J. Comentario.
1. Salomón.
a. Se establece la soberanía de Salomón.
1) David y Adonías.
Aquí se encuentra a David muy débil debido a su avanzada edad, incapaz de deshacerse del frío constante o de tener relaciones sexuales. Esperando con anticipación encontramos a Adonías, el cuarto hijo de los seis que David tuvo con seis esposas diferentes mientras era rey en Hebrón[1]. El primer hijo de David, Amnón, fue asesinado por el tercero, Absalón, quién también murió mientras encabezaba una rebelión en contra de David[2]. Ya que no se menciona al segundo hijo de David, Quileab, se supone que había muerto también, de manera que Adonías quedó como el hijo mayor sobreviviente y heredero natural del trono de David. El autor tiene toda la intención de recordarnos estas circunstancias cuando menciona que Adonías había nacido después de Absalón. La descripción de Adonías, de muy buena presencia, trae a la memoria cuán bien parecido era David de joven[3] y, lo que es más, sugiere que aquí está el sucesor natural de David.
Adonías no solo le había echado el ojo al trono sino que había enlistado el apoyo de algunos de los miembros más notables de la corte de David. La nota de que “preparó para sí carros, hombres de a caballo y cincuenta hombres que corrieran delante de él”[4] recuerda las preparaciones que Absalón hizo antes de su intento de alcanzar el trono[5], igual que el no hacerle frente a Adonías recuerda que David también falló al no cortar de raíz la rebelión de Absalón. La culpa por la debilidad de David en esta escena no la tiene solo la edad avanzada, ya que parece consecuente con el hecho que nunca obró con firmeza en asuntos que tenían que ver con sus hijos[6].
Sin que David lo supiera, Adonías preparó un banquete con holocaustos e hizo que se le proclamara a él rey en En-rogel, un manantial al sur de Jerusalén. Esto no quiere decir que David dejó inmediatamente de ser rey, sino que de aquí en adelante Adonías reinaría como corregente. Sin embargo, dada la avanzada edad de David, no hay duda de que en efecto Adonías hubiera sido el monarca efectivo.
2) La intervención de Natán.
Ya se nos ha contado que Natán el profeta no estaba en la fiesta de Adonías[7], y ahora emerge para apoyar al pretendiente rival, Salomón. Se deduce de estos versículos, que David le había jurado a Betsabé que su hijo habría de ser el próximo rey y el hecho que Adonías no invitó a Salomón a su celebración sugiere que reconocía que Salomón tenía algún derecho al trono y por eso esta era una movida a tiempo y bien calculada. La entrada en la historia de Betsabé nos recuerda del David lascivo de 2 Samuel 11 y hace un contraste marcado con la figura actual de un anciano impotente.
Aunque en este capítulo se le da el título de “profeta” varias veces, Natán no le trae ninguna Palabra del Señor al pobre rey. En cambio, todo se hace con intriga y persuasión ingeniosa. Primeramente, después de que Natán la instruyó en lo que debía decir, Betsabé le recuerda al rey de su promesa y le informa acerca del banquete de advenimiento de Adonías. Entonces Natán hace su propia entrada oportuna, mientras ella todavía hablaba con el rey, y presenta el asunto desde otra perspectiva. Natán no enfrenta a David tan directamente como Betsabé, sino que pretende creer que a lo mejor David ha sancionado la celebración de Adonías y con gran cortesía le indica que algunas personas, incluyéndose a sí mismo, no han sido invitadas.
Aunque tardíamente, David al fin se moviliza y toma control de los acontecimientos declarando que su juramento se llevará a cabo de inmediato. Después de llamar a los otros partidarios principales de Salomón, el sacerdote Sadoc y Benaías, rápidamente da instrucciones para que Salomón sea ungido en Guijón, un manantial fuera de la muralla oriental de Jerusalén.
3) El rey Salomón.
Acompañado por sus partidarios principales y por los guardaespaldas de David, los quereteos y los peleteos, Salomón va a Guijón, montado sobre la mula del rey David, para gran impacto simbólico. David no está presente quizá porque estaba muy débil para viajar aunque la distancia fuera tan corta hasta el pie de la cuesta oriental. La gran multitud que se juntó casi sin previo aviso indica que Salomón era un candidato muy popular. Adonías oye el ruido de esta multitud en En-rogel y pronto le llega un informe completo de los eventos; dándose cuenta de que se les había acabado la fiesta, sus partidarios desaparecen rápidamente.
Adonías mismo anticipa que Salomón, al cual llama rey Salomón, va a querer matarlo, de manera que busca refugio asiendo los cuernos del altar[8].
Hasta este momento Salomón ha sido una figura vaga y pasiva, se le hace rey, se le hace montar, etc., pero ahora entra en la historia como personaje por derecho propio. Actúa decisivamente pero con astucia y cautela al prometer dejar vivir a Adonías siempre y cuando éste sea leal al rey. Adonías humildemente reconoce a su hermano menor como el nuevo rey, pero no hay reconciliación verdadera entre los dos. Nos quedamos con la impresión de que el asunto no es muy estable.
En los últimos tres versículos del capítulo, cuatro veces se habla de Salomón como el rey Salomón[9]; por el otro lado, se ha hablado de Adonías como rey solo una vez, y eso en el informe de la aclamación se sus partidarios.
De manera que el capítulo termina con Salomón ungido rey y David satisfecho de que la voluntad de Adonay ha sido cumplida. Pero antes se había desatendido la voluntad de Dios; David encuentra el ánimo para actuar solo cuando Adonías intenta ganar el poder y Natán está preocupado por la seguridad de los partidarios de Salomón, inclusive él mismo. Tal como en la historia de José, la actividad de Dios sigue oculta en medio de las conspiraciones y ambiciones de seres humanos.
