II. La Deidad: Hay un solo Dios, pero en la unidad de la divina esencia hay tres personas co-eternas e iguales en todo, de la misma sustancia, pero distintas en la subsistencia. Aunque la palabra “Trinidad” no se encuentra en la Biblia, es la palabra que mejor nos deja entender la forma de la Deidad tripartita en la cual Dios existe según lo revelado en las Santas Escrituras. Dios no es un Dios de tres cabezas como dicen los seguidores de la Watchtower, ni es una “trilogía” de tres Dioses como dicen los Mormones. Dios es único y uno, que subsiste y se ha revelado al hombre en tres formas el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo, tres personas, co-eternas, separadas pero siempre unidas, independientes pero enlazadas en todo, en propósito, en deseo y voluntad.
La enseñanza de la Deidad Trina es una que va más allá del alcance de la mentalidad humana. La mente humana no puede percibir las cosas de Dios porque le son locura. Juan Wesley dijo: “Muéstrame una lombriz que pueda comprender al hombre, y yo te mostrare a un hombre que puede comprender a un Dios trino”. El profeta lo expresa de la siguiente manera: “Porque mis pensamientos no son los vuestros, ni vuestros caminos son los míos—afirma el Señor—. Mis caminos y mis pensamientos son más altos que los vuestros; ¡más altos que los cielos sobre la tierra!”[1].
La lógica humana no logra concebir lo que Dios hace y como funciona. Cuando queremos aplicar lógica humana a Dios y su Palabra, nunca llegaremos a una conclusión verdadera porque la mente humana no entiende las cosas de Dios porque le son locura, y no será hasta que estemos delante del Señor que lograremos comprender todo, como lo dijera Pablo: “Ahora vemos como por espejo, en obscuridad; mas entonces veremos cara a cara; ahora conozco en parte; mas entonces conoceré como soy conocido”[2].
Los opositores de la doctrina de la Deidad Trina tienen tan solo cuatro puntos en donde basan su disconformidad, los cuales son:
1. Que la palabra Trinidad no se encuentra en la Biblia y que este término fue inventado por los teólogos.
2. Que desde tiempos primitivos hubo quienes no creyeron que Jesucristo era Dios y que algunos Padres de la Iglesia tenían divergencias en cuanto a esta doctrina.
3. Que esta doctrina es pagana, por cuanto las naciones politeístas de la antigüedad creían en dioses de tres cabezas o en tríadas de dioses y que los cristianos tomaron estas enseñanzas del paganismo.
4. Que en la Biblia, en ningún lugar habla de la Deidad como siendo un solo Dios y tres personas diferentes.
Responderemos a estos argumentos de forma rápida para luego introducirnos más profundamente en la doctrina de la Deidad Trina.
1. Cuando los cristianos hablamos de la Trinidad o más correctamente Deidad Trina, estamos perfectamente conscientes que esta palabra no se encuentra en la Biblia. O sea que ellos no han hecho ningún descubrimiento novedoso. Nosotros declaramos que este es solo un término técnico para describir una verdad revelada y enseñada ampliamente en la Biblia. La Biblia enseña muchas verdades y nosotros le ponemos nombre a esas verdades. Por ejemplo: ¿dónde se encuentra en la Biblia la palabra “personalidad” o “persona” para designar a Dios? Tampoco la Biblia, o los escritores bíblicos malgastan el tiempo para exponer razones evidentes para demostrar la personalidad de Dios. La Biblia dice: “Dios es Espíritu”, pero no dice: “Dios es una persona”. La palabra “persona” es el término “no bíblico” para designar “una verdad bíblica”. Cuando leemos que Dios habla, ve, oye, piensa, siente, hace decisiones, se comunica con sus criaturas racionales, etc., nos damos cuenta que estamos en presencia de “una persona”, ya que se le atribuyen cualidades, facultades o atributos personales. Lo mismo pasa con el término “atributo”. En ningún lugar de la Biblia se le aplica a Dios esta palabra para designar sus capacidades sobrenaturales, pero cuando leemos que Dios es Todopoderoso, que está en todo lugar, que todo lo sabe, nos damos cuenta que estamos en presencia de “atributos” que solo pertenecen a Dios y aunque no aparece esta palabra sin embargo lo que enseña ella sí está en la Biblia. Lo mismo pasa con el término teológico “tricotomía”, “dicotomía”, “plan de salvación”, términos que no encuentra en la Biblia pero designan verdades contenidas y enseñadas por la misma. Quiere decir todo esto, que, aunque la palabra Trinidad no se encuentra en la Biblia, la verdad de la Deidad Trina sí.
2. Jesucristo tuvo y tiene muchos enemigos que no creyeron ni creen en él. Y como hoy no lo aceptaron. Su figura fue distorsionada. Su naturaleza y carácter menoscabado. A esas personas se refirió Jesús, cuando en las cercanías de Cesarea de Filipos le preguntó a sus Apóstoles: “¿Quiénes dicen las gentes que es el Hijo del Hombre?” Estando todavía Jesucristo en su cuerpo de carne, frente a un mundo que lo veía y oía, existía opiniones erradas sobre su persona. Los más sobrios opinaban que era “Elías, otros Juan el Bautista que ha resucitado, o alguno de los profetas”[3]. Pedro, iluminado por el Padre tenía la respuesta correcta: “Tu eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente”. Declaración cargada de toda una profundidad que los teólogos de su tiempo nunca llegaron a descubrir y que también tenían su opinión sobre Jesús: “Este no echa los demonios sino por Belcebú, príncipe de los demonios”[4], dudaban de su autoridad[5], de su divinidad[6], sin embargo, aún en sus dudas reconocían que las palabras de Jesús no hacían otra cosas que declarar que él es Dios. En su tiempo el apóstol Pablo tuvo que luchar a brazo partido con aquellos a los cuales llamó “apóstatas de la fe”; gente que “naufragaron en cuanto a la fe” porque negaron la naturaleza divina de Jesús. Influenciados por la filosofía gnóstica del primer siglo perdieron la verdadera “imagen del Dios invisible”[7] y, en su afán de definirlo lo sumieron en la más profunda de las confusiones comparándolo o haciéndolo igual a un “eón”, una creación divina pues no tuvieron la suficiente luz para entenderlo; y si bien es verdad que en la actualidad, muchos han seguido o renovado aquellas herejías antiguas que hicieron “nausear” a Pablo, y en una actitud confusa siguen sustentado argumentos contradictorios y confusos sin fundamento escritural, es necesario decir también que desde la antigüedad, desde los tiempos mismos de Jesús, personas que con mucha más razón que cualquiera, tenían razones poderosísimas para opinar sobre quién era Jesús, comenzando desde el mismo apóstol Juan que constituyera uno de los tres del círculo íntimo de Jesús y que recostara su cabeza sobre el pecho de su Maestro. Seguimos con Pablo, quién tuviera una revelación especial y directa de Jesucristo y a quien le revelara los fundamentos de la doctrina cristiana; y estos apoyados por Pedro y demás apóstoles junto con una gran cantidad de Padres de la Iglesia, escribieron para enseñarnos y demostrar a “los falsos maestros de aquellos tiempos” que Jesucristo era “el verdadero Dios y la vida eterna”[8]; que es “Dios sobre todas las cosas”[9]; “nuestro gran Dios y salvador Jesucristo”[10] y que es “nuestro Dios y salvador”[11].
Juan, Pablo, Pedro, se levantaron en su tiempo contra la herejía gnóstica que reducía a Jesucristo a un ser creado por Dios, a un simple mediador espiritual que había entre Dios y los hombres, para proclamar una y otra vez que “en el principio era el Verbo, el Verbo era con Dios Y EL VERBO ERA DIOS”[12].
La Historia nos muestra que junto con los apóstoles, muchos otros, tales como Atanasio y posteriormente Agustín, defendieron tenazmente la doctrina de la Deidad de Jesucristo. En la actualidad todos los teólogos fundamentalistas y ortodoxos, de cualquier tendencia dentro del cristianismo, creen y afirman esta doctrina que incluye la deidad de Jesús y la personalidad del Espíritu Santo. También hoy, al igual que ayer, se levantan personas, que violentando inmisericordemente toda regla de hermenéutica bíblica tratan de hacer hablar a las Escrituras un lenguaje que no es propio de ellas.
3. Si esta doctrina es pagana, porque los paganos tenían o tienen creencias parecidas, entonces la creencia en un Ser Supremo es pagana también, ya que todas las religiones paganas, aún con su politeísmo también creen en la existencia de un Dios principal, padre de todos los dioses. Entre los griegos estaba Zeus; entre los romanos, Júpiter; entre los egipcios Amón Ra y otros muchos más. Sin embargo el hecho de que estas naciones paganas, entre sus creencias erradas tenían la creencia de un Dios Padre, no quiere decir que el cristianismo absorbió esta idea del paganismo. La verdad del terrible desvío del paganismo lo presenta Pablo en la epístola a los Romanos 1.23-26. Quiere decir, que tanto la verdad del verdadero Dios como todas las otras verdades reveladas originalmente al hombre, fueron disolviéndose, deformándose, distorsionándose, producto del apartamiento paulatino del hombre del verdadero Dios y la labor de Satanás en el mente desviándolo de la verdad. Ejemplos de esto lo vemos en los sacrificios de animales. Casi todas las religiones paganas tienen como parte de su ritual de adoración los sacrificios de animales y en su degeneración más extrema, hasta de humanos. ¿Quiere decir esto que Israel absorbió del paganismo este sistema de adoración y lo incorporó al culto del Dios verdadero? Al contrario, Dios, originalmente mostró a nuestros primeros padres la forma transitoria por medio de la cual ellos debían acercarse a Él: El sacrificio de un cordero inocente, representativo del verdadero sacrificio “el Cordero de Dios” que posteriormente vendría para redimir a la humanidad y darle libre acceso a Dios. Pero Satanás distorsionó esta práctica para engañar al hombre que todavía en la actualidad persiste en este tipo de adoración paganizada. Sin embargo, aunque errados, ellos conservan los recuerdos de las verdades del conocimiento primitivo que tuvieron de parte de Dios. ¿Qué hace Dios?, por medio de su revelación escrita, La Biblia, rescata y pone de manifiesto la verdad, la libera del envoltorio del error para sacar al hombre de su ignorancia. Tal parece que, el hombre, dentro de su ignorancia fueron capaces de comprender la composición pluralista de la Deidad, de tal forma que, aún en su culto pagano trataron de similar sus “dioses” con el verdadero Dios. Tal parece que lo paganos tuvieron más luz que los unitarios. Podemos declarar, sin temor a equivocarnos que la verdad de la tri-unidad de Dios fue una de esas verdades reveladas al hombre y deformadas posteriormente por Satanás, pero es por medio de la Palabra escrita, que Dios nos pone de manifiesto su verdadera naturaleza interna, dándonos un concepto verdadero de ella, despojada de toda superstición y superchería humana. Por lo cual, antes de negar la doctrina de la Deidad Trina, la idea pagana de un Dios con tres cabezas, más bien confirma la verdad primitiva revelada por Dios.
4. Para el análisis de este argumento comenzaremos a abordar este tema desde el punto de vista histórico y bíblico, en los siguientes apartados.
A. Origen de la Doctrina.
Cuando la Iglesia comenzó a crecer, especialmente después de que el Emperador Constantino favoreciera a los cristianos, también comenzaron a surgir grupos de maestros y herejes que negaban la deidad de Cristo y la del Espíritu Santo, causando discusiones muy fuertes y confusión. En el año 215, Tertuliano plantea lo que sería conocido como la doctrina de la Trinidad. El Gnosticismo que existía desde el tiempo de los apóstoles y que fueron condenados fuertemente por Pablo en su carta a los Colosenses y por Juan en su primera epístola era uno de los grupos que negaba la deidad de Cristo y lo presentaban como un Súper Ángel que emanaba de Dios, pero era un ser inferior a Dios. Uno de los más fuertes opositores a la enseñanza de la Deidad Trina, eran los arrianos, a los que hoy conocemos como Testigos de Jehová, y que en realidad no son otra cosa que politeístas, tal como lo afirma su versión de la Biblia, la versión más corrupta que se ha hecho: “En [el] principio la Palabra era, y la Palabra estaba con Dios, y la Palabra era un dios”[13]. Aunque ellos lo nieguen, al presentar a Cristo como un “dios” y creer en Jehová como el Dios verdadero, los hace politeístas, que creen en más de un solo Dios. En forma similar creen los Mormones para quienes el Padre, Hijo y Espíritu Santo son tres dioses separados, además de creer que existen otros dioses.
El original griego de Juan 1.1 dice: “εν αρχη ην ο λογος και ο λογος ην προς τον θεον και θεος ην ο λογος”[14], que traducido literalmente dice: “En principio era el Verbo y el Verbo era hacia Dios y Dios era el Verbo”, y dándole forma legible sería: “En el principio era el Verbo y el Verbo era Dios y el Verbo era Dios”[15], lo que está en contraposición directa y clara a lo que enseñan los arrianos, que creen que Cristo fue creado después, pero que “Dios estuvo solo antes”.
Se sumó a la herejía de los trinitarios la de los Socinianos, o Unitarios, como los Pentecostales Unidos y Cristadelfianos, que consideran Cristo, el Padre y el Espíritu Santo son solo una misma Persona, y esto es precisamente lo que hace que estos grupos se confundan, ya que ellos humanizan el concepto de Dios y creen que al hablar de “Persona” de Dios, es igual a cuando se habla del humano.
Al hablar de la Persona de Dios, se encierra más; se habla de tres Personas inseparables, interdependientes, y eternamente unidas en un ser divino. La doctrina del Dios Trino establece que hay un solo Dios quien es uno en esencia o substancia, pero tres Personas que son co-iguales, inseparables, interdependientes, y eternalmente unidas en un ser y Esencia Divina.
Pero dejemos que sea la Biblia la que nos detalle las características de cada una de estas tres Personas y el por qué son Dios:
1. El Hijo.
a. Probada por sus nombres.
1) Dios: “Al Hijo, en cambio, se le dice: Tu trono, oh Dios, permanece por siglos y siglos, y tu gobierno es gobierno de justicia”[16]. ¿Cómo Dios va a permitir que al Hijo, si no los fuera, se le diera el mismo tratamiento que a Él?
2) Hijo de Dios: “Pedro contestó: "Tú eres el Mesías, el Hijo del Dios vivo”[17]. En cierto momento, según la narración de Juan 5.18, los judíos mostraban más ganas de matarle ya que Jesús llamaba a Dios Padre, lo que significaba que se hacía a si mismo igual a Dios, por lo que al afirmar Pedro que Jesús es el Hijo de Dios, está asegurando que Jesús es Dios y en lugar de ser reprendido por el mismo Jesús, es alabado por su respuesta.
3) Señor: “Jesús les dijo: -Con la ayuda del Espíritu Santo, David escribió: "Dios le dijo a mi Señor el Mesías: 'Siéntate a la derecha de mi trono hasta que yo derrote a tus enemigos' "."A ver, explíquenme: Si el rey David llama Señor al Mesías, ¿cómo puede el Mesías ser su descendiente? ¡Hasta David lo considera más importante que él mismo!”[18]. El mismo Jesús hace una defensa de su lugar como Dios delante de los fariseos, afirmando que Él es Dios, lo que nos hace admirar que haya personas que se dicen ser cristianos y que creen en la Biblia y niegan la Deidad de Cristo.
4) Rey de Reyes y Señor de señores: “En su manto y en su muslo lleva escrito este nombre: Rey de los reyes y Señor de los señores”[19]. Curiosamente, los Testigos de Jehová, que niegan la Deidad de Jesús, traducen en su corrupta versión: “Y sobre su prenda de vestir exterior, aun sobre su muslo, tiene un nombre escrito: Rey de reyes y Señor de señores”[20]. ¿Cómo si Jesús no es Dios puede tener semejante inscripción?
b. Por sus características.
1) Omnipotencia: “Y Jesús se acercó y les habló, diciendo: “Toda autoridad me ha sido dada en el cielo y sobre la tierra”[21]. Si ustedes notan, este versículo es tomado de la versión publicada por la Watchtower, y ellos lo traducen correctamente, afirmando que es Jesús quien tiene TODO el poder.
2) Omnisciencia: “Le dijo Natanael: “¿Cómo es que me conoces?”. En respuesta, Jesús le dijo: “Antes que Felipe te llamara, mientras estabas debajo de la higuera, te vi”[22]. De nuevo, la versión de los Testigos nos da la razón al aceptar que Jesús conoce todo, por lo tanto es Omnisciente, lo que lo pone en la misma categoría de Dios.
3) Omnipresencia: “Porque donde están dos o tres reunidos en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos”[23]. De nuevo, la Versión Nuevo Mundo da la razón cuando decimos que Jesús es Dios, ya es que la única manera en que Jesús pueda estar en cualquier lugar donde dos o más personas se reúnan en Su nombre. Y, ¿qué pasa cuando en diferentes lugares del mundo a la misma hora el mismo día se reúnen varias personas? Solo si Jesús es Dios, podría estar en esos lugares al mismo tiempo.
4) Vida: “En él estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres”[24]. Nadie, por necio que sea, podría afirmar que un ser que no es Dios, podría proveer vida, y Jesús es capaz de hacerlo, así que definitivamente Él es Dios.
5) Verdad: “Jesús le dijo: “Yo soy el camino y la verdad y la vida. Nadie viene al Padre sino por mí”[25].
6) Inmutabilidad: “Jesucristo es el mismo ayer y hoy, y para siempre”[26]. ¿Cómo puede un ser creado ser el mismo por siempre?
c. Una prueba por medio del culto que se le rinde.
1) Los ángeles: “Pero cuando introduce de nuevo a su Primogénito en la tierra habitada, dice: “Y que todos los ángeles de Dios le rindan homenaje”[27].
2) Los hombres: “Entonces los que estaban en la barca le rindieron homenaje, y dijeron: “Verdaderamente eres Hijo de Dios”[28].
3) Todos: “para que en el nombre de Jesús se doble toda rodilla de los [que están] en el cielo y de los [que están] sobre la tierra y de los [que están] debajo del suelo, y reconozca abiertamente toda lengua que Jesucristo es Señor para la gloria de Dios el Padre”[29].
d. Probada por su igualdad en la Deidad.
1) Con el Padre: “Yo y el Padre somos uno”[30]; “En respuesta, Jesús le dijo: “Si alguien me ama, observará mi palabra, y mi Padre lo amará, y vendremos a él y haremos nuestra morada con él”[31].
2) Con el Padre y el Espíritu Santo: “Vayan, por lo tanto, y hagan discípulos de gente de todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo”[32]¸ “La bondad inmerecida del Señor Jesucristo y el amor de Dios y la participación en el Espíritu Santo estén con todos ustedes”[33].
2. El Espíritu Santo.
a. Su personalidad
1) Probada por sus Características:
a) Es inteligente: “Pues es a nosotros a quienes Dios las ha revelado mediante su Espíritu, porque el Espíritu escudriña todas las cosas, hasta las cosas profundas de Dios. Porque, ¿quién entre los hombres conoce las cosas del hombre salvo el espíritu del hombre que está en él? Así, también, nadie ha llegado a conocer las cosas de Dios, salvo el Espíritu de Dios”[34].
b) Tiene sentimientos: “También, no estén contristando el Espíritu Santo de Dios, con el cual han sido sellados para un día de liberación por rescate”[35].
c) Tiene voluntad: “Pero todas estas operaciones las ejecuta el uno y mismo Espíritu, distribuyendo a cada uno respectivamente así como dispone”[36].
