3) Construcción del Templo.
a) El edificio.
El arreglo de este capítulo sigue un diseño simétrico en el cual la segunda parte es un reflejo a la inversa de la primera. El diseño tiene como centro la palabra de Dios a Salomón para darle énfasis a su importancia:
i. Nota cronológica.
Este capítulo no contiene todo lo que el autor tiene para contarnos acerca del equipamiento del Templo. Describe su mobiliario en 7.13–51 después del relato sobre el palacio real de Salomón. La razón para este arreglo del material tan sorprendente se sugiere a continuación.
La nota cronológica al principio da no solo la fecha del comienzo de la obra de construcción en relación con el reinado de Salomón sino también en relación con el tiempo que pasó desde el éxodo de Egipto. Probablemente hay dos razones principales para esto.
ü Se invita a que se haga una comparación entre los dos eventos; sugiere que la construcción del Templo fue un evento en la historia de Israel tan significativo como el que vio el nacimiento de la nación.
ü Al poner el proyecto del Templo en su contexto histórico, nos recuerda que Adonay es un Dios cuyos propósitos se realizan en la historia y cuyos planes generalmente son a largo plazo. La promesa de un lugar el cual “sino que sólo vendréis a buscarle al lugar elegido por Adonay vuestro Dios, de entre todas las tribus, para poner en él la morada de su nombre”[1], duró muchas generaciones hasta que se cumplió.
ii. Descripción de la estructura básica del edificio.
La descripción del Templo y sus decoraciones contienen varias dificultades para el lector moderno. Hay algunos términos arquitectónicos que no son fáciles de traducir, y muchos detalles son difíciles de visualizar.
En 1 Reyes 7.2–10 se describe el armazón del edificio. Era rectangular y estaba alineado en un eje de este a oeste. La parte principal del edificio, la cual consistía del Lugar Santo y del Lugar Santísimo; era de unos 27 metros de largo, 9 metros de ancho y 13,5 metros de alto. El pórtico era tan ancho como el resto del edificio y añadía unos 4,5 metros de largo. Tres pisos de cuartos se construyeron alrededor de la parte exterior, sin incluir el pórtico, y tenían la mitad de la altura del Templo mismo. Estos tenían su propia entrada en el lado sur y no se conectaban con el interior del Templo. No se explica para qué servían estos cuartos, pero probablemente se utilizaban para guardar vestiduras y ciertas ofrendas, y quizá los sacerdotes se podían alojar allí cuando estaban de servicio. La luz entraba al edificio por las ventanas que deben haber sido ubicadas en la mitad de arriba de las paredes, más alto que la altura de los cuartos exteriores. El techo del edificio tenía vigas y tablones de cedro.
Las piedras para el Templo fueron preparadas completamente en las canteras para que no se utilizaran herramientas de hierro en el lugar de la construcción. Este detalle extraño que interrumpe la descripción de los cuartos exteriores puede haber sido mencionado para mostrar que la obra fue hecha de acuerdo con el mandamiento en Éxodo 20.25[2]. En verdad, esto tiene que ver con la construcción de altares y enseña que sólo piedras sin labrar[3] deben ser utilizadas. Los artesanos de Salomón estaban construyendo un Templo y no un altar y evidentemente sentían que podían usar en la construcción piedras labradas y ornamentadas. Pero trabajaron en el espíritu del mandamiento que prohibía el uso de herramientas, de manera que se aseguraron de que ninguna fuera utilizada cerca de la construcción.
Dentro del Templo la mampostería estaba completamente cubierta con paneles de madera, cedro para las paredes y techo y ciprés para el suelo. El santuario interior debe haber tenido o un piso elevado o un techo falso, o ambos, porque su altura estaba reducida como 9 metros de manera que lo convertía en un cubo perfecto. Los paneles sobre las paredes estaban tallados en formas de flores y calabazas, y las paredes, el techo y el piso del edificio entero estaban cubiertos de oro, tal como el altar de madera de cedro y los grandes querubines de madera de olivo que estaban en el santuario interior. Estos querubines probablemente se parecían a las esfinges aladas comunes en el arte del antiguo Cercano Oriente. Los ejemplares fenicios muestran a un ser con cabeza humana, un cuerpo de animal con cuatro patas, y un par de alas; probablemente proveen una analogía cercana a las que produjeron los artesanos fenicios de Salomón. También había querubines en un borde tallado alrededor de las paredes, junto a palmeras y flores.
El suntuoso uso del oro para recubrir tantas superficies suena extraordinario, pero era la costumbre adornar así los Templos antiguos del Cercano Oriente. Los motivos con los que se decoró el Templo de Salomón: las calabazas, las flores abiertas, las palmeras y los querubines, también eran parte del repertorio artístico del antiguo Cercano Oriente, y hasta el plano de piso básico del edificio es semejante a varios descubrimientos arqueológicos. El Templo de Salomón era único en propósito no en concepto. En su diseño arquitectónico y decoración artística reflejaba mucho las convenciones de la época. Es un ejemplo llamativo de cómo se pueden emplear los elementos de la cultura predominante para la alabanza y gloria de Dios.
iii. Dios le habla a Salomón.
Todavía no hemos considerado la palabra de Dios a Salomón que se encuentra incrustada en este relato. Dice que esta palabra tiene que ver con este Templo que tú edificas, pero no tiene ninguna otra referencia al Templo. ¿Cuál es su propósito entonces? El carácter condicional de la promesa de Dios a David, ya aclarado por David en 1 Reyes 2.4, lo declara ahora Dios mismo en palabras relacionadas con el proyecto de la construcción del Templo. Dios habitará en medio de los hijos de Israel si Salomón camina en los estatutos de Dios y obedece sus mandamientos. En otras palabras, la edificación de un Templo no garantizará la presencia de Dios en medio de su pueblo; a Dios no se le puede domesticar y guardar en una caja, no importa cuán magnífica sea la caja. Su presencia depende de la obediencia y ahora específicamente de la obediencia de Salomón. Aunque estos versículos no alcanzan a criticar la construcción del Templo, lo que sí hacen es poner el proyecto en perspectiva al poner énfasis en el tema de mayor importancia: La obediencia.
iv. Descripción de las decoraciones y los accesorios.
Los motivos que se utilizaron para decorar el interior del Templo parecerían infringir el segundo de los diez mandamientos que prohíbe el hacerse imágenes “de lo que hay arriba en los cielos, ni de lo que hay abajo en la tierra, ni de lo que hay en las aguas debajo de la tierra”[4]. Quizá se entendía que el mandamiento prohibía el hacer de semejanzas solo cuando había un peligro de que se convirtieran en objetos de adoración, y se pensaba que se había eliminado ese peligro en un Templo que estaba dedicado solamente a la adoración de Adonay.
Después de describir el santuario interior, el relato sigue hacia afuera de nuevo, describiendo primeramente las puertas que cerraban el santuario interior y después las puertas entre el lado interior de los muros y el pórtico. Finalmente, nos lleva fuera al atrio interior, un término impreciso que se supone se refiere al área inmediatamente alrededor del edificio.
Una segunda nota cronológica concluye el relato en la cual nos recuerda cuándo empezó la construcción, cuándo terminó y cuánto duró el proyecto entero.
2) El palacio de Salomón.
El relato del Templo y su mobiliario está dividido en dos partes casi iguales por este relato breve de los edificios del palacio de Salomón. Dado que el Templo fue edificado primero y el palacio después[5], lógicamente uno supondría que el relato del palacio vendría después de la dedicación del Templo en el capítulo 8, pero veremos que el autor tenía un motivo especial para ponerlo aquí.
Inmediatamente después de la nota de que la edificación del Templo duró siete años[6] viene la información de que Salomón pasó 13 años edificando su casa. La expresión hebrea “su casa” ocurre dos veces en 7.1, según tres diferentes versiones[7], lo cual hace que se destaque el cambio de “la casa del SEÑOR”[8]. Es posible que aquí esté una crítica implícita del hecho de Salomón construyó su propia casa en el doble del tiempo que le tomó construir la de Dios, pero el propósito principal de este pasaje parece ser muy diferente.
Ya se le había construido una residencia a David en Jerusalén con materiales provistos por Hiram de Tiro[9], pero Salomón necesitaba algo en una escala más grandiosa. En 1 Reyes 7.2–8 se mencionan cinco distintos edificios: la Casa del Bosque del Líbano, el Pórtico de las Columnas, el Pórtico del Trono[10], la residencia privada de Salomón y la residencia privada de la hija del Faraón[11].
No se nos cuenta cómo se relacionaban todos estos edificios. Es posible que estuvieran unidos de manera que formaban un complejo ya que colectivamente se les llama “su casa” en 1 Reyes 1.1. El complejo del palacio evidentemente estaba junto al Templo con un pasadizo que los conectaba[12]. Las dimensiones de todos estos edificios no se mencionan, pero está claro que la Casa del Bosque del Líbano por sí sola era más grande que el Templo. Por lo tanto el complejo del palacio entero debe haber sido espectacular mientras que en comparación hacía que el Templo pareciera enano. En los días de Jesús el enorme Templo de Herodes dominaba a toda Jerusalén, pero en la época antes del exilio el palacio real debe haber sido el edificio más imponente de la ciudad. Y es probablemente por eso que el autor lo describe donde lo hace. Del punto de vista físico, el palacio hacía quedar pequeño al Templo, pero en su relato él reduce la descripción del palacio al rodearla con los largos detalles del Templo y sus mobiliarios. En la opinión del autor esto restaura la perspectiva correcta; porque el Templo era el verdadero corazón de la ciudad y de la nación.
3) El mobiliario del Templo.
La obra de Hiram, artesano en bronce. Del mismo nombre que el rey de Tiro, este Hiram era hijo de padre fenicio y madre israelita. Lo trajeron de Tiro a Jerusalén para construir el mobiliario de bronce para el Templo. Se destacaba por su habilidad que se menciona al principio; y es ilustrada ampliamente en las descripciones de los objetos que hizo. Tal como fue el caso con la descripción del Templo mismo, hay algunos detalles que son difíciles de seguir.
