3) El ministerio de Eliseo.
a) Saneamiento del manantial de Jericó.
Jericó era una de las ciudades más antiguas del mundo, con una historia de conquistas que se trazaba hasta cerca del 8.000 a.C., y esta distinción se debía al hecho que había un manantial abundante que regaba toda el área de alrededor y la hacía fértil. En los días de Eliseo, sin embargo, las aguas del manantial se habían echado a perder. Lo que Eliseo hizo con la sal fue solo un acto simbólico porque tirar sal sobre aguas corrientes no podía afectar la fuente profunda de donde procedía el manantial. Lo que realmente purificó las aguas fue la palabra de Adonay que habló Eliseo. En ese incidente también podemos ver el juramento que Josué había pronunciado sobre Jericó[1] que ahora era revocado por las palabras de Eliseo, el nuevo Josué. De manera significativa, el nuevo Josué estaba tomando la misma ruta que el primer Josué había tomado cuando hizo entrar a Israel en Canaán[2].
b) El incidente en Betel.
Al pasar por Betel, Eliseo volvió por el mismo camino que había venido con Elías.
La muerte de los jóvenes que se burlaban de Eliseo es tan repentina y escandalosa como la muerte por fuego de los capitanes en 2 Reyes 1.9–12. Es aun más escandalosa si se sigue la traducción “niños pequeños”. En 2 Reyes 2.23-24 se usan dos palabras diferentes: ambas podrían ser traducidas o “niños” o “muchachos”. Algunas versiones prefieren muchachos, pero no traduce el adjetivo en 2 Reyes 2.23 que los describe como “pequeños”[3]. Esto verdaderamente implica que eran niños, a menos que en este caso el adjetivo debiera ser traducido “despreciables” o “indignos”. Un juicio tan feroz se podría explicar si se estaban burlando de Eliseo específicamente por encabezar a los profetas. Es posible que el insulto calvo se refiriera a la manera en que los profetas se afeitaban la cabeza como señal de que pertenecían a una escuela de profetas. Después de este incidente Eliseo viajó hacia el norte a la escena de la gran victoria de Elías sobre los profetas de Baal, y desde allí a la capital de Israel.
4) Los preparativos para recuperar Moab.
Este Joram, rey de Israel, no se debe confundir con Joram, rey de Judá, especialmente porque sus reinados coincidieron por un tiempo.
El relato parecería sugerir que Joram fuera digno de un poco de elogio porque solo cometió pecados del tipo de los de Joroboam y no descendió al abismo de corrupción de Acab y Jezabel. Aunque destruyó una de la imágenes de Baal que Acab había hecho, es claro al leer el capítulo 10 que permitió que el culto de Baal siguiera creciendo en Samaria. Lo más importante que se logró en la contienda de Elías en el monte Carmelo fue que el culto de Baal no fuese promovido más como la religión oficial de Israel; pero mientras Jezabel estuviera al cargo del palacio, el culto de Baal continuaba siendo una de las características de la vida en la capital.
Una de las cosas que aprendimos de la piedra moabita es que Moab se había convertido en un vasallo de Israel durante el reinado de Omri. De acuerdo con 2 Reyes 1.1 se rebeló durante el breve reinado de Ocozías de modo que le tocó a Joram el tratar de recuperar el control sobre el área y el pueblo.
El relato tiene muchos paralelos con la campaña de Acab contra Siria[4]. Ambas campañas se llevaron a cabo para recuperar el territorio al este del Jordán; en los dos casos se hizo una alianza con Josafat de Judá, el cual expresó su responsabilidad con las mismas palabras[5]; en ambos casos Josafat pidió que se buscara un profeta por medio del cual pudieran pedir consejos de Adonay; y ambas campañas tuvieron resultados poco claros.
El rey de Edom tomó parte junto a Josafat. Se presume que éste era el “gobernador” que de acuerdo con la historia estaba a cargo de Edom en 1 Reyes 22.47, o sea no nombrado por Josafat pero que no era miembro de la dinastía nativa. Así es como parece que Judá recuperó el control sobre Edom desde los días de Hadad[6].
a) La consulta a Eliseo.
Una severa escasez de agua hizo que los reyes fueran a consultar a Eliseo. Nos recuerda de la sequía durante el reinado de Acab y cómo ese rey fue en busca de Elías[7]. Sin embargo, en otros aspectos las circunstancias eran muy distintas.
Joram habló con devoción y confianza de que Adonay era el que iniciaba la campaña, aunque no hemos leído nada previamente que nos diga que buscó su consejo en este asunto. Eliseo rechazó su devoción por ser superficial, si es que no era completamente falsa. Joram había atribuido a Dios la aprobación por sus acciones sin tratar de descubrir la voluntad de Dios. Solo cuando se encontró en serio aprieto hizo lo que debería haber hecho mucho antes.
El uso de un músico para ayudarle a Eliseo a profetizar nos recuerda del uso de instrumentos de música por los profetas extáticos en 1 Samuel 10.5–13. Eliseo profetizó que tendrían agua y éxito militar, y la primera parte de la profecía se cumplió al siguiente día. Eliseo no desempeña ningún papel más en la historia.
b) La batalla contra los moabitas.
Es sorprendente que el ejército moabita haya malinterpretado la vista del sol de la madrugada resplandeciendo sobre el agua. Probablemente debemos ver la obra de Dios en la manera confusa de pensar del enemigo; éste fue el medio por el cual el Señor entregó a Moab en las manos de los tres reyes. Estos versículos contienen juegos de palabras basados en la palabra hebrea “Edom” que es muy similar a las palabras “rojo” y “sangre”. Este juego de palabras no se puede expresar en la traducción al español.
Joram y sus aliados derrotaron a los moabitas tal como Eliseo lo había profetizado. Sin embargo, cuando el rey de Moab sacrificó a su hijo primogénito sobre el muro de Quir-jaréset los israelitas se retiraron de allí y no fueron en pos de la victoria. La razón por la cual se retiraron no es evidente en el texto. Quizá hubo gran ira contra los israelitas por parte de los moabitas porque su rey fue forzado a cometer un acto de desesperación tan malo, o es posible que las tropas israelitas estuvieran tan impresionadas al ver un sacrificio humano que desistieron de la campaña. El resultado final de la campaña es dudoso; si Israel se retiró es posible que Moab continura siendo libre. La piedra moabita celebra una rebelión que tuvo éxito, pero eso no soluciona el problema, porque pudo haber sido escrita antes de que ocurriera la campaña de Joram.
5) Milagros de Eliseo.
Los milagros caracterizaron el ministerio de Eliseo. El saneamiento de las aguas de Jericó[8] fue el primero. Una serie de siete milagros más vienen a continuación.
a) La viuda y el aceite.
Era una costumbre aceptable en Israel que si alguna familia no podía pagar sus deudas de ninguna otra manera, algunos de sus miembros, o todos, trabajarían para el acreedor[9]. Esta fue la situación en la que se encontró la viuda de uno de los profetas; estaba a punto de perder sus dos hijos. La situación era muy seria porque la viuda no tendría quien trabajara en el campo de la familia. Se veía frente a una espiral descendente de deudas que la llevarían a la ruina si Eliseo no la podía ayudar.
El aceite que siguió saliendo del frasco milagrosamente nos recuerda las provisiones de aceite y harina que recibió la viuda que alojó a Elías[10], pero en este caso el aceite se vendió para pagar la deuda.
b) Un hijo para la mujer de Sunem.
Sunem quedaba cerca de Jezreel[11]. Sunamita es un adjetivo femenino derivado del nombre de la aldea y aquí se utiliza para describir a la mujer que le dio hospitalidad a Eliseo. Nunca se da su nombre verdadero. En 2 Reyes 4.13 aprendemos que la relación entre Eliseo y el palacio era muy diferente de la de Elías. Parece que lo estimaban mucho y tenía bastante influencia allí. Este versículo anticipa los acontecimientos del capítulo 8 cuando el criado de Eliseo, Giezi, intercedió al rey en nombre de la mujer.
La promesa de un hijo en circunstancias muy improbables es semejante a la promesa de Dios hecha a Abraham y Sara[12] y la actitud escéptica de la mujer nos recuerda a la de Sara en esa ocasión[13]. Pero la palabra del profeta era digna de confianza como se comprobó pronto.
c) El hijo de la mujer sunamita es resucitado.
Esta historia tiene aspectos similares a la historia de Elías y cómo revivió al hijo de la viuda de Sarepta[14]. En ambos casos, el milagro ocurrió en la cama del profeta en un altillo o aposento alto, y consistió en una acción repetida. Pero la historia actual se cuenta con más detalles que la anterior y con mucha más aspereza. Y en esta ocasión se declara inequívocamente que el niño había muerto.
La acción de la mujer al acostar al niño muerto sobre la cama del profeta y al ir en busca de él sugiere que tenía fe en que podría resucitar a su niño. Se cuenta de manera simple pero conmovedora cómo volvió a vivir el niño y cómo se reunió con su madre. Dios, por medio de su siervo, había manifestado una vez más su poder sobre la vida y la muerte.
d) La olla de guiso envenenada.
