2. El reino de Judá solo.
a. Ezequías.
El capítulo anterior da una nota amenazadora para Judá, porque llevaba fuertes implicaciones de que sufriría la misma suerte que Israel. Aquí, sin embargo, la posibilidad de un desastre parece retroceder. Ezequías cambió totalmente la política de su padre y condujo a Judá fuera de la senda de la idolatría. No solo destruyó el lujo ostentoso que tentaba al pueblo a venerar a dioses extranjeros sino que hasta tuvo que deshacerse de la serpiente de bronce que Moisés mandó hacer en el desierto[1] porque también la veneraban. El peligro es fácil de entender en vista de descubrimientos arqueológicos que han demostrado que las serpientes eran símbolos importantes en el culto cananeo de la fertilidad.
El rey Asa fue el último rey del que se dijo lo que ahora se dice de Ezequías: Que hizo lo recto ante los ojos de Adonay conforme a todas las cosas que había hecho su padre David[2]. Lo que es más, Ezequías es el primer rey que se animó a quitar los lugares altos. Verdaderamente, se le alaba por su esperanza y fidelidad inquebrantables. Veremos, sin embargo, que esta evaluación tan amable será modificada un poco en el capítulo 20.
En el resumen del reinado de Ezequías lo que recibe la atención especial es su rebelión contra Asiria. La mayor parte de los tres capítulos dedicados a su reinado se ocupan en describir las consecuencias de esta rebelión. Su campaña contra los filisteos se debe ver como otro aspecto de su posición anti asiria. Gaza había sido conquistada por Sargón II, y la campaña de Ezequías que abarcó hasta Gaza y sus territorios debe haber tenido por objetivo el debilitar el control de Asiria en esa área. Si ese fue el caso, probablemente se llevó a cabo poco después de la muerte de Sargón en 705 a.C., y antes de que su sucesor, Senaquerib, hubiera establecido su firme control sobre todo el imperio.
1) Asiria contra Israel.
A primera vista estos versículos parecerían repetir la información del capítulo 17. Sin embargo, aquí se dan las fechas de los eventos y cómo coinciden con los años del reinado de Ezequías. El resultado es que invita al lector a hacer comparaciones y contrastes entre la invasión asiria de Israel y la de Judá que se relata en 2 Reyes 18.13-37. Entonces, los dos relatos empiezan con palabras similares, literalmente: “En el año cuarto del rey Ezequías, que era el año séptimo de Oseas, hijo de Ela, rey de Israel, Salmanasar, rey de Asiria, subió contra Samaria y la sitió…”[3]; “En el año catorce del rey Ezequías, subió Senaquerib, rey de Asiria, contra todas las ciudades fortificadas de Judá, y las tomó”[4]. Oseas fue un rey mejor que sus antepasados, pero la rebelión contra Asiria terminó con la destrucción de Israel. Ezequías fue un rey muchísimo mejor que Acaz, y Judá sobrevivió la rebelión contra Asiria.
Las noticias cronológicas que se dan en 2 Reyes 18.9-10 no concuerdan con las de 2 Reyes 18.13. Si la caída de Samaria en 722 a.C., ocurrió en el sexto año de Ezequías, entonces este debe haber subido al trono cerca de 728 a.C. Su decimocuarto año debería haber sido 715 a.C., pero sabemos que la campaña de Senaquerib contra Judá, según lo escrito en textos asirios, ocurrió en 701 a.C. Se han propuesto varias soluciones a este problema: Algunos mencionan errores de escribas, otros hablan de corregentes. Esto sirve como buen ejemplo de las dificultades que presentan los sincronismos bíblicos. Asiria contra Judá.
2) La reacción de Ezequías al ataque de Senaquerib fue recapitular inmediatamente y pagar el duro tributo que le impuso. Sin embargo, en 2 Reyes 18.17 encontramos a Jerusalén siendo sitiada nuevamente. Algunos eruditos suponen que lo que se relata son dos campañas asirias distintas: 2 Reyes 18.13–16 registran los eventos del 701 a.C., mientras que de 2 Reyes 18.17 en adelante se refiere a otra campaña en el futuro, quizá con fecha cerca del 688 a.C., de la cual no existe evidencia en documentos asirios. Otra alternativa es asumir que después de que Senaquerib recibió el tributo de Ezequías siguió presionando para que Jerusalén se rindiese incondicionalmente. Sería comparable con lo que hizo Ben-hadad al demandar más y más de Acab durante el primer sitio de Samaria[5]. Y de la misma manera que Acab se puso firme y decidió resistir, Ezequías rehusó entregar la ciudad.
Tres funcionarios militares de alto rango fueron enviados a Jerusalén desde Laquis, a la cual estaban sitiando[6]. Tres funcionarios del mismo rango de la corte de Ezequías salieron a la muralla de la ciudad para escuchar el mensaje de Senaquerib que el lugarteniente del rey asirio leyó[7].
