8) Segundo discurso de
Elifaz: “Cuídate del destino del impío”.
En la primera parte de este discurso, Elifaz habla directamente a Job; en la segunda, habla más indirectamente del destino de los impíos. En esta segunda sección Elifaz sugiere que Job no es un hombre así, por lo que no tiene razón para temer. Todo el discurso, por lo tanto, tiene la intención de ser un aliento para Job, y la posición de Elifaz es la misma de su primer discurso[1].
Según el concepto de Elifaz, Job tiene dos faltas: una intelectual y una moral. El error intelectual es no ver que aun el más perfecto de los seres humanos está manchado a los ojos de Dios. Job hace mal en creerse superior a lo ordinario y en minar la teología tradicional a favor de su propia experiencia. La falta moral consiste en no soportar su sufrimiento con valentía y paciencia. Sea cual fuere la falta que para empezar le produjo su sufrimiento, es menor comparada con el mal que está haciendo ahora al conducirse de la manera en que lo hace. Es un pecado contra sí mismo y contra Dios hablar tan parcial y amargamente de Dios. La pasión misma del discurso de Job es prueba de que está equivocado; la persona verdaderamente sabia habla con calma. Elifaz no rechaza a Job como persona, pero no puede aceptar que Job no sea un hombre con el cual es posible razonar. Job es una persona lastimada y llena de ira; invitarle a ser paciente es exigirle que sea falso. Si Job sufriera en silencio, estaría aceptando el juicio de Dios en su contra, y podría hacerlo únicamente si renunciara a su integridad.
a) La necedad de Job y su discurso pecaminoso.
Job no se está comportando como un hombre sabio con una gran acumulación de vano conocimiento. Lo que es más, al demandar que Dios lo compense y al hablar del poder destructivo de Dios como lo ha hecho, Job es irreligioso[2]. Es este error más bien que una teología verdadera, lo que determina lo que Job está diciendo.
Elifaz dice nuevamente que Job no se está comportando sabiamente al dejar que su lengua lo haga pecar. A pesar de que reclama que es sabio, no es ni sabio como el primer hombre, Adán. Tampoco Job ha escuchado el secreto de Dios como los profetas que conocen los planes secretos de Dios[3]; tampoco tiene la sabiduría que tienen sus amigos porque son mayores que él. No es causa de vergüenza ser un poquito imperfecto; ni siquiera sus santos son perfectos[4]; pero porque no puede ser absolutamente perfecto, Job tiene que esperar cierta cantidad de sufrimiento.
b) La vida miserable y el temible destino de los malos.
En este retrato de la historia de la vida del impío, la primera sección trata de su ansiedad al vivir temiendo la muerte, y la segunda sección se ocupa de su destino final, que morirá antes de tiempo. En todo momento Elifaz ha sostenido que Job no es uno de los verdaderos impíos, por lo que esta descripción es precisamente lo que no se aplica a él. Job no ha sufrido dolor todos los días, y no está, como ellos, concibiendo y dando a luz afanes, iniquidad y engaño. Él debiera reconocer, entonces, que no pertenece a la compañía de los impíos y debe cuidarse de no sumarse a ellos por su hostilidad hacia Dios. Esta descripción contiene conceptos ilusorios de ambos temas principales.
2) Quinto discurso de Job: “¿Moriré sin redención?”
Este es, hasta ahora, el más desorganizado de los discursos de Job. Sus discursos anteriores habían avanzado hasta un clímax en los capítulos 12–14, y desde ese punto en adelante realmente no tiene nada novedoso que decir. En este discurso escuchamos nuevamente varios temas que ya hemos visto: Se dirige a sus amigos criticándoles sus discursos; luego habla en un monólogo, lamentando los ataques de Dios; imagina su posible redención; expresa un lamento acerca de los amigos y lamenta que probablemente morirá sin ser compensado. A diferencia de los capítulos 12–14, el tema aquí es siempre Job mismo y no la humanidad en general.
a) El tema central aquí es palabras y su falta de poder.
Hubo un comienzo similar en el capítulo 12, pero el ánimo es ahora menos agresivo, y es principalmente el sentido de desilusión por las palabras que dicen los amigos.
El ánimo cambia de un mero sentido de injusticia a un sentido de opresión al repasar Job los hechos hostiles de Dios en su contra. Piensa en los embates de Dios como si fueran ataques de varias clases de enemigos: un animal salvaje, un traidor, un luchador, un arquero y un espadachín. Es como una rápida sucesión de fotos fijas en una película, donde una escena se funde en la siguiente.
Dios, por supuesto, no ha respondido a la demanda de Job de que le diga las acusaciones que tiene en su contra. Job todavía espera, pero mientras tanto intenta una nueva línea de argumento. Ha sido atacado injustamente por Dios, y probablemente morirá en el ataque. Por eso, apela al polvo de la tierra para que cuando ya esté muerto se vengue de Dios. Es un clamor del mismo tipo que el de Abel quien fue asesinado[5]. El polvo puede responder únicamente después de que Job haya muerto, es claro; pero aun ahora, mientras todavía vive, cuenta con un testigo, un defensor y un intercesor en el cielo. Esta no puede ser una referencia a Dios porque Job cree que Dios no ha sido más que su enemigo. Lo que permanece en el cielo a su favor es su protesta de inocencia, junto con su demanda de que Dios debería dar cuenta de las razones por las cuales lo está atacando. Aunque no espera una respuesta en vida, la verdad de su inocencia ha sido asentada en el registro del tribunal celestial. Su asesinato a mano de Dios, cuando suceda, será la última evidencia de que ha sido víctima de una injusticia.
Job está seguro de que tiene razón, pero no cree que vivirá para ver reconocida su inocencia. Como en sus discursos anteriores, pasa aquí a considerar finalmente su muerte; porque es un suceso cierto en su futuro, y siente que se va acercando. Todo este capítulo gira alrededor del contraste entre “esperanza” y “muerte”. Pero también, entremezcladas con estas expresiones de desesperanza, aparecen agudas críticas para sus amigos.
b) El punto de vista de los amigos.
Por ser hombres rectos, los amigos de Job están horrorizados ante la condición presente de Job, y se sienten impulsados a denunciar a los impíos.
Job cae nuevamente en la desesperación, pero no es una que le quita su creencia en su propia inocencia; es una desesperación causada por el hecho de que cree que nunca será demostrada su inocencia. ¿Qué puede esperar para el futuro? Ha perdido a su familia y puede esperar sumarse a la familia de gusanos en él más allá. Si esa es su expectativa, no se puede llamar esperanza, ¿verdad? La razón de su depresión no es que esté sufriendo una enfermedad fatal, sino que no ve señales de la reclamación que demanda.
3) Segundo discurso de Bildad: Más sobre el terrible destino del impío.
Después de un discurso inicial dirigido a Job, éste contiene únicamente una descripción del destino que espera a los impíos. Esto podría interpretarse como la predicción que Bildad hace del futuro de Job; pero es más probable que el segundo discurso de Bildad debiera interpretarse a la luz del primero y considerar que está describiendo la clase de persona que Job no es. Sigue afirmando la enseñanza popular, pero su descripción es tan extrema, tan blanca y negra, que seguramente se espera que no encontremos nada convincente ni en él ni en su doctrina. Bildad quiere que el mundo sea predecible y ordenado. Puede ver en Job, quien libra una batalla entre doctrina y experiencia, únicamente a alguien que se está destrozando. Y considera la demanda de Job de una nueva teología muy inquietante: ¿Será… “removida la roca de su lugar”?[6]
Elifaz, en su descripción del destino de los impíos, había enfocado el tema de cómo el impío experimenta terror e inseguridad a lo largo de su vida. Aquí Bildad se concentra en los últimos días del impío, describiendo cómo es atrapado por la muerte, arrancado de su vivienda y llevado a comparecer ante el señor de las tinieblas[7].
A lo largo de la descripción de Bildad del impío aparecen varios paralelos a la experiencia de Job. Aunque estos paralelos son de mal gusto, su propósito no es recalcar que Job sea un pecador, sino más bien advertirle de lo que le sucederá si no cambia su conducta. Job puede elegir si esta descripción del destino de los impíos se aplicará o no a él.
4) Sexto discurso de Job, en el que reacciona con ira.
En este discurso hay una alocución dirigida a los amigos al principio, en el medio y al final. Entre estas alocuciones aparece una queja y una expresión de deseo, conocimiento y anhelo.
a) Lo que necesitan saber, mis amigos, mis enemigos.
Job habla aquí menos de su dolor que de su ira. No quiere decir tanto que se siente “angustiado”[8] por los amigos, sino que empieza a reconocerlos como sus enemigos, que están tratando de aplastarlo con sus argumentos. Han estado tratando de humillarlo sin éxito. No admite ningún pecado, pero protesta que, si hubiera pecado, su pecado habría sido contra ellos; así que es injusto que lo ataquen. Si tienen la intención de tratarlo como un enemigo arguyendo que su oprobio por su sufrimiento es prueba de su pecado, deben saber que no es él quien está en el error, sino Dios quien lo ha agraviado.
b) El oprobio que me ha causado Dios.
Job describe el mal que Dios le ha hecho con una sorprendente variedad de imágenes que representan asaltos: El ciudadano a quien han robado pero que no encuentra a nadie que lo ayude cuando clama; el viajero que encuentra su camino bloqueado y cae sobre él la noche; el príncipe que es humillado por un rey extranjero; la planta arrancada de la tierra; la persona que descubre que su amigo se ha convertido en su enemigo y el rey o ciudad sitiada por sus enemigos.
En Job 19.7–12 no habla de imágenes de violencia física; aquí nadie levanta una mano ni siquiera la voz. Esta es la verdad literalmente de lo que Job está experimentando; son su expresión de cómo se siente literalmente esa verdad. Job mira a su alrededor, a los que lo conocen; su visión se desplaza desde sus inmediaciones, de sus familiares y conocidos a los siervos de su casa y su esposa y hermanos, y hacia afuera nuevamente a los niños del vecindario y todos los que lo conocen. Dondequiera que mira se encuentra aislado y enajenado. Y es Dios quien ha causado esto, no directamente sino por medio de hacerlo sufrir. Porque el sufrimiento de Job significa para todos los que lo conocen que, a pesar de todo lo que pensaban y sabían de él, Job es un vergonzoso pecador. Es peligroso asociarse con una persona tan malvada. El resultado de todos los ataques de Dios contra él es que mis huesos se pegan a mi piel y mi carne. Normalmente los huesos son el armazón del cuerpo humano, y la carne y piel “cuelgan” de él; pero Job se encuentra tan emocionalmente debilitado que está en un estado de colapso, como si a sus huesos ya no les quedaran más fuerzas.
c) ¡Compadézcanse de mí, oh amigos míos!
Resulta extraño que ahora Job pida a sus amigos que lo compadezcan, después de haberlos atacado tanto antes. Tiene más sentido si comprendemos que no les está pidiendo compasión en general, sino sencillamente que dejen de perseguirlo con sus discursos.
d) El deseo, conocimiento y anhelo de Job.
El énfasis principal de estas famosas palabras de Job es su anhelo de que mientras todavía vive pueda ver a Dios cara a cara, como su contrincante legal en algún tribunal de justicia para poder reclamar que sea escuchada la reivindicación de su buen nombre.
Job no cree que Dios aceptará su ruego de comparecer ante el tribunal, así que su deseo es que su reclamo de inocencia sea asentado en alguna manera permanente que dure más allá de su muerte y que pueda ser quizá satisfecho algún día. Pero es un deseo inútil, que sus palabras, sus reclamos legales, pudieran ser cinceladas en una inscripción con cincel de hierro; porque el único registro permanente de sus reclamos es su juramento de inocencia que ha emitido a los oídos del cielo.
Lo que Job sabe es que Dios es su enemigo, que nunca volverá a ver el bien, que pronto estará muerto, que será asesinado por Dios, etc. Pero lo que anhela es poder entablar una disputa con Dios con la esperanza de ganar su petición antes de su muerte. Esta es la razón por la que su corazón se consume dentro de él. Nunca antes creyó que sería restituido al final; pero ahora dice “yo sé”[9], aunque la petición llegue después de su muerte.
Los versículos 25-27 son clave y quizá debieran traducirse: “Pero sé que mi Defensor vive y que se levantará al final para hablar por mí sobre la tierra, aun después que mi piel me haya sido quitada. Pero, ver a Dios mientras todavía estoy en mi piel ese es mi anhelo, verlo por mí mismo, verlo con mis propios ojos, no como un extraño.” Eso es lo que Job espera. Pero lo que anhela es recobrar su buen nombre mientras todavía vive.
e) ¿Por qué vosotros, amigos míos, deberíais tener miedo?
Hay un dejo de rabia aquí, no distinta a su impaciencia en Job 19.25–27. Job no ha ido a la deriva llegando a un pacífico refugio de confianza en Dios sino que ha estado afirmando vigorosamente su creencia, una vez más, en la justicia de su causa. No sorprende que hable fuertemente en contra de los que dudan de él. Los amigos lo siguen “persiguiendo” lo cual debe significar que lo acusan de haber pecado, diciendo que la raíz del asunto se halla en él, o sea que es el responsable de sus desgracias. Estas son mentira, por lo que sus amigos deben temer la espada ellos mismos; Job nada ha hecho que merezca castigo, pero los amigos sí. Lo han acusado injustamente, y eso es un crimen; corren el peligro de descubrir ellos mismos que hay un juicio.
5) Segundo discurso de Zofar: “Tienes que arrepentirte o serás destruido”.
Al igual que el segundo discurso de Bildad, el segundo de Zofar se dedica mayormente al tema de la perdición de los impíos. Pero a diferencia de Elifaz, para quien el destino de los impíos es un retrato de lo que Job no es; o de Bildad, para quien es un retrato de lo que Job puede llegar a ser; para Zofar es un retrato de lo que Job no podrá evitar a menos que cambie radicalmente.
a) Una respuesta a los reclamos de Job.
Zofar alega que se siente inquietado por Job; y aun cuando su lenguaje es solo convencional, su alegato suena auténtico. Porque si Job tiene razón, todo lo que Zofar representa es un error.
b) ¡Qué completa es la destrucción que espera a los impíos!
Job argumentaba que sus amigos trataban de humillarlo y ahora Zofar se declara humillado o deshonrado por lo que él llama una reprensión de Job dirigida a él. Responde con un llamado a razonar, pero de hecho su argumento es una apelación únicamente a la tradición, como lo mostrarán sus próximas palabras.
La imagen básica aquí es de “ausencia”. El hombre malo deja de existir, como el combustible usado para el fuego, como un sueño que nunca se puede encontrar, o como alguien que desaparece de la presencia de su familia y de sus amigos. No importa lo prominente y visible que haya sido el hombre malo, ni siquiera si era tan alto como el cielo. Los malvados en este capítulo son los que obran mal contra otros en su comunidad, especialmente contra alguien que no es tan moral ni religioso como ellos.
c) No hay recompensa duradera para la perversidad.
La imagen clave aquí es “el comer”. Se mencionan: boca, lengua, paladar, estómago, entrañas, vientre; menciona saborear, tragar, vomitar, chupar y comer, y también incluye alimento, dulzura, aceite, miel y crema. Pero todos los objetos que el malvado pone dentro de sí no le dan beneficio duradero. El alimento que come no da como resultado su nutrición sino su muerte. Una imagen es de alimento que es rico al gusto pero que se agría en el estómago y es vomitado. La otra es de alimento que resulta ser un veneno mortal. En una tercera imagen, el malvado es tan avaro que consume toda la comida que hay y luego se muere de hambre.
d) El malo no puede escapar de la perdición final.
Aquí se juntan varias imágenes, como en una pesadilla, para ilustrar qué imposible es que el hombre malo escape a su perdición final. Aparece una imagen militar y una legal. Es consumido por la ira de Dios; y una inundación se los llevará a él y a su familia.
¿Todavía está pensando Zofar en Job al ir acabando su discurso o se ha dejado llevar por su propia retórica? Por cierto que tiene el don de presentar un dramático retrato, ¿pero cree acaso que está aterrorizando a Job con todas estas imágenes? Job ha estado viviendo una pesadilla tan horripilante como las escenas descritas por Zofar, y no necesita que le digan que este es el destino convencional del impío que el justo puede esperar. No necesita que le digan tampoco, aunque Zofar lo hace, que este retrato no concuerda mucho con la vida real.
6) Séptimo discurso de Job: “Los impíos prosperan y los justos sufren”.
Los tres discursos de los amigos en el segundo ciclo se concentraron en el tema del destino del impío, y Zofar, en su último discurso, aun alega que los malos disfrutan por muy poco tiempo los frutos de sus pecados. “No”, dice Job, los malos “pasan la vida con gran bienestar, y en paz bajan al sepulcro”[10]. La posición de Job es igualmente extrema, pero se acerca más a la realidad.
a) Escúchenme, amigos míos.
Job tiene que hacerse oír sobre este tema; porque los amigos se han puesto de acuerdo contra él. Ser oído una vez siquiera será mejor consolación para Job que un montón de discursos. Sin duda se seguirán burlando; porque su queja no es ante algún hombre sino contra Dios, y no puede esperar ninguna simpatía de los justos cuando tal es el caso. Si realmente escuchan lo que tiene que decir, tanto se escandalizarán de lo que les dirá sobre cómo está siendo manejado el universo que pondrán la mano sobre sus bocas en un gesto silencioso de sorpresa. Bastante malo es para el propio Job contemplar esta verdad, que en el mundo de Dios a los malos se les permite prosperar.
b) ¿Por qué prosperan los malos?
Job niega todo lo que los amigos han dicho. Los malos viven hasta la vejez, ven que sus descendientes se establecen, sus animales no sufren accidente alguno y hasta blasfeman a Dios y permanecen. Job cruelmente parodia el retrato de la prosperidad de los justos presentado por Elifaz. En tres versículos Job contradice a Zofar, a Bildad y a Elifaz. Job no quiere una prosperidad como la de los malos, y con cada frase que dice sobre ella, quiere significar: ¿Por qué se permite que esto suceda?
c) ¿Con qué frecuencia sufren los impíos?
Job está diciendo: “Rara vez sufre el impío”, contradiciendo a Zofar. Imagina a los amigos respondiendo: “Bueno, si los impíos mismos no sufren, sufrirán sus hijos.” Pero Job responde: “En su presencia se afirman con ellos sus descendientes”[11].
d) No importa si uno es bueno o malo.
Quizá Job 21.22 sea otra cita no identificada de sus amigos, quienes deducen que Job está criticando la sabiduría y justicia de Dios. Job responde que en realidad parece que no importa si uno es bueno o malo; todos tienen el mismo destino. No pareciera aquí estar haciendo un contraste entre la prosperidad del malvado con el alma amargada del justo. Más bien, parece estar diciendo que así como en la muerte no hay diferencias morales entre los seres humanos que explique su destino común, tampoco en la vida son dichas diferencias de algún significado.
e) La experiencia humana demuestra que Job tiene razón.
