8. 3.22-24 Este acto de sumergir en agua de parte de Jesús, al igual que el de
Juan, eran para ir prepararndo a la futura Iglesia, para uno de los requisitos
para la salvación, el más externo de todos, no el principal.
El historiador Eusebio sitúa Enón al sur de Escitópolis, en las ruinas de Unum el Amdan[1]. El escritor del Evangelio hace una aclaración sobre la actidad de Juan, diciendo algo que vendrá luego, dándonos a entender que no estaba el llvando un registro diario, sino que está retratando diferentes escenas de lo ocurrido.
7. 3.25 Algunos han negado que los judíos tuviesen actos de sumergir en agua y piensan que Juan y Jesús fueron los primeros en hacerlo, pero esta discusión de los discípulos de Juan con ellos sobre los katharismos, nos indica que ellos tenían prácticas similares. No nos dice nada sobre el desarrollo de la discusión, pero de esto se presenta el comentario sobre Jesús en el siguiente versículo.
8. 3.26 No podemos dejar de observar cierto grado de celos de parte de los discípulos de Juan, que veían a Jesús y los suyos como competencia, pero su maestro tiene un pensamiento diferente sobre el asunto.
9. 3.27-36 Juan comprendía que cada uno tiene un rol que desempeñar y por eso se alegraba. A pesar de toda la popularidad de que gozaba, sabía que solo era el heraldo del que debía venir.
De la misma manera que haría Pablo más tarde, Juan hace una comparación, al igual que los profetas, de la Iglesia, el pueblo de Dios, con el Señor, a manera de la relación de un matrimonio.
¡Qué humildad la de Juan! Otros, en su lugar, hubiesen pretendido convertirse en el centro de atención, pero él sabía que era un siervo que hacía un trabajo para su Señor.
Algunos han llegado a pensar que las palabras de Juan terminan en el versículo 30 y que a partir del 31 en realidad son palabras del autor del Evangelio. Sea como sea, las palabras que sigue son verídicas.
Es cierto que como profeta, Juan era muy importante, pero Jesús era más importante, y así lo comprendía el heraldo.
Juan era un testigo clave en la causa de Jesús, porque él sabía a qué había sido enviado, pero tristemente, muchos no aceptaban su mensaje. El que escucha y acepta este testimonio se vuelve testigo de Dios, ya que le considera verdadero, pero el que no quiere aceptar, ese se vuelve enemigo de Dios.
Aunque Juan había sido enviado por Dios, está hablando de Jesús, que a su vez hablaba la Palabra de Dios.
¡Qué gran cantidad de gente cree en Jesús pero no le obedece! Los religiosos superficiales han dado a entender que ser cristiano es muy sencillo: Hay que recibir ciertos ritos, acudir a las reuniones de vez en cuando, dar dinero a la iglesia, alegrarse en Diciembre y entristecerse para “Semana Santa” y leer algunos versículos de la Biblia cuando se tenga tiempo. Pero la realidad es muy diferente. Dios exige que para poder ser salvo, uno debe obedecer a Jesús a la letra. Si analizamos los dos verbos que encontramos en este versículo veremos que ambos son gerundios (pisteuon, “creer”; apeithon, “desobedecer”), por lo tanto nos indican que es una manera de actuar. Y es que con Cristo no hay término medio. Solo hay dos términos: Se cree y obedece a Jesús o se desobedece.
[1] Diccionario de Geografía Bíblica.
El historiador Eusebio sitúa Enón al sur de Escitópolis, en las ruinas de Unum el Amdan[1]. El escritor del Evangelio hace una aclaración sobre la actidad de Juan, diciendo algo que vendrá luego, dándonos a entender que no estaba el llvando un registro diario, sino que está retratando diferentes escenas de lo ocurrido.
7. 3.25 Algunos han negado que los judíos tuviesen actos de sumergir en agua y piensan que Juan y Jesús fueron los primeros en hacerlo, pero esta discusión de los discípulos de Juan con ellos sobre los katharismos, nos indica que ellos tenían prácticas similares. No nos dice nada sobre el desarrollo de la discusión, pero de esto se presenta el comentario sobre Jesús en el siguiente versículo.
8. 3.26 No podemos dejar de observar cierto grado de celos de parte de los discípulos de Juan, que veían a Jesús y los suyos como competencia, pero su maestro tiene un pensamiento diferente sobre el asunto.
9. 3.27-36 Juan comprendía que cada uno tiene un rol que desempeñar y por eso se alegraba. A pesar de toda la popularidad de que gozaba, sabía que solo era el heraldo del que debía venir.
De la misma manera que haría Pablo más tarde, Juan hace una comparación, al igual que los profetas, de la Iglesia, el pueblo de Dios, con el Señor, a manera de la relación de un matrimonio.
¡Qué humildad la de Juan! Otros, en su lugar, hubiesen pretendido convertirse en el centro de atención, pero él sabía que era un siervo que hacía un trabajo para su Señor.
Algunos han llegado a pensar que las palabras de Juan terminan en el versículo 30 y que a partir del 31 en realidad son palabras del autor del Evangelio. Sea como sea, las palabras que sigue son verídicas.
Es cierto que como profeta, Juan era muy importante, pero Jesús era más importante, y así lo comprendía el heraldo.
Juan era un testigo clave en la causa de Jesús, porque él sabía a qué había sido enviado, pero tristemente, muchos no aceptaban su mensaje. El que escucha y acepta este testimonio se vuelve testigo de Dios, ya que le considera verdadero, pero el que no quiere aceptar, ese se vuelve enemigo de Dios.
Aunque Juan había sido enviado por Dios, está hablando de Jesús, que a su vez hablaba la Palabra de Dios.
¡Qué gran cantidad de gente cree en Jesús pero no le obedece! Los religiosos superficiales han dado a entender que ser cristiano es muy sencillo: Hay que recibir ciertos ritos, acudir a las reuniones de vez en cuando, dar dinero a la iglesia, alegrarse en Diciembre y entristecerse para “Semana Santa” y leer algunos versículos de la Biblia cuando se tenga tiempo. Pero la realidad es muy diferente. Dios exige que para poder ser salvo, uno debe obedecer a Jesús a la letra. Si analizamos los dos verbos que encontramos en este versículo veremos que ambos son gerundios (pisteuon, “creer”; apeithon, “desobedecer”), por lo tanto nos indican que es una manera de actuar. Y es que con Cristo no hay término medio. Solo hay dos términos: Se cree y obedece a Jesús o se desobedece.
[1] Diccionario de Geografía Bíblica.