VI. Divisiones.
Los libros en la antigüedad no contenían divisiones, aunque en el relato de Lucas las encontramos de una manera natural, sin que estén especificadas. Hay dos grandes divisiones en Hechos, y estas a su vez tienen otras subdivisiones. La primera va desde el inicio hasta el capítulo 12.25, en donde se nos habla de manera general de la historia primitiva de la Iglesia, y la segunda desde el capítulo 13.1 hasta el final del libro, en donde el autor da preponderancia al trabajo de Pablo.
Las subdivisiones se dan de la siguiente manera:
A. Historia Primitiva de la Iglesia.
1. La Iglesia en Jerusalén (1.1-8.4).
a. Introducción del libro (1.1-5).
b. La Promesa del Espíritu Santo (1.6-8).
c. La Ascensión de Jesús (1.9-11).
d. Esperando en Jerusalén (1.12-14).
e. Elección de Matías (1.15-26).
f. Llenos del Espíritu Santo (2.1-13).
g. Primer discurso de Pedro (2.14-40).
1) El milagro explicado.
2) Jesús proclamado Cristo y Señor.
h. Resultado del sermón e inicio de la Iglesia (2.41-47).
i. El progreso de la Iglesia (3.1-8.3).
1) Pedro y Juan sanan al hombre lisiado (3.1-10).
2) Segundo sermón de Pedro (3.11-26).
3) Pedro y Juan son arrestados (4.1-4).
4) Defensa de los apóstoles (4.5-12).
5) La orden del sanedrín (4.13-22).
6) Los apóstoles oran por valor (4.23-31).
7) La iglesia primitiva comparte voluntariamente (4.32-37).
8) Ananías y Safira mienten (5.1-11).
9) Milagros apostólicos (5.12-16).
10) Persecución (5.17-42).
11) Los servidores para las mesas (6.1-7).
12) Martirio de Esteban (6.8-7.60).
13) Saulo persigue a la Iglesia (8.1-3).
2. La Iglesia Misionera (8.4-12.25).
a. Testimonio de Felipe a los samaritanos (8.4-25).
b. Testimonio de Felipe al etíope (8.26-40).
c. La conversión de Saulo (9.1-31).
1) Conversión y ceguera de Saulo (9.1-9).
2) Saulo es lleno del Espíritu Santo (9.10-19).
3) Saulo predica en Damasco (9.20-22).
4) Saulo testifica en Jerusalén (9.23-31).
d. El testimonio de Pedro (9.32-11.18).
1) Pedro sana a Eneas en Lidia (9.32-35).
2) Pedro levanta a Dorcas en Jope (9.36-43)
3) Pedro testifica a Cornelio en Cesarea (10.1-11.18).
e. El testimonio de la Iglesia primitiva (11.19-12.24).
1) El testimonio de la Iglesia de Antioquía (11.19-30).
2) Herodes y su persecución (12.1-24).
B. Trabajo de Pablo (12.25-28.31).
1. Bernabé y Saulo son enviados desde Antioquía (12.25-13.3).
2. Labores de Pablo (13.4-21.16).
a. Ministerio en Chipre (13.4-12).
b. Ministerio en Antioquía (13.13-50).
c. Ministerio en Iconio (13.51-14.5).
d. Ministerio en Listra (14.6-20).
e. Ministerio en el viaje de regreso (14.21-25).
f. Reporte sobre el primer viaje misionero (14.26-28).
g. La Conferencia de Jerusalén (15.1-35).
1) Debate sobre la observancia gentil de la Ley (15.1-5).
2) Pedro predica la salvación mediante la gracia (15.6-11).
3) Pablo y Bernabé testifican (15.12).
4) Santiago prueba que los gentiles están exentos de la Ley (15.13-21).
5) El documento oficial de la Conferencia (15.22-29).
6) Reporte a Antioquía (15.30-35).
h. Desacuerdo en cuanto a Juan Marcos (15.36-41).
i. Derbe y Listra: Timoteo es circuncidado (16.1-5).
j. Troas: Llamado macedónico (16.6-10).
k. Filipos: Extenso ministerio (16.11-40).
l. Tesalónica: “Trastornaron al mundo” (17.1-9).
m. Berea: Muchos reciben la Palabra (17.10-15).
n. Atenas: Sermón de Pablo en el Areópago (17.16-34).
o. Corinto: Año y medio de ministerio (18.1-17).
p. Viaje de regreso a Antioquía (18.18-22).
q. Galacia y Frigia: Fortaleza para los discípulos (18.23).
r. Éfeso: Tres años de ministerio (18.24-19.41).
s. Macedonia: Tres meses de ministerio (20.1-6).
t. Troas: Eutico se cae de la ventana (20.7-12).
u. Mileto: Pablo se despide de los ancianos efesios (20.13-38).
v. Tiro: Se le advierte a Pablo en cuanto a Jerusalén (21.1-6).
w. Cesarea: Predicción de Ágabo (21.7-14).
x. Pablo en Jerusalén (21.15-26).
3. Prisión de Pablo (21.27-28.31).
a. Jerusalén (21.27-23.33).
b. Cesarea (23.34-26.32).
c. Roma (27.1-28.31)[1].
VII. Propósito.
Entre los que siguen la escuela de Tübingen, se cree que Pedro era el líder de los judaizantes que estuvieron en oposición a Pablo, y que los demás apóstoles sentían simpatía para Pedro, y que tal disensión jamás se volcó en vida de los apóstoles; que “Hechos” se escribió como a fines del siglo I, o poco más tarde, con propósito intencional de que pareciese que tal discrepancia jamás había existido. Ellos creen que el objeto inmediato para el que Hechos se escribió, fue delinear un paralelo entre los dos apóstoles, en el que Pedro apareciera con carácter paulino, y Pablo con carácter petrino. Tal veredicto del propósito del autor hace que el libro falte por completo a la verdad, objeción suficiente a lo cual se halla en lo que más antes dijimos en cuanto a su autor y su credibilidad. Aclaremos que el paralelo entre Pablo y Pedro no es la columna de esa teoría, porque completamente se explica si se supone la autenticidad de la narración por completo.
