Capítulo 27
Roma
1. Viaje
de Pablo a Roma.
a. De Cesarea a Buenos Puertos.
27.1-12 Al fin se iba a cumplir la oración de Pablo de ir a Roma. Dios permitió que las diferentes situaciones se conjugaran para que el Enviado pusiese viajar a testificar al centro del Imperio.
Pablo no iba a viajar solo, sino que una comitiva de compañeros siempre estuvo a su lado, entre los que se encontraba Lucas, que en su estadía en Jerusalén o cerca de ella tuviese la oportunidad para recopilar la información para escribir el Evangelio que lleva su nombre; Aristarco también los acompañaba, este era un macedonio de Tesalónica y fiel compañero de Pablo. Recibió maltratos en el alboroto de Éfeso[1]. Lo encontramos nuevamente en tercer viaje misionero de Pablo, el viaje de Grecia a Jerusalén[2], probablemente como el delegado oficial de Tesalónica, con la ofrenda; y fue con él a Roma, probablemente como siervo personal del apóstol, siendo que un prisionero político romano tenía derecho a ser acompañado por un siervo, además de su médico personal, en este caso, Lucas. Por ello encontramos que se menciona a Aristarco en las epístolas de la prisión[3] donde le sirvió de “colaborador” en Roma y “compañero de prisiones”[4], posiblemente alternando con Epafras en prisión voluntaria. Según la teoría de la “prisión efesia” habría vuelto a su casa después del tumulto y la composición de Colosenses[5].
Una Compañía o cohorte legionaria en tiempos de Augusto era un décimo de una legión[6] y estaba compuesta por ciudadanos romanos. En las fuerzas auxiliares, reclutadas de las provincias, una Compañía estaba formada por 500 o por 1.000 hombres no ciudadanos. Estos generalmente constituían la infantería, aunque había una clase de Compañía que tenía tanto infantes como soldados de caballería. Las compañías auxiliares no solo estaban numeradas, sino que también tenían nombres geográficos u honoríficos. Los soldados voluntarios especialmente reclutados se organizaban en compañías de voluntarios. Al comienzo, los nombres geográficos indicaban el origen de la tropa, aunque más tarde, cuando las compañías se completaban con reclutas locales de los lugares donde estaban estacionadas, los nombres perdían su significado geográfico. Las compañías auxiliares estaban bajo el mando de los prefectos que habían sido centuriones. Bajo los prefectos estaban los centuriones y los decuriones. En el Nuevo Testamento se mencionan dos compañías por sus nombres:
1) Compañía La Italiana.
Aparentemente estaba estacionada en Cesarea en los tiempos apostólicos[7]. Se sabe de la existencia de 32 compañías con ese nombre. La designación completa de una de estas compañías o cohortes era Cohors ltalica I ó II, III, etc., civium Romanorum volutariorum miliaria, pero cada una de ella, era más conocida por su forma abreviada: Cohors Italica. Estas 243 compañías italianas estaban formadas, como su nombre lo indica, de ciudadanos romanos que se habían ofrecido para el servicio militar.
2) Compañía Augusta.
Esta Spéira Sebastés llevaba un nombre que se encuentra con frecuencia entre las unidades de las fuerzas romanas auxiliares. Hay evidencia proporcionada por una inscripción de que una Compañía llamada Augusta estaba estacionada en Siria en el siglo I d.C.; podría ser una de las 5 compañías de Cesarea. Algunos han sugerido que tal vez fuera una Compañía de frumentarii, “correos imperiales”, cuyas tareas pudieran incluir la de llevar prisioneros. Sin embargo, no hay evidencia de que este título haya sido usado para una Compañía de esa clase[8].
Lucas relata paso a paso todo lo ocurrido en esta travesía. Al primer lugar que llegaron fue a Sidón, donde había un grupo de amigos de Pablo, suponemos miembros de la Iglesia. No se nos dice por qué Pablo necesitó ayuda de estos amigos, pero es posible que fuese que se se hubiera enfermado por el mal clima que les afectaba en el barco.
La nave siguió su viaje rumbo al norte, pasando por la parte oriental de la isla de Chipre, siguiendo la corriente marina que les ayudaría un poco, a pesar de tener un viento contrario, hasta llegar a Mira. Luego encontraron un barco de Alejandría que iba rumbo a Italia, que podía llevar hasta doscientas setenta y seis personas, incluyendo la tripulación.
De nuevo se encontraron con viento contrario, por lo que su viaje fue lento, hasta llegar a Gnido, de donde rápidamente partieron hacia la isla de Creta, al sur, pasando frente al Cabo Salmone, para llegar con mucha dificultad a Bellos Puertos, que estaba cerca de Lasea, aunque no se quedaron mucho tiempo ahí, sino que quisieron ir a Fenice.
b. Vana tentativa de llegar a Fenice.
