Capítulo 20
1. Macedonia: Tres meses de ministerio.
20.1-6 Ya no era seguro para Pablo mantenerse en Éfeso, así que lo lógico y seguro era que saliera cuanto antes de ahí, por lo que emprende el viaje acompañado por un pequeño grupo de hermanos de diferentes orígenes, pero no por eso deja de trabajar en la Obra, sino que se dedica a animar a los creyentes que encuentra en el camino.
Aunque la maldad de los judíos se mantenía tratando de dañar al Enviado, quien actúa astutamente, y cuando ellos trataban de emboscarlo, los dejó burlados porque se regresó por el camino a Macedonia y desde Filipos viaja a Troas.
2. Troas: Eutico se cae de la ventana.
20.7-12 En este pequeño pasaje hay varias cosas que debemos señalar. La mayoría de los cristianos del siglo I eran judíos y Pablo siempre buscaba a la ciudad que llegaba a los judíos, que se reunían los sábados. Tomemos en cuenta que los judíos hacen el cómputo de sus días de 6 de la tarde a 6 de la tarde, por lo que el primer día de la semana o domingo, comenzaba el sábado a las 6 de la tarde, por lo que es correcto decir que los cristianos del siglo I se reunían el primer día de la semana aunque lo hicieran el sábado en la noche.
El primer día de la semana era cuando los discípulos se reunían para el artimiento del pan. La predicación de Pablo fue algo esporádico. Originalmente, al instituirse la Cena del Señor, nada se dijo de la frecuencia con que se habría de observar. Las palabras del Señor fueron: “Haced esto todas las veces que bebiereis, en memoria de mí”[1]. Si nada más se hubiera dicho, cada congregación podría escoger la frecuencia con que quisiera participar de ella. Pero después, los Enviados fueron guiados por el Espíritu Santo, como lo hizo en otros asuntos que no definieron antes.
No se dice mucho sobre el tema, por lo que debemos sujetarnos a esto. En este pasaje vemos que el propósito principal de la reunión el día del Señor, como lo dice luego: “Cuando pues os juntáis en uno, esto no es comer la cena del Señor; porque cada uno toma antes para comer su propia cena”[2]. Entonces el propósito de la reunión el día del Señor no es escuchar una prédica, ni recoger la ofrenda, ni alguna otra cosa sino el partimiento del pan. Esto continuó así y en el siglo II ya se aceptaba en toda la Iglesia como una costumbre apostólica, y como la muestra evidente de la voluntad del Señor.
El que Pablo prolongara su discurso, en lo que hoy podríamos decir que era una “vigilia”, era necesario ya que salía al día siguiente y ya no volvería a ver a estos discípulos.
Hay quienes dicen buscar obedecer completamente lo que dicen las Escrituras, pero en cuanto al servicio de la Cena del Señor no lo hacen exactamente igual a como lo hacían los Enviados, por lo menos en estos puntos:
a. Usan cualquier elemento para participar.
He visto congregaciones en que se usa pan leudado y en lugar del jugo de uvas, cualquier cosa que sea de color semejante, ya sea refresco gaseoso o cualquier cosa que parezca el jugo de uva, incluyendo vino fermentado.
b. Celebran la Cena del Señor en la mañana.
El Señor fue entregado de noche[3], y de acuerdo al pasaje que estamos estudiando, los cristianos se reunían en la noche, ¿para qué? Para partir el pan, recordando la noche en que fue entregado el Señor. Asimismo, el Señor estableció la Cena del Señor en la noche[4]. Los creyentes en Corinto participaban del partimiento del pan después de haber cenado, no desayunado.