4) La muerte de David.
No se nos cuenta cuánto tiempo gobernó Salomón como corregente antes de que David muriera. El relato va directamente a la noche antes de la muerte del anciano rey.
a) David le da a Salomón consejos sobre asuntos espirituales. Debe andar en los caminos de Adonay y guardar sus mandamientos. David entiende que la promesa de Adonay de una dinastía estable para siempre[10] (2 Sam. 7) depende de la fidelidad de sus descendientes, un hecho que gana más y más significado al progresar la historia.
b) David instruye a Salomón sobre qué hacer acerca de algunos asuntos que habían quedado pendientes. Los asesinatos de Joab en contra de la voluntad de David deben ser vengados; los hijos de Barzilai deben ser recompensados por su fidelidad; y Simei debe ser castigado por maldecir a David durante la rebelión de Absalón. No da instrucciones específicas sobre Joab y Simei; David solo le dice a Salomón que actúe de acuerdo con su sabiduría. El discurso del moribundo que comenzó prometedor con consejos espirituales termina sombrío y con amenazas. Lo sigue la noticia formal de la muerte y sepultura de David, de la misma manera que ocurre a través de los libros de Reyes.
c) La muerte de Adonías.
Adonías se presenta ante Betsabé la cual aparece en su papel de reina madre, una posición de honor en la corte real, para pedir que se le dé la joven Abisag como esposa. La posición de Abisag había sido la de concubina real, aunque David no había podido tener relaciones sexuales, y si otro hombre tomara tal concubina para sí mismo sería equivalente a un intento a hacerse rey[11]. Cuando se le pasa el pedido a Salomón él comprende lo que implica esto; lo interpreta como la primera táctica en un nuevo intento para alcanzar el trono. Diferente a su padre, él no es lento para actuar: a Adonías lo matan ese mismo día.
d) Abiatar proscrito.
Salomón se mueve con rapidez y eficacia para limpiar todo rastro de oposición a su reinado. Por haber apoyado a Adonías, Abiatar es expulsado de su tarea de sacerdote y enviado a un destierro interno en su hogar en Anatot[12], como a 5 kilómetros al norte de Jerusalén. El autor ve esta condena a vivir una vida rústica como el cumplimiento de las palabras dadas anteriormente por un profeta anónimo acerca del linaje de Elí[13]. El lugar de Abiatar lo toma Sadoc.
b. El imperio que el rey David legó a su hijo Salomón.
1) La muerte de Joab.
Al oír de la muerte de Adonías, Joab se da cuenta de que él también está en peligro y huye al tabernáculo de Adonay en busca de refugio en los cuernos del altar. Sin embargo, no es su apoyo a Adonías lo que ha puesto su vida en peligro sino las instrucciones de David a Salomón desde su lecho de muerte. Aunque Benaías tiene algunos escrúpulos acerca de matar a Joab sobre el altar, Salomón no los tiene acerca de ordenar que Benaías lo haga. Parece que él considera que la necesidad de vengar a las víctimas de Joab y la maldad que se había cometido contra David predominan sobre la ley del santuario. Declara que al hacer que Joab muera está promulgando la retribución divina y que la bendición de paz del Señor reposará sobre la casa de David por siempre. De esa manera Benaías mata a Joab y toma su lugar al mando del ejército.
2) La muerte de Simei.
Salomón toma la medida relativamente indulgente de restringir los movimientos de Simei al área de Jerusalén, prohibiendo una salida so pena de muerte. Es probable que Salomón esperara desde el principio que Simei dejara su refugio y le diera la razón que necesitaba para matarlo, porque la instrucción de David había sido que Simei descendiera con sangre al Seol. Cuando después de tres años Simei rompe la condición, Salomón revela que considera su muerte como retribución divina por la maldad cometida contra David. Una vez más Salomón predice que su reino será bendito e incorrectamente, que la dinastía de David será establecida para siempre.
Los asuntos que David había dejado sin terminar han sido resueltos y toda la oposición derrotada. Salomón emerge como monarca pragmático, astuto y decisivo, seguro de que promulga los juicios de Dios y de que recibirá la bendición de Dios. La imagen no es muy atractiva, pero no deja duda alguna de que fue consolidado el reino en mano de Salomón.
c. Grandeza y sabiduría.
1) Alianza con Egipto.
Para poner énfasis sobre el hecho que Salomón también estaba estableciéndose en el área de política internacional, el autor cuenta acerca de la alianza con Egipto la cual fue sellada con su casamiento con la hija del Faraón[14]. Una alianza matrimonial con la antigua superpotencia del Cercano Oriente debe haber acrecentado considerablemente la reputación de Salomón. Al mismo tiempo hay que considerar el otro aspecto de esta maniobra política: su matrimonio con una mujer no israelita desobedecía lo mandado en Deuteronomio 7.3. También adelanta el pecado que se verá multiplicado en 1 Reyes 11.1–6.
2) Salomón en Gabaón.
Esta es la primera de cuatro ocasiones en la cual Adonay le habla a Salomón[15]. El autor se siente obligado a explicar por qué aconteció esto en el lugar alto principal, Gabaón; el rey y todo el pueblo adoraban a Dios allí porque el Templo no había sido edificado todavía. Para absolver a Salomón de cualquier clase de sospecha, el autor también añade que Salomón amaba a Adonay y caminaba en los estatutos de David.