27.13-26 Creta es la isla más grande de Grecia y la quinta en tamaño del mar Mediterráneo. El archipiélago cretense conforma una de las trece periferas y una de las siete administraciones descentralizadas de Grecia. Hasta principios del siglo XX también se la conoció con el nombre de Candía, topónimo que deriva del latín candidus, “blanco” y que le aplicaron los marinos y comerciantes italianos del Medievo. Posee una superficie de 8.300 kilómetros cuadrados, una costa de 1.040 kilómetros, y una población de unos 600.000 habitantes.
Creta es una isla que presenta costas cercanas a los 2.500 metros en el Monte Ida y en Levká Óri y una altitud media de más de 200 metros en gran parte de la superficie de la isla. Su relieve está configurado en gran medida por la actividad sísmica, responsable de sus 1.040 kilómetros de recortadas costas y de sus llanuras fragmentadas. Su río más importante es el Mesara. Entre sus golfos sobresalen el de Mira bello, el Chanión, y las bahías de Mesara y de Almyroú. Sus cabos más importantes son el Spátha, el Líthinon, el Stavros y el Sideros.
Su clima es mediterráneo, pero el norte es más húmedo que el sur debido a la menor incidencia de los rayos solares; también la zona oeste es más húmeda que la oriental. La forma alargada de la isla da origen a un déficit hídrico en la zona oriental debido a que se encuentra a sotavento de los vientos del oeste.
Es la típica del clima mediterráneo, encontrándose muy degradada por la acción humana. Entre la vegetación arbórea se encuentran el ciprés y el castaño; en la arbustiva las plantas aromáticas típicas del clima: Salvia, tomillo y orégano. También están presentes enebros, retamas, adelfas y mirtos. En la antigüedad fue llamada como “la isla de los olivos”, por la gran extensión de estos árboles y su cultivo.
A pesar de su situación geográfica y el favorable clima, los primeros pobladores de Creta no hicieron su aparición hasta el Neolítico, llegando en dos grandes oleadas. El tipo étnico colonizador no está relacionado con ninguna de las grandes razas, clasificándose como “mediterráneo”, al igual que las gentes que poblaban las cercanas costas de Asia Menor o las vecinas islas Cícladas, cuyos pobladores progresaron durante mucho tiempo a un ritmo similar al de los cretenses. Sin embargo, a mediados del III milenio a.C., ya en la Edad del Cobre, se produjeron una gran cantidad de avances en la isla que acabaron conduciendo a la brillante civilización minoica.
Lo más destacable es la aparición de la civilización minoica una de las primeras aparecidas en Europa y una de las civilizaciones prehelénicas junto a la posteriorcivilización micénica. Durante la civilización minoica, en la que se dieron varias fases y altibajos, Creta llegó a su máximo esplendor, siendo los siglos XVI y XV a. C., los de mayor auge. Durante ellos Creta estableció una talasocracia que se extendía hasta la Grecia peninsular, el mar Egeo, las costas de Asia Menor y zonas adyacentes como Sicilia. Durante esta época los contactos con Egipto, existentes desde anteriormente, fueron muy importantes.
Sin embargo, hacia finales del siglo XV a.C., la isla sufrió la invasión de los aqueos, quienes habían desarrollado una civilización en la Grecia continental, fundamentalmente en el Peloponeso, no exenta de fuertes influencias cretenses. Con la expansión de los invasores, los cretenses abandonaron los palacios. Las civilizacones micénicas continentales, barajándose también la posibilidad de que una colonización de emigrados cretenses en las costas del sur de Canaán fuese el origen de los filisteos, que aparecen en la Biblia y de cuyo nombre procede el topónimo Palestina. Estos filisteos fundaron varias ciudades en la costa meridional cananea: Gaza, Asdod, Ecrón, Ascalón y Gat.
La decadencia de Creta, iniciada con la hegemonía aquea, se vio acentuada en el siglo XI a.C., con la invasión de los dorios, portadores del hierro. La isla pasó a ser una parte más del mundo griego, sin originalidad y dividida en ciudades rivales. Incluso en época clásica conservaba cierto arcaísmo, como lo demuestran las Leyes de Gortina, una de las ciudades que datan de tiempos minoicos. La decadencia de la isla fue tal a partir del 500 a.C., que cayó en el olvido y no tomó parte ni en las Guerras Médicas, ni en la del Peloponeso.
