Capítulos 10-11.18
1. Pedro testifica a Cornelio en Cesarea.
10.1-11.18 La historia de la conversión de Cornelio es tratada por Lucas de una manera especial debido a que este hombre, junto con su familia y amigos íntimos, son los primeros gentiles en recibir la salvación.
La palabra “gentil” viene del hebreo Goy, que significa literalmente “nación” o “pueblo”, y se traduce habitualmente como gentil. Históricamente y hasta la actualidad se ha utilizado como sinónimo de no judío. El primer uso registrado de goy, o en plural goyim, aparece en el Tanaj o Pentateuco[1] en referencia a naciones ajenas a Israel, donde se promete a Abraham que sus descendientes formarán un goy gadol o una “gran nación”. Esta palabra o sus derivados se usa en 550 ocasiones en el Antiguo Testamento. Para los judíos, todos los goyim son descendientes de Noé y sus hijos y para agradar a Dios deben seguir los siete preceptos de las naciones[2].
Para que un gentil pudiera ser salvo, en el Antiguo Testamento, era necesario que fueran circuncidados, a estos se les denominaba “prosélitos”, y recibián los mismos derechos y tenían las mismas obligaciones que cualquier judío.
En el caso de Cornelio, él no era un prosélito, porque aunque es reconocido como un hombre piadoso y que buscaba ayudar a los judíos, no había sido circuncidado. Él podía asistir a las sinagogas, pero no podía entrar a la casa de un judío, ni estos podía visitarle en la suya.
El centurión romano es el rango que ha recibido una mayor atención por parte de los estudiosos del ejército romano. Se trata de oficiales con un mando táctico y administrativo, siendo escogidos por sus cualidades de resistencia, templanza y mando. Comandaban una centuria, formada por 80 hombres, en función de las fuerzas en el momento dado y de si la centuria pertenecía o no a la Primera Cohorte, y cada Cohorte esta formada por 6 centurias excepto la primera cohorte que tiene 5 centurias pero el doble de hombres en cada una de ellas.
Pese a lo que se suele pensar, su nombre no procede que en un principio constase de cien hombres, ya que es anterior al propio rango de centurión, sino que deriva de la propia centuria, unidad administrativa y política que en Roma tenía su propia vertiente civil. De hecho, la centuria en sí nunca adoptó un tamaño de cien hombres, sino que en época republicana osciló entre los treinta de una centuria de triarios y los sesenta de los lanceros y principales. Hacia finales del siglo II a.C., la centuria pasó a contar con unos ochenta hombres, cifra que se mantendrá a lo largo del Alto Imperio, teniendo, así, la Legio Augustea sesenta centurias de ochenta hombres que hacían un total de cuatro mil ochocientos hombres. Más adelante, hacia la época Flavia, la primera cohorte duplicará los efectivos de sus centurias, pero se reducirá el número de las mismas a cinco, con lo que la legión contará ahora con cinco mil ciento veinte hombres de armas.
El grueso de la legión era dirigido por los centuriones, ya que cada cohorte contaba con seis de ellos para dirigir cada una de sus seis centurias. Cada uno de estos centuriones se acomodaba, dentro de cada cohorte, a una estricta jerarquía. Ésta, en orden ascendente, es: Un hastatus posterior, un hastatus prior, un princeps posterior, un princeps prior, un pilus posterior y un pilus prior. Este último puede haber actuado, de facto, como comandante de la cohorte al completo en función de su veteranía. Por otro lado, esta estructura se altera en las primeras cohortes desde época Flavia, ya que solo existen cinco centuriones, los primi ordines, de los que el primus pilus es el más valorado. Lo normal es que tras un año ejerciendo tal cargo, el primipilo lograse ser ascendido al ordo equestris. A mayores legiones, pueden existir más centuriones de lo que es habitual, y ello se debe a la presencia de veterani o supernumerarii que, si bien no ejercen un mando militar efectivo, sí tienen encomendada una función administrativa.
Cada centurión era asistido en su centuria por un optio, un signifer y un tesserarius, suboficiales que reciben el nombre de “principales”. El primero era el lugarteniente del centurión, lo ayudaba en la táctica y en el mantenimiento de la disciplina y la forma física de los soldados…, el segundo era el portaestandarte y tesorero de la centuria, y el último se encargaba de suministrar las contraseñas y de actuar de oficial de enlace.
En el campo de batalla, el centurión se situaba en el extremo derecho de la primera fila de hombres de su unidad, junto al signifer, mientras que el optio se situaba en la retaguardia, para evitar, si era necesario, la desbandada de las tropas, y garantizar los relevos entre líneas típicos del orden cerrado utilizado por el ejército romano.
