B. Los Reyes.
Apenas Salomón fue enterrado y ya el glorioso reino se derrumba. La división sigue los límites tribales antiguos: Una frontera de este a oeste al norte de Jerusalén deja hacia el sur a Judá y Benjamín, junto con Simeón, asimilado a Judá ya hace mucho tiempo, y también por supuesto los de la tribu de Leví que habitaban en esos territorios. Pero el pueblo interpretó la división como si fuera la tribu de David en contra de las demás, de modo que la parte del sur se llegó a conocer como “Judá” mientras que la mayoría se consideraban “Israel”[1].
Esto causa complicaciones en el uso del término “Israel” en el resto de Crónicas. En forma más amplia, se le usa en buen sentido para referirse al pueblo de Dios, tanto del norte como del sur. En un sentido político es solamente el reino del norte. Cuando se refiere a la gente, no es necesariamente malo, porque siempre se encuentran verdaderos israelitas allí[2], y hasta Jeroboam, el primer rey del norte, cumple con la voluntad de Dios al rebelarse contra Roboam[3]. Pero sí es malo cuando significa, como es por lo general el caso, que el sistema y los que están a cargo de él están determinados a mantenerse independientes del trono de David y del Templo de Salomón aun cuando ya no tienen razón para serlo, y todavía más cuando reyes como Acab y su familia no solo abandonan el ideal de David-Salomón sino que introducen dioses extranjeros[4].
Sin embargo, el cronista habla del norte solo cuando su historia tiene algo que ver con el sur, porque es de allí que seguirá la descendencia de David por los próximos 300 años y por 20 reinados. Su objetivo va a ser el demostrar cómo los sucesores de David y Salomón siguieron o ignoraron los ideales que ellos establecieron y si resultó en bendición o castigo.
BOSQUEJO 2 CRÓNICAS
Reinado de Salomón El don de sabiduría (Capítulo 1)
2 Crónicas 1-9 La construcción del Templo (2.1-5.1)
Dedicación del Templo (5.2-7.22)
Otras actividades de Salomón (Capítulo 8)
Sabiduría, esplendor y muerte de Salomón
(Capítulo 9)
División del reino y la historia Roboam (Capítulos 10-12)
de los reyes de Judá Abdías (13.1-14.1)
2 Crónicas 10-36 Asá (14.2-16.14)
Josafat (17.1-21.3)
Joram y Ocozías (21.4-22.9)
Joás (22.10-24.27)
Amasías (Capítulo 25)
Uzías (Capítulo 26)
Jotán (Capítulo 27)
Acaz (Capítulo 28)
Ezequías (Capítulos 29-32)
Manasés (33.1-20)
1. Roboam.
La necedad de Roboam fue tan grande al principio de su reinado que Adonay dijo que el norte tenía razón en rebelarse contra él[5]. En 1 Reyes 12.1–24 y 14.21–31 se presentan solo sus puntos malos. El cronista añade material de otras partes que indica que después del desastre inicial vino un período de reinado exitoso, luego un segundo desastre seguido por arrepentimiento y restauración. Por más que se casara con varios miembros de la familia de David[6], eso de por sí no pudo hacer a Roboam un rey al estilo de David, y el libro de Reyes tiene razón al insinuar que en general su reinado no fue un éxito. Pero el relato más imparcial del cronista, aunque llega a la misma conclusión, establece un modelo para el resto del libro: El pecado trae problemas; arrepentirse trae bendición.
a. El reino dividido.
Siquem había sido un lugar de importancia política y religiosa desde la antigüedad, y era un sitio apropiado y central para la asamblea de todo Israel para la coronación. El primer factor de tres que ponen a Roboam muy incómodo se encuentra en la persona de Jeroboam, hijo de Nabat, quien también aparece. Con él como líder natural las tribus le traen el segundo problema, impuestos y mano de obra forzosa. Se suponía que la mano de obra forzosa no afectaría a israelitas de nacimiento, pero parece que lo hizo de todas maneras.
Roboam consultó a consejeros ancianos y a jóvenes, y el obstinado consejo de los jóvenes ganó. Roboam iba en contra del principio bíblico de respetar la madurez, aunque, para ser justo con él, ya que los jóvenes eran sus contemporáneos, deben haber tenido al menos 40 años. Dándose cuenta de que no iban a ganar ninguna concesión, Jeroboam y las tribus del norte se sublevaron, y el tercer factor, la profecía de Ahías[7], regresó para burlarse de Roboam. Dios había dicho que esto iba a pasar, y pasó. El lema de la rebelión es un reverso irónico de 1 Crónicas 12.19. Roboam, quien no estaba listo para aceptarla todavía, envía a su ministro a cargo del tributo laboral para imponer el sistema aborrecible, con graves consecuencias.
b. La obediencia de Roboam.
Dios prohíbe otro intento de reunificar a Israel a la fuerza y hay que darle mérito a Israel porque desiste de atacar. Esta obediencia debe ser la razón para la bendición que sigue a continuación: Un programa de fortificaciones, un aumento considerable de la vida religiosa, y el crecimiento de la familia real. Parece que las ciudades fortificadas formaban una línea de defensa no contra el reino del norte, aunque “hubo guerra continuamente entre Roboam y Jeroboam”[8], sino contra invasiones del sur. Se dice solo lo suficiente acerca de la religión alternativa establecida por Jeroboam[9], para explicar el éxodo general del norte al sur de los israelitas que temían a Dios. Un becerro que representaba a Adonay era suficientemente malo, pero se le fue la mano con los machos cabríos que representaban a algún demonio regional. De acuerdo con nuestros valores morales, la familia de Roboam no solo era grande sino también tenía relaciones de consanguinidad; aquí, en todo caso, se le considera como algo virtuoso, en vista del relajamiento de Salomón en esta área[10], aunque 2 Crónicas 11.23 puede presentar problemas de acuerdo a la versión que se utilice, ya que la BAD dice: “les consiguió muchas esposas”; la BL95 dice: “dándoles todo lo necesario y procurando que se casaran”; la CAB dice: “y les procuró esposas”; la DHH: “consiguiéndoles muchas esposas”; la JER: “y les buscó mujeres”; la NC: “pidiendo para ellos muchas mujeres”; la NBLH: “y les buscó muchas mujeres”; la NM: “[les] procuró una multitud de esposas”; la RVA: “Y les buscó muchas mujeres”; la RV1865: “y pidió muchas mujeres”; la RV60 y la RV95: les dio “…muchas mujeres”; la RV2000 y la SSE: “y fue dado a muchas mujeres”; y la Septuaginta: “y pidió abundancia de mujeres”. Si al principio del versículo está hablando de la manera sabia como había actuado Roboam, es probable que las versiones que tienen la razón sean aquellas que se refieran a que Roboam consiguió esposas para sus hijos, no las que dicen que él fue dado a muchas mujeres, e incluso, podríamos dudar de las que hablan de que Roboam consiguió “muchas” esposas para ellos, por lo que nos inclinamos a pensar que la BL95, la CAB y la JER sean las versiones correctas.
La obediencia y por lo tanto la bendición duraron por tres años, tiempo no suficiente como para afectar el veredicto final: “…hizo lo malo…”[11].
c. Los últimos años de Roboam.
No es difícil ver en 2 Crónicas 12.1 el orgullo y la confianza en sí mismo que le llevaron directamente al pecado y finalmente al castigo de 2 Crónicas 12.2–4.
Sisac, el originador de la dinastía XXII, había reunificado Egipto[12] y ahora quería extender su poderío hacia el nordeste, sin duda en complicidad con Jeroboam y los líderes de Edom y Siria[13]. Los detalles de la invasión no provienen de Reyes; la fuente del cronista describe un ejército que es inmenso, aunque 60.000 probablemente debería ser “6.000”, y los registros de la campaña según Sisac indican que más de 150 ciudades fueron capturadas. Jerusalén no es una de esas, así que la profecía de 2 Crónicas 12.7 se cumplió y se sobornó a Sisac con el pillaje del Templo y el palacio.
El evento de más amplio alcance del reinado de Roboam fue la división del reino. Crónicas añade primeramente datos acerca de él que ilustran el principio que dice que “la obediencia lleva bendición” y ahora datos que ilustran el principio que dice que “la desobediencia lleva su castigo” y “el arrepentimiento lleva a la restauración”. El capítulo 12 contiene todos los términos clásicos con los que el cronista enseña esas cosas: rebelarse, el “abandono mutuo” en 2 Crónicas 12.5, humillarse; y 2 Crónicas 12.6 muestra el significado de la verdadera confesión y arrepentimiento: “Justo es Adonay” o sea: “Adonay tiene razón y nosotros no.” El fundamento de esta enseñanza fue establecido en la oración de Salomón y la respuesta de Dios. Aun con la bendición del capítulo 11 y la restauración del capítulo 12, tal vez debido más a que en Judá las cosas marchaban bien que al arrepentimiento del rey, queda el hecho de que a Roboam se le recuerda como el rey que dividió el reino e hizo lo malo.
2. Abías.
Crónicas le dedica a Abías tres veces más espacio que Reyes que lo desecha rápidamente como uno de los reyes malos[14]. Verdaderamente la influencia de la madre del rey no puede haber sido buena. Si no fuera por el incidente que cuenta Crónicas, Abías hubiera pasado a la historia como un rey mediocre.
La guerra entre el norte y el sur no era como para decidir el asunto de quién debía gobernar toda la nación sino que consistía más en apoderarse de tierras en pequeña escala, y en esos tiempos parece que Judá lo hacía mejor. Pero parecía que Abías estaba perdiendo la batalla que se describe aquí; la intención de las cifras en 2 Crónicas 13.3 es mostrar su desventaja. Aprovechó la oportunidad para dar un discurso extraordinario que expone algunos de los principios básicos de la teología del cronista.