Conquistada por Alejandro Magno, a su muerte, Creta gozó de cierta independencia sobre otros reinos helenísticos cercanos, pero tras la decadencia helenística la isla quedó en manos de piratas de origen siciliano, lo que provocó que los romanos se apoderasen de la isla en el 67 a.C., en una expedición comandada por Cecilio Meteloy la agregasen como provincia romana. La división del Imperio romano en el 395 devolvió a la isla un cierto papel importante dado su enclave como llave del mar Egeo, quedando en manos del Imperio romano de Oriente o Imperio bizantino[9].
El Euroaquilón es un viento fuerte procedente del Noreste al que los marineros malteses llaman gregal, es el más violento del Mediterráneo y muy peligroso para un barco con velas grandes, ya que puede hacerlo zozobrar en medio de una tormenta. Por esta razón, cuando el barco no pudo mantener su proa enfilada contra el viento, los marineros, temerosos de encallar en las arenas movedizas de la costa septentrional de África, “arriaron los aparejos, y así fueron llevados”[10]. Las cinco clases de gregal que los meteorólogos conocen son producidas por bajas presiones sobre Libia o el golfo de Gabes, que provocan fuertes corrientes de aire desde Grecia. Algunas versiones de la Biblia[11] concuerdan con la lectura del “texto recibido” y llaman a este viento “euroclidón”, de éu-ros, viento del Este o Sudeste, y klý-dön, oleaje. Sin embargo, en algunos de los mejores manuscritos aparece la palabra Eu-ra-ký-lön, que se traduce “euroaquilón”, del latín eurus, viento del Este o Sudeste, y aquilo, viento del Noreste. La mejor traducción es “euroaquilón”, ya que indica la procedencia Este noreste de este viento.
Clauda es una pequeña isla a unos 37 kilómetros al oeste del Cabo Matala de la isla de Creta, o sea, a 26 kilómetros al sur del puerto Fenice. Debido a su tamaño nunca tuvo una población muy grande ni llegó a tener gran importancia[12].
Sirte es una palabra griega que significa “banco de arena”. También es el nombre de dos golfos arenosos y de poca profundidad en la costa norte de África: Sirte Menor, ahora golfo de Cabes al este de Tunisia; y Sirte Mayor, golfo de Sidra al oeste de Cirenicia. Ambos eran muy peligrosos para la navegación. Por eso los marineros del barco en que navegaba Pablo querían esquivar a Sirte, seguramente el “Mayor” a toda costa, pues inclusive le llamaban popularmente “cementerio de los barcos”; esta apreciación ha sido confirmada por los descubrimientos arqueológicos.
Cuando el barco salió, iba con una brisa, pero después fue golpeado por el Euroaquilón y las cosas se complicaron. En la parte donde los vientos golpeaban más fuerte, o sotavento, se les hizo más difícil navegar, por lo que tuvieron que tomar precauciones, recogiendo la barca auxiliar, para que no fuera a golpear el costado del barco. Luego pasaron cables bajo el barco, que eran apretados, de tal manera que le dieran fuerza al casco y así evitaban que se abriera la madera. Recogieron las velas, de esta manera buscaban evitar caer en Sirte, adonde el viento los podía empujar y quedarían encayados en los bancos de arena. Tuvieron que llegar al punto de lanzar cosas al mar, con el fin de aligerar el barco.
Después de no haber hecho caso al consejo de Pablo, porque qué podía saber este predicador prisionero, todos están con una mente abierta para escuchar cuando los vuelve a exhortar.
Cuando Pablo les asegura que Dios está pendiente de ellos, aunque la mayoría no eran creyentes de la fe correcta, se animan ya que ahora saben que no morirán. Él se presenta completamente seguro que debe presentarse ante César.
c. El barco es anclado y peligro de fuga.
27.27-32 Aunque Pablo había levantado el ánimo con sus palabras, el temor entre los que marineros no se iba del todo. Fueron llevados por el mar Adriático, que es un cuerpo de agua localizado al sur de Europa que separa a la península Itálica de la península de los Balcanes, y al sistema de los montes Apeninos del de los Alpes Dináricos y sus sierras colindantes. Forma parte del mar Mediterráneo. Es un golfo estrecho y alargado que mide como máximo 200 kilómetros de ancho de este a oeste, y 800 kilómetros de norte a sur. En su extremo meridional limita con el mar Jónico, del que lo separa el canal de Otranto. Su superficie total es de aproximadamente 160.000 kilómetros².
Este mar ha recibido diferentes nombres desde la antigüedad; en el latín de los antiguos romanos se le llamaba “Mare Superum”; en el latín medieval era Mare Hadriaticum o Mare Adriaticum. Los antiguos romanos acostumbraban transportar bienes, incluyendo animales y esclavos a Ostia Aterni, a través de este mar.
