Capítulo 4.6-21
3. Malinterpretación del
ministerio de Pablo.
4.6-21 Después de la conclusión que había hecho Pablo, ahora dice: “Estas cosas”; todo esto que ha venido hablando y seguirá exponiendo.
Como va a comenzar una exhortación, Pablo usa el término “hermanos” para que ellos no sientan que él les amenaza o les ataca.
Pone ahora a Apolos y a su misma persona como ejemplo del comportamiento no solo de un Enviado o un evangelista, sino de un cristiano. En Corinto, como hemos visto, las cosas no estaban bien, ellos seguían los principios de los filósofos griegos; es por eso que Pablo quiere desviar de alguna forma la mirada de ellos hacia el verdadero comportamiento de un cristiano.
Era necesario que los Corintios entendieran que había ciertos límites y estos se encontraban en las Escrituras. Esta frase era un refrán utilizado por los Corintios, tal y como hoy decimos: “Ya todo está inventado”. Pero viene a representar la correcta actitud del cristiano hacia las Escrituras, y en este caso Pablo lo aplica al Antiguo Testamento. Ellos, los corintios y todos los demás cristianos, no debemos tratar de imponer nuestros pensamientos, sino limitar estos a lo que ya ha sido revelado. Me da tanta pena saber que son millones los que se han dejado seducir por el comportamiento de los corintios y hoy la Iglesia se encuentra en una fase en donde parece que las Escrituras son lo menos importante ya que se le da más relevancia a los sentimientos.
¿Qué ocurre cuando vamos más allá de lo que dice la Escritura? ¡Nos inflamos! Somos testigos de cómo algunos hombres se han inflado al torcer las Escrituras y hasta han llegado a autoproclamarse “dios” y en algunos casos han provocado la muerte de sus seguidores. Más en cambio, cuando respetamos lo que dice la Palabra, nadie puede pensar que es algo suyo y no habría motivo para inflarse.
La historia está llena de gente y grupos que se han inflado, creyendo que ellos son los poseedores de la verdad absoluta, como el ejemplo de la Iglesia Católica, que durante años prohibió a sus fieles leer las Escrituras y aunque hoy se lo permite, no les deja interpretarla; lo mismo ocurre con los russellistas y otras sectas.
“Porque, ¿quién juzga a través de ti?”, pregunta el Enviado. ¿Quién te usa de filtro para poder entender la verdad? O, ¿qué te hace diferente de los demás? ¿por qué te consideras superior? Si Pablo mismo no se consideraba superior a los demás cristianos, ¿por qué alguno de los miembros de la Iglesia en Corinto debía hacerlo?
“¿Qué tienes que no recibiste?” Conozco personas que tienen cosas materiales porque desde mucho tiempo atrás se esforzaron por ganarlas, pero también conozco a otros que todo les fue dado, entonces, ¿de qué pueden enorgullecerse estos últimos? El orgullo lo detenta quien ha luchado y triunfado, pero cuando las cosas son regaladas no hay motivo de sentir nada de superioridad. Todo lo que los cristianos en Corinto tenían, les había sido dado, así que no podían decir que ellos habían desarrollado algo o que habían ganado algo. Todas las cosas que tenemos nos han sido dadas por la misericordia de Dios, así que, ¿de qué nos vamos a gloriar? Pongámonos a pensar en estos cristianos de Corinto, Pablo había llegado y les había predicado el Evangelio y luego les había puesto sus manos encima para que recibieran los dones del Espíritu Santo, y ahora ellos se levantaban contra Pablo y lo acusaban de ser un falso y se creían superiores a él. Si bien es cierto que los dones tampoco eran de Pablo, él había sido el instrumento que Dios había usado para llevar la salvación a los corintios, por lo tanto le debían el respeto por la distinción que Dios había hecho con él.
Los corintios se portaban como si fuesen autosuficientes, por eso Pablo les dice: “¿Ya no tienen hambre? ¿Ya no hay necesidades entre ustedes? ¿Ahora son reyes aparte de nosotros? Pablo les habla de esta manera para que ellos pongan los pies en el suelo, para que sean humildes. Pablo les critica porque ellos actuaban como si fueran los más sabios y poderosos. Está hablando con sarcasmo para censurarles.
