La Problemática
Familiar
A. Los Diferentes Tipos
de Familias.
Una sociedad es un tejido de almas, con interacciones mutuas, del todo sobre cada una y de cada una sobre el todo.
Cada persona trae dentro de sí varias herencias. Somos la resultante biológica de un sinnúmero de corrientes de vida que vinieron a tener en nosotros su punto de encuentro. Así como en una laguna existen aguas de diversos ríos que en ella desembocan, así existen en nosotros esas herencias.
Los historiadores concuerdan al afirmar la existencia de obras que necesitan ser llevadas a cabo por varias generaciones: La fundación de ciertos países, el desarrollo de cierta política, creación de ciertas fuentes de prosperidad. La institución de derecho natural que asegura la realización de la obra histórica a través de las generaciones es la familia.
La naturaleza del hombre lo lleva a establecer nexos más directos con ciertas cosas, y relaciones más próximas con ciertas personas. Ser propietario, tener familia, son situaciones que le dan una justa sensación de plenitud, de personalidad. Vivir como átomo aislado, sin familia ni bienes, entre una multitud de personas extrañas, le da una sensación de vacío, de anonimato y aislamiento, que es para él profundamente antinatural.
La familia es la relación normal en donde se deben desarrollar los seres humanos. Y por normal, entendemos que se habla de una familia patriarcal.
Por patriarcal, en el Antiguo Testamento, se entendía no la pequeña familia nuclear, padre, madre e hijos, sino una familia numerosa, con muchos hijos. Y, además de eso, relacionada con un número muy grande de parientes de varios grados, de varios lados, que frecuentan la casa y la ponen en movimiento. De esta manera se constituye un todo con tres distancias: La primera distancia es mi casa, enteramente afín conmigo. Otra, son las casas de mi familia más apartada, algo parecida y algo diferente. Una tercera distancia es la calle, punto de encuentro fortuito y casual de todas las semejanzas y de todas las diferencias. Si estoy apoyado por estas tres distancias, si puedo expandirme en estas tres dimensiones, cuando llego a la calle tengo detrás de mí y a mi lado toda mi parentela que se presenta en los lugares públicos, en los lugares de diversión, pensando como yo, sintiendo como yo, imponiéndose.
En la actualidad existen cuatro tipos principales de tipos de familias, cada uno con sus características:
1. La Familia Nuclear.
Es el modelo de familia más conocido en nuestra sociedad y el modelo tradicional. Consta de un papá, una mamá e hijos, viviendo en una casa. Su problema principal es el aislamiento. Este modelo es el mayormente aceptado y el tradicional. La relación conyugal es la base, pero es el modelo con mayor crisis actualmente debido al aislamiento de sus miembros, quienes sufren de una crisis de identidad y del desconocimiento del desempeño en sus obligaciones, sus responsabilidades y sus derechos, la función de sus roles, como sus funciones de género. Es el modelo de familia más atacado por todo tipo de movimientos liberales, como el feminismo, el que se esfuerza por erradicar de la faz de la tierra, tal modelo.
La familia nuclear, ha estado sufriendo una descomposición a su interior desde la mitad del siglo pasado, provocando con ello el surgimiento de otros modelos de familia que habían estado presentes en la sociedad, pero como la excepción a la regla, más que la regla en sí.
2. Familia Extensa.
A este tipo la integran tres generaciones y más de dos parejas viviendo en la misma casa. Es común entre las clases marginadas y en las económicamente muy pudientes. El modelo casi ha desaparecido en este último grupo de la sociedad y se basa en las relaciones consanguíneas.
3. Familia Semi-extendida.
Una familia nuclear, compartiendo el mismo techo con otra familia nuclear. Ejemplo: Los hijos que se casan y viven con los padres. Una de las combinaciones más letales para la vida familiar. Quienes han vivido así son testigos. Es un total caos, si la situación se extiende por más de tres meses y toda la tensión familiar generada, se verá reflejada en las actividades de cada uno de los componentes de este tipo de familia.
4. Familia Semi-nuclear.
Familia monoparental, o familia con jefatura femenina. Algo que cada vez se hace más frecuente en Latinoamérica en donde son dirigidas por una sola persona, en este caso, una mujer. No son tantas las dirigidas por el padre de familia, que por divorcio, viudez o abandono, se ven en la necesidad de dirigir la familia, no obstante, los resultados son los mismos. Un bajo aprovechamiento académico, una baja autoestima de sus miembros, así como la repetición del ciclo en el que viven.
B. Los Hijos: ¿Alegría o Frustración?
“Los hijos son una herencia del Señor, los frutos del vientre son una recompensa”[1]. Muchas lágrimas de jóvenes a las que los médicos dicen que no podrán concebir un hijo se derraman, mientras que por otro lado, las lágrimas de muchas madres también se derraman porque no saben qué hacer con los hijos que tienen. Conocemos hogares que han logrado sobreponerse a los problemas con la bendición de un hijo, así como también conocemos otros que se han destruido a causa de la conducta de uno de sus hijos. Ningún matrimonio se ha forjado hasta haber tenido que criar por lo menos a un hijo. Cuando no se le tiene, la pareja suspira por el deseo de escuchar balbuceos y pequeñas risas. Pero cuando se les tiene, son muchas las ocasiones en que deseamos que se queden en silencio. Lamentablemente, la cultura consumista de Occidente ha provocado que cuando nace un hijo en una familia, después de los primeros días de conmoción debido al nuevo miembro de la familia, se comience un cambio y pareciera como que la novedad que antes nos tenía tan felices se convierte en un punto que nos exige, por lo que hay que buscar la manera de proveerle cosas que él nunca ha solicitado, pero como la publicidad nos enseña que es indispensable, buscamos la manera de suplirlo, lo que conlleva que el hijo termine bajo el cuidado de una doméstica, de la abuela o en una guardería.
1. Las necesidades de los hijos.
¿Qué es lo que necesitan nuestros hijos en realidad? Son cinco las necesidades de los niños: Amor, tiempo, cuidado, energía y dinero.
a. Amor.
Algunos piensan que dar amor a sus hijos es nada más acariciarlos y hacerlos reír, pero va más allá. Hay que compartir con ellos el sentimiento de amor. Los bebés son muy perceptivos a este. El amor da a los niños la seguridad que van a necesitar para enfrentar la vida. En los años setenta se hizo un experimento con dos monitos, a uno se le permitió quedarse con su madre enjaulado, mientras que al otro se le separó de todos los demás monos aunque se le alimentó bien; al cabo de unos días, cuando se quiso reintegrar a estos monitos al grupo, el que se había mantenido con su madre se adaptó rápidamente, pero el que se mantuvo solo se apartó y pocos días después murió ya que no logró adaptarse. Si eso pasa con un mono, ¿qué pasa con los niños a los que no se les brinda amor?
b. Tiempo.
Hay quienes dicen: “Lo importante no es cuánto tiempo pases con tus hijos, sino la calidad”. Esto no es más que una excusa para zafarse de la responsabilidad de pasar tiempo con ellos. Los niños necesitan pasar tiempo con sus padres porque ellos son el modelo que van a imitar. Si no tienen a sus padres cerca, los niños se conducirán de acuerdo a lo que ven en la T.V., en donde, por cierto, pasan un anuncio en donde un niño se acerca a su padre, que es abogado, con sus manitas llenas del dinero de su alcancía que acaba de romper y le pregunta: ¿Cuánto de tu tiempo puedo comprar con este dinero?
c. Cuidado.
Es nuestro deber como padres y adultos, prever las cosas que pueden causar un accidente a los niños. No hay que esperar a que el niño caiga en el pozo para taparlo. Un niño necesita desde que nace que se le apliquen las vacunas necesarias y se le mantenga un control médico, así como que se esté alerta ante cualquier anomalía que veamos en su salud. También es importante que prevengamos las cosas de peligro para él. Un niño está descubriendo el mundo, por lo que no debemos minimizar en esfuerzos para su protección.
Tómese en cuenta que hoy día también hay que cuidar a los niños de los enfermos sexuales, de un secuestro, de los ladrones de órganos, de los vendedores de drogas, del internet basura, etc. Así que el trabajo en este campo no es poco.
d. Energía.
Algunos padres piensan que los niños simplemente vienen al mundo y hay que dejarlos crecer. ¡No! Cada niño necesitará un esfuerzo de sus padres que le absorberán mucha energía. Hay que cuidarlos, asearlos, enseñarles, jugar con ellos, etc. Todo esto consume energía y por lo tanto, antes de traer un niño al mundo debemos preguntarnos si podemos invertir en él.
e. Dinero.
No sé si hay algo más caro que un niño. El niño depende completamente de sus padres, por lo que son ellos los obligados a proveer techo, alimento, abrigo, estudios, etc., por aproximadamente veinticinco años, hasta que ese hijo (a) esté listo para enfrentar la vida.
2. Entrenando hijos.
Alguien decía: “Tener niños es de lo más sencillo: Después de que los traes del hospital, les das cualquier cosa para que coman, una cama para que duerman y con eso del internet se crían solos”. La verdad es que no hay nada tan falso como eso. Dijimos antes que los hijos necesitan tiempo, nuestro tiempo. Los niños deben ser formados, no en el exterior, sino en el interior. Los hijos son el mejor espejo que los padres puedan tener. Si los padres son malos, sus hijos lo serán; si los padres los guían de manera correcta, los hijos serán buenos.
Los hijos deben ser entrenados en todo: En su alimentación, si no enseñamos a nuestros hijos a comer frutas y verduras antes que carnes y frituras, no podemos esperar otra cosa que hijos obesos y enfermos; en el dormir, si los niños quedan despiertos hasta las diez u once de la noche, no nos extrañemos que se vuelvan seres nerviosos; etc.
La Biblia nos enseña que los únicos responsables delante de Dios para entrenar a los hijos, son los padres: “Pon estas palabras mías en tu corazón y en tu alma, que sean para ti como una señal ligada a tu mano, un signo puesto en medio de tu frente. Enséñaselas a tus hijos. Habla de ellas, sea que estés sentado en tu casa o que vayas de viaje, cuando te acuestas o cuando te levantas; las grabarás en tus puertas y a la entrada de tus ciudades. Entonces tus días y los de tus hijos se prolongarán en la tierra que Adonay juró dar a tus padres, y permanecerás en ella mientras permanezca el cielo sobre la tierra”[2]. Si nosotros delegamos a un tercero la enseñanza a nuestros hijos, también estamos arriesgándonos a que esta persona enseñe cosas que tal vez no están de acuerdo con nuestros principios. Así que es importante que los padres pongan cuidado especial en los siguientes puntos en cuanto a la enseñanza para sus hijos:
a. Enseñanza Espiritual.
Antes de poder enseñarle a nuestros hijos los principios espirituales, debemos tenerlos primero. Quizá los padres lleven a los niños a la Escuela Dominical, pero los niños solo aprenderán de Dios si sus padres se lo enseñan, no solo verbalmente, sino con el ejemplo.
b. Enseñanza Emocional.
Una característica de los niños es su egoísmo. Al niño no le importa nada más que su propia persona desde que nace. Él se despierta a las tres de la madrugada y rompe en llanto sin importarle si sus padres tuvieron una larga jornada en el trabajo el día anterior y dentro de pocas horas tendrán que comenzar de nuevo. Así que hay que enseñarle a amar a las personas que le rodean, sus hermanitos, primos, vecinos, etc. Debe aprender a soportar y a ceder. Esto lo aprenderá viendo como sus padres lo hacen entre ellos y con los demás.
c. Enseñanza Social.
Esta va muy de la mano con la anterior. El niño debe aprender a relacionarse con otras personas desde antes de que entre al preescolar. El ejemplo de los padres será la clave de nuevo.
d. Enseñanza intelectual.
Cuando un niño nunca ha visto un libro en su casa y jamás ha sido testigo de que sus padres lean algo, será un deficiente en sus estudios. Un humano que no lee, será ignorante. La persona que lee se ilustra, conoce, puede discutir sobre temas variados, su lenguaje crece así como su autoestima. A los niños se les debe enseñar que los libros son sus amigos y que nunca hay que maltratarlos ni rayarlos, a no ser que tengan ese fin. Sobretodo, los niños deben familiarizarse con la Biblia, el Libro por excelencia.
e. Enseñanza laboral.
El trabajo es la manera que Dios nos otorgó para que consigamos nuestro sustento, por lo que los niños deben tener el ejemplo de sus padres, incluso cuando estos están de vacaciones. Un niño que ve que su padre tiene que pagar incluso hasta para que le corten el césped o limpien sus zapatos, creerá que la única manera en que se pueden hacer las cosas es pagando a otros por sus servicios.
Pero no queremos ser malentendidos. No estamos hablando a favor del trabajo infantil. Nos oponemos a eso. Pero si necesitan los niños ver que sus padres trabajan y luchan por suplir las necesidades del hogar. De la misma manera, ellos deben aportar un poco de cooperación acomodando su habitación, sus juguetes, los zapatos, etc.
3. Disciplinando hijos.
Recuerdo que cuando era niño, vivía frente a mi casa una familia cristiana que salían todos los domingos para la iglesia bien vestidos y con Biblia en mano, pero que los dos muchachos mayores eran famosos por llegar borrachos en la noche durante la semana. Más tarde tuve a una compañera de estudios de familia cristiana, y era la experta en métodos para copiar en los exámenes. Cuando me entregué al Señor me di cuanta que la hija del pastor había quedado embarazada estando soltera y el pastor pagó el aborto con el dinero de la ofrenda. Años después supe del hijo de otro pastor que estaba internado en una clínica de desintoxicación de drogas.
Son muchos los cristianos que consideran que el tiempo que pasan sus niños en la Escuela Dominical o el que los tengan en colegios cristianos es suficiente para que sus hijos se comporten cristianamente durante el resto de su vida. Esto se ha unido a la nueva sicología que exige que a los niños no se les debe castigar.
Es cierto que a los niños no hay que golpearlos, pero también es cierto que los padres tenemos la obligación de investigar el motivo por el que los niños no se están comportando como debe ser.
a. Molestias Espirituales.
Un niño que está siendo criado en un hogar donde no se respeta al Señor, que nunca ha visto a sus padres orar, que no es llevado a la iglesia, que no conoce de Dios, es un niño que va camino a ser no solo un problema familiar, sino social. No podemos castigar a nuestros hijos si no les demostramos que nosotros tenemos temor a Dios[3].
b. Molestias Físicas.
Cuando tengo hambre o sueño o enfermo, me siento mal y soy una persona incómoda, pido a mi esposa que me sirva de comer o pido a los muchachos que hagan silencio cuando ellos están gozando o me tengo que meter a la cama y necesito que mi esposa me atienda, dependiendo de la situación. Si esto me ocurre a mí que soy adulto, ¿qué ocurre con un bebé? Antes de castigar al bebé porque llora, asegúrese que sus pañales están secos y limpios, que ha comido bien, que no está enfermo, que no tiene sueño, etc.
c. Falta de Instrucción.
Muchas veces los niños hacen cosa simplemente porque nadie les enseñó que no debían hacerlas, entonces ¿de quién es la culpa?
d. Molestias Medioambientales.
Hace muchos años vivíamos muy cerca de la línea del tren y nuestro hijo de cinco años lloraba constantemente, hasta que tomamos la decisión de cambiarnos de casa, lejos del tren. Música a muy alto volumen, habitaciones muy calientes o muy frías, desorden, etc., hacen no solo que los niños se sientan malhumorados, sino también los adultos. Los niños necesitan hogares en donde la paz, el orden y el amor abunden.
e. Molestias psicológicas.
Cuando un niño escucha a sus padres gritándose uno al otro. Cuando el temor es parte del hogar, cuando la timidez es sembrada en la familia, los hijos serán un problema. Los niños necesitan seguridad en su vida y ellos la verán en el comportamiento de sus padres. Si su madre está esperando ansiosa la llegada de su marido en la tarde porque desea su compañía, si el padre al llegar a la casa besa y acaricia a su mujer, esto dará seguridad a los niños de que son amados y están en un buen lugar.
También los niños sufren inseguridad cuando a los niños se les asusta con monstruos y cosas irreales como el “coco” o la “llorona” o incluso ideas tan locas como decirle al niño: “Si te portas mal le voy a decir al pastor para que te castigue”; así como cuando los padres prefieren a uno de los hijos sobre los demás.
f. Falta de Disciplina.
También puede ser que los niños se comporten mal porque nunca han sido disciplinados. Son “malcriados”. Los padres tienen la obligación no de quebrantar al niño, sino de dominar con amor la voluntad de él. Proverbios 13.24 nos aconseja: “Quien no corrige a su hijo, no lo quiere; el que lo ama, lo corrige”[4]. A pesar de que la nueva psicología diga lo contrario, los niños necesitan que se les pongan límites para aprender respeto y el padre que no lo hace lo está poniendo camino al infierno[5].
En realidad son muy pocos los padres que no se sienten preocupados por el futuro de sus hijos, incluido el futuro espiritual. El problema está en que esa preocupación se manifiesta de formas diferentes, ya sea asistiendo con los niños a la iglesia y teniendo devocionales con ellos; o como otros muchos hacen, los envían a la iglesia para que los que se prepararon en la Biblia se encarguen de educarlos por nosotros.
El que hace lo último está enrutando a toda su familia a la destrucción. Tanto los niños como los adultos necesitan el alimento espiritual, o ¿acaso servimos de comer a los niños mientras nos dedicamos a otras cosas? ¿No es lo normal que toda la familia se siente para almorzar junta? Si eso hacemos con el alimento material ¿por qué ha de ser diferente con el espiritual?
Cuando un niño escucha el texto de Mateo 7.11 en la Escuela Dominical, ¿qué recordará de sus padres? Algunos podrán imaginarse sentados en las piernas de su padre que le lee alguna historia bíblica o a su padre dándole una golosina, pero otros quizá vean a su padre gritándole o indiferente ante él o tal vez vean a su padre como un ignorante. ¿Cómo le verán sus hijos?
No debemos sentirnos mal por disciplinar a nuestros hijos. Dios lo hace con nosotros. Pero recordemos que disciplinar no es quebrantar y así como queremos respeto para nosotros como padres, debemos darle respeto a ellos como hijos.
4. Separándonos de los hijos.
Aunque a la mayoría de los padres nos cuesta aceptarlo, los hijos están de visita. Ellos llegan dependientes en su totalidad a nuestro hogar. Lo trastornan. Cuando comienzan a caminar lo ponen todo patas arriba. Entran en la vida escolar y por un espacio de unos veinte años nos sacan las canas tan rápido como el dinero porque necesitan ropa, materiales, libros, etc. Luego que se gradúan y cuando algunos padres piensan que al fin van a ser retribuidos de los gastos hechos, aparecen con una chica y nos dan la noticia de que se casan y se van a vivir lejos. Y la casa queda con una sensación de soledad. Ya no hay música estridente, no más zapatos sucios en la sala, no más ropa tirada en el baño, no más regueros que “extrañamente” se hacen en la cocina durante la noche, ya el recibo telefónico no nos produce infartos.
Quizá los seres humanos debiéramos aprender del águila. Cuando el aguilucho nace es feo. Una enorme cabeza con ojos saltones y un pico que siempre está abierto para que sus padres embutan comida una y otra vez. Conforme va creciendo se va pareciendo más a sus progenitores. Cuando el aguilucho llega a tener un tamaño parecido al de sus padres, estos le ponen espinas en el nido para que ya no sienta tan a gusto. Luego, lo van empujando al borde del nido para que salga. Él se aferra con todas sus fuerzas, sus garras se clavan con tremenda fuerza. Sus padres insisten, hasta que al fin lo sacan y el ave novata cae por el precipicio. Nadie le ha dado clases de vuelo. Por meses ha visto a papá y mamá águila levantar majestuosamente el vuelo, pero nunca la explicaron cómo hacerlo. Antes de caer estrellado, abre sus alas y logra posarse con suavidad en el suelo. Comienza a aletear y se da cuenta que él también puede volar y al fin se dispone a cazar y hacer su propia vida. Un día encontrará una hermosa compañera con la que hará un nuevo nido y así pasarán muchos años juntos, hasta que la muerte los separe.
En este punto, en el hogar, se producen cambios que vamos a analizar. Hay cambios que se relacionan con los hijos y otros con los padres que quedan en el hogar. Analizaremos primero los cambios que tienen que ver con los hijos.
a. Respeto.
El respeto es una muestra de consideración hacia otra persona o cosa. Los hijos son seres humanos. Merecen todo el respeto como persona. Hay que saber dialogar con ellos. Cuanto más los respetamos, más confianza nos tendrán. Muchos padres irrespetan a sus hijos planificándoles la vida. Ellos desean que su hijo vaya a tal o cual universidad y que estudie tal carrera para que luego trabaje en tal empresa. Aunque los planes de los padres sean muy loables, son irrespetuosos. Los hijos son los que deben decidir, con nuestro consejo, lo que es mejor para ellos. Puede ser que el padre sea un abogado, hijo de otro abogado que a la vez era hijo de un abogado, pero él quiere ser músico. El padre puede hacerle ver lo difícil que le será la vida, pero no más. Si el hijo insiste en ser músico, seamos los primeros en comprar sus discos. ¡Él tiene derecho a ser feliz!
b. Derecho a equivocarse.
Como los hijos tienen derecho a decidir, también lo tienen a equivocarse, o ¿acaso nosotros nunca nos equivocamos? Los errores son los que nos dan las armas necesarias para el éxito. Se dice que un periodista le preguntó a Tomas Alba Edison sobre cuántos experimentos había tenido que hacer antes de lograr obtener la resistencia para la bombilla, y Edison le dijo: “Fueron miles”. El periodista le preguntó: “Y ¿no se siente fracasado?” “¡Jamás!”, dijo el inventor, “No fueron fracasos, sino ensayos para el éxito”.
Cuando los hijos toman sus decisiones y fallan, hay que alentarlos a seguir intentándolo. Que ellos decidan lo que quieren para que logren sus propósitos, aunque fallen muchas veces. Y si la decisión de nuestros hijos no es tan rentable como esperábamos, no lo veamos como un fracaso, sino como su decisión.
c. Escuchar.
El diálogo con nuestros hijos es indispensable para una buena relación. Pero no es solamente el escuchar las palabras que nos dice, sino sus sentimientos, sus pensamientos, sus emociones. Cada palabra tiene muchos matices, de acuerdo a cómo, cuándo y por qué las decimos. Tratemos de entender lo que ellos quieren transmitirnos.
d. Honestidad.
No tratemos a nuestros hijos como si siempre fueran unos bebés a los que hay que proteger. Tenemos que ser honestos con ellos. Explicarles cómo es la vida real fuera de casa. Hacerles ver que si en casa siempre tuvo todo, cuando tenga que salir tendrá momentos de necesidad. Que hay muchas personas con sentimientos falsos en las calles y están dispuestos a aprovecharse de cuanto puedan. Que nuestros hijos vean en nosotros una fuente donde puedan volver para tomar más sabiduría y no un pozo envenenado al que hay que evitar.
e. Perdón.
Como dijimos antes, todos nos equivocamos. Pero no es simplemente el ver los errores de nuestros e hijos y mover la cabeza y decir: “Se equivocó, de nuevo”. Hay que saber perdonar los errores de nuestros hijos y animarlos para que la próxima vez lo hagan mejor. Ellos están siendo formados para luego tomar nuestro lugar en relación con sus hijos. Así como ahora son hijos serán padres y deseamos que enseñen a nuestros nietos de la mejor manera. Que cada generación nueva en nuestra familia sea mejor que la anterior.
