Capítulo 19
1. 19.1-3. Los
romanos acostumbraban azotar antes de crucificar a los condenados, pero Pilato
lo hizo con la idea de causar lástima en los judíos si le veían azotado[1]
y que se complacieran con este castigo.
Aunque entre los judíos no se permitía más de 39 azotes, entre los romanos no había número limitado. Las flagelaciones romanas eran conocidas por ser terriblemente brutales. Los verdugos procedían a su antojo. El poeta latino Horacio califica al látigo de horrible[2]. Los azotes más comunes eran de tres cuerdas: Una, de cuero de buey; las otras dos, de asno. El “flagellum” o látigo no era de simples correas; iban estas guarnecidas de pequeños huesos que cortaban la carne severamente, de bolitas de plomo e incluso de agudas puntas de hierro para aumentar el sufrimiento infligido ya que provocaban moretones o contusiones, las cuales se abrían con los demás golpes. Se lo usaba no solo como medio de castigo, sino también para extraer confesiones e información[3]. Los condenados a muerte a menudo recibían azotes antes de morir, como en el caso de Jesús. Se desnudaba a la víctima hasta la cintura, generalmente se la ataba a un poste con las dos manos unidas, quedaba encorvado y la espalda muy a propósito para recibir los azotes y se le flagelaba la espalda con golpes lacerantes. La espalda quedaba tan desgarrada que la espina dorsal a veces quedaba expuesta debido a los cortes tan profundos. Los latigazos iban desde los hombros pasando por la espalda, las nalgas, y las piernas; los golpes alcanzaban el vientre, el pecho, incluso la cara. Se creaban las condiciones para producir pérdida importante de líquidos, sangre y plasma. Hay que tener en cuenta que la hematidrosis había dejado la piel muy sensible en Jesús.
Eusebio nos cuenta que los mártires de Esmirna, torturados cerca del 155 d.C., recibieron un castigo tan brutal que las venas, los tendones y los músculos quedaron a la vista, y hasta los intestinos resultaron visibles. La víctima podía experimentar un dolor tan grande que le llevase a una conmoción hipovulémica. Hipo significa “bajo”, “vol” se refiere a volumen, y “émica” significa “sangre”, por lo tanto, conmoción hipovolémica quiere decir que la persona sufre efectos de la pérdida de una gran cantidad de sangre. Esto causa 4 efectos:
a. El corazón se acelera para tratar de bombear sangre que no existe.
b. Baja la presión sanguínea, lo que provoca un desmayo o colapso.
c. Los riñones dejan de producir orina para mantener el volumen restante.
d. La persona comienza a sentirse sedienta porque el cuerpo ansía fluidos para reponer el volumen de sangre perdido[4].
Las leyes porciana y valeriana prohibían que se azotara a los ciudadanos romanos; y Pablo, como tal, sacó partido de esta excepción[5]. Pero no protegían ni a los extranjeros, ni a los esclavos ni a los libertos que no eran ciudadanos romanos. Algunos inicuos gobernadores del imperio, como Floro, por ejemplo, se preocupaban muy poco de los privilegios de los ciudadanos romanos de provincia, y los hacían azotar a pesar de las prohibiciones de la ley[6].
Debemos tomar en cuenta que aunque Pilato mandó a azotar a Jesús, lo hizo de manera ilegal, ya que aún no se había condenado al prisionero y antes bien, Pilato había declarado que era inocente. Así también fue la burla y el abuso cometido por los soldados, que en realidad se burlaban de la idea de un rey judío. A Jesús, le fue colocada sobre su cabeza, como emblema irónico de su realeza una corona de espinas. En Palestina abundan los arbustos espinosos, que pudieron servir para este fin; se utilizó el Zizyphus o Azufaifo, llamado Spina Christi, de espinas agudas, largas y corvas[7].
2. 19.4 Es toda una incongruencia la que vemos aquí, Pilato trataba de liberar a Jesús porque no encontró ningún delito en él, pero lo castigo como si fuese un criminal, y ahora sale y le dice al pueblo que lo vieran castigado y que no había crimen que castigar.
3. 19.5-8 Sale Jesús en un estado lamentable, después de haber sido azotado y tras eso con el escarnio que le hicieron los soldados. Pilato lo presenta buscando compasión por parte de sus acusadores, pero en lugar de eso, lo que escucha es el clamor del odio por parte de los judíos que gritan furiosos: “¡Empálalo! ¡Empálalo!” Esta actitud hace que Pilato reaccione enojado, de tal manera que les dice: ¡Háganlo ustedes! Yo considero que es inocente. ¡Cómo nos asombra esta situación! Pilato era conocido por su odio a los judíos, para él la vida de uno de ellos valía poco, era un soldado acostumbrado a matar, a pesar de ello está empeñado en dejar en libertad a Jesús; por otro lado, los líderes religiosos del llamado “Pueblo de Dios” están luchando por asesinar a un inocente.
Pero los judíos usan un arma que Pilato no esperaba: La mención de una ley. Si bien es cierto que los judíos manipulaban la Ley a su antojo y que estaban bajo el yugo de Roma, los conquistadores tenían la costumbre de permitir a los pueblos conquistados que siguieran gobernándose con las leyes que no afectaran los intereses del imperio, por lo que si los judíos tenían una ley y Pilato no la respetaba, podían los judíos elevar una queja ante el Emperador contra Pilato, es por eso que él se llena de temor.