Su nombre, derivado de la colonia etrusca de Adria, fue designado originalmente solo a la porción superior del mar, pero se fue extendiendo gradualmente al cobrar importancia las colonias de Siracusa. Pero incluso entonces, el Adriático, en el sentido más limitado, no se extendía más allá del monte Gargano, y la porción exterior era llamada mar Jónico; no obstante, el nombre en ocasiones era usado erróneamente para incluir al golfo de Tarentum, al mar de Sicilia, al golfo de Corinto e incluso al mar localizado entre Creta y Malta[13].
Los marineros se dieron cuenta que se acercaban a tierra, probablemente por el ruido de las olas al reventar contra la costa. Ante esta sospecha tiran la sonda una y otra vez y se dan cuenta que tenían razón, pero esto no era motivo de alegría, sino que en el barco surge el temor que la tempestad los arroje contra esta isla y que sean destruidos en el choque contra las rocas. Ellos comienzan a tramar cómo escapar dejando al pasaje en el barco, así que primeramente lo anclan en la popa, bajan la barca que hacía las veces de salvavidas, en donde ellos pretendían huir, y tiran las anclas de la proa. Los pasajeros que no estaban acostumbrados a estas maniobras no saben lo que están tramando, pero hay uno de ellos que entiende el asunto y da aviso al centurión, que no duda en dar la orden de cortar las cuerdas que sujetaban la barquilla. ¿Fue falta de fe por parte de Pablo? De ninguna manera. Hay quienes creen que porque hay prmesas de parte de Dios, los creyentes solo tenemos que esperar a que estas se cumplan, pero si no actuamos, nada se cumplirá. El Señor nos promete bendecirnos con el pan de cada día, pero si no trabajamos, moriremos de hambre.
d. La lucha continúa.
27.33-38. Después de haber evitado que los marineros los dejaran a su suerte, todos debieron esperar pacientemente la llegada del día. Quizá la cubierta quedó vacía y todos se refugiaron en el interior de la nave. Pablo, quien confiaba plenamente en Dios, debía animar a los demás. Cuando ya comenzaba a despuntar el alba, les urgió a alimentarse, ya habían pasado dos semanas en ayuno y era necesaria la fuerza física si querían sobrevivir.
Después de exhortarlos a comer, Pablo dio el ejemplo, sabiendo que no hay nada más motivador para alguien que tiene hambre que ver a otro comiendo, así que cogió un buen pedazo de pan y partiéndolo comenzó a comer. No podemos extrañarnos que hubiesen pasado tantos días sin comer, hay personas que se marean con tan solo subirse a un barco anclado junto al muelle, por lo que no es ilógico que estas personas que habían estado tantos días bajo el azote del mar no quisieran comer nada.
El consumo de alimentos era necesario para el siguiente paso en el salvamento: Arrojar los sacos de grano al mar con el fin de aligerar la nave para poder acercarse a tierra sin que el barco quedara encallado.
e. El barco encallado, mas los hombres se escapan.
27.39-44 Ya era de día y podían ver la costa, aunque nadie podía ubicar en dónde se encontraban. Ellos creyeron que podían guiar el barco hasta tierra, así que se despojaron de las anclas y con la ayuda del viento se dirigieron a la playa, pero tuvieron la dificultad de que llegaron a un punto donde se encontraban dos corrientes que empujaron la nave con fuerza y esta quedó clvada por la proa, y el golpe de las olas en la parte trasera hizo que la popa comenzara a romperse. ¡Había que abandonar la nave!
La naturaleza humana es extraña, la noche anterior, gracias a un reo, Pablo, los soldados y todos los viajeros pudieron salvarse cuando este impidió la huida de los marineros, pero ahora los mismos soldados idean matar a todos los reos, incluyendo a Pablo. Pero el centurión parece ser un hombre justo y queriendo proteger a Pablo, da la orden que se les deje en paz y que los que puedan nadar lo hagan y los que no, que se salven usando tablas de la misma nave. Lo interesante de esto es que todos se salvaron, tal y como había dicho Pablo.
[1] Hechos 19.29.
[2] Hechos 20.4.
[3] Filemón 24.
[4] Colosenses 4.10.
[5] Diccionario Nelson; Diccionario Bíblico AD; Nuevo Diccionario Bíblico Certeza. Aristarco.
[6] Consistía en un cuerpo de infantería pesada de unos 4.200 hombres, según el historiador antiguo Polibio, que más tarde alcanzaría entre los 5.200 y 6.000 soldados de infantería y 300 jinetes para completar un total de entre 6.000 y 6.300 efectivos, según nos cuenta Tito Livio. Wikipedia. Legión.
[7] Hechos 10.1.
[8] Diccionario Bíblico Gratis. Compañía.
[9] Wikipedia. Creta.
[10] Hechos 27.15-17.
[11] BAS, ENP, Mod, Val.
[12] Diccionario Nelson. Clauda.