Eran rangos superiores a los de centurión el de tribuno que solían ser los jóvenes de la clase senatorial que están realizando su primer servicio en la legión antes de recibir los cargos públicos en la vida civil aunque hay tribunos quienes han elegido la vida militar como la profesión o el de praefectus castrorum, generalmente un antiguo centurión, estando todos ellos subordinados al legado de la legión. En comparación a la organización militar moderna, podrían ser aproximadamente el equivalente a un capitán de infantería y siendo los centuriones de mayor antigüedad comparables al rango de comandante.
Parece que los primeros cristianos no esperaran la conversión de los gentiles, pero en la Comisión dada por Jesús ellos eran incluidos[3]; aunque es probable que pensaran que estos tendrían que circuncidarse primero.
Además de los gentiles prosélitos, los judíos reconocían a los gentiles temerosos, como el caso de Cornelio, estos asistían a las sinagogas, hacían oraciones y limosnas para los judíos necesitados. Tomemos en cuenta que Cornelio era considerado como un buen hombre, a pesar de eso no era salvo.
Cornelio tuvo una visión de la visita de un ángel a eso de las tres de la tarde. En esta visión recibió instrucciones claras de lo que tenía que hacer y no tuvo reparos en obedecer. Hay que tomar en cuenta también que cuando Cornelio recibe la visita del ángel, él tiene fe en Dios, por lo que no se puede decir que la visión es la que produce la conversión de Cornelio. Tampoco el ángel es quien le da las instruccione para ser salvo, sino que necesitaba escuchar a Pedro para que esto se llevara a cabo.
Cuando Cornelio recibe la visión, a pesar de ser un hombre valiente y soldado experimentado, se llena de temor. Él no estaba frente a otro hombre, sino que comprende que quien le visita es alguien sobrenatural.
El ángel informa a Cronelio que lo que ha hecho estaba bien, y que estaba presente delante de los ojos de Dios. En veces somos muy ligeros en emitir juicio de condenación sobre los que no se congregan con nosotros y somos rápidos para enviarlos al infierno, pero aquí tenemos un ejemplo de que la mente de Dios trabaja de manera diferente a al nuestra. Hay personas que aunque no son miembros de la Iglesia tratan de obedecer a Dios, y no se crea que por ello sean salvos, como veremos más adelante, pero tampoco debemos ser tan crueles como para cerrarles la oportunidad para ser salvos. He sido testigo de cómo algunos creyentes pretenden que los que no son miembros de la Iglesia actúen como si lo fueran y por ello en lugar de atraerlos, los rechazan.
La única vía para ser salvo es oír el Evangelio, creerlo, arrepentise de los pecados, confesare a Jesús como Salvador, sumergirse en agua y vivir en santidad, y por eso Cornelio necesitaba escuchar a Pedro. Aunque el ángel tenía el conocimiento de cómo Cornelio podía ser salvo, no era él el llamado a anunciarlo, sino que los hombres debemos anunciar a los hombres el mensaje de salvación.
Después que el ángel se fue, Cornelio no quedó analizando si lo que que había visto era de Dios o del enemigo, sino que inmediatamente se puso en acción. Hace un tiempo presenté el Evangelio a una mujer que después de haber aceptado que lo que le decía estaba de acuerdo con las Escrituras, me dijo: Voy a orar para que Dios me guíe. ¡No es eso lo que Dios quiere! Lo que Él desea es que obedezcamos Su Palabra, no que oremos para saber si eso es lo que Él desea.
Cornelio explicó a sus criados y a un soldado lo que había pasado, aunque en realidad no tenía que hacerlo ya que él era su jefe, y los envió a Jope, una distancia como de 45 kilómetros.
La mañana del día siguiente, cuando los criados y el soldado iban de camino, Pedro sube a la azotea, casi al medio día, para orar.
El techo de una casa oriental se usa actualmente para una variedad de cosas, de la misma manera que era usado en días de los profetas y de los apóstoles. Podía ser usado como lugar para dormir, porque una gran parte del año el techo o terrado es el lugar más agradable en la casa, especialmente en las mañanas y tardes. Ahí muchos duermen durante el verano, tanto en la ciudad como en el campo, y en todas partes donde la malaria no es peligrosa. La costumbre es antiquísima. Un ejemplo de esta práctica en la Biblia, es el incidente de Samuel llamando a Saúl, quien se había dormido en el terrado[4].
También podía ser usados para asambleas en tiempos de conmoción. En Isaías 22.1 el profeta nos dice: “¿Qué tienes ahora, que toda tú te has subido sobre los terrados?”Así se describe a la ciudad típica oriental, en medio de los tiempos de gran conmoción. Así como los occidentales en tales casos se congregan en las calles, así los orientales suben a los techos, desde donde pueden ver hacia las calles, y descubrir lo que acontece.