La costumbre de partir el pan en la mañana inicia como parte del sincretismo de la Iglesia después de que Constantino dijera ser cristiano, pero ahí se acepta la introducción de los misterios y la idolatría del paganismo. Ya en el antiguo Egipto se celebraba el culto al dios sol, lógicamente en la mañana; en este, el sacerdote repartía una especie de galletilla redonda en forma de sol, en la que se leían tres letras: “IHS”, ¿Jesús hostia sagrada? ¡No! Isis, Horus, Seb, una de las triadas divinas egipcias. Resulta que según ese culto, cuando el sacerdote levantaba la galleta, el dios sol entraba en ella. ¿Se parece al “milagro de la transubstanciación”?[5]
El catolicismo romano aceptó completamente este culto pagano, y aunque los diferentes grupos que salen de la Reforma Protestante se fueron alejando de la falsa enseñanza de la transubtanciación, hay ciertas cosas que se mantienen, como la costumbre de hacer el servicio de adoración en la mañana, participando no de una cena, sino de un desayuno pagano.
c. El partimiento del pan se realizaba después de una comida fraternal.
Lo que leemos en el relato de los evangelistas, cuando Jesús se sentó a la mesa con los doce, comieron y luego Jesús instituyó el memorial de su muerte[6]. Como vemos, hay un orden: Una cena, el partimiento del pan y el repartir la copa. Esto es lo que se conoce como “la cena del Señor”.
Hay quienes aseguran que esto se hizo así porque era una costumbre judía, pero cómo se puede explicar que los corintios también lo hicieran de esta manera. Ellos eran gentiles que no celebraban la Pascua, pero sí tenían una cena fraternal. Es cierto, ellos cometieron excesos, ya que se emborrachaban comían exageradamente, mientras que había otros que pasaban hambre y es por eso que Pablo los corrige[7]. En la corrección que hace Pablo a la Iglesia se refiere a las reuniones de esta de diferente manera: “…cuando os reunís como Iglesia…”, “…la cena del Señor…”, “…comer del pan…”, y “…cuando os reunís para comer…”[8]. En todos los casos se refiere a la celebración de la Cena del Señor, y el hecho que hubiera abusos no quiere decir que lo que se hacía fuera negativo, es más, algunos no discernieron el cuerpo del Señor y se enfermaron y hasta murieron, pero no por ello dejaron de celebrar el servicio con el pan y el jugo.
d. La frecuencia con que se tomaba la Cena del Señor.
Los pasajes de Hechos 20.7 y 1 Corintios 16.1-2 están interconectados, y por ello hay que establecer la frecuencia con la que los cristianos del primer siglo tomaban la Cena del Señor. Los dos pasajes mencionan el primer día de la semana. Pero el pasaje corintio dice “cada primer día de la semana”.
El pasaje que estamos estudiando relata el viaje de Pablo de regreso a Jerusalén con el propósito de llevar donativos, como dice 1 Corintios 16.1-2 y 2 Corintios 8-9. Pero es curioso que Pablo, aunque tenía prisa por llegar a Jerusalén para la fiesta de Pentecostés, decide quedarse siete días en Troas. Lo hace simplemente porque desea enseñar a la Iglesia que se reúne en Troas algunas cosas que considera muy importantes. Son tan importantes que se pasa toda una noche hablando, y apenas termina de hablar, prosigue su viaje.
Pablo no puede hacer su labor en Troas el lunes o el miércoles, sino cuando ellos estén reunidos, por lo que tiene que esperar al primer día de la semana, cuando los hermanos se reúnen para partir el pan.
Tomemos en cuenta que Troas era un puerto, por lo que no sería raro decir que en la congregación había hermanos, quizá la mayoría, que se dedicaban a la pesca o a otras actividades marítimas, por lo que quizá salían del puerto por varios días, pero regresaban a tiempo para partir el pan. Ese fue el momento que Pablo tuvo que esperar para darles su enseñanza. Y lo hizo con la seguridad que ese día se reunirían.
Surge la pregunta: ¿Era esta una reunión especial o lo hacían cada primer día de la semana? Esto nos lo viene a responder 1 Corintios 16.1-2: “Acerca de la colecta para los santos, hagan ustedes como también lo prescribí a las asambleas de Galacia. El día de reposo, cada uno de ustedes ponga aparte algo, para irlo atesorando; así cuando vaya a ustedes, no necesitarán estar haciendo colectas”. Aunque aquí no se está hablando de la Cena del Señor, pero si se está hablando del día de reposo, o más bien de la noche de reposo, ya que ellos contaban el día desde las 6 de la tarde, más o menos. Pero en los dos pasajes se habla de la reunión ese día, en uno hablando de la Cena del Señor y en el otro de la ofrenda.