Dos veces se menciona que Dios le habló a Salomón en un sueño, una forma de comunicación que se trata con mucha sospecha en algunas partes de las Escrituras[16], pero con gran respeto en otras. Las primeras palabras de Adonay a Salomón simplemente fueron una invitación para que pidiera algo. Uno pensaría que al recibir tal oferta del Dios de toda la creación Salomón hubiera necesitado más tiempo para decidir, pero parece que su respuesta fue inmediata. Esto al menos es consistente con la manera decisiva en la que Salomón ha actuado hasta ahora, pero la petición misma es un poco sorprendente. Quizás Salomón se había dado cuenta de que para liderar con justicia al pueblo de Dios se necesitaba algo más que ingenio y astucia. Enfrentado con esta tarea que tenía siente que es muy joven. También está consciente que la gente de Israel es el pueblo de Dios y que él es el siervo de Dios.
De manera que Salomón pide una mente entendida con la cual pueda gobernar al pueblo. El verbo hebreo que se utiliza para esta actividad incluye los conceptos de juzgar y de justicia. Esto va de acuerdo con el hecho que en Israel le tocaba al rey ser el tribunal de apelación final[17] y era personalmente responsable por promover la justicia. Por eso en Salmos 72.1–4, el salmista implora: “Oh Dios, da Tus juicios al rey, Y Tu justicia al hijo del rey. Juzgue él a Tu pueblo con justicia, Y a Tus afligidos con equidad. Traigan paz los montes al pueblo, Y justicia los collados. Haga el rey justicia a los afligidos del pueblo, Salve a los hijos de los pobres, Y aplaste al opresor.”[18] La habilidad para juzgar con rectitud y defender al pobre son también elementos importantes del concepto que Isaías tiene del rey ideal que está por venir[19]. Estas cualidades deben ser parte del orden del día cada vez que oramos por “por los reyes y por todos los que están en autoridad”[20].
Dios alaba el sentido de prioridades de Salomón y le otorga una sabiduría mucho más allá de lo común. Además, le promete las cosas que podría haber pedido aunque no lo hizo: Riquezas, gloria y si sigue andando en los caminos de Dios, larga vida.
Al despertarse Salomón vuelve inmediatamente a Jerusalén para celebrar este acontecimiento extraordinario con holocaustos y un banquete delante del arca del pacto. Obviamente había algunas cosas para las cuales los lugares altos, inclusive el lugar alto principal, no eran adecuados.
3) Se demuestra la sabiduría.
El nuevo don de Salomón se demuestra inmediatamente en la historia bien conocida de las dos prostitutas discutiendo sobre un bebé.
Salomón propone una solución simple: Que se corte al niño por la mitad para que las dos mujeres lo puedan compartir. La decisión es tan escandalosa por su brutalidad que suena como la respuesta cruel de un juez que no puede aguantar más demanda tras demanda de las dos mujeres. De cierto, la narración se presta a esa interpretación. Sin embargo, las reacciones tan diferentes de las mujeres le permiten a Salomón decidir cuál es la madre verdadera del niño viviente. Se le salva la vida y se establece la reputación de Salomón. El pueblo no tiene ninguna duda de que está dotado con la sabiduría de Dios para administrar justicia.
4) Arreglo interno del reino.
A primera vista los primeros 19 versículos del capítulo 4 parecen ser una lista tediosa de los funcionarios de la corte de Salomón. Pero el pasaje revela algunos datos interesantes de la administración del reino.
a) Debemos notar que se incluye a los sacerdotes entre los oficiales principales. Nos recuerda que David había puesto la adoración y el culto del país bajo el firme control del rey al establecer a Jerusalén como la nueva capital del reino[21].
b) La lista de 12 gobernadores revela una reforma administrativa significativa. Muchos de los 12 distritos geográficos por los que son responsables no corresponden a los territorios de las tribus antiguas. Parte del país se ha dividido de nueva manera ignorando las fronteras tradicionales de las tribus. Es difícil imaginar que tal medida haya sido aceptada efusivamente. Pero más importante todavía es el hecho que los distritos administrados por estos 12 gobernadores no incluían el territorio de Judá[22]. Esto nos alerta al hecho que el término todo Israel se utiliza de dos maneras diferentes en este capítulo. Cuando 1 Reyes 4.1 nos cuenta que Salomón reinó sobre todo Israel claramente se refiere al reino entero; pero cuando en 1 Reyes 4.7 dice que Salomón tenía doce gobernadores en todo Israel se refiere a Israel, las tribus del norte, que es distinto a Judá. De hecho, en el 1 Reyes 4.20 se habla de Judá e Israel como dos entidades separadas. De manera que está muy claro que Judá e Israel siguieron siendo gobernadas separadamente, tal como había sido con David[23].
Sin embargo, queda un dato aun más importante que se debe deducir de la lista de oficiales. Su labor era administrar la recolección de impuestos en especie para suplir las necesidades del rey y su casa. Cada uno de los 12 gobernadores debía abastecer al rey por un mes del año. Esto quiere decir que Judá no contaba en el sistema de impuestos; la carga le caía solamente a Israel. La descripción en 1 Reyes 4.22-23 de lo que la corte consumía diariamente es asombrosa y sirve para darnos una idea de cuán pesada debe haber sido esa carga.
No obstante, todo Israel y Judá comían, bebían y se regocijaban. El reino estaba bien protegido gracias al ejército que había aumentado con un contingente enorme de carros. Con tal fuerza militar Salomón no debería haber tenido ninguna dificultad para mantener unido el Imperio que David había creado, el cual se extendía desde el noroeste de Mesopotamia hasta el llano de la costa sureña. Sin embargo, esta imagen va a ser modificada un poco en los capítulos que siguen.