Pero ¿qué pasa en el hogar cuando los padres se quedan solos? Recordemos que para este momento han transcurrido unos treinta o más años, dependiendo entre las edades que hay entre el hijo mayor y el menor. ¡Toda una vida con hijos en la casa! Ahora vamos a sufrir un cambio que de nuevo va a trastornar toda nuestra rutina que va a exigir que ambos cónyuges tengan que hacer adaptaciones muy fuertes, especialmente si para este tiempo también ocurre la jubilación.
Cuando los hijos se van, la mayoría de las madres que han pasado tantos años sintiéndose el pilar de aquellos “aguiluchos” entran en un periodo de “abandono”. Ya no hay nadie en casa que le pregunte desde donde está la toalla para secarse, pasando por los calcetines y cada una de las prendas de vestir, hasta los libros y la calculadora. Ya no hay alguien que tiene frente suyo el plato con los alimentos, preguntando qué hay de comer. Ahora ella se sentirá inútil ya que no hay quien dependa de ella. ¿Qué va a hacer durante el día? ¿En qué ocupará su tiempo? ¡Cuidado! Esto puede llevarla a una depresión postmaterna.
No se crea que el padre no sufra también. La mayoría de los padres disfrutamos a nuestra forma de los hijos. Nos hacen gracia cuando están recién nacidos y nos encanta sentir sus manitas halando de los bigotes o tratando de quitarnos los anteojos. Más tarde somos felices, aunque parezca lo contrario, de escuchar esos “por qué”. Cuando entran en la adolescencia nos hacen sentir importantes las batallas campales cuando discutimos sobre lo que es correcto y lo que no y sobre cómo debemos comportarnos los seres humanos, incluyendo lo que debemos vestir. Cuando entran a la Universidad viene el tiempo de discusiones más intelectuales, más inteligentes. Así que cuando los hijos se van, ¿con quién vamos a discutir? ¿Estará la esposa dispuesta a escucharnos hacer peroratas sobre si lo correcto es llevar las faldas de la camisa por dentro o por fuera? ¿Discutirá nuestra esposa las últimas decisiones políticas o el nuevo ritmo musical que consideramos salido del mismo seno del infierno?
Cuando los hijos se van, la casa puede tornarse lúgubre. Hay tantos recuerdos que nos pueden hundir en la melancolía, por lo que es necesario que nos preparemos a quedarnos solos, de nuevo, como cuando comenzamos hace treinta y tantos años.
Es posible que una pareja madura a quienes sus hijos ya han dejado solos se repongan de este golpe y comiencen a disfrutar de su matrimonio, sin necesidad de que los nietos estén metidos en casa.
En primer lugar, debemos tomar las cosas por el lado positivo. No pensar que nuestra función acabó. Al contrario. Ahora entramos en un nuevo despertar. Una segunda luna de miel. Una etapa de libertad, cuando podemos salir y no hay que estar pendientes de regresar temprano para que la niñera regrese a su casa, o estar llamando cada veinte minutos para saber si no han incendiado la casa.
Recordemos que tenemos vida propia. Quizá nuestro cuerpo traquea cuando nos movemos, pero el cerebro es un órgano que puede mantenerse en forma con solo un pequeño esfuerzo. Es el momento en que podemos darle rienda suelta a nuestra imaginación. Tenemos la casa solo para nosotros, así que podemos pintarla de aquel color que siempre nos gustó pero que nuestros hijos adolescentes decían que era anticuado. Escuchar la música de antaño sin que nadie se burle.
¡Imagínese! Si aun el marido no se ha jubilado, pueden hacer una cita para verse el viernes en la tarde y desaparecerse el fin de semana en un pequeño hotel de montaña o de playa sin estar pendientes de qué comerán los niños o quién los cuidará. Les puedo asegurar que aquel hombre regresará el lunes a la oficina con una sonrisa y su esposa esperará que llegue el nuevo fin de semana.
¿Qué de los compromisos con la Iglesia? Tal vez por años quiso ser parte de alguno de los comités de la congregación, pero por estar ocupado (a) con sus hijos no podía estar comprometiéndose para asistir a reuniones. ¡Ahora es el momento! Puede dedicarse a estudiar teología con toda tranquilidad, o alguna otra carrera que siempre le atrajo.
Por supuesto, no estamos diciendo que ya no volveremos a ver a los hijos. ¡No se han muerto! Un fin de semana con la nueva familia para demostrarles nuestro amor. El relacionarnos fraternalmente con la esposa de nuestro hijo. Que ella nos pueda ver como sus padres y nosotros como la hija que nunca tuvimos. Disfrutar de los nietos. Volver a sentir manitas pequeñas y tiernas acariciando nuestro bigote. Escuchar risas y gorgoteos en nuestra casa, aunque sea un sábado al mes. Pasar las vacaciones juntos. Una llamada telefónica. Las celebraciones especiales. Las nuevas temáticas de conversación con nuestros hijos, que ahora tendrán que comenzar a pensar como padres también y que buscarán el consejo de sus progenitores, que ya sufrieron lo que ahora ellos pasan. Es una etapa nueva y hermosa que debemos saber disfrutar.
Pero no debemos olvidar el consejo bíblico para poder enfrentar estos nuevos cambios. Y ¿qué tiene que Decir Dios sobre esto? Veamos:
“Porque él ordenará que sus ángeles te cuiden en todos tus caminos”[6].
“Cuando alguien se convierte a Cristo, se transforma en una nueva criatura. Su existencia anterior queda atrás, y él comienza a vivir una nueva vida, a ser parte de una nueva creación”[7].
“Dios me ha contestado: "Mi amor es todo lo que necesitas. Mi poder se muestra en la debilidad". Por eso, prefiero sentirme orgulloso de mi debilidad, para que el poder de Cristo se muestre en mí”[8].
Con esto en mente, cuando sea el momento en que nuestros hijos dejen el hogar, o que sean tenidos que empujar del nido, démosle gracias a Dios y apreciemos el nuevo reto que tendremos por delante.
C. Tensiones Familiares.
Desde el momento en que la pareja original cayó en pecado, comenzaron las tensiones familiares. Aunque la Biblia no lo dice, pero pongámonos a pensar en lo que pudo haber ocurrido después de que fueron expulsados del huerto:
“-¡Ay Adán! –dijo Eva- ¿por qué me echaste la culpa a mí?"
Adán responde: “-Y ¿me vas a decir que no fuiste tú la que nos metió en problemas?”
“-Pero tu nunca me advertiste de la serpiente” Se defiende Eva.
“-Pero yo te dije que tenías que ayudarme en el trabajo y decidiste irte a pasear por el huerto”. Acusa Adán.
“-¡Oh, tipo más machista!” Se enoja Eva.
“-Tal vez lo sea, pero no hay otra mujer más chismosa que vos”. Replica Adán.
No sabemos cuales fueron las palabras, pero bien pudieron ser estas. Los humanos tenemos problemas al relacionarnos con otros. No podemos esconderlo. Y las tensiones nos traen sufrimiento. Pero debemos aprender a sacarle provecho a estas situaciones. Los que desean que no haya sufrimiento, no quieren la bendición de Dios. Leamos Romanos 5.3: “Todo esto hace que nos sintamos gozosos incluso en situaciones adversas y aflictivas, porque las aflicciones nos enseñan a tener paciencia”[9]. La tribulación hará que prosperemos porque aprendemos.
Pongámonos a pensar en todas las personas que han tenido que luchar contra diferentes cosas para lograr el éxito. ¿Fue fácil? Podemos asegurar que no. Veamos la enseñanza de Jesús en Lucas 6.48: “Es como el que construyó su casa sobre la roca. Hizo un hoyo profundo, hasta encontrar la roca, y allí puso las bases. Cuando vino una inundación, la corriente de agua pegó muy fuerte contra la casa. Pero la casa no se movió, porque estaba bien construida”[10]. ¿No tuvo este hombre que esforzarse y sufrir hasta encontrar en donde cimentarse. ¡Claro que sufrió! Pero luego pudo estar tranquilo porque estaba bien fundamentado. Es verdad, por más cristianos que seamos, que siempre vamos a tener problemas, pero cuando estamos fundamentados en Cristo, nada podrá movernos.
Vamos a analizar las causas de tensión que se pueden producir, pero para que quede más claro, las dividiremos en tres, de acuerdo a las diferentes circunstancias:
1. Tensiones en la pareja.
a. Durante el noviazgo.
Una de las primeras tensiones que sufre la pareja consiste en la tentación a tener relaciones sexuales prematrimoniales. Ambos deben estar muy tomados de la mano de Dios para no caer en el pecado. ¿Dónde está el problema si ya nos comprometimos? Precisamente en eso. Al haber un compromiso esperamos que la otra persona esté dispuesta a cumplir y curiosamente, cuando se adelanta el sexo, se pierde el respeto y no es nada de otro mundo que un joven se arrepienta de casarse luego que su novia le dio la “prueba”, porque ya no confía en ella. ¿Qué le garantizará que le sea fiel si cayó tan fácil?
Las preferencias causarán que tengamos roces, en veces fuertes. Si somos de diferente congregación, si prefiero ir al culto de la tarde pero ella gusta de ir a la Escuela Dominical, si gusto del fútbol mientras ella prefiere el básquet, si me gusta el calor pero ella el frío, etc. Vale que es en este tiempo cuando podemos acabar una relación con apenas algunas raspaduras y no cuando estamos casados arriesgándonos a perder todo.
Cuando se da el compromiso entonces viene otro momento de tensión debido a que los preparativos de la boda consumen mucho tiempo y energía. Hay que hacer cosas a las que no se está acostumbrado como presupuestos, cálculos, visitar tiendas, buscar precios, etc., cuando tal vez lo único que deseábamos era sentarnos a conversar con nuestra novia y hacer castillos en el aire.
b. Ajustes recién casados.
Después de la ceremonia vemos a los recién casados salir con una gran sonrisa, pensando que se acabaron los problemas. Pero ¡gran noticia! ¡Los problemas inician! Seamos objetivos. Los dos son novatos en esto. Los ajustes que hay que hacer desde dormir acompañados hasta compartir el salario y ponernos de acuerdo en lo que vamos a comer, ponen tenso a cualesquiera.
Estamos hablando parejas de creyentes, que aunque tienen muchas ventajas en muchas cosas ya que no llevan vicios ni aberraciones, también son muy inocentes. Por lo general están tan empeñados en adquirir conocimiento bíblico que se olvidan de leer literatura que nos guíen en asuntos sexuales y vamos a conocer de ellos de forma que nos puede asustar si no somos mentalmente maduros o si lo somos, disfrutaremos mucho.
El conocimiento del cuerpo de nuestro cónyuge, observando lo que le produce placer y enseñándole lo que nos gusta a nosotros e incluso descubriendo cosas que no sabíamos que nos gustarían, son una experiencia que no podemos relatar porque no hay palabras para describirlo. Al principio es muy difícil y quizá algunas cosas nos pueden parecer ofensivas, pero el sexo solo mejorará con la práctica. Pero no debemos olvidar que no hay nada más hermoso que avanzar en este campo juntos, aprendiendo cada día, sin la “ayuda” de otros.
c. Planificando la familia.
Este punto es muy delicado para muchas parejas. Hay una gran cantidad de métodos anticonceptivos que van desde el ritmo hasta los métodos intrauterinos. Todos tienen ventajas y desventajas. Algunos de ellos son microabortivos, como la T de cobre, el DIU y la píldora del día siguiente. Otros pueden causar molestias hormonales, haciendo que la mujer se adelgace o engorde, dependiendo del organismo, como la píldora. Otros producen molestias y dan asco, como las jaleas. También están los que no son tan seguros como el ritmo y el coito interrumpido. El condón y el diafragma pueden causar alergia. Incluso hay algunos que pueden afectar la espiritualidad de alguno de los dos. Todo esto puede causar tensión al punto que la pareja se vea envuelta en discusiones y enojos.
d. Los suegros.
Son demasiados los matrimonios que fracasan porque los suegros se meten en los asuntos del nuevo hogar. Es cierto que hay que dejarlos, pero no abandonarlos. El matrimonio no es una declaración de guerra. Los recién casados deben buscar tener amistad con sus suegros, tratando temas de interés para ambos. La suegra no debe estar criticando a su nuera y los esposos no deben comparar nunca a su cónyuge con sus padres. Ellos son otras personas que formaron su hogar en otro tiempo. Todos debemos entender eso.
e. La Iglesia.
¿Cómo? ¿Usted cree que la Iglesia puede ser causa de tensión en los recién casados? Y en los no tan recién también. Hay esposos que por servir a la Iglesia se olvidan de su esposa, así como hay esposas que hacen que sus maridos odien la Iglesia. Los compromisos en la Iglesia son buenos, pero estos no deben acabar con nuestro matrimonio. Por eso Pablo aconseja no casarse, siempre que se pueda, ya que “Los solteros se preocupan de las cosas de Dios y de cómo agradarle. También las viudas y las solteras se preocupan por agradar a Dios en todo lo que hacen y piensan. En cambio, los casados se preocupan por las cosas de este mundo y por agradar a su propia esposa. Del mismo modo, las casadas se preocupan por las cosas de este mundo y por agradar a su propio esposo. Por eso tienen que pensar en distintas cosas a la vez”[11]. La idea de Dios no es que todos los días y todo el día estemos los cristianos metidos en el edificio de la Iglesia o evangelizando. Hay tiempo para todo. Hay tiempo para ir al culto, así como lo hay para compartir con nuestra familia y para trabajar.
f. La casa.
Son varias las razones por la que la casa puede causarnos tensión. En primer lugar, el dinero. Hay esposos que son muy liberales y regalan el dinero que tanto les costó ganar, invitan a todo el que se encuentra en la calle a comer en su casa o en un restaurante, compra lotería del año pasado, etc. También los hay muy tacaños. No quieren sacar a su esposa ni a la esquina y si lo hacen le piden que lleve un emparedado por aquello del hambre.
También hay esposas que son muy botadas y no les importa darle lo que sea al primer mendigo que golpea la puerta, aunque sea la ropa que su esposo necesitaba para ir a trabajar al día siguiente. También están las tacañas que se molestan cuando su esposo da un vaso de agua al jardinero.
Recordemos que el dinero es de los dos, aunque la esposa no salga a trabajar fuera de casa. Entre ambos debemos presupuestar y saber en qué se gasta el dinero.
Pero también hay otras cosas en la casa que nos ponen como cuerda de violín. El aseo es una de ellas. Un marido desconsiderado que no le importa dejar tirada la ropa en el suelo, al lado del cesto de la ropa sucia. O bien, terminan de cenar y el se levanta tranquilo para sentarse a ver T.V., mientras su esposa debe recoger los platos y lavarlos.
Los maridos pueden barrer, limpiar pisos, cocinar, lavar la loza, lavar ropa, planchar, cambiar al bebé, etc., tan bien, y en veces mejor, que su esposa. Yo lo sé. ¡No se le cae a uno ninguna parte del cuerpo por hacer oficio en la casa!
Cuando los niños van creciendo deben aprender a ayudar también. Ellos pueden acomodar sus juguetes y los zapatos. Pueden llevar su ropa sucia al cesto. Limpiar pequeños regueros. Regar las plantas, etc.
g. Los amigos.
Las amistades pueden convertirse en un apoyo o en una espina. Conozco a una mujer que terminó enamorándose del mejor amigo de su esposo debido a que él pasaba más tiempo en la casa de ella. También supe de una mujer que vio como su marido se iba con su amiga debido a que siempre que él llegaba del trabajo la encontraba muy bien arregladita, platicando con su esposa que aun no había podido bañarse debido a los muchos quehaceres domésticos.
Los amigos son como la miel. Un poquito es agradable, mucha nos empalaga. La pareja necesita tiempo a solas. Necesitan intimidad. Si bien pueden salir junto con sus amigos de vez en cuando, es mejor cuando van solos.
h. El embarazo no planificado.
Cada niño que venga al mundo tiene derecho a ser deseado. No debe convertirse en una carga. Por ello los cónyuges deben meditar mucho cuándo es el momento adecuado para tener hijos. Pero si a pesar de todo ocurrió, deben aceptar la Voluntad de Dios y ver a su retoño como una bendición.
i. El primer bebé.
El embarazo es una etapa hermosa de nuestra vida de casados, pero no está exenta de peligros. La mujer lleva en si un ser ajeno a su persona. Debe aprender a cuidarse en todo, desde el calzado que usa hasta la alimentación. Ya su rutina no será la misma. Aunque pueden tener sexo, ya no será tan libre como cuando no estaba embarazada. Pero también se presentan otros asuntos como lo es los preparativos para recibir al bebé: pañales; cuna; ropita, que a pesar de ser tan pequeña es más cara; habitación, etc. Vienen las nauseas, los vómitos, los achaques y ¿quién es el culpable? ¡El marido! Como si solo él hubiera participado en hacer al bebé.
También los maridos sufrimos. Antes del primer bebé, nuestra esposa, con todo su instinto maternal, nos cuidaba y protegía. Ahora llega otro ser a la casa que va a acaparar toda la atención y los maridos pasamos a un segundo plano. Quizá hasta nuestra esposa se vuelva más gruñona con nosotros.
j. El aborto.
No podemos tapar el sol con un dedo. Desgraciadamente en la sociedad de hoy el aborto ya no es un tema ajeno. Hay parejas, incluso cristianas, que han caído en el pecado de asesinar a un bebé en el vientre de su madre. Este acto queda gravado en la mente y el corazón de los que lo hacen y los lleva a sentirse perseguidos. Se llenan de odio hacia sí mismos y el amor por su pareja desaparece.
k. El desempleo.
Ese fantasma que nos persigue en América Latina y que nadie desea toparse. El estar sin empleo es humillante, roba las esperanzas y el sueño. Una persona sin empleo se siente degradada y puede entrar en un estado de tensión que lo conduzca a una locura. También hay desempleados que pueden entrar a una etapa de holgazanería, si no logran ubicarse en un empleo similar al anterior, algo que les parezca adecuado y agradable, con lo que se crea un ambiente negativo en la familia.
Lo que muchos olvidan cuando se quedan desempleados es que su trabajo ahora es ¡buscar trabajo! No se quede en casa esperando que lo llamen; salga a buscar un empleo; toque puertas, alguna se abrirá. No se sienta ofendido si le ofrecen un puesto inferior al que ocupa antes. No hay trabajo sin honra.
l. La menopausia.
Este es el periodo de la finalización de la ovulación de la mujer. Ellas sufren cambios orgánicos y sicológicos que necesitan cuidado. La falta de ciertas hormonas hacen que ellas sientan calores desagradables y molestias al dormir, en su apetito, etc.
Como en todos los cambios que ocurren en la vida, es necesario que las mujeres se preparen para entrar en la menopausia. Cerca de los cincuenta años de edad, que por lo general es cuando ocurre la menopausia, la mujer debe visitar al médico, hacerse exámenes generales de corazón, sangre, presión, etc. El médico sabrá si debe o no recetar estrógenos, dieta y la ayuda necesaria para el cambio.
Psicológicamente, la pareja debe prepararse para la menopausia. Si toman este cambio de manera positiva, podrán tener una nueva experiencia que les traerá gozo sexual. ¡Sí! La menopausia no es sinónimo de cese en la vida sexual. Si usted ve su Biblia se encontrará que “Abraham y Sara eran ya bastante ancianos, y Sara ya había dejado de menstruar”[12]. A pesar de ello, tuvieron un hijo. ¿Cómo fue que Sara quedó embarazada? Porque tenían relaciones sexuales. De Zacarías e Isabel la Biblia dice: “No tenían hijos, pues Isabel no había podido quedar embarazada y, además, los dos eran muy viejos... Poco tiempo después, su esposa quedó embarazada, y durante cinco meses no salió de la casa...”[13]. ¿Cómo quedó embarazada Isabel? Porque tenían relaciones sexuales. En ambos casos los cuatro eran viejos. Aun así continuaban disfrutando el gozo del sexo. Si una persona anciana ha perdido el gozo en el sexo no es porque está vieja, sino porque dejó de practicar.
2. Tensiones con los hijos.
Como dijimos arriba, mientras haya dos personas habrá tensiones. Si usted tiene un bebé recién nacido puede ser que piense: “¿Cómo se le ocurre que voy a tener tensiones con esta criaturita tan hermosa?” Me gustaría que recordara esto dentro de quince años. Hay varios motivos de tensión que se producen con los hijos:
a. Comprensión.
Las tensiones entre padres e hijos por causa de la “incomprensión” creo que existe desde tiempos de Adán y Eva. "Los jóvenes hoy en día son unos tiranos. Contradicen a sus padres, devoran su comida, y le faltan al respeto a sus maestros”. ¡No, esta frase no es algún psicólogo o pensador moderno! Este es el concepto que tenía Sócrates sobre los jóvenes en el sigo IV antes de Cristo.
Cuando nuestros padres eran jóvenes escandalizaron a los abuelos con el tango. Nosotros escandalizamos a nuestros padres con el rock. Hoy vienen nuestros hijos a escandalizarnos con el reggee. ¿Con qué escandalizarán nuestros nietos?
Leí un hermoso pensamiento que decía algo más o menos así:
Cuando tenía 5 años, mi padre era un dios.
Cuando tenía 10 años, mi padre era mi héroe.
Cuando tenía 15 años, mi padre estaba fuera de moda.
Cuando tenía 20 años, mi padre no comprendía nada.
Cuando tenía 25 años, mi padre podía aconsejarme.
Cuando tenía 30 años, mi padre era mi amigo.
Cuando tenía 35 años, mi padre era un sabio.
Hoy, que no lo tengo... ¡Cuánto necesito a mi padre!
La incomprensión o “brecha generacional” se da por dos causas: Los jóvenes en lugar de disfrutar la adolescencia, creen que deben soportarla y salir de ella lo antes posible; y cuando ya son adultos se olvidan que una vez fueron adolescentes.
De nuevo tenemos que volver nuestra vista al pasado para poder entender a nuestros hijos. La sociedad, con todas sus presiones, en la que se desarrollaron nuestros padres, es muy diferente a la que nos desarrollamos nosotros y en la que se desarrollan nuestros hijos, a pesar de que solo han pasado unas pocas décadas. La influencia que recibieron nuestros padres venía especialmente por libros y revistas, que les traían información de otras culturas. Algunos recibieron también el embrujo del cine y la radio. Así que una canción como “El día que me quieras”, de Carlos Gardel, provocó que los abuelos se asustaran y condenaran a los muchachos que se satisfacían escuchando esas liberalidades.
Los años pasaron y para inicios de los años 1950´s estalla en los Estados Unidos, país que estaba viviendo una efervescencia después del triunfo en la Segunda Guerra Mundial, un ritmo musical que provocaría grandes cambios. Bill Halley y sus Cometas dan inicio a la locura del Rock and roll. Ese mismo año, desde Mississipi, surge el “rey”, Elvis Presley, que conmocionó a la nación del norte con sus movimientos de cadera, que fueron censurados por ser demasiado sensuales, y con su versión de la canción “Good Rocking Tonight”, en donde hacía una alusión al sexo abre la puerta a la revolución sexual que se desencadenaría en los años siguientes.
Los hijos de la T.V., los que nacimos en la década de los 1960´s, porque es en esta década cuando este aparato comienza su popularización, crecimos al ritmo del rock. La influencia de ese ritmo en español nos llega a los centroamericanos especialmente de México, así que nos acostumbramos a las voces de Enrique Guzmán, César Costa, Angélica María, etc., y en inglés, al finalizar la década, los Beatles y los Rolling Stones.