Lo que hizo el autor es escribir un brevísimo relato del origen y progreso de la Iglesia en Jerusalén hasta ser dispersada por la persecución que comenzó con Esteban; de los hombres y métodos que se usaron para iniciar congregaciones en regiones vecinas, incluso el bautismo para los gentiles; de las salidas de evangelización de Pablo en las regiones de Asia Menor, Macedonia y Grecia, sin dejar a un lado el origen de la polémica acerca de las relaciones de convertidos gentiles con la ley de Moisés, y su arreglo parcial; y finalmente de la prisión de Pablo que comenzó en Jerusalén y se terminó en Roma. Eso es lo que hizo, pero el propósito se logra conocer mediante el examen del tópico que introduce en diversas partes de su relato. Como otros historiadores, de seguro tenía más de un propósito, uno principal y los otros secundarios.
La mayor parte de libro consiste en relatos minuciosos de conversiones a Cristo. El capítulo 1 nos muestra el modo en que los apóstoles se prepararon para la obra de convertir gentes; el 2 nos refiere la conversión de tres mil; el 3 la conversión de otros, seguido del arresto y juicio de Pedro y Juan a consecuencia de estas conversiones; las persecuciones de los cuatro capítulos siguientes brotaron de la oposición a tales conversiones; los capítulos 8 al 10, se dedican a la conversión de los samaritanos, del eunuco, de Saulo de Tarso y de Cornelio; el 11, esencialmente a la institución de la Iglesia de Antioquía mediante la inmersión en agua de judíos y gentiles; en el 12, un hecho de benevolencia de los convertidos y la persecución de nuevo en Jerusalén; los 13 y 14 dan relatos del viaje con Bernabé y sus conversiones; el 15 narra la dificultad que se originó de las conversiones en el primer viaje de Pablo; el 16 muestra principalmente sucesos que conducen a la conversión de Lidia y del carcelero en Filipo, y con la misma se vinculan; el 17 habla de conversiones en Tesalónica y Berea, seguidas del esfuerzo improductivo en Atenas para el mismo fin; el 18, las conversiones en Corinto; el 19, de las conversiones en Éfeso y la persecución que siguió; del 20 en adelante, del último viaje de Pablo a Jerusalén, seguido de su arresto y esfuerzos improductivos para convertir al populacho en esa ciudad, a Félix, Festo y Agripa, y por fin su viaje a Roma.
No hay duda de que el intento que el autor tenía era presentar a sus lectores una variedad de casos de conversión bajo los trabajos de apóstoles y otros colaboradores, para que entendamos que la comisión de Jesús a sus apóstoles, fue cumplida. Los hechos que se refieren ahí, representan a todos los grupos de la sociedad, desde aldeanos idólatras hasta sacerdotes y reyes. Comprenden todos los niveles de cultura intelectual y religiosa; todas las ocupaciones comunes de la vida; todos los países y lenguas del mundo conocido entonces; lo que muestra la adaptación del nuevo sistema de vida y salvación para todos los habitantes del mundo[2].
VIII. Carácter Histórico.
La autenticidad histórica de la narración de Lucas ha sido considerablemente corroborada por hallazgos arqueológicos. Aunque el escritor tiene intereses apologéticos y teológicos, estos no reducen su detallada fidelidad, aun cuando regulan la selección y la presentación de los acontecimientos. Sitúa su narración en el marco de la historia coetánea; sus páginas están llenas de informes a los gobernadores de las ciudades, a gobernadores provinciales, a reyes vasallos, y otros, y dichas referencias vez tras vez resultan debidamente lo que pertenece al lugar y al momento en cuestión. Con un mínimo de palabras, comunica el color local atinado de las ciudades tan disímiles mencionadas en su relato. Su delineación del viaje de Pablo a Roma por mar sigue siendo en la al presente, uno de nuestros documentos más importantes sobre la navegación en la antigüedad.
Es cierto que a Lucas le importa, en ambos tratados, manifestar que el cristianismo no constituye una amenaza a la ley y el orden imperiales. Esto lo hace principalmente mencionando el juicio de gobernantes, magistrados, y otras autoridades en diversas partes del imperio. En su Evangelio tres veces Pilato declara a Jesús inocente del cargo de sedición[3], y cuando a sus discípulos se les acusa en forma similar en Hechos, la causa no puede respaldarse. Los magistrados de Filipos encierran a Pablo y Silas por estorbar con los derechos de la propiedad privada, pero tienen que liberarlos con disculpas por su ejercicio ilegítimo. Los magistrados de Tesalónica, ante quienes Pablo y sus compañeros son acusados de insurrección contra el imperio, se conforman al hallar habitantes del lugar que están dispuestos a avalar el buen proceder de los misioneros. Galión, procónsul de Acaya, toma una decisión más significativa, ya que rechaza el cargo de difusión de una religión ilegal que contra Pablo hacen los líderes judíos de Corinto; la incompatibilidad práctica de su decisión es que el cristianismo comparte la defensa que la ley romana le acuerda al judaísmo. En Éfeso, Pablo disfruta de la amistad de las autoridades asiáticas, y es absuelto por el secretario del cargo de denigrar al culto de la diosa Artemisa efesia. En Judea, el gobernador Festo y el rey subalterno Agripa II, están de acuerdo en que Pablo no ha cometido ningún delito que merezca la muerte o la prisión, y que de hecho hubiera podido ser liberado de inmediato si no hubiese apelado a la jurisdicción superior del César[4].
XI. Estructura y temas fundamentales de Hechos.
La estructura de Hechos se observa solo en sus líneas generales, en la distribución geográfica, que copia las palabras del programa de Jesús: “Me serán testigos en Jerusalén, en Judea, en Samaria y hasta los confines de la tierra”[5]. Este programa se encuentra apuntalado con versículos que están colocados de tal manera que nos están recordando el propósito del libro: 5.42; 6.7; 8.4; 9.31; 12.24; 15.35; 16.5; 19.20; 28.30-31. El punto en que llegan todos a conectarse es la Conferencia de Jerusalén[6], que marca el punto final de la primera parte del relato y el punto de partida de la segunda.
