresponde a los 1 Crónicas 1.4–23 y 24–27. El cronista también copia de Génesis las descripciones breves y memorables de Nimrod y Peleg, los primeros dos comentarios secundarios de muchos más que añaden toques vívidos a lo que de otra manera sería listas aburridísimas de nombres.
3) La familia de Abraham.
Nuevamente, la familia principal se guarda para el final, de modo que antes de la familia de Isaac tenemos la de Ismael[2], y también las de sus hermanastros, los hijos de Abraham no por Sara ni por Agar sino por Cetura[3].
4) Las familias de Isaac.
Una vez más Crónicas presenta la familia secundaria primero, los hijos de Esaú, antes de la familia más importante que es la de su hermano menor Jacob. De nuevo los detalles han sido resumidos y reducidos[4] asumiendo que los lectores ya sabrían por su conocimiento de Génesis 36.9, la razón por la que Esaú, Seír y Edom han sido agrupados de esta manera. Los reyes edomitas se mencionan no como árbol de familia sino simplemente como sucesión, y puede ser que los jefes ni fueran eso; pero no importa, siempre y cuando se establezca la conexión entre los nombres. Estas personas no son solo nombres, como lo prueban las breves descripciones de los dos Hadad, que como la de Nimrod, añaden sus toques de realismo.
5) Las familias de Israel.
La familia central que el cronista siguió desde Adán a través de Noé y Abraham llega ahora al hermano de Esaú, Jacob. El nombre “Jacob” aparece solo en un capítulo de su libro, donde se refiere a lo que escribió otro autor[5]; el cronista siempre utiliza la expresión alternativa, “Israel”. La continuidad de Israel, el país que milagrosamente todavía sobrevive en su propia época, y la gracia de Dios que lo ha preservado hasta entonces, son su gran tema; de modo que desde el principio ese es el nombre que prefiere.
6) Las familias de Judá.
La mayoría de estos parentescos están mencionados en Génesis 46.12 y Josué 7. Los nombres de Hemán y Eitán aparecen también en los encabezamientos de los Salmos 88 y 89, así que puede ser que esta sea la primera insinuación de que el cronista está tan interesado en el culto del Templo de Israel como en su monarquía y familia real. De aquí en adelante él trata con la línea real, no como última sino como primera.
Está igualmente interesado en Israel entero, y lo que significa pertenecer al pueblo de Dios. Hace esa observación con cuatro de los nombres de esta sección. En el caso de Bet Súa[6], Judá se casa con una mujer pagana, su relación con Tamar es incestuosa, y sin embargo, por la gracia de Dios, las dos mujeres son añadidas al árbol de familia, Tamar ciertamente de una manera privilegiada[7]. Esta clase de énfasis no tiene igual en Esdras ni en Nehemías. Por otro lado, Er y Acar nacieron en la “familia santa” pero eso no les asegura automáticamente de la gracia de Dios.
a) La familia de Judá por Ram.
Esta es la familia que nos lleva a Isaí y a David, quien ocupará el centro del concepto que el cronista tiene de la historia. El concepto de un “árbol de familia” es bien apropiado en este momento; el tronco de Isaí[8] es una figura conocida en el arte religioso de la Edad Media. De nuevo, el cronista está igualmente interesado en el tronco principal del árbol y en las ramas que de él crecen. No ha extraído la información de esta sección de un solo documento, aunque la mayoría de los detalles se encuentra en otras partes[9]. Parece que él mismo la ha compuesto y, dado que las generaciones mencionadas aquí no son suficientes para cubrir los nueve siglos entre la emigración de Judá a Egipto y la edificación del Templo por Salomón[10], podemos llegar a la conclusión de que le preocupa más la continuidad que el cumplimiento. Se debe notar la “elasticidad” de las genealogías bíblicas, ya que el término bíblico “padre” puede referirse a cualquier antepasado varón e “hijo” a cualquier descendiente varón.
b) La familia de Judá por Caleb.
Existen varias dificultades con el primer y el último versículo de esta sección. Puede ser que quieran decir que de su mujer Azuba, Caleb fue el padre de Jeriot, y que después que murió Hesrón, Caleb tuvo un hijo con su esposa. En todo caso, a este Caleb no se le debe confundir con el Caleb de Números 13-14, que fue contemporáneo del descendiente de este Bezaleel. El hecho de que Bezaleel aparezca aquí une nuevamente las dos mayores preocupaciones del cronista, o sea la monarquía y el Templo, al mencionar, en medio de la familia real que engendró a David, al hombre que dirigió la construcción del santuario original[11].
c) La familia de Judá por Jerameel.
Después de varias ramas, el árbol genealógico corre directamente a Elisama. Si está completo, él sería más o menos contemporáneo de David; si este es uno de esos casos de “exageración” donde se han omitido algunas generaciones y “padre” se refiere realmente a “antepasado”, puede ser que haya vivido durante la misma época que el cronista. Lo que sí es más importante es la aparición de otro extranjero, Jarja asimilado de la misma manera que Bet Súa sin ninguna evidencia de desaprobación, aunque ella representa a Canaán y él a Egipto: Los dos principales enemigos de Israel antes y después del éxodo.
d) La familia por Caleb.
La mención aquí de más “calebitas” no significa que el cronista tenga una mente desorganizada. Esta forma de repetir los temas anteriores, por el contrario, anuncia un tipo de arreglo muy cuidadoso, lo cual se hace aparente cuando vemos que 1 Crónicas 2.10–3.9 trata en orden las familias de Ram, Caleb, Jerameel, Caleb y Ram. Este diseño cruzado se puede encontrar en muchas partes de la Biblia. Hur une las dos listas de Caleb, pero la segunda generalmente tiene que ver con algo nuevo. Zif, Hebrón, Quiriat-jearim y Belén no son personas sino lugares[12] y “padre”, en este caso podría traducirse como “fundador” o “líder”. De la misma manera, 1 Crónicas 2.52–55 no tiene tanto que ver con personas sino con clanes.
e) La familia por Ram.
Aquí está la familia que vino de David, para balancear la familia de la cual provino David. Esta información pudo haber venido de 2 Samuel 3.2–5; 5.5, 14–16, aunque por raro que parezca, Crónicas tiene el relato más completo, mencionando nada menos que 19 hijos de David.
f) La familia de Salomón.
Esta sección cubre la mayoría de los años del reino, aunque el cronista casi ni lo menciona; su preocupación en estos capítulos tiene que ver con personas y sus conexiones. La cantidad de información que ha compuesto hasta ahora se concentra en un cabo, la genealogía de los reyes. Pero eso no quiere decir que se incluirá a todos los monarcas israelitas. Falta Saúl, Atalía y todos los reyes del norte después de la división del reino. Lo que importa es la descendencia de David. La fuente de información del cronista es por supuesto los libros de Reyes.
g) La familia de Joaquín.
Esta sección prácticamente ignora dos momentos decisivos de la historia de Israel: El exilio y la restauración. De la misma manera que la única insinuación de la monarquía fue la frase “David… reinó”[13], la única insinuación de estos acontecimientos es la frase “Joaquín[14], el cautivo”. Mucho más importante para el cronista es que el pueblo de Israel, y en particular la descendencia de David, ha sobrevivido todo este tiempo, y las últimas personas de esta genealogía, los hijos de Elioenai, ponen al día y actualizan una historia que comenzó con Adán[15].
7) Conexiones entre la familia.
El cronista incluyó en los capítulos 1–9 más de una genealogía de Judá y más de una genealogía de Benjamín. Judá está presente en los capítulos 1–3 como parte del árbol de la familia real de David, lo cual es el tema de esos capítulos; y Benjamín aparecerá en los capítulos 8–9 como parte de la línea real de Saúl, el tema de esos capítulos. Tanto Judá como Benjamín figuran en los capítulos 4–7 como dos de las tribus que se extienden como ramas del árbol de Israel.
a) La tribu de Judá.
Varios puntos conectan esta lista con la del capítulo 2, pero en general no se sabe cómo están relacionadas. Sin embargo, tal como antes, el cronista incluye puntos no solo de interés sino de importancia.
i. Estas son personas de verdad.
