Los Evangelios Sinópticos
A. ¿Por qué cuatro Evangelios?
Del elevado número de evangelios escritos en la Antigüedad, solo cuatro fueron aceptados por la Iglesia y considerados canónicos. No se sabe a ciencia cierta dónde y cuándo llegaron estos documentos al público por primera vez. Las citas más tempranas del material de los Evangelios aparecen en las epístolas de Ignacio, la Epístola de Bernabé, las Enseñanzas de los Doce Apóstoles y la Epístola de Policarpo. Todas ellas están relacionadas con Antioquía de Siria y sus citas o referencias tienen un parecido mayor con el texto de Mateo que con cualquier otro Evangelio. Si, como dijo Papías, Mateo fue escrito para la iglesia hebrea o aramea en Jerusalén, pudo haber sido la base de una edición griega emitida en Antioquía durante el desarrollo de la iglesia gentil en esa ciudad. Por lo tanto, habría entrado en circulación en algún momento después del 50 d.C., y antes de la destrucción de Jerusalén en el 70.
Al divulgarse el primer Evangelio, aproximadamente en el 69 d.C., otras comunidades, poseedoras de tradiciones complementarias, quisieron escribir sus propios Evangelios. Se han preservado varios fragmentos de este período, tanto de los los evangelios canónicos como de otras fuentes escritas.
1. Los relatos no-canónicos.
a. Josefo y otros no cristianos.
Sus escritos no tienen mucho valor a la hora de saber los detalles de la vida de Jesús, salvo para confirmar la historicidad de Jesús. También nos hablan del entorno histórico de la época neotestamentaria.
b. Los judeo-cristianos.
Evangelio de los nazarenos, Evangelio ebionita, Evangelio según los hebreos, etc. Se centran en el nacimiento y muerte de Jesús.
c. Los gnósticos.
Evangelio de Tomás, Evangelio de la verdad, Evangelio de Felipe, etc., que pretenden contener una enseñanza secreta de Jesús.
d. Las ágrafas.
Significa “no escrito”. Son dichos atribuidos al Señor Jesús que están conservados en varios documentos pero no en los cuatro evangelios canónicos. En Hechos 20.35 tenemos un ejemplo.
2. Evaluación.
a. Es muy probable que contienen datos históricos, de hecho a veces coinciden con los evangelios canónicos.
b. Algunos son de carácter fantasioso, y otros fueron escritos para promover una doctrina no ortodoxa.
c. Por no haber sido inspirados por el Espíritu Santo no arrojan mucha luz sobre los relatos canónicos.
d. Nos dicen lo que algunos grupos dentro de la cristiandad primitiva enseñaban sobre Jesús.
En los años siguientes, cerca del 71 al 75, surgieron los Evangelios de Mateo y de Lucas que incorporaron tanto el bosquejo como mucho material tomado de Marcos. Además, estos complementaron, con múltiples ejemplos de la enseñanza de Jesús, la intensa actividad escasamente descrita en Marcos.
Ireneo[1], contemporáneo de Clemente, afirmó que Marcos entregó la predicación de Simón por escrito después de su muerte. Si el Evangelio de Marcos representa las memorias de Simón, es posible que su contenido no se haya fijado en forma literaria sino hasta el 65 d.C. o más tarde, y se tomó como meta establecer como canónicos estos cuatro evangelios, hacia el año 185. En su obra más importante, “Adversus Haereses”, Ireneo criticó con dureza tanto a las comunidades cristianas que hacían uso de un solo evangelio, el de Mateo, como a los que aceptaban varios de los que hoy son considerados como evangelios apócrifos, como la secta gnóstica de los valentinianos. Ireneo afirmó que los cuatro evangelios por él defendidos eran los cuatro pilares de la Iglesia. “No es posible que puedan ser ni más ni menos de cuatro”, declaró, presentando como lógica la analogía con los cuatro puntos cardinales, o los cuatro vientos. Para ilustrar su punto de vista, utilizó una imagen, tomada de Ezequiel 1, del trono de Dios flanqueado por cuatro criaturas con rostros de diferentes animales: Hombre, león, toro y águila, que están en el origen de los símbolos de los cuatro evangelistas en la iconografía cristiana.
