Capítulos 12-14
c. Principios
sobre el ejercicio de los dones espirituales.
12.1-14.40 La palabra “dones” no aparece en el original griego, aunque puede inferirse que es a esto que se referían los corintios al escribir a Pablo debido a la misma respuesta. El tema era importante, por eso es necesario que todos los hermanos lo conozcan. Este es un tema que lleva más de cien años de haber vuelto a la palestra de la discusión. Recordemos que, la ignorancia es la madre de todos los temores y supersticiones.
Antes de partir la primera vez, Jesús prometió a los Enviados que enviaría un Consolador[1], el cual llegó el día de la fiesta de Pentecostés después de la resurrección de Jesús, y les dio poder[2]; después de esto, los Enviados tenían la facultad de imponer sus manos sobre los demás y transmitir dones[3], y es de este asunto que Pablo trata en el pasaje que vamos a estudiar ahora.
Como es su costumbre, Pablo suaviza un poco la corrección que va a brindar usando la palabra “hermanos”. De esta manera los receptores podían sentir que él se identificaba con ellos.
Antes de ser cristianos, los receptores de la epístola actuaban como todos los demás contemporáneos, siguiendo las tradiciones y ritos que habían aprendido ellos, sus padres y los padres de sus padres. Era un mundo cargado de leyendas, idolatría y pecado.
Sin Cristo se vive en ignorancia, incluso en el siglo XXI. La gente sin Cristo sigue creyendo en horóscopos, adivinación, supersticiones, leyendas, mitos, etc. No es de extrañarse ver a un profesional en cualquier carrera intelectual haciendo ciertos gestos o maniobras para tener buena suerte o recibir un favor de seres mitológicos. Con las redes sociales se riega como fuego en pólvora las “cadenas de oración” y los mil y un trucos para alcanzar el deseo anhelado. ¡Lamentablemente algunos que se dicen ser cristianos participan en esto también!
La ignorancia es la madre de todo temor. Por ignorancia se guiaba a los corintios a los ídolos mudos, como ocurre hoy también. Es imposible saber cuántos ídolos hay en el mundo, es más, ni siquiera es posible saber cuántos tiene la Iglesia Católico-romana, la más grande promotora de estos ritos. Pero no debemos ignorar que detrás de toda idolatría están los ministros de Satanás ejerciendo su influencia.
La idolatría es un mal tan grande que desvía completamente a las gentes de Dios y los conduce a sus pasiones más bajas, llevándolos rápidamente a la inmoralidad. El país más católico del mundo es Brasil, y para nadie es secreto que está plagado de ideas mundanas e inmoralidad.
“Ahora”, lo que sigue es una introducción que tiene que ver con lo que viene hablando.
Los corintios se encontraban confundidos por los dones milagrosos debido a la idolatría que habían practicado por muchos años. Pablo debe aclararles para que ellos entiendan el propósito de estos y su fuente: El Espíritu Santo. Por mucho tiempo los guías paganos se habían adjudicado poseer el aprecio de los dioses y hablaban de ser los elegidos para dictar lo que las masas debían hacer para mantener pasiva la ira de esos dioses. Ahora Pablo viene a decir que realmente es el Espíritu Santo de Dios quien guía a los verdaderos adoradores, y que todo aquel que no se somete a la misericordia de Jesús es un falso, incluyendo a los judíos, que consideraban a Jesús un maldito[4]. Tampoco nadie puede decir que Jesús es su Señor, y vivir santamente, sin la guía del Santo Espíritu.
Según el paganismo, los diferentes dioses tienen habilidad en una especialidad, así Marte era el dios de la guerra, Atenea la diosa de la sabiduría, etc., tal y como ahora, en el catolicismo Antonio de Padua es quien consigue cónyuges, Isidro es el patrono de los agricultores, etc. Pero Pablo hace ver que aunque son muchos los dones, solo hay un Espíritu que es la fuente de ellos. Al ser el Espíritu Santo la fuente de los dones, el que lo ejercía simplemente se convierte en un instrumento del Espíritu, así que no hay motivo para vanagloriarse. Los corintios pensaban que ejercer tal o cual don le daba cierta calidad o status, tal y como ocurre hoy entre los pentecostales, que consideran que para mostrar que se tiene al Espíritu Santo es necesario hablar lenguas.
Pablo aclara que una cosa son los dones, otra los ministerios y otra las operaciones, y de las tres solo los ministerios siguen en operación, pero todos los impartía el mismo Espíritu. Pero la idea de todos ellos era beneficio de la Iglesia, y no el propio. ¡He visto a tantos sacar provecho para sí mismos de sus facultades, aprovechándose de la gente! Pero los dones, los ministerios y las operaciones no eran propiedad privada o para uso individual.
Pablo menciona nueve dones espirituales milagrosos que estuvieron en operación a fines del siglo I y posiblemente hasta casi la primera mitad del siglo II. Después de esto, al haber muerto el último de los Enviados, ya no se podían transmitir ya que era necesaria la imposición de las manos de alguno de ellos.
“Palabra de Sabiduría”, es posible que el receptor de este don tuviese la facultad de comprender más fácilmente los misterios del Señor, o que pudiese aconsejar de manera eficiente.
“Palabra de conocimiento”, es probable que quien tenía este don pudiera enseñar a los demás cosas profundas de la Palabra.
Aunque nosotros no tengamos la capacidad de comprender cuál era la función de cada uno de estos dones, lo importante es que los corintios del siglo I sí podían, y que ellos y nosotros comprendamos que estos dones los tenían por la misericordia de Dios y no por sus capacidades intelectuales.
“Fe”, todo cristiano debe tener fe para poder creer en Cristo, pero en este caso debe referirse a un tipo diferente de fe. Recordemos que los primeros cristianos tuvieron que sufrir mucho y es posible que los hermanos que poseían este don eran capaces de animar a los demás a seguir adelante.
“Dones de curaciones”, con los que podían sanar a los enfermos de manera milagrosa. He sido testigo de casos de curaciones milagrosas, pero estas no se han dado por el uso del don de curaciones, sino porque la Palabra enseña que la oración es potente y aún el Señor sigue contestando cuando se pide con fe y Él desea realizar el milagro[5]. Pero también hay momentos en que el Señor, tanto en el siglo I, como en el presente, se niega a sanar al enfermo[6]. Los sanadores modernos que se dicen ser poseedores del poder para mover la mano de Dios son solo charlatanes.
“Operaciones de obras poderosas”, eran capaces de hacer milagros para convencer a los incrédulos del poder de Dios[7]. Pablo usa la palabra griega dúnamis, de donde surge la palabra “dinamita”, porque estos milagros eran explosivos, impidiendo que alguien pudiera pensar era producto humano.
“Hablar de vocero”, o “profecía”, no se refiere solamente a la facultad de poder revelar lo que iba a venir, sino la consolación, edificación y exhortación de la Iglesia[8].
“Discernimiento de espíritus”, es la capacidad de poder ver claramente quién es verdadero y quien es falso. En el siglo I muchos decían poseer revelaciones de parte de Dios, de ahí la gran cantidad de libros apócrifos que hay, por lo que era necesario este don para que la Iglesia no fuese engañada. Hoy el don no es necesario porque tenemos el tamiz de la Palabra de Dios[9].
“Géneros de lenguas”, algunas versiones han incluido la palabra “diversos”, pero esta no aparece en el texto griego. Es el poder de hablar lenguajes humanos sin haberlos estudiado. Algunas versiones, como la de Martín Nieto, traducen “lenguas extrañas”, pero muchas buenas versiones traducen más bien “idiomas desconocidos”[10], o “hablar otros idiomas”[11].
Hay quienes confunden este hablar lenguajes con hablar “glosolalia” extática, es decir, sin control de parte de quien lo habla, incluso se dice que son lenguas celestiales.
El don de lenguas se ha registrado, a lo largo de los siglos, en numerosas culturas y situaciones. Pero, ¿cuál es la causa de estos extraños accesos? Hablar en diferentes lenguas sin causa aparente es una de las técnicas que muchos chamanes y hechiceros de todo el mundo realizan, sobre todo si se trata de la lengua de los fantasmas, antepasados, espíritus, dioses y animales totémicos.
En el sentido más estricto, glosolalia se define como una enfermedad, en griego, glossa, “lengua”; y lalein, “hablar”, que afecta al lenguaje y que consiste que consiste en la invención de palabras adjudicándoles un significado. Esta enfermedad, la glosolalia, es padecida por todo tipo de personas, sin importar la raza, como es el caso del conocido escritor estadounidense J. D. Salinger.
Este fenómeno, tuvo su época de apogeo tras la Reforma, aunque ni Lutero ni Calvino la incluyeron en sus doctrinas. Al parecer, el hablar en lenguas era frecuentemente una expresión de tensión, como en el caso de las sucesivas controversias entre jesuitas y jansenistas, que duró casi 80 años y provocó casos de glosolalistas entre estos últimos. Coincidiendo con esto, en aquel período ocurrieron extraordinarios incidentes entre los camisardos, franceses protestantes que vivían en las montañas de las Cévennes. Cuando su libertad de culto fue revocada en 1685 y se intentó imponerles la fe católica, se sublevaron. Tres mil de ellos resistieron frente a las tropas monárquicas, unos 60.000 hombres, hasta que finalmente sucumbieron en 1705.
La enorme tensión que afectaba a estas comunidades guerrilleras, continuamente acosadas y sujetas a tremendas atrocidades una vez capturadas, dio lugar a sucesos paranormales, incluyendo estallidos de xenolalia. Miles de “pequeños profetas de las Cévennes”, niños de 15 meses en adelante, predicaban interminables sermones en un francés excelente, lengua bastante diferente de su propio dialecto holandés. Algunos camisardos emigraron a Inglaterra. Dos generaciones más tarde, Ann Lee, fundadora de la Sociedad Unida de Creyentes en la Segunda Aparición de Cristo, también llamados llamados shakers, hablaba en lenguas. Al ser examinada por cuatro sacerdotes anglicanos, se dirigió a ellos en varias lenguas aparentemente identificables. Estos, acobardados, aconsejaron que se la dejara en paz; pero la persecución la obligó a emigrar a América.
La posición que ocupan los chamanes en sus sociedades corresponde más o menos a la de los sacerdotes y los antiguos líderes en el mundo cristiano. Desde finales del siglo I, un cristiano corriente que sufriera este tipo de caso habría sido exorcizado en el mejor de los casos, o incluso ejecutado por traficar con el demonio.
Hay una serie de personas pías que también fueron glosalistas, como por ejemplo Pacomio, un abad egipcio que afirmaba que hablaba con los ángeles y escribía en un alfabeto místico que solo entendían otros glosalistas. La alemana Hildegard hablaba y escribía con un alfabeto desconocido fundamentado en un lenguaje extraño que tradujo al alemán. Muestras de él se conservaron, publicaron y analizaron, llegándose finalmente a calificar de revoltijo de alemán, latín y hebreo.
En el caso de los espíritus africanos Zar, la víctima de la posesión es siempre una mujer, y el intérprete es también otra mujer. La exorcista se dirige al espíritu Zar en su propio lenguaje esotérico, que no puede ser comprendido sin su intervención. El Zar solicita espléndidas ropas, perfumes y otros artículos de lujo a través de los labios de sus víctimas; por un precio módico, la exorcista interpreta estas peticiones para que el marido sepa de qué se trata. La mujer enferma llegará a reponerse si las demandas del espíritu se cumplen.
En las comunidades de shakers, las danzas rituales, que constituían la principal manifestación de culto, desembocaban a menudo en estallidos de glosolalia. Algo parecido sucedió con los mormones: Su fundador, Joseph Smith, era glosolalista, y en sus artículos de fe afirmaba su creencia “en la interpretación de lenguas”. Los mormones modernos consideran el don de lenguas como un fenómeno real, pero de limitado valor espiritual, y es comprensible que la desaprueben.
En Escandinavia, en 1840, se declararon epidemias del llamado “mal del sermón” durante el culto que incluía la glosolalia. En los años 1850 el gran resurgimiento en la Iglesia Ortodoxa rusa en Armenia dio lugar a una expansión del don de lenguas en aquella zona hasta los años 1900. La moda, llevó incluso a un grupo de 40 estudiantes de la escuela de Bethel, en Topeka, Kansas, Estados Unidos, a tomar “el bautismo del Espíritu Santo”, cuya señal era el don de lenguas. El 31 de Diciembre de 1900, un pastor, C. F. Parham, impuso las manos a un estudiante, el cual empezó a emitir un torrente de sílabas ininteligibles. Otros treinta siguieron su ejemplo en días sucesivos. Esto marcó el inicio del moderno Pentecostalismo.
Efectivamente, el hecho de hablar en lenguas tiene un lugar señalado en el culto pentecostal, pero igualmente importante es el don de la interpretación de lenguas: Un fiel comienza a hablar en un idioma que nadie conoce, e instantáneamente otro fiel se pone a traducirlo, aunque tampoco conozca la lengua. Si bien este fenómeno es poco frecuente, no deja por ello de ser extraordinario. Sin embargo, según ellos, éste no es el único don del Espíritu Santo.
Un caso típico fue el de una médium inglesa conocida como Rosemary, que en los años treinta empezó a revelar recuerdos de antiguas encarnaciones, las más importantes de las cuales pertenecía al antiguo Egipto. Un egiptólogo, Howard Hulme, la examinó. Rosemary oyó palabras en lengua egipcia, y más tarde Nona, el espíritu de una egipcia que había conocido en su vida anterior, habló a través de ella. Se hicieron grabaciones de algunas de aquellas sesiones. Una vez, durante casi dos horas, Nona contestó las preguntas que Hulme había preparado: En aquella sesión emitía sonidos que parecían ser aspiraciones guturales, consonantes extrañas y construcciones peculiares de una lengua que murió hace 3.000 años. Desgraciadamente, nadie sabe en la actualidad cómo se pronunciaba la antigua lengua egipcia. Un grupo de expertos, tras haber analizado las frases pronunciadas por Rosemary, emitió un juicio ambiguo.
Uno de los casos más extraños de glosolalia escrita es el sucedido a la médium suiza Hélene Smith. Ella afirmaba que abandonaba su cuerpo y visitaba seres del planeta Marte que le enseñaban la lengua marciana, que ella hablaba y escribía. Además, en algunos de sus trances hablaba en indostaní. El profesor Theodor Flournoy de la universidad de Ginebra, examinó el fenómeno. El indostaní resultó ser auténtico, pero el marciano poseía una sintaxis casi totalmente similar al francés materno de Hélene. El profesor definió su indescifrable vocabulario como un producto del subconsciente de la médium, que en aquel caso se revelaba extraordinariamente brillante y creativo. Por otra parte, actualmente se sabe que no hay señales de vida en Marte, y no hay noticias de que nadie hable ningún lenguaje marciano[12].
La palabra griega usada aquí es génos, que significa “clase, familia, género, linaje, nación, natural”[13]. Así como hay diferentes clases de aves, ¿no son todas aves? También hay diferentes clases de lenguas, pero, ¿no son todas lenguas?
“Interpretación de lenguas”, la palabra aquí usada es jermeneía, que significa “traducción”, es decir, la persona con este don podía decir lo que la que hablaba en lenguas estaba diciendo en el idioma de la mayoría que estaban presentes. Para que pudiera traducirse es necesario que las lenguas tuviesen un significado inteligible, y no que fuera simplemente un poco de palabras sin sentido, que es lo que se escucha a los que dicen poseer el don de lenguas en la actualidad.
Es curioso que los que proclaman poseer el don de lenguas cuando viajan a un país en donde se habla otro idioma, necesitan traductores para poder comunicarse, incluso a la hora de predicar, y cuando se les apunta esto, dicen que ellos hablan lenguas ¡angélicas! ¿Para qué es necesario que se hablen lenguas angélicas si los ángeles no necesitan que les convenzan de pecado?
Los corintios habían dejado el uso correcto de los dones y por ello necesitaban corrección, lo mismo ocurre con los avivados de hoy.
Todos los dones provienen del Espíritu Santo, por lo que los corintios pecaban al creer que ellos eran los dueños de estos. Ellos solamente eran instrumentos del Espíritu, así que en realidad lo que recibían era una gran responsabilidad que tenía que usarse para beneficio de la Iglesia.
Según los russellistas, el Espíritu Santo es tan solo una energía que proviene de Dios, pero según el pasaje que estamos estudiando, “…todas estas cosas están operando por el mismo Espíritu, distribuyendo a cada uno según como está queriendo”. Ante esta situación debemos preguntarnos si una fuerza puede operar por sí sola, si puede distribuir y si puede decidir. Si una fuerza no puede hacer así las cosas, sería inapropiado pensar que el Espíritu Santo es otra cosa diferente a una persona.
Ahora Pablo hace una analogía entre el cuerpo físico y la Iglesia. El cuerpo, igual que la Iglesia son uno solo. La Iglesia es una aunque se reúna en Bagdad, Sao Pablo o Managua. Los grupos sectarios se oponen a la Voluntad de Dios al tener tantas diferencias y divisiones. Hay más de tres mil grupos religiosos que se auto proclaman ser la Iglesia de Cristo, pero difieren unos de otros desde el nombre que utilizan hasta los requisitos para ser miembro de ella o ser uno de sus ministros. Algunos abiertamente han dejado ver que su interés se basa en el dinero de sus miembros, y son muchos los líderes religiosos que han comentado que ellos se han vuelto millonarios gracias a la ignorancia de sus fieles.
El cuerpo está dividido en muchas partes y cada una de ellas tiene sus miembros que a su vez tienen un propósito. No hay un solo miembro que sobre desde la cabeza a los pies. Todo lo que tenemos en nuestro cuerpo es necesario. Así también en la Iglesia, cada miembro es necesario, ninguno sobra.
Hace unos años sufrí un accidente cortándome una falange de uno de mis dedos de la mano, lo cual me hizo correr inmediatamente al hospital para que me curaran. Unos pocos meses después mi dedo ya estaba restablecido, y aunque no quedó igual, sigue siendo tan útil como los demás.
En Cristo, cada uno de nosotros es parte de su cuerpo, y ocurre en veces que algún miembro tiene un problema. Es curioso que los demás miembros vemos el asunto y no corremos para buscar una solución, es más, hay algunos que se gozan cuando ven que aquel miembro ya no participa más con la Iglesia y le censuran condenándolo.
La Iglesia de Cristo no es una organización, sino un organismo. Está compuesta no de congregaciones locales, sino de miembros individuales. Somos un solo cuerpo porque fuimos sumergidos en un mismo Espíritu. El Espíritu que tienen los hermanos de Paraguay es el mismo que tienen los hermanos en Perú. Fuimos sumergidos en el sentido que ahora somos parte del Cuerpo de Cristo y todos los cristianos gozamos del Espíritu Santo. O, ¿acaso el dedo gordo del pie derecho no tiene también a su espíritu? ¿Se aloja su espíritu en el corazón o en el cerebro?
¿En qué momento fuimos sumergidos en el Espíritu? En el momento en que somos sumergidos en el agua de arrepentimiento el Espíritu Santo viene a morar en nosotros, sellándonos como salvos y como parte del Cuerpo de Cristo. ¿Se manifiestan los dones milagrosos en la persona que es sumergida en agua? No, porque los dones milagrosos eran transmitidos por la imposición de las manos de los Enviados y no en el momento de la sumersión para perdón de pecados.
¿Hay una sumersión en el Espíritu? ¡No! El derramamiento del Espíritu se ve solo en dos casos en el Nuevo Testamento, uno el día de la fiesta de Pentecostés después de la resurrección de Jesús[14], cuando el Espíritu bajó para iniciar la Iglesia y capacitar a los Enviados con poder; y la segunda vez en casa de Cornelio[15], cuando el Espíritu Santo bajó sobre los gentiles para que los judíos pudieran ser convencidos de que ellos también podían ser salvos. Después de esto no ha habido más derramamientos del Espíritu y los que dicen que son “bautizados en el Espíritu”, no saben de lo que hablan.
¿Quiénes son miembros de la Iglesia? Todos los salvos, los que bajamos a las aguas de arrepentimiento. Me da tristeza quienes se creen dueños de la Iglesia y cortan a los demás de comunión sin haber seguido un proceso bíblico, y según ellos, le sacan de la Iglesia. ¿Tengo autoridad para decir si fulano es o no es miembro de la Iglesia? ¡No! Y este pasaje lo deja en claro. No somos los miembros los llamados a decidir si alguien es miembro o no, eso solo lo puede hacer Cristo mismo.
Los cristianos somos un solo cuerpo porque tenemos comunión con el Espíritu Santo, que es uno.
Algo que no lograban entender los corintios y al día de hoy muchos no lo entienden, es que no todos tenemos la misma función. Somos muchos miembros con diferentes capacidades.