Otro de los usos dados era como lugar de proclamas públicas. Tanto en los tiempos actuales como en los de Cristo, los pueblos de la Tierra Santa han tenido sus pregoneros. Las órdenes de los gobiernos locales son proclamadas desde las casas más altas. Tales proclamas se hacen por lo regular por las tardes, cuando los hombres han retornado de sus labores en el campo. La llamada larga ahogada, se ha hecho familiar en los residentes y han aprendido a escuchar lo que le sigue. La llamada del pregonero del pueblo, se dice que se asemeja a un distante y prolongado silbato ferrocarrilero. Jesús debe con frecuencia haber oído la llamada del pregonero del pueblo. El dijo a sus discípulos: “Lo que oís, predicadlo desde los terrados”[5]. Como un aviso de la imposibilidad de esconder nuestros pecados en el día del juicio, dijo: “Lo que hablasteis al oído en las cámaras, será pregonado desde los terrados”[6].
Pero también era usado como lugar de adoración y oración.Las Escrituras nos indican que los terrados de las casas fueron usados para una adoración verdadera a Dios, también para adoración idolátrica. El profeta Sofonías dice: “…de ellos que se inclinan sobre los terrados al ejército del cielo”[7]. Será natural que los que adoran los astros lo hagan sobre los terrados, y no hay duda que Pedro se retiró a la azotea donde podía estar a solas con Dios[8].
Pedro estaba orando y le sobrevino gran hambre, tanto que cayó en un éxtasis y una visión en donde se le ordena matar y comer animales que según la Ley de Moisés eran inmundos[9], por lo que no tiene temor de poner en duda la orden de la visión.
Aquella voz da a entender a Pedro que los reglamentos de la Ley ya no estaban más en vigor. La Ley había cumplido su ciclo y ya no estaba más en operación porque ella fue la sombra de la sustancia que es Cristo mismo.
Esta operación ocurrió tres veces, por lo que Pedro debía aceptar que definitivamente era una revelación de Dios, aunque quedó perplejo de aquello, pero no por mucho tiempo. Mientras él estaba preguntándose sobre la visión, los hombres enviados por Cornelio llegaron a la casa donde Pedro estaba hospedado. El Espíritu da una orden a Pedro que no tenía que ser desobedecida: ¡Ve con ellos sin dudar! Si no hubiese recibido esta orden, es posible que Pedro se negara a ir con ellos.
Pedro bajó dispuesto a ir con ellos, pero no entendía todavía la razón por la que tenía que ir. Entonces los varones explican a Pedro el por qué estaban ahí. Aquello deja a Pedro sorperendido y se dispone todo para ir a casa de Cornelio al día siguiente, pero Pedro no iría solo, sino que llevaría a ser hermanos que testificarían de todo lo que ocurriera ahí.
Cuando llegan a Cesarea al día siguiente, ya Cornelio estaba esperando. Cornelio invitó a toda su familia y amigos para que escucharan el Evangelio. Cuando Pedro llegó, Cornelio, en un impulso natural entre los impíos idólatras, se postra ante Pedro, tal y como se hace hoy ante el Papa de Roma, pero contrario a este que acepta esa adoración, Pedro ordena a Cornelio que se levante.
Pedro y Cornelio conversan en la entrada de la casa, aunque Lucas no relata el tema. Inmediatamente entran y ahí esperan los parientes y amigos de Cornelio.
Pedro debe hacer una aclaración ante estos gentiles. La Ley de Moisés le prohibía expresamente que estuviera en ese lugar, pero él lo hacía porque Dios mismo le había ordenado ir. Él deseaba saber por qué estaba ahí y Cornelio le explica su visión. Esto permite a Pedro comprender su propia visión.
Después de esto, Pedro empieza con su misión evangelizadora, ahora que comprende que Dios no distingue entre un judío y un gentil. ¡Qué duro para los judíos! Esto es algo que hasta el día de hoy no aceptan los judíos. Esto es algo que trae consecuencias no solo para los judíos, sino también para los que enseñan la doctrina torcida de la predestinación, porque siguiendo sus lineamientos, solo los judíos estaban predestinados, pero al darse el Evangelio a los gentiles, todos tenemos oportunidad.
Es lógico pensar que Pedro explicó todo el mensaje del Evangelio a los que escuchaban, pero el escritor solo hace un resumen. Cornelio sabía del mensaje de los profetas porque él asistía a la sinagoga y como los judíos, esperaba la venida del Mesías.
