34. 1.40-41 Andrés
se manifiesta como un hombre dispuesto a evangelizar. Su mensaje no está
compuesto de una teología ni homilética complicada, sino que simplemente dice a
su hermano Simón: Hemos encontrado al Mesías.
35. 1.42 La tarea de Andrés no se limitó solo a anunciar la buena nueva, sino que llevó a Simón hasta Jesús, quien, haciendo uso de ese humor fino de nuestro Señor, le da un sobrenombre que va más de acuerdo a su personalidad: Simón significa “Uno que oye y obedece”, pero este hombre necesitaba algo más: Pedro, “piedrilla”, una roca dura pero no tanto como para servir de base, sino alguien que en cierto modo es incómodo, pero que puede servir para darle amarre a una construcción.
36. 1.43-44 De nuevo Juan hace uso del tiempo definido, “el siguiente día”, lo que nos hace ver que está llevando un registro cronológico, por lo menos hasta el momento.
Tanto Felipe, Andrés y Pedro eran de Betsaida y es probable ue se conocieran. Betsaida o Betseda, es un nombre que viene del griego: “Βηθσαΐδα”, “lugar de pesca”, y es el nombre de dos lugares en Israel mencionados por la Biblia. Herodes Filipos, el tetrarca la reedificó y le dio el nombre de Julias, en honor de Julia, la hija de Augusto. Plinio y Jerónimo nos dicen que se encontraba al Este del Jordán, y hay dos sitios posibles: al-Tell o Masadiya. Ambos lugares se encuentran muy cerca uno de otro, pero el segundo está más cerca de la ribera. Sin embargo, en Marcos 6.45, los discípulos fueron enviados del lado Este del Jordán a Betsaida, hacia Capernaum; por ello se ha postulado la existencia de una segunda Betsaida al Oeste del Jordán, localizada tal vez en Ayn al-Tabigha. Se afirma que esta también es Betsaida “de Galilea”[1], ya que la división política de Galilea puede no haber llegado hasta el Este del Jordán. Pero esto es poco probable; “Galilea” no se menciona necesariamente en el sentido técnico. Es posible que un suburbio de Julias en la margen Oeste convenga más a Marcos 6.45; Capernaum no estaba lejos de allí[2].
Ciudad de la Gaulanitis en la Tetrarquía de Filipo, situada junto a la ribera norte del lago de Genesaret. En el evangelio se la llama “Betsaida de Galilea”[3] por su proximidad a esta última región con la que era ciudad fronteriza. Etimologicamente Betsaida quiere decir “Casa del pescado”, lo que concuerda con su situación geográfica en la zona más rica en pesca de todo el lago o Mar de Galilea. Fue elevada de categoría política con el título de polis por el tetrarca Filipo, que le dio el sobrenombre de lulias, probablemente en honor de Livia, la esposa de Augusto, que había adoptado también como suyo el nombre de la familia imperial. La ciudad acuñó moneda propia con el nombre de la emperatriz Julia Augusta hacia el año 30 tras la muerte de esta. Betsaida aparece tanto en las obras de Flavio Josefo, como en los Evangelios repetidas veces. Estos aluden directamente a la curación de un ciego en uno de los barrios periféricos de la ciudad[4], pero la famosa lamentación de Jesús: “Ay de ti Corozaín, ay de ti Betsaida, que si en Tiro y en Sidón se hubieran hecho los milagros realizados en vosotras, hace tiempo que, vestidas de saco y sentadas sobre ceniza, se habrían convertido”[5], indica claramente que la ciudad fue repetidamente visitada por Jesús. Tras las excavaciones arqueológicas que vienen realizándose en el lugar de Et-Tell desde 1988, hoy no cabe ya duda de que este fue el verdadero emplazamiento de Betsaida, y no El-Araj en la misma costa, al sureste de la primera, donde los restos hallados no se remontan más allá del siglo IV d.C. Si bien es cierto que el tell, donde se levantan las ruinas de Betsaida, está a unos 25 metros por encima de la llanura y a 2,5 Kilómetros de la actual orilla del lago, está demostrado que esta ribera ha sufrido varios cambios geológicos en los últimos dos mil años y que en aquella época las aguas del Mar de Galilea penetraban por un amplio canal hasta la misma base del tell[6].