Este incidente pasó durante una hambruna, quizá a la que se refiere en 2 Reyes 8.1, que duró siete años. Tal como en el capítulo 2, encontramos a Eliseo en compañía de una comunidad de profetas, esta vez en Gilgal. Dado que los víveres comunes escaseaban, uno de los profetas recogió frutos desconocidos que resultaron ser venenosos. Lo más probable es que el acto de Eliseo de añadir harina, tal como el acto de poner sal en el manantial de Jericó en 2 Reyes 2.21, fue simbólico no más. El acto fue eficaz porque fue del hombre de Dios.
e) Dar de comer a 100 personas.
Se asume que los 100 hombres también eran miembros de la comunidad de profetas. Los 20 panes de cebada habrían sido pequeños y chatos y, por supuesto, insuficiente comida para tantos. Por eso el criado hizo la pregunta con tanta sorpresa. No obstante, Eliseo había recibido la promesa de Dios de que sobraría, y es lo que ocurrió.
f) La sanidad de Naamán.
Las batallas de Israel contra Siria estaban entremezcladas con épocas de paz entre los dos países. La historia de Naamán está situada en uno de esos períodos. Uno de los temas que ocurren en varias partes de la historia es que el Dios de Israel es el Dios del mundo; es el único Dios; y su poder y sus intereses no son locales sino de nivel cósmico.
Este tema emerge tan pronto como se introduce a Naamán. El era un general sirio por medio del cual Adonay había librado a Siria. Adonay estaba en control de la subida y caída de las naciones, y no solo de Israel. La enfermedad que sufría Naamán no era necesariamente lepra porque la palabra hebrea para lepra cubría una variedad de enfermedades que afectaban la piel.
Naamán había escuchado de la fama de Eliseo como sanador por medio de la criada de su esposa, que era israelita. A pesar del hecho de que Naamán había derrotado a su propio pueblo y la había llevado cautiva, la muchacha demostró un sincero interés en su bienestar. Su fe simple en que Eliseo era capaz de curarlo ofrece gran contraste con la reacción del rey de Israel. La manera en que le sobreviene el pánico en 2 Reyes 5.7 es casi cómica y está llena de ironía. El rey no podía ejercer el poder de Dios sobre la vida y la muerte, pero no se le ocurrió mandar a Naamán al hombre de Dios que sí podía.
Al principio Naamán estaba indignado por las instrucciones de Eliseo de que se lavara siete veces en el Jordán. Sus siervos, sin embargo, tenían más fe, tal como la criada israelita había mostrado más fe que el rey israelita. Le explicaron juiciosamente que si él estaba dispuesto a hacer lo difícil, entonces por qué no hacer lo que era más fácil. La obediencia a las instrucciones simples de Eliseo produjo la cura. Muy a menudo Dios pide fe y obediencia en asuntos pequeños cuando pensamos que requiere hechos valerosos.
La respuesta de Naamán demostró gran humildad y agradecimiento. No sabemos qué creía anteriormente acerca del Dios de Israel, pero ahora declara que es el único Dios. De ahora en adelante él solo adoraría a Adonay. Cuando pidió llevar tierra de Israel sobre un par de mulas no quiere decir que pensaba que Adonay solo podía obrar en el territorio de Israel. Al contrario, es probable que reflejara la creencia de que la tierra de la nación de Adonay era santa y entonces necesitaba la tierra para crear un área consagrada para el culto del Señor en Siria. El pedido en 2 Reyes 5.18 no significa que deseaba seguir adorando a Rimón[15] y a Adonay al mismo tiempo. Esto iría en contra de lo que declaró en 2 Reyes 5.15 y 17. El problema que tenía era que, como miembro de la corte de Siria, tenía que pretender adoración a Rimón para cubrir las apariencias aunque ahora daba su fidelidad solo a Adonay. La bendición de Eliseo le aseguró del perdón que pedía. Todo este pasaje nos debería hacer más comprensivos hacia los que tratan de servir a Dios en medio de gente de otras creencias.
El intento de engaño por parte de Giezi provee un apéndice triste y saludable a la historia. Ya que era un oficial de alto rango, Naamán había traído con él muchos obsequios de gran valor, los cuales Eliseo no quiso aceptar. La tentación de obtener algunos de estos regalos para sí mismo fue muy fuerte para Giezi el cual tomó ventaja de la gratitud y generosidad de Naamán de manera muy cruel. Estar en el servicio de Dios no protege a sus siervos de la tentación. En verdad, muy seguido los pone en una posición en la cual es posible abusar de su prestigio y de aprovecharse de otros. Las palabras de Eliseo en 2 Reyes 5.26 sugieren que habría épocas en las cuales era correcto aceptar obsequios, pero esta vez, por razones que no se explican, no era una de esas.
g) El hierro del hacha perdido.
El cuadro de los hijos de los profetas se hace un poco más claro en esta historia. Vivían juntos en comunidad bajo el liderazgo de Eliseo. Parece que existían tales comunidades en Betel, Jericó y Gilgal[16], pero no se identifica cuál de éstas es la de este relato, ni tampoco si Eliseo estaba conectado de la misma manera con todas ellas. Sería incorrecto imaginárselas como comunidades monásticas como las que florecieron en el desierto de Judá durante los siglos IV a VI d.C., ya que es evidente que los profetas podían casarse y criar hijos. En esta historia encontramos a una comunidad edificando un nuevo poblado para poder acomodar el aumento de su población, lo cual indica que estaba creciendo bajo el liderazgo de Eliseo.
El acto de Eliseo para recuperar el hierro hundido del hacha es tan misterioso como las acciones anteriores del saneamiento del manantial de Jericó y la neutralización del veneno del guiso. Tal como en esas historias, revela a Eliseo como un hombre de poderes extraordinarios, poderes que no poseía ningún otro miembro de la comunidad profética. Esos poderes eran suyos debido a su posición especial como hombre de Dios. El efecto acumulativo de estos relatos tan extraños es sugerir lo que quiere decir esta frase: Él no era solo un hombre piadoso que servía a Dios sino un hombre que tenía una relación única con Dios distinta de las de otros profetas del período. Tal como fue el caso con Elías, Eliseo fue la persona que Dios escogió para un momento preciso en la historia de Israel en un sentido especial.
6) Eliseo y los sirios.
Esta historia provee un alivio cómico antes de la tensión y tragedia que vienen a continuación. Cuando el rey de Siria quiso capturar a Eliseo debido a su habilidad de prevenir al rey de Israel cada vez que planeaban un ataque por sorpresa, el plan estaba condenado al fracaso porque si Eliseo sabía los planes de Siria de antemano, se supone que también supo acerca de éste. La frustración del rey de Siria en 2 Reyes 6.11–13 tiene mucho humor.
Eliseo no realiza acciones evasivas sino que se queda en Dotán mientras que las numerosas fuerzas sirias rodeaban la ciudad. En 2 Reyes 6.17 el criado ve la razón por la calma confianza de Eliseo: Los caballos y carros de fuego que nos recuerdan a 2 Reyes 2.11-12, eran muchísimos más que las tropas sirias. Se nota el balance entre la vista espiritual que él recibió cuando Eliseo oró y la ceguera con la que se hiere a los sirios cuando ora por segunda vez. El humor se torna en farsa cuando Eliseo mismo lleva a las confundidas tropas a Samaria. Allí ora para que se les abran los ojos con las mismas palabras que usó para que su criado recibiera la vista especial. Pero lo que ven no es tan tranquilizador: Se encuentran en la capital de Israel donde se presume que las tropas israelitas los superaban en número.
El rey de Israel reconoció que la autoridad de Eliseo era más alta que la de él. En vista de 1 Reyes 20.35–43, es sorprendente que Eliseo prohibiera que mataran a las tropas enemigas. La razón no se aclara, excepto que parece que en esta situación estaban en vigencia diferentes reglas de guerra. En cambio, el enemigo fue agasajado con un banquete real y después los regresaron a su rey. Se sintieron tan incómodos que no hicieron más incursiones en Israel.
7) Los sirios sitian Samaria de nuevo.
El tono cambia de comedia a tragedia. Dada la conclusión de la historia anterior, es sorprendente encontrar a los sirios sitiando Samaria en 2 Reyes 6.24. Esta aparente contradicción se debe a que las historias acerca de Eliseo no están en orden cronológico.
El sitio causó una gran hambruna en la capital y la severidad de ésta se ve en el énfasis que el autor pone en los precios altísimos que se cobraban por la comida. La impotencia del rey se expresa conmovedoramente en 2 Reyes 6.27. El colmo fue cuando llegó la horrorosa noticia de que el hambre había causado que alguien se comiera a su propio hijo. El rey rasgó sus ropas como símbolo de su pesar revelando que llevaba cilicio debajo de ellas. Esa era la costumbre que señalaba la tristeza en tiempos de desastre[17] y en tiempos de arrepentimiento por el pecado[18] o cuando oraban para que fuesen librados[19]. Cualquiera de estas puede haber sido la razón por la cual el rey decidió vestirlo en esta crisis.
No se nos cuenta por qué estaba tan enfadado con Eliseo, pero no es difícil adivinar la razón. Eliseo, quien tenía el poder de advertirle cuando venía una invasión siria, para que la pudiera frustrar, no había prevenido ésta; también tenía la habilidad de multiplicar aceite y pan, pero no la había utilizado para evitar la hambruna.