Pablo iba recogiendo un donativo para la Iglesia de Jerusalén; iba a pasar por Corinto, no sabía cuando, pero mientras tanto, para facilitar las cosas y no tener que andar recogiendo las ofrendas de cada uno de los miembros de la Iglesia, pide que cada uno ofrende el primer día de la semana de lo que haya prosperado, lo que solo sería posible si ellos acostumbraran reunirse cada primer día de la semana. Pablo les dice que lo mismo ordenó a las Iglesias de Galacia, por lo que podemos estar seguros que los cristianos de esa región también se reunían cada primer día de la semana.
¿Para qué lo hacían? Volvemos a Hechos 20.7. Los cristianos de Troas lo hacían para partir el pan, así que no podemos pensar que los de Galacia y Corinto lo hicieran con otro propósito más que partir el pan.
¿Con qué frecuencia? Cada primer día de la semana. ¿Por qué ese día? No podemos pensar que era el día que tenían libre o que a todos se les ocurrió lo mismo, sino que fueron enseñados de esta manera por los mismos que les enseñaron cómo compartir la Cena del Señor. No es posible pensar que los que les enseñaron a hacerlo así, lo hicieran diferente en otros lugares, sino que en todo lugar que iban lo enseñaban igual.
Es curioso que las divisiones que se han producido en la Iglesia después de la época de los Enviados ha sido porque el grupo “oficial” se ha desviado y aparece otro grupo que desea volver a la ortodoxia, pero cada vez que esto ocurre, este nuevo grupo se desvía en algún otro punto y no permiten que nadie les corrija, por lo que tenemos división a causa de la manera de levantar y partir el pan, el número de copas que se deben usar, si el pan debe venir partido y mil detalles más. Cuando Pablo habla de la Cena del Señor, hace referencia a las divisiones entre los creyentes, ya que algunos que estaban emborrachándose y comiendo excesivamente, mientras que otros no tenían nada, así que la Iglesia se dividía entre ricos y pobres; y lo que tenía que ser un punto de unidad pasó a ser el centro de la división.
La Iglesia es el Cuerpo de Cristo, por lo tanto es indivisible, y el que pretender causar divisiones y partidismos está pecando porque no ha podido “discernir el cuerpo del Señor”. Los que no quieren seguir el modelo que encontramos en las Escrituras no están discerniendo el cuerpo del Señor.
Al escribir Pablo a los corintios, guiado por el Espíritu Santo, trata de corregir una serie de abusos en cuanto a la Cena del Señor, que debemos estudiar cuidadosamente. Para el Señor no es importante si se usa un solo pan o pequeños pedacitos de pan, o si se usa una sola copa o copitas individuales, si así fuera, en el Nuevo Testamento lo diría. Los que argumentan que porque no lo dice se puede creer que debe ser así están violando la Palabra de Dios al hacerla decir algo en donde no dice nada.
Pero al Señor hay cosas que sí le importan y por eso las corrige, como lo es la división entre los hermanos debido a su condición social, nacionalidad, profesión, etc.; el uso de la mesa del Señor como si fuera un concurso de glotones. Temas como la justicia, la fe, el dominio propio, la verdad, la persona de Dios, la salvación, la vida futura, etc., deben ocupar nuestra atención, mientras que no hay que poner atención “…a mitos, ni genealogías inconclusas, que nos alejan de la fe en Dios”[9].
Los cristianos debemos ser celosos en la doctrina, pero si pretendemos ser fieles en todo, no podemos descuidar algunos puntos, porque estaríamos siendo traidores a la fe y sabemos que todo lo que no proviene de fe es pecado[10], y si viola nuestra conciencia, es pecado. Si queremos ser fieles, tenemos que ser consecuentes con todo.