El capítulo termina alabando la sabiduría de Salomón, poniendo énfasis, con la ayuda de comparaciones, en lo extraordinario que eran su profundo entendimiento y extenso conocimiento. Para el autor esto no es un cambio de tema; la riqueza, fuerza, prosperidad y grandeza que se describieron en los versículos anteriores se deben considerar manifestaciones de la sabiduría de Salomón.
Pero a pesar de todo esto existe una tensión en este capítulo. Porque cuando lo leemos a la luz de los eventos posteriores es difícil evitar llegar a la conclusión de que la extravagancia de la corte de Salomón y la carga que imponía sobre las tribus del norte eran las semillas de ese descontento que eventualmente dividió el reino.
d. Preparativos para la construcción del Templo.
El centro del relato del reino de Salomón es la larga sección dedicada mayormente a la edificación del Templo en Jerusalén. Esta está rodeada por dos noticias relacionadas con los tratos entre Salomón e Hiram, rey de Tiro.
1) Salomón e Hiram.
Hiram, rey de Tiro había abastecido a David con madera, carpinteros y albañiles para edificar su residencia en Jerusalén[24]. Al escuchar de la subida al trono de Salomón, Hiram envió una embajada oficial para asegurarse de que las relaciones diplomáticas calurosas continuasen entre los dos reyes y sus casas. Salomón aprovechó la oportunidad para negociar la ayuda de Hiram con otro proyecto de construcción. Había llegado el momento de comenzar la obra que Dios le había asignado de edificar un Templo en Jerusalén.
Aunque se le llama simplemente rey de Tiro, Hiram evidentemente gobernaba sobre gran parte de la costa fenicia y las montañas con bosques del Líbano; los trabajadores que proveyó incluían hombres de Sidón y Biblos.
En recompensa por la madera y los artesanos Salomón se comprometió a suplir trigo y aceite de oliva a la corte de Hiram. El arreglo se formalizó en una alianza. La cantidad de trigo provisto a la corte de Hiram cada año no era mucho menos que la cantidad que la corte de Salomón consumía anualmente. En otras palabras, el impuesto en trigo que el pueblo de Israel tenía que pagar virtualmente debe haberse duplicado por causa de este arreglo.
2) La mano de obra de Salomón.
Después de haber explicado cómo Salomón consiguió la materia prima para el Templo, el autor sigue describiendo cómo Salomón consiguió la mano de obra. Salomón reclutó trabajadores en todo Israel que en total eran 30.000 hombres. No es claro a cuál de los dos significados de todo Israel se refiere este versículo. Estos trabajadores tenían que pasar un mes de cada tres en el Líbano; en otras palabras se ausentaban de sus fincas una tercera parte del año. Además, 150.000 personas estaban empleadas en la región montañosa de sus áreas extrayendo, cortando y trasladando piedras. Les tomó siete años completar todo el proyecto.
Sin duda el autor tenía toda la intención de impresionar a sus lectores con los preparativos de Salomón hechos a tan grandiosa escala, pero para el lector moderno el relato crea una cierta tensión que no se le habría ocurrido al narrador. Por un lado, uno no puede dejar de impresionarse de que Salomón logró conseguir y controlar a tanta gente para la mano de obra, y subir los impuestos para pagar por la ayuda fenicia. Por el otro lado, no se nos escapa el hecho de que el costo en mano de obra y productos del campo debe haber puesto una carga enorme sobre el pueblo.
[1] 2 Samuel 3.2-5.
[2] 2 Samuel 13.23–29; 18.9–15.
[3] 1 Samuel 16.12.
[4] 1 Reyes 1.5.
[5] 2 Samuel 15.1.
[6] 2 Samuel 13-15.
[7] 1 Reyes 1.8.
[8] Los altares israelitas, tal como vimos en el estudio del Pentateuco, tenían puntas salientes en las cuatro esquinas de la parte cuadrada de arriba. Asirse de estos “cuernos” daba protección a una persona. Es posible que el altar en cuestión estaba en la tienda que David había erigido para alojar “el arca de Adonay” (2 Samuel 6.17; 1 Reyes 2.28).
[9] Dos veces al informar lo que Adonías había dicho y dos veces por el narrador mismo.
[10] 2 Samuel 7.
[11] 2 Samuel 3.6-8; 16.21-22.
[12] Anatot era una aldea concedida a los levitas y más tarde fue donde vivió Jeremías (Jeremías 1.1).
[13] 1 Samuel 2.27-36.
[14] Probablemente Siamun de la dinastía XXI.
[15] 1 Reyes 6.11-13; 9.1-9; 11.11-13.
[16] Deuteronomio 13.1-5; Jeremías 23.25-32.
[17] 2 Samuel 14.4-17; 15.2; 1 Reyes 3.16-28.
[18] NBLH
[19] Isaías 11.3-5.
[20] 1 Timoteo 2.2. NBLH
[21] Es sorprendente encontrar a Abiatar en la lista dado que se le había expulsado en 1 Reyes 2.26-27; quizá no fue expulsado tan cerca del comienzo del reino de Salomón como la posición de esa nota nos sugiere.
[22] Judá tenía su propio gobernador si se lee el final de 1 Reyes l.19 como dice la BAD: “Y había un solo gobernador en la tierra de Judá”.
[23] 2 Samuel 24.1, 9.
[24] 2 Samuel 5.11.