El relato de la obra de Hiram en el Templo es semejante hasta cierto punto al de la obra de Bezaleel en el Tabernáculo[13] sin lugar a duda, se espera que el lector se dé cuenta de las semejanzas mayores entre la construcción del Tabernáculo y la edificación del Templo. Sin embargo, mientras que Dios ordenó todos los detalles del Tabernáculo y sus accesorios[14], no se le atribuyen los detalles del Templo ni su mobiliario.
El propósito de las dos columnas gigantescas[15] no está claro. No sostenían nada sino que estaban paradas en forma independiente, ubicadas al frente del pórtico del Templo. En la parte superior estaban decoradas laboriosamente con capiteles en formas de lirios. Se llamaban Jaquín y Boaz, lo cual es un poco enigmático, pero la teoría más convincente es que eran las primeras palabras de dos inscripciones. Con base en varias expresiones en los Salmos, se ha sugerido que las inscripciones pueden haber dicho lo siguiente: “Adonay establecerá[16] tu trono para siempre”, y “en la fortaleza[17] de Adonay se regocijará el rey”. Si esto es correcto, las columnas pueden haber conmemorado las promesas de Dios acerca de la dinastía de David. Más adelante en Reyes se insinúa que al subir al trono el nuevo rey se paraba cerca de una de las columnas para comprometerse a guardar las leyes del pacto de Dios[18].
Por el lado tecnológico, lo más impresionante que Hiram consiguió hacer fue la fuente de bronce[19] enorme con un diámetro de 4,5 metros. La sostenían 12 bueyes de bronce arreglados en cuatro grupos de tres, cada grupo miraba hacia uno de los puntos cardinales. De acuerdo con 2 Crónicas 4.6, su propósito era contener agua para el lavamiento ritual de los sacerdotes, pero su tamaño y diseño, tanto como su nombre, sugieren que era tanto simbólica como funcional. Así como el poder de Dios en la creación se había demostrado por la manera en que contuvo el mar, el símbolo del caos[20], esta fuente gigantesca simbolizaba su cuidado por el orden de la creación y su poder contra las fuerzas del caos que lo amenazan.
Hiram también hizo diez bases móviles, con sus lados decorados con querubines, leones y palmeras, y diez pilas que se podían sacar, las cuales cabían encima de las bases. Estas también se usaban para las abluciones rituales, y el hecho que se menciona su ubicación junto con la fuente sugiere que se las utilizaba en conexión con ellas.
En 1 Reyes 7.40-45 se provee un resumen de las obras de Hiram, añadiendo algunos artículos que no se necesita describir detalladamente[21]. En 1 Reyes 7.46 se insinúa de manera tentadora el método que Hiram utilizó para fundir sus artículos. La sección termina reiterando la grandeza de sus éxitos.
4) Los objetos del Templo.
La lista de utensilios de oro que Salomón había hecho para el Templo[22] es muy parecida al resumen de la obra de Hiram en 1 Reyes 7.40–45. Parecería que tenemos un resumen similar pero sin un relato detallado que lo preceda. No se nombra al artesano, a menos que el autor quiera hacernos creer que Salomón hizo estos artículos con sus propias manos, lo cual es improbable. Salomón también contribuyó para el Templo con gran cantidad de objetos de plata y oro que David había dedicado anteriormente para uso en él. Todo esto fue guardado en los tesoros del Templo, quizás en los cuartos exteriores, aunque no es claro para cuál propósito servían. En la historia siguiente de Jerusalén estos tesoros fueron utilizados para pagar tributo a reyes extranjeros.
a. La dedicación del Templo.
El largo capítulo 8 se divide naturalmente en siete secciones. Así como en el capítulo 6, hay una estructura reflexiva, que en este caso tiene como su centro de atención la oración de Salomón:
1) Introducción y llamamiento a la asamblea.
Una gran asamblea de personas con representantes de todo Israel se congregó para la dedicación del Templo, la cual comenzó con el traslado del Arca del Pacto al santuario interior. El escenario fue una fiesta en el séptimo mes, quizá se refiere a la fiesta de las Cabañas o de los Tabernáculos que tal como la fiesta descrita aquí duraba siete días[23].
2) Traslado del arca, con holocaustos.
Trajeron el arca desde el barrio antiguo de Jerusalén, que se conocía como la Ciudad de David, para distinguirlo de la nueva área de la “casa” real y el Templo edificado más al norte por Salomón. El arca había sido alojada allí “…dentro de la tienda que David había levantado para ella…”[24], que es una expresión que sugiere que esta tienda era diferente al “Tabernáculo de reunión”, el vestigio del período de Israel en el desierto, la cual también se trajo al Templo con el Arca. El relato del traslado del Arca al Templo, acompañado con holocaustos, nos recuerda al relato de su traslado original a Jerusalén por David[25]. Pero esta vez, todo fue a escala grandiosa; la última morada para el arca no sería una tienda sino un Templo magnífico, y los holocaustos consistían de ovejas y vacas que no se podían numerar.
Finalmente, el Arca fue puesta en el santuario interior. Según nuestro autor, solo contenía las dos tablas de piedra con los diez mandamientos, pero otras reliquias se guardaban allí, quizá en un período anterior, según Hebreos 9.4[26]. Sin embargo, la importancia del Arca no consistía en lo que contenía sino en el hecho que simbolizaba la presencia de Dios, o más precisamente, la presencia de la gloria de Dios, con su pueblo. Por eso su pérdida a manos de los filisteos fue lamentada con las palabras: “…Se ha ido la gloria de Israel…”[27], y el salmista relata el mismo acontecimiento diciendo que Dios “entregó al cautiverio Su poderío, Y Su gloria en manos del adversario”[28].
La conexión entre el Arca y la presencia de la gloria de Dios es evidente también en el pasaje actual. Cuando los sacerdotes que habían llevado el Arca y la habían puesto en su lugar salieron, la gloria de Adonay, manifestada visiblemente como una nube, llenó el edificio de modo que los sacerdotes no pudieron continuar sirviendo por causa de la nube. Esto es un eco de cuando Moisés erigió el Tabernáculo, que contenía el Arca: “La Nube cubrió entonces la Tienda del Encuentro y la gloria de Adonay llenó la Morada. Moisés no podía entrar en la Tienda del Encuentro,… ”[29]. En ambos casos, el fenómeno indicaba la aceptación y la aprobación de Dios de lo que se había hecho; proveía una señal visible de que la gloria de Dios se alojaba ahora allí. Pero el Dios soberano no estaba obligado a morar en el Templo. Poco antes de la destrucción de Jerusalén y del Templo, el profeta Ezequiel tuvo una visión en la cual “La gloria del SEÑOR se elevó de en medio de la ciudad, y se detuvo sobre el monte que está al oriente de la ciudad”[30]; la gloria de Adonay se iba de Jerusalén por causa de la gran maldad de su pueblo; más tarde esta visión fue complementada por otra visión de la gloria de Dios volviendo a entrar en un futuro Templo restaurado[31].
La importancia del querubín con las alas extendidas se puede apreciar ahora mejor. Una versión más pequeña de estos querubines había sido adherida a la parte de arriba del arca cuando fue construida, y el espacio que quedaba entre las dos era el lugar donde Dios estaba presente cuando hablaba con Moisés[32]. Parece que los querubines de Salomón suplantaron a los originales indicando el lugar donde moraría la “gloria” de Dios. Ezequías más adelante ora: “Oh SEÑOR, Dios de Israel, que estás sobre los querubines”[33].
En respuesta a la aparición de la nube, Salomón elevó una oración dedicatoria breve en forma poética.
3) Salomón habla ante la asamblea.
Salomón se da vuelta y deja de mirar hacia el Templo para mirar a la enorme multitud. Se da a entender que la bendición que dio es todo lo que se ha contado en 1 Reyes 8.15–21. De hecho, comenzó con las palabras “Bendito sea el SEÑOR… ”, una manera de dar alabanza a Dios por lo que ha hecho; específicamente “que habló por Su boca a mi padre David y por Su mano lo ha cumplido”[34]. En otras palabras, Dios ha mostrado que su palabra es digna de toda confianza. El resto del discurso desarrolla este concepto, resumiendo las palabras de Dios a David por medio de Natán acerca de un hijo quien lo seguiría en sucesión al trono y quien le edificaría el Templo[35]. Salomón declaró que el momento del cumplimiento de la promesa había llegado. Aunque no fue muy reservado con la mención de sus propios éxitos: “yo me he levantado en lugar de mi padre David y me he sentado en el trono de Israel…he edificado la casa al nombre del SEÑOR…he puesto allí un lugar para el arca…”[36]. Salomón reconoció que, a la larga, era la obra de Dios, porque todo había salido de la manera que Adonay lo había prometido. El esfuerzo humano y la soberanía divina están aquí sutilmente entretejidos.
En este discurso se introduce un nuevo concepto del Templo. Además de ser un sitio para el arca es “una casa al nombre del SEÑOR”[37]. Esto se convierte en una idea muy importante en la oración que sigue.
4) La oración de Salomón.
Salomón simbolizó el comienzo de una nueva fase en el acto de la dedicación al asumir otra posición: poniéndose de pie delante del altar y extendiendo sus manos al cielo. La introducción de su oración empieza con un eco de Deuteronomio 7.9, pero se refiere a la fidelidad de Dios en su pacto específicamente en relación con David. Al mencionar la promesa de Dios de que la dinastía de David nunca terminaría, Salomón ruega que ésta también reciba cumplimiento. Al mismo tiempo reconoce que la promesa depende del comportamiento de los descendientes de David.
Pero el Templo es el tema central de la oración, y Salomón lo introduce en 1 Reyes 8.27–30. Reconoce cuán absurdo es suponer que el Señor pueda habitar sobre la tierra; porque ni los confines de los altos cielos son suficientemente amplios como para contenerlo. Salomón no se hace ninguna ilusión de que el Señor pudiera caber de alguna manera en el Templo que le ha construido. Por lo tanto, su oración no es para que Dios habite en el Templo, sino que su atención esté enfocada sobre Él para que escuche las plegarias que hacia allá se dirijan. Dios todavía estará en su morada, en los cielos, pero las plegarias del rey y del pueblo se recibirán en el Templo. En otras palabras, Salomón ruega que el Templo sea el sitio donde se reúnan la necesidad humana y la misericordia divina. Parece que es todo esto lo que se contiene en el concepto del nombre de Dios en el Templo; un tema que recurre brevemente en 1 Reyes 8.29. Por lo tanto, el concepto del nombre de Dios estando presente en un lugar[38] es una manera de expresar el deseo de que Dios esté presente de manera especial sin sugerir un cuadro vulgar acerca de dónde cabe o qué limitaciones tiene Dios. Está muy relacionado con el concepto de la “gloria” de Dios que encontramos asociado con el Arca.