2) Probada por sus obras:
a) Enseña: “Mas el ayudante, el Espíritu Santo, que el Padre enviará en mi nombre, ese les enseñará todas las cosas y les hará recordar todas las cosas que les he dicho”[37].
b) Guía: “Porque todos los que son conducidos por el espíritu de Dios, estos son los hijos de Dios”[38].
c) Comisiona: “Por consiguiente, estos hombres, enviados por el Espíritu Santo, bajaron a Seleucia, y de allí se embarcaron para Chipre”[39].
d) Refrena: “Después de eso dijo Jehová: “Ciertamente no obrará mi espíritu para con el hombre por tiempo indefinido, ya que él también es carne. Por consiguiente, sus días tendrán que llegar a ser ciento veinte años”[40].
e) Intercede: “De igual manera el espíritu también acude con ayuda para nuestra debilidad; porque él lo que debemos pedir en oración como necesitamos hacerlo no lo sabemos, pero el Espíritu mismo aboga por nosotros con gemidos no expresados”[41].
f) Habla: “Cuando llegue el ayudante que yo enviaré a ustedes del Padre, el Espíritu de la verdad, que procede del Padre, ese dará testimonio acerca de mí”[42]; “Porque la profecía no fue traída en ningún tiempo por la voluntad del hombre, sino que hombres hablaron de parte de Dios al ser llevados por Espíritu Santo”[43].
3) Probada por lo que se le atribuye.
a) Puede ser obedecido: “Mientras Pedro repasaba en su mente lo de la visión, el Espíritu dijo: “¡Mira! Tres varones te buscan. Levántate, pues, baja y vete con ellos, sin dudar nada, porque yo los he despachado”. De modo que Pedro bajó a donde estaban los varones y dijo: “¡Miren! Yo soy el que buscan. ¿Cuál es la causa por la que están presentes?”[44].
b) Se le puede mentir: “Pero Pedro dijo: “Ananías, ¿por qué te ha envalentonado Satanás a tratar con engaño al Espíritu Santo y a retener secretamente parte del precio del campo?”[45].
c) Se le puede resistir: “Hombres obstinados e incircuncisos de corazón y de oídos, siempre están ustedes resistiendo el Espíritu Santo; como hicieron sus antepasados, así hacen ustedes”[46].
d) Se le puede reverenciar: “No me arrojes de delante de tu rostro; y tu Espíritu Santo, oh, no me lo quites”[47].
e) Se le puede blasfemar: “Por este motivo les digo: Toda suerte de pecado y blasfemia será perdonada a los hombres, pero la blasfemia contra el Espíritu no será perdonada”[48].
f) Se le puede entristecer: “También, no estén contristando el Espíritu Santo de Dios, con el cual han sido sellados para un día de liberación por rescate”[49].
g) Se le puede ultrajar: “¿De cuánto más severo castigo piensan ustedes que será considerado digno el que ha hollado al Hijo de Dios y que ha estimado como de valor ordinario la sangre del pacto por la cual fue santificado, y que ha ultrajado con desdén el Espíritu de bondad inmerecida?”[50]
h) Se le puede Apagar: “No apaguen el fuego del Espíritu”[51]
4) Su Deidad.
a) Probada por sus nombres.
1. Nombres que, en plano de completa igualdad, relacionan al Espíritu Santo con las otras personas de la Trinidad: “Y, sin embargo, eso era lo que algunos de ustedes eran. Pero ustedes han sido lavados, pero ustedes han sido santificados, pero ustedes han sido declarados justos en el nombre de nuestro Señor Jesucristo y con el Espíritu de nuestro Dios”[52].
2. Nombres que lo muestran haciendo cosas que solo Dios puede hacer: “y yo pediré al Padre, y él les dará otro ayudante que esté con ustedes para siempre”[53]; “Porque ustedes no recibieron un espíritu de esclavitud que ocasione temor de nuevo, sino que recibieron un Espíritu de adopción como hijos, Espíritu por el cual clamamos: “¡Abba, Padre!””[54].
3. El Espíritu Santo es el Señor: “Ahora bien, Jehová es el Espíritu; y donde está el Espíritu de Jehová, hay libertad”[55]. Notemos que este versículo, en la versión Reina Valera 60, es traducido: “Porque el Señor es el Espíritu; y donde está el Espíritu del Señor, allí hay libertad”, pero en la versión del Nuevo Mundo de los Testigos de Jehová ellos traducen, incorrectamente ya que en el griego no se utiliza Jehová que viene del tetragrama, como habíamos visto antes, sino que es del hebreo, “Espíritu de Jehová” dejando en claro que el Espíritu Santo es Dios mismo, pero ellos aseguran que es una fuerza de Dios.
b) Probada por sus características.
1. Omnisciencia: “Pero Dios nos las reveló a nosotros por el Espíritu; porque el Espíritu todo lo escudriña, aun lo profundo de Dios. Porque ¿quién de los hombres sabe las cosas del hombre, sino el espíritu del hombre que está en él? Así tampoco nadie conoció las cosas de Dios, sino el Espíritu de Dios”[56].
2. Omnipresencia: “¿Adónde puedo irme de tu Espíritu, y adónde puedo huir de tu rostro?”[57]; “¡Qué! ¿No saben que el cuerpo que ustedes son es [el] templo del espíritu santo que está en ustedes, el cual tienen de Dios? Además, no se pertenecen a sí mismos”[58].
3. Omnipotencia: “La tierra era un caos total, las tinieblas cubrían el abismo, y el Espíritu de Dios iba y venía sobre la superficie de las aguas”[59].
4. Verdad: “Este es el que vino por medio de agua y sangre, Jesucristo; no con el agua solamente, sino con el agua y con la sangre. Y el Espíritu es lo que está dando testimonio, porque el espíritu es la verdad”[60].
5. Vida: “Porque la ley de ese Espíritu que da vida en unión con Cristo Jesús te ha libertado de la ley del pecado y de la muerte”[61].
6. Sabiduría: “¿Quién ha tomado las proporciones del espíritu de Jehová, y quién como su hombre de consejo puede hacerle saber algo?”[62].
c) Probada por sus obras.
1. Crear: “Pero la tierra estaba desierta e informe; y tinieblas, sobre la faz del abismo; y el Espíritu de Dios flotando sobre la faz de las aguas”[63].
2. Inspirar: “Porque la profecía no fue traída en ningún tiempo por la voluntad del hombre, sino que hombres hablaron de parte de Dios al ser llevados por Espíritu Santo”[64].
3. Formar la naturaleza humana de Cristo: “En respuesta, el ángel le dijo: “Espíritu Santo vendrá sobre ti, y poder del Altísimo te cubrirá con su sombra. Por eso, también, lo que nace será llamado santo, Hijo de Dios”[65].
4. Convencer a los hombres: “Y cuando ese llegue dará al mundo evidencia convincente respecto al pecado y respecto a la justicia y respecto al juicio”[66].
5. Regenerar: “Jesús contestó: “Muy verdaderamente te digo: A menos que uno nazca del agua y del Espíritu, no puede entrar en el reino de Dios. Lo que ha nacido de la carne, carne es, y lo que ha nacido del espíritu, espíritu es”[67].
6. Confortar y consolar: “Y yo pediré al Padre, y él les dará otro ayudante que esté con ustedes para siempre”[68].
7. Interceder: “De igual manera el espíritu también acude con ayuda para nuestra debilidad; porque Él lo que debemos pedir en oración como necesitamos hacerlo no lo sabemos, pero el Espíritu mismo aboga por nosotros con gemidos no expresados. Sin embargo, el que escudriña los corazones sabe cuál es la intención del Espíritu, porque este aboga en conformidad con Dios por los santos”[69].
8. Santificar: “Sin embargo, estamos obligados a dar gracias a Dios siempre por ustedes, hermanos amados por Jehová, porque Dios los seleccionó desde el principio para salvación al santificarlos con Espíritu y por su fe en la verdad”[70].
d) Probada porque Su ser está asociado, en plano de igualdad, con las otras personas de la Deidad. “Vayan, por lo tanto, y hagan discípulos de gente de todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo”[71]; “Pero Pedro dijo: “Ananías, ¿por qué te ha envalentonado Satanás a tratar con engaño al Espíritu Santo y a retener secretamente parte del precio del campo? Mientras permanecía contigo, ¿no permanecía tuyo?, y después que fue vendido, ¿no continuaba bajo tu control? ¿Por qué te propusiste un hecho de esta índole en tu corazón? No has tratado con engaño a los hombres, sino a Dios”[72].
B. Distintivos de las Personas de la Deidad.
1. No se confunden: En acuerdo pues, hay lo que en el Hijo le constituye Hijo y no el Padre y hay lo que el Espíritu Santo le constituye como Espíritu Santo y no el Padre ni el Hijo.
2. Sus Funciones: El Padre es quien engendra, el Hijo el engendrado y el Espíritu Santo es aquel que procede del Padre y del Hijo. Por cuanto estas tres personas en la Deidad están en perfecta unidad, hay un solo Dios Todopoderoso y uno es su nombre: “Y Jehová tiene que llegar a ser rey sobre toda la tierra. En aquel día Jehová resultará ser uno solo, y su nombre uno solo”[73]; “A Dios ningún hombre lo ha visto jamás; el Dios unigénito que está en el seno para con el Padre es el que lo ha explicado”[74]; “Cuando llegue el ayudante que yo enviaré a ustedes del Padre, el espíritu de la verdad, que procede del Padre, ese dará testimonio acerca de mí”[75].
El Padre destina la salvación al hombre, El Hijo salva y perdona por su sangre a través de la Él y el Espíritu Santo Santifica: “según la presciencia de Dios el Padre, con santificación por el Espíritu, con el propósito de que sean obedientes y rociados con la sangre de Jesucristo: Que bondad inmerecida y paz sean aumentadas a ustedes”[76].
3. Identidad y cooperación de la Deidad: El Padre, el Hijo, y el Espíritu Santo nunca aparecen idénticos en cuanto a persona, ni confundidos en cuanto a parentesco, ni divididos en cuanto a la Deidad, ni opuestos en cuanto a cooperación. El Hijo está en el Padre y el Padre en el Hijo, en cuanto a relación. El Padre no procede del Hijo, pero el Hijo procede del Padre, en cuanto a autoridad. El Espíritu Santo procede del Padre y del Hijo en cuanto a naturaleza, parentesco, cooperación y autoridad. Ninguna de las tres personas en la Deidad obra o existe separada o independiente de las demás: “Pero él les contestó: “Mi Padre ha seguido trabajando hasta ahora, y yo sigo trabajando”. A causa de esto, realmente, los judíos procuraban con más empeño matarlo, porque no solo quebraba el sábado, sino que también llamaba a Dios su propio Padre, haciéndose igual a Dios. Por eso, en respuesta, Jesús pasó a decirles: “Muy verdaderamente les digo: El Hijo no puede hacer ni una sola cosa por su propia iniciativa, sino únicamente lo que ve hacer al Padre. Porque cualesquiera cosas que Aquel hace, estas cosas también las hace el Hijo de igual manera. Porque el Padre le tiene cariño al Hijo y le muestra todas las cosas que él mismo hace, y le mostrará obras mayores que estas, a fin de que ustedes se maravillen. Porque así como el Padre levanta a los muertos y los vivifica, así el Hijo también vivifica a los que él quiere. Porque el Padre no juzga a nadie, sino que ha encargado todo el juicio al Hijo, para que todos honren al Hijo así como honran al Padre. El que no honra al Hijo no honra al Padre que lo envió. Muy verdaderamente les digo: El que oye mi palabra y cree al que me envió tiene vida eterna, y no entra en juicio, sino que ha pasado de la muerte a la vida. ”Muy verdaderamente les digo: La hora viene, y ahora es, cuando los muertos oirán la voz del Hijo de Dios, y los que hayan hecho caso vivirán. Porque así como el Padre tiene vida en sí mismo, así ha concedido también al Hijo el tener vida en sí mismo. Y le ha dado autoridad para hacer juicio, por cuanto es Hijo del hombre. No se maravillen de esto, porque viene la hora en que todos los que están en las tumbas conmemorativas oirán su voz y saldrán, los que hicieron cosas buenas a una resurrección de vida, los que practicaron cosas viles a una resurrección de juicio. No puedo hacer ni una sola cosa por mi propia iniciativa; así como oigo, juzgo; y el juicio que yo dicto es justo, porque no busco mi propia voluntad, sino la voluntad del que me envió. Hay otro que da testimonio acerca de mí, y sé que el testimonio que él da acerca de mí es verdadero”[77].
C. La prefiguración de la doctrina de la Deidad Trina en el Antiguo Testamento.
Resulta evidente que la manifestación plena de la doctrina de la Deidad Trina se encuentra en el Nuevo Testamento. No obstante, el Antiguo parece contener algunas prefiguraciones de la pluralidad de personas dentro de la divinidad que fueron señaladas por los primeros cristianos y que constituyeron un auténtico quebradero de cabeza para sus oponentes judíos. Veamos alguno de estos textos: “Y Dios pasó a decir: Hagamos al hombre a nuestra imagen, según nuestra semejanza... Y Dios procedió a crear al hombre a su imagen, a la imagen de Dios lo creó”[78]. “Y Jehová Dios pasó a decir: Mira que el hombre ha llegado a ser como uno de nosotros al conocer lo bueno y lo malo”[79]. “Y Jehová procedió a bajar para ver la ciudad y la torre que los hijos de los hombres habían edificado. A continuación dijo Jehová: Mira, son un solo pueblo y hay un solo lenguaje para todos ellos, y esto es lo que comienzan a hacer. Pues ahora no hay nada que tengan pensado hacer que no les sea posible lograr. Vamos. Bajemos y confundamos allí su lenguaje para que no escuche el uno el lenguaje del otro. Por consiguiente, Jehová los esparció desde allí sobre toda la superficie de la tierra, y poco a poco dejaron de edificar la ciudad”[80]. “Y empecé a oír la voz de Jehová que decía: ¿A quién enviaremos y quién irá por nosotros? Y yo procedí a decir: Aquí estoy yo. Envíame a mí”[81].
Estos pasajes fueron interpretados por los primeros cristianos como prueba irrefutable de que el Antiguo Testamento ya hacía referencia a la pluralidad de personas que hay en Dios. Prueba de que fue así es que el Talmud y otros escritos teológicos judíos registran la manera en que los rabinos judíos intentaron desvirtuar su contenido para así negar la posibilidad de que Dios fuera una Deidad Trina. Los primeros cristianos creían en la Deidad Trina y trataban de demostrársela a los judíos apelando a textos del Antiguo Testamento. Una muestra de hasta qué grado debió impresionar al judaísmo rabínico la creencia de la Deidad Trina de los primeros cristianos la tenemos en la afirmación, contenida en los Principios de Fe del judaísmo, de que Dios es una unidad. Debe notarse, sin embargo, que la palabra que se usa en los Principios de Fe en hebreo para decir “unidad” es yajid. Esto implica un cambio sustancial sobre el término hebreo que se utiliza al decir que Dios es uno en Deuteronomio 6.4. Allí el término empleado es ejad. A juicio nuestro, la idea es clara: Ejad aparece en el Antiguo Testamento en multitud de ocasiones como “uno”; pero no “uno simple”, sino “uno formado por varios”. Como ejemplo: “Por eso el hombre dejará a su padre y a su madre, y tiene que adherirse a su esposa, y tienen que llegar a ser una sola carne”[82]. “Ahora bien, toda la tierra continuaba siendo de un solo lenguaje y de un solo conjunto de palabras”[83]. “Son un solo pueblo y hay un solo lenguaje para todos ellos”[84]. “Y haz que se acerque el uno al otro hasta formar un solo palo para ti, y realmente llegarán a ser uno solo en tu mano”[85].
En todos estos casos la palabra hebrea que aparece es ejad, pero conserva la idea de “uno formado por varios”: Un matrimonio formado por un hombre y una mujer, una lengua que hablan varios, un solo pueblo formado por todos los hombres, etc.
El judaísmo post cristiano no podía negar que había referencias en el Antiguo Testamento susceptibles de servir de argumento en favor de la Deidad Trina y fue reinterpretando los pasajes para evitar su utilización apologética por los cristianos primitivos. Así, por citar solo un ejemplo, el mismo término “Dios” en hebreo es Elohim, que podría significar “dioses”; y, aunque generalmente lleva el verbo en singular, en repetidas ocasiones va también en plural[86]. No solo eso; también en repetidas ocasiones el adjetivo calificativo que acompaña a Elohim, aunque se traduzca como singular, es plural[87].
No es de extrañar por ello que brotes seculares de esta consciencia hayan aparecido, acá y allá, en la literatura judía de todos los tiempos como vestigios de la época en que, no habiendo aún aparecido el cristianismo, no había por qué oponerse ferozmente a la idea de la divinidad del Mesías o del Dios Trino.
D. Las referencias trinitarias en el Nuevo Testamento.
Para abordar este asunto desde el punto de vista de lo que el Nuevo Testamento enseña, vamos a enfocarlo desde cuatro aspectos diferentes:
1. El Nuevo Testamento nos revela de una forma definida tres personas diferentes, las menciona.
El primer pasaje lo encontramos en Mateo 3.16-17 que dice: “Después que Jesús fue bautizado, inmediatamente salió del agua; y, ¡mire!, los cielos se abrieron, y él vio descender como paloma el espíritu de Dios que venía sobre él. ¡Mire! También hubo una voz desde los cielos que decía: “Este es mi Hijo, el amado, a quien he aprobado”[88]. Simultáneamente, en esos momentos, la voz del Padre se deja oír desde el cielo, mientras que el Hijo se bautiza en el Jordán y del cielo desciende el Espíritu Santo.
En el Monte de la Transfiguración hubo una experiencia paralela algo parecida, donde se oye desde el cielo la voz de la persona del Padre y en el monte la persona del Hijo. En Mateo 17.15 se nos dice: “Mientras él todavía hablaba, ¡mire!, una nube brillante los cubrió con su sombra, y, ¡mire!, una voz procedente de la nube, que decía: “Este es mi Hijo, el amado, a quien he aprobado; escúchenle”[89].
En Juan 14.16 Jesús dijo a sus discípulos: “y yo pediré al Padre, y él les dará otro ayudante que esté con ustedes para siempre”[90]. Aquí se utiliza la palabra griega allos, que significa “otro diferente”, y en el versículo 23 nos dice que él y el Padre vendrían a hacer morada en la vida del creyente. O sea, tanto la Persona del Padre, la Persona del Hijo como la Persona del Espíritu Santo, en toda su capacidad omnipresente, por ser Divinos tienen la capacidad co-igual de morar en todos los creyentes a través del mundo. Aquí se nos presentan nuevamente la diferencia de las Personas de la Deidad, pero a la vez su unidad sustancial y de objetivos. En el griego hay dos palabras para designar el término castellano “otro”, Etero, “otro igual” y Al’los, “otro diferente”. Aquí nos enseña que el Consolador va a ser el otro Consolador que sustituirá al Consolador que hasta ese momento estaba con ellos en carne, es decir, Jesús. El “otro Consolador” asumiría la misma posición, responsabilidad, trabajo y facultades que Jesucristo. Es evidente e inobjetable que en uno como en el otro, a pasar de ser diferentes personas, comparten las mismas facultades, posición, honor, reconocimientos y poderes. En resumen, es una Persona sustituyendo a otra Persona. Ellos asumen la prerrogativa igualitaria de morar en la vida de los hijos de Dios con todas sus facultades omnipresentes.