A. Desde Pentecostés hasta la Conferencia de Jerusalén[7].
En los capítulos 1-5 la escena se ubica en Jerusalén, siendo el capítulo 1 el que cumple la función de introducción a la obra.
Con Pentecostés nace la primera congregación cristiana, que reúne a los primeros discípulos de Jesús y a los nuevos, todos ellos judíos, tanto de Palestina como de la diáspora; para los gentiles tan solo se expresan algunas insinuaciones futuras[8]. Su ejemplo de vida les consigue el aprecio del ambiente[9]; la enseñanza cristiana, de la que tenemos una prueba en los tres discursos de Pedro[10], induce algunos tropiezos con las autoridades judías, pero acaba siendo tolerada y obtiene cierta propagación. Sin embargo, con Esteban y su grupo de lengua griega, empieza a delinearse una diferencia cargada de consecuencias, aun cuando los acontecimientos sigan desarrollándose en Jerusalén[11]. Su enseñanza, muy crítica con relación al Templo y al pueblo, ya no resulta pasadera y por eso Esteban es lapidado con la aprobación del joven rabino fariseo Saulo de Tarso, por lo que al grupo le es preciso esparcirse[12]; pero justamente esta propagación llevará a los cristianos a evangelizar sus ambientes helenistas y hasta cierto punto a entrar también en contacto con los paganos. Pero antes, Lucas narra otros sucesos que se relacionan con la persecución de Esteban: La evangelización en Judea y en Samaria y la conversión de Saulo, quien comienza a proclamar a Jesús en el ambiente judío de lengua griega en Damasco y luego en Jerusalén, pero en ambos casos provoca tal oposición que se ve obligado a retirarse a su ciudad natal, Tarso.
Los sucesos volverán a ponerse en movimiento gracias a una nueva y categórica intervención divina, que llevará a Pedro, a pesar de su posición de judío piadoso, a encontrarse con el gentil Cornelio y a sumergirle en agua[13]. Así queda superada la pared que alejaba a los judíos de los gentiles. Sin embargo, en la práctica, es como si no hubiera ocurrido nada: Se tiene la impresión de que para los cristianos de Jerusalén, algo tranquilizados por el informe de Pedro, el caso de Cornelio se reducía a un episodio aislado debido a la gran devoción de aquel gentil; pero no se piensa en una acción misionera a gran escala entre los gentiles.
Pero en este punto Lucas no regresa hacia los fugitivos del grupo de Esteban, que han llegado entretanto a Antioquía de Siria, la tercera ciudad del imperio. En este círculo urbano cosmopolita, comienzan a darse algunas conversiones incluso entre los gentiles. Nace así la primera congregación que comprendía también algunos cristianos procedentes de los gentiles[14]. Lucas pone especial cuidado a la comunión con Jerusalén a través de la presencia de Bernabé y a través del envío de recursos para ayudar a la comunidad de Jerusalén. Mientras tanto, Pedro, después de ser liberado de la cárcel, deja la dirección de la comunidad local a Santiago y a un cuerpo de ancianos[15].
Pero la comunión se verá amenazada con el aumento de los gentiles que entran en la Iglesia. En efecto, a través de Pablo y de Bernabé la comunidad antioquena comienza a realizar auténticas expediciones misioneras; un primer viaje los lleva a la isla de Creta y a las costas de Asia Menor, con una breve incursión en el interior. En cada una de las paradas, Lucas sigue el mismo esquema, subrayando sobre todo la relación con los judíos. Pablo comienza siempre su predicación por la sinagoga y procura quedarse en ella hasta que lo echan; provoca sistemáticamente la división del auditorio judío, con oposiciones y a veces persecuciones. Se menciona por primera vez la idea de abandonar a su destino a los judíos incrédulos y de dirigirse exclusivamente a los gentiles[16], que por el momento no llega a realizarse.
Una corriente de los judeo-cristianos de Jerusalén sostiene que hay que imponerles también a los gentiles la circuncisión y la observancia de la Ley mosaica. Una vez más todo corre el peligro de quedar bloqueado. Se hace necesaria la Conferencia de Jerusalén. Además de las experiencias misioneras referidas por Pablo y Bernabé, resulta decisiva la intervención de Pedro, centrada en el antecedente de Cornelio, que asume valor de principio. La controversia se resuelve confirmando la práctica de no imponer la circuncisión a los convertidos de los gentiles; pero, por indicación de Santiago, se acepta la necesidad de ligarlos a la observancia de algunas disposiciones rituales que la Ley mosaica extendía a los extranjeros inmigrados entre los judíos[17].
En este punto, la apertura a los incircuncisos puede decirse que es un hecho plenamente adquirido; no es ya solo una decisión promovida por algunas personas o comunidades, sino que ha sido aprobada también en el máximo nivel eclesial.
El objetivo se dirige ahora hacia el área antioquena, en donde la acción misionera puede renovarse con un nuevo impulso.
B. Desde la Conferencia de Jerusalén hasta la llegada de Pablo a Roma[18].
La narración continúa con una extensión no menor a la anterior. Tan solo una pequeña parte de la misma se dedica a completar el cuadro de la actividad misionera de Pablo[19]. Primero se traslada a la cuenca del Egeo; en el segundo viaje misionero, al suelo europeo[20]: Macedonia y Grecia, con una alargada estancia en Corinto; luego, en el tercer viaje, en terreno asiático, con una larga estancia en Éfeso[21].
Siempre se señala la división inmutable de los judíos frente a la predicación cristiana, zumbando por segunda vez la amenaza de dirigirse a los gentiles[22]. La predicación a estos, está representada ejemplarmente por el discurso en el Areópago de Atenas[23].
Tras la conclusión de esta fase, señalada con las acostumbradas notas finales sobre la difusión de la “Palabra”[24] , este tercer viaje no se cierra, como los anteriores, con el regreso a Antioquía para volver a partir hacia nuevos territorios.