1. Salomón.
a. Se establece la soberanía de Salomón.
1) David y Adonías.
Aquí se encuentra a David muy débil debido a su avanzada edad, incapaz de deshacerse del frío constante o de tener relaciones sexuales. Esperando con anticipación encontramos a Adonías, el cuarto hijo de los seis que David tuvo con seis esposas diferentes mientras era rey en Hebrón[1]. El primer hijo de David, Amnón, fue asesinado por el tercero, Absalón, quién también murió mientras encabezaba una rebelión en contra de David[2]. Ya que no se menciona al segundo hijo de David, Quileab, se supone que había muerto también, de manera que Adonías quedó como el hijo mayor sobreviviente y heredero natural del trono de David. El autor tiene toda la intención de recordarnos estas circunstancias cuando menciona que Adonías había nacido después de Absalón. La descripción de Adonías, de muy buena presencia, trae a la memoria cuán bien parecido era David de joven[3] y, lo que es más, sugiere que aquí está el sucesor natural de David.
Adonías no solo le había echado el ojo al trono sino que había enlistado el apoyo de algunos de los miembros más notables de la corte de David. La nota de que “preparó para sí carros, hombres de a caballo y cincuenta hombres que corrieran delante de él”[4] recuerda las preparaciones que Absalón hizo antes de su intento de alcanzar el trono[5], igual que el no hacerle frente a Adonías recuerda que David también falló al no cortar de raíz la rebelión de Absalón. La culpa por la debilidad de David en esta escena no la tiene solo la edad avanzada, ya que parece consecuente con el hecho que nunca obró con firmeza en asuntos que tenían que ver con sus hijos[6].
Sin que David lo supiera, Adonías preparó un banquete con holocaustos e hizo que se le proclamara a él rey en En-rogel, un manantial al sur de Jerusalén. Esto no quiere decir que David dejó inmediatamente de ser rey, sino que de aquí en adelante Adonías reinaría como corregente. Sin embargo, dada la avanzada edad de David, no hay duda de que en efecto Adonías hubiera sido el monarca efectivo.
2) La intervención de Natán.
Ya se nos ha contado que Natán el profeta no estaba en la fiesta de Adonías[7], y ahora emerge para apoyar al pretendiente rival, Salomón. Se deduce de estos versículos, que David le había jurado a Betsabé que su hijo habría de ser el próximo rey y el hecho que Adonías no invitó a Salomón a su celebración sugiere que reconocía que Salomón tenía algún derecho al trono y por eso esta era una movida a tiempo y bien calculada. La entrada en la historia de Betsabé nos recuerda del David lascivo de 2 Samuel 11 y hace un contraste marcado con la figura actual de un anciano impotente.
Aunque en este capítulo se le da el título de “profeta” varias veces, Natán no le trae ninguna Palabra del Señor al pobre rey. En cambio, todo se hace con intriga y persuasión ingeniosa. Primeramente, después de que Natán la instruyó en lo que debía decir, Betsabé le recuerda al rey de su promesa y le informa acerca del banquete de advenimiento de Adonías. Entonces Natán hace su propia entrada oportuna, mientras ella todavía hablaba con el rey, y presenta el asunto desde otra perspectiva. Natán no enfrenta a David tan directamente como Betsabé, sino que pretende creer que a lo mejor David ha sancionado la celebración de Adonías y con gran cortesía le indica que algunas personas, incluyéndose a sí mismo, no han sido invitadas.
Aunque tardíamente, David al fin se moviliza y toma control de los acontecimientos declarando que su juramento se llevará a cabo de inmediato. Después de llamar a los otros partidarios principales de Salomón, el sacerdote Sadoc y Benaías, rápidamente da instrucciones para que Salomón sea ungido en Guijón, un manantial fuera de la muralla oriental de Jerusalén.
3) El rey Salomón.
Acompañado por sus partidarios principales y por los guardaespaldas de David, los quereteos y los peleteos, Salomón va a Guijón, montado sobre la mula del rey David, para gran impacto simbólico. David no está presente quizá porque estaba muy débil para viajar aunque la distancia fuera tan corta hasta el pie de la cuesta oriental. La gran multitud que se juntó casi sin previo aviso indica que Salomón era un candidato muy popular. Adonías oye el ruido de esta multitud en En-rogel y pronto le llega un informe completo de los eventos; dándose cuenta de que se les había acabado la fiesta, sus partidarios desaparecen rápidamente.
Adonías mismo anticipa que Salomón, al cual llama rey Salomón, va a querer matarlo, de manera que busca refugio asiendo los cuernos del altar[8].
Hasta este momento Salomón ha sido una figura vaga y pasiva, se le hace rey, se le hace montar, etc., pero ahora entra en la historia como personaje por derecho propio. Actúa decisivamente pero con astucia y cautela al prometer dejar vivir a Adonías siempre y cuando éste sea leal al rey. Adonías humildemente reconoce a su hermano menor como el nuevo rey, pero no hay reconciliación verdadera entre los dos. Nos quedamos con la impresión de que el asunto no es muy estable.
En los últimos tres versículos del capítulo, cuatro veces se habla de Salomón como el rey Salomón[9]; por el otro lado, se ha hablado de Adonías como rey solo una vez, y eso en el informe de la aclamación se sus partidarios.
De manera que el capítulo termina con Salomón ungido rey y David satisfecho de que la voluntad de Adonay ha sido cumplida. Pero antes se había desatendido la voluntad de Dios; David encuentra el ánimo para actuar solo cuando Adonías intenta ganar el poder y Natán está preocupado por la seguridad de los partidarios de Salomón, inclusive él mismo. Tal como en la historia de José, la actividad de Dios sigue oculta en medio de las conspiraciones y ambiciones de seres humanos.