La próxima sección de la oración consiste en siete plegarias que anticipan circunstancias especiales en la vida de personas individuales o en la de la nación. Tienen que ver con:
a) Juramentos ante el altar.
b) Ser derrotados por el enemigo.
c) Sequía.
d) Hambre, peste, etc.
e) Las necesidades del extranjero en la tierra.
f) Salir a la batalla.
g) Cautividad.
El primero y el quinto ejemplos tienen que ver con personas individuales mientras que los demás tienen que ver con la nación. El segundo, tercero, cuarto y séptimo tienen que ver con la necesidad de perdón y restauración.
Debemos notar el simbolismo del número siete en todo el Antiguo Testamento; parece que significa lo completo, cumplido y perfecto[39]. Entonces, es probable que estos siete ejemplos quieran representar todas las situaciones posibles que demandarían las oraciones de las personas y de la nación. Se han cubierto todas las posibilidades.
Los primeros lectores de Reyes tienen que haber notado que la última plegaria, y la más larga, trataba de su propia situación: Cautividad en el extranjero. A ellos les instaba a arrepentirse y les daba esperanza en el perdón de Dios y la compasión de sus opresores. Sin embargo, no prometió claramente el retorno ni la restauración, ni mencionó que se mantendría la dinastía de David. Si se insinúa la remota posibilidad de que ocurriría un retorno algún día, se encuentra en el recordatorio de que Dios los sacó de Egipto, de en medio del horno de hierro. Aunque esto se mencionó principalmente como base para el perdón de Dios, a lo mejor les dio a los cautivos una pizca de esperanza de que Dios actuaría de nuevo y de manera semejante algún día no muy lejano.
Esta última plegaria comienza con el reconocimiento de que no hay hombre que no peque. Ya que esto debe incluir a Salomón y sus descendientes, la frase está llena de significado: La cautividad que se predice parece ser virtualmente inevitable porque ¿qué esperanza existe de que una dinastía de reyes falibles pueda vivir del modo que Dios requiere?
Salomón concluyó su oración con una súplica general de que Dios siempre escuchará las plegarias tanto del rey como del pueblo. La razón para la confianza que tenía al pedir tal cosa la indica inmediatamente: Dios los había llamado de entre las naciones para que fueran su pueblo particular. Las obras de Dios en el pasado, especialmente las que claramente expresaban sus propósitos, son la base de su pueblo para confiar en su misericordia en el presente como también en el futuro.
5) Salomón habla ante la asamblea.
Salomón entonces volvió a mirar hacia el pueblo para “bendecirlo” de nuevo. Les recordó que Dios había cumplido cada una de las promesas que había hecho a Moisés y oró que Dios continuara estando cerca de su pueblo para mantener su causa. Pero el deseo de Salomón no fue, o al menos no fue solo, el bienestar del pueblo; lo inspiraba un motivo más noble, el anhelo de ver a Dios glorificado en el mundo: a fin de que todos los pueblos de la tierra sepan que Adonay es Dios y que no hay otro. Este sentimiento también se expresa en la plegaria por el extranjero que oye de la grandeza de Dios y ora hacia el Templo. Finalmente, instó al pueblo a que hiciera su parte para seguir los caminos de Dios con integridad de corazón. Es por la obediencia de buena gana de parte del pueblo de Dios que el mundo comprenderá cómo es el carácter de Dios.
6) Más holocaustos.
Como lo merecía una ocasión tan trascendental se ofrecieron cantidades increíbles de sacrificios animales, aparentemente todos en un solo día. Esto se hizo en medio del atrio que quedaba frente al Templo porque era el único lugar con suficiente espacio. Se da a entender que Salomón participó en un papel de sacerdote al consagrar el atrio y al ofrecer los holocaustos, tal como David había ofrecido holocaustos cuando trajo el Arca a Jerusalén[40].
7) Resumen y despedida de la asamblea.
Todo Israel había sido representado en la asamblea; y al esbozar los límites del norte y sur del reino de Salomón, el autor aprovecha esta oportunidad para glorificar nuevamente su reino. Al octavo día el pueblo regresó a sus hogares regocijándose.
b. Conclusión de la edificación del Templo.
1) Dios responde a la oración de Salomón.
Aunque el informe de esta palabra de Dios viene inmediatamente después de la dedicación del Templo y es una respuesta a la oración de Salomón en esa ocasión, el autor fija la fecha después que Salomón había edificado no solo el Templo sino el palacio también, el cual tomó 13 años más. Mientras que en 1 Reyes 6.11 se nos dice que “la palabra del SEÑOR vino a Salomón”[41], aquí Dios se aparece a él una vez más en un sueño o visión, como en Gabaón. La referencia a Gabaón nos recuerda que la época de los lugares altos se ha terminado, o debería haber terminado.
Dios le dice a Salomón que ha aceptado su oración y que ha puesto su nombre en el Templo para siempre; el significado de esto se explica nuevamente en el sentido de que la atención de Dios está enfocada en el Templo. A esto lo sigue la tercera mención del carácter condicional de la promesa a David. Y es la mención más sombría hasta entonces porque el lado negativo se describe con todo detalle. Dios le dice a Salomón qué pasará si él y el pueblo se apartan de los caminos de Dios y adoran a otros dioses: La nación será echada de esta tierra y hasta el Templo será quitado de la vista de Dios y llegará a ser una pila de ruinas. Claramente la promesa de que el nombre y el corazón de Dios estarían allí para siempre estaba sometida a las mismas condiciones que la promesa de una dinastía para siempre y con esta palabra se demuestra que el nombre de Adonay no ha vuelto a estar con Israel, que ha dado la espalda al Salvador. Al poner énfasis en el peligro de la desobediencia, esta solemne advertencia se proyecta sobre el resto del relato del reinado de Salomón.
2) Más tratos con Hiram.
De la misma manera en que el relato de la edificación del Templo comenzó con las relaciones entre Salomón e Hiram de Tiro, ahora termina con un comentario sobre sus tratos. Esta vez, sin embargo, el tono no es tan positivo, y no se debe solo al hecho de que está relatando cómo se agrió la relación entre los dos reyes. Salomón le cedió a Hiram 20 ciudades en Galilea a cambio de enormes cantidades de oro, lo cual sugiere que las cuotas de Salomón no se podían levantar con impuestos solamente. Lo que es más, Hiram no vio con buenos ojos las ciudades que recibió, y llamó el distrito Tierra de Cabul[42]. De forma indirecta lo que se dice es que la enorme prosperidad que existía en Jerusalén no se extendía a las partes más al norte del reino.
c. Grandeza y necedad.
1) Otros proyectos.
Hay una lista de varios proyectos de edificación[43] a través del reino, todos los cuales fueron construidos con tributo laboral rendido por las poblaciones extranjeras que quedaban dentro de las fronteras de Israel. Entre las empresas de Salomón también figuraban expediciones marítimas en el mar Rojo llevadas a cabo con la ayuda de los fenicios conocedores del mar. Su meta, Ofir, probablemente quedaba en la parte sureña de la península arábiga o en la costa oriental de África, o puede que haya incluido partes de las dos. Otra mención de expediciones en busca de oro ocurre en 1 Reyes 10.11-12 donde interrumpe el relato de la visita de la reina de Saba. En esa cita, la flota se llama “las naves de Hiram”[44], lo que sugiere que Salomón dejó el comercio del mar Rojo mayormente en manos fenicias. Sin embargo, el hecho de que tal comercio se emprendió, habla bien de Salomón sin decir nada de la cantidad de oro, piedras preciosas y madera de sándalo, aparentemente era ideal para el tallado, que las expediciones trajeron consigo.
La mención de la captura de Gezer toca una nota disonante. A pesar de que Salomón tenía una potencia militar formidable, Gezer[45] había permanecido en manos de los cananeos hasta que el rey de Egipto la conquistó y se la ofreció a su hija como regalo de bodas cuando ella se casó con Salomón.
2) La visita de la reina de Saba.
En este capítulo el autor vuelve a los temas de la sabiduría y las riquezas de Salomón haciéndoles llegar a su clímax antes de contar cómo se desmoronó por su necedad. El capítulo demuestra cuán lejos había llegado la fama de la sabiduría de Salomón, el énfasis está en el carácter preeminente de esa sabiduría al mismo tiempo que ilustra cómo las riquezas le seguían llegando a Salomón en la forma de obsequios y tributos de monarcas del extranjero.
La reina de Saba[46] hizo su largo viaje para visitar a Salomón porque había oído de su fama debido al nombre de Adonay. Aunque puede ser que esto se refiere al Templo, lo más probable es que resuma todo lo que Salomón había logrado hacer, porque lo había logrado como monarca nombrado y fortalecido por Adonay. La reina vino a ver al famoso rey personalmente y para probarlo con acertijos. El contenido de sus preguntas no se revela; lo importante es que Salomón pudo responder a todas ellas y no hubo nada que él no pudo explicar a su satisfacción. Se quedó muy impresionada con el lujo de la corte real y literalmente con “la casa que él había edificado”[47]. Después de alabarlo generosamente, le presentó obsequios de oro, especias y piedras preciosas, añadiendo aún más a la gran fortuna de Salomón.
3) Más ejemplos de riquezas y fama.
Las entradas en oro de Salomón se dan en forma resumida, y nos damos cuenta de que la reina de Saba no fue el único monarca de Arabia quien lo colmó con riquezas; también recibió oro de todos los reyes de Arabia. El imperio de Salomón estaba muy bien ubicado porque controlaba las rutas comerciales principales al norte de la península de Arabia y gran parte de su riqueza en oro probablemente procedía de ese hecho. Los comerciantes de Arabia estaban obligados a comerciar directamente con Salomón o a pagar por permiso para pasar a los lugares de venta más al norte. Uno se imagina que entre las muchas cosas no mencionadas que la reina de Saba le pidió a Salomón había acuerdos comerciales favorables.
