G. Ministerio fuera de Israel.
Como ya hemos visto, el ministerio de Jesús, aunque en su mayor parte se ocupó de los judíos, también tocó a la gente de otros pueblos gentiles, que es en su mayor parte de donde surgiría el Reino de los Cielos.
1. La mujer cananea (Mateo 15.21-28; Marcos 7.24-30).
Los celos de Herodes, la hostilidad de los fariseos y las ideas fanáticas de las masas obligaban a Jesús a retirarse de Galilea. Esta es la primera vez que salió de Palestina para andar en un país extranjero. Algunos suponen que no salió de Palestina, pero Marcos 7.31 dice: “Luego regresó Jesús de la región de Tiro y se dirigió por Sidón al mar de Galilea, internándose en la región de Decápolis”[1].
Jesús no entró en Tiro y Sidón para predicar, sino porque quería tener tiempo para relajarse y descansar de las actividades de las semanas pasadas en Galilea. Sin embargo, Marcos añade la frase, “pero no pudo pasar inadvertido”.
Una mujer cananea, era griega, y sirofenicia de nación, clamaba porque su hijita era atormentada por un demonio[2]. Jesús no respondió. Él probaba la fe de la gente, y dejaba que la fe madurara y se refinara. En este caso dejó que la fe de esta mujer se expresara. Si Jesús hubiera sanado su hija inmediatamente, no habríamos tenido la hermosa expresión de humildad y fe que vemos luego.
El silencio de Dios nunca debe ser interpretado como indicación de que no está dispuesto a contestar nuestras oraciones. Aun cuando calla, posiblemente esté arreglando la misma respuesta que deseamos. Su silencio puede indicar su deseo de que nosotros aprendamos la disciplina de la oración paciente y el esperar humilde. Dios contesta nuestras oraciones pero tal vez no lo hace de acuerdo al programa de tiempo que tratamos de imponer sobre Él.
Sin duda Jesús ya sabía lo que iba a hacer, pero los apóstoles no comprendían nada de eso. Tal vez ellos piden que le despida cuando ven que Jesús no le respondía. El ministerio personal de Cristo en la tierra era para los judíos, Jesús no vino al mundo para predicar a todas las naciones. Ese ministerio sería llevado a cabo por los apóstoles después. Jesús nació, vivió, trabajó y sufrió entre los de su propia nación, los judíos, pero al mismo tiempo estaba entrenando a los apóstoles para que trabajaran entre todas las naciones. Dijo claramente a los judíos que tenía “otras ovejas que no son de este redil”[3]; es decir, los gentiles.
Esta mujer era muy humilde y sabía perseverar en la oración. En tales casos de importunidad vemos la diferencia entre la verdadera oración que agrada a Dios y la oración como mera formalidad. Sea en privado o sea en la reunión de la iglesia, si vamos a “tener oración”, nos conviene orar,la expresión sincera y ferviente del corazón, y no simplemente decir una oración. Esta mujer bien sabía que Cristo era su única esperanza y nosotros ¿qué? ¿Tenemos otra?
La sentencia de Jesús nos deja algo perplejos. Compara a los gentiles con “perrillos”, no con “perros”, ya que Él no compartió el prejuicio de los judíos contra los gentiles que vemos incluso en la actualidad. Pero Él está diciendo que no no había sido enviado a los gentiles, sino que su ministerio debía limitarse a los judíos. Ella aceptó que Jesús fue enviado a los judíos, pero aunque estaba sumisa a lo que Él decía, buscaba otra verdad, otro aspecto de su voluntad para seguir apelando por su hija. Por eso, su argumento fue que aun durante su ministerio a los judíos, podría dar “migajas” a un pobre gentil. Esta mujer era humilde pero también muy lista. Al decir “perrillo” Jesús le dio a la mujer un asidero argumentativo lo cual ella no demoró en agarrar. Ella no manifestó resentimiento ni preguntó “¿por qué”. No negó lo que Jesús dijo, pero simplemente aprovechó esta buena oportunidad para expresar su humildad y fe. ¿Por qué no se ofendió ella? ¿Por qué no dijo como muchos dicen en semejante caso, “Muy bien, si no quiere ayudarme y solo quiere insultarme, es cosa suya, ya me voy”? Porque esta mujer no era egoísta, sino que amaba a su hija fervientemente y por esa razón tuvo un propósito firme y singular: Quería de todo corazón que Jesús sanara a mi hija; por esa razón persistió.
La fe de esta mujer venció varios obstáculos: Los discípulos dicen: “despídela”; Jesús no le hizo caso; luego dio respuesta negativa. Hablaba con Jesús como Jacob hablaba al ángel[4]. El mundo está siempre admirando y alabando la grandeza, pero la de inteligencia o imaginación, la de ambición o fuerza de carácter, hermosura o amabilidad, la de erudición o descubrimientos, posesiones o conquistas; aquí tenemos la más noble alabanza de la más verdadera grandeza.
Al final. La niña fue sanada.
2. Sanidad del sordo (Marcos 7.31-37).
Parece que Jesús no halló descanso en el norte, y ahora vuelve a su tierra y pasa más allá de ella, entrando en Decápolis. Ahora se encuentra en el lado oriental del Mar de Galilea, entre gente que sabría de su fama.
Solamente Marcos registra este milagro de Jesús.
Pronto hay una multitud que se reúne alrededor de Jesús y sus discípulos, y le traen un hombre sordo, y que con dificultad hablaba, para que le sane milagrosamente. Le imploran, piden, ruegan. Proponen que Jesús le ponga la mano encima, pero Jesús usará de su propio criterio y medios. Jesús hizo sus milagros bajo diferentes circunstancias. Aunque a veces sanaba públicamente, y a veces de lejos, también lo hacía aparte del público. En el caso presente Jesús le tomó aparte al afligido, pero no necesariamente fuera de la vista de la gente.
Si la gente fue testigo del evento, de esta manera Jesús manifestó a todos que el milagro saldría de Él y que se aplicaría a las partes enfermas en el cuerpo del hombre. Pero estos actos de Jesús indicaron al sordo, en quien hubo todavía la facultad de tacto y de vista, que el milagro que viniera afectaría su oído y su habla.
Jesús escupió y tocó con un dedo suyo, la lengua del sordomudo. Esto llamó la atención del afligido a que Jesús estuvo por sanar su habla. El texto en este caso no dice nada de saliva, ni de aplicar saliva, y mucho menos del valor que tenga la saliva.
Jesús rogó al cielo, porque Su poder vino, no de la magia terrenal, sino del cielo, la morada de Dios. Y gimió expresando compasión por el hombre afligido. Dios se compadece de nuestras aflicciones. Dios nos ama. Y entonces dijo: Effatá, la palabra en arameo que es traducida como “sea abierto completamente”. El texto griego dice: “Y fueron abiertos sus oídos e inmediatamente fue suelto el impedimento de su lengua”. Su lengua había sido impedida como por una traba. Esa traba fue suelta. La palabra griega, desmos, “traba”, se encuentra en Hechos 16.26 y es traducida como “cadenas”; en Hechos 20.23 se traduce como “prisiones”; en Filipenses 1.13 se traduce como “ataduras”.
En seguida de este milagro, el sordomudo, que antes hablaba sin oír solamente sonidos ininteligibles, ahora comienza a hablar bien.
Jesús daba sus órdenes según las circunstancias del momento y conforme al bien de su plan de obra en su ministerio personal. A veces, mucha publicidad en cierta parte y en cierto tiempo habría obrado en contra de su plan de obra, incitando al enemigo a proseguir sus intenciones de matarle. Pero los hombres ignoraban, e ignoran, la sabiduría y mandamientos de Dios y llevaban, y llevan, a cabo más bien la propia suya. Por eso les ordena que no lo digan a nadie.
Y en el colmo de la admiración dijeron: “Bien lo ha hecho todo”, pero sin duda no comprendieron debidamente el verdadero significado de sus palabras. Ellos en particular se expresaron con referencia a los milagros de Jesús, al ser testigos de la curación del sordo, pero la excelencia de la obra de Jesucristo abarcaba mucho más. Todo lo que Dios hace es bueno[5].
H. Nuevo ministerio en Galilea.
1. Regreso a Galilea (Mateo 15.29-31).
Jesús llegó junto al mar de Galilea, y subiendo al monte, se sentó allí. La gente lo podía ver de lejos y trayendo consigo cojos, imposibilitados, ciegos, mudos y muchos otros enfermos y los pusieron a sus pies y los sanó; de tal manera que la muchedumbre se maravillaba al ver que los mudos hablaban, los imposibilitados quedaban rehechos, los cojos caminaban y los ciegos veían; y glorificaron a Dios.
2. Segunda multiplicación de panes (Mateo 15.32-39; Marcos 8.1-10).
Desde luego, hay mucha semejanza entre este milagro y el de alimentar a los cinco mil[6]. En la ocasión anterior los discípulos tomaron la delantera en el problema, en esta ocasión es Jesús quien la toma. En los dos casos:
a. Jesús mostró su compasión por el pueblo.
Ya habían pasado tres días desde que salieron de sus casas para traer sus enfermos a Jesús y para oírle y estando lejos en ese monte, ahora tienen mucha hambre. En su desesperación por hallar alivio para sus enfermos y afligidos, pasan gran hambre. Jesús tiene compasión de ellos que ahora no tienen qué comer. Si habían traído algo de comida, ya habría terminado. Jesús explica la base de su interés en ellos. Parece una indirecta para que sus discípulos le sugieran que vuelva a hacer lo que hizo con los cinco mil. Pero no lo hicieron. ¿No recordaban el previo caso semejante? ¿No iban siendo testigos de los múltiples milagros de Jesús de lugar en lugar?
El lugar no estaba habitado. No había, pues, lugar dónde comprar comida. Y a pesar de todo, los discípulos no estaban comprendiendo quién era él que hacía tantos milagros en su presencia. Muestran mente pesada y su falta de entendimiento seguirá[7].
De nuevo Jesús les pregunta por la cantidad de panes, en esta ocasión habían siete. ¿Por qué no recordaron la misma pregunta que Jesús les había hecho antes? En aquella ocasión dijeron que cinco; ahora, que siete. ¡Tenían la mente muy pesada, el corazón sin entendimiento! La pregunta no fue hecha para el beneficio de Jesús; él sabía lo que haría. La respuesta de los discípulos subrayaría lo milagroso del acto subsecuente.
b. Usó poder divino para que el pueblo pudiera ver al Padre en Él[8].
c. Los sobrantes fueron recogidos.
Que se saciara la multitud, y que se recogieran tantas canastas de comida sobrante, hace resaltar lo milagroso del acto de Jesús.
Mateo[9] agrega que el número cuatro mil no incluía a las mujeres ni a los niños. Después de alimentarlos, Jesús los despidió. Parece que Marcos omite detalles en esta narración de la alimentación de los cuatro mil, porque va llevando a sus lectores a la consideración de la mente pesada y endurecida de los discípulos.
d. Con lo poco que tenían Jesús hizo algo grande y significativo.
Tanto Mateo como Marcos están de acuerdo en que Jesús y sus discípulos se fueron de aquel lugar, pero Mateo dice que partieron a la región de Magadán y Marcos a la región de Dalmanuta.
Probablemente Dalmanuta y Magadán son dos nombres que designan una misma ciudad; estaba de situada en la costa occidental del lago Genesaret, un poco al norte de Tiberias y posiblemente englobando a Magdala, el hogar de María Magdalena. El pueblito moderno de Mejdel está en este lugar hoy.
3. La señal para los fariseos (Mateo 16.1-4; Marcos 8.11-13).
Aunque los fariseos y los saduceos no eran amigos, tenían algo en común. Los dos odiaban a Jesús; por eso, se unieron para tentarle[10]. En estos y otros textos es obvio que cuando los fariseos y otros “tentaron” a Cristo no le presentaban algo atractivo y deseable. Lamentablemente hay hermanos que creen que si Jesús era tentado, la tentación tenía que ser algo atractivo y deseable, pero las tentaciones de estos textos no tienen nada que ver con esa clase de tentación. La Biblia de las Américas dice correctamente: “…para ponerle a prueba” aunque literalmente la palabra griega es “tentándole”. Ellos querían atraparle en sus palabras para que perdiera su influencia con la gente.
En Mateo 12.38 piden señal, pero aquí agregan “del cielo”, por ejemplo, como el maná del cielo[11], pero lo que no entendían era que Jesús mismo era la señal del cielo[12]. Creían que Jesús no podía obrar ninguna señal del cielo y que, de esa manera, quedaría avergonzado delante de sus seguidores. La señal que piden es semejante a lo que Satanás propuso[13]. La reacción de Jesús a su petición se ve en Marcos 8.12: “Suspirando profundamente en Su espíritu, dijo: "¿Por qué pide señal esta generación?”[14] Jesús ya había hecho muchas señales pero ellos no querían creer. Aun Nicodemo reconoció que Jesús había venido de Dios[15]. ¿Por qué no creían así estos fariseos y saduceos? Porque de ninguna manera querían convencerse de esta verdad. Esto nos recuerda de lo que Abraham dijo al rico en Lucas 16.31. Es lo mismo ahora. No hay tópico de más interés que el tiempo. La gente habla del tiempo cuando no pueden conversar sobre otra cosa. Hay mucho interés en cosas menores. Deberían más bien preocuparse por las señales de los tiempos. Estos no podían discernir, pues ni siquiera tenían interés en ellas. En cuanto a las señales de los tiempos eran ciegos, sordos y torpes de entendimiento.
Al hablar de los cuatro imperios mundiales, dice Daniel 2.44: “En los días de estos reyes, el Dios del cielo levantará un reino que jamás será destruido, y este reino no será entregado a otro pueblo. Desmenuzará y pondrá fin a todos aquellos reinos, y él permanecerá para siempre”[16]. El cuarto reino era el imperio romano; es decir, en esos momentos estaban viviendo en el tiempo del cuarto imperio mundial en el cual el Mesías había de venir, pero los judíos no podían o no querían discernir las señales de los tiempos. Juan había dicho claramente que “el reino se ha acercado”[17]. Jesús les había dicho que la corrupción de la nación, que era muy obvia en ese mismo tiempo, atraía su propia destrucción, la cual vino en el año 70 del primer siglo[18].
Hay lecciones valiosas en esto para nosotros, porque las señales de los tiempos no son muy alentadoras. Como había decadencia en el judaísmo en el primer siglo, también la hay en estos tiempos en la Iglesia del Señor:
a. Hay mucha indiferencia hacia la autoridad de las Escrituras.
b. A mediados del siglo XIX hubo división sobre la centralización, y a mediados del siglo XX hubo otra división sobre la misma causa, porque los que no quieren aprender lecciones enseñadas por la historia están destinados a repetir esa historia.
c. Hay mucha blandura en cuanto a prácticas mundanas.
d. Al mismo tiempo hay mucho aflojamiento en cuanto a la disciplina.
e. La revolución sexual ha afectado las creencias de muchos sobre el divorcio y nuevas nupcias, porque el adulterio para muchos ya no es adulterio.
f. Muchos no saben la diferencia entre la espiritualidad producida por el apego a las palabras del Espíritu Santo y el puro emocionalismo.
g. Algunas congregaciones que profesan ser de Cristo ya no se oponen al uso de la música instrumental en el culto de la iglesia, insisten en que la mujer debe participar en el liderazgo de la Iglesia, y tienen comunión con los sectarios.
h. Se ha llegado al punto que los cantos y en general todo el culto, no se diferencian en nada de los de los grupos denominacionales e incluso algunos directores de cantos lo hacen imitando a los cantantes religiosos de moda.
i. Se ha ignorado el mandato bíblico y los evangelistas se han afincado cual “pastores” y en lugar de estar unos pocos años en cada congregación preparando a hombres fieles, se quedan decenios y hacen que las congregaciones se vuelvan dependientes de ellos.
¿Qué indican las “señales de los tiempos” ahora? Que la Iglesia está apostatando del patrón bíblico[19].
En Israel, el quebrantamiento de su relación con Dios por su idolatría se describía como adulterio o prostitución[20]. Aquí también se usa en sentido figurado. Por lo tanto, no se puede negar que la palabra adulterio se usa a veces en sentido figurado, sin embargo, en Mateo 5.32; 19.9 la palabra no es figurada sino literal.
4. La levadura de los fariseos (Mateo 16.5-12; Marcos 8.14-21).
A veces los apóstoles, al igual que otros, no comprendían el lenguaje figurado de Jesús. Nicodemo tuvo problemas con la figura que Jesús empleó en Juan 3.3-4. Asimismo, la mujer samaritana se sintió confusa en Juan 4.10-11. Muchos de los discípulos se escandalizaron cuando Jesús predicó sobre el pan de vida[21] y no le entendieron cuando dijo que Lázaro dormía[22].
Lo mismo sucede hoy en día, hay hermanos que no entienden el uso figurado de la palabra “copa” en Mateo 26.27-29 y Lucas 22.17. También se discute mucho cómo el Espíritu Santo mora en nosotros, pero este es otro ejemplo del uso del lenguaje figurado en el cual la causa, el Espíritu Santo, se pone por los efectos, lo que el Espíritu Santo hace, los beneficios espirituales que recibimos. Esto se explica en Gálatas 5.22-23, pero en lugar de mencionar todo el fruto que el Espíritu Santo lleva en nuestra vida la Biblia dice que el Espíritu Santo mora en nosotros.
Los apóstoles y otros discípulos tuvieron dificultad para entender el lenguaje figurado de Jesús, pero nosotros tenemos la ventaja de tener el Nuevo Testamento escrito que estudiar y no debemos tener dificultades con el lenguaje figurado[23]. Las señales hechas por Jesús enseñan algo, y les convenía recordar las lecciones de los milagros de la alimentación de las multitudes. Después de ser testigos de tal fenómeno ¿cómo podrían creer que Jesús les reprendería por no tener pan? Obviamente Jesús esperaba que los apóstoles y los otros, recordaran los detalles de los milagros. ¿Con cuántos panes alimentó a los 5000 y cuántas cestas de pan sobraron? Y ¿con cuántos panes alimentó a los 4000 y cuántas cestas de pan sobraron?
Al rato se “les prendió el foco”; Jesús habla de la doctrina de los fariseos y de los saduceos. Ya hemos visto en el capítulo 15 el grave error de inventar tradiciones que invalidan la ley de Dios. Jesús bien sabía que los líderes de estas dos sectas gozaban de tremenda influencia y Él no quería que sus discípulos fueran engañados, ni que tuvieran compromiso alguno con ellos. Quería que ellos resistieran la influencia y el dominio de estos pastores falsos. Aunque los fariseos y saduceos eran enemigos mortales entre sí, tenían mucho en común, pues los dos enfatizaban la religión externa, los dos practicaban la hipocresía, los dos sabían cómo intimidar al pueblo, los dos sabían cómo aprovecharse de la ignorancia del pueblo, y los dos eran enemigos de Jesús. La levadura mala de los fariseos y saduceos leudaba toda la masa del judaísmo. Penetraba y se difundía para empapar la sociedad judaica, como la levadura de tradiciones, leyes humanas, supersticiones y opiniones de los líderes religiosos ha saturado el mundo religioso moderno. Aun la iglesia de Cristo no ha escapado de su nefanda influencia, pues hay predicadores de renombre que, por no recibir el amor de la verdad, quedan enamorados del error.
5. El ciego de Betsaida (Marcos 8.22-26).
Dejando la costa, viajan a Betsaida que quedaba cerca por donde el Río Jordán desemboca en el Mar de Galilea, donde le trajeron un ciego.
Solamente Marcos registra el milagro de sanar a este ciego. La petición de sanidad es hecha por los amigos del ciego, que para ahora, juntamente con mucha gente de Galilea, saben que el toque de la mano de Jesús puede lograr grandes obras beneficiosas.
Jesús no se obligó a demostrar su poder milagroso siempre bajo las mismas circunstancias. Tomar la mano de este ciego, y conducirle fuera de la aldea, muestra interés personal en él de parte de Jesús y tal vez deseo de despertar fe en el ciego. Este milagro sería totalmente para él. Jesús no quiso que la gente de la aldea supiera del milagro pendiente. Jesús escupió en sus ojos, lo que indicaría al ciego que el milagro pendiente afectaría la vista. Ni la saliva ni la imposición de manos de por sí tuvieron que ver con el milagro. Los milagros de Jesús nunca dependían de circunstancias exteriores, sino solamente de su voluntad y poder divino.
Hay una pausa en medio de la curación. Jesús, que conoce la mente de todo hombre, por una razón sabida a él le hace esta pregunta, y así el hombre tiene que participar en el proceso de la sanidad milagrosa. El saber qué es la forma de hombres y de árboles indica que este ciego no nació así, sino que había sufrido algún accidente o enfermedad que le quitara la vista.
En este caso Jesús optó por darle al ciego una restauración parcial de vista por un momento breve. Marcos no nos informa por qué, ni nos es necesario saberlo. Jesús pudo haber estado usando este paso para producir fe en el hombre, o aun aumentar su fe. No hay nada de fracaso en este caso de sanidad, ni de “mejoramiento” lento. Los curanderos modernos no pueden hallar nada en este evento que les justifique en sus fallos al reclamar sanar milagrosamente a personas hoy en día. Jesús hizo este milagro en dos etapas, la primera durando solamente el tiempo necesario para hacerle al ciego una pregunta y darle tiempo para contestarla.