En 1945, después de la Segunda Guerra Mundial, los japoneses atacaron a los franceses que estaban en Indochina, que es aprovechado por los comunistas que se oponían a la independencia del sur. Durante veinte años no hubo mucha atención a esa guerra que se desarrollaba al otro lado del mundo, por parte de los latinos, que se encontraban muy ocupados con los golpes de estado y las guerras internas y entre los países de la región. Cuba, Argentina, Bolivia, Centroamérica, Chile, Venezuela, Colombia, etc., vivían convulsionados por matanzas sin sentido. Pero en 1965 los marines desembarcan en Da Nang, aliados a los franceses. Esta ocupación duraría diez años más y los jóvenes soldados del ejército de los Estados Unidos caerían como moscas en una guerra desconocida para ellos. Esta situación afectó a los latinoamericanos cuando miles de jóvenes que se encontraban en Estados Unidos, fueron enviados a luchar en una guerra en la que no tenían arte ni parte.
El retorno de muchos soldados en bolsas plásticas o sin miembros de su cuerpo, aunado a dolores mentales provocados por el horror de la guerra, hace que surja en los Estados Unidos el “Movimiento Hippie”, que se caracterizaba por su rechazo al nacionalismo y a la guerra en Vietnam. La subcultura hippie se manifiesta con los jóvenes rebeldes que dejan su hogar y estudios; se niegan abiertamente a ir a la guerra, siendo apoyados por íconos culturales como Clasius Clay o Mohamed Alí, el campeón de boxeo que prefirió ir a la cárcel antes de ir a matar hermanos; los hombres se dejan crecer el cabello y la barba; se visten estrambóticamente; se van a vivir a comunas en donde el sexo libre y el consume de drogas es natural y lo bizarro se convierte en una moda. Estas prácticas son adoptadas en América Latina, en donde se unen a los principios comunistas que emanan desde Cuba por boca de Fidel Castro y Ernesto “el Che” Guevara. Así que podríamos decir que la incomprensión de parte de los padres hacia los hijos de la pasada generación está más bien saturada por el tinte político, en primer lugar.
La nueva generación crece al amparo de la nueva psicología. No queremos que nuestros hijos sufran algún tipo de necesidad. Se busca que ellos tengan todas las comodidades. Que sus útiles para estudiar estén al día, así como que anden a la moda y estén comunicados con sus celulares e internet.
Todo esto, aunque positivo en muchos aspectos, tiene su carga negativa, debido a que los jóvenes se aíslan. Se convierten en extraños a los que vemos llegar a la casa para comer y dormir, pero que se encierran en su habitación y casi la mayor parte del tiempo los vemos como hablando solos debido al uso de los teléfonos móviles. Ahora su mundo no está afectado por la política ni la música como lo estuvo el nuestro. Ellos están en un plano muy por encima del nuestro, en donde las palabras Mega, Giga, Bites, Ram, Rom, MP, DVD, Blueray, etc., se convierten en su jerga.
La revolución sexual que citamos antes ha llegado a puntos insospechados, cuando las mismas instituciones que se supone deben ser apoyo para los padres como las escuelas y el Seguro Social, promueven una libertad sexual pero con “protección”, distribuyendo preservativos para prevenir las enfermedades sexuales, como si solo el cuerpo importase. Las herramientas de comunicación se enfocan en satisfacer a los jóvenes creándose incluso aparatos que los adultos mayores de cuarenta no podemos captar o entender. Incluso se habla de sexo virtual ¡¿?!
La solución: La tuvieron nuestros abuelos, padres y ahora nosotros. Lo expresó en una oportunidad el entonces presidente de los Estados Unidos, Ronald Reagan: “La única forma de que nuestra sociedad sobreviva es que la familia retorne al estudio de la Biblia”. No es que los cristianos estemos vacunados contra todas esas cosas negativas que nos bombardean, pero cuando nuestros hijos fueron acostumbrados a asistir e identificarse con la Iglesia, a vivir con el temor al Señor, a estudiar las Escrituras, llevamos una gran ventaja sobre aquellos que han sido criados lejos del amparo del Señor.
Aun las sabias palabras “Muéstrale al niño el camino que debe seguir, y se mantendrá en él aun en la vejez”[14], retumban en el aire como el mejor consejo que un padre pueda recibir. Si queremos comprender a los hijos y que ellos lo hagan con nosotros, guiémoslos bajo la luz de la Palabra de Dios.
b. Estudios.
Los niños entran a estudiar cerca de los cinco años y no terminan hasta aproximadamente los veinticinco años. ¡Veinte años de estudio! Y si tenemos dos, 25, y puede seguirle añadiendo de acuerdo al número de hijos y al espaciamiento de sus edades. ¿Será causa de tensión para los padres? ¡Claro! Cuando el costo de la vida es mayor y las circunstancias de la vida nos exigen más. Cuando en el principal periódico sale el encabezado en primera plana diciendo: “Los que se conforman con el bachillerato tienen menos opción a mejores salarios”. Cuando los jóvenes llegan a la casa diciendo que ya están por graduarse pero que la única manera de que les reconozcan su carrera es que lleven otra complementaria. Si usted no se pone tenso, permítame felicitarlo o pensar que usted está drogándose con algo.
Es una realidad que no podemos obviar. Los hijos necesitan estudiar y ellos se tensan y sus necesidades producen conflictos con sus padres que no comprenden por qué aquel libro que fue publicado hace cinco años y que sirvió al hijo mayor, ahora no puede ser utilizado por el menor ya que está obsoleto, según dice. O por qué esa calculadora con tantas teclas no puede ser usada en una clase de matemáticas cuando en otra es indispensable.
A esto viene el recuerdo de aquel antiguo comercial que decía: “Tenga los hijos que pueda hacer felices”. Ya los niños no traen su bollo de pan bajo el brazo, y si lo traen es posible que se lo quiten en el hospital. Ahora hay que planificar muy bien si podemos suplir todas las necesidades de los hijos, preferiblemente desde el noviazgo.
Y ¿qué decir de la tensión que produce en los jóvenes el hecho de que no hay seguridad de que cuando termine sus estudios la carrera que escogió sea rentable? Clases, tareas, exámenes, profesores incomprensibles, compañeros egoístas, falta de sueño, etc., afectan la vida del joven también.
c. Sexualidad.
La sexualidad es un tema para ser estudiado seriamente. ¿Cuál es el problema? Que a los abuelos nadie les dijo nada, así que ellos crecieron con la idea de que los niños nacían en un repollo. Nunca le dijeron nada a sus hijos porque aunque lo practicaban, no sabían como contarlo, así que nuestros padres crecieron con la idea de que los niños venían de París. Ellos no nos dijeron nada, así que nosotros, un poco más despabilados, leímos revistas como Play Boy o Luz, en donde se nos dio una concepción torcida del sexo, por lo que mejor nos quedamos callados ante nuestros hijos, que buscarán en el internet la información ya que sus maestros en la escuela y en la casa no saben cómo tomar el tema.
¡Ya es hora de que la Iglesia ponga manos en el asunto! Los cristianos estamos en la obligación de informarnos y formar a nuestros hijos para que ellos no vayan al matrimonio con ideas pervertidas acerca de una bendición de Dios. Me dio mucho pesar cuando una madre me reclamó que había tocado el tema en una clase de jóvenes. Me quiso hacer sentir sucio e inmoral. Unos pocos años después su hija quedó embarazada estando soltera. ¡Si nosotros no enseñamos lo correcto, vendrán otros a enseñar lo incorrecto! No es pecado que en la Iglesia se den clases de educación sexual y se explique a los niños y jóvenes toda la ingeniería del cuerpo humano, así como les explicamos el plan de Dios para salvación. El sexo está incluido en el plan de Dios.
Una de las causas de tensión entre padres e hijos acerca de la sexualidad se encierra en la represión por parte de los padres que regañan a sus hijos cuando estos preguntan sobre la sexualidad, o le dan una idea de que el sexo es un tema prohibido. Cuando nuestro hijo mayor preguntó por qué su mamá se estaba poniendo tan “gorda”, al quedar embarazada por segunda vez, le explicamos con dibujos que él entendiera, y a pesar de tener solo cinco años, aceptó el asunto con la mayor naturalidad. ¡La verdad triunfa sobre la mentira!
Pero el otro extremo también es dañino. Antes se acostumbraba, algunos lo hacen aun, a llevar al adolescente a un prostíbulo para que aprendiera a “ser hombre”. Otros regalan a sus hijos revistas pornográficas cuando cumplen quince años, etc. Esto tuerce y daña la sexualidad del adolescente. Ellos necesitan información, pero no saturación. ¿Acaso se da matemática avanzada en primaria?
En este punto debemos tratar el abuso sexual infantil. Es un tema crudo pero real. Algo que toca incluso hasta a las familias en la Iglesia. Según estudios del Hospital Psiquiátrico de San José, ¡tres de cada diez menores han sido abusados sexualmente! ¡Un 30%! Esta problemática no solo queda en el daño ocurrido en el momento del abuso, sino que estos niños se vuelven contra todo lo que los pueda hacer crecer, aunque con tratamiento adecuado tendrán una vida normal.
Hay ciertos síntomas que presentan los niños abusados que nos deben alertar para buscar la solución. La hiperactividad, el que un niño tenga que levantarse constantemente, que no pueda concentrarse, la violencia contra los compañeros e incluso el robo de cosas sin valor, son señales que dan los niños que han sufrido este flagelo. Uno de los grandes problemas en cuanto a esto se da cuando el abusador es uno de los maestros de los niños.
Por otro lado, los líderes espirituales que se enfrentan a este problema, por lo general no han sido capacitados para dar asesoría. Los seminarios, institutos y demás se han preocupado mucho en preparar buenos teólogos, pero no muchos consejeros. ¿Qué podemos hacer ante una situación semejante?
Si el niño de alguna manera, directa o indirecta, indica que ha sufrido abuso sexual, aliéntelo a hablar libremente de lo que le pasó. No haga comentarios pasando juicio.
ü Demuéstrele que usted lo comprende y que toma muy en serio lo que dice. Los siquiatras de niños y adolescentes han encontrado que los niños que tienen quién los escuche y comprenda reaccionan mejor que los que no lo tienen. La respuesta a la revelación de abuso sexual es crítica para la habilidad del niño para resolver y sanarse del trauma del abuso sexual.
ü Asegúrele al niño que hizo bien en decirlo. Si el niño tiene una relación cercana con el que lo abusa, se sentirá culpable por revelar el secreto. El niño se sentirá aterrado si se le ha amenazado con hacerle daño a él o a su familia como castigo por divulgar el secreto.
ü Dígale al niño que no tiene culpa por el abuso sexual. La mayoría de los niños tratando de hacer algún sentido del abuso piensan que ellos fueron la causa del abuso o se imaginan que es un castigo por cosas malas, reales o imaginarias, que hicieron.
ü Finalmente, ofrézcale protección al niño, y prométale que hará de inmediato todo lo necesario para que el abuso termine.
Cuando tenga la seguridad de los hechos ocurridos debe hacer lo siguiente:
ü Informe cualquier sospecha de abuso sexual. Si el abuso ocurre en la familia, repórtelo al 911 o al Patronato Nacional de la Infancia, ellos enviarán personal especializado en este asunto.
ü Si el abuso ocurre fuera de la familia, infórmelo al 911 o a la Comandancia de Policía más cercana si no hay 911. El Organismo de Investigación Judicial conducirá una investigación y tomará la acción necesaria con el Patronato Nacional de la Infancia para proteger al niño.
ü Los padres deben de consultar a un pediatra o médico, que los referirá a un médico que se especialice en la evaluación y el tratamiento del abuso sexual. El médico que examine al niño podrá evaluar su condición y dar tratamiento a cualquier problema físico causado por el abuso; podrá también obtener evidencia que ayudará a proteger al niño y le asegurará que todo está bien.
ü El niño que ha sido abusado sexualmente deberá someterse a una evaluación psiquiátrica por un siquiatra de niños y adolescentes o por otro profesional de la salud mental calificado para determinar cómo le ha afectado el abuso sexual y así determinar si necesita ayuda profesional para superar el trauma del abuso. El siquiatra de niños y adolescentes también puede ayudar a otros miembros de la familia que puedan estar muy afectados por el abuso.
ü Aunque la mayor parte de las acusaciones de abuso son verdaderas, puede haber acusaciones falsas en casos de disputas sobre la custodia infantil o en otras situaciones. En algunas ocasiones la Corte puede pedirle a un siquiatra de niños y adolescentes que le ayude a determinar si el niño está diciendo la verdad, o si le hará daño prestar testimonio en Corte acerca del abuso.
ü Cuando el niño tiene que testificar, se pueden tener consideraciones especiales, tales como el uso del video para grabar el testimonio, pausas frecuentes, la exclusión de espectadores o la opción de no tener que mirar al acusado, las cuales hacen la que la experiencia cause menos estrés.
ü Los adultos, dada su madurez y conocimiento, siempre son los culpables en los casos de abuso. Nunca se le debe de echar la culpa al niño que ha sido abusado.
ü Cuando el niño hace una confidencia a alguien acerca del abuso sexual, es importante darle apoyo y cariño; este es el primer paso para ayudar al niño a que restablezca su confianza en los adultos.
d. Embarazo prematrimonial.
La tensión que pasa la familia en el embarazo antes del matrimonio es muy fuerte, especialmente si la joven es menor de edad y está estudiando. Las dudas surgen desde el ¿qué dirán?, ¿me lanzarán mis padres a la calle?, ¿cómo daré de comer a mi hijo?, etc. Y en el varón no es diferente: ¿Me obligarán a casarme?, ¿cómo superarán mis padres la vergüenza?, ¿dónde voy a conseguir trabajo para mantener este niño?, etc.
Los padres deben tomar con madurez este asunto y hablar con ambos hijos. Hay que hacerles ver su responsabilidad, pero sazonando todo con amor. Los cuatro padres deben llegar a un acuerdo para buscar una solución práctica al asunto, especialmente si ambos son menores y están estudiando. Cuando el varón es mayor puede sufrir una acusación por violación que lo enviaría a la cárcel, esto lo tienen que tener presente nuestros hijos.
Si ambos son menores, los padres pueden apoyarlos para sigan sus estudios. No es conveniente obligarlos a casarse. Los padres del muchacho podrían aportar el dinero de la pensión alimenticia hasta que su hijo termine sus estudios y él se haga cargo. Si cuando han terminado sus estudios y desean casarse, no hay que oponerse, siempre que sea por amor.
e. Drogas y otros vicios.
El flagelo de las drogas ha destruido miles de hogares. La tensión producida en este punto es insoportable para muchos padres que han llegado al extremo de cambiarse de casa dejando atrás al muchacho. Pero no se crea que solo la marihuana, cocaína o crack producen tensión. El alcoholismo tiene de rodillas al pueblo latino, en donde en muchos casos va acompañado de violencia familiar. Incluso el tabaquismo llega al punto de afectar la armonía familiar debido a que las enfermedades que produce son variadas y mortales. Mi padre murió de cáncer pulmonar debido al tabaquismo y no logro entender cómo cualquier persona puede sentir gozo de llenar sus pulmones de humo.
Según el Centro Nacional para la Prevención de la Salud de Enfermedades Crónicas de los Estados Unidos:
ü Los ingredientes tóxicos del humo del cigarrillo recorren todo el cuerpo y causan daños de varias maneras.
ü La nicotina llega al cerebro 10 segundos después de haberse inhalado. Se ha detectado en todas las partes del cuerpo humano y hasta en la leche materna.
ü El monóxido de carbono se adhiere a la hemoglobina de los glóbulos rojos, lo que evita que esas células transporten una carga completa de oxígeno.
ü Los agentes que causan cáncer (carcinógenos) que se encuentran en el humo del tabaco dañan genes importantes que controlan el crecimiento de las células, lo que hace que éstas crezcan de manera anormal o se reproduzcan con demasiada rapidez.
ü El carcinógeno benzopireno se une a las células de las vías respiratorias y órganos principales de los fumadores.
ü El tabaquismo afecta el funcionamiento del sistema inmunológico y podría aumentar el riesgo de sufrir infecciones respiratorias y de otro tipo.
ü Hay varias maneras probables en las que el humo del cigarrillo causa daños. Una es mediante el estrés oxidativo, el cual causa mutaciones del ADN, promueve la ateroesclerosis y causa lesiones crónicas en los pulmones. Se cree que la oxidación es el mecanismo general del proceso de envejecimiento, lo que contribuye a la aparición de cáncer, enfermedades cardiovasculares y enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC).
ü El cuerpo produce antioxidantes para ayudar a reparar las células dañadas. Los fumadores tienen niveles de antioxidantes en la sangre inferiores a los de las personas que no fuman.
ü El tabaquismo está relacionado con altos niveles de inflamación crónica, otro proceso dañino que puede resultar del estrés oxidativo. Tensiones en la familia total[15].
3. Tensiones en toda la familia.
Comenzaremos hablando de las causas de tensión que aunque afectan a toda la familia, son un poco más llevaderas e iremos aumentando en intensidad, aunque dejaremos para el tercer capítulo aspectos como la infidelidad y el divorcio, que también son causa de tensión en la familia.
a. Cambio de domicilio.
Los padres acostumbramos a cambiar de domicilio pensando en el bienestar de la familia. Buscamos nuevas oportunidades de empleo o quizá una mejor ubicación. El problema es que casi nunca nos damos a la tarea de consultar con los hijos si ellos desean hacer estos cambios. Damos por sentado que si ellos comen de lo que nosotros les damos, y son dependientes en todo sentido de nosotros, deben aceptar los cambios que hagamos.
La verdad es que los niños, especialmente si ya entraron en la adolescencia, sufren mucho con estos cambios. Ellos tienen su mundo ubicado en donde viven. Ahí están sus amigos, sus lugares de juegos, quizá su novia, la escuela que conocen bien, etc.
Lo ideal sería no tener que estar haciendo estos giros bruscos, en donde todo se desorienta. Pero cuando no hay otra solución, debemos de participar a toda la familia, haciendo ver los pros y los contra del cambio.
b. Deudas.
El contraer deudas puede afectar todo el hogar, desde la dieta hasta otras cosas también importantes. Una persona con deudas es alguien que vive tenso. Alguien que sabe que todos los meses debe hacer malabares para que los números cuadren.
La sociedad moderna casi nos exige que tengamos deudas. ¡Claro! Hay deudas que es casi imposible no tener que contraerlas, como es la compra de la casa o el auto. Pero la mayoría de las demás deudas son en veces innecesarias.
Por ejemplo, hay personas que tienen un solo salario, pero cuatro tarjetas de crédito. ¿Para qué tantas? Lo mejor es mantener la que da más opciones positivas, como lo es que el interés sea más bajo y los plazos sean más largos. Además, la tarjeta de crédito NO es un salario extra. Debe ser usada solo para emergencias. ¡Comprar pizza no es emergencia! Además, hay que tratar de cancelar la deuda lo antes posible. Entre más rápido cancele, menores serán los intereses. Debe tratar de pagar siempre un poco más del mínimo y nunca permitir que se quede una mensualidad atrasada.
c. Madre que trabaja fuera de casa.
El costo de vida es muy alto en la actualidad. Eso, unido a que las mujeres se preparan para poder ejercer su carrera, hacen que sean muchas las madres que trabajan fuera del hogar. Esto puede traer roces con los hijos y con el esposo, incluso con su propia salud.
Antes de que la mujer busque un empleo fuera de la casa, debe analizar lo siguiente: ¿Realmente es necesario que salga a buscar más dinero? Si lo es, ¿cómo haré para no descuidar las obligaciones del hogar? ¿En qué momento haré el aseo, lavar ropa, preparar alimentos, etc.? Si contrato una doméstica, ¿realmente valdrá la pena si más de la mitad del salario será para pagar ese otro con sus cargas sociales? ¿Estarán los niños bien cuidados por esa mujer? ¿Será ella capaz de ayudar a los niños en sus tareas y a darle los consejos cuando tengan problemas? ¿Se ocupará de ellos cuando estén enfermos? ¿Cómo afectará este cambio la relación de pareja? ¿Estará dispuesta a complacer a su marido cuando ella venga cansada, teniendo que preparar alimentos, planchar, etc? ¿Estará la familia dispuesta a colaborar con los quehaceres del hogar?
d. Enfermedades.
Cualquier tipo de enfermedad, incluso un simple resfrío, causan tensión en el seno familiar ya que al poco rato, todos los miembros están contagiados. Pero hay otras enfermedades más serias y que producen tensiones más serias. Enfermedades crónicas como el cáncer o el sida, con sus grandes gastos y tratamientos largos y dolorosos, afectan al hogar.
Cuando hay un enfermo crónico o terminal en el hogar, toda la rutina deberá cambiarse. Si el enfermo es un padre anciano o algún adulto, los más pequeños pueden resentir la falta de atención. Si son los niños, la preocupación de los padres se hará sentir en todo el hogar. Cuando hay alguien cerca de la muerte por enfermedad, se viven cinco etapas bien definidas:
1) Al diagnosticarse la enfermedad, surge la negación o bien el desconocimiento de esta. La familia entra en un estadio en donde no quiere siquiera hablar del asunto. Todos buscan cambiar el tema, tratan de vivir normalmente. Se huye de la realidad.
2) Después entra la ira. Hay ira contra la vida, contra el sistema, contra la enfermedad e incluso puede alcanzar la ira contra Dios. El consejero que debe aconsejar a alguien en esta situación debe olvidarse de la lógica. Lo único razonable aquí es aplicar la simpatía y la empatía, así como el amor. Los afectados deben recibir amor de todos los miembros de la congregación. Si es posible, la iglesia debe organizar comités de ayuda e incluso deben discutir la necesidad de apoyar a esta familia económicamente.
3) El regateo se da como una de las etapas, en donde comenzamos a tratar de manipular la Voluntad de Dios: “Si me sanas, te prometo que haré tal o cual cosa”. El rey Ezequias la utilizó.
4) Después entramos en depresión. La persona se aparta de los demás y puede ser que se enclaustre, es decir, se encierre.
5) Como último, aceptamos la enfermedad. Es ahí donde muchos deciden hacer su testamento, indican los detalles de su funeral, etc.
e. Aburrimiento.
Aunque parezca mentira, esos dos seres que juraron amarse toda la vida hasta que uno de los dos muriera, pueden llegar al aburrimiento. Este es el producto de una vida rutinaria, en donde nunca hay variaciones. Día tras día, semana tras semana, mes tras mes, año tras año, siempre haciendo lo mismo cada día. La pareja no tiene retos ni sueños. Eso nos lleva al aburrimiento. La única cura contra esto está en ponerle vida a la relación, no solo de la pareja sino de toda la familia. Paseos, siempre que se pueda; pasar tiempo de recreación juntos, juegos de mesa, disfrutar una buena película, conversar y por supuesto, tiempo devocional en familia.
f. Accidentes.
Los accidentes, especialmente los fatales, dejan una huella imborrable en la familia. Nunca como ahora mueren tantos en accidentes fatales: Durante el año 2012, en Costa Rica, murieron 347 personas. No vamos a extendernos hablando de otro tipo de accidentes como lo es ahogamiento, mala praxis, suicidios, homicidios, etc.
Así como las enfermedades terminales, no podemos tratar de encontrar una razón para los accidentes. No importa quién tuvo la culpa. Tampoco podemos tratar de calmar la angustia de los dolientes recurriendo a su fe cristiana. ¡Los cristianos también sentimos! Es bueno que los dolientes expresen su pesar. ¡Qué lloren! El mismo Jesús lloró ante la tumba de Lázaro (Juan 11.35). También es importante que recordemos el pasaje de Isaías 57.1-2: “Los hombres honrados mueren y nadie se preocupa; los hombres buenos desaparecen, y nadie entiende que al morir se ven libres de los males”[16]
g. Muerte.