Un cambio de gobierno está indicado en 2 Reyes 6.32. Durante el sitio de Samaria anterior “todos los ancianos del país”[20] se habían reunido alrededor del rey. Ahora, en una variación de esa escena, encontramos a los ancianos reunidos en la casa de Eliseo. Se reconocía que el verdadero liderazgo reposaba con el profeta y no con el rey, ni el nombre del cual se menciona, como si no fuese importante su identidad.
Algunas versiones de 2 Reyes 6.33 en hebreo dicen que el mensajero del rey y no el rey mismo descendió a la casa de Eliseo[21] y las palabras citadas son las del rey pero transmitidas por el mensajero. La actitud del rey se entiende pero es incorrecta; porque si el mal provenía de Adonay esa no era razón para no pedirle ayuda. Lo que es más, era una actitud que llevaba a una desesperación más profunda porque, como lo sabía muy bien el rey, no había nada que él pudiera hacer. Si Dios no nos ayuda en esos momentos, no habrá ninguna ayuda.
Eliseo respondió que la liberación estaba muy cerca. En 24 horas habría tanta comida que los precios iban a bajar dramáticamente. Lo que Eliseo da a entender aunque no lo dijo en tantas palabras es que el sitio terminaría. En 2 Reyes 7.2 se describe al mensajero como el comandante en cuyo brazo se apoyaba el rey, pero no en cuyo brazo se estaba apoyando el rey, porque el rey no estaba presente en esta escena, lo que significa que era el ayudante habitual del rey. Naamán utilizó una frase muy similar al describir su servicio al rey de Siria[22]. El escepticismo del hombre produjo la grave predicción sobre el final de su propia vida.
8) Samaria salvada otra vez.
El modo milagroso en que terminó el sitio se cuenta en 2 Reyes 7.6-7. Pero el pueblo de Samaria no se hubiese dado cuenta a tiempo de lo que había pasado si los marginados de la puerta de la ciudad no hubiesen echado su suerte con los sirios. Hay mucho suspenso en 2 Reyes 7.8 mientras nos preguntamos si las cuatro personas van a llevar las buenas noticias a la ciudad para salvar a la población muriendo de hambre. El rey estaba tan desesperado que todo lo que podía hacer era sospechar una trampa. Como en la historia de Naamán, un servidor es el que provee el buen consejo. Las provisiones que los sirios habían abandonado eran tantas que la profecía de Eliseo acerca del precio de la comida se cumplió y durante la estampida de gente que pasaba por la puerta de la ciudad, el asistente del rey se encontró con el fin predicho.
9) La tierra sunamita.
Hay varias señales aquí de que las historias de Eliseo no están en orden cronológico. Ya que esta historia tiene que ver con Giezi, que abandonó el servicio de Eliseo en 2 Reyes 5.27, debe haber ocurrido antes de la sanidad de Naamán. El hambre que Eliseo predice en 2 Reyes 7.1 es probablemente el mismo a través de la historia de 2 Reyes 4.38–41.
La historia muestra el cuidado continuo que Eliseo tiene por la mujer sunamita y su familia. La mujer actúa como cabeza de la familia, a lo mejor porque su marido, bastante viejo según 2 Reyes 4.14, ya murió para entonces. La manera en que el rey trata a la mujer cuando ella regresa muestra el gran respeto que tenía de Eliseo. Se ve ilustrado aquí también el cuidado providencial de Dios en el hecho de que Giezi contaba la historia del hijo de la mujer cuando ella vino a apelar al rey.
10) Ben-hadad es asesinado por Hazael.
La gran reputación de Eliseo en Siria se demuestra en la extraordinaria cortesía que Ben-hadad le muestra en 2 Reyes 8.9. En hebreo, la pregunta de Ben-hadad acerca de su enfermedad es muy parecida a la de Ocozías en 2 Reyes 1.2, lo cual nos invita a comparar los dos incidentes. Ambos reyes se dirigieron a dioses extranjeros para descubrir qué pasaría, pero mientras que el rey israelita buscó a Baal-zebub, el rey sirio fue al Dios de Israel.
El mensaje de Eliseo al rey enfermo en 2 Reyes 8.10 se puede leer de dos maneras muy diferentes: Una es “Ve y dile: 'Ciertamente usted sanará'; pero el SEÑOR me ha mostrado que ciertamente morirá”[23]; la otra es: “Ve y di, ’Ciertamente no vivirás’, porque el Señor me ha mostrado que de cierto morirá”. El problema es que en hebreo la palabra “no” y “a él” difieren muy poco. Aunque el texto principal contiene la primera manera, la segunda manera de leerla aparece en la nota marginal como la forma correcta de interpretarla. La mayoría de los traductores siguen la nota marginal en este caso porque la regla es que la lectura más difícil es más probable que sea la correcta. El cambio a “no” se puede explicar fácilmente diciendo que uno de los copiadores no quiso dar la impresión de que Eliseo había dicho una mentira. Un cambio en la dirección opuesta no se puede explicar tan fácilmente.
La razón para el mensaje falso queda oscura, pero 2 Reyes 8.10 probablemente expresa la tensión entre lo que Eliseo sabía acerca de la enfermedad de Ben-hadad y lo que sabía acerca de las intenciones de Hazael: La enfermedad misma no era de muerte, pero Beh-hadad iba a morir de todos modos porque Hazael pensaba matarlo y apoderarse del trono. Eliseo no dijo que Dios había escogido a Hazael para que fuese rey en lugar de Ben-hadad, solo que lo sería, y que haría sufrir mucho a Israel.
Sin embargo, no debemos olvidarnos que anteriormente Elías recibió instrucciones de ungir a Hazael como rey de Siria[24], y aunque nadie es ungido, en el pasaje actual se da a entender que en algún sentido esto cumple con las instrucciones. Por otro lado, las dos citas de Hazael tienen diferentes énfasis. En 1 Reyes 19.17 todo lo que haría sería tomar parte en remover el culto a Baal de Israel, mientras que en la visión de Elías y en los eventos siguientes, la opresión de Siria sobre Israel llegó al punto más devastador durante su reinado.
11) Joram, rey de Judá.
En 2 Reyes 8.16–29 encontramos el segundo intermedio que tiene que ver con Judá en medio del relato de la dinastía de Omri. El texto hebreo en 2 Reyes 8.16 sugiere que Josafat y su hijo Joram eran corregentes. Durante el reinado de Joram, la alianza de Josafat con Israel[25] produjo un fruto amargo en Judá. Los pecados de Joram, definidos en líneas generales diciendo el camino de los reyes de Israel, se refieren a su casamiento con la hija de Acab. Este versículo introduce, pero no nombra a Atalía, quien juega un papel principal en el capítulo 11. En 2 Reyes 8.19 suena como un eco de 1 Reyes 11.36 y 15.4 con la cita de la promesa de Dios de darle una lámpara a él, y a sus hijos, continuamente. Sin embargo, esta es la última vez que la promesa se menciona: Un hecho que, en vista de los acontecimientos en Judá más adelante, va a ser un mal anuncio.
El intento exitoso de Edom de independizarse y la rebelión de la ciudad de Libna[26] se deben entender como las consecuencias de la maldad de Joram, compare con la invasión de Sisac en el relato del reinado de Roboam[27].
12) Jehú y el fin de la dinastía de Omri.
a) Jehú es ungido rey de Israel.
Ahora que Hazael reinaba en Damasco solo quedaba por llevarse a cabo una de las instrucciones de Dios a Elías[28]. Una vez que eso fue hecho los eventos marcharon rápidamente al cumplimiento de la profecía de Elías acerca de la caída de la dinastía de Omri[29].
Por alguna razón Eliseo mismo no ungió a Jehú sino que envió a una persona anónima de la comunidad de los profetas para que lo hiciera. La instrucción en 2 Reyes 9.1 cíñete los lomos significa prepararse para alguna clase de actividad; aquí quiere decir que el profeta debía ponerse ropas adecuadas para la jornada. Jehú[30] no ha sido presentado anteriormente excepto en la instrucción a Elías[31], pero a medida que pasa la historia descubrimos que era el jefe del ejército de Israel, como también lo había sido Omri[32]. El ejército estaba defendiendo Ramot de Galaad, presumiblemente que después de haberla capturado como parte no informada de la campaña en 1 Reyes 22.
Las palabras del profeta recuerdan a las de Elías en 1 Reyes 21.21–23, pero añaden la nota de que Dios iba a vengar la sangre de sus siervos.
El entusiasmo de las tropas sugiere que la dinastía de Omri había perdido su popularidad. Era el tiempo maduro para un golpe de Estado.
b) Las muertes de Joram, Ocozías y Jezabel.
Con la información de la presencia de Joram y Ocozías en Jezreel debido a las heridas de Joram retoma el hilo del capítulo anterior y la acción se renueva en la parcela de Nabot de Jezreel. Después de la secuencia de preguntas repetidas tres veces, que nos recuerda a 2 Reyes 1.9–14, Jehú declara sus motivos. Al descubrir las intenciones de Jehú, Joram dio vuelta con su carro de manera muy parecida a como lo hizo Acab cuando fue herido en Ramot de Galaad[33]. El autor está recogiendo deliberadamente temas y motivos que han aparecido a través de la historia al acercarse a su clímax.
