II. El
Autor.
La primera generación de cristianos ya había pasado de este mundo a la gloria. El autor humano de este Evangelio era un judío de Palestina, un testigo ocular de lo que describe, continuaba como testigo solitario, mientras que sus compañeros habían muerto, vía del martirio los unos, y los otros por muerte natural. El autor reclama para ser “el discípulo quien Jesús amó”[1]. El libro consiste en gran parte de experiencias personales del autor con Cristo. Uno puede notar todo por las evidencias de libro de un testigo ocular en los detalles vívidos. La evidencia interna del Evangelio señala directamente al Apóstol Juan, el hijo de Zebedeo y Salomé, como el autor[2]. Los Sinópticos dicen que los hijos de Zebedeo eran pescadores, y que Jesús los llamó para ser sus apóstoles y les dio el apodo de “Hijos del trueno”[3]. Juan era el hermano menor de Santiago, y vino de una familia bastante adinerada[4]. En tres ocasiones Jesús escogió a estos dos, junto con Pedro, para acompañarle. Juan era un líder en la iglesia primitiva[5]. Toda la evidencia externa de los primeros siglos sostiene a Juan, el hijo de Zebedeo, siendo el autor. Ningún otro libro del Nuevo Testamento tiene la evidencia externa más fuerte sobre quién es su autor.
Juan 21.24 dice: “Este es el discípulo que da testimonio de esta cosas, y escribió estas cosas”. ¿Cuál de ellos? “Volviéndose Pedro, vio que les seguía el discípulo a quien amaba Jesús, el mismo que en la cena se había recostado al lado de él, y le había dicho: Señor, ¿quién es el que te ha de entregar?”[6]. Es muy obvio que el que “escribió estas cosas” es “el discípulo a quien amaba Jesús”. Este versículo confirma que “el discípulo a quien amaba Jesús” era uno de los apóstoles, porque los doce apóstoles estuvieron con Jesús en la última cena, y seguramente si era “el discípulo a quien amaba Jesús”, era uno de los tres escogidos, Pedro, Santiago y Juan[7]. Al hablar de los otros apóstoles Juan especifica el nombre de ellos; por lo tanto, la única conclusión lógica es que esta descripción se puede aplicar solo a él. Juan se refiere a sí mismo seis veces en este libro como “el discípulo a quien amaba Jesús”[8]. El autor del libro y Pedro eran íntimos amigos[9].
Juan, y ninguno más autorizado que él, podía dar testimonio fiel de los dichos y hechos de Jesús, e interpretarlos fielmente a la luz de sus ya casi setenta años de experiencia cristiana. Él no pensó en escribir una biografía de Jesucristo; ya Mateo, Marcos y Lucas habían escrito sendos bocetos biográficos acerca del Maestro, los cuales ya eran conocidos por la iglesia toda, eran del dominio público y constituían un valioso patrimonio de la Iglesia.
Juan escribió también las tres Epístolas de Juan y Revelación.
III. El Propósito.
El autor indica claramente su propósito de escribir en Juan 20.30-31. Él escribe para ganar a los otros para apreciar la fe en Cristo. La tesis de Juan se ve en 1.1-18. Para producir fe en Cristo Juan presenta el testimonio de Juan el bautista, el testimonio del Padre, el testimonio de las obras de Cristo, el testimonio de las Escrituras, el testimonio de amigos, el testimonio de enemigos, y aun el testimonio de los neutrales y confusos, para convencer al lector sincero[10] de la Deidad de Cristo.
Juan escoge siete señales para producir fe en Cristo: Jesús convierte el agua en vino[11]; sana al hijo de un noble[12]; sana al paralítico de Betesda[13]; alimenta a los cinco mil[14]; anda sobre el mar[15]; sana a un ciego de nacimiento[16]; levanta a Lázaro de entre los muertos[17]. Desde luego, el milagro más estupendo de todos fue la resurrección de Cristo mismo de entre los muertos el tercer día como Él y las Escrituras habían dicho. Los cuatro Evangelios dan amplia evidencia de este milagro que es la base de nuestra fe y esperanza en cuanto a nuestra salvación y nuestra propia resurrección.