La muerte de cualquiera de los miembros de la familia produce un fuerte impacto.
Debemos en este apartado contestar algunas preguntas: ¿Qué es la muerte? ¿Cómo se asimila la muerte de un ser querido según la etapa de la vida ésta ocurra? ¿Qué repercusión familiar tiene el descenso de un individuo en los aspectos psicosociales, socioeconómicos y en la salud familiar en general?
De acuerdo con la enseñanza bíblica, la muerte es la separación de nuestro espíritu con el cuerpo. Es un rompimiento que va afectar también el alma ya que esta deja de funcionar. El cuerpo acaba sus funciones cerebrales y motoras. Este es un evento que nos puede ocurrir a todos, no hay nadie exento. No hay edad establecida para morir. Puede ocurrir al principio de la misma vida, así como puede ocurrir unos pocos o muchos años después de haber nacido.
La familia es el primer grupo social que rodea al individuo y constituye su área de interrelación social primordial con función amortiguadora. Pero también, cuando se produce una muerte en la familia, esta se verá alterada e incluso su salud física, moral y espiritual, puede verse alterada.
El impacto de este evento en la salud familiar va a depender en gran medida de los estilos de afrontamientos asumidos por la familia. Cuando esta utiliza estilos de afrontamientos adecuados, se desarrollan mecanismos adaptativos tendientes al mantenimiento de la salud, cuando no ocurre así aparece la disfunción familiar.
La familia amortiguará los efectos negativos de estos eventos, en la medida que sea capaz de enfrentar de modo eficiente y adecuado los acontecimientos de la vida.
En el estudio realizado por Alexander Fuentes S., estudiante de medicina en la Facultad de Ciencias Médicas “Gral. Calixto García Iñiguez”, en la Habana, Cuba, sobre el “Impacto de la muerte en la Familia”, concluyó que:
a. La familia se ve afectada negativamente al ocurrir una muerte en su seno.
b. Esta repercusión es menor cuando la muerte es esperada.
c. Entre más viejo sea el fallecido, la familia se encuentra menos afectada.
d. Cuando alguien muere por enfermedad terminal, la mayoría de los miembros de la familia se recuperan más rápidamente.
e. Entre más joven sea el fallecido, aunque muera por enfermedad terminal, más dolor vive la familia[17].
Es cierto que los cristianos somos más propensos a aceptar la muerte de nuestros seres queridos, especialmente si estos eran cristianos también. Pero la muerte es un proceso doloroso para cualesquiera, por más cristiano que sea.
Toda muerte es una separación. Es la separación definitiva, por la cual ya no estará físicamente esa persona tan importante para alguien, para nosotros mismos. Es por eso que duele, y ese dolor y pena que sentimos es más por uno mismo que por el fallecido. Nos duele lo que ya no podremos decirle, lo que ya no podremos hacer juntos, lo que ya no podremos contemplar juntos, etc.
Cuando la muerte es la de un niño, nos duele la vida misma. Un niño es la imagen perfecta de la vida, del futuro. Es un símbolo de una vida que crece, que apenas empieza a desarrollarse, y que sin embargo, de repente se ve arrancada y marchita, como una flor fuera de su rama. Ya no podrá convertirse en un fruto. Ya no podrá madurar y dar semillas. Ha terminado. Por eso duele tanto que un niño muera.
Pero la vida sigue. Sigue para los que se quedan, y por eso hay que pasar a través del dolor para poder seguir adelante.
La muerte de un niño es considerada como un factor de riesgo para el duelo complicado; a pesar de la posible presencia de la aflicción anticipatoria, el sentimiento de pérdida antes de que se produzca el fallecimiento, y de los cambios graduales en la función y estructura familiar que una enfermedad crónica provoca, lo cierto es que para el momento de la muerte y lo que esto significa, nadie está preparado. Por eso es necesaria una atención tanto al niño que está muriendo, como a la familia que le sobrevive.
a. El sufrimiento previo a la muerte.
Generalmente se utiliza el concepto de duelo en lo que respecta a la familia y a los seres queridos de la persona agonizante, mientras que para referirnos al sentimiento del niño agonizante utilizamos el de sufrimiento previo a la muerte. Este sufrimiento puede iniciar cuando la muerte se convierte más que en una posibilidad, en un diagnóstico. El sufrimiento tiene algunas etapas comunes que experimentan diferentes personas en la misma situación. Sin embargo, dado que cada individuo y cada familia son diferentes, perciben el sufrimiento, la muerte y la enfermedad de una manera muy particular.
b. ¿Cuáles son las diferentes fases del sufrimiento previo a la muerte?
El sufrimiento y el duelo no tienen magnitudes específicas ni restricciones de tiempo. Cada individuo expresa su sufrimiento y su sentimiento de pérdida a su manera y en su propio tiempo.
El sufrimiento previo a la muerte puede incluir las siguientes fases, aunque no exclusivamente en este orden. Frecuentemente, el sufrimiento es una expresión que incluye cada una de estas fases o estados en tiempos, intensidades y órdenes múltiples:
1) En esta etapa, el individuo se da cuenta de que la muerte es inevitable y que no existe una cura posible. Generalmente, la tristeza y la depresión están relacionadas con esta primera etapa del sufrimiento.
2) La fase siguiente del sufrimiento previo a la muerte es la preocupación por la persona agonizante. La preocupación en un niño puede aumentar por sí mismo y por su temor a la muerte, o debido a las emociones que expresan los seres queridos que lo rodean.
3) En esta fase puede “ensayarse” la verdadera muerte. El proceso físico de la muerte y de lo que puede ocurrir después de esta son las preocupaciones de esta etapa. Como consecuencia de algún sufrimiento previo a la muerte, el niño puede hacer la despedida de sus seres queridos y realizar una especie de testamento o expresar deseos que quiere cumplir aún o en su funeral.
4) En la última fase, La persona agonizante puede pensar en la vida después de la muerte, y también intentar imaginar cómo será la vida de sus seres queridos en su ausencia.
c. El proceso de duelo en la familia.
El sufrimiento suele dividirse en cinco etapas, que son útiles para identificar las emociones de cada miembro de la familia en particular, pero debemos recordar que cada persona reacciona a un evento doloroso de una manera única, influyendo su edad, su relación con el niño que muere, etc.
Para la atención de la familia que está perdiendo un hijo es muy probable que se requiera a un profesional, o bien, que la familia encuentre un espacio propicio para su propia atención: grupos de apoyo, etc. Las etapas del duelo son las siguientes:
1) Negación.
La negación es una etapa en la cual se cree que la muerte no ocurrió, o bien, antes de ésta, que el diagnóstico terminal es erróneo. La persona puede estar aturdida o conmocionada. La negación es una reacción de protección ante un evento demasiado abrumador para enfrentarlo inmediatamente.
2) Enojo.
El enojo es la etapa en la cual la persona se encuentra muy alterada y enfadada porque la tragedia le ha sucedido a su familia. Las reacciones con enojo varían de persona a persona, pudiendo llegar a la agresividad.
3) Acuerdo.
En esta etapa es muy común encontrarse con preguntas dirigidas a Dios como por ejemplo, “¿Por qué a mi hijo?” y “¿Qué hicimos para merecer esto?”. La culpa es el principal sentimiento en esta etapa. Los padres intentan recordar eventos o decisiones propias que puedan haber contribuido a la muerte de su hijo. Es importante recordar que ni usted ni su hijo son responsables de la muerte.
4) Depresión o tristeza.
En esta etapa ya no se niega la muerte del niño y es probable que los padres y los hermanos sientan una profunda tristeza. Esta reacción es normal y puede ir acompañada de cambios físicos como perturbaciones del sueño o sueño excesivo, cambios en el apetito o dificultades para concentrarse en actividades diarias simples.
5) Aceptación.
La aceptación es la etapa en la cual el individuo acepta la muerte y la incorpora como parte de su vida. La persona ha llevado a cabo una adaptación a la pérdida. Si bien esto no significa que no vayan a existir otros sentimientos, una vez que se llega a esta etapa, las familias suelen sentirse más confiadas para manejar sus vidas.
d. ¿Qué hacer cuando sabemos que un niño va a morir?
Algo que nos puede facilitar el acercarnos a un niño que está muriendo y hablar con él sobre su situación y cómo la está viviendo, es tener una idea general sobre qué es lo que nos podemos encontrar sobre lo que este niño o niña piensa o se imagina sobre la muerte.
En primer lugar tenemos que estar conscientes de que el concepto de muerte es algo que se va construyendo a partir de los bloques o ladrillos que la familia y la cultura particulares de cada quien le va aportando, pero que este proceso de construcción depende también de las herramientas cognitivas que el niño va desarrollando en su proceso de crecimiento y desarrollo psicológico.
Pero lo más importante será, luego de entender lo anterior, tratar de conocer el punto de vista del niño que estamos atendiendo.
Para ello será imprescindible un acercamiento profundo, mediante la comunicación abierta, pero no está de sobra el revisar los conceptos que han surgido de la investigación en este campo, acerca de qué es lo que los niños piensan respecto de la muerte, para así poder entender mejor qué es lo que nuestro niño o niña piensa y siente de su muerte.
1) El bebé. (0 - 1 año).
Para un bebé, la muerte no es un concepto real. Sin embargo, los bebés reaccionan frente a la separación de uno o ambos padres, a los procedimientos dolorosos y a cualquier alteración de su rutina. Un bebé con una enfermedad terminal requiere tanto cuidado físico y emocional como cualquier otra persona para lograr un entorno cómodo. Mantener una rutina constante es importante para el niño y las personas que están a su cargo. Los bebés no pueden comunicar sus necesidades verbalmente, pero utilizan otras formas, como el llanto para mostrar su incomodidad y sus sentimientos.
2) El niño en edad de caminar (1 - 2 años).
Para el niño en edad de caminar, la muerte tiene muy poco significado, de hecho, para algunos, es algo temporal y reversible.
La persona que muere puede aún comer, ir a la escuela o a trabajar, etc. Lo que sí sucede es que pueden percibir la ansiedad de las emociones de quienes los rodean. Cuando los padres o los seres queridos de un niño en edad de caminar están tristes, deprimidos, asustados o enojados, los niños intuyen estas emociones y manifiestan preocupación o miedo. Los términos "muerte", "para siempre" o "permanente" pueden no tener un valor real para los niños de esta edad. Aun contando con experiencias previas con la muerte, el niño puede no comprender la relación entre la vida y la muerte.
3) El niño en edad pre-escolar (2-5 años).
Los niños en edad pre-escolar pueden comenzar a comprender que la muerte es algo que atemoriza a los adultos. En esta edad se percibe a la muerte como temporal, justo como en las historietas o los dibujos animados y como en sus juegos. Con frecuencia, la explicación sobre la muerte que recibe este grupo es “se fue al cielo”. La mayoría de los niños de esta edad no comprende que la muerte es permanente, que cada persona y cada ser vivo finalmente muere, ni que los seres muertos no comen, no duermen ni respiran.
La experiencia con la muerte con la que cuentan está influenciada por aquellos que los rodean. Pueden preguntar “¿por qué?” y “¿cómo?” se produce la muerte. El niño en edad pre-escolar puede sentir que sus pensamientos o acciones han provocado la muerte y, o la tristeza de quienes lo rodean, y puede experimentar sentimientos de culpa o vergüenza.
Cuando un niño en edad preescolar se enferma gravemente, puede creer que es su castigo por algo que hizo o pensó. No comprende cómo sus padres no pudieron protegerlo de la enfermedad.
4) El niño en edad escolar (6-11 años).
Los niños en edad escolar desarrollan un entendimiento más realista de la muerte, en el sentido de que se trata de algo irreversible y definitivo. Aunque la muerte puede ser personificada como un ángel, un esqueleto o un fantasma, el niño ya comienza a comprender la muerte como permanente, universal e inevitable. Pueden manifestar mucha curiosidad sobre el proceso físico de la muerte y qué ocurre después de que una persona muere. Es posible que debido a esta incertidumbre los niños de esta edad teman su propia muerte. El miedo a lo desconocido, la pérdida de control y la separación de su familia y amigos pueden ser las principales fuentes de ansiedad y miedo relacionadas con la muerte en un niño en edad escolar.
5) El adolescente (12 y más años).
Al igual que con las personas de todas las edades, las experiencias previas y el desarrollo emocional influyen en gran medida en el concepto de la muerte de un adolescente.
Independientemente de haber o no tenido experiencias previas con la muerte de un familiar, un amigo o una mascota, la mayoría de los adolescentes comprende el concepto de que la muerte es permanente, universal e inevitable.
Es durante el período de la adolescencia cuando la mayoría de los niños comienza el proceso de establecer su identidad, su independencia y la relación con gente de su misma edad.
Un tema predominante de este período es el sentimiento de inmortalidad o de estar exento de la muerte. Cuando la muerte se vuelve una amenaza real para ellos, todos sus objetivos de destrozan. Las actitudes negativas y desafiantes pueden cambiar de repente la personalidad de un adolescente que se enfrenta a la muerte. Puede sentir no sólo que ya no pertenece o no encaja con sus amigos, sino que tampoco puede comunicarse con sus padres.
Otro concepto importante entre los adolescentes es la imagen que ellos tienen de sí mismos. Una enfermedad terminal y, o los efectos del tratamiento pueden provocar muchos cambios físicos que enfrentar. El adolescente puede sentirse solo en su lucha, temeroso y enojado.
Con esta visión general sobre la evolución del concepto de muerte en los niños hasta los adolescentes, es importante que nos percatemos de que los niños de todas las edades responden a la muerte de una manera particular, pero todos necesitan apoyo y lo demuestran de una u otra manera, sea con llanto, con cambios de conducta bruscos o bien, acercándose y pidiéndolo. En particular, cuando una persona de cualquier edad, sobre todo un niño, se enfrenta a su muerte, necesita de alguien que le escuche, le tranquilice y disipe sus miedos.
e. Hablar sobre la muerte.
Toda persona que está en el proceso previo a la muerte merece información honesta y clara sobre su estado de salud y su probable proceso de agonía.
El objetivo final al hablar con el agonizante sobre la muerte es brindarle la mayor comodidad posible e intentar disipar sus miedos. Si no está preparado para hablar sobre la muerte, la mejor actitud de las personas que lo cuidan es esperar hasta que lo esté.
La parte más importante en el proceso de ayudar a una persona a bien morir es la de la comunicación con esta persona. Se trata no solo de “platicar”, sino de estar, de tratar de comprender a esa persona como si uno fuera ella misma, sin dejar de ser uno.
Si repasamos nuestra historia personal, podremos encontrarnos con algún evento en el cual nos sentimos realmente escuchados, comprendidos por otra persona; alguien a quien pudimos tratar de explicarle cómo nos sentíamos o lo que estábamos pensando y sentimos que realmente nos comprendió.
Pues de eso se trata, y no es que sólo algunas personas tengan el don para entender a otras, se trata de una habilidad, y como tal, se puede desarrollar y ejercitar.
1) ¿Cómo comunicarnos mejor?
Tomemos en cuenta que al comunicarnos, no solo intercambiamos ideas y puntos de vista a nivel lógico, sino también, sentimientos, estados de ánimo, emociones y actitudes en una escala mucho mayor que la que imaginamos.
Esto sucede básicamente en dos formas de comunicación: La Verbal y la No verbal. Por comunicación Verbal entendemos propiamente el discurso que establecemos oralmente: Las ideas son transmitidas así.
En comunicación No verbal agrupamos tanto la postura del cuerpo, la mirada, la expresión facial, el tono de voz, la velocidad de las palabras, la cercanía de los cuerpos de los interlocutores, etc. Con todo esto estamos transmitiendo y recibiendo el componente afectivo de la comunicación: Actitudes, emociones, sentimientos.
A este tipo de comunicación es al que hay que poner especial atención para mejorar nuestra “Escucha” cuando interactuemos con una persona agonizante, y en general, cuando queramos de verdad entender lo que otro ser humano está tratando de comunicarnos.
Carl Rogers, un psicólogo norteamericano muy influyente, citó tres actitudes básicas de la persona que sabe escuchar en un ambiente terapéutico, es decir, en el cual se pretende que la persona cambie y mejore su propio funcionamiento interpersonal, pero que se puede utilizar en cualquier relación humana:
a) Aceptación positiva incondicional.
Esto significa que no importa lo que nosotros pensemos de lo que la persona nos está comunicando, igual aceptamos a la persona, somos capaces de acoger emocionalmente y de manera positiva a esa persona. Aunque lo que nos cuente sea desagradable, o bien, no compartamos su opinión, lo que nos interesa es la experiencia de la persona y la persona misma, que está por encima de la simple experiencia y de nuestros juicios.
b) Empatía.
Con esta actitud, Rogers quiere decir que al escuchar, intentemos ponernos en el mismo nivel de la persona que nos habla, es decir, tratamos de escuchar y al mismo tiempo sentir como si fuese yo mismo esa persona, sin perder de vista que no lo soy. No dejo de ser yo, pero quiero ponerme en su lugar para entenderle mejor y saber porqué usa justo esas palabras, porqué dice lo que dice y calla lo que calla. ¿Qué quiere decir con un suspiro? ¿qué quiere expresar con este silencio?
c) Autenticidad.
Convertir la experiencia de relación con la persona moribunda en una profunda comunicación humana requiere que no perdamos de vista que somos nosotros mismos una persona en sí, que somos únicos, conscientes, libres. Y que lo que estamos compartiendo nos genera nuestros propios sentimientos, y en base a ellos reaccionamos de manera auténtica. En ocasiones nos sentiremos tristes o conmovidos con lo que escuchamos y compartimos. Si somos auténticos, sabremos expresar estos sentimientos para profundizar en la relación.
Respecto de la Comunicación Verbal en la que se formulan las ideas, es necesario considerar, como ya lo señalamos en el capítulo anterior, que los niños tienen su propio concepto de la muerte de acuerdo a su propia evolución psicológica. Por lo mismo, no vamos a esperar un intercambio de ideas desde nuestra propia lógica, sino desde la de cada niño en particular.
Lo que sí vamos a hacer es poner mucha atención en lo simbólico. La muerte es uno de los misterios más grandes de la vida. Pero no es ajeno a quien está acercándose a él en su propia experiencia. Por eso, tratándose de asistir a alguien en su muerte, quien "ayuda" es el aprendiz y quien está muriendo es el maestro. Así tenga tres o noventa años de edad.
Y como es un misterio, no puede ponerse en palabras concretas, menos si quien lo está exponiendo es un niño. Por eso se recurre tanto al lenguaje simbólico; y por eso es tan necesario poner atención a los ritos, dibujos, juegos, escritos o cualquier otro medio que el niño utilice para expresar lo que está viviendo.
2) ¿Cómo puedo hablar de su muerte con un niño? Es necesario, según la edad del niño, tomar en cuenta lo siguiente al hablar con él o con ella sobre la muerte.
Los bebés no poseen habilidades lingüísticas; sin embargo, reaccionan al bienestar físico. Cuando un bebé agoniza, una caricia y un abrazo reconfortantes son tan importantes para él como para aquél que lo cuida. La comunicación del amor se puede expresar mediante una caricia suave y un abrazo tierno.
Para los niños que comienzan a caminar y los niños pequeños, se debe utilizar un lenguaje concreto. Se deben evitar términos confusos para describir la muerte, como por ejemplo, “dormir” y “desaparecer”. Un niño puede tener miedo de dormirse si asocia la idea de dormir con la muerte.
Los niños pequeños pueden hacer preguntas muy directas sobre la muerte, si tienen la oportunidad; y es importante ser honesto y consecuente con las respuestas. Si hacen una pregunta para la cual se desconoce la respuesta, es preferible admitirlo, y no inventar una. Los niños pueden detectar la mentira en una respuesta desde muy temprana edad. También pueden recibir información poco consecuente si las respuestas de diferentes personas son engañosas o evitan la verdad.
Los adolescentes pueden querer hablar sobre la muerte con un amigo u otra persona que no sean sus padres. Se debe fomentar la comunicación de cualquier manera que pueda ayudar al joven a expresar sus miedos y preocupaciones.
¿Es realmente importante tocar este tema con el niño? Para una persona adulta, la muerte de otros siempre refiere a la propia muerte. Consciente o inconscientemente, cuando nos enfrentamos a la persona moribunda nos damos cuenta de nuestra propia finitud y mortalidad. Por eso es tan difícil enfrentar esta situación y más aún, hablar de la muerte con la persona que está muriendo.
Pero es necesario. Y es importante para esa persona. Por eso, quien ayuda debe primero admitir y aceptar la muerte en sí. Y saber que le va a doler y que puede no ser agradable estar ahí mientras otro, un niño o una niña, a quien preferiríamos ver jugando y riendo, está muriendo en una cama.
En eso consiste la difícil tarea de ayudar a bien morir. Ahora bien, la ayuda al niño puede convertirse fácilmente en la ayuda a la familia, por la cercanía que seguramente habrá de ella.
Por eso es importante evaluar los conceptos y creencias del niño y de su familia acerca de la muerte y la vida después de ésta cuando se establece una comunicación con ellos. Los niños pueden experimentar miedos y preocupaciones que no expresan porque no se sienten cómodos o porque no saben cómo hacerlo.
Entre algunas de estas preocupaciones, se incluyen las siguientes:
a) Los sentimientos de culpa y de vergüenza.
Los niños pueden creer que sus pensamientos han provocado la enfermedad o la muerte que está causando la tristeza de todos. Es importante hablar con el niño acerca del hecho de que los médicos y las enfermeras no siempre pueden evitar la muerte y, además, asegurarle que los malos pensamientos no pueden causar la muerte y que él no ha hecho nada malo para provocar la muerte o la enfermedad.
b) El miedo de que el dolor esté asociado con la muerte.
Al confrontar estos temores, es importante explicarle al niño el uso de los medicamentos para controlar el dolor. Recuérdale que la muerte en sí no es dolorosa.
El miedo a la separación. Este tema puede tratarse recurriendo a las promesas bíblicas de una resurrección y el gozo eterno con el Señor[18]. Tranquiliza al enfermo afirmándole que no estará solo en el momento de la muerte.[19]
[1] Salmos 127.3. Nueva Versión Internacional.
[2] Deuteronomio 11.18-21. Biblia Latinoamericana 1995.
[3] Proverbios 1.8.
[4] Dios Habla Hoy.
[5] Proverbios 23.13-14.
[6] Salmos 91.11. Biblia al Día.
[7] 2 Corintios 5.17. CTS-IBS.
[8] 2 Corintios 12.9. Biblia en Lenguaje Sencillo.
[9] CTS-IBS.
[10] Biblia en Lenguaje Sencillo.
[11] 1 Corintios 7.32-34. Ibid.
[12] Génesis 18.11. Nueva Versión Internacional.
[13] Lucas 1.7, 24. Biblia en Lenguaje Sencillo.
[14] Proverbios 22.6. Biblia al Día.
[15] www.cdc.gov/tobacco/sgr/sgr_2004/Factsheets/español
[16] Dios Habla Hoy.
[17] Alexander Fuentes Smith, El Impacto de la Muerte en la Familia. La Habana, Cuba, 1999.
[18] 1 Tesalonicenses 4.13-18.