Para ilustrar cuán corriente era el oro durante el reinado de Salomón el autor cuenta acerca de 500 escudos ornamentales de oro que hizo, describe el trono tallado y decorado profusamente y recubierto de oro, y menciona los utensilios caseros de oro en el palacio real. Lo que es más, los barcos comerciantes que Salomón supervisaba junto con Hiram traían oro y plata, así como marfil y animales exóticos, después de los viajes que duraban tres años.
La sabiduría y fama de Salomón en el mundo antiguo se resume en 1 Reyes 10.23–25. Aquí vemos que la visita de la reina de Saba fue una de las muchas que hacían a la corte de Salomón dignatarios extranjeros; venían a escuchar su sabiduría y a darle abundantes obsequios, incluyendo, por supuesto, más plata y oro.
Finalmente, Salomón importaba caballos y carros los cuales exportaba a los reinos al norte de su imperio económico y también los acumulaba para su propio uso.
Todos estos fragmentos de información han sido entretejidos en un tapiz impresionante. Pero la obra de arte del autor también utiliza otro hilo. Una hebra de crítica corre de manera casi invisible por toda la sección. Las estipulaciones de Deuteronomio 17 acerca del estilo de vida de un rey israelita se escuchan a la distancia. “Tampoco deberá tener demasiada plata y oro”[48]; Salomón lo hizo. El rey “…no ha de tener muchos caballos, ni hará volver al pueblo a Egipto para aumentar su caballería, porque Adonay os ha dicho: "No volveréis a ir jamás por ese camino…”[49]; Salomón los acumuló y probablemente de Egipto. En otras palabras, parecería que el autor de Reyes no solo glorifica a Salomón en este pasaje sino que también lo critica. Su grandeza fue lograda en parte al desautorizar las estipulaciones de Deuteronomio.
d. La necedad de Salomón.
Esto representa solo la mitad de la historia. El autor ahora revela que Salomón tenía muchas esposas además de la hija de Faraón. Nuevamente esto nos recuerda de la prohibición de Deuteronomio: “No ha de tener muchas mujeres, cosa que podría descarriar su corazón”[50]. La hebra de crítica que hasta ahora había sido más bien discreta de pronto se ve muy claramente. Estas eran mujeres extranjeras, de países con los cuales Deuteronomio había prohibido casarse[51]. A finales de su reinado Salomón edificó lugares altos donde sus esposas extranjeras pudiesen adorar a sus dioses nativos, y su propia devoción a Adonay se diluyó. Este es el colmo de la ironía: El rey que edificó el Templo que hizo obsoletos los lugares altos procedió a edificar lugares altos él mismo, y para la adoración de los dioses paganos. Dos veces en estos versículos se cuenta que la conducta de Salomón no estuvo a la altura de la devoción íntegra de David: El requisito claramente dado en 1 Reyes 9.4. El escenario está listo para el desastre que se acercaba.
e. El veredicto de Dios.
Aquí Dios le habla a Salomón por cuarta y última vez. Al recordarnos que Dios se le había aparecido dos veces el autor pone énfasis en el hecho que Salomón había recibido beneficios especiales. Pero aunque Salomón tuvo estos encuentros con el Dios de Israel se desvió de sus caminos. El desastre se acercaba inevitablemente. Pero por amor a David se iba a posponer hasta el reinado del sucesor de Salomón, y cuando viniese no lo privaría de todo el reino. En otras palabras, las promesas que Dios había hecho previamente a David quedarían en pie, pero alteradas drásticamente debido a la desobediencia de Salomón.
f. Los adversarios aparecen.
Salomón había declarado anteriormente que no tenía adversarios[52], pero aquí se consiguió dos. Aunque Dios había anunciado que las calamidades no llegarían hasta después de la muerte de Salomón, las nubes que anunciaban la tormenta empezaron a formarse durante sus días. El imperio creado por David empezó a deshilacharse por los bordes cuando Edom al sur y Siria al norte se convirtieron en países hostiles. La amistosa relación entre Hadad de Edom y el Faraón egipcio son señales agregadas de un mal augurio.
g. La rebelión de Jeroboam.
Se introduce a Jeroboam como un líder muy capaz, al cual Salomón le había confiado todos los obreros de las tribus del norte. Ahías es uno de varios profetas que intervinieron en 1 y 2 Reyes para cambiar el curso de la sucesión de la dinastía. Ahías actuó su profecía de manera típica para un profeta del Antiguo Testamento: Rasgó simbólicamente su manto nuevo y rogó a Jeroboam que tomara diez de los doce pedazos. Sus palabras explicaron el significado de sus acciones: Dios iba a arrancar el reino de la mano de Salomón y darle diez tribus a Jeroboam. La declaración de que una tribu quedaría al mando del hijo de Salomón es desconcertante porque cuando se restan diez de doce deberían quedar dos. Una posible solución es que una tribu no es Judá sino Benjamín, la cual siguió asociada con Judá cuando el reino se dividió. No hace falta mencionar a Judá porque de todas maneras era la tribu de la casa real, de modo que se asume que seguirá bajo su control.
La causa de la tragedia que vendría a la casa de David se menciona de nuevo, es por la adoración de deidades extranjeras. Pero aquí no es solo Salomón quien es culpable sino todo Israel, lo cual implica que el pueblo en general había caído en el mismo pecado. Las versiones griega, latina y siria dejaron “él” en lugar de “ellos”, refiriéndose una vez más a Salomón en 1 Reyes 10.31 para mantener el tono de 1 Reyes 10.9-13 donde se acusa solo a Salomón de infidelidad. Puede ser que estas versiones han preservado el texto original, pero si “ellos” en hebreo es original debemos concluir que la necedad de Salomón fue parte de una tendencia más extensa que quizá puede haber comenzado por el ejemplo del rey.
Irónicamente la profecía de Ahías a Jeroboam en los 1 Reyes 10.37-38 resuena con la promesa que Dios había hecho a Salomón anteriormente.
Salomón intentó matar a Jeroboam porque de alguna manera escuchó acerca de la profecía de Ahías o porque Jeroboam trató de reivindicarse en las tribus del norte; pero él se escapó a Egipto. De modo que fue desterrado de su tierra natal, tal como habían sido los otros adversarios de Salomón. Al Faraón ahora se le llama Sisac. Este fue Sosenac I (945–924 a.C.), el fundador de la dinastía XXII de Egipto quien más tarde envió sus tropas contra Jerusalén[53].
h. La muerte de Salomón.
Aunque el reinado de Salomón había sido extraordinario, el anuncio de su muerte se da en la forma simple tan común en Reyes. Refiere al lector a otro documento para más información y secamente da el lugar y la duración del reinado, la noticia del entierro y el nombre del sucesor.
En un sentido, el reinado de Salomón había dado comienzo a una nueva era porque él había edificado el Templo y de esa manera transformó el culto y la vida de la nación. Pero en otro sentido él también dio fin a una era porque por su propia desobediencia fue el último rey que gobernó sobre todas las tribus israelitas.
[1] Deuteronomio 12.5. La Toráh
[2] Deuteronomio 27.5-6.
[3] O sea piedras en su estado natural, como las que se usarían en muros con piedras sin mortero.
[4] Éxodo 20.4. La Toráh
[5] 1 Reyes 6.37–7.1; 9.10.
[6] 1 Reyes 6.38.
[7] Reyna Valera; Septuaginta y Nuevo Mundo.
[8] 1 Reyes 6.37. NBLH
[9] 2 Samuel 5.11.
[10] También conocido como el Pórtico del Juicio, porque el trono del rey también era su tribunal, poniendo énfasis en que él administraba justicia como soberano.
[11] Ya que ella es la única esposa de Salomón cuya residencia formaba parte de esta serie de edificios, la implicación es que era la esposa principal. Esto también lo sugiere el hecho que se le menciona tan seguido: 1 Reyes 3.1; 9.16, 24; 11.1.
[12] 2 Reyes 16.18.
[13] Éxodo 36-38.
[14] Éxodo 25-27.
[15] Cerca de 8 metros de altura.
[16] Jakín.
[17] Boaz.
[18] 2 Reyes 11.14; 23.3.
[19] Literalmente mar.
[20] Job 38.8-11.
[21] Ollas, palas y tazones.
[22] 1 Reyes 48-50.
[23] Levítico 23.33-43.
[24] 2 Samuel 6.17.
[25] 2 Samuel 6.12-19.
[26] Éxodo 16.32-33; Números 17.8-10.
[27] 1 Samuel 4.21. NBLH
[28] Salmos 78.61. Ibid
[29] Éxodo 40.34-35. La Toráh
[30] Ezequiel 11.23. NBLH
[31] Ezequiel 43.4.
[32] Éxodo 25.18-22.
[33] 2 Reyes 19.15. NBLH
[34] 1 Reyes 8.15. Ibid
[35] 2 Samuel 7.12-13.
[36] 1 Reyes 8.20-21. NBLH
[37] 1 Reyes 8.17, 20. Ibid
[38] Deuteronomio 12.5.
[39] El número siete juega un papel muy importante en el capítulo actual: La dedicación del Templo, que les tomó siete años en edificar, se llevó a cabo en el séptimo mes durante una fiesta que duraba siete días.
[40] 2 Samuel 6.17-18.
[41] NBLH
[42] “Tierra como nada”.
[43] Centros administrativos, ciudades almacenes e instalaciones militares.
[44] NBLH
[45] Josué 21.21.
[46] País al sur de la península arábiga.
[47] 1 Reyes 10.4. NBLH
[48] Deuteronomio 17.17. La Toráh
[49] Deuteronomio 17.16. Ibid
[50] Deuteronomio 17.17. Ibid
[51] Deuteronomio 7.3-4.
[52] La palabra hebrea traducida “adversario” en 1 Reyes 11.14 y 23 es la misma que en 1 Reyes 5.4.