La manera en que Jehú mata al herido Joram mientras éste huye es despiadada y escandalosa, como también lo es su trato del cadáver de Joram[34]. Aunque Jehú cita una profecía anterior para justificar lo que ha hecho, es una profecía de la cual no sabíamos nada y nos deja con la curiosidad de saber si es auténtica o si es la obra conveniente de la imaginación de Jehú.
El profeta no mandó que se matase a Ocozías, rey de Judá aunque Jehú lo hace. Se presume que Jehú sintió que era justificable porque Ocozías era hijo de Atalía, nieta de Omri. Los detalles geográficos de estos versículos no están claros, pero es interesante que las fuerzas de Judá, los servidores de Ocozías, estuvieran apostadas en Meguido, Israel.
Por su parte, Jezabel, consciente de la dirección que estaban tomando los acontecimientos, enfrentó su muerte con un distanciamiento frío y hasta con un poco de humor irónico. Se pintó los ojos y se arregló el cabello, no porque pensaba seducir a Jehú, lo que dice demuestra eso, sino porque deseaba dejar esta vida con mucha elegancia. Sus primeras palabras repiten de nuevo la pregunta que se le hizo a Jehú en 2 Reyes 9.18-19 y 22, pero esta vez la pregunta fue intencionalmente irónica. Al llamar Zimri a Jehú le estaba haciendo recordar a otro jefe del ejército que había matado a su rey, pero siete días más tarde él mismo sufrió una horrible muerte[35].
Su muerte fue brutal y horrorosa. La manera deliberada en que los carros de Jehú la atropellaron sobrepasó la profecía de Elías[36], tal como la cita de la profecía que Jehú recordaba sobrepasó a la original en detalle y ferocidad. El hecho que Jehú pudo comer y beber mientras que los perros devoraban el cadáver hace resaltar su crueldad.
c) La matanza de los hijos y seguidores de Acab.
El texto hebreo parece tener un defecto al referirse a cartas enviadas a Jezreel en 2 Reyes 10.1, dado que Jehú ya estaba allí. El texto griego dice “a los principales de Jezreel, a los ancianos…”[37]. Probablemente esa fue la lectura original ya que tan solo un pequeño error al copiar la oración en hebreo podía producir la referencia a Jezreel.
Jehú desafió a los principales de Samaria a que eligiesen un sucesor de Joram que pudiera luchar para que la dinastía sobreviviera. Su objetivo final era la muerte de los 70 posibles sucesores, lo cual obtuvo por medio de violencia. La llegada a Jezreel de las cabezas de los hijos en canastas proveyó la horripilante prueba de que el hecho se había cometido.
La pregunta de Jehú en 2 Reyes 10.9 es difícil de interpretar. Parecería que estaba negando tener la responsabilidad directa por la matanza de los príncipes, pero no es claro a quién se la atribuía. Quizá con ella mantenía que tenía aprobación divina para todo lo que había hecho de modo que a la larga este derramamiento de sangre era la responsabilidad de Adonay, o culpaba a los principales de Samaria por esta atrocidad que les había forzado a cometer. Si el primer caso es correcto, su referencia a la profecía de Elías en 2 Reyes 10.10 sigue el mismo tema; si el segundo es correcto, menciona la profecía para apoyar la venganza de Samaria que estaba por conseguir. Sea lo que sea, el objetivo de Jehú fue ganar el apoyo del pueblo, que se supone se refiere a los ciudadanos de Jezreel y a los soldados apostados allí.
La próxima fase del derramamiento de sangre por Jehú fue la masacre de todos los parientes y seguidores de la familia real que quedaban en Jezreel. Después procedió a Samaria para repetir el mismo proceso allí. En camino encontró y mató a 42 parientes de Ocozías, rey de Judá. De capricho se le ocurrió matarlos aunque había ordenado a sus soldados que los tomaran vivos. A través de todo esto mantenía que su motivación era el celo por Adonay, una declaración que debemos sospechar en vista del desdeñoso uso de profecía para justificar sus atrocidades. Aunque se dice que al matar a la familia de Acab había actuado conforme a la palabra que Adonay había hablado a Elías, el veredicto final del autor acerca de Jehú pone todo esto en una perspectiva más amplia.
d) La matanza de los profetas de Baal.
El derramamiento de sangre continuó con la eliminación en toda Samaria de los que adoraban a Baal. Jehú los engañó al pretender que servía a Baal mucho más que Acab, después de todo nadie hubiera dicho que Acab había apoyado inquebrantablemente a la nueva religión, hasta le había puesto a dos de sus hijos nombres que contenían el nombre de Adonay, Joram y Ocozías. La purga religiosa en la cual se embarcó Jehú se llevó a cabo con su crueldad típica. Cuánto abarcó exactamente depende de si se toma literalmente la palabra hebrea “siervos”, en tal caso se da a entender que se eliminó completamente el culto de Baal. La otra posibilidad es que se traduzca “siervo” como ministro o profeta, en tal caso sólo eliminaron a los jefes del culto.
e) La evaluación de Jehú.
Los capítulos 9 y 10 proveen una imagen de Jehú bastante ambigua. Por un lado, actuó conforme a “la palabra que el SEÑOR había hablado a Elías”[38]; por el otro lado, hemos visto que parece que sobrepasó esa palabra y la manipulaba para que apoyase la exterminación brutal de cualquiera que se opusiese a él. Así que a pesar del éxito que tuvo en erradicar la adoración de Baal de Israel no se le describe como un personaje ejemplar sino como a una persona cuyos métodos estropearon lo bueno que pudo haber hecho. Tal como muchos líderes de revoluciones, se permitió excesos en su intento de eliminar la maldad que veía, mientras que cometía maldades propias. La manera en que maltrató la profecía también lo incluye en la clase de políticos sin escrúpulos que se otorgan a sí mismos una autoridad profética y justifican sus actos apelando a la voluntad de Dios.
Esto es solo implícito en la narrativa bíblica, pero también existe alguna crítica explícita en la evaluación del reinado de Jehú con la que concluye el autor. La aprobación que Dios da por lo que Jehú logró hacer es limitada; le prometió a Jehú una dinastía de cinco generaciones en total, su propio reinado más el de cuatro generaciones de descendientes: mucho más corta que la dinastía para siempre, el modelo de David, que se le prometió condicionalmente a Jeroboam[39]. Es significativo el hecho de que el profeta Oseas se refiriera al fin de la dinastía de Jehú mencionando castigos “por la sangre derramada en Jezreel”[40].
Lo que es más, Jehú declaró que poseía celo de Adonay pero cómo se le puede creer cuando fue en pos de los becerros de oro de Jeroboam. La desaprobación divina de su reinado está ilustrada en las victorias de Hazael, las que se describen como reducciones del territorio de Israel por Adonay. Finalmente, Jehú representa una triste ilustración del hecho de que el nombramiento divino y el ser ungido por un profeta no garantizan que el que los recibe estará a la altura del llamado de Dios.
[1] Josué 6.26.
[2] Betel quedaba cerca de Hai, donde Josué se mudó después de tomar Jericó (Josué 7.2).
[3] Las versiones Jerusalén y Septuaginta si hacen la traducción correcta.
[4] 1 Reyes 22.
[5] 1 Reyes 22.4; 2 Reyes 3.7.
[6] 1 Reyes 11.
[7] 1 Reyes 18.1-15.
[8] 2 Reyes 2.19-22.
[9] Levítico 25.39-41.
[10] 1 Reyes 17.13-16.
[11] Josué 19.18.
[12] Génesis 18.10.
[13] Génesis 18.20.
[14] 1 Reyes 17.
[15] Un título del dios sirio Hadad.
[16] 2 Reyes 2.3, 5, 15-18; 4.38.
[17] Lamentaciones 2.10.
[18] 1 Reyes 21.27.
[19] 2 Reyes 19.1-2.
[20] 1 Reyes 20.7. NBLH
[21] Las BAD, DHH, KJV, NBLH, NM, RV1865, RV60, RV95, RV2000, RVA, Septuaginta y SSE dicen que fue el mensajero del rey. BL95, CAB, JER y NC dicen que fue el rey.
[22] 2 Reyes 5.18.
[23] NBLH
[24] 1 Reyes 19.15.
[25] 1 Reyes 3.7; 22.4.
[26] Se presume que fue en contra de los filisteos, ya que quedaba cerca de la frontera de Judá y Filistea.
[27] 1 Reyes 14.25-28.
[28] 1 Reyes 19.15-16.
[29] 1 Reyes 21.20-28.
[30] No se le debe confundir con el profeta Jehú en 1 Reyes 16.1–7.
[31] 1 Reyes 19.16.
[32] 1 Reyes 16.16.
[33] 1 Reyes 22.34.
[34] Deuteronomio 21.22-23; 2 Samuel 21.10-14.
[35] 1 Reyes 16.9-19.
[36] 1 Reyes 21.23.
[37] SSE
[38] 2 Reyes 10.17. NBLH
[39] 1 Reyes 11.39.
