3. El rey David y su corte.
Con el capítulo 9 comienza una nueva sección de los libros de Samuel. El capítulo 8 ha resumido los logros de David, mayormente fuera de las fronteras de Israel. El capítulo 9 se dedica a asuntos internos. La casa es la corte real, y sus asuntos afectaban a todo el reino.
Los capítulos 9–20 han sido llamados con frecuencia “el relato de la sucesión”, ya que el tema más preponderante en ellos se relaciona con el tema del sucesor de David. Todos los lectores, desde el principio, han sabido que fue Salomón quien subió al trono después de David; y 2 Samuel 12.24 indica, al principio del relato, que Dios mismo favorecía a Salomón desde su nacimiento. Pero en ese momento no se sabía quién sería el próximo rey, y es probable que el propio David no decidiera apoyar a Salomón hasta casi el final de su reinado. Por lo tanto, los otros hijos de David, especialmente Absalón, aspiraban a apoderarse del trono. Los capítulos 9–20 y 1 Reyes 1.2 siguen toda la secuencia de los acontecimientos.
Estos capítulos muestran cómo aun en el reinado de David, Dios cumplió las dos cosas que Natán había descrito a David en 2 Samuel 7.12–15. Por un lado, el amor de Dios sería constante hacia el propio David y su sucesor escogido. Por otro lado, Dios castigaría la conducta pecaminosa con vara de hombres, o sea usando las acciones de otros hombres como castigo. Es así que en los capítulos 9–20 vemos cómo los pecados de David le causaron muchos sufrimientos y problemas a pesar de lo cual el amor de Dios nunca le fue quitado.
a. David y Mefiboset.
Mefiboset ya ha sido mencionado en 2 Samuel 4.4. Era uno de los pocos sobrevivientes de la familia de Saúl, después del asesinato de Isboset. Su ciudad, Lo-debar, quedaba cerca de Mahanaim, la capital de Isboset. David ahora lo trajo a Jerusalén. Algunos eruditos han supuesto que David lo consideraba como un posible peligro y que lo trajo a Jerusalén a fin de poder observar sus actividades. De ser así el escritor bíblico no da ningún indicio. El énfasis es más bien en la bondad de David, y en la posición de honor que otorgó a Mefiboset. David estaba cumpliendo su promesa a Jonatán, padre de Mefiboset[1]. El capítulo nos recuerda dos veces que era lisiado de ambos pies, recalcando así su impotencia. Es dudoso que hubiera podido alguna vez ser un rival eficaz de David, a pesar de la acusación que hizo Siba más adelante.
b. Guerra contra Amón y sus consecuencias.
El capítulo 10 trata exclusivamente de una exitosa campaña israelita contra los amonitas, y resume el registro de las victorias de David que comenzara en el capítulo 8. Es en realidad un capítulo eslabón, pues esta campaña militar en particular tuvo sus efectos en Jerusalén. Uno de los soldados que luchara en la Transjordania era Urías, cuya esposa Betsabé fue seducida por David en ausencia de su esposo. Después, David aprovechó la guerra para hacer morir a Urías. Es así que los capítulos 10–12 conectan el tema de la guerra con los asuntos de la corte real.
1) La campaña amonita.
Amón era un pequeño reino en la Transjordania que había sido hostil hacia Israel durante el reinado de Saúl; éste había derrotado al rey Nahas, cuya muerte se menciona aquí. David, por el contrario, había sido hasta ahora aliado de los amonitas. Los jefes de los hijos de Amón, o sea los nobles amonitas, indudablemente temían que ahora que David era rey de un Israel unido cambiaría de actitud hacia ellos. Aun si sus sospechas fueran fundadas, fue insensato insultar a David y provocarlo a pelear. El reino amonita era demasiado pequeño para ganar una guerra contra Israel por lo que buscaron aliados entre los sirios al norte.
El capítulo 8 describe algunas de las victorias de David sobre los reinos y ejércitos arameos, y no es seguro cuándo sucedieron las victorias del capítulo 10. Dado que el capítulo trata de un período anterior al nacimiento de Salomón, la guerra debe haber sido en los primeros tiempos del reinado de David. La decisión de los sirios de hacer las paces con David puede, entonces, haber sido temporaria. Lo importante es que rompieron su alianza con los amonitas, quienes siguieron la guerra sin esperanzas de triunfar. El final de la guerra se describe en 2 Samuel 12.29–31.
2) Las relaciones de David con Betsabé y Urías.
Era habitual que las actividades militares cesaran durante los meses de invierno, de modo que David reasumió sus operaciones militares contra Amón en el tiempo en que los reyes suelen salir a la guerra, o sea la primavera. 2 Samuel 11.1 no infiere que era la obligación de David acompañar a su ejército. Estar presente en persona no era necesario cuando una victoria israelita era tan segura. El ejército amonita fue destruido y su ciudad capital sitiada. Los israelitas ya eran poderosos, y la posición de David era muy segura. Sucede con demasiada frecuencia que un sentido de tranquilidad y seguridad es el preludio a un fracaso espiritual y moral.
Entonces, David estaba en su derecho de quedarse en Jerusalén, pero sus acciones son inexcusables. Betsabé era una mujer casada, y David lo sabía. La nota en 2 Samuel 11.4 sobre su impureza significa que recién había menstruado, por lo que no hay ninguna duda de que el embarazo era el resultado del adulterio de David con ella. La moralidad de Betsabé también quizá podría cuestionarse pero el autor bíblico adjudica toda la culpa a David: él era el rey, y estaba actuando despóticamente, abusando de su poder y posición.
Los intentos inútiles de David por inducir a Urías a descender a su casa y tener trato carnal con su esposa también es indigno. El autor no hace ningún intento por justificar a David. El antecedente de esta parte del relato es el caso de que, al inicio de la campaña, los soldados habían hecho un voto de abstenerse de tener relaciones sexuales. Es posible que la sugerencia de David a Urías de que se lavara los pies se refiera a un ritual que lo eximiría de dicho voto. Sea como fuere, Urías consideraba que estaba en servicio activo y mostró las más altas normas de conducta.
3) Muerte de Urías.
Hasta ahora David tenía la esperanza de que su adulterio permanecería en secreto, y que el niño por nacer fuera aceptado como hijo de Urías. Ahora había perdido esa esperanza, decidió quitarle la vida a Urías. Temía un escándalo público, por supuesto, y esto hubiera sido todavía más serio porque la pena en Israel para el adulterio era la muerte. A pesar de eso David, principal juez del país, no podía sentenciarse a muerte a sí mismo. Es así que su inmoralidad casual le causó un grave problema. La muerte de Urías le resolvió el problema: David se casó con la viuda, y nadie se enteraría de quién era el niño. No hay duda que Joab adivinó la verdad, pero nunca hubiera traicionado a David. Pero 2 Samuel 11.27 nos recuerda que Dios sabía toda la verdad.
David, entonces, no vaciló en planear la muerte de Urías, pero tenía la esperanza de evitar la muerte de cualquier otro soldado. Cuando Joab leyó las instrucciones de David, le hizo un reajuste al plan, con el resultado de que varios soldados murieron con Urías. Se había dado cuenta que el plan de David era demasiado obvio; su propio plan disimulaba el hecho de que Urías era el marcado para morir. La lealtad de Joab a David es revelada en este incidente, y también su crueldad. Pero el verdadero asesino era David.