[19] Curso gratis: Cómo afrontar la muerte infantil - Cursos gratis de MailxMail.com
Una sociedad es un tejido de almas, con interacciones mutuas, del todo sobre cada una y de cada una sobre el todo.
Cada persona trae dentro de sí varias herencias. Somos la resultante biológica de un sinnúmero de corrientes de vida que vinieron a tener en nosotros su punto de encuentro. Así como en una laguna existen aguas de diversos ríos que en ella desembocan, así existen en nosotros esas herencias.
Los historiadores concuerdan al afirmar la existencia de obras que necesitan ser llevadas a cabo por varias generaciones: La fundación de ciertos países, el desarrollo de cierta política, creación de ciertas fuentes de prosperidad. La institución de derecho natural que asegura la realización de la obra histórica a través de las generaciones es la familia.
La naturaleza del hombre lo lleva a establecer nexos más directos con ciertas cosas, y relaciones más próximas con ciertas personas. Ser propietario, tener familia, son situaciones que le dan una justa sensación de plenitud, de personalidad. Vivir como átomo aislado, sin familia ni bienes, entre una multitud de personas extrañas, le da una sensación de vacío, de anonimato y aislamiento, que es para él profundamente antinatural.
La familia es la relación normal en donde se deben desarrollar los seres humanos. Y por normal, entendemos que se habla de una familia patriarcal.
Por patriarcal, en el Antiguo Testamento, se entendía no la pequeña familia nuclear, padre, madre e hijos, sino una familia numerosa, con muchos hijos. Y, además de eso, relacionada con un número muy grande de parientes de varios grados, de varios lados, que frecuentan la casa y la ponen en movimiento. De esta manera se constituye un todo con tres distancias: La primera distancia es mi casa, enteramente afín conmigo. Otra, son las casas de mi familia más apartada, algo parecida y algo diferente. Una tercera distancia es la calle, punto de encuentro fortuito y casual de todas las semejanzas y de todas las diferencias. Si estoy apoyado por estas tres distancias, si puedo expandirme en estas tres dimensiones, cuando llego a la calle tengo detrás de mí y a mi lado toda mi parentela que se presenta en los lugares públicos, en los lugares de diversión, pensando como yo, sintiendo como yo, imponiéndose.
En la actualidad existen cuatro tipos principales de tipos de familias, cada uno con sus características:
1. La Familia Nuclear.
Es el modelo de familia más conocido en nuestra sociedad y el modelo tradicional. Consta de un papá, una mamá e hijos, viviendo en una casa. Su problema principal es el aislamiento. Este modelo es el mayormente aceptado y el tradicional. La relación conyugal es la base, pero es el modelo con mayor crisis actualmente debido al aislamiento de sus miembros, quienes sufren de una crisis de identidad y del desconocimiento del desempeño en sus obligaciones, sus responsabilidades y sus derechos, la función de sus roles, como sus funciones de género. Es el modelo de familia más atacado por todo tipo de movimientos liberales, como el feminismo, el que se esfuerza por erradicar de la faz de la tierra, tal modelo.
La familia nuclear, ha estado sufriendo una descomposición a su interior desde la mitad del siglo pasado, provocando con ello el surgimiento de otros modelos de familia que habían estado presentes en la sociedad, pero como la excepción a la regla, más que la regla en sí.
2. Familia Extensa.
A este tipo la integran tres generaciones y más de dos parejas viviendo en la misma casa. Es común entre las clases marginadas y en las económicamente muy pudientes. El modelo casi ha desaparecido en este último grupo de la sociedad y se basa en las relaciones consanguíneas.
3. Familia Semi-extendida.
Una familia nuclear, compartiendo el mismo techo con otra familia nuclear. Ejemplo: Los hijos que se casan y viven con los padres. Una de las combinaciones más letales para la vida familiar. Quienes han vivido así son testigos. Es un total caos, si la situación se extiende por más de tres meses y toda la tensión familiar generada, se verá reflejada en las actividades de cada uno de los componentes de este tipo de familia.
4. Familia Semi-nuclear.
Familia monoparental, o familia con jefatura femenina. Algo que cada vez se hace más frecuente en Latinoamérica en donde son dirigidas por una sola persona, en este caso, una mujer. No son tantas las dirigidas por el padre de familia, que por divorcio, viudez o abandono, se ven en la necesidad de dirigir la familia, no obstante, los resultados son los mismos. Un bajo aprovechamiento académico, una baja autoestima de sus miembros, así como la repetición del ciclo en el que viven.
B. Los Hijos: ¿Alegría o Frustración?
“Los hijos son una herencia del Señor, los frutos del vientre son una recompensa”[1]. Muchas lágrimas de jóvenes a las que los médicos dicen que no podrán concebir un hijo se derraman, mientras que por otro lado, las lágrimas de muchas madres también se derraman porque no saben qué hacer con los hijos que tienen. Conocemos hogares que han logrado sobreponerse a los problemas con la bendición de un hijo, así como también conocemos otros que se han destruido a causa de la conducta de uno de sus hijos. Ningún matrimonio se ha forjado hasta haber tenido que criar por lo menos a un hijo. Cuando no se le tiene, la pareja suspira por el deseo de escuchar balbuceos y pequeñas risas. Pero cuando se les tiene, son muchas las ocasiones en que deseamos que se queden en silencio. Lamentablemente, la cultura consumista de Occidente ha provocado que cuando nace un hijo en una familia, después de los primeros días de conmoción debido al nuevo miembro de la familia, se comience un cambio y pareciera como que la novedad que antes nos tenía tan felices se convierte en un punto que nos exige, por lo que hay que buscar la manera de proveerle cosas que él nunca ha solicitado, pero como la publicidad nos enseña que es indispensable, buscamos la manera de suplirlo, lo que conlleva que el hijo termine bajo el cuidado de una doméstica, de la abuela o en una guardería.
1. Las necesidades de los hijos.
¿Qué es lo que necesitan nuestros hijos en realidad? Son cinco las necesidades de los niños: Amor, tiempo, cuidado, energía y dinero.
a. Amor.
Algunos piensan que dar amor a sus hijos es nada más acariciarlos y hacerlos reír, pero va más allá. Hay que compartir con ellos el sentimiento de amor. Los bebés son muy perceptivos a este. El amor da a los niños la seguridad que van a necesitar para enfrentar la vida. En los años setenta se hizo un experimento con dos monitos, a uno se le permitió quedarse con su madre enjaulado, mientras que al otro se le separó de todos los demás monos aunque se le alimentó bien; al cabo de unos días, cuando se quiso reintegrar a estos monitos al grupo, el que se había mantenido con su madre se adaptó rápidamente, pero el que se mantuvo solo se apartó y pocos días después murió ya que no logró adaptarse. Si eso pasa con un mono, ¿qué pasa con los niños a los que no se les brinda amor?
b. Tiempo.
Hay quienes dicen: “Lo importante no es cuánto tiempo pases con tus hijos, sino la calidad”. Esto no es más que una excusa para zafarse de la responsabilidad de pasar tiempo con ellos. Los niños necesitan pasar tiempo con sus padres porque ellos son el modelo que van a imitar. Si no tienen a sus padres cerca, los niños se conducirán de acuerdo a lo que ven en la T.V., en donde, por cierto, pasan un anuncio en donde un niño se acerca a su padre, que es abogado, con sus manitas llenas del dinero de su alcancía que acaba de romper y le pregunta: ¿Cuánto de tu tiempo puedo comprar con este dinero?
c. Cuidado.
Es nuestro deber como padres y adultos, prever las cosas que pueden causar un accidente a los niños. No hay que esperar a que el niño caiga en el pozo para taparlo. Un niño necesita desde que nace que se le apliquen las vacunas necesarias y se le mantenga un control médico, así como que se esté alerta ante cualquier anomalía que veamos en su salud. También es importante que prevengamos las cosas de peligro para él. Un niño está descubriendo el mundo, por lo que no debemos minimizar en esfuerzos para su protección.
Tómese en cuenta que hoy día también hay que cuidar a los niños de los enfermos sexuales, de un secuestro, de los ladrones de órganos, de los vendedores de drogas, del internet basura, etc. Así que el trabajo en este campo no es poco.
d. Energía.
Algunos padres piensan que los niños simplemente vienen al mundo y hay que dejarlos crecer. ¡No! Cada niño necesitará un esfuerzo de sus padres que le absorberán mucha energía. Hay que cuidarlos, asearlos, enseñarles, jugar con ellos, etc. Todo esto consume energía y por lo tanto, antes de traer un niño al mundo debemos preguntarnos si podemos invertir en él.
e. Dinero.
No sé si hay algo más caro que un niño. El niño depende completamente de sus padres, por lo que son ellos los obligados a proveer techo, alimento, abrigo, estudios, etc., por aproximadamente veinticinco años, hasta que ese hijo (a) esté listo para enfrentar la vida.
2. Entrenando hijos.
Alguien decía: “Tener niños es de lo más sencillo: Después de que los traes del hospital, les das cualquier cosa para que coman, una cama para que duerman y con eso del internet se crían solos”. La verdad es que no hay nada tan falso como eso. Dijimos antes que los hijos necesitan tiempo, nuestro tiempo. Los niños deben ser formados, no en el exterior, sino en el interior. Los hijos son el mejor espejo que los padres puedan tener. Si los padres son malos, sus hijos lo serán; si los padres los guían de manera correcta, los hijos serán buenos.
Los hijos deben ser entrenados en todo: En su alimentación, si no enseñamos a nuestros hijos a comer frutas y verduras antes que carnes y frituras, no podemos esperar otra cosa que hijos obesos y enfermos; en el dormir, si los niños quedan despiertos hasta las diez u once de la noche, no nos extrañemos que se vuelvan seres nerviosos; etc.
La Biblia nos enseña que los únicos responsables delante de Dios para entrenar a los hijos, son los padres: “Pon estas palabras mías en tu corazón y en tu alma, que sean para ti como una señal ligada a tu mano, un signo puesto en medio de tu frente. Enséñaselas a tus hijos. Habla de ellas, sea que estés sentado en tu casa o que vayas de viaje, cuando te acuestas o cuando te levantas; las grabarás en tus puertas y a la entrada de tus ciudades. Entonces tus días y los de tus hijos se prolongarán en la tierra que Adonay juró dar a tus padres, y permanecerás en ella mientras permanezca el cielo sobre la tierra”[2]. Si nosotros delegamos a un tercero la enseñanza a nuestros hijos, también estamos arriesgándonos a que esta persona enseñe cosas que tal vez no están de acuerdo con nuestros principios. Así que es importante que los padres pongan cuidado especial en los siguientes puntos en cuanto a la enseñanza para sus hijos:
a. Enseñanza Espiritual.
Antes de poder enseñarle a nuestros hijos los principios espirituales, debemos tenerlos primero. Quizá los padres lleven a los niños a la Escuela Dominical, pero los niños solo aprenderán de Dios si sus padres se lo enseñan, no solo verbalmente, sino con el ejemplo.
b. Enseñanza Emocional.
Una característica de los niños es su egoísmo. Al niño no le importa nada más que su propia persona desde que nace. Él se despierta a las tres de la madrugada y rompe en llanto sin importarle si sus padres tuvieron una larga jornada en el trabajo el día anterior y dentro de pocas horas tendrán que comenzar de nuevo. Así que hay que enseñarle a amar a las personas que le rodean, sus hermanitos, primos, vecinos, etc. Debe aprender a soportar y a ceder. Esto lo aprenderá viendo como sus padres lo hacen entre ellos y con los demás.
c. Enseñanza Social.
Esta va muy de la mano con la anterior. El niño debe aprender a relacionarse con otras personas desde antes de que entre al preescolar. El ejemplo de los padres será la clave de nuevo.
d. Enseñanza intelectual.
Cuando un niño nunca ha visto un libro en su casa y jamás ha sido testigo de que sus padres lean algo, será un deficiente en sus estudios. Un humano que no lee, será ignorante. La persona que lee se ilustra, conoce, puede discutir sobre temas variados, su lenguaje crece así como su autoestima. A los niños se les debe enseñar que los libros son sus amigos y que nunca hay que maltratarlos ni rayarlos, a no ser que tengan ese fin. Sobretodo, los niños deben familiarizarse con la Biblia, el Libro por excelencia.
e. Enseñanza laboral.
El trabajo es la manera que Dios nos otorgó para que consigamos nuestro sustento, por lo que los niños deben tener el ejemplo de sus padres, incluso cuando estos están de vacaciones. Un niño que ve que su padre tiene que pagar incluso hasta para que le corten el césped o limpien sus zapatos, creerá que la única manera en que se pueden hacer las cosas es pagando a otros por sus servicios.
Pero no queremos ser malentendidos. No estamos hablando a favor del trabajo infantil. Nos oponemos a eso. Pero si necesitan los niños ver que sus padres trabajan y luchan por suplir las necesidades del hogar. De la misma manera, ellos deben aportar un poco de cooperación acomodando su habitación, sus juguetes, los zapatos, etc.
3. Disciplinando hijos.
Recuerdo que cuando era niño, vivía frente a mi casa una familia cristiana que salían todos los domingos para la iglesia bien vestidos y con Biblia en mano, pero que los dos muchachos mayores eran famosos por llegar borrachos en la noche durante la semana. Más tarde tuve a una compañera de estudios de familia cristiana, y era la experta en métodos para copiar en los exámenes. Cuando me entregué al Señor me di cuanta que la hija del pastor había quedado embarazada estando soltera y el pastor pagó el aborto con el dinero de la ofrenda. Años después supe del hijo de otro pastor que estaba internado en una clínica de desintoxicación de drogas.
Son muchos los cristianos que consideran que el tiempo que pasan sus niños en la Escuela Dominical o el que los tengan en colegios cristianos es suficiente para que sus hijos se comporten cristianamente durante el resto de su vida. Esto se ha unido a la nueva sicología que exige que a los niños no se les debe castigar.
Es cierto que a los niños no hay que golpearlos, pero también es cierto que los padres tenemos la obligación de investigar el motivo por el que los niños no se están comportando como debe ser.
a. Molestias Espirituales.
Un niño que está siendo criado en un hogar donde no se respeta al Señor, que nunca ha visto a sus padres orar, que no es llevado a la iglesia, que no conoce de Dios, es un niño que va camino a ser no solo un problema familiar, sino social. No podemos castigar a nuestros hijos si no les demostramos que nosotros tenemos temor a Dios[3].
b. Molestias Físicas.
Cuando tengo hambre o sueño o enfermo, me siento mal y soy una persona incómoda, pido a mi esposa que me sirva de comer o pido a los muchachos que hagan silencio cuando ellos están gozando o me tengo que meter a la cama y necesito que mi esposa me atienda, dependiendo de la situación. Si esto me ocurre a mí que soy adulto, ¿qué ocurre con un bebé? Antes de castigar al bebé porque llora, asegúrese que sus pañales están secos y limpios, que ha comido bien, que no está enfermo, que no tiene sueño, etc.
c. Falta de Instrucción.
Muchas veces los niños hacen cosa simplemente porque nadie les enseñó que no debían hacerlas, entonces ¿de quién es la culpa?
d. Molestias Medioambientales.
Hace muchos años vivíamos muy cerca de la línea del tren y nuestro hijo de cinco años lloraba constantemente, hasta que tomamos la decisión de cambiarnos de casa, lejos del tren. Música a muy alto volumen, habitaciones muy calientes o muy frías, desorden, etc., hacen no solo que los niños se sientan malhumorados, sino también los adultos. Los niños necesitan hogares en donde la paz, el orden y el amor abunden.
e. Molestias psicológicas.
Cuando un niño escucha a sus padres gritándose uno al otro. Cuando el temor es parte del hogar, cuando la timidez es sembrada en la familia, los hijos serán un problema. Los niños necesitan seguridad en su vida y ellos la verán en el comportamiento de sus padres. Si su madre está esperando ansiosa la llegada de su marido en la tarde porque desea su compañía, si el padre al llegar a la casa besa y acaricia a su mujer, esto dará seguridad a los niños de que son amados y están en un buen lugar.
También los niños sufren inseguridad cuando a los niños se les asusta con monstruos y cosas irreales como el “coco” o la “llorona” o incluso ideas tan locas como decirle al niño: “Si te portas mal le voy a decir al pastor para que te castigue”; así como cuando los padres prefieren a uno de los hijos sobre los demás.
f. Falta de Disciplina.
También puede ser que los niños se comporten mal porque nunca han sido disciplinados. Son “malcriados”. Los padres tienen la obligación no de quebrantar al niño, sino de dominar con amor la voluntad de él. Proverbios 13.24 nos aconseja: “Quien no corrige a su hijo, no lo quiere; el que lo ama, lo corrige”[4]. A pesar de que la nueva psicología diga lo contrario, los niños necesitan que se les pongan límites para aprender respeto y el padre que no lo hace lo está poniendo camino al infierno[5].
En realidad son muy pocos los padres que no se sienten preocupados por el futuro de sus hijos, incluido el futuro espiritual. El problema está en que esa preocupación se manifiesta de formas diferentes, ya sea asistiendo con los niños a la iglesia y teniendo devocionales con ellos; o como otros muchos hacen, los envían a la iglesia para que los que se prepararon en la Biblia se encarguen de educarlos por nosotros.
El que hace lo último está enrutando a toda su familia a la destrucción. Tanto los niños como los adultos necesitan el alimento espiritual, o ¿acaso servimos de comer a los niños mientras nos dedicamos a otras cosas? ¿No es lo normal que toda la familia se siente para almorzar junta? Si eso hacemos con el alimento material ¿por qué ha de ser diferente con el espiritual?
Cuando un niño escucha el texto de Mateo 7.11 en la Escuela Dominical, ¿qué recordará de sus padres? Algunos podrán imaginarse sentados en las piernas de su padre que le lee alguna historia bíblica o a su padre dándole una golosina, pero otros quizá vean a su padre gritándole o indiferente ante él o tal vez vean a su padre como un ignorante. ¿Cómo le verán sus hijos?
No debemos sentirnos mal por disciplinar a nuestros hijos. Dios lo hace con nosotros. Pero recordemos que disciplinar no es quebrantar y así como queremos respeto para nosotros como padres, debemos darle respeto a ellos como hijos.
4. Separándonos de los hijos.
Aunque a la mayoría de los padres nos cuesta aceptarlo, los hijos están de visita. Ellos llegan dependientes en su totalidad a nuestro hogar. Lo trastornan. Cuando comienzan a caminar lo ponen todo patas arriba. Entran en la vida escolar y por un espacio de unos veinte años nos sacan las canas tan rápido como el dinero porque necesitan ropa, materiales, libros, etc. Luego que se gradúan y cuando algunos padres piensan que al fin van a ser retribuidos de los gastos hechos, aparecen con una chica y nos dan la noticia de que se casan y se van a vivir lejos. Y la casa queda con una sensación de soledad. Ya no hay música estridente, no más zapatos sucios en la sala, no más ropa tirada en el baño, no más regueros que “extrañamente” se hacen en la cocina durante la noche, ya el recibo telefónico no nos produce infartos.
Quizá los seres humanos debiéramos aprender del águila. Cuando el aguilucho nace es feo. Una enorme cabeza con ojos saltones y un pico que siempre está abierto para que sus padres embutan comida una y otra vez. Conforme va creciendo se va pareciendo más a sus progenitores. Cuando el aguilucho llega a tener un tamaño parecido al de sus padres, estos le ponen espinas en el nido para que ya no sienta tan a gusto. Luego, lo van empujando al borde del nido para que salga. Él se aferra con todas sus fuerzas, sus garras se clavan con tremenda fuerza. Sus padres insisten, hasta que al fin lo sacan y el ave novata cae por el precipicio. Nadie le ha dado clases de vuelo. Por meses ha visto a papá y mamá águila levantar majestuosamente el vuelo, pero nunca la explicaron cómo hacerlo. Antes de caer estrellado, abre sus alas y logra posarse con suavidad en el suelo. Comienza a aletear y se da cuenta que él también puede volar y al fin se dispone a cazar y hacer su propia vida. Un día encontrará una hermosa compañera con la que hará un nuevo nido y así pasarán muchos años juntos, hasta que la muerte los separe.
En este punto, en el hogar, se producen cambios que vamos a analizar. Hay cambios que se relacionan con los hijos y otros con los padres que quedan en el hogar. Analizaremos primero los cambios que tienen que ver con los hijos.
a. Respeto.
El respeto es una muestra de consideración hacia otra persona o cosa. Los hijos son seres humanos. Merecen todo el respeto como persona. Hay que saber dialogar con ellos. Cuanto más los respetamos, más confianza nos tendrán. Muchos padres irrespetan a sus hijos planificándoles la vida. Ellos desean que su hijo vaya a tal o cual universidad y que estudie tal carrera para que luego trabaje en tal empresa. Aunque los planes de los padres sean muy loables, son irrespetuosos. Los hijos son los que deben decidir, con nuestro consejo, lo que es mejor para ellos. Puede ser que el padre sea un abogado, hijo de otro abogado que a la vez era hijo de un abogado, pero él quiere ser músico. El padre puede hacerle ver lo difícil que le será la vida, pero no más. Si el hijo insiste en ser músico, seamos los primeros en comprar sus discos. ¡Él tiene derecho a ser feliz!
b. Derecho a equivocarse.
Como los hijos tienen derecho a decidir, también lo tienen a equivocarse, o ¿acaso nosotros nunca nos equivocamos? Los errores son los que nos dan las armas necesarias para el éxito. Se dice que un periodista le preguntó a Tomas Alba Edison sobre cuántos experimentos había tenido que hacer antes de lograr obtener la resistencia para la bombilla, y Edison le dijo: “Fueron miles”. El periodista le preguntó: “Y ¿no se siente fracasado?” “¡Jamás!”, dijo el inventor, “No fueron fracasos, sino ensayos para el éxito”.
Cuando los hijos toman sus decisiones y fallan, hay que alentarlos a seguir intentándolo. Que ellos decidan lo que quieren para que logren sus propósitos, aunque fallen muchas veces. Y si la decisión de nuestros hijos no es tan rentable como esperábamos, no lo veamos como un fracaso, sino como su decisión.
c. Escuchar.
El diálogo con nuestros hijos es indispensable para una buena relación. Pero no es solamente el escuchar las palabras que nos dice, sino sus sentimientos, sus pensamientos, sus emociones. Cada palabra tiene muchos matices, de acuerdo a cómo, cuándo y por qué las decimos. Tratemos de entender lo que ellos quieren transmitirnos.
d. Honestidad.
No tratemos a nuestros hijos como si siempre fueran unos bebés a los que hay que proteger. Tenemos que ser honestos con ellos. Explicarles cómo es la vida real fuera de casa. Hacerles ver que si en casa siempre tuvo todo, cuando tenga que salir tendrá momentos de necesidad. Que hay muchas personas con sentimientos falsos en las calles y están dispuestos a aprovecharse de cuanto puedan. Que nuestros hijos vean en nosotros una fuente donde puedan volver para tomar más sabiduría y no un pozo envenenado al que hay que evitar.
e. Perdón.
Como dijimos antes, todos nos equivocamos. Pero no es simplemente el ver los errores de nuestros e hijos y mover la cabeza y decir: “Se equivocó, de nuevo”. Hay que saber perdonar los errores de nuestros hijos y animarlos para que la próxima vez lo hagan mejor. Ellos están siendo formados para luego tomar nuestro lugar en relación con sus hijos. Así como ahora son hijos serán padres y deseamos que enseñen a nuestros nietos de la mejor manera. Que cada generación nueva en nuestra familia sea mejor que la anterior.