4. 19.9-10. Pilato estaba confundido, tenía ante él a un hombre que según las evidencias era judío, pero por el testimonio que recibía incluso de los enemigos, le decía que Jesús era de un lugar superior, y la base de la acusación hecha por los líderes judíos, le decía que realmente Jesús era de ese lugar.
Jesús guardó silencio porque Pilato estaba repitiendo la pregunta. Aunque Pilato estaba convencido de la inocencia de Jesús, no era un seguidor de la verdad. Es más, la siguiente declaración de Pilato hace ver que él suponía que Jesús debía estar agradecido por sus esfuerzos por liberarle y debía esperar que al final Pilto fuera tan benevlente que le libertara, así que cuando Jesús calla, Pilato se siente ofendido.
5. 19.11 La respuesta de Jesús ahora contesta también la anterior. Todo aquel que está en eminencia recibe la autoridad de parte de Dios, sea un buen o un mal gobernante.
También es cierto que aunque los romanos fueron los que ejecutaron la muerte de Jesús, en primer lugar Judas era culpable, porque él lo entregó a los judíos, pero estos eran culpables porque entregaron a Jesús a los romanos. Los líderes judíos tenían más culpa que los romanos, a pesar que el Papa Benedicto XVI les librara de esto, delante de Dios ellos fueron culpables y por ello dejaron de ser el Pueblo de Dios, porque no pudieron ver la evidencia de que Jesús es el Hijo de Dios, el Mesías prometido.
No podemos negar que los judíos utilizaron todo su esfuerzo para que Jesús muriera en manos de los romanos, que como hemos dicho antes, a pesar de su paganismo y de su frialdad por ser soldados, buscaron, por medio de Pilato, liberar a Jesús. Eran los judíos los que habían sido testigos de los milagros hechos por Jesús y habían escuchado sus enseñanzas de vida, pero aún así decidieron asesinarle y aceptaron tener la culpa[8]. Pero no podemos culpar solo a los judíos de la muerte de Jesús, sino que todos los seres humanos, sin importar nacionalidad, somos culpables del pecado y el fin de Jesús de venir a la tierra fue el morir por cada uno de nosotros los pecadores.
6. 19.12-15 Pilato supo desde un principio que Jesús era inocente y siempre buscó liberarlo ya que no había ninguna causa para acusarle, de hecho, cuando a Jesús quisieron coronarlo como rey, Él se apartó, por lo que la acusación de los judíos en este sentido no tenía base[9]. Nunca se manifestó Jesús contra Roma, sino que más bien enseñó que se le diera a César lo que le pertenecía[10].
Cuando los judíos ven que Pilato está dispuesto a liberar a Jesús, usan un ardid para atemorizarle: Le amenazan con acusarle de traición.
Tiberio Claudio Nerón o Tiberio César Augusto, nació el 16 de Noviembre del 42 a.C. y fue un emperador del Imperio romano que gobernó desde el 18 de Setiembre del 14 hasta su muerte, el 16 de Marzo del 37. Se convirtió tras su muerte en el segundo emperador romano perteneciente a la Dinastía Julio-Claudia. Era hijo de Tiberio Claudio Nerón y Livia Drusilla, perteneciendo por tanto a la gens Claudia. Su familia se emparentó con la familia imperial cuando su madre se divorció de su padre y contrajo matrimonio con Octavio Augusto. Tras este matrimonio, Tiberio se casó con la hija de Augusto, Julia la Mayor. Fue adoptado formalmente por Augusto el 26 de Junio del año 4, entrando a formar parte de la gens Julia. Tras la adopción, se le concedieron poderes tribunicios por diez años. A lo largo de su vida, Tiberio vio desaparecer progresivamente a todos sus posibles rivales en la sucesión gracias a una serie de oportunas muertes. Los descendientes de Augusto y Tiberio continuaron gobernando el Imperio durante los próximos cuarenta años hasta la muerte de Nerón.
Como tribuno, reorganizó de nuevo el ejército, reformando la ley militar y creando nuevas legiones. El tiempo en filas ascendió a veinte años. Tras cumplir el tiempo de servicio, los soldados recibían una paga cuyo importe provenía de un impuesto del 5% sobre las herencias.
No obstante, posteriormente se enemistó con el emperador Augusto, y se vio obligado a exiliarse en Rodas. Sin embargo, tras la muerte de los nietos mayores de Augusto y previsibles herederos del Imperio, Cayo César y Lucio Julio César, unidos al destierro por traición de su nieto menor, Póstumo César, fue llamado por el emperador y nombrado sucesor.
En el año 13 los poderes de Augusto y de Tiberio fueron prorrogados por diez años. Sin embargo Augusto murió el 19 de Agosto del 14, dejando a Tiberio como único heredero. Tiberio sucedió al emperador Augusto el 19 de Agosto del año 767 desde la fundación de Roma, correspondiente al año 14 del calendario cristiano actual. Tras su entronización, todos los poderes fueron transferidos a Tiberio sin ningún plazo.