La referencia en 2 Samuel 11.21 es a Jueces 9.50–53. La muerte de Abimelec les había mostrado a las tropas israelitas los peligros de acercarse demasiado al muro de una ciudad sitiada.
4) Reprensión de Natán.
Natán era un profeta, el portavoz de Dios en la corte real y un digno sucesor de Samuel. Tenía la autoridad y la valentía de actuar como crítico y juez del rey. Antes de hacer sus acusaciones directas de 2 Samuel 12.9 contó su famosa parábola. Algunas parábolas bíblicas tenían la intención de ser adivinanzas, pero no ésta. David fue conducido a suponer que Natán estaba describiendo un incidente real, así que pronunció sentencia antes de saber a qué se refería realmente Natán. David sabía que el castigo correcto para el robo de una oveja era pagar cuatro veces su valor[2], pero también expresó indignación: Un ladrón tan despiadado merecía la muerte. Fue así que se condenó a sí mismo.
El propósito de la parábola no era únicamente inducir a David a condenarse a sí mismo, sino también exponer vívidamente las realidades de la situación. Los reyes, si eran codiciosos, tenían el poder de tomar lo que querían, y el ciudadano común no podía hacer nada al respecto. Natán destacó lo codicioso que David había sido. Además de tener sus esposas, aparentemente había tomado las concubinas de Saúl como un símbolo de que se había apoderado del control real que fuera de Saúl.
2 Samuel 12.11–14 dan el veredicto de Dios. David llegaría hasta la vejez, pero la violencia en su propia familia traería el mal contra él. Los capítulos siguientes muestran cuán cierta resultó esta profecía. Absalón cumplió literalmente la predicción en 2 Samuel 12.11[3]. No obstante, es importante notar que el castigo de Dios fue acompañado del perdón porque David se arrepintió. El arrepentimiento sincero de David es muy diferente de los intentos de Saúl por engañar a Samuel. El título de Salmos 51 conecta a dicho salmo de penitencia con este episodio.
5) Nacimiento de Salomón.
La predicción final de Natán de que el hijo ilegítimo moriría, fue la primera en cumplirse. David no lo aceptó con fatalismo. Este pasaje enfatiza cuánto amaba David al infante y enfoca su angustia durante su enfermedad final. Sus sentimientos eran tan profundos que ignoró los convencionalismos habituales, al punto de causar ansiedad a sus siervos. El dolor sincero de David, tanto como su cariño por Betsabé, tienen el efecto de ganarse la simpatía del lector. Pero el propósito del autor era mostrar qué efectivo era el veredicto de Dios: El castigo de David había comenzado.
Los capítulos siguientes continúan el relato de las dificultades de David. Pero dos versículos en este pasaje[4] muestran que mientras castigaba a David, Dios no olvidaba a Israel. El nacimiento de Salomón fue el modo como Dios cumplió su promesa de 2 Samuel 7.12-13. El mensaje de David por medio de Natán de que Adonay amaba a Salomón es una señal para el lector de que éste era el hijo escogido por Dios para ser el próximo rey. Los planes de Dios para el futuro estaban trazados.
2 Samuel 12.26–31 completan el relato de la guerra victoriosa contra Amón. En esta ocasión el propio David fue con el ejército. Joab nuevamente demostró su lealtad al rey.
6) David y sus hijos mayores.
El personaje central de estos capítulos es Absalón, el tercer hijo de David. El hijo mayor, Amnón, fue asesinado por Absalón, y es muy posible que el segundo hijo muriera de joven, ya que no se lo vuelve a mencionar. De cualquier manera, después de matar a Amnón, Absalón tenía campo libre para aspirar a la corona.
a) La violación de Tamar.
Tamar era la media hermana de Amnón. Su madre era Maaca. El matrimonio con una media hermana era prohibido bajo la ley[5]. Quizá el rey tenía autoridad para suspender esta ley, como sugirió Tamar, pero de cualquier manera Amnón consideraba sencillamente que sería difícil poder casarse con ella. Su lascivia, engaño y brutalidad lo convierten en un personaje muy antipático; era el hijo mayor de David, pero evidentemente no un hombre apropiado para gobernar a Israel. Pero el propósito del relato no es moralizar sobre Amnón, sino mostrar cómo los de la propia familia de David le trajeron “mal” calamitoso, cumpliendo lo dicho en 2 Samuel 12.11. David se enojó mucho pero evidentemente no hizo nada para castigar al malhechor. Esto fue un grave error porque no hizo más que aumentar la furia comprensible de Absalón al punto de odiar a Amnón.
b) El homicidio de Amnón.
Hasta ahora, nuestra simpatía ha sido para Absalón, pero este pasaje revela que su carácter no era mucho mejor que el de Amnón. Era igual de violento e igual de engañador. Presumiblemente esperó dos años antes de entrar en acción, a fin de engañar a su padre. Este capítulo muestra que aun los hijos del rey no tenían libertad para ir y venir a su antojo, sino que necesitaban un permiso real para ausentarse de la corte. Por eso Absalón trazó sus planes cuidadosamente, planes que incluían su huida a Gesur, de donde era su madre.
La descripción detallada del falso rumor de que Absalón había dado muerte a todos sus hermanos puede haber tenido el propósito de demostrar la mano de Dios actuando para proteger a Salomón. Es cierto que Absalón, de haber querido, podría haberlos matado a todos, y de ser así, Salomón hubiera muerto con ellos. Más adelante, Absalón ambicionaba ser rey, pero en este momento su única motivación era vengarse de Amnón.
En 2 Samuel 13.39 agrega un toque humano realista; después de tres años el dolor de David por Amnón había disminuido, y comenzaba a pensar en Absalón de una manera distinta, siendo que probablemente era el mayor de los hijos sobrevivientes. Este cambio de actitud preparó el camino para el capítulo 14.
c) Estratagema de Joab.
Podemos deducir con razón de 2 Samuel 14.19 que Joab había tratado de persuadir a David de que perdonara a Absalón y lo trajera de vuelta a la corte real. De ser así, no lo consiguió. Joab parece haber estado ansioso por asegurarse de una sucesión sin problemas, y consideraba explícitamente a Absalón como el hombre que sucedería a David. Es así que tenía en mente los intereses de la nación, pero dos veces dio su apoyo al hijo equivocado de David[6].
No pudiendo persuadir a David, decidió hacerle un truco y se valió de una mujer sabia. Al igual que Natán en el capítulo 13, ella pretendió que existía un caso que tenía que atender David en su papel de juez principal. La “moraleja” de su historia era que el bienestar de toda la familia es más importante que el castigo correcto para un individuo, y David coincidió con ella. Aplicando este principio, ella argumentó que el bienestar de toda la nación era más importante que el castigo de su príncipe heredero y que, por lo mismo, Absalón debería ser traído del exilio.