4) La muerte de David.
No se nos cuenta cuánto tiempo gobernó Salomón como corregente antes de que David muriera. El relato va directamente a la noche antes de la muerte del anciano rey.
a) David le da a Salomón consejos sobre asuntos espirituales. Debe andar en los caminos de Adonay y guardar sus mandamientos. David entiende que la promesa de Adonay de una dinastía estable para siempre[10] (2 Sam. 7) depende de la fidelidad de sus descendientes, un hecho que gana más y más significado al progresar la historia.
b) David instruye a Salomón sobre qué hacer acerca de algunos asuntos que habían quedado pendientes. Los asesinatos de Joab en contra de la voluntad de David deben ser vengados; los hijos de Barzilai deben ser recompensados por su fidelidad; y Simei debe ser castigado por maldecir a David durante la rebelión de Absalón. No da instrucciones específicas sobre Joab y Simei; David solo le dice a Salomón que actúe de acuerdo con su sabiduría. El discurso del moribundo que comenzó prometedor con consejos espirituales termina sombrío y con amenazas. Lo sigue la noticia formal de la muerte y sepultura de David, de la misma manera que ocurre a través de los libros de Reyes.
c) La muerte de Adonías.
Adonías se presenta ante Betsabé la cual aparece en su papel de reina madre, una posición de honor en la corte real, para pedir que se le dé la joven Abisag como esposa. La posición de Abisag había sido la de concubina real, aunque David no había podido tener relaciones sexuales, y si otro hombre tomara tal concubina para sí mismo sería equivalente a un intento a hacerse rey[11]. Cuando se le pasa el pedido a Salomón él comprende lo que implica esto; lo interpreta como la primera táctica en un nuevo intento para alcanzar el trono. Diferente a su padre, él no es lento para actuar: a Adonías lo matan ese mismo día.
d) Abiatar proscrito.
Salomón se mueve con rapidez y eficacia para limpiar todo rastro de oposición a su reinado. Por haber apoyado a Adonías, Abiatar es expulsado de su tarea de sacerdote y enviado a un destierro interno en su hogar en Anatot[12], como a 5 kilómetros al norte de Jerusalén. El autor ve esta condena a vivir una vida rústica como el cumplimiento de las palabras dadas anteriormente por un profeta anónimo acerca del linaje de Elí[13]. El lugar de Abiatar lo toma Sadoc.
b. El imperio que el rey David legó a su hijo Salomón.
1) La muerte de Joab.
Al oír de la muerte de Adonías, Joab se da cuenta de que él también está en peligro y huye al tabernáculo de Adonay en busca de refugio en los cuernos del altar. Sin embargo, no es su apoyo a Adonías lo que ha puesto su vida en peligro sino las instrucciones de David a Salomón desde su lecho de muerte. Aunque Benaías tiene algunos escrúpulos acerca de matar a Joab sobre el altar, Salomón no los tiene acerca de ordenar que Benaías lo haga. Parece que él considera que la necesidad de vengar a las víctimas de Joab y la maldad que se había cometido contra David predominan sobre la ley del santuario. Declara que al hacer que Joab muera está promulgando la retribución divina y que la bendición de paz del Señor reposará sobre la casa de David por siempre. De esa manera Benaías mata a Joab y toma su lugar al mando del ejército.
2) La muerte de Simei.
Salomón toma la medida relativamente indulgente de restringir los movimientos de Simei al área de Jerusalén, prohibiendo una salida so pena de muerte. Es probable que Salomón esperara desde el principio que Simei dejara su refugio y le diera la razón que necesitaba para matarlo, porque la instrucción de David había sido que Simei descendiera con sangre al Seol. Cuando después de tres años Simei rompe la condición, Salomón revela que considera su muerte como retribución divina por la maldad cometida contra David. Una vez más Salomón predice que su reino será bendito e incorrectamente, que la dinastía de David será establecida para siempre.
Los asuntos que David había dejado sin terminar han sido resueltos y toda la oposición derrotada. Salomón emerge como monarca pragmático, astuto y decisivo, seguro de que promulga los juicios de Dios y de que recibirá la bendición de Dios. La imagen no es muy atractiva, pero no deja duda alguna de que fue consolidado el reino en mano de Salomón.
c. Grandeza y sabiduría.
1) Alianza con Egipto.
Para poner énfasis sobre el hecho que Salomón también estaba estableciéndose en el área de política internacional, el autor cuenta acerca de la alianza con Egipto la cual fue sellada con su casamiento con la hija del Faraón[14]. Una alianza matrimonial con la antigua superpotencia del Cercano Oriente debe haber acrecentado considerablemente la reputación de Salomón. Al mismo tiempo hay que considerar el otro aspecto de esta maniobra política: su matrimonio con una mujer no israelita desobedecía lo mandado en Deuteronomio 7.3. También adelanta el pecado que se verá multiplicado en 1 Reyes 11.1–6.
2) Salomón en Gabaón.
Esta es la primera de cuatro ocasiones en la cual Adonay le habla a Salomón[15]. El autor se siente obligado a explicar por qué aconteció esto en el lugar alto principal, Gabaón; el rey y todo el pueblo adoraban a Dios allí porque el Templo no había sido edificado todavía. Para absolver a Salomón de cualquier clase de sospecha, el autor también añade que Salomón amaba a Adonay y caminaba en los estatutos de David.