Tiberio se convirtió en uno de los más grandes generales de Roma. En sus campañas en Panonia, Ilírico, Recia y Germania, Tiberio sentó las bases de lo que posteriormente se convertiría en la frontera norte del Imperio. Sin embargo, a Tiberio se le llegó a recordar como un oscuro, recluido y sombrío gobernante, que realmente nunca quiso ser emperador; Plinio el Viejo lo llamó “el más triste de los hombres”. Tras la muerte en el año 23 del hijo de Tiberio, Julio César Druso, la calidad de su gobierno declinó y su reinado terminó en terror. En 26 Tiberio se autoexilió de Roma y dejó la administración en manos de sus dos prefectos pretorianos Lucio Elio Sejano y Quinto Nevio Cordo Sutorio Macro. Tiberio adoptó a su nieto Calígula para que le sucediera en el trono imperial[11].
Pilato debió haber sentido un gran enojo al ser amenazado de manera tan descarada. No eran precisamente los judíos los más apropiados de hablar de fidelidad a Roma y a César. Pero las palabras de los judíos surtieron efecto en Pilato. Él no tenía todo el aprecio en Roma, así que si una queja de traición llegaba a oídos de César, podía costarle muy caro.
Pilato se sienta en el estrado judicial para dictar sentencia. Los religiosos judíos habían vencido al militar romano; la suerte de Jesús estaba echada.
Pilato se sienta en el Empedrado o “Gábbatha”, que es un término arameo, ya que “hebreo” en Juan, como en otros autores neotestamentarios, se refiere a la lengua aramea, que era la comúnmente hablada entonces en Judea. No se trata de una simple traducción de “Lithostrotos”, que más propiamente designa el pavimento enlozado o de mosaico que se encontraba en el tribunal, sino que se extendía también al frente del pretorio de Pilato, donde tal pavimento había sido puesto. Esto se demuestra por la costumbre de Juan, que en otras partes da nombres arameos a sitios específicos, que no son meras traducciones del griego. Esto también se comprueba por el hecho de que “Gábbatha” se deriva de una raíz que significa “espalda” o “elevación”, que se refiere no al tipo de pavimento, sino a la “elevación” del sitio en cuestión. Parece pues que los dos nombres “Lithostrotos” y “Gábbatha”se debían a diferentes características del lugar donde Pilato condenó a muerte a nuestro Señor. El nombre arameo se derivó de la configuración del sitio, el griego de la naturaleza del pavimento.
Algunos comentaristas han hecho esfuerzos por identificar “Gábbatha” ya sea con la parte exterior de la corte del Templo, que se sabe estaba pavimentada, o con el lugar de reunión del Gran Sanedrín, que estaba mitad dentro y mitad fuera de aquella corte externa del Templo; pero estos esfuerzos no pueden considerarse exitosos. Lo único que puede concluirse con certeza de las palabras de Juan 19.13 es que “Gábbatha” denota el lugar usual de Jerusalén, donde Pilato tenía su tribunal, donde hizo que Jesús fuera traído, donde habría realizado su audiencia, y en presencia de la multitud judía, su formal y final sentencia de condenación[12].
Era muy temprano, cerca de las seis de la mañana. Aquí Juan no está usando el uso horario de los judíos, sino el de los romanos. Los romanos dividían el día en 24 horas, de las cuales 12 marcaban el día y otras 12 la noche. Si bien esto puede reflejar una semejanza con la manera actual de medir los días, el proceso era muy diferente. Las horas eran variables es decir, que cada hora tenía su lugar en el día y variaba si el día era más corto o más largo. El comienzo del día se daba con la salida del Sol y el final del día llegaba con la siguiente salida del Sol. Como todos sabemos, los días, refiriéndonos a los momentos de luz y Sol, pueden ser más largos dependiendo de la estación del año. En verano el día durará más que la noche, y la noche se prolongará más que el día en invierno. Algo que traería muchos problemas a la manera de asignar las horas establecidas. La solución fue implementar horas versátiles adecuadas a la época del año. Es aquí donde radica una de las mayores diferencias con nuestra manera actual de medir el tiempo. Por ejemplo a partir del 21 de Junio, cuando los días por su estación se hacían más largos, las horas romanas tendrían el equivalente a 1 hora con 16 minutos de nuestra escala temporal. El 21 de Diciembre, cuando las noches pasaban a alargarse, las horas del día pasarían a tener el equivalente a 44 minutos actuales. No siempre eran exactamente 1 hora con 16 minutos en verano y 44 minutos en invierno. El tiempo relativo de estas variaba dependiendo del día, es decir, mientras más se acercara el verano más se iba alargando el día y mientras más se iba acercando el invierno más se acortaba el día, alargándose y acortándose las horas junto con estos. Había dos días en que las horas romanas equivalían a 60 minutos exactos. Era durante los equinoccios de Marzo 21 y Setiembre 21.
