Capítulo 14
1. Ministerio
en Listra.
14.8-20 Lucas es enfático en decir que la situación de este hombre era crítica. No había forma en que la medicina de aquel tiempo, ni la de este, pudiese cambiar la situación del cojo de nacimiento. No había ninguna duda para la gente de Listra que él estaba enfermo.
El cojo fue llevado a que escuchara a Pablo y estaba convencido de la verdad que Pablo hablaba. Cuando el enviado lo miró, pudo darse cuenta de la fe que había en él. No esto base para creer que era necesario que los enfermos tuviesen fe para ser sanados, ya que hay otros pasajes que hablan de sanidades en donde la fe del enfermo no es necesaria y aún así se produjo el milagro, pero si puede ser que la situación de este hombre provocó que Pablo sintiera la necesidad de hacer un milagro en él y es por ello que le mira profundamente, tal y como lo había hecho antes con Elimas.
Pablo levantó su voz, le gritó: -“¡Levántate derecho sobre tus pies!” Y ocurre algo muy simpático, el cojo, quien nunca había caminado, pegó un salto y comenzó a caminar. Pero también sucede algo entre la gente con lo que podemos ver que no siempre cuando se ve un milagro la gente va a glorificar a Dios, ellos creyeron que eran los dioses Zéus y Hermes que habían bajado en forma de hombres. En todo país de América Latina hay un santuario en donde se adora algún ídolo que se dice ser milagroso y cuando alguien es sanado se piensa que fue el ídolo y nunca se le atribuye el milagro a Dios.
Todos estaban de acuerdo que lo ocurrido era un milagro, y por ello se supuso que Pablo y Bernabé eran dioses. Es probable que cuando la gente vió el milagro se acercaron gozosos a Pablo y a Bernabé, y de seguro estos se sintieron también llenos de gozo, pero aún no sabían lo que estaba pasando.
A Bernabé le estaban llamando Zéus, que en la mitología griega es el “padre de los dioses y los hombres”, que gobernaba a los dioses del monte Olimpo como un padre a una familia, de forma que incluso los que no eran sus hijos naturales se dirigían a él como tal. Era el Rey de los dioses que supervisaba el universo. Era el dios del cielo y el trueno. Sus atributos incluyen el rayo, el águila, el toro y el roble. Además de su herencia indoeuropea, el clásico Zeus “recolector de nubes” también obtuvo ciertos rasgos iconográficos de culturas del antiguo Oriente Próximo, como el cetro. Zeus fue frecuentemente representado por los artistas griegos en dos poses: De pie, avanzando con un rayo levantado en su mano derecha, y sentado majestuosamente.
Hijo de Crono y Rea, era el más joven de sus descendientes. En la mayoría de las tradiciones aparece casado con Hera, aunque en el oráculo de Dódona su esposa era Dione, con quien según la Ilíada fue padre de Afrodita. Es conocido por sus numerosas aventuras y amantes, fruto de las cuales fueron muchas deidades y héroes, incluyendo Atenea, Apolo y Artemisa, Hermes, Perséfone, Dioniso, Perseo, Heracles, Helena, Minos y las Musas. Con Hera suele decirse que fue padre de Ares, Hebe y Hefesto.
En griego el nombre del dios es Zeús en el caso nominativo y diós en el genitivo. Las formas más antiguas del nombre son las micénicas di-we y di-wo, escritas.
Su equivalente en la mitología romana era Júpiter y en la etrusca, Tinia.
El principal centro donde los griegos se reunían para rendir honores al rey de sus dioses era Olimpia. El festival cuatrienal que se celebraba allí incluía los famosos Juegos. Había también un altar dedicado a Zeus construido no de piedra, sino de ceniza, procedente de los restos acumulados durante muchos siglos de animales sacrificados allí.
Aparte de los principales santuarios situados entre poleis, no había formas de culto a Zeus que compartiese todo el mundo griego. La mayoría de los títulos enumerados más abajo, por ejemplo, podían encontrarse en ciertos templos griegos desde Asia Menor hasta Sicilia. Determinados rituales se celebraban de la misma forma también: Sacrificar un animal blanco sobre un altar elevado, por nombrar uno[1].
En la mitología griega Hermes es el dios olímpico mensajero, de las fronteras y los viajeros que las cruzan, de los pastores y las vacadas, de los oradores y el ingenio, de los literatos y poetas, del atletismo, de los pesos y medidas, de los inventos y el comercio en general, de la astucia de los ladrones y los mentirosos. El himno homérico a Hermes lo invoca como el “de multiforme ingenio, de astutos pensamientos, ladrón, cuatrero de bueyes, jefe de los sueños, espía nocturno, guardián de las puertas, que muy pronto habría de hacer alarde de gloriosas hazañas ante los inmortales dioses”.