[13] Wikipedia. Mar Adriático.
a. De Cesarea a Buenos Puertos.
27.1-12 Al fin se iba a cumplir la oración de Pablo de ir a Roma. Dios permitió que las diferentes situaciones se conjugaran para que el Enviado pusiese viajar a testificar al centro del Imperio.
Pablo no iba a viajar solo, sino que una comitiva de compañeros siempre estuvo a su lado, entre los que se encontraba Lucas, que en su estadía en Jerusalén o cerca de ella tuviese la oportunidad para recopilar la información para escribir el Evangelio que lleva su nombre; Aristarco también los acompañaba, este era un macedonio de Tesalónica y fiel compañero de Pablo. Recibió maltratos en el alboroto de Éfeso[1]. Lo encontramos nuevamente en tercer viaje misionero de Pablo, el viaje de Grecia a Jerusalén[2], probablemente como el delegado oficial de Tesalónica, con la ofrenda; y fue con él a Roma, probablemente como siervo personal del apóstol, siendo que un prisionero político romano tenía derecho a ser acompañado por un siervo, además de su médico personal, en este caso, Lucas. Por ello encontramos que se menciona a Aristarco en las epístolas de la prisión[3] donde le sirvió de “colaborador” en Roma y “compañero de prisiones”[4], posiblemente alternando con Epafras en prisión voluntaria. Según la teoría de la “prisión efesia” habría vuelto a su casa después del tumulto y la composición de Colosenses[5].
Una Compañía o cohorte legionaria en tiempos de Augusto era un décimo de una legión[6] y estaba compuesta por ciudadanos romanos. En las fuerzas auxiliares, reclutadas de las provincias, una Compañía estaba formada por 500 o por 1.000 hombres no ciudadanos. Estos generalmente constituían la infantería, aunque había una clase de Compañía que tenía tanto infantes como soldados de caballería. Las compañías auxiliares no solo estaban numeradas, sino que también tenían nombres geográficos u honoríficos. Los soldados voluntarios especialmente reclutados se organizaban en compañías de voluntarios. Al comienzo, los nombres geográficos indicaban el origen de la tropa, aunque más tarde, cuando las compañías se completaban con reclutas locales de los lugares donde estaban estacionadas, los nombres perdían su significado geográfico. Las compañías auxiliares estaban bajo el mando de los prefectos que habían sido centuriones. Bajo los prefectos estaban los centuriones y los decuriones. En el Nuevo Testamento se mencionan dos compañías por sus nombres:
1) Compañía La Italiana.
Aparentemente estaba estacionada en Cesarea en los tiempos apostólicos[7]. Se sabe de la existencia de 32 compañías con ese nombre. La designación completa de una de estas compañías o cohortes era Cohors ltalica I ó II, III, etc., civium Romanorum volutariorum miliaria, pero cada una de ella, era más conocida por su forma abreviada: Cohors Italica. Estas 243 compañías italianas estaban formadas, como su nombre lo indica, de ciudadanos romanos que se habían ofrecido para el servicio militar.
2) Compañía Augusta.
Esta Spéira Sebastés llevaba un nombre que se encuentra con frecuencia entre las unidades de las fuerzas romanas auxiliares. Hay evidencia proporcionada por una inscripción de que una Compañía llamada Augusta estaba estacionada en Siria en el siglo I d.C.; podría ser una de las 5 compañías de Cesarea. Algunos han sugerido que tal vez fuera una Compañía de frumentarii, “correos imperiales”, cuyas tareas pudieran incluir la de llevar prisioneros. Sin embargo, no hay evidencia de que este título haya sido usado para una Compañía de esa clase[8].
Lucas relata paso a paso todo lo ocurrido en esta travesía. Al primer lugar que llegaron fue a Sidón, donde había un grupo de amigos de Pablo, suponemos miembros de la Iglesia. No se nos dice por qué Pablo necesitó ayuda de estos amigos, pero es posible que fuese que se se hubiera enfermado por el mal clima que les afectaba en el barco.
La nave siguió su viaje rumbo al norte, pasando por la parte oriental de la isla de Chipre, siguiendo la corriente marina que les ayudaría un poco, a pesar de tener un viento contrario, hasta llegar a Mira. Luego encontraron un barco de Alejandría que iba rumbo a Italia, que podía llevar hasta doscientas setenta y seis personas, incluyendo la tripulación.
De nuevo se encontraron con viento contrario, por lo que su viaje fue lento, hasta llegar a Gnido, de donde rápidamente partieron hacia la isla de Creta, al sur, pasando frente al Cabo Salmone, para llegar con mucha dificultad a Bellos Puertos, que estaba cerca de Lasea, aunque no se quedaron mucho tiempo ahí, sino que quisieron ir a Fenice.
b. Vana tentativa de llegar a Fenice.