Job sabe lo que han estado pensando sus amigos mientras que describían el destino de los malos: Los malos sufren, Job está sufriendo, por lo tanto a Job hay que incluirlo entre los malos. Pero lo que los amigos creen es falso según lo demuestra la experiencia que es común a todos los humanos. Job dice que si uno preguntara a cualquier viajero, escucharía que el malo es preservado en el día de la calamidad. Nadie le denuncia su camino ante su misma cara, nadie le paga por sus hechos. En la muerte como en la vida, miles le honran y su tumba es vigilada contra robadores de tumbas.
7) Tercer discurso de Elifaz: La gran maldad de Job.
En el primer ciclo de discursos, los amigos tenían sus propios puntos de vista; en el segundo, todos se concentraron en el destino de los malos; ahora en el tercer ciclo, resulta más difícil encontrar una lógica en sus discursos. Elifaz aparentemente contradice su posición original, Bildad presenta únicamente el prefacio de un discurso y Zofar no hace ningún discurso. Quizá se haya perdido algo del texto original, pero hasta donde se sabe ahora, parece que los amigos tienen poco nuevo que decir.
a) ¿No es grande tu iniquidad?
En un sentido el mensaje de Elifaz aquí es igual a su primer discurso: Cree que Job se librará “por la pureza de tus manos”[12]. Su consejo es que debe llevarse “bien con Dios”. Pero en otro asunto, Elifaz parece variar mucho de su posición anterior: Aparentemente acusa a Job de un sin fin de iniquidades, principalmente injusticia social. Estas son las palabras más específicas, más duras y más injustas dichas contra Job en todo el libro, y es extraño encontrarlas, entre todos los amigos, en la boca de Elifaz. Ahora Elifaz no puede haber hablado los capítulos 4 y 5 si creía que Job realmente sin razón tomaba prenda y despojaba de sus ropas a los desnudos, negaba agua y pan al cansado y al hambriento, rechazaba los ruegos de las viudas y de los huérfanos. Lo que querrá significar Elifaz es que, ya que Job está sufriendo por alguna razón, y dado que la razón no puede ser encontrada en ningún mal que Job haya hecho, su pecado debe ser lo que no hizo. No es que Job le haya quitado la ropa al pobre, sino que no le ofreció ropa a alguna persona necesitada; y así sucesivamente. No es por la rectitud, de la cual Elifaz no duda, que Dios reprende a Job, sino por haber dejado de hacer las cosas que debió haber hecho.
b) Dios puede ver el pecado secreto.
Fue originalmente Zofar quien acusó a Job de ser un pecador secreto, pero ahora nos encontramos a Elifaz advirtiendo a Job que Dios ha de saber sus pecados de omisión que Elifaz acaba de mencionar. Job no puede esperar escapar de la mirada penetrante de Dios. No ha sido posible para los impíos escapar al juicio de Dios, aunque temporalmente sus casas las hayan llenado de bienes, fueron arrebatados antes de tiempo, para satisfacción de los rectos. Sus pecados fueron detectados por Dios, de la misma manera también los de Job.
c) Como puedes ser librado.
Elifaz vuelve a hablar como en los capítulos 4 y 5. Está básicamente del lado de Job y espera que Job pueda llevarse bien con Dios. Tomando prestado el tema del primer discurso de Bildad, Elifaz llama a Job a volverse al Todopoderoso, o sea, arrepentirse, a deleitarse en el Todopoderoso, a orar a Él y pagar sus votos. Entonces todo lo que Job haga prosperará, y será de bendición a otros, como lo fue en el pasado. A diferencia de los recientes discursos de los amigos, este discurso termina con una nota positiva, a la que Job responde con una desesperación aun más profunda.
8) Octavo discurso de Job: “Dios debería estar regularmente a disposición”.
Dos son los temas principales en este discurso. El primero es la repetición de la apelación de Job a Dios para que lo redima, junto con un renovado sentido de cuán inútil es tratar de ganar acceso a Dios. El segundo es el aprieto en que se encuentran los inocentes pobres, comparados con la prosperidad de los ricos, una situación a la cual Dios parece hacer caso omiso. En suma, aunque Job crea que podría ganar acceso a Dios y que sería reivindicado, se desespera de recibir alguna vez dicha reivindicación, ya que Dios claramente no observa horas regulares para juzgar en que las injusticias son solucionadas.
a) ¡Oh, que supiera yo dónde encontrarlo!
Si pudiera al menos ganar acceso a Dios, el problema de su demanda sería solucionado, cree Job. Dios no sería violento con él sino que escucharía sus protestas de inocencia y lo absolvería. Pero Dios es inaccesible, no está ni atrás ni delante, ni a su mano izquierda ni a su mano derecha. Y aun así, si Job no puede encontrar a Dios, sabe que Dios puede encontrarlo a él[13] y que si Dios lo pone a prueba saldrá como oro, reivindicado como inocente[14]. Pero Dios no está actuando justa o legalmente; lo que su alma desea, él lo hace, y eso es únicamente para sufrimiento de Job. Está luchando en la oscuridad contra un contrincante inatacable e inaccesible, pero seguirá luchando.
b) ¿Por qué Dios no observa horarios para juicio?
Job nota que no es la única persona con problemas sobre la tierra. Observando a su alrededor a la gente en general, tanto inocente como culpable, se pregunta por qué Dios no aparta días regulares para sesiones judiciales, cuando las injusticias en la manera como es gobernado el mundo pudieran aclararse.
i. ¿Por qué se permite que la injusticia del sufrimiento de los pobres inocentes continúe tanto tiempo? A los pobres les son quitados los linderos y sus rebaños les son robados; se les insulta, tienen que buscar su alimento en los rincones del campo, duermen sin suficientes frazadas, trabajan por menos de lo necesario para vivir. Es un retrato conmovedor; pero aparentemente no conmueve a Dios porque no presta ninguna atención al clamor de los pobres.
ii. ¿Por qué se permite que la injusticia del pecador exitoso continúe? A los homicidas y adúlteros que aman las tinieblas en lugar de la luz se les permite vivir, aunque sus amigos son únicamente los terrores de la densa oscuridad y por derecho deberían estar con ellos en el mundo de los muertos. Con estas preguntas, Job no está pensando sencillamente en sí mismo sino en cómo el mundo en general es gobernado por Dios.
Parte de esta sección es tan distinta al argumento de Job que hemos de pensar que en realidad deben ser sus amigos los que hablan aquí. Son los amigos los que dicen que los culpables no son más que espuma veloz sobre la superficie de las aguas, que el mundo de los muertos pronto los arrebata, que pronto son olvidados, que por más importantes que parezcan, serán pronto cortados como las espigas. Quizá estos versículos hayan sido el final que le falta al discurso de Bildad en el capítulo 25, o quizá Job aquí está citando a sus amigos.
9) Tercer discurso de Bildad: “¿Cómo puede el hombre ser justo delante de Dios?”
A estas alturas, algo parece no andar bien con el texto. El discurso de Bildad comienza sin la introducción usual e incluye solo cinco versículos. No hay ningún discurso de Zofar, y aparecen tres discursos de Job, uno tras otro[15], sin ninguna palabra de sus amigos. Algunos de los pasajes de estos discursos de Job no parecen ser de él. Quizá el discurso de Bildad fuera originalmente 25.2–6 más 26.5–15. Así como aparece ahora el discurso de Bildad, se asemeja bastante a algunos de los pensamientos de Elifaz, especialmente la idea de que comparado con Dios no hay nada en el mundo que sea absolutamente limpio. La gran distancia que separa a los humanos de Dios es recalcada en las palabras iniciales de Bildad sobre el poder de Dios, cuyos ejércitos son innumerables. El mismo tema del gobierno omnipotente de Dios sigue en Job 26.5–14, si acaso también estos versículos sean realmente de Bildad.
10) Noveno discurso de Job: “Vuestro consejo no ha servido para nada”.
Pareciera que tenemos en el capítulo 26 solo el fragmento inicial de un discurso de Job, una mofa contra Bildad que expresa que no ha sido de ayuda. La respuesta es más apropiada si el discurso anterior de Bildad hubiera incluido Job 26.5–14, enfatizando el poder de Dios. Está muy bien, querría decir entonces Job, que me digas de la majestad de Dios, pero ¿de qué le sirve a alguien como yo que no tiene poder? ¿Y cómo tu alabanza de la sabiduría de Dios puede ser de alguna ayuda a alguien como yo que se supone no tiene sabiduría? Quizá el discurso de Job sigue en el capítulo 27.
Quizá estos versículos sean en realidad parte del tercer discurso de Bildad. Son una reflexión de la sabiduría y del poder de Dios. Dios es el que pudo crear el universo colgando la tierra de la nada. Se mencionan varios aspectos de la creación: muchos de ellos no aparecen en Génesis, por ejemplo la construcción de columnas del cielo y trazando el horizonte en un círculo[16]. Aparecen también referencias a otras historias de la creación, en que se habla de la misma como una victoria de Dios sobre los monstruos del caos[17]. Es indudable que el poder creativo de Dios sigue aún ahora. El encierra las aguas en sus nubes, las vasijas de cuero del cielo, y cubre la faz de la luna durante sus distintas fases. Pero el punto principal es que estas pruebas de la grandeza visible a los hombres y conocidas por él son apenas los bordes de sus caminos y expresan apenas un leve murmullo del trueno de su poderío. Los humanos no pueden esperar comprender al verdadero Dios, pero pueden captar un leve vistazo de él.
11) Décimo discurso de Job: La sabiduría de Dios.
Una vez más enfrentamos el problema de quién realmente está hablando en estos capítulos. No cabe duda de que en Job 27.2–12 tenemos la auténtica voz de Job, pero quizá el resto de los capítulos 27 y 28 no son de él. Seguramente no está repitiendo las mismas ideas trilladas sobre el destino de los malos que han expresado sus amigos[18]. Quizá Job 27.13–28.28 fue originalmente el tercer discurso de Zofar; porque los temas que aquí encontramos:
ü El destino de los malvados.
ü La sabiduría secreta de Dios.
ü El deber de los seres humanos de hacer lo recto y evitar el mal.
a) Nunca abandonaré mi integridad.
Dios le ha negado la justicia a Job, y aunque sus amigos sigan juzgando que está equivocado, él tiene la intención de mantener que es recto. Cualquiera que ataca la inocencia de Job cae bajo su maldición y sufrirá el destino de los impíos. Job sabe tanto ahora sobre los caminos del Todopoderoso que puede enseñar a quien sea lo que ha aprendido por experiencia. Por otro lado, los amigos mismos debieran haber ya aprendido por haber escuchado todo lo que Job tiene para enseñarles. Considerando lo que han oído hasta ahora, lo que sorprende es que los discursos de ellos hayan sido tan vanos.
b) El destino del hombre impío.
Después de la autodefensa apasionada de Job, esta sección parece más aburrida. Contiene únicamente las ideas tradicionales que ya hemos visto sobre el destino de los impíos. Esto sugiere que ya no se trata del discurso de Job sino quizá de Zofar. El destino del hombre impío se retrata aquí en lo que sucede con su familia, su riqueza y su propia persona. Sus hijos son destinados a morir por la espada o por una plaga, su riqueza pasa a otras personas más rectas que él, mientras que él mismo es arrastrado por una inundación, o un torbellino o el devastador viento del este. Resulta obvio que una buena parte del destino del impío le ha sucedido ya a Job. Esto concuerda con la actitud de Zofar a lo largo del libro: “…Dios da por olvidada parte de tu iniquidad”[19].
c) ¿Dónde puede encontrarse la sabiduría?
El tema de esta majestuosa poesía es que la “sabiduría” es inalcanzable para el ser humano. No se trata del tipo de sabiduría práctica enseñada en el libro de Proverbios sino la comprensión absoluta del mundo y el orden en que funciona. Este uso de “sabiduría” sería comprensible para el autor de Eclesiastés, que recalca que el ser humano “no descubre la obra que Dios ha hecho desde el principio hasta el fin”[20]. Esta poesía parece extraña viniendo de Job, ya que es solo después que Dios le ha hablado extensamente[21] que llega a aceptar estas ideas. Esta es otra razón por la cual se piensa que originalmente fue parte del discurso de Zofar.
Existe una gran diferencia entre la sabiduría humana y la divina, pero no tenemos que rebajar la sabiduría humana[22] para poder magnificar la sabiduría de Dios. La poesía comienza con un himno de alabanza al ingenio de la humanidad y solo entonces sigue diciendo que aun así, la verdadera sabiduría está fuera de su alcance y es conocida únicamente por Dios. Lo que es dado a los humanos no es “sabiduría”, sino el conocimiento de la ley de Dios: Sabiduría para los humanos es vivir en el temor del Señor.
Resulta claro que la “sabiduría” que no puede ser hallada por el hecho de buscarla es algo diferente de la sabiduría tecnológica humana. El poeta no nos dice inmediatamente lo que quiere significar sino que avanza paulatinamente hacia un clímax que va mostrando más y más la imposibilidad de obtener esta sabiduría. Su lugar es desconocido, y también lo es el camino para llegar a ella; no puede ser valuada con oro o plata o piedras preciosas. El mundo mismo no sabe dónde puede ser encontrada. Aun los poderes sobrenaturales de Abadón[23] y la Muerte apenas la conocen como un rumor. Pero Dios la conoce totalmente; porque es su propia sabiduría, la que utilizó para establecer la creación. Este conocimiento sobrenatural del universo y su propósito y las leyes que lo rigen es inaccesible a los humanos. Por otra parte, lo que ha sido dado a los seres humanos es otro tipo de sabiduría, una que es más manejable y practicable. Es una sabiduría que consiste en el hacer: Temer al Señor, o sea la auténtica religión, y apartarse del mal es lo que constituye la sabiduría para los humanos. Asumiendo que este capítulo es el discurso final de Zofar a Job, su significado es negar la pretensión de Job de comprender “…lo que concierne al Todopoderoso”[24] y recomendar a Job no una búsqueda de sabiduría sino de rectitud.
12) Decimoprimer discurso de Job, en el que reflexiona sobre sus males.
El poderoso discurso final de Job tiene tres secciones. En la primera repasa, en un tono nostálgico, su vida pasada feliz antes de que la mano de Dios cayera sobre él[25]. En la segunda, describe, en un tono patético, su aislamiento y degradación presente[26]. En la tercera expresa, en un tono desafiante, una serie de maldiciones de sí mismo que llegan a un clímax con un ruego desesperado de ser oído y redimido[27]. Ignora completamente a los amigos, y no se dirige a Dios. Job está hablando totalmente de sí mismo, y es su concentración en este único tema que hace que ésta sea una de las partes más impresionantes y emocionantes del libro.
a) ¡Cuánto añoro los meses pasados!
Este nostálgico vistazo del pasado nos da algunos detalles de la vida de Job que no aparecen en el prólogo. También proyecta el ambiente de la vida que ya ha pasado, una vida de relaciones afectuosas y dignas. Eran los días cuando Dios lo cuidaba, los días cuando se encontraba en su vigor, cuando sus rebaños eran abundantes y sus pasos se bañaban en leche, los olivos daban tanto fruto que los lagares en la roca vertían corrientes de aceite. En aquellos días era respetado como el hombre principal, o jeque, de su aldea, cuyas opiniones eran de mayor peso en la reunión de los ancianos en la puerta de la ciudad. En aquellos días podía ayudar a los menesterosos, al pobre y al huérfano, al moribundo, a la viuda, al ciego y al cojo, a los que necesitaban protección legal. Los mismos dos temas de su propia seguridad y de su prominencia y papel positivo en la sociedad se vuelven a repetir luego en Job 29.18–25. Notamos que para Job las bendiciones de su vida pasada no incluían solo prosperidad material y honra social sino que, de igual importancia, era la posibilidad de hacer el bien a los necesitados. Indudablemente no hay nadie que pueda ser llamado recto comparado con Dios[28], pero es incorrecto pretender que la gente sea todo lo mala que pudiera ser o que nunca se pueda referir a ella como inocente y recta.
b) Pero ahora se burlan de mí.
Cuando Job compara su presente con su vida pasada, el contraste no podría ser más extremo. Su vida pasada consistía en una red de relaciones armoniosas con Dios, sus semejantes y los necesitados, pero ahora todas esas relaciones han sido destruidas. La gente lo trata con desprecio y Dios lo ha rechazado. Pero en cierto modo éstas son una y la misma experiencia; porque es obra de Dios el hecho de que él sufra el desprecio de los humanos.
Tres veces leemos “ahora”[29], o ahora; porque el contraste en la vida de Job es extremo. La actitud de Job hacia quienes lo desprecian parece ser tolerante: Son insensatos, gente sin nombre, los pobres de la tierra que se alimentan de hojas y raíces. Éstas son las personas que en el pasado Job hubiera cuidado, y es precisamente por esa razón que él se burla de su desprecio ahora. Aun aquellos a quienes anteriormente trató con generosidad se han vuelto en contra de él y lo consideran inferior a ellos. Es la ingratitud de ellos lo que le hace enojar.
Job es ahora objeto de burla por parte de los mismos a quienes había ayudado, y lo atacan. No es un asalto físico, pero el trato que recibe de ellos lo hace sentir como una ciudad sitiada.
Sumado a la vergüenza que ahora soporta está el propio sufrimiento físico que lo ha atormentado desde el principio. Lo ataca de día y de noche como si fuera un animal salvaje. Todo esto es obra de Dios, sin embargo, todos sus reclamos a él caen en oídos sordos; porque Dios también, como los hombres, se ha vuelto cruel contra él y sin duda lo llevará a la muerte.
Aunque está convencido de que nada bueno resultará, Job tiene que clamar pidiendo ayuda. Merece esa ayuda, ya que él mismo la ha dado tan generosamente, pero cuando esperaba el bien le vino el mal. Esta parte de su discurso termina con una repetición de su vergüenza ante los ojos humanos, tema con el cual comenzó. Es rechazado por la asamblea de su pueblo y dejado a merced de animales salvajes. Su piel se pone negra por su enfermedad y la música de su vida pasada se ha convertido en llanto.
c) ¡Oh, que tuviera los cargos de mi opositor!
La sección final del discurso de Job es en el estilo de una “confesión negativa”: Niega cualquier crimen de que se le haya acusado. Puede expresar estas maldiciones de sí mismo únicamente si está totalmente convencido de su inocencia y no es de sorprender que el capítulo llegue a un clímax con el ruego audaz de Job pidiendo a Dios que lo escuche y lo castigue por cualquier cosa que se merece. Le pide a Dios que por lo menos le haga saber los cargos que tiene en su contra ya que estaría muy orgulloso de llevar con él una lista de las acusaciones a las cuales él podría dar respuestas tan convincentes. En cada caso excepto uno, el de idolatría[30]; los crímenes que Job imagina son pecados contra su prójimo, pero a la vez son también pecados contra Dios.