El rasgo principal en las tradiciones sobre Hermes consiste en su papel de heraldo de los dioses, puesto este en el que aparece incluso en los poemas homéricos, compartiendo esta función con Iris. Un intérprete que cruza las fronteras con extraños es un hermeneus. De Hermes procede la palabra “hermenéutica” para el arte de interpretar los significados ocultos. En griego un hallazgo afortunado era un hermaion.
Su carácter original de divinidad de la naturaleza pelasga o arcadia desaparece gradualmente en las leyendas. Como heraldo de los dioses, preside sobre la habilidad en el uso de la palabra y la elocuencia en general, pues los heraldos son oradores públicos en las asambleas y otras ocasiones. Como diestro orador, era especialmente empleado como mensajero, cuando se requería elocuencia para lograr el objeto deseado. De ahí que las lenguas de los animales sacrificados le fueran ofrecidas. Como los heraldos y mensajeros solían ser hombres prudentes y circunspectos, Hermes era también el dios de la prudencia y la habilidad en todas las relaciones de intercambio social. Estas cualidades estaban combinadas con otras parecidas, tales como la astucia, tanto en las palabras como en las acciones, e incluso el fraude, el perjurio y la inclinación al robo. Los actos de este tipo eran cometidos por Hermes siempre con cierta habilidad, destreza e incluso elegancia. Según el prominente folclorista Meletinskii, Hermes es un tramposo deificado. Concedía los poderes que él mismo poseía a los mortales y héroes que gozaban de su favor, así como a todos los que tenía bajo su especial protección o eran llamados hijos suyos.
Como inventor del fuego, Hermes es un paralelo con el titán Prometeo. Además de la siringa y la lira, Hermes inventó varios tipos de carreras y el deporte de la lucha, y por esto fue nombrado patrón de los atletas.
Hermes también actuaba como un psicopompo o guía de los difuntos, a quienes ayudaba a encontrar su camino hasta el Inframundo griego. En muchos mitos griegos, Hermes es representado como el único dios además de Hades y Perséfone que podía entrar y salir del Inframundo sin problemas. Además de escoltar a los muertos, Hermes solía ayudar a los viajeros a tener un viaje seguro y sin contratiempos. Muchos griegos le dedicaban sacrificios antes de viajar.
Sus símbolos eran el gallo y la tortuga, y puede ser reconocido por su monedero o bolsa, sus sandalias aladas, su pétaso o sombrero de ala ancha, y su caduceo o vara de heraldo. Hermes era el dios de los ladrones porque era muy astuto y perspicaz, y porque él mismo fue un ladrón desde la noche en que nació, cuando se escapó de Maya y se fugó para robar el ganado de su hermano mayor Apolo.
En la adaptación romana de la religión griega, Hermes fue identificado con el dios romano Mercurio, quien, aunque heredado de los etruscos, desarrolló muchas características parecidas, como ser el patrón del comercio. En la interpretación griega de los dioses egipcios, se le equipara a Tot[2].
Para Bernabé y Pablo la sorpresa es grande en el momento en que entienden que el gozo de la muchedumbre no es tanto por el milagro, sino porque ellos creen que los dioses han bajado a visitarlos. Inmediatamente ellos se asustan y molestan por lo que está pasando y rompen sus ropas, algo que entre los judíos significaba que estaban adoloridos o furiosos[3]. Ellos consideraban que lo que estaban haciendo estas gentes era blasfemo, era idolatría, algo lo que desde la cautividad babilónica los judíos habían renunciado definitivamente.
¡Qué doloroso es ver en la Iglesia de Cristo cómo en algunos lugares se promueve la idolatría! He sido testigo de cómo se adora a una persona por su manera de ser o por algo que ha hecho. Me molesta y he protestado y protestaré siempre que vea a los cristianos actuando de manera idolátrica con otro hermano. Es Dios y solamente Él quien debe recompensar a sus siervos. Eso no quiere decir que no se les deba amar, pero hay que tener mucho cuidado porque la línea entre amar y adorar es muy delgada.
Pablo les hace ver que ellos son solo hombres. Es curioso que hoy algunos hombres digan que se les debe honrar y que son sucesores de los Enviados, cuando estos mismos jamás aceptaron ser reverenciados de ninguna manera.
Si bien es cierto que el mensaje del Evangelio es la apertura al Cielo por medio de la muerte de Jesucristo, también lo es que debemos alejarnos de todas las cosas que van contra la Voluntad de Dios. La idolatría es vanidad.