Dos veces se menciona que Dios le habló a Salomón en un sueño, una forma de comunicación que se trata con mucha sospecha en algunas partes de las Escrituras[16], pero con gran respeto en otras. Las primeras palabras de Adonay a Salomón simplemente fueron una invitación para que pidiera algo. Uno pensaría que al recibir tal oferta del Dios de toda la creación Salomón hubiera necesitado más tiempo para decidir, pero parece que su respuesta fue inmediata. Esto al menos es consistente con la manera decisiva en la que Salomón ha actuado hasta ahora, pero la petición misma es un poco sorprendente. Quizás Salomón se había dado cuenta de que para liderar con justicia al pueblo de Dios se necesitaba algo más que ingenio y astucia. Enfrentado con esta tarea que tenía siente que es muy joven. También está consciente que la gente de Israel es el pueblo de Dios y que él es el siervo de Dios.
De manera que Salomón pide una mente entendida con la cual pueda gobernar al pueblo. El verbo hebreo que se utiliza para esta actividad incluye los conceptos de juzgar y de justicia. Esto va de acuerdo con el hecho que en Israel le tocaba al rey ser el tribunal de apelación final[17] y era personalmente responsable por promover la justicia. Por eso en Salmos 72.1–4, el salmista implora: “Oh Dios, da Tus juicios al rey, Y Tu justicia al hijo del rey. Juzgue él a Tu pueblo con justicia, Y a Tus afligidos con equidad. Traigan paz los montes al pueblo, Y justicia los collados. Haga el rey justicia a los afligidos del pueblo, Salve a los hijos de los pobres, Y aplaste al opresor.”[18] La habilidad para juzgar con rectitud y defender al pobre son también elementos importantes del concepto que Isaías tiene del rey ideal que está por venir[19]. Estas cualidades deben ser parte del orden del día cada vez que oramos por “por los reyes y por todos los que están en autoridad”[20].
Dios alaba el sentido de prioridades de Salomón y le otorga una sabiduría mucho más allá de lo común. Además, le promete las cosas que podría haber pedido aunque no lo hizo: Riquezas, gloria y si sigue andando en los caminos de Dios, larga vida.
Al despertarse Salomón vuelve inmediatamente a Jerusalén para celebrar este acontecimiento extraordinario con holocaustos y un banquete delante del arca del pacto. Obviamente había algunas cosas para las cuales los lugares altos, inclusive el lugar alto principal, no eran adecuados.
3) Se demuestra la sabiduría.
El nuevo don de Salomón se demuestra inmediatamente en la historia bien conocida de las dos prostitutas discutiendo sobre un bebé.
Salomón propone una solución simple: Que se corte al niño por la mitad para que las dos mujeres lo puedan compartir. La decisión es tan escandalosa por su brutalidad que suena como la respuesta cruel de un juez que no puede aguantar más demanda tras demanda de las dos mujeres. De cierto, la narración se presta a esa interpretación. Sin embargo, las reacciones tan diferentes de las mujeres le permiten a Salomón decidir cuál es la madre verdadera del niño viviente. Se le salva la vida y se establece la reputación de Salomón. El pueblo no tiene ninguna duda de que está dotado con la sabiduría de Dios para administrar justicia.
4) Arreglo interno del reino.
A primera vista los primeros 19 versículos del capítulo 4 parecen ser una lista tediosa de los funcionarios de la corte de Salomón. Pero el pasaje revela algunos datos interesantes de la administración del reino.
a) Debemos notar que se incluye a los sacerdotes entre los oficiales principales. Nos recuerda que David había puesto la adoración y el culto del país bajo el firme control del rey al establecer a Jerusalén como la nueva capital del reino[21].
b) La lista de 12 gobernadores revela una reforma administrativa significativa. Muchos de los 12 distritos geográficos por los que son responsables no corresponden a los territorios de las tribus antiguas. Parte del país se ha dividido de nueva manera ignorando las fronteras tradicionales de las tribus. Es difícil imaginar que tal medida haya sido aceptada efusivamente. Pero más importante todavía es el hecho que los distritos administrados por estos 12 gobernadores no incluían el territorio de Judá[22]. Esto nos alerta al hecho que el término todo Israel se utiliza de dos maneras diferentes en este capítulo. Cuando 1 Reyes 4.1 nos cuenta que Salomón reinó sobre todo Israel claramente se refiere al reino entero; pero cuando en 1 Reyes 4.7 dice que Salomón tenía doce gobernadores en todo Israel se refiere a Israel, las tribus del norte, que es distinto a Judá. De hecho, en el 1 Reyes 4.20 se habla de Judá e Israel como dos entidades separadas. De manera que está muy claro que Judá e Israel siguieron siendo gobernadas separadamente, tal como había sido con David[23].
Sin embargo, queda un dato aun más importante que se debe deducir de la lista de oficiales. Su labor era administrar la recolección de impuestos en especie para suplir las necesidades del rey y su casa. Cada uno de los 12 gobernadores debía abastecer al rey por un mes del año. Esto quiere decir que Judá no contaba en el sistema de impuestos; la carga le caía solamente a Israel. La descripción en 1 Reyes 4.22-23 de lo que la corte consumía diariamente es asombrosa y sirve para darnos una idea de cuán pesada debe haber sido esa carga.
No obstante, todo Israel y Judá comían, bebían y se regocijaban. El reino estaba bien protegido gracias al ejército que había aumentado con un contingente enorme de carros. Con tal fuerza militar Salomón no debería haber tenido ninguna dificultad para mantener unido el Imperio que David había creado, el cual se extendía desde el noroeste de Mesopotamia hasta el llano de la costa sureña. Sin embargo, esta imagen va a ser modificada un poco en los capítulos que siguen.