Pero ocurre algo imprevisto. Cuando aún no había terminado de hablar, el Espíritu Santo se derramó sobre los que estaban escuchando. Se derrama sobre ellos no porque ya fuesen salvos, sino más bien para que Pedro y sus acompañantes tuviesen testimonio que ellos iban a recibir la vida eterna, igual que los judíos que se arrepentían. Al leer este pasaje hay que tomar en cuenta que esto es una excepción de los hechos, no que siempre tiene que ser así. No se está restando importancia al sumergir al pecador, ni quiere decir que ellos fueron salvos porque el Espíritu los tomó en ese momento, y para estar seguros de esto vemos que Pedro pregunta: “-¿Es capaz alguien de impedir el agua para sumergir a estos a quienes recibieron el Espíritu Santo tal como también nosotros?” Pedro no creyó que ellos fuesen salvos, de lo contrario no tenía motivo el sumergirlos en agua.
Los que abogaban porque los gentiles fuesen circuncidados para fueron impactados por el hecho que los gentiles recibieran también al Espíritu Santo. No se estaba dando un hecho parecido al vivido en Samaria, cuando después de escuchar el Evangelio fueron sumergidos en agua y luego los Enviados pusieron sobre ellos las manos y recibieron al Espíritu Santo, sino que más bien esto se parecía a lo vivido en Jerusalén el día de Pentecostés, aunque no hay evidencia que después de esto Cornelio o alguno de los que estaban ahí tuviesen el poder de impartir el don del Espíritu a los que impusieran las manos.
Inmeditamente Pedro entiende que ellos necesitan ser sumergidos en agua, y los que estaban ahí no se oponen porque también comprenden el favor de Dios para con los gentiles también.
Hay que tomar un momento para recalcar la importancia que tuvo en la Iglesia del siglo I el hecho de ser sumergido en agua. Hoy hay quienes consideran que esto es opcional, pero el Nuevo Testamento es claro en ponerlo como requisito para ser salvo. Pedro mismo escribe más tarde: “Lo cual corresponde también, la inmersión ahora nos salva, no quitando suciedad de la carne, sino como la solicitud a una buena conciencia hacia Dios, a través de la resurrección de Jesús el Ungido”[10], haciendo eco a las palabras de Jesús: “El que crea y sea sumergido, será salvo”[11]. Obedeciendo a este mandato de Jesús, también Pedro, el día de Pentecostés, cuando Pedro predicó a la muchedumbre, cuando preguntaron como ser salvos, él les dijo: “Cambien de disposición mental y cada uno de ustedes sea sumergido en agua, en el nombre de Jesús, el Ungido, que les libra de los pecados y recibirían la dádiva gratuita del Espíritu Santo”[12]. Además, encada caso de conversión que encontramos en el libro de Hechos, vamos a ver que siempre terminan con la sumersión del pecador arrepentido, lo que nos lleva a preguntar: ¿Si para los cristianos originales fue tan importante, por qué los que se dicen serlo en el siglo XXI lo toman por opcional?
Después de bajar a las aguas, le pidieron a Pedro que se quedara unos días. Mientras tanto, las noticias de la conversión de los gentiles corrieron hasta llegar a los hermanos en Judea, lo que les inquietaba y en algunos casos les incomodaba.
Al regresar a Jerusalén, los cristianos judíos buscaron a Pedro para disputar con él el hecho de haber entrado a la casa de un gentil. Notemos que a Pedro no se le da un tratamiento especial como a un superior, sino que se le exige una explicación de sus acciones. A ellos no les molestaba que hubiese predicado a los gentiles, sino que hubiese entrado a su casa y hubiese compartido los alimentos con ellos, y es que en todas las culturas el compartir los alimentos es una señal de comunión, de amistad.
Entonces Pedro debe hacer un comentario de todo lo que había ocurrido y como el Espíritu Santo le llevó a casa de Cornelio y enseñarle el Evangelio, y como también los gentiles recibieron el don del Espíritu, siendo testigos de esto seis hermanos más de Jope.
Estas cosas hicieron que los defensores de la circuncisión tuviesen que dejar de disputar y que glorificaran a Dios, aunque este problema no iba a terminar acá, sino que más adelante ellos seguirían dando problemas a los Enviados.
[1] Génesis 10.5.
[2] Wikipedia. Gentil.
[3] Mateo 28.19; Marcos 16.15; Hechos 1.8; 2.39.
[4] 1 Samuel 9.26.
[5] Mateo 10.27.
[6] Lucas 12.3.
[7] Sofonías 1.5.
[8] Usos y Costumbres de las tierras bíblicas.
[9] Levítico 11.3; Deuteronomio 14.3-20.
[10] 1 Pedro 3.21.
[11] Marcos 16.16.