Aunque más adelante se menciona el pecado de adulterio, aquí Job dice que no ha pecado en desear a una virgen, una costumbre muy conocida de los dueños de muchos siervos como Job. Ha hecho un pacto con sus ojos; el pecado radica en las intenciones interiores del corazón, no únicamente en el acto externo.
El pecado es algo que ocurre primero en el corazón. La referencia a la balanza y a la pérdida de sus cosechas como castigo por su deshonestidad sugiere que Job está pensando principalmente en la falsedad y el engaño en las transacciones comerciales.
El adulterio era juzgado en sociedades patriarcales como un crimen grave, una infamia, un delito digno de castigo, ya que hacía caso omiso de los derechos de propiedad del hombre y podía crear problemas relacionados con la herencia. El texto demuestra su antigüedad al considerar el adulterio masculino como resultado de ser seducido por una mujer, y por ende en cierta forma es culpa de la mujer, y en hacer que la degradación de la esposa sea de alguna manera un castigo para el adúltero. Nosotros mismos preferiríamos enfatizar los valores de la lealtad y demandaríamos que solo el culpable fuera castigado.
Job aduce que ha ido más allá de las costumbres de su época y que ha tratado a sus sirvientes como si tuvieran derechos como seres humanos, de la misma familia, cuando la sociedad contemporánea le hubiera permitido tratarlos como posesiones.
Job ya ha hecho una presentación de su simpatía por el pobre, la viuda, el huérfano y el extraño, o sea, las típicas personas necesitadas de la sociedad en la antigüedad. Aquí dice que hasta ha acogido a huérfanos en su propia casa y pregunta si alguna vez ha levantado su mano contra los huérfanos, creyendo que la injusticia contra ellos no se notaría, que la retribución caiga so bre la mano levantada injustamente y que su brazo se desgaje de su coyuntura y se rompa.
Job ahora enfoca otros pecados interiores:
i.El amor secreto por las riquezas.
ii. La adoración del sol y la luna.
iii. La satisfacción de ver caer a sus enemigos[31].
iv. Deliberadamente cerrar los ojos a cualquier necesidad ajena[32].
v. Cualquier otra hipocresía[33].
Emite una maldición contra sí mismo si fuere culpable en cualquiera de estas cosas. Aunque ha si do excesivamente rico, reclama que su riqueza nunca se convirtió en un ídolo que remplazara a Dios.
Job termina su juramento formal de inocencia diciendo: He aquí mi firma, como si fuera un documento escrito. Anhela contar con la lista de cargos que Dios tiene contra él, para compararla con su propia declaración de inocencia. No sería humillado por los cargos de su acusador, tan seguro está de que probarían su inocencia que se la ceñiría cual corona. No se acercaría a Dios como un criminal sino como un hombre inocente que puede responder a aquello de la que se le acusa.
La automaldición final de Job viene, extrañamente, después del resumen y el clímax de su discurso en Job 31.35–37. En ella reclama castigo si ha adquirido sus tierras por haber oprimido a los que eran dueños por derecho.
a. Discursos de Eliú.
1) Primer discurso de Eliú: “El sufrimiento es una advertencia de Dios”.
La mayoría de los estudiosos cree que los cuatro discursos de Eliú fueron agregados posteriormente al libro de Job. Resulta extraño que Eliú no fuera mencionado en el prólogo, pero el autor quizá haya tenido la intención de presentarlo sorpresivamente más adelante. Pero resulta aun más extraño que no se lo mencione tampoco en el epílogo como se menciona a los otros amigos. Y es más, los discursos de Eliú también demoran la respuesta de Dios a Job, que hubiéramos esperado inmediatamente después del capítulo 31, donde “…terminan las palabras de Job”[34]. Cuando Dios finalmente responde[35] habla como si nada hubiera interrumpido. Así que se cree por lo general que Eliú es la creación de un autor posterior a quien no le gustó que los amigos de Job no contestaran sus argumentos y tampoco la manera en que los discursos divinos no llegaban a ninguna conclusión definitiva.
Quizá se puedan interpretar los discursos de Eliú como una posición intermedia entre Job y sus amigos. Los amigos han argumentado que Dios es justo y que los sufrimientos de Job prueban que ha pecado y que debido a ello Dios lo está castigando. Job niega ambos argumentos, insistiendo en que su sufrimiento no es el resultado del pecado y que, por lo tanto, Dios es injusto. Eliú expresa que no concuerda con Job ni con los amigos, y argumenta que el sufrimiento es disciplina. Significa eso que el sufrimiento no necesariamente es una pena por pecados ya cometidos sino que puede ser una advertencia, dada por adelantado, para prevenir que la persona peque.
a) Eliú se presenta.
Resulta claro que el joven Eliú está lleno de ira. Está enojado con Job porque “porque creía tener razón frente a Dios”[36]. Esta es una crítica mucho más grave que la que registran otras versiones que dicen que se justificaba más a sí mismo que a Dios. Eliú quiere decir que la lógica del reclamo de Job, que él tiene razón en su disputa con Dios, sugiere que Dios ha de estar equivocado. Job nunca dijo eso exactamente, pero la conclusión es razonable. Eliú está también enojado con los tres amigos porque no hallaban qué responder a Job, o sea que no pudieron conven cer a Job de que Dios no estaba equivocado.
b) El derecho que tiene Eliú para hablar.
Toda esta sección es solo la pesada introducción que Eliú hace de su persona y la explicación de por qué se ha sumado a la conversación. Eliú con fiesa que es joven y expresa su respeto por la sabiduría de los años pero lo alienta su creencia de que todos son creados con la misma capacidad de sabiduría. Por lo tanto no son únicamente los ancianos los que son sabios. Por eso no tiene temor de expresar su parecer. También lo ha impulsado a intervenir en la conversación lo débil de los discursos de los amigos. Le parece a Eliú que se están dejando vencer por los argumentos de Job y están empezando a creer que solo Dios le puede refutar. Se vuelve a Job y le dice que está listo para hablar porque está lleno de palabras y su mente está lista para explotar con la multitud de sus pensamientos y necesita alivio de su frustración. Finalmente, promete que no tratará a nadie, y es Job quien más puede sufrir por su lengua, con lisonjas; ni siquiera sabe cómo lisonjear, así que mejor será que Job esté preparado para oír unas cuantas verdades dichas sin miramientos.
c) Por qué Dios da sufrimiento.
La pesada introducción que hace Eliú de sí mismo continúa. No pretende tener ninguna sabiduría especial aparte de la que puede ser adquirida por cualquier persona viviente, aquellos que cuentan con el aliento del Todopoderoso. Invita a Job a contestarle. No será difícil, ya que él, Eliú, no usará ninguna de las tácticas autoritarias de Dios; también él es un mero ser humano, formado de un trozo de barro. No es que sea condescendiente con Job cuando dice mi terror no te ha de espantar pero está ofreciendo un contraste entre su propia debilidad con el poder de Dios por el cual Job está sufriendo.
Job ha estado diciendo que Dios le ha negado justicia; se ha negado a aceptar su inocencia y se ha comportado como un enemigo y no como un juez imparcial. Eliú tiene la intención de mostrar que Job no tiene razón, no por argumentar, como lo hicieron los amigos, que Job sea pecador, sino mostrando que Dios envía sufrimiento con otros propósitos, principalmente para prevenir que los seres humanos cometan pecados en el futuro. De esta manera, Eliú cree que puede mantener tanto la justicia de Dios como la inocencia de Job.
Eliú ilustra su interpretación del sufrimiento usando el ejemplo de las pesadillas. Son una manera como Dios habla a la gente, aunque no siempre lo reconozcan. Dios utiliza sueños para aterrorizar a la gente con advertencias sobre futuros errores y arrogancia; son una forma de sufrimiento usada por Dios para prevenir un sufrimiento mayor y la muerte.
El sufrimiento físico también es usado por Dios con el mismo propósito: De “reprender” o prevenir a la persona contra el pecado. Se necesita solo una palabra a favor del que sufre por parte de los muchos ángeles intercesores y la persona será sana y dará las gracias públicamente por la restauración de su salud. Esa persona hace entonces una confesión de pecado, aunque sea solo un pecado que planeaba, no un pecado que realmente había cometido.
Eliú invita a Job a responder, en caso contrario tendrá que seguir escuchando. Su propósito, vuelve a repetir, no es acusar a Job de ser un pecador sino de justificarlo por medio de explicar su sufrimiento como una disciplina de Dios.
d) Segundo discurso de Eliú: “Job se equivoca al acusar a Dios de ser injusto”.
Eliú ya no habla directamente a Job; ahora apela a los sabios, que pueden ser sus amigos, en cuyo caso Eliú hace uso de la ironía, o a un grupo más grande de observadores. Su punto principal en este discurso es que ya que Dios es justo, cualquier crítica de Job en cuanto a lo que Dios hace o deja de hacer es injusta. Eliú ahora ha pasado por alto la situación particular de Job y se limita a generalizaciones.
Eliú enfoca el reclamo de Job: Yo soy justo, pero Dios me ha quitado mi derecho. Pide a sus oyentes que digan si alguna vez han conocido a un hombre como Job que se bebe como agua el desprecio de sus amigos y quien, al afirmar que Dios le niega justicia, se suma a los inicuos quienes también acusan a Dios de injusticia. Según Job, dice Eliú muy injustamente, el hombre no sacará provecho de estar de acuerdo con Dios. Job ha dicho que los malos pueden escapar del juicio y que los males caen igualmente sobre buenos y malos, pero él mismo se ha aferrado a la virtud aun cuando no le ha dado ninguna ganancia.
Aquí Eliú está diciendo que Dios no será injusto y por lo mismo Job está equivocado al acusar a Dios de cualquier forma de injusticia. La justicia de Dios es, para Eliú, una consecuencia automática del hecho de que es el Creador Todopoderoso. Pero esa es una posición peligrosa, porque es igual que decir que “poder es rectitud”.
Eliú sigue argumentando que el gobernador del universo no puede ser injusto. Dios es justo y poderoso. Tiene el poder de juzgar a reyes y nobles, de destruirlos sin necesidad de investigarlos ya que él conoce sus pasos. Puede aplastarlos en la noche. Sus obras poderosas guardan estricta relación con su justicia. No muestra favoritismos a príncipes ni a los ricos, recompensa a la gente de acuerdo con sus obras. Entonces si alguna vez Dios guarda silencio y no ofrece ayuda cuando se la piden, ¿quién puede condenarlo y decir que lo que hace es injusto?
La demanda constante de Job pidiendo justicia agrega rebelión al pecado, porque acusa a Dios de no tener razón. Eliú ahora imagina a alguien que ha sido castigado por su pecado y luego se arrepiente de él. Según Eliú, la teología de Job no permite que Dios perdone a tal pecador arrepentido, porque Job espera que cualquiera que haya sufrido por causa de Dios demande reivindicación y rechace el perdón. Pero esto no le hace justicia a Job, ya que Job no pretende que todo sufrimiento sea inocente.
e) Tercer discurso de Eliú: “Job no debió quejarse sino clamar a Dios”.
Eliú aquí parece volver a referirse al reclamo que puso en boca de Job en 34.9, que “Nada gana el hombre Cuando se complace en Dios”. No es ese el concepto de Job, ni es Job quien pregunta: ¿Qué te importa a ti la ventaja que yo saque de mi pecado? Eliú sólo imagina que ésta es la pregunta de Job. No obstante, se la contesta diciendo que está mal esperar una ganancia por ser recto. Como Dios es tan grande, lo que sucede sobre la tierra poco le concierne, aun cuando lo que pasa es iniquidad.
Dado que la queja de Job ha sido que Dios le ha quitado su derecho, Eliú pregunta por qué Job no ha sido librado de su aflicción. Toma el caso de pueblos oprimidos que claman a causa de la mucha opresión. No siempre son librados. ¿Por qué no? Porque algo le falta a su clamor. Ha sido un clamor involuntario y no lo han dirigido a Dios como su Hacedor quien puede revertir la suerte dando canciones en la noche, y quien puede dar más sabiduría a los humanos que a las bestias y a los pájaros. No reciben respuesta porque no han clamado a Él; dichos clamores son vacíos y Dios no los tiene en cuenta. Lo mismo se aplica a Job, dice Eliú. Sencillamente se ha estado quejando de su sufrimiento y no se ha dirigido a Dios. Nuevamente, Eliú no da en el blanco porque Job ha estado hablando con frecuencia directamente a Dios.
f) Cuarto discurso de Eliú: En alabanza del poder y la sabiduría de Dios.
Aquí hay dos secciones. En la primera, Eliú repite que el sufrimiento es disciplina y, en la segunda, alaba el poder y la sabiduría de Dios en la creación, que es la razón por la cual Dios tiene derecho a ser el gobernador moral del universo.
Eliú todavía quiere hablar en defensa de Dios y adjudicar justicia a su Hacedor, o sea, probar que no ha habido injusticia en el caso de Job. Dado que Dios está tan por encima de la humanidad, Eliú debe buscar muy lejos su conocimiento. Esto parece capacitarlo para pretender que es completo en conocimiento, o sea, absolutamente correcto, pero no omnisciente.
Elihu comienza declarando la doctrina de retribución usual. Su contribución llega cuando considera a los rectos que caen presa del sufrimiento, tema que se asemeja mucho a la situación propia de Job. En tales casos, los rectos están siendo castigados por su transgresión y mandados a volverse de su iniquidad. Su sufrimiento es disciplina divina. Si los rectos responden a dichas advertencias, magnífico, pero si no lo hacen sufren el destino de los malos y mueren sin conocimiento, es decir sin haber aprendido nada del disciplinar divino. Los impíos, cuando son afligidos, están sencillamente airados y no claman a Dios pidiéndole ayuda; mueren jóvenes y con vergüenza. Los píos, por otro lado, cuyos oídos se han abierto a lo que Dios les está enseñando por medio de su adversidad, son librados.
Eliú espera que Job se encuentre entre los justos pero teme a la vez que se encuentre entre los que no aprenden de su sufrimiento y que está lleno del juicio que merece el impío. Un mero clamor de desesperación no traerá liberación a Job; tiene que ir dirigido a Dios, y Job tiene que acordarse de engrandecer la obra de Dios mientras ora pidiendo su liberación.
Este es un hermoso himno en cuanto al poder y la sabiduría creativos de Dios. Tiene sentido aquí únicamente porque Eliú cree que es el poder creativo de Dios lo que le da el derecho de ser el juez moral del mundo.
Las maravillas de la lluvia y los relámpagos son los que constituyen una de las maneras que Dios usa para juzgar entre los pueblos; porque la misma lluvia puede ser a la vez beneficiosa y destructiva.
El trueno también no es solo un fenómeno natural sino la voz de Dios, misteriosa, imprevisible y aterradora.
Las tormentas invernales, que interrumpen el trabajo de la gente y mantienen a los animales salvajes en sus guaridas, no solo revelan el poder de Dios para controlar esas potencias que doman tanto a humanos como a bestias sino que muestran también su sabiduría al usar las fuerzas de la naturaleza con diversos propósitos, ya sea para corregir o bendecir.
El poder y la sabiduría de Dios también se despliegan en los fenómenos del verano: En los relámpagos de las tormentas de verano, las nubes tan delicadamente balanceadas, el caluro so viento del sur, el cielo arrollador como la dureza del bronce y la luz enceguecedora del sol de verano. La sabiduría de Dios es mucho mayor que la de Job, tanto que Job no puede ni siquiera entender cómo funcionan estos fenómenos, cuanto menos controlarlos. Tan grandiosa es la terrible majestad de Dios que en efecto, es inalcanzable. Eliú pide a Job, irónicamente, que nos enseñe qué hemos de decirle a Dios, pero en el mismo instante niega que sea posible hacerlo, pues no podemos organizar nuestras ideas a causa de las tinieblas. Esta es una posición que Job ha negado todo el tiempo al demandar repetidamente que Dios debe contestar personalmente sus quejas. También esa posición es refutada eficazmente por la aparición personal de Dios en justamente el próximo capítulo.
b. Discursos del Señor.
Estos discursos divinos son importantes, no solo por su contenido sino por el hecho de que fueron pronunciados. La cuestión es que Job, que ha clamado a Dios con determinación, aun desde su ira y frustración, se encuentra finalmente conversando con Dios lo cual lleva a la resolución de su tensión. Pero los discursos son importantes también tanto por lo que omiten como por lo que incluyen. Primero, es sorprendente, pero también significativo, que Dios no haga referencia a ninguna falta de Job. Resulta claro, entonces, que Dios no tiene nada contra Job; ni siquiera sus palabras “precipitadas”[37] son motivo de reprensión. No obstante, en segundo lugar, estos discursos divinos son sorprendentes por lo que contienen. Lejos de justificar los caminos de Dios a los seres humanos, tratan totalmente con el orden natural, el mundo de la creación. Al hablar del orden cósmico y la creación animal, el propósito de Dios no es dar lecciones a Job sobre la naturaleza, y por cierto tampoco deslumbrarlo con las señales de su poder e inteligencia, que Job no ha dudado nunca. Es más bien para reconsiderar la misteriosa complejidad del mundo que Dios ha creado. El objeto es que Job se dé cuenta de que el orden natural es paralelo al orden moral del universo. Mucho de esto escapa del entendimiento humano, parte es odioso, insignificante o aterrador, pero todo es obra de un Dios sabio que ha hecho al mundo como es para cumplir sus propios propósitos.
1) Primer discurso de Dios: “Considera el misterio de la creación”.
La larga serie de preguntas de Dios a Job no tiene la intención de humillarlo sino de desafiarlo a reconsiderar lo que ya sabe del mundo que Dios ha hecho y a que medite nuevamente en su misterio. Dios señala a Job diez características del orden natural como ejemplos de su misterio y nueve especies de animales para ilustrar el misterio de la vida creada. La nota final nos recuerda que el diálogo entre Dios y Job adopta la forma de un caso judicial, ya que eso es lo que Job ha demandado. El propósito del diálogo no es, sin embargo, establecer culpabilidad o inocencia sino inquirir, como una criatura de Dios, la verdad acerca de la vida.
a) Introducción.
Job al fin recibe la respuesta que tanto ha anhelado. Job había imaginado, sin duda, la escena comparativamente pacífica de un juicio legal, pero Dios le habla desde un torbellino. El torbellino es un antiguo símbolo de revelación divina[38] y, aunque es aterrador, significa para Job que Dios no piensa seguir ignorando sus reclamos. Dios no desprecia la inteligencia de Job, diciendo que no tiene comprensión del plan divino para gobernar el universo. Tampoco Dios arremete contra Job con desprecio, sino que lo alienta diciendo: “Ciñe ahora tus lomos como un hombre”[39] y que use su fuerza mental para comprender las intenciones de Dios, que serán expresadas solo indirectamente en este discurso.
b) Fenómenos de la tierra y del cielo.
Aquí el mundo es retratado como un edificio con cimientos y una piedra angular, construido según un plano extendiendo sobre ella un cordel al acompañamiento de la música de las estrellas del alba y los ángeles.