En Hechos 19.21 se anuncia un nuevo programa: Pablo considera ya acabada su obra en el Mediterráneo oriental; quiere rematarla con un gesto de comunión entre las jóvenes Iglesias y Jerusalén, dirigiéndose él mismo a llevar personalmente la colecta; luego será necesario que él llegue a Roma[25].
A este nuevo programa corresponden las tres secciones restantes: La despedida de Pablo de sus comunidades[26]; la llegada a Jerusalén, el arresto y las largas incidentes de su proceso; finalmente, tras la apelación a César, el temerario viaje por mar, el naufragio y la llegada a Roma.
La de la despedida de Pablo de las Iglesias se distingue el discurso a los presbíteros de Éfeso en Mileto[27]; pero teniendo también en cuenta que en las otras etapas se apunta a las enseñanzas extendidas de Pablo[28], esta disertación toma un valor más general de “testamento” de Pablo a todas las comunidades y a sus líderes; el punto importante es que el Evangelio al que Pablo ha dedicado su vida se ha de seguir anunciando con fidelidad, enfrentándose con las herejías nacientes[29].
En la sección de los sucesos del juicio de Pablo destacan los tres largos discursos de autodefensa: Ante el sanedrín[30], ante el gobernador romano Félix[31] y ante su sucesor Festo y el rey Agripa II con sus cortesanos[32]. El tono es “apologético”[33]; pero no se trata de un amparo jurídico, sino teológico. La denuncia es acerca de la apostasía de la fe de Israel[34]; el acusado no es ni el cristianismo, del que Pablo es un símbolo, ni Pablo como persona; sino que algo que va más allá de Pablo: La Iglesia en cuanto que se ha abierto a los gentiles, sobre todo por obra de Pablo. Por eso se vuelve a recordar con todos sus detalles por dos veces el relato de la conversión de Pablo[35], mencionando siempre la misión recibida en favor de los gentiles[36]. Más allá de las otras acusaciones falsas, es este el punto que hace saltar la oposición de los antagonistas[37], como ya había ocurrido con Jesús en la sinagoga[38].
A la denuncia de apostasía, responde calurosamente insistiendo que en la resurrección de Jesús la esperanza de Israel ha encontrado su cumplimiento[39]. La presentación termina con el anuncio y la proclamación de la resurrección de Jesús y de su mesianidad[40].
La narración del arribo de Pablo a Roma finaliza con el encuentro con la comunidad local judía, que se extiende bastante tiempo, y ve una vez más cómo la apología se mezcla con el anuncio[41]. También en Roma, Pablo no tiene más que reconocer la incredulidad de Israel, interpretándola como esa misteriosa “obcecación” permitida por Dios mismo entre su pueblo, de la que ya habían hablado los profetas. También es significativa la conclusión narrativa: Pablo se aprovecha de su régimen de semi libertad domiciliar para recibir visitas, “... predicando el reino de Dios y enseñando las cosas referentes al Señor Jesucristo con toda libertad y sin obstáculo alguno”. Se recuerda así el comienzo del libro, en el que el resucitado se solazaba con los discípulos hablando del Reino de Dios[42], mención que a su vez remitía más atrás, a la predicación pre pascual de Jesús. Como en el caso de Jesús, también pasa lo mismo en el caso de la predicación post pascual: Ninguna oposición humana, ninguna incredulidad, ni siquiera la del pueblo elegido, pueden impedir que prosiga su camino en la historia del anuncio del Reino, que ahora es una sola cosa con el anuncio del señorío de Jesús[43].
[1] Diccionario Nelson.
[2] Comentario sobre “Hechos de Apóstoles” J. W. McGarvey, M. A.; Diccionario Bíblico 1; Diccionario Certeza; Comentario Bíblico Siglo XXI; Diccionario Fredy; Diccionario Tenney; Enciclopedia Teológica Sacramentum Mundum; Enciclopedia Católica; Diccionario Teológico Ravasi; Wikipedia; www.historialago.com; Comentarios a Hechos de los Apóstoles por Manuel González Pérez; Aciprensa; www.Catholic.net; Comentario a Hechos de los Apóstoles, Stanley M. Horton, www.adorador.com; Es.shvoong.com; Mb.soft.com; www.portalmisionero.com; www.encuentra.com; Comentario Bíblico Siglo XXI.
[3] Lucas 23.4, 14, 22.
[4] Hechos 26.32.
[5] Hechos 1.8.
[6] Hechos 15.1-35.
[7] Hechos 1-15.35.
[8] Hechos 2.39; 3.25.
[9] Hechos 2.42-47; 4.32-35; 5.12-16.
[10] Hechos 2.14-41; 3.12-26; 4.8-12.
[11] Hechos 6.1-8.
[12] Hechos 8.1.
[13] Hechos 9.32-11.18.
[14] Hechos 11.19-26.
[15] Hechos 11.27-12.25.
[16] Hechos 13.44-47.
[17] Levítico 17-18.
[18] Hechos 15.36-28.31.
[19] Hechos 15.36-19.20.
[20] Hechos 15.36-18.22.
[21] Hechos 18.23-19.20.
[22] Hechos 18.6.
[23] Hechos 17.22-31.
[24] Hechos 19.10, 20.
[25] Romanos 15.22-32.
[26] Hechos 19.21-20.38.
[27] Hechos 20.17-38.
[28] Hechos 20.1-2, 7,11.
[29] Hechos 20.28-31.
[30] Hechos 22.1-21.
[31] Hechos 24.10-21.
[32] Hechos 26.1-23.
[33] Hechos 22.1; 24.10; 25.8; 26.1-2,24.
[34] Hechos 21.21-24.28; 24.5-8; 28.17.
[35] Hechos 22.1-21; 26.1-23.
[36] Hechos 22.15-21; 26.17.
[37] Hechos 22.22; 26.21.
[38] Lucas 4.28.
[39] Hechos 22.1-3; 23.6; 24.14; 26.4-8; 28.20.
[40] Hechos 23.6; 24.10-21; 26.6-8.
[41] Hechos 28.17-23.
[42] Hechos 1.3.
[43] Diccionario de Teología Ravasi.