[12] Hechos 2.38.
10.1-11.18 La historia de la conversión de Cornelio es tratada por Lucas de una manera especial debido a que este hombre, junto con su familia y amigos íntimos, son los primeros gentiles en recibir la salvación.
La palabra “gentil” viene del hebreo Goy, que significa literalmente “nación” o “pueblo”, y se traduce habitualmente como gentil. Históricamente y hasta la actualidad se ha utilizado como sinónimo de no judío. El primer uso registrado de goy, o en plural goyim, aparece en el Tanaj o Pentateuco[1] en referencia a naciones ajenas a Israel, donde se promete a Abraham que sus descendientes formarán un goy gadol o una “gran nación”. Esta palabra o sus derivados se usa en 550 ocasiones en el Antiguo Testamento. Para los judíos, todos los goyim son descendientes de Noé y sus hijos y para agradar a Dios deben seguir los siete preceptos de las naciones[2].
Para que un gentil pudiera ser salvo, en el Antiguo Testamento, era necesario que fueran circuncidados, a estos se les denominaba “prosélitos”, y recibián los mismos derechos y tenían las mismas obligaciones que cualquier judío.
En el caso de Cornelio, él no era un prosélito, porque aunque es reconocido como un hombre piadoso y que buscaba ayudar a los judíos, no había sido circuncidado. Él podía asistir a las sinagogas, pero no podía entrar a la casa de un judío, ni estos podía visitarle en la suya.
El centurión romano es el rango que ha recibido una mayor atención por parte de los estudiosos del ejército romano. Se trata de oficiales con un mando táctico y administrativo, siendo escogidos por sus cualidades de resistencia, templanza y mando. Comandaban una centuria, formada por 80 hombres, en función de las fuerzas en el momento dado y de si la centuria pertenecía o no a la Primera Cohorte, y cada Cohorte esta formada por 6 centurias excepto la primera cohorte que tiene 5 centurias pero el doble de hombres en cada una de ellas.
Pese a lo que se suele pensar, su nombre no procede que en un principio constase de cien hombres, ya que es anterior al propio rango de centurión, sino que deriva de la propia centuria, unidad administrativa y política que en Roma tenía su propia vertiente civil. De hecho, la centuria en sí nunca adoptó un tamaño de cien hombres, sino que en época republicana osciló entre los treinta de una centuria de triarios y los sesenta de los lanceros y principales. Hacia finales del siglo II a.C., la centuria pasó a contar con unos ochenta hombres, cifra que se mantendrá a lo largo del Alto Imperio, teniendo, así, la Legio Augustea sesenta centurias de ochenta hombres que hacían un total de cuatro mil ochocientos hombres. Más adelante, hacia la época Flavia, la primera cohorte duplicará los efectivos de sus centurias, pero se reducirá el número de las mismas a cinco, con lo que la legión contará ahora con cinco mil ciento veinte hombres de armas.
El grueso de la legión era dirigido por los centuriones, ya que cada cohorte contaba con seis de ellos para dirigir cada una de sus seis centurias. Cada uno de estos centuriones se acomodaba, dentro de cada cohorte, a una estricta jerarquía. Ésta, en orden ascendente, es: Un hastatus posterior, un hastatus prior, un princeps posterior, un princeps prior, un pilus posterior y un pilus prior. Este último puede haber actuado, de facto, como comandante de la cohorte al completo en función de su veteranía. Por otro lado, esta estructura se altera en las primeras cohortes desde época Flavia, ya que solo existen cinco centuriones, los primi ordines, de los que el primus pilus es el más valorado. Lo normal es que tras un año ejerciendo tal cargo, el primipilo lograse ser ascendido al ordo equestris. A mayores legiones, pueden existir más centuriones de lo que es habitual, y ello se debe a la presencia de veterani o supernumerarii que, si bien no ejercen un mando militar efectivo, sí tienen encomendada una función administrativa.
Cada centurión era asistido en su centuria por un optio, un signifer y un tesserarius, suboficiales que reciben el nombre de “principales”. El primero era el lugarteniente del centurión, lo ayudaba en la táctica y en el mantenimiento de la disciplina y la forma física de los soldados…, el segundo era el portaestandarte y tesorero de la centuria, y el último se encargaba de suministrar las contraseñas y de actuar de oficial de enlace.
En el campo de batalla, el centurión se situaba en el extremo derecho de la primera fila de hombres de su unidad, junto al signifer, mientras que el optio se situaba en la retaguardia, para evitar, si era necesario, la desbandada de las tropas, y garantizar los relevos entre líneas típicos del orden cerrado utilizado por el ejército romano.