Ellos estaban mal delante de Dios y por eso Pablo les dice: “¡Y quisiera que reinaran para que también nosotros reinemos con ustedes!”, pero con su actitud ellos estaban saliéndose del Reino de Dios y no podían reinar con Pablo como servidores de Cristo. Pablo quería que ellos actuaran santamente, pero su actitud no tenía nada que ver con la santidad.
Pablo va a relatar un contraste entre los Enviados y los corintios, para que estos vean el concepto tan alto que tenían de ellos mismos. Comienza diciendo que en su pensamiento él se ve a él mismo y a los demás Enviados como los últimos, como lo más bajo del mundo, como condenados a muerte, aunque sabemos que ellos juzgarán a la humanidad con Cristo. Él lo dice porque como siervos de Cristo han sufrido en su cuerpo mucho mal, y sufrirían mucho más, incluso la muerte como mártires. A pesar de esto, los corintios sentían que se les debía más respeto a ellos que no habían sufrido nada aún.
Los perseguidores del cristianismo buscaban a los Enviados para escarnecerlos delante de todos, para que la gente tuviese temor de unirse a ellos, por eso Pablo dice que son como un espectáculo para el mundo que estaba sediento de ver cosas crueles. Es probable que cuando Pablo escribe este pasaje esté pensando en toda la crueldad que se veía todos los días en el circo romano. Pero no solo los hombres veían esto, sino también los mensajeros de Dios. Y si esto ocurría a los Enviados, ¿debían los corintios estar tan orgullosos?
Sigue Pablo hablando sarcásticamente: “Nosotros somos necios, ustedes sabios”. En Corinto se consideraba una necedad basar la fe en alguien que había muerto, y en una cruz. Ellos eran filósofos que razonaban todo. Aunque Pablo conocía estas teorías de los griegos, él prefirió obedecer el Evangelio, mientras los corintios se sentían sabios.
A Pablo se le criticaba hasta su presentación personal. Hay quienes consideran que Pablo era un hombre pequeño, calvo y casi ciego, lo que parecía despreciable a ojos de algunos. Por eso les dice: “Somos débiles, mientras que ustedes fuertes”, sabiendo que la fuerza que tenemos no es nuestra, sino de Dios.
Cambia el orden de la presentación para decirles: “Ustedes son gloriosos, pero nosotros una deshonra”, porque entre los corintios la popularidad era muy importante y los seguidores de sus filosofías les alimentaban el ego. ¡Los corintios eran narcisistas en extremo!
Ahora cambia de estrategia y en lugar de hacer más comparaciones, hace una lista de las cosas que ha venido sufriendo por amor al Evangelio.
Tenía hambre y sed porque el Evangelio no es un medio para enriquecerse, como hacen ahora muchos, y Pablo vivía limitado, compartiendo con sus colaboradores y con los necesitados.
Hay quienes mienten diciendo que Jesús y los Enviados tenían una vida como reyes, vistiendo con ropas finas y comiendo manjares. Hay quien dijo en la televisión que si Jesús viviese en el siglo XX, hubiera viajado en un Roll Royce, y por lo tanto, al ser él un siervo de Jesus, podía viajar en uno sin dolor de conciencia. Pero Pablo dice: “Estoy en andrajos”.
Los Enviados sufrieron maltrato físico una y otra vez, pero aún así siguieron con su labor. Tampoco tenían un hogar fijo, porque iban de pueblo en pueblo anunciando el Evangelio y en muchas ocasiones perseguidos, así que sus vidas no eran normales.
A pesar de todo esto, y de que la Iglesia tenía la obligación de mantenerlos, los Enviados debían muchas veces ponerse a trabajar fuertemente para poder sobrevivir. Esto debe ser causa de vergüenza para la Iglesia, cuando no sostiene económicamente a quien le da el alimento espiritual, no que el trabajo físico sea vergonzoso, pero el jornalero tiene derecho de su salario y la historia dice que la Iglesia ha sido el peor patrono que ha existido porque se escuda en que la recompensa vendrá de Dios y mientras tanto los ministros deben sufrir necesidades.
A pesar de estar trabajando fuertemente, tanto en la Iglesia como en su trabajo secular, le criticaban y denigraban; pero la actitud del Enviado fue de bendecir y no devolver la maldición que le enviaban sus enemigos.
Eran perseguidos, pero en lugar de desanimarse y olvidar la misión que se les había encargado, seguían adelante.
Pero no se limitaban a denigrarlos y perseguirlos, sino que además de eso los difamaban, levantándoles falsos, pero en lugar de correr a defenderse, Pablo suplicaba por ellos ante Dios.