En 1 Corintios 12.4-6 nos dice Pablo: “Ahora bien, hay variedades de dones, pero hay el mismo Espíritu; y hay variedades de ministerios, y sin embargo hay el mismo Señor; y hay variedades de operaciones, y sin embargo es el mismo Dios quien ejecuta todas las operaciones en todos”[91]. Entre la infinidad de versículos que nos muestra la realidad de la manifestación de las tres personas tenemos los siguientes: Gálatas 4.6; Efesios 2.18; 2 Tesalonicenses 3.5; 1 Pedro 1.2; Efesios 1.3; Hebreos 9.14.
2. El Nuevo Testamento al igual que el Antiguo, les confieren a estas tres personas carácter divino.
Jesucristo es el “Yo Soy”[92] del Nuevo Testamento:
YO SOY el camino, la verdad y la vida[93].
YO SOY la puerta[94].
YO SOY el pan de vida[95].
YO SOY la resurrección y la vida[96].
YO SOY el Mesías[97].
YO SOY el buen Pastor[98].
YO SOY la luz del mundo[99].
YO SOY la vid verdadera[100].
YO SOY el alfa y la omega[101].
YO SOY el primero y el último[102].
“Porque si no creen que yo soy, morirán en sus pecados”[103].
“Por lo tanto, dijo Jesús: “Una vez que hayan alzado al Hijo del hombre, entonces sabrán que yo soy, y que no hago nada por mi propia iniciativa; sino que hablo estas cosas así como el Padre me ha enseñado”[104].
“Jesús les dijo: “Muy verdaderamente les digo: Antes que Abrahán llegara a existir, yo he sido””[105].
En el Antiguo Testamento las “Profecías Mesiánicas” hacen alusión a Adonay y a la vez se le aplican a Jesucristo como el Mesías. Con estas profecías podemos plantear la pregunta “¿A quién...?”, y quedaremos sorprendidos:
a. ¿A quién traspasaron? “Y ciertamente derramaré sobre la casa de David y sobre los habitantes de Jerusalén el espíritu de favor y súplicas, y ciertamente mirarán a Aquel a quien traspasaron, y ciertamente plañirán por Él como en el plañir por un hijo único; y habrá una lamentación amarga por él como cuando hay amarga lamentación por el primogénito”[106].
b. ¿A quién vendieron por 30 piezas de plata? “Entonces les dije: “Si es bueno a sus ojos, denme mi salario, pero si no, absténganse”. Y procedieron a pagar mi salario, treinta piezas de plata. Ante aquello, Jehová me dijo: “Tíralo al tesoro... el valor majestuoso con el cual he sido evaluado desde su punto de vista”. De consiguiente, tomé las treinta piezas de plata y tiré aquello en el tesoro en la casa de Jehová”[107].
c. ¿A quién prepararon el camino? “¡Miren!, envío mi mensajero, y él tiene que despejar un camino delante de mí. Y súbitamente vendrá a Su templo el Señor [verdadero], a quien ustedes buscan, y el mensajero del pacto en quien se deleitan. ¡Miren! Ciertamente vendrá”, ha dicho Jehová de los ejércitos. “Pero ¿quién estará soportando el día de su venida, y quién será el que se mantendrá en pie cuando él aparezca? Porque él será como el fuego de un refinador y como la lejía de los lavanderos. Y tendrá que sentarse como refinador y limpiador de plata y tendrá que limpiar a los hijos de Leví; y tendrá que clarificarlos como oro y como plata, y ellos ciertamente llegarán a ser para Jehová personas que presenten una ofrenda de dádiva en justicia”[108]; “¡Escuchen! Alguien está clamando en el desierto: “¡Despejen el camino de Jehová! Hagan recta la calzada para nuestro Dios a través de la llanura desértica. Que todo valle sea levantado y toda montaña y colina sea bajada. Y el terreno lleno de montículos tiene que llegar a ser tierra llana, y el terreno escabroso una llanura-valle. Y la gloria de Jehová ciertamente será revelada, y toda carne tendrá que ver [la] juntamente, porque la mismísima boca de Jehová [lo] ha hablado”[109].
d. ¿Quién vendrá y asentará sus pies en el Monte de los Olivos? “¡Mira! Viene un día que pertenece a Jehová, y el despojo de ti ciertamente será repartido en medio de ti. Y ciertamente recogeré a todas las naciones contra Jerusalén para la guerra; y la ciudad realmente será tomada y las casas saqueadas, y las mujeres mismas serán forzadas. Y la mitad de la ciudad tendrá que salir al destierro; pero en cuanto a los restantes del pueblo, no serán cortados de la ciudad. ”Y Jehová ciertamente saldrá y guerreará contra aquellas naciones como en el día de su guerrear, en el día de pelea. Y sus pies realmente se plantarán en aquel día sobre la montaña de los olivos, que está enfrente de Jerusalén, al este; y la montaña de los olivos tendrá que partirse por en medio, desde el naciente y hacia el oeste. Habrá un valle muy grande; y la mitad de la montaña realmente será movida hacia el norte, y la mitad de ella hacia el sur”[110].
e. ¿Quién entraría triunfante a Jerusalén? “Ponte muy gozosa, oh hija de Sión. Grita en triunfo, oh hija de Jerusalén. ¡Mira! Tu rey mismo viene a ti. Es justo, sí, salvado; humilde, y cabalga sobre un asno, aun sobre un animal plenamente desarrollado, hijo de un asna”[111]; “¡Miren! Jehová mismo ha hecho oír [esto] hasta la parte más lejana de la tierra: “Digan a la hija de Sión: ‘¡Mira! Tu salvación viene. ¡Mira! El galardón que él da está con él, y el salario que él paga está delante de él’”[112]; “tomaron ramas de palmeras y salieron a su encuentro. Y se pusieron a gritar: “¡Salva, te rogamos! ¡Bendito es el que viene en el nombre de Jehová, sí, el rey de Israel!”[113]; “Pues bien, cuando se acercaron a Jerusalén y llegaron a Betfagué en el monte de los Olivos, entonces Jesús envió a dos discípulos, diciéndoles: “Pónganse en camino a la aldea que está a su vista, y en seguida hallarán un asna atada, y un pollino con ella; desátenlos y tráiganmelos. Y si alguien les dice algo, tienen que decir: ‘El Señor los necesita’. Con eso él los enviará inmediatamente”. Esto verdaderamente se efectuó para que se cumpliera lo que se había hablado mediante el profeta, que dijo: “Digan a la hija de Sión: ‘¡Mira! Tu Rey viene a ti, de genio apacible, y montado sobre un asno, sí, sobre un pollino, prole de una bestia de carga’”. De modo que los discípulos se pusieron en camino e hicieron exactamente como les había ordenado Jesús. Y trajeron el asna y su pollino, y pusieron sobre estos las prendas de vestir exteriores de ellos, y él se sentó sobre estas. La mayor parte de la muchedumbre tendió sus prendas de vestir exteriores en el camino, mientras otros se pusieron a cortar ramas de los árboles y a tenderlas por el camino. En cuanto a las muchedumbres, los que iban delante de él y los que seguían, clamaban: “¡Salva, rogamos, al Hijo de David! ¡Bendito es el que viene en el nombre de Jehová! ¡Sálvalo, rogamos, en las alturas!”. Entonces, cuando él entró en Jerusalén, toda la ciudad se puso en conmoción, y decían: “¿Quién es este?”. Las muchedumbres seguían diciendo: “¡Este es el profeta Jesús, de Nazaret de Galilea!”[114].
f. ¿A quién vio Isaías en el capítulo 6? “Mientras tienen la luz, ejerzan fe en la luz, para que lleguen a ser hijos de la luz”. Jesús habló estas cosas y se fue y se escondió de ellos. Pero aunque había ejecutado tantas señales delante de ellos, no ponían fe en él, de modo que se cumplió la palabra de Isaías el profeta, que él dijo: “Jehová, ¿quién ha puesto fe en la cosa oída por nosotros? Y en cuanto al brazo de Jehová, ¿a quién ha sido revelado?” La razón por la cual no podían creer es que otra vez dijo Isaías: “Él les ha cegado los ojos y ha hecho duro su corazón, para que no vean con los ojos y capten la idea con su corazón y se vuelvan y yo los sane”. Isaías dijo estas cosas porque vio su gloria, y habló de él”[115]; “Así, porque estaban en desacuerdo unos con otros, empezaron a irse, mientras Pablo hacía este único comentario: “Aptamente habló el espíritu santo por Isaías el profeta a los antepasados de ustedes, diciendo: ‘Ve a este pueblo y di: “Oyendo, oirán, pero de ningún modo entenderán; y, mirando, mirarán, pero de ningún modo verán”[116].
g. ¿Quién sosiega el mar y calma la tempestad? Despierta, sí. ¿Por qué sigues durmiendo, oh Jehová? De veras despierta. No sigas desechando para siempre. ¿Por qué mantienes oculto tu rostro mismo? ¿Por qué te olvidas de nuestra aflicción y de nuestra opresión? Porque nuestra alma se ha inclinado hasta el polvo mismo; nuestro vientre se ha adherido a la tierra misma. Levántate, sí, en nuestro auxilio y redímenos por causa de tu bondad amorosa”[117]; “Tú estás gobernando sobre la hinchazón del mar; cuando levanta sus olas, tú mismo las calmas”[118]; “En el transcurso de uno de los días, él y sus discípulos entraron en una barca, y él les dijo: “Pasemos al otro lado del lago”. De modo que se hicieron a la vela; Entonces les dijo: “¿Dónde está su fe?”. Pero ellos, sobrecogidos de temor, se maravillaban, y se decían unos a otros: “¿Quién, realmente, es este, porque ordena hasta a los vientos y al agua, y le obedecen?”[119].
h. ¿Quién es nuestra justicia? “Pero si ustedes no obedecen estas palabras, por mí mismo de veras juro —es la expresión de Jehová— que esta casa llegará a ser simplemente un lugar devastado.’ ”Porque esto es lo que ha dicho Jehová respecto a la casa del rey de Judá: ‘Tú eres para mí como Galaad, la cabeza del Líbano. Con toda seguridad haré de ti un desierto; en cuanto a las ciudades, ni una sola será habitada. Y ciertamente santificaré contra ti a los que traigan ruina, a cada uno y sus armas; y tendrán que cortar los más selectos de tus cedros y hacer que caigan en el fuego”[120].
Todas estas profecías mesiánicas mencionan como el sujeto que efectúa la acción a Adonay, sin embargo en el Nuevo Testamento se aplican a Jesucristo: Adonay-Jesús.
3. A Jesucristo se le atribuyen los mismos atributos, nombres y gloria que a Adonay y al Espíritu Santo.
a. Luz: “Y, por otra parte, yo mismo he llegado a estar lleno de poder, con el Espíritu de Jehová, y de justicia y poderío, para informar a Jacob su sublevación y a Israel su pecado”[121]; “Y este es el mensaje que hemos oído de él y les estamos anunciando: que Dios es luz y no hay oscuridad alguna en unión con él”[122]; “Por lo tanto Jesús les habló otra vez, diciendo: “Yo soy la luz del mundo. El que me sigue, de ninguna manera andará en oscuridad, sino que poseerá la luz de la vida”[123].
b. Vida: “por medio de él era vida, y la vida era la luz de los hombres”[124]; “Jesús le dijo: “Yo soy el camino y la verdad y la vida. Nadie viene al Padre sino por mí”[125]; “mientras que mataron al Agente Principal de la vida. Pero Dios lo ha levantado de entre los muertos, del cual hecho nosotros somos testigos”[126].
c. Verdad: “El que ha aceptado su testimonio ha puesto su sello a esto: que Dios es veraz”[127]; “¡Jamás suceda eso! Más bien, sea Dios hallado veraz, aunque todo hombre sea hallado mentiroso, así como está escrito: “Para que seas probado justo en tus palabras y ganes cuando se te esté juzgando”[128]; “Porque la Ley fue dada por medio de Moisés, la bondad inmerecida y la verdad vinieron a ser por medio de Jesucristo”[129]; “Jesús le dijo: “Yo soy el camino y la verdad y la vida. Nadie viene al Padre sino por mí”[130]; “Y al ángel de la congregación que está en Laodicea escribe: Estas son las cosas que dice el Amén, el testigo fiel y verdadero, el principio de la creación por Dios”[131]; “Y vi el cielo abierto, y, ¡miren!, un caballo blanco. Y el que iba sentado sobre él se llama Fiel y Verdadero, y juzga y se ocupa en guerrear con justicia”[132].
d. Salvador: “y mi espíritu no puede menos que llenarse de gran gozo a causa de Dios mi Salvador”[133]; “Y nos ha levantado un cuerno de salvación en la casa de David su siervo”[134]; “y empezaron a decir a la mujer: “Ya no creemos a causa de tu habla; porque hemos oído por nosotros mismos y sabemos que este hombre es verdaderamente el salvador del mundo”[135]; “A este, Dios lo ensalzó a su diestra como Agente Principal y Salvador, para dar a Israel arrepentimiento y perdón de pecados”[136]; “Esto es excelente y acepto a vista de nuestro Salvador, Dios”[137]; “Porque con este fin estamos trabajando duro y esforzándonos, porque hemos cifrado nuestra esperanza en un Dios vivo, que es Salvador de hombres de toda clase, especialmente de los fieles”[138]; “mientras aguardamos la feliz esperanza y la gloriosa manifestación del gran Dios y del Salvador nuestro, Cristo Jesús”[139]; “Este Espíritu él lo derramó ricamente sobre nosotros mediante Jesucristo nuestro Salvador”[140]; “Además, nosotros mismos hemos contemplado, y de ello estamos dando testimonio, que el Padre ha enviado a su Hijo como Salvador del mundo”[141]; “al único Dios nuestro Salvador mediante Jesucristo nuestro Señor, sea gloria, majestad, potencia y autoridad por toda la eternidad pasada y ahora y para toda la eternidad. Amén”[142].
e. Yo Soy: “Ante esto, Dios dijo a Moisés: “YO RESULTARÉ SER LO QUE RESULTARÉ SER”. Y añadió: “Esto es lo que has de decir a los hijos de Israel: ‘YO RESULTARÉ SER me ha enviado a ustedes’”[143]; “Por eso les dije: Morirán en sus pecados. Porque si no creen que yo soy, morirán en sus pecados…, Por lo tanto, dijo Jesús: “Una vez que hayan alzado al Hijo del hombre, entonces sabrán que yo soy [ese], y que no hago nada por mi propia iniciativa; sino que hablo estas cosas así como el Padre me ha enseñado…, Jesús les dijo: “Muy verdaderamente les digo: Antes que Abrahán llegara a existir, yo he sido”[144].
f. El Buen Pastor: “Jehová es mi Pastor. Nada me faltará. En prados herbosos me hace recostar; me conduce por descansaderos donde abunda el agua. Refresca mi alma. Me guía por los senderos trillados de la justicia por causa de su nombre. Aunque ande en el valle de sombra profunda, no temo nada malo, porque tú estás conmigo; tu vara y tu cayado son las cosas que me consuelan. Dispones ante mí una mesa enfrente de los que me muestran hostilidad. Con aceite me has untado la cabeza; mi copa está bien llena. De seguro el bien y la bondad amorosa mismos seguirán tras de mí todos los días de mi vida; y ciertamente moraré en la casa de Jehová hasta la largura de días”[145]; “Yo soy el pastor excelente; el pastor excelente entrega su alma a favor de las ovejas”[146].
g. Rey de Israel: “Esto es lo que ha dicho Jehová, el Rey de Israel y el Recomprador de él, Jehová de los ejércitos: ‘Yo soy el primero y yo soy el último, y fuera de mí no hay Dios”[147]; “Yo soy Jehová el Santo de ustedes, el Creador de Israel, su Rey”[148]; “tomaron ramas de palmeras y salieron a su encuentro. Y se pusieron a gritar: “¡Salva, te rogamos! ¡Bendito es el que viene en el nombre de Jehová, sí, el rey de Israel!”[149].
h. Rey de Reyes y Señor de Señores: “Estos combatirán contra el Cordero, pero, porque es Señor de señores y Rey de reyes, el Cordero los vencerá. También, los llamados y escogidos y fieles que con él están lo harán”[150]; “Esta manifestación la mostrará a los propios tiempos señalados de ella el feliz y único Potentado, él el Rey de los que reinan y Señor de los que gobiernan como señores”[151].
i. Gran Rey: ““Y maldito es el que actúa astutamente cuando existe en su hato un animal macho, y hace un voto y sacrifica uno arruinado a Jehová. Porque yo soy un gran Rey, ha dicho Jehová de los ejércitos, y mi nombre será inspirador de temor entre las naciones”[152]; “ni por la tierra, porque es el escabel de sus pies; ni por Jerusalén, porque es la ciudad del gran Rey”[153].
j. Redentor: “No tengas miedo, gusano Jacob, ustedes los hombres de Israel. Yo mismo ciertamente te ayudaré, es la expresión de Jehová, aun tu Recomprador, el Santo de Israel”[154]; “Hay Uno que nos está recomprando. Jehová de los ejércitos es su nombre, el Santo de Israel”[155]; “y es como dádiva gratuita que por su bondad inmerecida se les está declarando justos mediante la liberación por el rescate pagado por Cristo Jesús”[156]; “Pero a él se debe el que ustedes estén en unión con Cristo Jesús, que ha venido a ser para nosotros sabiduría procedente de Dios, también justicia y santificación y liberación por rescate”[157]; “él entró, no, no con la sangre de machos cabríos y de torillos, sino con su propia sangre, una vez para siempre en el lugar santo, y obtuvo liberación eterna para nosotros”[158].
k. El que escudriña la mente y el corazón: “Y a los hijos de ella los mataré con plaga mortífera, de modo que todas las congregaciones sabrán que yo soy el que escudriña los riñones y corazones, y a ustedes les daré individualmente según sus hechos”[159]; “Yo, Jehová, estoy escudriñando el corazón, examinando los riñones, aun para dar a cada uno conforme a sus caminos, conforme al fruto de sus tratos”[160].
l. El Sustentador de todas las cosas: “Él es el reflejo de [su] gloria y la representación exacta de su mismo ser, y sostiene todas las cosas por la palabra de su poder; y después de haber hecho una purificación por nuestros pecados se sentó a la diestra de la Majestad en lugares encumbrados”[161]; “También, él es antes de todas las [otras] cosas y por medio de él se hizo que todas las otras cosas existieran”[162].