El temor de Joab era que David muriera mientras Absalón estaba todavía en el exilio, dejando a Israel en un caos político. Las palabras de la mujer en 2 Samuel 14.14 parecen significar que Dios estaba alargando la vida de David hasta haber traído de vuelta a Absalón.
d) Regreso de Absalón a Jerusalén.
Aunque la mujer de Tecoa aduló a David respecto a su sabiduría, su acción en cuanto a Absalón en realidad no fue muy sabia. Permitió que Absalón regresara a Israel, pero se negó a restaurarlo a su posición en la corte. Absalón podía haberle causado poco daño a David en el exilio, y es posible que no le hubiera deseado mal a David si lo hubiera recibido bien. En cambio, la acción de David lo enojó profundamente y al mismo tiempo le dio amplia oportunidad de organizar una conspiración contra el rey. Este pasaje muestra cuán atractivo era Absalón por fuera pero a la vez qué arrogante.
e) Conspiración de Absalón.
No cabe duda que Absalón era un líder por naturaleza, con muchas habilidades. De haber tenido otro carácter, hubiera sido un rey excelente después de David. Es notable que pudiera persuadir a tanta gente en Israel que lo apoyara y se pusiera en contra de David. 2 Samuel 15.1–6 cuentan cómo engañó a la gente que estaba descontenta con el sistema judicial y no cabe duda de que aprovechó cualquier otro tipo de descontento. Aún así, uno pensaría que los grandes beneficios que David dio a la nación hubieran mantenido leal a la mayoría de la población. Así que las habilidades de Absalón pueden notarse en su capacidad de organizar un fuerte apoyo para su causa. Hasta Ahitofel, abuelo de Betsabé, abandonó a David. Absalón fue también habilidoso en lograr una conspiración en tan grande escala sin que llegaran rumores a la corte real. De los diversos trozos de información podemos llegar a la conclusión de que Absalón consiguió muchos seguidores tanto en Judá como en las tribus del norte, pero no muchos en Jerusalén. Es probable que para guardar el secreto Absalón no se atreviera a hacer una campaña de ninguna significación en Jerusalén en busca de apoyo.
f) Huida de David.
David tenía dos alternativas: quedarse en Jerusalén y ser sitiado o huir a un lugar seguro. Escogió esto último, lo cual salvó a Jerusalén de la destrucción y le dio tiempo para maniobrar y organizar un ejército contra Absalón. Por lo tanto, huyó hacia el este, llegando finalmente a Mahanaim en la Transjordania, la antigua capital de Isboset. Los capítulos 15 y 16 enfocan detalladamente las actitudes y decisiones de algunos personajes importantes en esta situación.
Los servidores de David pocas opciones tenían, ya que Absalón los hubiera despedido o aun matado. Ni David ni Absalón dieron a las concubinas opción alguna. Sus hombres se refiere a las tropas personales de David junto con sus guardaespaldas extranjeros; el ejército regular parece haber apoyado a Absalón. La lealtad de las tropas personales de David, exteriorizada aquí por Itai, su capitán, fue lo que últimamente le dio la victoria.
Era una buena señal para David el que los dos sumos sacerdotes permanecieron fieles a él. Es interesante que David enviara el Arca de Dios de vuelta a Jerusalén, resignado a aceptar la voluntad de Dios para él. A diferencia de los israelitas en la época de Elí David no creía que el Arca le daría la victoria por arte de magia. También podía aprovechar a los hombres que le eran fieles en Jerusalén; su pregunta a Sadoc: “¿No eres un vidente?”[7], más bien significa “¿No eres tú un hombre observador?”
Otro fiel amigo enviado de vuelta a Jerusalén fue Husai, quien debe haber sido un miembro reconocido del concilio real. El relato en general hace ver claramente que Ahitofel era un consejero importante y su apoyo a Absalón era motivo de gran ansiedad para David. Por lo tanto, David envió a Husai de vuelta, con la esperanza de que pudiera contradecir cualquier consejo dado por Ahitofel a Absalón. Fue una buena idea que dio buen resultado.
g) Siba y Simei.
La lucha por el poder era entre padre e hijo, David y Absalón. David vio enseguida que se habían puesto del lado de Absalón. Simei mostró abiertamente su hostilidad hacia David, acusándolo de haber causado la muerte de varios de la casa de Saúl. Culpaba a David por los homicidios de por lo menos Abner e Isboset. En respuesta, David una vez más demostró ser menos sanguinario que Joab, y también más dispuesto a buscar y aceptar la voluntad de Dios.
En cuanto a Mefiboset, nieto de Saúl, Siba convenció a David de que éste lo había traicionado. En ninguna parte se consignan los verdaderos sentimientos de Mefisboset hacia David, pero la acusación de Siba probablemente no haya sido cierta. Es muy difícil ver la manera cómo la lucha entre David y Absalón hubiera podido resultar en que Mefiboset recobrara el reino. Por otro lado, es fácil comprender por qué Siba hizo su acusación: se le prometió inmediatamente una recompensa.
h) Husai y Ahitofel.
Al entrar con su ejército en Jerusalén sin encontrar resistencia, Absalón seguramente formó un concilio de consejeros, incluyendo a Husai y Ahitofel. El propósito de Husai, como sabemos por 2 Samuel 15.34, era engañar a Absalón y socavar el consejo de Ahitofel. Logró inmediatamente engañar a Absalón, insinuando que él creía que Absalón era el elegido de Adonay. Pero en realidad estaba seguro de que David seguía siendo el escogido de Dios.
Husai no interfirió con el primer consejo de Ahitofel. Él, con buena razón pensaba que el apropiarse públicamente de las concubinas de David resultaría en una separación total y permanente entre padre e hijo. Es posible que muchos israelitas hubieran vacilado en apoyar a Absalón por si acaso él y su padre se reconciliaran; las reacciones hostiles contra David en ese caso hubieran sido peligrosas. Husai probablemente pensó que el hecho de que Absalón tomara las concubinas podía generar tanto apoyo por David como por Absalón, así que no dijo nada.
i) Éxito de Husai.
El próximo consejo de Ahitofel tenía que ver con el aspecto militar de la rebelión. Su plan era bueno. La rapidez y la sorpresa darían una victoria con pocas víctimas. Una vez muerto David, toda oposición a Absalón sería inútil.
Husai expresó elocuentemente su consejo. Se basaba en el hecho de que el ejército de Absalón era más grande que el de David. La falla en su plan, como Husai bien lo sabía, era que incluía una larga demora que daría a David y Joab, con toda su experiencia militar, tiempo de sobra para prepararse adecuadamente. De hecho el plan de Husai era tan malo que Ahitofel se suicidó. El autor bíblico reconoce que Absalón y sus oficiales fueron burlados por Dios tanto como por Husai.
j) Antes de la batalla.
Husai se apresuró a avisar a David, por lo visto antes de que Absalón tomara una decisión. El relato detallado de 2 Samuel 16.17–22 enfatiza que los mensajeros casi fueron apresados; su huida fue otro ejemplo de la intervención de Dios para frustrar a Absalón.