El discurso del comandante utiliza repetidamente la palabra hebrea traducida “confiar”; también ocurre en 2 Reyes 18.19, aunque algunas traducciones varían. Este es el tema de todo el discurso: “¿En quién confía Jerusalén?” El comandante astutamente descarta todo objeto de confianza concebible para demostrar que Jerusalén no tiene defensa. Egipto se elimina fácilmente con la llamativa figura de una caña que al quebrarse hiere la mano del que se apoya sobre ella. Isaías también critica la confianza en Egipto[8], pero la alternativa que propone es buscar a Adonay. El militar asirio continúa eliminando a Adonay como posible ayuda, pero lo hace sin sugerir que el Señor no exista o que sea débil, sino en forma más astuta al sugerir que Adonay no responderá porque Ezequías ha quitado los lugares altos donde se le adoraba. La lógica exacta de 2 Reyes 18.23-24 es difícil de seguir, pero la idea principal es muy clara: El ejército de Judá está tan reducido que ni siquiera podrían armar una caballería eficaz si el mismo Senaquerib les proveyese los caballos. Finalmente, vuelve al tema de las reformas de Ezequías; estas han ofendido a Adonay, y Senaquerib declara que Asiria ha venido a destruir a Judá por orden del Señor.
La lógica del comandante es convincente y demoledora: Egipto es muy débil para poder ayudar, las fuerzas militares de Judá son inútiles y Adonay se ha apartado de su pueblo; no hay nadie de quien Ezequías podría esperar socorro. No nos sorprende que los dignatarios de Judá hayan pedido al militar asirio que hablara en arameo[9] en lugar de hebreo; temen que el discurso socave la moral de la ciudad. El comandante se niega porque sus palabras son para todos. En 2 Reyes 18.27 les recuerda vívidamente cuán horrible es morir de hambre cuando una ciudad es sitiada. Luego se dirige directamente al pueblo, fomentando la deserción al prometer la buena vida a los que se rindiesen voluntariamente. También vuelve al aspecto religioso, pero en este caso con una lógica distinta: Los dioses de otras ciudades no pudieron salvar a sus pueblos del poderío de Asiria, entonces, ¿cómo será posible que Adonay pueda salvar a Jerusalén? Sin embargo, el contexto del resto del libro de Reyes socava su lógica porque contiene amplia evidencia de que Adonay no es como los otros dioses.
Los tres dignatarios de Judá regresaron a Ezequías con sus vestiduras rasgadas como señal de dolor y angustia.
3) Isaías.
Al recibir el mensaje, Ezequías también rasgó sus vestiduras y se cubrió de cilicio; en 2 Reyes 18.2 encontramos a los oficiales y los jefes de los sacerdotes también cubiertos de cilicio, lo que indica el serio aprieto en que se encontraba Jerusalén. Lo fundamental del mensaje para Isaías era pedirle que elevara una oración por el remanente que aún queda. La intercesión era una de las actividades tradicionales entre los profetas de Israel[10]. La referencia de un remanente nos recuerda que las ciudades fortificadas de Judá estaban cayendo en manos de las fuerzas de Senaquerib y Jerusalén se estaba quedando muy aislada. Ezequías fijó su esperanza en el hecho de que el mensaje de Senaquerib había ridiculizado al Dios vivo; quizá Dios le había escuchado y actuaría para reprenderlo.
El tema de “escuchar” se repite a través de los primeros 20 versículos de este capítulo. Ezequías oye el mensaje de Senaquerib; espera que Adonay escuche la blasfemia; Isaías le dice que no tema lo que ha oído; Senaquerib oirá cierto rumor; el Rabsaces oye que el rey ha partido de Laquis; Senaquerib oye del avance de Tirhaca[11] seguro que Ezequías ha oído lo que el rey de Asiria ha hecho a otros países. El clímax de la secuencia llega cuando Isaías asegura a Ezequías que Adonay ha escuchado su oración.
El profeta Isaías introduce la palabra de Adonay en esta situación, y el conflicto sube a un nuevo nivel. Ahora para contrarrestar la palabra del gran rey, el “rey de Asiria” hemos oído la palabra del verdadero gran Rey, el Dios de Israel. La primera profecía de Isaías fue corta y concisa: Ezequías no debía temer; Dios era soberano sobre las acciones de Senaquerib y lo haría volver a su propia tierra donde sería asesinado. Lo que no está claro es cómo esta profecía se relacionaba con el despliegue de todos los demás eventos. El rumor parecería ser las noticias del avance de Tirhaca, pero eso de por sí no causó el regreso de Senaquerib a Asiria. La causa final por la derrota de Senaquerib no se menciona aquí.
4) Una carta y una oración.
La retirada del lugarteniente anticipa en miniatura el cumplimiento de la profecía: Al oír noticias del progreso de Senaquerib aquél regresa a este. No debe haberse llevado todas las tropas por supuesto, de lo contrario el pueblo de Jerusalén hubiera podido reabastecerse de comida. Es mejor pensar que dejó una fuerza considerable fuera de Jerusalén mientras que volvía a informar a Senaquerib del estancamiento. Si Libna es el mismo lugar que Tell-bornat, entonces quedaba al norte de Laquis, y la acción de Senaquerib representaba el avance de su ejército principal en ruta a Jerusalén. Su salida de Laquis debe haber sucedido después de la finalización exitosa del sitio allí.
El texto hebreo en 2 Reyes 19.9 habla literalmente de “Tirhaca”. El Cus bíblico corresponde a la tierra directamente al sur de Egipto, o sea la moderna Nubia o Sudán del norte[12]. En 701 a.C., la dinastía XV de Cus gobernaba tanto Cus como Egipto. El Tirhaca bíblico es Taharca, el penúltimo soberano de esa dinastía quien reinó de 690 a 664 a.C. El título de rey que se le ha dado en este versículo es mirando retrospectivamente porque en 701 a.C., era solo un príncipe a cargo de una expedición de su hermano el Faraón Shebitku.
