7. Las
convicciones que sostienen su obra.
4.13-18 “Teniendo el mismo espíritu de fe, según lo que ha sido escrito: Confié, por lo cual hablé, nosotros también estamos confiando, por lo cual también estamos hablando, y han sabido que el que levantó al Señor Jesús, a nosotros levantará junto con Jesús, y nos pondrá al lado de ustedes. Porque todas estas cosas las sufrimos por amor a ustedes, para que habiendo llegado a ser más la gracia por medio de los más, la expresión de gracias exceda para la gloria de Dios. Y no nos estamos desalentando, a pesar de que el hombre exterior está siendo consumido, pero el interior, está siendo renovado día a día. Porque la liviana aflicción momentánea está obrando en nosotros un mucho más eterno peso de gloria; no poniendo atención nosotros a las cosas que se ven, sino a las cosas que no se ven; porque las cosas que se ven son temporales, pero las que no se ven, son eternas”.
Pablo se identifica con el salmista cuando escribe Salmos 116:10: “Creí; por tanto hablé, y fui afligido en gran manera”[1]. Aunque la aflicción estaba presente, la fe le impulsaba a seguir hablando del Señor, ya que él era un testigo.
Hoy sufrimos en mi país un fuerte terremoto, yo estaba en una cita donde el dentista, y luego que pasó el evento la gente comenzó a hablar de dónde estaba, que estaba haciendo, cómo lo sintió, etc., porque aunque los demás también fueron testigos, todos quieren contar la versión de su historia. Lo mismo ocurría con Pablo, él era un testigo de Cristo y doquiera que iba debía hablar de lo que sabía, aunque esto le trajera tribulación.
Pablo se mantenía tranquilo, sabiendo que tenía una esperanza firme, y que a pesar de todas las tribulaciones que podían sobre venir, los salvos seremos levantados para recibir al Señor en el día final.
Les hace ver a los corintios que si bien es cierto él sufría, lo hacía por una buena causa, la salvación de ellos.
Hay un efecto rebote en todo esto, así lo entendía Pablo. Entre más sufrimiento, más corría el Evangelio, así que más personas eran alcanzadas por la gracias de Dios, y entonces más personas estarían agradecidas con el Señor y todo sería para Su gloria.
El trabajo en la Iglesia en veces es desconsolador, especialmente cuando hay persecución, como en el caso de Pablo, pero él, a pesar de todo, lograba mantenerse alentado, sonriendo a pesar de las calamidades.
¿Qué tenía Pablo de especial? Nada, él mismo decía “el hombre exterior está siendo consumido”, es decir, Pablo se cansaba, se enfermaba, le dolía, envejecía, probablemente había mañanas cuando al tratar de levantarse le dolían todos los huesos; pero en su interior sí que tenía algo especial, todos los sufrimientos externos le provocaban que su ser interno se sintiera nueva cada día. Su fe crecía, por ello lograba seguir adelante. Ahora que he pasado los cincuenta años de vida, cuando me preguntan mi edad, jocosamente digo: “Mi documento de identidad dice que tengo cincuenta y tres, pero por dentro soy un adolescente”; y es que uno es tan viejo como adopte la manera de ver las cosas; ¿en dónde apoya su fe? Si su fe está puesta en lo material, en lo que se desgasta, es probable que usted sea un viejo, pero si su fe está puesta en Dios podrá gozar de la fuente de la juventud, aunque en la mañana le duelan los huesos.
Para Pablo su dolor era leve, momentáneo, y eso se debía a que él no veía sus aflicciones, sino que estaba viendo al que es más grande que cualquier pena. ¿Qué tiene más peso en su vida, sus problemas o Dios? De acuerdo a esta posición es que actuaremos en nuestro caminar diario.
Hace unos años un hombre enseñándome un billete me dijo: “Este es el único dios que existe”. Poco tiempo después las cosas comenzaron a ponérsele difícil y ese hombre perdió su empresa y estuvo por muchos años viviendo de lo que le podían dar sus familiares. Él había puesto su fe en lo que se ve, y todo se le cayó. A Pablo lo perseguían, lo acosaban, pero su fe estaba puesta en Dios, iba más allá de lo que se puede ver o palpar.
¿Qué cosa de este mundo puede decirse que es eterna? He visto a un hombre jurarle amor eterno a una jovencita delante de Dios, pero cinco, diez o veinte años después está viendo cómo librarse de su compromiso porque ahora está enamorado de otra más hermosa o más joven. Lo material no es eterno, más lo espiritual si lo es.
