Capítulo 22-23.10
1. Defensa
de Pablo ante el pueblo. 22.1-21.
a. Vida de Pablo antes de su conversión.
22.1-5 Antes de entrar de lleno en el punto importante de su defensa, Pablo hace una introducción para demostrar quién es en realidad. Al hablarles en su lengua natal, la hebrea, ellos se calman, porque su nacionalismo les mueve más que cualquier otra cosa; era un judío, uno de sus hermanos.
Estaban en este lugar antiguos camaradas de Pablo, ellos sabían bien lo que había ocurrido con este hombre, como él mismo había ido a buscar autorización de los sacerdotes para poder descargar toda la ira que tenía contra los cristianos; aunque para la mayoría, todo esto era nuevo. Así que Pablo explica esto para que ellos no caígan en el mismo error que había cometido el quiliarca, pensando que Pablo fuera un criminal.
b. Narración de su conversión.
22.6-16 La introducción presentada antes, mostraba a Pablo como un perseguidor del cristianismo; pero ahora, con lo que ocurrió en el camino a Damasco, la visión que tenía Pablo sobre los que consideraba sus enemigos, deberá cambiar radicalmente.
Lucas menciona que lo ocurrido fue a eso del mediodía, para resaltar que esta luz no era algo natural, sino un suceso milagroso. También deja en claro que aunque los que estaban con Pablo vieron la luz y escucharon algo, no lograron comprender el mensaje que recibió este.
De Ananías, aparte del relato que encontramos en Hechos 9, no se nos menciona nada más.
El propósito de Pablo en este momento era impactar a los oyentes acerca de la importancia de ser sumergido en agua, y por ello presenta una de las dudas que surgen en casi todos los que comienzan a acercase al cristianismo: ¿Debo ser sumergido? Pero si fue necesario para Pablo y lo es para todo aquel que aun no ha recibido el perdón de los pecados. Solo obedeciendo en todos los requisitos que nos presenta el Nuevo Testamente, podremos alcanzar la vida eterna.
c. Comisión a los gentiles.
22.17-21 Pablo necesitaba demostrar que era Dios quien lo había convertido en su adalid, y le había comisionado a trabajar en un campo diferente al de los demás Enviados. Encontramos algo diferente, que probablemente Lucas no sabía hasta este momento, sobre la salida de Pablo de Jerusalén al inicio: El mandato del Señor. A pesar de estar recibiendo la orden del Señor, Pablo trata de negociar el asunto abogando a su experiencia como perseguidor de la Iglesia, comenzando por la lapidación de Esteban, pero la respuesta del Señor es tajante: -“¡Vé! Porque yo te enviaré a naciones lejanas”.
d. Resultados del discurso.
22.22-29 Este es uno de mis pasajes favoritos del libro. Es cierto que los judíos habían ido acostumbrándose a escuchar las predicaciones acerca de Cristo, pero no aceptaban que se hiciera lo mismo entre los gentiles, porque los ponía en un mismo plano; para ellos, aunque no estuvieran de acuerdo, no se podía enseñar lo mismo a los gentiles que a los judíos. En el momento en que Pablo dice que él ha sido enviado por Dios para que predique a los gentiles, los enciende al punto de olvidarse que estaban en las puertas de la fortaleza Antonia y que muchos podrían morir.
Es posible que algunos levantaran unas piedras, pero no podían lanzarlas sin temor de pegar a los soldados, así que actuaron como lo hacen los grandes simios: Tomaban polvo que recogían del suelo y lo lanzaban para arriba, así como sus ropas.
Aquella actitud asustó al gobernante de mil que dio la orden de introducirlo en la fortaleza e inmediatamente quiso saber el por qué de esta reacción, así que mandó azotar a Pablo para que confesara.
Imediatamente se iban a obedecer las órdenes del gobernante, y es probable que hasta ahí fue que Pablo entendió, cuando le sujetaron fuertemente las correas, que iba a ser azotado; por lo que pregunta acerca de la legalidad de esto para con un ciudadano romano. Aquella afirmación alarmó al gobernante de cien que corre para hacer entender al su superior del problema en que se va a meter.
Había tres maneras de obtener la ciudadanía romana sin haber nacido en Roma:
1) Cuando un ciudadano hacía algo ejemplar, el Senado Romano podía otorgarla.
2) Por herencia directa.
3) Por haber nacido en en una ciudad libre, es decir, aquellas ciudades que aunque habían sido conquistadas, habían proveído de alguna manera un servicio especial para el Imperio, por lo que aunque seguían siendo parte de este, eran declaradas libres y sus ciudadanos eran romanos.