El término evangelios sinópticos es utilizado para hacer referencia a tres de estos evangelios canónicos, en concreto los de Mateo, Marcos y Lucas, entre los cuales existen grandes afinidades. El término sinóptico proviene de los formantes griegos συν “syn”, “junto” y οψις “opsis”, “ver”; la palabra “sinóptico” indica que los contenidos de estos tres evangelios pueden ser dispuestos para ser “vistos juntos”, bien en columnas verticales paralelas, bien en sentido horizontal.
Al parecer, Agustín de Hipona fue el primero en comentar el parecido entre los Evangelios sinópticos. En su obra “De Consensus Evangelistarum” sugirió que Mateo había sido el primero y que Marcos era una abreviación de Mateo. Dijo además que Lucas era el más reciente de los Evangelios. Las similitudes entre los sinópticos suscitaron el llamado problema sinóptico, es decir, la cuestión acerca de qué relación hay entre ellos. En la actualidad la más aceptada es la teoría de las dos fuentes, según la cual los evangelios de Mateo y de Lucas se basaron en el de Marcos y en otra fuente desconocida, denominada fuente Q[2], consistente sobre todo en dichos de Jesús.
3. Su necesidad.
a. Diferencias en la tradición.
1) Una tradición oral produce muchas versiones en poco tiempo.
2) Aunque el relato escrito congela el proceso de evolución de una tradición en un momento determinado, representa sólo una perspectiva.
3) Un testimonio autoritario y fiable se hizo más necesario con la desaparición de los testigos oculares.
b. Error Cristológico.
Además de escribir relatos sobre la vida de Cristo que apoyaban sus distinciones doctrinales, los distintos grupos cismáticos adoptaban un evangelio de los canónicos que pensaban que estaba en simpatía con sus doctrinas o que se podría construir así. Por eso eran necesarios los distintos enfoques de los evangelistas.
c. La supervivencia del mundo.
1) Los primeros cristianos esperaban la Segunda Venida en la primera generación del cristianismo, pero con el paso del tiempo era evidente que se podría posponer más tiempo.
2) No se debe sobrevalorar la importancia de este punto, ya que no debemos pensar que los evangelios fueran escritos para contrarrestar su vergüenza sobre la falta de cumplimiento de la prometida vuelta de Jesús.
d. La expansión de la Iglesia.
1) Falta de supervisión apostólica.
2) Peligro de sincretismo[3].
3) Dificultades de unidad.
B. Autoría de los Evangelios canónicos.
Tradicionalmente se atribuye la autoría de los evangelios a Mateo, apóstol de Jesús, a Marcos discípulo de Simón, a Lucas, médico de origen sirio discípulo de Pablo de Tarso y a Juan apóstol de Jesús. Sin embargo, hasta hoy no ha sido determinada aun la autoría real de cada evangelio.
Los estudiosos bíblicos modernos indican que posiblemente estos libros, al igual que otros del Nuevo Testamento, son de autores desconocidos que utilizaron ya bien las tradiciones o documentos previos del autor a quien se le acredita el libro, y al momento de escribir su edición definitiva, utilizando una costumbre literaria de la antigüedad, lo hicieron bajo el nombre del personaje cuyos relatos ellos recogieron, lo que se conoce como pseudografía. Sin embargo, a pesar de estas teorías pseudos-modernas, la inmensa mayoría de los investigadores de la actualidad, afirman sin lugar a dudas que los verdaderos autores de los Evangelios fueron efectivamente aquellos que siempre se supusieron serlo.
No obstante, a pesar de las dudas razonables que se plantean, hay fortísima evidencia interna apuntando inequívocamente que los cuatro autores fueron de hecho testigos directos de los hechos que narran. Analizando los textos se descubren pequeños detalles de narración que de ninguna manera serían incluidos sino por quien escribe recordando lo que vio y escuchó.
Y si bien, los Evangelios no nos dicen expresamente quién fue cada autor; sí lo hacen claramente de forma implícita. Los Evangelios incluyen palabras de Jesús anunciando que sus discípulos serían sus testigos: Que darían testimonio de sus palabras y hechos, que es lo que los Evangelios son. Y además, se descubre que cada autor se ha incluido a sí mismo en su propio relato de forma anónima, pero también en una forma en que ninguno de los otros tres hace.