Gracias a Husai, David estableció su centro operativo en Mahanaim, ciudad fortificada, mientras que Absalón a la larga cruzó el Jordán con su ejército. Amasa, el comandante en jefe, no tenía la habilidad y experiencia de Joab, de quien era pariente. 2 Samuel 16.27–29 indican que aun en Mahanaim, antes la capital de Isboset, David tenía amigos de influencia; podía enfrentar la inminente batalla con confianza.
k) Muerte de Absalón.
Inevitablemente ese día hubo allí una gran matanza. Las rebeliones no son baratas. Los servidores de David pudieron demostrar la superioridad de su experiencia, mientras que las tropas de Absalón no conocían bien la zona y como resultado sufrieron muchas bajas. Pero indudablemente murieron muchos hombres de ambos bandos.
El escritor concentra su atención en la vida de solo dos hombres, David y Absalón. Ninguno de los dos parece haber apreciado la perspectiva de Ahitofel en 2 Samuel 17.3, el hecho de que la muerte de solo un hombre, David o Absalón, resolvería la cuestión. David estaba dispuesto a arriesgar su vida y Absalón no solo arriesgó la suya sino que la perdió, pero sus tropas fueron más sabias que el rey, y se aseguraron de que su vida no corriera peligro. Joab se aseguró de que Absalón perdiera la vida, y con su muerte terminó también la batalla y la guerra. Joab veía la situación con más claridad que David, a quien le era imposible considerar a su hijo como un enemigo.
En 2 Samuel 18.18 se completa el relato de Absalón, dando un ejemplo más de su arrogancia. Su único verdadero monumento fue su tumba, en un bosque. Sus palabras infieren que sus tres hijos ya habían muerto.
l) La noticia de la muerte de Absalón.
La elección de un mensajero para enviar al rey dependía del contenido de la noticia. Ahimaas estaba seguro de que la noticia era buena, pero Joab sabía que David estaba más interesado en el bienestar de Absalón que en el resultado de la batalla. Por eso Joab escogió un soldado extranjero para llevar a David la mala noticia de la muerte de Absalón. El relato es uno de los más conmovedores de la Biblia: David tenía la esperanza de algo bueno, al interpretar lo extraño de que iban llegando dos distintos mensajeros.
Las patéticas palabras finales de David son irónicas: Si sencillamente se hubiera quedado en Jerusalén, hubiera muerto él en lugar de Absalón. El sufrimiento profundo e irracional de David prueba cuán real era el castigo de Dios, profetizado por Natán. Enfatizar esto es el propósito principal del escritor.
m) Regreso de David y sublevación de Seba.
Las guerras, especialmente las civiles, pueden lograr sus propósitos, pero inevitablemente dan lugar a nuevos problemas. David había ganado, pero el país había perdido su unidad, y los capítulos 19 y 20 muestran algo de las consecuencias. David al final pudo restablecer la unidad para el resto de su reinado, por lo que las promesas que Dios le hiciera se cumplieron. No perdió el trono, pero sus últimos años fueron infelices.
n) Preparación para el regreso de David.
Esta sección se ocupa de tres distintos grupos de personas: El ejército de David, los partidarios de Absalón en el norte y los representantes de la tribu de Judá. David podía fácilmente haber ofendido a cualquiera de éstos. Tenía que demostrar magnanimidad y perdón a los antiguos rebeldes sin encolerizar a los que le habían sido fieles.
Al principio corría el peligro de ofender a su victorioso ejército hasta que una vez más Joab se hizo cargo. La decisión de David de designar a Amasa jefe del ejército era por dos razones.
i. Mostraría a todos los rebeldes la amplitud del perdón de David, ya que Amasa había sido comandante de ellos.
ii. David sintió satisfacción en deponer a Joab, quien había sido responsable de la muerte de Absalón.
Las tribus del norte estaban dispuestas a aceptar una vez más a David como rey, pero evidentemente Judá mostró algo de vacilación. Podemos inferir que la rebelión de Absalón había dividido a Judá y, como tribu, no sabían cuál sería la actitud de David hacia ellos. No obstante, era esencial para la posición de David que su propia tribu le diera todo su apoyo, y se propuso ganar su lealtad. Como resultado, hubo algo de antagonismo entre el norte y el sur.
o) Regreso de David.
Toda esta sección sucede junto al río Jordán, y es un cambio completo de 2 Samuel 16.1–14. Los que habían reaccionado hacia David de diversas maneras cuando éste huía de Jerusalén ahora salieron a su encuentro al regresar victorioso. David perdonó a enemigos como Simei y recompensó a los que habían sido realmente leales a él, como Barzilai. Una vez más, Siba logró hablar con David antes que su señor, Mefiboset, pero esta vez Mefiboset se presentó él mismo y trató de reparar el daño que Siba había causado. Quizá David no podía decidir cuál de los dos decía la verdad, o sentía que la lealtad de Siba merecía alguna recompensa. La consecuencia importante fue que Mefiboset perdió algo de sus propiedades, pero conservó su vida y presumiblemente su posición de honor en la corte.
p) Rebelión en el norte.
Los versículos finales del capítulo 19 vuelven a tratar la relación tirante entre Judá y las tribus del norte. Los del norte no sentían mucho entusiasmo por David, aunque declaraban tener más derecho sobre el rey. El antagonismo entre ellos y Judá resultó en otra rebelión contra David, encabezada por Seba. Fue en realidad cosa de poca monta que acabó sin batallas, a pesar de lo cual tuvo sus ramificaciones.
El interés personal se centra en Joab y su pariente Amasa. Amasa demostró ser un general ineficaz, y fue Joab de nuevo quien con su habilidad y lealtad a David derrotaría al enemigo. Este relato demuestra otra vez el carácter inhumano y cruel de Joab.
q) El final de la rebelión.
Lo débil de esta rebelión es demostrada por el hecho de que Seba, sin detenerse para pelear, emprendió la retirada a Abel-bet-maaca, una ciudad fronteriza en el norte de Israel. Aun allí no libró ninguna batalla sino que esperó hasta ser sitiado. Parece que Abel fue una mala alternativa, porque era una ciudad que tenía fama de ser sabia y pacífica. Sus ciudadanos actuaron con rapidez y dieron fin a las hostilidades matando a Seba. Una vez más la muerte de un solo individuo resolvió el problema.
El victorioso Joab regresó al rey en Jerusalén, seguro de que éste volvería a nombrarlo comandante en jefe de todo el ejército de Israel, y David lo hizo. Los últimos versículos del capítulo dan una lista de los oficiales de David hacia el final de su reinado, que contiene algunos cambios en relación con la lista anterior en. La mención de un tributo laboral es nueva, y muestra que la administración de David tuvo que depender del trabajo forzado de muchos israelitas nacidos libres, en obras y proyectos del Estado. El cambio más conmovedor es que no se mencionan los hijos de David. Algunos de sus hijos todavía vivían, incluyendo a Adonías y Salomón, pero Amnón y Absalón habían muerto bajo trágicas circunstancias. El relato de los hijos de David continúa en 1 Reyes 1.
[1] 1 Samuel 20.42.
[2] Éxodo 22.1.
[3] 1 Samuel 16.22.
[4] 2 Samuel 12.24-25.
[5] Levítico 18.11 y Deuteronomio 27.22.
[6] 1 Reyes 1.7.