Eran rangos superiores a los de centurión el de tribuno que solían ser los jóvenes de la clase senatorial que están realizando su primer servicio en la legión antes de recibir los cargos públicos en la vida civil aunque hay tribunos quienes han elegido la vida militar como la profesión o el de praefectus castrorum, generalmente un antiguo centurión, estando todos ellos subordinados al legado de la legión. En comparación a la organización militar moderna, podrían ser aproximadamente el equivalente a un capitán de infantería y siendo los centuriones de mayor antigüedad comparables al rango de comandante.
Parece que los primeros cristianos no esperaran la conversión de los gentiles, pero en la Comisión dada por Jesús ellos eran incluidos[3]; aunque es probable que pensaran que estos tendrían que circuncidarse primero.
Además de los gentiles prosélitos, los judíos reconocían a los gentiles temerosos, como el caso de Cornelio, estos asistían a las sinagogas, hacían oraciones y limosnas para los judíos necesitados. Tomemos en cuenta que Cornelio era considerado como un buen hombre, a pesar de eso no era salvo.
Cornelio tuvo una visión de la visita de un ángel a eso de las tres de la tarde. En esta visión recibió instrucciones claras de lo que tenía que hacer y no tuvo reparos en obedecer. Hay que tomar en cuenta también que cuando Cornelio recibe la visita del ángel, él tiene fe en Dios, por lo que no se puede decir que la visión es la que produce la conversión de Cornelio. Tampoco el ángel es quien le da las instruccione para ser salvo, sino que necesitaba escuchar a Pedro para que esto se llevara a cabo.
Cuando Cornelio recibe la visión, a pesar de ser un hombre valiente y soldado experimentado, se llena de temor. Él no estaba frente a otro hombre, sino que comprende que quien le visita es alguien sobrenatural.
El ángel informa a Cronelio que lo que ha hecho estaba bien, y que estaba presente delante de los ojos de Dios. En veces somos muy ligeros en emitir juicio de condenación sobre los que no se congregan con nosotros y somos rápidos para enviarlos al infierno, pero aquí tenemos un ejemplo de que la mente de Dios trabaja de manera diferente a al nuestra. Hay personas que aunque no son miembros de la Iglesia tratan de obedecer a Dios, y no se crea que por ello sean salvos, como veremos más adelante, pero tampoco debemos ser tan crueles como para cerrarles la oportunidad para ser salvos. He sido testigo de cómo algunos creyentes pretenden que los que no son miembros de la Iglesia actúen como si lo fueran y por ello en lugar de atraerlos, los rechazan.
La única vía para ser salvo es oír el Evangelio, creerlo, arrepentise de los pecados, confesare a Jesús como Salvador, sumergirse en agua y vivir en santidad, y por eso Cornelio necesitaba escuchar a Pedro. Aunque el ángel tenía el conocimiento de cómo Cornelio podía ser salvo, no era él el llamado a anunciarlo, sino que los hombres debemos anunciar a los hombres el mensaje de salvación.
Después que el ángel se fue, Cornelio no quedó analizando si lo que que había visto era de Dios o del enemigo, sino que inmediatamente se puso en acción. Hace un tiempo presenté el Evangelio a una mujer que después de haber aceptado que lo que le decía estaba de acuerdo con las Escrituras, me dijo: Voy a orar para que Dios me guíe. ¡No es eso lo que Dios quiere! Lo que Él desea es que obedezcamos Su Palabra, no que oremos para saber si eso es lo que Él desea.
Cornelio explicó a sus criados y a un soldado lo que había pasado, aunque en realidad no tenía que hacerlo ya que él era su jefe, y los envió a Jope, una distancia como de 45 kilómetros.
La mañana del día siguiente, cuando los criados y el soldado iban de camino, Pedro sube a la azotea, casi al medio día, para orar.
El techo de una casa oriental se usa actualmente para una variedad de cosas, de la misma manera que era usado en días de los profetas y de los apóstoles. Podía ser usado como lugar para dormir, porque una gran parte del año el techo o terrado es el lugar más agradable en la casa, especialmente en las mañanas y tardes. Ahí muchos duermen durante el verano, tanto en la ciudad como en el campo, y en todas partes donde la malaria no es peligrosa. La costumbre es antiquísima. Un ejemplo de esta práctica en la Biblia, es el incidente de Samuel llamando a Saúl, quien se había dormido en el terrado[4].
También podía ser usados para asambleas en tiempos de conmoción. En Isaías 22.1 el profeta nos dice: “¿Qué tienes ahora, que toda tú te has subido sobre los terrados?”Así se describe a la ciudad típica oriental, en medio de los tiempos de gran conmoción. Así como los occidentales en tales casos se congregan en las calles, así los orientales suben a los techos, desde donde pueden ver hacia las calles, y descubrir lo que acontece.
