D. El ministerio de Pablo
(2.14-6.10).
1. La acción de gracias por su parte en los triunfos de Cristo.
2.14-17 En este pasaje Pablo corta el relato que traía sobre su encuentro con Tito y entona una alabanza a Dios porque sabe que el Señor triunfó en la Iglesia de Corinto.
El Señor ha demostrado quién es su verdadero Enviado, y pone a Pablo en un desfile de triunfo. El reporte de Tito trajo nuevo aliento a Pablo, ya que ahora sabía que los hermanos en Corinto estaban dispuestos a obedecer el Evangelio.
Dios manifiesta Su olor por medio del conocimiento de la Palabra. En el Templo los sacrificios eran consumidos en fuego y el olor llegaba hasta la presencia del Señor; ahora que no son necesarios más sacrificios, el olor grato sube a Dios en todo lugar en donde se predique la Palabra de manera correcta y efectiva.
Pablo era olor grato a Dios porque enseñaba la Verdad y vivía de acuerdo a ella. Cada uno de nosotros, al vivir de acuerdo a la Palabra, somos olor grato a Dios, porque hemos sido salvados de la condenación. Más los que no quieren obedecer, lo que les espera es la condenación. ¿Qué prefiere usted? ¿Desea ser olor de muerte u olor de vida? Cada uno debe tomar la decisión.
La tarea de predicar el Evangelio es algo glorioso, tanto que en realidad no existe nadie con la capacidad para hacerlo, por su propio conocimiento, por eso es que nos encontramos en la actualidad que desde los púlpitos lo que sale es un evangelio social, uno que no ataca al pecado, uno que ha sido hecho solo para hacer sentir bien a la audiencia, ya no se predica sobre el castigo al pecador, no se habla del infierno, no se narra con precisión la obra salvadora de Jesús en la cruz, por lo que no es raro que en las marchas a favor de los derechos de los homosexuales se vean representaciones de grupos que se hacen llamar “iglesias cristianas”. El púlpito se popularizó y abrió todos los varones de la Iglesia, pensándose con ello que se hacía un bien, pero lo que se ha ganado es que cualquier mensaje de unos treinta minutos que nos entretenga se diga que es el mensaje del Evangelio, cuando en realidad es una burla a la Obra apostólica.
También en Corinto se habían levantado los predicadores que no tenían el llamado de parte de Dios, y estos se habían dedicado a desacreditar a Pablo, pero él había sido comisionado por Dios. Ellos en cambio eran “mercachifles de la Palabra de Dios”, solo estaban interesados en ver que ganancias podían sacar de la predicación y no estaban interesados en ganar las almas para Cristo. ¿No se parece esto a lo que ocurre hoy? La piedad se ha transformado desde los mismos púlpitos desde donde se predica la ligereza, donde ya no se motiva a los fieles a vivir en santidad los siete días de la semana, es más, ya no se entiende bien el concepto de santidad; muchos van buscando un apoyo político en las congregaciones para llegar a ocupar puestos en la comunidad, los líderes son buscadores de fama y popularidad en lugar de ser el reflejo de Cristo.
Me duele ver como en la Iglesia se han llegado a aceptar las prácticas de las denominaciones carnales, comenzando por el uso de los mismos cánticos en donde en muchas ocasiones más bien se alaba la grandeza y el poder del hombre en lugar de glorificar a Dios; siguiendo por muchas otras prácticas que no tienen nada que ver con la Palabra de Dios. No puedo olvidar a un predicador que testificó como un anciano de una congregación de Georgia, EU., le dijo que el único jefe en la Iglesia eran los dólares y cómo eso lo había ofendido, pero cuando esa misma congregación le ofreció una beca para que se fuera a estudiar y a vivir a Estados Unidos no lo pensó dos veces y sigue allá trabajando con ellos. ¡Esto es ser un “mercachifle de la Palabra de Dios!”.
Pablo, por el contrario, no estaba dispuesto a vender su conciencia, no iba a corromper el Evangelio por nada ni nadie, hablaba sinceramente porque lo hacía de parte de Dios, por eso él podía decir que sí era competente en lo que hacía.