Luego Pablo da una cátedra de las pruebas del verdadero Dios, que a diferencia de los dioses fabricados por el hombre, que son inútiles, está vivo y es Creador de todo lo que vemos. Pero como el hombre decidió escoger el camino del pecado, Él los dejó a su libre albedrío, aunque siempre buscó guiarles a Él, incluso mandando profetas para que les exhortaran, lo que indica que no es tan cierto que los gentiles no tenían ley alguna. Tenían una ley escrita en la conciencia. Es esa ley que hace que en todo el mundo, sin importar su creencia religiosa, no matan a los suyos porque saben que eso es malo.
Hoy hay quienes creen que no tienen culpa ante Dios porque no son miembros de ninguna religión, pero están equivocados, ya que la ignorancia de la Voluntad de Dios no nos justifica delante de Él. Tampoco puede ser justificado quien diga no creer en Dios, llamandose ateo, porque estos no existen, y conocen que somos bendecidos cada día con los regalos que nos provee el Señor por lo que ellos llaman “naturaleza”. O ¿existirá alguien tan necio para pensar que esa sabrosa manzana que está degustando apareció simplemente porque quiso?
Puedo dar testimonio de que al hombre le gusta más la mentira y el engaño a la verdad. Es por eso que a Pablo y Bernabé les costó que aquellas personas no le ofrecieran sacrificios, y probablemente esto les molestó, dejándolos abiertos a seguir cualquier palabra que fuera contra los que habían visto hacer un milagro tan sorprendente.
Estas herramientas de Satanás no estaban lejos. Algunos judíos habían viajado desde Antioquía e Iconio; estas ciudades estaban a 220 y 70 kilómetros respectivamente de distancia. Los caminos eran difíciles de recorrer, teniendo que hacerlo a pie o en caballo. Su misión: Poner a la gente contra los cristianos. No crea que hoy la gente sea diferente. Hoy hay quienes gastan mucho dinero haciendo programas de radio y televisión y pagando propaganda en los periódicos para atacar a los cristianos, a la Iglesia, la Biblia y a Dios.
El resultado: Pablo fue apedreado. Un apedreamiento o lapidación es algo impresionante y debe ser muy doloroso. Recuerdo cuando niño, en algunas ocasiones recibí pedradas de otros niños que me provocaron chichones y en algunos casos me rompieron la cabeza. Es era cosa de niños. Aquí estamos hablando de adultos lanzando piedras grandes contra otra persona, no piedritas. Quizá la primera le golpeó en la espalda haciéndole retorcerse del dolor y volverse para ver de donde había venido el golpe, pero en eso sintió un agudo dolor en la cabeza y sintió un líquido caliente que le bajaba por la mejilla. Luego siguieron llegando los golpes y el ruido de los grítos de los que antes le habían estado alabando como a un dios. Pablo cayó y trató de levantarse pero las pedras seguían llegando hasta que ya no supo más, recibiendo él lo que había aplaudido años antes que le hicieran a Esteban en las afueras de Jerusalén. Ahora le tomaron de sus pies y lo llevaron fuera de la ciudad, como si fuese un perro muerto.
Después de haberle dejado fuera de la ciudad creyéndole muerto, Pablo fue rodeado por los discípulos, probablemente orando por él, pensando también que había muerto, pero él se levantó y regresó a la ciudad. Seguro esa noche descansó y al día siguiente salió con Bernabé hacia Derbe.
Derbe era una ciudad de Licaonia. Derbe cayó ante los romanos en el 25 a.C., y fue agregada a la provincia de Galacia por Claudio en el 41 d.C. Gayo, uno de los colaboradores de Pablo, era natural de Derbe[4].
Se han hecho varias sugerencias acerca del lugar de la antigua Derbe, pero el sitio real no fue descubierto hasta 1956, cuando M. Ballance encontró en Kerti Hüyük un bloque de piedra calcárea con una inscripción griega que menciona a Derbe. Kerti Hüyük es una colina o montículo de tamaño moderado, a unos 83 kilómetros al sudeste de Iconio, la moderna Konya[5].
2. Ministerio en el viaje de regreso.
14.21-25 Después de predicar en Derbe, donde muchos se convirtieron, regresan, pero no se esconden de sus enemigos, sino que rehacen el camino por el que habían llegado, volviendo a cada una de las ciudades donde les habían perseguido, porque en cada una de estas ciudades había quedado la Iglesia y era necesario que se levantara el ánimo de estos hermanos. Me da tanto dolor saber que hay predicadores a los que no les preocupa si los miembros de la congregación dejan de asistir y dicen, tratando de justificarse: “El que tenga sed, que busque el agua”. Una de las misiones del predicador es la de confirmar y robustecer a los nuevos creyentes.