Al oír que Tirhaca se estaba acercando, Senaquerib mandó otro mensaje a Ezequías. Para entonces Senaquerib debe haber estado un poco ansioso por poner fin al problema que tenía en Jerusalén para que pudiera reunir su ejército en el sur y poder combatir contra las fuerzas de Tirhaca. Aunque este mensaje es similar al de 2 Reyes 19.33–35 tiene algo imprevisto. Parece que Senaquerib estaba informado de la esencia de la profecía de Isaías porque se refiere a ella. No niega que Adonay existe o que ha hablado por medio de su profeta; simplemente llama a Adonay mentiroso. Otra lista de ciudades derrotadas ilustra el punto de que Asiria es invencible.
Ezequías recibió este último mensaje en forma de una carta que llevó al Templo. Pensaba llamarle la atención sobre el contenido blasfemo a Adonay. Su oración comenzó con el reconocimiento de que aunque el Señor tenía su trono entre los querubines en el Templo de Jerusalén, su presencia y poderío no estaban limitados de ninguna manera. Dios era Dios de todos los reinos de la tierra y era el creador de los cielos y la tierra. También reconoció que la jactancia de Senaquerib tenía bastante de verdad: muchos pueblos habían sido conquistados y sus dioses habían sido destruidos. Pero no eran dioses verdaderos. Pidió que Adonay demostrara al mundo que era el único creador y soberano en el acto de salvar a Jerusalén.
5) Isaías de nuevo.
A diferencia de su primera profecía, la segunda es larga y en forma poética. Después de la primera declaración en las que asegura a Ezequías que Dios ha escuchado su oración, tenemos una profecía en tres partes.
La primera parte es para Senaquerib. Describe a la población de Jerusalén burlándose de él mientras que huye. Se le acusa de blasfemar contra el Dios de Israel, no solo con sus palabras más recientes sino por atribuir las amplias conquistas al poderío de Asiria. La verdad que no quiso reconocer es que Adonay mismo decretó esas conquistas. El error de Senaquerib está en pensar que él era el que daba forma a los eventos mundiales y no Adonay. Ha usurpado el lugar de Dios al declararse el poder supremo y al demandar completa fidelidad. Y ahora, por su insolencia, Adonay le va a hacer regresar. Muchos de estos mismos temas ocurren también en Isaías 10.5–19.
La segunda parte se dirige a Ezequías. Aunque Jerusalén sufrirá las consecuencias del sitio de los asirios, se recuperará al final. Esto era una señal para Ezequías, o sea algo en donde podrá discernir claramente la mano de Dios obrando. La última frase también ocurre al final de Isaías 9.7.
La tercera parte corresponde a la suerte de la campaña de Senaquerib. El sitio no culminará en un ataque contra Jerusalén. Generalmente cuando un ejército asirio sitiaba una ciudad terminaban atacándola. El primer paso era construir terraplenes de sitio para que se pudieran poner arietes contra las murallas, y mientras construían los terraplenes había arqueros que los cubrían tirando flechas protegiéndose con escudos. Estas son las actividades a las cuales se refieren 2 Reyes 19.32. No van a ocurrir porque Senaquerib regresará a su casa. La razón principal por la cual Dios salva a Jerusalén no es la blasfemia de Senaquerib, tampoco lo es la devoción de Ezequías ni sus oraciones, sino su propia gloria y su promesa a David de que tendría una dinastía para siempre.
6) El fin de Senaquerib.
La muerte repentina de 185.000 soldados se describe lacónicamente y en términos milagrosos. El número es muy alto para ser solamente una sección del ejército invasor, y quizá debemos pensar que la calamidad no se limitó a las fuerzas acampadas fuera de Jerusalén sino que afectó a todas las fuerzas destacadas en Judá. No es sorprendente que la catástrofe humillante no se relata en ningún documento asirio sobre la campaña. La versión de los eventos que Senaquerib dio se concentra en el hecho de que puso fin a la rebelión y pasa por alto que no logró capturar Jerusalén. Termina en Nínive con una nota positiva por el recibo del tributo mencionado en 2 Reyes 18.14. En los relieves esculpidos que conmemoran la campaña, Senaquerib decidió hacer resaltar el exitoso sitio de Laquis.
Su asesinato profetizado por Isaías ocurrió en 681 a.C. Hay una referencia a él en un texto asirio pero los detalles continúan siendo oscuros.
7) Enfermedad y recuperación.
La fecha de la enfermedad de Ezequías en 2 Reyes 20.1: “En aquellos días…” es imprecisa y solo implica que fue cerca de la invasión de Judá por Senaquerib. Pero la mejor cronología la provee 2 Reyes 20.6: La promesa de 15 años más de vida señala el año decimocuarto del reinado de 29 años de Ezequías que también fue el año de la invasión de Senaquerib; y la promesa de la liberación de la ciudad indica un tiempo antes de los acontecimientos del capítulo 19 y no después. En resumen, los hechos en este capítulo no están en orden cronológico. La razón parece ser que este incidente y el que le sigue no eran favorables a Ezequías. Están separados deliberadamente del resto para poner en contraste la imagen de los capítulos 18–19. Y al ponerlos aquí y no más temprano proveen un puente al reinado de Manasés y sus consecuencias.