Los corintios habían llegado a creer que poseían un don muy impresionante, y por eso se sentían especiales y despreciaban a los que no manifestaban dones como los de ellos. Por eso Pablo presenta una analogía con el cuerpo para demostrar la importancia de todos. No hay un solo órgano del cuerpo que pueda despreciar a los demás. Todos los órganos se necesitan para el buen funcionamiento del cuerpo y ninguno trabaja independientemente de los demás. Acaso, ¿no ha sufrido usted un dolor de muela? ¿No siente que todo su físico se encuentra indispuesto?
Los corintios actuaban de manera ignorante al querer hablar todos en lenguas. Lo mismo pasa hoy con los avivados que quieren hacer todos lo mismo.
Si Dios es quien distribuyó el cuerpo, ¿debe alguien sentirse inútil porque no hace lo que su hermano? Cada persona tiene un propósito y debemos ser respetuosos de eso. Hay quien trabajará muy bien dedicado a tiempo completo en la Iglesia, pero hay otro que lo hará muy bien desde su trabajo secular. Hay quienes dirigen muy bien los cantos, mientras que otros son usados por Dios para predicar o enseñar. ¡Qué triste es que en la Iglesia el púlpito se convirtió en un punto común a donde todos deben subir y por ello la predicación se volvió vana! ¡Hay miembros que deben usar el púlpito, pero hay otros que no deben acercarse a él ni para limpiarlo!
Los corintios habían creído que los que tenían dones eran mejores que los que no, e incluso habían clasificado estos dones; así los que no tenían manifestación de ningún don se sentían inferiores a los que sí y los que sí se sentían superiores a los demás. Cualquiera de las dos actitudes es mala. Todos los miembros nos necesitamos unos a otros.
Hay miembros del cuerpo que son indispensables, y por eso están cubiertos, como el hígado. ¿Podemos vivir sin una oreja? ¡Sí! Pero no lo podemos hacer sin bazo o riñones. En Corinto se daba mucha importancia a las lenguas, pero se dejaba de lado la profecía; la primera era para convencer a los inconversos, pero la segunda era para edificar la Iglesia, así que ellos estaban mal en sus prioridades.
Los órganos más íntimos son cubiertos, no nos gusta que los demás los vean, y por ello los tapamos con más ropa, a esto es lo que parece estar refiriéndose Pablo. De esta manera deben ser tratados los miembros menos preparados de la Iglesia, con más cuidado. Deben ser cuidados por los demás, no porque se tenga pena de ellos, sino porque también son los más delicados, lo que pueden ser dañados más fácilmente.
Hay partes del cuerpo que no necesitan tanto cuidado, como las manos o la cara, y por eso están más expuestas. En realidad, aunque parece que siempre se hace lo contrario, aquellos hermanos que normalmente están expuestos, los más públicos en la Iglesia, no necesitan tanta atención, pero es curioso, si se enferma uno de los hermanos débiles, quizá se diga desde el púlpito que hay que orar por ese hermano, pero si uno de los hermanos que normalmente están adelante se enferma, todos tienen que ir a visitarle, aunque solo tenga gripe.
La organización del cuerpo es un asunto de Dios, no de los hombres. Así también en la Iglesia, Dios pone a cada persona a hacer lo que le corresponde. Hay hermanos que serán muy públicos, como los pastores, predicadores y maestros, pero otros estarán más en el anonimato, y no por ello son menos importantes, más bien lo son más, en muchas ocasiones, porque son ellos los que desde atrás sostienen el trabajo que hacen los que están adelante.
Pablo deja bien claro que para Dios las divisiones no están dentro de Su plan. La división en la Iglesia ha sido tema casi desde el principio, pero hay que luchar contra ella, lastimosamente la mayoría de los líderes religiosos más bien la promueven porque esto tiene fines individuales.
En los últimos días he estado con mucho dolor de espalda, lo que ha ocasionado que no me sienta bien. Aunque el problema es en algunos músculos de la espalda, me duelen los brazos y las piernas, porque mi cuerpo se interrelaciona. De la misma manera, cuando un miembro en la Iglesia tiene un problema, todos deberían sentirse mal y unirse para ayudarle a superar el problema. También hay médicos que buscan las enfermedades del cuerpo en el iris del ojo, porque, según dicen, todo se refleja en estos.
Se dice que cuando estamos enamorados todo el cuerpo produce enzimas que le dan una sensación de placer. De la misma manera, cuando un miembro en la Iglesia se siente gozoso, todos los demás deben gozarse, pero si está triste hay que apoyarle para superar la prueba. Si un miembro es exitoso, todos los demás deben estar gozosos.
Una de las festividades de la Iglesia Católica es la de “Corpus Christi”, pero ellos se equivocan ya que le festejan no a la Iglesia, sino a la hostia. Ellos no entienden que cada creyente es miembro del cuerpo de Cristo y parte integral de él, y consideran que el cuerpo de Cristo es en realidad un pedazo de harina con agua que es puesto en el santuario. Pablo nos dice que nosotros somos cuerpo de Cristo. Él es la cabeza y nosotros somos sus miembros.
Dios es quien organiza al cuerpo de tal manera que todo se complemente. En la Iglesia Dios puso diferentes dones y ministerios, para que ella se complete y perfeccione. Los ministerios y los dones no son de quien los ejecuta, sino de Dios, y nosotros solo somos administradores.
Los Enviados, viene del griego apóstolos, y significa delegado; específicamente embajador del evangelio; oficialmente comisionado de Cristo, con poderes milagrosos[16]. La palabra se transcribió y está derivada del verbo griego apostello. Este verbo se distingue del verbo pempo, otro verbo que significa "enviar", en que involucra la idea de ser enviado con un propósito especial o con autorización oficial. El sustantivo se emplea en el Nuevo Testamento de tres distintas maneras:
1) Designa un "enviado", "delegado" o "mensajero". En Juan 13.16 la palabra no se transcribe sino se traduce "enviado". En este sentido Cristo es un apóstol de Dios[17]. Epafrodito es un apóstol de los filipenses[18].
2) Designa a un miembro del grupo de los doce que Jesucristo seleccionó para ser de manera especial sus compañeros constantes y los pregoneros iniciales del mensaje del Reino de Dios[19].
Parece que prevalecía en la mente del grupo apostólico la idea de que el número de doce debía guardarse intacto. Prueba de esto es el hecho de que, después de la muerte de Judas Iscariote, nombraron a otro que ocupara su lugar[20]. En esta ocasión Pedro especificó los requisitos que había que cumplir para ser apóstol: Haber sido compañero de Jesús durante su ministerio terrenal y testigo de su resurrección[21].
Pablo cumplía el segundo requisito, pero no el primero. Sin embargo, dijo ser Enviado[22].
Es interesante notar que la palabra apostolos aparece 79 veces en el Nuevo Testamento y que de ellas 68 se hallan en los escritos de Pablo y Lucas, mientras que en los de Juan no se encuentra ni una. Sin embargo, es en el Evangelio de Juan donde se especifica más claramente el papel particular de los apóstoles después de la muerte de Cristo[23]. Según Juan, el Espíritu Santo les recordará las palabras de Jesús, les "enseñará todas las cosas", les "guiará a toda la verdad", y les "hará saber las cosas que habrán de venir"[24].
Por tanto, las enseñanzas de los apóstoles son la norma para la doctrina y la vida de la Iglesia[25]. Pablo da el primer lugar a los apóstoles entre los líderes instituidos en la Iglesia[26] y dice que ella está edificada "sobre el fundamento de los apóstoles y los profetas”[27]. Jesús anunció que los apóstoles serán jueces en el juicio mesiánico[28] y Revelación declara que sus nombres estarán grabados en los cimientos del muro de la nueva Jerusalén[29].
3) Designa en sentido general a maestros y misioneros destacados. Por ejemplo, Jacobo, el hermano del Señor[30], Bernabé[31], Timoteo y Silvano[32], Andrónico y Junias[33]. En 1 Corintios 15.5, 7, Pablo evidentemente distingue entre "los doce" y "todos los apóstoles".
Juan y Pablo nos advierten que hay quienes pretenden ser apóstoles, pero realmente están "disfrazados"[34].
Los voceros, también llamados “profetas”, viene del griego profétes; puede decirse que el profetismo comienza con Moisés y que se refleja en la mayoría de los escritos bíblicos. Aunque hallamos en otros pueblos ciertos fenómenos emparentados, en ninguno se halla la profundidad e influencia del profetismo bíblico. La razón es evidente: Todo el Antiguo Testamento mira hacia el porvenir. Basado en lo que Dios ha hecho y dicho en el pasado, proclama la espera del cumplimiento pleno de esas promesas. El “día de Adonay” anima no solo los libros proféticos sino también los históricos y los poéticos. El mismo Pentateuco, basado en el éxodo y el pacto del Sinaí, vislumbra el tiempo en que Israel, libre de toda esclavitud, será la nación santa del Dios santo. El Nuevo Testamento, a su vez, ve en Jesucristo y su Iglesia el cumplimiento de aquella promesa y por ello valora altamente la profecía del Antiguo Testamento; se extiende hacia la plena realización del Reino, la parusía del Señor, y afirma así una dimensión profética propia.
El término hebreo, nabi, traducido “profeta”, probablemente se deriva de una raíz que significa “anunciar” o “proclamar”. El Antiguo Testamento lo aplica a una variedad de personas[35].
Es sumamente discutido el origen del profetismo en Israel y su posible relación con otros fenómenos semejantes. Varios pasajes hablan de “videntes” y 1 Samuel 9.9 sugiere que así se le llamaba originalmente al profeta. Además, había un profetismo “extático” en las religiones cananeas[36], y es posible que hubiera alguna relación entre este fenómeno y algunas manifestaciones en Israel[37]. Por otra parte, los grandes profetas, Isaías, Amós, Jeremías, tenían experiencias extáticas, en las que hallaban un acceso especial a la “palabra de Adonay” y esta llevaba en sí misma una singular señal de autenticidad divina. Indudablemente no se trataba de un trance de absorción, sino de una concentración próxima a la oración, en la que la “palabra” recibida era meditada y articulada por el profeta en un mensaje[38].
También se ha discutido mucho la relación de los profetas con el culto. Aunque había “bandas” proféticas en los lugares de culto, los profetas del Antiguo Testamento no parecen pertenecer a ellas y en algunos casos evidentemente repudiaron esta dudosa institución[39]. Entre estos profetas de santuario, ocupados de los detalles y pequeños problemas políticos, y el profeta bíblico, con su visión de la acción de Dios en la historia, había una enorme diferencia. Sin embargo, es erróneo pensar, basándonos en unos pocos pasajes tomados aisladamente[40], que los grandes profetas se oponían al culto del Templo y al sacerdocio, o a toda religión institucionalizada. Se trataba, más bien, de la crítica a la corrupción del culto, ya fuera por la idolatría o por la injusticia: “No puedo aguantar iniquidad y día solemne”[41]. Los profetas conocen el culto y a menudo citan su ritual, himnos y oraciones. Algunos vienen de un trasfondo sacerdotal y otros muy probablemente participaban en el culto.
En los libros proféticos de la Biblia tenemos la obra directa de los propios profetas[42], que muestran que los profetas escribían y no solo anunciaban verbalmente sus oráculos. También hay casos de un testimonio indirecto, como el de Baruc, secretario de Jeremías[43]. Y finalmente, existían escuelas de discípulos de un profeta[44], los cuales compilaban sus mensajes.
Aunque el mensaje de la profecía bíblica se halla principalmente en los libros conocidos como “proféticos”, no debemos olvidar el profetismo anterior a Amós, ilustrado por figuras como Natán, Elías, Miqueas[45] y Eliseo, cuya función fue anunciar el juicio y la voluntad de Dios principalmente a los reyes. El nombre “profeta” se aplica también a Abraham[46], Aarón[47], María y Débora[48] y Moisés[49]. El profeta bíblico reúne algunas características como “un llamado específico y personal de Dios”[50]; la conciencia de la acción de Dios en la historia; la valiente confrontación de reyes, sacerdotes o pueblos con las demandas y el juicio divinos; el uso de medios simbólicos de expresión y el ejercicio de una función intercesora o sacerdotal ante Dios.
La función primordial del profeta es la proclamación de la “palabra de Dios” que ha recibido. El propósito es llamar al pueblo al arrepentimiento y la conversión a Dios y a su pacto. Su mensaje se relaciona constantemente con sucesos y circunstancias presentes, de orden político, social o religioso. Pero como estas circunstancias son vistas como parte de la acción de Dios en la historia, el profeta no puede dejar de referirse al futuro para anunciar lo que Dios hará, para inducir a la acción y para certificar su mensaje. No hay duda alguna de que la predicación es parte esencial de la función profética, y muchos profetas manifiestan dones especiales de clarividencia y percepción del futuro. Pero, por otra parte, también existen falsos profetas, que apelan a los mismos dones y pretenden tener palabra de Dios. Pasajes como Deuteronomio 13; 18.9-22; Jeremías 23.9-40; Ezequiel 12.21-14.11 sugieren algunos criterios de distinción. El problema es complejo y el Nuevo Testamento tampoco lo desconoce.
Ubicados en el horizonte de la decadencia de los reinos, a partir del siglo VIII a.C., en medio de las amenazas políticas de los grandes imperios y mientras acompañan a su pueblo en el cautiverio, los profetas anuncian, de diversas maneras pero con fundamental unidad, el propósito de Dios que se cumple en la convulsionada historia del Medio Oriente.
El mensaje de los profetas halla su cumplimiento en la vida, muerte y resurrección de Jesucristo[51]; particularmente en los hechos de la pasión[52]. La predicación a los judíos partía de esa correlación[53]. El Evangelio de Mateo está construido sobre esa base, pero, más que predicciones en detalle, se trata del propósito redentor de Dios anunciado en los profetas y cumplido en Jesucristo[54]. La promesa del nuevo pacto y del siervo sufriente son los puntos culminantes de esa continuidad.
En el Nuevo Testamento se conoce y tiene en alta estima el don de profecía y la figura del profeta[55]. Su función parece haber sido anunciar alguna revelación particular recibida de Dios[56], edificar o consolar con ese conocimiento de la voluntad de Dios[57] o predecir un acontecimiento futuro[58].
Como tercer ministerio Pablo señala a los maestros, que viene del griego didáskalos, que en el Antiguo Testamento puede referirse a menudo a un artesano, experto en su especialidad[59], pero en el Nuevo Testamento es un título que por lo general indica uno que enseña, o sea, un instructor. En tiempos del post cautiverio las escuelas solían reunirse en las sinagogas, y los maestros eran frecuentemente escribas o “doctores de la Ley”[60]. Tanto los discípulos de Jesucristo como sus enemigos casi siempre le llamaban “Maestro” o “Rabí”, que significa lo mismo. De ahí se considera como maestro uno que sirva de guía, inclusive Pablo llama la Ley el “ayo”, o maestro, que conduce al conocimiento de Cristo[61].
Después de tratar estos ministerios, Pablo continúa con algunos dones, pero a diferencia de lo que harían los pentecostales modernos y los corintios, no comienza hablando del don de lenguas, sino del de obras poderosas o milagros.
Después cita a los que tienen dones de curaciones, los que sanan enfermos, y sigue con, no con los de dones de lenguas, sino con los que ayudan, que es tomado de la palabra antílepsis, que significa “alivio”, y probablemente se esté refiriendo a los diáconos. Después siguen los que tienen capacidades directivas, que se puede referir a los ancianos, y deja de último es esta lista a los que tienen géneros de lenguas.
Pablo hace una serie de preguntas retóricas que deben ser respondidas con un rotundo ¡no!, porque lo que quería que ellos entendieran que aunque todos los cristianos somos miembros del Cuerpo de Cristo, cada uno es diferente a los demás, y esto no es cosa que cada cual elige, sino que Dios da dones y ministerios tal y como Él quiere. En el mundo se dice: “El que está, no estorba, y el que no está, no hace falta”, pero en la Iglesia todos hacemos falta. ¡Qué triste es que ni siquiera los líderes de la Iglesia logran entender esto! Incluso algunos se dan el lujo de buscar el más mínimo error en ciertos miembros, no para corregirlos, sino para cortarlos de comunión.
Pablo enseña que todos y cada uno tiene un don en particular, y que todos hacemos falta en la Iglesia. Somos necesarios para que cada uno ejecute el don dado por Dios para edificar a los demás. ¿Acaso podemos decir: “Esta mano ya no me gusta, la voy a cortar del cuerpo”? ¿No se dolerá todo el cuerpo y ya no podrá funcionar como debe?
La inmadurez espiritual de los corintios era tal que no lograban entender estas cosas y producían división en la Iglesia, peleando por ver cual mejores dones, y creían que el hablar en lenguas era el superior.
“Estén actuando celosamente”, le dice Pablo a los corintios. En la mayoría de las versiones no se toma en cuenta estas palabras de exhortación. Es una actitud que debemos tener todos los cristianos y es la que nos lleva a mantenernos alerta ante cualquier ataque o perversión de la Palabra.
No todos los dones son iguales, sino que hay unos más importantes que otros, pero aunque hay dones que son importantes para la Iglesia, hay algo aún más importante y es lo que los corintios, y lastimosamente en la mayor parte de la Iglesia se deja de lado.
¿Quién es más importante en la Iglesia? ¿El predicador o el maestro? ¿El hermano que ofrenda mucho o el que hace el aseo del edificio? ¿Será que el predicador no debe faltar pero como a mí solo de vez en cuando me piden que dirija una oración o recoja la ofrenda, no hago falta?
Pablo dice: “les estoy mostrando a ustedes un camino mucho más excelente”, ¿cómo? Preguntarían muchos corintios y pentecostales, ¿qué hay mejor que pasar dos o tres horas hablando en lenguas?
El día de nuestra boda, alguien a quien nunca había visto en mi vida y no volvía a ver jamás, se me acercó y me dijo: “Siga demostrando el amor que tiene, y Dios lo usará mucho”. No digo que fue algún tipo de nueva revelación, pero aquel hombre dijo una gran verdad.
El mejor camino no es el de los dones milagrosos. No lo fue en el siglo I ni lo es hoy. Los corintios tenían muchos dones milagrosos, pero les hacía falta algo más importante, eso ocurre hoy, algunos tienen la doctrina correcta, pero les falta lo mejor. Pablo iba a mostrarles un camino mejor, más excelente, y aquí usa la palabra griega juperbolé, de donde nace nuestra palabra “hipérbole”, que veremos más adelante su importancia.
Ya que los corintios estaban tan impresionados con las lenguas, Pablo comienza citándolas primero. El problema es que algunos han malinterpretado este pasaje y piensan que Pablo está diciendo que los que tenían el don de lenguas, hablaban lenguas angelicales, sin tomar en cuenta que Pablo usa una figura retórica llamada hipérbole[62], que se usa para exagerar e impresionar al que lee u oye. Y nótese que es una figura de exageración porque Pablo dice: “Si alguna vez pudiera estar hablando las lenguas de los hombres y de los mensajeros, pero no tengo amor, he llegado a ser como cobre estruendoso o címbalo que hace mucho ruido”. Parafraseando diríamos: “Si pudiese hablar todo tipo de lenguajes, pero no tengo amor, solo soy bulla”. Hay muchas frases hiperbólicas en nuestro lenguaje: “Perro que ladra, no muerde”, “Se cree la última gota de agua del desierto”, “Llovían perros y gatos”, etc. No quiere decir que todo perro que ladra no es capaz de morder, ni que esa persona sea de agua, ni que realmente en lugar de agua llovieron animales, y todos entendemos que estas son comparaciones exageradas para impactar en el relato.
El lenguaje de los mensajeros o de los ángeles es otra figura retórica llamada prosopopeya[63], ya que ellos son espíritus[64], así que no necesitan un lenguaje articulado para comunicarse, y nótese que en los casos que relata la Escritura de ángeles comunicándose con una persona, lo hacen con el lenguaje de esa persona.
La idea de Pablo era que sus lectores comprendieran que a pesar de la importancia de los dones espirituales, es más importante el amor. Y nótese que compara el hablar en lenguas con un ruido que todos consideramos insoportable: Metal estruendoso.
Pablo, para referirse al amor usa la palabra griega ágape. En el griego hay varias palabras que se refieren al amor:
1) Eros, es una palabra bastante conocida en el español porque es así como se le llama al dios del amor, y de ahí vienen palabras como “erótico”, que es como se denomina al amor sensual.
2) Storge, es el amor y el afecto que ocurre naturalmente entre padres e hijos, que puede existir entre hermanos, y que existe entre maridos y esposas en un buen matrimonio. Es un amor sin ningún tipo de interés.
3) Fileo, que es tener un interés especial en alguien o algo, con frecuencia enfocado en una asociación cercana; tener afecto por, gustar, considerar a alguien un amigo.
4) Ágape, es la naturaleza misma de Dios, porque Dios es amor[65]. La gran clave para comprender ágape es darse cuenta de que puede ser reconocido a partir de la acción que inspira. De hecho, hablamos a veces del “modelo de acción” del amor ágape. La gente de hoy está acostumbrada a pensar del amor como un sentimiento, pero ése no es necesariamente el caso con el amor ágape. Ágape es amor a causa de lo que hace, no debido a cómo se siente.