Es importante que los nuevos cristianos sean motivados a mantenerse firmes, con la advertencia que no es fácil ser cristiano. He escuchado predicadores que le prometen a la gente que si se hacen cristianos los problemas desaparecerán, las enfermedades serán sanadas, los problemas económicos se resolverán, etc.; pero Pablo y Bernabé iban a las congregaciones y les decían que era necesario pasar mucho dolor para entrar al Reino de Dios. Este dolor viene en veces de los lugares más increíbles; he conocido cristianos que fueron expulsados de su casa por su decisión por Cristo y muchos matrimonios se han disuelto porque alguno de los cónyuges no aceptó que su pareja amara a Jesús.
Pero además, los enviados constituyeron ancianos en las congregaciones. Pero, dirán muchos en las Iglesias de América Latina, ¿tan pronto? He visto congregaciones de cuarenta años y más que no tienen pastores, porque los predicadores consideran que aún no hay hermanos maduros que cumplan los requisitos. ¿No será más bien que ellos han sido negligentes y no los han preparado?
3. Reporte sobre el primer viaje misionero.
14.26-28 A diferencia de muchos que se hacen llamar evangelistas, los enviados volvieron a la congregación que les había encomendado para hacer un reporte del trabajo efectuado. Ya habían pasado cerca de tres años desde su salida y habían sido testigos del poder de Dios en sus vidas.
4. La Conferencia de Jerusalén.
Después de la narración del primer viaje misionero de Pablo, Lucas hace un paréntesis para ponernos al día de lo que pasó con Pedro y la Iglesia en Jersualén, así como el testimonio de lo que Dios estaba haciendo entre los gentiles por medio de Pablo y Bernabé.
Ya habíamos visto que Dios había abierto la puerta de la salvación a los gentiles, pero entre la Iglesia había personas que consideraban que era necesario que los gentiles sumergidos en agua fueran también circuncidados, por eso es necesario que se haga una consulta a los Enviados, que se reunían en Jerusalén.
Hay quienes han querido ver en esta reunión en Jerusalén un “Concilio”, que es una palabra que viene del latín concilium, que es una reunión o asamblea de autoridades religiosas, obispos y otros eclesiásticos, generalmente efectuada por la Iglesia Católica u Ortodoxa, para deliberar o decidir sobre las materias doctrinales y de disciplina.
Se distinguen tres clases de concilios:
a. Los Concilios ecuménicos, generales o universales. Hasta 1054, fecha en que se produjo el Gran Cisma de Oriente y Occidente, se contabilizaron ocho concilios de este tipo. Convocados por el Emperador, salvo el octavo que fue convocado conjuntamente por el Emperador bizantino y el Papa; participaban los obispos, abades y patriarcas de toda la cristiandad. Estos son llamados “Concilios Griegos”.
Desde 1054 este tipo de concilios solo se celebraron en Occidente, donde sumaron otros doce concilios, siendo convocados en todos los casos por el Papa y participando todo el episcopado católico. Estos fueron llamados “Concilios Latinos”.
b. Los Concilios nacionales o plenarios. Son convocados con autorización papal y en ellos solo participa el episcopado de un continente, Estado o región.
c. Los concilios provinciales. Son convocados por el obispo metropolitano de la diócesis provincial correspondiente, se celebran periódicamente cada veinte años, y en ellos participan los titulares de oficios eclesiásticos de la diócesis[6].
Como vemos, esta costumbre no tiene nada que ver con la Biblia, comenzando con el problema que un concilio debe ser llamado por un Emperador o un Papa, y en el siglo I no había Papa, y al Emperador romano no le interesaba lo que estaba ocurriendo en la Iglesia.
Otro problema para los que defienden la idea que este pasaje habla de un concilio, consiste en que solo las Iglesias de Jerusalén y de Antioquía estaban invulucradas en este asunto y lo que ahí se decidió, no fue por medio de votos, sino por la inspiración del Espíritu Santo.
[1] Wikipedia. Zeus.
[2] Wikipedia. Hermes.
[3] Números 14.6; 1 Samuel 4.12; 2 Samuel 1.2; 13.31; 15.32; Esdras 9.3-5; Isaías 36.22; Jeremías 36.24; 41.5; Joel 2.13.
[4] Hechos 20.4.
[5] Diccionario Biblico Gratis - Derbe
[6] Wikipedia. Concilio.