1. La acción de gracias por su parte en los triunfos de Cristo.
2.14-17 En este pasaje Pablo corta el relato que traía sobre su encuentro con Tito y entona una alabanza a Dios porque sabe que el Señor triunfó en la Iglesia de Corinto.
El Señor ha demostrado quién es su verdadero Enviado, y pone a Pablo en un desfile de triunfo. El reporte de Tito trajo nuevo aliento a Pablo, ya que ahora sabía que los hermanos en Corinto estaban dispuestos a obedecer el Evangelio.
Dios manifiesta Su olor por medio del conocimiento de la Palabra. En el Templo los sacrificios eran consumidos en fuego y el olor llegaba hasta la presencia del Señor; ahora que no son necesarios más sacrificios, el olor grato sube a Dios en todo lugar en donde se predique la Palabra de manera correcta y efectiva.
Pablo era olor grato a Dios porque enseñaba la Verdad y vivía de acuerdo a ella. Cada uno de nosotros, al vivir de acuerdo a la Palabra, somos olor grato a Dios, porque hemos sido salvados de la condenación. Más los que no quieren obedecer, lo que les espera es la condenación. ¿Qué prefiere usted? ¿Desea ser olor de muerte u olor de vida? Cada uno debe tomar la decisión.
La tarea de predicar el Evangelio es algo glorioso, tanto que en realidad no existe nadie con la capacidad para hacerlo, por su propio conocimiento, por eso es que nos encontramos en la actualidad que desde los púlpitos lo que sale es un evangelio social, uno que no ataca al pecado, uno que ha sido hecho solo para hacer sentir bien a la audiencia, ya no se predica sobre el castigo al pecador, no se habla del infierno, no se narra con precisión la obra salvadora de Jesús en la cruz, por lo que no es raro que en las marchas a favor de los derechos de los homosexuales se vean representaciones de grupos que se hacen llamar “iglesias cristianas”. El púlpito se popularizó y abrió todos los varones de la Iglesia, pensándose con ello que se hacía un bien, pero lo que se ha ganado es que cualquier mensaje de unos treinta minutos que nos entretenga se diga que es el mensaje del Evangelio, cuando en realidad es una burla a la Obra apostólica.
También en Corinto se habían levantado los predicadores que no tenían el llamado de parte de Dios, y estos se habían dedicado a desacreditar a Pablo, pero él había sido comisionado por Dios. Ellos en cambio eran “mercachifles de la Palabra de Dios”, solo estaban interesados en ver que ganancias podían sacar de la predicación y no estaban interesados en ganar las almas para Cristo. ¿No se parece esto a lo que ocurre hoy? La piedad se ha transformado desde los mismos púlpitos desde donde se predica la ligereza, donde ya no se motiva a los fieles a vivir en santidad los siete días de la semana, es más, ya no se entiende bien el concepto de santidad; muchos van buscando un apoyo político en las congregaciones para llegar a ocupar puestos en la comunidad, los líderes son buscadores de fama y popularidad en lugar de ser el reflejo de Cristo.
Me duele ver como en la Iglesia se han llegado a aceptar las prácticas de las denominaciones carnales, comenzando por el uso de los mismos cánticos en donde en muchas ocasiones más bien se alaba la grandeza y el poder del hombre en lugar de glorificar a Dios; siguiendo por muchas otras prácticas que no tienen nada que ver con la Palabra de Dios. No puedo olvidar a un predicador que testificó como un anciano de una congregación de Georgia, EU., le dijo que el único jefe en la Iglesia eran los dólares y cómo eso lo había ofendido, pero cuando esa misma congregación le ofreció una beca para que se fuera a estudiar y a vivir a Estados Unidos no lo pensó dos veces y sigue allá trabajando con ellos. ¡Esto es ser un “mercachifle de la Palabra de Dios!”.
Pablo, por el contrario, no estaba dispuesto a vender su conciencia, no iba a corromper el Evangelio por nada ni nadie, hablaba sinceramente porque lo hacía de parte de Dios, por eso él podía decir que sí era competente en lo que hacía.