37. 1.45-46 De la misma manera que Andrés encontró a Pedro, Felipe halló a Natanael. Natanael significa “don de Dios”, y aparece únicamente en Juan 1.45–51; 21.2. Parece ser uno de los “Doce” y se lo ha identificado diversamente, especialmente con Bartolomé. El nombre Bartolomé es un patronímico, y el que lo ostentaba tenía otro nombre también: Bar: hijo, de Tholmai. Bartolomé aparece al lado de Felipe en las listas de los “Doce” en los sinópticos[7]. Algunos, con muy poco justificativo, han identificado a Natanael con Mateo, Matías, Juan, Simón el cananeo, o Esteban. Otros, con menos justificativo todavía, han negado su existencia real. Era de Caná de Galilea, y fue llevado a Jesús por Felipe, pero era escéptico en cuanto a la posibilidad de un Mesías procedente de Nazaret. Se sorprendió de que Jesús ya lo conociera, habiéndolo visto debajo de la higuera. Esto evidencia un despliegue de poder sobrenatural, aunque lo de la “higuera” puede ser simbólico del estudio de la ley o de prosperidad. Fue él quien confesó que Jesús era el Hijo de Dios y el Rey de Israel. Era la confesión de “un verdadero israelita, en quien no hay engaño”, pero parecería limitar el mesiazgo a Israel. Cristo le prometió una visión más grande, la del Hijo del hombre como el vínculo entre el cielo y toda la humanidad[8]. Fue uno de los que vieron a Cristo después de la resurrección cuando apareció a orillas del mar de Tiberias[9].
38. 1.47 La ominiciencia de Jesús se revela no solo aquí, sino en 2.24-25; 4.29; 7.64; 11.14; Mateo 9.4; 12.25; Lucas 5.22; 11.17, y otros.
Un “verdadero israelita” no era solamente el haber nacido de padres israelitas, sino tener un corazón puro, dispuesto para Dios[10].
39. 1.48-50 Natanael se extrañó de las palabras de Jesús y cuando este le manifestó que lo había visto desde antes, mostrando su omnisciencia, Natanael recibió una revelación: Estaba frente al Mesías.
40. 1.51 Jesús utiliza 25 veces la expresión de doble “amén” o “así sea”, para hacer énfasis en alguna verdad. Aquí les asegura no solo que Él es el Mesías, de manera escondida, y que ellos serán testigos de cosas celestiales, algo que Jacob apenas había soñado[11].
Hijo del Hombre es el nombre que Jesús mismo utiliza para sí mismo de manera constante. Esta expresión se encuentra en el Antiguo Testamento y Jesús la utilizó como una descripción de sí mismo en el Nuevo. En hebreo, “hijo de hombre” significa un hombre individual, un hombre del género humano[12]. Esta frase fue usada una vez por el Señor dirigiéndose a Daniel[13] y más de 80 veces dirigiéndose a Ezequiel. Probablemente, el Señor quiso enfatizarles a ellos que eran, después de todo, solamente hombres de la tierra, a pesar de tener el privilegio de recibir la palabra divina. En Salmos 80.17, el rey de Israel es llamado el hijo del hombre a quien Dios ha levantado para sí mismo. Daniel usó esta frase para describir a un personaje a quien él vio en una visión de noche[14]; está, por regla general, totalmente de acuerdo con los hechos el ver aquí a una profética figura mesiánica del Señor Jesucristo.
Jesús se llamó a sí mismo Hijo de Hombre 82 veces en los Evangelios. Él lo tomó de la profecía de Daniel, lo que tuvo que ser familiar para los judíos. Jesús, al asumir este título, le estaba diciendo a los judíos: “Yo soy el Hijo del hombre en esa profecía”. Jesús, desde luego, usó el título en una diversidad de contextos:
a. Como un sustituto para “yo”[15].
b. Cuando hacía sus declaraciones y pretensiones importantes[16].
c. Una vez sin el artículo determinado[17]. Por causa de su experiencia como hombre, viviendo entre hombres, él estuvo calificado para juzgar al hombre[18].
Juan dijo que Cristo era el Cordero de Dios y el Hijo de Dios. Andrés dijo que era el Mesías. Felipe dijo que era aquel de quien escribió Moisés en la ley, así como los profetas. Natanael dice que es el Rey de Israel. Pero Jesús se refiere a sí mismo como el Hijo del Hombre.
[1] Juan 12.21.
[2] Wikipedia. Betsaida.
[3] Juan 12.21.
[4] Marcos 8.22-26.
[5] Mateo 11.21; Lucas 10.13.
[6] Diccionario Jesús de Nazareth. Betsaida.
[7] Mateo 10.3; Marcos 3.18; Lucas 6.14.
[8] Juan 1.45–51.
[9] Juan 21.2. Diccionario Certeza. Natanael.
[10] Romanos 2.28-29.
[11] Génesis 28.12.
[12] Números 23.19; Salmos 8.4-5.
[13] Daniel 8.17.
[14] Daniel 7.13-14.
[15] Mateo 11.19; 16.13; Lucas 9.58.
[16] Mateo 20.28; Marcos 10.45; Lucas 9.56; 11.30; 19.10.