[40] Oseas 1.4. NBLH
a) Saneamiento del manantial de Jericó.
Jericó era una de las ciudades más antiguas del mundo, con una historia de conquistas que se trazaba hasta cerca del 8.000 a.C., y esta distinción se debía al hecho que había un manantial abundante que regaba toda el área de alrededor y la hacía fértil. En los días de Eliseo, sin embargo, las aguas del manantial se habían echado a perder. Lo que Eliseo hizo con la sal fue solo un acto simbólico porque tirar sal sobre aguas corrientes no podía afectar la fuente profunda de donde procedía el manantial. Lo que realmente purificó las aguas fue la palabra de Adonay que habló Eliseo. En ese incidente también podemos ver el juramento que Josué había pronunciado sobre Jericó[1] que ahora era revocado por las palabras de Eliseo, el nuevo Josué. De manera significativa, el nuevo Josué estaba tomando la misma ruta que el primer Josué había tomado cuando hizo entrar a Israel en Canaán[2].
b) El incidente en Betel.
Al pasar por Betel, Eliseo volvió por el mismo camino que había venido con Elías.
La muerte de los jóvenes que se burlaban de Eliseo es tan repentina y escandalosa como la muerte por fuego de los capitanes en 2 Reyes 1.9–12. Es aun más escandalosa si se sigue la traducción “niños pequeños”. En 2 Reyes 2.23-24 se usan dos palabras diferentes: ambas podrían ser traducidas o “niños” o “muchachos”. Algunas versiones prefieren muchachos, pero no traduce el adjetivo en 2 Reyes 2.23 que los describe como “pequeños”[3]. Esto verdaderamente implica que eran niños, a menos que en este caso el adjetivo debiera ser traducido “despreciables” o “indignos”. Un juicio tan feroz se podría explicar si se estaban burlando de Eliseo específicamente por encabezar a los profetas. Es posible que el insulto calvo se refiriera a la manera en que los profetas se afeitaban la cabeza como señal de que pertenecían a una escuela de profetas. Después de este incidente Eliseo viajó hacia el norte a la escena de la gran victoria de Elías sobre los profetas de Baal, y desde allí a la capital de Israel.
4) Los preparativos para recuperar Moab.
Este Joram, rey de Israel, no se debe confundir con Joram, rey de Judá, especialmente porque sus reinados coincidieron por un tiempo.
El relato parecería sugerir que Joram fuera digno de un poco de elogio porque solo cometió pecados del tipo de los de Joroboam y no descendió al abismo de corrupción de Acab y Jezabel. Aunque destruyó una de la imágenes de Baal que Acab había hecho, es claro al leer el capítulo 10 que permitió que el culto de Baal siguiera creciendo en Samaria. Lo más importante que se logró en la contienda de Elías en el monte Carmelo fue que el culto de Baal no fuese promovido más como la religión oficial de Israel; pero mientras Jezabel estuviera al cargo del palacio, el culto de Baal continuaba siendo una de las características de la vida en la capital.
Una de las cosas que aprendimos de la piedra moabita es que Moab se había convertido en un vasallo de Israel durante el reinado de Omri. De acuerdo con 2 Reyes 1.1 se rebeló durante el breve reinado de Ocozías de modo que le tocó a Joram el tratar de recuperar el control sobre el área y el pueblo.
El relato tiene muchos paralelos con la campaña de Acab contra Siria[4]. Ambas campañas se llevaron a cabo para recuperar el territorio al este del Jordán; en los dos casos se hizo una alianza con Josafat de Judá, el cual expresó su responsabilidad con las mismas palabras[5]; en ambos casos Josafat pidió que se buscara un profeta por medio del cual pudieran pedir consejos de Adonay; y ambas campañas tuvieron resultados poco claros.
El rey de Edom tomó parte junto a Josafat. Se presume que éste era el “gobernador” que de acuerdo con la historia estaba a cargo de Edom en 1 Reyes 22.47, o sea no nombrado por Josafat pero que no era miembro de la dinastía nativa. Así es como parece que Judá recuperó el control sobre Edom desde los días de Hadad[6].
a) La consulta a Eliseo.
Una severa escasez de agua hizo que los reyes fueran a consultar a Eliseo. Nos recuerda de la sequía durante el reinado de Acab y cómo ese rey fue en busca de Elías[7]. Sin embargo, en otros aspectos las circunstancias eran muy distintas.
Joram habló con devoción y confianza de que Adonay era el que iniciaba la campaña, aunque no hemos leído nada previamente que nos diga que buscó su consejo en este asunto. Eliseo rechazó su devoción por ser superficial, si es que no era completamente falsa. Joram había atribuido a Dios la aprobación por sus acciones sin tratar de descubrir la voluntad de Dios. Solo cuando se encontró en serio aprieto hizo lo que debería haber hecho mucho antes.
El uso de un músico para ayudarle a Eliseo a profetizar nos recuerda del uso de instrumentos de música por los profetas extáticos en 1 Samuel 10.5–13. Eliseo profetizó que tendrían agua y éxito militar, y la primera parte de la profecía se cumplió al siguiente día. Eliseo no desempeña ningún papel más en la historia.
b) La batalla contra los moabitas.
Es sorprendente que el ejército moabita haya malinterpretado la vista del sol de la madrugada resplandeciendo sobre el agua. Probablemente debemos ver la obra de Dios en la manera confusa de pensar del enemigo; éste fue el medio por el cual el Señor entregó a Moab en las manos de los tres reyes. Estos versículos contienen juegos de palabras basados en la palabra hebrea “Edom” que es muy similar a las palabras “rojo” y “sangre”. Este juego de palabras no se puede expresar en la traducción al español.
Joram y sus aliados derrotaron a los moabitas tal como Eliseo lo había profetizado. Sin embargo, cuando el rey de Moab sacrificó a su hijo primogénito sobre el muro de Quir-jaréset los israelitas se retiraron de allí y no fueron en pos de la victoria. La razón por la cual se retiraron no es evidente en el texto. Quizá hubo gran ira contra los israelitas por parte de los moabitas porque su rey fue forzado a cometer un acto de desesperación tan malo, o es posible que las tropas israelitas estuvieran tan impresionadas al ver un sacrificio humano que desistieron de la campaña. El resultado final de la campaña es dudoso; si Israel se retiró es posible que Moab continura siendo libre. La piedra moabita celebra una rebelión que tuvo éxito, pero eso no soluciona el problema, porque pudo haber sido escrita antes de que ocurriera la campaña de Joram.
5) Milagros de Eliseo.
Los milagros caracterizaron el ministerio de Eliseo. El saneamiento de las aguas de Jericó[8] fue el primero. Una serie de siete milagros más vienen a continuación.
a) La viuda y el aceite.
Era una costumbre aceptable en Israel que si alguna familia no podía pagar sus deudas de ninguna otra manera, algunos de sus miembros, o todos, trabajarían para el acreedor[9]. Esta fue la situación en la que se encontró la viuda de uno de los profetas; estaba a punto de perder sus dos hijos. La situación era muy seria porque la viuda no tendría quien trabajara en el campo de la familia. Se veía frente a una espiral descendente de deudas que la llevarían a la ruina si Eliseo no la podía ayudar.
El aceite que siguió saliendo del frasco milagrosamente nos recuerda las provisiones de aceite y harina que recibió la viuda que alojó a Elías[10], pero en este caso el aceite se vendió para pagar la deuda.
b) Un hijo para la mujer de Sunem.
Sunem quedaba cerca de Jezreel[11]. Sunamita es un adjetivo femenino derivado del nombre de la aldea y aquí se utiliza para describir a la mujer que le dio hospitalidad a Eliseo. Nunca se da su nombre verdadero. En 2 Reyes 4.13 aprendemos que la relación entre Eliseo y el palacio era muy diferente de la de Elías. Parece que lo estimaban mucho y tenía bastante influencia allí. Este versículo anticipa los acontecimientos del capítulo 8 cuando el criado de Eliseo, Giezi, intercedió al rey en nombre de la mujer.
La promesa de un hijo en circunstancias muy improbables es semejante a la promesa de Dios hecha a Abraham y Sara[12] y la actitud escéptica de la mujer nos recuerda a la de Sara en esa ocasión[13]. Pero la palabra del profeta era digna de confianza como se comprobó pronto.
c) El hijo de la mujer sunamita es resucitado.
Esta historia tiene aspectos similares a la historia de Elías y cómo revivió al hijo de la viuda de Sarepta[14]. En ambos casos, el milagro ocurrió en la cama del profeta en un altillo o aposento alto, y consistió en una acción repetida. Pero la historia actual se cuenta con más detalles que la anterior y con mucha más aspereza. Y en esta ocasión se declara inequívocamente que el niño había muerto.
La acción de la mujer al acostar al niño muerto sobre la cama del profeta y al ir en busca de él sugiere que tenía fe en que podría resucitar a su niño. Se cuenta de manera simple pero conmovedora cómo volvió a vivir el niño y cómo se reunió con su madre. Dios, por medio de su siervo, había manifestado una vez más su poder sobre la vida y la muerte.
d) La olla de guiso envenenada.