4. Jesucristo asume prerrogativas y títulos que son conferidos solo a Dios.
“Pero nosotros sabemos que el Hijo de Dios ha venido, y nos ha dado capacidad intelectual para que adquiramos el conocimiento del verdadero. Y estamos en unión con el verdadero, por medio de su Hijo Jesucristo. Este es el Dios verdadero y vida eterna”[163]; “mientras aguardamos la feliz esperanza y la gloriosa manifestación del gran Dios y del Salvador nuestro, Cristo Jesús”[164]; “a quienes pertenecen los antepasados y de quienes provino el Cristo según la carne: Dios, que está sobre todos, sea bendito para siempre. Amén”[165]; “Simón Pedro, esclavo y apóstol de Jesucristo, a los que han obtenido una fe, tenida en igualdad de privilegio con la nuestra, por la justicia de nuestro Dios y del Salvador Jesucristo”[166]; “Pero respecto al Hijo: “Dios es tu trono para siempre jamás, y el cetro de tu reino es el cetro de rectitud”[167]; “¡Miren! La virgen quedará encinta y dará a luz un hijo, y le pondrán por nombre Emmanuel”, que, traducido, significa: “Con Nosotros Está Dios”[168]; “Porque un niño nos ha nacido, un hijo se nos ha dado; y el regir principesco vendrá a estar sobre su hombro. Y por nombre se le llamará Maravilloso Consejero, Dios Poderoso, Padre Eterno, Príncipe de Paz”[169]; “En contestación, Tomás le dijo: “¡Mi Señor y mi Dios!””[170].
Además de todo esto, tomemos en cuenta que los primeros cristianos utilizaban fórmulas trinitarias. “La bondad inmerecida del Señor Jesucristo y el amor de Dios y la participación en el Espíritu Santo estén con todos ustedes”[171]. “Pero ustedes han sido lavados, pero ustedes han sido santificados, pero ustedes han sido declarados justos en el nombre de nuestro Señor Jesucristo y con el Espíritu de nuestro Dios”[172]; “Un cuerpo hay y un espíritu, así como ustedes fueron llamados en una sola esperanza a la cual fueron llamados; un Señor, una fe, un bautismo, un Dios y Padre de todos, que es sobre todos y por todos y en todos”[173].
Los primeros cristianos no se temían incluir en sus cartas, como la Segunda a los Corintios, con una triple invocación en la que se unían el Padre, el Hijo y el Espíritu; tampoco les avergonzaba recordar que toda la labor de salvación en su vida era fruto del Padre, del Hijo y del Espíritu, y sentían un especial orgullo al poder decir que en su vida estaba presente un solo Señor, un solo Espíritu y un solo Padre. Esa era su experiencia vital y su fe, y jamás se les hubiera podido pasar por la cabeza que el Espíritu que movía a la Iglesia era una simple fuerza activa sin personalidad, y que el Hijo no era sino un “dios”, un arcángel encarnado.
Los primeros cristianos creían que los dones entregados a la Iglesia procedían de la Deidad Trina. No era solo el testimonio de los apóstoles lo que movía a los primeros cristianos a confirmarse en aquella fe trina, sino también la propia experiencia cotidiana de vida eclesial. Existía en ellos la absoluta convicción de que su vida de fe edificada por los carismas divinos era alimentada por las tres personas de la Deidad: “Ahora bien, hay variedades de dones, pero hay el mismo Espíritu, y hay variedades de ministerios, y sin embargo hay el mismo Señor, y hay variedades de operaciones, y sin embargo es el mismo Dios quien ejecuta todas las operaciones en todos”[174].
En el bautismo se usa la fórmula trinitaria. A fin de cuentas, todo lo que hemos visto con anterioridad no tenía nada de extraño para los primeros cristianos. En la enseñanza de los apóstoles se había transmitido la orden dada por el propio Jesús en el sentido de que el bautismo, se celebrara en el nombre común del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo: “Vayan, por lo tanto, y hagan discípulos de gente de todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo”[175].
Jesús no atribuyó nombres distintos a cada una de las tres personas de la Deidad, sino que enseñó la existencia de un nombre común a los tres. Pero ¿es siquiera creíble que Dios iba a tener un nombre común con un arcángel y una fuerza que ni siquiera tiene personalidad? Resulta patente que no; como también resultará claro, tras la lectura de las evidencias bíblicas indicadas en las páginas anteriores, que la Biblia sí enseña la doctrina de la Deidad Trina.
E. Citas de los cristianos primitivos acerca de la Deidad Trina.
1. Policarpo (70-155/160). Obispo de Esmirna, discípulo del Apóstol Juan. “Señor Dios omnipotente: Padre de tu amado y bendecido siervo Jesucristo ... Yo te bendigo, porque me tuviste por digno de esta hora, a fin de tomar parte ... en la incorrupción del Espíritu Santo... Tú, el infalible y verdadero Dios. Por lo tanto, yo te alabo... por mediación del eterno y celeste Sumo Sacerdote, Jesucristo, tu siervo amado, por el cual sea gloria a Ti con el Espíritu Santo, ahora y en los siglos por venir”[176].
2. Ignacio de Antioquía (35-107). Obispo de Antioquía. En su camino al martirio, escribió varias cartas en defensa de la fe cristiana. “Sois piedras del templo del Padre, preparadas para la construcción de Dios Padre, levantadas a las alturas por la palanca de Jesucristo, que es la cruz, haciendo veces de cuerda el Espíritu Santo”[177]. “La verdad es que nuestro Dios Jesús, el Ungido, fue llevado por María en su seno conforme a la dispensación de Dios [Padre]; del linaje, cierto, de David; por obra, empero, del Espíritu Santo”[178].
3. Justino Mártir (100-165). Fue un maestro, apologista y mártir, discípulo de Policarpo. “A Él [el "Dios verdaderísimo"] y al Hijo, que de El vino y nos enseñó todo esto... y al Espíritu profético, le damos culto y adoramos, honrándolos con razón y verdad”[179]. “entonces toman en el agua el baño en el nombre de Dios, Padre y Soberano del universo, y de nuestro Salvador Jesucristo, y del Espíritu Santo”[180].
4. Ireneo (115-190). Originario de Asia Menor, de niño fue discípulo de Policarpo. Llegó a ser obispo de Lyon, en las Galias. Fue el principal teólogo del siglo II. “La Iglesia, aunque dispersa en todo el mundo, hasta lo último de la tierra, ha recibido de los apóstoles y sus discípulos esta fe: ...un Dios, el Padre Omnipotente, hacedor del cielo y de la tierra y del mar y de todas las cosas que en ellos hay; y en un Jesucristo, el Hijo de Dios, quien se encarnó para nuestra salvación; y en el Espíritu Santo, quien proclamó por medio de los profetas las dispensaciones de Dios y los advenimientos y el nacimiento de una virgen, y la pasión, y la resurrección de entre los muertos, y la ascensión al cielo, en la carne, del amadísimo Jesucristo, nuestro Señor, y Su manifestación desde el cielo en la gloria del Padre, a fin de ‘reunir en uno todas las cosas’, y para resucitar renovada toda carne de la entera raza humana, para que ante Jesucristo, nuestro Señor, y Dios , y Salvador, y Rey, según la voluntad del Padre invisible, ‘se doble toda rodilla, de las cosas en los cielos, y las cosas en la tierra, y las cosas debajo de la tierra, y que toda lengua le confiese, y que El ejecute un justo juicio sobre todos...”[181].
5. Teófilo de Antioquía (Siglo II). Obispo de Antioquía y apologista. Presentó la doctrina cristiana a los paganos. “Igualmente también los tres días que preceden a la creación de los luminares son símbolos de la Trinidad, de Dios, de su Verbo y de su Sabiduría [el Espíritu]”[182].
6. Atenágoras de Atenas (Siglo II). Defensor de la fe cristiana. Dirigió una “Legación” o defensa de los cristianos al emperador Marco Aurelio y su hijo Cómodo, hacia 177. “¿Quién, pues, no se sorprenderá de oír llamar ateos a quienes admiten un Dios Padre y a un Dios Hijo y un Espíritu Santo, que muestran su potencia en la unidad y su distinción en el orden?”[183].
7. Tertuliano de Cartago (160-215). Apologista y teólogo africano. De profesión abogado, escribió elocuentemente en defensa del cristianismo. “Definimos que existen dos, el Padre y el Hijo, y tres con el Espíritu Santo, y este número está dado por el modelo de la salvación... [el cual] trae unidad en trinidad, interrelacionando los tres, el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. Ellos son tres, no en dignidad, sino en grado; no en sustancia sino en forma; no en poder, sino en clase. Ellos son de una sustancia y poder, porque hay un Dios de quien estos grados, formas y clases se muestran en el nombre del Padre, Hijo y Espíritu Santo”[184].
8. Orígenes (185-254). Teólogo de Alejandría, crítico y exegeta bíblico, teólogo, prolífico autor. Discípulo de Clemente de Alejandría. “Si alguno dijese que el Verbo de Dios o la Sabiduría de Dios tuvieron un comienzo, advirtámosle no sea que dirija su impiedad también contra el ingénito Padre, ya que negaría que El fue siempre Padre y que El ha engendrado siempre al Verbo, y que siempre tuvo sabiduría en todos los tiempos previos o edades, o cualquier cosa que pueda imaginarse previamente. No puede haber título más antiguo del Dios omnipotente que el de Padre, y es a través del Hijo que El es Padre”[185]. “Pues si este fuera el caso [que el Espíritu Santo no fuese eternamente como El es, y hubiese recibido conocimiento en algún momento y entonces llegado a ser el Espíritu Santo] el Espíritu Santo nunca hubiese sido reconocido en la unidad de la Trinidad, es decir, junto con los inmutables Padre e Hijo, a menos que El siempre hubiese sido el Espíritu Santo... De todos modos, parece apropiado inquirir cuál es la razón por la cual quien es regenerado por Dios para salvación tiene que ver tanto con el Padre y el Hijo como con el Espíritu Santo, y no obtiene la salvación sino con la cooperación de toda la Trinidad; y por qué es imposible tener parte con el Padre y el Hijo, sin el Espíritu Santo”[186]. “Más aún, nada en la Trinidad puede ser llamado mayor o menor, ya que la fuente de la divinidad sola contiene todas las cosas por Su palabra y razón, y por el Espíritu de Su boca santifica todas las cosas dignas de ser santificadas... Habiendo hecho estas declaraciones concernientes a la Unidad del Padre, y del Hijo y del Espíritu Santo, retornemos al orden en el cual comenzamos la discusión. Dios el Padre otorga, ante todo, la existencia; y la participación en Cristo, considerando que Su ser es la palabra de la razón, los torna seres racionales... y es la gracia del Espíritu Santo presente por la cual aquellos seres que no son santos por esencia, pueden ser tornados santos por participar de ella”[187].
Es muy interesante que los antitrinitarios sostienen que la doctrina de la Deidad Trina no es una bíblica ni fue enseñada hasta el Concilio de Nicea en 325, pero, ¿por qué existen estos textos? La respuesta es simple: La doctrina de la Deidad Trina sí es una bíblica y sí se enseñó antes del Concilio de Nicea. Podría agregarse que el Concilio de Nicea no hizo más que poner en claro, de manera consensada, lo que ya era, hace tiempo, la doctrina ortodoxa enseñada y aceptada por los cristianos.
Para concluir esta sección, deseo aclarar que casi todas las citas bíblicas fueron tomadas de la versión Nuevo Mundo, publicada por la Watchtower, de la secta unitaria de los Testigos de Jehová, debido a que, aunque está saturada no solo de errores de traducción y de redacción, pero siendo ellos los principales opositores de la doctrina de la Deidad Trina, es importante que sea con su propia traducción que se base la defensa de esta.
[1] Isaías 55.8-9. BAD
[2] 1 Corintios 13.12. SEE
[3] Mateo 16.13-20. RV60
[4] Mateo 12.24. Ibid
[5] Mateo 21.23.
[6] Juan 10.33
[7] Colosenses 1.15. Ibid
[8] 1 Juan 5.20. Ibid
[9] Romanos 9.5. Ibid
[10] Tito 1.13. Ibid
[11] 2 Pedro 1.1. Ibid
[12] Juan 1.1. Ibid
[13] Juan 1.1. VNM
[14] Juan 1.1. IntEspWH
[15] CD
[16] Hebreos 1.8. BL95
[17] Mateo 16.16. Ibid
[18] Mateo 22.43-45. BLS
[19] Revelación 19.16. BPD
[20] VNM
[21] Mateo 28.18. VNM
[22] Juan 1.48. Ibid
[23] Mateo 18.20. Ibid
[24] Juan 1.4. EUNSA
[25] Juan 14.6. VNM
[26] Hebreos 13.8. Ibid
[27] Hebreos 1.6. Ibid
[28] Mateo 14.33. Ibid
[29] Filipenses 2.10. Ibid
[30] Juan 10.30. Ibid
[31] Juan 14.23. Ibid
[32] Mateo 28.19. Ibid
[33] 2 Corintios 13.14. Ibid
[34] 1 Corintios 2.10-11. Ibid
[35] Efesios 4.30. Ibid
[36] 1 Corintios 12.11. Ibid
[37] Juan 14.26. Ibid
[38] Romanos 8.14. Ibid
[39] Hechos 13.4. Ibid
[40] Génesis 6.3. Ibid
[41] Romanos 8.26. Ibid
[42] Juan 15.26. Ibid
[43] 2 Pedro 1.21. Ibid
[44] Hechos 10.19-21.Ibid
[45] Hechos 5.3. Ibid
[46] Hechos 7.51. Ibid
[47] Salmos 51.11. Ibid
[48] Mateo 12.31. Ibid
[49] Efesios 4.30. Ibid
[50] Hebreos 10.29. Ibid
[51] 1 Tesalonicenses 5.19. Ibid
[52] 1 Corintios 6.11. Ibid
[53] Juan 14.16. Ibid
[54] Romanos 8.15. Ibid
[55] 2 Corintios 3.17. Ibid
[56] 1 Corintios 2.10-11. Ibid
[57] Salmos 139.7. Ibid
[58] 1 Corintios 6.19. Ibid
[59] Génesis 1.2. BAD
[60] 1 Juan 5.6. VNM
[61] Romanos 8.2. Ibid
[62] Isaías 40.13. Ibid
[63] Génesis 1.2. Septuaginta
[64] 2 Pedro 1.21. VNM
[65] Lucas 1.35. Ibid
[66] Juan 16.8. Ibid
[67] Juan 3.5-6. Ibid
[68] Juan 14.6. Ibid
[69] Romanos 8.26-27. Ibid
[70] 2 Tesalonicenses 2.13. Ibid
[71] Mateo 28.19. Ibid
[72] Hechos 5.3-4. Ibid
[73] Zacarías 14.9. Ibid
[74] Juan 1.18. Ibid
[75] Juan 15.26. Ibid
[76] 1 Pedro 1.2. Ibid
[77] Juan 5.17-30,32. Ibid
[78] Génesis 1.26-27. Ibid
[79] Génesis 3.22. Ibid
[80] Génesis 11.5-9. Ibid
[81] Isaías 6.8. Ibid
[82] Génesis 2.24. Ibid
[83] Génesis 11.1. Ibid
[84] Génesis 11.6. Ibid
[85] Ezequiel 37.17. Ibid
[86] Génesis 20.13; 35.7.
[87] Deuteronomio 4.7, Josué 24.19.
[88] VNM
[89] Ibid
[90] Ibid
[91] Ibid
[92] Éxodo 3.14.
[93] Juan 14.6.
[94] Juan 10.9.
[95] Juan 6.35.
[96] Juan 11.25.
[97] Juan 4.26.
[98] Juan 11.25.
[99] Juan 8.12.
[100] Juan 15.1.
[101] Revelación 22.13.
[102] Revelación 1.17.
[103] Juan 8.25. VNM
[104] Juan 8.28. Ibid
[105] Juan 8.58. Ibid
[106] Zacarías 12.10. Ibid
[107] Zacarías 11.12-13. Ibid
[108] Malaquías 3.1-3. Ibid
[109] Isaías 40.3-5. Ibid
[110] Zacarías 14.1-4. Ibid
[111] Zacarías 9.9. Ibid
[112] Isaías 62.11. Ibid
[113] Juan 12.13. Ibid
[114] Mateo 21.1-11. Ibid
[115] Juan 12.36-41. Ibid
[116] Hechos 28.25-26. Ibid
[117] Salmos 44.23-26. Ibid
[118] Salmos 89.9. Ibid
[119] Lucas 8.22; 25. Ibid
[120] Jeremías 22.5-7. Ibid
[121] Miqueas 3.8. Ibid
[122] 1 Juan 1.5. Ibid
[123] Juan 8.12 Ibid
[124] Juan 1.4. Ibid
[125] Juan 14.6. Ibid
[126] Hechos 3.15. Ibid
[127] Juan 3.33. Ibid
[128] Romanos 3.4. Ibid
[129] Juan 1.17. Ibid
[130] Juan 14.6. Ibid
[131] Revelación 3.14. Ibid
[132] Revelación 19.11. Ibid
[133] Lucas 1.47. Ibid
[134] Lucas 1.69. Ibid
[135] Juan 4.42. Ibid
[136] Hechos 5.31. Ibid
[137] 1 Timoteo 2.3. Ibid
[138] 1 Timoteo 4.10. Ibid
[139] Tito 2.13. Ibid
[140] Tito 3.6. Ibid
[141] 1 Juan 4.14. Ibid
[142] Judas 25. Ibid
[143] Éxodo 3.14. Ibid
[144] Juan 8:24, 28, 58. Ibid
[145] Salmos 23. Ibid
[146] Juan 10.11. Ibid
[147] Isaías 44.6. Ibid
[148] Isaías 43.15. Ibid
[149] Juan 12.13. Ibid
[150] Revelación 17.14. Ibid
[151] 1 Timoteo 6.15. Ibid
[152] Malaquías 1.14. Ibid
[153] Mateo 5.35. Ibid
[154] Isaías 41.14. Ibid
[155] Isaías 47.4. Ibid
[156] Romanos 3.24. Ibid
[157] 1 Corintios 1.30. Ibid
[158] Hebreos 9.12. Ibid
[159] Revelación 2.23. Ibid
[160] Jeremías 17.10. Ibid
[161] Hebreos 1.3. Ibid
[162] Colosenses 1.17. Ibid
[163] 1 Juan 5.20. Ibid
[164] Tito 2.13. Ibid
[165] Romanos 9.5. Ibid
[166] 2 Pedro 1.1. Ibid
[167] Hebreos 1.8. Ibid
[168] Mateo 1.23. Ibid
[169] Isaías 9.6. Ibid
[170] Juan 20.28. Ibid
[171] 2 Corintios 13.13. Ibid
[172] 1 Corintios 6.11. Ibid
[173] Efesios 4.4-6. Ibid
[174] 1 Corintios 12.4-6. Ibid
[175] Mateo 28.19. Ibid
[176] Martirio de San Policarpo, 14:1-3, en D. Ruiz Bueno, Ed., Padres Apostólicos, p. 682
[177] Carta a los Efesios, 9: 1; Ibid, pág. 452-453
[178] Carta a los Efesios, 17:2; Ibid, pág. 457
[179] Primera Apología 6: 2; en D. Ruiz Bueno, Ed., Padres Apologetas Griegos, pág. 187
[180] Primera Apología 61:3; Ibid, pág. 250
[181] Contra todas las herejías, I, 10:1; en Ante-Nicene Fathers vol. 1
[182] Tres libros a Autólico II:15; en Ruiz Bueno, Padres Apologetas Griegos, pág. 805
[183] Legación a favor de los cristianos, 10; Ibid, pág. 661
[184] Contra Praxíteles, 23; PL 2.156-7
[185] Sobre los principios 1.2.; Patrologia Graeca 11.132
[186] Sobre los principios I, 3:4-5, en Alexander Roberts y James Donaldson, eds., The Ante-Nicene Fathers, Grand Rapids: Eerdmans, Reimpr. 1989, Vol. 4, pág. 253
[187] Sobre los principios I, 3: 7-8, en Roberts and Donaldson, pág. 255
La enseñanza de la Deidad Trina es una que va más allá del alcance de la mentalidad humana. La mente humana no puede percibir las cosas de Dios porque le son locura. Juan Wesley dijo: “Muéstrame una lombriz que pueda comprender al hombre, y yo te mostrare a un hombre que puede comprender a un Dios trino”. El profeta lo expresa de la siguiente manera: “Porque mis pensamientos no son los vuestros, ni vuestros caminos son los míos—afirma el Señor—. Mis caminos y mis pensamientos son más altos que los vuestros; ¡más altos que los cielos sobre la tierra!”[1].