Otro de los usos dados era como lugar de proclamas públicas. Tanto en los tiempos actuales como en los de Cristo, los pueblos de la Tierra Santa han tenido sus pregoneros. Las órdenes de los gobiernos locales son proclamadas desde las casas más altas. Tales proclamas se hacen por lo regular por las tardes, cuando los hombres han retornado de sus labores en el campo. La llamada larga ahogada, se ha hecho familiar en los residentes y han aprendido a escuchar lo que le sigue. La llamada del pregonero del pueblo, se dice que se asemeja a un distante y prolongado silbato ferrocarrilero. Jesús debe con frecuencia haber oído la llamada del pregonero del pueblo. El dijo a sus discípulos: “Lo que oís, predicadlo desde los terrados”[5]. Como un aviso de la imposibilidad de esconder nuestros pecados en el día del juicio, dijo: “Lo que hablasteis al oído en las cámaras, será pregonado desde los terrados”[6].
Pero también era usado como lugar de adoración y oración.Las Escrituras nos indican que los terrados de las casas fueron usados para una adoración verdadera a Dios, también para adoración idolátrica. El profeta Sofonías dice: “…de ellos que se inclinan sobre los terrados al ejército del cielo”[7]. Será natural que los que adoran los astros lo hagan sobre los terrados, y no hay duda que Pedro se retiró a la azotea donde podía estar a solas con Dios[8].
Pedro estaba orando y le sobrevino gran hambre, tanto que cayó en un éxtasis y una visión en donde se le ordena matar y comer animales que según la Ley de Moisés eran inmundos[9], por lo que no tiene temor de poner en duda la orden de la visión.
Aquella voz da a entender a Pedro que los reglamentos de la Ley ya no estaban más en vigor. La Ley había cumplido su ciclo y ya no estaba más en operación porque ella fue la sombra de la sustancia que es Cristo mismo.
Esta operación ocurrió tres veces, por lo que Pedro debía aceptar que definitivamente era una revelación de Dios, aunque quedó perplejo de aquello, pero no por mucho tiempo. Mientras él estaba preguntándose sobre la visión, los hombres enviados por Cornelio llegaron a la casa donde Pedro estaba hospedado. El Espíritu da una orden a Pedro que no tenía que ser desobedecida: ¡Ve con ellos sin dudar! Si no hubiese recibido esta orden, es posible que Pedro se negara a ir con ellos.
Pedro bajó dispuesto a ir con ellos, pero no entendía todavía la razón por la que tenía que ir. Entonces los varones explican a Pedro el por qué estaban ahí. Aquello deja a Pedro sorperendido y se dispone todo para ir a casa de Cornelio al día siguiente, pero Pedro no iría solo, sino que llevaría a ser hermanos que testificarían de todo lo que ocurriera ahí.
Cuando llegan a Cesarea al día siguiente, ya Cornelio estaba esperando. Cornelio invitó a toda su familia y amigos para que escucharan el Evangelio. Cuando Pedro llegó, Cornelio, en un impulso natural entre los impíos idólatras, se postra ante Pedro, tal y como se hace hoy ante el Papa de Roma, pero contrario a este que acepta esa adoración, Pedro ordena a Cornelio que se levante.
Pedro y Cornelio conversan en la entrada de la casa, aunque Lucas no relata el tema. Inmediatamente entran y ahí esperan los parientes y amigos de Cornelio.
Pedro debe hacer una aclaración ante estos gentiles. La Ley de Moisés le prohibía expresamente que estuviera en ese lugar, pero él lo hacía porque Dios mismo le había ordenado ir. Él deseaba saber por qué estaba ahí y Cornelio le explica su visión. Esto permite a Pedro comprender su propia visión.
Después de esto, Pedro empieza con su misión evangelizadora, ahora que comprende que Dios no distingue entre un judío y un gentil. ¡Qué duro para los judíos! Esto es algo que hasta el día de hoy no aceptan los judíos. Esto es algo que trae consecuencias no solo para los judíos, sino también para los que enseñan la doctrina torcida de la predestinación, porque siguiendo sus lineamientos, solo los judíos estaban predestinados, pero al darse el Evangelio a los gentiles, todos tenemos oportunidad.
Es lógico pensar que Pedro explicó todo el mensaje del Evangelio a los que escuchaban, pero el escritor solo hace un resumen. Cornelio sabía del mensaje de los profetas porque él asistía a la sinagoga y como los judíos, esperaba la venida del Mesías.