14.8-20 Lucas es enfático en decir que la situación de este hombre era crítica. No había forma en que la medicina de aquel tiempo, ni la de este, pudiese cambiar la situación del cojo de nacimiento. No había ninguna duda para la gente de Listra que él estaba enfermo.
El cojo fue llevado a que escuchara a Pablo y estaba convencido de la verdad que Pablo hablaba. Cuando el enviado lo miró, pudo darse cuenta de la fe que había en él. No esto base para creer que era necesario que los enfermos tuviesen fe para ser sanados, ya que hay otros pasajes que hablan de sanidades en donde la fe del enfermo no es necesaria y aún así se produjo el milagro, pero si puede ser que la situación de este hombre provocó que Pablo sintiera la necesidad de hacer un milagro en él y es por ello que le mira profundamente, tal y como lo había hecho antes con Elimas.
Pablo levantó su voz, le gritó: -“¡Levántate derecho sobre tus pies!” Y ocurre algo muy simpático, el cojo, quien nunca había caminado, pegó un salto y comenzó a caminar. Pero también sucede algo entre la gente con lo que podemos ver que no siempre cuando se ve un milagro la gente va a glorificar a Dios, ellos creyeron que eran los dioses Zéus y Hermes que habían bajado en forma de hombres. En todo país de América Latina hay un santuario en donde se adora algún ídolo que se dice ser milagroso y cuando alguien es sanado se piensa que fue el ídolo y nunca se le atribuye el milagro a Dios.
Todos estaban de acuerdo que lo ocurrido era un milagro, y por ello se supuso que Pablo y Bernabé eran dioses. Es probable que cuando la gente vió el milagro se acercaron gozosos a Pablo y a Bernabé, y de seguro estos se sintieron también llenos de gozo, pero aún no sabían lo que estaba pasando.
A Bernabé le estaban llamando Zéus, que en la mitología griega es el “padre de los dioses y los hombres”, que gobernaba a los dioses del monte Olimpo como un padre a una familia, de forma que incluso los que no eran sus hijos naturales se dirigían a él como tal. Era el Rey de los dioses que supervisaba el universo. Era el dios del cielo y el trueno. Sus atributos incluyen el rayo, el águila, el toro y el roble. Además de su herencia indoeuropea, el clásico Zeus “recolector de nubes” también obtuvo ciertos rasgos iconográficos de culturas del antiguo Oriente Próximo, como el cetro. Zeus fue frecuentemente representado por los artistas griegos en dos poses: De pie, avanzando con un rayo levantado en su mano derecha, y sentado majestuosamente.
Hijo de Crono y Rea, era el más joven de sus descendientes. En la mayoría de las tradiciones aparece casado con Hera, aunque en el oráculo de Dódona su esposa era Dione, con quien según la Ilíada fue padre de Afrodita. Es conocido por sus numerosas aventuras y amantes, fruto de las cuales fueron muchas deidades y héroes, incluyendo Atenea, Apolo y Artemisa, Hermes, Perséfone, Dioniso, Perseo, Heracles, Helena, Minos y las Musas. Con Hera suele decirse que fue padre de Ares, Hebe y Hefesto.
En griego el nombre del dios es Zeús en el caso nominativo y diós en el genitivo. Las formas más antiguas del nombre son las micénicas di-we y di-wo, escritas.
Su equivalente en la mitología romana era Júpiter y en la etrusca, Tinia.
El principal centro donde los griegos se reunían para rendir honores al rey de sus dioses era Olimpia. El festival cuatrienal que se celebraba allí incluía los famosos Juegos. Había también un altar dedicado a Zeus construido no de piedra, sino de ceniza, procedente de los restos acumulados durante muchos siglos de animales sacrificados allí.
Aparte de los principales santuarios situados entre poleis, no había formas de culto a Zeus que compartiese todo el mundo griego. La mayoría de los títulos enumerados más abajo, por ejemplo, podían encontrarse en ciertos templos griegos desde Asia Menor hasta Sicilia. Determinados rituales se celebraban de la misma forma también: Sacrificar un animal blanco sobre un altar elevado, por nombrar uno[1].
En la mitología griega Hermes es el dios olímpico mensajero, de las fronteras y los viajeros que las cruzan, de los pastores y las vacadas, de los oradores y el ingenio, de los literatos y poetas, del atletismo, de los pesos y medidas, de los inventos y el comercio en general, de la astucia de los ladrones y los mentirosos. El himno homérico a Hermes lo invoca como el “de multiforme ingenio, de astutos pensamientos, ladrón, cuatrero de bueyes, jefe de los sueños, espía nocturno, guardián de las puertas, que muy pronto habría de hacer alarde de gloriosas hazañas ante los inmortales dioses”.