Este último era el caso de Pablo, mientras que el quiliarca había tenido que recurrir a una cuarta manera, que era ilegal, de obtener su ciudadanía, por medio del soborno.
e. Defensa ante el Sanedrín.
22.30-23.10 El gobernante de mil quería saber exactamente el motivo del enojo contra Pablo. Primero había preguntado al populacho, después escuchó a Pablo hablar a esta; incluso había decidido azotar a Pablo para sacar una respuesta a como diera lugar, pero aún estaba sin tener respuesta. Así que decidió poner en práctica algo más.
Después de haber pasado una noche encarcelado, Pablo se encuentra llevado ante el Sanedrín, probablemente en el patio de los gentiles. Pablo es sacado de la fortaleza Antonia o Torre de Antonio, que fue una guarnición militar construida por Herodes el Grande en Jerusalén. Fue construida sobre el emplazamiento de la plaza fuerte Asmonea, y fue nombrada en honor a Marco Antonio, el cual fue un fuerte aliado político en el ascenso de Herodes al trono. La fortaleza fue edificada en el extremo oriental de la muralla de la ciudad, la segunda muralla, y estaba ubicada en el noreste de la ciudad, cercano al Templo y al Estanque de Betesda. Se cree que el Pretorio funcionaba en un área dentro de la Fortaleza Antonia. El Pretorio fue el sitio donde tuvo lugar el juicio de Jesús ante Pilato.
Antes de la rebelión judía, la fortaleza fue el cuartel de parte de la guarnición romana de Jerusalén. Los romanos también custodiaban las vestiduras del Sumo Sacerdote dentro de la fortaleza.
La fortaleza fue destruida en el 70 d.C., por el ejército de Tito durante el sitio de Jerusalén. Tito capturó la fortaleza como un preámbulo al ataque al complejo del Templo.
El historiador Flavio Josefo describió a la fortaleza como “una torre con cuatro torres en cada esquina”. Josefo ubicó a la fortaleza en la esquina noroccidental de las columnatas que rodeaban el Templo. Las ilustraciones modernas usualmente muestran a la fortaleza ubicada a lo largo del lado norte del cerco del Templo. No obstante, las descripciones suministradas por Josefo de Jerusalén sugieren que la fortaleza estuvo separada del cerco mismo, y probablemente conectada por dos columnatas con un espacio estrecho entre ellas. Las mediciones indicadas por Josefo sugieren una separación de 200 metros entre los dos complejos[1].
Al encontrarse frente al concilio, Pablo comienza a hablar, pero pronto es interrumpido por una bofetada por orden del Sumo Sacerdote. Al parecer, Ananías se sintió ofendido con el argumento de este preso que afirma vivir con buena conciencia delante de Dios.
La reacción lógica de Pablo fue de enojo ante la injusticia. Aquel hombre venía a impartir justicia, supuestamente, pero actuaba contra la misma Ley, ya que castigaba sin haber escuchado. No hay pecado en enojarse, como creen algunos, sino en ir más allá, ya sea la violencia o el uso de palabras impropias.
Cuando Pablo sabe que es el Sumo Sacerdote, se disculpa, no porque él hubiese dicho alguna mentira, sino porque no era correcto que se le hablara de esa manera al personaje más importante de la religión y del pueblo judío. Ananías fue el Sumo Sacerdote judío desde aproximadamente el 48 hasta el 58 d.C. Fue hijo de Nebedeo, y recibió su puesto de Herodes, rey de Calcis y hermano de Herodes Agripa I[2]. Se le envió a Roma en el año 52 para ser juzgado con relación a ciertas dificultades que habían surgido entre los judíos y los samaritanos, pero el emperador Claudio lo absolvió.
Mientras presidía el juicio de Pablo ante el Sanedrín que se celebró hacia el año 56, Ananías ordenó que se golpeara a Pablo en la cara. La reacción de este fue predecir que Dios le devolvería esa mala acción, y lo llamó “pared blanqueada”. Amonestado por esto, Pablo se excusó por no saber que el que había dado la orden de golpearlo era el sumo sacerdote, y citó el Éxodo 22.27 en reconocimiento de su obligación de mostrarle el debido respeto. Hay quien opina que Pablo no sabía que Ananías era el sumo sacerdote debido a que cuando regresó de Roma, el puesto de Ananías no estaba confirmado legalmente, pero no es posible probarlo. Sencillamente podría ser otra prueba de que Pablo tenía un defecto en la visión, como parecen indicar otros textos. La orden de Ananías pudo haber sido lo suficientemente breve y apasionada como para que a Pablo le resultase difícil identificar al que hablaba.