[7] 2 Samuel 15.27. NBLH
Con el capítulo 9 comienza una nueva sección de los libros de Samuel. El capítulo 8 ha resumido los logros de David, mayormente fuera de las fronteras de Israel. El capítulo 9 se dedica a asuntos internos. La casa es la corte real, y sus asuntos afectaban a todo el reino.
Los capítulos 9–20 han sido llamados con frecuencia “el relato de la sucesión”, ya que el tema más preponderante en ellos se relaciona con el tema del sucesor de David. Todos los lectores, desde el principio, han sabido que fue Salomón quien subió al trono después de David; y 2 Samuel 12.24 indica, al principio del relato, que Dios mismo favorecía a Salomón desde su nacimiento. Pero en ese momento no se sabía quién sería el próximo rey, y es probable que el propio David no decidiera apoyar a Salomón hasta casi el final de su reinado. Por lo tanto, los otros hijos de David, especialmente Absalón, aspiraban a apoderarse del trono. Los capítulos 9–20 y 1 Reyes 1.2 siguen toda la secuencia de los acontecimientos.
Estos capítulos muestran cómo aun en el reinado de David, Dios cumplió las dos cosas que Natán había descrito a David en 2 Samuel 7.12–15. Por un lado, el amor de Dios sería constante hacia el propio David y su sucesor escogido. Por otro lado, Dios castigaría la conducta pecaminosa con vara de hombres, o sea usando las acciones de otros hombres como castigo. Es así que en los capítulos 9–20 vemos cómo los pecados de David le causaron muchos sufrimientos y problemas a pesar de lo cual el amor de Dios nunca le fue quitado.
a. David y Mefiboset.
Mefiboset ya ha sido mencionado en 2 Samuel 4.4. Era uno de los pocos sobrevivientes de la familia de Saúl, después del asesinato de Isboset. Su ciudad, Lo-debar, quedaba cerca de Mahanaim, la capital de Isboset. David ahora lo trajo a Jerusalén. Algunos eruditos han supuesto que David lo consideraba como un posible peligro y que lo trajo a Jerusalén a fin de poder observar sus actividades. De ser así el escritor bíblico no da ningún indicio. El énfasis es más bien en la bondad de David, y en la posición de honor que otorgó a Mefiboset. David estaba cumpliendo su promesa a Jonatán, padre de Mefiboset[1]. El capítulo nos recuerda dos veces que era lisiado de ambos pies, recalcando así su impotencia. Es dudoso que hubiera podido alguna vez ser un rival eficaz de David, a pesar de la acusación que hizo Siba más adelante.
b. Guerra contra Amón y sus consecuencias.
El capítulo 10 trata exclusivamente de una exitosa campaña israelita contra los amonitas, y resume el registro de las victorias de David que comenzara en el capítulo 8. Es en realidad un capítulo eslabón, pues esta campaña militar en particular tuvo sus efectos en Jerusalén. Uno de los soldados que luchara en la Transjordania era Urías, cuya esposa Betsabé fue seducida por David en ausencia de su esposo. Después, David aprovechó la guerra para hacer morir a Urías. Es así que los capítulos 10–12 conectan el tema de la guerra con los asuntos de la corte real.
1) La campaña amonita.
Amón era un pequeño reino en la Transjordania que había sido hostil hacia Israel durante el reinado de Saúl; éste había derrotado al rey Nahas, cuya muerte se menciona aquí. David, por el contrario, había sido hasta ahora aliado de los amonitas. Los jefes de los hijos de Amón, o sea los nobles amonitas, indudablemente temían que ahora que David era rey de un Israel unido cambiaría de actitud hacia ellos. Aun si sus sospechas fueran fundadas, fue insensato insultar a David y provocarlo a pelear. El reino amonita era demasiado pequeño para ganar una guerra contra Israel por lo que buscaron aliados entre los sirios al norte.
El capítulo 8 describe algunas de las victorias de David sobre los reinos y ejércitos arameos, y no es seguro cuándo sucedieron las victorias del capítulo 10. Dado que el capítulo trata de un período anterior al nacimiento de Salomón, la guerra debe haber sido en los primeros tiempos del reinado de David. La decisión de los sirios de hacer las paces con David puede, entonces, haber sido temporaria. Lo importante es que rompieron su alianza con los amonitas, quienes siguieron la guerra sin esperanzas de triunfar. El final de la guerra se describe en 2 Samuel 12.29–31.
2) Las relaciones de David con Betsabé y Urías.
Era habitual que las actividades militares cesaran durante los meses de invierno, de modo que David reasumió sus operaciones militares contra Amón en el tiempo en que los reyes suelen salir a la guerra, o sea la primavera. 2 Samuel 11.1 no infiere que era la obligación de David acompañar a su ejército. Estar presente en persona no era necesario cuando una victoria israelita era tan segura. El ejército amonita fue destruido y su ciudad capital sitiada. Los israelitas ya eran poderosos, y la posición de David era muy segura. Sucede con demasiada frecuencia que un sentido de tranquilidad y seguridad es el preludio a un fracaso espiritual y moral.
Entonces, David estaba en su derecho de quedarse en Jerusalén, pero sus acciones son inexcusables. Betsabé era una mujer casada, y David lo sabía. La nota en 2 Samuel 11.4 sobre su impureza significa que recién había menstruado, por lo que no hay ninguna duda de que el embarazo era el resultado del adulterio de David con ella. La moralidad de Betsabé también quizá podría cuestionarse pero el autor bíblico adjudica toda la culpa a David: él era el rey, y estaba actuando despóticamente, abusando de su poder y posición.
Los intentos inútiles de David por inducir a Urías a descender a su casa y tener trato carnal con su esposa también es indigno. El autor no hace ningún intento por justificar a David. El antecedente de esta parte del relato es el caso de que, al inicio de la campaña, los soldados habían hecho un voto de abstenerse de tener relaciones sexuales. Es posible que la sugerencia de David a Urías de que se lavara los pies se refiera a un ritual que lo eximiría de dicho voto. Sea como fuere, Urías consideraba que estaba en servicio activo y mostró las más altas normas de conducta.
3) Muerte de Urías.
Hasta ahora David tenía la esperanza de que su adulterio permanecería en secreto, y que el niño por nacer fuera aceptado como hijo de Urías. Ahora había perdido esa esperanza, decidió quitarle la vida a Urías. Temía un escándalo público, por supuesto, y esto hubiera sido todavía más serio porque la pena en Israel para el adulterio era la muerte. A pesar de eso David, principal juez del país, no podía sentenciarse a muerte a sí mismo. Es así que su inmoralidad casual le causó un grave problema. La muerte de Urías le resolvió el problema: David se casó con la viuda, y nadie se enteraría de quién era el niño. No hay duda que Joab adivinó la verdad, pero nunca hubiera traicionado a David. Pero 2 Samuel 11.27 nos recuerda que Dios sabía toda la verdad.
David, entonces, no vaciló en planear la muerte de Urías, pero tenía la esperanza de evitar la muerte de cualquier otro soldado. Cuando Joab leyó las instrucciones de David, le hizo un reajuste al plan, con el resultado de que varios soldados murieron con Urías. Se había dado cuenta que el plan de David era demasiado obvio; su propio plan disimulaba el hecho de que Urías era el marcado para morir. La lealtad de Joab a David es revelada en este incidente, y también su crueldad. Pero el verdadero asesino era David.