Cuando el lector encuentra nombres de lugares como Belén y Tecoa entre ellos debe recordar que el libro está basado en hechos reales y no ficticios. Los significados de los nombres y las profesiones de la gente dan un realismo adicional: Belén es “casa de pan”, Najas es “ciudad de bronce”; Jarasim es “valle de artesanos” y en otras ciudades florecen los trabajadores del lino y alfareros.
ii. En segundo lugar, estas personas ilustran principios espirituales.
Jabes es digno de honor porque su nombre, que suena como la palabra hebrea “dolor”, hubiera sido considerado desafortunado; pero la fe en Dios comunicada por medio de la oración acaba con esas supersticiones. Mered se casó con una mujer egipcia, estos versículos han ocasionado mucho debate, pero ese hecho al menos está claro, y es aun otro ejemplo de cómo improbables extranjeros fueron incluidos en la membrecía del pueblo de Dios, y demuestra la amplitud de la visión del cronista. Puede ser que Caleb, hijo de Quenaz, muy prominente más adelante[16], haya sido otro extranjero, adoptado por la tribu de Judá sin haber nacido en ella.
8) La tribu de Simeón.
La próxima es la tribu de Simeón, siempre asociada directamente con Judá, cuyo extenso territorio compartía. Josué 19.1–9 menciona esto en la lista de lugares reproducidos en 1 Crónicas 4.28–33. Estos datos geográficos, con mucha menos genealogía que en 1 Crónicas 4.1–23, indican que la tierra y la población de la tribu habían disminuido, de lo cual estaban conscientes los lectores del cronista. Por el otro lado ninguna tribu de Israel puede simplemente marchitarse, y 1 Crónicas 4.38–43 dan ejemplos de vitalidad inclusive en Simeón.
9) Las tribus de Transjordania.
Como en el caso de Simeón, se dan datos geográficos para el próximo grupo de tribus. Rubén, Gad y la media tribu de Manasés se instalaron al este del Jordán en las regiones mencionadas en 1 Crónicas 5.8–11 y 23, que colectivamente se conocen como Galaad. El cronista menciona que Rubén fue el primogénito de Israel, aunque los derechos del primogénito fueron transferidos a José, y así a Efraín y a Manasés, y el lugar dominante pasó a Judá[17]. Como en el caso de Simeón, tenemos detalles de batallas. Todas estas tribus de Galaad tomaron parte en la campaña de 1 Crónicas 5.19–22 y sufrieron la invasión de 1 Crónicas 5.26. Si la guerra con los agarenos es la misma que la de 1 Crónicas 5.10, entonces los dos eventos se responden uno al otro desde cada extremo de la ocupación de Transjordania que duró tres siglos, obviamente muchas generaciones de la familia de Rubén han sido omitidas. Ellos ilustran una regla espiritual básica: por un lado, la victoria se debe a la oración creyente; por el otro, la derrota se debe a la rebelión incrédula.
10) La tribu de Leví.
Con 81 versículos y la posición central dedicada a ella, esta tribu es evidentemente de gran importancia. Su historia declara la razón inmediatamente. Los sumos sacerdotes de Israel descendieron de Coat, el segundo hijo de Leví. El sacerdocio y la monarquía forman el tema principal de Crónicas. Así que aquí la genealogía se sigue hasta el exilio; nuevamente, la continuidad es más importante que los grandes eventos que interrumpen el relato, y en este capítulo no hay tales eventos, ni siquiera el éxodo; y a Moisés se le menciona de paso no más, excepto por la construcción del Templo. Si ese detalle realmente pertenece, como muchos piensan, a 1 Crónicas 6.9, cabe exactamente en el centro de la lista, así que aquí también hay un diseño formal que subraya la centralidad del Templo y el sacerdocio. Otras ramas del árbol de familia siguen a continuación; una de ellas incluye a Samuel, con tan poco énfasis como el que recibió Moisés.
La función de la tribu se relaciona en forma similar con el punto principal, los reinados de David y de Salomón, cuando se establecieron a los tres músicos principales Hemán, Asaf y Etán, uno de cada una de las familias levíticas. Las 12 generaciones de Aarón, los sumos sacerdotes que ofrecían los holocaustos y las ofrendas, confirman el mismo punto.
El alcance de la tribu abarca toda la nación. Leví no tiene territorio propio como tribu, pero cada una de las otras tribus le da ciudades y tierra. Es muy típico del cronista que escriba de esta manera cuando las condiciones eran tan diferentes; como si quisiera decir que no importa lo que pase, el principio de un sacerdocio representativo debe ser mantenido.
11) Las tribus militares.
Algo nuevo aparece aquí: Detalles acerca del poderío militar de una tribu. Con tan pocos nombres en comparación con listas anteriores, casi nada considerando que a Isacar y David los separaban 900 años, puede ser que al cronista le escaseaba información genealógica y tuvo que utilizar informes de censos militares para completar la lista. El número de hombres de guerra en el tiempo de David ayuda a reiterar el hecho de que en el pasado Israel era muy diferente a la nación, pobre y reducida, que había llegado a ser en la época del cronista, y uno debe buscar bajo la superficie lo que se refiere a la idea de poderío verdadero[18].
Algunos creen que la sección completa de Benjamín es en verdad sobre Zabulón, quien de otra manera, como en el caso de Dan, no figura para nada en la lista, mientras que la verdadera genealogía de Benjamín está en el capítulo 8, poniendo en equilibro la de Judá en el capítulo 4. Por el otro lado, la secuencia Benjamín, Dan, Neftalí en Génesis 46.21–24 puede ser que aquello es lo que tenemos aquí también en 1 Crónicas 7.6–13.
12) El resto de las tribus.
Las secciones de Manasés y Efraín son difíciles. En la primera, la referencia a Galaad[19] no aclara si 1 Crónicas 7.14–19 tratan de la tribu entera de Manasés o solo de la mitad de ella; y la mención de Maaca es rara a menos que se suponga que uno debe omitir algunas de las palabras de 1 Crónicas 7.15 para poder leer “…tomó mujer… y el nombre…fue Maaca.”[20] También es poco claro en la próxima sección si el Efraín de 1 Crónicas 7.22-23 es el fundador de la tribu, el hijo de José nacido en Egipto[21], o un descendiente del mismo nombre. Las otras dos secciones son sencillas.
No debemos despreciar a estas tribus, aunque es cierto que llegarían a formar parte del renegado reino del norte. El cronista hace notar que en estas listas, como en el caso de las anteriores, los que no son israelitas son bienvenidos a la familia de Israel, hombres ilustres han nacido de ella, y las mujeres reciben un lugar de honor.
13) Conexiones entre la corona y el Templo.
Quizá Benjamín en el capítulo 8 es el último en una secuencia de cinco que pone en equilibrio a Judá en el capítulo 4: Una tribu real en cada extremo con la tribu sacerdotal de Leví en el medio. El capítulo 9 entonces expone una vez más una sección predominantemente levita y una benjamita, una sacerdotal y una real, para hacer la transición que lleva a la próxima sección principal del libro. O uno podría tomar los capítulos 4–7 como un estudio breve de las tribus, y 1 Crónicas 8.1–9.34 como el escenario del punto de vista de Benjamín y Leví de lo que viene a continuación, mientras que 1 Crónicas 9.35–44 es una repetición de la parte apropiada de las listas de Benjamín que dirige al lector a la historia de Saúl.
a) Desde Benjamín: Se prepara el trono.
La lista en 1 Crónicas 8.1–28 se compara en su alcance con las de Judá y Leví. Difiere considerablemente de otras listas de Benjamín[22] y su sección parece estar desconectada; aquí, como en otros lugares, es posible que se deba a que “hijos” se refiera a descendientes en otros tiempos y lugares. Aun debemos interpretarlos como si estuviesen unidos por medio de los vínculos de las tribus.
Dentro de la tribu, la familia específica que ocupa 1 Crónicas 8.29–40 se encuentra aquí porque es la familia de Saúl. Se repetirá en 1 Crónicas 9.34–44 para servir como introducción inmediata a lo que el cronista considera la historia del reino. Tal como fue el caso de Noé, Abraham, Moisés, Josué y Samuel, no se le da atención a Saúl, y aun menos a los acontecimientos cruciales del período. Como siempre, Crónicas está más interesado en continuidad que en cambios.