Así, el autor del Evangelios según Juan es “el discípulo amado”. ¿Quién era este? Eso se hace evidente porque en todo ese Evangelios no se nombra al apóstol Juan, quien es en realidad mencionado, por sí mismo, con ese epíteto.
El autor del Evangelio según Mateo, es el publicano sentado a la banca de los tributos. Él no se menciona a sí mismo, pero los otros Evangelios lo identifican como Leví o Mateo. También sus propios discípulos incluirán de forma tardía el nombre de Mateo en el relato de ese Evangelios.
De forma similar no se nombra en los Evangelios, como no se nombra en el libro de Hechos de los Apóstoles, indiscutiblemente de su autoría, queda claro que él es “el médico amado” de Macedonia.
También Marcos se mantiene anónimo en el Evangelio según Marcos, pero es claramente Juan Marcos, quien acompañara a Pablo y Bernabé en su primer viaje.
C. Fechas de los Evangelios.
No hay acuerdo acerca de las fechas exactas en que fueron redactados. La mayoría de los expertos considera que los Evangelios fueron redactados en la segunda mitad del siglo I d.C., alrededor de medio siglo después de la muerte de Jesús de Nazaret, aunque muchos expertos consideran que fueron redactados antes de la destrucción del Templo de Jerusalén.
También existe una minoría que propone que los evangelios fueron redactados tras la destrucción definitiva de Jerusalén durante el reinado de Adriano.
Las fechas más aceptadas son:
Marcos: Cerca del 50 d.C.
Lucas: Entre el 58 y el 61 d.C.
Mateo: Entre el 70 y el 80 d.C., aunque algunos autores, que no aceptan la prioridad de Marcos, sitúan su redacción en una fecha anterior al año 70.
Juan: Entre el 90 y el 95 d.C.
Estas fechas están basadas en el análisis de los textos y su relación con otras fuentes. Esto induce a error ya que se parte de una tesis escéptica.
En cuanto a la información que nos proporciona la arqueología, el manuscrito más antiguo de los evangelios es el llamado “Papiro P52”, que contiene gran parte del Evangelio de Juan y, según los papirólogos, es de la primera mitad del siglo II, aunque no existe consenso acerca de la fecha exacta, habiendo quienes retrasan su datación al primer cuarto del siglo II y quienes consideran que es del segundo cuarto. De todos modos es extraordinario el brevísimo lapso que separa al manuscrito original de Juan con la copia sobreviviente más antigua. Y esto se constata, en menor proporción, en todos los Evangelios cuyas copias más antiguas guardan menos de un siglo con el original.
D. Hipótesis del problema sinóptico.
La crítica de las fuentes ha realizado desde el siglo pasado vigorosos intentos para resolver el problema sinóptico: Aclarar cuál fue el primer Evangelio y cómo y por qué los otros evangelistas lo copiaron. Se presentan a continuación cinco de las principales hipótesis al respecto.
1. Diversas hipótesis que afirman la existencia de una sola fuente.
Papías, uno de los llamados “Padres de la Iglesia”, escribió en el siglo II algo que es citado por Eusebio: “Mateo escribió ciertamente los oráculos divinos en lengua hebrea; cada cual los interpretó como mejor pudo”[4]. Esto parecería indicar que los tres evangelistas usaron como base el Evangelio de Mateo, en arameo. A fines del siglo XVIII, G. E. Lessing sugirió que los sinópticos se basaban en un Evangelio arameo que luego se había perdido. En 1794, J. G. Eichhorn le dio carácter científico a esta hipótesis del Evangelio original. Los investigadores suelen rechazar hoy esta posición, porque muchos de los pasajes son de tal naturaleza que deben haber tenido una fuente griega y no aramea.
La hipótesis de Griesbach, presentada por J. J. Griesbach en estudios publicados en 1766, presentó su sinopsis sobre los tres evangelios, organizando las partes comunes entre ellos en un formato de columnas y afirma que la secuencia es Mateo, Lucas, Marcos. El estudio de Griesbach ganó popularidad en el ambiente académico, lo que llevó a llamar a los 3 evangelios “los sinópticos”. Esta hipótesis predominó entre los críticos de mediados del siglo XIX y fue apoyada por la Escuela de Tubinga. Entre 1970 y 1980 algunos críticos adoptaron una versión modificada de esta hipótesis.
