A MANERA DE INTRODUCCIÓN
Estoy consciente de la gran cantidad de libros teológicos que hay en este momento en las librerías, pero también lo estoy de que muchos de estos han tomado la teología y la han adaptado de acuerdo a lo pensamientos y reglas de la denominación del autor o autores. Es por ello que he tomado la resolución de escribir un comentario a la teología bíblica sin la óptica denominacional, ya que no pertenezco a ninguna, sino que puedo decir en este momento que soy solamente un Cristiano, sin apellidos que me aten a callar o hablar poniendo énfasis en lo que un credo sostiene.
Las siguientes páginas contienen lo que he venido descubriendo en mis estudios personales de la Biblia, reiterando, sin reglas o anclas denominacionales, lo que me permite escribir con entera libertad, sabiendo que a la única persona que rindo cuentas es a Dios mismo.
¿Qué es la teología bíblica? Es la comprensión progresiva de la revelación histórica de la Biblia en torno a categorías propias, a la luz de la fe personal. Podríamos decir que la teología bíblica fue iniciada por los humanistas Lorenzo Valla y Erasmo de Rotterdam, que externaron la necesidad del regreso al estudio de los textos originales de la Biblia. Es sobre la base que plantan estos dos hombres eminentes que Lutero puede proponer el principio de la “sola Scriptura”, que le llevó a impulsar la Reforma Protestante. Aunque debemos decir que si bien es cierto que él escribió traducciones y comentarios a la Biblia, no compuso nunca una teología bíblica. El nombre “teología bíblica” fue usado por primera vez por W.J. Christmann en 1629; aunque de su obra solo ha quedado el título en algunos catálogos. La primera obra que existe con este nombre es la de Henricus Dienst: Theologia biblica, publicada en Denver en el 1643.
Es necesario que contemplemos los términos “teología” y “bíblica” por separado: “Teología” se refiere no al estudio de Dios, ya que sería un absurdo, sino a la revelación que encontramos en la Biblia; “bíblica” habla de los límites que hemos de poner a esta teología, por lo que yo sostengo que la Teología Bíblica es superior a la Sistemática, a la Dogmática, la Litúrgica y todas las demás ya que ellas no solo están sujetas a la Biblia, sino que hasta cierto punto sujetan a la Biblia a un credo denominacional. Por lo que si lo que se quiere es hacer teología de cualquiera de estos otros tipos mencionados o no, para que sea correcta, estos deben sujetarse a los límites de la Teología Bíblica, de lo contrario estaremos a lo que hay en la actualidad, en donde no es lo mismo tomar un libro de Teología Sistemática de Berkoff que tomar el de Pearlman o de alguno de los otros autores que hay.
¿Por qué hacer Teología Bíblica? Este estudio tiene una doble urgencia en nuestra época. Primero, hay verdadera hambre espiritual en la tierra; “Vienen días, afirma el Señor omnipotente, en que enviaré hambre al país; no será hambre de pan ni sed de agua, sino hambre de oír las palabras del Señor”[1]. La ignorancia de la Biblia no es algo completamente nuevo. Pero ante una humanidad más culta, jamás como ahora la gente desconoce tanto de la Palabra de Dios.
Segundo, las falsas enseñanzas se multiplican y difunden como cizaña en un campo de trigo, especialmente por causa de la ignorancia básica de las verdades bíblicas. No es que los grupos “semi-cristianos” de nuestros días no hagan uso interpretativo de las Escrituras; lo hacen. Pero, sin excepción, toman unos pocos textos fuera de sus contextos y pasan por alto todo aquello que serviría para interpretar esos textos aislados en armonía completa de la verdad cristiana.
Quizá, pensando en que estas cosas pasarían fue que el Espíritu Santo inspiró a Pedro a escribir: “sino reconoced en vuestro corazón la santidad de Cristo el Señor, y estad siempre dispuestos a responder con amabilidad y respeto a cualquiera que os pida razón de la esperanza que albergáis en vuestro corazón”[2].
[1] Amós 8.11 BAD
[2] 1 Pedro 3.15 CTS-IBS.
Las siguientes páginas contienen lo que he venido descubriendo en mis estudios personales de la Biblia, reiterando, sin reglas o anclas denominacionales, lo que me permite escribir con entera libertad, sabiendo que a la única persona que rindo cuentas es a Dios mismo.
¿Qué es la teología bíblica? Es la comprensión progresiva de la revelación histórica de la Biblia en torno a categorías propias, a la luz de la fe personal. Podríamos decir que la teología bíblica fue iniciada por los humanistas Lorenzo Valla y Erasmo de Rotterdam, que externaron la necesidad del regreso al estudio de los textos originales de la Biblia. Es sobre la base que plantan estos dos hombres eminentes que Lutero puede proponer el principio de la “sola Scriptura”, que le llevó a impulsar la Reforma Protestante. Aunque debemos decir que si bien es cierto que él escribió traducciones y comentarios a la Biblia, no compuso nunca una teología bíblica. El nombre “teología bíblica” fue usado por primera vez por W.J. Christmann en 1629; aunque de su obra solo ha quedado el título en algunos catálogos. La primera obra que existe con este nombre es la de Henricus Dienst: Theologia biblica, publicada en Denver en el 1643.
Es necesario que contemplemos los términos “teología” y “bíblica” por separado: “Teología” se refiere no al estudio de Dios, ya que sería un absurdo, sino a la revelación que encontramos en la Biblia; “bíblica” habla de los límites que hemos de poner a esta teología, por lo que yo sostengo que la Teología Bíblica es superior a la Sistemática, a la Dogmática, la Litúrgica y todas las demás ya que ellas no solo están sujetas a la Biblia, sino que hasta cierto punto sujetan a la Biblia a un credo denominacional. Por lo que si lo que se quiere es hacer teología de cualquiera de estos otros tipos mencionados o no, para que sea correcta, estos deben sujetarse a los límites de la Teología Bíblica, de lo contrario estaremos a lo que hay en la actualidad, en donde no es lo mismo tomar un libro de Teología Sistemática de Berkoff que tomar el de Pearlman o de alguno de los otros autores que hay.
¿Por qué hacer Teología Bíblica? Este estudio tiene una doble urgencia en nuestra época. Primero, hay verdadera hambre espiritual en la tierra; “Vienen días, afirma el Señor omnipotente, en que enviaré hambre al país; no será hambre de pan ni sed de agua, sino hambre de oír las palabras del Señor”[1]. La ignorancia de la Biblia no es algo completamente nuevo. Pero ante una humanidad más culta, jamás como ahora la gente desconoce tanto de la Palabra de Dios.
Segundo, las falsas enseñanzas se multiplican y difunden como cizaña en un campo de trigo, especialmente por causa de la ignorancia básica de las verdades bíblicas. No es que los grupos “semi-cristianos” de nuestros días no hagan uso interpretativo de las Escrituras; lo hacen. Pero, sin excepción, toman unos pocos textos fuera de sus contextos y pasan por alto todo aquello que serviría para interpretar esos textos aislados en armonía completa de la verdad cristiana.
Quizá, pensando en que estas cosas pasarían fue que el Espíritu Santo inspiró a Pedro a escribir: “sino reconoced en vuestro corazón la santidad de Cristo el Señor, y estad siempre dispuestos a responder con amabilidad y respeto a cualquiera que os pida razón de la esperanza que albergáis en vuestro corazón”[2].
[1] Amós 8.11 BAD
[2] 1 Pedro 3.15 CTS-IBS.