Volviendo al pasaje de estudio, nos encontramos que la enseñanza de Pablo fue interrumpida por un hecho alarmante. La reunión tenía lugar en un tercer piso, quizá había mucha gente por la presencia de Pablo, lo que produjo que algunos muchachos, como es costumbre hoy, cedieran los campos más cómodos a las personas de mayor edad y a las mujeres. Eutico encontró que podía sentarse en la ventana, es probable que el lugar estuviera caliente y ese un buen sitio para refrescarse, pero no tomó en cuenta la duración de la enseñanza y como no estaba acostumbrado a quedarse despierto hasta tarde, se durmió y se fue de espaldas cayendo a la planta baja.
No se dice si Pablo se enteró porque vio cuando el muchacho cayó o si fueron a avisarle, la cosa es que él bajó y lo abrazó, produciéndose el milagro de la resurrección, aunque Eutico no se levantó inmediatamente, sino que quedó, probablemente dormido.
Todos regresaron, sabiendo que Eutico estaba bien, a la reunión para seguir escuchando a Pablo y a participar de la Cena del Señor. Cuando terminó la actividad, ya era de mañana y Pablo se despidió de todos, e incluso llegó Eutico ya despierto.
3. Mileto: Pablo se despide de los ancianos efesios.
20.13-38 “Nosotros”, dice Lucas, refiriéndose a él y a algunos otros que acompañaban a Pablo, mostrando que él, además de ser el cronista, también es actor de esta historia.
No se nos dice el por qué Pablo decidió, si tenía prisa por llegar a Jerusalén, viajar por tierra hasta Asón, probablemente iba a visitar a algunas amistades, pero esto es suposición. Lo cierto es que se encontraron en Asón y viajaron a Mitilene, de ahía Quío, de este puerto al de Samos, pasando por Troglio y de ahí a Mileto, sin detenerse en Éfeso debido a la prisa que llevaba Pablo por querer celebrar Pentecostés en Jerusalén.
Pero estando en Mileto pidió a los ancianos de Éfeso que le visitaran, porque quería despedirse de ellos. Estos viajaron rápidamente y Pablo les da un discurso alentándoles a seguir al cuidado de la Iglesia.
Pablo había recibido revelación por parte del Espíritu de la tribulación que él iba a sufrir y por eso se despide de todos los que ama y les exhorta a no darse por vencidos. Él sabía que si era arrestado o moría en manos de sus enemigos, muchos de los discípulos se echarían atrás. Además era consciente de que los enemigos de la Palabra tratarían de infiltrarse para torcer las enseñanzas. Esto mismo ocurre hoy, cuando precisamente esos enemigos de las Escrituras son los que ocupan los púlpitos y viven torciendo la sana doctrina engañando a los incautos.
Pablo presenta una diferencia entre él y los engañadores. Les recuerda que él no iba tras de sus riquezas materiales, y aunque tenía todo el derecho a solicitar que se le sostuviera económicamente, trabajó con sus manos en la confección de tiendas para obtener sus ingresos y con eso ayudar a los necesitados.
Aquí hay que tener cuidado. Hay quienes toman este pasaje para aducir que los siervos de Dios deben buscar un trabajo y en su tiempo libre dedicarse a la predicación, pero Pablo no enseñó esto. Al contrario, hay muchos pasajes de la enseñanza paulina que apuntan al derecho de los que trabajan en esparcir la Palabra de recibir un salario justo, pero eso lo vamos a estudiar en otro curso.
[1] 1 Corintios 11.25.
[2] 1 Corintios 11.20-21.
[3] 1 Corintios 11.23.
[4] Marcos 14.17.
[5] Ralph Woodrow. Babilonia, Misterio religioso, Editorial CLIE; pg. 200-214.
[6] Mateo 26.17-29.
[7] 1 Corintios 11.20-22.
[8] 1 Corintios 11.17-34.
[9] 1 Timoteo 1.4.