La referencia en 2 Samuel 11.21 es a Jueces 9.50–53. La muerte de Abimelec les había mostrado a las tropas israelitas los peligros de acercarse demasiado al muro de una ciudad sitiada.
4) Reprensión de Natán.
Natán era un profeta, el portavoz de Dios en la corte real y un digno sucesor de Samuel. Tenía la autoridad y la valentía de actuar como crítico y juez del rey. Antes de hacer sus acusaciones directas de 2 Samuel 12.9 contó su famosa parábola. Algunas parábolas bíblicas tenían la intención de ser adivinanzas, pero no ésta. David fue conducido a suponer que Natán estaba describiendo un incidente real, así que pronunció sentencia antes de saber a qué se refería realmente Natán. David sabía que el castigo correcto para el robo de una oveja era pagar cuatro veces su valor[2], pero también expresó indignación: Un ladrón tan despiadado merecía la muerte. Fue así que se condenó a sí mismo.
El propósito de la parábola no era únicamente inducir a David a condenarse a sí mismo, sino también exponer vívidamente las realidades de la situación. Los reyes, si eran codiciosos, tenían el poder de tomar lo que querían, y el ciudadano común no podía hacer nada al respecto. Natán destacó lo codicioso que David había sido. Además de tener sus esposas, aparentemente había tomado las concubinas de Saúl como un símbolo de que se había apoderado del control real que fuera de Saúl.
2 Samuel 12.11–14 dan el veredicto de Dios. David llegaría hasta la vejez, pero la violencia en su propia familia traería el mal contra él. Los capítulos siguientes muestran cuán cierta resultó esta profecía. Absalón cumplió literalmente la predicción en 2 Samuel 12.11[3]. No obstante, es importante notar que el castigo de Dios fue acompañado del perdón porque David se arrepintió. El arrepentimiento sincero de David es muy diferente de los intentos de Saúl por engañar a Samuel. El título de Salmos 51 conecta a dicho salmo de penitencia con este episodio.
5) Nacimiento de Salomón.
La predicción final de Natán de que el hijo ilegítimo moriría, fue la primera en cumplirse. David no lo aceptó con fatalismo. Este pasaje enfatiza cuánto amaba David al infante y enfoca su angustia durante su enfermedad final. Sus sentimientos eran tan profundos que ignoró los convencionalismos habituales, al punto de causar ansiedad a sus siervos. El dolor sincero de David, tanto como su cariño por Betsabé, tienen el efecto de ganarse la simpatía del lector. Pero el propósito del autor era mostrar qué efectivo era el veredicto de Dios: El castigo de David había comenzado.
Los capítulos siguientes continúan el relato de las dificultades de David. Pero dos versículos en este pasaje[4] muestran que mientras castigaba a David, Dios no olvidaba a Israel. El nacimiento de Salomón fue el modo como Dios cumplió su promesa de 2 Samuel 7.12-13. El mensaje de David por medio de Natán de que Adonay amaba a Salomón es una señal para el lector de que éste era el hijo escogido por Dios para ser el próximo rey. Los planes de Dios para el futuro estaban trazados.
2 Samuel 12.26–31 completan el relato de la guerra victoriosa contra Amón. En esta ocasión el propio David fue con el ejército. Joab nuevamente demostró su lealtad al rey.
6) David y sus hijos mayores.
El personaje central de estos capítulos es Absalón, el tercer hijo de David. El hijo mayor, Amnón, fue asesinado por Absalón, y es muy posible que el segundo hijo muriera de joven, ya que no se lo vuelve a mencionar. De cualquier manera, después de matar a Amnón, Absalón tenía campo libre para aspirar a la corona.
a) La violación de Tamar.
Tamar era la media hermana de Amnón. Su madre era Maaca. El matrimonio con una media hermana era prohibido bajo la ley[5]. Quizá el rey tenía autoridad para suspender esta ley, como sugirió Tamar, pero de cualquier manera Amnón consideraba sencillamente que sería difícil poder casarse con ella. Su lascivia, engaño y brutalidad lo convierten en un personaje muy antipático; era el hijo mayor de David, pero evidentemente no un hombre apropiado para gobernar a Israel. Pero el propósito del relato no es moralizar sobre Amnón, sino mostrar cómo los de la propia familia de David le trajeron “mal” calamitoso, cumpliendo lo dicho en 2 Samuel 12.11. David se enojó mucho pero evidentemente no hizo nada para castigar al malhechor. Esto fue un grave error porque no hizo más que aumentar la furia comprensible de Absalón al punto de odiar a Amnón.
b) El homicidio de Amnón.
Hasta ahora, nuestra simpatía ha sido para Absalón, pero este pasaje revela que su carácter no era mucho mejor que el de Amnón. Era igual de violento e igual de engañador. Presumiblemente esperó dos años antes de entrar en acción, a fin de engañar a su padre. Este capítulo muestra que aun los hijos del rey no tenían libertad para ir y venir a su antojo, sino que necesitaban un permiso real para ausentarse de la corte. Por eso Absalón trazó sus planes cuidadosamente, planes que incluían su huida a Gesur, de donde era su madre.
La descripción detallada del falso rumor de que Absalón había dado muerte a todos sus hermanos puede haber tenido el propósito de demostrar la mano de Dios actuando para proteger a Salomón. Es cierto que Absalón, de haber querido, podría haberlos matado a todos, y de ser así, Salomón hubiera muerto con ellos. Más adelante, Absalón ambicionaba ser rey, pero en este momento su única motivación era vengarse de Amnón.
En 2 Samuel 13.39 agrega un toque humano realista; después de tres años el dolor de David por Amnón había disminuido, y comenzaba a pensar en Absalón de una manera distinta, siendo que probablemente era el mayor de los hijos sobrevivientes. Este cambio de actitud preparó el camino para el capítulo 14.
c) Estratagema de Joab.
Podemos deducir con razón de 2 Samuel 14.19 que Joab había tratado de persuadir a David de que perdonara a Absalón y lo trajera de vuelta a la corte real. De ser así, no lo consiguió. Joab parece haber estado ansioso por asegurarse de una sucesión sin problemas, y consideraba explícitamente a Absalón como el hombre que sucedería a David. Es así que tenía en mente los intereses de la nación, pero dos veces dio su apoyo al hijo equivocado de David[6].
No pudiendo persuadir a David, decidió hacerle un truco y se valió de una mujer sabia. Al igual que Natán en el capítulo 13, ella pretendió que existía un caso que tenía que atender David en su papel de juez principal. La “moraleja” de su historia era que el bienestar de toda la familia es más importante que el castigo correcto para un individuo, y David coincidió con ella. Aplicando este principio, ella argumentó que el bienestar de toda la nación era más importante que el castigo de su príncipe heredero y que, por lo mismo, Absalón debería ser traído del exilio.