Pero Juan convence al lector no solo por medio de los hechos de Jesús, sino también por medio de su maravillosa enseñanza: Cristo es la vida[18], y registra mucha enseñanza de Cristo sobre la luz y las tinieblas; Cristo es quien trae el don de Dios[19]; Él es la fuente de agua de vida[20]; es el alimento espiritual[21]; es la Puerta y el buen Pastor[22]; es la resurrección y la vida[23]; es el camino, la verdad y la vida[24]; es la Vid verdadera[25]. ¿Qué es lo que el hombre necesita? Vida, luz, salvación, dirección, alimento espiritual, y la resurrección en el día final. Verdaderamente ¡Cristo suple todas las necesidades del hombre!
Verdaderamente Cristo es el camino a Dios, y no hay otro. Aquí en este libro, como también en los Sinópticos y en el resto del Nuevo Testamento, Cristo revela ese camino[26]. Desde Juan 1.29 y 3.16 y hasta el fin del libro Juan revela a Cristo como nuestro único Salvador. Aun los samaritanos dijeron, “sabemos que verdaderamente éste es el Salvador del mundo, el Cristo”[27].
IV. El Tema.
El Evangelio de Juan es único, sublime. La deidad de Jesucristo es el tema del libro. La naturaleza Divina de Jesús es expuesta en Juan más que en cualquier escrito del Nuevo Testamento. Jesús es de ninguna otra manera “el único engendrado del Padre”[28]. Toda evidencia de Juan señala a esta conclusión.
La sublimidad es producto de dos factores: La sencillez y la profundidad. El mar es sublime por su extensión, tal como por su profundidad. Este libro es tan sencillo que encanta a los niños, y es tan profundo que los pensadores más notables no han podido penetrar la profundidad de todo su contenido.
V. Los Versículos Claves: 20.30-31.
VI. La Palabra Clave: La palabra clave es “creer” que se encuentra 98 veces en este Evangelio.
VII. El Estilo.
Juan escribe para el hombre pensador. Está repleto de significados dobles para explicar las palabras claves. El emplea el idioma de los intelectuales de su tiempo. El plan de este Evangelio no es discutidor y es principalmente biográfico. El idioma del cuarto Evangelio tiene la claridad de una primavera, pero nosotros no somos capaces de ver el fondo de las profundidades. El desafío de lucidez y profundidad y nos encanta como demoramos acerca de que Juan utiliza las citas y las alusiones del Antiguo Testamento. Este Evangelio contiene más palabras verdaderas de Jesús que cualquiera de los otros tres Evangelios. Juan utiliza discursos largos. El es un judío pero escribió en el griego de su tiempo.
VIII. Características del Evangelio de Juan.
A. Ninguna genealogía de Jesús se registra en este Evangelio.
B. No cuenta de Su nacimiento porque Él era “en el principio”.
C. En lugar de repetir los detalles del nacimiento de Jesús de una virgen, Juan escribe un prólogo solemne que enfáticamente afirma la Deidad de Cristo.
D. No dice nada acerca de Su niñez.
E. Los cuatro Evangelios hablan de Juan el bautista, los Sinópticos presentan los detalles de su nacimiento, ministerio y mensaje, pero para el cuarto Evangelio lo importante era el testimonio de Juan: “He aquí el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo”[29], y que a pesar de su propia popularidad, el bautista enfatizaba que él no era el Cristo, sino solo la voz que clamaba en el desierto.
F. Solo Juan narra los discursos de Jesús con Nicodemo y la mujer samaritana, y los discursos sobre el pan de vida, el Buen Pastor, la Vid y los sarmientos, los dichos “Yo soy”, la explicación detallada de la venida y el propósito de la venida del Espíritu Santo.
G. Nada acerca de sus tentaciones es registrado por Juan porque Dios no puede ser tentado.
H. Juan nos dice que Cristo era igual a Dios[30] y que debemos honrarle como honramos al Padre[31].
I. Ninguna transfiguración se especifica.
J. Juan es el que nos dice que Cristo vino para revelar al Padre y que, por eso, el ver a Jesús era ver al Padre[32].
K. Los Sinópticos enfatizan la obra de Jesús en Galilea, mientras que Juan se concentra en su enseñanza y obra en Judea y en Jerusalén.