Gabaón es un lugar, como Jerusalén. Las relaciones de la familia establecida allí se aclaran y se armonizan con 1 Samuel 9.1 cuando la NBLH provee la nota que incluye a Ner[23], lo cual asume que tenía un hermano y un hijo, ambos llamados Cis[24]; esto reconoce que ninguna de las dos historias dan una genealogía completa. Por otro lado, si la genealogía que continúa después de Saúl está completa, terminaría alrededor del período del exilio; pero si está incompleta, duraría mucho más aunque dejó de ser parte de la monarquía con los eventos de 1 Crónicas 10.6.
b) Desde Leví: La continuación del Templo.
Si los capítulos 4–8 realmente forman una unidad, 1 Crónicas 9.1 la termina eficazmente, y 1 Crónicas 9.1–2 introduce la próxima sección con otra atenuación sorprendente: Crónicas le dedica solo un versículo al exilio antes de embarcarse a dar listas de la comunidad que volvió del mismo. Dichas listas corren paralelas a Nehemías 11 y son predominantemente de la tribu de Leví, aunque la primera de las cuatro secciones incluye a Efraín y Manasés además de Judá y Benjamín. El cronista nunca abandona su ideal de “todo Israel”, con el norte resucitado y unido al sur. Los sacerdotes son la familia de Aarón, que ofrecen los holocaustos de la religión israelita; los levitas tienen otras tareas religiosas; y los servidores del Templo, o los porteros, tienen tareas más generales.
Si 1 Crónicas 8.1–9.34 forman una unidad, entonces el período en el cual el libro está interesado está flanqueado por estas dos partes, la parte benjamita que dirige a la monarquía y la parte levita que sigue des del exilio, nuevamente dando énfasis a la continuidad.
2. David.
David, a quien se le dedican prácticamente los próximos 20 capítulos, es obviamente de importancia clave en el orden de cosas del cronista. Debido a la superposición de padre e hijo, sin embargo, la historia de Salomón, a quien se le presenta por primera vez en el cap. 22, cubrirá casi el mismo número de capítulos, y la manera en que uno debe interpretar esto es que los dos reyes, uno al lado del otro, constituyen un ideal. Debido a que los dos grandes temas del libro son monarquía y sacerdocio, se puede decir que David establece el trono mientras que Salomón edificará el Templo. Al primero se le describe como hombre de guerra, y al otro como hombre de paz. De todas maneras, ambos temas, trono y Templo, figuran en los dos reinados.
Ya que el período de David y Salomón se manifiesta como un ideal, las descripciones de ellos difieren un poco de las de Samuel y Reyes. Allí son humanos y falibles, sus retratos muestran su lado débil, mientras que los que veremos aquí son los retratos oficiales de los dos monarcas. No es que el cronista quiera “blanquearlos”; todo el mundo ha es cuchado de los pecados y necedades de estos personajes. Lo que ha decidido es ser selectivo para revelar los principios detrás del esplendor de sus reinados.
a. Rey y pueblo.
Teniendo en el trasfondo el fracaso de su antecesor, Saúl, el primer rey de Israel, David recibe el reino y se convierte en el punto clave de una nación unida. Aunque murió hace muchos años en relación tanto con el cronista y sus lectores como con nosotros, él personifica los principios perdurables alrededor de los cuales siempre se le da forma a la vida del pueblo de Dios.
1) La familia del primer rey.
Hasta ahora “crónicas” se ha referido a genealogías y otras listas de nombres. De ahora en adelante se propone hacer algo nuevo, narraciones, la historia del reino de Israel, y al último rey se le presenta por medio de la última genealogía, su árbol genealógico copiado de 1 Crónicas 8.29–38.
2) El fracaso del primer rey.
De los 23 capítulos que 1 Samuel dedica al reinado de Saúl[25], el cronista omite 22. Simplemente cuenta la historia de la muerte de Saúl, y añade dos versículos propios[26]. A él no le importa ni el declive gradual de los acontecimientos de Saúl ni las de su familia después de su muerte; por lo que concierne al reino, la dinastía de Saúl terminó en el monte Gilboa. La infidelidad a Dios de Saúl es importante por más de una razón. Hace resaltar la fidelidad de David. Este, a diferencia de Saúl, es el hombre según el corazón de Dios; aunque el cronista no cita la frase porque su retrato total de David la va a ilustrar. Es la obediencia de David que solo puede dar marcha atrás a los malos resultados de la desobediencia de Saúl. De modo que si algunas experiencias recientes, en el caso de los lectores del cronista, el exilio, tienen un paralelo con las del reinado de Saúl, entonces la manera de restaurarlas se debe aprender por el reino de David[27].
3) El pueblo del nuevo rey.
2 Samuel 5.1–3 es la fuente de información. Cumpliendo la antigua profecía[28], el pueblo acudió unido en obediencia al jefe de la tribu de Judá. A David se le presenta como a uno que es de la misma carne y sangre de su pueblo, su salvador victorioso, nombrado por Dios para esta obra, y que hace un pacto el cual el pueblo acepta. La importancia de estos elementos se verá en el descendiente más importante de David, Jesús.
4) La ciudad del nuevo rey.
Jerusalén será la ciudad que tendrá el trono. La soberanía poderosa de David sobre la vida del pueblo resultará en alabanza, paz y prosperidad. Esto es lo que significa la soberanía de Dios en cualquier época[29]. En esta ciudad, en el tiempo de David, es donde el Templo de su hijo será edificado y todavía antes de eso será el lugar donde el culto del Dios de Israel se centrará sobre el arca del pacto. Pero inclusive antes de eso es el lugar donde, por medio de su virrey, Adonay de los Ejércitos es soberano de su pueblo.
5) Los guerreros del nuevo rey.
Estas listas aparecen mucho más tarde en 2 Samuel[30], pero aquí están más pronto para mostrar cómo desde el principio “todo Israel” en toda su variedad se unifica alrededor de un rey de esta clase. Tal como las listas de los capítulos 1–9, puede ser que éstas vengan de varios períodos para poder hacer una observación más eficazmente.
Los que se destacan de los valientes que David tenía eran “los tres”[31]; y así los llama 2 Samuel 23.8–12 cuando da el relato entero. A continuación vienen los 30, tres de los cuales nos han dado otro de los incidentes inolvidables que le gustan tanto al cronista[32]. Este proviene del principio en la carrera de David[33]. Abisai y Banaías[34] aparentemente eran iguales de los primeros tres, y las proezas de Benaías eran especialmente memorables.
Como tantas de las personas en los capítulos 1–9 la mayoría de “los valientes” en 1 Crónicas 11.26–47 no son más que nombres para nosotros. No está claro cómo se relacionaban con los 30, y varios han sido añadidos a la lista de 2 Samuel 23. Paradójicamente, al incluir nada más que sus nombres, excepto por un toque adicional de vez en cuando, los hace más reales en toda su variedad.
Ahora se mencionan cuatro grupos que se unieron a David durante el reino de Saúl, cuando estaba en Siclag[35] o en su fortaleza en el desierto[36]. Primero un grupo de Benjamín[37]: David debe ser aclamado por “todo Israel”, incluso la tribu de Saúl. Estos vienen del clan y de la ciudad del propio Saúl. Quizá la puntería famosa que tenían[38] acompaña la sensibilidad política y espiritual que les insta a apoyar a David cuando la lealtad a la tribu los obligaría a alinearse con Saúl. Los últimos detalles sobre los de Gad[39] puede ser que se refieran a que estaban a cargo de cien o miles, y que fue el desborde del Jordán, si no ellos mismos, que hizo huir a los habitantes de los valles. El grupo unido de Benjamín y Judá que se unió a él al principio de ese período[40] por alguna razón le hizo sospechar de algo. A lo mejor tenía en mente la traición de Doeg[41]. Nada pudo asegurarle más que la respuesta inspirada que recibió cuando el Espíritu invistió a Amasai[42] y dejó bien claro que la bendición de Dios era para el rey escogido y para los que se uniesen a él. Desde el fin del reinado de Saúl[43] proviene el cuarto grupo[44]. Algunos de los de Manasés habían esperado astutamente hasta que la perdición de Saúl fuera prácticamente cierta para tomar su decisión, pero aun así fueron aceptados.