El capítulo termina alabando la sabiduría de Salomón, poniendo énfasis, con la ayuda de comparaciones, en lo extraordinario que eran su profundo entendimiento y extenso conocimiento. Para el autor esto no es un cambio de tema; la riqueza, fuerza, prosperidad y grandeza que se describieron en los versículos anteriores se deben considerar manifestaciones de la sabiduría de Salomón.
Pero a pesar de todo esto existe una tensión en este capítulo. Porque cuando lo leemos a la luz de los eventos posteriores es difícil evitar llegar a la conclusión de que la extravagancia de la corte de Salomón y la carga que imponía sobre las tribus del norte eran las semillas de ese descontento que eventualmente dividió el reino.
d. Preparativos para la construcción del Templo.
El centro del relato del reino de Salomón es la larga sección dedicada mayormente a la edificación del Templo en Jerusalén. Esta está rodeada por dos noticias relacionadas con los tratos entre Salomón e Hiram, rey de Tiro.
1) Salomón e Hiram.
Hiram, rey de Tiro había abastecido a David con madera, carpinteros y albañiles para edificar su residencia en Jerusalén[24]. Al escuchar de la subida al trono de Salomón, Hiram envió una embajada oficial para asegurarse de que las relaciones diplomáticas calurosas continuasen entre los dos reyes y sus casas. Salomón aprovechó la oportunidad para negociar la ayuda de Hiram con otro proyecto de construcción. Había llegado el momento de comenzar la obra que Dios le había asignado de edificar un Templo en Jerusalén.
Aunque se le llama simplemente rey de Tiro, Hiram evidentemente gobernaba sobre gran parte de la costa fenicia y las montañas con bosques del Líbano; los trabajadores que proveyó incluían hombres de Sidón y Biblos.
En recompensa por la madera y los artesanos Salomón se comprometió a suplir trigo y aceite de oliva a la corte de Hiram. El arreglo se formalizó en una alianza. La cantidad de trigo provisto a la corte de Hiram cada año no era mucho menos que la cantidad que la corte de Salomón consumía anualmente. En otras palabras, el impuesto en trigo que el pueblo de Israel tenía que pagar virtualmente debe haberse duplicado por causa de este arreglo.
2) La mano de obra de Salomón.
Después de haber explicado cómo Salomón consiguió la materia prima para el Templo, el autor sigue describiendo cómo Salomón consiguió la mano de obra. Salomón reclutó trabajadores en todo Israel que en total eran 30.000 hombres. No es claro a cuál de los dos significados de todo Israel se refiere este versículo. Estos trabajadores tenían que pasar un mes de cada tres en el Líbano; en otras palabras se ausentaban de sus fincas una tercera parte del año. Además, 150.000 personas estaban empleadas en la región montañosa de sus áreas extrayendo, cortando y trasladando piedras. Les tomó siete años completar todo el proyecto.
Sin duda el autor tenía toda la intención de impresionar a sus lectores con los preparativos de Salomón hechos a tan grandiosa escala, pero para el lector moderno el relato crea una cierta tensión que no se le habría ocurrido al narrador. Por un lado, uno no puede dejar de impresionarse de que Salomón logró conseguir y controlar a tanta gente para la mano de obra, y subir los impuestos para pagar por la ayuda fenicia. Por el otro lado, no se nos escapa el hecho de que el costo en mano de obra y productos del campo debe haber puesto una carga enorme sobre el pueblo.
[1] 2 Samuel 3.2-5.
[2] 2 Samuel 13.23–29; 18.9–15.
[3] 1 Samuel 16.12.
[4] 1 Reyes 1.5.
[5] 2 Samuel 15.1.
[6] 2 Samuel 13-15.
[7] 1 Reyes 1.8.
[8] Los altares israelitas, tal como vimos en el estudio del Pentateuco, tenían puntas salientes en las cuatro esquinas de la parte cuadrada de arriba. Asirse de estos “cuernos” daba protección a una persona. Es posible que el altar en cuestión estaba en la tienda que David había erigido para alojar “el arca de Adonay” (2 Samuel 6.17; 1 Reyes 2.28).
[9] Dos veces al informar lo que Adonías había dicho y dos veces por el narrador mismo.
[10] 2 Samuel 7.
[11] 2 Samuel 3.6-8; 16.21-22.
[12] Anatot era una aldea concedida a los levitas y más tarde fue donde vivió Jeremías (Jeremías 1.1).
[13] 1 Samuel 2.27-36.
[14] Probablemente Siamun de la dinastía XXI.
[15] 1 Reyes 6.11-13; 9.1-9; 11.11-13.
[16] Deuteronomio 13.1-5; Jeremías 23.25-32.
[17] 2 Samuel 14.4-17; 15.2; 1 Reyes 3.16-28.
[18] NBLH
[19] Isaías 11.3-5.
[20] 1 Timoteo 2.2. NBLH
[21] Es sorprendente encontrar a Abiatar en la lista dado que se le había expulsado en 1 Reyes 2.26-27; quizá no fue expulsado tan cerca del comienzo del reino de Salomón como la posición de esa nota nos sugiere.
[22] Judá tenía su propio gobernador si se lee el final de 1 Reyes l.19 como dice la BAD: “Y había un solo gobernador en la tierra de Judá”.
[23] 2 Samuel 24.1, 9.
[24] 2 Samuel 5.11.