Pero ¿qué pasa en el hogar cuando los padres se quedan solos? Recordemos que para este momento han transcurrido unos treinta o más años, dependiendo entre las edades que hay entre el hijo mayor y el menor. ¡Toda una vida con hijos en la casa! Ahora vamos a sufrir un cambio que de nuevo va a trastornar toda nuestra rutina que va a exigir que ambos cónyuges tengan que hacer adaptaciones muy fuertes, especialmente si para este tiempo también ocurre la jubilación.
Cuando los hijos se van, la mayoría de las madres que han pasado tantos años sintiéndose el pilar de aquellos “aguiluchos” entran en un periodo de “abandono”. Ya no hay nadie en casa que le pregunte desde donde está la toalla para secarse, pasando por los calcetines y cada una de las prendas de vestir, hasta los libros y la calculadora. Ya no hay alguien que tiene frente suyo el plato con los alimentos, preguntando qué hay de comer. Ahora ella se sentirá inútil ya que no hay quien dependa de ella. ¿Qué va a hacer durante el día? ¿En qué ocupará su tiempo? ¡Cuidado! Esto puede llevarla a una depresión postmaterna.
No se crea que el padre no sufra también. La mayoría de los padres disfrutamos a nuestra forma de los hijos. Nos hacen gracia cuando están recién nacidos y nos encanta sentir sus manitas halando de los bigotes o tratando de quitarnos los anteojos. Más tarde somos felices, aunque parezca lo contrario, de escuchar esos “por qué”. Cuando entran en la adolescencia nos hacen sentir importantes las batallas campales cuando discutimos sobre lo que es correcto y lo que no y sobre cómo debemos comportarnos los seres humanos, incluyendo lo que debemos vestir. Cuando entran a la Universidad viene el tiempo de discusiones más intelectuales, más inteligentes. Así que cuando los hijos se van, ¿con quién vamos a discutir? ¿Estará la esposa dispuesta a escucharnos hacer peroratas sobre si lo correcto es llevar las faldas de la camisa por dentro o por fuera? ¿Discutirá nuestra esposa las últimas decisiones políticas o el nuevo ritmo musical que consideramos salido del mismo seno del infierno?
Cuando los hijos se van, la casa puede tornarse lúgubre. Hay tantos recuerdos que nos pueden hundir en la melancolía, por lo que es necesario que nos preparemos a quedarnos solos, de nuevo, como cuando comenzamos hace treinta y tantos años.
Es posible que una pareja madura a quienes sus hijos ya han dejado solos se repongan de este golpe y comiencen a disfrutar de su matrimonio, sin necesidad de que los nietos estén metidos en casa.
En primer lugar, debemos tomar las cosas por el lado positivo. No pensar que nuestra función acabó. Al contrario. Ahora entramos en un nuevo despertar. Una segunda luna de miel. Una etapa de libertad, cuando podemos salir y no hay que estar pendientes de regresar temprano para que la niñera regrese a su casa, o estar llamando cada veinte minutos para saber si no han incendiado la casa.
Recordemos que tenemos vida propia. Quizá nuestro cuerpo traquea cuando nos movemos, pero el cerebro es un órgano que puede mantenerse en forma con solo un pequeño esfuerzo. Es el momento en que podemos darle rienda suelta a nuestra imaginación. Tenemos la casa solo para nosotros, así que podemos pintarla de aquel color que siempre nos gustó pero que nuestros hijos adolescentes decían que era anticuado. Escuchar la música de antaño sin que nadie se burle.
¡Imagínese! Si aun el marido no se ha jubilado, pueden hacer una cita para verse el viernes en la tarde y desaparecerse el fin de semana en un pequeño hotel de montaña o de playa sin estar pendientes de qué comerán los niños o quién los cuidará. Les puedo asegurar que aquel hombre regresará el lunes a la oficina con una sonrisa y su esposa esperará que llegue el nuevo fin de semana.
¿Qué de los compromisos con la Iglesia? Tal vez por años quiso ser parte de alguno de los comités de la congregación, pero por estar ocupado (a) con sus hijos no podía estar comprometiéndose para asistir a reuniones. ¡Ahora es el momento! Puede dedicarse a estudiar teología con toda tranquilidad, o alguna otra carrera que siempre le atrajo.
Por supuesto, no estamos diciendo que ya no volveremos a ver a los hijos. ¡No se han muerto! Un fin de semana con la nueva familia para demostrarles nuestro amor. El relacionarnos fraternalmente con la esposa de nuestro hijo. Que ella nos pueda ver como sus padres y nosotros como la hija que nunca tuvimos. Disfrutar de los nietos. Volver a sentir manitas pequeñas y tiernas acariciando nuestro bigote. Escuchar risas y gorgoteos en nuestra casa, aunque sea un sábado al mes. Pasar las vacaciones juntos. Una llamada telefónica. Las celebraciones especiales. Las nuevas temáticas de conversación con nuestros hijos, que ahora tendrán que comenzar a pensar como padres también y que buscarán el consejo de sus progenitores, que ya sufrieron lo que ahora ellos pasan. Es una etapa nueva y hermosa que debemos saber disfrutar.
Pero no debemos olvidar el consejo bíblico para poder enfrentar estos nuevos cambios. Y ¿qué tiene que Decir Dios sobre esto? Veamos:
“Porque él ordenará que sus ángeles te cuiden en todos tus caminos”[6].
“Cuando alguien se convierte a Cristo, se transforma en una nueva criatura. Su existencia anterior queda atrás, y él comienza a vivir una nueva vida, a ser parte de una nueva creación”[7].
“Dios me ha contestado: "Mi amor es todo lo que necesitas. Mi poder se muestra en la debilidad". Por eso, prefiero sentirme orgulloso de mi debilidad, para que el poder de Cristo se muestre en mí”[8].
Con esto en mente, cuando sea el momento en que nuestros hijos dejen el hogar, o que sean tenidos que empujar del nido, démosle gracias a Dios y apreciemos el nuevo reto que tendremos por delante.
C. Tensiones Familiares.
Desde el momento en que la pareja original cayó en pecado, comenzaron las tensiones familiares. Aunque la Biblia no lo dice, pero pongámonos a pensar en lo que pudo haber ocurrido después de que fueron expulsados del huerto:
“-¡Ay Adán! –dijo Eva- ¿por qué me echaste la culpa a mí?"
Adán responde: “-Y ¿me vas a decir que no fuiste tú la que nos metió en problemas?”
“-Pero tu nunca me advertiste de la serpiente” Se defiende Eva.
“-Pero yo te dije que tenías que ayudarme en el trabajo y decidiste irte a pasear por el huerto”. Acusa Adán.
“-¡Oh, tipo más machista!” Se enoja Eva.
“-Tal vez lo sea, pero no hay otra mujer más chismosa que vos”. Replica Adán.
No sabemos cuales fueron las palabras, pero bien pudieron ser estas. Los humanos tenemos problemas al relacionarnos con otros. No podemos esconderlo. Y las tensiones nos traen sufrimiento. Pero debemos aprender a sacarle provecho a estas situaciones. Los que desean que no haya sufrimiento, no quieren la bendición de Dios. Leamos Romanos 5.3: “Todo esto hace que nos sintamos gozosos incluso en situaciones adversas y aflictivas, porque las aflicciones nos enseñan a tener paciencia”[9]. La tribulación hará que prosperemos porque aprendemos.
Pongámonos a pensar en todas las personas que han tenido que luchar contra diferentes cosas para lograr el éxito. ¿Fue fácil? Podemos asegurar que no. Veamos la enseñanza de Jesús en Lucas 6.48: “Es como el que construyó su casa sobre la roca. Hizo un hoyo profundo, hasta encontrar la roca, y allí puso las bases. Cuando vino una inundación, la corriente de agua pegó muy fuerte contra la casa. Pero la casa no se movió, porque estaba bien construida”[10]. ¿No tuvo este hombre que esforzarse y sufrir hasta encontrar en donde cimentarse. ¡Claro que sufrió! Pero luego pudo estar tranquilo porque estaba bien fundamentado. Es verdad, por más cristianos que seamos, que siempre vamos a tener problemas, pero cuando estamos fundamentados en Cristo, nada podrá movernos.
Vamos a analizar las causas de tensión que se pueden producir, pero para que quede más claro, las dividiremos en tres, de acuerdo a las diferentes circunstancias:
1. Tensiones en la pareja.
a. Durante el noviazgo.
Una de las primeras tensiones que sufre la pareja consiste en la tentación a tener relaciones sexuales prematrimoniales. Ambos deben estar muy tomados de la mano de Dios para no caer en el pecado. ¿Dónde está el problema si ya nos comprometimos? Precisamente en eso. Al haber un compromiso esperamos que la otra persona esté dispuesta a cumplir y curiosamente, cuando se adelanta el sexo, se pierde el respeto y no es nada de otro mundo que un joven se arrepienta de casarse luego que su novia le dio la “prueba”, porque ya no confía en ella. ¿Qué le garantizará que le sea fiel si cayó tan fácil?
Las preferencias causarán que tengamos roces, en veces fuertes. Si somos de diferente congregación, si prefiero ir al culto de la tarde pero ella gusta de ir a la Escuela Dominical, si gusto del fútbol mientras ella prefiere el básquet, si me gusta el calor pero ella el frío, etc. Vale que es en este tiempo cuando podemos acabar una relación con apenas algunas raspaduras y no cuando estamos casados arriesgándonos a perder todo.
Cuando se da el compromiso entonces viene otro momento de tensión debido a que los preparativos de la boda consumen mucho tiempo y energía. Hay que hacer cosas a las que no se está acostumbrado como presupuestos, cálculos, visitar tiendas, buscar precios, etc., cuando tal vez lo único que deseábamos era sentarnos a conversar con nuestra novia y hacer castillos en el aire.
b. Ajustes recién casados.
Después de la ceremonia vemos a los recién casados salir con una gran sonrisa, pensando que se acabaron los problemas. Pero ¡gran noticia! ¡Los problemas inician! Seamos objetivos. Los dos son novatos en esto. Los ajustes que hay que hacer desde dormir acompañados hasta compartir el salario y ponernos de acuerdo en lo que vamos a comer, ponen tenso a cualesquiera.
Estamos hablando parejas de creyentes, que aunque tienen muchas ventajas en muchas cosas ya que no llevan vicios ni aberraciones, también son muy inocentes. Por lo general están tan empeñados en adquirir conocimiento bíblico que se olvidan de leer literatura que nos guíen en asuntos sexuales y vamos a conocer de ellos de forma que nos puede asustar si no somos mentalmente maduros o si lo somos, disfrutaremos mucho.
El conocimiento del cuerpo de nuestro cónyuge, observando lo que le produce placer y enseñándole lo que nos gusta a nosotros e incluso descubriendo cosas que no sabíamos que nos gustarían, son una experiencia que no podemos relatar porque no hay palabras para describirlo. Al principio es muy difícil y quizá algunas cosas nos pueden parecer ofensivas, pero el sexo solo mejorará con la práctica. Pero no debemos olvidar que no hay nada más hermoso que avanzar en este campo juntos, aprendiendo cada día, sin la “ayuda” de otros.
c. Planificando la familia.
Este punto es muy delicado para muchas parejas. Hay una gran cantidad de métodos anticonceptivos que van desde el ritmo hasta los métodos intrauterinos. Todos tienen ventajas y desventajas. Algunos de ellos son microabortivos, como la T de cobre, el DIU y la píldora del día siguiente. Otros pueden causar molestias hormonales, haciendo que la mujer se adelgace o engorde, dependiendo del organismo, como la píldora. Otros producen molestias y dan asco, como las jaleas. También están los que no son tan seguros como el ritmo y el coito interrumpido. El condón y el diafragma pueden causar alergia. Incluso hay algunos que pueden afectar la espiritualidad de alguno de los dos. Todo esto puede causar tensión al punto que la pareja se vea envuelta en discusiones y enojos.
d. Los suegros.
Son demasiados los matrimonios que fracasan porque los suegros se meten en los asuntos del nuevo hogar. Es cierto que hay que dejarlos, pero no abandonarlos. El matrimonio no es una declaración de guerra. Los recién casados deben buscar tener amistad con sus suegros, tratando temas de interés para ambos. La suegra no debe estar criticando a su nuera y los esposos no deben comparar nunca a su cónyuge con sus padres. Ellos son otras personas que formaron su hogar en otro tiempo. Todos debemos entender eso.
e. La Iglesia.
¿Cómo? ¿Usted cree que la Iglesia puede ser causa de tensión en los recién casados? Y en los no tan recién también. Hay esposos que por servir a la Iglesia se olvidan de su esposa, así como hay esposas que hacen que sus maridos odien la Iglesia. Los compromisos en la Iglesia son buenos, pero estos no deben acabar con nuestro matrimonio. Por eso Pablo aconseja no casarse, siempre que se pueda, ya que “Los solteros se preocupan de las cosas de Dios y de cómo agradarle. También las viudas y las solteras se preocupan por agradar a Dios en todo lo que hacen y piensan. En cambio, los casados se preocupan por las cosas de este mundo y por agradar a su propia esposa. Del mismo modo, las casadas se preocupan por las cosas de este mundo y por agradar a su propio esposo. Por eso tienen que pensar en distintas cosas a la vez”[11]. La idea de Dios no es que todos los días y todo el día estemos los cristianos metidos en el edificio de la Iglesia o evangelizando. Hay tiempo para todo. Hay tiempo para ir al culto, así como lo hay para compartir con nuestra familia y para trabajar.
f. La casa.
Son varias las razones por la que la casa puede causarnos tensión. En primer lugar, el dinero. Hay esposos que son muy liberales y regalan el dinero que tanto les costó ganar, invitan a todo el que se encuentra en la calle a comer en su casa o en un restaurante, compra lotería del año pasado, etc. También los hay muy tacaños. No quieren sacar a su esposa ni a la esquina y si lo hacen le piden que lleve un emparedado por aquello del hambre.
También hay esposas que son muy botadas y no les importa darle lo que sea al primer mendigo que golpea la puerta, aunque sea la ropa que su esposo necesitaba para ir a trabajar al día siguiente. También están las tacañas que se molestan cuando su esposo da un vaso de agua al jardinero.
Recordemos que el dinero es de los dos, aunque la esposa no salga a trabajar fuera de casa. Entre ambos debemos presupuestar y saber en qué se gasta el dinero.
Pero también hay otras cosas en la casa que nos ponen como cuerda de violín. El aseo es una de ellas. Un marido desconsiderado que no le importa dejar tirada la ropa en el suelo, al lado del cesto de la ropa sucia. O bien, terminan de cenar y el se levanta tranquilo para sentarse a ver T.V., mientras su esposa debe recoger los platos y lavarlos.
Los maridos pueden barrer, limpiar pisos, cocinar, lavar la loza, lavar ropa, planchar, cambiar al bebé, etc., tan bien, y en veces mejor, que su esposa. Yo lo sé. ¡No se le cae a uno ninguna parte del cuerpo por hacer oficio en la casa!
Cuando los niños van creciendo deben aprender a ayudar también. Ellos pueden acomodar sus juguetes y los zapatos. Pueden llevar su ropa sucia al cesto. Limpiar pequeños regueros. Regar las plantas, etc.
g. Los amigos.
Las amistades pueden convertirse en un apoyo o en una espina. Conozco a una mujer que terminó enamorándose del mejor amigo de su esposo debido a que él pasaba más tiempo en la casa de ella. También supe de una mujer que vio como su marido se iba con su amiga debido a que siempre que él llegaba del trabajo la encontraba muy bien arregladita, platicando con su esposa que aun no había podido bañarse debido a los muchos quehaceres domésticos.
Los amigos son como la miel. Un poquito es agradable, mucha nos empalaga. La pareja necesita tiempo a solas. Necesitan intimidad. Si bien pueden salir junto con sus amigos de vez en cuando, es mejor cuando van solos.
h. El embarazo no planificado.
Cada niño que venga al mundo tiene derecho a ser deseado. No debe convertirse en una carga. Por ello los cónyuges deben meditar mucho cuándo es el momento adecuado para tener hijos. Pero si a pesar de todo ocurrió, deben aceptar la Voluntad de Dios y ver a su retoño como una bendición.
i. El primer bebé.
El embarazo es una etapa hermosa de nuestra vida de casados, pero no está exenta de peligros. La mujer lleva en si un ser ajeno a su persona. Debe aprender a cuidarse en todo, desde el calzado que usa hasta la alimentación. Ya su rutina no será la misma. Aunque pueden tener sexo, ya no será tan libre como cuando no estaba embarazada. Pero también se presentan otros asuntos como lo es los preparativos para recibir al bebé: pañales; cuna; ropita, que a pesar de ser tan pequeña es más cara; habitación, etc. Vienen las nauseas, los vómitos, los achaques y ¿quién es el culpable? ¡El marido! Como si solo él hubiera participado en hacer al bebé.
También los maridos sufrimos. Antes del primer bebé, nuestra esposa, con todo su instinto maternal, nos cuidaba y protegía. Ahora llega otro ser a la casa que va a acaparar toda la atención y los maridos pasamos a un segundo plano. Quizá hasta nuestra esposa se vuelva más gruñona con nosotros.
j. El aborto.
No podemos tapar el sol con un dedo. Desgraciadamente en la sociedad de hoy el aborto ya no es un tema ajeno. Hay parejas, incluso cristianas, que han caído en el pecado de asesinar a un bebé en el vientre de su madre. Este acto queda gravado en la mente y el corazón de los que lo hacen y los lleva a sentirse perseguidos. Se llenan de odio hacia sí mismos y el amor por su pareja desaparece.
k. El desempleo.
Ese fantasma que nos persigue en América Latina y que nadie desea toparse. El estar sin empleo es humillante, roba las esperanzas y el sueño. Una persona sin empleo se siente degradada y puede entrar en un estado de tensión que lo conduzca a una locura. También hay desempleados que pueden entrar a una etapa de holgazanería, si no logran ubicarse en un empleo similar al anterior, algo que les parezca adecuado y agradable, con lo que se crea un ambiente negativo en la familia.
Lo que muchos olvidan cuando se quedan desempleados es que su trabajo ahora es ¡buscar trabajo! No se quede en casa esperando que lo llamen; salga a buscar un empleo; toque puertas, alguna se abrirá. No se sienta ofendido si le ofrecen un puesto inferior al que ocupa antes. No hay trabajo sin honra.
l. La menopausia.
Este es el periodo de la finalización de la ovulación de la mujer. Ellas sufren cambios orgánicos y sicológicos que necesitan cuidado. La falta de ciertas hormonas hacen que ellas sientan calores desagradables y molestias al dormir, en su apetito, etc.
Como en todos los cambios que ocurren en la vida, es necesario que las mujeres se preparen para entrar en la menopausia. Cerca de los cincuenta años de edad, que por lo general es cuando ocurre la menopausia, la mujer debe visitar al médico, hacerse exámenes generales de corazón, sangre, presión, etc. El médico sabrá si debe o no recetar estrógenos, dieta y la ayuda necesaria para el cambio.
Psicológicamente, la pareja debe prepararse para la menopausia. Si toman este cambio de manera positiva, podrán tener una nueva experiencia que les traerá gozo sexual. ¡Sí! La menopausia no es sinónimo de cese en la vida sexual. Si usted ve su Biblia se encontrará que “Abraham y Sara eran ya bastante ancianos, y Sara ya había dejado de menstruar”[12]. A pesar de ello, tuvieron un hijo. ¿Cómo fue que Sara quedó embarazada? Porque tenían relaciones sexuales. De Zacarías e Isabel la Biblia dice: “No tenían hijos, pues Isabel no había podido quedar embarazada y, además, los dos eran muy viejos... Poco tiempo después, su esposa quedó embarazada, y durante cinco meses no salió de la casa...”[13]. ¿Cómo quedó embarazada Isabel? Porque tenían relaciones sexuales. En ambos casos los cuatro eran viejos. Aun así continuaban disfrutando el gozo del sexo. Si una persona anciana ha perdido el gozo en el sexo no es porque está vieja, sino porque dejó de practicar.
2. Tensiones con los hijos.
Como dijimos arriba, mientras haya dos personas habrá tensiones. Si usted tiene un bebé recién nacido puede ser que piense: “¿Cómo se le ocurre que voy a tener tensiones con esta criaturita tan hermosa?” Me gustaría que recordara esto dentro de quince años. Hay varios motivos de tensión que se producen con los hijos:
a. Comprensión.
Las tensiones entre padres e hijos por causa de la “incomprensión” creo que existe desde tiempos de Adán y Eva. "Los jóvenes hoy en día son unos tiranos. Contradicen a sus padres, devoran su comida, y le faltan al respeto a sus maestros”. ¡No, esta frase no es algún psicólogo o pensador moderno! Este es el concepto que tenía Sócrates sobre los jóvenes en el sigo IV antes de Cristo.
Cuando nuestros padres eran jóvenes escandalizaron a los abuelos con el tango. Nosotros escandalizamos a nuestros padres con el rock. Hoy vienen nuestros hijos a escandalizarnos con el reggee. ¿Con qué escandalizarán nuestros nietos?
Leí un hermoso pensamiento que decía algo más o menos así:
Cuando tenía 5 años, mi padre era un dios.
Cuando tenía 10 años, mi padre era mi héroe.
Cuando tenía 15 años, mi padre estaba fuera de moda.
Cuando tenía 20 años, mi padre no comprendía nada.
Cuando tenía 25 años, mi padre podía aconsejarme.
Cuando tenía 30 años, mi padre era mi amigo.
Cuando tenía 35 años, mi padre era un sabio.
Hoy, que no lo tengo... ¡Cuánto necesito a mi padre!
La incomprensión o “brecha generacional” se da por dos causas: Los jóvenes en lugar de disfrutar la adolescencia, creen que deben soportarla y salir de ella lo antes posible; y cuando ya son adultos se olvidan que una vez fueron adolescentes.
De nuevo tenemos que volver nuestra vista al pasado para poder entender a nuestros hijos. La sociedad, con todas sus presiones, en la que se desarrollaron nuestros padres, es muy diferente a la que nos desarrollamos nosotros y en la que se desarrollan nuestros hijos, a pesar de que solo han pasado unas pocas décadas. La influencia que recibieron nuestros padres venía especialmente por libros y revistas, que les traían información de otras culturas. Algunos recibieron también el embrujo del cine y la radio. Así que una canción como “El día que me quieras”, de Carlos Gardel, provocó que los abuelos se asustaran y condenaran a los muchachos que se satisfacían escuchando esas liberalidades.
Los años pasaron y para inicios de los años 1950´s estalla en los Estados Unidos, país que estaba viviendo una efervescencia después del triunfo en la Segunda Guerra Mundial, un ritmo musical que provocaría grandes cambios. Bill Halley y sus Cometas dan inicio a la locura del Rock and roll. Ese mismo año, desde Mississipi, surge el “rey”, Elvis Presley, que conmocionó a la nación del norte con sus movimientos de cadera, que fueron censurados por ser demasiado sensuales, y con su versión de la canción “Good Rocking Tonight”, en donde hacía una alusión al sexo abre la puerta a la revolución sexual que se desencadenaría en los años siguientes.
Los hijos de la T.V., los que nacimos en la década de los 1960´s, porque es en esta década cuando este aparato comienza su popularización, crecimos al ritmo del rock. La influencia de ese ritmo en español nos llega a los centroamericanos especialmente de México, así que nos acostumbramos a las voces de Enrique Guzmán, César Costa, Angélica María, etc., y en inglés, al finalizar la década, los Beatles y los Rolling Stones.