6) La reunión en Hebrón.
Esto fue para ungir a David rey antes de que estableciera su capital en Jerusalén. Algunas personas son mencionadas por nombre[45]; los contingentes tribales son descritos en una variedad de maneras. Por una vez, la cuenta de las tribus no está limitada a 12, un gesto geográfico de sur a norte y después al este incluye a Leví, las dos tribus de José, y ambos territorios de Manasés, lo cual resulta en un total de 14, todo Israel. No solo la variedad sino también la unidad de Israel reciben el énfasis, a diferencia de la desunión en los días de los Jueces. El pueblo de Dios unidos bajo el soberano escogido por Dios tienen gran motivo para regocijarse.
b. David en Jerusalén.
El reinado de Saúl y el reinado de David en Hebrón son solo el preludio de la importante historia del reino. Primero, el Arca, el símbolo del pacto de gracia de Dios, debe ser instalada en la nueva capital de David[46]; entonces Dios hablará en su santuario[47] para proclamar las bendiciones que David recibió en su hogar[48] y su fama en el extranjero[49]. Hay un vistazo hacia atrás que contrasta el caso de Saúl, y un vistazo hacia el futuro a los temas mellizos que se desarrollarán a través del libro, adoración, Templo, sacerdocio y gobierno, trono, monarquía.
1) El traslado del arca.
La mayor parte de este capítulo proviene de 2 Samuel 6.2–11, mientras que 2 Samuel 5.11–25 aparecerá en el próximo capítulo; el Arca es de principal importancia como lo demuestra la introducción. Su descripción[50] y su historia reciente[51] ya se conocen; el problema del cual nos enteramos aquí es que durante el reinado de Saúl Israel no la utilizó para consultar al Señor, pero ahora David y todo Israel con él sí que lo harán.
“Todo Israel” recibe aun más énfasis en 1 Crónicas 13.5 que repite 2 Samuel 6.1 indicando también un área más extensa de norte a sur que la frase común “desde Beerseba hasta Dan”[52]. La primera asamblea decide y la segunda actúa para traer el arca al centro de la vida del país.
Las experiencias de Uza y de Obed-edom ilustran la “bondad” del Arca. Es un “bien feroz”; Uza había compartido su casa con ella durante 20 años[53], así que se entiende la confianza que se tomó, pero fue fatal. Cuando era tratada con el respeto apropiado, brindaba todo lo bueno.
2) David se establece en Jerusalén.
Con el Arca en camino a la capital de David, Crónicas ahora vuelve a 2 Samuel 5.11–25, para dar énfasis a otro contraste vital. Primeramente, en estos versículos se le da a David una “casa” notable en Jerusalén, en más de un sentido, mientras con la muerte de Saúl en la batalla del monte Gilboa “todos los de su casa murieron junto con él”[54].
3) La fama de David se extiende.
El contraste continúa con los éxitos militares y nuevamente el capítulo 10 está en vista. Cada rey toma su turno enfrentando a los filisteos; Saúl pierde, David gana; en el caso del primero se honra a los dioses paganos[55], en el otro son humillados[56]; Saúl ni consultó ni obedeció al Señor[57], mientras que David hizo ambos[58]. Ambas reacciones de Dios hacia David fueron memorables. Su “irrupción” en esta ocasión fue de alabanza[59], y el sonido misterioso en las copas de los árboles significaba que la acometida era de Dios, y todo lo que David tenía que hacer era formar fila y marchar.
4) El Arca del Pacto.
El Arca representa el Pacto de gracia, o sea, la iniciativa de Dios al formar a Israel como su pueblo para siempre. Cómo responden a esa gracia en fe y adoración es uno de los temas principales del cronista. Ciertamente tiene gran interés en el Templo, pero es más que eso: Vuelve vez tras vez[60] a la forma apropiada de honrar y alojar el Arca, cómo se debe hacer y por quién, y las ocasiones religiosas que se centrarán en ella. Por eso su trato de 2 Samuel 6.11-12. En medio de esos dos versículos, que vendría a ser el período de tres meses, inserta el establecimiento del reino de David[61] y la preparación del festival religioso durante el cual se traerá el Arca a su hogar “apropiado”[62]. La liturgia que David detalla cuenta la misma historia[63], y la profecía y la oración del capítulo 17 nuevamente manifiestan la verdadera relación entre lo que Dios hace para David y lo que David hace para Dios.
5) La ceremonia correcta.
El viaje del Arca a Jerusalén se reanuda, en un estilo no menos alegre, pero ahora más respetuoso. El Arca se debe llevar y no acarrear y por supuesto eso lo deben hacer los levitas. Esto se debe a que David “ha consultado”, de nuevo a diferencia de Saúl, y ha recibido la respuesta no por medio de alguna experiencia mística sino por la ley de Moisés[64]. Tener reverencia por el Arca quiere decir no solo tener sentimientos respetuosos sino una obediencia práctica a la palabra de Dios.
Una vez más representantes de todo Israel participan, con tres divisiones más de la tribu de Leví además de las tres normales[65]. La “purificación” requerida de los sacerdotes y de los otros líderes levitas sin duda es la descrita en Éxodo 19.10–15, pero lo importante no son los ritos de por sí sino la actitud del corazón y la relación con Dios que reflejan.
6) La alabanza correcta.
El hecho de que David ordenó la música para la jornada festiva nos recuerda su interés especial en este aspecto ya que era “…el dulce salmista de Israel”[66]; también de la lista de músicos principales, uno de cada uno de los tres grandes clanes de Leví, ya mencionados en 1 Crónicas 6.31–47, y, por el otro lado, anticipa el papel que la música jugará en el Templo. No está claro cuántos de los levitas en 1 Crónicas 15.17-18 eran porteros y músicos, aunque Obed-edom parece haber sido uno de ellos; ni tampoco está claro si es el mismo Obed-edom, en cuya casa se alojó el arca[67]. Pero el grupo formaba un coro y orquesta bien organizados[68].
El cronista añade a 2 Samuel 6.13 una nota de aprobación de parte de Dios[69] porque David había “consultado” y obedecido, pero reduce la pelea entre David y su esposa[70] a una simple nota de su desaprobación[71]: El representante de la casa de Saúl todavía no se ajusta a la mente de Dios, pero David sí.
7) El salmo de acción de gracias de David.
El salmo que el grupo de Asaf debe usar en el culto de adoración es muy pertinente, porque cantaría delante del Arca del Pacto de Dios, a Adonay, ahora que el Arca ha sido puesta en el centro de la vida de Israel. Ese es el escenario y el tema del salmo. Combina partes de los Salmos 96, 105 y 106. La primera parte[72] expresa lo que significa alabar a Adonay, y por qué, a saber debido a su Pacto. Es un pacto de gracia: o sea, cuando no podían hacer nada por sí mismos, el amor inmerecido de Dios ha escogido y rescatado a su pueblo. La segunda parte[73] alaba a Dios por su soberanía sobre todas las naciones, y por lo tanto sobre sus dioses, y verdaderamente sobre toda la tierra. Los últimos versículos[74] convocan a todo el pueblo de Dios a unir sus voces a la alabanza de los levitas: Son un grito a Dios el salvador, y la palabra que significa Sálvanos es “Hosanna”; es significativo que la repetirá la multitud rodeando al último rey de la familia de David cuando entra al Templo triunfalmente[75].
8) El arca y el altar.
Solo el grupo de Asaf se queda en Jerusalén, mientras que los de Hemán y Jedutún son enviados a Gabaón.
9) ¿Una casa para el Arca?
En general este capítulo reproduce el relato anterior. Pero los cambios a 2 Samuel 7.11 y 14 son significativos. Aquí, 1 Crónicas 17.10 tiene “someteré”[76] a en lugar de “te daré descanso de” porque, para el cronista, el descanso es una de las características del reinado de Salomón y no del de David, y porque después de la confusión del período de David será el privilegio de Salomón edificar un Templo. De la misma manera, 1 Crónicas 17.13 omite la posibilidad de que Salomón haga lo incorrecto, aunque lo haría. En la opinión del cronista Salomón y David deben ser considerados como los cofundadores del reino, los personajes ideales de la era de oro.