Aunque parece que ningún corintio podía hablar en lenguas más que Pablo, él consideraba que sin amor ágape esto sería puro ruido. ¿A sido usted testigo de escuchar a alguien hablar de vivir rectamente cuando todos saben que él no lo hace? Se siente como si estuviésemos tomando agua tibia, no es agradable, se siente repulsión y no hay edificación.
La profecía en el siglo I era necesaria porque no se tenía la Biblia completa. Era por medio de ella que Dios comunicaba Su voluntad a la Iglesia, pero para los corintios esto no tenía importancia, sino que preferían las lenguas. Lo mismo ocurre hoy entre los pentecostales, que prefieren escuchar dos horas a alguien hablando en glosolalia que escudriñar la Palabra de Dios.
Conocer todos los misterios es un sueño de toda la humanidad. ¿Quién no quisiera saber por qué, cuándo y cómo ocurre todo? Ese poder solo lo tiene Dios.
Todo el conocimiento se refiere tanto a lo que ocurre en el mundo físico como en el espiritual. ¿Cuál es la Voluntad de Dios en cada cosa? Todos nos planteamos esta pregunta, pero nadie tiene la respuesta.
La fe de la que Pablo habla en este pasaje no es solamente la fe que nos lleva a creer en algo o en alguien, sino una fe carismática, la que puede hacer milagros. De nuevo Pablo usa una hipérbole para hablar de esta fe. Dios no permitiría a ningún mortal que tuviese una fe capaz de mover un monte de un lugar a otro ya que eso dañaría no solo a otras personas sino a todo el mundo natural.
A pesar de todo, si estas exageraciones pudiesen ser verdad, pero sin amor, es nada. Aunque no había nadie en Corinto con ninguno de estos dones, si era posible que hubiese personas que lograran alcanzar el amor ágape, que no es un don, sino un virtud que tiene cada uno de nosotros de desarrollarla.
Pero no debe confundirse el amor con el desapego a las cosas materiales o la benevolencia, y tampoco se debe hacer con el arrojo de alguien. Aunque uno hiciera el sacrificio supremo, pero si este no está acompañado de amor ágape, de nada sirve. Ejemplo de estos dos tipos de benevolencia son el de Bernabé[66] y el de Ananías y Safira[67]. Los tres hicieron lo mismo, vendieron su propiedad y trajeron el dinero a los Enviados, pero lo hicieron con fines diferentes, Bernabé lo hizo por amor, mientras que el matrimonio lo hizo para lucirse y que todos les aplaudieran.
Una vez más Pablo usó la hipérbole, pues nadie va a dar todas sus cosas y quedarse sin absolutamente nada y tampoco nadie va a dar su cuerpo para los demás, esas son exageraciones para impresionar. De esta manera estaba dejando ver la actitud egoísta de los corintios.
Ahora, para que todos comprendieran, Pablo hace una descripción del amor ágape, paso por paso. Le da una personificación al amor al decir lo que este hace y no hace.
1) Es de largura de espíritu. Algunas versiones dicen que es paciente[68]; otras dicen longánimo[69]; otras, sufrido[70]; otras, saber soportar[71]. El griego dice literalmente “es de largura de espíritu”, es decir, el amor ágape tiene la característica de mantenerse a pesar de. El amor eros se acaba después de la satisfacción carnal[72]; el amor storge puede apagarse dependiendo de las circunstancias[73], lo mismo ocurre con el amor fileo[74], pero el amor ágape se mantiene firme hasta el final.
2) Bondadoso. Otras versiones dicen benigno[75]; otras, servicial[76]; otras, amable[77]; muestra comprensión[78]; dulce y bienhechor [79]; todas señalando que el amor hace el bien.
3) No es celoso. Casi todas las otras versiones dicen no es envidioso[80]; pero no se refiere al celo por las cosas buenas, sino por lo malo, el celo que lleva a la persona a odiar.
4) No es jactancioso. Algunas versiones dicen ni se cree más que nadie[81]; no es presumido[82]; no hace sin razón[83]; no hace alarde [84]; no aparenta[85]; no obra precipitada ni temerariamente[86]; ni se cree más que nadie[87].
5) No es inflado. Ni orgulloso[88]; no se engríe[89]; no es arrogante[90]; no se envanece[91]; orgulloso[92]; no se hincha[93]; no se ensoberbece[94]. Pero los corintios se encontraban muy orgullosos de los dones que se manifestaban entre ellos.
6) No se comporta indecentemente. No se comporta con rudeza[95]; no es grosero[96]; es decoroso[97]; no avergüenza[98]; no se porta indecorosamente[99]; no es injurioso[100]; el amor no es descortés ni egoísta [101]; no actúa con bajeza ni busca su propio interés[102]; no es descortés[103]; no es rudo[104]; no es indecoroso ni busca su interés[105]; no hace nada indebido[106]; no es ambicioso[107]; no procede con bajeza[108]. De manera contraria a esto era como actuaban los corintios, y es cómo actúan muchos de los que dicen poseer los dones hoy.
7) No busca las cosas de sí mismo. El amor nos lleva a querer lo mejor para quien amamos, así que si es verdadero amor no puede ser egoísta, tratando de que solo las cosas que le convienen sean las que ocurran.
8) No es provocador. En Corinto se vivía un gran desorden en la Iglesia, los que tenían dinero provocaban con su actitud a los que no tenían, y lo mismo hacían los que tenían dones con los que no, haciéndolos enojar con su comportamiento.
9) No está inclinado a lo malo. Estas actitudes provocadoras hacían enojar a ciertos hermanos, y los que provocaban, posiblemente al ver a los otros enojados, se regocijaban y buscaban enfurecerlos, planificando cómo hacerlo mejor. Eso es maldad.
10) No se regocija de la inrectitud. Al actuar de esta forma malvada, los que lo hacían compartían con los de su mismo parecer y se divertían de ver a los otros enojados. Esa es una actitud muy baja, mucho más para alguien que se dice estar lleno del Espíritu Santo.
11) Pero se regocija de la verdad. Había venido diciendo las cosas que no hacía el amor, pero ahora comienza a decir las que sí hace. Así, contrario a lo que había dicho en la frase anterior de no regocijarse en la inrectitud, ahora dice que sí lo hace en la verdad. Me dolió tanto hace algunos años cuando se me levantó un falso en una congregación y como decidí irme de este grupo, hicieron una cena de celebración, sin saber que ese el principio de su fin como Iglesia, porque ahí comenzaron a florecer todos los pecados que mantenían escondidos y poco a poco cada uno de los miembros fue desenmascarando la maldad que había en su corazón, comenzando por los cabecillas de la mentira. La verdad es la que tiene que reinar en la Iglesia, aunque esta nos afecte.
12) Soporta todo. A pesar de las vicisitudes, quien ama es capaz de mantenerse firme amando, esperando que las cosas caigan por su propio peso, porque sabe que Dios es justo y Su justicia prevalecerá.
13) Está confiado. La lógica es que la persona que tiene amor no es tan tonta como para creer todas las cosas, sino que confía en quien ama mientras este no demuestre se hipócrita. Muchos matrimonios han sido destruidos por solo algún chisme, ya que alguno de los cónyuges no confió en el otro y creyó las malas noticias que no tenían una base firme.
14) Todo lo espera. Está esperando lo mejor. No se permite ser pesimista, sino que confía en que Dios intervendrá para que las cosas salgan de la mejor manera.
15) Aguanta todo. El verbo usado aquí es jupoméno, que implica quedarse bajo, permanecer, quedarse; figurativamente resistir, soportar pruebas, tener entereza, perseverar[109]. ¡Cuántas veces, cuando vienen los problemas, no deseamos renunciar y alejarnos de todo y de todos!
Los corintios se encontraban muy regocijados porque pensaban que eran mejores y más amados por Dios debido a la gran cantidad de dones que ellos tenían, pero no tomaban en cuenta que aparte de Dios, lo único eterno es el amor, por ello Dios es amor. Mientras que las demás cosas como la profecía, las lenguas y el conocimiento iban a acabar.
¿Ya acabaron las profecías? Pablo usa el verbo katargéo, que significa inutilizar, invalidar, libre, abolir, acabar, dejar, deshacer, desligar, destruir, perecer, quitar, suprimir[110]; es decir, la profecía tenía un motivo y este iba a acabar en algún momento. Cuando Pablo escribe a los corintios la Biblia aún no había sido completada, pero hoy sí, por lo que pensar que el don de profecía está en operación hoy equivale a pensar que la Biblia está incompleta, lo que podría llevar a pensar que quizá los mormones tienen razón.
¿Ya acabaron las lenguas? En este caso Pablo usa el verbo griego paúo, que significa retraerse, cejar, cesar, desistir, llegar a un fin[111]. Las lenguas era un don milagroso transmitido por la imposición de las manos de los apóstoles, y al fallecer el último de ellos, Juan, poco a poco iba a estar desapareciendo, conforme iban muriendo los que lo recibieron. Si bien es cierto que los dones iban a acabar, el amor jamás acabará porque es eterno.
Había una razón por la que los dones debían llegar a su final y es que la revelación de Dios para la Iglesia también tendrían un momento cumbre y entonces estos ya no serían necesarios. Tomemos en cuenta lo que está tratando Pablo, porque muchos se confunden aquí y consideran que lo “completo”, o como dicen otras versiones “lo perfecto”, es Cristo; pero Pablo aquí viene hablando del resultado de los dones milagrosos de las lenguas y la profecía, así que no va a dar un giro tan brusco hablando ahora de la segunda venida del Señor. ¡Está hablando de la revelación para la Iglesia! ¿Cuándo dejaríamos de conocer y profetizar en parte? Al venir lo perfecto, ¿qué es eso perfecto? La revelación completa para la Iglesia, la Biblia. ¡Cómo blasfeman los que dicen tener nuevas revelaciones!
Continúa Pablo explicando a los corintios la efimeridad de los dones milagrosos al lado del don del amor, y lo compara con el actuar de un bebé con el de un adulto. Cuando éramos bebés se nos perdonaba que no pudiésemos hablar correctamente, que conjugáramos mal los verbos, que no distinguiéramos de un sinónimo de un antónimo, etc., pero al ir creciendo se espera de todos que superemos esas etapas y que hablemos correctamente. Lo mismo ocurre con el pensamiento. A un niño se le permite que piense que un hada viene a buscar su diente o que hay seres fantásticos, pero al crecer esto no es normal.
Cuando la Iglesia estaba comenzando a desarrollarse le era necesario que hubiese dones milagrosos para que se desarrollara y edificara. El día de hoy esto no es necesario porque la Iglesia cuenta con otra herramienta: La Biblia. ¡Qué curioso que los que dicen amar la Palabra de Dios la rechacen de plano por buscar experiencias extáticas!
Pablo podía afirmar que en ese momento estaban viendo como por un espejo, de manera borrosa. Los espejos como utensilios de tocador y objeto manual fueron muy usados en las civilizaciones egipcia, griega, etrusca y romana. Fue usado en la cultura hebrea, era parte de la fuente de metal que estaba a la entrada del Tabernáculo de Reunión. Al lavarse los sacerdotes podían ver sus imperfecciones[112]. Se elaboraban siempre con metal bruñido, generalmente cobre, plata o bronce, a este proceso se le conoce como plateo. Tenían forma de placa redonda u oval, decorada ordinariamente con grabados o relieves mitológicos en el reverso y con mango tallado para asirlos cómodamente; de ellos, se conservan todavía muchos ejemplares en algunos museos arqueológicos. Durante la alta Edad Media, apenas se hizo uso del espejo, hasta que en el siglo XIII se inventó la fabricación de los de vidrio y de cristal de roca sobre lámina metálica, sin dejar por esto de construirse los de solo metal hasta el siglo XVIII.
El espejo, como mueble de habitación, empieza con el siglo XVI, pues aunque durante los dos siglos anteriores se citan algunos ejemplares históricos apenas era conocido y su uso era poco corriente. En dicho siglo, se presenta con marco elegante y pie artístico y ocupa lugar distinguido en el salón como objeto movible y de dimensiones reducidas. Hacia fines del siglo XVII las fábricas venecianas logran construir espejos de gran tamaño y desde entonces sirven como objetos singularmente decorativos en los salones, en los que ocupan un lugar destacado[113]. Por ello Pablo usa el ejemplo del espejo para decir que veían de manera oscura, ya que las imágenes se veían borrosas, la Iglesia en sus inicios sin la Biblia, no como los espejos modernos, que consisten de una delgada capa de plata o aluminio depositado sobre una plancha de vidrio, la cual protege el metal y hace al espejo más duradero y en donde las cosas se reflejan más claramente, la Iglesia con la Biblia completa.
En los días de Pablo el conocimiento era parcial, era imperfecto y por eso eran necesarios los dones milagrosos, pero cuando la revelación bíblica fue completada, ya estos no eran necesarios.
Había tres cosas importantes en ese momento: La fe, la esperanza y el amor, eran y son más importantes que los dones, y al acabar ellos, iban a continuar existiendo, pero de los tres el único que seguirá existiendo es el amor, porque llegará el momento en que la fe no será necesaria porque estaremos viendo al Señor, y la esperanza acabará porque lo que esperábamos ya habrá llegado. ¿Entonces por qué hay grupos religiosos que insisten continuamente en la importancia de los dones y se olvidan de la fe, la esperanza y el amor?
Si los dones milagrosos estuviesen todavía en operación, no podríamos asegurar que la Biblia está completa; los Enviados hubiesen muerto sin que se cumpliera la promesa hecha por Jesús[114]; habría Enviados vivos todavía ya que son necesarios para la imposición de sus manos; y todos los dones estarían en operación y no tan solo algunos.
Ir tras el amor es más importante que hablar en lenguas o profetizar o que tener cualquiera de los otros dones. Las palabras utilizadas aquí nos dan la idea de ir de cacería, y hablan de una práctica continua.
Actuar celosamente en las cosas espirituales no solo indica buscar los dones, para los miembros de la Iglesia del siglo I, sino el estudio concienzudo de la Palabra de Dios. Es cierto que los dones habían sido empleados por Dios para edificar la Iglesia del siglo I, pero en este tiempo usa la Biblia para ese menester, y por ello cada cristiano está en la obligación de estudiar con mucho cuidado las Escrituras cada día. Todo esto se hacía con un solo propósito: Ser voceros de Dios. En el siglo I por medio de los dones, hoy por medio de la Palabra.
Siguiendo con la idea que viene presentando, Pablo dice: “Porque el que habla en lengua no está hablando a los hombres”, porque cuando uno no entiende el lenguaje del que habla es como si nada, aunque Dios comprende todas la lenguas. ¿De qué sirve escuchar a una persona hablando en un lenguaje que no entendemos por una hora? Cuando escuchamos una conversación en otra lengua que no entendemos al principio nos llama la atención por la novedad, pero cuando no logramos entender nada nos disipamos y aburrimos, es como si no escucháramos nada. El verbo aquí usado es akoúo, que se usa para “entender”, así que a lo que se refiere Pablo es que nadie puede entender lo que habla el Espíritu; y es que para Dios que nosotros entendamos es de suma importancia, contrario a las religiones humanas que están llenas de misterios y dogmas que hacen que los fieles prefieran ignorar antes de estudiar.
¿Para qué ir al culto de adoración si no logramos entender lo que está pasando y diciendo? Los que afirman que el don de lenguas se refiere a lenguas extáticas están confundiendo la Palabra.
Al hablar en lenguas sin un traductor lo que se hace es pronunciar misterios, no de algo oculto para todos, sino para el que no le entiende aunque le escuche.
El que habla como vocero, el que predica en la asamblea hace una triple función: Edificar, animar y confortar. Edificar es llevar a un punto de madurez más alto. Animar es promover que los oyentes caminen en la Voluntad de Dios. Confortar es ayudar a alguien que está sufriendo. Para que todo esto sea posible es necesario que entendamos el lenguaje del que habla, de lo contrario esto sería vano.
El que hablaba en lenguas se edificaba a sí mismo no porque entendiera lo que decía, sino porque sabía que era usado por Dios. Pero el que hablaba como vocero o profeta si podía edificar a la Iglesia, que es uno de los fines de la congregación. ¿Para qué me voy a reunir si no salgo edificado?
Pablo quería que todos tuviesen el don de lenguas, no estaba diciendo que todos los hermanos lo tenían como creen los pentecostales, pero no todos lo tenían. Pero había algo más que Pablo deseaba entre los corintios: Que todos pudieran servir como voceros, aunque esto tampoco es posible ya que hay miembros en la Iglesia que no están capacitados para hacerlo. ¿La razón de esto? El que hablaba como vocero estaba edificando a la Iglesia, y el que hablaba en lenguas se edificaba a sí mismo. Pero había una excepción: Que alguien tradujera lo que se hablaba en lenguas, ya que de esa manera todos serían edificados.
Ahora Pablo presenta un ejemplo: Si él llegaba hablando en un lenguaje que nadie conocía en la congregación; no está diciendo una lengua extática ni angélica, habla de una lengua que hablan los hombres en otra región. Esto es lo que hacían muchos de ellos. ¿Qué se ganaba? El beneficio para la Iglesia era que hubiese revelación de algo nuevo que Dios quería que la Iglesia supiera, o conocimiento para que la Iglesia entendiera lo que debía hacer o debía dejar de hacer; o profecía porque la Iglesia necesita prever algo o enseñanza porque la Iglesia necesitaba aprender.
Con lo que dice este nuevo pasaje se entiende la sinrazón de las lenguas extáticas, ya que ellas no tienen significado. Pablo dice que incluso los instrumentos inanimados como la flauta o el arpa deben dar sonidos que se entiendan, ¿cómo algo como un mensaje va a ser transmitido por Dios de una manera ininteligible?
Pablo ilustra el asunto con un ejemplo de entre los soldados. Los soldados de aquel tiempo recibían las órdenes por medio de los trompetistas, soldados entrenados en la comunicación con la trompeta, pero, ¿cómo podían obedecer a las órdenes que daba su comandante si el trompetista no tocaba los tonos que todos conocían para cada orden? Así también en la Iglesia, si venía alguien hablando en un lenguaje extraño, ¿de qué servía? De la misma manera, si una persona llega a la Iglesia y habla en un idioma que ninguno de los presentes reconoce, ¿de qué sirve que hable? En veces ni siquiera entendemos a una persona que habla nuestro idioma porque lo hace en una jerga muy elevada o muy baja para la que maneja la mayoría, así que si viene alguien hablando en un idioma que no entendemos, la situación es peor. Pablo dice: Porque estarán hablando al aire, de manera que es una pérdida de tiempo.
Todos los lenguajes del mundo tienen un significado, y veamos el contexto en el que Pablo está hablando, para dejar en claro que él no se refiere a lenguas extáticas, sino a lenguajes humanos que usa una comunidad.
Desconocer el idioma en que le están hablando nos deja en una situación de incomunicación. Nos convertimos en extranjeros para el que habla y él lo es para mí.
Pablo se dirige a los corintios ya que ellos le daban mucha importancia al don de lenguas, y les exhorta de una manera muy diplomática ya que les dice: “Ustedes son personas muy celosas en lo espiritual, por lo que estén buscando como fortalecer a los demás”. Es una manera de llamarle la atención y hacerles ver que aunque las lenguas eran importantes, lo más importante era la edificación de la Iglesia. Es por eso que si alguno habla en lenguas, debe orar para que esta sea traducida, de lo contrario será una pérdida de tiempo. Y no quiere decir esto que los cristianos del siglo I oraban para tener algún don, ya que estos eran transmitidos por la imposición de las manos de los Enviados.
Entonces podemos concluir que lo importante no era que alguien hablara en lenguas, sino que hubiese interpretación para que la Iglesia fuera edificada.
Luego Pablo pone un ejemplo consigo mismo. Las lenguas no solo eran para decir un mensaje a alguien, sino también para orar, y así lo vemos en este pasaje. Al estar orando en lenguas, los cristianos del siglo I, lo hacían con su espíritu unido al Espíritu Santo, pero su mente, al no entender el lenguaje en que hablaba, no obtenía ningún beneficio.
Pablo presenta una pregunta para llamar la atención y poder hacer una conclusión. Es importante que los hermanos del siglo I, especialmente en Corinto, pudieran comprender para qué se les había dado ese don.
Estaba bien que oraran en lenguas, pero también era necesario que oraran con su propia lengua, la que entendían. He estado en lugares donde una persona se pone a hablar extáticamente por un tiempo largo, incluso por horas, y han tenido que sacarla a otra habitación para poder continuar con el acto. ¿Quién fue edificado? Nadie.
Es probable que con el don de lenguas la persona también pudiera entonar cánticos de adoración. Pero así como el simple hablar, era necesario que quien tuviese ese don, además de hacer melodías en otros lenguajes, también lo hiciera en su propia lengua.
Siguiendo el contexto, debemos entender que cuando Pablo habla de “bendecir solo con el espíritu” se está refiriendo a hacerlo en lenguas extranjeras. Está hablando de elogiar o dar gracias, que bien puede traducirse “orar”.