La “hipótesis de Lachmann” fue publicada en 1835 por C. Lachmann, quien señaló que Mateo y Lucas concuerdan entre sí en secuencia solo cuando los dos tienen el mismo orden de Marcos. Por esto afirmó que Marcos fue el primero, y sugirió la secuencia Marcos, Mateo, Lucas. La prioridad de Marcos, el uso de Marcos como base para Mateo y Lucas, ha sido sostenida por muchos eruditos, quienes difieren entre sí en cuanto a los detalles de la teoría.
2. Hipótesis que afirma la existencia de dos fuentes.
En 1838, H. Weisse modificó la hipótesis de Lachmann al afirmar que había dos fuentes: Marcos y la logía. Algunos han dicho que la logía equivale al documento arameo mencionado por Papías. Como los investigadores reconocen que no pueden señalar específicamente cuál es esta fuente, han preferido llamarla Q o Quelle. Esta hipótesis ha tenido mucho apoyo, pero ha sufrido muchas modificaciones.
3. Hipótesis que afirma la existencia de cuatro fuentes.
En 1924, B. H. Streeter propuso una amplificación de la hipótesis de las dos fuentes, que podría explicar la existencia de materiales en Mateo y Lucas que no parecen ser de Marcos ni de Q. Identificó cuatro fuentes, las cuales pensaba que se habían originado en cuatro centros de la antigua Iglesia Cristiana: Marcos, en Roma; Q, en Antioquía; L, materiales que solo aparecen en Lucas, de Cesarea; y M, materiales que solo aparecen en Mateo, de Jerusalén. La hipótesis de Streeter no ha recibido general aceptación, sin embargo, los investigadores concuerdan en que se perciben cuatro tipos diferentes de materiales en los Evangelios sinópticos.
4. Diversas hipótesis que afirman la existencia de fuentes múltiples.
Los que aceptan la prioridad de Marcos, ya sea en la hipótesis de dos o de cuatro fuentes, aún tienen dificultad para explicar las concordancias menores entre Mateo y Lucas, cuando éstas difieren de Marcos. Esto ha llevado a teorías divergentes en cuanto a la existencia de fuentes múltiples. Algunos investigadores han sugerido una teoría “fragmentaria”, según la cual los evangelistas habrían tomado de diversos escritos de la vida de Jesús. Se considera que Lucas l.1 es evidencia de la existencia de tales relatos de la vida de Jesús.
5. Hipótesis de la fuente aramea.
Charles Cutler Torrey publicó en 1933 su teoría de que todos los Evangelios originalmente fueron escritos en arameo. Argumentó que hay muchas traducciones erróneas en los Evangelios en griego, que solo pueden corregirse si se los vuelve a traducir al arameo. Aunque la hipótesis de Torrey atrajo mucha atención, no ha convencido a muchos investigadores, quienes han quedado consternados por la falta de acuerdo entre los seguidores de Torrey en cuanto a cuáles son las traducciones erróneas. Joachim Jeremías intentó en la década de 1950 recuperar las mismísimas palabras de Cristo, reconstruyendo del griego el arameo original hablado por Jesús. M. Black sugirió en 1967 que una fuente en la cual estaban los dichos de Jesús, ya sea en forma escrita u oral, sirvió de fuente para los Evangelios sinópticos. Debido al descubrimiento de cartas y documentos escritos en Galilea en tiempos del Nuevo Testamento, hoy hay menos entusiasmo por probar que los Evangelios originales fueron escritos en arameo. En verdad, algunos han sugerido que Cristo mismo hablaba el griego, y que parte de su enseñanza y de su predicación fue en griego.
[1] Nació en el 130 y murió en el 202 d.C.
[2] Quelle, fuente en alemán.
[3] Sincretismo hace referencia al sistema filosófico integrado por elementos que son fruto de la unión y conciliación de doctrinas distintas. Comúnmente se entiende que estas uniones no guardan una coherencia sustancial. También se utiliza en alusión a la cultura o la religión para resaltar su carácter de fusión y asimilación de elementos diferentes.