Después del juicio de Pablo en Jerusalén ante el Sanedrín, Pablo fue llevado a Cesarea a donde viajó también Ananías acompañado de ciertos ancianos y un orador público para presentar los cargos delante del procurador Félix, y ya no se le vuelve a mencionar en las Escrituras.
En la historia extrabíblica se le presenta como un hombre altanero y cruel, cuya conducta se distinguió por su codicia, tanto durante el ejercicio del sumo sacerdocio como después. Hacia el comienzo de la sublevación judía de 66-70, ciertos elementos de la población de la secta judía de los Zelotes persiguieron a Ananías debido a su colaboración con las autoridades romanas. Aunque se escondió en un acueducto, lo descubrieron y lo mataron en el estallido de la Primera Revuelta Judia[3].
Es seguro que Pablo conocía a algunos de los presentes, y astutamente guió el asunto a buscar la división entre ellos. No dijo ninguna mentira: El era fariseo, hijo de fariseos, y la verdadera causa de la acusación era que el enseñaba que Jesús había resucitado de entre los muertos. Inmediatamente se produjo la división. Aunque los fariseos no estaban de acuerdo en aceptar a Jesús como el Cristo, no podían negar la posibilidad de su resurrección, como si lo hacían los saduceos, ya que ellos no creen que esto fuera posible.
La revuelta que se armó sobrepasó las intenciones de Pablo. Los fariseos se volvieron defensores de la causa de Pablo. Esto dejaba muy mal parado al Sanedrín ante el quiliarca, que los había llamado para concer la razón por la que Pablo debía ser detenido, pero ellos mismos no podían ponerse de acuerdo por la misma razón que acusaban a Pablo. Es más, uno de los fariseos pone en la mesa la posibilidad de que Pablo podía haber oído la voz de un ángel o un espíritu, cosa odiosa a los saduceos.
La reacción del quiliarca fue inmediata, había que poner a Pablo a salvo, por lo que dio la orden de escoltarlo de nuevo la fortaleza, alejándolo de esta nueva turba.
[1] Wikipedia. Fortaleza Antonia.
[2] Flavio Josefo. Antigüedades Judías, libro XX, cap. V, sec. 2.
[3] Wikipedia. Ananías.
a. Vida de Pablo antes de su conversión.
22.1-5 Antes de entrar de lleno en el punto importante de su defensa, Pablo hace una introducción para demostrar quién es en realidad. Al hablarles en su lengua natal, la hebrea, ellos se calman, porque su nacionalismo les mueve más que cualquier otra cosa; era un judío, uno de sus hermanos.
Estaban en este lugar antiguos camaradas de Pablo, ellos sabían bien lo que había ocurrido con este hombre, como él mismo había ido a buscar autorización de los sacerdotes para poder descargar toda la ira que tenía contra los cristianos; aunque para la mayoría, todo esto era nuevo. Así que Pablo explica esto para que ellos no caígan en el mismo error que había cometido el quiliarca, pensando que Pablo fuera un criminal.
b. Narración de su conversión.
22.6-16 La introducción presentada antes, mostraba a Pablo como un perseguidor del cristianismo; pero ahora, con lo que ocurrió en el camino a Damasco, la visión que tenía Pablo sobre los que consideraba sus enemigos, deberá cambiar radicalmente.
Lucas menciona que lo ocurrido fue a eso del mediodía, para resaltar que esta luz no era algo natural, sino un suceso milagroso. También deja en claro que aunque los que estaban con Pablo vieron la luz y escucharon algo, no lograron comprender el mensaje que recibió este.
De Ananías, aparte del relato que encontramos en Hechos 9, no se nos menciona nada más.
El propósito de Pablo en este momento era impactar a los oyentes acerca de la importancia de ser sumergido en agua, y por ello presenta una de las dudas que surgen en casi todos los que comienzan a acercase al cristianismo: ¿Debo ser sumergido? Pero si fue necesario para Pablo y lo es para todo aquel que aun no ha recibido el perdón de los pecados. Solo obedeciendo en todos los requisitos que nos presenta el Nuevo Testamente, podremos alcanzar la vida eterna.
c. Comisión a los gentiles.