[1] Biblia del Oso.
4.13-18 “Teniendo el mismo espíritu de fe, según lo que ha sido escrito: Confié, por lo cual hablé, nosotros también estamos confiando, por lo cual también estamos hablando, y han sabido que el que levantó al Señor Jesús, a nosotros levantará junto con Jesús, y nos pondrá al lado de ustedes. Porque todas estas cosas las sufrimos por amor a ustedes, para que habiendo llegado a ser más la gracia por medio de los más, la expresión de gracias exceda para la gloria de Dios. Y no nos estamos desalentando, a pesar de que el hombre exterior está siendo consumido, pero el interior, está siendo renovado día a día. Porque la liviana aflicción momentánea está obrando en nosotros un mucho más eterno peso de gloria; no poniendo atención nosotros a las cosas que se ven, sino a las cosas que no se ven; porque las cosas que se ven son temporales, pero las que no se ven, son eternas”.
Pablo se identifica con el salmista cuando escribe Salmos 116:10: “Creí; por tanto hablé, y fui afligido en gran manera”[1]. Aunque la aflicción estaba presente, la fe le impulsaba a seguir hablando del Señor, ya que él era un testigo.
Hoy sufrimos en mi país un fuerte terremoto, yo estaba en una cita donde el dentista, y luego que pasó el evento la gente comenzó a hablar de dónde estaba, que estaba haciendo, cómo lo sintió, etc., porque aunque los demás también fueron testigos, todos quieren contar la versión de su historia. Lo mismo ocurría con Pablo, él era un testigo de Cristo y doquiera que iba debía hablar de lo que sabía, aunque esto le trajera tribulación.
Pablo se mantenía tranquilo, sabiendo que tenía una esperanza firme, y que a pesar de todas las tribulaciones que podían sobre venir, los salvos seremos levantados para recibir al Señor en el día final.
Les hace ver a los corintios que si bien es cierto él sufría, lo hacía por una buena causa, la salvación de ellos.
Hay un efecto rebote en todo esto, así lo entendía Pablo. Entre más sufrimiento, más corría el Evangelio, así que más personas eran alcanzadas por la gracias de Dios, y entonces más personas estarían agradecidas con el Señor y todo sería para Su gloria.
El trabajo en la Iglesia en veces es desconsolador, especialmente cuando hay persecución, como en el caso de Pablo, pero él, a pesar de todo, lograba mantenerse alentado, sonriendo a pesar de las calamidades.
¿Qué tenía Pablo de especial? Nada, él mismo decía “el hombre exterior está siendo consumido”, es decir, Pablo se cansaba, se enfermaba, le dolía, envejecía, probablemente había mañanas cuando al tratar de levantarse le dolían todos los huesos; pero en su interior sí que tenía algo especial, todos los sufrimientos externos le provocaban que su ser interno se sintiera nueva cada día. Su fe crecía, por ello lograba seguir adelante. Ahora que he pasado los cincuenta años de vida, cuando me preguntan mi edad, jocosamente digo: “Mi documento de identidad dice que tengo cincuenta y tres, pero por dentro soy un adolescente”; y es que uno es tan viejo como adopte la manera de ver las cosas; ¿en dónde apoya su fe? Si su fe está puesta en lo material, en lo que se desgasta, es probable que usted sea un viejo, pero si su fe está puesta en Dios podrá gozar de la fuente de la juventud, aunque en la mañana le duelan los huesos.
Para Pablo su dolor era leve, momentáneo, y eso se debía a que él no veía sus aflicciones, sino que estaba viendo al que es más grande que cualquier pena. ¿Qué tiene más peso en su vida, sus problemas o Dios? De acuerdo a esta posición es que actuaremos en nuestro caminar diario.
Hace unos años un hombre enseñándome un billete me dijo: “Este es el único dios que existe”. Poco tiempo después las cosas comenzaron a ponérsele difícil y ese hombre perdió su empresa y estuvo por muchos años viviendo de lo que le podían dar sus familiares. Él había puesto su fe en lo que se ve, y todo se le cayó. A Pablo lo perseguían, lo acosaban, pero su fe estaba puesta en Dios, iba más allá de lo que se puede ver o palpar.
¿Qué cosa de este mundo puede decirse que es eterna? He visto a un hombre jurarle amor eterno a una jovencita delante de Dios, pero cinco, diez o veinte años después está viendo cómo librarse de su compromiso porque ahora está enamorado de otra más hermosa o más joven. Lo material no es eterno, más lo espiritual si lo es.
[1] Biblia del Oso.