L. La lectura de los Sinópticos no revela cuánto tiempo duró el ministerio de Jesús, pero Juan se refiere a las sucesivas Pascuas para marcar su duración. Es probable que la fiesta de Juan 5.1 fue otra Pascua y si así fue, el ministerio de Jesús duró más de tres años.
M. Juan no repite los milagros de echar fuera demonios y de limpiar a los leprosos, pero registra algunos milagros omitidos por los otros: La sanidad del paralítico de Betesda, la sanidad del hombre que nació ciego, y la resurrección de Lázaro.
N. No hay ninguna parábola en Juan.
O. No hay relato de la institución de la cena del Señor, ni su agonía en Getsemaní.
P. No cuenta de la ascensión, ni de la gran comisión.
[1] Juan 21.20, 24.
[2] Mateo 19.20; Lucas 19.54; Marcos 3.17; Juan 13.25; 18.16; 19.26; 20.2; Hechos 3.4; 4.7; Revelación 1.9.
[3] Marcos 3.17.
[4] Marcos 15.40-41.
[5] Hechos 3.1; 8.14; Gálatas 2.9.
[6] Juan 21.20.
[7] Mateo 17.1; 26.37; Lucas 8.51.
[8] Juan 13.23-26; 19.25-27; 20.2-10; 21.7; 21.20-23; 21.24.
[9] Juan 1.41; 13.24; 18.15; 20.2; 21.7; Hechos 3.1; 8.14.
[10] Lucas 8.15.
[11] Juan 2.1-11.
[12] Juan 4.43-54.
[13] Juan 5.1-18.
[14] Juan 6.1-13.
[15] Juan 6.19.
[16] Juan 9.
[17] Juan 11.
[18] Juan 1.4.
[19] Juan 1.17.
[20] Juan 4.14.
[21] Juan 6.35.
[22] Juan 10.7, 11.
[23] Juan 11.25.
[24] Juan 14.6.
[25] Juan 15.1, 5.
[26] Hebreos 10.19-20.
[27] Juan 4.42.
[28] Juan 1.14, 18.
[29] Juan 1.29, 36.
[30] Juan 5.18.
[31] Juan 5.23.
[32] Juan 8.19; 12.45; 14.9.
La primera generación de cristianos ya había pasado de este mundo a la gloria. El autor humano de este Evangelio era un judío de Palestina, un testigo ocular de lo que describe, continuaba como testigo solitario, mientras que sus compañeros habían muerto, vía del martirio los unos, y los otros por muerte natural. El autor reclama para ser “el discípulo quien Jesús amó”[1]. El libro consiste en gran parte de experiencias personales del autor con Cristo. Uno puede notar todo por las evidencias de libro de un testigo ocular en los detalles vívidos. La evidencia interna del Evangelio señala directamente al Apóstol Juan, el hijo de Zebedeo y Salomé, como el autor[2]. Los Sinópticos dicen que los hijos de Zebedeo eran pescadores, y que Jesús los llamó para ser sus apóstoles y les dio el apodo de “Hijos del trueno”[3]. Juan era el hermano menor de Santiago, y vino de una familia bastante adinerada[4]. En tres ocasiones Jesús escogió a estos dos, junto con Pedro, para acompañarle. Juan era un líder en la iglesia primitiva[5]. Toda la evidencia externa de los primeros siglos sostiene a Juan, el hijo de Zebedeo, siendo el autor. Ningún otro libro del Nuevo Testamento tiene la evidencia externa más fuerte sobre quién es su autor.
Juan 21.24 dice: “Este es el discípulo que da testimonio de esta cosas, y escribió estas cosas”. ¿Cuál de ellos? “Volviéndose Pedro, vio que les seguía el discípulo a quien amaba Jesús, el mismo que en la cena se había recostado al lado de él, y le había dicho: Señor, ¿quién es el que te ha de entregar?”[6]. Es muy obvio que el que “escribió estas cosas” es “el discípulo a quien amaba Jesús”. Este versículo confirma que “el discípulo a quien amaba Jesús” era uno de los apóstoles, porque los doce apóstoles estuvieron con Jesús en la última cena, y seguramente si era “el discípulo a quien amaba Jesús”, era uno de los tres escogidos, Pedro, Santiago y Juan[7]. Al hablar de los otros apóstoles Juan especifica el nombre de ellos; por lo tanto, la única conclusión lógica es que esta descripción se puede aplicar solo a él. Juan se refiere a sí mismo seis veces en este libro como “el discípulo a quien amaba Jesús”[8]. El autor del libro y Pedro eran íntimos amigos[9].