22.17-21 Pablo necesitaba demostrar que era Dios quien lo había convertido en su adalid, y le había comisionado a trabajar en un campo diferente al de los demás Enviados. Encontramos algo diferente, que probablemente Lucas no sabía hasta este momento, sobre la salida de Pablo de Jerusalén al inicio: El mandato del Señor. A pesar de estar recibiendo la orden del Señor, Pablo trata de negociar el asunto abogando a su experiencia como perseguidor de la Iglesia, comenzando por la lapidación de Esteban, pero la respuesta del Señor es tajante: -“¡Vé! Porque yo te enviaré a naciones lejanas”.
d. Resultados del discurso.
22.22-29 Este es uno de mis pasajes favoritos del libro. Es cierto que los judíos habían ido acostumbrándose a escuchar las predicaciones acerca de Cristo, pero no aceptaban que se hiciera lo mismo entre los gentiles, porque los ponía en un mismo plano; para ellos, aunque no estuvieran de acuerdo, no se podía enseñar lo mismo a los gentiles que a los judíos. En el momento en que Pablo dice que él ha sido enviado por Dios para que predique a los gentiles, los enciende al punto de olvidarse que estaban en las puertas de la fortaleza Antonia y que muchos podrían morir.
Es posible que algunos levantaran unas piedras, pero no podían lanzarlas sin temor de pegar a los soldados, así que actuaron como lo hacen los grandes simios: Tomaban polvo que recogían del suelo y lo lanzaban para arriba, así como sus ropas.
Aquella actitud asustó al gobernante de mil que dio la orden de introducirlo en la fortaleza e inmediatamente quiso saber el por qué de esta reacción, así que mandó azotar a Pablo para que confesara.
Imediatamente se iban a obedecer las órdenes del gobernante, y es probable que hasta ahí fue que Pablo entendió, cuando le sujetaron fuertemente las correas, que iba a ser azotado; por lo que pregunta acerca de la legalidad de esto para con un ciudadano romano. Aquella afirmación alarmó al gobernante de cien que corre para hacer entender al su superior del problema en que se va a meter.
Había tres maneras de obtener la ciudadanía romana sin haber nacido en Roma:
1) Cuando un ciudadano hacía algo ejemplar, el Senado Romano podía otorgarla.
2) Por herencia directa.
3) Por haber nacido en en una ciudad libre, es decir, aquellas ciudades que aunque habían sido conquistadas, habían proveído de alguna manera un servicio especial para el Imperio, por lo que aunque seguían siendo parte de este, eran declaradas libres y sus ciudadanos eran romanos.
Este último era el caso de Pablo, mientras que el quiliarca había tenido que recurrir a una cuarta manera, que era ilegal, de obtener su ciudadanía, por medio del soborno.
e. Defensa ante el Sanedrín.
22.30-23.10 El gobernante de mil quería saber exactamente el motivo del enojo contra Pablo. Primero había preguntado al populacho, después escuchó a Pablo hablar a esta; incluso había decidido azotar a Pablo para sacar una respuesta a como diera lugar, pero aún estaba sin tener respuesta. Así que decidió poner en práctica algo más.
Después de haber pasado una noche encarcelado, Pablo se encuentra llevado ante el Sanedrín, probablemente en el patio de los gentiles. Pablo es sacado de la fortaleza Antonia o Torre de Antonio, que fue una guarnición militar construida por Herodes el Grande en Jerusalén. Fue construida sobre el emplazamiento de la plaza fuerte Asmonea, y fue nombrada en honor a Marco Antonio, el cual fue un fuerte aliado político en el ascenso de Herodes al trono. La fortaleza fue edificada en el extremo oriental de la muralla de la ciudad, la segunda muralla, y estaba ubicada en el noreste de la ciudad, cercano al Templo y al Estanque de Betesda. Se cree que el Pretorio funcionaba en un área dentro de la Fortaleza Antonia. El Pretorio fue el sitio donde tuvo lugar el juicio de Jesús ante Pilato.
Antes de la rebelión judía, la fortaleza fue el cuartel de parte de la guarnición romana de Jerusalén. Los romanos también custodiaban las vestiduras del Sumo Sacerdote dentro de la fortaleza.
La fortaleza fue destruida en el 70 d.C., por el ejército de Tito durante el sitio de Jerusalén. Tito capturó la fortaleza como un preámbulo al ataque al complejo del Templo.
El historiador Flavio Josefo describió a la fortaleza como “una torre con cuatro torres en cada esquina”. Josefo ubicó a la fortaleza en la esquina noroccidental de las columnatas que rodeaban el Templo. Las ilustraciones modernas usualmente muestran a la fortaleza ubicada a lo largo del lado norte del cerco del Templo. No obstante, las descripciones suministradas por Josefo de Jerusalén sugieren que la fortaleza estuvo separada del cerco mismo, y probablemente conectada por dos columnatas con un espacio estrecho entre ellas. Las mediciones indicadas por Josefo sugieren una separación de 200 metros entre los dos complejos[1].