Y nótese como está hablando de lenguas humanas, porque dice: “¿cómo el indocto dirá el amén…”, si estuviese hablando de lenguas angélicas todos serían indoctos, porque nadie sabe el lenguaje de los ángeles.
La Real Academia Española de la Lengua acepta la transliteración de la palabra “amén”, y le da como significado “Así sea. Usado al final de una oración. Usado para manifestar aquiescencia o vivo deseo de que tenga efecto lo que se dice”.
También es importante notar que en el siglo I, cuando se hacía oración en la Iglesia, uno dirigía y todos los demás escuchaban, y si estaban de acuerdo a lo dicho, al final decían “amén”. Si en alguna congregación todos oran al mismo tiempo, están fallando al patrón bíblico.
De nuevo Pablo insiste en que todo lo que se hace en la Iglesia debe tener como propósito glorificar a Dios, pero también edificar a los hermanos.
Pablo aceptaba que él mismo tenía el don de lenguas, y lo ejercía más que todos los corintios. Así que todo lo expuesto no era producto de algún tipo de envidia contra ellos. Pero no estaba de acuerdo con la costumbre de muchos de ellos que caían en el abuso de los dones.
Pero, decía Pablo, prefería hablar “cinco” palabras, de nuevo usa un recurso para exagerar, ya que en cinco palabras es muy difícil dar un mensaje, en el idioma que hablaba la mayoría, que diez mil en otra lengua que ellos no entendieran. Hace poco me invitaron a una conferencia dada por un ingeniero en sistemas, en la que usó palabras llenas de tecnicismos; y aunque estaba hablando en español, para mí era chino, ya que no entendía nada de lo que decía.
La importancia de cualquier conferencia, ya sea de carácter religioso o secular, debe ser transmitir conocimiento, pero si el que imparte el discurso habla de manera que nadie o pocos le entienden, será solo pérdida de tiempo.
Vuelve Pablo a usar su recurso para suavizar el corazón de los receptores, al decirles “hermanos”.
“…no sean niñitos en las facultades mentales”. En varias partes de la Escritura se nos dice que debemos ser como niños, pero aquí más bien se dice que no hay que ser como ellos en sus facultades mentales, esto porque los niños creen todo, si usted le dice a un niño que hay cerdos que vuelan, él caminará viendo al cielo en busca de uno de esos cerdos voladores. Al niño no le interesa siempre lo más importante, sino lo que más le entretiene. Los dones no eran para entretener a la Iglesia, pero los corintios los trataban de esa manera.
En lo que es necesario ser como niños es en la maldad, y no solo como un niño, sino como un bebé, ya que hay niños de cinco años que ya conocen la malicia, pero un bebé, un niñito menor de tres años no identifica lo malo. Por esto la doctrina del pecado original no es más que una mentira más del catolicismo.
Pero hay que llegar a ser completos en las facultades mentales, ser maduros. Los corintios se comportaban como niños, jugando con los dones, peleando por ellos, comparándolos, haciendo división en la Iglesia, y habían olvidado que el fin de ellos era edificar la Iglesia.
Hace un tiempo, conversando con un pastor evangélico y tratando de hacerle ver que los cristianos ya no estamos sujetos a la Ley, él me decía que esta se limitaba a los cinco primeros libros del Antiguo Testamento, pero aquí vemos que Pablo cita un pasaje de Isaías y dice que es parte de la Ley[115]. El pasaje en cuestión se refiere a la exhortación que Isaías hace a los sacerdotes y profetas, haciéndoles ver que Israel sería castigado por mano de los asirios, gente que hablaba un lenguaje que los judíos no entendían. Entiéndase que tanto en Corinto como cuando hablaron los asirios, lo hacían en lenguajes humanos y no extáticos.
Los pentecostales y carismáticos insisten que el hablar en lenguas es señal de tener al Espíritu Santo, pero Pablo afirma que las lenguas eran señal para los incrédulos, así como lo fue para los israelitas del tiempo de Isaías, que eran incrédulos a la Palabra de Dios. El mensaje hablado con el don de lenguas era para convencer a las personas incrédulas, así que si hoy alguien insiste en que debe tener el don de lenguas para saber que tiene al Espíritu Santo en realidad lo que está demostrando es que es un incrédulo.
Pero la profecía, aquel don que servía para edificar, consolar y exhortar, ese era un don para beneficio de los creyentes. Entonces, ¿por qué los que dicen tener los dones del Espíritu hoy, insisten como los corintios en afirmar que lo más importante es hablar en lenguas? Claro, la profecía era un don en el que los resultados de esta dirían si era realmente un mensaje de Dios o si solo era algo que quien hablaba había inventado. Recuerdo que a principios de la década de los 80 visitó nuestro país la esposa de un reconocido predicador pentecostal haciendo exigencias para la preparación de la visita del evangelista; pero como no se atendió a todas sus exigencias, la mujer “profetizó” grandes catástrofes sobre el país. Gracias a Dios aún seguimos esperando que la “profecía” se cumpla, y ¡han pasado más de treinta años!
Pablo presenta un ejemplo hipotético para ilustrar lo que estaba diciendo. Esto es algo muy familiar para los que en algún momento compartimos con el pentecostalismo: La congregación reunida y todos hablando en lenguas, y el pastor agradeciendo por el “derramamiento del Espíritu”. Pero, dice Pablo, entran indoctos, o incrédulos, y no entienden lo que está pasando ni los lenguajes que están hablando aquellas personas. ¿Cuál va a ser la reacción de los visitantes? ¡Van a pensar que todos los que están ahí son locos! ¿Para qué si todos los reunidos hablan español va a venir alguien hablando francés? ¿Qué se gana? ¿Quién entiende? ¿Quién se edifica?
Tomemos en cuenta que de nuevo Pablo presenta un ejemplo exagerando para causar una impresión más fuerte. En Corinto no todos tenían el don de lenguas, pero la idea de Pablo es que ellos entiendan el desorden que se causaría si tal cosa ocurriera.
En el caso contrario, pero siempre exagerado: Entra el incrédulo y se encuentra a todos profetizando. Él logra entender lo que están hablando aquellas personas que pueden ver en lo profundo de su corazón, que le hablan de su vida de pecado y perdición y de qué sucederá con él si no cambia su manera de proceder. ¿Cuál será su actitud? Podrá ver el fin de su camino y tendrá que arrepentirse siendo redargüido por el Espíritu Santo.
Comienza la conclusión con una pregunta. No quiere ser mal interpretado, él no está diciendo que el don de lenguas no es una bendición, así como todos los demás dones, pero debe haber un uso correcto.
Hay quienes consideran que el culto o las reuniones deben ser sin ningún tipo de planificación, pero Pablo demuestra lo contrario. Pablo no estaba diciendo a los corintios que todos tenían dones ni que todos tenían todos los dones, sino que había varias personas con dones. Pablo menciona cinco cosas que se podían hacer con los dones: Salmos, enseñanza, revelación, hablar en lenguas e interpretarlas. Es probable que estas fuesen las actividades que se tenían durante los cultos en el siglo I, además de la participación de la Cena del Señor. Si es así, lo único que podemos replicar hoy día en la Iglesia es la participación de la Cena, ya que en este momento los dones no están en operación.
¿Para qué se hacían estas cosas? Para edificación de la Iglesia. Nada que no tenga este propósito debe hacerse en la Iglesia.
Pablo le explica a los corintios como debe ser el orden para ejecutar los dones. Hoy día los pastores pentecostales instan a toda la congregación a hablar en lenguas al mismo tiempo, pero Pablo dice que solamente dos o tres lo hagan, por turno, y que uno traduzca.
¿Qué pasaba si no había quien tradujera? El que tenía el don de lenguas debía quedarse callado. Entonces mienten los que dicen hablar lenguas extáticas al decir que el Espíritu los tomó y no podían quedarse callados, porque Pablo está enseñando que el que tenía el don podía ejercer control. También es obvio que si no había alguien que interpretase, el don de lenguas no servía para nada.
Debe tomarse en cuenta que en los pasajes en donde se trata de hablar en público siempre se refiere a varones hablando, nunca a mujeres, y en eso el idioma griego es muy claro.
¿Qué significa “hable para sí mismo y para Dios”? No que lo hiciera en susurro, sino que se quedara callado, orando en su mente.
Es lo mismo para los que tenían el don de profecía, dos o tres podían hablar y los demás debían escuchar con cuidado buscando el mensaje que Dios daba al pueblo. En ese tiempo se acostumbraba que cuando alguien iba a hablar, se pusiera de pie, y si había alguien hablando, con cortesía este se sentaba para ceder la palabra al otro. Pero no era correcto que dos personas hablaran al mismo tiempo.
Todos los que tenían el don de profecía podían hablar, por turnos, incluso hasta tres en una reunión, con la idea de animar a la congregación. Hay quienes han hecho todo un espectáculo de la enseñanza; en una ocasión miré por televisión a un predicador pentecostal entrar a predicar después de todo un show en donde había motocicletas, dramatización de una batalla entre pandillas, humo, luces, etc., y aquel hombre habló durante cuarenta minutos sin citar ni una sola vez la Palabra de Dios.
De nuevo Pablo deja en claro que todo este asunto de los dones no era algo en lo que reinaba el desorden, sino que todo debía mantenerse controlado. ¿Cuántas veces hemos escuchado a alguien afirmar que fue tomado por el Espíritu y no sabía lo que hacía ni lo que decía? Pero Pablo enseña que esto no puede ser así, ya que Dios es orden. Los profetas podían hablar o callar a voluntad.
¿Cómo puede alguien afirmar que Dios se encuentra en esos cultos en donde todos hablan al mismo tiempo en sus lenguas extáticas, mientras unos gritan y otros brincan, cuando la Palabra de Dios dice que Dios es de orden? Cuando Elías estaba escondido en la cueva, vino el Señor y le mostró varias cosas: Un grande y poderoso viento que rompía los montes y quebraba las peñas, un terremoto, un fuego, y un silbo apacible y suave[116]. Dios no se encontraba ni en el fuerte viento, ni en el terremoto, ni en el fuego, pero si estaba en el silbo apacible y suave; entonces, ¿por qué los pentecostales insisten en que cuando hay mucho alboroto se siente la presencia de Dios?
Las asambleas de los santos son las Iglesias que quieren obedecer la Voluntad del Señor. Es en estas congregaciones en donde se guarda el orden y la compostura, en donde el emocionalismo no es parte de la adoración, y es en donde las mujeres deben guardar silencio durante el culto. Este era otro de los problemas que había en Corinto con el desorden, las mujeres habían roto el orden al estar tomando ellas la palabra y preguntando durante el culto. Tomemos en cuenta que al parecer no eran todas las mujeres, sino un grupo de ellas, probablemente las esposas de los profetas, ya que Pablo les exhorta a que pregunten en sus casas. Ellas estaban causando mucha confusión en la Iglesia. Y no es que Pablo estaba cayendo en rigorismos como los de los musulmanes en que la mujer tiene prohibido hablar terminantemente, sino que durante el culto ellas debían guardar silencio y no tomar actitud de líder.
Y no es que las mujeres deben estar como momias en la Iglesia, sino que la dirección del culto no es un trabajo para ellas. Pero son muchos los que pelean porque quieren ver a las mujeres dirigiendo. ¿Por qué siempre que la Palabra de Dios dice que algo no debe hacerse sale alguien con una excusa diciendo que si es mejor hacerlo? Porque el trabajo de Satanás siempre es contradecir la Palabra de Dios, y los que le obedecen se oponen al Espíritu Santo.
Las mujeres deben estar sujetas, pero no en el tono en que lo hacen los musulmanes, sino más bien porque es lo más favorable para ellas. La Ley también lo dice en Génesis 3.16, en el sentido de que el hombre es la cabeza del hogar, no el jefe ni el dueño. Siempre he dicho que una mujer sabia entiende que su marido es la cabeza del hogar, pero ella es el cuello. Para que un hogar funcione la pareja debe estar de acuerdo en las decisiones, deben saber actuar tal y como una orquesta, en donde para que la melodía sea hermosa, deben trabajar en conjunto, de tal manera que todos los que le rodean se sientan extasiados.
Las esposas de los profetas estaban causando desorden en Corinto, por lo que Pablo les dice que se queden calladas y pregunten a sus maridos en casa. Lo que ellas estaban haciendo había caído en lo indecoroso, en vergüenza para sus maridos y la congregación.
¡Hay que tener cuidado con este pasaje! Hay quienes aseguran que esto hay que verlo con la lupa cultural, o incluso hay quienes acusan a Pablo de ser machista, pero no es Pablo el que está dando el mandato, es el Espíritu Santo, por lo que tampoco es una cuestión cultural. Por eso yerran los que han introducido a la mujer en el ministerio, demostrando que no tienen respeto por la Palabra de Dios. Hacer esto es lo mismo que decir que la Biblia no tiene autoridad.
Pablo pregunta de manera retórica para que los corintios entiendan que ellos no son un caso especial, de tal manera que puedan hacer y deshacer como les parece. Pregunta para atacar el orgullo que les tenía inflados. Lo que estaban haciendo los corintios iba en contra de la práctica en el resto de la Iglesia, por lo que ellos se estaban levantando contra toda ella. Lo correcto es que toda congregación en todo tiempo imite lo que hacía la Iglesia en el siglo I, de acuerdo a las enseñanzas apostólicas.
Pablo remata a los corintios haciéndoles ver que si ellos realmente creían ser personas guiadas por el Espíritu Santo no podían hacer otra cosa más que aceptar que estas palabras eran mandato de Dios. ¡Qué pena da ver a una persona que se dice ser espiritual oponerse a la Palabra de Dios y tratar de justificarse pretendiendo que su experiencia le avala más que la enseñanza bíblica!
Pero si a pesar de toda esta argumentación, alguien prefiere seguir comportándose como ignorante, que se atenga a las consecuencias. Pablo no iba a seguir luchando con ellos porque hay gentes que lo que hacen más bien es robar la bendición a los demás haciéndoles perder el tiempo en cosas que ya están resueltas. Si alguno quiere obedecer el Evangelio, bienvenido sea; pero si alguno no quiere hacerlo, que siga solo su camino y deje de estorbar.
Hace un giro para dirigirse a los que quieren vivir de acuerdo a la Palabra. Actuar celosamente significa actuar de acuerdo a las enseñanzas bíblicas y a lo que dijeron los Enviados. Pablo no se oponía a que se hablara en otras lenguas, porque el don estaba en operación en aquel momento. Pero insiste en que la profecía era superior al don de hablar en lenguas.
Pero había algo indispensable en todo lo que se hiciese: El decoro y el orden. Los dones estaban para edificar a la Iglesia, no para causar molestias ni división. Cada reunión de la Iglesia debe estar bien planificada y organizada, aunque sé que para algunos esto podría significar que se está cortando el “mover” del Espíritu, más si lo que se hace en la Iglesia no es ordenado, dejamos ver que en realidad esta no es la Iglesia de Cristo.
[1] Juan 14.18, 26.
[2] Hechos 2.1-4.
[3] Hechos 8.14-18.
[4] Hechos 18.6.
[5] Santiago 5.14.
[6] 2 Corintios 12.7-9; 1 Timoteo 5.23; 2 Timoteo 4.20.
[7] Hechos 5.5-11.
[8] 1 Corintios 14.3.
[9] 1 Juan 4.1-6.
[10] Traducción Lenguaje Actual.
[11] Felix Torres Amat.
[12] http://funversion.universia.es/curiosidades/xfiles/glosolalia.jsp
[13] Strong G1085.
[14] Hechos 2.
[15] Hechos 10.
[16] Strong. G652.
[17] Hebreos 3.1.
[18] Filipenses 2.25.
[19] Mateo 10.1-8; Marcos 3.14; 6.13-19, 30; Lucas 6.12-16; Hechos 1.26; Revelación 21.14.
[20] Hechos 1.15-26.
[21] Hechos 1.21-22.
[22] 1 Corintios 9.1; 2 Corintios 12.12; Gálatas 1.1; 1 Timoteo 2.7; 2 Timoteo 1.11.
[23] Juan 17.18; 20.21.
[24] Juan 14.26; 16.13.
[25] Hechos 2.42.
[26] Efesios 4.11.
[27] Efesios 2.20; Gálatas 2.9.
[28] Mateo 19.28.
[29] Revelación 21.14.
[30] Gálatas 1.19.
[31] Hechos 14.14.
[32] 1 Tesalonicenses 1.1; 2.6.
[33] Romanos 16.7.
[34] Revelación 2.2; 2 Corintios 11.5, 13. Diccionario Bíblico Nelson. Apóstol.
[35] Génesis 20.7; Éxodo 7.1; 1 Reyes 17-19; Malaquías 4.5.
[36] 1 Reyes 18.20-40.
[37] 1 Samuel 19.18-24.
[38] Isaías 10.6.
[39] Jeremías 29.26-30.
[40] Amós 5.21-24; Isaías 1.11-12, 14-17.
[41] Isaías 1.13.
[42] Isaías 30.8; Jeremías 29.1.
[43] Jeremías 36.
[44] Isaías 8.16; 50.4.
[45] 1 Reyes 22.8-38.
[46] Génesis 20.7.
[47] Éxodo 7.1.
[48] Éxodo 15.20; Jueces 4.4.
[49] Deuteronomio 18.18; 34.10.
[50] Isaías 6; Jeremías 1.4-19; Ezequiel 1-3; Oseas 1.2; Amós 7.14, 15, etc.
[51] Hechos 3.24.
[52] Lucas 24.25-27; Hechos 3.18; 1 Corintios 15.3.
[53] Hechos 18.28.
[54] Juan 6.14; 1 Pedro 2.9.
[55] 1 Corintios 12.10; Efesios 4.11; Hechos 11.27 y Efesios 2.20.
[56] Hechos 19.6; 21.9; 1 Corintios 11.4; etc.
[57] 1 Corintios 14.1, 3, 5.
[58] Mateo 11.13; 15.7; 1 Pedro 1.10. Diccionario Bíblico Nelson. Profetas.
[59] Éxodo 36.4; 2 Crónicas 2.7.
[60] Lucas 2.42; Hechos 5.34.
[61] Gálatas 3.24. Diccionario Bíblico Nelson. Maestros.
[62] La hipérbole es una figura retórica que consiste en una exageración intencionada con el objetivo de plasmar en el interlocutor una idea o una imagen difícil de olvidar. Los grandes maestros literarios de la historia han recurrido a menudo a esta figura literaria. Wikipedia.
[63] Figura retórica que consiste en atribuir a las cosas inanimadas o abstractas acciones y cualidades propias de los seres animados o bien cualidades propias del ser humano a los seres irracionales. Wikipedia.
[64] Hebreos 1.14.
[65] 1 Juan 4.7- 12, 16.
[66] Hechos 4.36-37.
[67] Hechos 5.1-10.
[68] Biblia al Día, Castilian, Corona de Jerusalén, Jerusalén, Biblia de las Américas, Nueva Biblia de los Hispanos, biblia en Lenguaje Sencillo, Palabra de Dios para Todos, Latinoamericana, Nacar Colunga, Nueva Versión Internacional, Serafín de Ausejo, Biblia de Oro, Nueva Biblia de Jerusalén, Biblia el Pueblo de Dios, El Libro del Pueblo de Dios, Santa Biblia Martín Nieto, Traducción Lenguaje Actual.
[69] Junemann
[70] Biblia del Oso, Nueva Reina Valera, Brit Xadasha 1999.
[71] Dios Habla Hoy.
[72] 2 Samuel 13.1-18.
[73] 2 Samuel 13.20-28.
[74] Mateo 26.14-16.
[75] Castilian, Jünemann, La Biblia de las Américas.
[76] Corona de Jerusalén, Jerusalén 1976.
[77] Jerusalén 2001, Biblia en Lenguaje Sencillo.
[78] Biblia Latinoamericana.
[79] Oro.
[80] Biblia al Día.
[81] Traducción Lenguaje Actual.
[82] Santa Biblia Martín Nieto.
[83] Brit Xadasha 1999.
[84] El Pueblo de Dios.
[85] Biblia Latinoamericana 1995.
[86] Oro.
[87] Biblia en Lenguaje Sencillo.
[88] Biblia al Día.
[89] Castilian.
[90] La Biblia de las Américas.
[91] Oso.
[92] Dios Habla Hoy.
[93] Nácar Colunga.
[94] Oro.
[95] Biblia al Día.
[96] Castilian.
[97] Corona de Jerusalén.
[98] Jünemann.
[99] La Biblia de las Américas.
[100] Oso.
[101] Palabra de Dios para Todos.
[102] La Biblia de las Américas.
[103] Nácar Colunga.
[104] Nueva Reina Valera 1990.
[105] Serafín de Ausejo.
[106] Reina Valera 1960.
[107] Oro.
[108] Biblia El Pueblo de Dios.
[109] Strong. G5278.
[110] Strong. G2673.
[111] Strong G3973.
[112] Éxodo 38.7-9; 30.18.
[113] Wikipedia. Espejo.
[114] Juan 16.13.
[115] Isaías 28.11-12.