En primer lugar, apela a todo Israel; aunque al principio se dirige a Jeroboam, muy pronto lo desciende de categoría bruscamente al referirse a él en tercera persona, como si ni siquiera estuviese allí. Lo más importante es la lealtad del pueblo y, si su lealtad es a Adonay, deben reconocer que Dios ha delegado su soberanía a la familia de David con un pacto de sal[15]. En el reinado previo esto marchó mal, por un lado por culpa de la rebelión y por el otro por la necedad. No importa realmente si fue el caso de que los hombres ociosos y perversos de 2 Crónicas 13.7 se reunieron alrededor de Roboam y lo persuadieron o “prevalecieron sobre más”[16] que él, o si se reunieron alrededor de Jeroboam y “se opusieron” a Roboam, el punto de Abías es el mismo. En estas circunstancias la rebelión fue parte del plan de Dios. Pero ahora las cosas han vuelto a la normalidad: hay un rey verdadero en el trono de David, un culto verdadero en el Templo de Salomón, y no hay excusas para tener un sustituto.
En esta ocasión Judá tiene no solo la teología correcta sino también la actitud correcta, así que el cronista omite la conclusión de Reyes[17], y termina con detalles positivos que indican la bendición de Dios.
3. Asa.
Igual que con Abías, el relato del cronista del reinado de Asa es tres veces más largo que el de Reyes[18]. También tiene complicaciones que desconciertan al lector moderno. La mayoría tiene que ver con fechas, aunque estas también tienen implicaciones para la teología. Para nuestra conveniencia, la tabla que sigue a continuación tiene las fechas desde la división del reino.
De la manera que se presenta la historia parece dar las siguientes fechas:
Año Evento Cita Bíblica
20 La accesión al trono de Asa 2 Crónicas 12.13; 13.2
30 Terminan los diez años de paz 2 Crónicas 14.10
¿? La invasión de Zéra 2 Crónicas 14.9
35 La ceremonia del pacto 2 Crónicas 15.10
55 Empieza la guerra 2 Crónicas 15.19
56 El ataque de Baasa 2 Crónicas 16.1
59 La enfermedad de Asa 2 Crónicas 16.12
61 La muerte de Asa 2 Crónicas 16.13
El problema con esto es que según 1 Reyes 16.6 y 8, Baasa murió en al año 46. De manera que un bosquejo alternativo asume que los años mencionados en 2 Crónicas 15.19 y 16.1 no son años del reinado de Asa sino del reino dividido.
Esto encaja bien, pero también tiene sus propios problemas: 2 Crónicas 15.19 y 16.1 representan los únicos ejemplos de esta manera de fijar fechas, es decir, en años del reino dividido; lo que es más, dicen claramente que estos son años del reinado de Asa y no del reino dividido. El problema queda sin solución.
Después de la nota de 1 Reyes 15.11 que Asa hizo lo bueno, el cronista dará detalles específicos en 2 Crónicas 14.3–15.15 de lo recto que fue, con material de distinto origen. Asuntos religiosos y militares muestran tanto la obediencia de Asa como la bendición de Dios, y dos veces se utiliza el término clásico reposo. También el favorito del cronista, “buscar”, y se habla de este Dios al cual se busca como el Dios personal de Asa, el Dios histórico de Israel y el Dios colectivo de la nación.
Se pone a prueba el ejército que él ha movilizado cuando Judá es invadida por otro ejército más grande. Las cifras parecen inmensas; el pueblo de Dios tiene la desventaja y debe confiar en su Dios. No se identifica al enemigo; varias sugerencias incluyen el ejército egipcio al mando de un general nubio. Las palabras memorables del 2 Crónicas 15.11 muestran cómo en una crisis suprema, más que en cualquiera otra ocasión, el corazón del rey reposa en Adonay, y es muy claro que es Adonay quien gana la victoria.
Año Evento Cita Bíblica
20 La accesión al trono de Asa 2 Crónicas 12.13; 13.2
30 Terminan los diez años de paz 2 Crónicas 14.1
35 Empieza la guerra; la invasión de Zéra; 2 Crónicas 14.9; 15.19, 10
la ceremonia del pacto
36 El ataque de Baasa 2 Crónicas 16.1
59 La enfermedad de Asa 2 Crónicas 16.12
61 La muerte de Asa 2 Crónicas 16.13
a. La palabra de Adonay.
La mayor parte de este capítulo una vez más proviene de una fuente que no es Reyes. A primera vista, la profecía de Azarías viene después de la victoria de Asa; parece que conduce a una reforma renovada, aun más que la de 2 Crónicas 14.3–5, y la ceremonia de renovación incluye botín. Por el otro lado, puede ser que 2 Crónicas 15.1–15 especifiquen en qué consistía el movimiento general de 2 Crónicas 14.2–7.
El mensaje de Azarías es primeramente una declaración en términos bien claros de lo que en Crónicas llamamos “castigo o bendición merecidos”. Aunque se le llama una profecía, los verbos en la parte principal de ella pueden estar tanto en tiempo futuro o pasado, y generalmente se les considera una mirada hacia el pasado, específicamente al libro de los Jueces, porque las descripciones se asemejan a ese período que también ponía énfasis en el tema de “castigo o bendición merecidos”: En aquel entonces tanto como hoy en día era un asunto de buscar y de ser hallado. Vale mencionar que el Dios que habla por medio de Azarías es el Dios del rey, de su pueblo y de sus antepasados. La ceremonia del pacto que se observa en el año 15 de Asa abarca todo, y otra vez tiene que ver con el buscar a Adonay.
Los últimos versículos, donde el cronista vuelve a Reyes[19] nos dejan con dos preguntas. En 2 Crónicas 15.17 parece que se contradice 2 Crónicas 14.3; sin embargo, 2 Crónicas 14.2–8 tienen que ver con Judá mientras que es muy probable que Israel en este versículo se refiera al territorio del norte que Asa adquirió más tarde. En 2 Crónicas 15.19 parecería que el cronista contradice 1 Reyes 15.16 y 32, pero sin lugar a dudas esos versículos se refieren a la “guerra fría” continua entre Asa y Baasa, que no estalló hasta el ataque de 2 Crónicas 16.1.
b. La voz del mundo.
El ataque de Baasa es una prueba para Asa, y una en la que él habrá de fallar. El reino del norte y su vecino del norte, Siria, son mutuamente hostiles por la mayor parte de este período; una alianza entre Judá y Siria es políticamente astuta, Asa tiene recursos para pagar lo que cueste, ya hay un precedente establecido, y le sale bien. El mundo que los rodea diría que era lo más obvio. Pero de esa manera comenzó a no consultar a Adonay. Por lo que sigue notamos: La venida de otro profeta; la lección de que la sabiduría de Asa parecía producir buenos resultados, pero que confiar en Dios hubiera producido mejores; la repetición de esa sencilla lección de confiar, tan básica en las enseñanzas bíblicas, y la apelación a hechos del pasado para confirmarla; la garantía que se recibe lo que se merece[20]; y por primera vez tal rebeldía que el rey de Dios persigue al profeta de Dios. Esto hace juego con la terquedad de 2 Crónicas 16.12.
4. Josafat[21].
El relato del reinado de Josafat en muchos aspectos es como el de su padre, pero no tiene la conclusión deprimente de rebelión prolongada, ni el marco cronológico que recibió el reinado de Asa. También es mucho más completo y presenta dos características sorprendentes. Los primeros 40 versículos de 1 Reyes 22 cuentan la historia de la alianza entre Josafat y Acab[22], y diez versículos más que dan notas generales acerca de su reinado completan el relato en Reyes; la versión en Crónicas es el doble de largo, lo cual muestra su verdadera importancia. Lo que es más, ninguno de los dos acontecimientos principales que Crónicas toma de Reyes, ni el largo ni el corto[23], presentan a Josafat en buena luz, y el cronista hasta añade la desaprobación de los profetas; sin embargo, tras pensarlo detenidamente lo considera un gran rey y un buen monarca, y aun como un segundo Salomón.
a. El esplendor de Josafat.
Después de medio versículo de introducción tomado de 1 Reyes 15.24, el cronista describe la bondad y el esplendor de Josafat. Los dos elementos están entretejidos: Poderío y prosperidad, como siempre, se consideran de bendición procediendo de la búsqueda honesta de Dios; 2 Crónicas 17.3 probablemente se debería leer “anduvo en los primeros caminos de su padre”[24], o sea Asa. De modo que el programa de enseñanza religiosa le extiende a su pueblo su propio amor a Dios y sus leyes, sus riquezas y honor son famosos entre las naciones y también dentro de Judá, y listas de ejércitos complementan las notas militares de 2 Crónicas 17.1-2. Un desarrollo similar se puede ver en Josafat mismo. Él promovió su fe personal en Dios, y era una fe que “actuaba juntamente con sus obras”[25], una religión activa y no quieta: buscó al Dios de su padre, andando según sus mandamientos, y lo hizo de tal manera que su pueblo recibió bendición bajo su soberanía.
b. La campaña contra Ramot de Galaad.
Esta sección sigue la historia de 1 Reyes 22, pero la mención del esplendor de Josafat y el banquete en su honor son solo los primeros de varios cambios que hacen que el rey del sur sea el personaje principal en vez del rey del norte; el relato termina con eventos y una profecía que tienen que ver con Josafat pero no con Acab, como en 1 Reyes 22.36–39.