Al encontrarse frente al concilio, Pablo comienza a hablar, pero pronto es interrumpido por una bofetada por orden del Sumo Sacerdote. Al parecer, Ananías se sintió ofendido con el argumento de este preso que afirma vivir con buena conciencia delante de Dios.
La reacción lógica de Pablo fue de enojo ante la injusticia. Aquel hombre venía a impartir justicia, supuestamente, pero actuaba contra la misma Ley, ya que castigaba sin haber escuchado. No hay pecado en enojarse, como creen algunos, sino en ir más allá, ya sea la violencia o el uso de palabras impropias.
Cuando Pablo sabe que es el Sumo Sacerdote, se disculpa, no porque él hubiese dicho alguna mentira, sino porque no era correcto que se le hablara de esa manera al personaje más importante de la religión y del pueblo judío. Ananías fue el Sumo Sacerdote judío desde aproximadamente el 48 hasta el 58 d.C. Fue hijo de Nebedeo, y recibió su puesto de Herodes, rey de Calcis y hermano de Herodes Agripa I[2]. Se le envió a Roma en el año 52 para ser juzgado con relación a ciertas dificultades que habían surgido entre los judíos y los samaritanos, pero el emperador Claudio lo absolvió.
Mientras presidía el juicio de Pablo ante el Sanedrín que se celebró hacia el año 56, Ananías ordenó que se golpeara a Pablo en la cara. La reacción de este fue predecir que Dios le devolvería esa mala acción, y lo llamó “pared blanqueada”. Amonestado por esto, Pablo se excusó por no saber que el que había dado la orden de golpearlo era el sumo sacerdote, y citó el Éxodo 22.27 en reconocimiento de su obligación de mostrarle el debido respeto. Hay quien opina que Pablo no sabía que Ananías era el sumo sacerdote debido a que cuando regresó de Roma, el puesto de Ananías no estaba confirmado legalmente, pero no es posible probarlo. Sencillamente podría ser otra prueba de que Pablo tenía un defecto en la visión, como parecen indicar otros textos. La orden de Ananías pudo haber sido lo suficientemente breve y apasionada como para que a Pablo le resultase difícil identificar al que hablaba.
Después del juicio de Pablo en Jerusalén ante el Sanedrín, Pablo fue llevado a Cesarea a donde viajó también Ananías acompañado de ciertos ancianos y un orador público para presentar los cargos delante del procurador Félix, y ya no se le vuelve a mencionar en las Escrituras.
En la historia extrabíblica se le presenta como un hombre altanero y cruel, cuya conducta se distinguió por su codicia, tanto durante el ejercicio del sumo sacerdocio como después. Hacia el comienzo de la sublevación judía de 66-70, ciertos elementos de la población de la secta judía de los Zelotes persiguieron a Ananías debido a su colaboración con las autoridades romanas. Aunque se escondió en un acueducto, lo descubrieron y lo mataron en el estallido de la Primera Revuelta Judia[3].
Es seguro que Pablo conocía a algunos de los presentes, y astutamente guió el asunto a buscar la división entre ellos. No dijo ninguna mentira: El era fariseo, hijo de fariseos, y la verdadera causa de la acusación era que el enseñaba que Jesús había resucitado de entre los muertos. Inmediatamente se produjo la división. Aunque los fariseos no estaban de acuerdo en aceptar a Jesús como el Cristo, no podían negar la posibilidad de su resurrección, como si lo hacían los saduceos, ya que ellos no creen que esto fuera posible.
La revuelta que se armó sobrepasó las intenciones de Pablo. Los fariseos se volvieron defensores de la causa de Pablo. Esto dejaba muy mal parado al Sanedrín ante el quiliarca, que los había llamado para concer la razón por la que Pablo debía ser detenido, pero ellos mismos no podían ponerse de acuerdo por la misma razón que acusaban a Pablo. Es más, uno de los fariseos pone en la mesa la posibilidad de que Pablo podía haber oído la voz de un ángel o un espíritu, cosa odiosa a los saduceos.
La reacción del quiliarca fue inmediata, había que poner a Pablo a salvo, por lo que dio la orden de escoltarlo de nuevo la fortaleza, alejándolo de esta nueva turba.
[1] Wikipedia. Fortaleza Antonia.
[2] Flavio Josefo. Antigüedades Judías, libro XX, cap. V, sec. 2.
[3] Wikipedia. Ananías.