En el año 14 de su reinado Ezequías tenía solo 39 años de edad, y la noticia de su muerte inminente debe haber sido un duro golpe. Pero su reacción, cuando se le compara con la que tuvo durante la amenaza de Asiria, no refleja bien su devoción. En 2 Reyes 19.15–19 su oración afirma la soberanía de Dios y desea que Dios reciba toda la gloria, pero en este caso atrae la atención a su propia devoción. Dios respondió con misericordia y envió a Isaías con una promesa doble de sanidad y de salvación, pero sería por amor a mí mismo y por amor a mi siervo David y no por causa de la devoción de Ezequías. La profecía fue puesta de tal manera que rectificara la actitud de Ezequías. La referencia anterior en la que David es mencionado como antepasado de Ezequías sirvió para recordarle de su parte en la dinastía prometida a David.
El uso de una pasta de higos para la afección de la piel de rey es típico de las prácticas antiguas de “medicina popular”. Sería sorprendente si este tratamiento no se hubiese utilizado antes. Quizá debemos asumir que sí se usó, pero que fue ineficaz hasta que Isaías trajo la promesa de que sanaría.
El pedir una señal provee otra oportunidad para comparar desfavorablemente el Ezequías de ahora con el anterior Ezequías de gran fe. El que se sanase en tres días debería haber sido suficiente señal de que Dios le estaba dando 15 años más de vida. Pero Ezequías quería una señal que confirmara la señal. El carácter exacto de la señal que sigue es difícil de entender porque no se sabe el tipo de estructura sobre el cual cayó la sombra. Algunas versiones se refieren al “reloj de Acaz”, lo que asume que la sombra retrocedió diez medidas en algún tipo de aparato para medir el tiempo. Sin embargo, lo más probable es que se refiera a escalones en una escalera. Ya que podía elegir, Ezequías optó por la señal más dramática de las dos y la recibió. Hay mucha especulación sobre cómo fue posible la señal, y no se ha producido una respuesta satisfactoria.
8) Enviados de Merodac-baladán.
Merodac-baladán gobernó Babilonia independientemente por la mayor parte del período 721–709 a.C., antes de que Sargón II lo desterrase. Pero después de la muerte de Sargón empezó a trabajar de nuevo por la independencia de Babilonia. Consiguió el trono nuevamente por un corto período en 703–702 a.C., pero Senaquerib lo expulsó de Babilonia de modo que encontró exilio en el sudoeste de Elam. La embajada a Ezequías sin lugar a dudas fue parte de su intento de encontrar aliados en el oeste en sus esfuerzos de romper los yugos de Asiria. La visita coincide bien con el tiempo en que Merodac-baladán ocupó el trono la segunda vez en 703–702 a.C. Ya que la razón inmediata para la visita era la enfermedad de Ezequías esto sugiere que éste estuvo enfermo por uno o dos años. Esta es una reconstrucción muy posible de los eventos. Sin embargo, el relato paralelo en Isaías 39.1 pone la visita de la embajada después de que Ezequías se recuperó, o sea en, o poco después, del año 701 a.C. Aunque Merodac-baladán estaba desterrado para entonces, es posible que siguiera tratando de influenciar en los eventos entre bastidores. Con la evidencia actual no se pueden resolver las incertidumbres cronológicas.
La pronta disposición de Ezequías de permitir que los enviados viesen sus tesoros y armería sugiere que estaba listo a formar una alianza con Merodac-baladán. Dado que Isaías se oponía a las alianzas con extranjeros[13] su fuerte condena de esta acción es enteramente consistente. Predijo el día en que Babilonia sería el enemigo y se llevaría la riqueza y la gente. La respuesta de Ezequías fue egoísta e impenitente. Lo que lo consoló fue el hecho de que Isaías había hablado de desastres que vendrían en los días de sus descendientes y no durante su propio reinado. Su suposición que habría paz y estabilidad en mis días también puede reflejar su satisfacción con la alianza que había hecho.
El capítulo termina entonces con una nota de profunda tristeza: El mejor reformador que Judá ha visto hasta entonces recibe el aviso de que su reino caerá y será desterrado, y no se ofrece ninguna esperanza de que arrepentirse pudiera prevenir la tragedia.
9) Conclusión.
Entre los otros logros de Ezequías se mencionan específicamente el estanque y el acueducto por los cuales se traía agua a la ciudad. El proyecto también se menciona, con más detalles geográficos, en 2 Crónicas 32.30. Probablemente fue parte de los preparativos cuando Senaquerib sitiaba la ciudad, diseñados para proveer una fuente segura de agua que fuera accesible desde dentro de la ciudad.
[1] Números 21.8-9.
[2] 1 Reyes 15.11.
[3] 2 Reyes 18.9. NBLH
[4] 2 Reyes 18.13. Ibid
[5] 1 Reyes 20.1-11.
[6] El sitio se sabe también por una serie de relieves asirios impresionantes descubiertos en las ruinas del palacio de Senaquerib en Nínive, y el efecto devastador lo atestiguan los descubrimientos arqueológicos en la misma Laquis.
[7] Literalmente el Rabsaces.
[8] Isaías 30.1–5; 31.1–3.
[9] Este era el idioma de la diplomacia internacional.
[10] Éxodo 32.30–32; Jeremías 7.16; 15.1.
[11] El rey de Cus (Etiopía).
[12] En el sentido estricto no es “Etiopía”, como dice la Reina-Valera Actualizada.