El ciego, al contestar la pregunta de Jesús, dice que ve los hombres como árboles. Lo que veía se movía como hombres pero no en forma distinta, sino como algo borroso. De esta manera Jesús permitió al ciego reconocer que su vista le iba devolviendo. Por razones que el Señor tenía, quiso darle a este hombre esta sensación antes de completar la segunda etapa del milagro. Todo fue hecho en cuestión de pocos momentos.
De nuevo Jesús pone las manos sobre sus ojos. A consecuencia de este acto, el hombre miró fijamente y fue restaurado, y comenzó a ver todo con claridad.
El Mesías venidero, entre otros milagros, había de dar vista a los ciegos[24]. Jesús, al hacerlo en repetidas ocasiones, comprobó que era el Mesías.
Jesús iba con sus discípulos para la región de Cesarea de Filipo, deseando estar con ellos y enseñarles, y por eso no quiso más publicidad en la región de Betsaida. De manera que pidió a este hombre que no dijera a nadie lo que había pasado para evitar una demora mayor. Tampoco quiso que le siguiera una multitud hacia el norte a donde iba. Era tiempo de estar aparte con sus discípulos para entrenarles, pues se acercaba la crucifixión, de allí a seis u ocho meses, y la gran comisión de ellos a predicar en todo el mundo.
6. Confesión de Simón (Mateo 16.13-20; Marcos 8.27-30; Lucas 9.18-21).
Jesús hace a sus discípulos la pregunta de las edades. ¿Quién es Jesús? La respuesta de ellos: Unos dicen que eres Juan el Bautista, mostrando la superstición del pueblo; otros, Elías, demostrando que conocían la profecía de Malaquías 4.5, pero también haciendo patente su ignorancia; y otros, Jeremías, o alguno de los profetas. Algunos libros apócrifos decían que algún profeta vendría antes de llegar el Mesías[25].
Pero había una pregunta más importante: “Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?” Esto es lo más importante de todo, porque estos apóstoles serían sus testigos, sus representantes, sus embajadores; por eso, era imprescindible que ellos tuvieran el concepto correcto en cuanto a la identidad de Jesús. Ellos habían estado con Él, vivían con Él, le escuchaban diariamente en conversaciones privadas como en los discursos públicos; por eso, deberían conocerle.
La respuesta, que no es solo de Simón Pedro, sino de todos los apóstoles[26], es: “Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente”. Desde luego, “Hijo de Dios” significa “igual a Dios”[27], porque varios textos dicen que Cristo es Dios[28]; por eso, si Cristo es Dios y también es Hijo de Dios, entonces Hijo de Dios tiene que significar lo mismo que Dios[29].
Pedro, y los otros, no recibieron esta información de fuentes humanas, sino de fuentes divinas[30].
Y aquí encontramos el versículo de la discordia entre católicos y no católicos: Mateo 16.18:
BAD: Yo te digo que tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi iglesia, y las puertas del reino de la muerte no prevalecerán contra ella.
BL95: Y ahora yo te digo: Tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia; los poderes de la muerte jamás la podrán vencer.
BLS: Por eso te llamaré Pedro. Sobre esta piedra construiré mi iglesia, y la muerte no podrá destruirla.
CAB: Ahora yo también te digo que tú eres Pedro; sobre esta piedra edificaré mi Iglesia y las puertas del Hades no podrán contra ella.
CST-IBS: Ahora presta atención: tú eres Pedro, y sobre esta roca edificaré mi iglesia, y los poderes del infierno no prevalecerán contra ella.
DHH: y yo te digo que tú eres Pedro, y sobre esta piedra voy a construir mi iglesia; y ni siquiera el poder de la muerte podrá vencerla.
EUNSA: Y yo te digo que tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y las puertas del infierno no prevalecerán contra ella.
INTERLINEAL: καγω δε σοι λεγω οτι συ ει πετρος και επι ταυτη τη πετρα también y a ti explico que tú eres un pedazo de roca y sobre esta la peña οικοδομησω μου την εκκλησιαν και πυλαι αδου ου κατισχυσουσιν αυτης. edificaré mí la iglesia y puertas Hades no vencerá el mismo.
JER: Y yo a mi vez te digo que tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y las puertas del Hades no prevalecerán contra ella.
KJV: And I say also unto thee, That thou art Peter, and upon this rock I will build my church; and the gates of hell shall not prevail against it.
LBLA: Yo también te digo que tú eres Pedro, y sobre esta roca edificaré mi iglesia; y las puertas del Hades no prevalecerán contra ella.
N-C: Y yo te digo a ti que tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré yo mi Iglesia, y las puertas del infierno no prevalecerán contra ella.
NBLH: "Yo también te digo que tú eres Pedro, y sobre esta roca edificaré Mi iglesia; y las Puertas del Hades (los poderes de la muerte) no prevalecerán contra ella.
Nuevo Mundo: También, yo te digo a ti: Tú eres Pedro, y sobre esta masa rocosa edificaré mi congregación, y las puertas del Hades no la subyugarán.
RVA: Mas yo también te digo que tú eres Pedro; y sobre esta roca edificaré mi iglesia, y las puertas del Hades no prevalecerán contra ella.
RV1865: Y yo también te digo, que tú eres Pedro; y sobre esta roca edificaré mi iglesia; y las puertas del infierno no prevalecerán contra ella.
RV60: Y yo también te digo, que tú eres Pedro, y sobre esta roca edificaré mi iglesia; y las puertas del Hades no prevalecerán contra ella.
RV95: Y yo también te digo que tú eres Pedro, y sobre esta roca edificaré mi iglesia, y las puertas del Hades no la dominarán.
RV2000: Mas yo también te digo, que tú eres Pedro, y sobre la piedra edificaré mi Iglesia; y las puertas del infierno no prevalecerán contra ella.
Septuaginta: Y yo también te digo que tú eres Pedro y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y puertas de infierno no prevalecerán contra ella.
SSE: Mas yo también te digo, que tú eres Pedro una piedra pequeña, y sobre la piedra grande edificaré mi Iglesia; y las puertas del infierno no prevalecerán contra ella.
La roca fundamental era la confesión hecha por Pedro de que Cristo es el Hijo de Dios[31], no la persona del apóstol. El texto griego muestra claramente la distinción, y es patente que ésta es la intención del Espíritu Santo al inspirar el texto.
Hay muchos argumentos válidos que refutan la supuesta preeminencia de Pedro, cosa que, desde luego, él nunca reclamó para sí:
a. Si Jesús hubiera querido decir que la iglesia sería edificada sobre Pedro, hubiese dicho: “Tú eres Pedro y sobre ti edificaré mi iglesia”. Solo que debemos recordar que el apodo “Pedro” que le había dado Jesús[32] fue para referirse al carácter que tendría después, no perfecto sino sólido.
b. Si Cristo pensaba elegir a Pedro como príncipe de los apóstoles, habría contestado la pregunta que se le hace en Mateo 18.1 diciendo que Pedro era el mayor en el Reino.
c. En Hechos 8.14 nos encontramos que Pedro y Juan fueron enviados a Samaria por los demás apóstoles. Si Pedro era el “Papa”, ¿cómo es que los demás le “envían”?
d. En Hechos 11.2 vemos una discusión que tuvieron los otros apóstoles con Pedro por haber entrado en un hogar gentil. Si Pedro era el “Papa”, ¿por qué los otros discípulos se le enfrentan tan duramente?
e. Cuando se reunieron los apóstoles y ancianos para examinar la controversia acerca de imponer la ley de Moisés sobre los hermanos gentiles[33], sin duda alguna Pedro habría presidido, o mejor, habría de una vez resuelto la cuestión sin necesidad de tal asamblea, pero no fue así.
f. Pablo relata en Gálatas 2.11 como tuvo que reprender públicamente a Pedro.
g. Al escribir dos cartas Pedro no lo hizo como el “Papa”.
h. Pablo dice en Romanos 1.11 que pensaba ir a Roma para comunicarles algún don para confirmar a los hermanos, pero si Pedro era el “Papa”, ¿por qué necesitaba Pablo ir a Roma?
Los apóstoles y profetas forman parte del fundamento[34] porque, siendo hombres inspirados, entregaron el evangelio de Jesús, pero Jesucristo es la piedra principal del ángulo sobre la cual las dos paredes se juntan y sobre la cual son sostenidas[35].
La palabra Iglesia traduce el vocablo griego “ekklesia”, de ek, fuera de, y klesis, un llamamiento, se usaba entre los griegos para hablar de un cuerpo de ciudadanos reunido para considerar asuntos de Estado[36]. En Mateo 16.18; Efesios 1.22; 5.22, etc., se usa para referirse a la iglesia universal, compuesta de todos los salvos. En Hechos 8.3 se usa para hablar de los cristianos que fueron perseguidos y esparcidos, pero en varios textos[37] se refiere a una Iglesia local. En cuanto a la figura de edificar, estudiemos 1 Pedro 2.5.
El verbo “edificaré” indica que todavía no existía la Iglesia, pero después del día de Pentecostés[38], se habla de ella como una realidad. Pablo habla de “…la iglesia de Dios, la cual El compró con Su propia sangre”[39]; es decir, murió para hacer posible nuestra salvación. La Iglesia está compuesta de los salvos.
La expresión “Puertas del Hades” es una expresión oriental para indicar la corte, trono, poder y dignidad del reino infernal. El Hades es contemplado como una ciudad poderosa, con puertas formidables. El rey Ezequías dijo: “Yo decía: En la mitad de mis días ya me marcho; seré encerrado para el resto de mis años”[40]. Aunque Cristo murió no se quedó en el Hades, “por cuanto era imposible que fuese retenido por ella”, sino que resucitó y estableció su Iglesia. Además, cuando Él venga la segunda vez levantará a todos los muertos y después del juicio final, llevará al cielo a todos los redimidos. Recordemos que Cristo tiene las llaves del Hades[41]. Con razón, pues, las fuerzas del Hades no podrían prevalecer sobre su Iglesia. La Iglesia de Cristo es el Reino de Cristo[42]. Dice Daniel 2.44: “En los días de estos reyes el Dios del cielo establecerá un reino que jamás será destruido ni entregado a otro pueblo, sino que permanecerá para siempre y hará pedazos a todos estos reinos”[43]. También Hebreos 12.28 dice: “Por lo cual, puesto que recibimos un reino que es inconmovible, demostremos gratitud, mediante la cual ofrezcamos a Dios un servicio aceptable con temor y reverencia”[44].
Llama la atención que aquí Jesús emplea intercambiablemente los términos Iglesia y Reino. La Iglesia y el Reino tienen el mismo Fundador; fueron establecidos el mismo día de Pentecostés; los requisitos para entrar en el Reino son los mismos requisitos para entrar en la Iglesia; la Cena del Señor está en la Iglesia y está en el Reino; la palabra Iglesia significa los llamados[45]. Los llamados están en el Reino.
Basándose en este texto muchos suponen que al dar a Pedro las llaves del Reino, Jesús le dio poder ilimitado, la carta blanca, para admitir o no admitir a los que lleguen a las puertas de perla, pero este es un concepto totalmente errado. Toda potestad no fue dada a Pedro, sino a Jesucristo[46]. Las llaves representan la autoridad para abrir la puerta del reino, la Iglesia. Pedro empleó esta autoridad que el Señor le dio cuando predicó el Evangelio a los judíos[47] y a los gentiles[48]. Pedro mismo dijo que Dios lo había escogido a él para que los gentiles oyesen el Evangelio por su boca[49].
Mateo 16.19 es traducido en el Nuevo Testamento Interlineal Griego-Español de la siguiente manera: “y confiar a ti las llaves del Reino de los Cielos y quien en caso atar en la tierra será atado en los cielos y lo que soltar en la tierra será soltado en los cielos”. Nótese el futuro perfecto de indicativo: estai dedemenon, estai lelumenon, un estado de cumplimiento. Todo esto da por supuesto, que el empleo de las llaves por parte de Pedro estará de acuerdo con la enseñanza de la mente de Cristo. Por lo tanto, ni Pedro ni los otros apóstoles tenían autoridad para entregar enseñanzas de ellos mismos, sino que simplemente revelaban lo que ya estaba establecido en el cielo.
Según el clero romano, cuando Jesús dijo esto, dio a Pedro el derecho de enseñar y gobernar con autoridad, pero en esto están muy equivocados. En primer lugar, Jesús no dijo esto solamente a Pedro, sino también a todos los apóstoles[50], y en segundo lugar, ellos solamente enseñaban y predicaban lo que Jesús les había enseñado y lo que el Espíritu Santo les revelaba. Los apóstoles, siendo inspirados por el Espíritu Santo[51] predicaban lo que ya estaba atado y desatado en el cielo. Por eso, en nombre de Cristo, entregaron mandamientos y prohibiciones. Lo que habían de enseñar era:
a. Lo que Jesús ya había enseñado: Ya había enseñado la necesidad de creer[52]; arrepentirse[53]; confesar a Cristo[54]; ser bautizado para ser salvo[55]; vivir en santidad[56]; y muchas otras cosas.
b. Todo lo que el Espíritu Santo les iba a revelar, recordándoles lo que Jesús había enseñado[57], y guiándoles a toda la verdad[58].
Jesús mandó a sus discípulos que no dijesen que él era el Cristo, porque como ya hemos dicho varias veces, le sobraba fama y esto le impedía en su obra porque al oír esto el pueblo solo pensaba en un rey terrenal. Le quedaba poco tiempo y había mucho que hacer. Tenía gran necesidad de pasar más tiempo con los apóstoles, pero era casi imposible porque dondequiera que fueran pronto llegaba la gente.
7. Primer anuncio de la pasión (Mateo 16.21-23; Marcos 8.31-33; Lucas 9.22).
Las primeras referencias a su muerte se encuentran en Juan 2.19; Mateo 26.61; 27.40; Marcos 14.58; 15.29 y Juan 3.14[59]. También ya había dicho: “Una generación perversa y adúltera demanda señal, y ninguna señal (ningún milagro) se le dará, sino la señal de Jonás el profeta, porque como ESTUVO JONAS EN EL VIENTRE DEL MONSTRUO MARINO TRES DIAS Y TRES NOCHES, así estará el Hijo del Hombre tres días y tres noches en el corazón de la tierra”[60]. Pero ahora “comenzó a declarar”, hablando explícitamente de su muerte y resurrección[61].
Aunque Pedro había confesado que Jesús de Nazaret era el Hijo de Dios, luego vemos que el concepto que Pedro tenía del Mesías era muy deficiente. Lo que Jesús les decía no era lo que querían oír. No estaba nada en armonía con el concepto que ellos tenían del propósito de la venida del Mesías. Pensaban que si Cristo muriera, sería el fin de su sueño de grandeza en el Reino del Mesías. Pedro acaba de confesarle como el Mesías, y luego Jesús dice algo que para Pedro sería la refutación de lo que él pensaba acerca del Mesías. En Mateo 16.17 Pedro era inspirado por Dios, pero en Mateo 16.23 era inspirado por Satanás. El concepto de Pedro y los otros apóstoles no era el sacrificio; más bien, parece que querían quedarse con todo lo que tenían y sacar aun más de los gentiles. Al querer convencer a Jesús a no morir Pedro cooperaba con Satanás.
8. Tomar la cruz (Mateo 16.24-28; Marcos 8.34-9.1; Lucas 9.23-27).
El sufrimiento espera a los discípulos de Jesús. ¿Qué haremos? Jesús no requiere que todos sus discípulos sean crucificados, pero sí requiere que cada quien lleve la cruz que le pertenece. “Niéguese a sí mismo” quiere decir dejar todo lo que impida o estorba para seguirle y servirle, hacer cualquier cambio de carácter y de vida que la voluntad de Dios requiera. No nos gusta perder cosas de valor. Las aseguramos al máximo, cuidando la salud, instalando alarmas, poniendo candados y toda clase de seguros para asegurar las posesiones, para estar tranquilos y sin cuidado. Pero ¿cuántos aseguran su alma? ¿Qué tan serio es perder el alma?
a. Se pierde la posesión más valiosa[62]. Jesús sabe el valor del alma; Él murió para salvarla. El diablo sabe el valor del alma; por eso, quita la semilla para que la gente ni siquiera piense en salvar su alma; pero ¿cuántos hombres aprecian el valor del alma?
b. Se pierde todo[63]; al morir el hombre pierde toda posesión material, y ¿si pierde el alma también? Pierde absolutamente todo. ¿Qué recompensa dará el hombre por su alma? No tendrá nada que dar.
c. Causa que otros también se pierden[64]. ¿Cuántos padres mundanos enseñan a sus hijos a ser obedientes a Dios? Por el ejemplo y por la misma enseñanza causan que sus hijos también se pierdan.
d. Se pierde la vida mejor aun en este mundo[65].
e. Se pierde el cielo[66].
f. En lugar de encontrar reposo y alivio de todos los problemas y sufrimientos de la vida el perdido apenas comienza a sufrir[67].
La decisión que cada persona en cuanto a ganar o perder su vida tiene consecuencias eternas. Algunos enseñan lo que se llama “Esjatología Realizada”. Según él verbo mello traducido “va a venir”, siempre se refiere a algo que va a ocurrir muy pronto y que no se usa de eventos del futuro lejano. Dice esto para “probar” que la segunda venida de Cristo y el juicio final eran eventos que muy pronto se cumplirían, es decir, en el año 70, cuando Jerusalén fue destruida. Según esta teoría la segunda venida de Cristo ya ocurrió en el año 70. Esto suena como doctrina de los russellistas que dicen que Cristo vino en el año 1914.
El argumento de ellos sobre el verbo mello es erróneo. En Hebreos 11.8 leemos: “Por la fe Abraham, al ser llamado, obedeció, saliendo para un lugar que había de (ημελλεν) recibir como herencia; y salió sin saber adónde iba”[68]. ¿Abraham recibió su herencia en Canaán poco después de esta promesa? Claro que no. En realidad él mismo nunca la recibió, pero la promesa fue cumplida cuando sus descendientes, los israelitas, la ocuparon unos cuatro siglos después. También Moisés habló de Cristo unos mil quinientos años de nacer Jesús[69], usando también el verbo mello para referirse a algo que iba a suceder en un tiempo que no era cercano para él.
Ahora Jesús habla de otra venida que iba a ocurrir en el futuro cercano. Jesús había afirmado claramente que iba a morir, pero ahora está afirmando que Él viene “en su Reino”. Lo que dijo acerca de su muerte les causó mucha tristeza, pero estas palabras son de mucho aliento. “Venir” en su Reino significa que formalmente entraría en poder, o que establecería su Reino. Esto ocurrió el día de Pentecostés, como Pedro explica en Hechos 2.33-36. No quería hablar explícitamente en cuanto al tiempo. Lo dejó indefinido, pero sí indicó que vendría durante la vida de “algunos de los que están aquí”[70].
No se refiere a la transfiguración, como afirman los russellistas, porque este evento sucedió seis días después y obviamente Jesús no vino en su Reino en esa ocasión. Los russellistas obstinadamente rechazan la verdad acerca del tiempo del establecimiento del Reino de Cristo, porque tienen que sostener la enseñanza de sus fundadores que sin base alguna han afirmado que Cristo vino invisiblemente para establecer su Reino en el año 1914.
Es fácil seguir la línea de predicciones acerca de la venida del Reino:
a. Mateo 3.2: “el reino de los cielos se ha acercado”.
b. Marcos 9.1: El Reino vendría “con poder”.
c. Lucas 24.49: Los apóstoles recibirían poder poco después de la ascensión de Cristo[71].
d. Hechos 2: El poder, el Espíritu Santo vino; por eso, el Reino vino el día de Pentecostés.
e. Hechos 11.15: “Cuando comencé a hablar, el Espíritu Santo descendió sobre ellos, tal como lo hizo sobre nosotros al principio”[72]. ¿Principio de qué? Obviamente el principio del Reino y la Iglesia. Después del día de Pentecostés el Reino se menciona como ya existente[73].
9. La transfiguración (Mateo 17.1-8; Marcos 9.2-8; Lucas 9.28-36).
Como ocho días después Jesús tomó a Pedro, Jacobo y Juan; los que le acompañaron a Jesús cuando resucitó a la hija de Jairo, y también en el huerto de Getsemaní. De esa manera había tres testigos de estos eventos. Sin lugar a dudas estos eventos fortalecieron la fe de estos tres apóstoles y, en turno, ellos podían fortalecer la fe de los demás.
La transfiguración gloriosa de Jesús ocurrió mientras oraba[74]. No llegó a ser puro espíritu, sino que se transfiguró, cambió en otra forma. Jesús fue cambiado y también fueron cambiados sus vestidos. Al ver la transfiguración de Jesús los apóstoles vislumbraron algo de la gloria celestial de Cristo, la gloria que tenía con el Padre[75].
La palabra traducida “se transfiguró” es la misma que se usa en Romanos 12.2 y 2 Corintios 3.18; como Jesús fue transfigurado físicamente, nosotros debemos ser transfigurados espiritualmente.