Es obvio que David piensa edificar una casa para el Arca, e igualmente obvio dado el discurso de Natán, quien es un hombre de Dios, que no hay nada de malo en tal deseo. Las palabras de Dios le enseñarán a los débiles deseos de David cómo podrán ser enaltecidos con el desafío que viene con nuevo entendimiento. Una casa permanente para el Arca es algo que Dios nunca ha pedido; en verdad diseñó el Arca para que fuese portátil[77]. Lo que Dios hace para David tiene prioridad sobre lo que David pudiese hacer para Dios; note el uso repetido de “yo” en estos versículos. Y en los días de David y Salomón establecerá una casa y un reino los cuales, aunque serán de ellos, también serán de Dios, y por lo tanto eternal; y por ello algo más impresionante que un reino político destinado a perecer en cuatro siglos más. Entonces el capítulo desarrolla del tema del “Arca” ambos temas de “Templo” y “trono”.
David, poniéndose delante de Adonay, se supone que es enfrente del Arca, responde con una oración modelo. Primero alaba a Dios cuyo plan de bendición para su pueblo abarca tanto el pasado, especialmente la formación de Israel en el tiempo del éxodo, como el futuro. Después pide que Dios haga lo que dijo que haría, la verdadera oración de fe que descansa en tierra firme y tiene por lo tanto la seguridad de que se le escuchará.
c. Israel entre las naciones.
Estos tres capítulos condensan no menos que 14 capítulos de la historia anterior[78]. El cronista omite las historias de los miembros de la familia de Saúl que sobrevivieron[79], y del adulterio de David y el mal que le siguió. Las batallas de David continúan y el autor las destaca. Puede ser que parezca raro que el cronista no quiera representar a un David lascivo, sin embargo, no le molesta representar uno sediento de sangre. Pero los éxitos militares de David se deben entender como señales positivas de bendición. Estas guerras eran la preparación necesaria para la época de “descanso” cuando se edificaría el Templo.
Los antecedentes de algunos de los incidentes de las guerras de David contra los amonitas y los filisteos han sido omitidos en Crónicas; por ejemplo, Nahas[80] como adversario de Saúl en 1 Samuel 11 y Goliat[81] a quien David mató según 1 Samuel 17. Antecedentes que sí han sido representados son los éxitos tanto en su patria como en el extranjero, con vecinos tanto amistosos como antagonistas. En 1 Crónicas 18.1–20.8 tenemos un desfile de lo que se realizó en ese sentido.
1) Asuntos exteriores.
Los filisteos, los enemigos de David desde el capítulo 14, comienzan y terminan los próximos tres capítulos. El capítulo 18 brevemente menciona a los adversarios tradicionales de Israel al este del Jordán, Moab y Edom, pero trata mayormente con las naciones al norte de Israel, en la región de Siria moderna y del Líbano. Casi todas son hostiles, pero hay una, Hamat, que es aliada. En cualquier caso, la fama de David sigue creciendo, y sus éxitos preparan la paz durante la cual Salomón edificará el Templo. De la misma manera, tanto amigos como enemigos contribuyen al depósito de artículos de valor que serán los presentes de David para la casa de Adonay. En un sentido David está “descalificado” para edificar el Templo porque es un hombre de guerra, pero eso no es señal de desaprobación de Dios. A Abisai, por ejemplo, se le admira por su papel en la campaña contra Edom, a diferencia de 2 Samuel 8.13, porque la victoria se la dio Adonay a David.
2) Asuntos domésticos.
Una nota del “establecimiento” de David sigue a continuación, como en 2 Samuel 8.15–18. El capítulo con antecedentes del propio cronista menciona el hogar de David en Jerusalén. Los quereteos y los peleteos eran soldados extranjeros de Creta y Filistea que eran los guardaespaldas de David.
3) Las campañas amonitas.
Los amonitas eran otra nación al este del Jordán. La única indirecta de que hubo una amistad previa entre David y Nahas es la enemistad entre Nahas y Saúl en 1 Samuel 11, aún antes de que David apareciera en la escena. La opinión amonita acerca de David demuestra que tanto si quisieran hacer amistad con él o si quisieran oponerse a él, David era alguien a quien las naciones vecinas tenían que tener muy en cuenta. Cuando comienzan las batallas, los ejércitos sirios relacionados con los de 1 Crónicas 18.5 son involucrados en el conflicto. Los hermanos Joab y Abisai, sobrinos de David eran compañeros de batalla a cargo de sus ejércitos. Los aliados sirios son eliminados en dos campañas. Los amonitas mismos son derrotados finalmente, pero no se dice nada acerca del adulterio de David con Betsabé y del asesinato de su esposo[82]; al cronista le concierne presentar los éxitos de David, no sus pecados.
4) Las campañas filisteas.
Esta sección de “Israel entre las naciones” hace un círculo completo al mencionar que los enemigos filisteos han sido sometidos una vez más. El cronista tiene mucho cuidado de no decir, ni siquiera ahora, que a David se le ha dado “reposo”; para él, eso será el privilegio de Salomón. El hermano de Goliat: Ver sobre 2 Samuel 21.19.
d. La casa de Dios.
El cronista ha tomado el capítulo 21 casi por completo de 2 Samuel, pero el capítulo 22 es todo suyo. El relato del censo que David ordenó, y de la epidemia con la cual Dios lo castigó por haberlo hecho, en 2 Samuel 24 es simplemente parte de la narrativa, pero para el cronista su importancia yace en algo que aquel capítulo no menciona: El lugar donde la propagación de la epidemia paró era el sitio donde estaría el propuesto Templo. Aquí estará la casa de Adonay Dios[83]. Es hacia este versículo que se dirige el capítulo 21, y desde él inmediatamente procede el capítulo 22. Prácticamente todo está listo para la construcción del Templo, la idea inicial, la confirmación de Dios, el arca restaurada, el principio de un almacenaje de materiales, y ahora el sitio, así que el capítulo 22 presenta a Salomón, el que finalmente construirá el Templo. La construcción no va a comenzar hasta que el reinado del guerrero David ceda el lugar al del más pacífico de Salomón. El resto de 1 Crónicas está dedicado principalmente a planes administrativos muy detallados.
1) Censo y epidemia.
Por primera vez el cronista marca un pecado de David. La razón por la cual se desvía de su práctica normal de presentar a David como el rey ideal es que esto era malo a los ojos de Dios; lleva, como ya notamos, a la nominación del sitio para el Templo. Lo que provocó a David a cometer este pecado ahora resulta en un castigo que según 2 Samuel 24.1 se debe principalmente a algún pecado previo por parte de la nación. Teniendo en mente quizá el principio de Santiago 1.13, el cronista introduce inesperadamente la figura de Satanás. Él es quien, como en Job 2.3, causa los problemas, aunque solo con el permiso de Dios y dentro de los límites impuestos por él.
No está claro por qué hacer un censo era malo. La ley lo permitía, con ciertas condiciones[84]; un censo dio el nombre al libro de Números, y los primeros capítulos de 1 Crónicas contienen listas muy similares. A lo mejor ya que esta fue una lista militar, los motivos de David eran malos. Crónicas indica frecuentemente que la verdadera seguridad de Israel yace en confiar en su Dios, no en el tamaño de su ejército[85]. No es David, sino Joab, quien aquí se presenta en buena luz, aunque en la historia anterior no es un personaje muy agradable[86]. El lleva a cabo el censo bajo protesta, pero con Leví y Benjamín tuvo que hacer una excepción: Se presume que fue debido a Números 1.47–50, ya que quizá consideraban que ambas tribus eran custodios del Tabernáculo que quedaba en el territorio de Benjamín. Los números del censo difieren de los de 2 Samuel 24.9.
Un ángel con una espada se aparece también a Balaam[87] y a Josué[88], y tanto en esos pasajes como aquí el lugar donde aparece se considera santo. Aquí es el que trae la epidemia. David está en camino al norte saliendo de Jerusalén con un grupo de ancianos cuando lo ve; quizá van a Gabaón a ofrecer holocaustos como arrepentimiento.
2) El lugar donde paró la epidemia.
Arauna[89] es uno de los habitantes cananeos originales de Jerusalén, pero obviamente reconoce al ángel de Adonay y su rey ungido de Dios[90]. Reconociendo que la honra de Adonay no disminuye sino que se engrandece por estos acontecimientos, David se agrada de pedir el uso de la era de este pagano para que sea el sitio de un altar y el Templo.