La lógica humana no logra concebir lo que Dios hace y como funciona. Cuando queremos aplicar lógica humana a Dios y su Palabra, nunca llegaremos a una conclusión verdadera porque la mente humana no entiende las cosas de Dios porque le son locura, y no será hasta que estemos delante del Señor que lograremos comprender todo, como lo dijera Pablo: “Ahora vemos como por espejo, en obscuridad; mas entonces veremos cara a cara; ahora conozco en parte; mas entonces conoceré como soy conocido”[2].
Los opositores de la doctrina de la Deidad Trina tienen tan solo cuatro puntos en donde basan su disconformidad, los cuales son:
1. Que la palabra Trinidad no se encuentra en la Biblia y que este término fue inventado por los teólogos.
2. Que desde tiempos primitivos hubo quienes no creyeron que Jesucristo era Dios y que algunos Padres de la Iglesia tenían divergencias en cuanto a esta doctrina.
3. Que esta doctrina es pagana, por cuanto las naciones politeístas de la antigüedad creían en dioses de tres cabezas o en tríadas de dioses y que los cristianos tomaron estas enseñanzas del paganismo.
4. Que en la Biblia, en ningún lugar habla de la Deidad como siendo un solo Dios y tres personas diferentes.
Responderemos a estos argumentos de forma rápida para luego introducirnos más profundamente en la doctrina de la Deidad Trina.
1. Cuando los cristianos hablamos de la Trinidad o más correctamente Deidad Trina, estamos perfectamente conscientes que esta palabra no se encuentra en la Biblia. O sea que ellos no han hecho ningún descubrimiento novedoso. Nosotros declaramos que este es solo un término técnico para describir una verdad revelada y enseñada ampliamente en la Biblia. La Biblia enseña muchas verdades y nosotros le ponemos nombre a esas verdades. Por ejemplo: ¿dónde se encuentra en la Biblia la palabra “personalidad” o “persona” para designar a Dios? Tampoco la Biblia, o los escritores bíblicos malgastan el tiempo para exponer razones evidentes para demostrar la personalidad de Dios. La Biblia dice: “Dios es Espíritu”, pero no dice: “Dios es una persona”. La palabra “persona” es el término “no bíblico” para designar “una verdad bíblica”. Cuando leemos que Dios habla, ve, oye, piensa, siente, hace decisiones, se comunica con sus criaturas racionales, etc., nos damos cuenta que estamos en presencia de “una persona”, ya que se le atribuyen cualidades, facultades o atributos personales. Lo mismo pasa con el término “atributo”. En ningún lugar de la Biblia se le aplica a Dios esta palabra para designar sus capacidades sobrenaturales, pero cuando leemos que Dios es Todopoderoso, que está en todo lugar, que todo lo sabe, nos damos cuenta que estamos en presencia de “atributos” que solo pertenecen a Dios y aunque no aparece esta palabra sin embargo lo que enseña ella sí está en la Biblia. Lo mismo pasa con el término teológico “tricotomía”, “dicotomía”, “plan de salvación”, términos que no encuentra en la Biblia pero designan verdades contenidas y enseñadas por la misma. Quiere decir todo esto, que, aunque la palabra Trinidad no se encuentra en la Biblia, la verdad de la Deidad Trina sí.
2. Jesucristo tuvo y tiene muchos enemigos que no creyeron ni creen en él. Y como hoy no lo aceptaron. Su figura fue distorsionada. Su naturaleza y carácter menoscabado. A esas personas se refirió Jesús, cuando en las cercanías de Cesarea de Filipos le preguntó a sus Apóstoles: “¿Quiénes dicen las gentes que es el Hijo del Hombre?” Estando todavía Jesucristo en su cuerpo de carne, frente a un mundo que lo veía y oía, existía opiniones erradas sobre su persona. Los más sobrios opinaban que era “Elías, otros Juan el Bautista que ha resucitado, o alguno de los profetas”[3]. Pedro, iluminado por el Padre tenía la respuesta correcta: “Tu eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente”. Declaración cargada de toda una profundidad que los teólogos de su tiempo nunca llegaron a descubrir y que también tenían su opinión sobre Jesús: “Este no echa los demonios sino por Belcebú, príncipe de los demonios”[4], dudaban de su autoridad[5], de su divinidad[6], sin embargo, aún en sus dudas reconocían que las palabras de Jesús no hacían otra cosas que declarar que él es Dios. En su tiempo el apóstol Pablo tuvo que luchar a brazo partido con aquellos a los cuales llamó “apóstatas de la fe”; gente que “naufragaron en cuanto a la fe” porque negaron la naturaleza divina de Jesús. Influenciados por la filosofía gnóstica del primer siglo perdieron la verdadera “imagen del Dios invisible”[7] y, en su afán de definirlo lo sumieron en la más profunda de las confusiones comparándolo o haciéndolo igual a un “eón”, una creación divina pues no tuvieron la suficiente luz para entenderlo; y si bien es verdad que en la actualidad, muchos han seguido o renovado aquellas herejías antiguas que hicieron “nausear” a Pablo, y en una actitud confusa siguen sustentado argumentos contradictorios y confusos sin fundamento escritural, es necesario decir también que desde la antigüedad, desde los tiempos mismos de Jesús, personas que con mucha más razón que cualquiera, tenían razones poderosísimas para opinar sobre quién era Jesús, comenzando desde el mismo apóstol Juan que constituyera uno de los tres del círculo íntimo de Jesús y que recostara su cabeza sobre el pecho de su Maestro. Seguimos con Pablo, quién tuviera una revelación especial y directa de Jesucristo y a quien le revelara los fundamentos de la doctrina cristiana; y estos apoyados por Pedro y demás apóstoles junto con una gran cantidad de Padres de la Iglesia, escribieron para enseñarnos y demostrar a “los falsos maestros de aquellos tiempos” que Jesucristo era “el verdadero Dios y la vida eterna”[8]; que es “Dios sobre todas las cosas”[9]; “nuestro gran Dios y salvador Jesucristo”[10] y que es “nuestro Dios y salvador”[11].
Juan, Pablo, Pedro, se levantaron en su tiempo contra la herejía gnóstica que reducía a Jesucristo a un ser creado por Dios, a un simple mediador espiritual que había entre Dios y los hombres, para proclamar una y otra vez que “en el principio era el Verbo, el Verbo era con Dios Y EL VERBO ERA DIOS”[12].
La Historia nos muestra que junto con los apóstoles, muchos otros, tales como Atanasio y posteriormente Agustín, defendieron tenazmente la doctrina de la Deidad de Jesucristo. En la actualidad todos los teólogos fundamentalistas y ortodoxos, de cualquier tendencia dentro del cristianismo, creen y afirman esta doctrina que incluye la deidad de Jesús y la personalidad del Espíritu Santo. También hoy, al igual que ayer, se levantan personas, que violentando inmisericordemente toda regla de hermenéutica bíblica tratan de hacer hablar a las Escrituras un lenguaje que no es propio de ellas.
3. Si esta doctrina es pagana, porque los paganos tenían o tienen creencias parecidas, entonces la creencia en un Ser Supremo es pagana también, ya que todas las religiones paganas, aún con su politeísmo también creen en la existencia de un Dios principal, padre de todos los dioses. Entre los griegos estaba Zeus; entre los romanos, Júpiter; entre los egipcios Amón Ra y otros muchos más. Sin embargo el hecho de que estas naciones paganas, entre sus creencias erradas tenían la creencia de un Dios Padre, no quiere decir que el cristianismo absorbió esta idea del paganismo. La verdad del terrible desvío del paganismo lo presenta Pablo en la epístola a los Romanos 1.23-26. Quiere decir, que tanto la verdad del verdadero Dios como todas las otras verdades reveladas originalmente al hombre, fueron disolviéndose, deformándose, distorsionándose, producto del apartamiento paulatino del hombre del verdadero Dios y la labor de Satanás en el mente desviándolo de la verdad. Ejemplos de esto lo vemos en los sacrificios de animales. Casi todas las religiones paganas tienen como parte de su ritual de adoración los sacrificios de animales y en su degeneración más extrema, hasta de humanos. ¿Quiere decir esto que Israel absorbió del paganismo este sistema de adoración y lo incorporó al culto del Dios verdadero? Al contrario, Dios, originalmente mostró a nuestros primeros padres la forma transitoria por medio de la cual ellos debían acercarse a Él: El sacrificio de un cordero inocente, representativo del verdadero sacrificio “el Cordero de Dios” que posteriormente vendría para redimir a la humanidad y darle libre acceso a Dios. Pero Satanás distorsionó esta práctica para engañar al hombre que todavía en la actualidad persiste en este tipo de adoración paganizada. Sin embargo, aunque errados, ellos conservan los recuerdos de las verdades del conocimiento primitivo que tuvieron de parte de Dios. ¿Qué hace Dios?, por medio de su revelación escrita, La Biblia, rescata y pone de manifiesto la verdad, la libera del envoltorio del error para sacar al hombre de su ignorancia. Tal parece que, el hombre, dentro de su ignorancia fueron capaces de comprender la composición pluralista de la Deidad, de tal forma que, aún en su culto pagano trataron de similar sus “dioses” con el verdadero Dios. Tal parece que lo paganos tuvieron más luz que los unitarios. Podemos declarar, sin temor a equivocarnos que la verdad de la tri-unidad de Dios fue una de esas verdades reveladas al hombre y deformadas posteriormente por Satanás, pero es por medio de la Palabra escrita, que Dios nos pone de manifiesto su verdadera naturaleza interna, dándonos un concepto verdadero de ella, despojada de toda superstición y superchería humana. Por lo cual, antes de negar la doctrina de la Deidad Trina, la idea pagana de un Dios con tres cabezas, más bien confirma la verdad primitiva revelada por Dios.
4. Para el análisis de este argumento comenzaremos a abordar este tema desde el punto de vista histórico y bíblico, en los siguientes apartados.
A. Origen de la Doctrina.
Cuando la Iglesia comenzó a crecer, especialmente después de que el Emperador Constantino favoreciera a los cristianos, también comenzaron a surgir grupos de maestros y herejes que negaban la deidad de Cristo y la del Espíritu Santo, causando discusiones muy fuertes y confusión. En el año 215, Tertuliano plantea lo que sería conocido como la doctrina de la Trinidad. El Gnosticismo que existía desde el tiempo de los apóstoles y que fueron condenados fuertemente por Pablo en su carta a los Colosenses y por Juan en su primera epístola era uno de los grupos que negaba la deidad de Cristo y lo presentaban como un Súper Ángel que emanaba de Dios, pero era un ser inferior a Dios. Uno de los más fuertes opositores a la enseñanza de la Deidad Trina, eran los arrianos, a los que hoy conocemos como Testigos de Jehová, y que en realidad no son otra cosa que politeístas, tal como lo afirma su versión de la Biblia, la versión más corrupta que se ha hecho: “En [el] principio la Palabra era, y la Palabra estaba con Dios, y la Palabra era un dios”[13]. Aunque ellos lo nieguen, al presentar a Cristo como un “dios” y creer en Jehová como el Dios verdadero, los hace politeístas, que creen en más de un solo Dios. En forma similar creen los Mormones para quienes el Padre, Hijo y Espíritu Santo son tres dioses separados, además de creer que existen otros dioses.
El original griego de Juan 1.1 dice: “εν αρχη ην ο λογος και ο λογος ην προς τον θεον και θεος ην ο λογος”[14], que traducido literalmente dice: “En principio era el Verbo y el Verbo era hacia Dios y Dios era el Verbo”, y dándole forma legible sería: “En el principio era el Verbo y el Verbo era Dios y el Verbo era Dios”[15], lo que está en contraposición directa y clara a lo que enseñan los arrianos, que creen que Cristo fue creado después, pero que “Dios estuvo solo antes”.
Se sumó a la herejía de los trinitarios la de los Socinianos, o Unitarios, como los Pentecostales Unidos y Cristadelfianos, que consideran Cristo, el Padre y el Espíritu Santo son solo una misma Persona, y esto es precisamente lo que hace que estos grupos se confundan, ya que ellos humanizan el concepto de Dios y creen que al hablar de “Persona” de Dios, es igual a cuando se habla del humano.
Al hablar de la Persona de Dios, se encierra más; se habla de tres Personas inseparables, interdependientes, y eternamente unidas en un ser divino. La doctrina del Dios Trino establece que hay un solo Dios quien es uno en esencia o substancia, pero tres Personas que son co-iguales, inseparables, interdependientes, y eternalmente unidas en un ser y Esencia Divina.
Pero dejemos que sea la Biblia la que nos detalle las características de cada una de estas tres Personas y el por qué son Dios:
1. El Hijo.
a. Probada por sus nombres.
1) Dios: “Al Hijo, en cambio, se le dice: Tu trono, oh Dios, permanece por siglos y siglos, y tu gobierno es gobierno de justicia”[16]. ¿Cómo Dios va a permitir que al Hijo, si no los fuera, se le diera el mismo tratamiento que a Él?
2) Hijo de Dios: “Pedro contestó: "Tú eres el Mesías, el Hijo del Dios vivo”[17]. En cierto momento, según la narración de Juan 5.18, los judíos mostraban más ganas de matarle ya que Jesús llamaba a Dios Padre, lo que significaba que se hacía a si mismo igual a Dios, por lo que al afirmar Pedro que Jesús es el Hijo de Dios, está asegurando que Jesús es Dios y en lugar de ser reprendido por el mismo Jesús, es alabado por su respuesta.
3) Señor: “Jesús les dijo: -Con la ayuda del Espíritu Santo, David escribió: "Dios le dijo a mi Señor el Mesías: 'Siéntate a la derecha de mi trono hasta que yo derrote a tus enemigos' "."A ver, explíquenme: Si el rey David llama Señor al Mesías, ¿cómo puede el Mesías ser su descendiente? ¡Hasta David lo considera más importante que él mismo!”[18]. El mismo Jesús hace una defensa de su lugar como Dios delante de los fariseos, afirmando que Él es Dios, lo que nos hace admirar que haya personas que se dicen ser cristianos y que creen en la Biblia y niegan la Deidad de Cristo.
4) Rey de Reyes y Señor de señores: “En su manto y en su muslo lleva escrito este nombre: Rey de los reyes y Señor de los señores”[19]. Curiosamente, los Testigos de Jehová, que niegan la Deidad de Jesús, traducen en su corrupta versión: “Y sobre su prenda de vestir exterior, aun sobre su muslo, tiene un nombre escrito: Rey de reyes y Señor de señores”[20]. ¿Cómo si Jesús no es Dios puede tener semejante inscripción?
b. Por sus características.
1) Omnipotencia: “Y Jesús se acercó y les habló, diciendo: “Toda autoridad me ha sido dada en el cielo y sobre la tierra”[21]. Si ustedes notan, este versículo es tomado de la versión publicada por la Watchtower, y ellos lo traducen correctamente, afirmando que es Jesús quien tiene TODO el poder.
2) Omnisciencia: “Le dijo Natanael: “¿Cómo es que me conoces?”. En respuesta, Jesús le dijo: “Antes que Felipe te llamara, mientras estabas debajo de la higuera, te vi”[22]. De nuevo, la versión de los Testigos nos da la razón al aceptar que Jesús conoce todo, por lo tanto es Omnisciente, lo que lo pone en la misma categoría de Dios.
3) Omnipresencia: “Porque donde están dos o tres reunidos en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos”[23]. De nuevo, la Versión Nuevo Mundo da la razón cuando decimos que Jesús es Dios, ya es que la única manera en que Jesús pueda estar en cualquier lugar donde dos o más personas se reúnan en Su nombre. Y, ¿qué pasa cuando en diferentes lugares del mundo a la misma hora el mismo día se reúnen varias personas? Solo si Jesús es Dios, podría estar en esos lugares al mismo tiempo.
4) Vida: “En él estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres”[24]. Nadie, por necio que sea, podría afirmar que un ser que no es Dios, podría proveer vida, y Jesús es capaz de hacerlo, así que definitivamente Él es Dios.
5) Verdad: “Jesús le dijo: “Yo soy el camino y la verdad y la vida. Nadie viene al Padre sino por mí”[25].
6) Inmutabilidad: “Jesucristo es el mismo ayer y hoy, y para siempre”[26]. ¿Cómo puede un ser creado ser el mismo por siempre?
c. Una prueba por medio del culto que se le rinde.
1) Los ángeles: “Pero cuando introduce de nuevo a su Primogénito en la tierra habitada, dice: “Y que todos los ángeles de Dios le rindan homenaje”[27].
2) Los hombres: “Entonces los que estaban en la barca le rindieron homenaje, y dijeron: “Verdaderamente eres Hijo de Dios”[28].
3) Todos: “para que en el nombre de Jesús se doble toda rodilla de los [que están] en el cielo y de los [que están] sobre la tierra y de los [que están] debajo del suelo, y reconozca abiertamente toda lengua que Jesucristo es Señor para la gloria de Dios el Padre”[29].
d. Probada por su igualdad en la Deidad.
1) Con el Padre: “Yo y el Padre somos uno”[30]; “En respuesta, Jesús le dijo: “Si alguien me ama, observará mi palabra, y mi Padre lo amará, y vendremos a él y haremos nuestra morada con él”[31].
2) Con el Padre y el Espíritu Santo: “Vayan, por lo tanto, y hagan discípulos de gente de todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo”[32]¸ “La bondad inmerecida del Señor Jesucristo y el amor de Dios y la participación en el Espíritu Santo estén con todos ustedes”[33].
2. El Espíritu Santo.
a. Su personalidad
1) Probada por sus Características:
a) Es inteligente: “Pues es a nosotros a quienes Dios las ha revelado mediante su Espíritu, porque el Espíritu escudriña todas las cosas, hasta las cosas profundas de Dios. Porque, ¿quién entre los hombres conoce las cosas del hombre salvo el espíritu del hombre que está en él? Así, también, nadie ha llegado a conocer las cosas de Dios, salvo el Espíritu de Dios”[34].
b) Tiene sentimientos: “También, no estén contristando el Espíritu Santo de Dios, con el cual han sido sellados para un día de liberación por rescate”[35].
c) Tiene voluntad: “Pero todas estas operaciones las ejecuta el uno y mismo Espíritu, distribuyendo a cada uno respectivamente así como dispone”[36].