[10] Romanos 14.23.
20.1-6 Ya no era seguro para Pablo mantenerse en Éfeso, así que lo lógico y seguro era que saliera cuanto antes de ahí, por lo que emprende el viaje acompañado por un pequeño grupo de hermanos de diferentes orígenes, pero no por eso deja de trabajar en la Obra, sino que se dedica a animar a los creyentes que encuentra en el camino.
Aunque la maldad de los judíos se mantenía tratando de dañar al Enviado, quien actúa astutamente, y cuando ellos trataban de emboscarlo, los dejó burlados porque se regresó por el camino a Macedonia y desde Filipos viaja a Troas.
2. Troas: Eutico se cae de la ventana.
20.7-12 En este pequeño pasaje hay varias cosas que debemos señalar. La mayoría de los cristianos del siglo I eran judíos y Pablo siempre buscaba a la ciudad que llegaba a los judíos, que se reunían los sábados. Tomemos en cuenta que los judíos hacen el cómputo de sus días de 6 de la tarde a 6 de la tarde, por lo que el primer día de la semana o domingo, comenzaba el sábado a las 6 de la tarde, por lo que es correcto decir que los cristianos del siglo I se reunían el primer día de la semana aunque lo hicieran el sábado en la noche.
El primer día de la semana era cuando los discípulos se reunían para el artimiento del pan. La predicación de Pablo fue algo esporádico. Originalmente, al instituirse la Cena del Señor, nada se dijo de la frecuencia con que se habría de observar. Las palabras del Señor fueron: “Haced esto todas las veces que bebiereis, en memoria de mí”[1]. Si nada más se hubiera dicho, cada congregación podría escoger la frecuencia con que quisiera participar de ella. Pero después, los Enviados fueron guiados por el Espíritu Santo, como lo hizo en otros asuntos que no definieron antes.
No se dice mucho sobre el tema, por lo que debemos sujetarnos a esto. En este pasaje vemos que el propósito principal de la reunión el día del Señor, como lo dice luego: “Cuando pues os juntáis en uno, esto no es comer la cena del Señor; porque cada uno toma antes para comer su propia cena”[2]. Entonces el propósito de la reunión el día del Señor no es escuchar una prédica, ni recoger la ofrenda, ni alguna otra cosa sino el partimiento del pan. Esto continuó así y en el siglo II ya se aceptaba en toda la Iglesia como una costumbre apostólica, y como la muestra evidente de la voluntad del Señor.
El que Pablo prolongara su discurso, en lo que hoy podríamos decir que era una “vigilia”, era necesario ya que salía al día siguiente y ya no volvería a ver a estos discípulos.
Hay quienes dicen buscar obedecer completamente lo que dicen las Escrituras, pero en cuanto al servicio de la Cena del Señor no lo hacen exactamente igual a como lo hacían los Enviados, por lo menos en estos puntos:
a. Usan cualquier elemento para participar.
He visto congregaciones en que se usa pan leudado y en lugar del jugo de uvas, cualquier cosa que sea de color semejante, ya sea refresco gaseoso o cualquier cosa que parezca el jugo de uva, incluyendo vino fermentado.
b. Celebran la Cena del Señor en la mañana.
El Señor fue entregado de noche[3], y de acuerdo al pasaje que estamos estudiando, los cristianos se reunían en la noche, ¿para qué? Para partir el pan, recordando la noche en que fue entregado el Señor. Asimismo, el Señor estableció la Cena del Señor en la noche[4]. Los creyentes en Corinto participaban del partimiento del pan después de haber cenado, no desayunado.