[4] Historia eclesiástica III.39.16.
Del elevado número de evangelios escritos en la Antigüedad, solo cuatro fueron aceptados por la Iglesia y considerados canónicos. No se sabe a ciencia cierta dónde y cuándo llegaron estos documentos al público por primera vez. Las citas más tempranas del material de los Evangelios aparecen en las epístolas de Ignacio, la Epístola de Bernabé, las Enseñanzas de los Doce Apóstoles y la Epístola de Policarpo. Todas ellas están relacionadas con Antioquía de Siria y sus citas o referencias tienen un parecido mayor con el texto de Mateo que con cualquier otro Evangelio. Si, como dijo Papías, Mateo fue escrito para la iglesia hebrea o aramea en Jerusalén, pudo haber sido la base de una edición griega emitida en Antioquía durante el desarrollo de la iglesia gentil en esa ciudad. Por lo tanto, habría entrado en circulación en algún momento después del 50 d.C., y antes de la destrucción de Jerusalén en el 70.
Al divulgarse el primer Evangelio, aproximadamente en el 69 d.C., otras comunidades, poseedoras de tradiciones complementarias, quisieron escribir sus propios Evangelios. Se han preservado varios fragmentos de este período, tanto de los los evangelios canónicos como de otras fuentes escritas.
1. Los relatos no-canónicos.
a. Josefo y otros no cristianos.
Sus escritos no tienen mucho valor a la hora de saber los detalles de la vida de Jesús, salvo para confirmar la historicidad de Jesús. También nos hablan del entorno histórico de la época neotestamentaria.
b. Los judeo-cristianos.
Evangelio de los nazarenos, Evangelio ebionita, Evangelio según los hebreos, etc. Se centran en el nacimiento y muerte de Jesús.
c. Los gnósticos.
Evangelio de Tomás, Evangelio de la verdad, Evangelio de Felipe, etc., que pretenden contener una enseñanza secreta de Jesús.
d. Las ágrafas.
Significa “no escrito”. Son dichos atribuidos al Señor Jesús que están conservados en varios documentos pero no en los cuatro evangelios canónicos. En Hechos 20.35 tenemos un ejemplo.
2. Evaluación.
a. Es muy probable que contienen datos históricos, de hecho a veces coinciden con los evangelios canónicos.
b. Algunos son de carácter fantasioso, y otros fueron escritos para promover una doctrina no ortodoxa.
c. Por no haber sido inspirados por el Espíritu Santo no arrojan mucha luz sobre los relatos canónicos.
d. Nos dicen lo que algunos grupos dentro de la cristiandad primitiva enseñaban sobre Jesús.
En los años siguientes, cerca del 71 al 75, surgieron los Evangelios de Mateo y de Lucas que incorporaron tanto el bosquejo como mucho material tomado de Marcos. Además, estos complementaron, con múltiples ejemplos de la enseñanza de Jesús, la intensa actividad escasamente descrita en Marcos.
Ireneo[1], contemporáneo de Clemente, afirmó que Marcos entregó la predicación de Simón por escrito después de su muerte. Si el Evangelio de Marcos representa las memorias de Simón, es posible que su contenido no se haya fijado en forma literaria sino hasta el 65 d.C. o más tarde, y se tomó como meta establecer como canónicos estos cuatro evangelios, hacia el año 185. En su obra más importante, “Adversus Haereses”, Ireneo criticó con dureza tanto a las comunidades cristianas que hacían uso de un solo evangelio, el de Mateo, como a los que aceptaban varios de los que hoy son considerados como evangelios apócrifos, como la secta gnóstica de los valentinianos. Ireneo afirmó que los cuatro evangelios por él defendidos eran los cuatro pilares de la Iglesia. “No es posible que puedan ser ni más ni menos de cuatro”, declaró, presentando como lógica la analogía con los cuatro puntos cardinales, o los cuatro vientos. Para ilustrar su punto de vista, utilizó una imagen, tomada de Ezequiel 1, del trono de Dios flanqueado por cuatro criaturas con rostros de diferentes animales: Hombre, león, toro y águila, que están en el origen de los símbolos de los cuatro evangelistas en la iconografía cristiana.