27.13-26 Creta es la isla más grande de Grecia y la quinta en tamaño del mar Mediterráneo. El archipiélago cretense conforma una de las trece periferas y una de las siete administraciones descentralizadas de Grecia. Hasta principios del siglo XX también se la conoció con el nombre de Candía, topónimo que deriva del latín candidus, “blanco” y que le aplicaron los marinos y comerciantes italianos del Medievo. Posee una superficie de 8.300 kilómetros cuadrados, una costa de 1.040 kilómetros, y una población de unos 600.000 habitantes.
Creta es una isla que presenta costas cercanas a los 2.500 metros en el Monte Ida y en Levká Óri y una altitud media de más de 200 metros en gran parte de la superficie de la isla. Su relieve está configurado en gran medida por la actividad sísmica, responsable de sus 1.040 kilómetros de recortadas costas y de sus llanuras fragmentadas. Su río más importante es el Mesara. Entre sus golfos sobresalen el de Mira bello, el Chanión, y las bahías de Mesara y de Almyroú. Sus cabos más importantes son el Spátha, el Líthinon, el Stavros y el Sideros.
Su clima es mediterráneo, pero el norte es más húmedo que el sur debido a la menor incidencia de los rayos solares; también la zona oeste es más húmeda que la oriental. La forma alargada de la isla da origen a un déficit hídrico en la zona oriental debido a que se encuentra a sotavento de los vientos del oeste.
Es la típica del clima mediterráneo, encontrándose muy degradada por la acción humana. Entre la vegetación arbórea se encuentran el ciprés y el castaño; en la arbustiva las plantas aromáticas típicas del clima: Salvia, tomillo y orégano. También están presentes enebros, retamas, adelfas y mirtos. En la antigüedad fue llamada como “la isla de los olivos”, por la gran extensión de estos árboles y su cultivo.
A pesar de su situación geográfica y el favorable clima, los primeros pobladores de Creta no hicieron su aparición hasta el Neolítico, llegando en dos grandes oleadas. El tipo étnico colonizador no está relacionado con ninguna de las grandes razas, clasificándose como “mediterráneo”, al igual que las gentes que poblaban las cercanas costas de Asia Menor o las vecinas islas Cícladas, cuyos pobladores progresaron durante mucho tiempo a un ritmo similar al de los cretenses. Sin embargo, a mediados del III milenio a.C., ya en la Edad del Cobre, se produjeron una gran cantidad de avances en la isla que acabaron conduciendo a la brillante civilización minoica.
Lo más destacable es la aparición de la civilización minoica una de las primeras aparecidas en Europa y una de las civilizaciones prehelénicas junto a la posteriorcivilización micénica. Durante la civilización minoica, en la que se dieron varias fases y altibajos, Creta llegó a su máximo esplendor, siendo los siglos XVI y XV a. C., los de mayor auge. Durante ellos Creta estableció una talasocracia que se extendía hasta la Grecia peninsular, el mar Egeo, las costas de Asia Menor y zonas adyacentes como Sicilia. Durante esta época los contactos con Egipto, existentes desde anteriormente, fueron muy importantes.
Sin embargo, hacia finales del siglo XV a.C., la isla sufrió la invasión de los aqueos, quienes habían desarrollado una civilización en la Grecia continental, fundamentalmente en el Peloponeso, no exenta de fuertes influencias cretenses. Con la expansión de los invasores, los cretenses abandonaron los palacios. Las civilizacones micénicas continentales, barajándose también la posibilidad de que una colonización de emigrados cretenses en las costas del sur de Canaán fuese el origen de los filisteos, que aparecen en la Biblia y de cuyo nombre procede el topónimo Palestina. Estos filisteos fundaron varias ciudades en la costa meridional cananea: Gaza, Asdod, Ecrón, Ascalón y Gat.
La decadencia de Creta, iniciada con la hegemonía aquea, se vio acentuada en el siglo XI a.C., con la invasión de los dorios, portadores del hierro. La isla pasó a ser una parte más del mundo griego, sin originalidad y dividida en ciudades rivales. Incluso en época clásica conservaba cierto arcaísmo, como lo demuestran las Leyes de Gortina, una de las ciudades que datan de tiempos minoicos. La decadencia de la isla fue tal a partir del 500 a.C., que cayó en el olvido y no tomó parte ni en las Guerras Médicas, ni en la del Peloponeso.
Conquistada por Alejandro Magno, a su muerte, Creta gozó de cierta independencia sobre otros reinos helenísticos cercanos, pero tras la decadencia helenística la isla quedó en manos de piratas de origen siciliano, lo que provocó que los romanos se apoderasen de la isla en el 67 a.C., en una expedición comandada por Cecilio Meteloy la agregasen como provincia romana. La división del Imperio romano en el 395 devolvió a la isla un cierto papel importante dado su enclave como llave del mar Egeo, quedando en manos del Imperio romano de Oriente o Imperio bizantino[9].