Este incidente pasó durante una hambruna, quizá a la que se refiere en 2 Reyes 8.1, que duró siete años. Tal como en el capítulo 2, encontramos a Eliseo en compañía de una comunidad de profetas, esta vez en Gilgal. Dado que los víveres comunes escaseaban, uno de los profetas recogió frutos desconocidos que resultaron ser venenosos. Lo más probable es que el acto de Eliseo de añadir harina, tal como el acto de poner sal en el manantial de Jericó en 2 Reyes 2.21, fue simbólico no más. El acto fue eficaz porque fue del hombre de Dios.
e) Dar de comer a 100 personas.
Se asume que los 100 hombres también eran miembros de la comunidad de profetas. Los 20 panes de cebada habrían sido pequeños y chatos y, por supuesto, insuficiente comida para tantos. Por eso el criado hizo la pregunta con tanta sorpresa. No obstante, Eliseo había recibido la promesa de Dios de que sobraría, y es lo que ocurrió.
f) La sanidad de Naamán.
Las batallas de Israel contra Siria estaban entremezcladas con épocas de paz entre los dos países. La historia de Naamán está situada en uno de esos períodos. Uno de los temas que ocurren en varias partes de la historia es que el Dios de Israel es el Dios del mundo; es el único Dios; y su poder y sus intereses no son locales sino de nivel cósmico.
Este tema emerge tan pronto como se introduce a Naamán. El era un general sirio por medio del cual Adonay había librado a Siria. Adonay estaba en control de la subida y caída de las naciones, y no solo de Israel. La enfermedad que sufría Naamán no era necesariamente lepra porque la palabra hebrea para lepra cubría una variedad de enfermedades que afectaban la piel.
Naamán había escuchado de la fama de Eliseo como sanador por medio de la criada de su esposa, que era israelita. A pesar del hecho de que Naamán había derrotado a su propio pueblo y la había llevado cautiva, la muchacha demostró un sincero interés en su bienestar. Su fe simple en que Eliseo era capaz de curarlo ofrece gran contraste con la reacción del rey de Israel. La manera en que le sobreviene el pánico en 2 Reyes 5.7 es casi cómica y está llena de ironía. El rey no podía ejercer el poder de Dios sobre la vida y la muerte, pero no se le ocurrió mandar a Naamán al hombre de Dios que sí podía.
Al principio Naamán estaba indignado por las instrucciones de Eliseo de que se lavara siete veces en el Jordán. Sus siervos, sin embargo, tenían más fe, tal como la criada israelita había mostrado más fe que el rey israelita. Le explicaron juiciosamente que si él estaba dispuesto a hacer lo difícil, entonces por qué no hacer lo que era más fácil. La obediencia a las instrucciones simples de Eliseo produjo la cura. Muy a menudo Dios pide fe y obediencia en asuntos pequeños cuando pensamos que requiere hechos valerosos.
La respuesta de Naamán demostró gran humildad y agradecimiento. No sabemos qué creía anteriormente acerca del Dios de Israel, pero ahora declara que es el único Dios. De ahora en adelante él solo adoraría a Adonay. Cuando pidió llevar tierra de Israel sobre un par de mulas no quiere decir que pensaba que Adonay solo podía obrar en el territorio de Israel. Al contrario, es probable que reflejara la creencia de que la tierra de la nación de Adonay era santa y entonces necesitaba la tierra para crear un área consagrada para el culto del Señor en Siria. El pedido en 2 Reyes 5.18 no significa que deseaba seguir adorando a Rimón[15] y a Adonay al mismo tiempo. Esto iría en contra de lo que declaró en 2 Reyes 5.15 y 17. El problema que tenía era que, como miembro de la corte de Siria, tenía que pretender adoración a Rimón para cubrir las apariencias aunque ahora daba su fidelidad solo a Adonay. La bendición de Eliseo le aseguró del perdón que pedía. Todo este pasaje nos debería hacer más comprensivos hacia los que tratan de servir a Dios en medio de gente de otras creencias.
El intento de engaño por parte de Giezi provee un apéndice triste y saludable a la historia. Ya que era un oficial de alto rango, Naamán había traído con él muchos obsequios de gran valor, los cuales Eliseo no quiso aceptar. La tentación de obtener algunos de estos regalos para sí mismo fue muy fuerte para Giezi el cual tomó ventaja de la gratitud y generosidad de Naamán de manera muy cruel. Estar en el servicio de Dios no protege a sus siervos de la tentación. En verdad, muy seguido los pone en una posición en la cual es posible abusar de su prestigio y de aprovecharse de otros. Las palabras de Eliseo en 2 Reyes 5.26 sugieren que habría épocas en las cuales era correcto aceptar obsequios, pero esta vez, por razones que no se explican, no era una de esas.
g) El hierro del hacha perdido.
El cuadro de los hijos de los profetas se hace un poco más claro en esta historia. Vivían juntos en comunidad bajo el liderazgo de Eliseo. Parece que existían tales comunidades en Betel, Jericó y Gilgal[16], pero no se identifica cuál de éstas es la de este relato, ni tampoco si Eliseo estaba conectado de la misma manera con todas ellas. Sería incorrecto imaginárselas como comunidades monásticas como las que florecieron en el desierto de Judá durante los siglos IV a VI d.C., ya que es evidente que los profetas podían casarse y criar hijos. En esta historia encontramos a una comunidad edificando un nuevo poblado para poder acomodar el aumento de su población, lo cual indica que estaba creciendo bajo el liderazgo de Eliseo.
El acto de Eliseo para recuperar el hierro hundido del hacha es tan misterioso como las acciones anteriores del saneamiento del manantial de Jericó y la neutralización del veneno del guiso. Tal como en esas historias, revela a Eliseo como un hombre de poderes extraordinarios, poderes que no poseía ningún otro miembro de la comunidad profética. Esos poderes eran suyos debido a su posición especial como hombre de Dios. El efecto acumulativo de estos relatos tan extraños es sugerir lo que quiere decir esta frase: Él no era solo un hombre piadoso que servía a Dios sino un hombre que tenía una relación única con Dios distinta de las de otros profetas del período. Tal como fue el caso con Elías, Eliseo fue la persona que Dios escogió para un momento preciso en la historia de Israel en un sentido especial.
6) Eliseo y los sirios.
Esta historia provee un alivio cómico antes de la tensión y tragedia que vienen a continuación. Cuando el rey de Siria quiso capturar a Eliseo debido a su habilidad de prevenir al rey de Israel cada vez que planeaban un ataque por sorpresa, el plan estaba condenado al fracaso porque si Eliseo sabía los planes de Siria de antemano, se supone que también supo acerca de éste. La frustración del rey de Siria en 2 Reyes 6.11–13 tiene mucho humor.
Eliseo no realiza acciones evasivas sino que se queda en Dotán mientras que las numerosas fuerzas sirias rodeaban la ciudad. En 2 Reyes 6.17 el criado ve la razón por la calma confianza de Eliseo: Los caballos y carros de fuego que nos recuerdan a 2 Reyes 2.11-12, eran muchísimos más que las tropas sirias. Se nota el balance entre la vista espiritual que él recibió cuando Eliseo oró y la ceguera con la que se hiere a los sirios cuando ora por segunda vez. El humor se torna en farsa cuando Eliseo mismo lleva a las confundidas tropas a Samaria. Allí ora para que se les abran los ojos con las mismas palabras que usó para que su criado recibiera la vista especial. Pero lo que ven no es tan tranquilizador: Se encuentran en la capital de Israel donde se presume que las tropas israelitas los superaban en número.
El rey de Israel reconoció que la autoridad de Eliseo era más alta que la de él. En vista de 1 Reyes 20.35–43, es sorprendente que Eliseo prohibiera que mataran a las tropas enemigas. La razón no se aclara, excepto que parece que en esta situación estaban en vigencia diferentes reglas de guerra. En cambio, el enemigo fue agasajado con un banquete real y después los regresaron a su rey. Se sintieron tan incómodos que no hicieron más incursiones en Israel.
7) Los sirios sitian Samaria de nuevo.
El tono cambia de comedia a tragedia. Dada la conclusión de la historia anterior, es sorprendente encontrar a los sirios sitiando Samaria en 2 Reyes 6.24. Esta aparente contradicción se debe a que las historias acerca de Eliseo no están en orden cronológico.
El sitio causó una gran hambruna en la capital y la severidad de ésta se ve en el énfasis que el autor pone en los precios altísimos que se cobraban por la comida. La impotencia del rey se expresa conmovedoramente en 2 Reyes 6.27. El colmo fue cuando llegó la horrorosa noticia de que el hambre había causado que alguien se comiera a su propio hijo. El rey rasgó sus ropas como símbolo de su pesar revelando que llevaba cilicio debajo de ellas. Esa era la costumbre que señalaba la tristeza en tiempos de desastre[17] y en tiempos de arrepentimiento por el pecado[18] o cuando oraban para que fuesen librados[19]. Cualquiera de estas puede haber sido la razón por la cual el rey decidió vestirlo en esta crisis.
No se nos cuenta por qué estaba tan enfadado con Eliseo, pero no es difícil adivinar la razón. Eliseo, quien tenía el poder de advertirle cuando venía una invasión siria, para que la pudiera frustrar, no había prevenido ésta; también tenía la habilidad de multiplicar aceite y pan, pero no la había utilizado para evitar la hambruna.