[116] 1 Reyes 19.11-12.
12.1-14.40 La palabra “dones” no aparece en el original griego, aunque puede inferirse que es a esto que se referían los corintios al escribir a Pablo debido a la misma respuesta. El tema era importante, por eso es necesario que todos los hermanos lo conozcan. Este es un tema que lleva más de cien años de haber vuelto a la palestra de la discusión. Recordemos que, la ignorancia es la madre de todos los temores y supersticiones.
Antes de partir la primera vez, Jesús prometió a los Enviados que enviaría un Consolador[1], el cual llegó el día de la fiesta de Pentecostés después de la resurrección de Jesús, y les dio poder[2]; después de esto, los Enviados tenían la facultad de imponer sus manos sobre los demás y transmitir dones[3], y es de este asunto que Pablo trata en el pasaje que vamos a estudiar ahora.
Como es su costumbre, Pablo suaviza un poco la corrección que va a brindar usando la palabra “hermanos”. De esta manera los receptores podían sentir que él se identificaba con ellos.
Antes de ser cristianos, los receptores de la epístola actuaban como todos los demás contemporáneos, siguiendo las tradiciones y ritos que habían aprendido ellos, sus padres y los padres de sus padres. Era un mundo cargado de leyendas, idolatría y pecado.
Sin Cristo se vive en ignorancia, incluso en el siglo XXI. La gente sin Cristo sigue creyendo en horóscopos, adivinación, supersticiones, leyendas, mitos, etc. No es de extrañarse ver a un profesional en cualquier carrera intelectual haciendo ciertos gestos o maniobras para tener buena suerte o recibir un favor de seres mitológicos. Con las redes sociales se riega como fuego en pólvora las “cadenas de oración” y los mil y un trucos para alcanzar el deseo anhelado. ¡Lamentablemente algunos que se dicen ser cristianos participan en esto también!
La ignorancia es la madre de todo temor. Por ignorancia se guiaba a los corintios a los ídolos mudos, como ocurre hoy también. Es imposible saber cuántos ídolos hay en el mundo, es más, ni siquiera es posible saber cuántos tiene la Iglesia Católico-romana, la más grande promotora de estos ritos. Pero no debemos ignorar que detrás de toda idolatría están los ministros de Satanás ejerciendo su influencia.
La idolatría es un mal tan grande que desvía completamente a las gentes de Dios y los conduce a sus pasiones más bajas, llevándolos rápidamente a la inmoralidad. El país más católico del mundo es Brasil, y para nadie es secreto que está plagado de ideas mundanas e inmoralidad.
“Ahora”, lo que sigue es una introducción que tiene que ver con lo que viene hablando.
Los corintios se encontraban confundidos por los dones milagrosos debido a la idolatría que habían practicado por muchos años. Pablo debe aclararles para que ellos entiendan el propósito de estos y su fuente: El Espíritu Santo. Por mucho tiempo los guías paganos se habían adjudicado poseer el aprecio de los dioses y hablaban de ser los elegidos para dictar lo que las masas debían hacer para mantener pasiva la ira de esos dioses. Ahora Pablo viene a decir que realmente es el Espíritu Santo de Dios quien guía a los verdaderos adoradores, y que todo aquel que no se somete a la misericordia de Jesús es un falso, incluyendo a los judíos, que consideraban a Jesús un maldito[4]. Tampoco nadie puede decir que Jesús es su Señor, y vivir santamente, sin la guía del Santo Espíritu.
Según el paganismo, los diferentes dioses tienen habilidad en una especialidad, así Marte era el dios de la guerra, Atenea la diosa de la sabiduría, etc., tal y como ahora, en el catolicismo Antonio de Padua es quien consigue cónyuges, Isidro es el patrono de los agricultores, etc. Pero Pablo hace ver que aunque son muchos los dones, solo hay un Espíritu que es la fuente de ellos. Al ser el Espíritu Santo la fuente de los dones, el que lo ejercía simplemente se convierte en un instrumento del Espíritu, así que no hay motivo para vanagloriarse. Los corintios pensaban que ejercer tal o cual don le daba cierta calidad o status, tal y como ocurre hoy entre los pentecostales, que consideran que para mostrar que se tiene al Espíritu Santo es necesario hablar lenguas.
Pablo aclara que una cosa son los dones, otra los ministerios y otra las operaciones, y de las tres solo los ministerios siguen en operación, pero todos los impartía el mismo Espíritu. Pero la idea de todos ellos era beneficio de la Iglesia, y no el propio. ¡He visto a tantos sacar provecho para sí mismos de sus facultades, aprovechándose de la gente! Pero los dones, los ministerios y las operaciones no eran propiedad privada o para uso individual.
Pablo menciona nueve dones espirituales milagrosos que estuvieron en operación a fines del siglo I y posiblemente hasta casi la primera mitad del siglo II. Después de esto, al haber muerto el último de los Enviados, ya no se podían transmitir ya que era necesaria la imposición de las manos de alguno de ellos.
“Palabra de Sabiduría”, es posible que el receptor de este don tuviese la facultad de comprender más fácilmente los misterios del Señor, o que pudiese aconsejar de manera eficiente.
“Palabra de conocimiento”, es probable que quien tenía este don pudiera enseñar a los demás cosas profundas de la Palabra.
Aunque nosotros no tengamos la capacidad de comprender cuál era la función de cada uno de estos dones, lo importante es que los corintios del siglo I sí podían, y que ellos y nosotros comprendamos que estos dones los tenían por la misericordia de Dios y no por sus capacidades intelectuales.
“Fe”, todo cristiano debe tener fe para poder creer en Cristo, pero en este caso debe referirse a un tipo diferente de fe. Recordemos que los primeros cristianos tuvieron que sufrir mucho y es posible que los hermanos que poseían este don eran capaces de animar a los demás a seguir adelante.
“Dones de curaciones”, con los que podían sanar a los enfermos de manera milagrosa. He sido testigo de casos de curaciones milagrosas, pero estas no se han dado por el uso del don de curaciones, sino porque la Palabra enseña que la oración es potente y aún el Señor sigue contestando cuando se pide con fe y Él desea realizar el milagro[5]. Pero también hay momentos en que el Señor, tanto en el siglo I, como en el presente, se niega a sanar al enfermo[6]. Los sanadores modernos que se dicen ser poseedores del poder para mover la mano de Dios son solo charlatanes.
“Operaciones de obras poderosas”, eran capaces de hacer milagros para convencer a los incrédulos del poder de Dios[7]. Pablo usa la palabra griega dúnamis, de donde surge la palabra “dinamita”, porque estos milagros eran explosivos, impidiendo que alguien pudiera pensar era producto humano.
“Hablar de vocero”, o “profecía”, no se refiere solamente a la facultad de poder revelar lo que iba a venir, sino la consolación, edificación y exhortación de la Iglesia[8].
“Discernimiento de espíritus”, es la capacidad de poder ver claramente quién es verdadero y quien es falso. En el siglo I muchos decían poseer revelaciones de parte de Dios, de ahí la gran cantidad de libros apócrifos que hay, por lo que era necesario este don para que la Iglesia no fuese engañada. Hoy el don no es necesario porque tenemos el tamiz de la Palabra de Dios[9].
“Géneros de lenguas”, algunas versiones han incluido la palabra “diversos”, pero esta no aparece en el texto griego. Es el poder de hablar lenguajes humanos sin haberlos estudiado. Algunas versiones, como la de Martín Nieto, traducen “lenguas extrañas”, pero muchas buenas versiones traducen más bien “idiomas desconocidos”[10], o “hablar otros idiomas”[11].
Hay quienes confunden este hablar lenguajes con hablar “glosolalia” extática, es decir, sin control de parte de quien lo habla, incluso se dice que son lenguas celestiales.
El don de lenguas se ha registrado, a lo largo de los siglos, en numerosas culturas y situaciones. Pero, ¿cuál es la causa de estos extraños accesos? Hablar en diferentes lenguas sin causa aparente es una de las técnicas que muchos chamanes y hechiceros de todo el mundo realizan, sobre todo si se trata de la lengua de los fantasmas, antepasados, espíritus, dioses y animales totémicos.
En el sentido más estricto, glosolalia se define como una enfermedad, en griego, glossa, “lengua”; y lalein, “hablar”, que afecta al lenguaje y que consiste que consiste en la invención de palabras adjudicándoles un significado. Esta enfermedad, la glosolalia, es padecida por todo tipo de personas, sin importar la raza, como es el caso del conocido escritor estadounidense J. D. Salinger.
Este fenómeno, tuvo su época de apogeo tras la Reforma, aunque ni Lutero ni Calvino la incluyeron en sus doctrinas. Al parecer, el hablar en lenguas era frecuentemente una expresión de tensión, como en el caso de las sucesivas controversias entre jesuitas y jansenistas, que duró casi 80 años y provocó casos de glosolalistas entre estos últimos. Coincidiendo con esto, en aquel período ocurrieron extraordinarios incidentes entre los camisardos, franceses protestantes que vivían en las montañas de las Cévennes. Cuando su libertad de culto fue revocada en 1685 y se intentó imponerles la fe católica, se sublevaron. Tres mil de ellos resistieron frente a las tropas monárquicas, unos 60.000 hombres, hasta que finalmente sucumbieron en 1705.
La enorme tensión que afectaba a estas comunidades guerrilleras, continuamente acosadas y sujetas a tremendas atrocidades una vez capturadas, dio lugar a sucesos paranormales, incluyendo estallidos de xenolalia. Miles de “pequeños profetas de las Cévennes”, niños de 15 meses en adelante, predicaban interminables sermones en un francés excelente, lengua bastante diferente de su propio dialecto holandés. Algunos camisardos emigraron a Inglaterra. Dos generaciones más tarde, Ann Lee, fundadora de la Sociedad Unida de Creyentes en la Segunda Aparición de Cristo, también llamados llamados shakers, hablaba en lenguas. Al ser examinada por cuatro sacerdotes anglicanos, se dirigió a ellos en varias lenguas aparentemente identificables. Estos, acobardados, aconsejaron que se la dejara en paz; pero la persecución la obligó a emigrar a América.
La posición que ocupan los chamanes en sus sociedades corresponde más o menos a la de los sacerdotes y los antiguos líderes en el mundo cristiano. Desde finales del siglo I, un cristiano corriente que sufriera este tipo de caso habría sido exorcizado en el mejor de los casos, o incluso ejecutado por traficar con el demonio.
Hay una serie de personas pías que también fueron glosalistas, como por ejemplo Pacomio, un abad egipcio que afirmaba que hablaba con los ángeles y escribía en un alfabeto místico que solo entendían otros glosalistas. La alemana Hildegard hablaba y escribía con un alfabeto desconocido fundamentado en un lenguaje extraño que tradujo al alemán. Muestras de él se conservaron, publicaron y analizaron, llegándose finalmente a calificar de revoltijo de alemán, latín y hebreo.
En el caso de los espíritus africanos Zar, la víctima de la posesión es siempre una mujer, y el intérprete es también otra mujer. La exorcista se dirige al espíritu Zar en su propio lenguaje esotérico, que no puede ser comprendido sin su intervención. El Zar solicita espléndidas ropas, perfumes y otros artículos de lujo a través de los labios de sus víctimas; por un precio módico, la exorcista interpreta estas peticiones para que el marido sepa de qué se trata. La mujer enferma llegará a reponerse si las demandas del espíritu se cumplen.
En las comunidades de shakers, las danzas rituales, que constituían la principal manifestación de culto, desembocaban a menudo en estallidos de glosolalia. Algo parecido sucedió con los mormones: Su fundador, Joseph Smith, era glosolalista, y en sus artículos de fe afirmaba su creencia “en la interpretación de lenguas”. Los mormones modernos consideran el don de lenguas como un fenómeno real, pero de limitado valor espiritual, y es comprensible que la desaprueben.
En Escandinavia, en 1840, se declararon epidemias del llamado “mal del sermón” durante el culto que incluía la glosolalia. En los años 1850 el gran resurgimiento en la Iglesia Ortodoxa rusa en Armenia dio lugar a una expansión del don de lenguas en aquella zona hasta los años 1900. La moda, llevó incluso a un grupo de 40 estudiantes de la escuela de Bethel, en Topeka, Kansas, Estados Unidos, a tomar “el bautismo del Espíritu Santo”, cuya señal era el don de lenguas. El 31 de Diciembre de 1900, un pastor, C. F. Parham, impuso las manos a un estudiante, el cual empezó a emitir un torrente de sílabas ininteligibles. Otros treinta siguieron su ejemplo en días sucesivos. Esto marcó el inicio del moderno Pentecostalismo.
Efectivamente, el hecho de hablar en lenguas tiene un lugar señalado en el culto pentecostal, pero igualmente importante es el don de la interpretación de lenguas: Un fiel comienza a hablar en un idioma que nadie conoce, e instantáneamente otro fiel se pone a traducirlo, aunque tampoco conozca la lengua. Si bien este fenómeno es poco frecuente, no deja por ello de ser extraordinario. Sin embargo, según ellos, éste no es el único don del Espíritu Santo.
Un caso típico fue el de una médium inglesa conocida como Rosemary, que en los años treinta empezó a revelar recuerdos de antiguas encarnaciones, las más importantes de las cuales pertenecía al antiguo Egipto. Un egiptólogo, Howard Hulme, la examinó. Rosemary oyó palabras en lengua egipcia, y más tarde Nona, el espíritu de una egipcia que había conocido en su vida anterior, habló a través de ella. Se hicieron grabaciones de algunas de aquellas sesiones. Una vez, durante casi dos horas, Nona contestó las preguntas que Hulme había preparado: En aquella sesión emitía sonidos que parecían ser aspiraciones guturales, consonantes extrañas y construcciones peculiares de una lengua que murió hace 3.000 años. Desgraciadamente, nadie sabe en la actualidad cómo se pronunciaba la antigua lengua egipcia. Un grupo de expertos, tras haber analizado las frases pronunciadas por Rosemary, emitió un juicio ambiguo.
Uno de los casos más extraños de glosolalia escrita es el sucedido a la médium suiza Hélene Smith. Ella afirmaba que abandonaba su cuerpo y visitaba seres del planeta Marte que le enseñaban la lengua marciana, que ella hablaba y escribía. Además, en algunos de sus trances hablaba en indostaní. El profesor Theodor Flournoy de la universidad de Ginebra, examinó el fenómeno. El indostaní resultó ser auténtico, pero el marciano poseía una sintaxis casi totalmente similar al francés materno de Hélene. El profesor definió su indescifrable vocabulario como un producto del subconsciente de la médium, que en aquel caso se revelaba extraordinariamente brillante y creativo. Por otra parte, actualmente se sabe que no hay señales de vida en Marte, y no hay noticias de que nadie hable ningún lenguaje marciano[12].
La palabra griega usada aquí es génos, que significa “clase, familia, género, linaje, nación, natural”[13]. Así como hay diferentes clases de aves, ¿no son todas aves? También hay diferentes clases de lenguas, pero, ¿no son todas lenguas?
“Interpretación de lenguas”, la palabra aquí usada es jermeneía, que significa “traducción”, es decir, la persona con este don podía decir lo que la que hablaba en lenguas estaba diciendo en el idioma de la mayoría que estaban presentes. Para que pudiera traducirse es necesario que las lenguas tuviesen un significado inteligible, y no que fuera simplemente un poco de palabras sin sentido, que es lo que se escucha a los que dicen poseer el don de lenguas en la actualidad.
Es curioso que los que proclaman poseer el don de lenguas cuando viajan a un país en donde se habla otro idioma, necesitan traductores para poder comunicarse, incluso a la hora de predicar, y cuando se les apunta esto, dicen que ellos hablan lenguas ¡angélicas! ¿Para qué es necesario que se hablen lenguas angélicas si los ángeles no necesitan que les convenzan de pecado?
Los corintios habían dejado el uso correcto de los dones y por ello necesitaban corrección, lo mismo ocurre con los avivados de hoy.
Todos los dones provienen del Espíritu Santo, por lo que los corintios pecaban al creer que ellos eran los dueños de estos. Ellos solamente eran instrumentos del Espíritu, así que en realidad lo que recibían era una gran responsabilidad que tenía que usarse para beneficio de la Iglesia.
Según los russellistas, el Espíritu Santo es tan solo una energía que proviene de Dios, pero según el pasaje que estamos estudiando, “…todas estas cosas están operando por el mismo Espíritu, distribuyendo a cada uno según como está queriendo”. Ante esta situación debemos preguntarnos si una fuerza puede operar por sí sola, si puede distribuir y si puede decidir. Si una fuerza no puede hacer así las cosas, sería inapropiado pensar que el Espíritu Santo es otra cosa diferente a una persona.
Ahora Pablo hace una analogía entre el cuerpo físico y la Iglesia. El cuerpo, igual que la Iglesia son uno solo. La Iglesia es una aunque se reúna en Bagdad, Sao Pablo o Managua. Los grupos sectarios se oponen a la Voluntad de Dios al tener tantas diferencias y divisiones. Hay más de tres mil grupos religiosos que se auto proclaman ser la Iglesia de Cristo, pero difieren unos de otros desde el nombre que utilizan hasta los requisitos para ser miembro de ella o ser uno de sus ministros. Algunos abiertamente han dejado ver que su interés se basa en el dinero de sus miembros, y son muchos los líderes religiosos que han comentado que ellos se han vuelto millonarios gracias a la ignorancia de sus fieles.
El cuerpo está dividido en muchas partes y cada una de ellas tiene sus miembros que a su vez tienen un propósito. No hay un solo miembro que sobre desde la cabeza a los pies. Todo lo que tenemos en nuestro cuerpo es necesario. Así también en la Iglesia, cada miembro es necesario, ninguno sobra.
Hace unos años sufrí un accidente cortándome una falange de uno de mis dedos de la mano, lo cual me hizo correr inmediatamente al hospital para que me curaran. Unos pocos meses después mi dedo ya estaba restablecido, y aunque no quedó igual, sigue siendo tan útil como los demás.
En Cristo, cada uno de nosotros es parte de su cuerpo, y ocurre en veces que algún miembro tiene un problema. Es curioso que los demás miembros vemos el asunto y no corremos para buscar una solución, es más, hay algunos que se gozan cuando ven que aquel miembro ya no participa más con la Iglesia y le censuran condenándolo.
La Iglesia de Cristo no es una organización, sino un organismo. Está compuesta no de congregaciones locales, sino de miembros individuales. Somos un solo cuerpo porque fuimos sumergidos en un mismo Espíritu. El Espíritu que tienen los hermanos de Paraguay es el mismo que tienen los hermanos en Perú. Fuimos sumergidos en el sentido que ahora somos parte del Cuerpo de Cristo y todos los cristianos gozamos del Espíritu Santo. O, ¿acaso el dedo gordo del pie derecho no tiene también a su espíritu? ¿Se aloja su espíritu en el corazón o en el cerebro?
¿En qué momento fuimos sumergidos en el Espíritu? En el momento en que somos sumergidos en el agua de arrepentimiento el Espíritu Santo viene a morar en nosotros, sellándonos como salvos y como parte del Cuerpo de Cristo. ¿Se manifiestan los dones milagrosos en la persona que es sumergida en agua? No, porque los dones milagrosos eran transmitidos por la imposición de las manos de los Enviados y no en el momento de la sumersión para perdón de pecados.
¿Hay una sumersión en el Espíritu? ¡No! El derramamiento del Espíritu se ve solo en dos casos en el Nuevo Testamento, uno el día de la fiesta de Pentecostés después de la resurrección de Jesús[14], cuando el Espíritu bajó para iniciar la Iglesia y capacitar a los Enviados con poder; y la segunda vez en casa de Cornelio[15], cuando el Espíritu Santo bajó sobre los gentiles para que los judíos pudieran ser convencidos de que ellos también podían ser salvos. Después de esto no ha habido más derramamientos del Espíritu y los que dicen que son “bautizados en el Espíritu”, no saben de lo que hablan.
¿Quiénes son miembros de la Iglesia? Todos los salvos, los que bajamos a las aguas de arrepentimiento. Me da tristeza quienes se creen dueños de la Iglesia y cortan a los demás de comunión sin haber seguido un proceso bíblico, y según ellos, le sacan de la Iglesia. ¿Tengo autoridad para decir si fulano es o no es miembro de la Iglesia? ¡No! Y este pasaje lo deja en claro. No somos los miembros los llamados a decidir si alguien es miembro o no, eso solo lo puede hacer Cristo mismo.
Los cristianos somos un solo cuerpo porque tenemos comunión con el Espíritu Santo, que es uno.
Algo que no lograban entender los corintios y al día de hoy muchos no lo entienden, es que no todos tenemos la misma función. Somos muchos miembros con diferentes capacidades.
Los corintios habían llegado a creer que poseían un don muy impresionante, y por eso se sentían especiales y despreciaban a los que no manifestaban dones como los de ellos. Por eso Pablo presenta una analogía con el cuerpo para demostrar la importancia de todos. No hay un solo órgano del cuerpo que pueda despreciar a los demás. Todos los órganos se necesitan para el buen funcionamiento del cuerpo y ninguno trabaja independientemente de los demás. Acaso, ¿no ha sufrido usted un dolor de muela? ¿No siente que todo su físico se encuentra indispuesto?