El término evangelios sinópticos es utilizado para hacer referencia a tres de estos evangelios canónicos, en concreto los de Mateo, Marcos y Lucas, entre los cuales existen grandes afinidades. El término sinóptico proviene de los formantes griegos συν “syn”, “junto” y οψις “opsis”, “ver”; la palabra “sinóptico” indica que los contenidos de estos tres evangelios pueden ser dispuestos para ser “vistos juntos”, bien en columnas verticales paralelas, bien en sentido horizontal.
Al parecer, Agustín de Hipona fue el primero en comentar el parecido entre los Evangelios sinópticos. En su obra “De Consensus Evangelistarum” sugirió que Mateo había sido el primero y que Marcos era una abreviación de Mateo. Dijo además que Lucas era el más reciente de los Evangelios. Las similitudes entre los sinópticos suscitaron el llamado problema sinóptico, es decir, la cuestión acerca de qué relación hay entre ellos. En la actualidad la más aceptada es la teoría de las dos fuentes, según la cual los evangelios de Mateo y de Lucas se basaron en el de Marcos y en otra fuente desconocida, denominada fuente Q[2], consistente sobre todo en dichos de Jesús.
3. Su necesidad.
a. Diferencias en la tradición.
1) Una tradición oral produce muchas versiones en poco tiempo.
2) Aunque el relato escrito congela el proceso de evolución de una tradición en un momento determinado, representa sólo una perspectiva.
3) Un testimonio autoritario y fiable se hizo más necesario con la desaparición de los testigos oculares.
b. Error Cristológico.
Además de escribir relatos sobre la vida de Cristo que apoyaban sus distinciones doctrinales, los distintos grupos cismáticos adoptaban un evangelio de los canónicos que pensaban que estaba en simpatía con sus doctrinas o que se podría construir así. Por eso eran necesarios los distintos enfoques de los evangelistas.
c. La supervivencia del mundo.
1) Los primeros cristianos esperaban la Segunda Venida en la primera generación del cristianismo, pero con el paso del tiempo era evidente que se podría posponer más tiempo.
2) No se debe sobrevalorar la importancia de este punto, ya que no debemos pensar que los evangelios fueran escritos para contrarrestar su vergüenza sobre la falta de cumplimiento de la prometida vuelta de Jesús.
d. La expansión de la Iglesia.
1) Falta de supervisión apostólica.
2) Peligro de sincretismo[3].
3) Dificultades de unidad.
B. Autoría de los Evangelios canónicos.
Tradicionalmente se atribuye la autoría de los evangelios a Mateo, apóstol de Jesús, a Marcos discípulo de Simón, a Lucas, médico de origen sirio discípulo de Pablo de Tarso y a Juan apóstol de Jesús. Sin embargo, hasta hoy no ha sido determinada aun la autoría real de cada evangelio.
Los estudiosos bíblicos modernos indican que posiblemente estos libros, al igual que otros del Nuevo Testamento, son de autores desconocidos que utilizaron ya bien las tradiciones o documentos previos del autor a quien se le acredita el libro, y al momento de escribir su edición definitiva, utilizando una costumbre literaria de la antigüedad, lo hicieron bajo el nombre del personaje cuyos relatos ellos recogieron, lo que se conoce como pseudografía. Sin embargo, a pesar de estas teorías pseudos-modernas, la inmensa mayoría de los investigadores de la actualidad, afirman sin lugar a dudas que los verdaderos autores de los Evangelios fueron efectivamente aquellos que siempre se supusieron serlo.
No obstante, a pesar de las dudas razonables que se plantean, hay fortísima evidencia interna apuntando inequívocamente que los cuatro autores fueron de hecho testigos directos de los hechos que narran. Analizando los textos se descubren pequeños detalles de narración que de ninguna manera serían incluidos sino por quien escribe recordando lo que vio y escuchó.
Y si bien, los Evangelios no nos dicen expresamente quién fue cada autor; sí lo hacen claramente de forma implícita. Los Evangelios incluyen palabras de Jesús anunciando que sus discípulos serían sus testigos: Que darían testimonio de sus palabras y hechos, que es lo que los Evangelios son. Y además, se descubre que cada autor se ha incluido a sí mismo en su propio relato de forma anónima, pero también en una forma en que ninguno de los otros tres hace.