Los libros en la antigüedad no contenían divisiones, aunque en el relato de Lucas las encontramos de una manera natural, sin que estén especificadas. Hay dos grandes divisiones en Hechos, y estas a su vez tienen otras subdivisiones. La primera va desde el inicio hasta el capítulo 12.25, en donde se nos habla de manera general de la historia primitiva de la Iglesia, y la segunda desde el capítulo 13.1 hasta el final del libro, en donde el autor da preponderancia al trabajo de Pablo.
Las subdivisiones se dan de la siguiente manera:
A. Historia Primitiva de la Iglesia.
1. La Iglesia en Jerusalén (1.1-8.4).
a. Introducción del libro (1.1-5).
b. La Promesa del Espíritu Santo (1.6-8).
c. La Ascensión de Jesús (1.9-11).
d. Esperando en Jerusalén (1.12-14).
e. Elección de Matías (1.15-26).
f. Llenos del Espíritu Santo (2.1-13).
g. Primer discurso de Pedro (2.14-40).
1) El milagro explicado.
2) Jesús proclamado Cristo y Señor.
h. Resultado del sermón e inicio de la Iglesia (2.41-47).
i. El progreso de la Iglesia (3.1-8.3).
1) Pedro y Juan sanan al hombre lisiado (3.1-10).
2) Segundo sermón de Pedro (3.11-26).
3) Pedro y Juan son arrestados (4.1-4).
4) Defensa de los apóstoles (4.5-12).
5) La orden del sanedrín (4.13-22).
6) Los apóstoles oran por valor (4.23-31).
7) La iglesia primitiva comparte voluntariamente (4.32-37).
8) Ananías y Safira mienten (5.1-11).
9) Milagros apostólicos (5.12-16).
10) Persecución (5.17-42).
11) Los servidores para las mesas (6.1-7).
12) Martirio de Esteban (6.8-7.60).
13) Saulo persigue a la Iglesia (8.1-3).
2. La Iglesia Misionera (8.4-12.25).
a. Testimonio de Felipe a los samaritanos (8.4-25).
b. Testimonio de Felipe al etíope (8.26-40).
c. La conversión de Saulo (9.1-31).
1) Conversión y ceguera de Saulo (9.1-9).
2) Saulo es lleno del Espíritu Santo (9.10-19).
3) Saulo predica en Damasco (9.20-22).
4) Saulo testifica en Jerusalén (9.23-31).
d. El testimonio de Pedro (9.32-11.18).
1) Pedro sana a Eneas en Lidia (9.32-35).
2) Pedro levanta a Dorcas en Jope (9.36-43)
3) Pedro testifica a Cornelio en Cesarea (10.1-11.18).
e. El testimonio de la Iglesia primitiva (11.19-12.24).
1) El testimonio de la Iglesia de Antioquía (11.19-30).
2) Herodes y su persecución (12.1-24).
B. Trabajo de Pablo (12.25-28.31).
1. Bernabé y Saulo son enviados desde Antioquía (12.25-13.3).
2. Labores de Pablo (13.4-21.16).
a. Ministerio en Chipre (13.4-12).
b. Ministerio en Antioquía (13.13-50).
c. Ministerio en Iconio (13.51-14.5).
d. Ministerio en Listra (14.6-20).
e. Ministerio en el viaje de regreso (14.21-25).
f. Reporte sobre el primer viaje misionero (14.26-28).
g. La Conferencia de Jerusalén (15.1-35).
1) Debate sobre la observancia gentil de la Ley (15.1-5).
2) Pedro predica la salvación mediante la gracia (15.6-11).
3) Pablo y Bernabé testifican (15.12).
4) Santiago prueba que los gentiles están exentos de la Ley (15.13-21).
5) El documento oficial de la Conferencia (15.22-29).
6) Reporte a Antioquía (15.30-35).
h. Desacuerdo en cuanto a Juan Marcos (15.36-41).
i. Derbe y Listra: Timoteo es circuncidado (16.1-5).
j. Troas: Llamado macedónico (16.6-10).
k. Filipos: Extenso ministerio (16.11-40).
l. Tesalónica: “Trastornaron al mundo” (17.1-9).
m. Berea: Muchos reciben la Palabra (17.10-15).
n. Atenas: Sermón de Pablo en el Areópago (17.16-34).
o. Corinto: Año y medio de ministerio (18.1-17).
p. Viaje de regreso a Antioquía (18.18-22).
q. Galacia y Frigia: Fortaleza para los discípulos (18.23).
r. Éfeso: Tres años de ministerio (18.24-19.41).
s. Macedonia: Tres meses de ministerio (20.1-6).
t. Troas: Eutico se cae de la ventana (20.7-12).
u. Mileto: Pablo se despide de los ancianos efesios (20.13-38).
v. Tiro: Se le advierte a Pablo en cuanto a Jerusalén (21.1-6).
w. Cesarea: Predicción de Ágabo (21.7-14).
x. Pablo en Jerusalén (21.15-26).
3. Prisión de Pablo (21.27-28.31).
a. Jerusalén (21.27-23.33).
b. Cesarea (23.34-26.32).
c. Roma (27.1-28.31)[1].
VII. Propósito.
Entre los que siguen la escuela de Tübingen, se cree que Pedro era el líder de los judaizantes que estuvieron en oposición a Pablo, y que los demás apóstoles sentían simpatía para Pedro, y que tal disensión jamás se volcó en vida de los apóstoles; que “Hechos” se escribió como a fines del siglo I, o poco más tarde, con propósito intencional de que pareciese que tal discrepancia jamás había existido. Ellos creen que el objeto inmediato para el que Hechos se escribió, fue delinear un paralelo entre los dos apóstoles, en el que Pedro apareciera con carácter paulino, y Pablo con carácter petrino. Tal veredicto del propósito del autor hace que el libro falte por completo a la verdad, objeción suficiente a lo cual se halla en lo que más antes dijimos en cuanto a su autor y su credibilidad. Aclaremos que el paralelo entre Pablo y Pedro no es la columna de esa teoría, porque completamente se explica si se supone la autenticidad de la narración por completo.