El relato de Lucas parece indicar que pasaron la noche sobre el monte, pues dice que los apóstoles “habían sido vencidos por el sueño”[76] y luego: “Y aconteció que al día siguiente, cuando bajaron del monte, una gran multitud Le salió al encuentro”[77]. En ese caso el resplandor del rostro de nuestro Señor y de sus vestidos, y la nube brillante serían más manifiestos, y toda la escena sería más extraordinaria.
Sin lugar a dudas la conversación con Moisés y Elías era de gran aliento para Jesús al contemplar el horrible sufrimiento que le esperaba. ¡Una extraña oportunidad! En medio de su más alta exaltación hablar de sus padecimientos; mientras su cabeza brillaba con gloria decir cómo tendría que sangrar con espinas; mientras su rostro resplandecía como el sol, decir que tendría que ser escupido; mientras sus vestidos relucían con brillantez celestial, decir que le serían quitados y repartidos; mientras se veía en medio de dos santos, decirle que tendría que verse entre malhechores.
Esta fue una experiencia inolvidable para los tres apóstoles, no solamente la gloria de Cristo, sino también la oportunidad de conocer en persona a Moisés y Elías. Este texto es otro que nos da la plena confianza de poder conocer en persona a los fieles de Dios que en esta vida solamente conocemos a través de las páginas de la Biblia. Es un gran consuelo saber que todos los fieles que han terminado su vida terrenal aún viven y todos estaremos juntos en el hogar que Jesús nos prepara[78]. En realidad este evento es una prenda de la gloria de Cristo y su pueblo en el “más allá”.
Seis días antes de esto Pedro había confesado a Jesús como el Hijo de Dios, ahora el Padre lo confiesa. El Padre dice “a Él oíd”, no a los escribas y fariseos, no las tradiciones de los ancianos, ni siquiera a Moisés, sino a Cristo. Esta fue una experiencia única e inolvidable para estos tres apóstoles.
Los russellistas menosprecian este pasaje diciendo que fue una mera “visión”, pero Lucas 9.32 dice que no estaban dormidos, ni en trance. La palabra “visión” se refiere a los que ellos vieron, estando despiertos. La definición básica de la palabra horama es “aquello que es visto, denota un espectáculo”.
Esta experiencia era para ellos mismos, pero aquí se pone un límite al tiempo de su silencio: “hasta que el Hijo del Hombre resucite de los muertos”[79], pero ahora por lo pronto Jesús no quería que dijeran nada de lo que habían visto. Obviamente contaron este evento a otros después porque Mateo, Marcos y Lucas son los que lo narran. El relato de esta maravillosa escena al pueblo en general, por sus conceptos equivocados acerca del Mesías, no habría hecho otra cosa más que excitar el fanatismo y precipitar la crisis.
a. El regreso de Elías (Mateo 17.10-13; Marcos 9.10-13).
Al ver a Jesús transfigurado se confirmaba aun más su creencia de que Jesús era el Mesías, pero al ver a Elías tienen dudas porque hace tiempo Jesús había comenzado su ministerio, pero Elías no había venido primero. Solamente apareció en esa ocasión gloriosa, pero no llevó a cabo ningún ministerio. Por eso, hacen esta pregunta sobre Elías. La respuesta de Jesús hace que los discípulos entiendan que Juan el bautista no era literalmente Elías, pero que sí cumplió la profecía que hablaba de la venida de Elías.
10. Sanidad de un poseso (Mateo 17.14-21; Marcos 9.14-29; Lucas 9.37-42).
He aquí el ruego de un padre por su hijo lunático[80], no demente; ya que tenía síntomas como los de la epilepsia, aunque el padre reconocía que su hijo tenía “un espíritu mudo”[81] y Mateo 17.18 dice que Jesús reprendió al demonio, el cual salió del muchacho, y éste quedó sano desde aquella hora. El verdadero mal de este muchacho fue que estaba endemoniado. Los modernistas niegan que hubiera endemoniados; dicen que tenían problemas psicológicos o físicos. Los demonios eran capaces de provocar toda clase de desorden, y no es correcto decir que todos estos males pueden identificarse con cierta enfermedad conocida ahora.
Jesús les había dado a sus apóstoles “autoridad sobre los espíritus inmundos”[82], pero la Biblia habla con toda franqueza de las debilidades de ellos[83].
El versículo 21 no es original, habiendo sido añadido por copiantes de Marcos 9.29. Ya, antes de hacer esto, el pasaje había sido aumentado en Marcos por la adición “y ayuno”, debido al ascetismo entre los primitivos cristianos. Una adición semejante de “ayuno” fue hecha por copiantes en Hechos 10.30; 1 Corintios 7.5, y así se metió en el texto común. La palabra “ayunos” es genuina en Lucas 2.37; Hechos 13.2; 14.23. Esta adición no aparece en los dos mejores manuscritos griegos[84]. Es evidentemente una adición posterior para ayudar a dar explicación del fracaso. Pero es innecesaria y también falsa.
Es la oración lo que los nueve habían dejado de emplear. Eran impotentes porque no oraban. Su complacencia en sí mismos llevaba a la derrota. En el caso de este muchacho, cualquier ayuno de parte de los discípulos fue imposible. El muchacho fue traído a ellos, no había tiempo para ayunar, había tiempo solamente para oración; no podían posponer el esfuerzo de librar al muchacho hasta un tiempo cuando se sintieran listos.
11. Segundo anuncio de la Pasión (Mateo 17.22-23; Marcos 9.30-32; Lucas 9.43-45).
Si la transfiguración tomó lugar en el monte Hermón, ya caminan hacia el sur hasta Galilea, donde tenía tanta popularidad, dejando atrás a Cesarea de Filipo, y por fin hasta la ciudad de Capernaum. Ahora busca evitar encuentro público con la gente para poder dedicar tiempo a la enseñanza de sus discípulos para prepararles para la crisis en Jerusalén.
Jesús quiso evitar reuniones de gente ya que quería instruir más a sus discípulos en privado. El tiempo imperfecto de los verbos, enseñaba y decía, nos informa que Jesús iba enseñando a los discípulos acerca de su muerte y resurrección cercanos, mientras viajaban por el camino.
Jesús hablaba que sería “entregado” y aunque fue “entregado” por Judas el traidor, en manos de hombres, también es verdad que Dios lo entregó[85] y que Cristo se entregó a sí mismo[86]. Ya que todo sucedió según “…el determinado propósito y el previo conocimiento de Dios…”[87].
Esta es la segunda ocasión de enseñar esto a los discípulos. Tres de los doce oyeron acerca de esto en el monte de transfiguración[88]. Pero el relato termina con la victoria sobre la muerte. Cristo resucitó a sí mismo. También es verdad que Dios le levantó[89].
Mateo nos informa que esta enseñanza dejó tristes a los discípulos[90].
Ellos no entendían la revelación. La falta de comprensión fue culpa de ellos mismos. Seguían con su concepto humano del reino que no permitía que el Mesías fuera muerto por los hombres. Todos podemos entender las Palabras del Señor[91]; se nos manda entender[92]. Hoy en día muchos no entienden que el bautismo es para perdón de pecados, porque su concepto erróneo acerca del perdón de pecados ya arraigado en sus mentes, no les permite. Así como encontramos a otros que creen que con haberse sumergido en las aguas los convierte en seres especiales y se olvidan que el sexto requisito para la salvación es la santidad. Pero la revelación de Dios es clara y fácil de entender. Si el hombre no la entiende, es que no quiere entender.
12. El pago del impuesto (Mateo 17.24-27).
Esta era la última vez que iba Jesús a Capernaum y los cobradores del impuesto del Templo[93] le preguntaron a Pedro si Jesús que no paga las dos dracmas y él dijo que sí. Jesús le preguntó luego a quién debían cobrarse los impuestos, a los ciudadanos o a los extranjeros. Simón respondió que a los extraños, que es lo lógico. Jesús le dijo que entonces los hijos debían estar exentos de ese cobro, pero para no causar tropiezo, envió a Pedro a pescar y en el primer pez que sacara, encontraría un estatero[94] para que pagara, tanto el impuesto suyo, como el de él. Jesús demuestra otra vez el atributo de omnisciencia y también hace el milagro de poner la moneda en la boca del pez.
Jesús contribuye para el sostenimiento del Templo.
a. Pone cuidado para evitar ser mal entendido.
1) Habla de modo que Pedro no podía menos que entenderle.
2) Obra de modo que los judíos no podían dejar de hacerlo.
b. Al mismo tiempo que afirma ser el Hijo de Dios, cumple todo deber de un hombre bueno, incluyendo el de tomar parte en las contribuciones religiosas. Renuncia su bien fundado derecho de ser exento, por temor de que su curso perjudicase a otros.
Esto también trae al suelo la enseñanza de los maestros de la prosperidad que enseñan que Jesús tenía una bolsa con mucho dinero.
13. ¿Quién es el mayor? (Mateo 18.1-14; 10.40-42; Marcos 9.33-49; Lucas 9.46-50; 17.1-2).
Jesús les preguntó sobre lo que discutían en el camino. La pregunta, que implica y muestra la omnisciencia de Jesús, no fue hecha para que Jesús se informara, sino para introducir la enseñanza que les faltaba a los discípulos. Sin duda esta pregunta les sorprendió porque la discusión pasó solamente entre ellos y no incluyó a Jesús.
Ellos se quedaron callados, cual niños sorprendidos en una travesura. La razón de su silencio se explica en la frase siguiente. Después ellos van a preguntar a Jesús sobre el particular en Mateo 18.1.
Su discusión revela el pobre concepto temporal del Reino de Dios que tenían todavía los discípulos. Todavía no habían aprendido que la grandeza verdadera consiste en servir[95] y no en ocupar puestos ni en ejercer autoridad sobre otros. El hecho de que Jesús había escogido a tres de entre los doce para acompañarle en ocasiones, tal vez hubiera contribuido a esta discusión.
En el Reino de Dios el sentido de primacía descansa sobre una base muy diferente de la de reinos terrenales. El primero se considera como último en rango e importancia[96], y sabe que el servicio determina la grandeza[97]. Teniendo la mente cerrada, los discípulos lo hallaron difícil aprender que el Reino de Cristo requiere celo y humildad. La grandeza verdadera consiste en servir. Cada persona puede ser primera; puede ser de veras grande.
El maestro por excelencia da un ejemplo de lo que enseña; toma un objeto concreto, en este caso, un niño y por medio de él presenta su lección. Primero puso en medio al niño y luego lo tomó en sus brazos. El niño sirvió de parábola viviente, estando sumiso a las direcciones y usos del maestro, y de naturaleza libre de orgullo y vanagloria. Mateo agrega que, mientras estuvo con niños en medio del grupo, Jesús dijo que los discípulos tenían que convertirse en niños, humillándose y librándose de ideas ambiciosas de grandeza terrenal[98]. Luego, el niño sumiso y obediente aceptó ser tomado por Jesús en sus brazos, y entonces Jesús pronunció las palabras del versículo siguiente: “El que recibe en mi nombre a uno de estos niños, me recibe a mí; y el que me recibe a mí, no me recibe a mí sino al que me envió”[99]. Como el niñito es humilde e impotente, pues puede ser tomado en brazos de otro, hay personas humildes e impotentes que necesitan ayuda, y el que en obediencia a Cristo le extiende ayuda y servicio, lo hace a Cristo mismo, y por extensión lo hace a Dios, porque los dos son uno en Deidad.
La frase “en mi nombre”, significa “en conexión con quien soy”; es decir, porque Jesucristo es el Señor quien tiene el mando según su palabra revelada.
Juan contó que había visto a uno que en el nombre de Jesús echaba fuera demonios, pero no andaba con ellos; y se lo prohibieron. Parece que Juan relata este suceso en vista de lo que Jesús acabó de enseñar sobre el recibir a otros. En lugar de recibir a esa persona, los doce apóstoles le prohibían, porque no era de su compañía particular. Esta persona no sencillamente reclamaba echar fuera demonios, sino en realidad lo hacía, como lo indica el versículo siguiente. Jesús había comisionado a otros a salir a obrar milagros[100] que no eran de los doce apóstoles. La persona referida en este caso seguramente había sido investida de poder para echar fuera demonios ya que nadie podía hacer tal cosa de por sí. Los doce sentían celos a ver a uno que no era de su grupo haciendo lo que podían hacer ellos solamente por delegado poder sobrenatural.
Este pasaje ha sido abusado por sectarios para afirmar que hay cristianos en diversas iglesias denominacionales y que en lugar de prohibir algunos a otros, más bien debe cada cual dejar que los demás vayan al cielo “por su propio camino”. ¡Pero este pasaje no justifica el denominacionalismo! No se trata de cosas no autorizadas por Cristo, sino de lo que Cristo ha autorizada para los suyos, no importando en dado caso cierta compañía o círculo de discípulos involucrado.
Los discípulos hicieron mal en “prohibir” a aquel siervo de Cristo, investido para echar fuera demonios. Jesús da la razón de por qué no prohibir a los tales; es que hacen milagros por la autoridad de Jesús y como tales no deben ser prohibidos como si anduvieran hablando mal del Señor. No son enemigos de Cristo. Es una cosa hacer una señal, un prodigio, una maravilla, por autorización de Jesús, y es otra cosa reclamar hacer cosas en el nombre de Jesús. Estos últimos son “hacedores de maldad”, frase que según el texto griego significa más bien, “hacedores de lo que carece de legalidad”. Hacen sin ley divina; es decir, hacen por su propia autoridad y voluntad.
Este pasaje no ilustra la popular filosofía de tolerancia para toda cosa religiosa, y quienes lo apliquen así tuercen las Escrituras[101]. Cristo quiere que sus seguidores “todos sean uno”, como él y el Padre son uno[102], y que hablemos “todos una misma cosa”[103]. ¡El denominacionalismo no sirve a nuestro Señor!
Las palabras de Jesús no justifican nada la neutralidad o la indiferencia en asuntos espirituales. No justifican la tibieza[104]. Tratan solamente de quienes activamente obran según la autoridad de Jesús; los tales no obran en contra de Jesús que otros discípulos deban prohibirles.
Otro pasaje que se ha malinterpretado es Marcos 9.41: “Os aseguro que cualquiera que os dé un vaso de agua en mi nombre por ser vosotros de Cristo no perderá su recompensa”[105]. Jesús no está diciendo que con nada más hacer una buena obra la persona irá al cielo. Está hablando acerca de personas, sumisas a la autoridad de Cristo revelada en su palabra, que honrando y sirviendo a Jesús comparten de sus bienes para el sostenimiento de servidores de Cristo que se ocupan en predicar la palabra. Estos recibirán su recompensa que Dios ofrece a los tales porque son colaboradores en la obra divina. El predicador es digno de su salario y el que contribuye a ese salario, o sostenimiento, no perderá su recompensa, dice Cristo. Jesús no está hablando de obras humanitarias en general de parte de quien quiera, incluyendo ateos. Habla acerca de quienes son de Cristo y al compartir de sus bienes con predicadores del evangelio no son contra Jesús sino por él.
En Marcos 9.42 hay una sentencia muy fuerte: “Si alguien hace que uno de estos pequeños seguidores míos deje de confiar en mí, mejor le sería que le ataran al cuello una piedra enorme y lo tiraran al mar”[106]. Jesús presenta lo contrario de lo dicho en los versículos 40-41. Habla de hacer tropezar a un humilde creyente en Jesús. No habla de niños literalmente, sino de creyentes que ejemplifican la humildad y sumisión del niño. Es mejor perder trágicamente la vida física que pasar a hacer tropezar y así causar la pérdida eterna de un creyente en Jesús. La pérdida de la vida física no ha de ser comparada con la actividad que causara el tropiezo de un humilde seguidor de Cristo. Quienes aplican este pasaje a la membresía infantil en la iglesia ignoran por completo el contexto aquí tratado.
De las consecuencias del pecado, comparadas con la trágica pérdida de la vida física, Jesús ahora pasa a hablar acerca del infierno.
En el versículo 42 Jesús trató del hacer tropezar a otro; aquí aplica el acto a uno personalmente. El vocablo griego skandalizo, significa poner impedimento o atrapar.
Al hablar de cortarse la mano no está diciendo que esta sea la sede del pecado, sino lo es el corazón o la mente de la persona. El cortar la mano literalmente no pondría fin al pecado, ¡ni al hurto! Cristo no está hablando de la mutilación del cuerpo. Está contrastando o haciendo una comparación entre el negarnos en la vida física de cosas malas conseguidas por la mano, y el tener tales cosas en esta vida para pasar con ellas al infierno. Obviamente es mejor pasar la vida física con una sola “mano” que, teniendo dos manos en esta vida tener que pasar la eternidad en el infierno. Es mejor entrar en el cielo sin haber tenido las cosas pecaminosas conseguidas por los miembros físicos del cuerpo, dirigidos por un corazón malo, que haberlas tenido en esta vida pero que nos conducen al infierno eterno.
Hay que deshacerse de cualquier cosa considerada como muy valiosa y atractiva si nos sirve de ocasión de tropezar para perdernos eternamente. Hay que cambiar el corazón que es la sede de toda acción por medio de los miembros del cuerpo físico[107]. Jesús está advirtiéndonos del gran peligro de sufrir el castigo eterno a causa de usar los miembros del cuerpo, como la mano, el pie, el ojo, en el servicio de Satanás, obedeciendo éstos los dictámenes del corazón mundano[108].
El infierno, el lugar de castigo eterno después del juicio final[109], no ha de ser confundido con el Hades, la morada de los espíritus después de la muerte física del cuerpo[110]. Después de la resurrección y el juicio final, el Hades será echado al lago de fuego[111].
La palabra “infierno” traduce el vocablo griego geenna. Se encuentra en Mateo 5.22, 29-30; 10.28. Aquí en este pasaje tratado, Jesús habla del infierno. En 2 Pedro 2.4, las versiones que tengo al alcance dicen:
BAD: Dios no perdonó a los ángeles cuando pecaron, sino que los arrojó al abismo, metiéndolos en tenebrosas cavernas y reservándolos para el juicio.
BL95: En efecto, Dios no perdonó a los ángeles que pecaron, sino que los precipitó en el infierno y los encerró en cavernas tenebrosas, manteniéndolos allí hasta el día del juicio.
BLS: Dios no perdonó a los ángeles que pecaron, sino que los mandó al infierno. Allí están, encadenados en la oscuridad, hasta que llegue el día en que Dios juzgue a todos.
CAB: Dios no perdonó a los ángeles que pecaron, sino que, precipitándolos en el abismo, en cavernas tenebrosas, los entregó para ser custodiados hasta el juicio.
CST-IBS: Recordad que Dios no perdonó a los ángeles que pecaron, sino que los arrojó al infierno, y hasta el día del juicio los mantiene encadenados en prisiones tenebrosas.
DHH: Dios no perdonó a los ángeles que pecaron, sino que los arrojó al infierno y los dejó en tinieblas, encadenados y guardados para el juicio.
EUNSA: En efecto: Dios no perdonó a los ángeles que pecaron, sino que al arrojarles en el infierno los entregó a las cavernas tenebrosas, donde están guardados para el juicio;
INTERLINEAL: ει γαρ ο θεος αγγελων αμαρτησαντων ουκ εφεισατο αλλα σειραις ζοφου ταρταρωσας (tártaros) παρεδωκεν εις κρισιν τετηρημενους
KJV: For if God spared not the angels that sinned, but cast them down to hell, and delivered them into chains of darkness, to be reserved unto judgment;
LBLA: Porque si Dios no perdonó a los ángeles cuando pecaron, sino que los arrojó al infierno y los entregó a fosos de tinieblas, reservados para juicio;
N-C: Porque, si Dios no perdonó a los ángeles que pecaron, sino que, precipitados en el tártaro, los entregó a las prisiones tenebrosas, reservándolos para el juicio;
NBLH: Porque Dios no perdonó a los ángeles cuando pecaron, sino que los arrojó al infierno y los entregó a fosos de tinieblas, reservados para juicio.
Nuevo Mundo: Ciertamente si Dios no se contuvo de castigar a los ángeles que pecaron, sino que, al echarlos en el Tártaro, los entregó a hoyos de densa oscuridad para que fueran reservados para juicio;
RVA: Porque si Dios no dejó sin castigo a los ángeles que pecaron, sino que, habiéndolos arrojado al infierno en prisiones de oscuridad, los entregó a ser reservados para el juicio;
RV1865: Porque ¿cómo escaparán ellos? pues no perdonó Dios a los ángeles que habían pecado, mas ántes habiéndolos despeñado en el infierno con cadenas de oscuridad, los entregó para ser reservados al juicio;
RV60: Porque si Dios no perdonó a los ángeles que pecaron, sino que arrojándolos al infierno los entregó a prisiones de oscuridad, para ser reservados al juicio;
RV95: Dios no perdonó a los ángeles que pecaron, sino que los arrojó al infierno y los entregó a prisiones de oscuridad, donde están reservados para el juicio.