No debemos asumir por esto que dicha costumbre podía traerle problema alguno a los romanos. Si tenemos en cuenta que dicho sistema era normal para ellos y que se utilizaban relojes de Sol. Los cuales estaban divididos en 11 líneas que cortaban la circunferencia del reloj en gajos, 11 y no 12 ya que cuando la sombra del indicador se posara sobre la primer línea significaba que ya había pasado la prima hora. Entonces ya que el tiempo de exposición del Sol en invierno es menor que en verano, podemos observar que el tiempo que medirá el reloj de Sol se adecua a la utilización de horas mas cortas y horas mas largas.
Las horas eran prima hora, secunda hora, tertia hora, quarta hora, quinta hora, sexta hora, septima hora, octava hora, nona hora, decima hora, undécima hora, duodécima hora[13].
Por otro lado, desde tiempos muy antiguos hasta nuestros días, los israelitas han calculado el día de un atardecer hasta el próximo atardecer, o mejor dicho desde el atardecer hasta la aparición de las tres estrellas que marcan el inicio del nuevo día[14]. Antes de la división del día en horas, se tenía la de la noche en tres vigilias: La primera hasta la media noche; la segunda o vigilia intermedia hasta las 3 a.m.; y la tercera o vigilia matutina hasta las 6 a.m.[15]
Era la preparación de la Pascua. Las fiestas principales judías eran Pascua, Pentecostés y Tabernáculos, cuya celebración se basaba en acontecimientos anualmente esperados por agricultores y ganaderos, relacionados desde siempre con Dios y, más tarde, con algunos hechos salvíficos históricos. De estas tres fiestas, la de la Pascua era la más antigua e importante de Israel. Recordemos que la palabra griega pascha es traducción del arameo phasha y del hebreo pesah, que significan “paso” o “tránsito”.
Así como para los agricultores el comienzo del año era en otoño, para los nómadas empezaba en primavera. En todo caso, en Pascua florecían las primeras espigas, con cuya harina se obtenían los panes ázimos, es decir, los panes sin la levadura vieja perteneciente a la cosecha anterior. Además, coincidiendo con el florecimiento del desierto, las ovejas tienen sus crías. La noche pascual tuvo su origen en la luna llena de primavera, momento en que los pastores se despedían con una comida: Cordero, hierbas amargas, pan ázimo; dispuestos a cambiar de lugar de pastos: Vestido ceñido, sandalias y bastón. Precisamente cuando los judíos preparaban sus panes ázimos para ofrecerlos a Adonay, tuvo lugar el paso del ángel del Señor para salvar a su pueblo de la esclavitud de Egipto.
La Pascua judía era celebrada desde sus orígenes con una comida. A los panes ázimos se añadió el rito del sacrificio y banquete de un cordero. Así se recordaría anualmente la Pascua del Señor, la liberación del pueblo. El acontecimiento del éxodo de Israel y su salida de Egipto hacia la tierra prometida se conmemoró mediante la institución pascual o el memorial de liberación: Salida hacia la libertad, final de la antigua existencia y donación de nueva vida. Celebrada por las tribus en su lugar de asentamiento, la Pascua se restringió más tarde a Jerusalén y al Templo, convertidos en lugares de peregrinación. En tiempos de Jesús, la Pascua era la fiesta más importante de los judíos. Según Éxodo 12 y Deuteronomio 16, la Pascua es el “paso de Dios” para salvar a su pueblo de la esclavitud y llevarlo a la libertad. Según una tradición judía, la Pascua era asimismo aniversario de la creación.
El rito fundamental de la Pascua era la cena en familia o en fraternidad, a base de cordero, signo de la compasión de Dios; pan ázimo, miseria sufrida; hierbas amargas, esclavitud; y salsa roja, trabajos forzados en Egipto. Se conmemoraba la liberación de la servidumbre de Egipto, la alegría por la libertad adquirida y la espera de la venida salvadora del Mesías. Las muchedumbres se agolpaban en Jerusalén. Los padres de familia iban oportunamente al Templo con su correspondiente cordero para ser degollado en la “preparación” por un sacerdote. Era noche de rebelión y de “cuchillos largos” o de espadas. Pero, sobre todo, noche de esperanza esjatológica en la liberación definitiva que llevaría a cabo el Mesías[16].
Pilato, al no poder librar a Jesús, decidió pasar la responsabilidad de la muerte de ese inocente a quien correspondía, y les presenta a Jesús como el Rey de los judíos, lo cual rechazan los líderes que no tienen ni siquiera cuidado de ver que están cayendo en idolatría al decir que su rey es César, negando de esta forma que Dios era quien reinaba en Israel[17] y rechazan de plano la promesa del Mesías a quien decían estar esperando.
[1] Lucas 23.16.
[2] Sátiras, 1,31.
[3] Hechos 22.24.
[4] www.corazones.org/jesus/sufrimientos_pasion_medicina
[5] Hechos 22.25-37.
[6] www.wikicristiano.org/diccionario-biblico/.../castigo; webs.ono.com/.../crucifixio.
[7] www.fluvium.org/textos/lectura/lectura407.htm
[8] Mateo 27.25.
[9] Juan 6.15.
[10] Mateo 22.21.
[11] Wikipedia. Tiberio.
[12] Wikipedia. Gábbatha.
[13] www.imperivm.org/.../calendario-romano.
[14] Levítico 23.32.
[15] Enciclopedia católica. División del día de los judíos.