Lo que hizo el autor es escribir un brevísimo relato del origen y progreso de la Iglesia en Jerusalén hasta ser dispersada por la persecución que comenzó con Esteban; de los hombres y métodos que se usaron para iniciar congregaciones en regiones vecinas, incluso el bautismo para los gentiles; de las salidas de evangelización de Pablo en las regiones de Asia Menor, Macedonia y Grecia, sin dejar a un lado el origen de la polémica acerca de las relaciones de convertidos gentiles con la ley de Moisés, y su arreglo parcial; y finalmente de la prisión de Pablo que comenzó en Jerusalén y se terminó en Roma. Eso es lo que hizo, pero el propósito se logra conocer mediante el examen del tópico que introduce en diversas partes de su relato. Como otros historiadores, de seguro tenía más de un propósito, uno principal y los otros secundarios.
La mayor parte de libro consiste en relatos minuciosos de conversiones a Cristo. El capítulo 1 nos muestra el modo en que los apóstoles se prepararon para la obra de convertir gentes; el 2 nos refiere la conversión de tres mil; el 3 la conversión de otros, seguido del arresto y juicio de Pedro y Juan a consecuencia de estas conversiones; las persecuciones de los cuatro capítulos siguientes brotaron de la oposición a tales conversiones; los capítulos 8 al 10, se dedican a la conversión de los samaritanos, del eunuco, de Saulo de Tarso y de Cornelio; el 11, esencialmente a la institución de la Iglesia de Antioquía mediante la inmersión en agua de judíos y gentiles; en el 12, un hecho de benevolencia de los convertidos y la persecución de nuevo en Jerusalén; los 13 y 14 dan relatos del viaje con Bernabé y sus conversiones; el 15 narra la dificultad que se originó de las conversiones en el primer viaje de Pablo; el 16 muestra principalmente sucesos que conducen a la conversión de Lidia y del carcelero en Filipo, y con la misma se vinculan; el 17 habla de conversiones en Tesalónica y Berea, seguidas del esfuerzo improductivo en Atenas para el mismo fin; el 18, las conversiones en Corinto; el 19, de las conversiones en Éfeso y la persecución que siguió; del 20 en adelante, del último viaje de Pablo a Jerusalén, seguido de su arresto y esfuerzos improductivos para convertir al populacho en esa ciudad, a Félix, Festo y Agripa, y por fin su viaje a Roma.
No hay duda de que el intento que el autor tenía era presentar a sus lectores una variedad de casos de conversión bajo los trabajos de apóstoles y otros colaboradores, para que entendamos que la comisión de Jesús a sus apóstoles, fue cumplida. Los hechos que se refieren ahí, representan a todos los grupos de la sociedad, desde aldeanos idólatras hasta sacerdotes y reyes. Comprenden todos los niveles de cultura intelectual y religiosa; todas las ocupaciones comunes de la vida; todos los países y lenguas del mundo conocido entonces; lo que muestra la adaptación del nuevo sistema de vida y salvación para todos los habitantes del mundo[2].
VIII. Carácter Histórico.
La autenticidad histórica de la narración de Lucas ha sido considerablemente corroborada por hallazgos arqueológicos. Aunque el escritor tiene intereses apologéticos y teológicos, estos no reducen su detallada fidelidad, aun cuando regulan la selección y la presentación de los acontecimientos. Sitúa su narración en el marco de la historia coetánea; sus páginas están llenas de informes a los gobernadores de las ciudades, a gobernadores provinciales, a reyes vasallos, y otros, y dichas referencias vez tras vez resultan debidamente lo que pertenece al lugar y al momento en cuestión. Con un mínimo de palabras, comunica el color local atinado de las ciudades tan disímiles mencionadas en su relato. Su delineación del viaje de Pablo a Roma por mar sigue siendo en la al presente, uno de nuestros documentos más importantes sobre la navegación en la antigüedad.
Es cierto que a Lucas le importa, en ambos tratados, manifestar que el cristianismo no constituye una amenaza a la ley y el orden imperiales. Esto lo hace principalmente mencionando el juicio de gobernantes, magistrados, y otras autoridades en diversas partes del imperio. En su Evangelio tres veces Pilato declara a Jesús inocente del cargo de sedición[3], y cuando a sus discípulos se les acusa en forma similar en Hechos, la causa no puede respaldarse. Los magistrados de Filipos encierran a Pablo y Silas por estorbar con los derechos de la propiedad privada, pero tienen que liberarlos con disculpas por su ejercicio ilegítimo. Los magistrados de Tesalónica, ante quienes Pablo y sus compañeros son acusados de insurrección contra el imperio, se conforman al hallar habitantes del lugar que están dispuestos a avalar el buen proceder de los misioneros. Galión, procónsul de Acaya, toma una decisión más significativa, ya que rechaza el cargo de difusión de una religión ilegal que contra Pablo hacen los líderes judíos de Corinto; la incompatibilidad práctica de su decisión es que el cristianismo comparte la defensa que la ley romana le acuerda al judaísmo. En Éfeso, Pablo disfruta de la amistad de las autoridades asiáticas, y es absuelto por el secretario del cargo de denigrar al culto de la diosa Artemisa efesia. En Judea, el gobernador Festo y el rey subalterno Agripa II, están de acuerdo en que Pablo no ha cometido ningún delito que merezca la muerte o la prisión, y que de hecho hubiera podido ser liberado de inmediato si no hubiese apelado a la jurisdicción superior del César[4].
XI. Estructura y temas fundamentales de Hechos.
La estructura de Hechos se observa solo en sus líneas generales, en la distribución geográfica, que copia las palabras del programa de Jesús: “Me serán testigos en Jerusalén, en Judea, en Samaria y hasta los confines de la tierra”[5]. Este programa se encuentra apuntalado con versículos que están colocados de tal manera que nos están recordando el propósito del libro: 5.42; 6.7; 8.4; 9.31; 12.24; 15.35; 16.5; 19.20; 28.30-31. El punto en que llegan todos a conectarse es la Conferencia de Jerusalén[6], que marca el punto final de la primera parte del relato y el punto de partida de la segunda.