2 Crónicas 18.1 se refiere al capítulo 17, dando una introducción muy positiva y luego se anticipa la secuela insatisfactoria. La alianza matrimonial, de la cual habrían de provenir problemas interminables, incumbía al hijo de Josafat, Joram, y la hija de Acab, Atalía. La alianza militar también fue poco aconsejable. Al final de la historia se descubre que Siria es el enemigo en cuyas manos ha caído la ciudad de Ramot de Galaad, y nos damos cuenta de que el cronista ve el modelo de Asa repetido en su hijo, o sea, un buen comienzo, una secuela estúpida y un profeta que dice en el primer caso: “No deberías haberte unido a Siria en contra de Israel”[26], y en el segundo caso: “No deberías haberte unido a Israel en contra de Siria”[27].
Pero Josafat es más que un mero Asa en tamaño mayor. Se alude a la integridad de su carácter en las palabras proféticas de Micaías en 2 Crónicas 18.16. Se preocupa de todo Israel con el corazón de un pastor y cree que lo mejor que puede hacer es literalmente, ir de acuerdo con Acab y asumir que las diferencias que tienen entre ellos mismos no tienen importancia. La profecía de Sedequías dice que eso es lo correcto, aunque los eventos que siguen prueban que estaba equivocado; la de Micaías dice que esto no irá bien, y revela algo que pasa detrás del escenario que es mucho más siniestro; la de Jehú le dice a Josafat que su gran corazón tiene que ser más discernidor y al mismo tiempo más despiadado.
Hay otros dos puntos en 2 Crónicas 19.1–3 acerca de estas profecías. De acuerdo con la de Micaías, Josafat en verdad volvió en paz a su casa. Según la profecía de Jehú, nos preguntamos cómo y cuándo vino la ira de Adonay.
c. Las reformas judiciales de Josafat.
Estos versículos parecen hacer juego con el capítulo 17. Ninguno de los pasajes provienen de Reyes, y ambos tienen que ver con los éxitos de Josafat, un rey bueno y grande como Salomón; este tiene que ver con su sabiduría en el área de gobernar. Quizá este proyecto es un intento de prevenir la ira que amenaza en 2 Crónicas 19.2; quizá la intención es mostrar otra semejanza con el relato de Asa en donde otra obra de reforma aparentemente siguió al mensaje profético.
2 Crónicas 19.6–10 en general está de acuerdo con las disposiciones de Deuteronomio 16.18–17.13. El interés personal de Josafat en el asunto recuerda al de Samuel en 1 Samuel 7.15–17; y también brilla su propio carácter como una persona que se preocupa verdaderamente por el bienestar de su pueblo.
d. La invasión de Judá.
Este relato aparece solo en Crónicas. Hay similitudes y diferencias entre él y los eventos de 2 Reyes 3. La invasión que se describe aquí no puede ser “la ira de Adonay” anunciada en 2 Crónicas 19.2, pero parece haber sido permitida por Dios como oportunidad para probar su salvación y no enviada como castigo.
Existe un poco de confusión acerca de quiénes fueron los invasores y de dónde vinieron, pero en todo caso fue una gran multitud que se acercaba desde la dirección del mar Muerto. Es importante notar que lo primero que se dice acerca del héroe del relato es que Josafat tuvo temor. El relato ya ha demostrado cuán difícil le era ser duro. Quizá debido a que le faltaba esa clase de fuerza interna, el autor de Reyes no lo pudo ver en el papel de héroe. Pero su temor le hace “buscar a Adonay”, y lo que es más, hace que toda la nación se una a él para buscar a Adonay: Sin duda como resultado del diligente cuidado pastoral de su pueblo evidente en los capítulos 17 y 19.
Al frente de la congregación eleva su oración basada en los hechos del pasado, refiriéndose a Salomón, a David, a Josué y a Abraham, y aplicándolos a los hechos del presente. En el clímax de la oración la debilidad de Josafat se hace evidente como el camino indispensable para recibir la bendición de Dios. Igualmente memorable es la inspirada respuesta que procede de la boca del levita Jahaziel; otra referencia al pasado, en este caso a Deuteronomio 20.2–4: “No necesitan pelear en esta batalla; tomen sus puestos y estén quietos, y vean la salvación del SEÑOR con ustedes, oh Judá y Jerusalén. No teman ni se acobarden; salgan mañana al encuentro de ellos porque el SEÑOR está con ustedes”[28]. Los eventos de la mañana siguiente muestran la misma fe “que actuaba juntamente con sus obras” de parte de Josafat que también había caracterizado a Asa en circunstancias similares, y también muestran la victoria de Adonay que trae gran honra y gloria a su nombre.
e. El fin del reinado de Josafat.
Con 2 Crónicas 20.31 nuevamente convergemos con Reyes[29], aunque hay algunas diferencias. Se destacan cuatro problemas. 2 Crónicas 20.31 parece diferir de 2 Reyes 3.1 y 8.16. 2 Crónicas 20.33 difiere de 2 Crónicas 17.6, aunque ni al autor ni a sus lectores de la época les hubiera parecido raro esto; Josafat fue uno de los que eliminó los “lugares altos”, aunque 25 años más tarde algunos ejemplos particulares evadían su vista. Es probable que el libro de los reyes de Israel no sea el libro de Reyes de nuestra Biblia. 2 Crónicas 20.35–37 son distintos que 1 Reyes 22.48–49, pero puede ser que sencillamente sean la primera parte de la historia: Ejemplo de otra alianza estúpida con el reino del norte, de manera que al triunfo de la confianza en 2 Crónicas 20.1–30 lo sigue un recuerdo de la continua debilidad de Josafat. Reyes toma el hilo de la historia al punto en que los barcos fueron destrozados, y muestra a un rey que finalmente ha aprendido su lección y nunca más hará acuerdos con la casa de Acab. Ya se ha hecho suficiente daño y el capítulo 21 lo describirá.
5. Joram.
El relato en Crónicas es dos veces más largo que el de Reyes[30], subrayando la maldad de un rey malo. El contraste con lo que ya se ha dicho está muy bien hecho en 2 Crónicas 21.2–4; la familia grande y próspera que se le dio al buen rey Josafat como señal de la bendición de Dios es lo primero que destruye su hijo. El trono que Joram heredó era “israelita” en el buen sentido, pero se convirtió en uno “israelita” en el sentido malo. El punto crucial fue su matrimonio con una hija de Acab, Atalía; eso produjo muchos intercambios entre las dos casas reales, y en particular la adopción en el sur de la religión pagana que ya había infectado al norte. En vez de imitar la bondad de su padre, Joram eligió explotar su debilidad, porque fue Josafat quien imprudentemente promovió todas estas alianzas.
A pesar de la infidelidad de Joram el pacto de Adonay no le permite destruir a los descendientes de David como se lo merecen. Pero todavía hay pago por el pecado, y es Adonay mismo quien lo trae. La carta de Elías no se encuentra en Reyes, lo cual es sorprendente. Elías no fue un profeta que escribió ni tampoco profetizó en el sur. Sin embargo, la carta enfrenta una situación “norteña” en el reino sureño. Habla francamente del castigo merecido, y está rodeada de ejemplos de eso: 2 Crónicas 21.8–11 y 16-17 describen las catástrofes que resultaron por el pecado de Joram mismo y por haber desviado a otros. Todo lo que pudiera haber deseado, poderío, familia, salud, respeto, las cosas que indican la bendición de Dios sobre el obediente, lo perdió. Después de su muerte no recibió ni honor ni lamento, y el cronista asume que nadie querrá más información acerca de él.
6. Ocozías.
Esta vez el cronista ha abreviado mucho 2 Reyes 8.25–9.29. Esta historia de otro “rey malo” sucesivo hace resaltar lo que en este período era tan perjudicial para Judá, o sea la influencia del norte, especialmente la influencia de Atalía. Su posición primero como reina y luego como reina madre junto con su fuerte personalidad le otorgaba enorme poder. Y a pesar de la semejanza entre la hazaña de 2 Crónicas 22.5 y la que casi le costó la vida a su abuelo, Ocozías, igual que Joram, se debe considerar en contraste con Josafat. Quizá el evento más sorprendente en ambos reinados es la caída de Ocozías. A Jehú le tocó ejecutar juicio ya que, según Reyes, lo destruye a él y a su séquito como parte del proceso de limpieza del norte. Pero del punto de vista del sur, el trato de Jehú con la casa de Ocozías es tan importante como su trato con la casa de Acab: La clase de masacre que Joram causó en 2 Crónicas 22.4 y que su familia había sufrido en 2 Crónicas 21.16-17 ocurre nuevamente. Ese hecho, añadido a la muerte de Ocozías, quiere decir que no hay ningún hijo de David capaz de gobernar y el pacto de Dios con David para siempre está a punto de fallar. Pero la historia de Joram muestra que Adonay está siempre en control a través de tales eventos, de modo que los que le ocurren a Ocozías fueron de parte de Dios. De hecho donde dice la destrucción[31] quizá deberíamos leer que “un cambio de cosas” estaba dispuesto por parte de Dios como en 2 Crónicas 10.15.
2 Crónicas 22.8-9 difiere del pasaje paralelo en Reyes. Hasta cierto punto se les puede armonizar a los dos: La muerte de Ocozías pudo haber ocurrido antes de la de su familia y de su séquito, como dice 2 Reyes 9–10 y se asume que los lectores saben que su sepultura ocurrió en Jerusalén[32].
a. Atalía.
Esta sección comienza con la muerte de Ocozías y termina con la muerte de su madre Atalía. Pero su “reinado” es una anomalía. Ni empieza ni termina con la forma común de palabras. No pertenece a la casa de David y ni siquiera pertenece al reino de Judá. Sin que ella lo supiera, mientras ella ocupa el trono, un niño en el Templo ya es el rey verdadero. Su reinado de seis años es desechado en media frase mientras que se le dedica un capítulo entero al día de su muerte.