El precio que se menciona aquí puede ser que haya sido por el lugar para la obra del Templo entero, a diferencia del precio mucho menor mencionado en 2 Samuel 24.24 quizá solo por el lugar del altar en ese caso. Adonay confirma lo correcto y justo de esa manera de actuar enviando fuego desde los cielos tal como el ángel confirmó el llamado de Gedeón[91]. Un paralelo más significativo es el fuego que cayó sobre el altar cuando se armó el Tabernáculo por primera vez[92] y cuando el Templo es consagrado finalmente[93]. La “respuesta” del Señor explica su plan para la bendición de su pueblo. Aquí estarán tanto la casa, o sea el lugar donde se aloja el Arca, la cual representa la gracia divina, como el altar que representa la reacción humana. Como en el caso de Job, de las intenciones malvadas de Satanás resulta gran bien[94].
3) Los materiales para la casa.
Esta sección, y en verdad el resto de 1 Crónicas, no tiene igual en Samuel o Reyes. Ya que Salomón aparece en la escena en este punto y David no desaparece hasta el fin del libro, los próximos ocho capítulos unen los dos reinados como fundamento doble de los 400 años de la monarquía. Al mismo tiempo todos tienen que ver con el Templo, enfatizando nuevamente sobre los temas mellizos del cronista, o sea el sacerdocio y la monarquía. Para el Templo David reúne cantidades tremendas de materiales; entre estos se encuentran contribuciones de una variedad de países no israelitas; por este medio, la fama de Adonay se extenderá ampliamente. Todos estos aspectos marcan la importancia de este edificio.
4) Instrucciones para la casa.
David le habla largo y tendido a Salomón sobre la construcción del Templo, luego brevemente a todos los principales de Israel. El capítulo 28, con casi el mismo tema, será un discurso público con las últimas palabras dirigidas a Salomón. Es revelador que esta transferencia de autoridad es tan parecida a la de Moisés y Josué tanto tiempo atrás. El mandamiento “Esfuérzate y sé valiente, no temas ni te acobardes”[95] es una copia exacta[96] del pasaje lleno de semejanzas. Moisés había guiado al pueblo de Dios por un período de confusión y cambios, durante el cual llegaron a ser una nación; Josué los llevaría a la tierra de reposo[97]. De la misma manera David ha tenido que ser un hombre de guerra, pero no se le culpa por eso, mientras que Salomón será un hombre pacífico, lo cual es simplemente la realidad. En verdad, la traducción “hombre pacífico”[98] es un poco engañosa. “Varón de paz”[99] es más correcto: él será un “varón de reposo”[100], en el sentido de reposo de los enemigos, aunque después de su advenimiento Dios también le dará a Israel “paz”[101] y “reposo”. Es posible que desde el punto de vista ritual la sangre que David derramó en sus guerras pueda haberlo descalificado para participar directamente en la edificación del Templo, pero se destaca el hecho que su papel era proveer para la casa de Adonay, y no solo los materiales para la construcción, sino después de sus victorias, un período libre de guerra; mientras tanto la responsabilidad de Salomón es edificar el santuario. La relación entre los dos reinados la resume David en su discurso a los principales de Israel en 1 Crónicas 22.17–19.
5) Organización del Templo y el reino.
Estos capítulos son amedrentadores tanto al leerlos rápidamente, en cuyo caso uno solo ve listas de nombres como las de los capítulos 1–9 que no ayudan para nada, como al leerlos cuidadosamente, en cuyo caso uno nota aparentes diferencias en ellos. De hecho, estas son listas de familias de la tribu de Leví, con más información incluida, describiendo la participación de los levitas en los servicios del Templo. Gran parte de esta sección parece estar relacionada con períodos diferentes al de David, algunos hasta el mismo tiempo del cronista. Pero todo cae bajo el título “de David”, de la misma manera que toda la ley del Antiguo Testamento se centra en Moisés y toda la sabiduría del Antiguo Testamento en Salomón. Tal como David preparó materiales para la construcción del Templo, de la misma manera Israel era un pueblo preparado para el servicio de Dios.
a) La asamblea de líderes.
En 1 Crónicas 23.1 se debería considerar un encabezamiento general del resto de 1 Crónicas y no solo como la primera ceremonia de dos como implica 1 Crónicas 29.22. Los siete capítulos que quedan, como si fueran puestos entre paréntesis entre este versículo y 1 Crónicas 29.28, hacen llegar el reinado de David a un clímax espléndido. El Antiguo Testamento reserva la frase anciano y lleno de años para grandes personas que merecen gran honor, como Abraham o Job. El cronista omite los pecados y problemas del hombre David porque desfigurarían el retrato oficial del rey David. La impresión de que hubo dos asambleas y dos “coronaciones” puede que sea correcta; reunió es el término en 1 Crónicas 23.2 y 1 Crónicas 28.1.
La división de la tribu de Leví entre sacerdotes y otros levitas se discutirá más adelante en este capítulo, mientras que la división en cuatro partes de los “levitas” es la base de éste y los próximos cuatro capítulos. El hecho de que la edad mínima de los levitas es 30 años aquí y 20 en otras partes es uno de los detalles que indican que esta sección, como muchos de los capítulos anteriores de este libro, es un agrupamiento de ilustraciones de Israel de varios períodos.
b) El personal del santuario.
Listas de familias levitas rodean dos secciones centrales que tienen que ver con las tareas de los levitas y las divisiones de los sacerdotes.
Los tres hijos de Leví encabezan las primeras listas de nombres; es probable que 1 Crónicas 23.6[102] sea considerado el título de esta sección. Los gersonitas de 1 Crónicas 23.7 pueden haber sido una generación más tarde que los de 1 Crónicas 6.17, y las fechas relacionadas con las personas en 1 Crónicas 23.9 una vez más, puede que sean diferentes. Crónicas distingue las tareas de los sacerdotes y las del resto de la tribu de Leví.
Las últimas tareas se dan con detalle en 1 Crónicas 23.24–32. En algunos aspectos cambian, por supuesto, una vez que el Tabernáculo permanente sustituye al movible, y parece que se relacionan con los levitas en general.
Las divisiones de los sacerdotes son otra clase más de clasificaciones dentro de la misma tribu. Una mirada hacia atrás recuerda la muerte de los dos hijos mayores de Aarón, aunque no menciona la razón vergonzosa por ella[103].
La frase “funcionarios de la casa de Dios”[104] en hebreo se lee “funcionarios de Dios”. Tal vez sea un sinónimo de oficiales del santuario, describiendo con más detalle a los funcionarios del santuario y de Dios, o quizás las dos descripciones quieren decir que estos líderes eran “dedicados” o sobresalientes. La mirada hacia adelante anticipa algunas de la 24 “casas paternas” que aparecen más tarde, por ejemplo Joiarib[105] se menciona luego en el apócrifo 1 Macabeos 2.1; Cos[106] en Esdras 2.61 y Nehemías 7.63, y la más famosa Abías[107] en Lucas 1.5.
La última lista de levitas[108], corresponde a la de 1 Crónicas 23.12–23, pero la sigue por una generación más. Nuevamente el concepto de Israel que el cronista tiene parece tener muchos niveles, reunidos de documentos de muchos períodos diferentes.
c) Los músicos.
Después de la lista del personal del santuario viene la segunda división de los levitas, la de los músicos. Además está dividida en dos maneras, primeramente de acuerdo a las tres familias de Asaf, Hemán y Jedutún, y luego de acuerdo con los 24 “ciclos” encabezados por sus hijos. A Hemán se le llama “vidente del rey” aquí, y lo mismo se dice de Asaf y Jedutún en otras partes[109]; obviamente hay una conexión entre la profecía y la música, aunque la frase bajo la dirección, que tal como profetizaba que también se menciona tres veces en los 1 Crónicas 25.1–3, demuestra que en tiempos bíblicos los discursos y las canciones podían ser inspiradas sin estar extáticos o descontrolados.