A. Desde Pentecostés hasta la Conferencia de Jerusalén[7].
En los capítulos 1-5 la escena se ubica en Jerusalén, siendo el capítulo 1 el que cumple la función de introducción a la obra.
Con Pentecostés nace la primera congregación cristiana, que reúne a los primeros discípulos de Jesús y a los nuevos, todos ellos judíos, tanto de Palestina como de la diáspora; para los gentiles tan solo se expresan algunas insinuaciones futuras[8]. Su ejemplo de vida les consigue el aprecio del ambiente[9]; la enseñanza cristiana, de la que tenemos una prueba en los tres discursos de Pedro[10], induce algunos tropiezos con las autoridades judías, pero acaba siendo tolerada y obtiene cierta propagación. Sin embargo, con Esteban y su grupo de lengua griega, empieza a delinearse una diferencia cargada de consecuencias, aun cuando los acontecimientos sigan desarrollándose en Jerusalén[11]. Su enseñanza, muy crítica con relación al Templo y al pueblo, ya no resulta pasadera y por eso Esteban es lapidado con la aprobación del joven rabino fariseo Saulo de Tarso, por lo que al grupo le es preciso esparcirse[12]; pero justamente esta propagación llevará a los cristianos a evangelizar sus ambientes helenistas y hasta cierto punto a entrar también en contacto con los paganos. Pero antes, Lucas narra otros sucesos que se relacionan con la persecución de Esteban: La evangelización en Judea y en Samaria y la conversión de Saulo, quien comienza a proclamar a Jesús en el ambiente judío de lengua griega en Damasco y luego en Jerusalén, pero en ambos casos provoca tal oposición que se ve obligado a retirarse a su ciudad natal, Tarso.
Los sucesos volverán a ponerse en movimiento gracias a una nueva y categórica intervención divina, que llevará a Pedro, a pesar de su posición de judío piadoso, a encontrarse con el gentil Cornelio y a sumergirle en agua[13]. Así queda superada la pared que alejaba a los judíos de los gentiles. Sin embargo, en la práctica, es como si no hubiera ocurrido nada: Se tiene la impresión de que para los cristianos de Jerusalén, algo tranquilizados por el informe de Pedro, el caso de Cornelio se reducía a un episodio aislado debido a la gran devoción de aquel gentil; pero no se piensa en una acción misionera a gran escala entre los gentiles.
Pero en este punto Lucas no regresa hacia los fugitivos del grupo de Esteban, que han llegado entretanto a Antioquía de Siria, la tercera ciudad del imperio. En este círculo urbano cosmopolita, comienzan a darse algunas conversiones incluso entre los gentiles. Nace así la primera congregación que comprendía también algunos cristianos procedentes de los gentiles[14]. Lucas pone especial cuidado a la comunión con Jerusalén a través de la presencia de Bernabé y a través del envío de recursos para ayudar a la comunidad de Jerusalén. Mientras tanto, Pedro, después de ser liberado de la cárcel, deja la dirección de la comunidad local a Santiago y a un cuerpo de ancianos[15].
Pero la comunión se verá amenazada con el aumento de los gentiles que entran en la Iglesia. En efecto, a través de Pablo y de Bernabé la comunidad antioquena comienza a realizar auténticas expediciones misioneras; un primer viaje los lleva a la isla de Creta y a las costas de Asia Menor, con una breve incursión en el interior. En cada una de las paradas, Lucas sigue el mismo esquema, subrayando sobre todo la relación con los judíos. Pablo comienza siempre su predicación por la sinagoga y procura quedarse en ella hasta que lo echan; provoca sistemáticamente la división del auditorio judío, con oposiciones y a veces persecuciones. Se menciona por primera vez la idea de abandonar a su destino a los judíos incrédulos y de dirigirse exclusivamente a los gentiles[16], que por el momento no llega a realizarse.
Una corriente de los judeo-cristianos de Jerusalén sostiene que hay que imponerles también a los gentiles la circuncisión y la observancia de la Ley mosaica. Una vez más todo corre el peligro de quedar bloqueado. Se hace necesaria la Conferencia de Jerusalén. Además de las experiencias misioneras referidas por Pablo y Bernabé, resulta decisiva la intervención de Pedro, centrada en el antecedente de Cornelio, que asume valor de principio. La controversia se resuelve confirmando la práctica de no imponer la circuncisión a los convertidos de los gentiles; pero, por indicación de Santiago, se acepta la necesidad de ligarlos a la observancia de algunas disposiciones rituales que la Ley mosaica extendía a los extranjeros inmigrados entre los judíos[17].
En este punto, la apertura a los incircuncisos puede decirse que es un hecho plenamente adquirido; no es ya solo una decisión promovida por algunas personas o comunidades, sino que ha sido aprobada también en el máximo nivel eclesial.
El objetivo se dirige ahora hacia el área antioquena, en donde la acción misionera puede renovarse con un nuevo impulso.
B. Desde la Conferencia de Jerusalén hasta la llegada de Pablo a Roma[18].
La narración continúa con una extensión no menor a la anterior. Tan solo una pequeña parte de la misma se dedica a completar el cuadro de la actividad misionera de Pablo[19]. Primero se traslada a la cuenca del Egeo; en el segundo viaje misionero, al suelo europeo[20]: Macedonia y Grecia, con una alargada estancia en Corinto; luego, en el tercer viaje, en terreno asiático, con una larga estancia en Éfeso[21].
Siempre se señala la división inmutable de los judíos frente a la predicación cristiana, zumbando por segunda vez la amenaza de dirigirse a los gentiles[22]. La predicación a estos, está representada ejemplarmente por el discurso en el Areópago de Atenas[23].
Tras la conclusión de esta fase, señalada con las acostumbradas notas finales sobre la difusión de la “Palabra”[24] , este tercer viaje no se cierra, como los anteriores, con el regreso a Antioquía para volver a partir hacia nuevos territorios.