[16] www.mercaba.org/DIESDOMINI/SS/historia_de_la_pascua.
[17] Jueces 8.23; 1 Samuel 8.7; 12.12.
Aunque entre los judíos no se permitía más de 39 azotes, entre los romanos no había número limitado. Las flagelaciones romanas eran conocidas por ser terriblemente brutales. Los verdugos procedían a su antojo. El poeta latino Horacio califica al látigo de horrible[2]. Los azotes más comunes eran de tres cuerdas: Una, de cuero de buey; las otras dos, de asno. El “flagellum” o látigo no era de simples correas; iban estas guarnecidas de pequeños huesos que cortaban la carne severamente, de bolitas de plomo e incluso de agudas puntas de hierro para aumentar el sufrimiento infligido ya que provocaban moretones o contusiones, las cuales se abrían con los demás golpes. Se lo usaba no solo como medio de castigo, sino también para extraer confesiones e información[3]. Los condenados a muerte a menudo recibían azotes antes de morir, como en el caso de Jesús. Se desnudaba a la víctima hasta la cintura, generalmente se la ataba a un poste con las dos manos unidas, quedaba encorvado y la espalda muy a propósito para recibir los azotes y se le flagelaba la espalda con golpes lacerantes. La espalda quedaba tan desgarrada que la espina dorsal a veces quedaba expuesta debido a los cortes tan profundos. Los latigazos iban desde los hombros pasando por la espalda, las nalgas, y las piernas; los golpes alcanzaban el vientre, el pecho, incluso la cara. Se creaban las condiciones para producir pérdida importante de líquidos, sangre y plasma. Hay que tener en cuenta que la hematidrosis había dejado la piel muy sensible en Jesús.
Eusebio nos cuenta que los mártires de Esmirna, torturados cerca del 155 d.C., recibieron un castigo tan brutal que las venas, los tendones y los músculos quedaron a la vista, y hasta los intestinos resultaron visibles. La víctima podía experimentar un dolor tan grande que le llevase a una conmoción hipovulémica. Hipo significa “bajo”, “vol” se refiere a volumen, y “émica” significa “sangre”, por lo tanto, conmoción hipovolémica quiere decir que la persona sufre efectos de la pérdida de una gran cantidad de sangre. Esto causa 4 efectos:
a. El corazón se acelera para tratar de bombear sangre que no existe.
b. Baja la presión sanguínea, lo que provoca un desmayo o colapso.
c. Los riñones dejan de producir orina para mantener el volumen restante.
d. La persona comienza a sentirse sedienta porque el cuerpo ansía fluidos para reponer el volumen de sangre perdido[4].
Las leyes porciana y valeriana prohibían que se azotara a los ciudadanos romanos; y Pablo, como tal, sacó partido de esta excepción[5]. Pero no protegían ni a los extranjeros, ni a los esclavos ni a los libertos que no eran ciudadanos romanos. Algunos inicuos gobernadores del imperio, como Floro, por ejemplo, se preocupaban muy poco de los privilegios de los ciudadanos romanos de provincia, y los hacían azotar a pesar de las prohibiciones de la ley[6].
Debemos tomar en cuenta que aunque Pilato mandó a azotar a Jesús, lo hizo de manera ilegal, ya que aún no se había condenado al prisionero y antes bien, Pilato había declarado que era inocente. Así también fue la burla y el abuso cometido por los soldados, que en realidad se burlaban de la idea de un rey judío. A Jesús, le fue colocada sobre su cabeza, como emblema irónico de su realeza una corona de espinas. En Palestina abundan los arbustos espinosos, que pudieron servir para este fin; se utilizó el Zizyphus o Azufaifo, llamado Spina Christi, de espinas agudas, largas y corvas[7].
2. 19.4 Es toda una incongruencia la que vemos aquí, Pilato trataba de liberar a Jesús porque no encontró ningún delito en él, pero lo castigo como si fuese un criminal, y ahora sale y le dice al pueblo que lo vieran castigado y que no había crimen que castigar.
3. 19.5-8 Sale Jesús en un estado lamentable, después de haber sido azotado y tras eso con el escarnio que le hicieron los soldados. Pilato lo presenta buscando compasión por parte de sus acusadores, pero en lugar de eso, lo que escucha es el clamor del odio por parte de los judíos que gritan furiosos: “¡Empálalo! ¡Empálalo!” Esta actitud hace que Pilato reaccione enojado, de tal manera que les dice: ¡Háganlo ustedes! Yo considero que es inocente. ¡Cómo nos asombra esta situación! Pilato era conocido por su odio a los judíos, para él la vida de uno de ellos valía poco, era un soldado acostumbrado a matar, a pesar de ello está empeñado en dejar en libertad a Jesús; por otro lado, los líderes religiosos del llamado “Pueblo de Dios” están luchando por asesinar a un inocente.
Pero los judíos usan un arma que Pilato no esperaba: La mención de una ley. Si bien es cierto que los judíos manipulaban la Ley a su antojo y que estaban bajo el yugo de Roma, los conquistadores tenían la costumbre de permitir a los pueblos conquistados que siguieran gobernándose con las leyes que no afectaran los intereses del imperio, por lo que si los judíos tenían una ley y Pilato no la respetaba, podían los judíos elevar una queja ante el Emperador contra Pilato, es por eso que él se llena de temor.