RV2000: Porque si Dios no perdonó a los ángeles que habían pecado, sino que habiéndolos despeñado en el infierno con cadenas de oscuridad, los entregó para ser reservados al juicio;
Septuaginta: Pues, si Dios a ángeles que pecaron, no perdonó, sino que con cuerdas de tinieblas tartarizando entregó a que, para juicio, castigados siendo, fuesen guardados;
SSE: Porque si Dios no perdonó a los ángeles que habían pecado, sino que habiéndolos despeñado en el infierno con cadenas de oscuridad, los entregó para ser reservados al juicio;
Aunque la mayoría de las versiones traducen “infierno”, la palabra aquí usada en el griego es tártaro, que se refiere más bien al lugar donde los ángeles desobedientes son guardados hasta el juicio final.
Jesús agrega esta frase para explicar el sentido de “Gehena” que si es correcto traducirlo como “infierno”. Los judíos bien entendían el significado de Gehena porque traía a su mente el Valle de Hinom[112], junto a Jerusalén, donde en el tiempo de Cristo se quemaba la basura de la ciudad.
Es inútil discutir la naturaleza del “fuego” de esta frase. Basta entender su aplicación, que es que el castigo en el infierno va a ser de eterna duración[113].
El versículo de Marcos 9.44 no aparece en los manuscritos a los cuales siguen las versiones BL95, CAB, CTS-IBS, DHH, EUNSA, KJV, NM, NVI, aunque si aparece el texto en el versículo 48, menos en la NM y en la Septuaginta. Las condiciones literales del Valle de Hinom, donde entre la basura siempre había gusanos y fuego, sirven de tipo de la condición del castigo de duración eterna en el infierno. Hay otras expresiones figuradas de este castigo eterno[114].
Jesús continúa ilustrando con el ojo como lo hizo con la mano y el pie, la lección de que hay que deshacernos de cualquier cosa considerada como muy valiosa, en este caso, cosa conseguida por medio de la vista y la codicia, si nos sirve de ocasión de tropezar para perdernos eternamente.
Jesús en Marcos 9.43-47, habla de la necesidad de hacer muchos sacrificios personales. De ese pensamiento pasa a hablar de que es necesario que los discípulos sean “salados con fuego”; es decir, que sean probados y purificados por medio del “fuego de prueba”[115]. La sal purifica y el fuego quema y causa dolor. Con esta figura de oración el Señor está preparando sus discípulos para las pruebas de fe que les quedan por delante. El cristiano ofrece su vida en sacrificio a Dios[116] y esta vida de sacrificio tiene que ser salada con las pruebas de fe. La vida probada y purificada es acepta delante de Dios y preservada del fuego del infierno.
14. La disciplina en la Iglesia (Mateo 18.15-22; Lucas 17.3-4).
La voluntad de Dios es que ningún discípulo se pierda, porque el hermano que peque es una oveja descarriada y el hermano ofendido debe tener “corazón de pastor” para tratar de traerlo otra vez al redil. En los versículos siguientes Jesús nos enseña uno de los aspectos importantes del papel de pacificador[117].
En los manuscritos Vaticano y Sinaítico se omiten las palabras “contra ti” en Mateo 18.15, aunque en el versículo 21 Pedro pregunta: “¿cuántas veces pecará mi hermano contra mí que yo haya de perdonarlo? ¿Hasta siete veces?”[118], dando a entender que de eso hablaba Jesús.
Decir que la reprensión siempre tiene que ser privada contradice Gálatas 2.11-14 y 1 Timoteo 5.20. Pablo especificó el pecado de fornicación al escribir a los corintios y les dijo: “Es ya del dominio público que hay entre vosotros un caso de inmoralidad sexual que ni siquiera entre los paganos se tolera, a saber, que uno de vosotros tiene por mujer a la esposa de su padre…Éxpulsad al malvado de entre vosotros”[119].
A veces alguien enseña algo contrario a la sana doctrina, y cuando otro le exhorta o reprende, algunos se ofenden diciendo que no se siguió el plan de Cristo registrado en Mateo 18.15-17, pero este texto no contradice los textos citados arriba que requieren la reprensión pública de pecados públicos, que no son ofensas personales. Si tratamos de aplicar este texto a los pecados públicos, tales como el adulterio, el robo, la borrachera, la enseñanza falsa, el dejar de asistir a las reuniones de la iglesia, etc., ¿cuál de los hermanos está obligado a ir “a solas” primero con el culpable? Recuérdese que solo uno puede ir. Entonces, después de llevar a otro hermano o a otros dos, hay que presentar el caso a la iglesia pero la iglesia ya lo sabe todo porque fue pecado público. Los ancianos hablan con miembros infieles para tratar de ayudarles, porque son pastores que velan por las almas[120], pero a veces aun ellos son criticados por no haber seguido Mateo 18.15-17. Este texto se ha aplicado mal en muchos casos semejantes. Recordemos lo que Pablo dice en 2 Timoteo 2.15: “Esfuérzate por presentarte a Dios aprobado, como obrero que no tiene de qué avergonzarse y que interpreta rectamente la palabra de verdad”[121], y lo que dice Pedro: “En todas sus cartas se refiere a estos mismos temas. Hay en ellas algunos puntos difíciles de entender, que los ignorantes e inconstantes tergiversan, como lo hacen también con las demás Escrituras, para su propia perdición”[122]. Es obvio que Mateo 18.15-17 no se refiere a los pecados públicos y a los hermanos que enseñen error, sino solamente a las ofensas personales.
Este texto importantísimo establece el orden de Dios con respecto al hermano que haya ofendido a otro hermano. “Vé” como el pastor va y busca la oveja perdida. “Vé” para hacer el papel de pastor de ovejas, porque Dios no quiere que ninguna se pierda[123]. “Vé”, en lugar de:
a. Esperar hasta que él venga a ti, aunque es cierto que él también tiene la obligación de ir a ti[124], pero cada uno debe pensar en su responsabilidad personal y no tratar de justificarse hablando de lo que otro debe hacer.
b. En lugar de escribirle una carta o llamarle por teléfono, a menos que sea imposible hablar con él en persona, pero Jesús no toma en cuenta tales casos.
c. En lugar de odiarle y murmurar contra él[125] o quejarse de él[126], cada vez más exagerando la ofensa para sentirse maltratado.
d. Sin demorar a él para hacer esfuerzos para ganarle. Los que desobedecen este mandamiento deben leer Santiago 3.5.
Aun la ley de Moisés dijo: “No odies en tu corazón a tu hermano, pero corrige a tu prójimo, para que no te cargues con pecado por su causa. No te vengarás ni guardarás rencor contra los hijos de tu pueblo. Amarás a tu prójimo como a ti mismo. Yo, Adonai”[127]. Lamentablemente muchos miembros de la iglesia no son guiados por el Espíritu Santo, sino por sus sentimientos. Los tales deben reconocer que al no obedecer este mandamiento son culpables de la rebelión[128]. Hay hermanos que dicen que creen en la disciplina, pero les falta la disciplina de sí mismo necesaria para obedecer este mandamiento.
¿Para qué hay que ir? Ha reprenderle, que es una palabra que se traduce del griego elenco, que significa “convencer, reconvenir, reprender”[129]; el verdadero sentido aquí es “exponer o poner en evidencia”; es decir, primero es necesario “exponer” el asunto. Mostrarle su falta. Para comenzar es necesario estar seguro que se entiende exactamente lo que ocurrió. Puede haber malentendido. Hasta “testigos oculares” se equivocan. Muchos hermanos “saben” de alguna ofensa y no miran la segunda vez y no van con el supuesto ofensor, sino que desparraman la cosa por toda la iglesia para causar mucho trastorno. Por lo tanto, como Jesús dice: “ve”.
Si se establece que en verdad había ofensa, este verbo requiere que el ofendido la muestre al ofensor para convencerle que debe arrepentirse.
Cuando un hermano peca contra otro, el ofendido debe llamarlo, está obligado a hablar privadamente con el ofensor para tratar de ganar a su hermano, pero el orgullo del ofendido le impulsa a buscar simpatía con otros. Por esta razón muchos problemas que se podrían resolver solo crecen y causan grandes problemas en la iglesia. Esta acción se hace para “ganar a tu hermano”[130]. El propósito de la exhortación es “restaurar” al hermano[131]. Lamentablemente este mandamiento frecuentemente se ignora. Además, no debe ser necesario decirlo, pero si en esta primera entrevista se logra ganar al hermano, el asunto debe morir allí mismo y no ser publicado a otros.
Pero cuando no se logró el propósito hay que buscar a otro hermano o a otros dos hermanos para que sepan de la ofensa. Lógicamente, el que acusa tendrá más cuidado de lo que hace, para estar aun más seguro que está presentando los puros hechos del caso sin exagerarlos o colorearlos a su favor. Entonces la presencia de otro hermano dará más fuerza a la acción de restaurarlo. Desde luego, es importante que estos no sean hermanos que automáticamente aprueben al acusador, sino que sean completamente imparciales[132]. De otro modo, ellos mismos podrían caer en pecado. Deben servir como mediadores imparciales y objetivos.
Si la conversación con el ofensor no efectúa la reconciliación y restauración, todavía hay otro paso que tomar. El propósito de esta segunda entrevista es para tener más ayuda para persuadir al hermano, y también para confirmar la ofensa si el caso tiene que ser presentado a la iglesia. El testimonio de dos o tres testigos es evidencia adecuada para llegar a una decisión apropiada.
De no obtenerse fruto, el caso se presenta a la Iglesia. Desde luego, toda la Iglesia esta involucrada en el proceso de apartarse del hermano que no acepta la corrección, pero es necesario hacer todas las cosas ordenadamente[133] y, por eso, el caso debe ser presentado primero a los ancianos para que lo estudien y examinen con cuidado. Después se debe presentar a toda la congregación y si algún miembro tiene algo que decir bien puede y debe hablar y tales comentarios o preguntas se deben tomar muy en cuenta en las deliberaciones. Sin embargo, los ancianos o los varones toman decisiones por la iglesia.
Jesús emplea los términos “gentil y publicano” no porque Él mismo les evitara, sino que estos eran reprochables para los judíos. Era necesario que ellos entendiesen la enseñanza y con estos términos les quedó bien clara de que no deberían asociarse con el hermano infiel que no aceptara la corrección.
Ahora, como antes había dicho a Pedro, le dice a los demás apóstoles: “De cierto os digo que todo lo que atéis en la tierra, será atado en el cielo; y todo lo que desatéis en la tierra, será desatado en el cielo”[134]. La voluntad de Dios está establecida en el cielo y, por eso, cuando los discípulos de Dios actúan de acuerdo a esa voluntad, Él lo ratifica. Cuando alguna congregación tiene que obedecer la enseñanza de Cristo y de Pablo sobre el tema de apartarse de algún hermano obstinado, sería bueno siempre citar este texto para recordar a la congregación de que Dios está ratificando su acción.
Ahora, les habla de ponerse de acuerdo, que es un verbo griego muy interesante ya que de ahí viene la palabra sinfonía. Las oraciones suenan bien a Dios si nuestros corazones están en armonía. Pero esta promesa no fue hecha a discípulos con ambición vana, ni a los que causaban tropiezos, ni a los que menospreciaban a sus hermanos, sino a los verdaderos niños o pequeños en su servicio.
Después de esta explicación, hay una pregunta que resuena en la mente de Simón y aún de muchos hoy día: ¿Qué cantidad de veces debo perdonar al que me ofende? Los rabinos dijeron “hasta tres”, y Pedro creía que él era muy generoso diciendo “hasta siete”. Sin embargo, Jesús enseña que sus discípulos deben estar siempre dispuestos a perdonar. El perdonar no tiene límite. ¿Queremos que Dios ponga límite a las veces que nos perdona?
15. Parábola del siervo inmisericorde (Mateo 18.23-25).
Jesús presenta otra parábola para comparar el Reino de los Cielos: Había un rey poderoso al que sus siervos le debían mucho. Llegó uno que le debía diez mil talentos, es decir más de 140 millones de dólares de marzo del 2009. Tómese en cuenta que los tributos imperiales de Judea, Idumea y Samaria por un año eran de solamente 600 talentos. La condición del pecador es en total bancarrota espiritual. En esta condición todos están todos los que viven en pecado. La cruz de Cristo muestra al mundo que la gracia de Dios no es barata. El perdón no es barato. Siempre que hablemos de nuestros pecados recordemos las palabras “diez mil talentos”. Esta cantidad representa la deuda que Dios nos ha perdonado, una deuda que nunca podríamos pagar.
Al no poder pagarle, la Ley decía que le vendiera junto con su mujer y sus hijos para que sirvieran como esclavos[135]. Esto es precisamente lo que merecemos por causa de nuestra deuda impagable. El hombre no se imagina lo que debe a Dios.
Lógicamente el siervo se postró rogando perdón ya que le era imposible pagar, lo mismo que a nosotros nos es imposible pagar nuestra deuda por los pecados.
El señor se compadeció y le perdonó[136]. En el caso de la parábola “el señor de aquel siervo” podía perdonarle como quería. También el Señor nos perdona como Él quiere y nos dice: “El que crea y se bautice se salvará, el que se niegue a creer se condenará”[137]. Sin embargo, en esta parábola vemos otro requisito, otra condición estipulada por Dios que obviamente muchos no toman en cuenta. La disposición de perdonar es tan necesaria como la fe, el arrepentimiento, la confesión y el bautismo. De hecho, el espíritu de no querer perdonar cancela todos estos otros pasos de obediencia. Sin el perdón de Dios nadie irá al cielo, y el que no tiene la disposición de perdonar a otros no será perdonado por Dios. De esta manera efectivamente uno mismo cierra las puertas al cielo para no poder entrar.
El perdón de Dios no es tan “barato”. Muchos predican que es “fácil” obedecer al evangelio, pero ni siquiera menciona el requisito de perdonar al semejante.
Pero el siervo no tenía un corazón tan compasivo como el de su señor y encontrando a un compañero que le debía cien denarios, es decir 3600 gramos de plata o US$ 2340, lo que representa la ofensa contra el hermano que debe ser perdonada por el ofendido, de la manera que Dios le ha perdonado sus ofensas que fueron mucho más grandes.
El siervo no quería perdonar a su hermano sus ofensas. De la misma manera que él había rogado a su señor cuando le debió 10,000 talentos, el compañero rogó por su vida, pero él no quiso. Esto parece increíble, pero bien nos representa cada vez que rehusemos perdonar al hermano alguna ofensa.
Los demás siervos se dieron cuenta del asunto y lo contaron al rey. ¿Por qué no podemos recordar cuán lógica y razonable es esta pregunta cuando algún hermano nos ofende? El problema es que nos dejamos controlar por los sentimientos y dejamos de razonar. Y el rey se enojó, el espíritu de compasión y misericordia se convierte en ira ante la injusticia, y le mandó a castigar como los que no quieren perdonar a otros serán castigados en el infierno. Pero estando en el infierno ¿quién puede pagar la deuda que debe a Dios?
Si alguien dice, “nunca perdono”, entonces es indispensable que nunca peque.
[1] BAD
[2] Los demonios atormentaban a sus víctimas física y mentalmente, pero no podían hacerles pecar. Eran imparciales, pues en este caso estaba atormentando a una niña gentil.
[3] Juan 10.16.
[4] Génesis 32.26.
[5] Génesis 1.31.
[6] Marcos 6.39-44.
[7] Marcos 8.14-21.
[8] Juan 8.19; 14.9.
[9] Mateo 15.38.
[10] La palabra tentar viene del vocablo griego peirazo, que significa tanto probar como tentar.
[11] Éxodo 16.
[12] Juan 6.35.
[13] Mateo 4.7
[14] NBLH
[15] Juan 3.
[16] NBLH
[17] Mateo 3.2.
[18] Mateo 12.28.
[19] 2 Timoteo 1.13.
[20] Ezequiel 16.15; 23.43.
[21] Juan 6.51-52.
[22] Juan 11.11-13.
[23] Mateo 16.8-11.
[24] Isaías 29.18; Isaías 61.1; Lucas 4.18.
[25] 2 Esdras 2.18; Macabeos 2.4-7.
[26] Juan 6.68-69.
[27] Juan 5.18.
[28] Juan 1.1; Romanos 9.5; Tito 2.13; 2 Pedro 1.1; 1 Juan 5.20.
[29] Juan 1.49; 4.41; 10.33; 11.27; Hechos 8.36-37; Romanos 10.10; Colosenses 2.9; Hebreos 1.3
[30] Juan 17.8, 14.
[31] 1 Corintios 3.11.
[32] Juan 1.42.
[33] Hechos 15.
[34] Efesios 2.20.
[35] Mateo 21.42.
[36] Hechos 19.39.
[37] 1 Corintios 1.2; 1 Tesalonicenses 1.1.
[38] Hechos 2.
[39] Hechos 20.28. NBLH
[40] Isaías 38.10. BL95
[41] Revelación 1.18.
[42] Mateo 16.19.
[43] BAD
[44] LBLA
[45] 1 Tesalonicenses 2.12.
[46] Mateo 28.18.
[47] Hechos 2.14-36.
[48] Hechos 10.
[49] Hechos 15.7.
[50] Mateo 18.18-20.
[51] Juan 14.26; 16.13; Lucas 24.49; Hechos 1.5, 8; 2.1-4.
[52] Marcos 16.16.
[53] Lucas 13.3.
[54] Mateo 10.32.
[55] Marcos 16.16.
[56] Mateo 10.22.
[57] Juan 14.26.
[58] Juan 16.13.
[59] Números 21.9.
[60] Mateo 12.39-40. NBLH
[61] Marcos 8.32.
[62] Mateo 10.28.
[63] 1 Timoteo 6.7.
[64] Mateo 5.32; 18.6.
[65] Mateo 5.5; Efesios 6.3; 1 Timoteo 4.8; 1 Pedro 3.10-12.
[66] Mateo 25.34; Juan 14.1-3; Revelación 21.4.
[67] Mateo 25.46; 2 Tesalonicenses 1.8-9.
[68] NBLH
[69] Hechos 26.22-23.
[70] Mateo 16.28. RV60
[71] Hechos 1.4-5.
[72] NBLH
[73] Colosenses 1.13; Hebreos 12.28; Revelación 1.9.
[74] Marcos 1.35; 14.23; Lucas 3.21; 6.12.
[75] Juan 17.5.
[76] Lucas 9.32. NBLH
[77] Lucas 9.37. Ibid
[78] Juan 14.1-3.
[79] Mateo 17.9. NBLH
[80] El verbo griego es seleniazo, azotado por la luna.
[81] Marcos 9.17.
[82] Mateo 10.1, 8.
[83] Mateo 15.16; 16.5-11; Marcos 9.6.
[84] Aleph y B.
[85] Romanos 8.32.
[86] Gálatas 2.20.
[87] Hechos 2.23. BAD
[88] Lucas 9.31.
[89] Hechos 2.24.
[90] Mateo 17.23.
[91] Efesios 3.4.
[92] Efesios 5.17.
[93] Este era un impuesto que se cobraba a los judíos para mantenimiento del Templo y consistía en dos dracmas, es decir, el sueldo de un obrero por dos días o 7.2 gramos de plata, en Marzo del 2009 equivaldría a USA$1,30.
[94] Era una moneda que correspondía a 4 dracmas.
[95] Lucas 14.11; 22.24-30.
[96] Filipenses 2.3-4.
[97] Mateo 20.27-28.
[98] Mateo 18.2-5.
[99] Marcos 9.37. BAD
[100] Lucas 10.1, 9.
[101] 2 Pedro 3.16.
[102] Juan 17.21.
[103] 1 Corintios 1.10.
[104] Revelación 3.16.
[105] BAD
[106] BLS
[107] Romanos 12.1-2; 6.12-14, 19.
[108] Colosenses 3.5-6; Gálatas 5.24.
[109] Mateo 25.46.
[110] Mateo 11.23; Lucas 16.23; Hechos 2.27, 31; Revelación 1.18.
[111] Revelación 20.14; 21.8.
[112] 2 Reyes 23.10; Jeremías 7.32.
[113] Mateo 25.46; 2 Tesalonicenses 1.9.
[114] Mateo 25.41; 2 Tesalonicenses 1.7-9; Revelación 14.11; 21.8.
[115] Mateo 5.10-17; Romanos 5.3-5; 1 Pedro 1.6-7; 4.12; Santiago 1.2-4.
[116] Romanos 12.1.
[117] Mateo 5.9.
[118] NBLH
[119] 1 Corintios 5.1, 13. BAD
[120] Hebreos 13.17.
[121] BAD
[122] 2 Pedro 3.16. Ibid
[123] Mateo 9.37-38; 11.28-30; 23.37; 1 Timoteo 2.4; 2 Pedro 3.9; Revelación 22.17.
[124] Mateo 5.23-24.
[125] Santiago 4.11.
[126] Santiago 5.9.
[127] Levítico 19.17-18. La Toráh
[128] 1 Samuel 15.23.
[129] Mateo 18.15; Lucas 3.19; Juan 3.20.
[130] Gálatas 6.1.
[131] Santiago 5.19-20; 1 Corintios 9.20-22.
[132] 1 Timoteo 5.21.
[133] 1 Corintios 14.40.
[134] Mateo 18.18. RV60
[135] Levítico 25.39, 47.
[136] Salmos 103.12; 130.7-8; Isaías 1.18; 1 Juan 1.9.