El mar es retratado como naciendo del vientre de su madre y vestido de nubes por Dios. Pero es también una potencia amenazante que debe ser mantenida en su lugar, encerrada con cerrojos y puertas.
Aun la llegada de la aurora escapa al entendimiento de Job.
Debajo de la tierra existe una parte entera de la creación desconocida para los humanos: las fuentes del mar, las fuentes de las grandes profundidades[40] que alimentan a las aguas del mar, y la morada de los muertos, retratada como una ciudad con puertas[41], el mundo subterráneo con su amplitud.
Luz y tinieblas son consideradas aquí como seres que tienen sus propias moradas a las cuales vuelven en los horarios que les corresponden. Job no sabe cómo “hacerlas llegar” a cada una “a su casa” [42].
También fuera del conocimiento de Job están los depósitos de nieve y granizo, reservados para el día de batalla[43].
El cauce del turbión[44] del depósito celestial trae a la mente las “ventanas” de los cielos que se abrieron en ocasión del diluvio[45]. Un nuevo concepto, que será desarrollado más ampliamente en el capítulo 39, se presenta en Job 38.26-27: Mucho de lo que sucede en el orden creado no sucede para beneficio del hombre sino de otras partes de la creación de Dios, o sencillamente porque Dios así lo dispone. Aquí se trata de la lluvia que cae en tierras deshabitadas.
La lluvia, el rocío y el hielo deben tener un origen, pero Job no lo conoce.
¿Cómo ha sucedido que las siete estrellas de las Pléyades[46] se han juntado? ¿Por qué las estrellas de Orión[47], un cazador con su cinto y espada, permanecen juntas? Sea cual fuere la influencia de las estrellas, Job no tiene ninguna influencia sobre ellas, ni siquiera comprende ninguna de las leyes de la naturaleza que determinan sus movimientos.
Job no puede influenciar la aparición de los relámpagos y la lluvia cuando Dios inclina las tinajas de los cielos.
c) La creación animal.
El enfoque aquí no es sobre animales bien conocidos y útiles a los seres humanos, como ovejas, asnos y camellos, sino sobre los que son más bien inútiles, misteriosos u hostiles. Estos también son parte de la creación de Dios. Lo mismo sucede con el sufrimiento: A veces puede tener un propósito reconocible, pero otras veces puede ser tan enigmático y perjudicial a los humanos como pueden serlo los animales salvajes. A pesar de ello, es parte del orden de Dios para el mundo, y él sabe lo que hace al crearlos.
La cuestión no es que Job no pueda satisfacer el apetito de los cachorros de leones, ni tampoco que es Dios quien provee la presa para el cuervo, sino que hay una esfera entera de la creación de Dios que existe totalmente independiente de los seres humanos.
Las cabras monteses y las gacelas existen sin interferencia humana. Expulsan sus crías y éstas luego crecen y maduran sin asistencia ni conocimiento humano.
El asno montés, eximido por Dios del servicio humano, vive una vida libre aunque dura y de nada sirve a los humanos. Esto es diferente de su primo domesticado, el asno manso, que es conducido por las bulliciosas calles de la ciudad.
Existe una diferencia aún mayor entre el buey domesticado y el toro salvaje[48], el más poderoso de los animales ungulados. Es ridículo pensar en él como útil a los seres humanos.
Algunos animales son salvajes y libres e imposibles de domesticar; otros, como el avestruz, son sencillamente ridículos. Aquí aparece el concepto popular de que el avestruz es un progenitor cruel y descuidado. En realidad, es únicamente durante el día que sus huevos son abandonados; de noche tanto el macho como la hembra se turnan para mantener el nido caliente. Dios ha creado animales cuyo comportamiento no tiene sentido; es decir, según las normas humanas.
El caballo de batalla no es totalmente inútil para los seres humanos, pero tiene una fuerza y valentía que lo cubre de misterio. Aun una criatura tan cercana a los seres humanos puede serles básicamente incomprensible. ¿Quién puede decir lo que da al caballo su fuerza, cómo puede reírse del temor y mostrarse impaciente por ir a la batalla?
El halcón y el águila son criaturas que ocasionalmente y por un instante son vistos por los seres humanos, pero mayormente viven en lugares donde éstos no pueden llegar. Son aves “inútiles” al hombre en forma directa, de rapiña e inmundas, sin embargo, fueron creadas por Dios y sus instintos naturales fueron implantados por él. Si Job puede aceptar eso, puede aceptar también que al me nos algunos casos de sufrimiento humano surgen sencillamente de la sabiduría inescrutable de Dios.
d) Conclusión.
El Señor nunca desprecia a Job, tampoco busca argumentar con él hasta lograr que se someta a Él. Concluye su primer discurso invitando simplemente a Job, su contrincante en el juicio, a que le conteste.
2) Primera respuesta de Job: No tiene nada que objetar.
Job no expresa sumisión, humillación ni derrota. Acepta que es indigno, ya que comprende las limitaciones de su entendimiento que el discurso de Adonay ha destacado. Pero hasta el momento, nada tiene que objetar, su caso todavía queda en pie. Dios le ha instado a contestar y Job invita al Señor a continuar su discurso. Job pone su mano sobre su boca porque todavía nada tiene que agregar.
3) Segundo discurso de Adonay: “Considera el poder de la creación”.
a) Introducción.
Adonay no puede estar intimidando a Job con su poder superior; porque Job siempre ha reconocido que Dios es más fuerte que él, y la cuestión es la justicia de Dios, no su poder. Adonay quiere decir que Job no puede por sí mismo ganarse la redención. Solo alguien con poder como Dios, y en control físico del universo puede tener la autoridad de emitir juicios también en la esfera moral. La redención de un ser humano es una tarea divina, y Job ha estado tratando de realizar la tarea de Dios al demandar justicia.
b) El Behemot.
El tema del capítulo 39 continúa, pero en lugar de breves pantallazos de la creación animal, aquí se presentan dos descripciones afectuosas del Behemot[49], el más feroz de los animales terrestres, y el Leviatán, la más temible de las criaturas marinas. Antes el enfoque era más en el misterio de la creación animal; ahora el tema es el terror y, a la vez, el esplendor de dos criaturas de Dios. Las descripciones del Behemot y del Leviatán contienen mucha exageración poética, pero pareciera que su intención es presentar criaturas reales. Son también simbólicas del caos, y el hecho de que Dios los haya creado demuestra su control sobre las potencias caóticas que pudieran amenazar su universo.
El Behemot es una obra maestra, literalmente una de las primeras obras de Dios, una referencia a Génesis 1.21, donde los “grandes monstruos marinos” son los primeros animales mencionados. Su alimento principal es la hierba; su hábitat es el cañaveral y el pantano junto al río. Resulta un poco extraño que las montañas produzcan comida para él, aunque los hipopótamos suben empinadas cuestas en busca de alimento[50]. Su fuerza es legendaria y no puede ser conquistado por los seres humanos ni pueden atraparlo con una soga atada a su nariz.
c) El Leviatán.
Se ha especulado que el Leviatán puede ser una referencia al delfín, al atún o a la ballena, pero la opinión general es que se trata de un cocodrilo. Aparece en la mitología cananea como Lotan, el monstruo de siete cabezas que mora en las profundidades y el Antiguo Testamento hace alusiones a este ser mitológico[51]. Así que el Leviatán aquí, como el Behemot, son símbolo de caos.
El Leviatán[52] no es de ningún uso práctico para los seres humanos. No puede ser atrapado ni domado ni convertido en algo dócil y domesticado; no puede ser utilizado para servir al ser humano ni como una mascota para entretener a los niños. No sirve para comer, ya que ni se lo puede atrapar. Verlo basta para ahuyentar a cazadores esperanzados. Job 41.10-11 quizá sugiere que si una persona valiente se atemoriza y huye de la presencia de un cocodrilo, solo un necio será tan imprudente como para acercarse al propio Dios.
El lenguaje aquí es sumamente poético e imaginativo, y no hemos de buscar descripciones exactas. La doble coraza está formada por duras escamas; sus partes inferiores, especialmente de la cola, son como escamas puntiagudas, y su movimiento en el agua hace hervir como caldera al mar. Pero quizá el que lance fuego con su aliento sea menos literalmente. El punto principal de esta poesía en honor al rey de todas las fieras arrogantes es la maravilla y grandeza de esta criatura que resulta tan repulsiva y hostil a los humanos. Este es el clímax de los discursos del Señor a Job, y Job comprende la enseñanza: El sufrimiento es un cocodrilo, un hipopótamo aterrador y misterioso y, sin embargo, es también parte de la creación de Dios con su propio esplendor.
4) Segunda respuesta de Job: Sus demandas se convierten en adoración.
A diferencia de su primera respuesta, que en realidad fue una negativa a responder, este discurso resuelve la disputa de Job con Dios. Porque Job reconoce el derecho de Dios de hacer lo que hace y, aunque Job no lo dice, aun al extremo de causar sufrimiento a una persona inocente. Así que lo que es nuevo acerca del conocimiento de Job de que todo lo puedes no es que Dios es todopoderoso, sino que tiene un propósito inevitable en cualquier cosa que hace. El sufrimiento de Job tiene sentido para Dios, aunque Dios no se lo ha explicado ni justificado de manera alguna. El error de Job ha sido reclamar una respuesta al problema del sufrimiento, lo que viene a ser meterse en un área que escapa la comprensión humana: dije cosas que no entendía, cosas demasiado maravillosas para mí.
Job recibe su redención de Dios en Job 42.10–17, pero más importante para Job es el hecho de que por medio de su clamor pidiendo una confrontación con Dios se ha encontrado realmente cara a cara con él. Que Dios haya roto el silencio y hablado con Job es mejor que cualquier redención. La experiencia personal de Dios trasciende el sufrimiento, el aislamiento y el sentido de injusticia tanto como trasciende la mera teoría de Dios.
¿De qué se “retracta” Job? ¿De qué se “arrepiente”? No puede ser de algún pecado, porque hemos sabido desde el principio que Job no es pecador; puede arrepentirse únicamente del lenguaje extremo que ha usado por su ignorancia. Quizá sea mejor aun tomar la palabra traducida retracto como “derrito”, o como dice en la versión BL95: “…retiro mis palabras…”[53]. Job todavía sufre, todavía se encuentra sobre el montículo de cenizas, pero su amargura ha sido aliviada y su tensión resuelta por su encuentro con Dios.
c. Epílogo.
¿Por qué no termina ya la historia de Job? Porque Job ha estado pidiendo redención, o sea una demostración pública proveniente de Dios de que Job es recto y que no merece ser castigado. Algunos lectores opinan que el final feliz arruina el libro de Job, porque parece apoyar la antigua doctrina de culpabilidad y castigo. ¿Acaso la teología de los amigos, que los rectos prosperan, no está demostrada en este epílogo del libro? No, porque los amigos insisten en que los rectos siempre prosperan y los malos siempre mueren. El caso de Job demuestra que no existe el “siempre”. Lo que el epílogo muestra es la complacencia de Dios en llenar de bendiciones a alguien que le sirve con fidelidad. Esto es como una bonificación, es una acción de la gracia de Dios y no algo que está obligado a realizar.
1) Redención delante de los amigos.
En esta escena encantadoramente irónica, Adonay recalca a los amigos que es Job, no ellos, quien ha sido verdaderamente mi siervo, y que es Job, y no ellos, quien ha hablado lo recto acerca de mí. Es casi un trastrocar cómico de sus papeles cuando el castigo por la necedad de los amigos fue descartado por la oración del recto y todavía sufriente Job. Los que se habían sentido superiores a Job son los que ahora necesitan ser perdonados; y Job no solo es reivindicado delante de ellos sino que se convierte en su defensor. ¿Cómo pueden ser consideradas necias las palabras respetuosas sobre Dios dichas por los amigos? Solo puede ser porque los amigos hablaron de Dios totalmente en tercera persona, como un objeto, mientras que Job insistió en dirigirse a Dios personalmente. En el momento del sufrimiento, limitarse a hablar de Dios es una necedad.
2) Redención pública.
Job ya ha sido redimido a los ojos de sus amigos, pero a los ojos de sus parientes y conciudadanos la señal de su redención por parte de Dios debe ser la restauración de sus bienes. Son restaurados en doble porción; quizá eso signifique compensación por la pérdida inmerecida que había sufrido Job. El consuelo que Job ha recibido de su encuentro con Dios se ve enriquecido por el consuelo que recibe de sus parientes. Los regalos de dinero y de pendientes de oro son muestras de estima más que obsequios para restaurar su riqueza, porque él ya había vuelto a prosperar. Tan rico vuelve a ser que hay bastante herencia aun para que la compartan sus hijas[54]. El epílogo concluye con una nota típica de las narraciones patriarcales del Génesis: Su muerte en la ancianidad, lleno de años, es la bendición final de Dios. Con esta escena volvemos al tono pastoril idílico con que comenzó el libro. Dentro de aquel mundo estilizado, tan distante del nuestro, ha sucedido un drama humano profundo que pertenece a todas las épocas.
[1] Job 4-5.
[2] Job 15.4.
[3] Jeremías 23.18, 22.
[4] Se refiere a los ángeles.
[5] Génesis 4.10.
[6] Job 18.4. NBLH
[7] La muerte era presentada en la mitología antigua como un rey señoreando sobre el mundo de los muertos. El primogénito de la muerte será uno de sus hijos, así como la enfermedad y los terrores son sus agentes que arrastran a la gente desde la vida hacia abajo a su reino.
[8] Job 19.2. NBLH
[9] Job 19.25.
[10] Job 21.13. BAD
[11] Job 21.8. NBLH
[12] Job 22.30. NBLH
[13] Job 23.10.
[14] Job 23.10-11.
[15] Job 26-29.
[16] Job 26.10.
[17] Rahab (Job 26.10) y Leviatán (Job 26.13).
[18] Job 27.13-23.
[19] Job 11.6. NBLH
[20] Eclesiastés 3.11. Ibid
[21] Job 38-41.
[22] Se ha escogido sólo un ejemplo de la sabiduría de los seres humanos: Su habilidad de extraer metales escondidos bajo la superficie de la tierra y se menciona cuatro metales que se extraen: Plata, oro, hierro y cobre. Se usan lámparas debajo de la tierra. La de los mineros es una tarea peligrosa y aislada: se descuelgan y se balancean al descender por el pozo. Existe una paradoja en el trabajo de las minas: En la superficie se trabaja tranquilamente el campo, mientras que debajo puede haber obstáculos violentos que vencer para llegar al metal. Por medio de su sabiduría, los humanos han creado debajo de la tierra senderos que los pájaros y las bestias no conocen y se han adueñado de la tierra.
[23] Job 28.22. El destructor.
[24] Job 27.11. NBLH
[25] Job 29.
[26] Job 30.
[27] Job 31.
[28] Romanos 3.10.
[29] Job 30.1, 9, 16. NBLH
[30] La idolatría es el único pecado religioso en el catálogo de crímenes de Job. Era normal en el mundo de la antigüedad adorar los cuerpos celestiales, pero para Job tal adoración hubiera sido ser vir a lo creado en lugar del Creador.
[31] No era falta de ética en la época de Job que uno se alegrara por el infortunio del que lo aborrece. Los salmistas a veces se muestran contentos ante el castigo de los malos (Salmos 54.7; 118.7; 137.8-9), pero Job ha seguido el espíritu de la ley que recomienda ayudar al enemigo (Éxodo 23.4-5; Proverbios 20.22; 24.17-18; 25.21-22).
[32] Job parece estar pensando aquí en ocasiones cuando hubiera podido pretender no saber de casos de necesidad. Ha sido generoso con los necesitados no sólo en casos de necesidad obvia, sino también en casos cuando él era el único que sabía de ella.
[33] Job no admite ningún pecado de hipocresía. “¿Acaso he cubierto mis transgresiones como Adán, Ocultando en mi seno mi iniquidad,…?
[34] Job 31.40. NBLH
[35] Job 38-41.
[36] Job 32.2. BL95.
[37] Job 6.3.NBLH
[38] Salmos 18.7-15; Nahum 1.3; Zacarías 9.14.
[39] Job 38.3. NBLH. En otras versiones encontramos lo siguiente: BAD: “Prepárate a hacerme frente”; BL95: “Amárrate los pantalones como hombre”; CAB: “Cíñete los flancos como valiente”; DHH: “Muéstrame ahora tu valentía”; JER: “Ciñe tus lomos como un bravo”; NC: “Cíñete, pues, como varón tus lomos”; NM: “Cíñete los lomos, por favor, como hombre físicamente capacitado”.
[40] Génesis 7.11.
[41] Job 38.17. La versión JER dice: “país de la Sombra”.
[42] Job 38.20. DHH
[43] Éxodo 9.22-26; Josué 10.11; Isaías 30.30.
[44] Temporal.
[45] Génesis 7.11.
[46] Las Pléyades, que significa “palomas” en griego, también conocidas como “Objeto Messier 45”, “Messier 45”, “M45”, “Las Siete Hermanas” o “Cabrillas”, es un objeto visible a simple vista en el cielo nocturno con un prominente lugar en la mitología antigua, situado a un costado de la constelación Tauro. Las Pléyades son un grupo de estrellas muy jóvenes las cuales se sitúan a una distancia aproximada de 450 años luz de la Tierra y están contenidas en un espacio de treinta años luz. Las estrellas más grandes y brillantes del cúmulo son de color blanco-azulado y cerca de cinco veces más grandes que el Sol.
[47] Orión, el Cazador, es una constelación prominente, quizás la mejor conocida del cielo. Sus estrellas brillantes y visibles desde ambos hemisferios en invierno hacen que esta constelación sea reconocida universalmente. Orión se encuentra cerca de la constelación del río Eridanus y apoyado por sus dos perros de caza Canis Maior y Canis Minor peleando con la constelación del Tauro.
[48] El uro, en otras lenguas europeas, aurochs, es una raza de toro salvaje que dio lugar tras su domesticación a la mayor parte del ganado vacuno actual. Se encuentra extinto desde 1627. Con relativa frecuencia, mucha gente tiende a confundir los uros con los bisontes europeos, pero son animales diferentes.
[49] Se cree que el Behemot estaría seguramente asociado al hipopótamo. Aparece mencionado junto a otro monstruo, Leviatán, que representaría al cocodrilo, para aludir a Egipto. La caza de hipopótamos y cocodrilos fue un peligroso deporte practicado con cierta frecuencia por la realeza egipcia, como puede contemplarse en algunos frescos y relieves de esa cultura. Alguien ha sugerido que el Behemot puede ser un brontosaurio ya que habla de una cola como la de un cedro, y bien sabemos que la cola del hipopótamo no es digna de ser descrita de esa manera, mientras que la del otro sí.
[50] Otro punto más a favor de los brontosaurios.
[51] Salmos 74.13-14; Isaías 27.1.
[52] Si aceptamos la idea del brontosaurio en el caso del Behemot, bien pudiera ser que el Leviatán se refiera a algún otro tipo de dinosaurio.
[53] Job 42.6.
[54] Por lo general las hijas heredaban únicamente cuando no había herederos varones (Números 27).