[13] Isaías 30.1–5; 31.1–3.
a. Ezequías.
El capítulo anterior da una nota amenazadora para Judá, porque llevaba fuertes implicaciones de que sufriría la misma suerte que Israel. Aquí, sin embargo, la posibilidad de un desastre parece retroceder. Ezequías cambió totalmente la política de su padre y condujo a Judá fuera de la senda de la idolatría. No solo destruyó el lujo ostentoso que tentaba al pueblo a venerar a dioses extranjeros sino que hasta tuvo que deshacerse de la serpiente de bronce que Moisés mandó hacer en el desierto[1] porque también la veneraban. El peligro es fácil de entender en vista de descubrimientos arqueológicos que han demostrado que las serpientes eran símbolos importantes en el culto cananeo de la fertilidad.
El rey Asa fue el último rey del que se dijo lo que ahora se dice de Ezequías: Que hizo lo recto ante los ojos de Adonay conforme a todas las cosas que había hecho su padre David[2]. Lo que es más, Ezequías es el primer rey que se animó a quitar los lugares altos. Verdaderamente, se le alaba por su esperanza y fidelidad inquebrantables. Veremos, sin embargo, que esta evaluación tan amable será modificada un poco en el capítulo 20.
En el resumen del reinado de Ezequías lo que recibe la atención especial es su rebelión contra Asiria. La mayor parte de los tres capítulos dedicados a su reinado se ocupan en describir las consecuencias de esta rebelión. Su campaña contra los filisteos se debe ver como otro aspecto de su posición anti asiria. Gaza había sido conquistada por Sargón II, y la campaña de Ezequías que abarcó hasta Gaza y sus territorios debe haber tenido por objetivo el debilitar el control de Asiria en esa área. Si ese fue el caso, probablemente se llevó a cabo poco después de la muerte de Sargón en 705 a.C., y antes de que su sucesor, Senaquerib, hubiera establecido su firme control sobre todo el imperio.
1) Asiria contra Israel.
A primera vista estos versículos parecerían repetir la información del capítulo 17. Sin embargo, aquí se dan las fechas de los eventos y cómo coinciden con los años del reinado de Ezequías. El resultado es que invita al lector a hacer comparaciones y contrastes entre la invasión asiria de Israel y la de Judá que se relata en 2 Reyes 18.13-37. Entonces, los dos relatos empiezan con palabras similares, literalmente: “En el año cuarto del rey Ezequías, que era el año séptimo de Oseas, hijo de Ela, rey de Israel, Salmanasar, rey de Asiria, subió contra Samaria y la sitió…”[3]; “En el año catorce del rey Ezequías, subió Senaquerib, rey de Asiria, contra todas las ciudades fortificadas de Judá, y las tomó”[4]. Oseas fue un rey mejor que sus antepasados, pero la rebelión contra Asiria terminó con la destrucción de Israel. Ezequías fue un rey muchísimo mejor que Acaz, y Judá sobrevivió la rebelión contra Asiria.
Las noticias cronológicas que se dan en 2 Reyes 18.9-10 no concuerdan con las de 2 Reyes 18.13. Si la caída de Samaria en 722 a.C., ocurrió en el sexto año de Ezequías, entonces este debe haber subido al trono cerca de 728 a.C. Su decimocuarto año debería haber sido 715 a.C., pero sabemos que la campaña de Senaquerib contra Judá, según lo escrito en textos asirios, ocurrió en 701 a.C. Se han propuesto varias soluciones a este problema: Algunos mencionan errores de escribas, otros hablan de corregentes. Esto sirve como buen ejemplo de las dificultades que presentan los sincronismos bíblicos. Asiria contra Judá.
2) La reacción de Ezequías al ataque de Senaquerib fue recapitular inmediatamente y pagar el duro tributo que le impuso. Sin embargo, en 2 Reyes 18.17 encontramos a Jerusalén siendo sitiada nuevamente. Algunos eruditos suponen que lo que se relata son dos campañas asirias distintas: 2 Reyes 18.13–16 registran los eventos del 701 a.C., mientras que de 2 Reyes 18.17 en adelante se refiere a otra campaña en el futuro, quizá con fecha cerca del 688 a.C., de la cual no existe evidencia en documentos asirios. Otra alternativa es asumir que después de que Senaquerib recibió el tributo de Ezequías siguió presionando para que Jerusalén se rindiese incondicionalmente. Sería comparable con lo que hizo Ben-hadad al demandar más y más de Acab durante el primer sitio de Samaria[5]. Y de la misma manera que Acab se puso firme y decidió resistir, Ezequías rehusó entregar la ciudad.
Tres funcionarios militares de alto rango fueron enviados a Jerusalén desde Laquis, a la cual estaban sitiando[6]. Tres funcionarios del mismo rango de la corte de Ezequías salieron a la muralla de la ciudad para escuchar el mensaje de Senaquerib que el lugarteniente del rey asirio leyó[7].