[53] 1 Reyes 14.25-26.
a) El edificio.
El arreglo de este capítulo sigue un diseño simétrico en el cual la segunda parte es un reflejo a la inversa de la primera. El diseño tiene como centro la palabra de Dios a Salomón para darle énfasis a su importancia:
i. Nota cronológica.
Este capítulo no contiene todo lo que el autor tiene para contarnos acerca del equipamiento del Templo. Describe su mobiliario en 7.13–51 después del relato sobre el palacio real de Salomón. La razón para este arreglo del material tan sorprendente se sugiere a continuación.
La nota cronológica al principio da no solo la fecha del comienzo de la obra de construcción en relación con el reinado de Salomón sino también en relación con el tiempo que pasó desde el éxodo de Egipto. Probablemente hay dos razones principales para esto.
ü Se invita a que se haga una comparación entre los dos eventos; sugiere que la construcción del Templo fue un evento en la historia de Israel tan significativo como el que vio el nacimiento de la nación.
ü Al poner el proyecto del Templo en su contexto histórico, nos recuerda que Adonay es un Dios cuyos propósitos se realizan en la historia y cuyos planes generalmente son a largo plazo. La promesa de un lugar el cual “sino que sólo vendréis a buscarle al lugar elegido por Adonay vuestro Dios, de entre todas las tribus, para poner en él la morada de su nombre”[1], duró muchas generaciones hasta que se cumplió.
ii. Descripción de la estructura básica del edificio.
La descripción del Templo y sus decoraciones contienen varias dificultades para el lector moderno. Hay algunos términos arquitectónicos que no son fáciles de traducir, y muchos detalles son difíciles de visualizar.
En 1 Reyes 7.2–10 se describe el armazón del edificio. Era rectangular y estaba alineado en un eje de este a oeste. La parte principal del edificio, la cual consistía del Lugar Santo y del Lugar Santísimo; era de unos 27 metros de largo, 9 metros de ancho y 13,5 metros de alto. El pórtico era tan ancho como el resto del edificio y añadía unos 4,5 metros de largo. Tres pisos de cuartos se construyeron alrededor de la parte exterior, sin incluir el pórtico, y tenían la mitad de la altura del Templo mismo. Estos tenían su propia entrada en el lado sur y no se conectaban con el interior del Templo. No se explica para qué servían estos cuartos, pero probablemente se utilizaban para guardar vestiduras y ciertas ofrendas, y quizá los sacerdotes se podían alojar allí cuando estaban de servicio. La luz entraba al edificio por las ventanas que deben haber sido ubicadas en la mitad de arriba de las paredes, más alto que la altura de los cuartos exteriores. El techo del edificio tenía vigas y tablones de cedro.
Las piedras para el Templo fueron preparadas completamente en las canteras para que no se utilizaran herramientas de hierro en el lugar de la construcción. Este detalle extraño que interrumpe la descripción de los cuartos exteriores puede haber sido mencionado para mostrar que la obra fue hecha de acuerdo con el mandamiento en Éxodo 20.25[2]. En verdad, esto tiene que ver con la construcción de altares y enseña que sólo piedras sin labrar[3] deben ser utilizadas. Los artesanos de Salomón estaban construyendo un Templo y no un altar y evidentemente sentían que podían usar en la construcción piedras labradas y ornamentadas. Pero trabajaron en el espíritu del mandamiento que prohibía el uso de herramientas, de manera que se aseguraron de que ninguna fuera utilizada cerca de la construcción.
Dentro del Templo la mampostería estaba completamente cubierta con paneles de madera, cedro para las paredes y techo y ciprés para el suelo. El santuario interior debe haber tenido o un piso elevado o un techo falso, o ambos, porque su altura estaba reducida como 9 metros de manera que lo convertía en un cubo perfecto. Los paneles sobre las paredes estaban tallados en formas de flores y calabazas, y las paredes, el techo y el piso del edificio entero estaban cubiertos de oro, tal como el altar de madera de cedro y los grandes querubines de madera de olivo que estaban en el santuario interior. Estos querubines probablemente se parecían a las esfinges aladas comunes en el arte del antiguo Cercano Oriente. Los ejemplares fenicios muestran a un ser con cabeza humana, un cuerpo de animal con cuatro patas, y un par de alas; probablemente proveen una analogía cercana a las que produjeron los artesanos fenicios de Salomón. También había querubines en un borde tallado alrededor de las paredes, junto a palmeras y flores.
El suntuoso uso del oro para recubrir tantas superficies suena extraordinario, pero era la costumbre adornar así los Templos antiguos del Cercano Oriente. Los motivos con los que se decoró el Templo de Salomón: las calabazas, las flores abiertas, las palmeras y los querubines, también eran parte del repertorio artístico del antiguo Cercano Oriente, y hasta el plano de piso básico del edificio es semejante a varios descubrimientos arqueológicos. El Templo de Salomón era único en propósito no en concepto. En su diseño arquitectónico y decoración artística reflejaba mucho las convenciones de la época. Es un ejemplo llamativo de cómo se pueden emplear los elementos de la cultura predominante para la alabanza y gloria de Dios.
iii. Dios le habla a Salomón.
Todavía no hemos considerado la palabra de Dios a Salomón que se encuentra incrustada en este relato. Dice que esta palabra tiene que ver con este Templo que tú edificas, pero no tiene ninguna otra referencia al Templo. ¿Cuál es su propósito entonces? El carácter condicional de la promesa de Dios a David, ya aclarado por David en 1 Reyes 2.4, lo declara ahora Dios mismo en palabras relacionadas con el proyecto de la construcción del Templo. Dios habitará en medio de los hijos de Israel si Salomón camina en los estatutos de Dios y obedece sus mandamientos. En otras palabras, la edificación de un Templo no garantizará la presencia de Dios en medio de su pueblo; a Dios no se le puede domesticar y guardar en una caja, no importa cuán magnífica sea la caja. Su presencia depende de la obediencia y ahora específicamente de la obediencia de Salomón. Aunque estos versículos no alcanzan a criticar la construcción del Templo, lo que sí hacen es poner el proyecto en perspectiva al poner énfasis en el tema de mayor importancia: La obediencia.
iv. Descripción de las decoraciones y los accesorios.
Los motivos que se utilizaron para decorar el interior del Templo parecerían infringir el segundo de los diez mandamientos que prohíbe el hacerse imágenes “de lo que hay arriba en los cielos, ni de lo que hay abajo en la tierra, ni de lo que hay en las aguas debajo de la tierra”[4]. Quizá se entendía que el mandamiento prohibía el hacer de semejanzas solo cuando había un peligro de que se convirtieran en objetos de adoración, y se pensaba que se había eliminado ese peligro en un Templo que estaba dedicado solamente a la adoración de Adonay.
Después de describir el santuario interior, el relato sigue hacia afuera de nuevo, describiendo primeramente las puertas que cerraban el santuario interior y después las puertas entre el lado interior de los muros y el pórtico. Finalmente, nos lleva fuera al atrio interior, un término impreciso que se supone se refiere al área inmediatamente alrededor del edificio.
Una segunda nota cronológica concluye el relato en la cual nos recuerda cuándo empezó la construcción, cuándo terminó y cuánto duró el proyecto entero.
2) El palacio de Salomón.
El relato del Templo y su mobiliario está dividido en dos partes casi iguales por este relato breve de los edificios del palacio de Salomón. Dado que el Templo fue edificado primero y el palacio después[5], lógicamente uno supondría que el relato del palacio vendría después de la dedicación del Templo en el capítulo 8, pero veremos que el autor tenía un motivo especial para ponerlo aquí.
Inmediatamente después de la nota de que la edificación del Templo duró siete años[6] viene la información de que Salomón pasó 13 años edificando su casa. La expresión hebrea “su casa” ocurre dos veces en 7.1, según tres diferentes versiones[7], lo cual hace que se destaque el cambio de “la casa del SEÑOR”[8]. Es posible que aquí esté una crítica implícita del hecho de Salomón construyó su propia casa en el doble del tiempo que le tomó construir la de Dios, pero el propósito principal de este pasaje parece ser muy diferente.
Ya se le había construido una residencia a David en Jerusalén con materiales provistos por Hiram de Tiro[9], pero Salomón necesitaba algo en una escala más grandiosa. En 1 Reyes 7.2–8 se mencionan cinco distintos edificios: la Casa del Bosque del Líbano, el Pórtico de las Columnas, el Pórtico del Trono[10], la residencia privada de Salomón y la residencia privada de la hija del Faraón[11].
No se nos cuenta cómo se relacionaban todos estos edificios. Es posible que estuvieran unidos de manera que formaban un complejo ya que colectivamente se les llama “su casa” en 1 Reyes 1.1. El complejo del palacio evidentemente estaba junto al Templo con un pasadizo que los conectaba[12]. Las dimensiones de todos estos edificios no se mencionan, pero está claro que la Casa del Bosque del Líbano por sí sola era más grande que el Templo. Por lo tanto el complejo del palacio entero debe haber sido espectacular mientras que en comparación hacía que el Templo pareciera enano. En los días de Jesús el enorme Templo de Herodes dominaba a toda Jerusalén, pero en la época antes del exilio el palacio real debe haber sido el edificio más imponente de la ciudad. Y es probablemente por eso que el autor lo describe donde lo hace. Del punto de vista físico, el palacio hacía quedar pequeño al Templo, pero en su relato él reduce la descripción del palacio al rodearla con los largos detalles del Templo y sus mobiliarios. En la opinión del autor esto restaura la perspectiva correcta; porque el Templo era el verdadero corazón de la ciudad y de la nación.
3) El mobiliario del Templo.
La obra de Hiram, artesano en bronce. Del mismo nombre que el rey de Tiro, este Hiram era hijo de padre fenicio y madre israelita. Lo trajeron de Tiro a Jerusalén para construir el mobiliario de bronce para el Templo. Se destacaba por su habilidad que se menciona al principio; y es ilustrada ampliamente en las descripciones de los objetos que hizo. Tal como fue el caso con la descripción del Templo mismo, hay algunos detalles que son difíciles de seguir.