4. 19.9-10. Pilato estaba confundido, tenía ante él a un hombre que según las evidencias era judío, pero por el testimonio que recibía incluso de los enemigos, le decía que Jesús era de un lugar superior, y la base de la acusación hecha por los líderes judíos, le decía que realmente Jesús era de ese lugar.
Jesús guardó silencio porque Pilato estaba repitiendo la pregunta. Aunque Pilato estaba convencido de la inocencia de Jesús, no era un seguidor de la verdad. Es más, la siguiente declaración de Pilato hace ver que él suponía que Jesús debía estar agradecido por sus esfuerzos por liberarle y debía esperar que al final Pilto fuera tan benevlente que le libertara, así que cuando Jesús calla, Pilato se siente ofendido.
5. 19.11 La respuesta de Jesús ahora contesta también la anterior. Todo aquel que está en eminencia recibe la autoridad de parte de Dios, sea un buen o un mal gobernante.
También es cierto que aunque los romanos fueron los que ejecutaron la muerte de Jesús, en primer lugar Judas era culpable, porque él lo entregó a los judíos, pero estos eran culpables porque entregaron a Jesús a los romanos. Los líderes judíos tenían más culpa que los romanos, a pesar que el Papa Benedicto XVI les librara de esto, delante de Dios ellos fueron culpables y por ello dejaron de ser el Pueblo de Dios, porque no pudieron ver la evidencia de que Jesús es el Hijo de Dios, el Mesías prometido.
No podemos negar que los judíos utilizaron todo su esfuerzo para que Jesús muriera en manos de los romanos, que como hemos dicho antes, a pesar de su paganismo y de su frialdad por ser soldados, buscaron, por medio de Pilato, liberar a Jesús. Eran los judíos los que habían sido testigos de los milagros hechos por Jesús y habían escuchado sus enseñanzas de vida, pero aún así decidieron asesinarle y aceptaron tener la culpa[8]. Pero no podemos culpar solo a los judíos de la muerte de Jesús, sino que todos los seres humanos, sin importar nacionalidad, somos culpables del pecado y el fin de Jesús de venir a la tierra fue el morir por cada uno de nosotros los pecadores.
6. 19.12-15 Pilato supo desde un principio que Jesús era inocente y siempre buscó liberarlo ya que no había ninguna causa para acusarle, de hecho, cuando a Jesús quisieron coronarlo como rey, Él se apartó, por lo que la acusación de los judíos en este sentido no tenía base[9]. Nunca se manifestó Jesús contra Roma, sino que más bien enseñó que se le diera a César lo que le pertenecía[10].
Cuando los judíos ven que Pilato está dispuesto a liberar a Jesús, usan un ardid para atemorizarle: Le amenazan con acusarle de traición.
Tiberio Claudio Nerón o Tiberio César Augusto, nació el 16 de Noviembre del 42 a.C. y fue un emperador del Imperio romano que gobernó desde el 18 de Setiembre del 14 hasta su muerte, el 16 de Marzo del 37. Se convirtió tras su muerte en el segundo emperador romano perteneciente a la Dinastía Julio-Claudia. Era hijo de Tiberio Claudio Nerón y Livia Drusilla, perteneciendo por tanto a la gens Claudia. Su familia se emparentó con la familia imperial cuando su madre se divorció de su padre y contrajo matrimonio con Octavio Augusto. Tras este matrimonio, Tiberio se casó con la hija de Augusto, Julia la Mayor. Fue adoptado formalmente por Augusto el 26 de Junio del año 4, entrando a formar parte de la gens Julia. Tras la adopción, se le concedieron poderes tribunicios por diez años. A lo largo de su vida, Tiberio vio desaparecer progresivamente a todos sus posibles rivales en la sucesión gracias a una serie de oportunas muertes. Los descendientes de Augusto y Tiberio continuaron gobernando el Imperio durante los próximos cuarenta años hasta la muerte de Nerón.
Como tribuno, reorganizó de nuevo el ejército, reformando la ley militar y creando nuevas legiones. El tiempo en filas ascendió a veinte años. Tras cumplir el tiempo de servicio, los soldados recibían una paga cuyo importe provenía de un impuesto del 5% sobre las herencias.
No obstante, posteriormente se enemistó con el emperador Augusto, y se vio obligado a exiliarse en Rodas. Sin embargo, tras la muerte de los nietos mayores de Augusto y previsibles herederos del Imperio, Cayo César y Lucio Julio César, unidos al destierro por traición de su nieto menor, Póstumo César, fue llamado por el emperador y nombrado sucesor.
En el año 13 los poderes de Augusto y de Tiberio fueron prorrogados por diez años. Sin embargo Augusto murió el 19 de Agosto del 14, dejando a Tiberio como único heredero. Tiberio sucedió al emperador Augusto el 19 de Agosto del año 767 desde la fundación de Roma, correspondiente al año 14 del calendario cristiano actual. Tras su entronización, todos los poderes fueron transferidos a Tiberio sin ningún plazo.