[137] Marcos 16.16. BL95
Como ya hemos visto, el ministerio de Jesús, aunque en su mayor parte se ocupó de los judíos, también tocó a la gente de otros pueblos gentiles, que es en su mayor parte de donde surgiría el Reino de los Cielos.
1. La mujer cananea (Mateo 15.21-28; Marcos 7.24-30).
Los celos de Herodes, la hostilidad de los fariseos y las ideas fanáticas de las masas obligaban a Jesús a retirarse de Galilea. Esta es la primera vez que salió de Palestina para andar en un país extranjero. Algunos suponen que no salió de Palestina, pero Marcos 7.31 dice: “Luego regresó Jesús de la región de Tiro y se dirigió por Sidón al mar de Galilea, internándose en la región de Decápolis”[1].
Jesús no entró en Tiro y Sidón para predicar, sino porque quería tener tiempo para relajarse y descansar de las actividades de las semanas pasadas en Galilea. Sin embargo, Marcos añade la frase, “pero no pudo pasar inadvertido”.
Una mujer cananea, era griega, y sirofenicia de nación, clamaba porque su hijita era atormentada por un demonio[2]. Jesús no respondió. Él probaba la fe de la gente, y dejaba que la fe madurara y se refinara. En este caso dejó que la fe de esta mujer se expresara. Si Jesús hubiera sanado su hija inmediatamente, no habríamos tenido la hermosa expresión de humildad y fe que vemos luego.
El silencio de Dios nunca debe ser interpretado como indicación de que no está dispuesto a contestar nuestras oraciones. Aun cuando calla, posiblemente esté arreglando la misma respuesta que deseamos. Su silencio puede indicar su deseo de que nosotros aprendamos la disciplina de la oración paciente y el esperar humilde. Dios contesta nuestras oraciones pero tal vez no lo hace de acuerdo al programa de tiempo que tratamos de imponer sobre Él.
Sin duda Jesús ya sabía lo que iba a hacer, pero los apóstoles no comprendían nada de eso. Tal vez ellos piden que le despida cuando ven que Jesús no le respondía. El ministerio personal de Cristo en la tierra era para los judíos, Jesús no vino al mundo para predicar a todas las naciones. Ese ministerio sería llevado a cabo por los apóstoles después. Jesús nació, vivió, trabajó y sufrió entre los de su propia nación, los judíos, pero al mismo tiempo estaba entrenando a los apóstoles para que trabajaran entre todas las naciones. Dijo claramente a los judíos que tenía “otras ovejas que no son de este redil”[3]; es decir, los gentiles.
Esta mujer era muy humilde y sabía perseverar en la oración. En tales casos de importunidad vemos la diferencia entre la verdadera oración que agrada a Dios y la oración como mera formalidad. Sea en privado o sea en la reunión de la iglesia, si vamos a “tener oración”, nos conviene orar,la expresión sincera y ferviente del corazón, y no simplemente decir una oración. Esta mujer bien sabía que Cristo era su única esperanza y nosotros ¿qué? ¿Tenemos otra?
La sentencia de Jesús nos deja algo perplejos. Compara a los gentiles con “perrillos”, no con “perros”, ya que Él no compartió el prejuicio de los judíos contra los gentiles que vemos incluso en la actualidad. Pero Él está diciendo que no no había sido enviado a los gentiles, sino que su ministerio debía limitarse a los judíos. Ella aceptó que Jesús fue enviado a los judíos, pero aunque estaba sumisa a lo que Él decía, buscaba otra verdad, otro aspecto de su voluntad para seguir apelando por su hija. Por eso, su argumento fue que aun durante su ministerio a los judíos, podría dar “migajas” a un pobre gentil. Esta mujer era humilde pero también muy lista. Al decir “perrillo” Jesús le dio a la mujer un asidero argumentativo lo cual ella no demoró en agarrar. Ella no manifestó resentimiento ni preguntó “¿por qué”. No negó lo que Jesús dijo, pero simplemente aprovechó esta buena oportunidad para expresar su humildad y fe. ¿Por qué no se ofendió ella? ¿Por qué no dijo como muchos dicen en semejante caso, “Muy bien, si no quiere ayudarme y solo quiere insultarme, es cosa suya, ya me voy”? Porque esta mujer no era egoísta, sino que amaba a su hija fervientemente y por esa razón tuvo un propósito firme y singular: Quería de todo corazón que Jesús sanara a mi hija; por esa razón persistió.
La fe de esta mujer venció varios obstáculos: Los discípulos dicen: “despídela”; Jesús no le hizo caso; luego dio respuesta negativa. Hablaba con Jesús como Jacob hablaba al ángel[4]. El mundo está siempre admirando y alabando la grandeza, pero la de inteligencia o imaginación, la de ambición o fuerza de carácter, hermosura o amabilidad, la de erudición o descubrimientos, posesiones o conquistas; aquí tenemos la más noble alabanza de la más verdadera grandeza.
Al final. La niña fue sanada.
2. Sanidad del sordo (Marcos 7.31-37).
Parece que Jesús no halló descanso en el norte, y ahora vuelve a su tierra y pasa más allá de ella, entrando en Decápolis. Ahora se encuentra en el lado oriental del Mar de Galilea, entre gente que sabría de su fama.
Solamente Marcos registra este milagro de Jesús.
Pronto hay una multitud que se reúne alrededor de Jesús y sus discípulos, y le traen un hombre sordo, y que con dificultad hablaba, para que le sane milagrosamente. Le imploran, piden, ruegan. Proponen que Jesús le ponga la mano encima, pero Jesús usará de su propio criterio y medios. Jesús hizo sus milagros bajo diferentes circunstancias. Aunque a veces sanaba públicamente, y a veces de lejos, también lo hacía aparte del público. En el caso presente Jesús le tomó aparte al afligido, pero no necesariamente fuera de la vista de la gente.
Si la gente fue testigo del evento, de esta manera Jesús manifestó a todos que el milagro saldría de Él y que se aplicaría a las partes enfermas en el cuerpo del hombre. Pero estos actos de Jesús indicaron al sordo, en quien hubo todavía la facultad de tacto y de vista, que el milagro que viniera afectaría su oído y su habla.
Jesús escupió y tocó con un dedo suyo, la lengua del sordomudo. Esto llamó la atención del afligido a que Jesús estuvo por sanar su habla. El texto en este caso no dice nada de saliva, ni de aplicar saliva, y mucho menos del valor que tenga la saliva.
Jesús rogó al cielo, porque Su poder vino, no de la magia terrenal, sino del cielo, la morada de Dios. Y gimió expresando compasión por el hombre afligido. Dios se compadece de nuestras aflicciones. Dios nos ama. Y entonces dijo: Effatá, la palabra en arameo que es traducida como “sea abierto completamente”. El texto griego dice: “Y fueron abiertos sus oídos e inmediatamente fue suelto el impedimento de su lengua”. Su lengua había sido impedida como por una traba. Esa traba fue suelta. La palabra griega, desmos, “traba”, se encuentra en Hechos 16.26 y es traducida como “cadenas”; en Hechos 20.23 se traduce como “prisiones”; en Filipenses 1.13 se traduce como “ataduras”.
En seguida de este milagro, el sordomudo, que antes hablaba sin oír solamente sonidos ininteligibles, ahora comienza a hablar bien.
Jesús daba sus órdenes según las circunstancias del momento y conforme al bien de su plan de obra en su ministerio personal. A veces, mucha publicidad en cierta parte y en cierto tiempo habría obrado en contra de su plan de obra, incitando al enemigo a proseguir sus intenciones de matarle. Pero los hombres ignoraban, e ignoran, la sabiduría y mandamientos de Dios y llevaban, y llevan, a cabo más bien la propia suya. Por eso les ordena que no lo digan a nadie.
Y en el colmo de la admiración dijeron: “Bien lo ha hecho todo”, pero sin duda no comprendieron debidamente el verdadero significado de sus palabras. Ellos en particular se expresaron con referencia a los milagros de Jesús, al ser testigos de la curación del sordo, pero la excelencia de la obra de Jesucristo abarcaba mucho más. Todo lo que Dios hace es bueno[5].
H. Nuevo ministerio en Galilea.
1. Regreso a Galilea (Mateo 15.29-31).
Jesús llegó junto al mar de Galilea, y subiendo al monte, se sentó allí. La gente lo podía ver de lejos y trayendo consigo cojos, imposibilitados, ciegos, mudos y muchos otros enfermos y los pusieron a sus pies y los sanó; de tal manera que la muchedumbre se maravillaba al ver que los mudos hablaban, los imposibilitados quedaban rehechos, los cojos caminaban y los ciegos veían; y glorificaron a Dios.
2. Segunda multiplicación de panes (Mateo 15.32-39; Marcos 8.1-10).
Desde luego, hay mucha semejanza entre este milagro y el de alimentar a los cinco mil[6]. En la ocasión anterior los discípulos tomaron la delantera en el problema, en esta ocasión es Jesús quien la toma. En los dos casos:
a. Jesús mostró su compasión por el pueblo.
Ya habían pasado tres días desde que salieron de sus casas para traer sus enfermos a Jesús y para oírle y estando lejos en ese monte, ahora tienen mucha hambre. En su desesperación por hallar alivio para sus enfermos y afligidos, pasan gran hambre. Jesús tiene compasión de ellos que ahora no tienen qué comer. Si habían traído algo de comida, ya habría terminado. Jesús explica la base de su interés en ellos. Parece una indirecta para que sus discípulos le sugieran que vuelva a hacer lo que hizo con los cinco mil. Pero no lo hicieron. ¿No recordaban el previo caso semejante? ¿No iban siendo testigos de los múltiples milagros de Jesús de lugar en lugar?
El lugar no estaba habitado. No había, pues, lugar dónde comprar comida. Y a pesar de todo, los discípulos no estaban comprendiendo quién era él que hacía tantos milagros en su presencia. Muestran mente pesada y su falta de entendimiento seguirá[7].
De nuevo Jesús les pregunta por la cantidad de panes, en esta ocasión habían siete. ¿Por qué no recordaron la misma pregunta que Jesús les había hecho antes? En aquella ocasión dijeron que cinco; ahora, que siete. ¡Tenían la mente muy pesada, el corazón sin entendimiento! La pregunta no fue hecha para el beneficio de Jesús; él sabía lo que haría. La respuesta de los discípulos subrayaría lo milagroso del acto subsecuente.
b. Usó poder divino para que el pueblo pudiera ver al Padre en Él[8].
c. Los sobrantes fueron recogidos.
Que se saciara la multitud, y que se recogieran tantas canastas de comida sobrante, hace resaltar lo milagroso del acto de Jesús.
Mateo[9] agrega que el número cuatro mil no incluía a las mujeres ni a los niños. Después de alimentarlos, Jesús los despidió. Parece que Marcos omite detalles en esta narración de la alimentación de los cuatro mil, porque va llevando a sus lectores a la consideración de la mente pesada y endurecida de los discípulos.
d. Con lo poco que tenían Jesús hizo algo grande y significativo.
Tanto Mateo como Marcos están de acuerdo en que Jesús y sus discípulos se fueron de aquel lugar, pero Mateo dice que partieron a la región de Magadán y Marcos a la región de Dalmanuta.
Probablemente Dalmanuta y Magadán son dos nombres que designan una misma ciudad; estaba de situada en la costa occidental del lago Genesaret, un poco al norte de Tiberias y posiblemente englobando a Magdala, el hogar de María Magdalena. El pueblito moderno de Mejdel está en este lugar hoy.
3. La señal para los fariseos (Mateo 16.1-4; Marcos 8.11-13).
Aunque los fariseos y los saduceos no eran amigos, tenían algo en común. Los dos odiaban a Jesús; por eso, se unieron para tentarle[10]. En estos y otros textos es obvio que cuando los fariseos y otros “tentaron” a Cristo no le presentaban algo atractivo y deseable. Lamentablemente hay hermanos que creen que si Jesús era tentado, la tentación tenía que ser algo atractivo y deseable, pero las tentaciones de estos textos no tienen nada que ver con esa clase de tentación. La Biblia de las Américas dice correctamente: “…para ponerle a prueba” aunque literalmente la palabra griega es “tentándole”. Ellos querían atraparle en sus palabras para que perdiera su influencia con la gente.
En Mateo 12.38 piden señal, pero aquí agregan “del cielo”, por ejemplo, como el maná del cielo[11], pero lo que no entendían era que Jesús mismo era la señal del cielo[12]. Creían que Jesús no podía obrar ninguna señal del cielo y que, de esa manera, quedaría avergonzado delante de sus seguidores. La señal que piden es semejante a lo que Satanás propuso[13]. La reacción de Jesús a su petición se ve en Marcos 8.12: “Suspirando profundamente en Su espíritu, dijo: "¿Por qué pide señal esta generación?”[14] Jesús ya había hecho muchas señales pero ellos no querían creer. Aun Nicodemo reconoció que Jesús había venido de Dios[15]. ¿Por qué no creían así estos fariseos y saduceos? Porque de ninguna manera querían convencerse de esta verdad. Esto nos recuerda de lo que Abraham dijo al rico en Lucas 16.31. Es lo mismo ahora. No hay tópico de más interés que el tiempo. La gente habla del tiempo cuando no pueden conversar sobre otra cosa. Hay mucho interés en cosas menores. Deberían más bien preocuparse por las señales de los tiempos. Estos no podían discernir, pues ni siquiera tenían interés en ellas. En cuanto a las señales de los tiempos eran ciegos, sordos y torpes de entendimiento.
Al hablar de los cuatro imperios mundiales, dice Daniel 2.44: “En los días de estos reyes, el Dios del cielo levantará un reino que jamás será destruido, y este reino no será entregado a otro pueblo. Desmenuzará y pondrá fin a todos aquellos reinos, y él permanecerá para siempre”[16]. El cuarto reino era el imperio romano; es decir, en esos momentos estaban viviendo en el tiempo del cuarto imperio mundial en el cual el Mesías había de venir, pero los judíos no podían o no querían discernir las señales de los tiempos. Juan había dicho claramente que “el reino se ha acercado”[17]. Jesús les había dicho que la corrupción de la nación, que era muy obvia en ese mismo tiempo, atraía su propia destrucción, la cual vino en el año 70 del primer siglo[18].
Hay lecciones valiosas en esto para nosotros, porque las señales de los tiempos no son muy alentadoras. Como había decadencia en el judaísmo en el primer siglo, también la hay en estos tiempos en la Iglesia del Señor:
a. Hay mucha indiferencia hacia la autoridad de las Escrituras.
b. A mediados del siglo XIX hubo división sobre la centralización, y a mediados del siglo XX hubo otra división sobre la misma causa, porque los que no quieren aprender lecciones enseñadas por la historia están destinados a repetir esa historia.
c. Hay mucha blandura en cuanto a prácticas mundanas.
d. Al mismo tiempo hay mucho aflojamiento en cuanto a la disciplina.
e. La revolución sexual ha afectado las creencias de muchos sobre el divorcio y nuevas nupcias, porque el adulterio para muchos ya no es adulterio.
f. Muchos no saben la diferencia entre la espiritualidad producida por el apego a las palabras del Espíritu Santo y el puro emocionalismo.
g. Algunas congregaciones que profesan ser de Cristo ya no se oponen al uso de la música instrumental en el culto de la iglesia, insisten en que la mujer debe participar en el liderazgo de la Iglesia, y tienen comunión con los sectarios.
h. Se ha llegado al punto que los cantos y en general todo el culto, no se diferencian en nada de los de los grupos denominacionales e incluso algunos directores de cantos lo hacen imitando a los cantantes religiosos de moda.
i. Se ha ignorado el mandato bíblico y los evangelistas se han afincado cual “pastores” y en lugar de estar unos pocos años en cada congregación preparando a hombres fieles, se quedan decenios y hacen que las congregaciones se vuelvan dependientes de ellos.
¿Qué indican las “señales de los tiempos” ahora? Que la Iglesia está apostatando del patrón bíblico[19].
En Israel, el quebrantamiento de su relación con Dios por su idolatría se describía como adulterio o prostitución[20]. Aquí también se usa en sentido figurado. Por lo tanto, no se puede negar que la palabra adulterio se usa a veces en sentido figurado, sin embargo, en Mateo 5.32; 19.9 la palabra no es figurada sino literal.
4. La levadura de los fariseos (Mateo 16.5-12; Marcos 8.14-21).
A veces los apóstoles, al igual que otros, no comprendían el lenguaje figurado de Jesús. Nicodemo tuvo problemas con la figura que Jesús empleó en Juan 3.3-4. Asimismo, la mujer samaritana se sintió confusa en Juan 4.10-11. Muchos de los discípulos se escandalizaron cuando Jesús predicó sobre el pan de vida[21] y no le entendieron cuando dijo que Lázaro dormía[22].
Lo mismo sucede hoy en día, hay hermanos que no entienden el uso figurado de la palabra “copa” en Mateo 26.27-29 y Lucas 22.17. También se discute mucho cómo el Espíritu Santo mora en nosotros, pero este es otro ejemplo del uso del lenguaje figurado en el cual la causa, el Espíritu Santo, se pone por los efectos, lo que el Espíritu Santo hace, los beneficios espirituales que recibimos. Esto se explica en Gálatas 5.22-23, pero en lugar de mencionar todo el fruto que el Espíritu Santo lleva en nuestra vida la Biblia dice que el Espíritu Santo mora en nosotros.
Los apóstoles y otros discípulos tuvieron dificultad para entender el lenguaje figurado de Jesús, pero nosotros tenemos la ventaja de tener el Nuevo Testamento escrito que estudiar y no debemos tener dificultades con el lenguaje figurado[23]. Las señales hechas por Jesús enseñan algo, y les convenía recordar las lecciones de los milagros de la alimentación de las multitudes. Después de ser testigos de tal fenómeno ¿cómo podrían creer que Jesús les reprendería por no tener pan? Obviamente Jesús esperaba que los apóstoles y los otros, recordaran los detalles de los milagros. ¿Con cuántos panes alimentó a los 5000 y cuántas cestas de pan sobraron? Y ¿con cuántos panes alimentó a los 4000 y cuántas cestas de pan sobraron?
Al rato se “les prendió el foco”; Jesús habla de la doctrina de los fariseos y de los saduceos. Ya hemos visto en el capítulo 15 el grave error de inventar tradiciones que invalidan la ley de Dios. Jesús bien sabía que los líderes de estas dos sectas gozaban de tremenda influencia y Él no quería que sus discípulos fueran engañados, ni que tuvieran compromiso alguno con ellos. Quería que ellos resistieran la influencia y el dominio de estos pastores falsos. Aunque los fariseos y saduceos eran enemigos mortales entre sí, tenían mucho en común, pues los dos enfatizaban la religión externa, los dos practicaban la hipocresía, los dos sabían cómo intimidar al pueblo, los dos sabían cómo aprovecharse de la ignorancia del pueblo, y los dos eran enemigos de Jesús. La levadura mala de los fariseos y saduceos leudaba toda la masa del judaísmo. Penetraba y se difundía para empapar la sociedad judaica, como la levadura de tradiciones, leyes humanas, supersticiones y opiniones de los líderes religiosos ha saturado el mundo religioso moderno. Aun la iglesia de Cristo no ha escapado de su nefanda influencia, pues hay predicadores de renombre que, por no recibir el amor de la verdad, quedan enamorados del error.
5. El ciego de Betsaida (Marcos 8.22-26).
Dejando la costa, viajan a Betsaida que quedaba cerca por donde el Río Jordán desemboca en el Mar de Galilea, donde le trajeron un ciego.
Solamente Marcos registra el milagro de sanar a este ciego. La petición de sanidad es hecha por los amigos del ciego, que para ahora, juntamente con mucha gente de Galilea, saben que el toque de la mano de Jesús puede lograr grandes obras beneficiosas.
Jesús no se obligó a demostrar su poder milagroso siempre bajo las mismas circunstancias. Tomar la mano de este ciego, y conducirle fuera de la aldea, muestra interés personal en él de parte de Jesús y tal vez deseo de despertar fe en el ciego. Este milagro sería totalmente para él. Jesús no quiso que la gente de la aldea supiera del milagro pendiente. Jesús escupió en sus ojos, lo que indicaría al ciego que el milagro pendiente afectaría la vista. Ni la saliva ni la imposición de manos de por sí tuvieron que ver con el milagro. Los milagros de Jesús nunca dependían de circunstancias exteriores, sino solamente de su voluntad y poder divino.
Hay una pausa en medio de la curación. Jesús, que conoce la mente de todo hombre, por una razón sabida a él le hace esta pregunta, y así el hombre tiene que participar en el proceso de la sanidad milagrosa. El saber qué es la forma de hombres y de árboles indica que este ciego no nació así, sino que había sufrido algún accidente o enfermedad que le quitara la vista.
En este caso Jesús optó por darle al ciego una restauración parcial de vista por un momento breve. Marcos no nos informa por qué, ni nos es necesario saberlo. Jesús pudo haber estado usando este paso para producir fe en el hombre, o aun aumentar su fe. No hay nada de fracaso en este caso de sanidad, ni de “mejoramiento” lento. Los curanderos modernos no pueden hallar nada en este evento que les justifique en sus fallos al reclamar sanar milagrosamente a personas hoy en día. Jesús hizo este milagro en dos etapas, la primera durando solamente el tiempo necesario para hacerle al ciego una pregunta y darle tiempo para contestarla.