El relato de la obra de Hiram en el Templo es semejante hasta cierto punto al de la obra de Bezaleel en el Tabernáculo[13] sin lugar a duda, se espera que el lector se dé cuenta de las semejanzas mayores entre la construcción del Tabernáculo y la edificación del Templo. Sin embargo, mientras que Dios ordenó todos los detalles del Tabernáculo y sus accesorios[14], no se le atribuyen los detalles del Templo ni su mobiliario.
El propósito de las dos columnas gigantescas[15] no está claro. No sostenían nada sino que estaban paradas en forma independiente, ubicadas al frente del pórtico del Templo. En la parte superior estaban decoradas laboriosamente con capiteles en formas de lirios. Se llamaban Jaquín y Boaz, lo cual es un poco enigmático, pero la teoría más convincente es que eran las primeras palabras de dos inscripciones. Con base en varias expresiones en los Salmos, se ha sugerido que las inscripciones pueden haber dicho lo siguiente: “Adonay establecerá[16] tu trono para siempre”, y “en la fortaleza[17] de Adonay se regocijará el rey”. Si esto es correcto, las columnas pueden haber conmemorado las promesas de Dios acerca de la dinastía de David. Más adelante en Reyes se insinúa que al subir al trono el nuevo rey se paraba cerca de una de las columnas para comprometerse a guardar las leyes del pacto de Dios[18].
Por el lado tecnológico, lo más impresionante que Hiram consiguió hacer fue la fuente de bronce[19] enorme con un diámetro de 4,5 metros. La sostenían 12 bueyes de bronce arreglados en cuatro grupos de tres, cada grupo miraba hacia uno de los puntos cardinales. De acuerdo con 2 Crónicas 4.6, su propósito era contener agua para el lavamiento ritual de los sacerdotes, pero su tamaño y diseño, tanto como su nombre, sugieren que era tanto simbólica como funcional. Así como el poder de Dios en la creación se había demostrado por la manera en que contuvo el mar, el símbolo del caos[20], esta fuente gigantesca simbolizaba su cuidado por el orden de la creación y su poder contra las fuerzas del caos que lo amenazan.
Hiram también hizo diez bases móviles, con sus lados decorados con querubines, leones y palmeras, y diez pilas que se podían sacar, las cuales cabían encima de las bases. Estas también se usaban para las abluciones rituales, y el hecho que se menciona su ubicación junto con la fuente sugiere que se las utilizaba en conexión con ellas.
En 1 Reyes 7.40-45 se provee un resumen de las obras de Hiram, añadiendo algunos artículos que no se necesita describir detalladamente[21]. En 1 Reyes 7.46 se insinúa de manera tentadora el método que Hiram utilizó para fundir sus artículos. La sección termina reiterando la grandeza de sus éxitos.
4) Los objetos del Templo.
La lista de utensilios de oro que Salomón había hecho para el Templo[22] es muy parecida al resumen de la obra de Hiram en 1 Reyes 7.40–45. Parecería que tenemos un resumen similar pero sin un relato detallado que lo preceda. No se nombra al artesano, a menos que el autor quiera hacernos creer que Salomón hizo estos artículos con sus propias manos, lo cual es improbable. Salomón también contribuyó para el Templo con gran cantidad de objetos de plata y oro que David había dedicado anteriormente para uso en él. Todo esto fue guardado en los tesoros del Templo, quizás en los cuartos exteriores, aunque no es claro para cuál propósito servían. En la historia siguiente de Jerusalén estos tesoros fueron utilizados para pagar tributo a reyes extranjeros.
a. La dedicación del Templo.
El largo capítulo 8 se divide naturalmente en siete secciones. Así como en el capítulo 6, hay una estructura reflexiva, que en este caso tiene como su centro de atención la oración de Salomón:
1) Introducción y llamamiento a la asamblea.
Una gran asamblea de personas con representantes de todo Israel se congregó para la dedicación del Templo, la cual comenzó con el traslado del Arca del Pacto al santuario interior. El escenario fue una fiesta en el séptimo mes, quizá se refiere a la fiesta de las Cabañas o de los Tabernáculos que tal como la fiesta descrita aquí duraba siete días[23].
2) Traslado del arca, con holocaustos.
Trajeron el arca desde el barrio antiguo de Jerusalén, que se conocía como la Ciudad de David, para distinguirlo de la nueva área de la “casa” real y el Templo edificado más al norte por Salomón. El arca había sido alojada allí “…dentro de la tienda que David había levantado para ella…”[24], que es una expresión que sugiere que esta tienda era diferente al “Tabernáculo de reunión”, el vestigio del período de Israel en el desierto, la cual también se trajo al Templo con el Arca. El relato del traslado del Arca al Templo, acompañado con holocaustos, nos recuerda al relato de su traslado original a Jerusalén por David[25]. Pero esta vez, todo fue a escala grandiosa; la última morada para el arca no sería una tienda sino un Templo magnífico, y los holocaustos consistían de ovejas y vacas que no se podían numerar.
Finalmente, el Arca fue puesta en el santuario interior. Según nuestro autor, solo contenía las dos tablas de piedra con los diez mandamientos, pero otras reliquias se guardaban allí, quizá en un período anterior, según Hebreos 9.4[26]. Sin embargo, la importancia del Arca no consistía en lo que contenía sino en el hecho que simbolizaba la presencia de Dios, o más precisamente, la presencia de la gloria de Dios, con su pueblo. Por eso su pérdida a manos de los filisteos fue lamentada con las palabras: “…Se ha ido la gloria de Israel…”[27], y el salmista relata el mismo acontecimiento diciendo que Dios “entregó al cautiverio Su poderío, Y Su gloria en manos del adversario”[28].
La conexión entre el Arca y la presencia de la gloria de Dios es evidente también en el pasaje actual. Cuando los sacerdotes que habían llevado el Arca y la habían puesto en su lugar salieron, la gloria de Adonay, manifestada visiblemente como una nube, llenó el edificio de modo que los sacerdotes no pudieron continuar sirviendo por causa de la nube. Esto es un eco de cuando Moisés erigió el Tabernáculo, que contenía el Arca: “La Nube cubrió entonces la Tienda del Encuentro y la gloria de Adonay llenó la Morada. Moisés no podía entrar en la Tienda del Encuentro,… ”[29]. En ambos casos, el fenómeno indicaba la aceptación y la aprobación de Dios de lo que se había hecho; proveía una señal visible de que la gloria de Dios se alojaba ahora allí. Pero el Dios soberano no estaba obligado a morar en el Templo. Poco antes de la destrucción de Jerusalén y del Templo, el profeta Ezequiel tuvo una visión en la cual “La gloria del SEÑOR se elevó de en medio de la ciudad, y se detuvo sobre el monte que está al oriente de la ciudad”[30]; la gloria de Adonay se iba de Jerusalén por causa de la gran maldad de su pueblo; más tarde esta visión fue complementada por otra visión de la gloria de Dios volviendo a entrar en un futuro Templo restaurado[31].
La importancia del querubín con las alas extendidas se puede apreciar ahora mejor. Una versión más pequeña de estos querubines había sido adherida a la parte de arriba del arca cuando fue construida, y el espacio que quedaba entre las dos era el lugar donde Dios estaba presente cuando hablaba con Moisés[32]. Parece que los querubines de Salomón suplantaron a los originales indicando el lugar donde moraría la “gloria” de Dios. Ezequías más adelante ora: “Oh SEÑOR, Dios de Israel, que estás sobre los querubines”[33].
En respuesta a la aparición de la nube, Salomón elevó una oración dedicatoria breve en forma poética.
3) Salomón habla ante la asamblea.
Salomón se da vuelta y deja de mirar hacia el Templo para mirar a la enorme multitud. Se da a entender que la bendición que dio es todo lo que se ha contado en 1 Reyes 8.15–21. De hecho, comenzó con las palabras “Bendito sea el SEÑOR… ”, una manera de dar alabanza a Dios por lo que ha hecho; específicamente “que habló por Su boca a mi padre David y por Su mano lo ha cumplido”[34]. En otras palabras, Dios ha mostrado que su palabra es digna de toda confianza. El resto del discurso desarrolla este concepto, resumiendo las palabras de Dios a David por medio de Natán acerca de un hijo quien lo seguiría en sucesión al trono y quien le edificaría el Templo[35]. Salomón declaró que el momento del cumplimiento de la promesa había llegado. Aunque no fue muy reservado con la mención de sus propios éxitos: “yo me he levantado en lugar de mi padre David y me he sentado en el trono de Israel…he edificado la casa al nombre del SEÑOR…he puesto allí un lugar para el arca…”[36]. Salomón reconoció que, a la larga, era la obra de Dios, porque todo había salido de la manera que Adonay lo había prometido. El esfuerzo humano y la soberanía divina están aquí sutilmente entretejidos.
En este discurso se introduce un nuevo concepto del Templo. Además de ser un sitio para el arca es “una casa al nombre del SEÑOR”[37]. Esto se convierte en una idea muy importante en la oración que sigue.
4) La oración de Salomón.
Salomón simbolizó el comienzo de una nueva fase en el acto de la dedicación al asumir otra posición: poniéndose de pie delante del altar y extendiendo sus manos al cielo. La introducción de su oración empieza con un eco de Deuteronomio 7.9, pero se refiere a la fidelidad de Dios en su pacto específicamente en relación con David. Al mencionar la promesa de Dios de que la dinastía de David nunca terminaría, Salomón ruega que ésta también reciba cumplimiento. Al mismo tiempo reconoce que la promesa depende del comportamiento de los descendientes de David.
Pero el Templo es el tema central de la oración, y Salomón lo introduce en 1 Reyes 8.27–30. Reconoce cuán absurdo es suponer que el Señor pueda habitar sobre la tierra; porque ni los confines de los altos cielos son suficientemente amplios como para contenerlo. Salomón no se hace ninguna ilusión de que el Señor pudiera caber de alguna manera en el Templo que le ha construido. Por lo tanto, su oración no es para que Dios habite en el Templo, sino que su atención esté enfocada sobre Él para que escuche las plegarias que hacia allá se dirijan. Dios todavía estará en su morada, en los cielos, pero las plegarias del rey y del pueblo se recibirán en el Templo. En otras palabras, Salomón ruega que el Templo sea el sitio donde se reúnan la necesidad humana y la misericordia divina. Parece que es todo esto lo que se contiene en el concepto del nombre de Dios en el Templo; un tema que recurre brevemente en 1 Reyes 8.29. Por lo tanto, el concepto del nombre de Dios estando presente en un lugar[38] es una manera de expresar el deseo de que Dios esté presente de manera especial sin sugerir un cuadro vulgar acerca de dónde cabe o qué limitaciones tiene Dios. Está muy relacionado con el concepto de la “gloria” de Dios que encontramos asociado con el Arca.