El declive de Judá a través de los reinados de su esposo y de su hijo ahora llega al punto más bajo. Pasa lo mismo que en el tiempo de Saúl dos siglos antes y es el peligro perpetuo; el pueblo de Dios se vende a los valores de sus vecinos paganos hasta que solo la casa de David los puede rescatar. Por cuarta vez todos los miembros de la familia real han sido muertos excepto uno, pero esta maldad también significa que en el plan de Dios la última y más improbable persona saldrá siendo la que Dios elegirá, como en el caso de David[33]. No se debe perder tampoco la semejanza con Lucas 1.
El capítulo 23 viene mayormente de 2 Reyes 11 pero el cronista tiene algunas observaciones que hacer. El golpe de Joiada es más extenso de lo que uno pensaría. El junta a líderes con influencia, llama una asamblea de todo Judá, atribuye lo que hace a la autoridad de Adonay, y presenta a Joás como rey en función; todo como en la versión de Reyes, pero intensificado. Lo que tres soberanos sucesivos han abandonado pero que Dios y su pueblo fiel han guardado en secreto, como al mismo Joás, ahora aparece nuevamente: Se hace un pacto para reafirmar la relación básica con Adonay. El apoyo popular del golpe marca el fin de Atalía, y la manera de pensar extranjera que ella había impuesto es desechada en favor del regreso a los principios de David y, antes de él, de Moisés. Así que tanto el trono como el Templo ahora son lo que deberían ser, y la revolución causa alegría y calma.
7. Joás.
Con la subida al trono de Joás vemos una vez más el “reinado de SEÑOR que está en manos de los hijos de David”[34], ya que bajo los últimos tres monarcas estuvo de hecho en las manos de la hija de Acab. El de Joás es el primer reinado de tres que comienzan bien, aunque no es hasta el tercero, el de Uzías, que vemos de nuevo gran esplendor.
a. Un buen comienzo.
El resumen de la primera mitad del reinado de Joás se encuentra en los primeros versículos, ya que tener una familia en Crónicas es frecuentemente la recompensa de Dios por la obediencia. En este caso también es algo más: La familia real que cuatro veces corrió el riesgo de extinción comienza a florecer nuevamente.
El proyecto del Templo de Joás tiene éxito y desde el principio representa su servicio a Dios y la recompensa de Dios. 2 Reyes 12 también contiene información de este período. Dejando de lado por el momento el pasaje curioso de 2 Crónicas 24.5–7, la obra de restauración se describe directamente y con bastante detalle.
En 2 Crónicas 24.5–7 la falta de diligencia de los levitas en recaudar los impuestos y contribuciones puede haber sido debido a que Joás había tomado la iniciativa con el ejemplo de la generosa ofrenda personal, como había hecho David. No podían contar con los fondos del Templo gracias al salvajismo de Atalía y sus hijos. Aparentemente llegaron a un arreglo mutuo: La “colecta” se transformó en la “contribución”. Ya que la idea de “buscar a Adonay” es tan central en la teología de Crónicas, quizá va en favor de Joás que esperaba ver en Joiada un espíritu de “buscador”.
b. Un mal fin.
De nuevo Crónicas está basado en 2 Reyes 12. También sigue un diseño que se repite mucho en la historia de Israel: Atalía primero, seguida por el Joás de 2 Crónicas 24.1–16, seguido por el Joás de 2 Crónicas 24.17–27, llevan a Israel por el mismo sube y baja que se vio antes con Saúl, y después con David y Salomón, seguidos por Roboam.
La pérdida de influencia de Joiada marca el cambio en Joás. Los jefes de Judá, se supone que son los mismos del antiguo partido de Atalía, emergen nuevamente y hacen pecar al rey y al pueblo. El hijo de Joiada se inspira a dar un mensaje claro al estilo de cualquiera de los profetas, en un grupo de palabras características del cronista. La más obvia es “abandonaron”: 2 Crónicas 24.18 se conecta con 2 Crónicas 24.20, luego con 2 Crónicas 24.24-25, siempre con la idea de “donde las dan las toman”. De la misma manera en que Joás “conspiró” contra Zacarías y lo mató, él mismo es la víctima de una conspiración y asesinato. Aun el “buscar” que Joás había requerido del padre de Zacarías, se le echa en cara en la frase “tome venganza”[35] de 2 Crónicas 24.22. Pero la venganza de Adonay no es inevitable; la idea de que uno recibe lo que merece es más complicada que eso; es para recordar a Israel de la posibilidad del arrepentimiento que se le envían profetas.
8. Amasías.
Igual que la de su padre, la historia de Amasías va de buen comienzo a mal final. Tiene una variación útil: Así como Joás necesitaba un guía fuerte, Amasías tenía las palabras sencillas de Dios por medio de un profeta. Se pueden encontrar en 2 Reyes 14, pero la versión de Crónicas es más completa.
a. Un buen comienzo.
No con un corazón íntegro puede ser que indique que Amasías hizo lo recto al principio y lo malo más tarde; pero lo más probable es que no confió en Dios desde el principio como lo insinúa 2 Crónicas 25.6 y 9. En verdad tuvo cuidado de quedarse dentro de lo que mandaba la ley en 2 Crónicas 25.4[36], pero eso tendría ecos irónicos.
2 Reyes 14.7 es un trampolín para el relato detallado de la guerra entre Amasías y Edom que vemos aquí. Considerando que su ejército no es suficientemente grande, contrata a mercenarios del norte, y por eso es reprendido por el primer profeta de los dos que hay en este capítulo. Abías y Asa le podrían haber dicho por qué fue reprendido. Su queja de que si hiciera lo recto le costaría mucho es probablemente una indicación de la falta de integridad en su fe, pero de todos modos lo hizo. El resultado es instructivo. Generalmente los ejemplos de causa y efecto del cronista son simples y rápidos, así que en este caso la obediencia resulta en la victoria. Pero frecuentemente la vida real no es tan simple; la obediencia de Amasías hace que los mercenarios desilusionados por la pérdida del botín que hubieran obtenido según el contrato, se vuelvan en contra de Judá. En todo caso, estos problemas que en su manera simple de pensar obviamente no merecía, lo deben haber hecho más cínico y cuidadoso de escuchar al próximo profeta.
b. Un mal fin.
La reprimenda del segundo profeta se debe al hecho de que importó dioses paganos. Parece que culpa a Amasías por ser no solo pecaminoso sino poco razonable. Pero, a lo mejor, su victoria mostró que había cambiado de lado. Se vuelve del consejo inoportuno al consejo ameno, y se embarca en otra guerra, esta vez en contra de Israel. Esto se debe a una combinación de causas: El deseo de Amasías de vengarse por los daños cometidos por los mercenarios que había despedido, su excesiva confianza después de la victoria en la última guerra, y el castigo de Dios por “buscar” a los dioses de Edom. Como consecuencia, Amasías sufre la invasión, derrota, captura, y destrucción y saqueo de Jerusalén.
La observación peculiar y curiosa en 2 Crónicas 25.25 refleja la situación especial. Amasías fue rehén en Samaria por diez años y solo después de la muerte de Joás pudo volver a Jerusalén por los próximos 15 años de su reinado. Mientras tanto el pueblo de Judá, enfrentado con el problema sin precedente de tener y no tener rey hizo a su hijo Uzías regente. Los que conspiraron para asesinarlo repetían la fatalidad de su padre Joás, y mostraban cómo lo que uno merece no siempre viene inmediatamente; en este caso parece que la conspiración se estuvo fraguando por 25 años.
[1] 2 Crónicas 10.16.
[2] 2 Crónicas 11.13-17; 28.9-25; 30.11; 1 Reyes 19.18.
[3] 2 Crónicas 10.15; 11.4.
[4] 2 Crónicas 23.17; 1 Reyes 30-33.
[5] 2 Crónicas 10.15; 11.4.
[6] 2 Crónicas 11.18-21.
[7] 1 Reyes 11.29-39.
[8] 2 Crónicas 12.15. NBLH
[9] 1 Reyes 12.25-33.
[10] 1 Reyes 11.1-8.
[11] 2 Crónicas 12.14. NBLH
[12] Esta es una ironía, dado lo que Roboam había hecho a Israel.
[13] 1 Reyes 11.14-40.
[14] 1 Reyes 15.1-8.
[15] Números 18.19.
[16] NBLH
[17] 1 Reyes 15.3.
[18] 1 Reyes 15.9-24.
[19] 1 Reyes 15.13-15.
[20] Si 2 Crónicas 16.1 quiere decir lo que parece decir, su enfermedad aparece como castigo merecido bastante rápido. Pero eso no explica los problemas que presenta esa cronología, ni lo que pasó en el año 35 (2 Crónicas 15.19), ni por qué Hanani predijo guerra, no enfermedad, como castigo para Asa (2 Crónicas 16.9). Por el otro lado, si 2 Crónicas 16.1 se refiere al año 36 del reino, las preguntas reciben respuesta.
[21] El reinado de Josafat aquí (2 Crónicas 17.7; 20.31) se fecha desde la enfermedad de Asa y la “corregencia” empezando en 873/872 a.C.; el reinado más corto insinuado en 2 Reyes 3.1; 8.16 se fecha desde la muerte de Asa en 870/869 a.C.
[22] 2 Crónicas 18.
[23] 1 Reyes 22.1-40, 48-49.
[24] Las BAD, CAB y Septuaginta lo dan a entender de esta manera, mientras las otras versiones dicen que eran los caminos de David.
[25] Santiago 2.22. NBLH
[26] 2 Crónicas 16.1-9.
[27] 2 Crónicas 19.1-3.
[28] 2 Crónicas 20.17. NBLH
[29] 1 Reyes 22.41-50.
[30] 2 Reyes 8.16-24.
[31] 2 Crónicas 22.7. NBLH
[32] 2 Reyes 9.28.
[33] 1 Crónicas 2.15.
[34] 2 Crónicas 13.8. NBLH
[35] NBLH
[36] Deuteronomio 24.16.