El Euroaquilón es un viento fuerte procedente del Noreste al que los marineros malteses llaman gregal, es el más violento del Mediterráneo y muy peligroso para un barco con velas grandes, ya que puede hacerlo zozobrar en medio de una tormenta. Por esta razón, cuando el barco no pudo mantener su proa enfilada contra el viento, los marineros, temerosos de encallar en las arenas movedizas de la costa septentrional de África, “arriaron los aparejos, y así fueron llevados”[10]. Las cinco clases de gregal que los meteorólogos conocen son producidas por bajas presiones sobre Libia o el golfo de Gabes, que provocan fuertes corrientes de aire desde Grecia. Algunas versiones de la Biblia[11] concuerdan con la lectura del “texto recibido” y llaman a este viento “euroclidón”, de éu-ros, viento del Este o Sudeste, y klý-dön, oleaje. Sin embargo, en algunos de los mejores manuscritos aparece la palabra Eu-ra-ký-lön, que se traduce “euroaquilón”, del latín eurus, viento del Este o Sudeste, y aquilo, viento del Noreste. La mejor traducción es “euroaquilón”, ya que indica la procedencia Este noreste de este viento.
Clauda es una pequeña isla a unos 37 kilómetros al oeste del Cabo Matala de la isla de Creta, o sea, a 26 kilómetros al sur del puerto Fenice. Debido a su tamaño nunca tuvo una población muy grande ni llegó a tener gran importancia[12].
Sirte es una palabra griega que significa “banco de arena”. También es el nombre de dos golfos arenosos y de poca profundidad en la costa norte de África: Sirte Menor, ahora golfo de Cabes al este de Tunisia; y Sirte Mayor, golfo de Sidra al oeste de Cirenicia. Ambos eran muy peligrosos para la navegación. Por eso los marineros del barco en que navegaba Pablo querían esquivar a Sirte, seguramente el “Mayor” a toda costa, pues inclusive le llamaban popularmente “cementerio de los barcos”; esta apreciación ha sido confirmada por los descubrimientos arqueológicos.
Cuando el barco salió, iba con una brisa, pero después fue golpeado por el Euroaquilón y las cosas se complicaron. En la parte donde los vientos golpeaban más fuerte, o sotavento, se les hizo más difícil navegar, por lo que tuvieron que tomar precauciones, recogiendo la barca auxiliar, para que no fuera a golpear el costado del barco. Luego pasaron cables bajo el barco, que eran apretados, de tal manera que le dieran fuerza al casco y así evitaban que se abriera la madera. Recogieron las velas, de esta manera buscaban evitar caer en Sirte, adonde el viento los podía empujar y quedarían encayados en los bancos de arena. Tuvieron que llegar al punto de lanzar cosas al mar, con el fin de aligerar el barco.
Después de no haber hecho caso al consejo de Pablo, porque qué podía saber este predicador prisionero, todos están con una mente abierta para escuchar cuando los vuelve a exhortar.
Cuando Pablo les asegura que Dios está pendiente de ellos, aunque la mayoría no eran creyentes de la fe correcta, se animan ya que ahora saben que no morirán. Él se presenta completamente seguro que debe presentarse ante César.
c. El barco es anclado y peligro de fuga.
27.27-32 Aunque Pablo había levantado el ánimo con sus palabras, el temor entre los que marineros no se iba del todo. Fueron llevados por el mar Adriático, que es un cuerpo de agua localizado al sur de Europa que separa a la península Itálica de la península de los Balcanes, y al sistema de los montes Apeninos del de los Alpes Dináricos y sus sierras colindantes. Forma parte del mar Mediterráneo. Es un golfo estrecho y alargado que mide como máximo 200 kilómetros de ancho de este a oeste, y 800 kilómetros de norte a sur. En su extremo meridional limita con el mar Jónico, del que lo separa el canal de Otranto. Su superficie total es de aproximadamente 160.000 kilómetros².
Este mar ha recibido diferentes nombres desde la antigüedad; en el latín de los antiguos romanos se le llamaba “Mare Superum”; en el latín medieval era Mare Hadriaticum o Mare Adriaticum. Los antiguos romanos acostumbraban transportar bienes, incluyendo animales y esclavos a Ostia Aterni, a través de este mar.