El discurso del comandante utiliza repetidamente la palabra hebrea traducida “confiar”; también ocurre en 2 Reyes 18.19, aunque algunas traducciones varían. Este es el tema de todo el discurso: “¿En quién confía Jerusalén?” El comandante astutamente descarta todo objeto de confianza concebible para demostrar que Jerusalén no tiene defensa. Egipto se elimina fácilmente con la llamativa figura de una caña que al quebrarse hiere la mano del que se apoya sobre ella. Isaías también critica la confianza en Egipto[8], pero la alternativa que propone es buscar a Adonay. El militar asirio continúa eliminando a Adonay como posible ayuda, pero lo hace sin sugerir que el Señor no exista o que sea débil, sino en forma más astuta al sugerir que Adonay no responderá porque Ezequías ha quitado los lugares altos donde se le adoraba. La lógica exacta de 2 Reyes 18.23-24 es difícil de seguir, pero la idea principal es muy clara: El ejército de Judá está tan reducido que ni siquiera podrían armar una caballería eficaz si el mismo Senaquerib les proveyese los caballos. Finalmente, vuelve al tema de las reformas de Ezequías; estas han ofendido a Adonay, y Senaquerib declara que Asiria ha venido a destruir a Judá por orden del Señor.
La lógica del comandante es convincente y demoledora: Egipto es muy débil para poder ayudar, las fuerzas militares de Judá son inútiles y Adonay se ha apartado de su pueblo; no hay nadie de quien Ezequías podría esperar socorro. No nos sorprende que los dignatarios de Judá hayan pedido al militar asirio que hablara en arameo[9] en lugar de hebreo; temen que el discurso socave la moral de la ciudad. El comandante se niega porque sus palabras son para todos. En 2 Reyes 18.27 les recuerda vívidamente cuán horrible es morir de hambre cuando una ciudad es sitiada. Luego se dirige directamente al pueblo, fomentando la deserción al prometer la buena vida a los que se rindiesen voluntariamente. También vuelve al aspecto religioso, pero en este caso con una lógica distinta: Los dioses de otras ciudades no pudieron salvar a sus pueblos del poderío de Asiria, entonces, ¿cómo será posible que Adonay pueda salvar a Jerusalén? Sin embargo, el contexto del resto del libro de Reyes socava su lógica porque contiene amplia evidencia de que Adonay no es como los otros dioses.
Los tres dignatarios de Judá regresaron a Ezequías con sus vestiduras rasgadas como señal de dolor y angustia.
3) Isaías.
Al recibir el mensaje, Ezequías también rasgó sus vestiduras y se cubrió de cilicio; en 2 Reyes 18.2 encontramos a los oficiales y los jefes de los sacerdotes también cubiertos de cilicio, lo que indica el serio aprieto en que se encontraba Jerusalén. Lo fundamental del mensaje para Isaías era pedirle que elevara una oración por el remanente que aún queda. La intercesión era una de las actividades tradicionales entre los profetas de Israel[10]. La referencia de un remanente nos recuerda que las ciudades fortificadas de Judá estaban cayendo en manos de las fuerzas de Senaquerib y Jerusalén se estaba quedando muy aislada. Ezequías fijó su esperanza en el hecho de que el mensaje de Senaquerib había ridiculizado al Dios vivo; quizá Dios le había escuchado y actuaría para reprenderlo.
El tema de “escuchar” se repite a través de los primeros 20 versículos de este capítulo. Ezequías oye el mensaje de Senaquerib; espera que Adonay escuche la blasfemia; Isaías le dice que no tema lo que ha oído; Senaquerib oirá cierto rumor; el Rabsaces oye que el rey ha partido de Laquis; Senaquerib oye del avance de Tirhaca[11] seguro que Ezequías ha oído lo que el rey de Asiria ha hecho a otros países. El clímax de la secuencia llega cuando Isaías asegura a Ezequías que Adonay ha escuchado su oración.
El profeta Isaías introduce la palabra de Adonay en esta situación, y el conflicto sube a un nuevo nivel. Ahora para contrarrestar la palabra del gran rey, el “rey de Asiria” hemos oído la palabra del verdadero gran Rey, el Dios de Israel. La primera profecía de Isaías fue corta y concisa: Ezequías no debía temer; Dios era soberano sobre las acciones de Senaquerib y lo haría volver a su propia tierra donde sería asesinado. Lo que no está claro es cómo esta profecía se relacionaba con el despliegue de todos los demás eventos. El rumor parecería ser las noticias del avance de Tirhaca, pero eso de por sí no causó el regreso de Senaquerib a Asiria. La causa final por la derrota de Senaquerib no se menciona aquí.
4) Una carta y una oración.
La retirada del lugarteniente anticipa en miniatura el cumplimiento de la profecía: Al oír noticias del progreso de Senaquerib aquél regresa a este. No debe haberse llevado todas las tropas por supuesto, de lo contrario el pueblo de Jerusalén hubiera podido reabastecerse de comida. Es mejor pensar que dejó una fuerza considerable fuera de Jerusalén mientras que volvía a informar a Senaquerib del estancamiento. Si Libna es el mismo lugar que Tell-bornat, entonces quedaba al norte de Laquis, y la acción de Senaquerib representaba el avance de su ejército principal en ruta a Jerusalén. Su salida de Laquis debe haber sucedido después de la finalización exitosa del sitio allí.
El texto hebreo en 2 Reyes 19.9 habla literalmente de “Tirhaca”. El Cus bíblico corresponde a la tierra directamente al sur de Egipto, o sea la moderna Nubia o Sudán del norte[12]. En 701 a.C., la dinastía XV de Cus gobernaba tanto Cus como Egipto. El Tirhaca bíblico es Taharca, el penúltimo soberano de esa dinastía quien reinó de 690 a 664 a.C. El título de rey que se le ha dado en este versículo es mirando retrospectivamente porque en 701 a.C., era solo un príncipe a cargo de una expedición de su hermano el Faraón Shebitku.