La próxima sección de la oración consiste en siete plegarias que anticipan circunstancias especiales en la vida de personas individuales o en la de la nación. Tienen que ver con:
a) Juramentos ante el altar.
b) Ser derrotados por el enemigo.
c) Sequía.
d) Hambre, peste, etc.
e) Las necesidades del extranjero en la tierra.
f) Salir a la batalla.
g) Cautividad.
El primero y el quinto ejemplos tienen que ver con personas individuales mientras que los demás tienen que ver con la nación. El segundo, tercero, cuarto y séptimo tienen que ver con la necesidad de perdón y restauración.
Debemos notar el simbolismo del número siete en todo el Antiguo Testamento; parece que significa lo completo, cumplido y perfecto[39]. Entonces, es probable que estos siete ejemplos quieran representar todas las situaciones posibles que demandarían las oraciones de las personas y de la nación. Se han cubierto todas las posibilidades.
Los primeros lectores de Reyes tienen que haber notado que la última plegaria, y la más larga, trataba de su propia situación: Cautividad en el extranjero. A ellos les instaba a arrepentirse y les daba esperanza en el perdón de Dios y la compasión de sus opresores. Sin embargo, no prometió claramente el retorno ni la restauración, ni mencionó que se mantendría la dinastía de David. Si se insinúa la remota posibilidad de que ocurriría un retorno algún día, se encuentra en el recordatorio de que Dios los sacó de Egipto, de en medio del horno de hierro. Aunque esto se mencionó principalmente como base para el perdón de Dios, a lo mejor les dio a los cautivos una pizca de esperanza de que Dios actuaría de nuevo y de manera semejante algún día no muy lejano.
Esta última plegaria comienza con el reconocimiento de que no hay hombre que no peque. Ya que esto debe incluir a Salomón y sus descendientes, la frase está llena de significado: La cautividad que se predice parece ser virtualmente inevitable porque ¿qué esperanza existe de que una dinastía de reyes falibles pueda vivir del modo que Dios requiere?
Salomón concluyó su oración con una súplica general de que Dios siempre escuchará las plegarias tanto del rey como del pueblo. La razón para la confianza que tenía al pedir tal cosa la indica inmediatamente: Dios los había llamado de entre las naciones para que fueran su pueblo particular. Las obras de Dios en el pasado, especialmente las que claramente expresaban sus propósitos, son la base de su pueblo para confiar en su misericordia en el presente como también en el futuro.
5) Salomón habla ante la asamblea.
Salomón entonces volvió a mirar hacia el pueblo para “bendecirlo” de nuevo. Les recordó que Dios había cumplido cada una de las promesas que había hecho a Moisés y oró que Dios continuara estando cerca de su pueblo para mantener su causa. Pero el deseo de Salomón no fue, o al menos no fue solo, el bienestar del pueblo; lo inspiraba un motivo más noble, el anhelo de ver a Dios glorificado en el mundo: a fin de que todos los pueblos de la tierra sepan que Adonay es Dios y que no hay otro. Este sentimiento también se expresa en la plegaria por el extranjero que oye de la grandeza de Dios y ora hacia el Templo. Finalmente, instó al pueblo a que hiciera su parte para seguir los caminos de Dios con integridad de corazón. Es por la obediencia de buena gana de parte del pueblo de Dios que el mundo comprenderá cómo es el carácter de Dios.
6) Más holocaustos.
Como lo merecía una ocasión tan trascendental se ofrecieron cantidades increíbles de sacrificios animales, aparentemente todos en un solo día. Esto se hizo en medio del atrio que quedaba frente al Templo porque era el único lugar con suficiente espacio. Se da a entender que Salomón participó en un papel de sacerdote al consagrar el atrio y al ofrecer los holocaustos, tal como David había ofrecido holocaustos cuando trajo el Arca a Jerusalén[40].
7) Resumen y despedida de la asamblea.
Todo Israel había sido representado en la asamblea; y al esbozar los límites del norte y sur del reino de Salomón, el autor aprovecha esta oportunidad para glorificar nuevamente su reino. Al octavo día el pueblo regresó a sus hogares regocijándose.
b. Conclusión de la edificación del Templo.
1) Dios responde a la oración de Salomón.
Aunque el informe de esta palabra de Dios viene inmediatamente después de la dedicación del Templo y es una respuesta a la oración de Salomón en esa ocasión, el autor fija la fecha después que Salomón había edificado no solo el Templo sino el palacio también, el cual tomó 13 años más. Mientras que en 1 Reyes 6.11 se nos dice que “la palabra del SEÑOR vino a Salomón”[41], aquí Dios se aparece a él una vez más en un sueño o visión, como en Gabaón. La referencia a Gabaón nos recuerda que la época de los lugares altos se ha terminado, o debería haber terminado.
Dios le dice a Salomón que ha aceptado su oración y que ha puesto su nombre en el Templo para siempre; el significado de esto se explica nuevamente en el sentido de que la atención de Dios está enfocada en el Templo. A esto lo sigue la tercera mención del carácter condicional de la promesa a David. Y es la mención más sombría hasta entonces porque el lado negativo se describe con todo detalle. Dios le dice a Salomón qué pasará si él y el pueblo se apartan de los caminos de Dios y adoran a otros dioses: La nación será echada de esta tierra y hasta el Templo será quitado de la vista de Dios y llegará a ser una pila de ruinas. Claramente la promesa de que el nombre y el corazón de Dios estarían allí para siempre estaba sometida a las mismas condiciones que la promesa de una dinastía para siempre y con esta palabra se demuestra que el nombre de Adonay no ha vuelto a estar con Israel, que ha dado la espalda al Salvador. Al poner énfasis en el peligro de la desobediencia, esta solemne advertencia se proyecta sobre el resto del relato del reinado de Salomón.
2) Más tratos con Hiram.
De la misma manera en que el relato de la edificación del Templo comenzó con las relaciones entre Salomón e Hiram de Tiro, ahora termina con un comentario sobre sus tratos. Esta vez, sin embargo, el tono no es tan positivo, y no se debe solo al hecho de que está relatando cómo se agrió la relación entre los dos reyes. Salomón le cedió a Hiram 20 ciudades en Galilea a cambio de enormes cantidades de oro, lo cual sugiere que las cuotas de Salomón no se podían levantar con impuestos solamente. Lo que es más, Hiram no vio con buenos ojos las ciudades que recibió, y llamó el distrito Tierra de Cabul[42]. De forma indirecta lo que se dice es que la enorme prosperidad que existía en Jerusalén no se extendía a las partes más al norte del reino.
c. Grandeza y necedad.
1) Otros proyectos.
Hay una lista de varios proyectos de edificación[43] a través del reino, todos los cuales fueron construidos con tributo laboral rendido por las poblaciones extranjeras que quedaban dentro de las fronteras de Israel. Entre las empresas de Salomón también figuraban expediciones marítimas en el mar Rojo llevadas a cabo con la ayuda de los fenicios conocedores del mar. Su meta, Ofir, probablemente quedaba en la parte sureña de la península arábiga o en la costa oriental de África, o puede que haya incluido partes de las dos. Otra mención de expediciones en busca de oro ocurre en 1 Reyes 10.11-12 donde interrumpe el relato de la visita de la reina de Saba. En esa cita, la flota se llama “las naves de Hiram”[44], lo que sugiere que Salomón dejó el comercio del mar Rojo mayormente en manos fenicias. Sin embargo, el hecho de que tal comercio se emprendió, habla bien de Salomón sin decir nada de la cantidad de oro, piedras preciosas y madera de sándalo, aparentemente era ideal para el tallado, que las expediciones trajeron consigo.
La mención de la captura de Gezer toca una nota disonante. A pesar de que Salomón tenía una potencia militar formidable, Gezer[45] había permanecido en manos de los cananeos hasta que el rey de Egipto la conquistó y se la ofreció a su hija como regalo de bodas cuando ella se casó con Salomón.
2) La visita de la reina de Saba.
En este capítulo el autor vuelve a los temas de la sabiduría y las riquezas de Salomón haciéndoles llegar a su clímax antes de contar cómo se desmoronó por su necedad. El capítulo demuestra cuán lejos había llegado la fama de la sabiduría de Salomón, el énfasis está en el carácter preeminente de esa sabiduría al mismo tiempo que ilustra cómo las riquezas le seguían llegando a Salomón en la forma de obsequios y tributos de monarcas del extranjero.
La reina de Saba[46] hizo su largo viaje para visitar a Salomón porque había oído de su fama debido al nombre de Adonay. Aunque puede ser que esto se refiere al Templo, lo más probable es que resuma todo lo que Salomón había logrado hacer, porque lo había logrado como monarca nombrado y fortalecido por Adonay. La reina vino a ver al famoso rey personalmente y para probarlo con acertijos. El contenido de sus preguntas no se revela; lo importante es que Salomón pudo responder a todas ellas y no hubo nada que él no pudo explicar a su satisfacción. Se quedó muy impresionada con el lujo de la corte real y literalmente con “la casa que él había edificado”[47]. Después de alabarlo generosamente, le presentó obsequios de oro, especias y piedras preciosas, añadiendo aún más a la gran fortuna de Salomón.
3) Más ejemplos de riquezas y fama.
Las entradas en oro de Salomón se dan en forma resumida, y nos damos cuenta de que la reina de Saba no fue el único monarca de Arabia quien lo colmó con riquezas; también recibió oro de todos los reyes de Arabia. El imperio de Salomón estaba muy bien ubicado porque controlaba las rutas comerciales principales al norte de la península de Arabia y gran parte de su riqueza en oro probablemente procedía de ese hecho. Los comerciantes de Arabia estaban obligados a comerciar directamente con Salomón o a pagar por permiso para pasar a los lugares de venta más al norte. Uno se imagina que entre las muchas cosas no mencionadas que la reina de Saba le pidió a Salomón había acuerdos comerciales favorables.