Su nombre, derivado de la colonia etrusca de Adria, fue designado originalmente solo a la porción superior del mar, pero se fue extendiendo gradualmente al cobrar importancia las colonias de Siracusa. Pero incluso entonces, el Adriático, en el sentido más limitado, no se extendía más allá del monte Gargano, y la porción exterior era llamada mar Jónico; no obstante, el nombre en ocasiones era usado erróneamente para incluir al golfo de Tarentum, al mar de Sicilia, al golfo de Corinto e incluso al mar localizado entre Creta y Malta[13].
Los marineros se dieron cuenta que se acercaban a tierra, probablemente por el ruido de las olas al reventar contra la costa. Ante esta sospecha tiran la sonda una y otra vez y se dan cuenta que tenían razón, pero esto no era motivo de alegría, sino que en el barco surge el temor que la tempestad los arroje contra esta isla y que sean destruidos en el choque contra las rocas. Ellos comienzan a tramar cómo escapar dejando al pasaje en el barco, así que primeramente lo anclan en la popa, bajan la barca que hacía las veces de salvavidas, en donde ellos pretendían huir, y tiran las anclas de la proa. Los pasajeros que no estaban acostumbrados a estas maniobras no saben lo que están tramando, pero hay uno de ellos que entiende el asunto y da aviso al centurión, que no duda en dar la orden de cortar las cuerdas que sujetaban la barquilla. ¿Fue falta de fe por parte de Pablo? De ninguna manera. Hay quienes creen que porque hay prmesas de parte de Dios, los creyentes solo tenemos que esperar a que estas se cumplan, pero si no actuamos, nada se cumplirá. El Señor nos promete bendecirnos con el pan de cada día, pero si no trabajamos, moriremos de hambre.
d. La lucha continúa.
27.33-38. Después de haber evitado que los marineros los dejaran a su suerte, todos debieron esperar pacientemente la llegada del día. Quizá la cubierta quedó vacía y todos se refugiaron en el interior de la nave. Pablo, quien confiaba plenamente en Dios, debía animar a los demás. Cuando ya comenzaba a despuntar el alba, les urgió a alimentarse, ya habían pasado dos semanas en ayuno y era necesaria la fuerza física si querían sobrevivir.
Después de exhortarlos a comer, Pablo dio el ejemplo, sabiendo que no hay nada más motivador para alguien que tiene hambre que ver a otro comiendo, así que cogió un buen pedazo de pan y partiéndolo comenzó a comer. No podemos extrañarnos que hubiesen pasado tantos días sin comer, hay personas que se marean con tan solo subirse a un barco anclado junto al muelle, por lo que no es ilógico que estas personas que habían estado tantos días bajo el azote del mar no quisieran comer nada.
El consumo de alimentos era necesario para el siguiente paso en el salvamento: Arrojar los sacos de grano al mar con el fin de aligerar la nave para poder acercarse a tierra sin que el barco quedara encallado.
e. El barco encallado, mas los hombres se escapan.
27.39-44 Ya era de día y podían ver la costa, aunque nadie podía ubicar en dónde se encontraban. Ellos creyeron que podían guiar el barco hasta tierra, así que se despojaron de las anclas y con la ayuda del viento se dirigieron a la playa, pero tuvieron la dificultad de que llegaron a un punto donde se encontraban dos corrientes que empujaron la nave con fuerza y esta quedó clvada por la proa, y el golpe de las olas en la parte trasera hizo que la popa comenzara a romperse. ¡Había que abandonar la nave!
La naturaleza humana es extraña, la noche anterior, gracias a un reo, Pablo, los soldados y todos los viajeros pudieron salvarse cuando este impidió la huida de los marineros, pero ahora los mismos soldados idean matar a todos los reos, incluyendo a Pablo. Pero el centurión parece ser un hombre justo y queriendo proteger a Pablo, da la orden que se les deje en paz y que los que puedan nadar lo hagan y los que no, que se salven usando tablas de la misma nave. Lo interesante de esto es que todos se salvaron, tal y como había dicho Pablo.
[1] Hechos 19.29.
[2] Hechos 20.4.
[3] Filemón 24.
[4] Colosenses 4.10.
[5] Diccionario Nelson; Diccionario Bíblico AD; Nuevo Diccionario Bíblico Certeza. Aristarco.
[6] Consistía en un cuerpo de infantería pesada de unos 4.200 hombres, según el historiador antiguo Polibio, que más tarde alcanzaría entre los 5.200 y 6.000 soldados de infantería y 300 jinetes para completar un total de entre 6.000 y 6.300 efectivos, según nos cuenta Tito Livio. Wikipedia. Legión.
[7] Hechos 10.1.
[8] Diccionario Bíblico Gratis. Compañía.
[9] Wikipedia. Creta.
[10] Hechos 27.15-17.
[11] BAS, ENP, Mod, Val.
[12] Diccionario Nelson. Clauda.
[13] Wikipedia. Mar Adriático.