El ciego, al contestar la pregunta de Jesús, dice que ve los hombres como árboles. Lo que veía se movía como hombres pero no en forma distinta, sino como algo borroso. De esta manera Jesús permitió al ciego reconocer que su vista le iba devolviendo. Por razones que el Señor tenía, quiso darle a este hombre esta sensación antes de completar la segunda etapa del milagro. Todo fue hecho en cuestión de pocos momentos.
De nuevo Jesús pone las manos sobre sus ojos. A consecuencia de este acto, el hombre miró fijamente y fue restaurado, y comenzó a ver todo con claridad.
El Mesías venidero, entre otros milagros, había de dar vista a los ciegos[24]. Jesús, al hacerlo en repetidas ocasiones, comprobó que era el Mesías.
Jesús iba con sus discípulos para la región de Cesarea de Filipo, deseando estar con ellos y enseñarles, y por eso no quiso más publicidad en la región de Betsaida. De manera que pidió a este hombre que no dijera a nadie lo que había pasado para evitar una demora mayor. Tampoco quiso que le siguiera una multitud hacia el norte a donde iba. Era tiempo de estar aparte con sus discípulos para entrenarles, pues se acercaba la crucifixión, de allí a seis u ocho meses, y la gran comisión de ellos a predicar en todo el mundo.
6. Confesión de Simón (Mateo 16.13-20; Marcos 8.27-30; Lucas 9.18-21).
Jesús hace a sus discípulos la pregunta de las edades. ¿Quién es Jesús? La respuesta de ellos: Unos dicen que eres Juan el Bautista, mostrando la superstición del pueblo; otros, Elías, demostrando que conocían la profecía de Malaquías 4.5, pero también haciendo patente su ignorancia; y otros, Jeremías, o alguno de los profetas. Algunos libros apócrifos decían que algún profeta vendría antes de llegar el Mesías[25].
Pero había una pregunta más importante: “Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?” Esto es lo más importante de todo, porque estos apóstoles serían sus testigos, sus representantes, sus embajadores; por eso, era imprescindible que ellos tuvieran el concepto correcto en cuanto a la identidad de Jesús. Ellos habían estado con Él, vivían con Él, le escuchaban diariamente en conversaciones privadas como en los discursos públicos; por eso, deberían conocerle.
La respuesta, que no es solo de Simón Pedro, sino de todos los apóstoles[26], es: “Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente”. Desde luego, “Hijo de Dios” significa “igual a Dios”[27], porque varios textos dicen que Cristo es Dios[28]; por eso, si Cristo es Dios y también es Hijo de Dios, entonces Hijo de Dios tiene que significar lo mismo que Dios[29].
Pedro, y los otros, no recibieron esta información de fuentes humanas, sino de fuentes divinas[30].
Y aquí encontramos el versículo de la discordia entre católicos y no católicos: Mateo 16.18:
BAD: Yo te digo que tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi iglesia, y las puertas del reino de la muerte no prevalecerán contra ella.
BL95: Y ahora yo te digo: Tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia; los poderes de la muerte jamás la podrán vencer.
BLS: Por eso te llamaré Pedro. Sobre esta piedra construiré mi iglesia, y la muerte no podrá destruirla.
CAB: Ahora yo también te digo que tú eres Pedro; sobre esta piedra edificaré mi Iglesia y las puertas del Hades no podrán contra ella.
CST-IBS: Ahora presta atención: tú eres Pedro, y sobre esta roca edificaré mi iglesia, y los poderes del infierno no prevalecerán contra ella.
DHH: y yo te digo que tú eres Pedro, y sobre esta piedra voy a construir mi iglesia; y ni siquiera el poder de la muerte podrá vencerla.
EUNSA: Y yo te digo que tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y las puertas del infierno no prevalecerán contra ella.
INTERLINEAL: καγω δε σοι λεγω οτι συ ει πετρος και επι ταυτη τη πετρα también y a ti explico que tú eres un pedazo de roca y sobre esta la peña οικοδομησω μου την εκκλησιαν και πυλαι αδου ου κατισχυσουσιν αυτης. edificaré mí la iglesia y puertas Hades no vencerá el mismo.
JER: Y yo a mi vez te digo que tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y las puertas del Hades no prevalecerán contra ella.
KJV: And I say also unto thee, That thou art Peter, and upon this rock I will build my church; and the gates of hell shall not prevail against it.
LBLA: Yo también te digo que tú eres Pedro, y sobre esta roca edificaré mi iglesia; y las puertas del Hades no prevalecerán contra ella.
N-C: Y yo te digo a ti que tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré yo mi Iglesia, y las puertas del infierno no prevalecerán contra ella.
NBLH: "Yo también te digo que tú eres Pedro, y sobre esta roca edificaré Mi iglesia; y las Puertas del Hades (los poderes de la muerte) no prevalecerán contra ella.
Nuevo Mundo: También, yo te digo a ti: Tú eres Pedro, y sobre esta masa rocosa edificaré mi congregación, y las puertas del Hades no la subyugarán.
RVA: Mas yo también te digo que tú eres Pedro; y sobre esta roca edificaré mi iglesia, y las puertas del Hades no prevalecerán contra ella.
RV1865: Y yo también te digo, que tú eres Pedro; y sobre esta roca edificaré mi iglesia; y las puertas del infierno no prevalecerán contra ella.
RV60: Y yo también te digo, que tú eres Pedro, y sobre esta roca edificaré mi iglesia; y las puertas del Hades no prevalecerán contra ella.
RV95: Y yo también te digo que tú eres Pedro, y sobre esta roca edificaré mi iglesia, y las puertas del Hades no la dominarán.
RV2000: Mas yo también te digo, que tú eres Pedro, y sobre la piedra edificaré mi Iglesia; y las puertas del infierno no prevalecerán contra ella.
Septuaginta: Y yo también te digo que tú eres Pedro y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y puertas de infierno no prevalecerán contra ella.
SSE: Mas yo también te digo, que tú eres Pedro una piedra pequeña, y sobre la piedra grande edificaré mi Iglesia; y las puertas del infierno no prevalecerán contra ella.
La roca fundamental era la confesión hecha por Pedro de que Cristo es el Hijo de Dios[31], no la persona del apóstol. El texto griego muestra claramente la distinción, y es patente que ésta es la intención del Espíritu Santo al inspirar el texto.
Hay muchos argumentos válidos que refutan la supuesta preeminencia de Pedro, cosa que, desde luego, él nunca reclamó para sí:
a. Si Jesús hubiera querido decir que la iglesia sería edificada sobre Pedro, hubiese dicho: “Tú eres Pedro y sobre ti edificaré mi iglesia”. Solo que debemos recordar que el apodo “Pedro” que le había dado Jesús[32] fue para referirse al carácter que tendría después, no perfecto sino sólido.
b. Si Cristo pensaba elegir a Pedro como príncipe de los apóstoles, habría contestado la pregunta que se le hace en Mateo 18.1 diciendo que Pedro era el mayor en el Reino.
c. En Hechos 8.14 nos encontramos que Pedro y Juan fueron enviados a Samaria por los demás apóstoles. Si Pedro era el “Papa”, ¿cómo es que los demás le “envían”?
d. En Hechos 11.2 vemos una discusión que tuvieron los otros apóstoles con Pedro por haber entrado en un hogar gentil. Si Pedro era el “Papa”, ¿por qué los otros discípulos se le enfrentan tan duramente?
e. Cuando se reunieron los apóstoles y ancianos para examinar la controversia acerca de imponer la ley de Moisés sobre los hermanos gentiles[33], sin duda alguna Pedro habría presidido, o mejor, habría de una vez resuelto la cuestión sin necesidad de tal asamblea, pero no fue así.
f. Pablo relata en Gálatas 2.11 como tuvo que reprender públicamente a Pedro.
g. Al escribir dos cartas Pedro no lo hizo como el “Papa”.
h. Pablo dice en Romanos 1.11 que pensaba ir a Roma para comunicarles algún don para confirmar a los hermanos, pero si Pedro era el “Papa”, ¿por qué necesitaba Pablo ir a Roma?
Los apóstoles y profetas forman parte del fundamento[34] porque, siendo hombres inspirados, entregaron el evangelio de Jesús, pero Jesucristo es la piedra principal del ángulo sobre la cual las dos paredes se juntan y sobre la cual son sostenidas[35].
La palabra Iglesia traduce el vocablo griego “ekklesia”, de ek, fuera de, y klesis, un llamamiento, se usaba entre los griegos para hablar de un cuerpo de ciudadanos reunido para considerar asuntos de Estado[36]. En Mateo 16.18; Efesios 1.22; 5.22, etc., se usa para referirse a la iglesia universal, compuesta de todos los salvos. En Hechos 8.3 se usa para hablar de los cristianos que fueron perseguidos y esparcidos, pero en varios textos[37] se refiere a una Iglesia local. En cuanto a la figura de edificar, estudiemos 1 Pedro 2.5.
El verbo “edificaré” indica que todavía no existía la Iglesia, pero después del día de Pentecostés[38], se habla de ella como una realidad. Pablo habla de “…la iglesia de Dios, la cual El compró con Su propia sangre”[39]; es decir, murió para hacer posible nuestra salvación. La Iglesia está compuesta de los salvos.
La expresión “Puertas del Hades” es una expresión oriental para indicar la corte, trono, poder y dignidad del reino infernal. El Hades es contemplado como una ciudad poderosa, con puertas formidables. El rey Ezequías dijo: “Yo decía: En la mitad de mis días ya me marcho; seré encerrado para el resto de mis años”[40]. Aunque Cristo murió no se quedó en el Hades, “por cuanto era imposible que fuese retenido por ella”, sino que resucitó y estableció su Iglesia. Además, cuando Él venga la segunda vez levantará a todos los muertos y después del juicio final, llevará al cielo a todos los redimidos. Recordemos que Cristo tiene las llaves del Hades[41]. Con razón, pues, las fuerzas del Hades no podrían prevalecer sobre su Iglesia. La Iglesia de Cristo es el Reino de Cristo[42]. Dice Daniel 2.44: “En los días de estos reyes el Dios del cielo establecerá un reino que jamás será destruido ni entregado a otro pueblo, sino que permanecerá para siempre y hará pedazos a todos estos reinos”[43]. También Hebreos 12.28 dice: “Por lo cual, puesto que recibimos un reino que es inconmovible, demostremos gratitud, mediante la cual ofrezcamos a Dios un servicio aceptable con temor y reverencia”[44].
Llama la atención que aquí Jesús emplea intercambiablemente los términos Iglesia y Reino. La Iglesia y el Reino tienen el mismo Fundador; fueron establecidos el mismo día de Pentecostés; los requisitos para entrar en el Reino son los mismos requisitos para entrar en la Iglesia; la Cena del Señor está en la Iglesia y está en el Reino; la palabra Iglesia significa los llamados[45]. Los llamados están en el Reino.
Basándose en este texto muchos suponen que al dar a Pedro las llaves del Reino, Jesús le dio poder ilimitado, la carta blanca, para admitir o no admitir a los que lleguen a las puertas de perla, pero este es un concepto totalmente errado. Toda potestad no fue dada a Pedro, sino a Jesucristo[46]. Las llaves representan la autoridad para abrir la puerta del reino, la Iglesia. Pedro empleó esta autoridad que el Señor le dio cuando predicó el Evangelio a los judíos[47] y a los gentiles[48]. Pedro mismo dijo que Dios lo había escogido a él para que los gentiles oyesen el Evangelio por su boca[49].
Mateo 16.19 es traducido en el Nuevo Testamento Interlineal Griego-Español de la siguiente manera: “y confiar a ti las llaves del Reino de los Cielos y quien en caso atar en la tierra será atado en los cielos y lo que soltar en la tierra será soltado en los cielos”. Nótese el futuro perfecto de indicativo: estai dedemenon, estai lelumenon, un estado de cumplimiento. Todo esto da por supuesto, que el empleo de las llaves por parte de Pedro estará de acuerdo con la enseñanza de la mente de Cristo. Por lo tanto, ni Pedro ni los otros apóstoles tenían autoridad para entregar enseñanzas de ellos mismos, sino que simplemente revelaban lo que ya estaba establecido en el cielo.
Según el clero romano, cuando Jesús dijo esto, dio a Pedro el derecho de enseñar y gobernar con autoridad, pero en esto están muy equivocados. En primer lugar, Jesús no dijo esto solamente a Pedro, sino también a todos los apóstoles[50], y en segundo lugar, ellos solamente enseñaban y predicaban lo que Jesús les había enseñado y lo que el Espíritu Santo les revelaba. Los apóstoles, siendo inspirados por el Espíritu Santo[51] predicaban lo que ya estaba atado y desatado en el cielo. Por eso, en nombre de Cristo, entregaron mandamientos y prohibiciones. Lo que habían de enseñar era:
a. Lo que Jesús ya había enseñado: Ya había enseñado la necesidad de creer[52]; arrepentirse[53]; confesar a Cristo[54]; ser bautizado para ser salvo[55]; vivir en santidad[56]; y muchas otras cosas.
b. Todo lo que el Espíritu Santo les iba a revelar, recordándoles lo que Jesús había enseñado[57], y guiándoles a toda la verdad[58].
Jesús mandó a sus discípulos que no dijesen que él era el Cristo, porque como ya hemos dicho varias veces, le sobraba fama y esto le impedía en su obra porque al oír esto el pueblo solo pensaba en un rey terrenal. Le quedaba poco tiempo y había mucho que hacer. Tenía gran necesidad de pasar más tiempo con los apóstoles, pero era casi imposible porque dondequiera que fueran pronto llegaba la gente.
7. Primer anuncio de la pasión (Mateo 16.21-23; Marcos 8.31-33; Lucas 9.22).
Las primeras referencias a su muerte se encuentran en Juan 2.19; Mateo 26.61; 27.40; Marcos 14.58; 15.29 y Juan 3.14[59]. También ya había dicho: “Una generación perversa y adúltera demanda señal, y ninguna señal (ningún milagro) se le dará, sino la señal de Jonás el profeta, porque como ESTUVO JONAS EN EL VIENTRE DEL MONSTRUO MARINO TRES DIAS Y TRES NOCHES, así estará el Hijo del Hombre tres días y tres noches en el corazón de la tierra”[60]. Pero ahora “comenzó a declarar”, hablando explícitamente de su muerte y resurrección[61].
Aunque Pedro había confesado que Jesús de Nazaret era el Hijo de Dios, luego vemos que el concepto que Pedro tenía del Mesías era muy deficiente. Lo que Jesús les decía no era lo que querían oír. No estaba nada en armonía con el concepto que ellos tenían del propósito de la venida del Mesías. Pensaban que si Cristo muriera, sería el fin de su sueño de grandeza en el Reino del Mesías. Pedro acaba de confesarle como el Mesías, y luego Jesús dice algo que para Pedro sería la refutación de lo que él pensaba acerca del Mesías. En Mateo 16.17 Pedro era inspirado por Dios, pero en Mateo 16.23 era inspirado por Satanás. El concepto de Pedro y los otros apóstoles no era el sacrificio; más bien, parece que querían quedarse con todo lo que tenían y sacar aun más de los gentiles. Al querer convencer a Jesús a no morir Pedro cooperaba con Satanás.
8. Tomar la cruz (Mateo 16.24-28; Marcos 8.34-9.1; Lucas 9.23-27).
El sufrimiento espera a los discípulos de Jesús. ¿Qué haremos? Jesús no requiere que todos sus discípulos sean crucificados, pero sí requiere que cada quien lleve la cruz que le pertenece. “Niéguese a sí mismo” quiere decir dejar todo lo que impida o estorba para seguirle y servirle, hacer cualquier cambio de carácter y de vida que la voluntad de Dios requiera. No nos gusta perder cosas de valor. Las aseguramos al máximo, cuidando la salud, instalando alarmas, poniendo candados y toda clase de seguros para asegurar las posesiones, para estar tranquilos y sin cuidado. Pero ¿cuántos aseguran su alma? ¿Qué tan serio es perder el alma?
a. Se pierde la posesión más valiosa[62]. Jesús sabe el valor del alma; Él murió para salvarla. El diablo sabe el valor del alma; por eso, quita la semilla para que la gente ni siquiera piense en salvar su alma; pero ¿cuántos hombres aprecian el valor del alma?
b. Se pierde todo[63]; al morir el hombre pierde toda posesión material, y ¿si pierde el alma también? Pierde absolutamente todo. ¿Qué recompensa dará el hombre por su alma? No tendrá nada que dar.
c. Causa que otros también se pierden[64]. ¿Cuántos padres mundanos enseñan a sus hijos a ser obedientes a Dios? Por el ejemplo y por la misma enseñanza causan que sus hijos también se pierdan.
d. Se pierde la vida mejor aun en este mundo[65].
e. Se pierde el cielo[66].
f. En lugar de encontrar reposo y alivio de todos los problemas y sufrimientos de la vida el perdido apenas comienza a sufrir[67].
La decisión que cada persona en cuanto a ganar o perder su vida tiene consecuencias eternas. Algunos enseñan lo que se llama “Esjatología Realizada”. Según él verbo mello traducido “va a venir”, siempre se refiere a algo que va a ocurrir muy pronto y que no se usa de eventos del futuro lejano. Dice esto para “probar” que la segunda venida de Cristo y el juicio final eran eventos que muy pronto se cumplirían, es decir, en el año 70, cuando Jerusalén fue destruida. Según esta teoría la segunda venida de Cristo ya ocurrió en el año 70. Esto suena como doctrina de los russellistas que dicen que Cristo vino en el año 1914.
El argumento de ellos sobre el verbo mello es erróneo. En Hebreos 11.8 leemos: “Por la fe Abraham, al ser llamado, obedeció, saliendo para un lugar que había de (ημελλεν) recibir como herencia; y salió sin saber adónde iba”[68]. ¿Abraham recibió su herencia en Canaán poco después de esta promesa? Claro que no. En realidad él mismo nunca la recibió, pero la promesa fue cumplida cuando sus descendientes, los israelitas, la ocuparon unos cuatro siglos después. También Moisés habló de Cristo unos mil quinientos años de nacer Jesús[69], usando también el verbo mello para referirse a algo que iba a suceder en un tiempo que no era cercano para él.
Ahora Jesús habla de otra venida que iba a ocurrir en el futuro cercano. Jesús había afirmado claramente que iba a morir, pero ahora está afirmando que Él viene “en su Reino”. Lo que dijo acerca de su muerte les causó mucha tristeza, pero estas palabras son de mucho aliento. “Venir” en su Reino significa que formalmente entraría en poder, o que establecería su Reino. Esto ocurrió el día de Pentecostés, como Pedro explica en Hechos 2.33-36. No quería hablar explícitamente en cuanto al tiempo. Lo dejó indefinido, pero sí indicó que vendría durante la vida de “algunos de los que están aquí”[70].
No se refiere a la transfiguración, como afirman los russellistas, porque este evento sucedió seis días después y obviamente Jesús no vino en su Reino en esa ocasión. Los russellistas obstinadamente rechazan la verdad acerca del tiempo del establecimiento del Reino de Cristo, porque tienen que sostener la enseñanza de sus fundadores que sin base alguna han afirmado que Cristo vino invisiblemente para establecer su Reino en el año 1914.
Es fácil seguir la línea de predicciones acerca de la venida del Reino:
a. Mateo 3.2: “el reino de los cielos se ha acercado”.
b. Marcos 9.1: El Reino vendría “con poder”.
c. Lucas 24.49: Los apóstoles recibirían poder poco después de la ascensión de Cristo[71].
d. Hechos 2: El poder, el Espíritu Santo vino; por eso, el Reino vino el día de Pentecostés.
e. Hechos 11.15: “Cuando comencé a hablar, el Espíritu Santo descendió sobre ellos, tal como lo hizo sobre nosotros al principio”[72]. ¿Principio de qué? Obviamente el principio del Reino y la Iglesia. Después del día de Pentecostés el Reino se menciona como ya existente[73].
9. La transfiguración (Mateo 17.1-8; Marcos 9.2-8; Lucas 9.28-36).
Como ocho días después Jesús tomó a Pedro, Jacobo y Juan; los que le acompañaron a Jesús cuando resucitó a la hija de Jairo, y también en el huerto de Getsemaní. De esa manera había tres testigos de estos eventos. Sin lugar a dudas estos eventos fortalecieron la fe de estos tres apóstoles y, en turno, ellos podían fortalecer la fe de los demás.
La transfiguración gloriosa de Jesús ocurrió mientras oraba[74]. No llegó a ser puro espíritu, sino que se transfiguró, cambió en otra forma. Jesús fue cambiado y también fueron cambiados sus vestidos. Al ver la transfiguración de Jesús los apóstoles vislumbraron algo de la gloria celestial de Cristo, la gloria que tenía con el Padre[75].
La palabra traducida “se transfiguró” es la misma que se usa en Romanos 12.2 y 2 Corintios 3.18; como Jesús fue transfigurado físicamente, nosotros debemos ser transfigurados espiritualmente.