El rasgo principal en las tradiciones sobre Hermes consiste en su papel de heraldo de los dioses, puesto este en el que aparece incluso en los poemas homéricos, compartiendo esta función con Iris. Un intérprete que cruza las fronteras con extraños es un hermeneus. De Hermes procede la palabra “hermenéutica” para el arte de interpretar los significados ocultos. En griego un hallazgo afortunado era un hermaion.
Su carácter original de divinidad de la naturaleza pelasga o arcadia desaparece gradualmente en las leyendas. Como heraldo de los dioses, preside sobre la habilidad en el uso de la palabra y la elocuencia en general, pues los heraldos son oradores públicos en las asambleas y otras ocasiones. Como diestro orador, era especialmente empleado como mensajero, cuando se requería elocuencia para lograr el objeto deseado. De ahí que las lenguas de los animales sacrificados le fueran ofrecidas. Como los heraldos y mensajeros solían ser hombres prudentes y circunspectos, Hermes era también el dios de la prudencia y la habilidad en todas las relaciones de intercambio social. Estas cualidades estaban combinadas con otras parecidas, tales como la astucia, tanto en las palabras como en las acciones, e incluso el fraude, el perjurio y la inclinación al robo. Los actos de este tipo eran cometidos por Hermes siempre con cierta habilidad, destreza e incluso elegancia. Según el prominente folclorista Meletinskii, Hermes es un tramposo deificado. Concedía los poderes que él mismo poseía a los mortales y héroes que gozaban de su favor, así como a todos los que tenía bajo su especial protección o eran llamados hijos suyos.
Como inventor del fuego, Hermes es un paralelo con el titán Prometeo. Además de la siringa y la lira, Hermes inventó varios tipos de carreras y el deporte de la lucha, y por esto fue nombrado patrón de los atletas.
Hermes también actuaba como un psicopompo o guía de los difuntos, a quienes ayudaba a encontrar su camino hasta el Inframundo griego. En muchos mitos griegos, Hermes es representado como el único dios además de Hades y Perséfone que podía entrar y salir del Inframundo sin problemas. Además de escoltar a los muertos, Hermes solía ayudar a los viajeros a tener un viaje seguro y sin contratiempos. Muchos griegos le dedicaban sacrificios antes de viajar.
Sus símbolos eran el gallo y la tortuga, y puede ser reconocido por su monedero o bolsa, sus sandalias aladas, su pétaso o sombrero de ala ancha, y su caduceo o vara de heraldo. Hermes era el dios de los ladrones porque era muy astuto y perspicaz, y porque él mismo fue un ladrón desde la noche en que nació, cuando se escapó de Maya y se fugó para robar el ganado de su hermano mayor Apolo.
En la adaptación romana de la religión griega, Hermes fue identificado con el dios romano Mercurio, quien, aunque heredado de los etruscos, desarrolló muchas características parecidas, como ser el patrón del comercio. En la interpretación griega de los dioses egipcios, se le equipara a Tot[2].
Para Bernabé y Pablo la sorpresa es grande en el momento en que entienden que el gozo de la muchedumbre no es tanto por el milagro, sino porque ellos creen que los dioses han bajado a visitarlos. Inmediatamente ellos se asustan y molestan por lo que está pasando y rompen sus ropas, algo que entre los judíos significaba que estaban adoloridos o furiosos[3]. Ellos consideraban que lo que estaban haciendo estas gentes era blasfemo, era idolatría, algo lo que desde la cautividad babilónica los judíos habían renunciado definitivamente.
¡Qué doloroso es ver en la Iglesia de Cristo cómo en algunos lugares se promueve la idolatría! He sido testigo de cómo se adora a una persona por su manera de ser o por algo que ha hecho. Me molesta y he protestado y protestaré siempre que vea a los cristianos actuando de manera idolátrica con otro hermano. Es Dios y solamente Él quien debe recompensar a sus siervos. Eso no quiere decir que no se les deba amar, pero hay que tener mucho cuidado porque la línea entre amar y adorar es muy delgada.
Pablo les hace ver que ellos son solo hombres. Es curioso que hoy algunos hombres digan que se les debe honrar y que son sucesores de los Enviados, cuando estos mismos jamás aceptaron ser reverenciados de ninguna manera.
Si bien es cierto que el mensaje del Evangelio es la apertura al Cielo por medio de la muerte de Jesucristo, también lo es que debemos alejarnos de todas las cosas que van contra la Voluntad de Dios. La idolatría es vanidad.