Apenas Salomón fue enterrado y ya el glorioso reino se derrumba. La división sigue los límites tribales antiguos: Una frontera de este a oeste al norte de Jerusalén deja hacia el sur a Judá y Benjamín, junto con Simeón, asimilado a Judá ya hace mucho tiempo, y también por supuesto los de la tribu de Leví que habitaban en esos territorios. Pero el pueblo interpretó la división como si fuera la tribu de David en contra de las demás, de modo que la parte del sur se llegó a conocer como “Judá” mientras que la mayoría se consideraban “Israel”[1].
Esto causa complicaciones en el uso del término “Israel” en el resto de Crónicas. En forma más amplia, se le usa en buen sentido para referirse al pueblo de Dios, tanto del norte como del sur. En un sentido político es solamente el reino del norte. Cuando se refiere a la gente, no es necesariamente malo, porque siempre se encuentran verdaderos israelitas allí[2], y hasta Jeroboam, el primer rey del norte, cumple con la voluntad de Dios al rebelarse contra Roboam[3]. Pero sí es malo cuando significa, como es por lo general el caso, que el sistema y los que están a cargo de él están determinados a mantenerse independientes del trono de David y del Templo de Salomón aun cuando ya no tienen razón para serlo, y todavía más cuando reyes como Acab y su familia no solo abandonan el ideal de David-Salomón sino que introducen dioses extranjeros[4].
Sin embargo, el cronista habla del norte solo cuando su historia tiene algo que ver con el sur, porque es de allí que seguirá la descendencia de David por los próximos 300 años y por 20 reinados. Su objetivo va a ser el demostrar cómo los sucesores de David y Salomón siguieron o ignoraron los ideales que ellos establecieron y si resultó en bendición o castigo.
BOSQUEJO 2 CRÓNICAS
Reinado de Salomón El don de sabiduría (Capítulo 1)
2 Crónicas 1-9 La construcción del Templo (2.1-5.1)
Dedicación del Templo (5.2-7.22)
Otras actividades de Salomón (Capítulo 8)
Sabiduría, esplendor y muerte de Salomón
(Capítulo 9)
División del reino y la historia Roboam (Capítulos 10-12)
de los reyes de Judá Abdías (13.1-14.1)
2 Crónicas 10-36 Asá (14.2-16.14)
Josafat (17.1-21.3)
Joram y Ocozías (21.4-22.9)
Joás (22.10-24.27)
Amasías (Capítulo 25)
Uzías (Capítulo 26)
Jotán (Capítulo 27)
Acaz (Capítulo 28)
Ezequías (Capítulos 29-32)
Manasés (33.1-20)
1. Roboam.
La necedad de Roboam fue tan grande al principio de su reinado que Adonay dijo que el norte tenía razón en rebelarse contra él[5]. En 1 Reyes 12.1–24 y 14.21–31 se presentan solo sus puntos malos. El cronista añade material de otras partes que indica que después del desastre inicial vino un período de reinado exitoso, luego un segundo desastre seguido por arrepentimiento y restauración. Por más que se casara con varios miembros de la familia de David[6], eso de por sí no pudo hacer a Roboam un rey al estilo de David, y el libro de Reyes tiene razón al insinuar que en general su reinado no fue un éxito. Pero el relato más imparcial del cronista, aunque llega a la misma conclusión, establece un modelo para el resto del libro: El pecado trae problemas; arrepentirse trae bendición.
a. El reino dividido.
Siquem había sido un lugar de importancia política y religiosa desde la antigüedad, y era un sitio apropiado y central para la asamblea de todo Israel para la coronación. El primer factor de tres que ponen a Roboam muy incómodo se encuentra en la persona de Jeroboam, hijo de Nabat, quien también aparece. Con él como líder natural las tribus le traen el segundo problema, impuestos y mano de obra forzosa. Se suponía que la mano de obra forzosa no afectaría a israelitas de nacimiento, pero parece que lo hizo de todas maneras.
Roboam consultó a consejeros ancianos y a jóvenes, y el obstinado consejo de los jóvenes ganó. Roboam iba en contra del principio bíblico de respetar la madurez, aunque, para ser justo con él, ya que los jóvenes eran sus contemporáneos, deben haber tenido al menos 40 años. Dándose cuenta de que no iban a ganar ninguna concesión, Jeroboam y las tribus del norte se sublevaron, y el tercer factor, la profecía de Ahías[7], regresó para burlarse de Roboam. Dios había dicho que esto iba a pasar, y pasó. El lema de la rebelión es un reverso irónico de 1 Crónicas 12.19. Roboam, quien no estaba listo para aceptarla todavía, envía a su ministro a cargo del tributo laboral para imponer el sistema aborrecible, con graves consecuencias.
b. La obediencia de Roboam.
Dios prohíbe otro intento de reunificar a Israel a la fuerza y hay que darle mérito a Israel porque desiste de atacar. Esta obediencia debe ser la razón para la bendición que sigue a continuación: Un programa de fortificaciones, un aumento considerable de la vida religiosa, y el crecimiento de la familia real. Parece que las ciudades fortificadas formaban una línea de defensa no contra el reino del norte, aunque “hubo guerra continuamente entre Roboam y Jeroboam”[8], sino contra invasiones del sur. Se dice solo lo suficiente acerca de la religión alternativa establecida por Jeroboam[9], para explicar el éxodo general del norte al sur de los israelitas que temían a Dios. Un becerro que representaba a Adonay era suficientemente malo, pero se le fue la mano con los machos cabríos que representaban a algún demonio regional. De acuerdo con nuestros valores morales, la familia de Roboam no solo era grande sino también tenía relaciones de consanguinidad; aquí, en todo caso, se le considera como algo virtuoso, en vista del relajamiento de Salomón en esta área[10], aunque 2 Crónicas 11.23 puede presentar problemas de acuerdo a la versión que se utilice, ya que la BAD dice: “les consiguió muchas esposas”; la BL95 dice: “dándoles todo lo necesario y procurando que se casaran”; la CAB dice: “y les procuró esposas”; la DHH: “consiguiéndoles muchas esposas”; la JER: “y les buscó mujeres”; la NC: “pidiendo para ellos muchas mujeres”; la NBLH: “y les buscó muchas mujeres”; la NM: “[les] procuró una multitud de esposas”; la RVA: “Y les buscó muchas mujeres”; la RV1865: “y pidió muchas mujeres”; la RV60 y la RV95: les dio “…muchas mujeres”; la RV2000 y la SSE: “y fue dado a muchas mujeres”; y la Septuaginta: “y pidió abundancia de mujeres”. Si al principio del versículo está hablando de la manera sabia como había actuado Roboam, es probable que las versiones que tienen la razón sean aquellas que se refieran a que Roboam consiguió esposas para sus hijos, no las que dicen que él fue dado a muchas mujeres, e incluso, podríamos dudar de las que hablan de que Roboam consiguió “muchas” esposas para ellos, por lo que nos inclinamos a pensar que la BL95, la CAB y la JER sean las versiones correctas.
La obediencia y por lo tanto la bendición duraron por tres años, tiempo no suficiente como para afectar el veredicto final: “…hizo lo malo…”[11].
c. Los últimos años de Roboam.
No es difícil ver en 2 Crónicas 12.1 el orgullo y la confianza en sí mismo que le llevaron directamente al pecado y finalmente al castigo de 2 Crónicas 12.2–4.
Sisac, el originador de la dinastía XXII, había reunificado Egipto[12] y ahora quería extender su poderío hacia el nordeste, sin duda en complicidad con Jeroboam y los líderes de Edom y Siria[13]. Los detalles de la invasión no provienen de Reyes; la fuente del cronista describe un ejército que es inmenso, aunque 60.000 probablemente debería ser “6.000”, y los registros de la campaña según Sisac indican que más de 150 ciudades fueron capturadas. Jerusalén no es una de esas, así que la profecía de 2 Crónicas 12.7 se cumplió y se sobornó a Sisac con el pillaje del Templo y el palacio.
El evento de más amplio alcance del reinado de Roboam fue la división del reino. Crónicas añade primeramente datos acerca de él que ilustran el principio que dice que “la obediencia lleva bendición” y ahora datos que ilustran el principio que dice que “la desobediencia lleva su castigo” y “el arrepentimiento lleva a la restauración”. El capítulo 12 contiene todos los términos clásicos con los que el cronista enseña esas cosas: rebelarse, el “abandono mutuo” en 2 Crónicas 12.5, humillarse; y 2 Crónicas 12.6 muestra el significado de la verdadera confesión y arrepentimiento: “Justo es Adonay” o sea: “Adonay tiene razón y nosotros no.” El fundamento de esta enseñanza fue establecido en la oración de Salomón y la respuesta de Dios. Aun con la bendición del capítulo 11 y la restauración del capítulo 12, tal vez debido más a que en Judá las cosas marchaban bien que al arrepentimiento del rey, queda el hecho de que a Roboam se le recuerda como el rey que dividió el reino e hizo lo malo.
2. Abías.
Crónicas le dedica a Abías tres veces más espacio que Reyes que lo desecha rápidamente como uno de los reyes malos[14]. Verdaderamente la influencia de la madre del rey no puede haber sido buena. Si no fuera por el incidente que cuenta Crónicas, Abías hubiera pasado a la historia como un rey mediocre.
La guerra entre el norte y el sur no era como para decidir el asunto de quién debía gobernar toda la nación sino que consistía más en apoderarse de tierras en pequeña escala, y en esos tiempos parece que Judá lo hacía mejor. Pero parecía que Abías estaba perdiendo la batalla que se describe aquí; la intención de las cifras en 2 Crónicas 13.3 es mostrar su desventaja. Aprovechó la oportunidad para dar un discurso extraordinario que expone algunos de los principios básicos de la teología del cronista.