Para ilustrar cuán corriente era el oro durante el reinado de Salomón el autor cuenta acerca de 500 escudos ornamentales de oro que hizo, describe el trono tallado y decorado profusamente y recubierto de oro, y menciona los utensilios caseros de oro en el palacio real. Lo que es más, los barcos comerciantes que Salomón supervisaba junto con Hiram traían oro y plata, así como marfil y animales exóticos, después de los viajes que duraban tres años.
La sabiduría y fama de Salomón en el mundo antiguo se resume en 1 Reyes 10.23–25. Aquí vemos que la visita de la reina de Saba fue una de las muchas que hacían a la corte de Salomón dignatarios extranjeros; venían a escuchar su sabiduría y a darle abundantes obsequios, incluyendo, por supuesto, más plata y oro.
Finalmente, Salomón importaba caballos y carros los cuales exportaba a los reinos al norte de su imperio económico y también los acumulaba para su propio uso.
Todos estos fragmentos de información han sido entretejidos en un tapiz impresionante. Pero la obra de arte del autor también utiliza otro hilo. Una hebra de crítica corre de manera casi invisible por toda la sección. Las estipulaciones de Deuteronomio 17 acerca del estilo de vida de un rey israelita se escuchan a la distancia. “Tampoco deberá tener demasiada plata y oro”[48]; Salomón lo hizo. El rey “…no ha de tener muchos caballos, ni hará volver al pueblo a Egipto para aumentar su caballería, porque Adonay os ha dicho: "No volveréis a ir jamás por ese camino…”[49]; Salomón los acumuló y probablemente de Egipto. En otras palabras, parecería que el autor de Reyes no solo glorifica a Salomón en este pasaje sino que también lo critica. Su grandeza fue lograda en parte al desautorizar las estipulaciones de Deuteronomio.
d. La necedad de Salomón.
Esto representa solo la mitad de la historia. El autor ahora revela que Salomón tenía muchas esposas además de la hija de Faraón. Nuevamente esto nos recuerda de la prohibición de Deuteronomio: “No ha de tener muchas mujeres, cosa que podría descarriar su corazón”[50]. La hebra de crítica que hasta ahora había sido más bien discreta de pronto se ve muy claramente. Estas eran mujeres extranjeras, de países con los cuales Deuteronomio había prohibido casarse[51]. A finales de su reinado Salomón edificó lugares altos donde sus esposas extranjeras pudiesen adorar a sus dioses nativos, y su propia devoción a Adonay se diluyó. Este es el colmo de la ironía: El rey que edificó el Templo que hizo obsoletos los lugares altos procedió a edificar lugares altos él mismo, y para la adoración de los dioses paganos. Dos veces en estos versículos se cuenta que la conducta de Salomón no estuvo a la altura de la devoción íntegra de David: El requisito claramente dado en 1 Reyes 9.4. El escenario está listo para el desastre que se acercaba.
e. El veredicto de Dios.
Aquí Dios le habla a Salomón por cuarta y última vez. Al recordarnos que Dios se le había aparecido dos veces el autor pone énfasis en el hecho que Salomón había recibido beneficios especiales. Pero aunque Salomón tuvo estos encuentros con el Dios de Israel se desvió de sus caminos. El desastre se acercaba inevitablemente. Pero por amor a David se iba a posponer hasta el reinado del sucesor de Salomón, y cuando viniese no lo privaría de todo el reino. En otras palabras, las promesas que Dios había hecho previamente a David quedarían en pie, pero alteradas drásticamente debido a la desobediencia de Salomón.
f. Los adversarios aparecen.
Salomón había declarado anteriormente que no tenía adversarios[52], pero aquí se consiguió dos. Aunque Dios había anunciado que las calamidades no llegarían hasta después de la muerte de Salomón, las nubes que anunciaban la tormenta empezaron a formarse durante sus días. El imperio creado por David empezó a deshilacharse por los bordes cuando Edom al sur y Siria al norte se convirtieron en países hostiles. La amistosa relación entre Hadad de Edom y el Faraón egipcio son señales agregadas de un mal augurio.
g. La rebelión de Jeroboam.
Se introduce a Jeroboam como un líder muy capaz, al cual Salomón le había confiado todos los obreros de las tribus del norte. Ahías es uno de varios profetas que intervinieron en 1 y 2 Reyes para cambiar el curso de la sucesión de la dinastía. Ahías actuó su profecía de manera típica para un profeta del Antiguo Testamento: Rasgó simbólicamente su manto nuevo y rogó a Jeroboam que tomara diez de los doce pedazos. Sus palabras explicaron el significado de sus acciones: Dios iba a arrancar el reino de la mano de Salomón y darle diez tribus a Jeroboam. La declaración de que una tribu quedaría al mando del hijo de Salomón es desconcertante porque cuando se restan diez de doce deberían quedar dos. Una posible solución es que una tribu no es Judá sino Benjamín, la cual siguió asociada con Judá cuando el reino se dividió. No hace falta mencionar a Judá porque de todas maneras era la tribu de la casa real, de modo que se asume que seguirá bajo su control.
La causa de la tragedia que vendría a la casa de David se menciona de nuevo, es por la adoración de deidades extranjeras. Pero aquí no es solo Salomón quien es culpable sino todo Israel, lo cual implica que el pueblo en general había caído en el mismo pecado. Las versiones griega, latina y siria dejaron “él” en lugar de “ellos”, refiriéndose una vez más a Salomón en 1 Reyes 10.31 para mantener el tono de 1 Reyes 10.9-13 donde se acusa solo a Salomón de infidelidad. Puede ser que estas versiones han preservado el texto original, pero si “ellos” en hebreo es original debemos concluir que la necedad de Salomón fue parte de una tendencia más extensa que quizá puede haber comenzado por el ejemplo del rey.
Irónicamente la profecía de Ahías a Jeroboam en los 1 Reyes 10.37-38 resuena con la promesa que Dios había hecho a Salomón anteriormente.
Salomón intentó matar a Jeroboam porque de alguna manera escuchó acerca de la profecía de Ahías o porque Jeroboam trató de reivindicarse en las tribus del norte; pero él se escapó a Egipto. De modo que fue desterrado de su tierra natal, tal como habían sido los otros adversarios de Salomón. Al Faraón ahora se le llama Sisac. Este fue Sosenac I (945–924 a.C.), el fundador de la dinastía XXII de Egipto quien más tarde envió sus tropas contra Jerusalén[53].
h. La muerte de Salomón.
Aunque el reinado de Salomón había sido extraordinario, el anuncio de su muerte se da en la forma simple tan común en Reyes. Refiere al lector a otro documento para más información y secamente da el lugar y la duración del reinado, la noticia del entierro y el nombre del sucesor.
En un sentido, el reinado de Salomón había dado comienzo a una nueva era porque él había edificado el Templo y de esa manera transformó el culto y la vida de la nación. Pero en otro sentido él también dio fin a una era porque por su propia desobediencia fue el último rey que gobernó sobre todas las tribus israelitas.
[1] Deuteronomio 12.5. La Toráh
[2] Deuteronomio 27.5-6.
[3] O sea piedras en su estado natural, como las que se usarían en muros con piedras sin mortero.
[4] Éxodo 20.4. La Toráh
[5] 1 Reyes 6.37–7.1; 9.10.
[6] 1 Reyes 6.38.
[7] Reyna Valera; Septuaginta y Nuevo Mundo.
[8] 1 Reyes 6.37. NBLH
[9] 2 Samuel 5.11.
[10] También conocido como el Pórtico del Juicio, porque el trono del rey también era su tribunal, poniendo énfasis en que él administraba justicia como soberano.
[11] Ya que ella es la única esposa de Salomón cuya residencia formaba parte de esta serie de edificios, la implicación es que era la esposa principal. Esto también lo sugiere el hecho que se le menciona tan seguido: 1 Reyes 3.1; 9.16, 24; 11.1.
[12] 2 Reyes 16.18.
[13] Éxodo 36-38.
[14] Éxodo 25-27.
[15] Cerca de 8 metros de altura.
[16] Jakín.
[17] Boaz.
[18] 2 Reyes 11.14; 23.3.
[19] Literalmente mar.
[20] Job 38.8-11.
[21] Ollas, palas y tazones.
[22] 1 Reyes 48-50.
[23] Levítico 23.33-43.
[24] 2 Samuel 6.17.
[25] 2 Samuel 6.12-19.
[26] Éxodo 16.32-33; Números 17.8-10.
[27] 1 Samuel 4.21. NBLH
[28] Salmos 78.61. Ibid
[29] Éxodo 40.34-35. La Toráh
[30] Ezequiel 11.23. NBLH
[31] Ezequiel 43.4.
[32] Éxodo 25.18-22.
[33] 2 Reyes 19.15. NBLH
[34] 1 Reyes 8.15. Ibid
[35] 2 Samuel 7.12-13.
[36] 1 Reyes 8.20-21. NBLH
[37] 1 Reyes 8.17, 20. Ibid
[38] Deuteronomio 12.5.
[39] El número siete juega un papel muy importante en el capítulo actual: La dedicación del Templo, que les tomó siete años en edificar, se llevó a cabo en el séptimo mes durante una fiesta que duraba siete días.
[40] 2 Samuel 6.17-18.
[41] NBLH
[42] “Tierra como nada”.
[43] Centros administrativos, ciudades almacenes e instalaciones militares.
[44] NBLH
[45] Josué 21.21.
[46] País al sur de la península arábiga.
[47] 1 Reyes 10.4. NBLH
[48] Deuteronomio 17.17. La Toráh
[49] Deuteronomio 17.16. Ibid
[50] Deuteronomio 17.17. Ibid
[51] Deuteronomio 7.3-4.
[52] La palabra hebrea traducida “adversario” en 1 Reyes 11.14 y 23 es la misma que en 1 Reyes 5.4.
[53] 1 Reyes 14.25-26.