Luego Pablo da una cátedra de las pruebas del verdadero Dios, que a diferencia de los dioses fabricados por el hombre, que son inútiles, está vivo y es Creador de todo lo que vemos. Pero como el hombre decidió escoger el camino del pecado, Él los dejó a su libre albedrío, aunque siempre buscó guiarles a Él, incluso mandando profetas para que les exhortaran, lo que indica que no es tan cierto que los gentiles no tenían ley alguna. Tenían una ley escrita en la conciencia. Es esa ley que hace que en todo el mundo, sin importar su creencia religiosa, no matan a los suyos porque saben que eso es malo.
Hoy hay quienes creen que no tienen culpa ante Dios porque no son miembros de ninguna religión, pero están equivocados, ya que la ignorancia de la Voluntad de Dios no nos justifica delante de Él. Tampoco puede ser justificado quien diga no creer en Dios, llamandose ateo, porque estos no existen, y conocen que somos bendecidos cada día con los regalos que nos provee el Señor por lo que ellos llaman “naturaleza”. O ¿existirá alguien tan necio para pensar que esa sabrosa manzana que está degustando apareció simplemente porque quiso?
Puedo dar testimonio de que al hombre le gusta más la mentira y el engaño a la verdad. Es por eso que a Pablo y Bernabé les costó que aquellas personas no le ofrecieran sacrificios, y probablemente esto les molestó, dejándolos abiertos a seguir cualquier palabra que fuera contra los que habían visto hacer un milagro tan sorprendente.
Estas herramientas de Satanás no estaban lejos. Algunos judíos habían viajado desde Antioquía e Iconio; estas ciudades estaban a 220 y 70 kilómetros respectivamente de distancia. Los caminos eran difíciles de recorrer, teniendo que hacerlo a pie o en caballo. Su misión: Poner a la gente contra los cristianos. No crea que hoy la gente sea diferente. Hoy hay quienes gastan mucho dinero haciendo programas de radio y televisión y pagando propaganda en los periódicos para atacar a los cristianos, a la Iglesia, la Biblia y a Dios.
El resultado: Pablo fue apedreado. Un apedreamiento o lapidación es algo impresionante y debe ser muy doloroso. Recuerdo cuando niño, en algunas ocasiones recibí pedradas de otros niños que me provocaron chichones y en algunos casos me rompieron la cabeza. Es era cosa de niños. Aquí estamos hablando de adultos lanzando piedras grandes contra otra persona, no piedritas. Quizá la primera le golpeó en la espalda haciéndole retorcerse del dolor y volverse para ver de donde había venido el golpe, pero en eso sintió un agudo dolor en la cabeza y sintió un líquido caliente que le bajaba por la mejilla. Luego siguieron llegando los golpes y el ruido de los grítos de los que antes le habían estado alabando como a un dios. Pablo cayó y trató de levantarse pero las pedras seguían llegando hasta que ya no supo más, recibiendo él lo que había aplaudido años antes que le hicieran a Esteban en las afueras de Jerusalén. Ahora le tomaron de sus pies y lo llevaron fuera de la ciudad, como si fuese un perro muerto.
Después de haberle dejado fuera de la ciudad creyéndole muerto, Pablo fue rodeado por los discípulos, probablemente orando por él, pensando también que había muerto, pero él se levantó y regresó a la ciudad. Seguro esa noche descansó y al día siguiente salió con Bernabé hacia Derbe.
Derbe era una ciudad de Licaonia. Derbe cayó ante los romanos en el 25 a.C., y fue agregada a la provincia de Galacia por Claudio en el 41 d.C. Gayo, uno de los colaboradores de Pablo, era natural de Derbe[4].
Se han hecho varias sugerencias acerca del lugar de la antigua Derbe, pero el sitio real no fue descubierto hasta 1956, cuando M. Ballance encontró en Kerti Hüyük un bloque de piedra calcárea con una inscripción griega que menciona a Derbe. Kerti Hüyük es una colina o montículo de tamaño moderado, a unos 83 kilómetros al sudeste de Iconio, la moderna Konya[5].
2. Ministerio en el viaje de regreso.
14.21-25 Después de predicar en Derbe, donde muchos se convirtieron, regresan, pero no se esconden de sus enemigos, sino que rehacen el camino por el que habían llegado, volviendo a cada una de las ciudades donde les habían perseguido, porque en cada una de estas ciudades había quedado la Iglesia y era necesario que se levantara el ánimo de estos hermanos. Me da tanto dolor saber que hay predicadores a los que no les preocupa si los miembros de la congregación dejan de asistir y dicen, tratando de justificarse: “El que tenga sed, que busque el agua”. Una de las misiones del predicador es la de confirmar y robustecer a los nuevos creyentes.