El relato de Lucas parece indicar que pasaron la noche sobre el monte, pues dice que los apóstoles “habían sido vencidos por el sueño”[76] y luego: “Y aconteció que al día siguiente, cuando bajaron del monte, una gran multitud Le salió al encuentro”[77]. En ese caso el resplandor del rostro de nuestro Señor y de sus vestidos, y la nube brillante serían más manifiestos, y toda la escena sería más extraordinaria.
Sin lugar a dudas la conversación con Moisés y Elías era de gran aliento para Jesús al contemplar el horrible sufrimiento que le esperaba. ¡Una extraña oportunidad! En medio de su más alta exaltación hablar de sus padecimientos; mientras su cabeza brillaba con gloria decir cómo tendría que sangrar con espinas; mientras su rostro resplandecía como el sol, decir que tendría que ser escupido; mientras sus vestidos relucían con brillantez celestial, decir que le serían quitados y repartidos; mientras se veía en medio de dos santos, decirle que tendría que verse entre malhechores.
Esta fue una experiencia inolvidable para los tres apóstoles, no solamente la gloria de Cristo, sino también la oportunidad de conocer en persona a Moisés y Elías. Este texto es otro que nos da la plena confianza de poder conocer en persona a los fieles de Dios que en esta vida solamente conocemos a través de las páginas de la Biblia. Es un gran consuelo saber que todos los fieles que han terminado su vida terrenal aún viven y todos estaremos juntos en el hogar que Jesús nos prepara[78]. En realidad este evento es una prenda de la gloria de Cristo y su pueblo en el “más allá”.
Seis días antes de esto Pedro había confesado a Jesús como el Hijo de Dios, ahora el Padre lo confiesa. El Padre dice “a Él oíd”, no a los escribas y fariseos, no las tradiciones de los ancianos, ni siquiera a Moisés, sino a Cristo. Esta fue una experiencia única e inolvidable para estos tres apóstoles.
Los russellistas menosprecian este pasaje diciendo que fue una mera “visión”, pero Lucas 9.32 dice que no estaban dormidos, ni en trance. La palabra “visión” se refiere a los que ellos vieron, estando despiertos. La definición básica de la palabra horama es “aquello que es visto, denota un espectáculo”.
Esta experiencia era para ellos mismos, pero aquí se pone un límite al tiempo de su silencio: “hasta que el Hijo del Hombre resucite de los muertos”[79], pero ahora por lo pronto Jesús no quería que dijeran nada de lo que habían visto. Obviamente contaron este evento a otros después porque Mateo, Marcos y Lucas son los que lo narran. El relato de esta maravillosa escena al pueblo en general, por sus conceptos equivocados acerca del Mesías, no habría hecho otra cosa más que excitar el fanatismo y precipitar la crisis.
a. El regreso de Elías (Mateo 17.10-13; Marcos 9.10-13).
Al ver a Jesús transfigurado se confirmaba aun más su creencia de que Jesús era el Mesías, pero al ver a Elías tienen dudas porque hace tiempo Jesús había comenzado su ministerio, pero Elías no había venido primero. Solamente apareció en esa ocasión gloriosa, pero no llevó a cabo ningún ministerio. Por eso, hacen esta pregunta sobre Elías. La respuesta de Jesús hace que los discípulos entiendan que Juan el bautista no era literalmente Elías, pero que sí cumplió la profecía que hablaba de la venida de Elías.
10. Sanidad de un poseso (Mateo 17.14-21; Marcos 9.14-29; Lucas 9.37-42).
He aquí el ruego de un padre por su hijo lunático[80], no demente; ya que tenía síntomas como los de la epilepsia, aunque el padre reconocía que su hijo tenía “un espíritu mudo”[81] y Mateo 17.18 dice que Jesús reprendió al demonio, el cual salió del muchacho, y éste quedó sano desde aquella hora. El verdadero mal de este muchacho fue que estaba endemoniado. Los modernistas niegan que hubiera endemoniados; dicen que tenían problemas psicológicos o físicos. Los demonios eran capaces de provocar toda clase de desorden, y no es correcto decir que todos estos males pueden identificarse con cierta enfermedad conocida ahora.
Jesús les había dado a sus apóstoles “autoridad sobre los espíritus inmundos”[82], pero la Biblia habla con toda franqueza de las debilidades de ellos[83].
El versículo 21 no es original, habiendo sido añadido por copiantes de Marcos 9.29. Ya, antes de hacer esto, el pasaje había sido aumentado en Marcos por la adición “y ayuno”, debido al ascetismo entre los primitivos cristianos. Una adición semejante de “ayuno” fue hecha por copiantes en Hechos 10.30; 1 Corintios 7.5, y así se metió en el texto común. La palabra “ayunos” es genuina en Lucas 2.37; Hechos 13.2; 14.23. Esta adición no aparece en los dos mejores manuscritos griegos[84]. Es evidentemente una adición posterior para ayudar a dar explicación del fracaso. Pero es innecesaria y también falsa.
Es la oración lo que los nueve habían dejado de emplear. Eran impotentes porque no oraban. Su complacencia en sí mismos llevaba a la derrota. En el caso de este muchacho, cualquier ayuno de parte de los discípulos fue imposible. El muchacho fue traído a ellos, no había tiempo para ayunar, había tiempo solamente para oración; no podían posponer el esfuerzo de librar al muchacho hasta un tiempo cuando se sintieran listos.
11. Segundo anuncio de la Pasión (Mateo 17.22-23; Marcos 9.30-32; Lucas 9.43-45).
Si la transfiguración tomó lugar en el monte Hermón, ya caminan hacia el sur hasta Galilea, donde tenía tanta popularidad, dejando atrás a Cesarea de Filipo, y por fin hasta la ciudad de Capernaum. Ahora busca evitar encuentro público con la gente para poder dedicar tiempo a la enseñanza de sus discípulos para prepararles para la crisis en Jerusalén.
Jesús quiso evitar reuniones de gente ya que quería instruir más a sus discípulos en privado. El tiempo imperfecto de los verbos, enseñaba y decía, nos informa que Jesús iba enseñando a los discípulos acerca de su muerte y resurrección cercanos, mientras viajaban por el camino.
Jesús hablaba que sería “entregado” y aunque fue “entregado” por Judas el traidor, en manos de hombres, también es verdad que Dios lo entregó[85] y que Cristo se entregó a sí mismo[86]. Ya que todo sucedió según “…el determinado propósito y el previo conocimiento de Dios…”[87].
Esta es la segunda ocasión de enseñar esto a los discípulos. Tres de los doce oyeron acerca de esto en el monte de transfiguración[88]. Pero el relato termina con la victoria sobre la muerte. Cristo resucitó a sí mismo. También es verdad que Dios le levantó[89].
Mateo nos informa que esta enseñanza dejó tristes a los discípulos[90].
Ellos no entendían la revelación. La falta de comprensión fue culpa de ellos mismos. Seguían con su concepto humano del reino que no permitía que el Mesías fuera muerto por los hombres. Todos podemos entender las Palabras del Señor[91]; se nos manda entender[92]. Hoy en día muchos no entienden que el bautismo es para perdón de pecados, porque su concepto erróneo acerca del perdón de pecados ya arraigado en sus mentes, no les permite. Así como encontramos a otros que creen que con haberse sumergido en las aguas los convierte en seres especiales y se olvidan que el sexto requisito para la salvación es la santidad. Pero la revelación de Dios es clara y fácil de entender. Si el hombre no la entiende, es que no quiere entender.
12. El pago del impuesto (Mateo 17.24-27).
Esta era la última vez que iba Jesús a Capernaum y los cobradores del impuesto del Templo[93] le preguntaron a Pedro si Jesús que no paga las dos dracmas y él dijo que sí. Jesús le preguntó luego a quién debían cobrarse los impuestos, a los ciudadanos o a los extranjeros. Simón respondió que a los extraños, que es lo lógico. Jesús le dijo que entonces los hijos debían estar exentos de ese cobro, pero para no causar tropiezo, envió a Pedro a pescar y en el primer pez que sacara, encontraría un estatero[94] para que pagara, tanto el impuesto suyo, como el de él. Jesús demuestra otra vez el atributo de omnisciencia y también hace el milagro de poner la moneda en la boca del pez.
Jesús contribuye para el sostenimiento del Templo.
a. Pone cuidado para evitar ser mal entendido.
1) Habla de modo que Pedro no podía menos que entenderle.
2) Obra de modo que los judíos no podían dejar de hacerlo.
b. Al mismo tiempo que afirma ser el Hijo de Dios, cumple todo deber de un hombre bueno, incluyendo el de tomar parte en las contribuciones religiosas. Renuncia su bien fundado derecho de ser exento, por temor de que su curso perjudicase a otros.
Esto también trae al suelo la enseñanza de los maestros de la prosperidad que enseñan que Jesús tenía una bolsa con mucho dinero.
13. ¿Quién es el mayor? (Mateo 18.1-14; 10.40-42; Marcos 9.33-49; Lucas 9.46-50; 17.1-2).
Jesús les preguntó sobre lo que discutían en el camino. La pregunta, que implica y muestra la omnisciencia de Jesús, no fue hecha para que Jesús se informara, sino para introducir la enseñanza que les faltaba a los discípulos. Sin duda esta pregunta les sorprendió porque la discusión pasó solamente entre ellos y no incluyó a Jesús.
Ellos se quedaron callados, cual niños sorprendidos en una travesura. La razón de su silencio se explica en la frase siguiente. Después ellos van a preguntar a Jesús sobre el particular en Mateo 18.1.
Su discusión revela el pobre concepto temporal del Reino de Dios que tenían todavía los discípulos. Todavía no habían aprendido que la grandeza verdadera consiste en servir[95] y no en ocupar puestos ni en ejercer autoridad sobre otros. El hecho de que Jesús había escogido a tres de entre los doce para acompañarle en ocasiones, tal vez hubiera contribuido a esta discusión.
En el Reino de Dios el sentido de primacía descansa sobre una base muy diferente de la de reinos terrenales. El primero se considera como último en rango e importancia[96], y sabe que el servicio determina la grandeza[97]. Teniendo la mente cerrada, los discípulos lo hallaron difícil aprender que el Reino de Cristo requiere celo y humildad. La grandeza verdadera consiste en servir. Cada persona puede ser primera; puede ser de veras grande.
El maestro por excelencia da un ejemplo de lo que enseña; toma un objeto concreto, en este caso, un niño y por medio de él presenta su lección. Primero puso en medio al niño y luego lo tomó en sus brazos. El niño sirvió de parábola viviente, estando sumiso a las direcciones y usos del maestro, y de naturaleza libre de orgullo y vanagloria. Mateo agrega que, mientras estuvo con niños en medio del grupo, Jesús dijo que los discípulos tenían que convertirse en niños, humillándose y librándose de ideas ambiciosas de grandeza terrenal[98]. Luego, el niño sumiso y obediente aceptó ser tomado por Jesús en sus brazos, y entonces Jesús pronunció las palabras del versículo siguiente: “El que recibe en mi nombre a uno de estos niños, me recibe a mí; y el que me recibe a mí, no me recibe a mí sino al que me envió”[99]. Como el niñito es humilde e impotente, pues puede ser tomado en brazos de otro, hay personas humildes e impotentes que necesitan ayuda, y el que en obediencia a Cristo le extiende ayuda y servicio, lo hace a Cristo mismo, y por extensión lo hace a Dios, porque los dos son uno en Deidad.
La frase “en mi nombre”, significa “en conexión con quien soy”; es decir, porque Jesucristo es el Señor quien tiene el mando según su palabra revelada.
Juan contó que había visto a uno que en el nombre de Jesús echaba fuera demonios, pero no andaba con ellos; y se lo prohibieron. Parece que Juan relata este suceso en vista de lo que Jesús acabó de enseñar sobre el recibir a otros. En lugar de recibir a esa persona, los doce apóstoles le prohibían, porque no era de su compañía particular. Esta persona no sencillamente reclamaba echar fuera demonios, sino en realidad lo hacía, como lo indica el versículo siguiente. Jesús había comisionado a otros a salir a obrar milagros[100] que no eran de los doce apóstoles. La persona referida en este caso seguramente había sido investida de poder para echar fuera demonios ya que nadie podía hacer tal cosa de por sí. Los doce sentían celos a ver a uno que no era de su grupo haciendo lo que podían hacer ellos solamente por delegado poder sobrenatural.
Este pasaje ha sido abusado por sectarios para afirmar que hay cristianos en diversas iglesias denominacionales y que en lugar de prohibir algunos a otros, más bien debe cada cual dejar que los demás vayan al cielo “por su propio camino”. ¡Pero este pasaje no justifica el denominacionalismo! No se trata de cosas no autorizadas por Cristo, sino de lo que Cristo ha autorizada para los suyos, no importando en dado caso cierta compañía o círculo de discípulos involucrado.
Los discípulos hicieron mal en “prohibir” a aquel siervo de Cristo, investido para echar fuera demonios. Jesús da la razón de por qué no prohibir a los tales; es que hacen milagros por la autoridad de Jesús y como tales no deben ser prohibidos como si anduvieran hablando mal del Señor. No son enemigos de Cristo. Es una cosa hacer una señal, un prodigio, una maravilla, por autorización de Jesús, y es otra cosa reclamar hacer cosas en el nombre de Jesús. Estos últimos son “hacedores de maldad”, frase que según el texto griego significa más bien, “hacedores de lo que carece de legalidad”. Hacen sin ley divina; es decir, hacen por su propia autoridad y voluntad.
Este pasaje no ilustra la popular filosofía de tolerancia para toda cosa religiosa, y quienes lo apliquen así tuercen las Escrituras[101]. Cristo quiere que sus seguidores “todos sean uno”, como él y el Padre son uno[102], y que hablemos “todos una misma cosa”[103]. ¡El denominacionalismo no sirve a nuestro Señor!
Las palabras de Jesús no justifican nada la neutralidad o la indiferencia en asuntos espirituales. No justifican la tibieza[104]. Tratan solamente de quienes activamente obran según la autoridad de Jesús; los tales no obran en contra de Jesús que otros discípulos deban prohibirles.
Otro pasaje que se ha malinterpretado es Marcos 9.41: “Os aseguro que cualquiera que os dé un vaso de agua en mi nombre por ser vosotros de Cristo no perderá su recompensa”[105]. Jesús no está diciendo que con nada más hacer una buena obra la persona irá al cielo. Está hablando acerca de personas, sumisas a la autoridad de Cristo revelada en su palabra, que honrando y sirviendo a Jesús comparten de sus bienes para el sostenimiento de servidores de Cristo que se ocupan en predicar la palabra. Estos recibirán su recompensa que Dios ofrece a los tales porque son colaboradores en la obra divina. El predicador es digno de su salario y el que contribuye a ese salario, o sostenimiento, no perderá su recompensa, dice Cristo. Jesús no está hablando de obras humanitarias en general de parte de quien quiera, incluyendo ateos. Habla acerca de quienes son de Cristo y al compartir de sus bienes con predicadores del evangelio no son contra Jesús sino por él.
En Marcos 9.42 hay una sentencia muy fuerte: “Si alguien hace que uno de estos pequeños seguidores míos deje de confiar en mí, mejor le sería que le ataran al cuello una piedra enorme y lo tiraran al mar”[106]. Jesús presenta lo contrario de lo dicho en los versículos 40-41. Habla de hacer tropezar a un humilde creyente en Jesús. No habla de niños literalmente, sino de creyentes que ejemplifican la humildad y sumisión del niño. Es mejor perder trágicamente la vida física que pasar a hacer tropezar y así causar la pérdida eterna de un creyente en Jesús. La pérdida de la vida física no ha de ser comparada con la actividad que causara el tropiezo de un humilde seguidor de Cristo. Quienes aplican este pasaje a la membresía infantil en la iglesia ignoran por completo el contexto aquí tratado.
De las consecuencias del pecado, comparadas con la trágica pérdida de la vida física, Jesús ahora pasa a hablar acerca del infierno.
En el versículo 42 Jesús trató del hacer tropezar a otro; aquí aplica el acto a uno personalmente. El vocablo griego skandalizo, significa poner impedimento o atrapar.
Al hablar de cortarse la mano no está diciendo que esta sea la sede del pecado, sino lo es el corazón o la mente de la persona. El cortar la mano literalmente no pondría fin al pecado, ¡ni al hurto! Cristo no está hablando de la mutilación del cuerpo. Está contrastando o haciendo una comparación entre el negarnos en la vida física de cosas malas conseguidas por la mano, y el tener tales cosas en esta vida para pasar con ellas al infierno. Obviamente es mejor pasar la vida física con una sola “mano” que, teniendo dos manos en esta vida tener que pasar la eternidad en el infierno. Es mejor entrar en el cielo sin haber tenido las cosas pecaminosas conseguidas por los miembros físicos del cuerpo, dirigidos por un corazón malo, que haberlas tenido en esta vida pero que nos conducen al infierno eterno.
Hay que deshacerse de cualquier cosa considerada como muy valiosa y atractiva si nos sirve de ocasión de tropezar para perdernos eternamente. Hay que cambiar el corazón que es la sede de toda acción por medio de los miembros del cuerpo físico[107]. Jesús está advirtiéndonos del gran peligro de sufrir el castigo eterno a causa de usar los miembros del cuerpo, como la mano, el pie, el ojo, en el servicio de Satanás, obedeciendo éstos los dictámenes del corazón mundano[108].
El infierno, el lugar de castigo eterno después del juicio final[109], no ha de ser confundido con el Hades, la morada de los espíritus después de la muerte física del cuerpo[110]. Después de la resurrección y el juicio final, el Hades será echado al lago de fuego[111].
La palabra “infierno” traduce el vocablo griego geenna. Se encuentra en Mateo 5.22, 29-30; 10.28. Aquí en este pasaje tratado, Jesús habla del infierno. En 2 Pedro 2.4, las versiones que tengo al alcance dicen:
BAD: Dios no perdonó a los ángeles cuando pecaron, sino que los arrojó al abismo, metiéndolos en tenebrosas cavernas y reservándolos para el juicio.
BL95: En efecto, Dios no perdonó a los ángeles que pecaron, sino que los precipitó en el infierno y los encerró en cavernas tenebrosas, manteniéndolos allí hasta el día del juicio.
BLS: Dios no perdonó a los ángeles que pecaron, sino que los mandó al infierno. Allí están, encadenados en la oscuridad, hasta que llegue el día en que Dios juzgue a todos.
CAB: Dios no perdonó a los ángeles que pecaron, sino que, precipitándolos en el abismo, en cavernas tenebrosas, los entregó para ser custodiados hasta el juicio.
CST-IBS: Recordad que Dios no perdonó a los ángeles que pecaron, sino que los arrojó al infierno, y hasta el día del juicio los mantiene encadenados en prisiones tenebrosas.
DHH: Dios no perdonó a los ángeles que pecaron, sino que los arrojó al infierno y los dejó en tinieblas, encadenados y guardados para el juicio.
EUNSA: En efecto: Dios no perdonó a los ángeles que pecaron, sino que al arrojarles en el infierno los entregó a las cavernas tenebrosas, donde están guardados para el juicio;
INTERLINEAL: ει γαρ ο θεος αγγελων αμαρτησαντων ουκ εφεισατο αλλα σειραις ζοφου ταρταρωσας (tártaros) παρεδωκεν εις κρισιν τετηρημενους
KJV: For if God spared not the angels that sinned, but cast them down to hell, and delivered them into chains of darkness, to be reserved unto judgment;
LBLA: Porque si Dios no perdonó a los ángeles cuando pecaron, sino que los arrojó al infierno y los entregó a fosos de tinieblas, reservados para juicio;
N-C: Porque, si Dios no perdonó a los ángeles que pecaron, sino que, precipitados en el tártaro, los entregó a las prisiones tenebrosas, reservándolos para el juicio;
NBLH: Porque Dios no perdonó a los ángeles cuando pecaron, sino que los arrojó al infierno y los entregó a fosos de tinieblas, reservados para juicio.
Nuevo Mundo: Ciertamente si Dios no se contuvo de castigar a los ángeles que pecaron, sino que, al echarlos en el Tártaro, los entregó a hoyos de densa oscuridad para que fueran reservados para juicio;
RVA: Porque si Dios no dejó sin castigo a los ángeles que pecaron, sino que, habiéndolos arrojado al infierno en prisiones de oscuridad, los entregó a ser reservados para el juicio;
RV1865: Porque ¿cómo escaparán ellos? pues no perdonó Dios a los ángeles que habían pecado, mas ántes habiéndolos despeñado en el infierno con cadenas de oscuridad, los entregó para ser reservados al juicio;
RV60: Porque si Dios no perdonó a los ángeles que pecaron, sino que arrojándolos al infierno los entregó a prisiones de oscuridad, para ser reservados al juicio;
RV95: Dios no perdonó a los ángeles que pecaron, sino que los arrojó al infierno y los entregó a prisiones de oscuridad, donde están reservados para el juicio.
