3. La
razón de no haberles visitado aún.
1.23-2.4 Al parecer, el capítulo 2 debiera de iniciar más bien en el versículo 23 del capítulo 1, ya que es aquí donde Pablo comienza su explicación del retraso para llegar a Corinto.
Para que no hubiese duda de que lo que hablaba era cierto, Pablo pone a Dios mismo por testigo, y ¿a quién mejor? Él había planeado ir a Corinto, pero toda la problemática que había en esa comunidad le llevó a cambiar de planes, porque de lo contrario su visita sería una de dolor, por lo que prefería que ellos recapacitaran y cambiaran su manera de actuar. Su decisión fue correcta, ya que algunas cosas fueron corregidas, aunque cuando Clemente les escribe a fines del siglo I parece que los corintios siguieron viviendo de la misma manera.
La historia está llena de ejemplos de personas que se han convertido en amos de quienes les siguen, lo cual demuestra lo alejados que ellos están del verdadero Evangelio. Pablo, por el contrario, estaba consciente de que Dios le había comisionado a hacer un trabajo en la Iglesia, pero este no tenía nada que ver con enseñorearse del pensamiento de los demás, y mucho menos de su fe. ¡Qué lamentable es que incluso entre los que han conocido la Palabra, algunos han llegado a corromperla y se han levantado sobre los demás imponiéndoles su voluntad! Es conocido bien la secta de la Iglesia que se hace llamar Iglesia de Cristo Internacional o Movimiento Bostoniano, que tienen como requisito estricto que cada discípulo obedezca a un formador de discípulos personal asignado, lo que crea un ambiente para el potencial abuso espiritual, físico y emocional. Muchos miembros anteriores de este movimiento han reportado que durante un tiempo se sintieron bajo gran presión sicológica para cumplir con los estándares y doctrinas. La utilización de la intimidación, el hostigamiento, e incluso de amenazas de condena eterna para controlar a los miembros que puedan estar en desacuerdo con las enseñanzas del movimiento o que fallen en estar a la altura de sus estándares morales legalistas, demandas de tiempo y expectativas financieras[1]. Pero no se crea que esto es algo nuevo, ya en el Nuevo Testamento se presenta a Diótrefes, quien prohibía y expulsaba a quienes él consideraba que no le convenían[2].
Por el contrario, Pablo se consideraba un colaborador de la Iglesia, con la misión de mantenerles llenos de gozo a todos aquellos que se mantenían firmes en la fe. Pero los falsos maestros que estaban en Corinto sí buscaban enseñorearse de los creyentes, infundiendo en ellos temores y enseñándoles doctrinas erradas.
Ya Pablo había enviado la primera carta en donde exhortaba a la Iglesia de Corinto a corregir lo deficiente, y sabía que si iba tan pronto estas correcciones no iban a haberse hecho, por lo que es probable que hubiese tenido que disciplinar a los que estaban actuando mal, lo que iba a causar no solo dolor en ellos, sino en el mismo Pablo, así que era mejor esperar.
¡Qué amor tan grande sentía Pablo por los corintios! He visto a muchos predicadores que pareciera que se gozan de disciplinar a los pecadores, pero Pablo se contristaba, y él mismo tuvo que escribirles para que cambiaran su actitud, lo que causó en ellos dolor, y este solo terminaría si ellos cambiaban de actitud, y esto traería gozo a Pablo.
Pablo tenía todo el derecho de ir a Corinto y disciplinar a los pecadores, sin embargo prefirió esperar para que ellos se arrepintieran, y así al llegar no tuviese que disgustarse delante de ellos. Si ellos actuaban correctamente y cambiaban lo malo, Pablo estaría gozoso, lo cual se reflejaría en ellos, y él sabía que ellos buscarían cambiar.
La actitud de ellos había causado mucho dolor en el corazón de Pablo. ¿No actúa así un padre cuando alguno de sus hijos se descarría? Este dolor le hace actuar escribiendo la exhortación que encontramos en la primera epístola.
Pablo lloraba a causa de la actitud de los corintios, pero no lo hacía para que ellos se sintieran tristes por una crítica destructiva, que es lo que estamos acostumbrados a escuchar, sino para que pudieran ver el gran amor que él les tenía, y por ello buscaba que ellos se corrigieran.
En la Iglesia he visto como se ha cortado de comunión a alguien por cualquier pecado, pero también he visto como se ha escondido de diferentes manera a ciertas personas que han caído en pecados graves como el adulterio, el robar, engañar a la Iglesia, estafa, etc., solo por el hecho de ser quienes ofrendan más, o son el predicador o alguno de sus familiares. Esto no demuestra amor, sino hipocresía, por lo que el que hace esto peca juntamente con el otro, porque la complicidad es pecado.
[1] http://es.4truth.net/fourtruthespbnew.aspx?pageid=8589983629
[2] 3 Juan 9-10.