Los corintios actuaban de manera ignorante al querer hablar todos en lenguas. Lo mismo pasa hoy con los avivados que quieren hacer todos lo mismo.
Si Dios es quien distribuyó el cuerpo, ¿debe alguien sentirse inútil porque no hace lo que su hermano? Cada persona tiene un propósito y debemos ser respetuosos de eso. Hay quien trabajará muy bien dedicado a tiempo completo en la Iglesia, pero hay otro que lo hará muy bien desde su trabajo secular. Hay quienes dirigen muy bien los cantos, mientras que otros son usados por Dios para predicar o enseñar. ¡Qué triste es que en la Iglesia el púlpito se convirtió en un punto común a donde todos deben subir y por ello la predicación se volvió vana! ¡Hay miembros que deben usar el púlpito, pero hay otros que no deben acercarse a él ni para limpiarlo!
Los corintios habían creído que los que tenían dones eran mejores que los que no, e incluso habían clasificado estos dones; así los que no tenían manifestación de ningún don se sentían inferiores a los que sí y los que sí se sentían superiores a los demás. Cualquiera de las dos actitudes es mala. Todos los miembros nos necesitamos unos a otros.
Hay miembros del cuerpo que son indispensables, y por eso están cubiertos, como el hígado. ¿Podemos vivir sin una oreja? ¡Sí! Pero no lo podemos hacer sin bazo o riñones. En Corinto se daba mucha importancia a las lenguas, pero se dejaba de lado la profecía; la primera era para convencer a los inconversos, pero la segunda era para edificar la Iglesia, así que ellos estaban mal en sus prioridades.
Los órganos más íntimos son cubiertos, no nos gusta que los demás los vean, y por ello los tapamos con más ropa, a esto es lo que parece estar refiriéndose Pablo. De esta manera deben ser tratados los miembros menos preparados de la Iglesia, con más cuidado. Deben ser cuidados por los demás, no porque se tenga pena de ellos, sino porque también son los más delicados, lo que pueden ser dañados más fácilmente.
Hay partes del cuerpo que no necesitan tanto cuidado, como las manos o la cara, y por eso están más expuestas. En realidad, aunque parece que siempre se hace lo contrario, aquellos hermanos que normalmente están expuestos, los más públicos en la Iglesia, no necesitan tanta atención, pero es curioso, si se enferma uno de los hermanos débiles, quizá se diga desde el púlpito que hay que orar por ese hermano, pero si uno de los hermanos que normalmente están adelante se enferma, todos tienen que ir a visitarle, aunque solo tenga gripe.
La organización del cuerpo es un asunto de Dios, no de los hombres. Así también en la Iglesia, Dios pone a cada persona a hacer lo que le corresponde. Hay hermanos que serán muy públicos, como los pastores, predicadores y maestros, pero otros estarán más en el anonimato, y no por ello son menos importantes, más bien lo son más, en muchas ocasiones, porque son ellos los que desde atrás sostienen el trabajo que hacen los que están adelante.
Pablo deja bien claro que para Dios las divisiones no están dentro de Su plan. La división en la Iglesia ha sido tema casi desde el principio, pero hay que luchar contra ella, lastimosamente la mayoría de los líderes religiosos más bien la promueven porque esto tiene fines individuales.
En los últimos días he estado con mucho dolor de espalda, lo que ha ocasionado que no me sienta bien. Aunque el problema es en algunos músculos de la espalda, me duelen los brazos y las piernas, porque mi cuerpo se interrelaciona. De la misma manera, cuando un miembro en la Iglesia tiene un problema, todos deberían sentirse mal y unirse para ayudarle a superar el problema. También hay médicos que buscan las enfermedades del cuerpo en el iris del ojo, porque, según dicen, todo se refleja en estos.
Se dice que cuando estamos enamorados todo el cuerpo produce enzimas que le dan una sensación de placer. De la misma manera, cuando un miembro en la Iglesia se siente gozoso, todos los demás deben gozarse, pero si está triste hay que apoyarle para superar la prueba. Si un miembro es exitoso, todos los demás deben estar gozosos.
Una de las festividades de la Iglesia Católica es la de “Corpus Christi”, pero ellos se equivocan ya que le festejan no a la Iglesia, sino a la hostia. Ellos no entienden que cada creyente es miembro del cuerpo de Cristo y parte integral de él, y consideran que el cuerpo de Cristo es en realidad un pedazo de harina con agua que es puesto en el santuario. Pablo nos dice que nosotros somos cuerpo de Cristo. Él es la cabeza y nosotros somos sus miembros.
Dios es quien organiza al cuerpo de tal manera que todo se complemente. En la Iglesia Dios puso diferentes dones y ministerios, para que ella se complete y perfeccione. Los ministerios y los dones no son de quien los ejecuta, sino de Dios, y nosotros solo somos administradores.
Los Enviados, viene del griego apóstolos, y significa delegado; específicamente embajador del evangelio; oficialmente comisionado de Cristo, con poderes milagrosos[16]. La palabra se transcribió y está derivada del verbo griego apostello. Este verbo se distingue del verbo pempo, otro verbo que significa "enviar", en que involucra la idea de ser enviado con un propósito especial o con autorización oficial. El sustantivo se emplea en el Nuevo Testamento de tres distintas maneras:
1) Designa un "enviado", "delegado" o "mensajero". En Juan 13.16 la palabra no se transcribe sino se traduce "enviado". En este sentido Cristo es un apóstol de Dios[17]. Epafrodito es un apóstol de los filipenses[18].
2) Designa a un miembro del grupo de los doce que Jesucristo seleccionó para ser de manera especial sus compañeros constantes y los pregoneros iniciales del mensaje del Reino de Dios[19].
Parece que prevalecía en la mente del grupo apostólico la idea de que el número de doce debía guardarse intacto. Prueba de esto es el hecho de que, después de la muerte de Judas Iscariote, nombraron a otro que ocupara su lugar[20]. En esta ocasión Pedro especificó los requisitos que había que cumplir para ser apóstol: Haber sido compañero de Jesús durante su ministerio terrenal y testigo de su resurrección[21].
Pablo cumplía el segundo requisito, pero no el primero. Sin embargo, dijo ser Enviado[22].
Es interesante notar que la palabra apostolos aparece 79 veces en el Nuevo Testamento y que de ellas 68 se hallan en los escritos de Pablo y Lucas, mientras que en los de Juan no se encuentra ni una. Sin embargo, es en el Evangelio de Juan donde se especifica más claramente el papel particular de los apóstoles después de la muerte de Cristo[23]. Según Juan, el Espíritu Santo les recordará las palabras de Jesús, les "enseñará todas las cosas", les "guiará a toda la verdad", y les "hará saber las cosas que habrán de venir"[24].
Por tanto, las enseñanzas de los apóstoles son la norma para la doctrina y la vida de la Iglesia[25]. Pablo da el primer lugar a los apóstoles entre los líderes instituidos en la Iglesia[26] y dice que ella está edificada "sobre el fundamento de los apóstoles y los profetas”[27]. Jesús anunció que los apóstoles serán jueces en el juicio mesiánico[28] y Revelación declara que sus nombres estarán grabados en los cimientos del muro de la nueva Jerusalén[29].
3) Designa en sentido general a maestros y misioneros destacados. Por ejemplo, Jacobo, el hermano del Señor[30], Bernabé[31], Timoteo y Silvano[32], Andrónico y Junias[33]. En 1 Corintios 15.5, 7, Pablo evidentemente distingue entre "los doce" y "todos los apóstoles".
Juan y Pablo nos advierten que hay quienes pretenden ser apóstoles, pero realmente están "disfrazados"[34].
Los voceros, también llamados “profetas”, viene del griego profétes; puede decirse que el profetismo comienza con Moisés y que se refleja en la mayoría de los escritos bíblicos. Aunque hallamos en otros pueblos ciertos fenómenos emparentados, en ninguno se halla la profundidad e influencia del profetismo bíblico. La razón es evidente: Todo el Antiguo Testamento mira hacia el porvenir. Basado en lo que Dios ha hecho y dicho en el pasado, proclama la espera del cumplimiento pleno de esas promesas. El “día de Adonay” anima no solo los libros proféticos sino también los históricos y los poéticos. El mismo Pentateuco, basado en el éxodo y el pacto del Sinaí, vislumbra el tiempo en que Israel, libre de toda esclavitud, será la nación santa del Dios santo. El Nuevo Testamento, a su vez, ve en Jesucristo y su Iglesia el cumplimiento de aquella promesa y por ello valora altamente la profecía del Antiguo Testamento; se extiende hacia la plena realización del Reino, la parusía del Señor, y afirma así una dimensión profética propia.
El término hebreo, nabi, traducido “profeta”, probablemente se deriva de una raíz que significa “anunciar” o “proclamar”. El Antiguo Testamento lo aplica a una variedad de personas[35].
Es sumamente discutido el origen del profetismo en Israel y su posible relación con otros fenómenos semejantes. Varios pasajes hablan de “videntes” y 1 Samuel 9.9 sugiere que así se le llamaba originalmente al profeta. Además, había un profetismo “extático” en las religiones cananeas[36], y es posible que hubiera alguna relación entre este fenómeno y algunas manifestaciones en Israel[37]. Por otra parte, los grandes profetas, Isaías, Amós, Jeremías, tenían experiencias extáticas, en las que hallaban un acceso especial a la “palabra de Adonay” y esta llevaba en sí misma una singular señal de autenticidad divina. Indudablemente no se trataba de un trance de absorción, sino de una concentración próxima a la oración, en la que la “palabra” recibida era meditada y articulada por el profeta en un mensaje[38].
También se ha discutido mucho la relación de los profetas con el culto. Aunque había “bandas” proféticas en los lugares de culto, los profetas del Antiguo Testamento no parecen pertenecer a ellas y en algunos casos evidentemente repudiaron esta dudosa institución[39]. Entre estos profetas de santuario, ocupados de los detalles y pequeños problemas políticos, y el profeta bíblico, con su visión de la acción de Dios en la historia, había una enorme diferencia. Sin embargo, es erróneo pensar, basándonos en unos pocos pasajes tomados aisladamente[40], que los grandes profetas se oponían al culto del Templo y al sacerdocio, o a toda religión institucionalizada. Se trataba, más bien, de la crítica a la corrupción del culto, ya fuera por la idolatría o por la injusticia: “No puedo aguantar iniquidad y día solemne”[41]. Los profetas conocen el culto y a menudo citan su ritual, himnos y oraciones. Algunos vienen de un trasfondo sacerdotal y otros muy probablemente participaban en el culto.
En los libros proféticos de la Biblia tenemos la obra directa de los propios profetas[42], que muestran que los profetas escribían y no solo anunciaban verbalmente sus oráculos. También hay casos de un testimonio indirecto, como el de Baruc, secretario de Jeremías[43]. Y finalmente, existían escuelas de discípulos de un profeta[44], los cuales compilaban sus mensajes.
Aunque el mensaje de la profecía bíblica se halla principalmente en los libros conocidos como “proféticos”, no debemos olvidar el profetismo anterior a Amós, ilustrado por figuras como Natán, Elías, Miqueas[45] y Eliseo, cuya función fue anunciar el juicio y la voluntad de Dios principalmente a los reyes. El nombre “profeta” se aplica también a Abraham[46], Aarón[47], María y Débora[48] y Moisés[49]. El profeta bíblico reúne algunas características como “un llamado específico y personal de Dios”[50]; la conciencia de la acción de Dios en la historia; la valiente confrontación de reyes, sacerdotes o pueblos con las demandas y el juicio divinos; el uso de medios simbólicos de expresión y el ejercicio de una función intercesora o sacerdotal ante Dios.
La función primordial del profeta es la proclamación de la “palabra de Dios” que ha recibido. El propósito es llamar al pueblo al arrepentimiento y la conversión a Dios y a su pacto. Su mensaje se relaciona constantemente con sucesos y circunstancias presentes, de orden político, social o religioso. Pero como estas circunstancias son vistas como parte de la acción de Dios en la historia, el profeta no puede dejar de referirse al futuro para anunciar lo que Dios hará, para inducir a la acción y para certificar su mensaje. No hay duda alguna de que la predicación es parte esencial de la función profética, y muchos profetas manifiestan dones especiales de clarividencia y percepción del futuro. Pero, por otra parte, también existen falsos profetas, que apelan a los mismos dones y pretenden tener palabra de Dios. Pasajes como Deuteronomio 13; 18.9-22; Jeremías 23.9-40; Ezequiel 12.21-14.11 sugieren algunos criterios de distinción. El problema es complejo y el Nuevo Testamento tampoco lo desconoce.
Ubicados en el horizonte de la decadencia de los reinos, a partir del siglo VIII a.C., en medio de las amenazas políticas de los grandes imperios y mientras acompañan a su pueblo en el cautiverio, los profetas anuncian, de diversas maneras pero con fundamental unidad, el propósito de Dios que se cumple en la convulsionada historia del Medio Oriente.
El mensaje de los profetas halla su cumplimiento en la vida, muerte y resurrección de Jesucristo[51]; particularmente en los hechos de la pasión[52]. La predicación a los judíos partía de esa correlación[53]. El Evangelio de Mateo está construido sobre esa base, pero, más que predicciones en detalle, se trata del propósito redentor de Dios anunciado en los profetas y cumplido en Jesucristo[54]. La promesa del nuevo pacto y del siervo sufriente son los puntos culminantes de esa continuidad.
En el Nuevo Testamento se conoce y tiene en alta estima el don de profecía y la figura del profeta[55]. Su función parece haber sido anunciar alguna revelación particular recibida de Dios[56], edificar o consolar con ese conocimiento de la voluntad de Dios[57] o predecir un acontecimiento futuro[58].
Como tercer ministerio Pablo señala a los maestros, que viene del griego didáskalos, que en el Antiguo Testamento puede referirse a menudo a un artesano, experto en su especialidad[59], pero en el Nuevo Testamento es un título que por lo general indica uno que enseña, o sea, un instructor. En tiempos del post cautiverio las escuelas solían reunirse en las sinagogas, y los maestros eran frecuentemente escribas o “doctores de la Ley”[60]. Tanto los discípulos de Jesucristo como sus enemigos casi siempre le llamaban “Maestro” o “Rabí”, que significa lo mismo. De ahí se considera como maestro uno que sirva de guía, inclusive Pablo llama la Ley el “ayo”, o maestro, que conduce al conocimiento de Cristo[61].
Después de tratar estos ministerios, Pablo continúa con algunos dones, pero a diferencia de lo que harían los pentecostales modernos y los corintios, no comienza hablando del don de lenguas, sino del de obras poderosas o milagros.
Después cita a los que tienen dones de curaciones, los que sanan enfermos, y sigue con, no con los de dones de lenguas, sino con los que ayudan, que es tomado de la palabra antílepsis, que significa “alivio”, y probablemente se esté refiriendo a los diáconos. Después siguen los que tienen capacidades directivas, que se puede referir a los ancianos, y deja de último es esta lista a los que tienen géneros de lenguas.
Pablo hace una serie de preguntas retóricas que deben ser respondidas con un rotundo ¡no!, porque lo que quería que ellos entendieran que aunque todos los cristianos somos miembros del Cuerpo de Cristo, cada uno es diferente a los demás, y esto no es cosa que cada cual elige, sino que Dios da dones y ministerios tal y como Él quiere. En el mundo se dice: “El que está, no estorba, y el que no está, no hace falta”, pero en la Iglesia todos hacemos falta. ¡Qué triste es que ni siquiera los líderes de la Iglesia logran entender esto! Incluso algunos se dan el lujo de buscar el más mínimo error en ciertos miembros, no para corregirlos, sino para cortarlos de comunión.
Pablo enseña que todos y cada uno tiene un don en particular, y que todos hacemos falta en la Iglesia. Somos necesarios para que cada uno ejecute el don dado por Dios para edificar a los demás. ¿Acaso podemos decir: “Esta mano ya no me gusta, la voy a cortar del cuerpo”? ¿No se dolerá todo el cuerpo y ya no podrá funcionar como debe?
La inmadurez espiritual de los corintios era tal que no lograban entender estas cosas y producían división en la Iglesia, peleando por ver cual mejores dones, y creían que el hablar en lenguas era el superior.
“Estén actuando celosamente”, le dice Pablo a los corintios. En la mayoría de las versiones no se toma en cuenta estas palabras de exhortación. Es una actitud que debemos tener todos los cristianos y es la que nos lleva a mantenernos alerta ante cualquier ataque o perversión de la Palabra.
No todos los dones son iguales, sino que hay unos más importantes que otros, pero aunque hay dones que son importantes para la Iglesia, hay algo aún más importante y es lo que los corintios, y lastimosamente en la mayor parte de la Iglesia se deja de lado.
¿Quién es más importante en la Iglesia? ¿El predicador o el maestro? ¿El hermano que ofrenda mucho o el que hace el aseo del edificio? ¿Será que el predicador no debe faltar pero como a mí solo de vez en cuando me piden que dirija una oración o recoja la ofrenda, no hago falta?
Pablo dice: “les estoy mostrando a ustedes un camino mucho más excelente”, ¿cómo? Preguntarían muchos corintios y pentecostales, ¿qué hay mejor que pasar dos o tres horas hablando en lenguas?
El día de nuestra boda, alguien a quien nunca había visto en mi vida y no volvía a ver jamás, se me acercó y me dijo: “Siga demostrando el amor que tiene, y Dios lo usará mucho”. No digo que fue algún tipo de nueva revelación, pero aquel hombre dijo una gran verdad.
El mejor camino no es el de los dones milagrosos. No lo fue en el siglo I ni lo es hoy. Los corintios tenían muchos dones milagrosos, pero les hacía falta algo más importante, eso ocurre hoy, algunos tienen la doctrina correcta, pero les falta lo mejor. Pablo iba a mostrarles un camino mejor, más excelente, y aquí usa la palabra griega juperbolé, de donde nace nuestra palabra “hipérbole”, que veremos más adelante su importancia.
Ya que los corintios estaban tan impresionados con las lenguas, Pablo comienza citándolas primero. El problema es que algunos han malinterpretado este pasaje y piensan que Pablo está diciendo que los que tenían el don de lenguas, hablaban lenguas angelicales, sin tomar en cuenta que Pablo usa una figura retórica llamada hipérbole[62], que se usa para exagerar e impresionar al que lee u oye. Y nótese que es una figura de exageración porque Pablo dice: “Si alguna vez pudiera estar hablando las lenguas de los hombres y de los mensajeros, pero no tengo amor, he llegado a ser como cobre estruendoso o címbalo que hace mucho ruido”. Parafraseando diríamos: “Si pudiese hablar todo tipo de lenguajes, pero no tengo amor, solo soy bulla”. Hay muchas frases hiperbólicas en nuestro lenguaje: “Perro que ladra, no muerde”, “Se cree la última gota de agua del desierto”, “Llovían perros y gatos”, etc. No quiere decir que todo perro que ladra no es capaz de morder, ni que esa persona sea de agua, ni que realmente en lugar de agua llovieron animales, y todos entendemos que estas son comparaciones exageradas para impactar en el relato.
El lenguaje de los mensajeros o de los ángeles es otra figura retórica llamada prosopopeya[63], ya que ellos son espíritus[64], así que no necesitan un lenguaje articulado para comunicarse, y nótese que en los casos que relata la Escritura de ángeles comunicándose con una persona, lo hacen con el lenguaje de esa persona.
La idea de Pablo era que sus lectores comprendieran que a pesar de la importancia de los dones espirituales, es más importante el amor. Y nótese que compara el hablar en lenguas con un ruido que todos consideramos insoportable: Metal estruendoso.
Pablo, para referirse al amor usa la palabra griega ágape. En el griego hay varias palabras que se refieren al amor:
1) Eros, es una palabra bastante conocida en el español porque es así como se le llama al dios del amor, y de ahí vienen palabras como “erótico”, que es como se denomina al amor sensual.
2) Storge, es el amor y el afecto que ocurre naturalmente entre padres e hijos, que puede existir entre hermanos, y que existe entre maridos y esposas en un buen matrimonio. Es un amor sin ningún tipo de interés.
3) Fileo, que es tener un interés especial en alguien o algo, con frecuencia enfocado en una asociación cercana; tener afecto por, gustar, considerar a alguien un amigo.
4) Ágape, es la naturaleza misma de Dios, porque Dios es amor[65]. La gran clave para comprender ágape es darse cuenta de que puede ser reconocido a partir de la acción que inspira. De hecho, hablamos a veces del “modelo de acción” del amor ágape. La gente de hoy está acostumbrada a pensar del amor como un sentimiento, pero ése no es necesariamente el caso con el amor ágape. Ágape es amor a causa de lo que hace, no debido a cómo se siente.