En 1945, después de la Segunda Guerra Mundial, los japoneses atacaron a los franceses que estaban en Indochina, que es aprovechado por los comunistas que se oponían a la independencia del sur. Durante veinte años no hubo mucha atención a esa guerra que se desarrollaba al otro lado del mundo, por parte de los latinos, que se encontraban muy ocupados con los golpes de estado y las guerras internas y entre los países de la región. Cuba, Argentina, Bolivia, Centroamérica, Chile, Venezuela, Colombia, etc., vivían convulsionados por matanzas sin sentido. Pero en 1965 los marines desembarcan en Da Nang, aliados a los franceses. Esta ocupación duraría diez años más y los jóvenes soldados del ejército de los Estados Unidos caerían como moscas en una guerra desconocida para ellos. Esta situación afectó a los latinoamericanos cuando miles de jóvenes que se encontraban en Estados Unidos, fueron enviados a luchar en una guerra en la que no tenían arte ni parte.
El retorno de muchos soldados en bolsas plásticas o sin miembros de su cuerpo, aunado a dolores mentales provocados por el horror de la guerra, hace que surja en los Estados Unidos el “Movimiento Hippie”, que se caracterizaba por su rechazo al nacionalismo y a la guerra en Vietnam. La subcultura hippie se manifiesta con los jóvenes rebeldes que dejan su hogar y estudios; se niegan abiertamente a ir a la guerra, siendo apoyados por íconos culturales como Clasius Clay o Mohamed Alí, el campeón de boxeo que prefirió ir a la cárcel antes de ir a matar hermanos; los hombres se dejan crecer el cabello y la barba; se visten estrambóticamente; se van a vivir a comunas en donde el sexo libre y el consume de drogas es natural y lo bizarro se convierte en una moda. Estas prácticas son adoptadas en América Latina, en donde se unen a los principios comunistas que emanan desde Cuba por boca de Fidel Castro y Ernesto “el Che” Guevara. Así que podríamos decir que la incomprensión de parte de los padres hacia los hijos de la pasada generación está más bien saturada por el tinte político, en primer lugar.
La nueva generación crece al amparo de la nueva psicología. No queremos que nuestros hijos sufran algún tipo de necesidad. Se busca que ellos tengan todas las comodidades. Que sus útiles para estudiar estén al día, así como que anden a la moda y estén comunicados con sus celulares e internet.
Todo esto, aunque positivo en muchos aspectos, tiene su carga negativa, debido a que los jóvenes se aíslan. Se convierten en extraños a los que vemos llegar a la casa para comer y dormir, pero que se encierran en su habitación y casi la mayor parte del tiempo los vemos como hablando solos debido al uso de los teléfonos móviles. Ahora su mundo no está afectado por la política ni la música como lo estuvo el nuestro. Ellos están en un plano muy por encima del nuestro, en donde las palabras Mega, Giga, Bites, Ram, Rom, MP, DVD, Blueray, etc., se convierten en su jerga.
La revolución sexual que citamos antes ha llegado a puntos insospechados, cuando las mismas instituciones que se supone deben ser apoyo para los padres como las escuelas y el Seguro Social, promueven una libertad sexual pero con “protección”, distribuyendo preservativos para prevenir las enfermedades sexuales, como si solo el cuerpo importase. Las herramientas de comunicación se enfocan en satisfacer a los jóvenes creándose incluso aparatos que los adultos mayores de cuarenta no podemos captar o entender. Incluso se habla de sexo virtual ¡¿?!
La solución: La tuvieron nuestros abuelos, padres y ahora nosotros. Lo expresó en una oportunidad el entonces presidente de los Estados Unidos, Ronald Reagan: “La única forma de que nuestra sociedad sobreviva es que la familia retorne al estudio de la Biblia”. No es que los cristianos estemos vacunados contra todas esas cosas negativas que nos bombardean, pero cuando nuestros hijos fueron acostumbrados a asistir e identificarse con la Iglesia, a vivir con el temor al Señor, a estudiar las Escrituras, llevamos una gran ventaja sobre aquellos que han sido criados lejos del amparo del Señor.
Aun las sabias palabras “Muéstrale al niño el camino que debe seguir, y se mantendrá en él aun en la vejez”[14], retumban en el aire como el mejor consejo que un padre pueda recibir. Si queremos comprender a los hijos y que ellos lo hagan con nosotros, guiémoslos bajo la luz de la Palabra de Dios.
b. Estudios.
Los niños entran a estudiar cerca de los cinco años y no terminan hasta aproximadamente los veinticinco años. ¡Veinte años de estudio! Y si tenemos dos, 25, y puede seguirle añadiendo de acuerdo al número de hijos y al espaciamiento de sus edades. ¿Será causa de tensión para los padres? ¡Claro! Cuando el costo de la vida es mayor y las circunstancias de la vida nos exigen más. Cuando en el principal periódico sale el encabezado en primera plana diciendo: “Los que se conforman con el bachillerato tienen menos opción a mejores salarios”. Cuando los jóvenes llegan a la casa diciendo que ya están por graduarse pero que la única manera de que les reconozcan su carrera es que lleven otra complementaria. Si usted no se pone tenso, permítame felicitarlo o pensar que usted está drogándose con algo.
Es una realidad que no podemos obviar. Los hijos necesitan estudiar y ellos se tensan y sus necesidades producen conflictos con sus padres que no comprenden por qué aquel libro que fue publicado hace cinco años y que sirvió al hijo mayor, ahora no puede ser utilizado por el menor ya que está obsoleto, según dice. O por qué esa calculadora con tantas teclas no puede ser usada en una clase de matemáticas cuando en otra es indispensable.
A esto viene el recuerdo de aquel antiguo comercial que decía: “Tenga los hijos que pueda hacer felices”. Ya los niños no traen su bollo de pan bajo el brazo, y si lo traen es posible que se lo quiten en el hospital. Ahora hay que planificar muy bien si podemos suplir todas las necesidades de los hijos, preferiblemente desde el noviazgo.
Y ¿qué decir de la tensión que produce en los jóvenes el hecho de que no hay seguridad de que cuando termine sus estudios la carrera que escogió sea rentable? Clases, tareas, exámenes, profesores incomprensibles, compañeros egoístas, falta de sueño, etc., afectan la vida del joven también.
c. Sexualidad.
La sexualidad es un tema para ser estudiado seriamente. ¿Cuál es el problema? Que a los abuelos nadie les dijo nada, así que ellos crecieron con la idea de que los niños nacían en un repollo. Nunca le dijeron nada a sus hijos porque aunque lo practicaban, no sabían como contarlo, así que nuestros padres crecieron con la idea de que los niños venían de París. Ellos no nos dijeron nada, así que nosotros, un poco más despabilados, leímos revistas como Play Boy o Luz, en donde se nos dio una concepción torcida del sexo, por lo que mejor nos quedamos callados ante nuestros hijos, que buscarán en el internet la información ya que sus maestros en la escuela y en la casa no saben cómo tomar el tema.
¡Ya es hora de que la Iglesia ponga manos en el asunto! Los cristianos estamos en la obligación de informarnos y formar a nuestros hijos para que ellos no vayan al matrimonio con ideas pervertidas acerca de una bendición de Dios. Me dio mucho pesar cuando una madre me reclamó que había tocado el tema en una clase de jóvenes. Me quiso hacer sentir sucio e inmoral. Unos pocos años después su hija quedó embarazada estando soltera. ¡Si nosotros no enseñamos lo correcto, vendrán otros a enseñar lo incorrecto! No es pecado que en la Iglesia se den clases de educación sexual y se explique a los niños y jóvenes toda la ingeniería del cuerpo humano, así como les explicamos el plan de Dios para salvación. El sexo está incluido en el plan de Dios.
Una de las causas de tensión entre padres e hijos acerca de la sexualidad se encierra en la represión por parte de los padres que regañan a sus hijos cuando estos preguntan sobre la sexualidad, o le dan una idea de que el sexo es un tema prohibido. Cuando nuestro hijo mayor preguntó por qué su mamá se estaba poniendo tan “gorda”, al quedar embarazada por segunda vez, le explicamos con dibujos que él entendiera, y a pesar de tener solo cinco años, aceptó el asunto con la mayor naturalidad. ¡La verdad triunfa sobre la mentira!
Pero el otro extremo también es dañino. Antes se acostumbraba, algunos lo hacen aun, a llevar al adolescente a un prostíbulo para que aprendiera a “ser hombre”. Otros regalan a sus hijos revistas pornográficas cuando cumplen quince años, etc. Esto tuerce y daña la sexualidad del adolescente. Ellos necesitan información, pero no saturación. ¿Acaso se da matemática avanzada en primaria?
En este punto debemos tratar el abuso sexual infantil. Es un tema crudo pero real. Algo que toca incluso hasta a las familias en la Iglesia. Según estudios del Hospital Psiquiátrico de San José, ¡tres de cada diez menores han sido abusados sexualmente! ¡Un 30%! Esta problemática no solo queda en el daño ocurrido en el momento del abuso, sino que estos niños se vuelven contra todo lo que los pueda hacer crecer, aunque con tratamiento adecuado tendrán una vida normal.
Hay ciertos síntomas que presentan los niños abusados que nos deben alertar para buscar la solución. La hiperactividad, el que un niño tenga que levantarse constantemente, que no pueda concentrarse, la violencia contra los compañeros e incluso el robo de cosas sin valor, son señales que dan los niños que han sufrido este flagelo. Uno de los grandes problemas en cuanto a esto se da cuando el abusador es uno de los maestros de los niños.
Por otro lado, los líderes espirituales que se enfrentan a este problema, por lo general no han sido capacitados para dar asesoría. Los seminarios, institutos y demás se han preocupado mucho en preparar buenos teólogos, pero no muchos consejeros. ¿Qué podemos hacer ante una situación semejante?
Si el niño de alguna manera, directa o indirecta, indica que ha sufrido abuso sexual, aliéntelo a hablar libremente de lo que le pasó. No haga comentarios pasando juicio.
ü Demuéstrele que usted lo comprende y que toma muy en serio lo que dice. Los siquiatras de niños y adolescentes han encontrado que los niños que tienen quién los escuche y comprenda reaccionan mejor que los que no lo tienen. La respuesta a la revelación de abuso sexual es crítica para la habilidad del niño para resolver y sanarse del trauma del abuso sexual.
ü Asegúrele al niño que hizo bien en decirlo. Si el niño tiene una relación cercana con el que lo abusa, se sentirá culpable por revelar el secreto. El niño se sentirá aterrado si se le ha amenazado con hacerle daño a él o a su familia como castigo por divulgar el secreto.
ü Dígale al niño que no tiene culpa por el abuso sexual. La mayoría de los niños tratando de hacer algún sentido del abuso piensan que ellos fueron la causa del abuso o se imaginan que es un castigo por cosas malas, reales o imaginarias, que hicieron.
ü Finalmente, ofrézcale protección al niño, y prométale que hará de inmediato todo lo necesario para que el abuso termine.
Cuando tenga la seguridad de los hechos ocurridos debe hacer lo siguiente:
ü Informe cualquier sospecha de abuso sexual. Si el abuso ocurre en la familia, repórtelo al 911 o al Patronato Nacional de la Infancia, ellos enviarán personal especializado en este asunto.
ü Si el abuso ocurre fuera de la familia, infórmelo al 911 o a la Comandancia de Policía más cercana si no hay 911. El Organismo de Investigación Judicial conducirá una investigación y tomará la acción necesaria con el Patronato Nacional de la Infancia para proteger al niño.
ü Los padres deben de consultar a un pediatra o médico, que los referirá a un médico que se especialice en la evaluación y el tratamiento del abuso sexual. El médico que examine al niño podrá evaluar su condición y dar tratamiento a cualquier problema físico causado por el abuso; podrá también obtener evidencia que ayudará a proteger al niño y le asegurará que todo está bien.
ü El niño que ha sido abusado sexualmente deberá someterse a una evaluación psiquiátrica por un siquiatra de niños y adolescentes o por otro profesional de la salud mental calificado para determinar cómo le ha afectado el abuso sexual y así determinar si necesita ayuda profesional para superar el trauma del abuso. El siquiatra de niños y adolescentes también puede ayudar a otros miembros de la familia que puedan estar muy afectados por el abuso.
ü Aunque la mayor parte de las acusaciones de abuso son verdaderas, puede haber acusaciones falsas en casos de disputas sobre la custodia infantil o en otras situaciones. En algunas ocasiones la Corte puede pedirle a un siquiatra de niños y adolescentes que le ayude a determinar si el niño está diciendo la verdad, o si le hará daño prestar testimonio en Corte acerca del abuso.
ü Cuando el niño tiene que testificar, se pueden tener consideraciones especiales, tales como el uso del video para grabar el testimonio, pausas frecuentes, la exclusión de espectadores o la opción de no tener que mirar al acusado, las cuales hacen la que la experiencia cause menos estrés.
ü Los adultos, dada su madurez y conocimiento, siempre son los culpables en los casos de abuso. Nunca se le debe de echar la culpa al niño que ha sido abusado.
ü Cuando el niño hace una confidencia a alguien acerca del abuso sexual, es importante darle apoyo y cariño; este es el primer paso para ayudar al niño a que restablezca su confianza en los adultos.
d. Embarazo prematrimonial.
La tensión que pasa la familia en el embarazo antes del matrimonio es muy fuerte, especialmente si la joven es menor de edad y está estudiando. Las dudas surgen desde el ¿qué dirán?, ¿me lanzarán mis padres a la calle?, ¿cómo daré de comer a mi hijo?, etc. Y en el varón no es diferente: ¿Me obligarán a casarme?, ¿cómo superarán mis padres la vergüenza?, ¿dónde voy a conseguir trabajo para mantener este niño?, etc.
Los padres deben tomar con madurez este asunto y hablar con ambos hijos. Hay que hacerles ver su responsabilidad, pero sazonando todo con amor. Los cuatro padres deben llegar a un acuerdo para buscar una solución práctica al asunto, especialmente si ambos son menores y están estudiando. Cuando el varón es mayor puede sufrir una acusación por violación que lo enviaría a la cárcel, esto lo tienen que tener presente nuestros hijos.
Si ambos son menores, los padres pueden apoyarlos para sigan sus estudios. No es conveniente obligarlos a casarse. Los padres del muchacho podrían aportar el dinero de la pensión alimenticia hasta que su hijo termine sus estudios y él se haga cargo. Si cuando han terminado sus estudios y desean casarse, no hay que oponerse, siempre que sea por amor.
e. Drogas y otros vicios.
El flagelo de las drogas ha destruido miles de hogares. La tensión producida en este punto es insoportable para muchos padres que han llegado al extremo de cambiarse de casa dejando atrás al muchacho. Pero no se crea que solo la marihuana, cocaína o crack producen tensión. El alcoholismo tiene de rodillas al pueblo latino, en donde en muchos casos va acompañado de violencia familiar. Incluso el tabaquismo llega al punto de afectar la armonía familiar debido a que las enfermedades que produce son variadas y mortales. Mi padre murió de cáncer pulmonar debido al tabaquismo y no logro entender cómo cualquier persona puede sentir gozo de llenar sus pulmones de humo.
Según el Centro Nacional para la Prevención de la Salud de Enfermedades Crónicas de los Estados Unidos:
ü Los ingredientes tóxicos del humo del cigarrillo recorren todo el cuerpo y causan daños de varias maneras.
ü La nicotina llega al cerebro 10 segundos después de haberse inhalado. Se ha detectado en todas las partes del cuerpo humano y hasta en la leche materna.
ü El monóxido de carbono se adhiere a la hemoglobina de los glóbulos rojos, lo que evita que esas células transporten una carga completa de oxígeno.
ü Los agentes que causan cáncer (carcinógenos) que se encuentran en el humo del tabaco dañan genes importantes que controlan el crecimiento de las células, lo que hace que éstas crezcan de manera anormal o se reproduzcan con demasiada rapidez.
ü El carcinógeno benzopireno se une a las células de las vías respiratorias y órganos principales de los fumadores.
ü El tabaquismo afecta el funcionamiento del sistema inmunológico y podría aumentar el riesgo de sufrir infecciones respiratorias y de otro tipo.
ü Hay varias maneras probables en las que el humo del cigarrillo causa daños. Una es mediante el estrés oxidativo, el cual causa mutaciones del ADN, promueve la ateroesclerosis y causa lesiones crónicas en los pulmones. Se cree que la oxidación es el mecanismo general del proceso de envejecimiento, lo que contribuye a la aparición de cáncer, enfermedades cardiovasculares y enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC).
ü El cuerpo produce antioxidantes para ayudar a reparar las células dañadas. Los fumadores tienen niveles de antioxidantes en la sangre inferiores a los de las personas que no fuman.
ü El tabaquismo está relacionado con altos niveles de inflamación crónica, otro proceso dañino que puede resultar del estrés oxidativo. Tensiones en la familia total[15].
3. Tensiones en toda la familia.
Comenzaremos hablando de las causas de tensión que aunque afectan a toda la familia, son un poco más llevaderas e iremos aumentando en intensidad, aunque dejaremos para el tercer capítulo aspectos como la infidelidad y el divorcio, que también son causa de tensión en la familia.
a. Cambio de domicilio.
Los padres acostumbramos a cambiar de domicilio pensando en el bienestar de la familia. Buscamos nuevas oportunidades de empleo o quizá una mejor ubicación. El problema es que casi nunca nos damos a la tarea de consultar con los hijos si ellos desean hacer estos cambios. Damos por sentado que si ellos comen de lo que nosotros les damos, y son dependientes en todo sentido de nosotros, deben aceptar los cambios que hagamos.
La verdad es que los niños, especialmente si ya entraron en la adolescencia, sufren mucho con estos cambios. Ellos tienen su mundo ubicado en donde viven. Ahí están sus amigos, sus lugares de juegos, quizá su novia, la escuela que conocen bien, etc.
Lo ideal sería no tener que estar haciendo estos giros bruscos, en donde todo se desorienta. Pero cuando no hay otra solución, debemos de participar a toda la familia, haciendo ver los pros y los contra del cambio.
b. Deudas.
El contraer deudas puede afectar todo el hogar, desde la dieta hasta otras cosas también importantes. Una persona con deudas es alguien que vive tenso. Alguien que sabe que todos los meses debe hacer malabares para que los números cuadren.
La sociedad moderna casi nos exige que tengamos deudas. ¡Claro! Hay deudas que es casi imposible no tener que contraerlas, como es la compra de la casa o el auto. Pero la mayoría de las demás deudas son en veces innecesarias.
Por ejemplo, hay personas que tienen un solo salario, pero cuatro tarjetas de crédito. ¿Para qué tantas? Lo mejor es mantener la que da más opciones positivas, como lo es que el interés sea más bajo y los plazos sean más largos. Además, la tarjeta de crédito NO es un salario extra. Debe ser usada solo para emergencias. ¡Comprar pizza no es emergencia! Además, hay que tratar de cancelar la deuda lo antes posible. Entre más rápido cancele, menores serán los intereses. Debe tratar de pagar siempre un poco más del mínimo y nunca permitir que se quede una mensualidad atrasada.
c. Madre que trabaja fuera de casa.
El costo de vida es muy alto en la actualidad. Eso, unido a que las mujeres se preparan para poder ejercer su carrera, hacen que sean muchas las madres que trabajan fuera del hogar. Esto puede traer roces con los hijos y con el esposo, incluso con su propia salud.
Antes de que la mujer busque un empleo fuera de la casa, debe analizar lo siguiente: ¿Realmente es necesario que salga a buscar más dinero? Si lo es, ¿cómo haré para no descuidar las obligaciones del hogar? ¿En qué momento haré el aseo, lavar ropa, preparar alimentos, etc.? Si contrato una doméstica, ¿realmente valdrá la pena si más de la mitad del salario será para pagar ese otro con sus cargas sociales? ¿Estarán los niños bien cuidados por esa mujer? ¿Será ella capaz de ayudar a los niños en sus tareas y a darle los consejos cuando tengan problemas? ¿Se ocupará de ellos cuando estén enfermos? ¿Cómo afectará este cambio la relación de pareja? ¿Estará dispuesta a complacer a su marido cuando ella venga cansada, teniendo que preparar alimentos, planchar, etc? ¿Estará la familia dispuesta a colaborar con los quehaceres del hogar?
d. Enfermedades.
Cualquier tipo de enfermedad, incluso un simple resfrío, causan tensión en el seno familiar ya que al poco rato, todos los miembros están contagiados. Pero hay otras enfermedades más serias y que producen tensiones más serias. Enfermedades crónicas como el cáncer o el sida, con sus grandes gastos y tratamientos largos y dolorosos, afectan al hogar.
Cuando hay un enfermo crónico o terminal en el hogar, toda la rutina deberá cambiarse. Si el enfermo es un padre anciano o algún adulto, los más pequeños pueden resentir la falta de atención. Si son los niños, la preocupación de los padres se hará sentir en todo el hogar. Cuando hay alguien cerca de la muerte por enfermedad, se viven cinco etapas bien definidas:
1) Al diagnosticarse la enfermedad, surge la negación o bien el desconocimiento de esta. La familia entra en un estadio en donde no quiere siquiera hablar del asunto. Todos buscan cambiar el tema, tratan de vivir normalmente. Se huye de la realidad.
2) Después entra la ira. Hay ira contra la vida, contra el sistema, contra la enfermedad e incluso puede alcanzar la ira contra Dios. El consejero que debe aconsejar a alguien en esta situación debe olvidarse de la lógica. Lo único razonable aquí es aplicar la simpatía y la empatía, así como el amor. Los afectados deben recibir amor de todos los miembros de la congregación. Si es posible, la iglesia debe organizar comités de ayuda e incluso deben discutir la necesidad de apoyar a esta familia económicamente.
3) El regateo se da como una de las etapas, en donde comenzamos a tratar de manipular la Voluntad de Dios: “Si me sanas, te prometo que haré tal o cual cosa”. El rey Ezequias la utilizó.
4) Después entramos en depresión. La persona se aparta de los demás y puede ser que se enclaustre, es decir, se encierre.
5) Como último, aceptamos la enfermedad. Es ahí donde muchos deciden hacer su testamento, indican los detalles de su funeral, etc.
e. Aburrimiento.
Aunque parezca mentira, esos dos seres que juraron amarse toda la vida hasta que uno de los dos muriera, pueden llegar al aburrimiento. Este es el producto de una vida rutinaria, en donde nunca hay variaciones. Día tras día, semana tras semana, mes tras mes, año tras año, siempre haciendo lo mismo cada día. La pareja no tiene retos ni sueños. Eso nos lleva al aburrimiento. La única cura contra esto está en ponerle vida a la relación, no solo de la pareja sino de toda la familia. Paseos, siempre que se pueda; pasar tiempo de recreación juntos, juegos de mesa, disfrutar una buena película, conversar y por supuesto, tiempo devocional en familia.
f. Accidentes.
Los accidentes, especialmente los fatales, dejan una huella imborrable en la familia. Nunca como ahora mueren tantos en accidentes fatales: Durante el año 2012, en Costa Rica, murieron 347 personas. No vamos a extendernos hablando de otro tipo de accidentes como lo es ahogamiento, mala praxis, suicidios, homicidios, etc.
Así como las enfermedades terminales, no podemos tratar de encontrar una razón para los accidentes. No importa quién tuvo la culpa. Tampoco podemos tratar de calmar la angustia de los dolientes recurriendo a su fe cristiana. ¡Los cristianos también sentimos! Es bueno que los dolientes expresen su pesar. ¡Qué lloren! El mismo Jesús lloró ante la tumba de Lázaro (Juan 11.35). También es importante que recordemos el pasaje de Isaías 57.1-2: “Los hombres honrados mueren y nadie se preocupa; los hombres buenos desaparecen, y nadie entiende que al morir se ven libres de los males”[16]
g. Muerte.