Así, el autor del Evangelios según Juan es “el discípulo amado”. ¿Quién era este? Eso se hace evidente porque en todo ese Evangelios no se nombra al apóstol Juan, quien es en realidad mencionado, por sí mismo, con ese epíteto.
El autor del Evangelio según Mateo, es el publicano sentado a la banca de los tributos. Él no se menciona a sí mismo, pero los otros Evangelios lo identifican como Leví o Mateo. También sus propios discípulos incluirán de forma tardía el nombre de Mateo en el relato de ese Evangelios.
De forma similar no se nombra en los Evangelios, como no se nombra en el libro de Hechos de los Apóstoles, indiscutiblemente de su autoría, queda claro que él es “el médico amado” de Macedonia.
También Marcos se mantiene anónimo en el Evangelio según Marcos, pero es claramente Juan Marcos, quien acompañara a Pablo y Bernabé en su primer viaje.
C. Fechas de los Evangelios.
No hay acuerdo acerca de las fechas exactas en que fueron redactados. La mayoría de los expertos considera que los Evangelios fueron redactados en la segunda mitad del siglo I d.C., alrededor de medio siglo después de la muerte de Jesús de Nazaret, aunque muchos expertos consideran que fueron redactados antes de la destrucción del Templo de Jerusalén.
También existe una minoría que propone que los evangelios fueron redactados tras la destrucción definitiva de Jerusalén durante el reinado de Adriano.
Las fechas más aceptadas son:
Marcos: Cerca del 50 d.C.
Lucas: Entre el 58 y el 61 d.C.
Mateo: Entre el 70 y el 80 d.C., aunque algunos autores, que no aceptan la prioridad de Marcos, sitúan su redacción en una fecha anterior al año 70.
Juan: Entre el 90 y el 95 d.C.
Estas fechas están basadas en el análisis de los textos y su relación con otras fuentes. Esto induce a error ya que se parte de una tesis escéptica.
En cuanto a la información que nos proporciona la arqueología, el manuscrito más antiguo de los evangelios es el llamado “Papiro P52”, que contiene gran parte del Evangelio de Juan y, según los papirólogos, es de la primera mitad del siglo II, aunque no existe consenso acerca de la fecha exacta, habiendo quienes retrasan su datación al primer cuarto del siglo II y quienes consideran que es del segundo cuarto. De todos modos es extraordinario el brevísimo lapso que separa al manuscrito original de Juan con la copia sobreviviente más antigua. Y esto se constata, en menor proporción, en todos los Evangelios cuyas copias más antiguas guardan menos de un siglo con el original.
D. Hipótesis del problema sinóptico.
La crítica de las fuentes ha realizado desde el siglo pasado vigorosos intentos para resolver el problema sinóptico: Aclarar cuál fue el primer Evangelio y cómo y por qué los otros evangelistas lo copiaron. Se presentan a continuación cinco de las principales hipótesis al respecto.
1. Diversas hipótesis que afirman la existencia de una sola fuente.
Papías, uno de los llamados “Padres de la Iglesia”, escribió en el siglo II algo que es citado por Eusebio: “Mateo escribió ciertamente los oráculos divinos en lengua hebrea; cada cual los interpretó como mejor pudo”[4]. Esto parecería indicar que los tres evangelistas usaron como base el Evangelio de Mateo, en arameo. A fines del siglo XVIII, G. E. Lessing sugirió que los sinópticos se basaban en un Evangelio arameo que luego se había perdido. En 1794, J. G. Eichhorn le dio carácter científico a esta hipótesis del Evangelio original. Los investigadores suelen rechazar hoy esta posición, porque muchos de los pasajes son de tal naturaleza que deben haber tenido una fuente griega y no aramea.
La hipótesis de Griesbach, presentada por J. J. Griesbach en estudios publicados en 1766, presentó su sinopsis sobre los tres evangelios, organizando las partes comunes entre ellos en un formato de columnas y afirma que la secuencia es Mateo, Lucas, Marcos. El estudio de Griesbach ganó popularidad en el ambiente académico, lo que llevó a llamar a los 3 evangelios “los sinópticos”. Esta hipótesis predominó entre los críticos de mediados del siglo XIX y fue apoyada por la Escuela de Tubinga. Entre 1970 y 1980 algunos críticos adoptaron una versión modificada de esta hipótesis.
