l. Ascensión de Jesús (Marcos 16.19; Lucas 24.50-51).
La Gran Comisión fue dada en Galilea, en el monte señalado. Tal vez Marcos 16.19 se refiera a las instrucciones que Jesús dio a sus apóstoles durante los cuarenta días en que estuvo con ellos, incluyendo las palabras finales registradas en Lucas 24.50-51 y en Hechos 1.6-9. De Galilea, Jesús les dirigió a Jerusalén, y el día de su ascensión al cielo, “los sacó fuera hasta Betania”, o “junto a Betania”[1].
No hay contradicción entre Lucas 24.50 y Hechos 1.7, porque Betania quedaba en la vertiente este del monte de los Olivos. Fue allí donde Jesús fue levantado al cielo y una nube le ocultó. Él ascendió para sentarse a la derecha de Dios Padre.
m. Regreso a Jerusalén (Lucas 24.52-53).
Ellos, los discípulos, “después de haberle adorado”, a pesar de las enseñanzas de los russellistas, regresaron a Jerusalén, ya no con tristeza, sino “con gran gozo”; ya no para estar escondidos en un aposento, sino para estar “siempre en el Templo”. Algunos consideran que el “aposento alto” pertenecía a alguno de los edificios del Templo.
Aquí termina Lucas su narración, aunque la retoma en el llamado libro de “Hechos de los Apóstoles”.
n. Inicio de la Iglesia (Marcos 16.20).
Marcos da un lacónico final, en donde relata la obra misionera de los discípulos, que recibían la ayuda del Señor que confirmaba “la Palabra con las señales que la seguían”. Cristo cumplió con su promesa de acompañar a sus apóstoles. Las señales, milagros y prodigios sirvieron su propósito de confirmar la Palabra predicada, probando que es de Dios. Esta Palabra confirmada produce la fe que salva[2].
“Amén”. Este término expresa veracidad “de cierto”[3]. Se omite aquí en algunos manuscritos antiguos. Se considera una adición hecha por algún copista.
Así termina Marcos lo que principió en 1.1: narrar “el Evangelio de Jesucristo, Hijo de Dios”.
[1] Lucas 24.50.
[2] Juan 20.30-31.
[3] Juan 3.3.
La Gran Comisión fue dada en Galilea, en el monte señalado. Tal vez Marcos 16.19 se refiera a las instrucciones que Jesús dio a sus apóstoles durante los cuarenta días en que estuvo con ellos, incluyendo las palabras finales registradas en Lucas 24.50-51 y en Hechos 1.6-9. De Galilea, Jesús les dirigió a Jerusalén, y el día de su ascensión al cielo, “los sacó fuera hasta Betania”, o “junto a Betania”[1].
No hay contradicción entre Lucas 24.50 y Hechos 1.7, porque Betania quedaba en la vertiente este del monte de los Olivos. Fue allí donde Jesús fue levantado al cielo y una nube le ocultó. Él ascendió para sentarse a la derecha de Dios Padre.
m. Regreso a Jerusalén (Lucas 24.52-53).
Ellos, los discípulos, “después de haberle adorado”, a pesar de las enseñanzas de los russellistas, regresaron a Jerusalén, ya no con tristeza, sino “con gran gozo”; ya no para estar escondidos en un aposento, sino para estar “siempre en el Templo”. Algunos consideran que el “aposento alto” pertenecía a alguno de los edificios del Templo.
Aquí termina Lucas su narración, aunque la retoma en el llamado libro de “Hechos de los Apóstoles”.
n. Inicio de la Iglesia (Marcos 16.20).
Marcos da un lacónico final, en donde relata la obra misionera de los discípulos, que recibían la ayuda del Señor que confirmaba “la Palabra con las señales que la seguían”. Cristo cumplió con su promesa de acompañar a sus apóstoles. Las señales, milagros y prodigios sirvieron su propósito de confirmar la Palabra predicada, probando que es de Dios. Esta Palabra confirmada produce la fe que salva[2].
“Amén”. Este término expresa veracidad “de cierto”[3]. Se omite aquí en algunos manuscritos antiguos. Se considera una adición hecha por algún copista.
Así termina Marcos lo que principió en 1.1: narrar “el Evangelio de Jesucristo, Hijo de Dios”.
[1] Lucas 24.50.
[2] Juan 20.30-31.
[3] Juan 3.3.