Aunque parece que ningún corintio podía hablar en lenguas más que Pablo, él consideraba que sin amor ágape esto sería puro ruido. ¿A sido usted testigo de escuchar a alguien hablar de vivir rectamente cuando todos saben que él no lo hace? Se siente como si estuviésemos tomando agua tibia, no es agradable, se siente repulsión y no hay edificación.
La profecía en el siglo I era necesaria porque no se tenía la Biblia completa. Era por medio de ella que Dios comunicaba Su voluntad a la Iglesia, pero para los corintios esto no tenía importancia, sino que preferían las lenguas. Lo mismo ocurre hoy entre los pentecostales, que prefieren escuchar dos horas a alguien hablando en glosolalia que escudriñar la Palabra de Dios.
Conocer todos los misterios es un sueño de toda la humanidad. ¿Quién no quisiera saber por qué, cuándo y cómo ocurre todo? Ese poder solo lo tiene Dios.
Todo el conocimiento se refiere tanto a lo que ocurre en el mundo físico como en el espiritual. ¿Cuál es la Voluntad de Dios en cada cosa? Todos nos planteamos esta pregunta, pero nadie tiene la respuesta.
La fe de la que Pablo habla en este pasaje no es solamente la fe que nos lleva a creer en algo o en alguien, sino una fe carismática, la que puede hacer milagros. De nuevo Pablo usa una hipérbole para hablar de esta fe. Dios no permitiría a ningún mortal que tuviese una fe capaz de mover un monte de un lugar a otro ya que eso dañaría no solo a otras personas sino a todo el mundo natural.
A pesar de todo, si estas exageraciones pudiesen ser verdad, pero sin amor, es nada. Aunque no había nadie en Corinto con ninguno de estos dones, si era posible que hubiese personas que lograran alcanzar el amor ágape, que no es un don, sino un virtud que tiene cada uno de nosotros de desarrollarla.
Pero no debe confundirse el amor con el desapego a las cosas materiales o la benevolencia, y tampoco se debe hacer con el arrojo de alguien. Aunque uno hiciera el sacrificio supremo, pero si este no está acompañado de amor ágape, de nada sirve. Ejemplo de estos dos tipos de benevolencia son el de Bernabé[66] y el de Ananías y Safira[67]. Los tres hicieron lo mismo, vendieron su propiedad y trajeron el dinero a los Enviados, pero lo hicieron con fines diferentes, Bernabé lo hizo por amor, mientras que el matrimonio lo hizo para lucirse y que todos les aplaudieran.
Una vez más Pablo usó la hipérbole, pues nadie va a dar todas sus cosas y quedarse sin absolutamente nada y tampoco nadie va a dar su cuerpo para los demás, esas son exageraciones para impresionar. De esta manera estaba dejando ver la actitud egoísta de los corintios.
Ahora, para que todos comprendieran, Pablo hace una descripción del amor ágape, paso por paso. Le da una personificación al amor al decir lo que este hace y no hace.
1) Es de largura de espíritu. Algunas versiones dicen que es paciente[68]; otras dicen longánimo[69]; otras, sufrido[70]; otras, saber soportar[71]. El griego dice literalmente “es de largura de espíritu”, es decir, el amor ágape tiene la característica de mantenerse a pesar de. El amor eros se acaba después de la satisfacción carnal[72]; el amor storge puede apagarse dependiendo de las circunstancias[73], lo mismo ocurre con el amor fileo[74], pero el amor ágape se mantiene firme hasta el final.
2) Bondadoso. Otras versiones dicen benigno[75]; otras, servicial[76]; otras, amable[77]; muestra comprensión[78]; dulce y bienhechor [79]; todas señalando que el amor hace el bien.
3) No es celoso. Casi todas las otras versiones dicen no es envidioso[80]; pero no se refiere al celo por las cosas buenas, sino por lo malo, el celo que lleva a la persona a odiar.
4) No es jactancioso. Algunas versiones dicen ni se cree más que nadie[81]; no es presumido[82]; no hace sin razón[83]; no hace alarde [84]; no aparenta[85]; no obra precipitada ni temerariamente[86]; ni se cree más que nadie[87].
5) No es inflado. Ni orgulloso[88]; no se engríe[89]; no es arrogante[90]; no se envanece[91]; orgulloso[92]; no se hincha[93]; no se ensoberbece[94]. Pero los corintios se encontraban muy orgullosos de los dones que se manifestaban entre ellos.
6) No se comporta indecentemente. No se comporta con rudeza[95]; no es grosero[96]; es decoroso[97]; no avergüenza[98]; no se porta indecorosamente[99]; no es injurioso[100]; el amor no es descortés ni egoísta [101]; no actúa con bajeza ni busca su propio interés[102]; no es descortés[103]; no es rudo[104]; no es indecoroso ni busca su interés[105]; no hace nada indebido[106]; no es ambicioso[107]; no procede con bajeza[108]. De manera contraria a esto era como actuaban los corintios, y es cómo actúan muchos de los que dicen poseer los dones hoy.
7) No busca las cosas de sí mismo. El amor nos lleva a querer lo mejor para quien amamos, así que si es verdadero amor no puede ser egoísta, tratando de que solo las cosas que le convienen sean las que ocurran.
8) No es provocador. En Corinto se vivía un gran desorden en la Iglesia, los que tenían dinero provocaban con su actitud a los que no tenían, y lo mismo hacían los que tenían dones con los que no, haciéndolos enojar con su comportamiento.
9) No está inclinado a lo malo. Estas actitudes provocadoras hacían enojar a ciertos hermanos, y los que provocaban, posiblemente al ver a los otros enojados, se regocijaban y buscaban enfurecerlos, planificando cómo hacerlo mejor. Eso es maldad.
10) No se regocija de la inrectitud. Al actuar de esta forma malvada, los que lo hacían compartían con los de su mismo parecer y se divertían de ver a los otros enojados. Esa es una actitud muy baja, mucho más para alguien que se dice estar lleno del Espíritu Santo.
11) Pero se regocija de la verdad. Había venido diciendo las cosas que no hacía el amor, pero ahora comienza a decir las que sí hace. Así, contrario a lo que había dicho en la frase anterior de no regocijarse en la inrectitud, ahora dice que sí lo hace en la verdad. Me dolió tanto hace algunos años cuando se me levantó un falso en una congregación y como decidí irme de este grupo, hicieron una cena de celebración, sin saber que ese el principio de su fin como Iglesia, porque ahí comenzaron a florecer todos los pecados que mantenían escondidos y poco a poco cada uno de los miembros fue desenmascarando la maldad que había en su corazón, comenzando por los cabecillas de la mentira. La verdad es la que tiene que reinar en la Iglesia, aunque esta nos afecte.
12) Soporta todo. A pesar de las vicisitudes, quien ama es capaz de mantenerse firme amando, esperando que las cosas caigan por su propio peso, porque sabe que Dios es justo y Su justicia prevalecerá.
13) Está confiado. La lógica es que la persona que tiene amor no es tan tonta como para creer todas las cosas, sino que confía en quien ama mientras este no demuestre se hipócrita. Muchos matrimonios han sido destruidos por solo algún chisme, ya que alguno de los cónyuges no confió en el otro y creyó las malas noticias que no tenían una base firme.
14) Todo lo espera. Está esperando lo mejor. No se permite ser pesimista, sino que confía en que Dios intervendrá para que las cosas salgan de la mejor manera.
15) Aguanta todo. El verbo usado aquí es jupoméno, que implica quedarse bajo, permanecer, quedarse; figurativamente resistir, soportar pruebas, tener entereza, perseverar[109]. ¡Cuántas veces, cuando vienen los problemas, no deseamos renunciar y alejarnos de todo y de todos!
Los corintios se encontraban muy regocijados porque pensaban que eran mejores y más amados por Dios debido a la gran cantidad de dones que ellos tenían, pero no tomaban en cuenta que aparte de Dios, lo único eterno es el amor, por ello Dios es amor. Mientras que las demás cosas como la profecía, las lenguas y el conocimiento iban a acabar.
¿Ya acabaron las profecías? Pablo usa el verbo katargéo, que significa inutilizar, invalidar, libre, abolir, acabar, dejar, deshacer, desligar, destruir, perecer, quitar, suprimir[110]; es decir, la profecía tenía un motivo y este iba a acabar en algún momento. Cuando Pablo escribe a los corintios la Biblia aún no había sido completada, pero hoy sí, por lo que pensar que el don de profecía está en operación hoy equivale a pensar que la Biblia está incompleta, lo que podría llevar a pensar que quizá los mormones tienen razón.
¿Ya acabaron las lenguas? En este caso Pablo usa el verbo griego paúo, que significa retraerse, cejar, cesar, desistir, llegar a un fin[111]. Las lenguas era un don milagroso transmitido por la imposición de las manos de los apóstoles, y al fallecer el último de ellos, Juan, poco a poco iba a estar desapareciendo, conforme iban muriendo los que lo recibieron. Si bien es cierto que los dones iban a acabar, el amor jamás acabará porque es eterno.
Había una razón por la que los dones debían llegar a su final y es que la revelación de Dios para la Iglesia también tendrían un momento cumbre y entonces estos ya no serían necesarios. Tomemos en cuenta lo que está tratando Pablo, porque muchos se confunden aquí y consideran que lo “completo”, o como dicen otras versiones “lo perfecto”, es Cristo; pero Pablo aquí viene hablando del resultado de los dones milagrosos de las lenguas y la profecía, así que no va a dar un giro tan brusco hablando ahora de la segunda venida del Señor. ¡Está hablando de la revelación para la Iglesia! ¿Cuándo dejaríamos de conocer y profetizar en parte? Al venir lo perfecto, ¿qué es eso perfecto? La revelación completa para la Iglesia, la Biblia. ¡Cómo blasfeman los que dicen tener nuevas revelaciones!
Continúa Pablo explicando a los corintios la efimeridad de los dones milagrosos al lado del don del amor, y lo compara con el actuar de un bebé con el de un adulto. Cuando éramos bebés se nos perdonaba que no pudiésemos hablar correctamente, que conjugáramos mal los verbos, que no distinguiéramos de un sinónimo de un antónimo, etc., pero al ir creciendo se espera de todos que superemos esas etapas y que hablemos correctamente. Lo mismo ocurre con el pensamiento. A un niño se le permite que piense que un hada viene a buscar su diente o que hay seres fantásticos, pero al crecer esto no es normal.
Cuando la Iglesia estaba comenzando a desarrollarse le era necesario que hubiese dones milagrosos para que se desarrollara y edificara. El día de hoy esto no es necesario porque la Iglesia cuenta con otra herramienta: La Biblia. ¡Qué curioso que los que dicen amar la Palabra de Dios la rechacen de plano por buscar experiencias extáticas!
Pablo podía afirmar que en ese momento estaban viendo como por un espejo, de manera borrosa. Los espejos como utensilios de tocador y objeto manual fueron muy usados en las civilizaciones egipcia, griega, etrusca y romana. Fue usado en la cultura hebrea, era parte de la fuente de metal que estaba a la entrada del Tabernáculo de Reunión. Al lavarse los sacerdotes podían ver sus imperfecciones[112]. Se elaboraban siempre con metal bruñido, generalmente cobre, plata o bronce, a este proceso se le conoce como plateo. Tenían forma de placa redonda u oval, decorada ordinariamente con grabados o relieves mitológicos en el reverso y con mango tallado para asirlos cómodamente; de ellos, se conservan todavía muchos ejemplares en algunos museos arqueológicos. Durante la alta Edad Media, apenas se hizo uso del espejo, hasta que en el siglo XIII se inventó la fabricación de los de vidrio y de cristal de roca sobre lámina metálica, sin dejar por esto de construirse los de solo metal hasta el siglo XVIII.
El espejo, como mueble de habitación, empieza con el siglo XVI, pues aunque durante los dos siglos anteriores se citan algunos ejemplares históricos apenas era conocido y su uso era poco corriente. En dicho siglo, se presenta con marco elegante y pie artístico y ocupa lugar distinguido en el salón como objeto movible y de dimensiones reducidas. Hacia fines del siglo XVII las fábricas venecianas logran construir espejos de gran tamaño y desde entonces sirven como objetos singularmente decorativos en los salones, en los que ocupan un lugar destacado[113]. Por ello Pablo usa el ejemplo del espejo para decir que veían de manera oscura, ya que las imágenes se veían borrosas, la Iglesia en sus inicios sin la Biblia, no como los espejos modernos, que consisten de una delgada capa de plata o aluminio depositado sobre una plancha de vidrio, la cual protege el metal y hace al espejo más duradero y en donde las cosas se reflejan más claramente, la Iglesia con la Biblia completa.
En los días de Pablo el conocimiento era parcial, era imperfecto y por eso eran necesarios los dones milagrosos, pero cuando la revelación bíblica fue completada, ya estos no eran necesarios.
Había tres cosas importantes en ese momento: La fe, la esperanza y el amor, eran y son más importantes que los dones, y al acabar ellos, iban a continuar existiendo, pero de los tres el único que seguirá existiendo es el amor, porque llegará el momento en que la fe no será necesaria porque estaremos viendo al Señor, y la esperanza acabará porque lo que esperábamos ya habrá llegado. ¿Entonces por qué hay grupos religiosos que insisten continuamente en la importancia de los dones y se olvidan de la fe, la esperanza y el amor?
Si los dones milagrosos estuviesen todavía en operación, no podríamos asegurar que la Biblia está completa; los Enviados hubiesen muerto sin que se cumpliera la promesa hecha por Jesús[114]; habría Enviados vivos todavía ya que son necesarios para la imposición de sus manos; y todos los dones estarían en operación y no tan solo algunos.
Ir tras el amor es más importante que hablar en lenguas o profetizar o que tener cualquiera de los otros dones. Las palabras utilizadas aquí nos dan la idea de ir de cacería, y hablan de una práctica continua.
Actuar celosamente en las cosas espirituales no solo indica buscar los dones, para los miembros de la Iglesia del siglo I, sino el estudio concienzudo de la Palabra de Dios. Es cierto que los dones habían sido empleados por Dios para edificar la Iglesia del siglo I, pero en este tiempo usa la Biblia para ese menester, y por ello cada cristiano está en la obligación de estudiar con mucho cuidado las Escrituras cada día. Todo esto se hacía con un solo propósito: Ser voceros de Dios. En el siglo I por medio de los dones, hoy por medio de la Palabra.
Siguiendo con la idea que viene presentando, Pablo dice: “Porque el que habla en lengua no está hablando a los hombres”, porque cuando uno no entiende el lenguaje del que habla es como si nada, aunque Dios comprende todas la lenguas. ¿De qué sirve escuchar a una persona hablando en un lenguaje que no entendemos por una hora? Cuando escuchamos una conversación en otra lengua que no entendemos al principio nos llama la atención por la novedad, pero cuando no logramos entender nada nos disipamos y aburrimos, es como si no escucháramos nada. El verbo aquí usado es akoúo, que se usa para “entender”, así que a lo que se refiere Pablo es que nadie puede entender lo que habla el Espíritu; y es que para Dios que nosotros entendamos es de suma importancia, contrario a las religiones humanas que están llenas de misterios y dogmas que hacen que los fieles prefieran ignorar antes de estudiar.
¿Para qué ir al culto de adoración si no logramos entender lo que está pasando y diciendo? Los que afirman que el don de lenguas se refiere a lenguas extáticas están confundiendo la Palabra.
Al hablar en lenguas sin un traductor lo que se hace es pronunciar misterios, no de algo oculto para todos, sino para el que no le entiende aunque le escuche.
El que habla como vocero, el que predica en la asamblea hace una triple función: Edificar, animar y confortar. Edificar es llevar a un punto de madurez más alto. Animar es promover que los oyentes caminen en la Voluntad de Dios. Confortar es ayudar a alguien que está sufriendo. Para que todo esto sea posible es necesario que entendamos el lenguaje del que habla, de lo contrario esto sería vano.
El que hablaba en lenguas se edificaba a sí mismo no porque entendiera lo que decía, sino porque sabía que era usado por Dios. Pero el que hablaba como vocero o profeta si podía edificar a la Iglesia, que es uno de los fines de la congregación. ¿Para qué me voy a reunir si no salgo edificado?
Pablo quería que todos tuviesen el don de lenguas, no estaba diciendo que todos los hermanos lo tenían como creen los pentecostales, pero no todos lo tenían. Pero había algo más que Pablo deseaba entre los corintios: Que todos pudieran servir como voceros, aunque esto tampoco es posible ya que hay miembros en la Iglesia que no están capacitados para hacerlo. ¿La razón de esto? El que hablaba como vocero estaba edificando a la Iglesia, y el que hablaba en lenguas se edificaba a sí mismo. Pero había una excepción: Que alguien tradujera lo que se hablaba en lenguas, ya que de esa manera todos serían edificados.
Ahora Pablo presenta un ejemplo: Si él llegaba hablando en un lenguaje que nadie conocía en la congregación; no está diciendo una lengua extática ni angélica, habla de una lengua que hablan los hombres en otra región. Esto es lo que hacían muchos de ellos. ¿Qué se ganaba? El beneficio para la Iglesia era que hubiese revelación de algo nuevo que Dios quería que la Iglesia supiera, o conocimiento para que la Iglesia entendiera lo que debía hacer o debía dejar de hacer; o profecía porque la Iglesia necesita prever algo o enseñanza porque la Iglesia necesitaba aprender.
Con lo que dice este nuevo pasaje se entiende la sinrazón de las lenguas extáticas, ya que ellas no tienen significado. Pablo dice que incluso los instrumentos inanimados como la flauta o el arpa deben dar sonidos que se entiendan, ¿cómo algo como un mensaje va a ser transmitido por Dios de una manera ininteligible?
Pablo ilustra el asunto con un ejemplo de entre los soldados. Los soldados de aquel tiempo recibían las órdenes por medio de los trompetistas, soldados entrenados en la comunicación con la trompeta, pero, ¿cómo podían obedecer a las órdenes que daba su comandante si el trompetista no tocaba los tonos que todos conocían para cada orden? Así también en la Iglesia, si venía alguien hablando en un lenguaje extraño, ¿de qué servía? De la misma manera, si una persona llega a la Iglesia y habla en un idioma que ninguno de los presentes reconoce, ¿de qué sirve que hable? En veces ni siquiera entendemos a una persona que habla nuestro idioma porque lo hace en una jerga muy elevada o muy baja para la que maneja la mayoría, así que si viene alguien hablando en un idioma que no entendemos, la situación es peor. Pablo dice: Porque estarán hablando al aire, de manera que es una pérdida de tiempo.
Todos los lenguajes del mundo tienen un significado, y veamos el contexto en el que Pablo está hablando, para dejar en claro que él no se refiere a lenguas extáticas, sino a lenguajes humanos que usa una comunidad.
Desconocer el idioma en que le están hablando nos deja en una situación de incomunicación. Nos convertimos en extranjeros para el que habla y él lo es para mí.
Pablo se dirige a los corintios ya que ellos le daban mucha importancia al don de lenguas, y les exhorta de una manera muy diplomática ya que les dice: “Ustedes son personas muy celosas en lo espiritual, por lo que estén buscando como fortalecer a los demás”. Es una manera de llamarle la atención y hacerles ver que aunque las lenguas eran importantes, lo más importante era la edificación de la Iglesia. Es por eso que si alguno habla en lenguas, debe orar para que esta sea traducida, de lo contrario será una pérdida de tiempo. Y no quiere decir esto que los cristianos del siglo I oraban para tener algún don, ya que estos eran transmitidos por la imposición de las manos de los Enviados.
Entonces podemos concluir que lo importante no era que alguien hablara en lenguas, sino que hubiese interpretación para que la Iglesia fuera edificada.
Luego Pablo pone un ejemplo consigo mismo. Las lenguas no solo eran para decir un mensaje a alguien, sino también para orar, y así lo vemos en este pasaje. Al estar orando en lenguas, los cristianos del siglo I, lo hacían con su espíritu unido al Espíritu Santo, pero su mente, al no entender el lenguaje en que hablaba, no obtenía ningún beneficio.
Pablo presenta una pregunta para llamar la atención y poder hacer una conclusión. Es importante que los hermanos del siglo I, especialmente en Corinto, pudieran comprender para qué se les había dado ese don.
Estaba bien que oraran en lenguas, pero también era necesario que oraran con su propia lengua, la que entendían. He estado en lugares donde una persona se pone a hablar extáticamente por un tiempo largo, incluso por horas, y han tenido que sacarla a otra habitación para poder continuar con el acto. ¿Quién fue edificado? Nadie.
Es probable que con el don de lenguas la persona también pudiera entonar cánticos de adoración. Pero así como el simple hablar, era necesario que quien tuviese ese don, además de hacer melodías en otros lenguajes, también lo hiciera en su propia lengua.
Siguiendo el contexto, debemos entender que cuando Pablo habla de “bendecir solo con el espíritu” se está refiriendo a hacerlo en lenguas extranjeras. Está hablando de elogiar o dar gracias, que bien puede traducirse “orar”.