2) Probada por sus obras:
a) Enseña: “Mas el ayudante, el Espíritu Santo, que el Padre enviará en mi nombre, ese les enseñará todas las cosas y les hará recordar todas las cosas que les he dicho”[37].
b) Guía: “Porque todos los que son conducidos por el espíritu de Dios, estos son los hijos de Dios”[38].
c) Comisiona: “Por consiguiente, estos hombres, enviados por el Espíritu Santo, bajaron a Seleucia, y de allí se embarcaron para Chipre”[39].
d) Refrena: “Después de eso dijo Jehová: “Ciertamente no obrará mi espíritu para con el hombre por tiempo indefinido, ya que él también es carne. Por consiguiente, sus días tendrán que llegar a ser ciento veinte años”[40].
e) Intercede: “De igual manera el espíritu también acude con ayuda para nuestra debilidad; porque él lo que debemos pedir en oración como necesitamos hacerlo no lo sabemos, pero el Espíritu mismo aboga por nosotros con gemidos no expresados”[41].
f) Habla: “Cuando llegue el ayudante que yo enviaré a ustedes del Padre, el Espíritu de la verdad, que procede del Padre, ese dará testimonio acerca de mí”[42]; “Porque la profecía no fue traída en ningún tiempo por la voluntad del hombre, sino que hombres hablaron de parte de Dios al ser llevados por Espíritu Santo”[43].
3) Probada por lo que se le atribuye.
a) Puede ser obedecido: “Mientras Pedro repasaba en su mente lo de la visión, el Espíritu dijo: “¡Mira! Tres varones te buscan. Levántate, pues, baja y vete con ellos, sin dudar nada, porque yo los he despachado”. De modo que Pedro bajó a donde estaban los varones y dijo: “¡Miren! Yo soy el que buscan. ¿Cuál es la causa por la que están presentes?”[44].
b) Se le puede mentir: “Pero Pedro dijo: “Ananías, ¿por qué te ha envalentonado Satanás a tratar con engaño al Espíritu Santo y a retener secretamente parte del precio del campo?”[45].
c) Se le puede resistir: “Hombres obstinados e incircuncisos de corazón y de oídos, siempre están ustedes resistiendo el Espíritu Santo; como hicieron sus antepasados, así hacen ustedes”[46].
d) Se le puede reverenciar: “No me arrojes de delante de tu rostro; y tu Espíritu Santo, oh, no me lo quites”[47].
e) Se le puede blasfemar: “Por este motivo les digo: Toda suerte de pecado y blasfemia será perdonada a los hombres, pero la blasfemia contra el Espíritu no será perdonada”[48].
f) Se le puede entristecer: “También, no estén contristando el Espíritu Santo de Dios, con el cual han sido sellados para un día de liberación por rescate”[49].
g) Se le puede ultrajar: “¿De cuánto más severo castigo piensan ustedes que será considerado digno el que ha hollado al Hijo de Dios y que ha estimado como de valor ordinario la sangre del pacto por la cual fue santificado, y que ha ultrajado con desdén el Espíritu de bondad inmerecida?”[50]
h) Se le puede Apagar: “No apaguen el fuego del Espíritu”[51]
4) Su Deidad.
a) Probada por sus nombres.
1. Nombres que, en plano de completa igualdad, relacionan al Espíritu Santo con las otras personas de la Trinidad: “Y, sin embargo, eso era lo que algunos de ustedes eran. Pero ustedes han sido lavados, pero ustedes han sido santificados, pero ustedes han sido declarados justos en el nombre de nuestro Señor Jesucristo y con el Espíritu de nuestro Dios”[52].
2. Nombres que lo muestran haciendo cosas que solo Dios puede hacer: “y yo pediré al Padre, y él les dará otro ayudante que esté con ustedes para siempre”[53]; “Porque ustedes no recibieron un espíritu de esclavitud que ocasione temor de nuevo, sino que recibieron un Espíritu de adopción como hijos, Espíritu por el cual clamamos: “¡Abba, Padre!””[54].
3. El Espíritu Santo es el Señor: “Ahora bien, Jehová es el Espíritu; y donde está el Espíritu de Jehová, hay libertad”[55]. Notemos que este versículo, en la versión Reina Valera 60, es traducido: “Porque el Señor es el Espíritu; y donde está el Espíritu del Señor, allí hay libertad”, pero en la versión del Nuevo Mundo de los Testigos de Jehová ellos traducen, incorrectamente ya que en el griego no se utiliza Jehová que viene del tetragrama, como habíamos visto antes, sino que es del hebreo, “Espíritu de Jehová” dejando en claro que el Espíritu Santo es Dios mismo, pero ellos aseguran que es una fuerza de Dios.
b) Probada por sus características.
1. Omnisciencia: “Pero Dios nos las reveló a nosotros por el Espíritu; porque el Espíritu todo lo escudriña, aun lo profundo de Dios. Porque ¿quién de los hombres sabe las cosas del hombre, sino el espíritu del hombre que está en él? Así tampoco nadie conoció las cosas de Dios, sino el Espíritu de Dios”[56].
2. Omnipresencia: “¿Adónde puedo irme de tu Espíritu, y adónde puedo huir de tu rostro?”[57]; “¡Qué! ¿No saben que el cuerpo que ustedes son es [el] templo del espíritu santo que está en ustedes, el cual tienen de Dios? Además, no se pertenecen a sí mismos”[58].
3. Omnipotencia: “La tierra era un caos total, las tinieblas cubrían el abismo, y el Espíritu de Dios iba y venía sobre la superficie de las aguas”[59].
4. Verdad: “Este es el que vino por medio de agua y sangre, Jesucristo; no con el agua solamente, sino con el agua y con la sangre. Y el Espíritu es lo que está dando testimonio, porque el espíritu es la verdad”[60].
5. Vida: “Porque la ley de ese Espíritu que da vida en unión con Cristo Jesús te ha libertado de la ley del pecado y de la muerte”[61].
6. Sabiduría: “¿Quién ha tomado las proporciones del espíritu de Jehová, y quién como su hombre de consejo puede hacerle saber algo?”[62].
c) Probada por sus obras.
1. Crear: “Pero la tierra estaba desierta e informe; y tinieblas, sobre la faz del abismo; y el Espíritu de Dios flotando sobre la faz de las aguas”[63].
2. Inspirar: “Porque la profecía no fue traída en ningún tiempo por la voluntad del hombre, sino que hombres hablaron de parte de Dios al ser llevados por Espíritu Santo”[64].
3. Formar la naturaleza humana de Cristo: “En respuesta, el ángel le dijo: “Espíritu Santo vendrá sobre ti, y poder del Altísimo te cubrirá con su sombra. Por eso, también, lo que nace será llamado santo, Hijo de Dios”[65].
4. Convencer a los hombres: “Y cuando ese llegue dará al mundo evidencia convincente respecto al pecado y respecto a la justicia y respecto al juicio”[66].
5. Regenerar: “Jesús contestó: “Muy verdaderamente te digo: A menos que uno nazca del agua y del Espíritu, no puede entrar en el reino de Dios. Lo que ha nacido de la carne, carne es, y lo que ha nacido del espíritu, espíritu es”[67].
6. Confortar y consolar: “Y yo pediré al Padre, y él les dará otro ayudante que esté con ustedes para siempre”[68].
7. Interceder: “De igual manera el espíritu también acude con ayuda para nuestra debilidad; porque Él lo que debemos pedir en oración como necesitamos hacerlo no lo sabemos, pero el Espíritu mismo aboga por nosotros con gemidos no expresados. Sin embargo, el que escudriña los corazones sabe cuál es la intención del Espíritu, porque este aboga en conformidad con Dios por los santos”[69].
8. Santificar: “Sin embargo, estamos obligados a dar gracias a Dios siempre por ustedes, hermanos amados por Jehová, porque Dios los seleccionó desde el principio para salvación al santificarlos con Espíritu y por su fe en la verdad”[70].
d) Probada porque Su ser está asociado, en plano de igualdad, con las otras personas de la Deidad. “Vayan, por lo tanto, y hagan discípulos de gente de todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo”[71]; “Pero Pedro dijo: “Ananías, ¿por qué te ha envalentonado Satanás a tratar con engaño al Espíritu Santo y a retener secretamente parte del precio del campo? Mientras permanecía contigo, ¿no permanecía tuyo?, y después que fue vendido, ¿no continuaba bajo tu control? ¿Por qué te propusiste un hecho de esta índole en tu corazón? No has tratado con engaño a los hombres, sino a Dios”[72].
B. Distintivos de las Personas de la Deidad.
1. No se confunden: En acuerdo pues, hay lo que en el Hijo le constituye Hijo y no el Padre y hay lo que el Espíritu Santo le constituye como Espíritu Santo y no el Padre ni el Hijo.
2. Sus Funciones: El Padre es quien engendra, el Hijo el engendrado y el Espíritu Santo es aquel que procede del Padre y del Hijo. Por cuanto estas tres personas en la Deidad están en perfecta unidad, hay un solo Dios Todopoderoso y uno es su nombre: “Y Jehová tiene que llegar a ser rey sobre toda la tierra. En aquel día Jehová resultará ser uno solo, y su nombre uno solo”[73]; “A Dios ningún hombre lo ha visto jamás; el Dios unigénito que está en el seno para con el Padre es el que lo ha explicado”[74]; “Cuando llegue el ayudante que yo enviaré a ustedes del Padre, el espíritu de la verdad, que procede del Padre, ese dará testimonio acerca de mí”[75].
El Padre destina la salvación al hombre, El Hijo salva y perdona por su sangre a través de la Él y el Espíritu Santo Santifica: “según la presciencia de Dios el Padre, con santificación por el Espíritu, con el propósito de que sean obedientes y rociados con la sangre de Jesucristo: Que bondad inmerecida y paz sean aumentadas a ustedes”[76].
3. Identidad y cooperación de la Deidad: El Padre, el Hijo, y el Espíritu Santo nunca aparecen idénticos en cuanto a persona, ni confundidos en cuanto a parentesco, ni divididos en cuanto a la Deidad, ni opuestos en cuanto a cooperación. El Hijo está en el Padre y el Padre en el Hijo, en cuanto a relación. El Padre no procede del Hijo, pero el Hijo procede del Padre, en cuanto a autoridad. El Espíritu Santo procede del Padre y del Hijo en cuanto a naturaleza, parentesco, cooperación y autoridad. Ninguna de las tres personas en la Deidad obra o existe separada o independiente de las demás: “Pero él les contestó: “Mi Padre ha seguido trabajando hasta ahora, y yo sigo trabajando”. A causa de esto, realmente, los judíos procuraban con más empeño matarlo, porque no solo quebraba el sábado, sino que también llamaba a Dios su propio Padre, haciéndose igual a Dios. Por eso, en respuesta, Jesús pasó a decirles: “Muy verdaderamente les digo: El Hijo no puede hacer ni una sola cosa por su propia iniciativa, sino únicamente lo que ve hacer al Padre. Porque cualesquiera cosas que Aquel hace, estas cosas también las hace el Hijo de igual manera. Porque el Padre le tiene cariño al Hijo y le muestra todas las cosas que él mismo hace, y le mostrará obras mayores que estas, a fin de que ustedes se maravillen. Porque así como el Padre levanta a los muertos y los vivifica, así el Hijo también vivifica a los que él quiere. Porque el Padre no juzga a nadie, sino que ha encargado todo el juicio al Hijo, para que todos honren al Hijo así como honran al Padre. El que no honra al Hijo no honra al Padre que lo envió. Muy verdaderamente les digo: El que oye mi palabra y cree al que me envió tiene vida eterna, y no entra en juicio, sino que ha pasado de la muerte a la vida. ”Muy verdaderamente les digo: La hora viene, y ahora es, cuando los muertos oirán la voz del Hijo de Dios, y los que hayan hecho caso vivirán. Porque así como el Padre tiene vida en sí mismo, así ha concedido también al Hijo el tener vida en sí mismo. Y le ha dado autoridad para hacer juicio, por cuanto es Hijo del hombre. No se maravillen de esto, porque viene la hora en que todos los que están en las tumbas conmemorativas oirán su voz y saldrán, los que hicieron cosas buenas a una resurrección de vida, los que practicaron cosas viles a una resurrección de juicio. No puedo hacer ni una sola cosa por mi propia iniciativa; así como oigo, juzgo; y el juicio que yo dicto es justo, porque no busco mi propia voluntad, sino la voluntad del que me envió. Hay otro que da testimonio acerca de mí, y sé que el testimonio que él da acerca de mí es verdadero”[77].
C. La prefiguración de la doctrina de la Deidad Trina en el Antiguo Testamento.
Resulta evidente que la manifestación plena de la doctrina de la Deidad Trina se encuentra en el Nuevo Testamento. No obstante, el Antiguo parece contener algunas prefiguraciones de la pluralidad de personas dentro de la divinidad que fueron señaladas por los primeros cristianos y que constituyeron un auténtico quebradero de cabeza para sus oponentes judíos. Veamos alguno de estos textos: “Y Dios pasó a decir: Hagamos al hombre a nuestra imagen, según nuestra semejanza... Y Dios procedió a crear al hombre a su imagen, a la imagen de Dios lo creó”[78]. “Y Jehová Dios pasó a decir: Mira que el hombre ha llegado a ser como uno de nosotros al conocer lo bueno y lo malo”[79]. “Y Jehová procedió a bajar para ver la ciudad y la torre que los hijos de los hombres habían edificado. A continuación dijo Jehová: Mira, son un solo pueblo y hay un solo lenguaje para todos ellos, y esto es lo que comienzan a hacer. Pues ahora no hay nada que tengan pensado hacer que no les sea posible lograr. Vamos. Bajemos y confundamos allí su lenguaje para que no escuche el uno el lenguaje del otro. Por consiguiente, Jehová los esparció desde allí sobre toda la superficie de la tierra, y poco a poco dejaron de edificar la ciudad”[80]. “Y empecé a oír la voz de Jehová que decía: ¿A quién enviaremos y quién irá por nosotros? Y yo procedí a decir: Aquí estoy yo. Envíame a mí”[81].
Estos pasajes fueron interpretados por los primeros cristianos como prueba irrefutable de que el Antiguo Testamento ya hacía referencia a la pluralidad de personas que hay en Dios. Prueba de que fue así es que el Talmud y otros escritos teológicos judíos registran la manera en que los rabinos judíos intentaron desvirtuar su contenido para así negar la posibilidad de que Dios fuera una Deidad Trina. Los primeros cristianos creían en la Deidad Trina y trataban de demostrársela a los judíos apelando a textos del Antiguo Testamento. Una muestra de hasta qué grado debió impresionar al judaísmo rabínico la creencia de la Deidad Trina de los primeros cristianos la tenemos en la afirmación, contenida en los Principios de Fe del judaísmo, de que Dios es una unidad. Debe notarse, sin embargo, que la palabra que se usa en los Principios de Fe en hebreo para decir “unidad” es yajid. Esto implica un cambio sustancial sobre el término hebreo que se utiliza al decir que Dios es uno en Deuteronomio 6.4. Allí el término empleado es ejad. A juicio nuestro, la idea es clara: Ejad aparece en el Antiguo Testamento en multitud de ocasiones como “uno”; pero no “uno simple”, sino “uno formado por varios”. Como ejemplo: “Por eso el hombre dejará a su padre y a su madre, y tiene que adherirse a su esposa, y tienen que llegar a ser una sola carne”[82]. “Ahora bien, toda la tierra continuaba siendo de un solo lenguaje y de un solo conjunto de palabras”[83]. “Son un solo pueblo y hay un solo lenguaje para todos ellos”[84]. “Y haz que se acerque el uno al otro hasta formar un solo palo para ti, y realmente llegarán a ser uno solo en tu mano”[85].
En todos estos casos la palabra hebrea que aparece es ejad, pero conserva la idea de “uno formado por varios”: Un matrimonio formado por un hombre y una mujer, una lengua que hablan varios, un solo pueblo formado por todos los hombres, etc.
El judaísmo post cristiano no podía negar que había referencias en el Antiguo Testamento susceptibles de servir de argumento en favor de la Deidad Trina y fue reinterpretando los pasajes para evitar su utilización apologética por los cristianos primitivos. Así, por citar solo un ejemplo, el mismo término “Dios” en hebreo es Elohim, que podría significar “dioses”; y, aunque generalmente lleva el verbo en singular, en repetidas ocasiones va también en plural[86]. No solo eso; también en repetidas ocasiones el adjetivo calificativo que acompaña a Elohim, aunque se traduzca como singular, es plural[87].
No es de extrañar por ello que brotes seculares de esta consciencia hayan aparecido, acá y allá, en la literatura judía de todos los tiempos como vestigios de la época en que, no habiendo aún aparecido el cristianismo, no había por qué oponerse ferozmente a la idea de la divinidad del Mesías o del Dios Trino.
D. Las referencias trinitarias en el Nuevo Testamento.
Para abordar este asunto desde el punto de vista de lo que el Nuevo Testamento enseña, vamos a enfocarlo desde cuatro aspectos diferentes:
1. El Nuevo Testamento nos revela de una forma definida tres personas diferentes, las menciona.
El primer pasaje lo encontramos en Mateo 3.16-17 que dice: “Después que Jesús fue bautizado, inmediatamente salió del agua; y, ¡mire!, los cielos se abrieron, y él vio descender como paloma el espíritu de Dios que venía sobre él. ¡Mire! También hubo una voz desde los cielos que decía: “Este es mi Hijo, el amado, a quien he aprobado”[88]. Simultáneamente, en esos momentos, la voz del Padre se deja oír desde el cielo, mientras que el Hijo se bautiza en el Jordán y del cielo desciende el Espíritu Santo.
En el Monte de la Transfiguración hubo una experiencia paralela algo parecida, donde se oye desde el cielo la voz de la persona del Padre y en el monte la persona del Hijo. En Mateo 17.15 se nos dice: “Mientras él todavía hablaba, ¡mire!, una nube brillante los cubrió con su sombra, y, ¡mire!, una voz procedente de la nube, que decía: “Este es mi Hijo, el amado, a quien he aprobado; escúchenle”[89].
En Juan 14.16 Jesús dijo a sus discípulos: “y yo pediré al Padre, y él les dará otro ayudante que esté con ustedes para siempre”[90]. Aquí se utiliza la palabra griega allos, que significa “otro diferente”, y en el versículo 23 nos dice que él y el Padre vendrían a hacer morada en la vida del creyente. O sea, tanto la Persona del Padre, la Persona del Hijo como la Persona del Espíritu Santo, en toda su capacidad omnipresente, por ser Divinos tienen la capacidad co-igual de morar en todos los creyentes a través del mundo. Aquí se nos presentan nuevamente la diferencia de las Personas de la Deidad, pero a la vez su unidad sustancial y de objetivos. En el griego hay dos palabras para designar el término castellano “otro”, Etero, “otro igual” y Al’los, “otro diferente”. Aquí nos enseña que el Consolador va a ser el otro Consolador que sustituirá al Consolador que hasta ese momento estaba con ellos en carne, es decir, Jesús. El “otro Consolador” asumiría la misma posición, responsabilidad, trabajo y facultades que Jesucristo. Es evidente e inobjetable que en uno como en el otro, a pasar de ser diferentes personas, comparten las mismas facultades, posición, honor, reconocimientos y poderes. En resumen, es una Persona sustituyendo a otra Persona. Ellos asumen la prerrogativa igualitaria de morar en la vida de los hijos de Dios con todas sus facultades omnipresentes.