En la primera parte de este discurso, Elifaz habla directamente a Job; en la segunda, habla más indirectamente del destino de los impíos. En esta segunda sección Elifaz sugiere que Job no es un hombre así, por lo que no tiene razón para temer. Todo el discurso, por lo tanto, tiene la intención de ser un aliento para Job, y la posición de Elifaz es la misma de su primer discurso[1].
Según el concepto de Elifaz, Job tiene dos faltas: una intelectual y una moral. El error intelectual es no ver que aun el más perfecto de los seres humanos está manchado a los ojos de Dios. Job hace mal en creerse superior a lo ordinario y en minar la teología tradicional a favor de su propia experiencia. La falta moral consiste en no soportar su sufrimiento con valentía y paciencia. Sea cual fuere la falta que para empezar le produjo su sufrimiento, es menor comparada con el mal que está haciendo ahora al conducirse de la manera en que lo hace. Es un pecado contra sí mismo y contra Dios hablar tan parcial y amargamente de Dios. La pasión misma del discurso de Job es prueba de que está equivocado; la persona verdaderamente sabia habla con calma. Elifaz no rechaza a Job como persona, pero no puede aceptar que Job no sea un hombre con el cual es posible razonar. Job es una persona lastimada y llena de ira; invitarle a ser paciente es exigirle que sea falso. Si Job sufriera en silencio, estaría aceptando el juicio de Dios en su contra, y podría hacerlo únicamente si renunciara a su integridad.
a) La necedad de Job y su discurso pecaminoso.
Job no se está comportando como un hombre sabio con una gran acumulación de vano conocimiento. Lo que es más, al demandar que Dios lo compense y al hablar del poder destructivo de Dios como lo ha hecho, Job es irreligioso[2]. Es este error más bien que una teología verdadera, lo que determina lo que Job está diciendo.
Elifaz dice nuevamente que Job no se está comportando sabiamente al dejar que su lengua lo haga pecar. A pesar de que reclama que es sabio, no es ni sabio como el primer hombre, Adán. Tampoco Job ha escuchado el secreto de Dios como los profetas que conocen los planes secretos de Dios[3]; tampoco tiene la sabiduría que tienen sus amigos porque son mayores que él. No es causa de vergüenza ser un poquito imperfecto; ni siquiera sus santos son perfectos[4]; pero porque no puede ser absolutamente perfecto, Job tiene que esperar cierta cantidad de sufrimiento.
b) La vida miserable y el temible destino de los malos.
En este retrato de la historia de la vida del impío, la primera sección trata de su ansiedad al vivir temiendo la muerte, y la segunda sección se ocupa de su destino final, que morirá antes de tiempo. En todo momento Elifaz ha sostenido que Job no es uno de los verdaderos impíos, por lo que esta descripción es precisamente lo que no se aplica a él. Job no ha sufrido dolor todos los días, y no está, como ellos, concibiendo y dando a luz afanes, iniquidad y engaño. Él debiera reconocer, entonces, que no pertenece a la compañía de los impíos y debe cuidarse de no sumarse a ellos por su hostilidad hacia Dios. Esta descripción contiene conceptos ilusorios de ambos temas principales.
2) Quinto discurso de Job: “¿Moriré sin redención?”
Este es, hasta ahora, el más desorganizado de los discursos de Job. Sus discursos anteriores habían avanzado hasta un clímax en los capítulos 12–14, y desde ese punto en adelante realmente no tiene nada novedoso que decir. En este discurso escuchamos nuevamente varios temas que ya hemos visto: Se dirige a sus amigos criticándoles sus discursos; luego habla en un monólogo, lamentando los ataques de Dios; imagina su posible redención; expresa un lamento acerca de los amigos y lamenta que probablemente morirá sin ser compensado. A diferencia de los capítulos 12–14, el tema aquí es siempre Job mismo y no la humanidad en general.
a) El tema central aquí es palabras y su falta de poder.
Hubo un comienzo similar en el capítulo 12, pero el ánimo es ahora menos agresivo, y es principalmente el sentido de desilusión por las palabras que dicen los amigos.
El ánimo cambia de un mero sentido de injusticia a un sentido de opresión al repasar Job los hechos hostiles de Dios en su contra. Piensa en los embates de Dios como si fueran ataques de varias clases de enemigos: un animal salvaje, un traidor, un luchador, un arquero y un espadachín. Es como una rápida sucesión de fotos fijas en una película, donde una escena se funde en la siguiente.
Dios, por supuesto, no ha respondido a la demanda de Job de que le diga las acusaciones que tiene en su contra. Job todavía espera, pero mientras tanto intenta una nueva línea de argumento. Ha sido atacado injustamente por Dios, y probablemente morirá en el ataque. Por eso, apela al polvo de la tierra para que cuando ya esté muerto se vengue de Dios. Es un clamor del mismo tipo que el de Abel quien fue asesinado[5]. El polvo puede responder únicamente después de que Job haya muerto, es claro; pero aun ahora, mientras todavía vive, cuenta con un testigo, un defensor y un intercesor en el cielo. Esta no puede ser una referencia a Dios porque Job cree que Dios no ha sido más que su enemigo. Lo que permanece en el cielo a su favor es su protesta de inocencia, junto con su demanda de que Dios debería dar cuenta de las razones por las cuales lo está atacando. Aunque no espera una respuesta en vida, la verdad de su inocencia ha sido asentada en el registro del tribunal celestial. Su asesinato a mano de Dios, cuando suceda, será la última evidencia de que ha sido víctima de una injusticia.
Job está seguro de que tiene razón, pero no cree que vivirá para ver reconocida su inocencia. Como en sus discursos anteriores, pasa aquí a considerar finalmente su muerte; porque es un suceso cierto en su futuro, y siente que se va acercando. Todo este capítulo gira alrededor del contraste entre “esperanza” y “muerte”. Pero también, entremezcladas con estas expresiones de desesperanza, aparecen agudas críticas para sus amigos.
b) El punto de vista de los amigos.
Por ser hombres rectos, los amigos de Job están horrorizados ante la condición presente de Job, y se sienten impulsados a denunciar a los impíos.
Job cae nuevamente en la desesperación, pero no es una que le quita su creencia en su propia inocencia; es una desesperación causada por el hecho de que cree que nunca será demostrada su inocencia. ¿Qué puede esperar para el futuro? Ha perdido a su familia y puede esperar sumarse a la familia de gusanos en él más allá. Si esa es su expectativa, no se puede llamar esperanza, ¿verdad? La razón de su depresión no es que esté sufriendo una enfermedad fatal, sino que no ve señales de la reclamación que demanda.
3) Segundo discurso de Bildad: Más sobre el terrible destino del impío.
Después de un discurso inicial dirigido a Job, éste contiene únicamente una descripción del destino que espera a los impíos. Esto podría interpretarse como la predicción que Bildad hace del futuro de Job; pero es más probable que el segundo discurso de Bildad debiera interpretarse a la luz del primero y considerar que está describiendo la clase de persona que Job no es. Sigue afirmando la enseñanza popular, pero su descripción es tan extrema, tan blanca y negra, que seguramente se espera que no encontremos nada convincente ni en él ni en su doctrina. Bildad quiere que el mundo sea predecible y ordenado. Puede ver en Job, quien libra una batalla entre doctrina y experiencia, únicamente a alguien que se está destrozando. Y considera la demanda de Job de una nueva teología muy inquietante: ¿Será… “removida la roca de su lugar”?[6]
Elifaz, en su descripción del destino de los impíos, había enfocado el tema de cómo el impío experimenta terror e inseguridad a lo largo de su vida. Aquí Bildad se concentra en los últimos días del impío, describiendo cómo es atrapado por la muerte, arrancado de su vivienda y llevado a comparecer ante el señor de las tinieblas[7].
A lo largo de la descripción de Bildad del impío aparecen varios paralelos a la experiencia de Job. Aunque estos paralelos son de mal gusto, su propósito no es recalcar que Job sea un pecador, sino más bien advertirle de lo que le sucederá si no cambia su conducta. Job puede elegir si esta descripción del destino de los impíos se aplicará o no a él.
4) Sexto discurso de Job, en el que reacciona con ira.
En este discurso hay una alocución dirigida a los amigos al principio, en el medio y al final. Entre estas alocuciones aparece una queja y una expresión de deseo, conocimiento y anhelo.
a) Lo que necesitan saber, mis amigos, mis enemigos.
Job habla aquí menos de su dolor que de su ira. No quiere decir tanto que se siente “angustiado”[8] por los amigos, sino que empieza a reconocerlos como sus enemigos, que están tratando de aplastarlo con sus argumentos. Han estado tratando de humillarlo sin éxito. No admite ningún pecado, pero protesta que, si hubiera pecado, su pecado habría sido contra ellos; así que es injusto que lo ataquen. Si tienen la intención de tratarlo como un enemigo arguyendo que su oprobio por su sufrimiento es prueba de su pecado, deben saber que no es él quien está en el error, sino Dios quien lo ha agraviado.
b) El oprobio que me ha causado Dios.
Job describe el mal que Dios le ha hecho con una sorprendente variedad de imágenes que representan asaltos: El ciudadano a quien han robado pero que no encuentra a nadie que lo ayude cuando clama; el viajero que encuentra su camino bloqueado y cae sobre él la noche; el príncipe que es humillado por un rey extranjero; la planta arrancada de la tierra; la persona que descubre que su amigo se ha convertido en su enemigo y el rey o ciudad sitiada por sus enemigos.
En Job 19.7–12 no habla de imágenes de violencia física; aquí nadie levanta una mano ni siquiera la voz. Esta es la verdad literalmente de lo que Job está experimentando; son su expresión de cómo se siente literalmente esa verdad. Job mira a su alrededor, a los que lo conocen; su visión se desplaza desde sus inmediaciones, de sus familiares y conocidos a los siervos de su casa y su esposa y hermanos, y hacia afuera nuevamente a los niños del vecindario y todos los que lo conocen. Dondequiera que mira se encuentra aislado y enajenado. Y es Dios quien ha causado esto, no directamente sino por medio de hacerlo sufrir. Porque el sufrimiento de Job significa para todos los que lo conocen que, a pesar de todo lo que pensaban y sabían de él, Job es un vergonzoso pecador. Es peligroso asociarse con una persona tan malvada. El resultado de todos los ataques de Dios contra él es que mis huesos se pegan a mi piel y mi carne. Normalmente los huesos son el armazón del cuerpo humano, y la carne y piel “cuelgan” de él; pero Job se encuentra tan emocionalmente debilitado que está en un estado de colapso, como si a sus huesos ya no les quedaran más fuerzas.
c) ¡Compadézcanse de mí, oh amigos míos!
Resulta extraño que ahora Job pida a sus amigos que lo compadezcan, después de haberlos atacado tanto antes. Tiene más sentido si comprendemos que no les está pidiendo compasión en general, sino sencillamente que dejen de perseguirlo con sus discursos.
d) El deseo, conocimiento y anhelo de Job.
El énfasis principal de estas famosas palabras de Job es su anhelo de que mientras todavía vive pueda ver a Dios cara a cara, como su contrincante legal en algún tribunal de justicia para poder reclamar que sea escuchada la reivindicación de su buen nombre.
Job no cree que Dios aceptará su ruego de comparecer ante el tribunal, así que su deseo es que su reclamo de inocencia sea asentado en alguna manera permanente que dure más allá de su muerte y que pueda ser quizá satisfecho algún día. Pero es un deseo inútil, que sus palabras, sus reclamos legales, pudieran ser cinceladas en una inscripción con cincel de hierro; porque el único registro permanente de sus reclamos es su juramento de inocencia que ha emitido a los oídos del cielo.
Lo que Job sabe es que Dios es su enemigo, que nunca volverá a ver el bien, que pronto estará muerto, que será asesinado por Dios, etc. Pero lo que anhela es poder entablar una disputa con Dios con la esperanza de ganar su petición antes de su muerte. Esta es la razón por la que su corazón se consume dentro de él. Nunca antes creyó que sería restituido al final; pero ahora dice “yo sé”[9], aunque la petición llegue después de su muerte.
Los versículos 25-27 son clave y quizá debieran traducirse: “Pero sé que mi Defensor vive y que se levantará al final para hablar por mí sobre la tierra, aun después que mi piel me haya sido quitada. Pero, ver a Dios mientras todavía estoy en mi piel ese es mi anhelo, verlo por mí mismo, verlo con mis propios ojos, no como un extraño.” Eso es lo que Job espera. Pero lo que anhela es recobrar su buen nombre mientras todavía vive.
e) ¿Por qué vosotros, amigos míos, deberíais tener miedo?
Hay un dejo de rabia aquí, no distinta a su impaciencia en Job 19.25–27. Job no ha ido a la deriva llegando a un pacífico refugio de confianza en Dios sino que ha estado afirmando vigorosamente su creencia, una vez más, en la justicia de su causa. No sorprende que hable fuertemente en contra de los que dudan de él. Los amigos lo siguen “persiguiendo” lo cual debe significar que lo acusan de haber pecado, diciendo que la raíz del asunto se halla en él, o sea que es el responsable de sus desgracias. Estas son mentira, por lo que sus amigos deben temer la espada ellos mismos; Job nada ha hecho que merezca castigo, pero los amigos sí. Lo han acusado injustamente, y eso es un crimen; corren el peligro de descubrir ellos mismos que hay un juicio.
5) Segundo discurso de Zofar: “Tienes que arrepentirte o serás destruido”.
Al igual que el segundo discurso de Bildad, el segundo de Zofar se dedica mayormente al tema de la perdición de los impíos. Pero a diferencia de Elifaz, para quien el destino de los impíos es un retrato de lo que Job no es; o de Bildad, para quien es un retrato de lo que Job puede llegar a ser; para Zofar es un retrato de lo que Job no podrá evitar a menos que cambie radicalmente.
a) Una respuesta a los reclamos de Job.
Zofar alega que se siente inquietado por Job; y aun cuando su lenguaje es solo convencional, su alegato suena auténtico. Porque si Job tiene razón, todo lo que Zofar representa es un error.
b) ¡Qué completa es la destrucción que espera a los impíos!
Job argumentaba que sus amigos trataban de humillarlo y ahora Zofar se declara humillado o deshonrado por lo que él llama una reprensión de Job dirigida a él. Responde con un llamado a razonar, pero de hecho su argumento es una apelación únicamente a la tradición, como lo mostrarán sus próximas palabras.
La imagen básica aquí es de “ausencia”. El hombre malo deja de existir, como el combustible usado para el fuego, como un sueño que nunca se puede encontrar, o como alguien que desaparece de la presencia de su familia y de sus amigos. No importa lo prominente y visible que haya sido el hombre malo, ni siquiera si era tan alto como el cielo. Los malvados en este capítulo son los que obran mal contra otros en su comunidad, especialmente contra alguien que no es tan moral ni religioso como ellos.
c) No hay recompensa duradera para la perversidad.
La imagen clave aquí es “el comer”. Se mencionan: boca, lengua, paladar, estómago, entrañas, vientre; menciona saborear, tragar, vomitar, chupar y comer, y también incluye alimento, dulzura, aceite, miel y crema. Pero todos los objetos que el malvado pone dentro de sí no le dan beneficio duradero. El alimento que come no da como resultado su nutrición sino su muerte. Una imagen es de alimento que es rico al gusto pero que se agría en el estómago y es vomitado. La otra es de alimento que resulta ser un veneno mortal. En una tercera imagen, el malvado es tan avaro que consume toda la comida que hay y luego se muere de hambre.
d) El malo no puede escapar de la perdición final.
Aquí se juntan varias imágenes, como en una pesadilla, para ilustrar qué imposible es que el hombre malo escape a su perdición final. Aparece una imagen militar y una legal. Es consumido por la ira de Dios; y una inundación se los llevará a él y a su familia.
¿Todavía está pensando Zofar en Job al ir acabando su discurso o se ha dejado llevar por su propia retórica? Por cierto que tiene el don de presentar un dramático retrato, ¿pero cree acaso que está aterrorizando a Job con todas estas imágenes? Job ha estado viviendo una pesadilla tan horripilante como las escenas descritas por Zofar, y no necesita que le digan que este es el destino convencional del impío que el justo puede esperar. No necesita que le digan tampoco, aunque Zofar lo hace, que este retrato no concuerda mucho con la vida real.
6) Séptimo discurso de Job: “Los impíos prosperan y los justos sufren”.
Los tres discursos de los amigos en el segundo ciclo se concentraron en el tema del destino del impío, y Zofar, en su último discurso, aun alega que los malos disfrutan por muy poco tiempo los frutos de sus pecados. “No”, dice Job, los malos “pasan la vida con gran bienestar, y en paz bajan al sepulcro”[10]. La posición de Job es igualmente extrema, pero se acerca más a la realidad.
a) Escúchenme, amigos míos.
Job tiene que hacerse oír sobre este tema; porque los amigos se han puesto de acuerdo contra él. Ser oído una vez siquiera será mejor consolación para Job que un montón de discursos. Sin duda se seguirán burlando; porque su queja no es ante algún hombre sino contra Dios, y no puede esperar ninguna simpatía de los justos cuando tal es el caso. Si realmente escuchan lo que tiene que decir, tanto se escandalizarán de lo que les dirá sobre cómo está siendo manejado el universo que pondrán la mano sobre sus bocas en un gesto silencioso de sorpresa. Bastante malo es para el propio Job contemplar esta verdad, que en el mundo de Dios a los malos se les permite prosperar.
b) ¿Por qué prosperan los malos?
Job niega todo lo que los amigos han dicho. Los malos viven hasta la vejez, ven que sus descendientes se establecen, sus animales no sufren accidente alguno y hasta blasfeman a Dios y permanecen. Job cruelmente parodia el retrato de la prosperidad de los justos presentado por Elifaz. En tres versículos Job contradice a Zofar, a Bildad y a Elifaz. Job no quiere una prosperidad como la de los malos, y con cada frase que dice sobre ella, quiere significar: ¿Por qué se permite que esto suceda?
c) ¿Con qué frecuencia sufren los impíos?
Job está diciendo: “Rara vez sufre el impío”, contradiciendo a Zofar. Imagina a los amigos respondiendo: “Bueno, si los impíos mismos no sufren, sufrirán sus hijos.” Pero Job responde: “En su presencia se afirman con ellos sus descendientes”[11].
d) No importa si uno es bueno o malo.
Quizá Job 21.22 sea otra cita no identificada de sus amigos, quienes deducen que Job está criticando la sabiduría y justicia de Dios. Job responde que en realidad parece que no importa si uno es bueno o malo; todos tienen el mismo destino. No pareciera aquí estar haciendo un contraste entre la prosperidad del malvado con el alma amargada del justo. Más bien, parece estar diciendo que así como en la muerte no hay diferencias morales entre los seres humanos que explique su destino común, tampoco en la vida son dichas diferencias de algún significado.
e) La experiencia humana demuestra que Job tiene razón.