Nos sentimos, decía Pablo, como limpiados del mundo, como desechados, como expulsados, y usa luego una expresión que recuerda lo que se hace en la cocina con lo que ha quedado pegado en la olla que se va a lavar, primero hay que raspar todo el sobrante de comida vieja que se va a botar.
Pero no pensemos que Pablo se estaba quejando, sino que les estaba diciendo estas cosas para exhortarles en amor. Pablo les hacía ver a ellos como que eran lo más importante mientras que él se rebajaba, y a pesar de ello, se entregaba por completo a ellos.
Era necesario que los corintios entendieran que Pablo se había sacrificado para que ellos pudieran escuchar el mensaje del Evangelio, y que en lugar de estar agradecidos, se comportaban como si fueran enemigos.
El propósito de Pablo era que ellos reaccionaran positivamente. Él quería que ellos entendieran que él sufría por ellos como un padre sufre por sus hijos cuando estos andan en malos pasos.
Las corrientes modernas han llevado a los padres a limitarse a proveer lo material para sus hijos, sin involucrarse en la disciplina de ellos, lo cual ha desembocado en una sociedad llena de muchachos sin freno, que hacen lo que les da la gana, pero la enseñanza bíblica es que los padres debemos evitar a toda costa que nuestros hijos vivan sin límites, por lo que es importante que los cristianos mantengamos las normas de disciplina de acuerdo a la enseñanza de la Palabra.
Cuando Pablo escribe este pasaje, se tenía la costumbre que a los niños del hogar los instruyera un esclavo. Lógicamente, sobre lo que dijera el esclavo, estaban las instrucciones del padre. Y había en Corinto muchas personas que pretendían guiar a los demás en los asuntos espirituales, pero a pesar de eso, la fidelidad de los cristianos en esa ciudad debía quedar en Pablo, quien era el que les había llevado el Evangelio, por lo tanto, era su padre espiritual.
He escuchado a tantos decir: “Pablo decía: Sean imitadores de mí, como yo lo soy de Cristo”, pero casi nadie se atreve a decir como Pablo: “Imítenme a mí, porque yo estoy imitando a Cristo”. ¿Cuál es el temor? ¿Será que en realidad no estamos tan seguros de estar haciendo lo que Cristo manda?
Pablo le había enviado a los corintios a Timoteo, uno de sus hijos espirituales. Recordemos que Pablo se encontraba en Éfeso. Timoteo era conocido en Corinto porque él había estado con Pablo cuando inició la Iglesia en esa ciudad, y era reconocido como un cristiano fiel.
Antes les dijo que lo imitaran, y ahora les dice que Timoteo les va a recordar la manera en que Pablo procedía ante los demás, tanto como lo hizo con ellos como lo estaba haciendo ahora en Éfeso, y en todo lugar a donde iban.
Ahora Pablo hace una advertencia a los líderes de los corintios que se habían inflado. Ellos se habían levantado no para glorificar el nombre del Señor, sino para perjudicar a la Iglesia. Ellos se sentían muy seguros y por eso no habían dudado en criticar y mancillar el nombre de Pablo. Quizá ellos consideraban a Pablo un cobarde que no iba a hacerles frente y que prefería enviar a Timoteo, pero él les manda a decir: “Pronto llego a ustedes, y ahí no vamos simplemente a hablar, sino que vamos a demostrar con poder quién es quién”. Pablo quería ver qué habían hecho ellos, cuáles eran sus frutos para que hablaran contra él de esa manera.
Muchos se asustan hoy porque se hable del poder del cristiano. Pero precisamente no estamos hablando de los dones milagrosos, sino más bien de los frutos. Esos son el verdadero poder. ¡Cuántos se hacen llamar predicadores y sus frutos son escasos y malos! Hay quienes están frente a una congregación y niegan la efectividad del evangelismo, o aunque están recibiendo sostenimiento malgastan su tiempo en otras cosas que no son la enseñanza de la Palabra.
Para terminar la idea, Pablo hace una seria advertencia. Él pretendía que ellos comprendieran que había responsables en el asunto y que estos iban a tener que pagar y siempre tratándoles como a sus hijos les pregunta: “¿Quieren vara o amor?”, sabiendo que la vara es para castigo, y aunque no hay placer en usarla, en veces es necesaria.
Ahora, si cambiaban de actitud, Pablo iba a presentarse con amor y espíritu pacífico, pero eran ellos quienes debían tomar la decisión.