Juan, y ninguno más autorizado que él, podía dar testimonio fiel de los dichos y hechos de Jesús, e interpretarlos fielmente a la luz de sus ya casi setenta años de experiencia cristiana. Él no pensó en escribir una biografía de Jesucristo; ya Mateo, Marcos y Lucas habían escrito sendos bocetos biográficos acerca del Maestro, los cuales ya eran conocidos por la iglesia toda, eran del dominio público y constituían un valioso patrimonio de la Iglesia.
Juan escribió también las tres Epístolas de Juan y Revelación.
III. El Propósito.
El autor indica claramente su propósito de escribir en Juan 20.30-31. Él escribe para ganar a los otros para apreciar la fe en Cristo. La tesis de Juan se ve en 1.1-18. Para producir fe en Cristo Juan presenta el testimonio de Juan el bautista, el testimonio del Padre, el testimonio de las obras de Cristo, el testimonio de las Escrituras, el testimonio de amigos, el testimonio de enemigos, y aun el testimonio de los neutrales y confusos, para convencer al lector sincero[10] de la Deidad de Cristo.
Juan escoge siete señales para producir fe en Cristo: Jesús convierte el agua en vino[11]; sana al hijo de un noble[12]; sana al paralítico de Betesda[13]; alimenta a los cinco mil[14]; anda sobre el mar[15]; sana a un ciego de nacimiento[16]; levanta a Lázaro de entre los muertos[17]. Desde luego, el milagro más estupendo de todos fue la resurrección de Cristo mismo de entre los muertos el tercer día como Él y las Escrituras habían dicho. Los cuatro Evangelios dan amplia evidencia de este milagro que es la base de nuestra fe y esperanza en cuanto a nuestra salvación y nuestra propia resurrección.
Pero Juan convence al lector no solo por medio de los hechos de Jesús, sino también por medio de su maravillosa enseñanza: Cristo es la vida[18], y registra mucha enseñanza de Cristo sobre la luz y las tinieblas; Cristo es quien trae el don de Dios[19]; Él es la fuente de agua de vida[20]; es el alimento espiritual[21]; es la Puerta y el buen Pastor[22]; es la resurrección y la vida[23]; es el camino, la verdad y la vida[24]; es la Vid verdadera[25]. ¿Qué es lo que el hombre necesita? Vida, luz, salvación, dirección, alimento espiritual, y la resurrección en el día final. Verdaderamente ¡Cristo suple todas las necesidades del hombre!
Verdaderamente Cristo es el camino a Dios, y no hay otro. Aquí en este libro, como también en los Sinópticos y en el resto del Nuevo Testamento, Cristo revela ese camino[26]. Desde Juan 1.29 y 3.16 y hasta el fin del libro Juan revela a Cristo como nuestro único Salvador. Aun los samaritanos dijeron, “sabemos que verdaderamente éste es el Salvador del mundo, el Cristo”[27].
IV. El Tema.
El Evangelio de Juan es único, sublime. La deidad de Jesucristo es el tema del libro. La naturaleza Divina de Jesús es expuesta en Juan más que en cualquier escrito del Nuevo Testamento. Jesús es de ninguna otra manera “el único engendrado del Padre”[28]. Toda evidencia de Juan señala a esta conclusión.
La sublimidad es producto de dos factores: La sencillez y la profundidad. El mar es sublime por su extensión, tal como por su profundidad. Este libro es tan sencillo que encanta a los niños, y es tan profundo que los pensadores más notables no han podido penetrar la profundidad de todo su contenido.
V. Los Versículos Claves: 20.30-31.
VI. La Palabra Clave: La palabra clave es “creer” que se encuentra 98 veces en este Evangelio.
VII. El Estilo.
Juan escribe para el hombre pensador. Está repleto de significados dobles para explicar las palabras claves. El emplea el idioma de los intelectuales de su tiempo. El plan de este Evangelio no es discutidor y es principalmente biográfico. El idioma del cuarto Evangelio tiene la claridad de una primavera, pero nosotros no somos capaces de ver el fondo de las profundidades. El desafío de lucidez y profundidad y nos encanta como demoramos acerca de que Juan utiliza las citas y las alusiones del Antiguo Testamento. Este Evangelio contiene más palabras verdaderas de Jesús que cualquiera de los otros tres Evangelios. Juan utiliza discursos largos. El es un judío pero escribió en el griego de su tiempo.