En Hechos 19.21 se anuncia un nuevo programa: Pablo considera ya acabada su obra en el Mediterráneo oriental; quiere rematarla con un gesto de comunión entre las jóvenes Iglesias y Jerusalén, dirigiéndose él mismo a llevar personalmente la colecta; luego será necesario que él llegue a Roma[25].
A este nuevo programa corresponden las tres secciones restantes: La despedida de Pablo de sus comunidades[26]; la llegada a Jerusalén, el arresto y las largas incidentes de su proceso; finalmente, tras la apelación a César, el temerario viaje por mar, el naufragio y la llegada a Roma.
La de la despedida de Pablo de las Iglesias se distingue el discurso a los presbíteros de Éfeso en Mileto[27]; pero teniendo también en cuenta que en las otras etapas se apunta a las enseñanzas extendidas de Pablo[28], esta disertación toma un valor más general de “testamento” de Pablo a todas las comunidades y a sus líderes; el punto importante es que el Evangelio al que Pablo ha dedicado su vida se ha de seguir anunciando con fidelidad, enfrentándose con las herejías nacientes[29].
En la sección de los sucesos del juicio de Pablo destacan los tres largos discursos de autodefensa: Ante el sanedrín[30], ante el gobernador romano Félix[31] y ante su sucesor Festo y el rey Agripa II con sus cortesanos[32]. El tono es “apologético”[33]; pero no se trata de un amparo jurídico, sino teológico. La denuncia es acerca de la apostasía de la fe de Israel[34]; el acusado no es ni el cristianismo, del que Pablo es un símbolo, ni Pablo como persona; sino que algo que va más allá de Pablo: La Iglesia en cuanto que se ha abierto a los gentiles, sobre todo por obra de Pablo. Por eso se vuelve a recordar con todos sus detalles por dos veces el relato de la conversión de Pablo[35], mencionando siempre la misión recibida en favor de los gentiles[36]. Más allá de las otras acusaciones falsas, es este el punto que hace saltar la oposición de los antagonistas[37], como ya había ocurrido con Jesús en la sinagoga[38].
A la denuncia de apostasía, responde calurosamente insistiendo que en la resurrección de Jesús la esperanza de Israel ha encontrado su cumplimiento[39]. La presentación termina con el anuncio y la proclamación de la resurrección de Jesús y de su mesianidad[40].
La narración del arribo de Pablo a Roma finaliza con el encuentro con la comunidad local judía, que se extiende bastante tiempo, y ve una vez más cómo la apología se mezcla con el anuncio[41]. También en Roma, Pablo no tiene más que reconocer la incredulidad de Israel, interpretándola como esa misteriosa “obcecación” permitida por Dios mismo entre su pueblo, de la que ya habían hablado los profetas. También es significativa la conclusión narrativa: Pablo se aprovecha de su régimen de semi libertad domiciliar para recibir visitas, “... predicando el reino de Dios y enseñando las cosas referentes al Señor Jesucristo con toda libertad y sin obstáculo alguno”. Se recuerda así el comienzo del libro, en el que el resucitado se solazaba con los discípulos hablando del Reino de Dios[42], mención que a su vez remitía más atrás, a la predicación pre pascual de Jesús. Como en el caso de Jesús, también pasa lo mismo en el caso de la predicación post pascual: Ninguna oposición humana, ninguna incredulidad, ni siquiera la del pueblo elegido, pueden impedir que prosiga su camino en la historia del anuncio del Reino, que ahora es una sola cosa con el anuncio del señorío de Jesús[43].
[1] Diccionario Nelson.
[2] Comentario sobre “Hechos de Apóstoles” J. W. McGarvey, M. A.; Diccionario Bíblico 1; Diccionario Certeza; Comentario Bíblico Siglo XXI; Diccionario Fredy; Diccionario Tenney; Enciclopedia Teológica Sacramentum Mundum; Enciclopedia Católica; Diccionario Teológico Ravasi; Wikipedia; www.historialago.com; Comentarios a Hechos de los Apóstoles por Manuel González Pérez; Aciprensa; www.Catholic.net; Comentario a Hechos de los Apóstoles, Stanley M. Horton, www.adorador.com; Es.shvoong.com; Mb.soft.com; www.portalmisionero.com; www.encuentra.com; Comentario Bíblico Siglo XXI.
[3] Lucas 23.4, 14, 22.
[4] Hechos 26.32.
[5] Hechos 1.8.
[6] Hechos 15.1-35.
[7] Hechos 1-15.35.
[8] Hechos 2.39; 3.25.
[9] Hechos 2.42-47; 4.32-35; 5.12-16.
[10] Hechos 2.14-41; 3.12-26; 4.8-12.
[11] Hechos 6.1-8.
[12] Hechos 8.1.
[13] Hechos 9.32-11.18.
[14] Hechos 11.19-26.
[15] Hechos 11.27-12.25.
[16] Hechos 13.44-47.
[17] Levítico 17-18.
[18] Hechos 15.36-28.31.
[19] Hechos 15.36-19.20.
[20] Hechos 15.36-18.22.
[21] Hechos 18.23-19.20.
[22] Hechos 18.6.
[23] Hechos 17.22-31.
[24] Hechos 19.10, 20.
[25] Romanos 15.22-32.
[26] Hechos 19.21-20.38.
[27] Hechos 20.17-38.
[28] Hechos 20.1-2, 7,11.
[29] Hechos 20.28-31.
[30] Hechos 22.1-21.
[31] Hechos 24.10-21.
[32] Hechos 26.1-23.
[33] Hechos 22.1; 24.10; 25.8; 26.1-2,24.
[34] Hechos 21.21-24.28; 24.5-8; 28.17.
[35] Hechos 22.1-21; 26.1-23.
[36] Hechos 22.15-21; 26.17.
[37] Hechos 22.22; 26.21.
[38] Lucas 4.28.
[39] Hechos 22.1-3; 23.6; 24.14; 26.4-8; 28.20.
[40] Hechos 23.6; 24.10-21; 26.6-8.
[41] Hechos 28.17-23.
[42] Hechos 1.3.
[43] Diccionario de Teología Ravasi.