Un cambio de gobierno está indicado en 2 Reyes 6.32. Durante el sitio de Samaria anterior “todos los ancianos del país”[20] se habían reunido alrededor del rey. Ahora, en una variación de esa escena, encontramos a los ancianos reunidos en la casa de Eliseo. Se reconocía que el verdadero liderazgo reposaba con el profeta y no con el rey, ni el nombre del cual se menciona, como si no fuese importante su identidad.
Algunas versiones de 2 Reyes 6.33 en hebreo dicen que el mensajero del rey y no el rey mismo descendió a la casa de Eliseo[21] y las palabras citadas son las del rey pero transmitidas por el mensajero. La actitud del rey se entiende pero es incorrecta; porque si el mal provenía de Adonay esa no era razón para no pedirle ayuda. Lo que es más, era una actitud que llevaba a una desesperación más profunda porque, como lo sabía muy bien el rey, no había nada que él pudiera hacer. Si Dios no nos ayuda en esos momentos, no habrá ninguna ayuda.
Eliseo respondió que la liberación estaba muy cerca. En 24 horas habría tanta comida que los precios iban a bajar dramáticamente. Lo que Eliseo da a entender aunque no lo dijo en tantas palabras es que el sitio terminaría. En 2 Reyes 7.2 se describe al mensajero como el comandante en cuyo brazo se apoyaba el rey, pero no en cuyo brazo se estaba apoyando el rey, porque el rey no estaba presente en esta escena, lo que significa que era el ayudante habitual del rey. Naamán utilizó una frase muy similar al describir su servicio al rey de Siria[22]. El escepticismo del hombre produjo la grave predicción sobre el final de su propia vida.
8) Samaria salvada otra vez.
El modo milagroso en que terminó el sitio se cuenta en 2 Reyes 7.6-7. Pero el pueblo de Samaria no se hubiese dado cuenta a tiempo de lo que había pasado si los marginados de la puerta de la ciudad no hubiesen echado su suerte con los sirios. Hay mucho suspenso en 2 Reyes 7.8 mientras nos preguntamos si las cuatro personas van a llevar las buenas noticias a la ciudad para salvar a la población muriendo de hambre. El rey estaba tan desesperado que todo lo que podía hacer era sospechar una trampa. Como en la historia de Naamán, un servidor es el que provee el buen consejo. Las provisiones que los sirios habían abandonado eran tantas que la profecía de Eliseo acerca del precio de la comida se cumplió y durante la estampida de gente que pasaba por la puerta de la ciudad, el asistente del rey se encontró con el fin predicho.
9) La tierra sunamita.
Hay varias señales aquí de que las historias de Eliseo no están en orden cronológico. Ya que esta historia tiene que ver con Giezi, que abandonó el servicio de Eliseo en 2 Reyes 5.27, debe haber ocurrido antes de la sanidad de Naamán. El hambre que Eliseo predice en 2 Reyes 7.1 es probablemente el mismo a través de la historia de 2 Reyes 4.38–41.
La historia muestra el cuidado continuo que Eliseo tiene por la mujer sunamita y su familia. La mujer actúa como cabeza de la familia, a lo mejor porque su marido, bastante viejo según 2 Reyes 4.14, ya murió para entonces. La manera en que el rey trata a la mujer cuando ella regresa muestra el gran respeto que tenía de Eliseo. Se ve ilustrado aquí también el cuidado providencial de Dios en el hecho de que Giezi contaba la historia del hijo de la mujer cuando ella vino a apelar al rey.
10) Ben-hadad es asesinado por Hazael.
La gran reputación de Eliseo en Siria se demuestra en la extraordinaria cortesía que Ben-hadad le muestra en 2 Reyes 8.9. En hebreo, la pregunta de Ben-hadad acerca de su enfermedad es muy parecida a la de Ocozías en 2 Reyes 1.2, lo cual nos invita a comparar los dos incidentes. Ambos reyes se dirigieron a dioses extranjeros para descubrir qué pasaría, pero mientras que el rey israelita buscó a Baal-zebub, el rey sirio fue al Dios de Israel.
El mensaje de Eliseo al rey enfermo en 2 Reyes 8.10 se puede leer de dos maneras muy diferentes: Una es “Ve y dile: 'Ciertamente usted sanará'; pero el SEÑOR me ha mostrado que ciertamente morirá”[23]; la otra es: “Ve y di, ’Ciertamente no vivirás’, porque el Señor me ha mostrado que de cierto morirá”. El problema es que en hebreo la palabra “no” y “a él” difieren muy poco. Aunque el texto principal contiene la primera manera, la segunda manera de leerla aparece en la nota marginal como la forma correcta de interpretarla. La mayoría de los traductores siguen la nota marginal en este caso porque la regla es que la lectura más difícil es más probable que sea la correcta. El cambio a “no” se puede explicar fácilmente diciendo que uno de los copiadores no quiso dar la impresión de que Eliseo había dicho una mentira. Un cambio en la dirección opuesta no se puede explicar tan fácilmente.
La razón para el mensaje falso queda oscura, pero 2 Reyes 8.10 probablemente expresa la tensión entre lo que Eliseo sabía acerca de la enfermedad de Ben-hadad y lo que sabía acerca de las intenciones de Hazael: La enfermedad misma no era de muerte, pero Beh-hadad iba a morir de todos modos porque Hazael pensaba matarlo y apoderarse del trono. Eliseo no dijo que Dios había escogido a Hazael para que fuese rey en lugar de Ben-hadad, solo que lo sería, y que haría sufrir mucho a Israel.
Sin embargo, no debemos olvidarnos que anteriormente Elías recibió instrucciones de ungir a Hazael como rey de Siria[24], y aunque nadie es ungido, en el pasaje actual se da a entender que en algún sentido esto cumple con las instrucciones. Por otro lado, las dos citas de Hazael tienen diferentes énfasis. En 1 Reyes 19.17 todo lo que haría sería tomar parte en remover el culto a Baal de Israel, mientras que en la visión de Elías y en los eventos siguientes, la opresión de Siria sobre Israel llegó al punto más devastador durante su reinado.
11) Joram, rey de Judá.
En 2 Reyes 8.16–29 encontramos el segundo intermedio que tiene que ver con Judá en medio del relato de la dinastía de Omri. El texto hebreo en 2 Reyes 8.16 sugiere que Josafat y su hijo Joram eran corregentes. Durante el reinado de Joram, la alianza de Josafat con Israel[25] produjo un fruto amargo en Judá. Los pecados de Joram, definidos en líneas generales diciendo el camino de los reyes de Israel, se refieren a su casamiento con la hija de Acab. Este versículo introduce, pero no nombra a Atalía, quien juega un papel principal en el capítulo 11. En 2 Reyes 8.19 suena como un eco de 1 Reyes 11.36 y 15.4 con la cita de la promesa de Dios de darle una lámpara a él, y a sus hijos, continuamente. Sin embargo, esta es la última vez que la promesa se menciona: Un hecho que, en vista de los acontecimientos en Judá más adelante, va a ser un mal anuncio.
El intento exitoso de Edom de independizarse y la rebelión de la ciudad de Libna[26] se deben entender como las consecuencias de la maldad de Joram, compare con la invasión de Sisac en el relato del reinado de Roboam[27].
12) Jehú y el fin de la dinastía de Omri.
a) Jehú es ungido rey de Israel.
Ahora que Hazael reinaba en Damasco solo quedaba por llevarse a cabo una de las instrucciones de Dios a Elías[28]. Una vez que eso fue hecho los eventos marcharon rápidamente al cumplimiento de la profecía de Elías acerca de la caída de la dinastía de Omri[29].
Por alguna razón Eliseo mismo no ungió a Jehú sino que envió a una persona anónima de la comunidad de los profetas para que lo hiciera. La instrucción en 2 Reyes 9.1 cíñete los lomos significa prepararse para alguna clase de actividad; aquí quiere decir que el profeta debía ponerse ropas adecuadas para la jornada. Jehú[30] no ha sido presentado anteriormente excepto en la instrucción a Elías[31], pero a medida que pasa la historia descubrimos que era el jefe del ejército de Israel, como también lo había sido Omri[32]. El ejército estaba defendiendo Ramot de Galaad, presumiblemente que después de haberla capturado como parte no informada de la campaña en 1 Reyes 22.
Las palabras del profeta recuerdan a las de Elías en 1 Reyes 21.21–23, pero añaden la nota de que Dios iba a vengar la sangre de sus siervos.
El entusiasmo de las tropas sugiere que la dinastía de Omri había perdido su popularidad. Era el tiempo maduro para un golpe de Estado.
b) Las muertes de Joram, Ocozías y Jezabel.
Con la información de la presencia de Joram y Ocozías en Jezreel debido a las heridas de Joram retoma el hilo del capítulo anterior y la acción se renueva en la parcela de Nabot de Jezreel. Después de la secuencia de preguntas repetidas tres veces, que nos recuerda a 2 Reyes 1.9–14, Jehú declara sus motivos. Al descubrir las intenciones de Jehú, Joram dio vuelta con su carro de manera muy parecida a como lo hizo Acab cuando fue herido en Ramot de Galaad[33]. El autor está recogiendo deliberadamente temas y motivos que han aparecido a través de la historia al acercarse a su clímax.