Job sabe lo que han estado pensando sus amigos mientras que describían el destino de los malos: Los malos sufren, Job está sufriendo, por lo tanto a Job hay que incluirlo entre los malos. Pero lo que los amigos creen es falso según lo demuestra la experiencia que es común a todos los humanos. Job dice que si uno preguntara a cualquier viajero, escucharía que el malo es preservado en el día de la calamidad. Nadie le denuncia su camino ante su misma cara, nadie le paga por sus hechos. En la muerte como en la vida, miles le honran y su tumba es vigilada contra robadores de tumbas.
7) Tercer discurso de Elifaz: La gran maldad de Job.
En el primer ciclo de discursos, los amigos tenían sus propios puntos de vista; en el segundo, todos se concentraron en el destino de los malos; ahora en el tercer ciclo, resulta más difícil encontrar una lógica en sus discursos. Elifaz aparentemente contradice su posición original, Bildad presenta únicamente el prefacio de un discurso y Zofar no hace ningún discurso. Quizá se haya perdido algo del texto original, pero hasta donde se sabe ahora, parece que los amigos tienen poco nuevo que decir.
a) ¿No es grande tu iniquidad?
En un sentido el mensaje de Elifaz aquí es igual a su primer discurso: Cree que Job se librará “por la pureza de tus manos”[12]. Su consejo es que debe llevarse “bien con Dios”. Pero en otro asunto, Elifaz parece variar mucho de su posición anterior: Aparentemente acusa a Job de un sin fin de iniquidades, principalmente injusticia social. Estas son las palabras más específicas, más duras y más injustas dichas contra Job en todo el libro, y es extraño encontrarlas, entre todos los amigos, en la boca de Elifaz. Ahora Elifaz no puede haber hablado los capítulos 4 y 5 si creía que Job realmente sin razón tomaba prenda y despojaba de sus ropas a los desnudos, negaba agua y pan al cansado y al hambriento, rechazaba los ruegos de las viudas y de los huérfanos. Lo que querrá significar Elifaz es que, ya que Job está sufriendo por alguna razón, y dado que la razón no puede ser encontrada en ningún mal que Job haya hecho, su pecado debe ser lo que no hizo. No es que Job le haya quitado la ropa al pobre, sino que no le ofreció ropa a alguna persona necesitada; y así sucesivamente. No es por la rectitud, de la cual Elifaz no duda, que Dios reprende a Job, sino por haber dejado de hacer las cosas que debió haber hecho.
b) Dios puede ver el pecado secreto.
Fue originalmente Zofar quien acusó a Job de ser un pecador secreto, pero ahora nos encontramos a Elifaz advirtiendo a Job que Dios ha de saber sus pecados de omisión que Elifaz acaba de mencionar. Job no puede esperar escapar de la mirada penetrante de Dios. No ha sido posible para los impíos escapar al juicio de Dios, aunque temporalmente sus casas las hayan llenado de bienes, fueron arrebatados antes de tiempo, para satisfacción de los rectos. Sus pecados fueron detectados por Dios, de la misma manera también los de Job.
c) Como puedes ser librado.
Elifaz vuelve a hablar como en los capítulos 4 y 5. Está básicamente del lado de Job y espera que Job pueda llevarse bien con Dios. Tomando prestado el tema del primer discurso de Bildad, Elifaz llama a Job a volverse al Todopoderoso, o sea, arrepentirse, a deleitarse en el Todopoderoso, a orar a Él y pagar sus votos. Entonces todo lo que Job haga prosperará, y será de bendición a otros, como lo fue en el pasado. A diferencia de los recientes discursos de los amigos, este discurso termina con una nota positiva, a la que Job responde con una desesperación aun más profunda.
8) Octavo discurso de Job: “Dios debería estar regularmente a disposición”.
Dos son los temas principales en este discurso. El primero es la repetición de la apelación de Job a Dios para que lo redima, junto con un renovado sentido de cuán inútil es tratar de ganar acceso a Dios. El segundo es el aprieto en que se encuentran los inocentes pobres, comparados con la prosperidad de los ricos, una situación a la cual Dios parece hacer caso omiso. En suma, aunque Job crea que podría ganar acceso a Dios y que sería reivindicado, se desespera de recibir alguna vez dicha reivindicación, ya que Dios claramente no observa horas regulares para juzgar en que las injusticias son solucionadas.
a) ¡Oh, que supiera yo dónde encontrarlo!
Si pudiera al menos ganar acceso a Dios, el problema de su demanda sería solucionado, cree Job. Dios no sería violento con él sino que escucharía sus protestas de inocencia y lo absolvería. Pero Dios es inaccesible, no está ni atrás ni delante, ni a su mano izquierda ni a su mano derecha. Y aun así, si Job no puede encontrar a Dios, sabe que Dios puede encontrarlo a él[13] y que si Dios lo pone a prueba saldrá como oro, reivindicado como inocente[14]. Pero Dios no está actuando justa o legalmente; lo que su alma desea, él lo hace, y eso es únicamente para sufrimiento de Job. Está luchando en la oscuridad contra un contrincante inatacable e inaccesible, pero seguirá luchando.
b) ¿Por qué Dios no observa horarios para juicio?
Job nota que no es la única persona con problemas sobre la tierra. Observando a su alrededor a la gente en general, tanto inocente como culpable, se pregunta por qué Dios no aparta días regulares para sesiones judiciales, cuando las injusticias en la manera como es gobernado el mundo pudieran aclararse.
i. ¿Por qué se permite que la injusticia del sufrimiento de los pobres inocentes continúe tanto tiempo? A los pobres les son quitados los linderos y sus rebaños les son robados; se les insulta, tienen que buscar su alimento en los rincones del campo, duermen sin suficientes frazadas, trabajan por menos de lo necesario para vivir. Es un retrato conmovedor; pero aparentemente no conmueve a Dios porque no presta ninguna atención al clamor de los pobres.
ii. ¿Por qué se permite que la injusticia del pecador exitoso continúe? A los homicidas y adúlteros que aman las tinieblas en lugar de la luz se les permite vivir, aunque sus amigos son únicamente los terrores de la densa oscuridad y por derecho deberían estar con ellos en el mundo de los muertos. Con estas preguntas, Job no está pensando sencillamente en sí mismo sino en cómo el mundo en general es gobernado por Dios.
Parte de esta sección es tan distinta al argumento de Job que hemos de pensar que en realidad deben ser sus amigos los que hablan aquí. Son los amigos los que dicen que los culpables no son más que espuma veloz sobre la superficie de las aguas, que el mundo de los muertos pronto los arrebata, que pronto son olvidados, que por más importantes que parezcan, serán pronto cortados como las espigas. Quizá estos versículos hayan sido el final que le falta al discurso de Bildad en el capítulo 25, o quizá Job aquí está citando a sus amigos.
9) Tercer discurso de Bildad: “¿Cómo puede el hombre ser justo delante de Dios?”
A estas alturas, algo parece no andar bien con el texto. El discurso de Bildad comienza sin la introducción usual e incluye solo cinco versículos. No hay ningún discurso de Zofar, y aparecen tres discursos de Job, uno tras otro[15], sin ninguna palabra de sus amigos. Algunos de los pasajes de estos discursos de Job no parecen ser de él. Quizá el discurso de Bildad fuera originalmente 25.2–6 más 26.5–15. Así como aparece ahora el discurso de Bildad, se asemeja bastante a algunos de los pensamientos de Elifaz, especialmente la idea de que comparado con Dios no hay nada en el mundo que sea absolutamente limpio. La gran distancia que separa a los humanos de Dios es recalcada en las palabras iniciales de Bildad sobre el poder de Dios, cuyos ejércitos son innumerables. El mismo tema del gobierno omnipotente de Dios sigue en Job 26.5–14, si acaso también estos versículos sean realmente de Bildad.
10) Noveno discurso de Job: “Vuestro consejo no ha servido para nada”.
Pareciera que tenemos en el capítulo 26 solo el fragmento inicial de un discurso de Job, una mofa contra Bildad que expresa que no ha sido de ayuda. La respuesta es más apropiada si el discurso anterior de Bildad hubiera incluido Job 26.5–14, enfatizando el poder de Dios. Está muy bien, querría decir entonces Job, que me digas de la majestad de Dios, pero ¿de qué le sirve a alguien como yo que no tiene poder? ¿Y cómo tu alabanza de la sabiduría de Dios puede ser de alguna ayuda a alguien como yo que se supone no tiene sabiduría? Quizá el discurso de Job sigue en el capítulo 27.
Quizá estos versículos sean en realidad parte del tercer discurso de Bildad. Son una reflexión de la sabiduría y del poder de Dios. Dios es el que pudo crear el universo colgando la tierra de la nada. Se mencionan varios aspectos de la creación: muchos de ellos no aparecen en Génesis, por ejemplo la construcción de columnas del cielo y trazando el horizonte en un círculo[16]. Aparecen también referencias a otras historias de la creación, en que se habla de la misma como una victoria de Dios sobre los monstruos del caos[17]. Es indudable que el poder creativo de Dios sigue aún ahora. El encierra las aguas en sus nubes, las vasijas de cuero del cielo, y cubre la faz de la luna durante sus distintas fases. Pero el punto principal es que estas pruebas de la grandeza visible a los hombres y conocidas por él son apenas los bordes de sus caminos y expresan apenas un leve murmullo del trueno de su poderío. Los humanos no pueden esperar comprender al verdadero Dios, pero pueden captar un leve vistazo de él.
11) Décimo discurso de Job: La sabiduría de Dios.
Una vez más enfrentamos el problema de quién realmente está hablando en estos capítulos. No cabe duda de que en Job 27.2–12 tenemos la auténtica voz de Job, pero quizá el resto de los capítulos 27 y 28 no son de él. Seguramente no está repitiendo las mismas ideas trilladas sobre el destino de los malos que han expresado sus amigos[18]. Quizá Job 27.13–28.28 fue originalmente el tercer discurso de Zofar; porque los temas que aquí encontramos:
ü El destino de los malvados.
ü La sabiduría secreta de Dios.
ü El deber de los seres humanos de hacer lo recto y evitar el mal.
a) Nunca abandonaré mi integridad.
Dios le ha negado la justicia a Job, y aunque sus amigos sigan juzgando que está equivocado, él tiene la intención de mantener que es recto. Cualquiera que ataca la inocencia de Job cae bajo su maldición y sufrirá el destino de los impíos. Job sabe tanto ahora sobre los caminos del Todopoderoso que puede enseñar a quien sea lo que ha aprendido por experiencia. Por otro lado, los amigos mismos debieran haber ya aprendido por haber escuchado todo lo que Job tiene para enseñarles. Considerando lo que han oído hasta ahora, lo que sorprende es que los discursos de ellos hayan sido tan vanos.
b) El destino del hombre impío.
Después de la autodefensa apasionada de Job, esta sección parece más aburrida. Contiene únicamente las ideas tradicionales que ya hemos visto sobre el destino de los impíos. Esto sugiere que ya no se trata del discurso de Job sino quizá de Zofar. El destino del hombre impío se retrata aquí en lo que sucede con su familia, su riqueza y su propia persona. Sus hijos son destinados a morir por la espada o por una plaga, su riqueza pasa a otras personas más rectas que él, mientras que él mismo es arrastrado por una inundación, o un torbellino o el devastador viento del este. Resulta obvio que una buena parte del destino del impío le ha sucedido ya a Job. Esto concuerda con la actitud de Zofar a lo largo del libro: “…Dios da por olvidada parte de tu iniquidad”[19].
c) ¿Dónde puede encontrarse la sabiduría?
El tema de esta majestuosa poesía es que la “sabiduría” es inalcanzable para el ser humano. No se trata del tipo de sabiduría práctica enseñada en el libro de Proverbios sino la comprensión absoluta del mundo y el orden en que funciona. Este uso de “sabiduría” sería comprensible para el autor de Eclesiastés, que recalca que el ser humano “no descubre la obra que Dios ha hecho desde el principio hasta el fin”[20]. Esta poesía parece extraña viniendo de Job, ya que es solo después que Dios le ha hablado extensamente[21] que llega a aceptar estas ideas. Esta es otra razón por la cual se piensa que originalmente fue parte del discurso de Zofar.
Existe una gran diferencia entre la sabiduría humana y la divina, pero no tenemos que rebajar la sabiduría humana[22] para poder magnificar la sabiduría de Dios. La poesía comienza con un himno de alabanza al ingenio de la humanidad y solo entonces sigue diciendo que aun así, la verdadera sabiduría está fuera de su alcance y es conocida únicamente por Dios. Lo que es dado a los humanos no es “sabiduría”, sino el conocimiento de la ley de Dios: Sabiduría para los humanos es vivir en el temor del Señor.
Resulta claro que la “sabiduría” que no puede ser hallada por el hecho de buscarla es algo diferente de la sabiduría tecnológica humana. El poeta no nos dice inmediatamente lo que quiere significar sino que avanza paulatinamente hacia un clímax que va mostrando más y más la imposibilidad de obtener esta sabiduría. Su lugar es desconocido, y también lo es el camino para llegar a ella; no puede ser valuada con oro o plata o piedras preciosas. El mundo mismo no sabe dónde puede ser encontrada. Aun los poderes sobrenaturales de Abadón[23] y la Muerte apenas la conocen como un rumor. Pero Dios la conoce totalmente; porque es su propia sabiduría, la que utilizó para establecer la creación. Este conocimiento sobrenatural del universo y su propósito y las leyes que lo rigen es inaccesible a los humanos. Por otra parte, lo que ha sido dado a los seres humanos es otro tipo de sabiduría, una que es más manejable y practicable. Es una sabiduría que consiste en el hacer: Temer al Señor, o sea la auténtica religión, y apartarse del mal es lo que constituye la sabiduría para los humanos. Asumiendo que este capítulo es el discurso final de Zofar a Job, su significado es negar la pretensión de Job de comprender “…lo que concierne al Todopoderoso”[24] y recomendar a Job no una búsqueda de sabiduría sino de rectitud.
12) Decimoprimer discurso de Job, en el que reflexiona sobre sus males.
El poderoso discurso final de Job tiene tres secciones. En la primera repasa, en un tono nostálgico, su vida pasada feliz antes de que la mano de Dios cayera sobre él[25]. En la segunda, describe, en un tono patético, su aislamiento y degradación presente[26]. En la tercera expresa, en un tono desafiante, una serie de maldiciones de sí mismo que llegan a un clímax con un ruego desesperado de ser oído y redimido[27]. Ignora completamente a los amigos, y no se dirige a Dios. Job está hablando totalmente de sí mismo, y es su concentración en este único tema que hace que ésta sea una de las partes más impresionantes y emocionantes del libro.
a) ¡Cuánto añoro los meses pasados!
Este nostálgico vistazo del pasado nos da algunos detalles de la vida de Job que no aparecen en el prólogo. También proyecta el ambiente de la vida que ya ha pasado, una vida de relaciones afectuosas y dignas. Eran los días cuando Dios lo cuidaba, los días cuando se encontraba en su vigor, cuando sus rebaños eran abundantes y sus pasos se bañaban en leche, los olivos daban tanto fruto que los lagares en la roca vertían corrientes de aceite. En aquellos días era respetado como el hombre principal, o jeque, de su aldea, cuyas opiniones eran de mayor peso en la reunión de los ancianos en la puerta de la ciudad. En aquellos días podía ayudar a los menesterosos, al pobre y al huérfano, al moribundo, a la viuda, al ciego y al cojo, a los que necesitaban protección legal. Los mismos dos temas de su propia seguridad y de su prominencia y papel positivo en la sociedad se vuelven a repetir luego en Job 29.18–25. Notamos que para Job las bendiciones de su vida pasada no incluían solo prosperidad material y honra social sino que, de igual importancia, era la posibilidad de hacer el bien a los necesitados. Indudablemente no hay nadie que pueda ser llamado recto comparado con Dios[28], pero es incorrecto pretender que la gente sea todo lo mala que pudiera ser o que nunca se pueda referir a ella como inocente y recta.
b) Pero ahora se burlan de mí.
Cuando Job compara su presente con su vida pasada, el contraste no podría ser más extremo. Su vida pasada consistía en una red de relaciones armoniosas con Dios, sus semejantes y los necesitados, pero ahora todas esas relaciones han sido destruidas. La gente lo trata con desprecio y Dios lo ha rechazado. Pero en cierto modo éstas son una y la misma experiencia; porque es obra de Dios el hecho de que él sufra el desprecio de los humanos.
Tres veces leemos “ahora”[29], o ahora; porque el contraste en la vida de Job es extremo. La actitud de Job hacia quienes lo desprecian parece ser tolerante: Son insensatos, gente sin nombre, los pobres de la tierra que se alimentan de hojas y raíces. Éstas son las personas que en el pasado Job hubiera cuidado, y es precisamente por esa razón que él se burla de su desprecio ahora. Aun aquellos a quienes anteriormente trató con generosidad se han vuelto en contra de él y lo consideran inferior a ellos. Es la ingratitud de ellos lo que le hace enojar.
Job es ahora objeto de burla por parte de los mismos a quienes había ayudado, y lo atacan. No es un asalto físico, pero el trato que recibe de ellos lo hace sentir como una ciudad sitiada.
Sumado a la vergüenza que ahora soporta está el propio sufrimiento físico que lo ha atormentado desde el principio. Lo ataca de día y de noche como si fuera un animal salvaje. Todo esto es obra de Dios, sin embargo, todos sus reclamos a él caen en oídos sordos; porque Dios también, como los hombres, se ha vuelto cruel contra él y sin duda lo llevará a la muerte.
Aunque está convencido de que nada bueno resultará, Job tiene que clamar pidiendo ayuda. Merece esa ayuda, ya que él mismo la ha dado tan generosamente, pero cuando esperaba el bien le vino el mal. Esta parte de su discurso termina con una repetición de su vergüenza ante los ojos humanos, tema con el cual comenzó. Es rechazado por la asamblea de su pueblo y dejado a merced de animales salvajes. Su piel se pone negra por su enfermedad y la música de su vida pasada se ha convertido en llanto.
c) ¡Oh, que tuviera los cargos de mi opositor!
La sección final del discurso de Job es en el estilo de una “confesión negativa”: Niega cualquier crimen de que se le haya acusado. Puede expresar estas maldiciones de sí mismo únicamente si está totalmente convencido de su inocencia y no es de sorprender que el capítulo llegue a un clímax con el ruego audaz de Job pidiendo a Dios que lo escuche y lo castigue por cualquier cosa que se merece. Le pide a Dios que por lo menos le haga saber los cargos que tiene en su contra ya que estaría muy orgulloso de llevar con él una lista de las acusaciones a las cuales él podría dar respuestas tan convincentes. En cada caso excepto uno, el de idolatría[30]; los crímenes que Job imagina son pecados contra su prójimo, pero a la vez son también pecados contra Dios.
Aunque más adelante se menciona el pecado de adulterio, aquí Job dice que no ha pecado en desear a una virgen, una costumbre muy conocida de los dueños de muchos siervos como Job. Ha hecho un pacto con sus ojos; el pecado radica en las intenciones interiores del corazón, no únicamente en el acto externo.