4.6-21 Después de la conclusión que había hecho Pablo, ahora dice: “Estas cosas”; todo esto que ha venido hablando y seguirá exponiendo.
Como va a comenzar una exhortación, Pablo usa el término “hermanos” para que ellos no sientan que él les amenaza o les ataca.
Pone ahora a Apolos y a su misma persona como ejemplo del comportamiento no solo de un Enviado o un evangelista, sino de un cristiano. En Corinto, como hemos visto, las cosas no estaban bien, ellos seguían los principios de los filósofos griegos; es por eso que Pablo quiere desviar de alguna forma la mirada de ellos hacia el verdadero comportamiento de un cristiano.
Era necesario que los Corintios entendieran que había ciertos límites y estos se encontraban en las Escrituras. Esta frase era un refrán utilizado por los Corintios, tal y como hoy decimos: “Ya todo está inventado”. Pero viene a representar la correcta actitud del cristiano hacia las Escrituras, y en este caso Pablo lo aplica al Antiguo Testamento. Ellos, los corintios y todos los demás cristianos, no debemos tratar de imponer nuestros pensamientos, sino limitar estos a lo que ya ha sido revelado. Me da tanta pena saber que son millones los que se han dejado seducir por el comportamiento de los corintios y hoy la Iglesia se encuentra en una fase en donde parece que las Escrituras son lo menos importante ya que se le da más relevancia a los sentimientos.
¿Qué ocurre cuando vamos más allá de lo que dice la Escritura? ¡Nos inflamos! Somos testigos de cómo algunos hombres se han inflado al torcer las Escrituras y hasta han llegado a autoproclamarse “dios” y en algunos casos han provocado la muerte de sus seguidores. Más en cambio, cuando respetamos lo que dice la Palabra, nadie puede pensar que es algo suyo y no habría motivo para inflarse.
La historia está llena de gente y grupos que se han inflado, creyendo que ellos son los poseedores de la verdad absoluta, como el ejemplo de la Iglesia Católica, que durante años prohibió a sus fieles leer las Escrituras y aunque hoy se lo permite, no les deja interpretarla; lo mismo ocurre con los russellistas y otras sectas.
“Porque, ¿quién juzga a través de ti?”, pregunta el Enviado. ¿Quién te usa de filtro para poder entender la verdad? O, ¿qué te hace diferente de los demás? ¿por qué te consideras superior? Si Pablo mismo no se consideraba superior a los demás cristianos, ¿por qué alguno de los miembros de la Iglesia en Corinto debía hacerlo?
“¿Qué tienes que no recibiste?” Conozco personas que tienen cosas materiales porque desde mucho tiempo atrás se esforzaron por ganarlas, pero también conozco a otros que todo les fue dado, entonces, ¿de qué pueden enorgullecerse estos últimos? El orgullo lo detenta quien ha luchado y triunfado, pero cuando las cosas son regaladas no hay motivo de sentir nada de superioridad. Todo lo que los cristianos en Corinto tenían, les había sido dado, así que no podían decir que ellos habían desarrollado algo o que habían ganado algo. Todas las cosas que tenemos nos han sido dadas por la misericordia de Dios, así que, ¿de qué nos vamos a gloriar? Pongámonos a pensar en estos cristianos de Corinto, Pablo había llegado y les había predicado el Evangelio y luego les había puesto sus manos encima para que recibieran los dones del Espíritu Santo, y ahora ellos se levantaban contra Pablo y lo acusaban de ser un falso y se creían superiores a él. Si bien es cierto que los dones tampoco eran de Pablo, él había sido el instrumento que Dios había usado para llevar la salvación a los corintios, por lo tanto le debían el respeto por la distinción que Dios había hecho con él.
Los corintios se portaban como si fuesen autosuficientes, por eso Pablo les dice: “¿Ya no tienen hambre? ¿Ya no hay necesidades entre ustedes? ¿Ahora son reyes aparte de nosotros? Pablo les habla de esta manera para que ellos pongan los pies en el suelo, para que sean humildes. Pablo les critica porque ellos actuaban como si fueran los más sabios y poderosos. Está hablando con sarcasmo para censurarles.
Ellos estaban mal delante de Dios y por eso Pablo les dice: “¡Y quisiera que reinaran para que también nosotros reinemos con ustedes!”, pero con su actitud ellos estaban saliéndose del Reino de Dios y no podían reinar con Pablo como servidores de Cristo. Pablo quería que ellos actuaran santamente, pero su actitud no tenía nada que ver con la santidad.