Tiberio se convirtió en uno de los más grandes generales de Roma. En sus campañas en Panonia, Ilírico, Recia y Germania, Tiberio sentó las bases de lo que posteriormente se convertiría en la frontera norte del Imperio. Sin embargo, a Tiberio se le llegó a recordar como un oscuro, recluido y sombrío gobernante, que realmente nunca quiso ser emperador; Plinio el Viejo lo llamó “el más triste de los hombres”. Tras la muerte en el año 23 del hijo de Tiberio, Julio César Druso, la calidad de su gobierno declinó y su reinado terminó en terror. En 26 Tiberio se autoexilió de Roma y dejó la administración en manos de sus dos prefectos pretorianos Lucio Elio Sejano y Quinto Nevio Cordo Sutorio Macro. Tiberio adoptó a su nieto Calígula para que le sucediera en el trono imperial[11].
Pilato debió haber sentido un gran enojo al ser amenazado de manera tan descarada. No eran precisamente los judíos los más apropiados de hablar de fidelidad a Roma y a César. Pero las palabras de los judíos surtieron efecto en Pilato. Él no tenía todo el aprecio en Roma, así que si una queja de traición llegaba a oídos de César, podía costarle muy caro.
Pilato se sienta en el estrado judicial para dictar sentencia. Los religiosos judíos habían vencido al militar romano; la suerte de Jesús estaba echada.
Pilato se sienta en el Empedrado o “Gábbatha”, que es un término arameo, ya que “hebreo” en Juan, como en otros autores neotestamentarios, se refiere a la lengua aramea, que era la comúnmente hablada entonces en Judea. No se trata de una simple traducción de “Lithostrotos”, que más propiamente designa el pavimento enlozado o de mosaico que se encontraba en el tribunal, sino que se extendía también al frente del pretorio de Pilato, donde tal pavimento había sido puesto. Esto se demuestra por la costumbre de Juan, que en otras partes da nombres arameos a sitios específicos, que no son meras traducciones del griego. Esto también se comprueba por el hecho de que “Gábbatha” se deriva de una raíz que significa “espalda” o “elevación”, que se refiere no al tipo de pavimento, sino a la “elevación” del sitio en cuestión. Parece pues que los dos nombres “Lithostrotos” y “Gábbatha”se debían a diferentes características del lugar donde Pilato condenó a muerte a nuestro Señor. El nombre arameo se derivó de la configuración del sitio, el griego de la naturaleza del pavimento.
Algunos comentaristas han hecho esfuerzos por identificar “Gábbatha” ya sea con la parte exterior de la corte del Templo, que se sabe estaba pavimentada, o con el lugar de reunión del Gran Sanedrín, que estaba mitad dentro y mitad fuera de aquella corte externa del Templo; pero estos esfuerzos no pueden considerarse exitosos. Lo único que puede concluirse con certeza de las palabras de Juan 19.13 es que “Gábbatha” denota el lugar usual de Jerusalén, donde Pilato tenía su tribunal, donde hizo que Jesús fuera traído, donde habría realizado su audiencia, y en presencia de la multitud judía, su formal y final sentencia de condenación[12].
Era muy temprano, cerca de las seis de la mañana. Aquí Juan no está usando el uso horario de los judíos, sino el de los romanos. Los romanos dividían el día en 24 horas, de las cuales 12 marcaban el día y otras 12 la noche. Si bien esto puede reflejar una semejanza con la manera actual de medir los días, el proceso era muy diferente. Las horas eran variables es decir, que cada hora tenía su lugar en el día y variaba si el día era más corto o más largo. El comienzo del día se daba con la salida del Sol y el final del día llegaba con la siguiente salida del Sol. Como todos sabemos, los días, refiriéndonos a los momentos de luz y Sol, pueden ser más largos dependiendo de la estación del año. En verano el día durará más que la noche, y la noche se prolongará más que el día en invierno. Algo que traería muchos problemas a la manera de asignar las horas establecidas. La solución fue implementar horas versátiles adecuadas a la época del año. Es aquí donde radica una de las mayores diferencias con nuestra manera actual de medir el tiempo. Por ejemplo a partir del 21 de Junio, cuando los días por su estación se hacían más largos, las horas romanas tendrían el equivalente a 1 hora con 16 minutos de nuestra escala temporal. El 21 de Diciembre, cuando las noches pasaban a alargarse, las horas del día pasarían a tener el equivalente a 44 minutos actuales. No siempre eran exactamente 1 hora con 16 minutos en verano y 44 minutos en invierno. El tiempo relativo de estas variaba dependiendo del día, es decir, mientras más se acercara el verano más se iba alargando el día y mientras más se iba acercando el invierno más se acortaba el día, alargándose y acortándose las horas junto con estos. Había dos días en que las horas romanas equivalían a 60 minutos exactos. Era durante los equinoccios de Marzo 21 y Setiembre 21.
No debemos asumir por esto que dicha costumbre podía traerle problema alguno a los romanos. Si tenemos en cuenta que dicho sistema era normal para ellos y que se utilizaban relojes de Sol. Los cuales estaban divididos en 11 líneas que cortaban la circunferencia del reloj en gajos, 11 y no 12 ya que cuando la sombra del indicador se posara sobre la primer línea significaba que ya había pasado la prima hora. Entonces ya que el tiempo de exposición del Sol en invierno es menor que en verano, podemos observar que el tiempo que medirá el reloj de Sol se adecua a la utilización de horas mas cortas y horas mas largas.