En primer lugar, apela a todo Israel; aunque al principio se dirige a Jeroboam, muy pronto lo desciende de categoría bruscamente al referirse a él en tercera persona, como si ni siquiera estuviese allí. Lo más importante es la lealtad del pueblo y, si su lealtad es a Adonay, deben reconocer que Dios ha delegado su soberanía a la familia de David con un pacto de sal[15]. En el reinado previo esto marchó mal, por un lado por culpa de la rebelión y por el otro por la necedad. No importa realmente si fue el caso de que los hombres ociosos y perversos de 2 Crónicas 13.7 se reunieron alrededor de Roboam y lo persuadieron o “prevalecieron sobre más”[16] que él, o si se reunieron alrededor de Jeroboam y “se opusieron” a Roboam, el punto de Abías es el mismo. En estas circunstancias la rebelión fue parte del plan de Dios. Pero ahora las cosas han vuelto a la normalidad: hay un rey verdadero en el trono de David, un culto verdadero en el Templo de Salomón, y no hay excusas para tener un sustituto.
En esta ocasión Judá tiene no solo la teología correcta sino también la actitud correcta, así que el cronista omite la conclusión de Reyes[17], y termina con detalles positivos que indican la bendición de Dios.
3. Asa.
Igual que con Abías, el relato del cronista del reinado de Asa es tres veces más largo que el de Reyes[18]. También tiene complicaciones que desconciertan al lector moderno. La mayoría tiene que ver con fechas, aunque estas también tienen implicaciones para la teología. Para nuestra conveniencia, la tabla que sigue a continuación tiene las fechas desde la división del reino.
De la manera que se presenta la historia parece dar las siguientes fechas:
Año Evento Cita Bíblica
20 La accesión al trono de Asa 2 Crónicas 12.13; 13.2
30 Terminan los diez años de paz 2 Crónicas 14.10
¿? La invasión de Zéra 2 Crónicas 14.9
35 La ceremonia del pacto 2 Crónicas 15.10
55 Empieza la guerra 2 Crónicas 15.19
56 El ataque de Baasa 2 Crónicas 16.1
59 La enfermedad de Asa 2 Crónicas 16.12
61 La muerte de Asa 2 Crónicas 16.13
El problema con esto es que según 1 Reyes 16.6 y 8, Baasa murió en al año 46. De manera que un bosquejo alternativo asume que los años mencionados en 2 Crónicas 15.19 y 16.1 no son años del reinado de Asa sino del reino dividido.
Esto encaja bien, pero también tiene sus propios problemas: 2 Crónicas 15.19 y 16.1 representan los únicos ejemplos de esta manera de fijar fechas, es decir, en años del reino dividido; lo que es más, dicen claramente que estos son años del reinado de Asa y no del reino dividido. El problema queda sin solución.
Después de la nota de 1 Reyes 15.11 que Asa hizo lo bueno, el cronista dará detalles específicos en 2 Crónicas 14.3–15.15 de lo recto que fue, con material de distinto origen. Asuntos religiosos y militares muestran tanto la obediencia de Asa como la bendición de Dios, y dos veces se utiliza el término clásico reposo. También el favorito del cronista, “buscar”, y se habla de este Dios al cual se busca como el Dios personal de Asa, el Dios histórico de Israel y el Dios colectivo de la nación.
Se pone a prueba el ejército que él ha movilizado cuando Judá es invadida por otro ejército más grande. Las cifras parecen inmensas; el pueblo de Dios tiene la desventaja y debe confiar en su Dios. No se identifica al enemigo; varias sugerencias incluyen el ejército egipcio al mando de un general nubio. Las palabras memorables del 2 Crónicas 15.11 muestran cómo en una crisis suprema, más que en cualquiera otra ocasión, el corazón del rey reposa en Adonay, y es muy claro que es Adonay quien gana la victoria.
Año Evento Cita Bíblica
20 La accesión al trono de Asa 2 Crónicas 12.13; 13.2
30 Terminan los diez años de paz 2 Crónicas 14.1
35 Empieza la guerra; la invasión de Zéra; 2 Crónicas 14.9; 15.19, 10
la ceremonia del pacto
36 El ataque de Baasa 2 Crónicas 16.1
59 La enfermedad de Asa 2 Crónicas 16.12
61 La muerte de Asa 2 Crónicas 16.13
a. La palabra de Adonay.
La mayor parte de este capítulo una vez más proviene de una fuente que no es Reyes. A primera vista, la profecía de Azarías viene después de la victoria de Asa; parece que conduce a una reforma renovada, aun más que la de 2 Crónicas 14.3–5, y la ceremonia de renovación incluye botín. Por el otro lado, puede ser que 2 Crónicas 15.1–15 especifiquen en qué consistía el movimiento general de 2 Crónicas 14.2–7.
El mensaje de Azarías es primeramente una declaración en términos bien claros de lo que en Crónicas llamamos “castigo o bendición merecidos”. Aunque se le llama una profecía, los verbos en la parte principal de ella pueden estar tanto en tiempo futuro o pasado, y generalmente se les considera una mirada hacia el pasado, específicamente al libro de los Jueces, porque las descripciones se asemejan a ese período que también ponía énfasis en el tema de “castigo o bendición merecidos”: En aquel entonces tanto como hoy en día era un asunto de buscar y de ser hallado. Vale mencionar que el Dios que habla por medio de Azarías es el Dios del rey, de su pueblo y de sus antepasados. La ceremonia del pacto que se observa en el año 15 de Asa abarca todo, y otra vez tiene que ver con el buscar a Adonay.
Los últimos versículos, donde el cronista vuelve a Reyes[19] nos dejan con dos preguntas. En 2 Crónicas 15.17 parece que se contradice 2 Crónicas 14.3; sin embargo, 2 Crónicas 14.2–8 tienen que ver con Judá mientras que es muy probable que Israel en este versículo se refiera al territorio del norte que Asa adquirió más tarde. En 2 Crónicas 15.19 parecería que el cronista contradice 1 Reyes 15.16 y 32, pero sin lugar a dudas esos versículos se refieren a la “guerra fría” continua entre Asa y Baasa, que no estalló hasta el ataque de 2 Crónicas 16.1.
b. La voz del mundo.
El ataque de Baasa es una prueba para Asa, y una en la que él habrá de fallar. El reino del norte y su vecino del norte, Siria, son mutuamente hostiles por la mayor parte de este período; una alianza entre Judá y Siria es políticamente astuta, Asa tiene recursos para pagar lo que cueste, ya hay un precedente establecido, y le sale bien. El mundo que los rodea diría que era lo más obvio. Pero de esa manera comenzó a no consultar a Adonay. Por lo que sigue notamos: La venida de otro profeta; la lección de que la sabiduría de Asa parecía producir buenos resultados, pero que confiar en Dios hubiera producido mejores; la repetición de esa sencilla lección de confiar, tan básica en las enseñanzas bíblicas, y la apelación a hechos del pasado para confirmarla; la garantía que se recibe lo que se merece[20]; y por primera vez tal rebeldía que el rey de Dios persigue al profeta de Dios. Esto hace juego con la terquedad de 2 Crónicas 16.12.
4. Josafat[21].
El relato del reinado de Josafat en muchos aspectos es como el de su padre, pero no tiene la conclusión deprimente de rebelión prolongada, ni el marco cronológico que recibió el reinado de Asa. También es mucho más completo y presenta dos características sorprendentes. Los primeros 40 versículos de 1 Reyes 22 cuentan la historia de la alianza entre Josafat y Acab[22], y diez versículos más que dan notas generales acerca de su reinado completan el relato en Reyes; la versión en Crónicas es el doble de largo, lo cual muestra su verdadera importancia. Lo que es más, ninguno de los dos acontecimientos principales que Crónicas toma de Reyes, ni el largo ni el corto[23], presentan a Josafat en buena luz, y el cronista hasta añade la desaprobación de los profetas; sin embargo, tras pensarlo detenidamente lo considera un gran rey y un buen monarca, y aun como un segundo Salomón.
a. El esplendor de Josafat.
Después de medio versículo de introducción tomado de 1 Reyes 15.24, el cronista describe la bondad y el esplendor de Josafat. Los dos elementos están entretejidos: Poderío y prosperidad, como siempre, se consideran de bendición procediendo de la búsqueda honesta de Dios; 2 Crónicas 17.3 probablemente se debería leer “anduvo en los primeros caminos de su padre”[24], o sea Asa. De modo que el programa de enseñanza religiosa le extiende a su pueblo su propio amor a Dios y sus leyes, sus riquezas y honor son famosos entre las naciones y también dentro de Judá, y listas de ejércitos complementan las notas militares de 2 Crónicas 17.1-2. Un desarrollo similar se puede ver en Josafat mismo. Él promovió su fe personal en Dios, y era una fe que “actuaba juntamente con sus obras”[25], una religión activa y no quieta: buscó al Dios de su padre, andando según sus mandamientos, y lo hizo de tal manera que su pueblo recibió bendición bajo su soberanía.
b. La campaña contra Ramot de Galaad.
Esta sección sigue la historia de 1 Reyes 22, pero la mención del esplendor de Josafat y el banquete en su honor son solo los primeros de varios cambios que hacen que el rey del sur sea el personaje principal en vez del rey del norte; el relato termina con eventos y una profecía que tienen que ver con Josafat pero no con Acab, como en 1 Reyes 22.36–39.