Al oír que Tirhaca se estaba acercando, Senaquerib mandó otro mensaje a Ezequías. Para entonces Senaquerib debe haber estado un poco ansioso por poner fin al problema que tenía en Jerusalén para que pudiera reunir su ejército en el sur y poder combatir contra las fuerzas de Tirhaca. Aunque este mensaje es similar al de 2 Reyes 19.33–35 tiene algo imprevisto. Parece que Senaquerib estaba informado de la esencia de la profecía de Isaías porque se refiere a ella. No niega que Adonay existe o que ha hablado por medio de su profeta; simplemente llama a Adonay mentiroso. Otra lista de ciudades derrotadas ilustra el punto de que Asiria es invencible.
Ezequías recibió este último mensaje en forma de una carta que llevó al Templo. Pensaba llamarle la atención sobre el contenido blasfemo a Adonay. Su oración comenzó con el reconocimiento de que aunque el Señor tenía su trono entre los querubines en el Templo de Jerusalén, su presencia y poderío no estaban limitados de ninguna manera. Dios era Dios de todos los reinos de la tierra y era el creador de los cielos y la tierra. También reconoció que la jactancia de Senaquerib tenía bastante de verdad: muchos pueblos habían sido conquistados y sus dioses habían sido destruidos. Pero no eran dioses verdaderos. Pidió que Adonay demostrara al mundo que era el único creador y soberano en el acto de salvar a Jerusalén.
5) Isaías de nuevo.
A diferencia de su primera profecía, la segunda es larga y en forma poética. Después de la primera declaración en las que asegura a Ezequías que Dios ha escuchado su oración, tenemos una profecía en tres partes.
La primera parte es para Senaquerib. Describe a la población de Jerusalén burlándose de él mientras que huye. Se le acusa de blasfemar contra el Dios de Israel, no solo con sus palabras más recientes sino por atribuir las amplias conquistas al poderío de Asiria. La verdad que no quiso reconocer es que Adonay mismo decretó esas conquistas. El error de Senaquerib está en pensar que él era el que daba forma a los eventos mundiales y no Adonay. Ha usurpado el lugar de Dios al declararse el poder supremo y al demandar completa fidelidad. Y ahora, por su insolencia, Adonay le va a hacer regresar. Muchos de estos mismos temas ocurren también en Isaías 10.5–19.
La segunda parte se dirige a Ezequías. Aunque Jerusalén sufrirá las consecuencias del sitio de los asirios, se recuperará al final. Esto era una señal para Ezequías, o sea algo en donde podrá discernir claramente la mano de Dios obrando. La última frase también ocurre al final de Isaías 9.7.
La tercera parte corresponde a la suerte de la campaña de Senaquerib. El sitio no culminará en un ataque contra Jerusalén. Generalmente cuando un ejército asirio sitiaba una ciudad terminaban atacándola. El primer paso era construir terraplenes de sitio para que se pudieran poner arietes contra las murallas, y mientras construían los terraplenes había arqueros que los cubrían tirando flechas protegiéndose con escudos. Estas son las actividades a las cuales se refieren 2 Reyes 19.32. No van a ocurrir porque Senaquerib regresará a su casa. La razón principal por la cual Dios salva a Jerusalén no es la blasfemia de Senaquerib, tampoco lo es la devoción de Ezequías ni sus oraciones, sino su propia gloria y su promesa a David de que tendría una dinastía para siempre.
6) El fin de Senaquerib.
La muerte repentina de 185.000 soldados se describe lacónicamente y en términos milagrosos. El número es muy alto para ser solamente una sección del ejército invasor, y quizá debemos pensar que la calamidad no se limitó a las fuerzas acampadas fuera de Jerusalén sino que afectó a todas las fuerzas destacadas en Judá. No es sorprendente que la catástrofe humillante no se relata en ningún documento asirio sobre la campaña. La versión de los eventos que Senaquerib dio se concentra en el hecho de que puso fin a la rebelión y pasa por alto que no logró capturar Jerusalén. Termina en Nínive con una nota positiva por el recibo del tributo mencionado en 2 Reyes 18.14. En los relieves esculpidos que conmemoran la campaña, Senaquerib decidió hacer resaltar el exitoso sitio de Laquis.
Su asesinato profetizado por Isaías ocurrió en 681 a.C. Hay una referencia a él en un texto asirio pero los detalles continúan siendo oscuros.
7) Enfermedad y recuperación.
La fecha de la enfermedad de Ezequías en 2 Reyes 20.1: “En aquellos días…” es imprecisa y solo implica que fue cerca de la invasión de Judá por Senaquerib. Pero la mejor cronología la provee 2 Reyes 20.6: La promesa de 15 años más de vida señala el año decimocuarto del reinado de 29 años de Ezequías que también fue el año de la invasión de Senaquerib; y la promesa de la liberación de la ciudad indica un tiempo antes de los acontecimientos del capítulo 19 y no después. En resumen, los hechos en este capítulo no están en orden cronológico. La razón parece ser que este incidente y el que le sigue no eran favorables a Ezequías. Están separados deliberadamente del resto para poner en contraste la imagen de los capítulos 18–19. Y al ponerlos aquí y no más temprano proveen un puente al reinado de Manasés y sus consecuencias.