En 1 Corintios 12.4-6 nos dice Pablo: “Ahora bien, hay variedades de dones, pero hay el mismo Espíritu; y hay variedades de ministerios, y sin embargo hay el mismo Señor; y hay variedades de operaciones, y sin embargo es el mismo Dios quien ejecuta todas las operaciones en todos”[91]. Entre la infinidad de versículos que nos muestra la realidad de la manifestación de las tres personas tenemos los siguientes: Gálatas 4.6; Efesios 2.18; 2 Tesalonicenses 3.5; 1 Pedro 1.2; Efesios 1.3; Hebreos 9.14.
2. El Nuevo Testamento al igual que el Antiguo, les confieren a estas tres personas carácter divino.
Jesucristo es el “Yo Soy”[92] del Nuevo Testamento:
YO SOY el camino, la verdad y la vida[93].
YO SOY la puerta[94].
YO SOY el pan de vida[95].
YO SOY la resurrección y la vida[96].
YO SOY el Mesías[97].
YO SOY el buen Pastor[98].
YO SOY la luz del mundo[99].
YO SOY la vid verdadera[100].
YO SOY el alfa y la omega[101].
YO SOY el primero y el último[102].
“Porque si no creen que yo soy, morirán en sus pecados”[103].
“Por lo tanto, dijo Jesús: “Una vez que hayan alzado al Hijo del hombre, entonces sabrán que yo soy, y que no hago nada por mi propia iniciativa; sino que hablo estas cosas así como el Padre me ha enseñado”[104].
“Jesús les dijo: “Muy verdaderamente les digo: Antes que Abrahán llegara a existir, yo he sido””[105].
En el Antiguo Testamento las “Profecías Mesiánicas” hacen alusión a Adonay y a la vez se le aplican a Jesucristo como el Mesías. Con estas profecías podemos plantear la pregunta “¿A quién...?”, y quedaremos sorprendidos:
a. ¿A quién traspasaron? “Y ciertamente derramaré sobre la casa de David y sobre los habitantes de Jerusalén el espíritu de favor y súplicas, y ciertamente mirarán a Aquel a quien traspasaron, y ciertamente plañirán por Él como en el plañir por un hijo único; y habrá una lamentación amarga por él como cuando hay amarga lamentación por el primogénito”[106].
b. ¿A quién vendieron por 30 piezas de plata? “Entonces les dije: “Si es bueno a sus ojos, denme mi salario, pero si no, absténganse”. Y procedieron a pagar mi salario, treinta piezas de plata. Ante aquello, Jehová me dijo: “Tíralo al tesoro... el valor majestuoso con el cual he sido evaluado desde su punto de vista”. De consiguiente, tomé las treinta piezas de plata y tiré aquello en el tesoro en la casa de Jehová”[107].
c. ¿A quién prepararon el camino? “¡Miren!, envío mi mensajero, y él tiene que despejar un camino delante de mí. Y súbitamente vendrá a Su templo el Señor [verdadero], a quien ustedes buscan, y el mensajero del pacto en quien se deleitan. ¡Miren! Ciertamente vendrá”, ha dicho Jehová de los ejércitos. “Pero ¿quién estará soportando el día de su venida, y quién será el que se mantendrá en pie cuando él aparezca? Porque él será como el fuego de un refinador y como la lejía de los lavanderos. Y tendrá que sentarse como refinador y limpiador de plata y tendrá que limpiar a los hijos de Leví; y tendrá que clarificarlos como oro y como plata, y ellos ciertamente llegarán a ser para Jehová personas que presenten una ofrenda de dádiva en justicia”[108]; “¡Escuchen! Alguien está clamando en el desierto: “¡Despejen el camino de Jehová! Hagan recta la calzada para nuestro Dios a través de la llanura desértica. Que todo valle sea levantado y toda montaña y colina sea bajada. Y el terreno lleno de montículos tiene que llegar a ser tierra llana, y el terreno escabroso una llanura-valle. Y la gloria de Jehová ciertamente será revelada, y toda carne tendrá que ver [la] juntamente, porque la mismísima boca de Jehová [lo] ha hablado”[109].
d. ¿Quién vendrá y asentará sus pies en el Monte de los Olivos? “¡Mira! Viene un día que pertenece a Jehová, y el despojo de ti ciertamente será repartido en medio de ti. Y ciertamente recogeré a todas las naciones contra Jerusalén para la guerra; y la ciudad realmente será tomada y las casas saqueadas, y las mujeres mismas serán forzadas. Y la mitad de la ciudad tendrá que salir al destierro; pero en cuanto a los restantes del pueblo, no serán cortados de la ciudad. ”Y Jehová ciertamente saldrá y guerreará contra aquellas naciones como en el día de su guerrear, en el día de pelea. Y sus pies realmente se plantarán en aquel día sobre la montaña de los olivos, que está enfrente de Jerusalén, al este; y la montaña de los olivos tendrá que partirse por en medio, desde el naciente y hacia el oeste. Habrá un valle muy grande; y la mitad de la montaña realmente será movida hacia el norte, y la mitad de ella hacia el sur”[110].
e. ¿Quién entraría triunfante a Jerusalén? “Ponte muy gozosa, oh hija de Sión. Grita en triunfo, oh hija de Jerusalén. ¡Mira! Tu rey mismo viene a ti. Es justo, sí, salvado; humilde, y cabalga sobre un asno, aun sobre un animal plenamente desarrollado, hijo de un asna”[111]; “¡Miren! Jehová mismo ha hecho oír [esto] hasta la parte más lejana de la tierra: “Digan a la hija de Sión: ‘¡Mira! Tu salvación viene. ¡Mira! El galardón que él da está con él, y el salario que él paga está delante de él’”[112]; “tomaron ramas de palmeras y salieron a su encuentro. Y se pusieron a gritar: “¡Salva, te rogamos! ¡Bendito es el que viene en el nombre de Jehová, sí, el rey de Israel!”[113]; “Pues bien, cuando se acercaron a Jerusalén y llegaron a Betfagué en el monte de los Olivos, entonces Jesús envió a dos discípulos, diciéndoles: “Pónganse en camino a la aldea que está a su vista, y en seguida hallarán un asna atada, y un pollino con ella; desátenlos y tráiganmelos. Y si alguien les dice algo, tienen que decir: ‘El Señor los necesita’. Con eso él los enviará inmediatamente”. Esto verdaderamente se efectuó para que se cumpliera lo que se había hablado mediante el profeta, que dijo: “Digan a la hija de Sión: ‘¡Mira! Tu Rey viene a ti, de genio apacible, y montado sobre un asno, sí, sobre un pollino, prole de una bestia de carga’”. De modo que los discípulos se pusieron en camino e hicieron exactamente como les había ordenado Jesús. Y trajeron el asna y su pollino, y pusieron sobre estos las prendas de vestir exteriores de ellos, y él se sentó sobre estas. La mayor parte de la muchedumbre tendió sus prendas de vestir exteriores en el camino, mientras otros se pusieron a cortar ramas de los árboles y a tenderlas por el camino. En cuanto a las muchedumbres, los que iban delante de él y los que seguían, clamaban: “¡Salva, rogamos, al Hijo de David! ¡Bendito es el que viene en el nombre de Jehová! ¡Sálvalo, rogamos, en las alturas!”. Entonces, cuando él entró en Jerusalén, toda la ciudad se puso en conmoción, y decían: “¿Quién es este?”. Las muchedumbres seguían diciendo: “¡Este es el profeta Jesús, de Nazaret de Galilea!”[114].
f. ¿A quién vio Isaías en el capítulo 6? “Mientras tienen la luz, ejerzan fe en la luz, para que lleguen a ser hijos de la luz”. Jesús habló estas cosas y se fue y se escondió de ellos. Pero aunque había ejecutado tantas señales delante de ellos, no ponían fe en él, de modo que se cumplió la palabra de Isaías el profeta, que él dijo: “Jehová, ¿quién ha puesto fe en la cosa oída por nosotros? Y en cuanto al brazo de Jehová, ¿a quién ha sido revelado?” La razón por la cual no podían creer es que otra vez dijo Isaías: “Él les ha cegado los ojos y ha hecho duro su corazón, para que no vean con los ojos y capten la idea con su corazón y se vuelvan y yo los sane”. Isaías dijo estas cosas porque vio su gloria, y habló de él”[115]; “Así, porque estaban en desacuerdo unos con otros, empezaron a irse, mientras Pablo hacía este único comentario: “Aptamente habló el espíritu santo por Isaías el profeta a los antepasados de ustedes, diciendo: ‘Ve a este pueblo y di: “Oyendo, oirán, pero de ningún modo entenderán; y, mirando, mirarán, pero de ningún modo verán”[116].
g. ¿Quién sosiega el mar y calma la tempestad? Despierta, sí. ¿Por qué sigues durmiendo, oh Jehová? De veras despierta. No sigas desechando para siempre. ¿Por qué mantienes oculto tu rostro mismo? ¿Por qué te olvidas de nuestra aflicción y de nuestra opresión? Porque nuestra alma se ha inclinado hasta el polvo mismo; nuestro vientre se ha adherido a la tierra misma. Levántate, sí, en nuestro auxilio y redímenos por causa de tu bondad amorosa”[117]; “Tú estás gobernando sobre la hinchazón del mar; cuando levanta sus olas, tú mismo las calmas”[118]; “En el transcurso de uno de los días, él y sus discípulos entraron en una barca, y él les dijo: “Pasemos al otro lado del lago”. De modo que se hicieron a la vela; Entonces les dijo: “¿Dónde está su fe?”. Pero ellos, sobrecogidos de temor, se maravillaban, y se decían unos a otros: “¿Quién, realmente, es este, porque ordena hasta a los vientos y al agua, y le obedecen?”[119].
h. ¿Quién es nuestra justicia? “Pero si ustedes no obedecen estas palabras, por mí mismo de veras juro —es la expresión de Jehová— que esta casa llegará a ser simplemente un lugar devastado.’ ”Porque esto es lo que ha dicho Jehová respecto a la casa del rey de Judá: ‘Tú eres para mí como Galaad, la cabeza del Líbano. Con toda seguridad haré de ti un desierto; en cuanto a las ciudades, ni una sola será habitada. Y ciertamente santificaré contra ti a los que traigan ruina, a cada uno y sus armas; y tendrán que cortar los más selectos de tus cedros y hacer que caigan en el fuego”[120].
Todas estas profecías mesiánicas mencionan como el sujeto que efectúa la acción a Adonay, sin embargo en el Nuevo Testamento se aplican a Jesucristo: Adonay-Jesús.
3. A Jesucristo se le atribuyen los mismos atributos, nombres y gloria que a Adonay y al Espíritu Santo.
a. Luz: “Y, por otra parte, yo mismo he llegado a estar lleno de poder, con el Espíritu de Jehová, y de justicia y poderío, para informar a Jacob su sublevación y a Israel su pecado”[121]; “Y este es el mensaje que hemos oído de él y les estamos anunciando: que Dios es luz y no hay oscuridad alguna en unión con él”[122]; “Por lo tanto Jesús les habló otra vez, diciendo: “Yo soy la luz del mundo. El que me sigue, de ninguna manera andará en oscuridad, sino que poseerá la luz de la vida”[123].
b. Vida: “por medio de él era vida, y la vida era la luz de los hombres”[124]; “Jesús le dijo: “Yo soy el camino y la verdad y la vida. Nadie viene al Padre sino por mí”[125]; “mientras que mataron al Agente Principal de la vida. Pero Dios lo ha levantado de entre los muertos, del cual hecho nosotros somos testigos”[126].
c. Verdad: “El que ha aceptado su testimonio ha puesto su sello a esto: que Dios es veraz”[127]; “¡Jamás suceda eso! Más bien, sea Dios hallado veraz, aunque todo hombre sea hallado mentiroso, así como está escrito: “Para que seas probado justo en tus palabras y ganes cuando se te esté juzgando”[128]; “Porque la Ley fue dada por medio de Moisés, la bondad inmerecida y la verdad vinieron a ser por medio de Jesucristo”[129]; “Jesús le dijo: “Yo soy el camino y la verdad y la vida. Nadie viene al Padre sino por mí”[130]; “Y al ángel de la congregación que está en Laodicea escribe: Estas son las cosas que dice el Amén, el testigo fiel y verdadero, el principio de la creación por Dios”[131]; “Y vi el cielo abierto, y, ¡miren!, un caballo blanco. Y el que iba sentado sobre él se llama Fiel y Verdadero, y juzga y se ocupa en guerrear con justicia”[132].
d. Salvador: “y mi espíritu no puede menos que llenarse de gran gozo a causa de Dios mi Salvador”[133]; “Y nos ha levantado un cuerno de salvación en la casa de David su siervo”[134]; “y empezaron a decir a la mujer: “Ya no creemos a causa de tu habla; porque hemos oído por nosotros mismos y sabemos que este hombre es verdaderamente el salvador del mundo”[135]; “A este, Dios lo ensalzó a su diestra como Agente Principal y Salvador, para dar a Israel arrepentimiento y perdón de pecados”[136]; “Esto es excelente y acepto a vista de nuestro Salvador, Dios”[137]; “Porque con este fin estamos trabajando duro y esforzándonos, porque hemos cifrado nuestra esperanza en un Dios vivo, que es Salvador de hombres de toda clase, especialmente de los fieles”[138]; “mientras aguardamos la feliz esperanza y la gloriosa manifestación del gran Dios y del Salvador nuestro, Cristo Jesús”[139]; “Este Espíritu él lo derramó ricamente sobre nosotros mediante Jesucristo nuestro Salvador”[140]; “Además, nosotros mismos hemos contemplado, y de ello estamos dando testimonio, que el Padre ha enviado a su Hijo como Salvador del mundo”[141]; “al único Dios nuestro Salvador mediante Jesucristo nuestro Señor, sea gloria, majestad, potencia y autoridad por toda la eternidad pasada y ahora y para toda la eternidad. Amén”[142].
e. Yo Soy: “Ante esto, Dios dijo a Moisés: “YO RESULTARÉ SER LO QUE RESULTARÉ SER”. Y añadió: “Esto es lo que has de decir a los hijos de Israel: ‘YO RESULTARÉ SER me ha enviado a ustedes’”[143]; “Por eso les dije: Morirán en sus pecados. Porque si no creen que yo soy, morirán en sus pecados…, Por lo tanto, dijo Jesús: “Una vez que hayan alzado al Hijo del hombre, entonces sabrán que yo soy [ese], y que no hago nada por mi propia iniciativa; sino que hablo estas cosas así como el Padre me ha enseñado…, Jesús les dijo: “Muy verdaderamente les digo: Antes que Abrahán llegara a existir, yo he sido”[144].
f. El Buen Pastor: “Jehová es mi Pastor. Nada me faltará. En prados herbosos me hace recostar; me conduce por descansaderos donde abunda el agua. Refresca mi alma. Me guía por los senderos trillados de la justicia por causa de su nombre. Aunque ande en el valle de sombra profunda, no temo nada malo, porque tú estás conmigo; tu vara y tu cayado son las cosas que me consuelan. Dispones ante mí una mesa enfrente de los que me muestran hostilidad. Con aceite me has untado la cabeza; mi copa está bien llena. De seguro el bien y la bondad amorosa mismos seguirán tras de mí todos los días de mi vida; y ciertamente moraré en la casa de Jehová hasta la largura de días”[145]; “Yo soy el pastor excelente; el pastor excelente entrega su alma a favor de las ovejas”[146].
g. Rey de Israel: “Esto es lo que ha dicho Jehová, el Rey de Israel y el Recomprador de él, Jehová de los ejércitos: ‘Yo soy el primero y yo soy el último, y fuera de mí no hay Dios”[147]; “Yo soy Jehová el Santo de ustedes, el Creador de Israel, su Rey”[148]; “tomaron ramas de palmeras y salieron a su encuentro. Y se pusieron a gritar: “¡Salva, te rogamos! ¡Bendito es el que viene en el nombre de Jehová, sí, el rey de Israel!”[149].
h. Rey de Reyes y Señor de Señores: “Estos combatirán contra el Cordero, pero, porque es Señor de señores y Rey de reyes, el Cordero los vencerá. También, los llamados y escogidos y fieles que con él están lo harán”[150]; “Esta manifestación la mostrará a los propios tiempos señalados de ella el feliz y único Potentado, él el Rey de los que reinan y Señor de los que gobiernan como señores”[151].
i. Gran Rey: ““Y maldito es el que actúa astutamente cuando existe en su hato un animal macho, y hace un voto y sacrifica uno arruinado a Jehová. Porque yo soy un gran Rey, ha dicho Jehová de los ejércitos, y mi nombre será inspirador de temor entre las naciones”[152]; “ni por la tierra, porque es el escabel de sus pies; ni por Jerusalén, porque es la ciudad del gran Rey”[153].
j. Redentor: “No tengas miedo, gusano Jacob, ustedes los hombres de Israel. Yo mismo ciertamente te ayudaré, es la expresión de Jehová, aun tu Recomprador, el Santo de Israel”[154]; “Hay Uno que nos está recomprando. Jehová de los ejércitos es su nombre, el Santo de Israel”[155]; “y es como dádiva gratuita que por su bondad inmerecida se les está declarando justos mediante la liberación por el rescate pagado por Cristo Jesús”[156]; “Pero a él se debe el que ustedes estén en unión con Cristo Jesús, que ha venido a ser para nosotros sabiduría procedente de Dios, también justicia y santificación y liberación por rescate”[157]; “él entró, no, no con la sangre de machos cabríos y de torillos, sino con su propia sangre, una vez para siempre en el lugar santo, y obtuvo liberación eterna para nosotros”[158].
k. El que escudriña la mente y el corazón: “Y a los hijos de ella los mataré con plaga mortífera, de modo que todas las congregaciones sabrán que yo soy el que escudriña los riñones y corazones, y a ustedes les daré individualmente según sus hechos”[159]; “Yo, Jehová, estoy escudriñando el corazón, examinando los riñones, aun para dar a cada uno conforme a sus caminos, conforme al fruto de sus tratos”[160].
l. El Sustentador de todas las cosas: “Él es el reflejo de [su] gloria y la representación exacta de su mismo ser, y sostiene todas las cosas por la palabra de su poder; y después de haber hecho una purificación por nuestros pecados se sentó a la diestra de la Majestad en lugares encumbrados”[161]; “También, él es antes de todas las [otras] cosas y por medio de él se hizo que todas las otras cosas existieran”[162].
4. Jesucristo asume prerrogativas y títulos que son conferidos solo a Dios.
“Pero nosotros sabemos que el Hijo de Dios ha venido, y nos ha dado capacidad intelectual para que adquiramos el conocimiento del verdadero. Y estamos en unión con el verdadero, por medio de su Hijo Jesucristo. Este es el Dios verdadero y vida eterna”[163]; “mientras aguardamos la feliz esperanza y la gloriosa manifestación del gran Dios y del Salvador nuestro, Cristo Jesús”[164]; “a quienes pertenecen los antepasados y de quienes provino el Cristo según la carne: Dios, que está sobre todos, sea bendito para siempre. Amén”[165]; “Simón Pedro, esclavo y apóstol de Jesucristo, a los que han obtenido una fe, tenida en igualdad de privilegio con la nuestra, por la justicia de nuestro Dios y del Salvador Jesucristo”[166]; “Pero respecto al Hijo: “Dios es tu trono para siempre jamás, y el cetro de tu reino es el cetro de rectitud”[167]; “¡Miren! La virgen quedará encinta y dará a luz un hijo, y le pondrán por nombre Emmanuel”, que, traducido, significa: “Con Nosotros Está Dios”[168]; “Porque un niño nos ha nacido, un hijo se nos ha dado; y el regir principesco vendrá a estar sobre su hombro. Y por nombre se le llamará Maravilloso Consejero, Dios Poderoso, Padre Eterno, Príncipe de Paz”[169]; “En contestación, Tomás le dijo: “¡Mi Señor y mi Dios!””[170].