El pecado es algo que ocurre primero en el corazón. La referencia a la balanza y a la pérdida de sus cosechas como castigo por su deshonestidad sugiere que Job está pensando principalmente en la falsedad y el engaño en las transacciones comerciales.
El adulterio era juzgado en sociedades patriarcales como un crimen grave, una infamia, un delito digno de castigo, ya que hacía caso omiso de los derechos de propiedad del hombre y podía crear problemas relacionados con la herencia. El texto demuestra su antigüedad al considerar el adulterio masculino como resultado de ser seducido por una mujer, y por ende en cierta forma es culpa de la mujer, y en hacer que la degradación de la esposa sea de alguna manera un castigo para el adúltero. Nosotros mismos preferiríamos enfatizar los valores de la lealtad y demandaríamos que solo el culpable fuera castigado.
Job aduce que ha ido más allá de las costumbres de su época y que ha tratado a sus sirvientes como si tuvieran derechos como seres humanos, de la misma familia, cuando la sociedad contemporánea le hubiera permitido tratarlos como posesiones.
Job ya ha hecho una presentación de su simpatía por el pobre, la viuda, el huérfano y el extraño, o sea, las típicas personas necesitadas de la sociedad en la antigüedad. Aquí dice que hasta ha acogido a huérfanos en su propia casa y pregunta si alguna vez ha levantado su mano contra los huérfanos, creyendo que la injusticia contra ellos no se notaría, que la retribución caiga so bre la mano levantada injustamente y que su brazo se desgaje de su coyuntura y se rompa.
Job ahora enfoca otros pecados interiores:
i.El amor secreto por las riquezas.
ii. La adoración del sol y la luna.
iii. La satisfacción de ver caer a sus enemigos[31].
iv. Deliberadamente cerrar los ojos a cualquier necesidad ajena[32].
v. Cualquier otra hipocresía[33].
Emite una maldición contra sí mismo si fuere culpable en cualquiera de estas cosas. Aunque ha si do excesivamente rico, reclama que su riqueza nunca se convirtió en un ídolo que remplazara a Dios.
Job termina su juramento formal de inocencia diciendo: He aquí mi firma, como si fuera un documento escrito. Anhela contar con la lista de cargos que Dios tiene contra él, para compararla con su propia declaración de inocencia. No sería humillado por los cargos de su acusador, tan seguro está de que probarían su inocencia que se la ceñiría cual corona. No se acercaría a Dios como un criminal sino como un hombre inocente que puede responder a aquello de la que se le acusa.
La automaldición final de Job viene, extrañamente, después del resumen y el clímax de su discurso en Job 31.35–37. En ella reclama castigo si ha adquirido sus tierras por haber oprimido a los que eran dueños por derecho.
a. Discursos de Eliú.
1) Primer discurso de Eliú: “El sufrimiento es una advertencia de Dios”.
La mayoría de los estudiosos cree que los cuatro discursos de Eliú fueron agregados posteriormente al libro de Job. Resulta extraño que Eliú no fuera mencionado en el prólogo, pero el autor quizá haya tenido la intención de presentarlo sorpresivamente más adelante. Pero resulta aun más extraño que no se lo mencione tampoco en el epílogo como se menciona a los otros amigos. Y es más, los discursos de Eliú también demoran la respuesta de Dios a Job, que hubiéramos esperado inmediatamente después del capítulo 31, donde “…terminan las palabras de Job”[34]. Cuando Dios finalmente responde[35] habla como si nada hubiera interrumpido. Así que se cree por lo general que Eliú es la creación de un autor posterior a quien no le gustó que los amigos de Job no contestaran sus argumentos y tampoco la manera en que los discursos divinos no llegaban a ninguna conclusión definitiva.
Quizá se puedan interpretar los discursos de Eliú como una posición intermedia entre Job y sus amigos. Los amigos han argumentado que Dios es justo y que los sufrimientos de Job prueban que ha pecado y que debido a ello Dios lo está castigando. Job niega ambos argumentos, insistiendo en que su sufrimiento no es el resultado del pecado y que, por lo tanto, Dios es injusto. Eliú expresa que no concuerda con Job ni con los amigos, y argumenta que el sufrimiento es disciplina. Significa eso que el sufrimiento no necesariamente es una pena por pecados ya cometidos sino que puede ser una advertencia, dada por adelantado, para prevenir que la persona peque.
a) Eliú se presenta.
Resulta claro que el joven Eliú está lleno de ira. Está enojado con Job porque “porque creía tener razón frente a Dios”[36]. Esta es una crítica mucho más grave que la que registran otras versiones que dicen que se justificaba más a sí mismo que a Dios. Eliú quiere decir que la lógica del reclamo de Job, que él tiene razón en su disputa con Dios, sugiere que Dios ha de estar equivocado. Job nunca dijo eso exactamente, pero la conclusión es razonable. Eliú está también enojado con los tres amigos porque no hallaban qué responder a Job, o sea que no pudieron conven cer a Job de que Dios no estaba equivocado.
b) El derecho que tiene Eliú para hablar.
Toda esta sección es solo la pesada introducción que Eliú hace de su persona y la explicación de por qué se ha sumado a la conversación. Eliú con fiesa que es joven y expresa su respeto por la sabiduría de los años pero lo alienta su creencia de que todos son creados con la misma capacidad de sabiduría. Por lo tanto no son únicamente los ancianos los que son sabios. Por eso no tiene temor de expresar su parecer. También lo ha impulsado a intervenir en la conversación lo débil de los discursos de los amigos. Le parece a Eliú que se están dejando vencer por los argumentos de Job y están empezando a creer que solo Dios le puede refutar. Se vuelve a Job y le dice que está listo para hablar porque está lleno de palabras y su mente está lista para explotar con la multitud de sus pensamientos y necesita alivio de su frustración. Finalmente, promete que no tratará a nadie, y es Job quien más puede sufrir por su lengua, con lisonjas; ni siquiera sabe cómo lisonjear, así que mejor será que Job esté preparado para oír unas cuantas verdades dichas sin miramientos.
c) Por qué Dios da sufrimiento.
La pesada introducción que hace Eliú de sí mismo continúa. No pretende tener ninguna sabiduría especial aparte de la que puede ser adquirida por cualquier persona viviente, aquellos que cuentan con el aliento del Todopoderoso. Invita a Job a contestarle. No será difícil, ya que él, Eliú, no usará ninguna de las tácticas autoritarias de Dios; también él es un mero ser humano, formado de un trozo de barro. No es que sea condescendiente con Job cuando dice mi terror no te ha de espantar pero está ofreciendo un contraste entre su propia debilidad con el poder de Dios por el cual Job está sufriendo.
Job ha estado diciendo que Dios le ha negado justicia; se ha negado a aceptar su inocencia y se ha comportado como un enemigo y no como un juez imparcial. Eliú tiene la intención de mostrar que Job no tiene razón, no por argumentar, como lo hicieron los amigos, que Job sea pecador, sino mostrando que Dios envía sufrimiento con otros propósitos, principalmente para prevenir que los seres humanos cometan pecados en el futuro. De esta manera, Eliú cree que puede mantener tanto la justicia de Dios como la inocencia de Job.
Eliú ilustra su interpretación del sufrimiento usando el ejemplo de las pesadillas. Son una manera como Dios habla a la gente, aunque no siempre lo reconozcan. Dios utiliza sueños para aterrorizar a la gente con advertencias sobre futuros errores y arrogancia; son una forma de sufrimiento usada por Dios para prevenir un sufrimiento mayor y la muerte.
El sufrimiento físico también es usado por Dios con el mismo propósito: De “reprender” o prevenir a la persona contra el pecado. Se necesita solo una palabra a favor del que sufre por parte de los muchos ángeles intercesores y la persona será sana y dará las gracias públicamente por la restauración de su salud. Esa persona hace entonces una confesión de pecado, aunque sea solo un pecado que planeaba, no un pecado que realmente había cometido.
Eliú invita a Job a responder, en caso contrario tendrá que seguir escuchando. Su propósito, vuelve a repetir, no es acusar a Job de ser un pecador sino de justificarlo por medio de explicar su sufrimiento como una disciplina de Dios.
d) Segundo discurso de Eliú: “Job se equivoca al acusar a Dios de ser injusto”.
Eliú ya no habla directamente a Job; ahora apela a los sabios, que pueden ser sus amigos, en cuyo caso Eliú hace uso de la ironía, o a un grupo más grande de observadores. Su punto principal en este discurso es que ya que Dios es justo, cualquier crítica de Job en cuanto a lo que Dios hace o deja de hacer es injusta. Eliú ahora ha pasado por alto la situación particular de Job y se limita a generalizaciones.
Eliú enfoca el reclamo de Job: Yo soy justo, pero Dios me ha quitado mi derecho. Pide a sus oyentes que digan si alguna vez han conocido a un hombre como Job que se bebe como agua el desprecio de sus amigos y quien, al afirmar que Dios le niega justicia, se suma a los inicuos quienes también acusan a Dios de injusticia. Según Job, dice Eliú muy injustamente, el hombre no sacará provecho de estar de acuerdo con Dios. Job ha dicho que los malos pueden escapar del juicio y que los males caen igualmente sobre buenos y malos, pero él mismo se ha aferrado a la virtud aun cuando no le ha dado ninguna ganancia.
Aquí Eliú está diciendo que Dios no será injusto y por lo mismo Job está equivocado al acusar a Dios de cualquier forma de injusticia. La justicia de Dios es, para Eliú, una consecuencia automática del hecho de que es el Creador Todopoderoso. Pero esa es una posición peligrosa, porque es igual que decir que “poder es rectitud”.
Eliú sigue argumentando que el gobernador del universo no puede ser injusto. Dios es justo y poderoso. Tiene el poder de juzgar a reyes y nobles, de destruirlos sin necesidad de investigarlos ya que él conoce sus pasos. Puede aplastarlos en la noche. Sus obras poderosas guardan estricta relación con su justicia. No muestra favoritismos a príncipes ni a los ricos, recompensa a la gente de acuerdo con sus obras. Entonces si alguna vez Dios guarda silencio y no ofrece ayuda cuando se la piden, ¿quién puede condenarlo y decir que lo que hace es injusto?
La demanda constante de Job pidiendo justicia agrega rebelión al pecado, porque acusa a Dios de no tener razón. Eliú ahora imagina a alguien que ha sido castigado por su pecado y luego se arrepiente de él. Según Eliú, la teología de Job no permite que Dios perdone a tal pecador arrepentido, porque Job espera que cualquiera que haya sufrido por causa de Dios demande reivindicación y rechace el perdón. Pero esto no le hace justicia a Job, ya que Job no pretende que todo sufrimiento sea inocente.
e) Tercer discurso de Eliú: “Job no debió quejarse sino clamar a Dios”.
Eliú aquí parece volver a referirse al reclamo que puso en boca de Job en 34.9, que “Nada gana el hombre Cuando se complace en Dios”. No es ese el concepto de Job, ni es Job quien pregunta: ¿Qué te importa a ti la ventaja que yo saque de mi pecado? Eliú sólo imagina que ésta es la pregunta de Job. No obstante, se la contesta diciendo que está mal esperar una ganancia por ser recto. Como Dios es tan grande, lo que sucede sobre la tierra poco le concierne, aun cuando lo que pasa es iniquidad.
Dado que la queja de Job ha sido que Dios le ha quitado su derecho, Eliú pregunta por qué Job no ha sido librado de su aflicción. Toma el caso de pueblos oprimidos que claman a causa de la mucha opresión. No siempre son librados. ¿Por qué no? Porque algo le falta a su clamor. Ha sido un clamor involuntario y no lo han dirigido a Dios como su Hacedor quien puede revertir la suerte dando canciones en la noche, y quien puede dar más sabiduría a los humanos que a las bestias y a los pájaros. No reciben respuesta porque no han clamado a Él; dichos clamores son vacíos y Dios no los tiene en cuenta. Lo mismo se aplica a Job, dice Eliú. Sencillamente se ha estado quejando de su sufrimiento y no se ha dirigido a Dios. Nuevamente, Eliú no da en el blanco porque Job ha estado hablando con frecuencia directamente a Dios.
f) Cuarto discurso de Eliú: En alabanza del poder y la sabiduría de Dios.
Aquí hay dos secciones. En la primera, Eliú repite que el sufrimiento es disciplina y, en la segunda, alaba el poder y la sabiduría de Dios en la creación, que es la razón por la cual Dios tiene derecho a ser el gobernador moral del universo.
Eliú todavía quiere hablar en defensa de Dios y adjudicar justicia a su Hacedor, o sea, probar que no ha habido injusticia en el caso de Job. Dado que Dios está tan por encima de la humanidad, Eliú debe buscar muy lejos su conocimiento. Esto parece capacitarlo para pretender que es completo en conocimiento, o sea, absolutamente correcto, pero no omnisciente.
Elihu comienza declarando la doctrina de retribución usual. Su contribución llega cuando considera a los rectos que caen presa del sufrimiento, tema que se asemeja mucho a la situación propia de Job. En tales casos, los rectos están siendo castigados por su transgresión y mandados a volverse de su iniquidad. Su sufrimiento es disciplina divina. Si los rectos responden a dichas advertencias, magnífico, pero si no lo hacen sufren el destino de los malos y mueren sin conocimiento, es decir sin haber aprendido nada del disciplinar divino. Los impíos, cuando son afligidos, están sencillamente airados y no claman a Dios pidiéndole ayuda; mueren jóvenes y con vergüenza. Los píos, por otro lado, cuyos oídos se han abierto a lo que Dios les está enseñando por medio de su adversidad, son librados.
Eliú espera que Job se encuentre entre los justos pero teme a la vez que se encuentre entre los que no aprenden de su sufrimiento y que está lleno del juicio que merece el impío. Un mero clamor de desesperación no traerá liberación a Job; tiene que ir dirigido a Dios, y Job tiene que acordarse de engrandecer la obra de Dios mientras ora pidiendo su liberación.
Este es un hermoso himno en cuanto al poder y la sabiduría creativos de Dios. Tiene sentido aquí únicamente porque Eliú cree que es el poder creativo de Dios lo que le da el derecho de ser el juez moral del mundo.
Las maravillas de la lluvia y los relámpagos son los que constituyen una de las maneras que Dios usa para juzgar entre los pueblos; porque la misma lluvia puede ser a la vez beneficiosa y destructiva.
El trueno también no es solo un fenómeno natural sino la voz de Dios, misteriosa, imprevisible y aterradora.
Las tormentas invernales, que interrumpen el trabajo de la gente y mantienen a los animales salvajes en sus guaridas, no solo revelan el poder de Dios para controlar esas potencias que doman tanto a humanos como a bestias sino que muestran también su sabiduría al usar las fuerzas de la naturaleza con diversos propósitos, ya sea para corregir o bendecir.
El poder y la sabiduría de Dios también se despliegan en los fenómenos del verano: En los relámpagos de las tormentas de verano, las nubes tan delicadamente balanceadas, el caluro so viento del sur, el cielo arrollador como la dureza del bronce y la luz enceguecedora del sol de verano. La sabiduría de Dios es mucho mayor que la de Job, tanto que Job no puede ni siquiera entender cómo funcionan estos fenómenos, cuanto menos controlarlos. Tan grandiosa es la terrible majestad de Dios que en efecto, es inalcanzable. Eliú pide a Job, irónicamente, que nos enseñe qué hemos de decirle a Dios, pero en el mismo instante niega que sea posible hacerlo, pues no podemos organizar nuestras ideas a causa de las tinieblas. Esta es una posición que Job ha negado todo el tiempo al demandar repetidamente que Dios debe contestar personalmente sus quejas. También esa posición es refutada eficazmente por la aparición personal de Dios en justamente el próximo capítulo.
b. Discursos del Señor.
Estos discursos divinos son importantes, no solo por su contenido sino por el hecho de que fueron pronunciados. La cuestión es que Job, que ha clamado a Dios con determinación, aun desde su ira y frustración, se encuentra finalmente conversando con Dios lo cual lleva a la resolución de su tensión. Pero los discursos son importantes también tanto por lo que omiten como por lo que incluyen. Primero, es sorprendente, pero también significativo, que Dios no haga referencia a ninguna falta de Job. Resulta claro, entonces, que Dios no tiene nada contra Job; ni siquiera sus palabras “precipitadas”[37] son motivo de reprensión. No obstante, en segundo lugar, estos discursos divinos son sorprendentes por lo que contienen. Lejos de justificar los caminos de Dios a los seres humanos, tratan totalmente con el orden natural, el mundo de la creación. Al hablar del orden cósmico y la creación animal, el propósito de Dios no es dar lecciones a Job sobre la naturaleza, y por cierto tampoco deslumbrarlo con las señales de su poder e inteligencia, que Job no ha dudado nunca. Es más bien para reconsiderar la misteriosa complejidad del mundo que Dios ha creado. El objeto es que Job se dé cuenta de que el orden natural es paralelo al orden moral del universo. Mucho de esto escapa del entendimiento humano, parte es odioso, insignificante o aterrador, pero todo es obra de un Dios sabio que ha hecho al mundo como es para cumplir sus propios propósitos.
1) Primer discurso de Dios: “Considera el misterio de la creación”.
La larga serie de preguntas de Dios a Job no tiene la intención de humillarlo sino de desafiarlo a reconsiderar lo que ya sabe del mundo que Dios ha hecho y a que medite nuevamente en su misterio. Dios señala a Job diez características del orden natural como ejemplos de su misterio y nueve especies de animales para ilustrar el misterio de la vida creada. La nota final nos recuerda que el diálogo entre Dios y Job adopta la forma de un caso judicial, ya que eso es lo que Job ha demandado. El propósito del diálogo no es, sin embargo, establecer culpabilidad o inocencia sino inquirir, como una criatura de Dios, la verdad acerca de la vida.
a) Introducción.
Job al fin recibe la respuesta que tanto ha anhelado. Job había imaginado, sin duda, la escena comparativamente pacífica de un juicio legal, pero Dios le habla desde un torbellino. El torbellino es un antiguo símbolo de revelación divina[38] y, aunque es aterrador, significa para Job que Dios no piensa seguir ignorando sus reclamos. Dios no desprecia la inteligencia de Job, diciendo que no tiene comprensión del plan divino para gobernar el universo. Tampoco Dios arremete contra Job con desprecio, sino que lo alienta diciendo: “Ciñe ahora tus lomos como un hombre”[39] y que use su fuerza mental para comprender las intenciones de Dios, que serán expresadas solo indirectamente en este discurso.
b) Fenómenos de la tierra y del cielo.
Aquí el mundo es retratado como un edificio con cimientos y una piedra angular, construido según un plano extendiendo sobre ella un cordel al acompañamiento de la música de las estrellas del alba y los ángeles.
El mar es retratado como naciendo del vientre de su madre y vestido de nubes por Dios. Pero es también una potencia amenazante que debe ser mantenida en su lugar, encerrada con cerrojos y puertas.