El temor de Joab era que David muriera mientras Absalón estaba todavía en el exilio, dejando a Israel en un caos político. Las palabras de la mujer en 2 Samuel 14.14 parecen significar que Dios estaba alargando la vida de David hasta haber traído de vuelta a Absalón.
d) Regreso de Absalón a Jerusalén.
Aunque la mujer de Tecoa aduló a David respecto a su sabiduría, su acción en cuanto a Absalón en realidad no fue muy sabia. Permitió que Absalón regresara a Israel, pero se negó a restaurarlo a su posición en la corte. Absalón podía haberle causado poco daño a David en el exilio, y es posible que no le hubiera deseado mal a David si lo hubiera recibido bien. En cambio, la acción de David lo enojó profundamente y al mismo tiempo le dio amplia oportunidad de organizar una conspiración contra el rey. Este pasaje muestra cuán atractivo era Absalón por fuera pero a la vez qué arrogante.
e) Conspiración de Absalón.
No cabe duda que Absalón era un líder por naturaleza, con muchas habilidades. De haber tenido otro carácter, hubiera sido un rey excelente después de David. Es notable que pudiera persuadir a tanta gente en Israel que lo apoyara y se pusiera en contra de David. 2 Samuel 15.1–6 cuentan cómo engañó a la gente que estaba descontenta con el sistema judicial y no cabe duda de que aprovechó cualquier otro tipo de descontento. Aún así, uno pensaría que los grandes beneficios que David dio a la nación hubieran mantenido leal a la mayoría de la población. Así que las habilidades de Absalón pueden notarse en su capacidad de organizar un fuerte apoyo para su causa. Hasta Ahitofel, abuelo de Betsabé, abandonó a David. Absalón fue también habilidoso en lograr una conspiración en tan grande escala sin que llegaran rumores a la corte real. De los diversos trozos de información podemos llegar a la conclusión de que Absalón consiguió muchos seguidores tanto en Judá como en las tribus del norte, pero no muchos en Jerusalén. Es probable que para guardar el secreto Absalón no se atreviera a hacer una campaña de ninguna significación en Jerusalén en busca de apoyo.
f) Huida de David.
David tenía dos alternativas: quedarse en Jerusalén y ser sitiado o huir a un lugar seguro. Escogió esto último, lo cual salvó a Jerusalén de la destrucción y le dio tiempo para maniobrar y organizar un ejército contra Absalón. Por lo tanto, huyó hacia el este, llegando finalmente a Mahanaim en la Transjordania, la antigua capital de Isboset. Los capítulos 15 y 16 enfocan detalladamente las actitudes y decisiones de algunos personajes importantes en esta situación.
Los servidores de David pocas opciones tenían, ya que Absalón los hubiera despedido o aun matado. Ni David ni Absalón dieron a las concubinas opción alguna. Sus hombres se refiere a las tropas personales de David junto con sus guardaespaldas extranjeros; el ejército regular parece haber apoyado a Absalón. La lealtad de las tropas personales de David, exteriorizada aquí por Itai, su capitán, fue lo que últimamente le dio la victoria.
Era una buena señal para David el que los dos sumos sacerdotes permanecieron fieles a él. Es interesante que David enviara el Arca de Dios de vuelta a Jerusalén, resignado a aceptar la voluntad de Dios para él. A diferencia de los israelitas en la época de Elí David no creía que el Arca le daría la victoria por arte de magia. También podía aprovechar a los hombres que le eran fieles en Jerusalén; su pregunta a Sadoc: “¿No eres un vidente?”[7], más bien significa “¿No eres tú un hombre observador?”
Otro fiel amigo enviado de vuelta a Jerusalén fue Husai, quien debe haber sido un miembro reconocido del concilio real. El relato en general hace ver claramente que Ahitofel era un consejero importante y su apoyo a Absalón era motivo de gran ansiedad para David. Por lo tanto, David envió a Husai de vuelta, con la esperanza de que pudiera contradecir cualquier consejo dado por Ahitofel a Absalón. Fue una buena idea que dio buen resultado.
g) Siba y Simei.
La lucha por el poder era entre padre e hijo, David y Absalón. David vio enseguida que se habían puesto del lado de Absalón. Simei mostró abiertamente su hostilidad hacia David, acusándolo de haber causado la muerte de varios de la casa de Saúl. Culpaba a David por los homicidios de por lo menos Abner e Isboset. En respuesta, David una vez más demostró ser menos sanguinario que Joab, y también más dispuesto a buscar y aceptar la voluntad de Dios.
En cuanto a Mefiboset, nieto de Saúl, Siba convenció a David de que éste lo había traicionado. En ninguna parte se consignan los verdaderos sentimientos de Mefisboset hacia David, pero la acusación de Siba probablemente no haya sido cierta. Es muy difícil ver la manera cómo la lucha entre David y Absalón hubiera podido resultar en que Mefiboset recobrara el reino. Por otro lado, es fácil comprender por qué Siba hizo su acusación: se le prometió inmediatamente una recompensa.
h) Husai y Ahitofel.
Al entrar con su ejército en Jerusalén sin encontrar resistencia, Absalón seguramente formó un concilio de consejeros, incluyendo a Husai y Ahitofel. El propósito de Husai, como sabemos por 2 Samuel 15.34, era engañar a Absalón y socavar el consejo de Ahitofel. Logró inmediatamente engañar a Absalón, insinuando que él creía que Absalón era el elegido de Adonay. Pero en realidad estaba seguro de que David seguía siendo el escogido de Dios.
Husai no interfirió con el primer consejo de Ahitofel. Él, con buena razón pensaba que el apropiarse públicamente de las concubinas de David resultaría en una separación total y permanente entre padre e hijo. Es posible que muchos israelitas hubieran vacilado en apoyar a Absalón por si acaso él y su padre se reconciliaran; las reacciones hostiles contra David en ese caso hubieran sido peligrosas. Husai probablemente pensó que el hecho de que Absalón tomara las concubinas podía generar tanto apoyo por David como por Absalón, así que no dijo nada.
i) Éxito de Husai.
El próximo consejo de Ahitofel tenía que ver con el aspecto militar de la rebelión. Su plan era bueno. La rapidez y la sorpresa darían una victoria con pocas víctimas. Una vez muerto David, toda oposición a Absalón sería inútil.
Husai expresó elocuentemente su consejo. Se basaba en el hecho de que el ejército de Absalón era más grande que el de David. La falla en su plan, como Husai bien lo sabía, era que incluía una larga demora que daría a David y Joab, con toda su experiencia militar, tiempo de sobra para prepararse adecuadamente. De hecho el plan de Husai era tan malo que Ahitofel se suicidó. El autor bíblico reconoce que Absalón y sus oficiales fueron burlados por Dios tanto como por Husai.
j) Antes de la batalla.
Husai se apresuró a avisar a David, por lo visto antes de que Absalón tomara una decisión. El relato detallado de 2 Samuel 16.17–22 enfatiza que los mensajeros casi fueron apresados; su huida fue otro ejemplo de la intervención de Dios para frustrar a Absalón.