La costumbre de partir el pan en la mañana inicia como parte del sincretismo de la Iglesia después de que Constantino dijera ser cristiano, pero ahí se acepta la introducción de los misterios y la idolatría del paganismo. Ya en el antiguo Egipto se celebraba el culto al dios sol, lógicamente en la mañana; en este, el sacerdote repartía una especie de galletilla redonda en forma de sol, en la que se leían tres letras: “IHS”, ¿Jesús hostia sagrada? ¡No! Isis, Horus, Seb, una de las triadas divinas egipcias. Resulta que según ese culto, cuando el sacerdote levantaba la galleta, el dios sol entraba en ella. ¿Se parece al “milagro de la transubstanciación”?[5]
El catolicismo romano aceptó completamente este culto pagano, y aunque los diferentes grupos que salen de la Reforma Protestante se fueron alejando de la falsa enseñanza de la transubtanciación, hay ciertas cosas que se mantienen, como la costumbre de hacer el servicio de adoración en la mañana, participando no de una cena, sino de un desayuno pagano.
c. El partimiento del pan se realizaba después de una comida fraternal.
Lo que leemos en el relato de los evangelistas, cuando Jesús se sentó a la mesa con los doce, comieron y luego Jesús instituyó el memorial de su muerte[6]. Como vemos, hay un orden: Una cena, el partimiento del pan y el repartir la copa. Esto es lo que se conoce como “la cena del Señor”.
Hay quienes aseguran que esto se hizo así porque era una costumbre judía, pero cómo se puede explicar que los corintios también lo hicieran de esta manera. Ellos eran gentiles que no celebraban la Pascua, pero sí tenían una cena fraternal. Es cierto, ellos cometieron excesos, ya que se emborrachaban comían exageradamente, mientras que había otros que pasaban hambre y es por eso que Pablo los corrige[7]. En la corrección que hace Pablo a la Iglesia se refiere a las reuniones de esta de diferente manera: “…cuando os reunís como Iglesia…”, “…la cena del Señor…”, “…comer del pan…”, y “…cuando os reunís para comer…”[8]. En todos los casos se refiere a la celebración de la Cena del Señor, y el hecho que hubiera abusos no quiere decir que lo que se hacía fuera negativo, es más, algunos no discernieron el cuerpo del Señor y se enfermaron y hasta murieron, pero no por ello dejaron de celebrar el servicio con el pan y el jugo.
d. La frecuencia con que se tomaba la Cena del Señor.
Los pasajes de Hechos 20.7 y 1 Corintios 16.1-2 están interconectados, y por ello hay que establecer la frecuencia con la que los cristianos del primer siglo tomaban la Cena del Señor. Los dos pasajes mencionan el primer día de la semana. Pero el pasaje corintio dice “cada primer día de la semana”.
El pasaje que estamos estudiando relata el viaje de Pablo de regreso a Jerusalén con el propósito de llevar donativos, como dice 1 Corintios 16.1-2 y 2 Corintios 8-9. Pero es curioso que Pablo, aunque tenía prisa por llegar a Jerusalén para la fiesta de Pentecostés, decide quedarse siete días en Troas. Lo hace simplemente porque desea enseñar a la Iglesia que se reúne en Troas algunas cosas que considera muy importantes. Son tan importantes que se pasa toda una noche hablando, y apenas termina de hablar, prosigue su viaje.
Pablo no puede hacer su labor en Troas el lunes o el miércoles, sino cuando ellos estén reunidos, por lo que tiene que esperar al primer día de la semana, cuando los hermanos se reúnen para partir el pan.
Tomemos en cuenta que Troas era un puerto, por lo que no sería raro decir que en la congregación había hermanos, quizá la mayoría, que se dedicaban a la pesca o a otras actividades marítimas, por lo que quizá salían del puerto por varios días, pero regresaban a tiempo para partir el pan. Ese fue el momento que Pablo tuvo que esperar para darles su enseñanza. Y lo hizo con la seguridad que ese día se reunirían.
Surge la pregunta: ¿Era esta una reunión especial o lo hacían cada primer día de la semana? Esto nos lo viene a responder 1 Corintios 16.1-2: “Acerca de la colecta para los santos, hagan ustedes como también lo prescribí a las asambleas de Galacia. El día de reposo, cada uno de ustedes ponga aparte algo, para irlo atesorando; así cuando vaya a ustedes, no necesitarán estar haciendo colectas”. Aunque aquí no se está hablando de la Cena del Señor, pero si se está hablando del día de reposo, o más bien de la noche de reposo, ya que ellos contaban el día desde las 6 de la tarde, más o menos. Pero en los dos pasajes se habla de la reunión ese día, en uno hablando de la Cena del Señor y en el otro de la ofrenda.