1.23-2.4 Al parecer, el capítulo 2 debiera de iniciar más bien en el versículo 23 del capítulo 1, ya que es aquí donde Pablo comienza su explicación del retraso para llegar a Corinto.
Para que no hubiese duda de que lo que hablaba era cierto, Pablo pone a Dios mismo por testigo, y ¿a quién mejor? Él había planeado ir a Corinto, pero toda la problemática que había en esa comunidad le llevó a cambiar de planes, porque de lo contrario su visita sería una de dolor, por lo que prefería que ellos recapacitaran y cambiaran su manera de actuar. Su decisión fue correcta, ya que algunas cosas fueron corregidas, aunque cuando Clemente les escribe a fines del siglo I parece que los corintios siguieron viviendo de la misma manera.
La historia está llena de ejemplos de personas que se han convertido en amos de quienes les siguen, lo cual demuestra lo alejados que ellos están del verdadero Evangelio. Pablo, por el contrario, estaba consciente de que Dios le había comisionado a hacer un trabajo en la Iglesia, pero este no tenía nada que ver con enseñorearse del pensamiento de los demás, y mucho menos de su fe. ¡Qué lamentable es que incluso entre los que han conocido la Palabra, algunos han llegado a corromperla y se han levantado sobre los demás imponiéndoles su voluntad! Es conocido bien la secta de la Iglesia que se hace llamar Iglesia de Cristo Internacional o Movimiento Bostoniano, que tienen como requisito estricto que cada discípulo obedezca a un formador de discípulos personal asignado, lo que crea un ambiente para el potencial abuso espiritual, físico y emocional. Muchos miembros anteriores de este movimiento han reportado que durante un tiempo se sintieron bajo gran presión sicológica para cumplir con los estándares y doctrinas. La utilización de la intimidación, el hostigamiento, e incluso de amenazas de condena eterna para controlar a los miembros que puedan estar en desacuerdo con las enseñanzas del movimiento o que fallen en estar a la altura de sus estándares morales legalistas, demandas de tiempo y expectativas financieras[1]. Pero no se crea que esto es algo nuevo, ya en el Nuevo Testamento se presenta a Diótrefes, quien prohibía y expulsaba a quienes él consideraba que no le convenían[2].
Por el contrario, Pablo se consideraba un colaborador de la Iglesia, con la misión de mantenerles llenos de gozo a todos aquellos que se mantenían firmes en la fe. Pero los falsos maestros que estaban en Corinto sí buscaban enseñorearse de los creyentes, infundiendo en ellos temores y enseñándoles doctrinas erradas.
Ya Pablo había enviado la primera carta en donde exhortaba a la Iglesia de Corinto a corregir lo deficiente, y sabía que si iba tan pronto estas correcciones no iban a haberse hecho, por lo que es probable que hubiese tenido que disciplinar a los que estaban actuando mal, lo que iba a causar no solo dolor en ellos, sino en el mismo Pablo, así que era mejor esperar.
¡Qué amor tan grande sentía Pablo por los corintios! He visto a muchos predicadores que pareciera que se gozan de disciplinar a los pecadores, pero Pablo se contristaba, y él mismo tuvo que escribirles para que cambiaran su actitud, lo que causó en ellos dolor, y este solo terminaría si ellos cambiaban de actitud, y esto traería gozo a Pablo.
Pablo tenía todo el derecho de ir a Corinto y disciplinar a los pecadores, sin embargo prefirió esperar para que ellos se arrepintieran, y así al llegar no tuviese que disgustarse delante de ellos. Si ellos actuaban correctamente y cambiaban lo malo, Pablo estaría gozoso, lo cual se reflejaría en ellos, y él sabía que ellos buscarían cambiar.
La actitud de ellos había causado mucho dolor en el corazón de Pablo. ¿No actúa así un padre cuando alguno de sus hijos se descarría? Este dolor le hace actuar escribiendo la exhortación que encontramos en la primera epístola.
Pablo lloraba a causa de la actitud de los corintios, pero no lo hacía para que ellos se sintieran tristes por una crítica destructiva, que es lo que estamos acostumbrados a escuchar, sino para que pudieran ver el gran amor que él les tenía, y por ello buscaba que ellos se corrigieran.
En la Iglesia he visto como se ha cortado de comunión a alguien por cualquier pecado, pero también he visto como se ha escondido de diferentes manera a ciertas personas que han caído en pecados graves como el adulterio, el robar, engañar a la Iglesia, estafa, etc., solo por el hecho de ser quienes ofrendan más, o son el predicador o alguno de sus familiares. Esto no demuestra amor, sino hipocresía, por lo que el que hace esto peca juntamente con el otro, porque la complicidad es pecado.
[1] http://es.4truth.net/fourtruthespbnew.aspx?pageid=8589983629
[2] 3 Juan 9-10.