2 Crónicas 18.1 se refiere al capítulo 17, dando una introducción muy positiva y luego se anticipa la secuela insatisfactoria. La alianza matrimonial, de la cual habrían de provenir problemas interminables, incumbía al hijo de Josafat, Joram, y la hija de Acab, Atalía. La alianza militar también fue poco aconsejable. Al final de la historia se descubre que Siria es el enemigo en cuyas manos ha caído la ciudad de Ramot de Galaad, y nos damos cuenta de que el cronista ve el modelo de Asa repetido en su hijo, o sea, un buen comienzo, una secuela estúpida y un profeta que dice en el primer caso: “No deberías haberte unido a Siria en contra de Israel”[26], y en el segundo caso: “No deberías haberte unido a Israel en contra de Siria”[27].
Pero Josafat es más que un mero Asa en tamaño mayor. Se alude a la integridad de su carácter en las palabras proféticas de Micaías en 2 Crónicas 18.16. Se preocupa de todo Israel con el corazón de un pastor y cree que lo mejor que puede hacer es literalmente, ir de acuerdo con Acab y asumir que las diferencias que tienen entre ellos mismos no tienen importancia. La profecía de Sedequías dice que eso es lo correcto, aunque los eventos que siguen prueban que estaba equivocado; la de Micaías dice que esto no irá bien, y revela algo que pasa detrás del escenario que es mucho más siniestro; la de Jehú le dice a Josafat que su gran corazón tiene que ser más discernidor y al mismo tiempo más despiadado.
Hay otros dos puntos en 2 Crónicas 19.1–3 acerca de estas profecías. De acuerdo con la de Micaías, Josafat en verdad volvió en paz a su casa. Según la profecía de Jehú, nos preguntamos cómo y cuándo vino la ira de Adonay.
c. Las reformas judiciales de Josafat.
Estos versículos parecen hacer juego con el capítulo 17. Ninguno de los pasajes provienen de Reyes, y ambos tienen que ver con los éxitos de Josafat, un rey bueno y grande como Salomón; este tiene que ver con su sabiduría en el área de gobernar. Quizá este proyecto es un intento de prevenir la ira que amenaza en 2 Crónicas 19.2; quizá la intención es mostrar otra semejanza con el relato de Asa en donde otra obra de reforma aparentemente siguió al mensaje profético.
2 Crónicas 19.6–10 en general está de acuerdo con las disposiciones de Deuteronomio 16.18–17.13. El interés personal de Josafat en el asunto recuerda al de Samuel en 1 Samuel 7.15–17; y también brilla su propio carácter como una persona que se preocupa verdaderamente por el bienestar de su pueblo.
d. La invasión de Judá.
Este relato aparece solo en Crónicas. Hay similitudes y diferencias entre él y los eventos de 2 Reyes 3. La invasión que se describe aquí no puede ser “la ira de Adonay” anunciada en 2 Crónicas 19.2, pero parece haber sido permitida por Dios como oportunidad para probar su salvación y no enviada como castigo.
Existe un poco de confusión acerca de quiénes fueron los invasores y de dónde vinieron, pero en todo caso fue una gran multitud que se acercaba desde la dirección del mar Muerto. Es importante notar que lo primero que se dice acerca del héroe del relato es que Josafat tuvo temor. El relato ya ha demostrado cuán difícil le era ser duro. Quizá debido a que le faltaba esa clase de fuerza interna, el autor de Reyes no lo pudo ver en el papel de héroe. Pero su temor le hace “buscar a Adonay”, y lo que es más, hace que toda la nación se una a él para buscar a Adonay: Sin duda como resultado del diligente cuidado pastoral de su pueblo evidente en los capítulos 17 y 19.
Al frente de la congregación eleva su oración basada en los hechos del pasado, refiriéndose a Salomón, a David, a Josué y a Abraham, y aplicándolos a los hechos del presente. En el clímax de la oración la debilidad de Josafat se hace evidente como el camino indispensable para recibir la bendición de Dios. Igualmente memorable es la inspirada respuesta que procede de la boca del levita Jahaziel; otra referencia al pasado, en este caso a Deuteronomio 20.2–4: “No necesitan pelear en esta batalla; tomen sus puestos y estén quietos, y vean la salvación del SEÑOR con ustedes, oh Judá y Jerusalén. No teman ni se acobarden; salgan mañana al encuentro de ellos porque el SEÑOR está con ustedes”[28]. Los eventos de la mañana siguiente muestran la misma fe “que actuaba juntamente con sus obras” de parte de Josafat que también había caracterizado a Asa en circunstancias similares, y también muestran la victoria de Adonay que trae gran honra y gloria a su nombre.
e. El fin del reinado de Josafat.
Con 2 Crónicas 20.31 nuevamente convergemos con Reyes[29], aunque hay algunas diferencias. Se destacan cuatro problemas. 2 Crónicas 20.31 parece diferir de 2 Reyes 3.1 y 8.16. 2 Crónicas 20.33 difiere de 2 Crónicas 17.6, aunque ni al autor ni a sus lectores de la época les hubiera parecido raro esto; Josafat fue uno de los que eliminó los “lugares altos”, aunque 25 años más tarde algunos ejemplos particulares evadían su vista. Es probable que el libro de los reyes de Israel no sea el libro de Reyes de nuestra Biblia. 2 Crónicas 20.35–37 son distintos que 1 Reyes 22.48–49, pero puede ser que sencillamente sean la primera parte de la historia: Ejemplo de otra alianza estúpida con el reino del norte, de manera que al triunfo de la confianza en 2 Crónicas 20.1–30 lo sigue un recuerdo de la continua debilidad de Josafat. Reyes toma el hilo de la historia al punto en que los barcos fueron destrozados, y muestra a un rey que finalmente ha aprendido su lección y nunca más hará acuerdos con la casa de Acab. Ya se ha hecho suficiente daño y el capítulo 21 lo describirá.
5. Joram.
El relato en Crónicas es dos veces más largo que el de Reyes[30], subrayando la maldad de un rey malo. El contraste con lo que ya se ha dicho está muy bien hecho en 2 Crónicas 21.2–4; la familia grande y próspera que se le dio al buen rey Josafat como señal de la bendición de Dios es lo primero que destruye su hijo. El trono que Joram heredó era “israelita” en el buen sentido, pero se convirtió en uno “israelita” en el sentido malo. El punto crucial fue su matrimonio con una hija de Acab, Atalía; eso produjo muchos intercambios entre las dos casas reales, y en particular la adopción en el sur de la religión pagana que ya había infectado al norte. En vez de imitar la bondad de su padre, Joram eligió explotar su debilidad, porque fue Josafat quien imprudentemente promovió todas estas alianzas.
A pesar de la infidelidad de Joram el pacto de Adonay no le permite destruir a los descendientes de David como se lo merecen. Pero todavía hay pago por el pecado, y es Adonay mismo quien lo trae. La carta de Elías no se encuentra en Reyes, lo cual es sorprendente. Elías no fue un profeta que escribió ni tampoco profetizó en el sur. Sin embargo, la carta enfrenta una situación “norteña” en el reino sureño. Habla francamente del castigo merecido, y está rodeada de ejemplos de eso: 2 Crónicas 21.8–11 y 16-17 describen las catástrofes que resultaron por el pecado de Joram mismo y por haber desviado a otros. Todo lo que pudiera haber deseado, poderío, familia, salud, respeto, las cosas que indican la bendición de Dios sobre el obediente, lo perdió. Después de su muerte no recibió ni honor ni lamento, y el cronista asume que nadie querrá más información acerca de él.
6. Ocozías.
Esta vez el cronista ha abreviado mucho 2 Reyes 8.25–9.29. Esta historia de otro “rey malo” sucesivo hace resaltar lo que en este período era tan perjudicial para Judá, o sea la influencia del norte, especialmente la influencia de Atalía. Su posición primero como reina y luego como reina madre junto con su fuerte personalidad le otorgaba enorme poder. Y a pesar de la semejanza entre la hazaña de 2 Crónicas 22.5 y la que casi le costó la vida a su abuelo, Ocozías, igual que Joram, se debe considerar en contraste con Josafat. Quizá el evento más sorprendente en ambos reinados es la caída de Ocozías. A Jehú le tocó ejecutar juicio ya que, según Reyes, lo destruye a él y a su séquito como parte del proceso de limpieza del norte. Pero del punto de vista del sur, el trato de Jehú con la casa de Ocozías es tan importante como su trato con la casa de Acab: La clase de masacre que Joram causó en 2 Crónicas 22.4 y que su familia había sufrido en 2 Crónicas 21.16-17 ocurre nuevamente. Ese hecho, añadido a la muerte de Ocozías, quiere decir que no hay ningún hijo de David capaz de gobernar y el pacto de Dios con David para siempre está a punto de fallar. Pero la historia de Joram muestra que Adonay está siempre en control a través de tales eventos, de modo que los que le ocurren a Ocozías fueron de parte de Dios. De hecho donde dice la destrucción[31] quizá deberíamos leer que “un cambio de cosas” estaba dispuesto por parte de Dios como en 2 Crónicas 10.15.
2 Crónicas 22.8-9 difiere del pasaje paralelo en Reyes. Hasta cierto punto se les puede armonizar a los dos: La muerte de Ocozías pudo haber ocurrido antes de la de su familia y de su séquito, como dice 2 Reyes 9–10 y se asume que los lectores saben que su sepultura ocurrió en Jerusalén[32].
a. Atalía.
Esta sección comienza con la muerte de Ocozías y termina con la muerte de su madre Atalía. Pero su “reinado” es una anomalía. Ni empieza ni termina con la forma común de palabras. No pertenece a la casa de David y ni siquiera pertenece al reino de Judá. Sin que ella lo supiera, mientras ella ocupa el trono, un niño en el Templo ya es el rey verdadero. Su reinado de seis años es desechado en media frase mientras que se le dedica un capítulo entero al día de su muerte.