En el año 14 de su reinado Ezequías tenía solo 39 años de edad, y la noticia de su muerte inminente debe haber sido un duro golpe. Pero su reacción, cuando se le compara con la que tuvo durante la amenaza de Asiria, no refleja bien su devoción. En 2 Reyes 19.15–19 su oración afirma la soberanía de Dios y desea que Dios reciba toda la gloria, pero en este caso atrae la atención a su propia devoción. Dios respondió con misericordia y envió a Isaías con una promesa doble de sanidad y de salvación, pero sería por amor a mí mismo y por amor a mi siervo David y no por causa de la devoción de Ezequías. La profecía fue puesta de tal manera que rectificara la actitud de Ezequías. La referencia anterior en la que David es mencionado como antepasado de Ezequías sirvió para recordarle de su parte en la dinastía prometida a David.
El uso de una pasta de higos para la afección de la piel de rey es típico de las prácticas antiguas de “medicina popular”. Sería sorprendente si este tratamiento no se hubiese utilizado antes. Quizá debemos asumir que sí se usó, pero que fue ineficaz hasta que Isaías trajo la promesa de que sanaría.
El pedir una señal provee otra oportunidad para comparar desfavorablemente el Ezequías de ahora con el anterior Ezequías de gran fe. El que se sanase en tres días debería haber sido suficiente señal de que Dios le estaba dando 15 años más de vida. Pero Ezequías quería una señal que confirmara la señal. El carácter exacto de la señal que sigue es difícil de entender porque no se sabe el tipo de estructura sobre el cual cayó la sombra. Algunas versiones se refieren al “reloj de Acaz”, lo que asume que la sombra retrocedió diez medidas en algún tipo de aparato para medir el tiempo. Sin embargo, lo más probable es que se refiera a escalones en una escalera. Ya que podía elegir, Ezequías optó por la señal más dramática de las dos y la recibió. Hay mucha especulación sobre cómo fue posible la señal, y no se ha producido una respuesta satisfactoria.
8) Enviados de Merodac-baladán.
Merodac-baladán gobernó Babilonia independientemente por la mayor parte del período 721–709 a.C., antes de que Sargón II lo desterrase. Pero después de la muerte de Sargón empezó a trabajar de nuevo por la independencia de Babilonia. Consiguió el trono nuevamente por un corto período en 703–702 a.C., pero Senaquerib lo expulsó de Babilonia de modo que encontró exilio en el sudoeste de Elam. La embajada a Ezequías sin lugar a dudas fue parte de su intento de encontrar aliados en el oeste en sus esfuerzos de romper los yugos de Asiria. La visita coincide bien con el tiempo en que Merodac-baladán ocupó el trono la segunda vez en 703–702 a.C. Ya que la razón inmediata para la visita era la enfermedad de Ezequías esto sugiere que éste estuvo enfermo por uno o dos años. Esta es una reconstrucción muy posible de los eventos. Sin embargo, el relato paralelo en Isaías 39.1 pone la visita de la embajada después de que Ezequías se recuperó, o sea en, o poco después, del año 701 a.C. Aunque Merodac-baladán estaba desterrado para entonces, es posible que siguiera tratando de influenciar en los eventos entre bastidores. Con la evidencia actual no se pueden resolver las incertidumbres cronológicas.
La pronta disposición de Ezequías de permitir que los enviados viesen sus tesoros y armería sugiere que estaba listo a formar una alianza con Merodac-baladán. Dado que Isaías se oponía a las alianzas con extranjeros[13] su fuerte condena de esta acción es enteramente consistente. Predijo el día en que Babilonia sería el enemigo y se llevaría la riqueza y la gente. La respuesta de Ezequías fue egoísta e impenitente. Lo que lo consoló fue el hecho de que Isaías había hablado de desastres que vendrían en los días de sus descendientes y no durante su propio reinado. Su suposición que habría paz y estabilidad en mis días también puede reflejar su satisfacción con la alianza que había hecho.
El capítulo termina entonces con una nota de profunda tristeza: El mejor reformador que Judá ha visto hasta entonces recibe el aviso de que su reino caerá y será desterrado, y no se ofrece ninguna esperanza de que arrepentirse pudiera prevenir la tragedia.
9) Conclusión.
Entre los otros logros de Ezequías se mencionan específicamente el estanque y el acueducto por los cuales se traía agua a la ciudad. El proyecto también se menciona, con más detalles geográficos, en 2 Crónicas 32.30. Probablemente fue parte de los preparativos cuando Senaquerib sitiaba la ciudad, diseñados para proveer una fuente segura de agua que fuera accesible desde dentro de la ciudad.
[1] Números 21.8-9.
[2] 1 Reyes 15.11.
[3] 2 Reyes 18.9. NBLH
[4] 2 Reyes 18.13. Ibid
[5] 1 Reyes 20.1-11.
[6] El sitio se sabe también por una serie de relieves asirios impresionantes descubiertos en las ruinas del palacio de Senaquerib en Nínive, y el efecto devastador lo atestiguan los descubrimientos arqueológicos en la misma Laquis.
[7] Literalmente el Rabsaces.
[8] Isaías 30.1–5; 31.1–3.
[9] Este era el idioma de la diplomacia internacional.
[10] Éxodo 32.30–32; Jeremías 7.16; 15.1.
[11] El rey de Cus (Etiopía).
[12] En el sentido estricto no es “Etiopía”, como dice la Reina-Valera Actualizada.
[13] Isaías 30.1–5; 31.1–3.