Gracias a Husai, David estableció su centro operativo en Mahanaim, ciudad fortificada, mientras que Absalón a la larga cruzó el Jordán con su ejército. Amasa, el comandante en jefe, no tenía la habilidad y experiencia de Joab, de quien era pariente. 2 Samuel 16.27–29 indican que aun en Mahanaim, antes la capital de Isboset, David tenía amigos de influencia; podía enfrentar la inminente batalla con confianza.
k) Muerte de Absalón.
Inevitablemente ese día hubo allí una gran matanza. Las rebeliones no son baratas. Los servidores de David pudieron demostrar la superioridad de su experiencia, mientras que las tropas de Absalón no conocían bien la zona y como resultado sufrieron muchas bajas. Pero indudablemente murieron muchos hombres de ambos bandos.
El escritor concentra su atención en la vida de solo dos hombres, David y Absalón. Ninguno de los dos parece haber apreciado la perspectiva de Ahitofel en 2 Samuel 17.3, el hecho de que la muerte de solo un hombre, David o Absalón, resolvería la cuestión. David estaba dispuesto a arriesgar su vida y Absalón no solo arriesgó la suya sino que la perdió, pero sus tropas fueron más sabias que el rey, y se aseguraron de que su vida no corriera peligro. Joab se aseguró de que Absalón perdiera la vida, y con su muerte terminó también la batalla y la guerra. Joab veía la situación con más claridad que David, a quien le era imposible considerar a su hijo como un enemigo.
En 2 Samuel 18.18 se completa el relato de Absalón, dando un ejemplo más de su arrogancia. Su único verdadero monumento fue su tumba, en un bosque. Sus palabras infieren que sus tres hijos ya habían muerto.
l) La noticia de la muerte de Absalón.
La elección de un mensajero para enviar al rey dependía del contenido de la noticia. Ahimaas estaba seguro de que la noticia era buena, pero Joab sabía que David estaba más interesado en el bienestar de Absalón que en el resultado de la batalla. Por eso Joab escogió un soldado extranjero para llevar a David la mala noticia de la muerte de Absalón. El relato es uno de los más conmovedores de la Biblia: David tenía la esperanza de algo bueno, al interpretar lo extraño de que iban llegando dos distintos mensajeros.
Las patéticas palabras finales de David son irónicas: Si sencillamente se hubiera quedado en Jerusalén, hubiera muerto él en lugar de Absalón. El sufrimiento profundo e irracional de David prueba cuán real era el castigo de Dios, profetizado por Natán. Enfatizar esto es el propósito principal del escritor.
m) Regreso de David y sublevación de Seba.
Las guerras, especialmente las civiles, pueden lograr sus propósitos, pero inevitablemente dan lugar a nuevos problemas. David había ganado, pero el país había perdido su unidad, y los capítulos 19 y 20 muestran algo de las consecuencias. David al final pudo restablecer la unidad para el resto de su reinado, por lo que las promesas que Dios le hiciera se cumplieron. No perdió el trono, pero sus últimos años fueron infelices.
n) Preparación para el regreso de David.
Esta sección se ocupa de tres distintos grupos de personas: El ejército de David, los partidarios de Absalón en el norte y los representantes de la tribu de Judá. David podía fácilmente haber ofendido a cualquiera de éstos. Tenía que demostrar magnanimidad y perdón a los antiguos rebeldes sin encolerizar a los que le habían sido fieles.
Al principio corría el peligro de ofender a su victorioso ejército hasta que una vez más Joab se hizo cargo. La decisión de David de designar a Amasa jefe del ejército era por dos razones.
i. Mostraría a todos los rebeldes la amplitud del perdón de David, ya que Amasa había sido comandante de ellos.
ii. David sintió satisfacción en deponer a Joab, quien había sido responsable de la muerte de Absalón.
Las tribus del norte estaban dispuestas a aceptar una vez más a David como rey, pero evidentemente Judá mostró algo de vacilación. Podemos inferir que la rebelión de Absalón había dividido a Judá y, como tribu, no sabían cuál sería la actitud de David hacia ellos. No obstante, era esencial para la posición de David que su propia tribu le diera todo su apoyo, y se propuso ganar su lealtad. Como resultado, hubo algo de antagonismo entre el norte y el sur.
o) Regreso de David.
Toda esta sección sucede junto al río Jordán, y es un cambio completo de 2 Samuel 16.1–14. Los que habían reaccionado hacia David de diversas maneras cuando éste huía de Jerusalén ahora salieron a su encuentro al regresar victorioso. David perdonó a enemigos como Simei y recompensó a los que habían sido realmente leales a él, como Barzilai. Una vez más, Siba logró hablar con David antes que su señor, Mefiboset, pero esta vez Mefiboset se presentó él mismo y trató de reparar el daño que Siba había causado. Quizá David no podía decidir cuál de los dos decía la verdad, o sentía que la lealtad de Siba merecía alguna recompensa. La consecuencia importante fue que Mefiboset perdió algo de sus propiedades, pero conservó su vida y presumiblemente su posición de honor en la corte.
p) Rebelión en el norte.
Los versículos finales del capítulo 19 vuelven a tratar la relación tirante entre Judá y las tribus del norte. Los del norte no sentían mucho entusiasmo por David, aunque declaraban tener más derecho sobre el rey. El antagonismo entre ellos y Judá resultó en otra rebelión contra David, encabezada por Seba. Fue en realidad cosa de poca monta que acabó sin batallas, a pesar de lo cual tuvo sus ramificaciones.
El interés personal se centra en Joab y su pariente Amasa. Amasa demostró ser un general ineficaz, y fue Joab de nuevo quien con su habilidad y lealtad a David derrotaría al enemigo. Este relato demuestra otra vez el carácter inhumano y cruel de Joab.
q) El final de la rebelión.
Lo débil de esta rebelión es demostrada por el hecho de que Seba, sin detenerse para pelear, emprendió la retirada a Abel-bet-maaca, una ciudad fronteriza en el norte de Israel. Aun allí no libró ninguna batalla sino que esperó hasta ser sitiado. Parece que Abel fue una mala alternativa, porque era una ciudad que tenía fama de ser sabia y pacífica. Sus ciudadanos actuaron con rapidez y dieron fin a las hostilidades matando a Seba. Una vez más la muerte de un solo individuo resolvió el problema.
El victorioso Joab regresó al rey en Jerusalén, seguro de que éste volvería a nombrarlo comandante en jefe de todo el ejército de Israel, y David lo hizo. Los últimos versículos del capítulo dan una lista de los oficiales de David hacia el final de su reinado, que contiene algunos cambios en relación con la lista anterior en. La mención de un tributo laboral es nueva, y muestra que la administración de David tuvo que depender del trabajo forzado de muchos israelitas nacidos libres, en obras y proyectos del Estado. El cambio más conmovedor es que no se mencionan los hijos de David. Algunos de sus hijos todavía vivían, incluyendo a Adonías y Salomón, pero Amnón y Absalón habían muerto bajo trágicas circunstancias. El relato de los hijos de David continúa en 1 Reyes 1.
[1] 1 Samuel 20.42.
[2] Éxodo 22.1.
[3] 1 Samuel 16.22.
[4] 2 Samuel 12.24-25.
[5] Levítico 18.11 y Deuteronomio 27.22.
[6] 1 Reyes 1.7.
[7] 2 Samuel 15.27. NBLH