La “hipótesis de Lachmann” fue publicada en 1835 por C. Lachmann, quien señaló que Mateo y Lucas concuerdan entre sí en secuencia solo cuando los dos tienen el mismo orden de Marcos. Por esto afirmó que Marcos fue el primero, y sugirió la secuencia Marcos, Mateo, Lucas. La prioridad de Marcos, el uso de Marcos como base para Mateo y Lucas, ha sido sostenida por muchos eruditos, quienes difieren entre sí en cuanto a los detalles de la teoría.
2. Hipótesis que afirma la existencia de dos fuentes.
En 1838, H. Weisse modificó la hipótesis de Lachmann al afirmar que había dos fuentes: Marcos y la logía. Algunos han dicho que la logía equivale al documento arameo mencionado por Papías. Como los investigadores reconocen que no pueden señalar específicamente cuál es esta fuente, han preferido llamarla Q o Quelle. Esta hipótesis ha tenido mucho apoyo, pero ha sufrido muchas modificaciones.
3. Hipótesis que afirma la existencia de cuatro fuentes.
En 1924, B. H. Streeter propuso una amplificación de la hipótesis de las dos fuentes, que podría explicar la existencia de materiales en Mateo y Lucas que no parecen ser de Marcos ni de Q. Identificó cuatro fuentes, las cuales pensaba que se habían originado en cuatro centros de la antigua Iglesia Cristiana: Marcos, en Roma; Q, en Antioquía; L, materiales que solo aparecen en Lucas, de Cesarea; y M, materiales que solo aparecen en Mateo, de Jerusalén. La hipótesis de Streeter no ha recibido general aceptación, sin embargo, los investigadores concuerdan en que se perciben cuatro tipos diferentes de materiales en los Evangelios sinópticos.
4. Diversas hipótesis que afirman la existencia de fuentes múltiples.
Los que aceptan la prioridad de Marcos, ya sea en la hipótesis de dos o de cuatro fuentes, aún tienen dificultad para explicar las concordancias menores entre Mateo y Lucas, cuando éstas difieren de Marcos. Esto ha llevado a teorías divergentes en cuanto a la existencia de fuentes múltiples. Algunos investigadores han sugerido una teoría “fragmentaria”, según la cual los evangelistas habrían tomado de diversos escritos de la vida de Jesús. Se considera que Lucas l.1 es evidencia de la existencia de tales relatos de la vida de Jesús.
5. Hipótesis de la fuente aramea.
Charles Cutler Torrey publicó en 1933 su teoría de que todos los Evangelios originalmente fueron escritos en arameo. Argumentó que hay muchas traducciones erróneas en los Evangelios en griego, que solo pueden corregirse si se los vuelve a traducir al arameo. Aunque la hipótesis de Torrey atrajo mucha atención, no ha convencido a muchos investigadores, quienes han quedado consternados por la falta de acuerdo entre los seguidores de Torrey en cuanto a cuáles son las traducciones erróneas. Joachim Jeremías intentó en la década de 1950 recuperar las mismísimas palabras de Cristo, reconstruyendo del griego el arameo original hablado por Jesús. M. Black sugirió en 1967 que una fuente en la cual estaban los dichos de Jesús, ya sea en forma escrita u oral, sirvió de fuente para los Evangelios sinópticos. Debido al descubrimiento de cartas y documentos escritos en Galilea en tiempos del Nuevo Testamento, hoy hay menos entusiasmo por probar que los Evangelios originales fueron escritos en arameo. En verdad, algunos han sugerido que Cristo mismo hablaba el griego, y que parte de su enseñanza y de su predicación fue en griego.
[1] Nació en el 130 y murió en el 202 d.C.
[2] Quelle, fuente en alemán.
[3] Sincretismo hace referencia al sistema filosófico integrado por elementos que son fruto de la unión y conciliación de doctrinas distintas. Comúnmente se entiende que estas uniones no guardan una coherencia sustancial. También se utiliza en alusión a la cultura o la religión para resaltar su carácter de fusión y asimilación de elementos diferentes.
[4] Historia eclesiástica III.39.16.