A los primeros cinco nombres de los hijos de Hemán los siguen nueve otros nombres de formas poco comunes, que en hebreo suenan como versículos de los Salmos: Hananías, Hananí: “Ten misericordia de mí, Señor, ten misericordia de mí” y más por el mismo estilo. Quizá Hemán nombró a sus hijos con sus salmos favoritos.
Los ciclos de cantores, como los ciclos de sacerdotes en 1 Crónicas 24.7–18 son 24. Listas completas en cada caso, como el sentido de 1 Crónicas 24.8 son características del cronista, como lo es su convicción de que en el plan de Dios todo su pueblo debe reunirse.
d) Los porteros.
El marco básico para este grupo de listas es 1 Crónicas 26.1–3, 9–11 y 19. De las tres grandes familias de los levitas solo los coreítas y los hijos de Merari están representados aquí; el Asaf de 1 Crónicas 26.1 no es el famoso de 1 Crónicas 25.1, quien era un gersonita sino el Ebiasaf de 1 Crónicas 9.19. Donde uno esperaría ver una lista de porteros gersonitas en cambio encontramos la familia de Obed Edom. A este personaje intrigante no se le da el linaje levita, pero si todas las citas son de la misma persona, entonces debe ser el levita de 1 Crónicas 15.18, lo cual lo califica para estar en esta lista, como también la bendición especial de 1 Crónicas 26.5 y de 1 Crónicas 13.14.
Aunque los de la generación de Obed Edom pueden haber sido porteros en la época de David, mucho antes de que se construyera el Templo, su nombre figura aquí también después de habérselo edificado, de modo que es del período de Salomón; mientras que 1 Crónicas 9.17–32, que dio bastante detalle acerca de las tareas de algunos de los porteros, incluye algunos de los mismos nombres aún después de la construcción del segundo Templo unos cuatro siglos más tarde. Todo esto es parte de la técnica del cronista de utilizar información de varios niveles y distintas épocas para crear una imagen a fondo de la vida y culto del pueblo de Dios. La fama de uno de los porteros por ser consejero entendido y la mención de los lugares donde otros estaban de turno demuestra el realismo y la veracidad de las partes no obstante la manera artística en que la obra entera ha sido formada.
e) Los oficiales.
Las cuatro divisiones levitas en 1 Crónicas 23.4-5 se dieron en orden de tamaño. El orden de las listas detalladas ha sido distinto, es como si empezara del centro y se desplegara hacia afuera: Personal del santuario, seguido por los músicos, después los porteros y ahora finalmente vienen otros oficiales, algunos de los cuales estaban encargados de la administración externa, en verdad a través del país, y a cargo de tareas seculares tanto como religiosas. Las listas del capítulo 27 se extienden más allá de la tribu de Leví.
La sección de 1 Crónicas 26.20–32 tiene que ver con oficiales a cargo de los tesoros, o almacenes. Parece que algunos estaban a cargo de los utensilios para el culto, como en 1 Crónicas 9.28–32; otros de lo que habían traído como botín. Las responsabilidades de otros son judiciales o fiscales, si se tiene en mente impuestos religiosos y seculares en 1 Crónicas 26.30, 32. Una vez más el cuadro que se forma proviene de varios períodos: las tierras extensas que se describen en 1 Crónicas 26.30–32 pertenecen a épocas anteriores; la participación de los levitas en la administración figura solo en períodos posteriores[110]. Ya que la historia de Israel se puede comprender solo al considerarla en forma íntegra, asimismo su carácter y personalidad se pueden comprender solo cuando se junta a toda la gente de importancia, incluyendo hasta Saúl.
El movimiento en 1 Crónicas 26.29–32 de la esfera religiosa a la secular nos trae a algo que tiene poco que ver con los levitas, una lista del ejército. Esto también es parte de Israel cuando se le considera en forma completa. Los jefes son los mejores ejemplos del liderazgo que la historia es capaz de ofrecer, a saber 12 de los valientes de David de 1 Crónicas 11.10–31, y a lo mejor las estadísticas representan el ideal de las tropas: 12 regimientos cada uno de 24 “miles”, recordando los 12 ciclos de sacerdotes y especialmente los 24 ciclos con 12 músicos en cada uno. De modo que aunque Asael había muerto antes de que David llegara a ser rey de todo Israel, su nombre encabeza uno de los regimientos, mientras que la organización del ejército tiene más en común con el estilo de Salomón.
La sección de 1 Crónicas 27.16–24 menciona a los oficiales que se presume estaban involucrados en el censo de 1 Crónicas 27.23-24. Se mencionan 12 “tribus”, si se cuenta a Manasés una vez, aunque es una lista medio rara, y lo único que se puede hacer es ofrecer opiniones por qué Gad y Aser fueron omitidas y Aarón añadida. El censo es probablemente el mismo de 1 Crónicas 21.1–8; el relato allí no contradice necesariamente lo que dice este, como algunos lo han sugerido.
La sección de 1 Crónicas 27.25–31 es otra lista de 12, esta vez de administradores del patrimonio real, los jefes del servicio civil. Como siempre, no le molesta al cronista incluir a personas que no eran israelitas pero que se han unido en el servicio del Dios de Israel[111].
Finalmente, el gabinete principal de David contiene a algunos que podemos identificar, como su tío Jonatán, y otros conocidos de otras partes. Los nombres famosos y el orden magistral que encontramos en estas listas nos dice nuevamente que esta es una imagen ideal del pueblo de Dios. En particular los capítulos 23–27 exponen un tipo davídico de administración del Templo de Jerusalén y del reino de Israel que al rey escogido por Dios le hubiera gustado haber logrado y a su vez haber pasado a sucesivas generaciones.
e. La sucesión.
Estos dos últimos capítulos se refieren nuevamente al capítulo 23, donde “David…colmado de días, puso a su hijo Salomón como rey sobre Israel”[112] y sirve como título para la sección entera con la que termina el primer libro. Una “reunión” de líderes israelitas se convoca en 1 Crónicas 23.2; en 1 Crónicas 28.1 se introduce otra, una “asamblea” más grande y formal, para lo que, en efecto, será la coronación de Salomón[113]. También recordamos el capítulo 22, porque lo que se dice en esta sección acerca de Salomón, y a Salomón, amplifica de manera pública y formal lo que David ya había dicho en forma más personal allí. De mucho interés es el hecho de que David, el rey ideal de Israel de tantas maneras, está por dejar el trono, y el pueblo de Dios en las generaciones posteriores necesita saber cómo se han de mantener vivos los ideales de David una vez que él ya no esté presente. Las últimas instrucciones que les da a Salomón y a Israel son por tanto de alcance muy amplio.
1) Las instrucciones de Adonay.
La formalidad de este discurso público contrasta con lo que ha pasado anteriormente, pero el contenido es muy parecido a las conversaciones menos formales del capítulo 22; También recuerda las palabras de Moisés al comisionar a Josué “en presencia de todo Israel: "¡Se fuerte y valeroso!”[114].
El misericordioso plan de Dios para su pueblo, representado por el Arca, es más importante que el interés del cronista en que se edifique una casa para el Arca. Según ese plan David es el hombre de guerra y Salomón es el hombre de paz. Dios ha elegido a este padre y a este hijo de todo Israel para que se sienten en su trono y edifiquen su Templo. La promesa de un reino para siempre en un sentido no tiene condiciones, pero en otro sentido depende de la obediencia humana.
2) El diseño del Templo.
Todo lo que David ha dicho en 1 Crónicas 29.1–10 ha hecho resaltar la iniciativa y la acción de Dios. Ahora esto se debe poner en acción por Salomón. Se relaciona con lo que Dios le dio a hacer a Moisés cuando se diseñaba el primer Tabernáculo; abarca personas tanto como cosas utilizadas en la obra del servicio de la casa de Dios. El diseño de Dios para Moisés aquí se renueva con David y también con Salomón. Dios esperaba que Salomón colaborara activamente, y Salomón nunca sintió que los planes de Dios fueran fastidiosos ni restrictivos. 1 Crónicas 29.20 es aun más parecido que 1 Crónicas 29.8 y 10 al consejo animador de Deuteronomio 31.6–8 y Josué 1.5–7, el eco del cual también se escucha en Hebreos 13.5-6.
3) El desafío al compromiso.