Las horas eran prima hora, secunda hora, tertia hora, quarta hora, quinta hora, sexta hora, septima hora, octava hora, nona hora, decima hora, undécima hora, duodécima hora[13].
Por otro lado, desde tiempos muy antiguos hasta nuestros días, los israelitas han calculado el día de un atardecer hasta el próximo atardecer, o mejor dicho desde el atardecer hasta la aparición de las tres estrellas que marcan el inicio del nuevo día[14]. Antes de la división del día en horas, se tenía la de la noche en tres vigilias: La primera hasta la media noche; la segunda o vigilia intermedia hasta las 3 a.m.; y la tercera o vigilia matutina hasta las 6 a.m.[15]
Era la preparación de la Pascua. Las fiestas principales judías eran Pascua, Pentecostés y Tabernáculos, cuya celebración se basaba en acontecimientos anualmente esperados por agricultores y ganaderos, relacionados desde siempre con Dios y, más tarde, con algunos hechos salvíficos históricos. De estas tres fiestas, la de la Pascua era la más antigua e importante de Israel. Recordemos que la palabra griega pascha es traducción del arameo phasha y del hebreo pesah, que significan “paso” o “tránsito”.
Así como para los agricultores el comienzo del año era en otoño, para los nómadas empezaba en primavera. En todo caso, en Pascua florecían las primeras espigas, con cuya harina se obtenían los panes ázimos, es decir, los panes sin la levadura vieja perteneciente a la cosecha anterior. Además, coincidiendo con el florecimiento del desierto, las ovejas tienen sus crías. La noche pascual tuvo su origen en la luna llena de primavera, momento en que los pastores se despedían con una comida: Cordero, hierbas amargas, pan ázimo; dispuestos a cambiar de lugar de pastos: Vestido ceñido, sandalias y bastón. Precisamente cuando los judíos preparaban sus panes ázimos para ofrecerlos a Adonay, tuvo lugar el paso del ángel del Señor para salvar a su pueblo de la esclavitud de Egipto.
La Pascua judía era celebrada desde sus orígenes con una comida. A los panes ázimos se añadió el rito del sacrificio y banquete de un cordero. Así se recordaría anualmente la Pascua del Señor, la liberación del pueblo. El acontecimiento del éxodo de Israel y su salida de Egipto hacia la tierra prometida se conmemoró mediante la institución pascual o el memorial de liberación: Salida hacia la libertad, final de la antigua existencia y donación de nueva vida. Celebrada por las tribus en su lugar de asentamiento, la Pascua se restringió más tarde a Jerusalén y al Templo, convertidos en lugares de peregrinación. En tiempos de Jesús, la Pascua era la fiesta más importante de los judíos. Según Éxodo 12 y Deuteronomio 16, la Pascua es el “paso de Dios” para salvar a su pueblo de la esclavitud y llevarlo a la libertad. Según una tradición judía, la Pascua era asimismo aniversario de la creación.
El rito fundamental de la Pascua era la cena en familia o en fraternidad, a base de cordero, signo de la compasión de Dios; pan ázimo, miseria sufrida; hierbas amargas, esclavitud; y salsa roja, trabajos forzados en Egipto. Se conmemoraba la liberación de la servidumbre de Egipto, la alegría por la libertad adquirida y la espera de la venida salvadora del Mesías. Las muchedumbres se agolpaban en Jerusalén. Los padres de familia iban oportunamente al Templo con su correspondiente cordero para ser degollado en la “preparación” por un sacerdote. Era noche de rebelión y de “cuchillos largos” o de espadas. Pero, sobre todo, noche de esperanza esjatológica en la liberación definitiva que llevaría a cabo el Mesías[16].
Pilato, al no poder librar a Jesús, decidió pasar la responsabilidad de la muerte de ese inocente a quien correspondía, y les presenta a Jesús como el Rey de los judíos, lo cual rechazan los líderes que no tienen ni siquiera cuidado de ver que están cayendo en idolatría al decir que su rey es César, negando de esta forma que Dios era quien reinaba en Israel[17] y rechazan de plano la promesa del Mesías a quien decían estar esperando.
[1] Lucas 23.16.
[2] Sátiras, 1,31.
[3] Hechos 22.24.
[4] www.corazones.org/jesus/sufrimientos_pasion_medicina
[5] Hechos 22.25-37.
[6] www.wikicristiano.org/diccionario-biblico/.../castigo; webs.ono.com/.../crucifixio.
[7] www.fluvium.org/textos/lectura/lectura407.htm
[8] Mateo 27.25.
[9] Juan 6.15.
[10] Mateo 22.21.
[11] Wikipedia. Tiberio.
[12] Wikipedia. Gábbatha.
[13] www.imperivm.org/.../calendario-romano.
[14] Levítico 23.32.
[15] Enciclopedia católica. División del día de los judíos.
[16] www.mercaba.org/DIESDOMINI/SS/historia_de_la_pascua.
[17] Jueces 8.23; 1 Samuel 8.7; 12.12.