Pablo iba recogiendo un donativo para la Iglesia de Jerusalén; iba a pasar por Corinto, no sabía cuando, pero mientras tanto, para facilitar las cosas y no tener que andar recogiendo las ofrendas de cada uno de los miembros de la Iglesia, pide que cada uno ofrende el primer día de la semana de lo que haya prosperado, lo que solo sería posible si ellos acostumbraran reunirse cada primer día de la semana. Pablo les dice que lo mismo ordenó a las Iglesias de Galacia, por lo que podemos estar seguros que los cristianos de esa región también se reunían cada primer día de la semana.
¿Para qué lo hacían? Volvemos a Hechos 20.7. Los cristianos de Troas lo hacían para partir el pan, así que no podemos pensar que los de Galacia y Corinto lo hicieran con otro propósito más que partir el pan.
¿Con qué frecuencia? Cada primer día de la semana. ¿Por qué ese día? No podemos pensar que era el día que tenían libre o que a todos se les ocurrió lo mismo, sino que fueron enseñados de esta manera por los mismos que les enseñaron cómo compartir la Cena del Señor. No es posible pensar que los que les enseñaron a hacerlo así, lo hicieran diferente en otros lugares, sino que en todo lugar que iban lo enseñaban igual.
Es curioso que las divisiones que se han producido en la Iglesia después de la época de los Enviados ha sido porque el grupo “oficial” se ha desviado y aparece otro grupo que desea volver a la ortodoxia, pero cada vez que esto ocurre, este nuevo grupo se desvía en algún otro punto y no permiten que nadie les corrija, por lo que tenemos división a causa de la manera de levantar y partir el pan, el número de copas que se deben usar, si el pan debe venir partido y mil detalles más. Cuando Pablo habla de la Cena del Señor, hace referencia a las divisiones entre los creyentes, ya que algunos que estaban emborrachándose y comiendo excesivamente, mientras que otros no tenían nada, así que la Iglesia se dividía entre ricos y pobres; y lo que tenía que ser un punto de unidad pasó a ser el centro de la división.
La Iglesia es el Cuerpo de Cristo, por lo tanto es indivisible, y el que pretender causar divisiones y partidismos está pecando porque no ha podido “discernir el cuerpo del Señor”. Los que no quieren seguir el modelo que encontramos en las Escrituras no están discerniendo el cuerpo del Señor.
Al escribir Pablo a los corintios, guiado por el Espíritu Santo, trata de corregir una serie de abusos en cuanto a la Cena del Señor, que debemos estudiar cuidadosamente. Para el Señor no es importante si se usa un solo pan o pequeños pedacitos de pan, o si se usa una sola copa o copitas individuales, si así fuera, en el Nuevo Testamento lo diría. Los que argumentan que porque no lo dice se puede creer que debe ser así están violando la Palabra de Dios al hacerla decir algo en donde no dice nada.
Pero al Señor hay cosas que sí le importan y por eso las corrige, como lo es la división entre los hermanos debido a su condición social, nacionalidad, profesión, etc.; el uso de la mesa del Señor como si fuera un concurso de glotones. Temas como la justicia, la fe, el dominio propio, la verdad, la persona de Dios, la salvación, la vida futura, etc., deben ocupar nuestra atención, mientras que no hay que poner atención “…a mitos, ni genealogías inconclusas, que nos alejan de la fe en Dios”[9].
Los cristianos debemos ser celosos en la doctrina, pero si pretendemos ser fieles en todo, no podemos descuidar algunos puntos, porque estaríamos siendo traidores a la fe y sabemos que todo lo que no proviene de fe es pecado[10], y si viola nuestra conciencia, es pecado. Si queremos ser fieles, tenemos que ser consecuentes con todo.