Además de todo esto, tomemos en cuenta que los primeros cristianos utilizaban fórmulas trinitarias. “La bondad inmerecida del Señor Jesucristo y el amor de Dios y la participación en el Espíritu Santo estén con todos ustedes”[171]. “Pero ustedes han sido lavados, pero ustedes han sido santificados, pero ustedes han sido declarados justos en el nombre de nuestro Señor Jesucristo y con el Espíritu de nuestro Dios”[172]; “Un cuerpo hay y un espíritu, así como ustedes fueron llamados en una sola esperanza a la cual fueron llamados; un Señor, una fe, un bautismo, un Dios y Padre de todos, que es sobre todos y por todos y en todos”[173].
Los primeros cristianos no se temían incluir en sus cartas, como la Segunda a los Corintios, con una triple invocación en la que se unían el Padre, el Hijo y el Espíritu; tampoco les avergonzaba recordar que toda la labor de salvación en su vida era fruto del Padre, del Hijo y del Espíritu, y sentían un especial orgullo al poder decir que en su vida estaba presente un solo Señor, un solo Espíritu y un solo Padre. Esa era su experiencia vital y su fe, y jamás se les hubiera podido pasar por la cabeza que el Espíritu que movía a la Iglesia era una simple fuerza activa sin personalidad, y que el Hijo no era sino un “dios”, un arcángel encarnado.
Los primeros cristianos creían que los dones entregados a la Iglesia procedían de la Deidad Trina. No era solo el testimonio de los apóstoles lo que movía a los primeros cristianos a confirmarse en aquella fe trina, sino también la propia experiencia cotidiana de vida eclesial. Existía en ellos la absoluta convicción de que su vida de fe edificada por los carismas divinos era alimentada por las tres personas de la Deidad: “Ahora bien, hay variedades de dones, pero hay el mismo Espíritu, y hay variedades de ministerios, y sin embargo hay el mismo Señor, y hay variedades de operaciones, y sin embargo es el mismo Dios quien ejecuta todas las operaciones en todos”[174].
En el bautismo se usa la fórmula trinitaria. A fin de cuentas, todo lo que hemos visto con anterioridad no tenía nada de extraño para los primeros cristianos. En la enseñanza de los apóstoles se había transmitido la orden dada por el propio Jesús en el sentido de que el bautismo, se celebrara en el nombre común del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo: “Vayan, por lo tanto, y hagan discípulos de gente de todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo”[175].
Jesús no atribuyó nombres distintos a cada una de las tres personas de la Deidad, sino que enseñó la existencia de un nombre común a los tres. Pero ¿es siquiera creíble que Dios iba a tener un nombre común con un arcángel y una fuerza que ni siquiera tiene personalidad? Resulta patente que no; como también resultará claro, tras la lectura de las evidencias bíblicas indicadas en las páginas anteriores, que la Biblia sí enseña la doctrina de la Deidad Trina.
E. Citas de los cristianos primitivos acerca de la Deidad Trina.
1. Policarpo (70-155/160). Obispo de Esmirna, discípulo del Apóstol Juan. “Señor Dios omnipotente: Padre de tu amado y bendecido siervo Jesucristo ... Yo te bendigo, porque me tuviste por digno de esta hora, a fin de tomar parte ... en la incorrupción del Espíritu Santo... Tú, el infalible y verdadero Dios. Por lo tanto, yo te alabo... por mediación del eterno y celeste Sumo Sacerdote, Jesucristo, tu siervo amado, por el cual sea gloria a Ti con el Espíritu Santo, ahora y en los siglos por venir”[176].
2. Ignacio de Antioquía (35-107). Obispo de Antioquía. En su camino al martirio, escribió varias cartas en defensa de la fe cristiana. “Sois piedras del templo del Padre, preparadas para la construcción de Dios Padre, levantadas a las alturas por la palanca de Jesucristo, que es la cruz, haciendo veces de cuerda el Espíritu Santo”[177]. “La verdad es que nuestro Dios Jesús, el Ungido, fue llevado por María en su seno conforme a la dispensación de Dios [Padre]; del linaje, cierto, de David; por obra, empero, del Espíritu Santo”[178].
3. Justino Mártir (100-165). Fue un maestro, apologista y mártir, discípulo de Policarpo. “A Él [el "Dios verdaderísimo"] y al Hijo, que de El vino y nos enseñó todo esto... y al Espíritu profético, le damos culto y adoramos, honrándolos con razón y verdad”[179]. “entonces toman en el agua el baño en el nombre de Dios, Padre y Soberano del universo, y de nuestro Salvador Jesucristo, y del Espíritu Santo”[180].
4. Ireneo (115-190). Originario de Asia Menor, de niño fue discípulo de Policarpo. Llegó a ser obispo de Lyon, en las Galias. Fue el principal teólogo del siglo II. “La Iglesia, aunque dispersa en todo el mundo, hasta lo último de la tierra, ha recibido de los apóstoles y sus discípulos esta fe: ...un Dios, el Padre Omnipotente, hacedor del cielo y de la tierra y del mar y de todas las cosas que en ellos hay; y en un Jesucristo, el Hijo de Dios, quien se encarnó para nuestra salvación; y en el Espíritu Santo, quien proclamó por medio de los profetas las dispensaciones de Dios y los advenimientos y el nacimiento de una virgen, y la pasión, y la resurrección de entre los muertos, y la ascensión al cielo, en la carne, del amadísimo Jesucristo, nuestro Señor, y Su manifestación desde el cielo en la gloria del Padre, a fin de ‘reunir en uno todas las cosas’, y para resucitar renovada toda carne de la entera raza humana, para que ante Jesucristo, nuestro Señor, y Dios , y Salvador, y Rey, según la voluntad del Padre invisible, ‘se doble toda rodilla, de las cosas en los cielos, y las cosas en la tierra, y las cosas debajo de la tierra, y que toda lengua le confiese, y que El ejecute un justo juicio sobre todos...”[181].
5. Teófilo de Antioquía (Siglo II). Obispo de Antioquía y apologista. Presentó la doctrina cristiana a los paganos. “Igualmente también los tres días que preceden a la creación de los luminares son símbolos de la Trinidad, de Dios, de su Verbo y de su Sabiduría [el Espíritu]”[182].
6. Atenágoras de Atenas (Siglo II). Defensor de la fe cristiana. Dirigió una “Legación” o defensa de los cristianos al emperador Marco Aurelio y su hijo Cómodo, hacia 177. “¿Quién, pues, no se sorprenderá de oír llamar ateos a quienes admiten un Dios Padre y a un Dios Hijo y un Espíritu Santo, que muestran su potencia en la unidad y su distinción en el orden?”[183].
7. Tertuliano de Cartago (160-215). Apologista y teólogo africano. De profesión abogado, escribió elocuentemente en defensa del cristianismo. “Definimos que existen dos, el Padre y el Hijo, y tres con el Espíritu Santo, y este número está dado por el modelo de la salvación... [el cual] trae unidad en trinidad, interrelacionando los tres, el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. Ellos son tres, no en dignidad, sino en grado; no en sustancia sino en forma; no en poder, sino en clase. Ellos son de una sustancia y poder, porque hay un Dios de quien estos grados, formas y clases se muestran en el nombre del Padre, Hijo y Espíritu Santo”[184].
8. Orígenes (185-254). Teólogo de Alejandría, crítico y exegeta bíblico, teólogo, prolífico autor. Discípulo de Clemente de Alejandría. “Si alguno dijese que el Verbo de Dios o la Sabiduría de Dios tuvieron un comienzo, advirtámosle no sea que dirija su impiedad también contra el ingénito Padre, ya que negaría que El fue siempre Padre y que El ha engendrado siempre al Verbo, y que siempre tuvo sabiduría en todos los tiempos previos o edades, o cualquier cosa que pueda imaginarse previamente. No puede haber título más antiguo del Dios omnipotente que el de Padre, y es a través del Hijo que El es Padre”[185]. “Pues si este fuera el caso [que el Espíritu Santo no fuese eternamente como El es, y hubiese recibido conocimiento en algún momento y entonces llegado a ser el Espíritu Santo] el Espíritu Santo nunca hubiese sido reconocido en la unidad de la Trinidad, es decir, junto con los inmutables Padre e Hijo, a menos que El siempre hubiese sido el Espíritu Santo... De todos modos, parece apropiado inquirir cuál es la razón por la cual quien es regenerado por Dios para salvación tiene que ver tanto con el Padre y el Hijo como con el Espíritu Santo, y no obtiene la salvación sino con la cooperación de toda la Trinidad; y por qué es imposible tener parte con el Padre y el Hijo, sin el Espíritu Santo”[186]. “Más aún, nada en la Trinidad puede ser llamado mayor o menor, ya que la fuente de la divinidad sola contiene todas las cosas por Su palabra y razón, y por el Espíritu de Su boca santifica todas las cosas dignas de ser santificadas... Habiendo hecho estas declaraciones concernientes a la Unidad del Padre, y del Hijo y del Espíritu Santo, retornemos al orden en el cual comenzamos la discusión. Dios el Padre otorga, ante todo, la existencia; y la participación en Cristo, considerando que Su ser es la palabra de la razón, los torna seres racionales... y es la gracia del Espíritu Santo presente por la cual aquellos seres que no son santos por esencia, pueden ser tornados santos por participar de ella”[187].
Es muy interesante que los antitrinitarios sostienen que la doctrina de la Deidad Trina no es una bíblica ni fue enseñada hasta el Concilio de Nicea en 325, pero, ¿por qué existen estos textos? La respuesta es simple: La doctrina de la Deidad Trina sí es una bíblica y sí se enseñó antes del Concilio de Nicea. Podría agregarse que el Concilio de Nicea no hizo más que poner en claro, de manera consensada, lo que ya era, hace tiempo, la doctrina ortodoxa enseñada y aceptada por los cristianos.
Para concluir esta sección, deseo aclarar que casi todas las citas bíblicas fueron tomadas de la versión Nuevo Mundo, publicada por la Watchtower, de la secta unitaria de los Testigos de Jehová, debido a que, aunque está saturada no solo de errores de traducción y de redacción, pero siendo ellos los principales opositores de la doctrina de la Deidad Trina, es importante que sea con su propia traducción que se base la defensa de esta.
[1] Isaías 55.8-9. BAD
[2] 1 Corintios 13.12. SEE
[3] Mateo 16.13-20. RV60
[4] Mateo 12.24. Ibid
[5] Mateo 21.23.
[6] Juan 10.33
[7] Colosenses 1.15. Ibid
[8] 1 Juan 5.20. Ibid
[9] Romanos 9.5. Ibid
[10] Tito 1.13. Ibid
[11] 2 Pedro 1.1. Ibid
[12] Juan 1.1. Ibid
[13] Juan 1.1. VNM
[14] Juan 1.1. IntEspWH
[15] CD
[16] Hebreos 1.8. BL95
[17] Mateo 16.16. Ibid
[18] Mateo 22.43-45. BLS
[19] Revelación 19.16. BPD
[20] VNM
[21] Mateo 28.18. VNM
[22] Juan 1.48. Ibid
[23] Mateo 18.20. Ibid
[24] Juan 1.4. EUNSA
[25] Juan 14.6. VNM
[26] Hebreos 13.8. Ibid
[27] Hebreos 1.6. Ibid
[28] Mateo 14.33. Ibid
[29] Filipenses 2.10. Ibid
[30] Juan 10.30. Ibid
[31] Juan 14.23. Ibid
[32] Mateo 28.19. Ibid
[33] 2 Corintios 13.14. Ibid
[34] 1 Corintios 2.10-11. Ibid
[35] Efesios 4.30. Ibid
[36] 1 Corintios 12.11. Ibid
[37] Juan 14.26. Ibid
[38] Romanos 8.14. Ibid
[39] Hechos 13.4. Ibid
[40] Génesis 6.3. Ibid
[41] Romanos 8.26. Ibid
[42] Juan 15.26. Ibid
[43] 2 Pedro 1.21. Ibid
[44] Hechos 10.19-21.Ibid
[45] Hechos 5.3. Ibid
[46] Hechos 7.51. Ibid
[47] Salmos 51.11. Ibid
[48] Mateo 12.31. Ibid
[49] Efesios 4.30. Ibid
[50] Hebreos 10.29. Ibid
[51] 1 Tesalonicenses 5.19. Ibid
[52] 1 Corintios 6.11. Ibid
[53] Juan 14.16. Ibid
[54] Romanos 8.15. Ibid
[55] 2 Corintios 3.17. Ibid
[56] 1 Corintios 2.10-11. Ibid
[57] Salmos 139.7. Ibid
[58] 1 Corintios 6.19. Ibid
[59] Génesis 1.2. BAD
[60] 1 Juan 5.6. VNM
[61] Romanos 8.2. Ibid
[62] Isaías 40.13. Ibid
[63] Génesis 1.2. Septuaginta
[64] 2 Pedro 1.21. VNM
[65] Lucas 1.35. Ibid
[66] Juan 16.8. Ibid
[67] Juan 3.5-6. Ibid
[68] Juan 14.6. Ibid
[69] Romanos 8.26-27. Ibid
[70] 2 Tesalonicenses 2.13. Ibid
[71] Mateo 28.19. Ibid
[72] Hechos 5.3-4. Ibid
[73] Zacarías 14.9. Ibid
[74] Juan 1.18. Ibid
[75] Juan 15.26. Ibid
[76] 1 Pedro 1.2. Ibid
[77] Juan 5.17-30,32. Ibid
[78] Génesis 1.26-27. Ibid
[79] Génesis 3.22. Ibid
[80] Génesis 11.5-9. Ibid
[81] Isaías 6.8. Ibid
[82] Génesis 2.24. Ibid
[83] Génesis 11.1. Ibid
[84] Génesis 11.6. Ibid
[85] Ezequiel 37.17. Ibid
[86] Génesis 20.13; 35.7.
[87] Deuteronomio 4.7, Josué 24.19.
[88] VNM
[89] Ibid
[90] Ibid
[91] Ibid
[92] Éxodo 3.14.
[93] Juan 14.6.
[94] Juan 10.9.
[95] Juan 6.35.
[96] Juan 11.25.
[97] Juan 4.26.
[98] Juan 11.25.
[99] Juan 8.12.
[100] Juan 15.1.
[101] Revelación 22.13.
[102] Revelación 1.17.
[103] Juan 8.25. VNM
[104] Juan 8.28. Ibid
[105] Juan 8.58. Ibid
[106] Zacarías 12.10. Ibid
[107] Zacarías 11.12-13. Ibid
[108] Malaquías 3.1-3. Ibid
[109] Isaías 40.3-5. Ibid
[110] Zacarías 14.1-4. Ibid
[111] Zacarías 9.9. Ibid
[112] Isaías 62.11. Ibid
[113] Juan 12.13. Ibid
[114] Mateo 21.1-11. Ibid
[115] Juan 12.36-41. Ibid
[116] Hechos 28.25-26. Ibid
[117] Salmos 44.23-26. Ibid
[118] Salmos 89.9. Ibid
[119] Lucas 8.22; 25. Ibid
[120] Jeremías 22.5-7. Ibid
[121] Miqueas 3.8. Ibid
[122] 1 Juan 1.5. Ibid
[123] Juan 8.12 Ibid
[124] Juan 1.4. Ibid
[125] Juan 14.6. Ibid
[126] Hechos 3.15. Ibid
[127] Juan 3.33. Ibid
[128] Romanos 3.4. Ibid
[129] Juan 1.17. Ibid
[130] Juan 14.6. Ibid
[131] Revelación 3.14. Ibid
[132] Revelación 19.11. Ibid
[133] Lucas 1.47. Ibid
[134] Lucas 1.69. Ibid
[135] Juan 4.42. Ibid
[136] Hechos 5.31. Ibid
[137] 1 Timoteo 2.3. Ibid
[138] 1 Timoteo 4.10. Ibid
[139] Tito 2.13. Ibid
[140] Tito 3.6. Ibid
[141] 1 Juan 4.14. Ibid
[142] Judas 25. Ibid
[143] Éxodo 3.14. Ibid
[144] Juan 8:24, 28, 58. Ibid
[145] Salmos 23. Ibid
[146] Juan 10.11. Ibid
[147] Isaías 44.6. Ibid
[148] Isaías 43.15. Ibid
[149] Juan 12.13. Ibid
[150] Revelación 17.14. Ibid
[151] 1 Timoteo 6.15. Ibid
[152] Malaquías 1.14. Ibid
[153] Mateo 5.35. Ibid
[154] Isaías 41.14. Ibid
[155] Isaías 47.4. Ibid
[156] Romanos 3.24. Ibid
[157] 1 Corintios 1.30. Ibid
[158] Hebreos 9.12. Ibid
[159] Revelación 2.23. Ibid
[160] Jeremías 17.10. Ibid
[161] Hebreos 1.3. Ibid
[162] Colosenses 1.17. Ibid
[163] 1 Juan 5.20. Ibid
[164] Tito 2.13. Ibid
[165] Romanos 9.5. Ibid
[166] 2 Pedro 1.1. Ibid
[167] Hebreos 1.8. Ibid
[168] Mateo 1.23. Ibid
[169] Isaías 9.6. Ibid
[170] Juan 20.28. Ibid
[171] 2 Corintios 13.13. Ibid
[172] 1 Corintios 6.11. Ibid
[173] Efesios 4.4-6. Ibid
[174] 1 Corintios 12.4-6. Ibid
[175] Mateo 28.19. Ibid
[176] Martirio de San Policarpo, 14:1-3, en D. Ruiz Bueno, Ed., Padres Apostólicos, p. 682
[177] Carta a los Efesios, 9: 1; Ibid, pág. 452-453
[178] Carta a los Efesios, 17:2; Ibid, pág. 457
[179] Primera Apología 6: 2; en D. Ruiz Bueno, Ed., Padres Apologetas Griegos, pág. 187
[180] Primera Apología 61:3; Ibid, pág. 250
[181] Contra todas las herejías, I, 10:1; en Ante-Nicene Fathers vol. 1
[182] Tres libros a Autólico II:15; en Ruiz Bueno, Padres Apologetas Griegos, pág. 805
[183] Legación a favor de los cristianos, 10; Ibid, pág. 661
[184] Contra Praxíteles, 23; PL 2.156-7
[185] Sobre los principios 1.2.; Patrologia Graeca 11.132
[186] Sobre los principios I, 3:4-5, en Alexander Roberts y James Donaldson, eds., The Ante-Nicene Fathers, Grand Rapids: Eerdmans, Reimpr. 1989, Vol. 4, pág. 253
[187] Sobre los principios I, 3: 7-8, en Roberts and Donaldson, pág. 255