Y nótese como está hablando de lenguas humanas, porque dice: “¿cómo el indocto dirá el amén…”, si estuviese hablando de lenguas angélicas todos serían indoctos, porque nadie sabe el lenguaje de los ángeles.
La Real Academia Española de la Lengua acepta la transliteración de la palabra “amén”, y le da como significado “Así sea. Usado al final de una oración. Usado para manifestar aquiescencia o vivo deseo de que tenga efecto lo que se dice”.
También es importante notar que en el siglo I, cuando se hacía oración en la Iglesia, uno dirigía y todos los demás escuchaban, y si estaban de acuerdo a lo dicho, al final decían “amén”. Si en alguna congregación todos oran al mismo tiempo, están fallando al patrón bíblico.
De nuevo Pablo insiste en que todo lo que se hace en la Iglesia debe tener como propósito glorificar a Dios, pero también edificar a los hermanos.
Pablo aceptaba que él mismo tenía el don de lenguas, y lo ejercía más que todos los corintios. Así que todo lo expuesto no era producto de algún tipo de envidia contra ellos. Pero no estaba de acuerdo con la costumbre de muchos de ellos que caían en el abuso de los dones.
Pero, decía Pablo, prefería hablar “cinco” palabras, de nuevo usa un recurso para exagerar, ya que en cinco palabras es muy difícil dar un mensaje, en el idioma que hablaba la mayoría, que diez mil en otra lengua que ellos no entendieran. Hace poco me invitaron a una conferencia dada por un ingeniero en sistemas, en la que usó palabras llenas de tecnicismos; y aunque estaba hablando en español, para mí era chino, ya que no entendía nada de lo que decía.
La importancia de cualquier conferencia, ya sea de carácter religioso o secular, debe ser transmitir conocimiento, pero si el que imparte el discurso habla de manera que nadie o pocos le entienden, será solo pérdida de tiempo.
Vuelve Pablo a usar su recurso para suavizar el corazón de los receptores, al decirles “hermanos”.
“…no sean niñitos en las facultades mentales”. En varias partes de la Escritura se nos dice que debemos ser como niños, pero aquí más bien se dice que no hay que ser como ellos en sus facultades mentales, esto porque los niños creen todo, si usted le dice a un niño que hay cerdos que vuelan, él caminará viendo al cielo en busca de uno de esos cerdos voladores. Al niño no le interesa siempre lo más importante, sino lo que más le entretiene. Los dones no eran para entretener a la Iglesia, pero los corintios los trataban de esa manera.
En lo que es necesario ser como niños es en la maldad, y no solo como un niño, sino como un bebé, ya que hay niños de cinco años que ya conocen la malicia, pero un bebé, un niñito menor de tres años no identifica lo malo. Por esto la doctrina del pecado original no es más que una mentira más del catolicismo.
Pero hay que llegar a ser completos en las facultades mentales, ser maduros. Los corintios se comportaban como niños, jugando con los dones, peleando por ellos, comparándolos, haciendo división en la Iglesia, y habían olvidado que el fin de ellos era edificar la Iglesia.
Hace un tiempo, conversando con un pastor evangélico y tratando de hacerle ver que los cristianos ya no estamos sujetos a la Ley, él me decía que esta se limitaba a los cinco primeros libros del Antiguo Testamento, pero aquí vemos que Pablo cita un pasaje de Isaías y dice que es parte de la Ley[115]. El pasaje en cuestión se refiere a la exhortación que Isaías hace a los sacerdotes y profetas, haciéndoles ver que Israel sería castigado por mano de los asirios, gente que hablaba un lenguaje que los judíos no entendían. Entiéndase que tanto en Corinto como cuando hablaron los asirios, lo hacían en lenguajes humanos y no extáticos.
Los pentecostales y carismáticos insisten que el hablar en lenguas es señal de tener al Espíritu Santo, pero Pablo afirma que las lenguas eran señal para los incrédulos, así como lo fue para los israelitas del tiempo de Isaías, que eran incrédulos a la Palabra de Dios. El mensaje hablado con el don de lenguas era para convencer a las personas incrédulas, así que si hoy alguien insiste en que debe tener el don de lenguas para saber que tiene al Espíritu Santo en realidad lo que está demostrando es que es un incrédulo.
Pero la profecía, aquel don que servía para edificar, consolar y exhortar, ese era un don para beneficio de los creyentes. Entonces, ¿por qué los que dicen tener los dones del Espíritu hoy, insisten como los corintios en afirmar que lo más importante es hablar en lenguas? Claro, la profecía era un don en el que los resultados de esta dirían si era realmente un mensaje de Dios o si solo era algo que quien hablaba había inventado. Recuerdo que a principios de la década de los 80 visitó nuestro país la esposa de un reconocido predicador pentecostal haciendo exigencias para la preparación de la visita del evangelista; pero como no se atendió a todas sus exigencias, la mujer “profetizó” grandes catástrofes sobre el país. Gracias a Dios aún seguimos esperando que la “profecía” se cumpla, y ¡han pasado más de treinta años!
Pablo presenta un ejemplo hipotético para ilustrar lo que estaba diciendo. Esto es algo muy familiar para los que en algún momento compartimos con el pentecostalismo: La congregación reunida y todos hablando en lenguas, y el pastor agradeciendo por el “derramamiento del Espíritu”. Pero, dice Pablo, entran indoctos, o incrédulos, y no entienden lo que está pasando ni los lenguajes que están hablando aquellas personas. ¿Cuál va a ser la reacción de los visitantes? ¡Van a pensar que todos los que están ahí son locos! ¿Para qué si todos los reunidos hablan español va a venir alguien hablando francés? ¿Qué se gana? ¿Quién entiende? ¿Quién se edifica?
Tomemos en cuenta que de nuevo Pablo presenta un ejemplo exagerando para causar una impresión más fuerte. En Corinto no todos tenían el don de lenguas, pero la idea de Pablo es que ellos entiendan el desorden que se causaría si tal cosa ocurriera.
En el caso contrario, pero siempre exagerado: Entra el incrédulo y se encuentra a todos profetizando. Él logra entender lo que están hablando aquellas personas que pueden ver en lo profundo de su corazón, que le hablan de su vida de pecado y perdición y de qué sucederá con él si no cambia su manera de proceder. ¿Cuál será su actitud? Podrá ver el fin de su camino y tendrá que arrepentirse siendo redargüido por el Espíritu Santo.
Comienza la conclusión con una pregunta. No quiere ser mal interpretado, él no está diciendo que el don de lenguas no es una bendición, así como todos los demás dones, pero debe haber un uso correcto.
Hay quienes consideran que el culto o las reuniones deben ser sin ningún tipo de planificación, pero Pablo demuestra lo contrario. Pablo no estaba diciendo a los corintios que todos tenían dones ni que todos tenían todos los dones, sino que había varias personas con dones. Pablo menciona cinco cosas que se podían hacer con los dones: Salmos, enseñanza, revelación, hablar en lenguas e interpretarlas. Es probable que estas fuesen las actividades que se tenían durante los cultos en el siglo I, además de la participación de la Cena del Señor. Si es así, lo único que podemos replicar hoy día en la Iglesia es la participación de la Cena, ya que en este momento los dones no están en operación.
¿Para qué se hacían estas cosas? Para edificación de la Iglesia. Nada que no tenga este propósito debe hacerse en la Iglesia.
Pablo le explica a los corintios como debe ser el orden para ejecutar los dones. Hoy día los pastores pentecostales instan a toda la congregación a hablar en lenguas al mismo tiempo, pero Pablo dice que solamente dos o tres lo hagan, por turno, y que uno traduzca.
¿Qué pasaba si no había quien tradujera? El que tenía el don de lenguas debía quedarse callado. Entonces mienten los que dicen hablar lenguas extáticas al decir que el Espíritu los tomó y no podían quedarse callados, porque Pablo está enseñando que el que tenía el don podía ejercer control. También es obvio que si no había alguien que interpretase, el don de lenguas no servía para nada.
Debe tomarse en cuenta que en los pasajes en donde se trata de hablar en público siempre se refiere a varones hablando, nunca a mujeres, y en eso el idioma griego es muy claro.
¿Qué significa “hable para sí mismo y para Dios”? No que lo hiciera en susurro, sino que se quedara callado, orando en su mente.
Es lo mismo para los que tenían el don de profecía, dos o tres podían hablar y los demás debían escuchar con cuidado buscando el mensaje que Dios daba al pueblo. En ese tiempo se acostumbraba que cuando alguien iba a hablar, se pusiera de pie, y si había alguien hablando, con cortesía este se sentaba para ceder la palabra al otro. Pero no era correcto que dos personas hablaran al mismo tiempo.
Todos los que tenían el don de profecía podían hablar, por turnos, incluso hasta tres en una reunión, con la idea de animar a la congregación. Hay quienes han hecho todo un espectáculo de la enseñanza; en una ocasión miré por televisión a un predicador pentecostal entrar a predicar después de todo un show en donde había motocicletas, dramatización de una batalla entre pandillas, humo, luces, etc., y aquel hombre habló durante cuarenta minutos sin citar ni una sola vez la Palabra de Dios.
De nuevo Pablo deja en claro que todo este asunto de los dones no era algo en lo que reinaba el desorden, sino que todo debía mantenerse controlado. ¿Cuántas veces hemos escuchado a alguien afirmar que fue tomado por el Espíritu y no sabía lo que hacía ni lo que decía? Pero Pablo enseña que esto no puede ser así, ya que Dios es orden. Los profetas podían hablar o callar a voluntad.
¿Cómo puede alguien afirmar que Dios se encuentra en esos cultos en donde todos hablan al mismo tiempo en sus lenguas extáticas, mientras unos gritan y otros brincan, cuando la Palabra de Dios dice que Dios es de orden? Cuando Elías estaba escondido en la cueva, vino el Señor y le mostró varias cosas: Un grande y poderoso viento que rompía los montes y quebraba las peñas, un terremoto, un fuego, y un silbo apacible y suave[116]. Dios no se encontraba ni en el fuerte viento, ni en el terremoto, ni en el fuego, pero si estaba en el silbo apacible y suave; entonces, ¿por qué los pentecostales insisten en que cuando hay mucho alboroto se siente la presencia de Dios?
Las asambleas de los santos son las Iglesias que quieren obedecer la Voluntad del Señor. Es en estas congregaciones en donde se guarda el orden y la compostura, en donde el emocionalismo no es parte de la adoración, y es en donde las mujeres deben guardar silencio durante el culto. Este era otro de los problemas que había en Corinto con el desorden, las mujeres habían roto el orden al estar tomando ellas la palabra y preguntando durante el culto. Tomemos en cuenta que al parecer no eran todas las mujeres, sino un grupo de ellas, probablemente las esposas de los profetas, ya que Pablo les exhorta a que pregunten en sus casas. Ellas estaban causando mucha confusión en la Iglesia. Y no es que Pablo estaba cayendo en rigorismos como los de los musulmanes en que la mujer tiene prohibido hablar terminantemente, sino que durante el culto ellas debían guardar silencio y no tomar actitud de líder.
Y no es que las mujeres deben estar como momias en la Iglesia, sino que la dirección del culto no es un trabajo para ellas. Pero son muchos los que pelean porque quieren ver a las mujeres dirigiendo. ¿Por qué siempre que la Palabra de Dios dice que algo no debe hacerse sale alguien con una excusa diciendo que si es mejor hacerlo? Porque el trabajo de Satanás siempre es contradecir la Palabra de Dios, y los que le obedecen se oponen al Espíritu Santo.
Las mujeres deben estar sujetas, pero no en el tono en que lo hacen los musulmanes, sino más bien porque es lo más favorable para ellas. La Ley también lo dice en Génesis 3.16, en el sentido de que el hombre es la cabeza del hogar, no el jefe ni el dueño. Siempre he dicho que una mujer sabia entiende que su marido es la cabeza del hogar, pero ella es el cuello. Para que un hogar funcione la pareja debe estar de acuerdo en las decisiones, deben saber actuar tal y como una orquesta, en donde para que la melodía sea hermosa, deben trabajar en conjunto, de tal manera que todos los que le rodean se sientan extasiados.
Las esposas de los profetas estaban causando desorden en Corinto, por lo que Pablo les dice que se queden calladas y pregunten a sus maridos en casa. Lo que ellas estaban haciendo había caído en lo indecoroso, en vergüenza para sus maridos y la congregación.
¡Hay que tener cuidado con este pasaje! Hay quienes aseguran que esto hay que verlo con la lupa cultural, o incluso hay quienes acusan a Pablo de ser machista, pero no es Pablo el que está dando el mandato, es el Espíritu Santo, por lo que tampoco es una cuestión cultural. Por eso yerran los que han introducido a la mujer en el ministerio, demostrando que no tienen respeto por la Palabra de Dios. Hacer esto es lo mismo que decir que la Biblia no tiene autoridad.
Pablo pregunta de manera retórica para que los corintios entiendan que ellos no son un caso especial, de tal manera que puedan hacer y deshacer como les parece. Pregunta para atacar el orgullo que les tenía inflados. Lo que estaban haciendo los corintios iba en contra de la práctica en el resto de la Iglesia, por lo que ellos se estaban levantando contra toda ella. Lo correcto es que toda congregación en todo tiempo imite lo que hacía la Iglesia en el siglo I, de acuerdo a las enseñanzas apostólicas.
Pablo remata a los corintios haciéndoles ver que si ellos realmente creían ser personas guiadas por el Espíritu Santo no podían hacer otra cosa más que aceptar que estas palabras eran mandato de Dios. ¡Qué pena da ver a una persona que se dice ser espiritual oponerse a la Palabra de Dios y tratar de justificarse pretendiendo que su experiencia le avala más que la enseñanza bíblica!
Pero si a pesar de toda esta argumentación, alguien prefiere seguir comportándose como ignorante, que se atenga a las consecuencias. Pablo no iba a seguir luchando con ellos porque hay gentes que lo que hacen más bien es robar la bendición a los demás haciéndoles perder el tiempo en cosas que ya están resueltas. Si alguno quiere obedecer el Evangelio, bienvenido sea; pero si alguno no quiere hacerlo, que siga solo su camino y deje de estorbar.
Hace un giro para dirigirse a los que quieren vivir de acuerdo a la Palabra. Actuar celosamente significa actuar de acuerdo a las enseñanzas bíblicas y a lo que dijeron los Enviados. Pablo no se oponía a que se hablara en otras lenguas, porque el don estaba en operación en aquel momento. Pero insiste en que la profecía era superior al don de hablar en lenguas.
Pero había algo indispensable en todo lo que se hiciese: El decoro y el orden. Los dones estaban para edificar a la Iglesia, no para causar molestias ni división. Cada reunión de la Iglesia debe estar bien planificada y organizada, aunque sé que para algunos esto podría significar que se está cortando el “mover” del Espíritu, más si lo que se hace en la Iglesia no es ordenado, dejamos ver que en realidad esta no es la Iglesia de Cristo.
[1] Juan 14.18, 26.
[2] Hechos 2.1-4.
[3] Hechos 8.14-18.
[4] Hechos 18.6.
[5] Santiago 5.14.
[6] 2 Corintios 12.7-9; 1 Timoteo 5.23; 2 Timoteo 4.20.
[7] Hechos 5.5-11.
[8] 1 Corintios 14.3.
[9] 1 Juan 4.1-6.
[10] Traducción Lenguaje Actual.
[11] Felix Torres Amat.
[12] http://funversion.universia.es/curiosidades/xfiles/glosolalia.jsp
[13] Strong G1085.
[14] Hechos 2.
[15] Hechos 10.
[16] Strong. G652.
[17] Hebreos 3.1.
[18] Filipenses 2.25.
[19] Mateo 10.1-8; Marcos 3.14; 6.13-19, 30; Lucas 6.12-16; Hechos 1.26; Revelación 21.14.
[20] Hechos 1.15-26.
[21] Hechos 1.21-22.
[22] 1 Corintios 9.1; 2 Corintios 12.12; Gálatas 1.1; 1 Timoteo 2.7; 2 Timoteo 1.11.
[23] Juan 17.18; 20.21.
[24] Juan 14.26; 16.13.
[25] Hechos 2.42.
[26] Efesios 4.11.
[27] Efesios 2.20; Gálatas 2.9.
[28] Mateo 19.28.
[29] Revelación 21.14.
[30] Gálatas 1.19.
[31] Hechos 14.14.
[32] 1 Tesalonicenses 1.1; 2.6.
[33] Romanos 16.7.
[34] Revelación 2.2; 2 Corintios 11.5, 13. Diccionario Bíblico Nelson. Apóstol.
[35] Génesis 20.7; Éxodo 7.1; 1 Reyes 17-19; Malaquías 4.5.
[36] 1 Reyes 18.20-40.
[37] 1 Samuel 19.18-24.
[38] Isaías 10.6.
[39] Jeremías 29.26-30.
[40] Amós 5.21-24; Isaías 1.11-12, 14-17.
[41] Isaías 1.13.
[42] Isaías 30.8; Jeremías 29.1.
[43] Jeremías 36.
[44] Isaías 8.16; 50.4.
[45] 1 Reyes 22.8-38.
[46] Génesis 20.7.
[47] Éxodo 7.1.
[48] Éxodo 15.20; Jueces 4.4.
[49] Deuteronomio 18.18; 34.10.
[50] Isaías 6; Jeremías 1.4-19; Ezequiel 1-3; Oseas 1.2; Amós 7.14, 15, etc.
[51] Hechos 3.24.
[52] Lucas 24.25-27; Hechos 3.18; 1 Corintios 15.3.
[53] Hechos 18.28.
[54] Juan 6.14; 1 Pedro 2.9.
[55] 1 Corintios 12.10; Efesios 4.11; Hechos 11.27 y Efesios 2.20.
[56] Hechos 19.6; 21.9; 1 Corintios 11.4; etc.
[57] 1 Corintios 14.1, 3, 5.
[58] Mateo 11.13; 15.7; 1 Pedro 1.10. Diccionario Bíblico Nelson. Profetas.
[59] Éxodo 36.4; 2 Crónicas 2.7.
[60] Lucas 2.42; Hechos 5.34.
[61] Gálatas 3.24. Diccionario Bíblico Nelson. Maestros.
[62] La hipérbole es una figura retórica que consiste en una exageración intencionada con el objetivo de plasmar en el interlocutor una idea o una imagen difícil de olvidar. Los grandes maestros literarios de la historia han recurrido a menudo a esta figura literaria. Wikipedia.
[63] Figura retórica que consiste en atribuir a las cosas inanimadas o abstractas acciones y cualidades propias de los seres animados o bien cualidades propias del ser humano a los seres irracionales. Wikipedia.
[64] Hebreos 1.14.
[65] 1 Juan 4.7- 12, 16.
[66] Hechos 4.36-37.
[67] Hechos 5.1-10.
[68] Biblia al Día, Castilian, Corona de Jerusalén, Jerusalén, Biblia de las Américas, Nueva Biblia de los Hispanos, biblia en Lenguaje Sencillo, Palabra de Dios para Todos, Latinoamericana, Nacar Colunga, Nueva Versión Internacional, Serafín de Ausejo, Biblia de Oro, Nueva Biblia de Jerusalén, Biblia el Pueblo de Dios, El Libro del Pueblo de Dios, Santa Biblia Martín Nieto, Traducción Lenguaje Actual.
[69] Junemann
[70] Biblia del Oso, Nueva Reina Valera, Brit Xadasha 1999.
[71] Dios Habla Hoy.
[72] 2 Samuel 13.1-18.
[73] 2 Samuel 13.20-28.
[74] Mateo 26.14-16.
[75] Castilian, Jünemann, La Biblia de las Américas.
[76] Corona de Jerusalén, Jerusalén 1976.
[77] Jerusalén 2001, Biblia en Lenguaje Sencillo.
[78] Biblia Latinoamericana.
[79] Oro.
[80] Biblia al Día.
[81] Traducción Lenguaje Actual.
[82] Santa Biblia Martín Nieto.
[83] Brit Xadasha 1999.
[84] El Pueblo de Dios.
[85] Biblia Latinoamericana 1995.
[86] Oro.
[87] Biblia en Lenguaje Sencillo.
[88] Biblia al Día.
[89] Castilian.
[90] La Biblia de las Américas.
[91] Oso.
[92] Dios Habla Hoy.
[93] Nácar Colunga.
[94] Oro.
[95] Biblia al Día.
[96] Castilian.
[97] Corona de Jerusalén.
[98] Jünemann.
[99] La Biblia de las Américas.
[100] Oso.
[101] Palabra de Dios para Todos.
[102] La Biblia de las Américas.
[103] Nácar Colunga.
[104] Nueva Reina Valera 1990.
[105] Serafín de Ausejo.
[106] Reina Valera 1960.
[107] Oro.
[108] Biblia El Pueblo de Dios.
[109] Strong. G5278.
[110] Strong. G2673.
[111] Strong G3973.
[112] Éxodo 38.7-9; 30.18.
[113] Wikipedia. Espejo.
[114] Juan 16.13.
[115] Isaías 28.11-12.
[116] 1 Reyes 19.11-12.