La manera en que Jehú mata al herido Joram mientras éste huye es despiadada y escandalosa, como también lo es su trato del cadáver de Joram[34]. Aunque Jehú cita una profecía anterior para justificar lo que ha hecho, es una profecía de la cual no sabíamos nada y nos deja con la curiosidad de saber si es auténtica o si es la obra conveniente de la imaginación de Jehú.
El profeta no mandó que se matase a Ocozías, rey de Judá aunque Jehú lo hace. Se presume que Jehú sintió que era justificable porque Ocozías era hijo de Atalía, nieta de Omri. Los detalles geográficos de estos versículos no están claros, pero es interesante que las fuerzas de Judá, los servidores de Ocozías, estuvieran apostadas en Meguido, Israel.
Por su parte, Jezabel, consciente de la dirección que estaban tomando los acontecimientos, enfrentó su muerte con un distanciamiento frío y hasta con un poco de humor irónico. Se pintó los ojos y se arregló el cabello, no porque pensaba seducir a Jehú, lo que dice demuestra eso, sino porque deseaba dejar esta vida con mucha elegancia. Sus primeras palabras repiten de nuevo la pregunta que se le hizo a Jehú en 2 Reyes 9.18-19 y 22, pero esta vez la pregunta fue intencionalmente irónica. Al llamar Zimri a Jehú le estaba haciendo recordar a otro jefe del ejército que había matado a su rey, pero siete días más tarde él mismo sufrió una horrible muerte[35].
Su muerte fue brutal y horrorosa. La manera deliberada en que los carros de Jehú la atropellaron sobrepasó la profecía de Elías[36], tal como la cita de la profecía que Jehú recordaba sobrepasó a la original en detalle y ferocidad. El hecho que Jehú pudo comer y beber mientras que los perros devoraban el cadáver hace resaltar su crueldad.
c) La matanza de los hijos y seguidores de Acab.
El texto hebreo parece tener un defecto al referirse a cartas enviadas a Jezreel en 2 Reyes 10.1, dado que Jehú ya estaba allí. El texto griego dice “a los principales de Jezreel, a los ancianos…”[37]. Probablemente esa fue la lectura original ya que tan solo un pequeño error al copiar la oración en hebreo podía producir la referencia a Jezreel.
Jehú desafió a los principales de Samaria a que eligiesen un sucesor de Joram que pudiera luchar para que la dinastía sobreviviera. Su objetivo final era la muerte de los 70 posibles sucesores, lo cual obtuvo por medio de violencia. La llegada a Jezreel de las cabezas de los hijos en canastas proveyó la horripilante prueba de que el hecho se había cometido.
La pregunta de Jehú en 2 Reyes 10.9 es difícil de interpretar. Parecería que estaba negando tener la responsabilidad directa por la matanza de los príncipes, pero no es claro a quién se la atribuía. Quizá con ella mantenía que tenía aprobación divina para todo lo que había hecho de modo que a la larga este derramamiento de sangre era la responsabilidad de Adonay, o culpaba a los principales de Samaria por esta atrocidad que les había forzado a cometer. Si el primer caso es correcto, su referencia a la profecía de Elías en 2 Reyes 10.10 sigue el mismo tema; si el segundo es correcto, menciona la profecía para apoyar la venganza de Samaria que estaba por conseguir. Sea lo que sea, el objetivo de Jehú fue ganar el apoyo del pueblo, que se supone se refiere a los ciudadanos de Jezreel y a los soldados apostados allí.
La próxima fase del derramamiento de sangre por Jehú fue la masacre de todos los parientes y seguidores de la familia real que quedaban en Jezreel. Después procedió a Samaria para repetir el mismo proceso allí. En camino encontró y mató a 42 parientes de Ocozías, rey de Judá. De capricho se le ocurrió matarlos aunque había ordenado a sus soldados que los tomaran vivos. A través de todo esto mantenía que su motivación era el celo por Adonay, una declaración que debemos sospechar en vista del desdeñoso uso de profecía para justificar sus atrocidades. Aunque se dice que al matar a la familia de Acab había actuado conforme a la palabra que Adonay había hablado a Elías, el veredicto final del autor acerca de Jehú pone todo esto en una perspectiva más amplia.
d) La matanza de los profetas de Baal.
El derramamiento de sangre continuó con la eliminación en toda Samaria de los que adoraban a Baal. Jehú los engañó al pretender que servía a Baal mucho más que Acab, después de todo nadie hubiera dicho que Acab había apoyado inquebrantablemente a la nueva religión, hasta le había puesto a dos de sus hijos nombres que contenían el nombre de Adonay, Joram y Ocozías. La purga religiosa en la cual se embarcó Jehú se llevó a cabo con su crueldad típica. Cuánto abarcó exactamente depende de si se toma literalmente la palabra hebrea “siervos”, en tal caso se da a entender que se eliminó completamente el culto de Baal. La otra posibilidad es que se traduzca “siervo” como ministro o profeta, en tal caso sólo eliminaron a los jefes del culto.
e) La evaluación de Jehú.
Los capítulos 9 y 10 proveen una imagen de Jehú bastante ambigua. Por un lado, actuó conforme a “la palabra que el SEÑOR había hablado a Elías”[38]; por el otro lado, hemos visto que parece que sobrepasó esa palabra y la manipulaba para que apoyase la exterminación brutal de cualquiera que se opusiese a él. Así que a pesar del éxito que tuvo en erradicar la adoración de Baal de Israel no se le describe como un personaje ejemplar sino como a una persona cuyos métodos estropearon lo bueno que pudo haber hecho. Tal como muchos líderes de revoluciones, se permitió excesos en su intento de eliminar la maldad que veía, mientras que cometía maldades propias. La manera en que maltrató la profecía también lo incluye en la clase de políticos sin escrúpulos que se otorgan a sí mismos una autoridad profética y justifican sus actos apelando a la voluntad de Dios.
Esto es solo implícito en la narrativa bíblica, pero también existe alguna crítica explícita en la evaluación del reinado de Jehú con la que concluye el autor. La aprobación que Dios da por lo que Jehú logró hacer es limitada; le prometió a Jehú una dinastía de cinco generaciones en total, su propio reinado más el de cuatro generaciones de descendientes: mucho más corta que la dinastía para siempre, el modelo de David, que se le prometió condicionalmente a Jeroboam[39]. Es significativo el hecho de que el profeta Oseas se refiriera al fin de la dinastía de Jehú mencionando castigos “por la sangre derramada en Jezreel”[40].
Lo que es más, Jehú declaró que poseía celo de Adonay pero cómo se le puede creer cuando fue en pos de los becerros de oro de Jeroboam. La desaprobación divina de su reinado está ilustrada en las victorias de Hazael, las que se describen como reducciones del territorio de Israel por Adonay. Finalmente, Jehú representa una triste ilustración del hecho de que el nombramiento divino y el ser ungido por un profeta no garantizan que el que los recibe estará a la altura del llamado de Dios.
[1] Josué 6.26.
[2] Betel quedaba cerca de Hai, donde Josué se mudó después de tomar Jericó (Josué 7.2).
[3] Las versiones Jerusalén y Septuaginta si hacen la traducción correcta.
[4] 1 Reyes 22.
[5] 1 Reyes 22.4; 2 Reyes 3.7.
[6] 1 Reyes 11.
[7] 1 Reyes 18.1-15.
[8] 2 Reyes 2.19-22.
[9] Levítico 25.39-41.
[10] 1 Reyes 17.13-16.
[11] Josué 19.18.
[12] Génesis 18.10.
[13] Génesis 18.20.
[14] 1 Reyes 17.
[15] Un título del dios sirio Hadad.
[16] 2 Reyes 2.3, 5, 15-18; 4.38.
[17] Lamentaciones 2.10.
[18] 1 Reyes 21.27.
[19] 2 Reyes 19.1-2.
[20] 1 Reyes 20.7. NBLH
[21] Las BAD, DHH, KJV, NBLH, NM, RV1865, RV60, RV95, RV2000, RVA, Septuaginta y SSE dicen que fue el mensajero del rey. BL95, CAB, JER y NC dicen que fue el rey.
[22] 2 Reyes 5.18.
[23] NBLH
[24] 1 Reyes 19.15.
[25] 1 Reyes 3.7; 22.4.
[26] Se presume que fue en contra de los filisteos, ya que quedaba cerca de la frontera de Judá y Filistea.
[27] 1 Reyes 14.25-28.
[28] 1 Reyes 19.15-16.
[29] 1 Reyes 21.20-28.
[30] No se le debe confundir con el profeta Jehú en 1 Reyes 16.1–7.
[31] 1 Reyes 19.16.
[32] 1 Reyes 16.16.
[33] 1 Reyes 22.34.
[34] Deuteronomio 21.22-23; 2 Samuel 21.10-14.
[35] 1 Reyes 16.9-19.
[36] 1 Reyes 21.23.
[37] SSE
[38] 2 Reyes 10.17. NBLH
[39] 1 Reyes 11.39.
[40] Oseas 1.4. NBLH