Volviendo al pasaje de estudio, nos encontramos que la enseñanza de Pablo fue interrumpida por un hecho alarmante. La reunión tenía lugar en un tercer piso, quizá había mucha gente por la presencia de Pablo, lo que produjo que algunos muchachos, como es costumbre hoy, cedieran los campos más cómodos a las personas de mayor edad y a las mujeres. Eutico encontró que podía sentarse en la ventana, es probable que el lugar estuviera caliente y ese un buen sitio para refrescarse, pero no tomó en cuenta la duración de la enseñanza y como no estaba acostumbrado a quedarse despierto hasta tarde, se durmió y se fue de espaldas cayendo a la planta baja.
No se dice si Pablo se enteró porque vio cuando el muchacho cayó o si fueron a avisarle, la cosa es que él bajó y lo abrazó, produciéndose el milagro de la resurrección, aunque Eutico no se levantó inmediatamente, sino que quedó, probablemente dormido.
Todos regresaron, sabiendo que Eutico estaba bien, a la reunión para seguir escuchando a Pablo y a participar de la Cena del Señor. Cuando terminó la actividad, ya era de mañana y Pablo se despidió de todos, e incluso llegó Eutico ya despierto.
3. Mileto: Pablo se despide de los ancianos efesios.
20.13-38 “Nosotros”, dice Lucas, refiriéndose a él y a algunos otros que acompañaban a Pablo, mostrando que él, además de ser el cronista, también es actor de esta historia.
No se nos dice el por qué Pablo decidió, si tenía prisa por llegar a Jerusalén, viajar por tierra hasta Asón, probablemente iba a visitar a algunas amistades, pero esto es suposición. Lo cierto es que se encontraron en Asón y viajaron a Mitilene, de ahía Quío, de este puerto al de Samos, pasando por Troglio y de ahí a Mileto, sin detenerse en Éfeso debido a la prisa que llevaba Pablo por querer celebrar Pentecostés en Jerusalén.
Pero estando en Mileto pidió a los ancianos de Éfeso que le visitaran, porque quería despedirse de ellos. Estos viajaron rápidamente y Pablo les da un discurso alentándoles a seguir al cuidado de la Iglesia.
Pablo había recibido revelación por parte del Espíritu de la tribulación que él iba a sufrir y por eso se despide de todos los que ama y les exhorta a no darse por vencidos. Él sabía que si era arrestado o moría en manos de sus enemigos, muchos de los discípulos se echarían atrás. Además era consciente de que los enemigos de la Palabra tratarían de infiltrarse para torcer las enseñanzas. Esto mismo ocurre hoy, cuando precisamente esos enemigos de las Escrituras son los que ocupan los púlpitos y viven torciendo la sana doctrina engañando a los incautos.
Pablo presenta una diferencia entre él y los engañadores. Les recuerda que él no iba tras de sus riquezas materiales, y aunque tenía todo el derecho a solicitar que se le sostuviera económicamente, trabajó con sus manos en la confección de tiendas para obtener sus ingresos y con eso ayudar a los necesitados.
Aquí hay que tener cuidado. Hay quienes toman este pasaje para aducir que los siervos de Dios deben buscar un trabajo y en su tiempo libre dedicarse a la predicación, pero Pablo no enseñó esto. Al contrario, hay muchos pasajes de la enseñanza paulina que apuntan al derecho de los que trabajan en esparcir la Palabra de recibir un salario justo, pero eso lo vamos a estudiar en otro curso.
[1] 1 Corintios 11.25.
[2] 1 Corintios 11.20-21.
[3] 1 Corintios 11.23.
[4] Marcos 14.17.
[5] Ralph Woodrow. Babilonia, Misterio religioso, Editorial CLIE; pg. 200-214.
[6] Mateo 26.17-29.
[7] 1 Corintios 11.20-22.
[8] 1 Corintios 11.17-34.
[9] 1 Timoteo 1.4.
[10] Romanos 14.23.