RV2000: Porque si Dios no perdonó a los ángeles que habían pecado, sino que habiéndolos despeñado en el infierno con cadenas de oscuridad, los entregó para ser reservados al juicio;
Septuaginta: Pues, si Dios a ángeles que pecaron, no perdonó, sino que con cuerdas de tinieblas tartarizando entregó a que, para juicio, castigados siendo, fuesen guardados;
SSE: Porque si Dios no perdonó a los ángeles que habían pecado, sino que habiéndolos despeñado en el infierno con cadenas de oscuridad, los entregó para ser reservados al juicio;
Aunque la mayoría de las versiones traducen “infierno”, la palabra aquí usada en el griego es tártaro, que se refiere más bien al lugar donde los ángeles desobedientes son guardados hasta el juicio final.
Jesús agrega esta frase para explicar el sentido de “Gehena” que si es correcto traducirlo como “infierno”. Los judíos bien entendían el significado de Gehena porque traía a su mente el Valle de Hinom[112], junto a Jerusalén, donde en el tiempo de Cristo se quemaba la basura de la ciudad.
Es inútil discutir la naturaleza del “fuego” de esta frase. Basta entender su aplicación, que es que el castigo en el infierno va a ser de eterna duración[113].
El versículo de Marcos 9.44 no aparece en los manuscritos a los cuales siguen las versiones BL95, CAB, CTS-IBS, DHH, EUNSA, KJV, NM, NVI, aunque si aparece el texto en el versículo 48, menos en la NM y en la Septuaginta. Las condiciones literales del Valle de Hinom, donde entre la basura siempre había gusanos y fuego, sirven de tipo de la condición del castigo de duración eterna en el infierno. Hay otras expresiones figuradas de este castigo eterno[114].
Jesús continúa ilustrando con el ojo como lo hizo con la mano y el pie, la lección de que hay que deshacernos de cualquier cosa considerada como muy valiosa, en este caso, cosa conseguida por medio de la vista y la codicia, si nos sirve de ocasión de tropezar para perdernos eternamente.
Jesús en Marcos 9.43-47, habla de la necesidad de hacer muchos sacrificios personales. De ese pensamiento pasa a hablar de que es necesario que los discípulos sean “salados con fuego”; es decir, que sean probados y purificados por medio del “fuego de prueba”[115]. La sal purifica y el fuego quema y causa dolor. Con esta figura de oración el Señor está preparando sus discípulos para las pruebas de fe que les quedan por delante. El cristiano ofrece su vida en sacrificio a Dios[116] y esta vida de sacrificio tiene que ser salada con las pruebas de fe. La vida probada y purificada es acepta delante de Dios y preservada del fuego del infierno.
14. La disciplina en la Iglesia (Mateo 18.15-22; Lucas 17.3-4).
La voluntad de Dios es que ningún discípulo se pierda, porque el hermano que peque es una oveja descarriada y el hermano ofendido debe tener “corazón de pastor” para tratar de traerlo otra vez al redil. En los versículos siguientes Jesús nos enseña uno de los aspectos importantes del papel de pacificador[117].
En los manuscritos Vaticano y Sinaítico se omiten las palabras “contra ti” en Mateo 18.15, aunque en el versículo 21 Pedro pregunta: “¿cuántas veces pecará mi hermano contra mí que yo haya de perdonarlo? ¿Hasta siete veces?”[118], dando a entender que de eso hablaba Jesús.
Decir que la reprensión siempre tiene que ser privada contradice Gálatas 2.11-14 y 1 Timoteo 5.20. Pablo especificó el pecado de fornicación al escribir a los corintios y les dijo: “Es ya del dominio público que hay entre vosotros un caso de inmoralidad sexual que ni siquiera entre los paganos se tolera, a saber, que uno de vosotros tiene por mujer a la esposa de su padre…Éxpulsad al malvado de entre vosotros”[119].
A veces alguien enseña algo contrario a la sana doctrina, y cuando otro le exhorta o reprende, algunos se ofenden diciendo que no se siguió el plan de Cristo registrado en Mateo 18.15-17, pero este texto no contradice los textos citados arriba que requieren la reprensión pública de pecados públicos, que no son ofensas personales. Si tratamos de aplicar este texto a los pecados públicos, tales como el adulterio, el robo, la borrachera, la enseñanza falsa, el dejar de asistir a las reuniones de la iglesia, etc., ¿cuál de los hermanos está obligado a ir “a solas” primero con el culpable? Recuérdese que solo uno puede ir. Entonces, después de llevar a otro hermano o a otros dos, hay que presentar el caso a la iglesia pero la iglesia ya lo sabe todo porque fue pecado público. Los ancianos hablan con miembros infieles para tratar de ayudarles, porque son pastores que velan por las almas[120], pero a veces aun ellos son criticados por no haber seguido Mateo 18.15-17. Este texto se ha aplicado mal en muchos casos semejantes. Recordemos lo que Pablo dice en 2 Timoteo 2.15: “Esfuérzate por presentarte a Dios aprobado, como obrero que no tiene de qué avergonzarse y que interpreta rectamente la palabra de verdad”[121], y lo que dice Pedro: “En todas sus cartas se refiere a estos mismos temas. Hay en ellas algunos puntos difíciles de entender, que los ignorantes e inconstantes tergiversan, como lo hacen también con las demás Escrituras, para su propia perdición”[122]. Es obvio que Mateo 18.15-17 no se refiere a los pecados públicos y a los hermanos que enseñen error, sino solamente a las ofensas personales.
Este texto importantísimo establece el orden de Dios con respecto al hermano que haya ofendido a otro hermano. “Vé” como el pastor va y busca la oveja perdida. “Vé” para hacer el papel de pastor de ovejas, porque Dios no quiere que ninguna se pierda[123]. “Vé”, en lugar de:
a. Esperar hasta que él venga a ti, aunque es cierto que él también tiene la obligación de ir a ti[124], pero cada uno debe pensar en su responsabilidad personal y no tratar de justificarse hablando de lo que otro debe hacer.
b. En lugar de escribirle una carta o llamarle por teléfono, a menos que sea imposible hablar con él en persona, pero Jesús no toma en cuenta tales casos.
c. En lugar de odiarle y murmurar contra él[125] o quejarse de él[126], cada vez más exagerando la ofensa para sentirse maltratado.
d. Sin demorar a él para hacer esfuerzos para ganarle. Los que desobedecen este mandamiento deben leer Santiago 3.5.
Aun la ley de Moisés dijo: “No odies en tu corazón a tu hermano, pero corrige a tu prójimo, para que no te cargues con pecado por su causa. No te vengarás ni guardarás rencor contra los hijos de tu pueblo. Amarás a tu prójimo como a ti mismo. Yo, Adonai”[127]. Lamentablemente muchos miembros de la iglesia no son guiados por el Espíritu Santo, sino por sus sentimientos. Los tales deben reconocer que al no obedecer este mandamiento son culpables de la rebelión[128]. Hay hermanos que dicen que creen en la disciplina, pero les falta la disciplina de sí mismo necesaria para obedecer este mandamiento.
¿Para qué hay que ir? Ha reprenderle, que es una palabra que se traduce del griego elenco, que significa “convencer, reconvenir, reprender”[129]; el verdadero sentido aquí es “exponer o poner en evidencia”; es decir, primero es necesario “exponer” el asunto. Mostrarle su falta. Para comenzar es necesario estar seguro que se entiende exactamente lo que ocurrió. Puede haber malentendido. Hasta “testigos oculares” se equivocan. Muchos hermanos “saben” de alguna ofensa y no miran la segunda vez y no van con el supuesto ofensor, sino que desparraman la cosa por toda la iglesia para causar mucho trastorno. Por lo tanto, como Jesús dice: “ve”.
Si se establece que en verdad había ofensa, este verbo requiere que el ofendido la muestre al ofensor para convencerle que debe arrepentirse.
Cuando un hermano peca contra otro, el ofendido debe llamarlo, está obligado a hablar privadamente con el ofensor para tratar de ganar a su hermano, pero el orgullo del ofendido le impulsa a buscar simpatía con otros. Por esta razón muchos problemas que se podrían resolver solo crecen y causan grandes problemas en la iglesia. Esta acción se hace para “ganar a tu hermano”[130]. El propósito de la exhortación es “restaurar” al hermano[131]. Lamentablemente este mandamiento frecuentemente se ignora. Además, no debe ser necesario decirlo, pero si en esta primera entrevista se logra ganar al hermano, el asunto debe morir allí mismo y no ser publicado a otros.
Pero cuando no se logró el propósito hay que buscar a otro hermano o a otros dos hermanos para que sepan de la ofensa. Lógicamente, el que acusa tendrá más cuidado de lo que hace, para estar aun más seguro que está presentando los puros hechos del caso sin exagerarlos o colorearlos a su favor. Entonces la presencia de otro hermano dará más fuerza a la acción de restaurarlo. Desde luego, es importante que estos no sean hermanos que automáticamente aprueben al acusador, sino que sean completamente imparciales[132]. De otro modo, ellos mismos podrían caer en pecado. Deben servir como mediadores imparciales y objetivos.
Si la conversación con el ofensor no efectúa la reconciliación y restauración, todavía hay otro paso que tomar. El propósito de esta segunda entrevista es para tener más ayuda para persuadir al hermano, y también para confirmar la ofensa si el caso tiene que ser presentado a la iglesia. El testimonio de dos o tres testigos es evidencia adecuada para llegar a una decisión apropiada.
De no obtenerse fruto, el caso se presenta a la Iglesia. Desde luego, toda la Iglesia esta involucrada en el proceso de apartarse del hermano que no acepta la corrección, pero es necesario hacer todas las cosas ordenadamente[133] y, por eso, el caso debe ser presentado primero a los ancianos para que lo estudien y examinen con cuidado. Después se debe presentar a toda la congregación y si algún miembro tiene algo que decir bien puede y debe hablar y tales comentarios o preguntas se deben tomar muy en cuenta en las deliberaciones. Sin embargo, los ancianos o los varones toman decisiones por la iglesia.
Jesús emplea los términos “gentil y publicano” no porque Él mismo les evitara, sino que estos eran reprochables para los judíos. Era necesario que ellos entendiesen la enseñanza y con estos términos les quedó bien clara de que no deberían asociarse con el hermano infiel que no aceptara la corrección.
Ahora, como antes había dicho a Pedro, le dice a los demás apóstoles: “De cierto os digo que todo lo que atéis en la tierra, será atado en el cielo; y todo lo que desatéis en la tierra, será desatado en el cielo”[134]. La voluntad de Dios está establecida en el cielo y, por eso, cuando los discípulos de Dios actúan de acuerdo a esa voluntad, Él lo ratifica. Cuando alguna congregación tiene que obedecer la enseñanza de Cristo y de Pablo sobre el tema de apartarse de algún hermano obstinado, sería bueno siempre citar este texto para recordar a la congregación de que Dios está ratificando su acción.
Ahora, les habla de ponerse de acuerdo, que es un verbo griego muy interesante ya que de ahí viene la palabra sinfonía. Las oraciones suenan bien a Dios si nuestros corazones están en armonía. Pero esta promesa no fue hecha a discípulos con ambición vana, ni a los que causaban tropiezos, ni a los que menospreciaban a sus hermanos, sino a los verdaderos niños o pequeños en su servicio.
Después de esta explicación, hay una pregunta que resuena en la mente de Simón y aún de muchos hoy día: ¿Qué cantidad de veces debo perdonar al que me ofende? Los rabinos dijeron “hasta tres”, y Pedro creía que él era muy generoso diciendo “hasta siete”. Sin embargo, Jesús enseña que sus discípulos deben estar siempre dispuestos a perdonar. El perdonar no tiene límite. ¿Queremos que Dios ponga límite a las veces que nos perdona?
15. Parábola del siervo inmisericorde (Mateo 18.23-25).
Jesús presenta otra parábola para comparar el Reino de los Cielos: Había un rey poderoso al que sus siervos le debían mucho. Llegó uno que le debía diez mil talentos, es decir más de 140 millones de dólares de marzo del 2009. Tómese en cuenta que los tributos imperiales de Judea, Idumea y Samaria por un año eran de solamente 600 talentos. La condición del pecador es en total bancarrota espiritual. En esta condición todos están todos los que viven en pecado. La cruz de Cristo muestra al mundo que la gracia de Dios no es barata. El perdón no es barato. Siempre que hablemos de nuestros pecados recordemos las palabras “diez mil talentos”. Esta cantidad representa la deuda que Dios nos ha perdonado, una deuda que nunca podríamos pagar.
Al no poder pagarle, la Ley decía que le vendiera junto con su mujer y sus hijos para que sirvieran como esclavos[135]. Esto es precisamente lo que merecemos por causa de nuestra deuda impagable. El hombre no se imagina lo que debe a Dios.
Lógicamente el siervo se postró rogando perdón ya que le era imposible pagar, lo mismo que a nosotros nos es imposible pagar nuestra deuda por los pecados.
El señor se compadeció y le perdonó[136]. En el caso de la parábola “el señor de aquel siervo” podía perdonarle como quería. También el Señor nos perdona como Él quiere y nos dice: “El que crea y se bautice se salvará, el que se niegue a creer se condenará”[137]. Sin embargo, en esta parábola vemos otro requisito, otra condición estipulada por Dios que obviamente muchos no toman en cuenta. La disposición de perdonar es tan necesaria como la fe, el arrepentimiento, la confesión y el bautismo. De hecho, el espíritu de no querer perdonar cancela todos estos otros pasos de obediencia. Sin el perdón de Dios nadie irá al cielo, y el que no tiene la disposición de perdonar a otros no será perdonado por Dios. De esta manera efectivamente uno mismo cierra las puertas al cielo para no poder entrar.
El perdón de Dios no es tan “barato”. Muchos predican que es “fácil” obedecer al evangelio, pero ni siquiera menciona el requisito de perdonar al semejante.
Pero el siervo no tenía un corazón tan compasivo como el de su señor y encontrando a un compañero que le debía cien denarios, es decir 3600 gramos de plata o US$ 2340, lo que representa la ofensa contra el hermano que debe ser perdonada por el ofendido, de la manera que Dios le ha perdonado sus ofensas que fueron mucho más grandes.
El siervo no quería perdonar a su hermano sus ofensas. De la misma manera que él había rogado a su señor cuando le debió 10,000 talentos, el compañero rogó por su vida, pero él no quiso. Esto parece increíble, pero bien nos representa cada vez que rehusemos perdonar al hermano alguna ofensa.
Los demás siervos se dieron cuenta del asunto y lo contaron al rey. ¿Por qué no podemos recordar cuán lógica y razonable es esta pregunta cuando algún hermano nos ofende? El problema es que nos dejamos controlar por los sentimientos y dejamos de razonar. Y el rey se enojó, el espíritu de compasión y misericordia se convierte en ira ante la injusticia, y le mandó a castigar como los que no quieren perdonar a otros serán castigados en el infierno. Pero estando en el infierno ¿quién puede pagar la deuda que debe a Dios?
Si alguien dice, “nunca perdono”, entonces es indispensable que nunca peque.
[1] BAD
[2] Los demonios atormentaban a sus víctimas física y mentalmente, pero no podían hacerles pecar. Eran imparciales, pues en este caso estaba atormentando a una niña gentil.
[3] Juan 10.16.
[4] Génesis 32.26.
[5] Génesis 1.31.
[6] Marcos 6.39-44.
[7] Marcos 8.14-21.
[8] Juan 8.19; 14.9.
[9] Mateo 15.38.
[10] La palabra tentar viene del vocablo griego peirazo, que significa tanto probar como tentar.
[11] Éxodo 16.
[12] Juan 6.35.
[13] Mateo 4.7
[14] NBLH
[15] Juan 3.
[16] NBLH
[17] Mateo 3.2.
[18] Mateo 12.28.
[19] 2 Timoteo 1.13.
[20] Ezequiel 16.15; 23.43.
[21] Juan 6.51-52.
[22] Juan 11.11-13.
[23] Mateo 16.8-11.
[24] Isaías 29.18; Isaías 61.1; Lucas 4.18.
[25] 2 Esdras 2.18; Macabeos 2.4-7.
[26] Juan 6.68-69.
[27] Juan 5.18.
[28] Juan 1.1; Romanos 9.5; Tito 2.13; 2 Pedro 1.1; 1 Juan 5.20.
[29] Juan 1.49; 4.41; 10.33; 11.27; Hechos 8.36-37; Romanos 10.10; Colosenses 2.9; Hebreos 1.3
[30] Juan 17.8, 14.
[31] 1 Corintios 3.11.
[32] Juan 1.42.
[33] Hechos 15.
[34] Efesios 2.20.
[35] Mateo 21.42.
[36] Hechos 19.39.
[37] 1 Corintios 1.2; 1 Tesalonicenses 1.1.
[38] Hechos 2.
[39] Hechos 20.28. NBLH
[40] Isaías 38.10. BL95
[41] Revelación 1.18.
[42] Mateo 16.19.
[43] BAD
[44] LBLA
[45] 1 Tesalonicenses 2.12.
[46] Mateo 28.18.
[47] Hechos 2.14-36.
[48] Hechos 10.
[49] Hechos 15.7.
[50] Mateo 18.18-20.
[51] Juan 14.26; 16.13; Lucas 24.49; Hechos 1.5, 8; 2.1-4.
[52] Marcos 16.16.
[53] Lucas 13.3.
[54] Mateo 10.32.
[55] Marcos 16.16.
[56] Mateo 10.22.
[57] Juan 14.26.
[58] Juan 16.13.
[59] Números 21.9.
[60] Mateo 12.39-40. NBLH
[61] Marcos 8.32.
[62] Mateo 10.28.
[63] 1 Timoteo 6.7.
[64] Mateo 5.32; 18.6.
[65] Mateo 5.5; Efesios 6.3; 1 Timoteo 4.8; 1 Pedro 3.10-12.
[66] Mateo 25.34; Juan 14.1-3; Revelación 21.4.
[67] Mateo 25.46; 2 Tesalonicenses 1.8-9.
[68] NBLH
[69] Hechos 26.22-23.
[70] Mateo 16.28. RV60
[71] Hechos 1.4-5.
[72] NBLH
[73] Colosenses 1.13; Hebreos 12.28; Revelación 1.9.
[74] Marcos 1.35; 14.23; Lucas 3.21; 6.12.
[75] Juan 17.5.
[76] Lucas 9.32. NBLH
[77] Lucas 9.37. Ibid
[78] Juan 14.1-3.
[79] Mateo 17.9. NBLH
[80] El verbo griego es seleniazo, azotado por la luna.
[81] Marcos 9.17.
[82] Mateo 10.1, 8.
[83] Mateo 15.16; 16.5-11; Marcos 9.6.
[84] Aleph y B.
[85] Romanos 8.32.
[86] Gálatas 2.20.
[87] Hechos 2.23. BAD
[88] Lucas 9.31.
[89] Hechos 2.24.
[90] Mateo 17.23.
[91] Efesios 3.4.
[92] Efesios 5.17.
[93] Este era un impuesto que se cobraba a los judíos para mantenimiento del Templo y consistía en dos dracmas, es decir, el sueldo de un obrero por dos días o 7.2 gramos de plata, en Marzo del 2009 equivaldría a USA$1,30.
[94] Era una moneda que correspondía a 4 dracmas.
[95] Lucas 14.11; 22.24-30.
[96] Filipenses 2.3-4.
[97] Mateo 20.27-28.
[98] Mateo 18.2-5.
[99] Marcos 9.37. BAD
[100] Lucas 10.1, 9.
[101] 2 Pedro 3.16.
[102] Juan 17.21.
[103] 1 Corintios 1.10.
[104] Revelación 3.16.
[105] BAD
[106] BLS
[107] Romanos 12.1-2; 6.12-14, 19.
[108] Colosenses 3.5-6; Gálatas 5.24.
[109] Mateo 25.46.
[110] Mateo 11.23; Lucas 16.23; Hechos 2.27, 31; Revelación 1.18.
[111] Revelación 20.14; 21.8.
[112] 2 Reyes 23.10; Jeremías 7.32.
[113] Mateo 25.46; 2 Tesalonicenses 1.9.
[114] Mateo 25.41; 2 Tesalonicenses 1.7-9; Revelación 14.11; 21.8.
[115] Mateo 5.10-17; Romanos 5.3-5; 1 Pedro 1.6-7; 4.12; Santiago 1.2-4.
[116] Romanos 12.1.
[117] Mateo 5.9.
[118] NBLH
[119] 1 Corintios 5.1, 13. BAD
[120] Hebreos 13.17.
[121] BAD
[122] 2 Pedro 3.16. Ibid
[123] Mateo 9.37-38; 11.28-30; 23.37; 1 Timoteo 2.4; 2 Pedro 3.9; Revelación 22.17.
[124] Mateo 5.23-24.
[125] Santiago 4.11.
[126] Santiago 5.9.
[127] Levítico 19.17-18. La Toráh
[128] 1 Samuel 15.23.
[129] Mateo 18.15; Lucas 3.19; Juan 3.20.
[130] Gálatas 6.1.
[131] Santiago 5.19-20; 1 Corintios 9.20-22.
[132] 1 Timoteo 5.21.
[133] 1 Corintios 14.40.
[134] Mateo 18.18. RV60
[135] Levítico 25.39, 47.
[136] Salmos 103.12; 130.7-8; Isaías 1.18; 1 Juan 1.9.
[137] Marcos 16.16. BL95