Pero ocurre algo imprevisto. Cuando aún no había terminado de hablar, el Espíritu Santo se derramó sobre los que estaban escuchando. Se derrama sobre ellos no porque ya fuesen salvos, sino más bien para que Pedro y sus acompañantes tuviesen testimonio que ellos iban a recibir la vida eterna, igual que los judíos que se arrepentían. Al leer este pasaje hay que tomar en cuenta que esto es una excepción de los hechos, no que siempre tiene que ser así. No se está restando importancia al sumergir al pecador, ni quiere decir que ellos fueron salvos porque el Espíritu los tomó en ese momento, y para estar seguros de esto vemos que Pedro pregunta: “-¿Es capaz alguien de impedir el agua para sumergir a estos a quienes recibieron el Espíritu Santo tal como también nosotros?” Pedro no creyó que ellos fuesen salvos, de lo contrario no tenía motivo el sumergirlos en agua.
Los que abogaban porque los gentiles fuesen circuncidados para fueron impactados por el hecho que los gentiles recibieran también al Espíritu Santo. No se estaba dando un hecho parecido al vivido en Samaria, cuando después de escuchar el Evangelio fueron sumergidos en agua y luego los Enviados pusieron sobre ellos las manos y recibieron al Espíritu Santo, sino que más bien esto se parecía a lo vivido en Jerusalén el día de Pentecostés, aunque no hay evidencia que después de esto Cornelio o alguno de los que estaban ahí tuviesen el poder de impartir el don del Espíritu a los que impusieran las manos.
Inmeditamente Pedro entiende que ellos necesitan ser sumergidos en agua, y los que estaban ahí no se oponen porque también comprenden el favor de Dios para con los gentiles también.
Hay que tomar un momento para recalcar la importancia que tuvo en la Iglesia del siglo I el hecho de ser sumergido en agua. Hoy hay quienes consideran que esto es opcional, pero el Nuevo Testamento es claro en ponerlo como requisito para ser salvo. Pedro mismo escribe más tarde: “Lo cual corresponde también, la inmersión ahora nos salva, no quitando suciedad de la carne, sino como la solicitud a una buena conciencia hacia Dios, a través de la resurrección de Jesús el Ungido”[10], haciendo eco a las palabras de Jesús: “El que crea y sea sumergido, será salvo”[11]. Obedeciendo a este mandato de Jesús, también Pedro, el día de Pentecostés, cuando Pedro predicó a la muchedumbre, cuando preguntaron como ser salvos, él les dijo: “Cambien de disposición mental y cada uno de ustedes sea sumergido en agua, en el nombre de Jesús, el Ungido, que les libra de los pecados y recibirían la dádiva gratuita del Espíritu Santo”[12]. Además, encada caso de conversión que encontramos en el libro de Hechos, vamos a ver que siempre terminan con la sumersión del pecador arrepentido, lo que nos lleva a preguntar: ¿Si para los cristianos originales fue tan importante, por qué los que se dicen serlo en el siglo XXI lo toman por opcional?
Después de bajar a las aguas, le pidieron a Pedro que se quedara unos días. Mientras tanto, las noticias de la conversión de los gentiles corrieron hasta llegar a los hermanos en Judea, lo que les inquietaba y en algunos casos les incomodaba.
Al regresar a Jerusalén, los cristianos judíos buscaron a Pedro para disputar con él el hecho de haber entrado a la casa de un gentil. Notemos que a Pedro no se le da un tratamiento especial como a un superior, sino que se le exige una explicación de sus acciones. A ellos no les molestaba que hubiese predicado a los gentiles, sino que hubiese entrado a su casa y hubiese compartido los alimentos con ellos, y es que en todas las culturas el compartir los alimentos es una señal de comunión, de amistad.
Entonces Pedro debe hacer un comentario de todo lo que había ocurrido y como el Espíritu Santo le llevó a casa de Cornelio y enseñarle el Evangelio, y como también los gentiles recibieron el don del Espíritu, siendo testigos de esto seis hermanos más de Jope.
Estas cosas hicieron que los defensores de la circuncisión tuviesen que dejar de disputar y que glorificaran a Dios, aunque este problema no iba a terminar acá, sino que más adelante ellos seguirían dando problemas a los Enviados.
[1] Génesis 10.5.
[2] Wikipedia. Gentil.
[3] Mateo 28.19; Marcos 16.15; Hechos 1.8; 2.39.
[4] 1 Samuel 9.26.
[5] Mateo 10.27.
[6] Lucas 12.3.
[7] Sofonías 1.5.
[8] Usos y Costumbres de las tierras bíblicas.
[9] Levítico 11.3; Deuteronomio 14.3-20.
[10] 1 Pedro 3.21.
[11] Marcos 16.16.
[12] Hechos 2.38.