Pablo va a relatar un contraste entre los Enviados y los corintios, para que estos vean el concepto tan alto que tenían de ellos mismos. Comienza diciendo que en su pensamiento él se ve a él mismo y a los demás Enviados como los últimos, como lo más bajo del mundo, como condenados a muerte, aunque sabemos que ellos juzgarán a la humanidad con Cristo. Él lo dice porque como siervos de Cristo han sufrido en su cuerpo mucho mal, y sufrirían mucho más, incluso la muerte como mártires. A pesar de esto, los corintios sentían que se les debía más respeto a ellos que no habían sufrido nada aún.
Los perseguidores del cristianismo buscaban a los Enviados para escarnecerlos delante de todos, para que la gente tuviese temor de unirse a ellos, por eso Pablo dice que son como un espectáculo para el mundo que estaba sediento de ver cosas crueles. Es probable que cuando Pablo escribe este pasaje esté pensando en toda la crueldad que se veía todos los días en el circo romano. Pero no solo los hombres veían esto, sino también los mensajeros de Dios. Y si esto ocurría a los Enviados, ¿debían los corintios estar tan orgullosos?
Sigue Pablo hablando sarcásticamente: “Nosotros somos necios, ustedes sabios”. En Corinto se consideraba una necedad basar la fe en alguien que había muerto, y en una cruz. Ellos eran filósofos que razonaban todo. Aunque Pablo conocía estas teorías de los griegos, él prefirió obedecer el Evangelio, mientras los corintios se sentían sabios.
A Pablo se le criticaba hasta su presentación personal. Hay quienes consideran que Pablo era un hombre pequeño, calvo y casi ciego, lo que parecía despreciable a ojos de algunos. Por eso les dice: “Somos débiles, mientras que ustedes fuertes”, sabiendo que la fuerza que tenemos no es nuestra, sino de Dios.
Cambia el orden de la presentación para decirles: “Ustedes son gloriosos, pero nosotros una deshonra”, porque entre los corintios la popularidad era muy importante y los seguidores de sus filosofías les alimentaban el ego. ¡Los corintios eran narcisistas en extremo!
Ahora cambia de estrategia y en lugar de hacer más comparaciones, hace una lista de las cosas que ha venido sufriendo por amor al Evangelio.
Tenía hambre y sed porque el Evangelio no es un medio para enriquecerse, como hacen ahora muchos, y Pablo vivía limitado, compartiendo con sus colaboradores y con los necesitados.
Hay quienes mienten diciendo que Jesús y los Enviados tenían una vida como reyes, vistiendo con ropas finas y comiendo manjares. Hay quien dijo en la televisión que si Jesús viviese en el siglo XX, hubiera viajado en un Roll Royce, y por lo tanto, al ser él un siervo de Jesus, podía viajar en uno sin dolor de conciencia. Pero Pablo dice: “Estoy en andrajos”.
Los Enviados sufrieron maltrato físico una y otra vez, pero aún así siguieron con su labor. Tampoco tenían un hogar fijo, porque iban de pueblo en pueblo anunciando el Evangelio y en muchas ocasiones perseguidos, así que sus vidas no eran normales.
A pesar de todo esto, y de que la Iglesia tenía la obligación de mantenerlos, los Enviados debían muchas veces ponerse a trabajar fuertemente para poder sobrevivir. Esto debe ser causa de vergüenza para la Iglesia, cuando no sostiene económicamente a quien le da el alimento espiritual, no que el trabajo físico sea vergonzoso, pero el jornalero tiene derecho de su salario y la historia dice que la Iglesia ha sido el peor patrono que ha existido porque se escuda en que la recompensa vendrá de Dios y mientras tanto los ministros deben sufrir necesidades.
A pesar de estar trabajando fuertemente, tanto en la Iglesia como en su trabajo secular, le criticaban y denigraban; pero la actitud del Enviado fue de bendecir y no devolver la maldición que le enviaban sus enemigos.
Eran perseguidos, pero en lugar de desanimarse y olvidar la misión que se les había encargado, seguían adelante.
Pero no se limitaban a denigrarlos y perseguirlos, sino que además de eso los difamaban, levantándoles falsos, pero en lugar de correr a defenderse, Pablo suplicaba por ellos ante Dios.