Aun la llegada de la aurora escapa al entendimiento de Job.
Debajo de la tierra existe una parte entera de la creación desconocida para los humanos: las fuentes del mar, las fuentes de las grandes profundidades[40] que alimentan a las aguas del mar, y la morada de los muertos, retratada como una ciudad con puertas[41], el mundo subterráneo con su amplitud.
Luz y tinieblas son consideradas aquí como seres que tienen sus propias moradas a las cuales vuelven en los horarios que les corresponden. Job no sabe cómo “hacerlas llegar” a cada una “a su casa” [42].
También fuera del conocimiento de Job están los depósitos de nieve y granizo, reservados para el día de batalla[43].
El cauce del turbión[44] del depósito celestial trae a la mente las “ventanas” de los cielos que se abrieron en ocasión del diluvio[45]. Un nuevo concepto, que será desarrollado más ampliamente en el capítulo 39, se presenta en Job 38.26-27: Mucho de lo que sucede en el orden creado no sucede para beneficio del hombre sino de otras partes de la creación de Dios, o sencillamente porque Dios así lo dispone. Aquí se trata de la lluvia que cae en tierras deshabitadas.
La lluvia, el rocío y el hielo deben tener un origen, pero Job no lo conoce.
¿Cómo ha sucedido que las siete estrellas de las Pléyades[46] se han juntado? ¿Por qué las estrellas de Orión[47], un cazador con su cinto y espada, permanecen juntas? Sea cual fuere la influencia de las estrellas, Job no tiene ninguna influencia sobre ellas, ni siquiera comprende ninguna de las leyes de la naturaleza que determinan sus movimientos.
Job no puede influenciar la aparición de los relámpagos y la lluvia cuando Dios inclina las tinajas de los cielos.
c) La creación animal.
El enfoque aquí no es sobre animales bien conocidos y útiles a los seres humanos, como ovejas, asnos y camellos, sino sobre los que son más bien inútiles, misteriosos u hostiles. Estos también son parte de la creación de Dios. Lo mismo sucede con el sufrimiento: A veces puede tener un propósito reconocible, pero otras veces puede ser tan enigmático y perjudicial a los humanos como pueden serlo los animales salvajes. A pesar de ello, es parte del orden de Dios para el mundo, y él sabe lo que hace al crearlos.
La cuestión no es que Job no pueda satisfacer el apetito de los cachorros de leones, ni tampoco que es Dios quien provee la presa para el cuervo, sino que hay una esfera entera de la creación de Dios que existe totalmente independiente de los seres humanos.
Las cabras monteses y las gacelas existen sin interferencia humana. Expulsan sus crías y éstas luego crecen y maduran sin asistencia ni conocimiento humano.
El asno montés, eximido por Dios del servicio humano, vive una vida libre aunque dura y de nada sirve a los humanos. Esto es diferente de su primo domesticado, el asno manso, que es conducido por las bulliciosas calles de la ciudad.
Existe una diferencia aún mayor entre el buey domesticado y el toro salvaje[48], el más poderoso de los animales ungulados. Es ridículo pensar en él como útil a los seres humanos.
Algunos animales son salvajes y libres e imposibles de domesticar; otros, como el avestruz, son sencillamente ridículos. Aquí aparece el concepto popular de que el avestruz es un progenitor cruel y descuidado. En realidad, es únicamente durante el día que sus huevos son abandonados; de noche tanto el macho como la hembra se turnan para mantener el nido caliente. Dios ha creado animales cuyo comportamiento no tiene sentido; es decir, según las normas humanas.
El caballo de batalla no es totalmente inútil para los seres humanos, pero tiene una fuerza y valentía que lo cubre de misterio. Aun una criatura tan cercana a los seres humanos puede serles básicamente incomprensible. ¿Quién puede decir lo que da al caballo su fuerza, cómo puede reírse del temor y mostrarse impaciente por ir a la batalla?
El halcón y el águila son criaturas que ocasionalmente y por un instante son vistos por los seres humanos, pero mayormente viven en lugares donde éstos no pueden llegar. Son aves “inútiles” al hombre en forma directa, de rapiña e inmundas, sin embargo, fueron creadas por Dios y sus instintos naturales fueron implantados por él. Si Job puede aceptar eso, puede aceptar también que al me nos algunos casos de sufrimiento humano surgen sencillamente de la sabiduría inescrutable de Dios.
d) Conclusión.
El Señor nunca desprecia a Job, tampoco busca argumentar con él hasta lograr que se someta a Él. Concluye su primer discurso invitando simplemente a Job, su contrincante en el juicio, a que le conteste.
2) Primera respuesta de Job: No tiene nada que objetar.
Job no expresa sumisión, humillación ni derrota. Acepta que es indigno, ya que comprende las limitaciones de su entendimiento que el discurso de Adonay ha destacado. Pero hasta el momento, nada tiene que objetar, su caso todavía queda en pie. Dios le ha instado a contestar y Job invita al Señor a continuar su discurso. Job pone su mano sobre su boca porque todavía nada tiene que agregar.
3) Segundo discurso de Adonay: “Considera el poder de la creación”.
a) Introducción.
Adonay no puede estar intimidando a Job con su poder superior; porque Job siempre ha reconocido que Dios es más fuerte que él, y la cuestión es la justicia de Dios, no su poder. Adonay quiere decir que Job no puede por sí mismo ganarse la redención. Solo alguien con poder como Dios, y en control físico del universo puede tener la autoridad de emitir juicios también en la esfera moral. La redención de un ser humano es una tarea divina, y Job ha estado tratando de realizar la tarea de Dios al demandar justicia.
b) El Behemot.
El tema del capítulo 39 continúa, pero en lugar de breves pantallazos de la creación animal, aquí se presentan dos descripciones afectuosas del Behemot[49], el más feroz de los animales terrestres, y el Leviatán, la más temible de las criaturas marinas. Antes el enfoque era más en el misterio de la creación animal; ahora el tema es el terror y, a la vez, el esplendor de dos criaturas de Dios. Las descripciones del Behemot y del Leviatán contienen mucha exageración poética, pero pareciera que su intención es presentar criaturas reales. Son también simbólicas del caos, y el hecho de que Dios los haya creado demuestra su control sobre las potencias caóticas que pudieran amenazar su universo.
El Behemot es una obra maestra, literalmente una de las primeras obras de Dios, una referencia a Génesis 1.21, donde los “grandes monstruos marinos” son los primeros animales mencionados. Su alimento principal es la hierba; su hábitat es el cañaveral y el pantano junto al río. Resulta un poco extraño que las montañas produzcan comida para él, aunque los hipopótamos suben empinadas cuestas en busca de alimento[50]. Su fuerza es legendaria y no puede ser conquistado por los seres humanos ni pueden atraparlo con una soga atada a su nariz.
c) El Leviatán.
Se ha especulado que el Leviatán puede ser una referencia al delfín, al atún o a la ballena, pero la opinión general es que se trata de un cocodrilo. Aparece en la mitología cananea como Lotan, el monstruo de siete cabezas que mora en las profundidades y el Antiguo Testamento hace alusiones a este ser mitológico[51]. Así que el Leviatán aquí, como el Behemot, son símbolo de caos.
El Leviatán[52] no es de ningún uso práctico para los seres humanos. No puede ser atrapado ni domado ni convertido en algo dócil y domesticado; no puede ser utilizado para servir al ser humano ni como una mascota para entretener a los niños. No sirve para comer, ya que ni se lo puede atrapar. Verlo basta para ahuyentar a cazadores esperanzados. Job 41.10-11 quizá sugiere que si una persona valiente se atemoriza y huye de la presencia de un cocodrilo, solo un necio será tan imprudente como para acercarse al propio Dios.
El lenguaje aquí es sumamente poético e imaginativo, y no hemos de buscar descripciones exactas. La doble coraza está formada por duras escamas; sus partes inferiores, especialmente de la cola, son como escamas puntiagudas, y su movimiento en el agua hace hervir como caldera al mar. Pero quizá el que lance fuego con su aliento sea menos literalmente. El punto principal de esta poesía en honor al rey de todas las fieras arrogantes es la maravilla y grandeza de esta criatura que resulta tan repulsiva y hostil a los humanos. Este es el clímax de los discursos del Señor a Job, y Job comprende la enseñanza: El sufrimiento es un cocodrilo, un hipopótamo aterrador y misterioso y, sin embargo, es también parte de la creación de Dios con su propio esplendor.
4) Segunda respuesta de Job: Sus demandas se convierten en adoración.
A diferencia de su primera respuesta, que en realidad fue una negativa a responder, este discurso resuelve la disputa de Job con Dios. Porque Job reconoce el derecho de Dios de hacer lo que hace y, aunque Job no lo dice, aun al extremo de causar sufrimiento a una persona inocente. Así que lo que es nuevo acerca del conocimiento de Job de que todo lo puedes no es que Dios es todopoderoso, sino que tiene un propósito inevitable en cualquier cosa que hace. El sufrimiento de Job tiene sentido para Dios, aunque Dios no se lo ha explicado ni justificado de manera alguna. El error de Job ha sido reclamar una respuesta al problema del sufrimiento, lo que viene a ser meterse en un área que escapa la comprensión humana: dije cosas que no entendía, cosas demasiado maravillosas para mí.
Job recibe su redención de Dios en Job 42.10–17, pero más importante para Job es el hecho de que por medio de su clamor pidiendo una confrontación con Dios se ha encontrado realmente cara a cara con él. Que Dios haya roto el silencio y hablado con Job es mejor que cualquier redención. La experiencia personal de Dios trasciende el sufrimiento, el aislamiento y el sentido de injusticia tanto como trasciende la mera teoría de Dios.
¿De qué se “retracta” Job? ¿De qué se “arrepiente”? No puede ser de algún pecado, porque hemos sabido desde el principio que Job no es pecador; puede arrepentirse únicamente del lenguaje extremo que ha usado por su ignorancia. Quizá sea mejor aun tomar la palabra traducida retracto como “derrito”, o como dice en la versión BL95: “…retiro mis palabras…”[53]. Job todavía sufre, todavía se encuentra sobre el montículo de cenizas, pero su amargura ha sido aliviada y su tensión resuelta por su encuentro con Dios.
c. Epílogo.
¿Por qué no termina ya la historia de Job? Porque Job ha estado pidiendo redención, o sea una demostración pública proveniente de Dios de que Job es recto y que no merece ser castigado. Algunos lectores opinan que el final feliz arruina el libro de Job, porque parece apoyar la antigua doctrina de culpabilidad y castigo. ¿Acaso la teología de los amigos, que los rectos prosperan, no está demostrada en este epílogo del libro? No, porque los amigos insisten en que los rectos siempre prosperan y los malos siempre mueren. El caso de Job demuestra que no existe el “siempre”. Lo que el epílogo muestra es la complacencia de Dios en llenar de bendiciones a alguien que le sirve con fidelidad. Esto es como una bonificación, es una acción de la gracia de Dios y no algo que está obligado a realizar.
1) Redención delante de los amigos.
En esta escena encantadoramente irónica, Adonay recalca a los amigos que es Job, no ellos, quien ha sido verdaderamente mi siervo, y que es Job, y no ellos, quien ha hablado lo recto acerca de mí. Es casi un trastrocar cómico de sus papeles cuando el castigo por la necedad de los amigos fue descartado por la oración del recto y todavía sufriente Job. Los que se habían sentido superiores a Job son los que ahora necesitan ser perdonados; y Job no solo es reivindicado delante de ellos sino que se convierte en su defensor. ¿Cómo pueden ser consideradas necias las palabras respetuosas sobre Dios dichas por los amigos? Solo puede ser porque los amigos hablaron de Dios totalmente en tercera persona, como un objeto, mientras que Job insistió en dirigirse a Dios personalmente. En el momento del sufrimiento, limitarse a hablar de Dios es una necedad.
2) Redención pública.
Job ya ha sido redimido a los ojos de sus amigos, pero a los ojos de sus parientes y conciudadanos la señal de su redención por parte de Dios debe ser la restauración de sus bienes. Son restaurados en doble porción; quizá eso signifique compensación por la pérdida inmerecida que había sufrido Job. El consuelo que Job ha recibido de su encuentro con Dios se ve enriquecido por el consuelo que recibe de sus parientes. Los regalos de dinero y de pendientes de oro son muestras de estima más que obsequios para restaurar su riqueza, porque él ya había vuelto a prosperar. Tan rico vuelve a ser que hay bastante herencia aun para que la compartan sus hijas[54]. El epílogo concluye con una nota típica de las narraciones patriarcales del Génesis: Su muerte en la ancianidad, lleno de años, es la bendición final de Dios. Con esta escena volvemos al tono pastoril idílico con que comenzó el libro. Dentro de aquel mundo estilizado, tan distante del nuestro, ha sucedido un drama humano profundo que pertenece a todas las épocas.
[1] Job 4-5.
[2] Job 15.4.
[3] Jeremías 23.18, 22.
[4] Se refiere a los ángeles.
[5] Génesis 4.10.
[6] Job 18.4. NBLH
[7] La muerte era presentada en la mitología antigua como un rey señoreando sobre el mundo de los muertos. El primogénito de la muerte será uno de sus hijos, así como la enfermedad y los terrores son sus agentes que arrastran a la gente desde la vida hacia abajo a su reino.
[8] Job 19.2. NBLH
[9] Job 19.25.
[10] Job 21.13. BAD
[11] Job 21.8. NBLH
[12] Job 22.30. NBLH
[13] Job 23.10.
[14] Job 23.10-11.
[15] Job 26-29.
[16] Job 26.10.
[17] Rahab (Job 26.10) y Leviatán (Job 26.13).
[18] Job 27.13-23.
[19] Job 11.6. NBLH
[20] Eclesiastés 3.11. Ibid
[21] Job 38-41.
[22] Se ha escogido sólo un ejemplo de la sabiduría de los seres humanos: Su habilidad de extraer metales escondidos bajo la superficie de la tierra y se menciona cuatro metales que se extraen: Plata, oro, hierro y cobre. Se usan lámparas debajo de la tierra. La de los mineros es una tarea peligrosa y aislada: se descuelgan y se balancean al descender por el pozo. Existe una paradoja en el trabajo de las minas: En la superficie se trabaja tranquilamente el campo, mientras que debajo puede haber obstáculos violentos que vencer para llegar al metal. Por medio de su sabiduría, los humanos han creado debajo de la tierra senderos que los pájaros y las bestias no conocen y se han adueñado de la tierra.
[23] Job 28.22. El destructor.
[24] Job 27.11. NBLH
[25] Job 29.
[26] Job 30.
[27] Job 31.
[28] Romanos 3.10.
[29] Job 30.1, 9, 16. NBLH
[30] La idolatría es el único pecado religioso en el catálogo de crímenes de Job. Era normal en el mundo de la antigüedad adorar los cuerpos celestiales, pero para Job tal adoración hubiera sido ser vir a lo creado en lugar del Creador.
[31] No era falta de ética en la época de Job que uno se alegrara por el infortunio del que lo aborrece. Los salmistas a veces se muestran contentos ante el castigo de los malos (Salmos 54.7; 118.7; 137.8-9), pero Job ha seguido el espíritu de la ley que recomienda ayudar al enemigo (Éxodo 23.4-5; Proverbios 20.22; 24.17-18; 25.21-22).
[32] Job parece estar pensando aquí en ocasiones cuando hubiera podido pretender no saber de casos de necesidad. Ha sido generoso con los necesitados no sólo en casos de necesidad obvia, sino también en casos cuando él era el único que sabía de ella.
[33] Job no admite ningún pecado de hipocresía. “¿Acaso he cubierto mis transgresiones como Adán, Ocultando en mi seno mi iniquidad,…?
[34] Job 31.40. NBLH
[35] Job 38-41.
[36] Job 32.2. BL95.
[37] Job 6.3.NBLH
[38] Salmos 18.7-15; Nahum 1.3; Zacarías 9.14.
[39] Job 38.3. NBLH. En otras versiones encontramos lo siguiente: BAD: “Prepárate a hacerme frente”; BL95: “Amárrate los pantalones como hombre”; CAB: “Cíñete los flancos como valiente”; DHH: “Muéstrame ahora tu valentía”; JER: “Ciñe tus lomos como un bravo”; NC: “Cíñete, pues, como varón tus lomos”; NM: “Cíñete los lomos, por favor, como hombre físicamente capacitado”.
[40] Génesis 7.11.
[41] Job 38.17. La versión JER dice: “país de la Sombra”.
[42] Job 38.20. DHH
[43] Éxodo 9.22-26; Josué 10.11; Isaías 30.30.
[44] Temporal.
[45] Génesis 7.11.
[46] Las Pléyades, que significa “palomas” en griego, también conocidas como “Objeto Messier 45”, “Messier 45”, “M45”, “Las Siete Hermanas” o “Cabrillas”, es un objeto visible a simple vista en el cielo nocturno con un prominente lugar en la mitología antigua, situado a un costado de la constelación Tauro. Las Pléyades son un grupo de estrellas muy jóvenes las cuales se sitúan a una distancia aproximada de 450 años luz de la Tierra y están contenidas en un espacio de treinta años luz. Las estrellas más grandes y brillantes del cúmulo son de color blanco-azulado y cerca de cinco veces más grandes que el Sol.
[47] Orión, el Cazador, es una constelación prominente, quizás la mejor conocida del cielo. Sus estrellas brillantes y visibles desde ambos hemisferios en invierno hacen que esta constelación sea reconocida universalmente. Orión se encuentra cerca de la constelación del río Eridanus y apoyado por sus dos perros de caza Canis Maior y Canis Minor peleando con la constelación del Tauro.
[48] El uro, en otras lenguas europeas, aurochs, es una raza de toro salvaje que dio lugar tras su domesticación a la mayor parte del ganado vacuno actual. Se encuentra extinto desde 1627. Con relativa frecuencia, mucha gente tiende a confundir los uros con los bisontes europeos, pero son animales diferentes.
[49] Se cree que el Behemot estaría seguramente asociado al hipopótamo. Aparece mencionado junto a otro monstruo, Leviatán, que representaría al cocodrilo, para aludir a Egipto. La caza de hipopótamos y cocodrilos fue un peligroso deporte practicado con cierta frecuencia por la realeza egipcia, como puede contemplarse en algunos frescos y relieves de esa cultura. Alguien ha sugerido que el Behemot puede ser un brontosaurio ya que habla de una cola como la de un cedro, y bien sabemos que la cola del hipopótamo no es digna de ser descrita de esa manera, mientras que la del otro sí.
[50] Otro punto más a favor de los brontosaurios.
[51] Salmos 74.13-14; Isaías 27.1.
[52] Si aceptamos la idea del brontosaurio en el caso del Behemot, bien pudiera ser que el Leviatán se refiera a algún otro tipo de dinosaurio.
[53] Job 42.6.
[54] Por lo general las hijas heredaban únicamente cuando no había herederos varones (Números 27).