David ya ha presentado al pueblo la necesidad de ser obediente a Dios; ahora les desafía a que sean generosos y actúen de todo corazón. El da el ejemplo y ellos aceptan el desafío. La cantidad de tesoros mencionados aquí es enorme, pero muestra una generosidad como la que se vio cuando se construyó el Tabernáculo[115], como la que demandaron los profetas en los días del segundo Templo no mucho antes de la misma época del cronista[116]. Los primeros lectores del cronista deben haber sentido la fuerza de estos versículos en el término dracmas, una moneda conocida es sus días pero no en los de David. El cronista, no un hombre indiferente como algunos se imaginan que era, nota en este caso, como también en otras partes, el gozo, la generosidad, y la integridad de corazón que el desafío de David evocó.
4) La gran acción de gracias.
Los que vivían en la época del cronista no deben haber tenido ninguna esperanza de poder participar en una ocasión tan espléndida como ésta, pero el autor quiere destacar el principio subyacente: Este Dios es real en todas las edades y es al mismo Dios a quien le pertenece todo. Naturalmente entonces toda esta abundancia, todo lo que cada generación ve cuando considera sus bendiciones, también proviene de Dios. Esta verdad una vez más evoca un gozo y una generosidad profundos.
El pueblo de Dios se ha apropiado de partes de esta oración memorable desde entonces. Aun las palabras solemnes de 1 Crónicas 29.15 deberían, paradójicamente, inspirar la confianza: La edad de oro de David no tiene más permanencia que ninguna otra; y aquella edad, como todas las edades, encuentra su esperanza solamente en el Dios que nunca falta.
5) Salomón es ungido rey.
Al día siguiente, un día tanto de sacrificios como de celebración, es la ocasión del ascenso oficial de Salomón al trono. Esta fue su segunda entronización; se espera que los lectores sepan algo de la primera que fue arreglada de prisa para prevenir que su hermano tomase el trono[117]. Ya que el cronista asume que la historia pasada es bien conocida, la imagen que presenta de los dos personajes centrales es obviamente hecha a propósito: La oposición que Salomón tuvo que reprimir antes que todo Israel le rindiera obediencia, como los problemas que David tuvo antes de morir en buena vejez, todo eso es omitido, porque en Crónicas estos dos hombres juntos representan el ideal de “rey”. El esplendor de Salomón lo pone al mismo nivel que la grandeza de su padre, y detrás de ambos está Dios, el rey eterno. El trono y el reino son inquebrantables porque son de Adonay.
[1] 1 Crónicas 1.1-3.24.
[2] Génesis 25.12-16.
[3] Génesis 25.1-4.
[4] Génesis 36.10-14, 20-43.
[5] 1 Crónicas 16.13, 17; Salmos 105.6, 10.
[6] Hija de Súa.
[7] Mateo 1.3.
[8] Isaías 11.1, 10.
[9] Números 2.3; Ruth 4.19-22; 1 Samuel 16.6-13; 2 Samuel 2.18.
[10] Éxodo 12.40; 1 Reyes 6.1.
[11] Éxodo 31.2-5.
[12] Qiryat y bet significan “ciudad” y “casa” respectivamente.
[13] 1 Crónicas 3.4. NBLH
[14] Jeconías.
[15] Nota: En otras partes de la Biblia Zorobabel es el hijo de Salatiel (Hageo 1.1), no de Pedaías (1 Crónicas 3.19); una explicación que se ha sugerido es que Pedías se casó con la viuda de su hermano y el hijo de ellos vino a ser el hijo de Salatiel (Deuteronomio 25.5-6).
[16] Josué 14.6-15.
[17] Génesis 35.22; 48; 49.4, 8–12, 22–26.
[18] Nota: La tribu de Dan no está mencionada aquí.
[19] Números 32.39-40.
[20] 1 Crónicas 7.15.
[21] Génesis 41.50-52.
[22] Números 26.38-41.
[23] 1 Crónicas 9.36.
[24] 1 Crónicas 9.39.
[25] 1 Samuel 9-31.
[26] 1 Crónicas 13-14.
[27] 2 Crónicas 33.8.
[28] Génesis 49.10.
[29] Hebreos 12.22.
[30] 2 Samuel 23.8-39.
[31] 1 Crónicas 11.11-14.
[32] 1 Crónicas 11.15-19.
[33] 1 Samuel 22.1.
[34] 1 Crónicas 11.20-25.
[35] 1 Samuel 27.6.
[36] 1 Samuel 23.14.
[37] 1 Crónicas 12.1-7.
[38] 1 Crónicas 12.2; Jueces 20.16.
[39] 1 Crónicas 12.8-15.
[40] 1 Crónicas 12.16-18.
[41] 1 Samuel 21-22.
[42] 1 Crónicas 12.18.
[43] 1 Samuel 29-31.
[44] 1 Crónicas 12.19-22.
[45] 1 Crónicas 12.27-28.
[46] 1 Crónicas 13.1-4.
[47] Salmos 60.6-8.
[48] 1 Crónicas 14.1-7.
[49] 1 Crónicas 14.8-17.
[50] Éxodo 25; 37.
[51] 1 Samuel 4-7.
[52] 1 Crónicas 21.2. NBLH
[53] 1 Samuel 7.2; 2 Samuel 6.3.
[54] 1 Crónicas 10.6. NBLH
[55] 1 Crónicas 10.10.
[56] 1 Crónicas 14.12.
[57] 1 Crónicas 10.13-14.
[58] 1 Crónicas 14.10-11; 14-16.
[59] 1 Crónicas 14.11.
[60] 1 Crónicas 13; 15-17; 23-28; 2 Crónicas 3-7; 29-31; 35.
[61] 1 Crónicas 14.
[62] 1 Crónicas 15.1-24.
[63] 1 Crónicas 16.
[64] Deuteronomio 10.8.
[65] Éxodo 6.16, 18, 22.
[66] 2 Samuel 23.1. NBLH
[67] 1 Crónicas 15.25.
[68] 1 Crónicas 15.19-24. Alamot y Seminit puede ser que se refieran a voces altas y bajas; las palabras figuran en algunos de los encabezamientos del los Salmos.
[69] 1 Crónicas 15.26.
[70] 2 Samuel 6.20-23.
[71] 1 Crónicas 15.29.
[72] Salmos 105.1-15.
[73] Salmos 96.
[74] Salmos 106.1, 47-48.
[75] Marcos 11.9-10.
[76] NBLH
[77] Éxodo 25.14.
[78] 2 Samuel 8-21.
[79] 2 Samuel 9; 1 Crónicas 10.6.
[80] 1 Crónicas 19.2.
[81] 1 Crónicas 20.5.
[82] 2 Samuel 11.2-12.25.
[83] 1 Crónicas 22.1.
[84] Éxodo 30.11-16.
[85] 2 Crónicas 14.11; 16.8.
[86] 1 Reyes 2.5-6.
[87] Números 23.31.
[88] Josué 5.13-15.
[89] Aquí el cronista usa el nombre “Ornan”, mientras el escritor de 2 Samuel 24.16 usa “Arauna”.
[90] ¡Crónicas 21.20-21.
[91] Jueces 6.20-24.
[92] Levítico 9.24.
[93] 2 Crónicas 7.1.
[94] Job 42.12.
[95] 1 Crónicas 22.13. NBLH
[96] Josué 1.9.
[97] Josué 1.12-15.
[98] 1 Crónicas 22.9. RVA
[99] BL95
[100] RV1865
[101] “Shalom”, como el nombre “Salomón”.
[102] “…conforme a los hijos de Leví…” NBLH
[103] Levítico 10.1-2.
[104] 1 Crónicas 24.5. NBLH
[105] 1 Crónicas 24.7.
[106] 1 Crónicas 24.10.
[107] 1 Crónicas 24.10.
[108] 1 Crónicas 24.20-31.
[109] 2 Crónicas 29.30; 35.15.
[110] 2 Crónicas 19.8-11.
[111] Obil y Jaziz (1 Crónicas 27.30-31).
[112] 1 Crónicas 23.1. NBLH
[113] 1 Crónicas 29.22-24.
[114] Deuteronomio 31.7. La Toráh
[115] Éxodo 35.20-36.7.
[116] Hageo 1.3-4; Malaquías 3.8-10.
[117] 1 Reyes 1.