El declive de Judá a través de los reinados de su esposo y de su hijo ahora llega al punto más bajo. Pasa lo mismo que en el tiempo de Saúl dos siglos antes y es el peligro perpetuo; el pueblo de Dios se vende a los valores de sus vecinos paganos hasta que solo la casa de David los puede rescatar. Por cuarta vez todos los miembros de la familia real han sido muertos excepto uno, pero esta maldad también significa que en el plan de Dios la última y más improbable persona saldrá siendo la que Dios elegirá, como en el caso de David[33]. No se debe perder tampoco la semejanza con Lucas 1.
El capítulo 23 viene mayormente de 2 Reyes 11 pero el cronista tiene algunas observaciones que hacer. El golpe de Joiada es más extenso de lo que uno pensaría. El junta a líderes con influencia, llama una asamblea de todo Judá, atribuye lo que hace a la autoridad de Adonay, y presenta a Joás como rey en función; todo como en la versión de Reyes, pero intensificado. Lo que tres soberanos sucesivos han abandonado pero que Dios y su pueblo fiel han guardado en secreto, como al mismo Joás, ahora aparece nuevamente: Se hace un pacto para reafirmar la relación básica con Adonay. El apoyo popular del golpe marca el fin de Atalía, y la manera de pensar extranjera que ella había impuesto es desechada en favor del regreso a los principios de David y, antes de él, de Moisés. Así que tanto el trono como el Templo ahora son lo que deberían ser, y la revolución causa alegría y calma.
7. Joás.
Con la subida al trono de Joás vemos una vez más el “reinado de SEÑOR que está en manos de los hijos de David”[34], ya que bajo los últimos tres monarcas estuvo de hecho en las manos de la hija de Acab. El de Joás es el primer reinado de tres que comienzan bien, aunque no es hasta el tercero, el de Uzías, que vemos de nuevo gran esplendor.
a. Un buen comienzo.
El resumen de la primera mitad del reinado de Joás se encuentra en los primeros versículos, ya que tener una familia en Crónicas es frecuentemente la recompensa de Dios por la obediencia. En este caso también es algo más: La familia real que cuatro veces corrió el riesgo de extinción comienza a florecer nuevamente.
El proyecto del Templo de Joás tiene éxito y desde el principio representa su servicio a Dios y la recompensa de Dios. 2 Reyes 12 también contiene información de este período. Dejando de lado por el momento el pasaje curioso de 2 Crónicas 24.5–7, la obra de restauración se describe directamente y con bastante detalle.
En 2 Crónicas 24.5–7 la falta de diligencia de los levitas en recaudar los impuestos y contribuciones puede haber sido debido a que Joás había tomado la iniciativa con el ejemplo de la generosa ofrenda personal, como había hecho David. No podían contar con los fondos del Templo gracias al salvajismo de Atalía y sus hijos. Aparentemente llegaron a un arreglo mutuo: La “colecta” se transformó en la “contribución”. Ya que la idea de “buscar a Adonay” es tan central en la teología de Crónicas, quizá va en favor de Joás que esperaba ver en Joiada un espíritu de “buscador”.
b. Un mal fin.
De nuevo Crónicas está basado en 2 Reyes 12. También sigue un diseño que se repite mucho en la historia de Israel: Atalía primero, seguida por el Joás de 2 Crónicas 24.1–16, seguido por el Joás de 2 Crónicas 24.17–27, llevan a Israel por el mismo sube y baja que se vio antes con Saúl, y después con David y Salomón, seguidos por Roboam.
La pérdida de influencia de Joiada marca el cambio en Joás. Los jefes de Judá, se supone que son los mismos del antiguo partido de Atalía, emergen nuevamente y hacen pecar al rey y al pueblo. El hijo de Joiada se inspira a dar un mensaje claro al estilo de cualquiera de los profetas, en un grupo de palabras características del cronista. La más obvia es “abandonaron”: 2 Crónicas 24.18 se conecta con 2 Crónicas 24.20, luego con 2 Crónicas 24.24-25, siempre con la idea de “donde las dan las toman”. De la misma manera en que Joás “conspiró” contra Zacarías y lo mató, él mismo es la víctima de una conspiración y asesinato. Aun el “buscar” que Joás había requerido del padre de Zacarías, se le echa en cara en la frase “tome venganza”[35] de 2 Crónicas 24.22. Pero la venganza de Adonay no es inevitable; la idea de que uno recibe lo que merece es más complicada que eso; es para recordar a Israel de la posibilidad del arrepentimiento que se le envían profetas.
8. Amasías.
Igual que la de su padre, la historia de Amasías va de buen comienzo a mal final. Tiene una variación útil: Así como Joás necesitaba un guía fuerte, Amasías tenía las palabras sencillas de Dios por medio de un profeta. Se pueden encontrar en 2 Reyes 14, pero la versión de Crónicas es más completa.
a. Un buen comienzo.
No con un corazón íntegro puede ser que indique que Amasías hizo lo recto al principio y lo malo más tarde; pero lo más probable es que no confió en Dios desde el principio como lo insinúa 2 Crónicas 25.6 y 9. En verdad tuvo cuidado de quedarse dentro de lo que mandaba la ley en 2 Crónicas 25.4[36], pero eso tendría ecos irónicos.
2 Reyes 14.7 es un trampolín para el relato detallado de la guerra entre Amasías y Edom que vemos aquí. Considerando que su ejército no es suficientemente grande, contrata a mercenarios del norte, y por eso es reprendido por el primer profeta de los dos que hay en este capítulo. Abías y Asa le podrían haber dicho por qué fue reprendido. Su queja de que si hiciera lo recto le costaría mucho es probablemente una indicación de la falta de integridad en su fe, pero de todos modos lo hizo. El resultado es instructivo. Generalmente los ejemplos de causa y efecto del cronista son simples y rápidos, así que en este caso la obediencia resulta en la victoria. Pero frecuentemente la vida real no es tan simple; la obediencia de Amasías hace que los mercenarios desilusionados por la pérdida del botín que hubieran obtenido según el contrato, se vuelvan en contra de Judá. En todo caso, estos problemas que en su manera simple de pensar obviamente no merecía, lo deben haber hecho más cínico y cuidadoso de escuchar al próximo profeta.
b. Un mal fin.
La reprimenda del segundo profeta se debe al hecho de que importó dioses paganos. Parece que culpa a Amasías por ser no solo pecaminoso sino poco razonable. Pero, a lo mejor, su victoria mostró que había cambiado de lado. Se vuelve del consejo inoportuno al consejo ameno, y se embarca en otra guerra, esta vez en contra de Israel. Esto se debe a una combinación de causas: El deseo de Amasías de vengarse por los daños cometidos por los mercenarios que había despedido, su excesiva confianza después de la victoria en la última guerra, y el castigo de Dios por “buscar” a los dioses de Edom. Como consecuencia, Amasías sufre la invasión, derrota, captura, y destrucción y saqueo de Jerusalén.
La observación peculiar y curiosa en 2 Crónicas 25.25 refleja la situación especial. Amasías fue rehén en Samaria por diez años y solo después de la muerte de Joás pudo volver a Jerusalén por los próximos 15 años de su reinado. Mientras tanto el pueblo de Judá, enfrentado con el problema sin precedente de tener y no tener rey hizo a su hijo Uzías regente. Los que conspiraron para asesinarlo repetían la fatalidad de su padre Joás, y mostraban cómo lo que uno merece no siempre viene inmediatamente; en este caso parece que la conspiración se estuvo fraguando por 25 años.
[1] 2 Crónicas 10.16.
[2] 2 Crónicas 11.13-17; 28.9-25; 30.11; 1 Reyes 19.18.
[3] 2 Crónicas 10.15; 11.4.
[4] 2 Crónicas 23.17; 1 Reyes 30-33.
[5] 2 Crónicas 10.15; 11.4.
[6] 2 Crónicas 11.18-21.
[7] 1 Reyes 11.29-39.
[8] 2 Crónicas 12.15. NBLH
[9] 1 Reyes 12.25-33.
[10] 1 Reyes 11.1-8.
[11] 2 Crónicas 12.14. NBLH
[12] Esta es una ironía, dado lo que Roboam había hecho a Israel.
[13] 1 Reyes 11.14-40.
[14] 1 Reyes 15.1-8.
[15] Números 18.19.
[16] NBLH
[17] 1 Reyes 15.3.
[18] 1 Reyes 15.9-24.
[19] 1 Reyes 15.13-15.
[20] Si 2 Crónicas 16.1 quiere decir lo que parece decir, su enfermedad aparece como castigo merecido bastante rápido. Pero eso no explica los problemas que presenta esa cronología, ni lo que pasó en el año 35 (2 Crónicas 15.19), ni por qué Hanani predijo guerra, no enfermedad, como castigo para Asa (2 Crónicas 16.9). Por el otro lado, si 2 Crónicas 16.1 se refiere al año 36 del reino, las preguntas reciben respuesta.
[21] El reinado de Josafat aquí (2 Crónicas 17.7; 20.31) se fecha desde la enfermedad de Asa y la “corregencia” empezando en 873/872 a.C.; el reinado más corto insinuado en 2 Reyes 3.1; 8.16 se fecha desde la muerte de Asa en 870/869 a.C.
[22] 2 Crónicas 18.
[23] 1 Reyes 22.1-40, 48-49.
[24] Las BAD, CAB y Septuaginta lo dan a entender de esta manera, mientras las otras versiones dicen que eran los caminos de David.
[25] Santiago 2.22. NBLH
[26] 2 Crónicas 16.1-9.
[27] 2 Crónicas 19.1-3.
[28] 2 Crónicas 20.17. NBLH
[29] 1 Reyes 22.41-50.
[30] 2 Reyes 8.16-24.
[31] 2 Crónicas 22.7. NBLH
[32] 2 Reyes 9.28.
[33] 1 Crónicas 2.15.
[34] 2 Crónicas 13.8. NBLH
[35] NBLH
[36] Deuteronomio 24.16.