Nos sentimos, decía Pablo, como limpiados del mundo, como desechados, como expulsados, y usa luego una expresión que recuerda lo que se hace en la cocina con lo que ha quedado pegado en la olla que se va a lavar, primero hay que raspar todo el sobrante de comida vieja que se va a botar.
Pero no pensemos que Pablo se estaba quejando, sino que les estaba diciendo estas cosas para exhortarles en amor. Pablo les hacía ver a ellos como que eran lo más importante mientras que él se rebajaba, y a pesar de ello, se entregaba por completo a ellos.
Era necesario que los corintios entendieran que Pablo se había sacrificado para que ellos pudieran escuchar el mensaje del Evangelio, y que en lugar de estar agradecidos, se comportaban como si fueran enemigos.
El propósito de Pablo era que ellos reaccionaran positivamente. Él quería que ellos entendieran que él sufría por ellos como un padre sufre por sus hijos cuando estos andan en malos pasos.
Las corrientes modernas han llevado a los padres a limitarse a proveer lo material para sus hijos, sin involucrarse en la disciplina de ellos, lo cual ha desembocado en una sociedad llena de muchachos sin freno, que hacen lo que les da la gana, pero la enseñanza bíblica es que los padres debemos evitar a toda costa que nuestros hijos vivan sin límites, por lo que es importante que los cristianos mantengamos las normas de disciplina de acuerdo a la enseñanza de la Palabra.
Cuando Pablo escribe este pasaje, se tenía la costumbre que a los niños del hogar los instruyera un esclavo. Lógicamente, sobre lo que dijera el esclavo, estaban las instrucciones del padre. Y había en Corinto muchas personas que pretendían guiar a los demás en los asuntos espirituales, pero a pesar de eso, la fidelidad de los cristianos en esa ciudad debía quedar en Pablo, quien era el que les había llevado el Evangelio, por lo tanto, era su padre espiritual.
He escuchado a tantos decir: “Pablo decía: Sean imitadores de mí, como yo lo soy de Cristo”, pero casi nadie se atreve a decir como Pablo: “Imítenme a mí, porque yo estoy imitando a Cristo”. ¿Cuál es el temor? ¿Será que en realidad no estamos tan seguros de estar haciendo lo que Cristo manda?
Pablo le había enviado a los corintios a Timoteo, uno de sus hijos espirituales. Recordemos que Pablo se encontraba en Éfeso. Timoteo era conocido en Corinto porque él había estado con Pablo cuando inició la Iglesia en esa ciudad, y era reconocido como un cristiano fiel.
Antes les dijo que lo imitaran, y ahora les dice que Timoteo les va a recordar la manera en que Pablo procedía ante los demás, tanto como lo hizo con ellos como lo estaba haciendo ahora en Éfeso, y en todo lugar a donde iban.
Ahora Pablo hace una advertencia a los líderes de los corintios que se habían inflado. Ellos se habían levantado no para glorificar el nombre del Señor, sino para perjudicar a la Iglesia. Ellos se sentían muy seguros y por eso no habían dudado en criticar y mancillar el nombre de Pablo. Quizá ellos consideraban a Pablo un cobarde que no iba a hacerles frente y que prefería enviar a Timoteo, pero él les manda a decir: “Pronto llego a ustedes, y ahí no vamos simplemente a hablar, sino que vamos a demostrar con poder quién es quién”. Pablo quería ver qué habían hecho ellos, cuáles eran sus frutos para que hablaran contra él de esa manera.
Muchos se asustan hoy porque se hable del poder del cristiano. Pero precisamente no estamos hablando de los dones milagrosos, sino más bien de los frutos. Esos son el verdadero poder. ¡Cuántos se hacen llamar predicadores y sus frutos son escasos y malos! Hay quienes están frente a una congregación y niegan la efectividad del evangelismo, o aunque están recibiendo sostenimiento malgastan su tiempo en otras cosas que no son la enseñanza de la Palabra.
Para terminar la idea, Pablo hace una seria advertencia. Él pretendía que ellos comprendieran que había responsables en el asunto y que estos iban a tener que pagar y siempre tratándoles como a sus hijos les pregunta: “¿Quieren vara o amor?”, sabiendo que la vara es para castigo, y aunque no hay placer en usarla, en veces es necesaria.
Ahora, si cambiaban de actitud, Pablo iba a presentarse con amor y espíritu pacífico, pero eran ellos quienes debían tomar la decisión.