VIII. Características del Evangelio de Juan.
A. Ninguna genealogía de Jesús se registra en este Evangelio.
B. No cuenta de Su nacimiento porque Él era “en el principio”.
C. En lugar de repetir los detalles del nacimiento de Jesús de una virgen, Juan escribe un prólogo solemne que enfáticamente afirma la Deidad de Cristo.
D. No dice nada acerca de Su niñez.
E. Los cuatro Evangelios hablan de Juan el bautista, los Sinópticos presentan los detalles de su nacimiento, ministerio y mensaje, pero para el cuarto Evangelio lo importante era el testimonio de Juan: “He aquí el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo”[29], y que a pesar de su propia popularidad, el bautista enfatizaba que él no era el Cristo, sino solo la voz que clamaba en el desierto.
F. Solo Juan narra los discursos de Jesús con Nicodemo y la mujer samaritana, y los discursos sobre el pan de vida, el Buen Pastor, la Vid y los sarmientos, los dichos “Yo soy”, la explicación detallada de la venida y el propósito de la venida del Espíritu Santo.
G. Nada acerca de sus tentaciones es registrado por Juan porque Dios no puede ser tentado.
H. Juan nos dice que Cristo era igual a Dios[30] y que debemos honrarle como honramos al Padre[31].
I. Ninguna transfiguración se especifica.
J. Juan es el que nos dice que Cristo vino para revelar al Padre y que, por eso, el ver a Jesús era ver al Padre[32].
K. Los Sinópticos enfatizan la obra de Jesús en Galilea, mientras que Juan se concentra en su enseñanza y obra en Judea y en Jerusalén.
L. La lectura de los Sinópticos no revela cuánto tiempo duró el ministerio de Jesús, pero Juan se refiere a las sucesivas Pascuas para marcar su duración. Es probable que la fiesta de Juan 5.1 fue otra Pascua y si así fue, el ministerio de Jesús duró más de tres años.
M. Juan no repite los milagros de echar fuera demonios y de limpiar a los leprosos, pero registra algunos milagros omitidos por los otros: La sanidad del paralítico de Betesda, la sanidad del hombre que nació ciego, y la resurrección de Lázaro.
N. No hay ninguna parábola en Juan.
O. No hay relato de la institución de la cena del Señor, ni su agonía en Getsemaní.
P. No cuenta de la ascensión, ni de la gran comisión.
[1] Juan 21.20, 24.
[2] Mateo 19.20; Lucas 19.54; Marcos 3.17; Juan 13.25; 18.16; 19.26; 20.2; Hechos 3.4; 4.7; Revelación 1.9.
[3] Marcos 3.17.
[4] Marcos 15.40-41.
[5] Hechos 3.1; 8.14; Gálatas 2.9.
[6] Juan 21.20.
[7] Mateo 17.1; 26.37; Lucas 8.51.
[8] Juan 13.23-26; 19.25-27; 20.2-10; 21.7; 21.20-23; 21.24.
[9] Juan 1.41; 13.24; 18.15; 20.2; 21.7; Hechos 3.1; 8.14.
[10] Lucas 8.15.
[11] Juan 2.1-11.
[12] Juan 4.43-54.
[13] Juan 5.1-18.
[14] Juan 6.1-13.
[15] Juan 6.19.
[16] Juan 9.
[17] Juan 11.
[18] Juan 1.4.
[19] Juan 1.17.
[20] Juan 4.14.
[21] Juan 6.35.
[22] Juan 10.7, 11.
[23] Juan 11.25.
[24] Juan 14.6.
[25] Juan 15.1, 5.
[26] Hebreos 10.19-20.
[27] Juan 4.42.
[28] Juan 1.14, 18.
[29] Juan 1.29, 36.
[30] Juan 5.18.
[31] Juan 5.23.
[32] Juan 8.19; 12.45; 14.9.