[17] Juan 5.27.
[18] Diccionario Bíblico J. D. Douglas, Merril C. Tenney. Hijo de hombre.
35. 1.42 La tarea de Andrés no se limitó solo a anunciar la buena nueva, sino que llevó a Simón hasta Jesús, quien, haciendo uso de ese humor fino de nuestro Señor, le da un sobrenombre que va más de acuerdo a su personalidad: Simón significa “Uno que oye y obedece”, pero este hombre necesitaba algo más: Pedro, “piedrilla”, una roca dura pero no tanto como para servir de base, sino alguien que en cierto modo es incómodo, pero que puede servir para darle amarre a una construcción.
36. 1.43-44 De nuevo Juan hace uso del tiempo definido, “el siguiente día”, lo que nos hace ver que está llevando un registro cronológico, por lo menos hasta el momento.
Tanto Felipe, Andrés y Pedro eran de Betsaida y es probable ue se conocieran. Betsaida o Betseda, es un nombre que viene del griego: “Βηθσαΐδα”, “lugar de pesca”, y es el nombre de dos lugares en Israel mencionados por la Biblia. Herodes Filipos, el tetrarca la reedificó y le dio el nombre de Julias, en honor de Julia, la hija de Augusto. Plinio y Jerónimo nos dicen que se encontraba al Este del Jordán, y hay dos sitios posibles: al-Tell o Masadiya. Ambos lugares se encuentran muy cerca uno de otro, pero el segundo está más cerca de la ribera. Sin embargo, en Marcos 6.45, los discípulos fueron enviados del lado Este del Jordán a Betsaida, hacia Capernaum; por ello se ha postulado la existencia de una segunda Betsaida al Oeste del Jordán, localizada tal vez en Ayn al-Tabigha. Se afirma que esta también es Betsaida “de Galilea”[1], ya que la división política de Galilea puede no haber llegado hasta el Este del Jordán. Pero esto es poco probable; “Galilea” no se menciona necesariamente en el sentido técnico. Es posible que un suburbio de Julias en la margen Oeste convenga más a Marcos 6.45; Capernaum no estaba lejos de allí[2].
Ciudad de la Gaulanitis en la Tetrarquía de Filipo, situada junto a la ribera norte del lago de Genesaret. En el evangelio se la llama “Betsaida de Galilea”[3] por su proximidad a esta última región con la que era ciudad fronteriza. Etimologicamente Betsaida quiere decir “Casa del pescado”, lo que concuerda con su situación geográfica en la zona más rica en pesca de todo el lago o Mar de Galilea. Fue elevada de categoría política con el título de polis por el tetrarca Filipo, que le dio el sobrenombre de lulias, probablemente en honor de Livia, la esposa de Augusto, que había adoptado también como suyo el nombre de la familia imperial. La ciudad acuñó moneda propia con el nombre de la emperatriz Julia Augusta hacia el año 30 tras la muerte de esta. Betsaida aparece tanto en las obras de Flavio Josefo, como en los Evangelios repetidas veces. Estos aluden directamente a la curación de un ciego en uno de los barrios periféricos de la ciudad[4], pero la famosa lamentación de Jesús: “Ay de ti Corozaín, ay de ti Betsaida, que si en Tiro y en Sidón se hubieran hecho los milagros realizados en vosotras, hace tiempo que, vestidas de saco y sentadas sobre ceniza, se habrían convertido”[5], indica claramente que la ciudad fue repetidamente visitada por Jesús. Tras las excavaciones arqueológicas que vienen realizándose en el lugar de Et-Tell desde 1988, hoy no cabe ya duda de que este fue el verdadero emplazamiento de Betsaida, y no El-Araj en la misma costa, al sureste de la primera, donde los restos hallados no se remontan más allá del siglo IV d.C. Si bien es cierto que el tell, donde se levantan las ruinas de Betsaida, está a unos 25 metros por encima de la llanura y a 2,5 Kilómetros de la actual orilla del lago, está demostrado que esta ribera ha sufrido varios cambios geológicos en los últimos dos mil años y que en aquella época las aguas del Mar de Galilea penetraban por un amplio canal hasta la misma base del tell[6].