La muerte de cualquiera de los miembros de la familia produce un fuerte impacto.
Debemos en este apartado contestar algunas preguntas: ¿Qué es la muerte? ¿Cómo se asimila la muerte de un ser querido según la etapa de la vida ésta ocurra? ¿Qué repercusión familiar tiene el descenso de un individuo en los aspectos psicosociales, socioeconómicos y en la salud familiar en general?
De acuerdo con la enseñanza bíblica, la muerte es la separación de nuestro espíritu con el cuerpo. Es un rompimiento que va afectar también el alma ya que esta deja de funcionar. El cuerpo acaba sus funciones cerebrales y motoras. Este es un evento que nos puede ocurrir a todos, no hay nadie exento. No hay edad establecida para morir. Puede ocurrir al principio de la misma vida, así como puede ocurrir unos pocos o muchos años después de haber nacido.
La familia es el primer grupo social que rodea al individuo y constituye su área de interrelación social primordial con función amortiguadora. Pero también, cuando se produce una muerte en la familia, esta se verá alterada e incluso su salud física, moral y espiritual, puede verse alterada.
El impacto de este evento en la salud familiar va a depender en gran medida de los estilos de afrontamientos asumidos por la familia. Cuando esta utiliza estilos de afrontamientos adecuados, se desarrollan mecanismos adaptativos tendientes al mantenimiento de la salud, cuando no ocurre así aparece la disfunción familiar.
La familia amortiguará los efectos negativos de estos eventos, en la medida que sea capaz de enfrentar de modo eficiente y adecuado los acontecimientos de la vida.
En el estudio realizado por Alexander Fuentes S., estudiante de medicina en la Facultad de Ciencias Médicas “Gral. Calixto García Iñiguez”, en la Habana, Cuba, sobre el “Impacto de la muerte en la Familia”, concluyó que:
a. La familia se ve afectada negativamente al ocurrir una muerte en su seno.
b. Esta repercusión es menor cuando la muerte es esperada.
c. Entre más viejo sea el fallecido, la familia se encuentra menos afectada.
d. Cuando alguien muere por enfermedad terminal, la mayoría de los miembros de la familia se recuperan más rápidamente.
e. Entre más joven sea el fallecido, aunque muera por enfermedad terminal, más dolor vive la familia[17].
Es cierto que los cristianos somos más propensos a aceptar la muerte de nuestros seres queridos, especialmente si estos eran cristianos también. Pero la muerte es un proceso doloroso para cualesquiera, por más cristiano que sea.
Toda muerte es una separación. Es la separación definitiva, por la cual ya no estará físicamente esa persona tan importante para alguien, para nosotros mismos. Es por eso que duele, y ese dolor y pena que sentimos es más por uno mismo que por el fallecido. Nos duele lo que ya no podremos decirle, lo que ya no podremos hacer juntos, lo que ya no podremos contemplar juntos, etc.
Cuando la muerte es la de un niño, nos duele la vida misma. Un niño es la imagen perfecta de la vida, del futuro. Es un símbolo de una vida que crece, que apenas empieza a desarrollarse, y que sin embargo, de repente se ve arrancada y marchita, como una flor fuera de su rama. Ya no podrá convertirse en un fruto. Ya no podrá madurar y dar semillas. Ha terminado. Por eso duele tanto que un niño muera.
Pero la vida sigue. Sigue para los que se quedan, y por eso hay que pasar a través del dolor para poder seguir adelante.
La muerte de un niño es considerada como un factor de riesgo para el duelo complicado; a pesar de la posible presencia de la aflicción anticipatoria, el sentimiento de pérdida antes de que se produzca el fallecimiento, y de los cambios graduales en la función y estructura familiar que una enfermedad crónica provoca, lo cierto es que para el momento de la muerte y lo que esto significa, nadie está preparado. Por eso es necesaria una atención tanto al niño que está muriendo, como a la familia que le sobrevive.
a. El sufrimiento previo a la muerte.
Generalmente se utiliza el concepto de duelo en lo que respecta a la familia y a los seres queridos de la persona agonizante, mientras que para referirnos al sentimiento del niño agonizante utilizamos el de sufrimiento previo a la muerte. Este sufrimiento puede iniciar cuando la muerte se convierte más que en una posibilidad, en un diagnóstico. El sufrimiento tiene algunas etapas comunes que experimentan diferentes personas en la misma situación. Sin embargo, dado que cada individuo y cada familia son diferentes, perciben el sufrimiento, la muerte y la enfermedad de una manera muy particular.
b. ¿Cuáles son las diferentes fases del sufrimiento previo a la muerte?
El sufrimiento y el duelo no tienen magnitudes específicas ni restricciones de tiempo. Cada individuo expresa su sufrimiento y su sentimiento de pérdida a su manera y en su propio tiempo.
El sufrimiento previo a la muerte puede incluir las siguientes fases, aunque no exclusivamente en este orden. Frecuentemente, el sufrimiento es una expresión que incluye cada una de estas fases o estados en tiempos, intensidades y órdenes múltiples:
1) En esta etapa, el individuo se da cuenta de que la muerte es inevitable y que no existe una cura posible. Generalmente, la tristeza y la depresión están relacionadas con esta primera etapa del sufrimiento.
2) La fase siguiente del sufrimiento previo a la muerte es la preocupación por la persona agonizante. La preocupación en un niño puede aumentar por sí mismo y por su temor a la muerte, o debido a las emociones que expresan los seres queridos que lo rodean.
3) En esta fase puede “ensayarse” la verdadera muerte. El proceso físico de la muerte y de lo que puede ocurrir después de esta son las preocupaciones de esta etapa. Como consecuencia de algún sufrimiento previo a la muerte, el niño puede hacer la despedida de sus seres queridos y realizar una especie de testamento o expresar deseos que quiere cumplir aún o en su funeral.
4) En la última fase, La persona agonizante puede pensar en la vida después de la muerte, y también intentar imaginar cómo será la vida de sus seres queridos en su ausencia.
c. El proceso de duelo en la familia.
El sufrimiento suele dividirse en cinco etapas, que son útiles para identificar las emociones de cada miembro de la familia en particular, pero debemos recordar que cada persona reacciona a un evento doloroso de una manera única, influyendo su edad, su relación con el niño que muere, etc.
Para la atención de la familia que está perdiendo un hijo es muy probable que se requiera a un profesional, o bien, que la familia encuentre un espacio propicio para su propia atención: grupos de apoyo, etc. Las etapas del duelo son las siguientes:
1) Negación.
La negación es una etapa en la cual se cree que la muerte no ocurrió, o bien, antes de ésta, que el diagnóstico terminal es erróneo. La persona puede estar aturdida o conmocionada. La negación es una reacción de protección ante un evento demasiado abrumador para enfrentarlo inmediatamente.
2) Enojo.
El enojo es la etapa en la cual la persona se encuentra muy alterada y enfadada porque la tragedia le ha sucedido a su familia. Las reacciones con enojo varían de persona a persona, pudiendo llegar a la agresividad.
3) Acuerdo.
En esta etapa es muy común encontrarse con preguntas dirigidas a Dios como por ejemplo, “¿Por qué a mi hijo?” y “¿Qué hicimos para merecer esto?”. La culpa es el principal sentimiento en esta etapa. Los padres intentan recordar eventos o decisiones propias que puedan haber contribuido a la muerte de su hijo. Es importante recordar que ni usted ni su hijo son responsables de la muerte.
4) Depresión o tristeza.
En esta etapa ya no se niega la muerte del niño y es probable que los padres y los hermanos sientan una profunda tristeza. Esta reacción es normal y puede ir acompañada de cambios físicos como perturbaciones del sueño o sueño excesivo, cambios en el apetito o dificultades para concentrarse en actividades diarias simples.
5) Aceptación.
La aceptación es la etapa en la cual el individuo acepta la muerte y la incorpora como parte de su vida. La persona ha llevado a cabo una adaptación a la pérdida. Si bien esto no significa que no vayan a existir otros sentimientos, una vez que se llega a esta etapa, las familias suelen sentirse más confiadas para manejar sus vidas.
d. ¿Qué hacer cuando sabemos que un niño va a morir?
Algo que nos puede facilitar el acercarnos a un niño que está muriendo y hablar con él sobre su situación y cómo la está viviendo, es tener una idea general sobre qué es lo que nos podemos encontrar sobre lo que este niño o niña piensa o se imagina sobre la muerte.
En primer lugar tenemos que estar conscientes de que el concepto de muerte es algo que se va construyendo a partir de los bloques o ladrillos que la familia y la cultura particulares de cada quien le va aportando, pero que este proceso de construcción depende también de las herramientas cognitivas que el niño va desarrollando en su proceso de crecimiento y desarrollo psicológico.
Pero lo más importante será, luego de entender lo anterior, tratar de conocer el punto de vista del niño que estamos atendiendo.
Para ello será imprescindible un acercamiento profundo, mediante la comunicación abierta, pero no está de sobra el revisar los conceptos que han surgido de la investigación en este campo, acerca de qué es lo que los niños piensan respecto de la muerte, para así poder entender mejor qué es lo que nuestro niño o niña piensa y siente de su muerte.
1) El bebé. (0 - 1 año).
Para un bebé, la muerte no es un concepto real. Sin embargo, los bebés reaccionan frente a la separación de uno o ambos padres, a los procedimientos dolorosos y a cualquier alteración de su rutina. Un bebé con una enfermedad terminal requiere tanto cuidado físico y emocional como cualquier otra persona para lograr un entorno cómodo. Mantener una rutina constante es importante para el niño y las personas que están a su cargo. Los bebés no pueden comunicar sus necesidades verbalmente, pero utilizan otras formas, como el llanto para mostrar su incomodidad y sus sentimientos.
2) El niño en edad de caminar (1 - 2 años).
Para el niño en edad de caminar, la muerte tiene muy poco significado, de hecho, para algunos, es algo temporal y reversible.
La persona que muere puede aún comer, ir a la escuela o a trabajar, etc. Lo que sí sucede es que pueden percibir la ansiedad de las emociones de quienes los rodean. Cuando los padres o los seres queridos de un niño en edad de caminar están tristes, deprimidos, asustados o enojados, los niños intuyen estas emociones y manifiestan preocupación o miedo. Los términos "muerte", "para siempre" o "permanente" pueden no tener un valor real para los niños de esta edad. Aun contando con experiencias previas con la muerte, el niño puede no comprender la relación entre la vida y la muerte.
3) El niño en edad pre-escolar (2-5 años).
Los niños en edad pre-escolar pueden comenzar a comprender que la muerte es algo que atemoriza a los adultos. En esta edad se percibe a la muerte como temporal, justo como en las historietas o los dibujos animados y como en sus juegos. Con frecuencia, la explicación sobre la muerte que recibe este grupo es “se fue al cielo”. La mayoría de los niños de esta edad no comprende que la muerte es permanente, que cada persona y cada ser vivo finalmente muere, ni que los seres muertos no comen, no duermen ni respiran.
La experiencia con la muerte con la que cuentan está influenciada por aquellos que los rodean. Pueden preguntar “¿por qué?” y “¿cómo?” se produce la muerte. El niño en edad pre-escolar puede sentir que sus pensamientos o acciones han provocado la muerte y, o la tristeza de quienes lo rodean, y puede experimentar sentimientos de culpa o vergüenza.
Cuando un niño en edad preescolar se enferma gravemente, puede creer que es su castigo por algo que hizo o pensó. No comprende cómo sus padres no pudieron protegerlo de la enfermedad.
4) El niño en edad escolar (6-11 años).
Los niños en edad escolar desarrollan un entendimiento más realista de la muerte, en el sentido de que se trata de algo irreversible y definitivo. Aunque la muerte puede ser personificada como un ángel, un esqueleto o un fantasma, el niño ya comienza a comprender la muerte como permanente, universal e inevitable. Pueden manifestar mucha curiosidad sobre el proceso físico de la muerte y qué ocurre después de que una persona muere. Es posible que debido a esta incertidumbre los niños de esta edad teman su propia muerte. El miedo a lo desconocido, la pérdida de control y la separación de su familia y amigos pueden ser las principales fuentes de ansiedad y miedo relacionadas con la muerte en un niño en edad escolar.
5) El adolescente (12 y más años).
Al igual que con las personas de todas las edades, las experiencias previas y el desarrollo emocional influyen en gran medida en el concepto de la muerte de un adolescente.
Independientemente de haber o no tenido experiencias previas con la muerte de un familiar, un amigo o una mascota, la mayoría de los adolescentes comprende el concepto de que la muerte es permanente, universal e inevitable.
Es durante el período de la adolescencia cuando la mayoría de los niños comienza el proceso de establecer su identidad, su independencia y la relación con gente de su misma edad.
Un tema predominante de este período es el sentimiento de inmortalidad o de estar exento de la muerte. Cuando la muerte se vuelve una amenaza real para ellos, todos sus objetivos de destrozan. Las actitudes negativas y desafiantes pueden cambiar de repente la personalidad de un adolescente que se enfrenta a la muerte. Puede sentir no sólo que ya no pertenece o no encaja con sus amigos, sino que tampoco puede comunicarse con sus padres.
Otro concepto importante entre los adolescentes es la imagen que ellos tienen de sí mismos. Una enfermedad terminal y, o los efectos del tratamiento pueden provocar muchos cambios físicos que enfrentar. El adolescente puede sentirse solo en su lucha, temeroso y enojado.
Con esta visión general sobre la evolución del concepto de muerte en los niños hasta los adolescentes, es importante que nos percatemos de que los niños de todas las edades responden a la muerte de una manera particular, pero todos necesitan apoyo y lo demuestran de una u otra manera, sea con llanto, con cambios de conducta bruscos o bien, acercándose y pidiéndolo. En particular, cuando una persona de cualquier edad, sobre todo un niño, se enfrenta a su muerte, necesita de alguien que le escuche, le tranquilice y disipe sus miedos.
e. Hablar sobre la muerte.
Toda persona que está en el proceso previo a la muerte merece información honesta y clara sobre su estado de salud y su probable proceso de agonía.
El objetivo final al hablar con el agonizante sobre la muerte es brindarle la mayor comodidad posible e intentar disipar sus miedos. Si no está preparado para hablar sobre la muerte, la mejor actitud de las personas que lo cuidan es esperar hasta que lo esté.
La parte más importante en el proceso de ayudar a una persona a bien morir es la de la comunicación con esta persona. Se trata no solo de “platicar”, sino de estar, de tratar de comprender a esa persona como si uno fuera ella misma, sin dejar de ser uno.
Si repasamos nuestra historia personal, podremos encontrarnos con algún evento en el cual nos sentimos realmente escuchados, comprendidos por otra persona; alguien a quien pudimos tratar de explicarle cómo nos sentíamos o lo que estábamos pensando y sentimos que realmente nos comprendió.
Pues de eso se trata, y no es que sólo algunas personas tengan el don para entender a otras, se trata de una habilidad, y como tal, se puede desarrollar y ejercitar.
1) ¿Cómo comunicarnos mejor?
Tomemos en cuenta que al comunicarnos, no solo intercambiamos ideas y puntos de vista a nivel lógico, sino también, sentimientos, estados de ánimo, emociones y actitudes en una escala mucho mayor que la que imaginamos.
Esto sucede básicamente en dos formas de comunicación: La Verbal y la No verbal. Por comunicación Verbal entendemos propiamente el discurso que establecemos oralmente: Las ideas son transmitidas así.
En comunicación No verbal agrupamos tanto la postura del cuerpo, la mirada, la expresión facial, el tono de voz, la velocidad de las palabras, la cercanía de los cuerpos de los interlocutores, etc. Con todo esto estamos transmitiendo y recibiendo el componente afectivo de la comunicación: Actitudes, emociones, sentimientos.
A este tipo de comunicación es al que hay que poner especial atención para mejorar nuestra “Escucha” cuando interactuemos con una persona agonizante, y en general, cuando queramos de verdad entender lo que otro ser humano está tratando de comunicarnos.
Carl Rogers, un psicólogo norteamericano muy influyente, citó tres actitudes básicas de la persona que sabe escuchar en un ambiente terapéutico, es decir, en el cual se pretende que la persona cambie y mejore su propio funcionamiento interpersonal, pero que se puede utilizar en cualquier relación humana:
a) Aceptación positiva incondicional.
Esto significa que no importa lo que nosotros pensemos de lo que la persona nos está comunicando, igual aceptamos a la persona, somos capaces de acoger emocionalmente y de manera positiva a esa persona. Aunque lo que nos cuente sea desagradable, o bien, no compartamos su opinión, lo que nos interesa es la experiencia de la persona y la persona misma, que está por encima de la simple experiencia y de nuestros juicios.
b) Empatía.
Con esta actitud, Rogers quiere decir que al escuchar, intentemos ponernos en el mismo nivel de la persona que nos habla, es decir, tratamos de escuchar y al mismo tiempo sentir como si fuese yo mismo esa persona, sin perder de vista que no lo soy. No dejo de ser yo, pero quiero ponerme en su lugar para entenderle mejor y saber porqué usa justo esas palabras, porqué dice lo que dice y calla lo que calla. ¿Qué quiere decir con un suspiro? ¿qué quiere expresar con este silencio?
c) Autenticidad.
Convertir la experiencia de relación con la persona moribunda en una profunda comunicación humana requiere que no perdamos de vista que somos nosotros mismos una persona en sí, que somos únicos, conscientes, libres. Y que lo que estamos compartiendo nos genera nuestros propios sentimientos, y en base a ellos reaccionamos de manera auténtica. En ocasiones nos sentiremos tristes o conmovidos con lo que escuchamos y compartimos. Si somos auténticos, sabremos expresar estos sentimientos para profundizar en la relación.
Respecto de la Comunicación Verbal en la que se formulan las ideas, es necesario considerar, como ya lo señalamos en el capítulo anterior, que los niños tienen su propio concepto de la muerte de acuerdo a su propia evolución psicológica. Por lo mismo, no vamos a esperar un intercambio de ideas desde nuestra propia lógica, sino desde la de cada niño en particular.
Lo que sí vamos a hacer es poner mucha atención en lo simbólico. La muerte es uno de los misterios más grandes de la vida. Pero no es ajeno a quien está acercándose a él en su propia experiencia. Por eso, tratándose de asistir a alguien en su muerte, quien "ayuda" es el aprendiz y quien está muriendo es el maestro. Así tenga tres o noventa años de edad.
Y como es un misterio, no puede ponerse en palabras concretas, menos si quien lo está exponiendo es un niño. Por eso se recurre tanto al lenguaje simbólico; y por eso es tan necesario poner atención a los ritos, dibujos, juegos, escritos o cualquier otro medio que el niño utilice para expresar lo que está viviendo.
2) ¿Cómo puedo hablar de su muerte con un niño? Es necesario, según la edad del niño, tomar en cuenta lo siguiente al hablar con él o con ella sobre la muerte.
Los bebés no poseen habilidades lingüísticas; sin embargo, reaccionan al bienestar físico. Cuando un bebé agoniza, una caricia y un abrazo reconfortantes son tan importantes para él como para aquél que lo cuida. La comunicación del amor se puede expresar mediante una caricia suave y un abrazo tierno.
Para los niños que comienzan a caminar y los niños pequeños, se debe utilizar un lenguaje concreto. Se deben evitar términos confusos para describir la muerte, como por ejemplo, “dormir” y “desaparecer”. Un niño puede tener miedo de dormirse si asocia la idea de dormir con la muerte.
Los niños pequeños pueden hacer preguntas muy directas sobre la muerte, si tienen la oportunidad; y es importante ser honesto y consecuente con las respuestas. Si hacen una pregunta para la cual se desconoce la respuesta, es preferible admitirlo, y no inventar una. Los niños pueden detectar la mentira en una respuesta desde muy temprana edad. También pueden recibir información poco consecuente si las respuestas de diferentes personas son engañosas o evitan la verdad.
Los adolescentes pueden querer hablar sobre la muerte con un amigo u otra persona que no sean sus padres. Se debe fomentar la comunicación de cualquier manera que pueda ayudar al joven a expresar sus miedos y preocupaciones.
¿Es realmente importante tocar este tema con el niño? Para una persona adulta, la muerte de otros siempre refiere a la propia muerte. Consciente o inconscientemente, cuando nos enfrentamos a la persona moribunda nos damos cuenta de nuestra propia finitud y mortalidad. Por eso es tan difícil enfrentar esta situación y más aún, hablar de la muerte con la persona que está muriendo.
Pero es necesario. Y es importante para esa persona. Por eso, quien ayuda debe primero admitir y aceptar la muerte en sí. Y saber que le va a doler y que puede no ser agradable estar ahí mientras otro, un niño o una niña, a quien preferiríamos ver jugando y riendo, está muriendo en una cama.
En eso consiste la difícil tarea de ayudar a bien morir. Ahora bien, la ayuda al niño puede convertirse fácilmente en la ayuda a la familia, por la cercanía que seguramente habrá de ella.
Por eso es importante evaluar los conceptos y creencias del niño y de su familia acerca de la muerte y la vida después de ésta cuando se establece una comunicación con ellos. Los niños pueden experimentar miedos y preocupaciones que no expresan porque no se sienten cómodos o porque no saben cómo hacerlo.
Entre algunas de estas preocupaciones, se incluyen las siguientes:
a) Los sentimientos de culpa y de vergüenza.
Los niños pueden creer que sus pensamientos han provocado la enfermedad o la muerte que está causando la tristeza de todos. Es importante hablar con el niño acerca del hecho de que los médicos y las enfermeras no siempre pueden evitar la muerte y, además, asegurarle que los malos pensamientos no pueden causar la muerte y que él no ha hecho nada malo para provocar la muerte o la enfermedad.
b) El miedo de que el dolor esté asociado con la muerte.
Al confrontar estos temores, es importante explicarle al niño el uso de los medicamentos para controlar el dolor. Recuérdale que la muerte en sí no es dolorosa.
El miedo a la separación. Este tema puede tratarse recurriendo a las promesas bíblicas de una resurrección y el gozo eterno con el Señor[18]. Tranquiliza al enfermo afirmándole que no estará solo en el momento de la muerte.[19]
[1] Salmos 127.3. Nueva Versión Internacional.
[2] Deuteronomio 11.18-21. Biblia Latinoamericana 1995.
[3] Proverbios 1.8.
[4] Dios Habla Hoy.
[5] Proverbios 23.13-14.
[6] Salmos 91.11. Biblia al Día.
[7] 2 Corintios 5.17. CTS-IBS.
[8] 2 Corintios 12.9. Biblia en Lenguaje Sencillo.
[9] CTS-IBS.
[10] Biblia en Lenguaje Sencillo.
[11] 1 Corintios 7.32-34. Ibid.
[12] Génesis 18.11. Nueva Versión Internacional.
[13] Lucas 1.7, 24. Biblia en Lenguaje Sencillo.
[14] Proverbios 22.6. Biblia al Día.
[15] www.cdc.gov/tobacco/sgr/sgr_2004/Factsheets/español
[16] Dios Habla Hoy.
[17] Alexander Fuentes Smith, El Impacto de la Muerte en la Familia. La Habana, Cuba, 1999.
[18] 1 Tesalonicenses 4.13-18.
[19] Curso gratis: Cómo afrontar la muerte infantil - Cursos gratis de MailxMail.com