Es importante que los nuevos cristianos sean motivados a mantenerse firmes, con la advertencia que no es fácil ser cristiano. He escuchado predicadores que le prometen a la gente que si se hacen cristianos los problemas desaparecerán, las enfermedades serán sanadas, los problemas económicos se resolverán, etc.; pero Pablo y Bernabé iban a las congregaciones y les decían que era necesario pasar mucho dolor para entrar al Reino de Dios. Este dolor viene en veces de los lugares más increíbles; he conocido cristianos que fueron expulsados de su casa por su decisión por Cristo y muchos matrimonios se han disuelto porque alguno de los cónyuges no aceptó que su pareja amara a Jesús.
Pero además, los enviados constituyeron ancianos en las congregaciones. Pero, dirán muchos en las Iglesias de América Latina, ¿tan pronto? He visto congregaciones de cuarenta años y más que no tienen pastores, porque los predicadores consideran que aún no hay hermanos maduros que cumplan los requisitos. ¿No será más bien que ellos han sido negligentes y no los han preparado?
3. Reporte sobre el primer viaje misionero.
14.26-28 A diferencia de muchos que se hacen llamar evangelistas, los enviados volvieron a la congregación que les había encomendado para hacer un reporte del trabajo efectuado. Ya habían pasado cerca de tres años desde su salida y habían sido testigos del poder de Dios en sus vidas.
4. La Conferencia de Jerusalén.
Después de la narración del primer viaje misionero de Pablo, Lucas hace un paréntesis para ponernos al día de lo que pasó con Pedro y la Iglesia en Jersualén, así como el testimonio de lo que Dios estaba haciendo entre los gentiles por medio de Pablo y Bernabé.
Ya habíamos visto que Dios había abierto la puerta de la salvación a los gentiles, pero entre la Iglesia había personas que consideraban que era necesario que los gentiles sumergidos en agua fueran también circuncidados, por eso es necesario que se haga una consulta a los Enviados, que se reunían en Jerusalén.
Hay quienes han querido ver en esta reunión en Jerusalén un “Concilio”, que es una palabra que viene del latín concilium, que es una reunión o asamblea de autoridades religiosas, obispos y otros eclesiásticos, generalmente efectuada por la Iglesia Católica u Ortodoxa, para deliberar o decidir sobre las materias doctrinales y de disciplina.
Se distinguen tres clases de concilios:
a. Los Concilios ecuménicos, generales o universales. Hasta 1054, fecha en que se produjo el Gran Cisma de Oriente y Occidente, se contabilizaron ocho concilios de este tipo. Convocados por el Emperador, salvo el octavo que fue convocado conjuntamente por el Emperador bizantino y el Papa; participaban los obispos, abades y patriarcas de toda la cristiandad. Estos son llamados “Concilios Griegos”.
Desde 1054 este tipo de concilios solo se celebraron en Occidente, donde sumaron otros doce concilios, siendo convocados en todos los casos por el Papa y participando todo el episcopado católico. Estos fueron llamados “Concilios Latinos”.
b. Los Concilios nacionales o plenarios. Son convocados con autorización papal y en ellos solo participa el episcopado de un continente, Estado o región.
c. Los concilios provinciales. Son convocados por el obispo metropolitano de la diócesis provincial correspondiente, se celebran periódicamente cada veinte años, y en ellos participan los titulares de oficios eclesiásticos de la diócesis[6].
Como vemos, esta costumbre no tiene nada que ver con la Biblia, comenzando con el problema que un concilio debe ser llamado por un Emperador o un Papa, y en el siglo I no había Papa, y al Emperador romano no le interesaba lo que estaba ocurriendo en la Iglesia.
Otro problema para los que defienden la idea que este pasaje habla de un concilio, consiste en que solo las Iglesias de Jerusalén y de Antioquía estaban invulucradas en este asunto y lo que ahí se decidió, no fue por medio de votos, sino por la inspiración del Espíritu Santo.
[1] Wikipedia. Zeus.
[2] Wikipedia. Hermes.
[3] Números 14.6; 1 Samuel 4.12; 2 Samuel 1.2; 13.31; 15.32; Esdras 9.3-5; Isaías 36.22; Jeremías 36.24; 41.5; Joel 2.13.
[4] Hechos 20.4.
[5] Diccionario Biblico Gratis - Derbe
[6] Wikipedia. Concilio.