37. 1.45-46 De la misma manera que Andrés encontró a Pedro, Felipe halló a Natanael. Natanael significa “don de Dios”, y aparece únicamente en Juan 1.45–51; 21.2. Parece ser uno de los “Doce” y se lo ha identificado diversamente, especialmente con Bartolomé. El nombre Bartolomé es un patronímico, y el que lo ostentaba tenía otro nombre también: Bar: hijo, de Tholmai. Bartolomé aparece al lado de Felipe en las listas de los “Doce” en los sinópticos[7]. Algunos, con muy poco justificativo, han identificado a Natanael con Mateo, Matías, Juan, Simón el cananeo, o Esteban. Otros, con menos justificativo todavía, han negado su existencia real. Era de Caná de Galilea, y fue llevado a Jesús por Felipe, pero era escéptico en cuanto a la posibilidad de un Mesías procedente de Nazaret. Se sorprendió de que Jesús ya lo conociera, habiéndolo visto debajo de la higuera. Esto evidencia un despliegue de poder sobrenatural, aunque lo de la “higuera” puede ser simbólico del estudio de la ley o de prosperidad. Fue él quien confesó que Jesús era el Hijo de Dios y el Rey de Israel. Era la confesión de “un verdadero israelita, en quien no hay engaño”, pero parecería limitar el mesiazgo a Israel. Cristo le prometió una visión más grande, la del Hijo del hombre como el vínculo entre el cielo y toda la humanidad[8]. Fue uno de los que vieron a Cristo después de la resurrección cuando apareció a orillas del mar de Tiberias[9].
38. 1.47 La ominiciencia de Jesús se revela no solo aquí, sino en 2.24-25; 4.29; 7.64; 11.14; Mateo 9.4; 12.25; Lucas 5.22; 11.17, y otros.
Un “verdadero israelita” no era solamente el haber nacido de padres israelitas, sino tener un corazón puro, dispuesto para Dios[10].
39. 1.48-50 Natanael se extrañó de las palabras de Jesús y cuando este le manifestó que lo había visto desde antes, mostrando su omnisciencia, Natanael recibió una revelación: Estaba frente al Mesías.
40. 1.51 Jesús utiliza 25 veces la expresión de doble “amén” o “así sea”, para hacer énfasis en alguna verdad. Aquí les asegura no solo que Él es el Mesías, de manera escondida, y que ellos serán testigos de cosas celestiales, algo que Jacob apenas había soñado[11].
Hijo del Hombre es el nombre que Jesús mismo utiliza para sí mismo de manera constante. Esta expresión se encuentra en el Antiguo Testamento y Jesús la utilizó como una descripción de sí mismo en el Nuevo. En hebreo, “hijo de hombre” significa un hombre individual, un hombre del género humano[12]. Esta frase fue usada una vez por el Señor dirigiéndose a Daniel[13] y más de 80 veces dirigiéndose a Ezequiel. Probablemente, el Señor quiso enfatizarles a ellos que eran, después de todo, solamente hombres de la tierra, a pesar de tener el privilegio de recibir la palabra divina. En Salmos 80.17, el rey de Israel es llamado el hijo del hombre a quien Dios ha levantado para sí mismo. Daniel usó esta frase para describir a un personaje a quien él vio en una visión de noche[14]; está, por regla general, totalmente de acuerdo con los hechos el ver aquí a una profética figura mesiánica del Señor Jesucristo.
Jesús se llamó a sí mismo Hijo de Hombre 82 veces en los Evangelios. Él lo tomó de la profecía de Daniel, lo que tuvo que ser familiar para los judíos. Jesús, al asumir este título, le estaba diciendo a los judíos: “Yo soy el Hijo del hombre en esa profecía”. Jesús, desde luego, usó el título en una diversidad de contextos:
a. Como un sustituto para “yo”[15].
b. Cuando hacía sus declaraciones y pretensiones importantes[16].
c. Una vez sin el artículo determinado[17]. Por causa de su experiencia como hombre, viviendo entre hombres, él estuvo calificado para juzgar al hombre[18].
Juan dijo que Cristo era el Cordero de Dios y el Hijo de Dios. Andrés dijo que era el Mesías. Felipe dijo que era aquel de quien escribió Moisés en la ley, así como los profetas. Natanael dice que es el Rey de Israel. Pero Jesús se refiere a sí mismo como el Hijo del Hombre.
[1] Juan 12.21.
[2] Wikipedia. Betsaida.
[3] Juan 12.21.
[4] Marcos 8.22-26.
[5] Mateo 11.21; Lucas 10.13.
[6] Diccionario Jesús de Nazareth. Betsaida.
[7] Mateo 10.3; Marcos 3.18; Lucas 6.14.
[8] Juan 1.45–51.
[9] Juan 21.2. Diccionario Certeza. Natanael.
[10] Romanos 2.28-29.
[11] Génesis 28.12.
[12] Números 23.19; Salmos 8.4-5.
[13] Daniel 8.17.
[14] Daniel 7.13-14.
[15] Mateo 11.19; 16.13; Lucas 9.58.
[16] Mateo 20.28; Marcos 10.45; Lucas 9.56; 11.30; 19.10.
[17] Juan 5.27.
[18] Diccionario Bíblico J. D. Douglas, Merril C. Tenney. Hijo de hombre.